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Solidaridad más que nunca

Por: Dinorah García Romero

Superar una solidaridad coyuntural y con matices teatrales. Se ha de posibilitar una solidaridad pensada, que incida en la mejora de dimensiones sustantivas del desarrollo de la sociedad haitiana.

La República Dominicana se caracteriza por tener relaciones cercanas y solidarias con la mayoría de los países de la región y de otras esferas geográficas del mundo. Con los regímenes del continente que se inscriben en el círculo del socialismo, como el caso de Cuba, Nicaragua y Venezuela, la relación es más distante y fríamente calculada. La relación de la  República Dominicana con los tres países antes mencionados es frágil, comparada con la relación que los últimos gobiernos han exhibido con China. En el marco de las relaciones con otras naciones, se destaca la relación con Haití. Dos países en una misma isla, que, a pesar de las luchas históricas entre ambos, trabajan de forma continua para fortalecer sus respectivas identidades. Desarrollan esfuerzos para abrirle espacio al diálogo y ponerlo en ejecución en un clima de respeto y acogida. Esto ocurre a pesar de los esfuerzos de algunos sectores de las dos naciones por crear una relación tóxica entre el pueblo haitiano y el pueblo dominicano.

En este sentido, centramos nuestra atención en el momento que vive la sociedad haitiana. En el 2021, en un  corto período  se ha visto afectada por dos terremotos de gran magnitud: el terremoto político generado por el magnicidio del presidente de la República y el terremoto de magnitud 7,2 acaecido el 14 de agosto del año en curso.  Este último fenómeno agrava la situación de pobreza, de indefensión e inestabilidad política y social. A los acontecimientos actuales, se unen los problemas irresueltos generados por el terremoto de 2010. La herencia de este terremoto: alto índice de personas sin hogares e infraestructura pendiente de reparación.  Esta situación está por encima de las posibilidades del país afectado y requiere de la solidaridad de las naciones de América Latina y el Caribe.  Requiere, también, la colaboración de los países y de las personas que se han beneficiado de la riqueza natural y de la condición de empobrecimiento de ese país. Es necesario desplegar solidaridad más que nunca. Ya el discurso se agotó, ahora se impone la ayuda real aun en medio de los riesgos y de la peligrosidad presentes en el territorio haitiano.

El fortalecimiento de la solidaridad no es algo fortuito. Ha de ser una solidaridad focalizada y acompañada de un interés por el bienestar de la población de ese país. Este requiere que sus amigos y aliados decidan, de una vez y por todas, un apoyo sistemático que les permita fortalecer la institucionalidad, la democracia y la atención a las necesidades de la población. Es preciso repensar la solidaridad con un país con un empobrecimiento estructural. No abogo por una sustitución pura y dura del trabajo y de los esfuerzos que les toca a los haitianos. No. Lo que planteo es que se ha de superar una solidaridad coyuntural y con matices teatrales. Se ha de posibilitar una solidaridad pensada, que incida en la mejora de dimensiones sustantivas del desarrollo de la sociedad haitiana. En el ámbito de la solidaridad, se ha de cambiar la misma práctica ante fenómenos críticos. Se espera que el componente creativo y el contexto favorezcan la búsqueda de estrategias de solidaridad más duraderas en el tiempo y más consistentes en las acciones. Es un imperativo cualificar la solidaridad. Esta se ha de acompañar de apoyo a programas y proyectos orientados al fortalecimiento de la madurez política, socioeducativa y económica de Haití. Solidaridad más que nunca, salvando la soberanía del país hermano y con perspectiva más integral e innovadora.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/solidaridad-mas-que-nunca-8975738.html

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¿Culpables o víctimas?

Por: Dinorah García Romero 

Es necesario que este ministerio sea el primero en responder a los requerimientos de una educación digna, consistente y comprometida éticamente. Decidamos hablar menos y hacer más, para que los docentes dejen de ser instrumentos de sectores, instancias y políticos a los que no les importa el país ni, mucho menos, la educación.

