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El nuevo modelo educativo y las elecciones del 2018

No recuerdo un currículo escolar cuya vigencia iniciara tres meses antes de un cambio de gobierno federal. El nuevo plan y los programas de estudio (PPE) de la educación básica publicado por la SEP en el DOF el 29 de junio pasado, entrarán en vigor gradualmente a partir de agosto de 2018, con “doce ciclos lectivos de vigencia mínima”.

La vigencia mínima obligatoria es inusual, sobre todo si consideramos que el PPE es una norma administrativa implementada por un Acuerdo (07/06/17) firmado por el titular de la SEP. Una simple instrucción del nuevo presidente derribaría el modelo educativo de Peña.

Lo novedoso no es el PPE per se. El documento sigue las líneas de las reformas educativas de México desde la década del 2000 y el Acuerdo de Articulación de 2011. También sigue, aunque de manera obtusa, a las dos grandes líneas de reforma educativa del mundo, el conductismo renovado y el constructivismo. El nuevo currículo mexicano se las ha arreglado para navegar entre los dos paradigmas, como si los redactores trataran de mezclar en un cóctel dos visiones opuestas de la educación.

En fin. La pregunta es, ¿qué sucederá? Se aproximan tres etapas por las cuales tendrá que pasar el nuevo currículo.

Primera, el destape. En esta etapa, si la educación será el producto que cautive al elector, la única variable de control es para el partido en el poder. El gobierno actual es el único que puede usar a la educación como moneda de cambio, pues la reforma educativa fue lanzada por el gobierno de Peña. En este tenor, el candidato sería Nuño. Para el resto de los contendientes, el tema es completamente exógeno. Nada qué hacer. Ningún otro partido o candidato colocaría a la educación como el tema central de su campaña.

Segunda, el período electoral. Aquí observaremos dos posibles caminos. Si el candidato oficial es Nuño, el ring de las campañas será la educación, “va con todo”. Los candidatos opositores no tendrán más opción que utilizar a la educación como costal de box. A darle duro. La reforma educativa será fuertemente atacada, no por sus méritos y debilidades técnicas, sino por su valor político. Si se desprestigia a la reforma; se desprestigia a su candidato. Si el candidato oficial no es Nuño, la educación dormirá en sus laureles como tema colateral por algunos meses, hasta la siguiente etapa.

Tercera, la transición. Aquí el árbol de decisión se bifurca aún más. Si Nuño es el candidato ganador el PPE se aplicará como está previsto; el juego termina con certidumbre total. Si Nuño no fuera el candidato o perdiese las elecciones, la educación entrará en un impasse. La bifurcación quedaría así. Si Nuño como candidato pierde (recordemos que en la segunda etapa el tema del ring es la reforma educativa), en parte sería por el golpeteo de los candidatos opositores. Ellos habrían expuesto a la reforma educativa a partir de los pendientes estructurales, a saber: pobreza, desigualdad, segregación, centralización, democratización auténtica de los sindicatos, nueva formación inicial de maestros antes de una reforma curricular para estudiantes, descentralización real de la política educativa hacia estados y municipios, la revisión del poder del INEE, etc.

En dicho tenor, el presidente electo, tendría un dilema: ¿Qué hacer con la reforma educativa cuando ya se tienen dos PPE tanto para educación básica como para media superior? Además, sería un modelo que bien podría jalar tanto al conductismo como al constructivismo. Para abundar, el candidato electo debe enfrentar los argumentos de que en la redacción del modelo participaron muchas personas, expertos, maestros y opinantes.

¿Cuál es el escenario más factible? Bueno, dada la magnitud de la reforma y del modelo, y que difícilmente en tres o cuatro meses de transición podría organizarse un equipo que produzca una nueva reforma, el presidente electo tendría dos opciones: 1) continuar con la reforma y el modelo educativo al pie de la letra (o cercano a lo que ya está cocinado); 2) ordenar una postergación de al menos un año para estudiar el tema. Si el presidente electo proviene de un espectro ideológico y político muy diferente al del candidato del partido oficial, el escenario dos es el más probable. Si el presidente electo proviene de un candidato cercano a la ideología oficial, por ejemplo, un candidato oficial diferente a Nuño, pero cercano a Peña, el primer escenario es el más factible.

