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Calidad de la formación docente en tiempos pandémicos

Por: Dinorah García Romero 

El Ministerio de Educación ha de tomar decisiones que recoloquen la calidad de la formación docente como prioridad continua; se ha de superar la improvisación en la formación docente.

La formación docente es un eje rector de la educación dominicana. En las últimas décadas, la calidad de la formación docente ha sido objeto de seguimiento sistemático, en la esfera nacional e internacional. Múltiples investigaciones han demostrado que los resultados de aprendizajes de los estudiantes están influidos por la incidencia de profesores altamente calificados. Estos docentes, además, trabajan dinamizados por una vocación educativa consistente. La COVID-19 ha convertido la educación en una experiencia dominada por la virtualidad, la televisión y la radio en la República Dominicana. Las modalidades educativas actuales les confieren una importancia especial a las pantallas, al trabajo por vía remota. Es una experiencia nueva que está concitando la atención de todos los sectores de la sociedad. El Ministerio de Educación de la República Dominicana le está dando centralidad a los procesos que se impulsan desde las vías señaladas. Estos procesos son absorbentes, por las dificultades de conectividad y la inexperiencia en el ámbito de la educación virtual y televisiva. El país, sin embargo, tiene experiencia interesante en educación a través de la radio.

En el contexto descrito, el impulso y cuidado de la calidad de la formación docente ha sido colocada en otra carpeta. Es necesario volver a tener como foco la formación altamente cualificada de los docentes del país, ahora con más razón en tiempos pandémicos. Los docentes necesitan formación sistemática para avanzar en la comprensión y apropiación del currículo. Requieren estudio y análisis; precisan de espacio para pensar su práctica. Una docencia al margen de un razonamiento lúcido no lleva a ningún resultado aceptable.  En septiembre de 2020, iniciaron la tarea educativa con una capacitación intensiva, que, por la prisa y el tipo de formación, le aportó lo básico para el lanzamiento del curso escolar 2020-2021. Después de iniciado el año escolar, el énfasis se ha puesto en la acción. Los procesos reflexivos y de internalización razonada de lo que se realiza carecen del espacio necesario y del acompañamiento requerido. Se refuerza una actuación educativa con dificultades para generar aprendizajes duraderos. Sin duda, la realidad provocada por la pandemia obliga a priorizar políticas educativas que garanticen enseñanza y aprendizajes efectivos desde las modalidades señaladas. Cualquiera que sea la modalidad educativa que se aplique puede concentrar la atención y aplazar el empeño por una formación docente.

Es tiempo oportuno para retomar con los docentes, con las organizaciones que le dan seguimiento a la educación y con la Asociación Dominicana de Profesores, el tema de la calidad de la formación de los profesores. Hay que trabajar en esta dirección; iniciar ya un proceso de consulta a los docentes que están en acción para que identifiquen y planteen las necesidades principales que están experimentando en el desarrollo de la experiencia. En esta consulta se ha de integrar el componente emocional de los docentes, por su impacto en la calidad de lo que realiza. El Ministerio de Educación, las Organizaciones veedoras y la ADP han de realizar sus análisis y valoraciones desde lo que acontece en los tres escenarios en los que se imparte docencia. Han de abstenerse de partir de lo que hacen otros países. Es necesario tener en cuenta las referencias internacionales porque amplía la visión, pero primero hay que aterrizar en lo que se realiza aquí y en lo que posibilita el contexto dominicano. Las capacitaciones intensivas no pueden sustituir procesos sistemáticos de formación que priorizan una docencia en la que los maestros se han de ir constituyendo como sujetos. Los docentes han de ir avanzando, desde una tarea irreflexiva y rutinaria, a una actuación consciente del sentido y del horizonte al que apunta la educación que ofrecen.