La República Dominicana se prepara en estos días para la apertura del nuevo año escolar con la modalidad presencial. Llega el retorno anhelado. Muchos estudiosos y experimentados de la educación afirman que la presencialidad es lo mejor. Sostienen que las posibilidades de comunicación y de interacción próxima y física entre los actores son fundamentales. Otros consideran que un proceso de aprendizaje bien enfocado desde la modalidad virtual produce resultados óptimos de aprendizajes. Reconocen la necesidad de condiciones cualificadas en todos los órdenes, para que esto se produzca.

Se inicia el año escolar en septiembre en el sector público. Desde que empieza este período, además de los estudiantes, el centro de atención son los docentes.  En torno a los docentes se producen reflexiones, comentarios y posiciones de todos los tipos con diversidad de tonos y epítetos. Las voces con mayor resonancia gimen por la presencia de docentes, en las aulas, carentes de vocación y de capacidad para una acción científico-pedagógica consistente. Esta es una preocupación legítima y real. El problema está en que el docente generalmente es considerado como el depredador de la educación del país y de los aprendizajes de los estudiantes. No estoy ni estaré de acuerdo en que se culpabilice a los docentes como autores materiales del desastre educativo del país. No acepto que se descargue del problema al Estado dominicano, que en las últimas décadas ha acelerado la instrumentalización política de la educación. De esto se habla poco. Es más fácil declarar a los docentes como los pulverizadores de la educación dominicana. Es necesaria una mirada más equilibrada y justa.

El responsable de la educación es el Estado. Si el sentido de la educación y de la calidad de los aprendizajes se han banalizado, no se le puede pedir cuenta solo al docente. Son muchos los dirigentes de la educación y los políticos que buscan y sacan ventajas del clientelismo político en los centros educativos, en las direcciones de las Regionales, en las direcciones distritales y en el Ministerio de Educación. Este clientelismo se ha institucionalizado. Unos gobiernos han alimentado el clientelismo educativo abiertamente, otros lo hacen de una forma más sutil y amigable. Cabría preguntarse por qué se trata al Estado dominicano con tanto respeto en este tema, cuando es el principal propulsor del desorden educativo. Reitero que ningún docente se nombra a sí mismo. Son nombrados por el Estado dominicano. Son seleccionados, en los famosos concursos, por los representantes del Estado.  Entonces, enfrentemos el clientelismo político en el campo de la educación. Los docentes, más que culpables, son víctimas de la delincuencia educativa. Esta expresión puede resultar dura, pero esto es lo que ha producido la erosión de la calidad de los aprendizajes y de la dignidad de la función docente. El problema de la educación es de carácter estructural. Los docentes no son marcianos; por tanto, están afectados por las consecuencias de un problema estructural. Jamás apoyaré la displicencia y la irresponsabilidad de los docentes. Pero tampoco apoyo el descrédito permanente a estos actores, mientras se enmudece y se esconden los resultados de un clientelismo político que dispersa y aliena a los docentes. La Asociación Dominicana de Profesores, ADP, ha de revisar el rol que juega para que la cultura clientelar continúe con fuerza a través de los años. Esta Asociación ha de poner su poder y sabiduría al servicio de una educación justa y ética. Los docentes son parte del problema; no son el problema, como se dice en nuestro país. Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que podamos hacer para avanzar hacia cambios estructurales en educación. Reconozco que estos cambios necesariamente han de estar unidos a las transformaciones estructurales que globalmente necesita la nación dominicana. Hasta que introduzcamos las modificaciones estructurales requeridas, dediquémosle tiempo a la persona del maestro y potenciemos la vocación de aquellos que realmente la tienen. De igual modo, prioricemos el rigor científico en la formación de los docentes.

Asimismo, se han de evaluar los gestores de la educación, los docentes y el personal complementario, para que del sector educación vayan desapareciendo los que utilizan este espacio como instrumento, no como causa que los convoca y compromete. De la misma manera, se ha de evaluar el personal del Ministerio de Educación. Es necesario que este ministerio sea el primero en responder a los requerimientos de una educación digna, consistente y comprometida éticamente. Decidamos hablar menos y hacer más, para que los docentes dejen de ser instrumentos de sectores, instancias y políticos a los que no les importa el país ni, mucho menos, la educación. Pedro Poveda y Paulo Freire nos animan a una acción firme y sostenida en esta dirección.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/culpables-o-victimas-8977941.html

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La violencia no puede tener la última palabra

Por: Dinorah García Romero 

El impacto de la muerte de cinco personas o más en Higüey, además de ser un drama humano doloroso, se convierte en un drama económico; porque no incentiva el turismo libre y divertido. Por el contrario, se produce un miedo colectivo y se retrae la vida en los diferentes ámbitos.