¿Qué deben entonces hacer las escuelas, los editorialistas de libros de texto y las autoridades locales? Prepararse para los dos escenarios, pero elegir un paradigma. Pueden desde ahora seleccionar, conductismo o constructivismo, sin importar quién gane. Ya sea con el modelo actual o con un nuevo modelo, la política educativa tendrá, a fuerza, que ubicarse entre alguna de las dos filosofías. En otras palabras, lo que pasa en el aula se queda en el aula.

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El nuevo modelo educativo y las elecciones del 2018

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Problema con la solución de problemas

02 de agosto de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Eduardo Andere

No existe currículo ni propuesta curricular en el mundo en la que no se enfatice la importancia de una nueva habilidad para los niños: solución de problemas. Es más, hasta existe un área de aplicación de la prueba PISA de la OCDE que se intitula “solución de problemas”. Sin embargo, en el nombre está el pecado. El problema es la palabra problema.

El cerebro produce más químicos de la “felicidad” en la medida que lo que lee, siente, percibe, mira y escucha, lo relaja (con ciertos límites) en lugar de tensarlo (también con ciertos límites).

La palabra problema engendra tensión. Y a menos que se trate de un juego, donde la tensión natural, derivada del juego, es saludable, en general, problemas no esperados o de la vida real, generan mucha tensión o estrés. Recordemos cuántas veces en nuestras conversaciones cotidianas cuando platicamos con nuestros hijos, padres, hermanos, amigos, colegas, con frecuencia preguntamos: ¿Hay algún problema? ¿Está todo bien? No hay problema, ¡¿verdad?!

Imaginemos a un pequeño que va a la escuela y se enfrenta a una prueba cuyo contenido es un conjunto de “problemas”. La mejor solución del cerebro es elevar la adrenalina para huir, atacar o pasmar. El cerebro reacciona con hormonas, adrenalina y cortisol, ante el problema o la amenaza del problema. Si la escuela es puro problema, porque hay que trabajar todo el tiempo para resolver los problemas de las pruebas, y no solo eso, sino para ganarle a los demás–lo que en sí ya es un problema–no sorprende que la escuela sea rechazada por los cerebros de los niños y jóvenes. Debemos que recordar que los niños y jóvenes ven el mundo de manera diferente de como la ven los adultos.

Para los adultos la solución de problemas puede ser una expresión cotidiana, para los niños, no. Un niño puede ver una banca floja como una oportunidad para curiosear, brincar, jugar, mover, safar, explorar; para un adulto, es un problema.

Si la escuela es un platillo lleno de problemas, ni ganas de ir a la escuela. Por ello, en el siglo XXI, está de moda el tema del aprendizaje alegre o divertido. Pero, ¿qué tiene de divertido ir a un lugar a enfrentar problemas? Eso es cosa de los adultos, no de los niños. Si los adultos le dicen a los cerebros de los niños “ven a divertirte a la escuela” y al mismo tiempo se les somete a la presión de enfrentar, resolver o superar problemas, además de ganarle a sus compañeros todo el tiempo, el cerebro de los niños, se enfrenta a mensajes contradictorios. El cerebro siempre resolverá por el camino fácil: “no me gusta”; por tanto, “no me interesa”; “no estoy motivado”.

Los cerebros de los niños son cerebros con muchas conexiones, muchas más que las de los adultos. Por ejemplo, un bebé de un año de edad tiene el doble de conexiones que las de un adulto. Un adulto tiene alrededor de 500 mil millones de sinapsis por milímetro cuadrado (Bronson y Merryman). Si el bebé tiene el doble, ¿eso lo hace más poderoso desde el punto de vista mental? No. Como dice la psicóloga Alison Gopnik, cada una de esas conexiones es una conexión débil. Con la práctica, la significancia y la repetición esas conexiones se fortalecen y permanecen. En busca de la eficiencia, el cerebro mismo se encarga de podar las conexiones no usadas.

Mientras la madurez llega, en el mundo infantil de conexiones libres y aleatorias, mandar a un niño a una escuela a aprender una habilidad que de entrada es un problema, asusta al cerebro y lo pone a la defensiva. Nada gozoso hay ahí.

La solución del problema “2+2” es un problema per se. Pensemos, ¿qué tiene de problema sumar 2+2? La solución a 2 + 2 es 4. Dos más dos no es un problema, es un acertijo, un enigma, un desafío, y 4, no es una solución a un problema, sino un descubrimiento, una conclusión, una respuesta lógica a un acertijo. En el camino, los niños exploran, indagan, descubren, “espían” y lo hacen juntos, como cuando juegan “a las escondidas”.