El tiempo pandémico en el que se desarrolla la actividad docente demanda análisis de los nuevos criterios e indicadores que se han de tener en cuenta para retomar la calidad de la formación docente. La nueva realidad en la que operan los maestros y los estudiantes puede generar cambios en el modo de concebir y de enfocar la calidad hoy. Los parámetros de ayer pueden estar distantes de los que rigen en estos momentos; por ello el Ministerio de Educación ha de tomar decisiones que recoloquen la calidad de la formación docente como prioridad continua; se ha de superar la improvisación en la formación docente.  La calidad de la formación de los educadores ha de tener un carácter sistémico. De este modo, en tiempos de pandemia o fuera de él, los aprendizajes significativos estarán asegurados.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/calidad-de-la-formacion-docente-en-tiempos-pandemicos-8915673.html

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La educación, proceso eficaz para prevenir la corrupción en los jóvenes

Por: Dinorah García Romero 

Ahora la Procuraduría General de la República está dando pasos para recuperar el sentido y la responsabilidad de la justicia.

La República Dominicana está viviendo, en estos momentos, episodios históricos; hechos vinculados a la justicia y a la corrupción. La justicia de nuestro país empieza a darse cuenta de que necesariamente tiene que ser coherente con su naturaleza, principios y valores. Tiene cientos de años dispersa y sin reconocimiento de su propia identidad. Ahora la Procuraduría General de la República está dando pasos para recuperar el sentido y la responsabilidad de la justicia. La corrupción, que anda con la mayor libertad por amplios rincones y sectores sociales del país, está encontrando, por fin, una instancia judicial que le está plantando cara. Observamos con frecuencia el desfile de funcionarios de administraciones pasadas y de la actual, que son interrogados por delitos y prácticas corruptas en detrimento del Estado dominicano. Adultos, jóvenes y ancianos se ven envueltos en problemas de corrupción.

La corrupción duele de cualquier persona que la cometa; pero hiere más la dignidad nacional y familiar cuando se evidencia que este virus está inoculado en personas jóvenes. Se vuelve más compleja cuando se manifiesta en adultos cuyos hijos empiezan a imitarlos o a renegar del padre o de la madre que le finge un comportamiento en la casa y otro en la función pública. Muchos hogares viven de forma dramática esta ambigüedad: padres que se mueven en la cultura de la incongruencia, orientan los hijos con una corrección aparente; y fuera del hogar hacen lo contrario de lo que orientaron. Esto mismo pasa con algunos jueces y fiscales. Se comportan con una doble moral; y con esto destruyen su propia dignidad y afectan ética y socialmente a la familia y a la sociedad.

Todos los ciudadanos hemos de superar las prácticas cotidianas relacionadas directamente con la corrupción, pero tenemos que trabajar de manera ardua con la juventud del país. Estas personas requieren atención sistemática para que desarrollen esfuerzos y estrategias que los comprometan con las causas más nobles y dignificantes. Para avanzar en esta dirección, hemos de promover procesos educativos que ayuden a forjar mentalidades y prácticas alejadas de la corrupción. Ha de ser una educación que libere del deber ser y recupere el valor de la responsabilidad personal y social; y la importancia de un pensamiento lúcido para buscar y hacer el bien. Un bien que ha de fortalecer a la persona y a la sociedad.

El país ha de superar la educación que acentúa reglas y margina la creatividad. Se ha de avanzar hacia una educación que proponga valores; y eduque en y para la libertad. Los jóvenes demandan una educación que encauce la vitalidad y la energía que poseen. Por la crisis familiar, social y de la educación, muchos jóvenes están afectados por la desorientación y la vida fácil. El Estado, el Sistema Educativo Dominicano y la sociedad han de priorizar las necesidades y los problemas de los jóvenes. Estas prioridades no solo responden a un sector de la población, sino que forman parte del presente y del futuro de la nación.  El currículo dominicano ha de actualizarse para que introduzca conceptos, competencias y estrategias que orienten a los jóvenes sobre las implicaciones de un comportamiento ético y productivo a favor de sí mismo y de la sociedad. Ha de ser un currículo que les permita a los jóvenes y a su entorno una comprensión reflexiva y situada de los problemas que aquejan al país y del compromiso de cada ciudadano para aportar a la búsqueda de soluciones, acompañado de una vida íntegra. La corrupción no puede continuar encontrando terreno abierto en los jóvenes. Este es un desafío relevante, también, para el Ministerio de la Juventud. Sus políticas han de ponerle atención a la corrupción en el ámbito de los jóvenes. Trabajar en esta dirección contribuye a la previsión y a la optimización de la calidad e integridad de vida de los jóvenes y de la organización social. La prevención de la corrupción en los jóvenes no es tarea opcional, es tarea que obliga al Estado dominicano, a las familias y a la sociedad en general.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/la-educacion-proceso-eficaz-para-prevenir-la-corrupcion-en-los-jovenes-8913086.html