La sociedad dominicana observa, con pavor, la espiral de violencia que se reproduce en diversos puntos geográficos del país. Esta situación, además de concitar la atención de la ciudadanía, está generando más inseguridad personal y social. Cuando en una sociedad la población se ve asaltada por el temor, se produce un desequilibrio en el desarrollo humano de la colectividad. El ambiente de temor, no solo crea inseguridad, sino que produce un aislamiento progresivo en las personas y, por tanto, una ruptura del canal comunicativo que ha de haber entre los diferentes actores de la sociedad. La violencia sicológica, verbal y física está adquiriendo más fuerza cada día en el ámbito familiar, laboral y social. Todo no tiene como fuente la pandemia que nos afecta. Esta carrera veloz de la violencia tiene raíces históricas y estructurales.

Hoy esta violencia se ha diversificado y se ha apropiado de los referentes que aporta la sociedad del conocimiento. Así, adquiere fuerza la violencia característica de los medios electrónicos, de las redes sociales y de los nuevos equipos supersónicos que se construyen con el falso título de la autodefensa de las naciones. La República Dominicana no cuenta con estos equipos sofisticados; pero posee otros que, aunque tienen una naturaleza rudimentaria, también ejercen violencia. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional conocen y aplican estos equipos y sus procedimientos.

Los últimos hechos de violencia hasta llegar al crimen, como los ocurridos en teteos clandestinos; las muertes producidas en Sabana de la Mar y las ocurridos recientemente en Higüey, nos ponen en estado de alerta nacional, familiar e institucional. No podemos leer tranquilamente estas informaciones. Nuestro compromiso como ciudadanos corresponsables del bienestar y desarrollo del país nos exige acción mancomunada. Es el momento de abandonar la postura de ver estos hechos como algo aislado, que no inciden en la vida, en la sicología y en el desarrollo de la sociedad dominicana. Esto no es verdad, los hechos de violencia sistemáticos van erosionando, no solo la dignidad, sino el desarrollo de las zonas donde se producen y del país. El impacto de la muerte de cinco personas o más en Higüey, además de ser un drama humano doloroso, se convierte en un drama económico; porque no incentiva el turismo libre y divertido. Por el contrario, se produce un miedo colectivo y se retrae la vida en los diferentes ámbitos.

La ciudadanía en general, las instituciones del Estado y las instituciones académicas han de coordinar esfuerzos para debilitar sustantivamente las raíces de la violencia en la sociedad dominicana. Los actos delincuenciales no surgen de forma espontánea, se incuban en la vida cotidiana de la familia, de las instituciones, de la sociedad. Es necesario, por tanto, una determinación conjunta que esté orientada a trabajar la pedagogía de la paz. Esta pedagogía ha de convertirse en un foco central en las instituciones de educación superior, en la familia y en las instituciones públicas. No bastan programas coyunturales, ni mucha publicidad. Lo que se necesita es la puesta en ejecución de procesos sistémicos que reduzcan al mínimo la violencia doméstica, social e institucional.

La violencia tiene múltiples causas, de las cuales dos ocupan la primacía: la desigualdad institucionalizada y la colocación de los jóvenes en la orilla laboral, en la orilla del desarrollo. En estas condiciones la pedagogía de paz es un mito, pero hay que intentar hacer lo más que se pueda. Si las raíces de la violencia son estructurales, el trabajo que se puede hacer es mínimo; pero no debemos abandonar la idea y el compromiso de trabajar la pedagogía que proponemos. Simultáneamente se pueden poner en ejecución estrategias que orienten la acción del Estado hacia cambios significativos. Estas transformaciones han de reducir la fuerza de los factores que fundamentalmente generan la violencia hasta dentro del mismo Estado. Los medios de comunicación tienen un papel clave para contribuir con la pedagogía de la paz que hemos de construir entre todos. La violencia no puede tener la última palabra. No. La violencia ha de ser desterrada para abrirle paso a una cultura humanizante y estabilizadora

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-violencia-no-puede-tener-la-ultima-palabra-8968807.html

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Un centenario para releer a Paulo Freire

Por: Dinorah García Romero 

Su compromiso con los más vulnerables y el redescubrimiento de la educación como una obra de arte para tiempos difíciles.  Freire está presente. Releerlo es tarea obligada.

El año 2021 no solo se ha vuelto célebre por la intensidad y letalidad de la COVID-19.

Este año adquiere relieve especial por la celebración del Centenario de Paulo Freire. La fiesta que celebramos en América Latina y el Caribe y en otros contextos geográficos mundiales marca nuevos desafíos sociales y educativos. El nombre y el centro de la festividad es Paulo Freire. El 19 de septiembre del año en curso conmemoramos cien años de su nacimiento. La gratitud se convierte en alegría y en celebración. Los hombres y las mujeres de este continente y de otras latitudes saludan con entusiasmo el recuerdo de un educador comprometido con la transformación del pensamiento y de la práctica educativa y ciudadana. Su legado se ha extendido más allá de las fronteras de la nación que lo vio nacer, Brasil. Por ello, instituciones, grupos y países reactivan sus ideas y propuestas a favor de la libertad y de la educación integral y transformadora de las personas y de las comunidades.  De sus esfuerzos por un mundo más inclusivo y una educación más audaz, podemos hablar sin fin. Hoy, su producción intelectual y su vivencia de la educación popular tienen una vigencia sin igual. Cada palabra, cada proposición, tiene fuerza propia y una direccionalidad clara: este mundo es para todos; prioridad, la constitución de sujetos con capacidad para analizar, interpretar y transformar la realidad.

La exhortación de Freire a los educadores para que asuman su rol como un acto político tiene fuerza mayor en esta época. El carácter político de la tarea educativa ha de ser reforzado para desterrar la indiferencia y el carácter intimista de la práctica educativa. Esta labor ha de comprometernos abiertamente con la construcción cotidiana de la democracia y de un tejido social cada vez menos excluyente y equitativo. Freire crea y sufre en su ejercicio como educador, para que sus pares opten por una educación radicalmente liberadora. Fuera toda atadura dirigida a minimizar capacidades y a establecer diferencias generadoras de desigualdades. Para Freire, la asunción de la educación como acto político pasa por una postura consciente y corresponsable de los educadores. Más que un llamado, este planteamiento de Freire se convierte en un grito. Los sistemas sociopolíticos que gobiernan el mundo secuestran diariamente el pensamiento libre y la práctica cambiante en el ámbito educativo.

Los planes de estudios del ámbito preuniversitario y de la educación superior han de estar alineados para posibilitar la construcción sistemática de la institucionalidad democrática, participativa y justa. Las propuestas académicas han de alejarse de la ambigüedad y de la racionalidad instrumental para que la constitución de sujetos pase del discurso a la realidad. Hemos de impregnar la educación y la sociedad de la sabiduría y de la orientación sociopolítica que Freire propone para ambos ámbitos.  Él nos plantea la política como ciencia y como construcción humana que tiene como lógica y horizonte el desarrollo integral de la persona y de la sociedad para la construcción de un mundo inclusivo e igualitario. La instrumentalización de la educación para que responda a intereses privatizantes y para que priorice la excelencia por encima de la dignidad de estudiantes y educadores no es tarea de ayer. Es una amenaza constante y sutil hoy. La educación como acción y proceso político demanda una actuación educativa y gerencial comprometida con la transformación personal y social en las aulas, en los centros educativos y en las instituciones de educación superior.

Con esta motivación, el Instituto Superior Especializado de Estudios Educativos Pedro Poveda celebra este año Cien días con Paulo Freire. Son actividades para potenciar la función de los educadores como intelectuales, su compromiso con los más vulnerables y el redescubrimiento de la educación como una obra de arte para tiempos difíciles.  Freire está presente. Releerlo es tarea obligada para todos los educadores interesados en una educación y un mundo más humano y justo.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/mercenarios-colombianos-en-santo-domingo-8966771.html:

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El fin de un año escolar desafiante

Por: Dinorah García Romero

Desafiante, porque pone al Ministerio de Educación ante la necesidad de optar por un sistema de evaluación más integral, innovador y participativo.