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De la ansiedad educativa a la previsión integral

Por: Dinorah García Romero

Se está gestando un movimiento orientado a clases presenciales y a clases semipresenciales. Con todo el respeto que merecen las organizaciones y los sectores que están empujando estas propuestas, reitero que no es el momento adecuado.

En la medida en que avanza el año 2021, la situación mundial se vuelve más compleja e incierta a pesar de la diversidad de vacunas con que se cuenta. Los países con más poder económico y geoestratégico van dando pasos firmes en la vacunación de sus habitantes; otros, con menos posibilidades, esperan oportunidades para iniciar el proceso de vacunación, como es el caso de la República Dominicana.

Parece algo simple vacunar, pero no lo es. Está en juego la vida de las personas y, por ende, el presente y el futuro del país. En el ámbito internacional y también en el local, el sector educación y el económico representan dos ejes que mantienen en estado de alerta a los gobiernos y a la sociedad civil. La preocupación por el cuidado de la salud y de la educación es una prioridad ineludible, para los gobiernos y para los ciudadanos. Pero ha de ser una preocupación que no le quite a ningún sector la capacidad de pensar con visión integral el problema y con actitud proactiva.

En la República Dominicana se está gestando un movimiento orientado a clases presenciales y a clases semipresenciales. Con todo el respeto que merecen las organizaciones y los sectores que están empujando estas propuestas, reitero que no es el momento adecuado. Se han de poner todos los medios posibles para cualificar la educación virtual; la que se ofrece por televisión y por la radio. Se ha de aprovechar cada espacio para convertir esta experiencia en una práctica educativa abierta a la innovación; y se ha de eliminar la reproducción mecánica de prácticas educativas prefabricadas. La añoranza permanente de la presencialidad y de la semipresencialidad bloquea la creatividad y dispersa la atención que requiere la calidad de la educación que se ofrece ahora. La dispersión de fuerzas pensando en la bondad de lo de ayer no permite avanzar ni, mucho menos, generar situaciones de aprendizaje con significados, que marquen, a profesores y a estudiantes, nuevos desafíos; y   que planteen al Ministerio de Educación formas nuevas de gestionar el sistema educativo dominicano en el contexto de la pandemia.

En determinados sectores sociales y educativos, se percibe un estado de ansiedad educativa que puede paralizar iniciativas y obstaculizar la construcción compartida de propuestas para poner en ejecución, cuando la pandemia lo permita. Es necesario desterrar este estado de ansiedad y fortalecer la previsión integral de acciones y proyectos que eviten la desplanificación y la falta de organización, cuando se pueda trabajar presencialmente.  Se ha de aprovechar este período para preparar una vuelta bien organizada a la presencialidad y a la semipresencialidad, pero cuando se pueda. Nadie puede violentar la realidad de la COVID-19.

El Ministerio de Educación de la República Dominicana puede y debe colaborar, abriéndose a un diálogo más fluido con la sociedad; con los actores de la educación dominicana y con las organizaciones de la sociedad civil. Se fortalece esta relación si el MINERD potencia una participación más abierta y confiada de estos ámbitos. Es necesaria una participación que vaya más allá de completar productos y aportar a hechos consumados.  Hay interés sincero en ayudar al desarrollo de la educación de la nación. La inclusión en la construcción de los procesos y de la vida de la educación del país libera de la ansiedad educativa; y favorece una visión y una acción más estratégicas de cara a la incidencia y a los resultados de la educación en el contexto de la COVID-19.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/de-la-ansiedad-educativa-a-la-prevision-integral-8910476.html

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Gran capacidad para convivir con virus letales

Por Dinorah García Romero 

Los partidos políticos de la República Dominicana se acostumbraron al virus de la corrupción; y encuentran razones diversas para justificar acciones detestables en todos los órdenes y niveles.

La República Dominicana desde que inició la pandemia COVID-19 ha entrado en un ambiente de angustia e incertidumbre cada vez más encendido. Se advierte una disposición y celeridad impresionantes para buscar soluciones que exterminen de una vez las raíces y los síntomas de un virus que llegó y parece que tiene como proyecto instalar su tienda en este país y en los restantes del mundo. Lo que resulta curioso es que todo se convierte en prioridad, en gestión inteligente y en vocación de servicio, si se trata de esta pandemia. Parece que su llegada repentina ha despertado el miedo y ha movido los ejes que controlan la estabilidad personal y también la social. Sin embargo, un virus antiguo y tan letal o más que la COVID-19 tiene cientos de años provocando muerte biológica, psicológica y educativa; además, ecológica, económica, social y política. Este virus es muy conocido; su nombre es corrupción, y, su apellido institucionalizada. Las decisiones y acciones para combatir la pandemia COVID-19 son efectivas, aunque parezca lo contrario. Sin embargo, las dirigidas a exterminar la corrupción son más lentas y contestadas; pues no todos los sectores están tan decididos a eliminar este virus. Prefieren continuar conviviendo con él, aunque le cueste la vida al pueblo. Casi todos los actores y sectores se han acomodado a los beneficios sin consecuencias que aporta este magno virus.

El Capítulo dominicano de Transparencia internacional, representado por Participación Ciudadana, informa en su nota de prensa del 28 de enero de 2021 que la República Dominicana mantiene en el Índice de Percepción de Corrupción de 2020 el mismo puntaje de 2019, 28 puntos sobre 100, ocupando el lugar 137 de un total de 180 países implicados. Se presenta, por tanto, como uno de los países más corruptos de América Latina y del conjunto de los países evaluados. Esta imagen del país tan precaria y deshonesta no puede dejarnos tranquilos; ha de activar todas las fuerzas capaces de extirpar la corrupción en la esfera personal, social y estatal. Se incrementan las voces que repudian la corrupción y que están dispuestas a luchar sin cansancio para que haya consecuencias; pero, todavía, incluyendo en sectores gubernamentales, hay resistencia a cambios sustantivos capaces de transformar la cultura de la corrupción en una cultura límpida y sin arrugas éticas. Sectores poderosos han aprendido a convivir con virus letales como la impunidad, la corrupción y la COVID-19. Pero ha llegado el tiempo de trabajar a fondo para que estos virus liberen la mentalidad y la práctica de los ciudadanos, de los funcionarios y de las instituciones. En la vida cotidiana la corrupción se vive y se observa con la mayor naturalidad. “Los de arriba lo hacen, yo lo puedo hacer también”. Esta expresión se escucha con frecuencia; y, además, sus resultados se palpan día tras día. En las instituciones, incontables veces, interesa llegar pronto, aunque se violenten las normas y principios institucionales. Este es un cauce acelerado de corrupción administrativa e institucional que deteriora la ética global del país.

Los partidos políticos de la República Dominicana se acostumbraron al virus de la corrupción; y encuentran razones diversas para justificar acciones detestables en todos los órdenes y niveles. Su ideario se transforma en antorcha corruptora en su ámbito interno y en el contexto social.