El año escolar 2020-2021 está llegando a su fin. El Ministro de Educación de la República Dominicana ha anunciado que será clausurado el 29 de julio. Antes de realizar esta actividad, el Consejo Nacional de Educación ha determinado que se realice la evaluación de los estudiantes, excepto los de Educación Inicial. La evaluación es un proceso muy importante que generalmente despierta la atención, no solo del sector educativo, sino también de la familia y de la sociedad en general. Un aspecto importante es que la promoción de los estudiantes que van a ser evaluados no dependerá de la calificación que obtengan en la prueba que se les aplique; sino que se tendrán en cuenta los trabajos que hayan realizado en el desarrollo del curso. Este hecho es interesante y constituye una oportunidad para que estudiantes y docentes constaten qué tan significativas y efectivas han sido sus experiencias de aprendizajes. Tendrán la ocasión de identificar qué factores contribuyeron efectivamente a la construcción de conocimientos y a la adquisición de aprendizajes con significados para los actores involucrados.

El Consejo Nacional de Educación ha de avanzar hacia una evaluación más sistémica. En un contexto de pandemia, además de los contenidos disciplinares, se han de tener en cuenta procesos, acciones y experiencias resilientes que han convertido a muchos estudiantes y docentes en sujetos más corresponsables, solidarios y comprometidos con el centro educativo y con sus comunidades. Los aprendizajes que derivan de las diferentes disciplinas son fundamentales, pero no excluyen otros que emergen de la interacción de los estudiantes y docentes con su entorno inmediato; y de su capacidad para enfrentar las situaciones difíciles generadas por el contexto pandémico que viven. En todo momento hemos nombrado de forma conjunta a estudiantes y a docentes. Y es que se considera necesario evaluar el trabajo realizado por los docentes y por los gestores de la educación. Hace varios años que se propugna por una evaluación más integral y cada vez menos parcial. Esta integralidad ha de tener en cuenta la diversidad de dimensiones que aportan las ciencias, la calidad del trabajo realizado por los docentes, las condiciones estructurales en las que se realiza el trabajo docente y la calidad de los recursos de apoyo al aprendizaje. Se debe superar la política de una evaluación centrada solo en lo que hace y aprende el estudiante. Sí. El estudiante es la prioridad, pero no el único sujeto que ha de ser sometido a evaluación.

Al clausurar el año escolar se ha de evaluar, también, el trabajo de docentes y gestores; y   de los técnicos distritales y nacionales. Los administradores de la educación a nivel nacional han de ser evaluados. Si la evaluación incluye a los distintos actores y se toman en cuenta la multiplicidad de factores que intervienen en un proceso evaluativo, los resultados de aprendizaje también se pueden constatar de forma más global e integral.

Es tiempo de darle a la evaluación el sitial que merece y necesita. El proceso evaluativo se ha de asumir como una práctica sustantiva del trabajo docente y de los gestores. No tiene sentido huirle a este proceso. Sus aportaciones son imprescindibles para avanzar hacia una docencia y una gestión más innovadoras y transparentes. En este mismo sentido, se ha de realizar una evaluación exhaustiva del alcance, las implicaciones y los resultados de la educación virtual; y de la formación a través de la televisión y de la radio. Se han de evaluar, además, las aportaciones de las familias. Los cuadernillos requieren una evaluación especial. La calidad, la estética y la consistencia de estos materiales demandan una revisión con rigor y orientada a cambios significativos.  Este proceso evaluativo general importa para que el curso escolar 2021-2022 tenga como cimiento buenas prácticas de los estudiantes, de los docentes y de los gestores de la educación.

El fin del año escolar 2020-2021 es desafiante, porque pone al Ministerio de Educación ante la necesidad de optar por un sistema de evaluación más integral, innovador y participativo; y de descartar una práctica que en los tiempos actuales ha de estar en desuso.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/el-fin-de-un-ano-escolar-desafiante-8959213.html

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Presencialidad en las aulas con docencia consistente

Por: Dinorah García Romero

En una docencia consistente importa mucho el aprendizaje que enseña a pensar creativamente. El pensamiento divergente se asocia con las artes para construir una nueva manera de aprender y de gestionar el aula.