Ante la profundidad de este problema y el alcance de sus males, se percibe un movimiento ascendente decidido a revertir la estructura de corrupción que hay en nuestro país. El proceso es lento y complejo; para avanzar, hay que vencer poderes económicos, políticos, religiosos y de ciudadanos no organizados. Estos grupos están decididos a defender un modo de vida en el que la corrupción que impera tenga consecuencias. El problema de la corrupción no es solo culpa del partido en el gobierno; pero este es parte del problema, porque dentro del funcionariado y la membresía de su partido, hay quienes se identifican con los favores que ella ofrece. El sector educación, ya sea ámbito preuniversitario o educación superior, ha de afrontar con valentía y nitidez la corrupción que pueda estar construyendo un perfil y una cultura que refuerce la letalidad de este virus. Sin vacilación, hemos de auscultar las instituciones que representamos, en las que laboramos, para cortar de raíz actitudes, acciones y relaciones revestidas de legitimidad y acolchadas con una corrupción rampante, generadora de muerte desde todas sus perspectivas. La mafia italiana nos impresiona; la mafia cotidiana todavía deja tranquilos a muchos, en los hogares, en las organizaciones, en las iglesias, en los partidos políticos y en los cargos que ocupamos. De igual manera, continúa dejando en paz a sectores del gobierno, a Ministerios, a instituciones educativas, a sindicatos y a personas particulares. Urge disminuir la capacidad de convivencia con virus letales como la corrupción y la impunidad, hija de la anterior. Deshacernos de la corrupción precisa de otra educación familiar, escolar, universitaria y social. Unamos fuerzas para ello. Solo así, alcanzaremos salud integral y desarrollo nacional.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/gran-capacidad-para-convivir-con-virus-letales-8907704.html

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Formación ciudadana desde la propia práctica

Por: Dinorah García Romero

La formación ciudadana desde la propia práctica ha de priorizar la perspectiva crítica, para que los ciudadanos en general aprendamos a forjar una vivencia ciudadana situada y corresponsable. Para que las lecciones de Moral y Cívica puedan revertir el déficit de una formación ciudadana seria, es necesario que esa moral y ese civismo se construyan día a día; desde lo que hace, siente y vive cada sujeto, cada grupo humano.

La pandemia que azota la esfera mundial se va alargando en el tiempo, incrementa las infecciones y la letalidad. Esta enfermedad, que se muestra implacable y desestabilizadora de personas, instituciones y países, no solo ha de ser recordada y analizada por los hechos destructivos que exhibe la potencia del virus que la sostiene y expande. Hemos de ponderar las diversas interpelaciones que derivan de las circunstancias que giran en torno a la pandemia. En esta dirección, hemos de identificar los procesos y acciones vinculados a la COVID-19 que están impactando nuestra mentalidad, la práctica individual y colectiva. Pero, además, es necesario prestarles atención a las carencias y necesidades que se hacen visibles en la vida cotidiana. Se produce una interrelación entre las preocupaciones y las necesidades en estos momentos.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/formacion-ciudadana-desde-la-propia-practica-8900785.html

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Balance de 2020 y retos de 2021

Por: Dinorah García Romero

Por otra parte, el año 2021 presenta retos, cuya atención es impostergable. Requieren voluntad política del Gobierno dominicano y corresponsabilidad ciudadana. Cabe destacar el reto de una mayor y mejor observancia de la normativa del Ministerio de Salud Pública, MSP; de la Organización Panamericana de la Salud, OPS y de la Organización Mundial de la Salud, OMS.

El año 2020 ya está en el tramo final. Este período se ha dejado sentir con fuerza en los diferentes sectores y actores de la sociedad, tanto en el mundo como en el ámbito local. En general, ha sido una etapa compleja y aleccionadora. Su complejidad viene dada, especialmente, por la presencia de la pandemia COVID-19. Esta enfermedad ha generado, y continuará provocando, cambios sociales personales, locales y mundiales; institucionales y culturales. Ha sido un tiempo en el que, sin quererlo, hemos tenido que empezar a pensar y a actuar violentando tradiciones y prácticas habituales que nos llenaban de gozo, de satisfacción. En el 2020, muchas tareas sufrieron cambios drásticos: se han reducido las fiestas de familias extensas; los encuentros y fiestas sociales; el diálogo con expresiones libres de mascarillas; los abrazos y la proximidad física. El virus del año ha restringido la diversión nocturna; y la libre circulación vespertina y nocturna. De igual modo, ha urgido a dialogar en tono bajo, para evitar la expansión del contagio y la letalidad.