Falta pocos días para que en la República Dominicana se inicien las clases presenciales. El MINERD ha aportado criterios para la participación en la nueva presencialidad. El relativo a la libertad que tienen las madres y los padres para enviar sus hijos a las clases es muy importante. Esperamos que el mayor porcentaje de niños participe en las clases. En este proceso que inicia el 25 de mayo, se ha de poner mucha atención a las condiciones en que los docentes vuelven a las aulas para que los estudiantes no resulten afectados. Hablamos de una nueva presencialidad, porque los tiempos han cambiado mucho a raíz de la pandemia. Se requiere un acompañamiento sistemático al estado emocional y a la práctica de los docentes. Respecto de la dimensión emocional, los docentes demandan asistencia para que las aulas guarden el equilibrio necesario. Un docente con inestabilidad emocional, no solo confunde al estudiante, sino que puede crear un ambiente depresivo en el aula. Las medidas que se puedan adoptar para prevenir este tipo de crisis son pertinentes y necesarias. Los docentes que disfrutan de ajuste emocional, siembran el aula de alegría y de estímulo constante al trabajo organizado y productivo. Urgimos al MINERD a que ponga en acción un plan de asistencia psicoafectiva que beneficie a los docentes. Las consecuencias de la pandemia COVID-19 se evidencian, entre otras cosas, en una fragilidad emocional fuerte; y los docentes no están exento de este problema.

Otro aspecto que necesita orientación y seguimiento es la consistencia profesional de los docentes que vuelven a las aulas físicas. De la virtualidad a la presencia física en las aulas hay una distancia significativa. La educación en este país, y en otros del planeta, se ha mantenido en la improvisación sostenida en este último año. Ahora, al establecer la vuelta a la presencialidad, se espera que los docentes muestren mayor consistencia profesional. La   presencialidad sin rigor y sin cuidado sistemático de las condiciones laborales, no tiene sentido. Sería saludable que el MINERD publique el programa de formación integral y de calidad que tiene para los docentes que van a reintegrarse al trabajo presencial. La presencialidad se esperaba, tarde o temprano. Pero surge la pregunta de qué han hecho, tanto el MINERD como la Asociación Dominicana de Profesores, para que los docentes se integren a las aulas con esquemas de pensamiento y lógica metodológica distintos. Sí. Los docentes no pueden entrar a las aulas pensando reproducir la misma rutina. A esto se añade la necesidad del trabajo de reaprendizaje y adquisición de nuevas claves educativas de los técnicos nacionales y distritales, que son los acompañantes directos de centros educativos y de docentes. No hay razones para justificar una docencia inconsistente y deformante de los estudiantes y de los mismos docentes.

Llegó la hora de convertir la planificación educativa en un eje permanente de construcción y de reconstrucción de la práctica de los docentes y de las instituciones educativas. Asumir la improvisación como cultura mata la creatividad; y convierte la docencia en una experiencia de instrumentalización de los procesos educativos y de los actores que participan en estos. Una docencia consistente requiere rasgos y procesos que son innegociables. La ausencia de estos en la presencialidad anunciada seguro que tendrá como razón principal que estamos en pandemia. Se justifican las improvisaciones con el manto de la pandemia. Esta es una farsa que revela cuán distante está el sector educativo de una previsión inteligente y sistémica.

Las características más notables de una docencia consistente se refieren a calidad integral con indicadores explícitos; asimismo, la pertinencia. Se necesita una docencia que responda a necesidades sentidas, reales. Se ha de alejar de la reproducción mecánica de ideas y de procesos desactualizados y desencarnados de la realidad del aula y de la comunidad. En una docencia consistente importa mucho el aprendizaje que enseña a pensar creativamente. El pensamiento divergente se asocia con las artes para construir una nueva manera de aprender y de gestionar el aula. La consistencia está muy unida a la perspectiva ética con la que funcionan los docentes y con la espiritualidad que los docentes nutren su espíritu para convertir este ejercicio en una misión transformadora de personas, contextos e ideas. Finalmente, una docencia consistente se caracteriza por la pasión con que se vive cada minuto, cada hora y hasta los tiempos que están por venir.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/presencialidad-en-las-aulas-con-docencia-consistente-8944783.html

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Un retorno esperado

Por: Dinorah García Romero 

La utilización del libro de texto en el  próximo año escolar ha de responder a una estrategia distinta por parte de los docentes.