El año que finaliza no ha sido un tiempo fallido. Ha posibilitado el avance en muchos aspectos. A nivel mundial, se celebra la celeridad con la que se han obtenido vacunas para enfrentar el impacto del coronavirus. A nivel local, hemos de celebrar el inicio de una fase en la que parece que el Poder Judicial se respetará a sí mismo y actuará conforme a los dictados de la Constitución de la República y los principios de los derechos humanos. En este 2020, a nivel local, hemos de destacar el fortalecimiento de la conciencia y corresponsabilidad ciudadana, cuyo indicador más relevante se vincula con la vigilancia permanente del curso de acción de la corrupción y de la impunidad en la República Dominicana. Es un seguimiento inteligente y crítico, para controlar a los depredadores del Estado Dominicano. Ha sido el año de la educación preuniversitaria virtual y de la educación superior híbrida, despertando capacidades dormidas; movilizando la creatividad de los docentes y de los estudiantes. Este año ha propiciado oportunidades para repensar la práctica; sustantivar lo esencial; priorizar la vida y acentuar el cuidado personal y colectivo. El 2020 ha sido una época de reaprendizaje continuo y de búsqueda del sentido trascendente de la realidad pandémica.

Por otra parte, el año 2021 presenta retos, cuya atención es impostergable. Requieren voluntad política del Gobierno dominicano y corresponsabilidad ciudadana. Cabe destacar el reto de una mayor y mejor observancia de la normativa del Ministerio de Salud Pública, MSP; de la Organización Panamericana de la Salud, OPS y de la Organización Mundial de la Salud, OMS. Si continúa el cumplimiento discrecional por parte de los ciudadanos de las medidas sanitarias, la República Dominicana afrontará problemas graves, con repercusión para los que respetan la normativa y para los que las violan de forma sistemática. Asimismo, el año entrante nos presenta el reto de una educación virtual más consistente, fundamentada e incluyente. Este reto demanda, al mismo tiempo, atención especializada a la salud, al trabajo; y a la persona de los estudiantes y de los maestros, quienes han de renovar sus aprendizajes, para no reproducir de forma instrumental y rutinaria acciones y procesos básicos en el acto de enseñar.

El nuevo año también nos reta, personal y colectivamente, para que aprendamos a priorizar lo esencial. Nos reta, para que posibilitemos un bienestar común, a alejarnos del afán de parecer, negando la posibilidad de ser y de compartir los valores que poseemos. El país requiere un compromiso sostenido de cada ciudadano, para que entre todos potenciemos el desarrollo educativo, social, económico y cultural. En esta tarea nadie tiene vacaciones; es una responsabilidad ineludible desde el ámbito en el que nos desenvolvemos. Para actuar en esta dirección, es necesario una toma de conciencia colectiva de la necesidad del esfuerzo compartido, si queremos que la nación avance y, al mismo tiempo, favorezca la humanización de la sociedad y de sus instituciones. Acojamos el año 2021 como una ocasión nueva para aportar lo mejor de nosotros mismos, al tiempo que valoramos las potencialidades de las personas con las que damos pasos para buscar y construir el bien personal y social.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/balance-de-2020-y-retos-de-2021-8896375.html

Imagen: Free-Photos en Pixabay

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Una mirada libre

Por: Dinorah García Romero 

En el Ministerio hay personas con capacidad para promover y efectuar procesos de seguimiento sostenido y serio. Convendría revisar si están dispersando energías y talentos, para que reorienten el modo de gestionar ejes vitales del año escolar.