Los libros de textos han concitado la atención de muchos actores y sectores en la República Dominicana. Por supuesto, los más preocupados por su retorno han sido los docentes, los estudiantes y la familia. El marcado interés en este tema estriba en que el libro de texto es un recurso educativo de importancia excepcional en los contextos educativos y geográficos carentes de otros medios cualificados para suscitar aprendizajes con significado. En reiteradas ocasiones se ha planteado que el ideal es una multiplicidad y diversidad de apoyos educativos para generar aprendizaje con sentido. Pero esto no siempre es posible en países con necesidades básicas como tarea pendiente; y autoridades educativas con problemas de visión y de proyecto educativo con horizonte definido. El 18 de junio del año en curso, el Consejo Nacional de Educación autorizó 211 libros de textos para Educación Inicial y Educación Primaria. Para secundaria, ha autorizado textos digitales.  Este es un retorno esperado y que llena de satisfacción a muchas personas e instancias. Ahora lo importante es preparar el retorno de los libros de textos a las aulas. Estos recursos no favorecen el aprendizaje per se.  Por esto consideramos pertinente que el Ministerio de Educación de la República Dominicana establezca una estrategia de inducción en torno al libro de texto.

Es necesario que los docentes comprendan cuál es el sentido y la función de los libros de textos. Para muchos, esta exhortación sobra. Creen que todos los docentes tienen comprensión amplia y apropiación efectiva del libro de texto y de su utilización.  Los docentes tienen que esforzarse por analizar a fondo el contenido de los libros que se aportan para que puedan orientar a los estudiantes. El uso adecuado por parte de estos va a depender de la pertinencia de las orientaciones que les faciliten los docentes. Antes del inicio del nuevo año escolar, se deberían de organizar, con los docentes, sesiones de trabajo que les permitan conocer y comprender la lógica, los enfoques y los contenidos de los libros de textos que se van a utilizar en el año escolar indicado. Sin un proceso de inducción, el libro se convertirá en la receta cotidiana del aula  y esto invalidará el esperado retorno. Las sesiones de trabajo indicadas podrán poner a los docentes en contacto con los autores de los libros de textos, en la modalidad presencial o virtual, para un análisis más cualificado y comprensible. La preparación previa de los docentes constituye un factor de seguridad para que los estudiantes reciban orientaciones actualizadas. Es importante que los docentes tengan claridad con respecto a la naturaleza del libro de texto que se va a utilizar, los criterios y valores a priorizar, los temas fundamentales y las estrategias más idóneas para utilizarlos. Importa que analicen la perspectiva de género que aparece en el libro de texto y cómo se evidencian los derechos humanos. Los evaluadores de los libros de textos han de darle un poco más de importancia a la estética del texto. Los folletos que han apoyado la educación virtual no han tenido en cuenta este aspecto. Los libros de textos han de ser analizados integralmente por los docentes. El componente estético se ha de tener en cuenta por la incidencia que tiene para la atracción de la atención del estudiante y para la formación del sentido estético de este. El número de docentes nuevos es elevado y pocos o ninguno reciben orientaciones claras y precisas sobre el libro de texto. La formación inicial de docentes ha de darle mayor importancia a este ámbito. Se espera que, si se organiza el proceso de inducción docente, sea efectivo e indique una forma nueva de introducir el libro de texto en el aula y en el centro educativo. La utilización del libro de texto en el  próximo año escolar ha de responder a una estrategia distinta por parte de los docentes. El retorno del libro de texto ha de ser cuidado para que fortalezca los aprendizajes de los estudiantes y les ofrezca una nueva oportunidad a los docentes para diversificar sus saberes en torno a este recurso educativo.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/un-retorno-esperado-8956625.html

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