La República Dominicana, como otros países del mundo, decidió iniciar el año escolar 2020-2021. Todo se hizo entre temores y esperanzas; entre incertidumbres y contradicciones, pero, por fin, el 2 de noviembre del año en curso se dio el pistoletazo de salida; y hoy se inicia la cuarta semana de trabajo escolar. No cabe duda de que es un año escolar atípico y que requiere esfuerzos que pueden catalogarse de extraordinarios. Pero es un hecho saludable para el desarrollo de la educación, de la economía y  del país en general. En el proceso que se está desarrollando, son diversos los aspectos que merecen atención. En primer término, los estudiantes. Estos van entrando poco a poco en la nueva dinámica para facilitar el aprendizaje, aunque en un contexto de desigualdad preocupante. Esta desigualdad es estructural; y, como los cambios son cosméticos, conviviremos con ella por un tiempo más largo. A pesar de esta realidad, los niños participan actualmente de una oportunidad a la que tienen derecho y a la que se le ha de prestar atención, para que la calidad de los aprendizajes se aproxime a los requerimientos de la sociedad. En esta dirección, situamos las clases que se están impartiendo. Estamos observando a docentes jóvenes que ponen sus talentos al servicio de una oferta educativa en la que la virtualidad, la televisión y la radio son los medios que capitalizan el desarrollo del trabajo.

Algunos de estos jóvenes docentes evidencian creatividad, interés por el tema que abordan; apropiación de los contenidos que trabajan. Reflejan, también, dependencia de los medios transmisores de las clases, restándole vida al proceso educativo que les toca impulsar. Esta situación requiere seguimiento de parte del Ministerio de Educación. Se han de realizar sesiones de análisis de la práctica; y de orientación metodológica y conceptual con estos jóvenes. A pesar de la prisa y de la intensidad del trabajo, el seguimiento es fundamental para fortalecer capacidades, prevenir errores y garantizar coherencia interna de acciones y procesos.  Se nota que falta seguimiento sistemático al desarrollo de las clases; y esto se puede mejorar tomando la decisión de integrar el acompañamiento de los docentes como una política no como una estrategia coyuntural. De igual manera, se puede equilibrar la participación de docentes jóvenes con otros que tengan más experiencia y apropiación de la propuesta curricular  vigente en el país; preparación metodológica y conocimiento de los procesos centrales en el desarrollo de una clase.

El Ministerio de Educación de la República Dominicana está a tiempo para organizar un equipo responsable del acompañamiento de los docentes. Preocupa la poca importancia que se les está dando, hasta ahora, a los conocimientos previos de los estudiantes; a los procesos de construcción colectiva del conocimiento y a la relación de las clases con la realidad. Que esto pase al inicio del año escolar, se entiende; pero hay que organizar el acompañamiento para ir retomando temas que no son triviales sino fundamentales en las formas de enseñar que se orientan a garantizar calidad integral en el aprendizaje y en la docencia. Hay que tener cuidado de no subrayar la importancia de los medios de comunicación que se utilizan, sin ahondar en el corazón de las clases que se están desarrollando. En el Ministerio hay personas con capacidad para promover y efectuar procesos de seguimiento sostenido y serio. Convendría revisar si están dispersando energías y talentos, para que reorienten el modo de gestionar ejes vitales del año escolar.

Es necesario dedicar tiempo a los cuadernillos. Hay que valorar el esfuerzo de tenerlos a punto para iniciar el año escolar. Pero ya la Dirección General de Currículo debe emplearse a fondo para que analice y presente propuestas que los mejoren sustantivamente en la estética, en los enfoques y en los contenidos. Además, ha de revisar la propuesta metodológica, la relación con el contexto; y los procesos que se facilitan para enseñar a pensar y a proponer. En este sentido, se ha de eliminar toda resistencia a una mirada crítica y propositiva a los cuadernillos. Este material es pasible de mejora y de atención en los aspectos que puedan condicionar ideológicamente a personas, instituciones y países.

Nos parece muy importante que el MINERD haya habilitado un espacio para orientar y acompañar a las madres y a los padres. Para ellos el año escolar se ha convertido en una experiencia original y compleja. Progresivamente avanzarán en la comprensión de los procesos propios del curso escolar y de la responsabilidad que tienen de colaborar y de aprender. Invitamos al MINERD a remirar con libertad personal e institucional; y con sentido crítico, el año escolar que está impulsando. Esto le permitirá descubrir fortalezas importantes y mejoras necesarias para avanzar hacia las metas que se ha propuesto; y hacia los requerimientos del país en el ámbito educativo y social.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/una-mirada-libre-8886092.html

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