Las matemáticas no son un problema, son una impresionante herramienta de eslabones lógicos, nítidos y perfectamente alineados con las habilidades innatas del ser humano. No, no tendríamos que ir a la escuela a estudiar problemas, o sus soluciones, sino a explorar situaciones, descubrir relaciones, indagar caminos. Los problemas vienen más tarde, en el mundo cercano a los adultos. Mientras ese mundo llega, los niños pueden aprender que las matemáticas no son un problema sino una estrategia, una herramienta, una forma sencilla de ver la vida, una exploración, un juego de espías.

Lo mismo podría lucubrar respecto de otra habilidad del siglo XXI: pensamiento crítico. En realidad, lo que queremos decir es pensamiento lógico, que no es otra cosa que inteligencia líquida. Dejemos para los adultos el pensamiento crítico y demos más oportunidad para que los niños desarrollen sus habilidades naturales a su tiempo, sin prisas y sin que tengamos que encasillarlas o secuestrarlas por los cerebros “maduros” e “inhibidos” de los adultos”.

Mientras los nuevos currículos de México no se elaboren a partir de la forma en la que piensan los niños y los jóvenes en sus diferentes etapas de desarrollo, en lugar de la forma en la que piensan los adultos, la retórica de un nuevo modelo para un mundo acelerado, complejo y globalizado, no toca el meollo del problema. Los niños jugando solucionan los problemas creados por los adultos. La palabra problema se repite 322 veces en el nuevo currículo mexicano del 2017. Quizá sería bueno sustituirla por la palabra desafío. En lugar de identificar o resolver un problema se podría girar la intención pedagógica hacia identificar un acertijo, explorar un terreno desconocido, resolver un enigma, superar un desafío y jugar al “espía” para entender los fenómenos que la ciencia aún no explica.

Este es el tipo de reflexiones que haremos en el seminario: El nuevo modelo educativo: un análisis positivo y crítico. Cupo limitado. Solamente en el mes de julio el precio de inscripción es reducido.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/problema-con-la-solucion-de-problemas/

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El estudiante del siglo XXI

Por: Eduardo Andere

Estudiar más horas no se traduce en mejores calificaciones para el promedio de los jóvenes de la OCDE, según PISA; excepto para los asiáticos, latinoamericanos y estadounidenses. Los asiáticos entre más estudian más aprenden; los latinoamericanos, entre más estudian aprenden lo mismo, al igual que los estadounidenses, pero los canadienses y los europeos entre más estudian menos aprenden. Tres patrones diferentes. Lo anterior parece indicar que no existe tal cosa como escuela de clase mundial, si lo que entendemos como eso son altos resultados.

Además, los estudiantes de los países miembros de la OCDE, que tienen los peores resultados en PISA son quienes están más satisfechos con su vida, tal es el caso de los mexicanos. Corea del Sur, que es el país cuyos estudiantes muestran el nivel más bajo de “satisfacción con la vida”, tiene uno de los niveles más altos de desempeño en los resultados de PISA desde el año 2000.

Los estudiantes israelitas, que son los que dicen tener mayor motivación de logro (alcanzar una meta), están muy abajo, en los resultados de sus compañeros de otros 34 países de la OCDE. Los finlandeses que tienen el menor nivel de motivación de logro, se han ubicado por 15 años consecutivos, en los mejores niveles de desempeño. Los mexicanos tienen, en relación con el promedio de la OCDE, un nivel alto de motivación de logro, sin embargo, consistentemente, se ubican en el último lugar de PISA entre los países miembros de la OCDE. Una posible interpretación es que “la meta” (“obtener el más alto resultado”, o “ser el mejor estudiante”) responda más a un estímulo externo que a una razón interna de crecimiento. La meta se convierte en una obsesión; y el proceso para lograrla, un sufrimiento. Mucha motivación de logro puede provocar ansiedad excesiva.

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¿Es buena o mala la expectativa de una carrera universitaria para los jóvenes entre 15 y 16 años de edad? Bueno, la respuesta depende de su nacionalidad. No parece ser para neerlandeses, finlandeses, rusos, alemanes, austríacos, franceses, noruegos o suizos que menos del 30% espera terminar un grado universitario. Pero sí parece ser para los coreanos, chipriotas, canadienses, chilenos, griegos, israelitas, japoneses, checos, mexicanos, estadounidenses, colombianos, peruanos y singapurenses donde más del 55% espera completar un grado universitario. ¿Qué sucede? Más desarrollo parece estar negativamente relacionado con expectativa de formación universitaria. ¿Por qué? Por la percepción de movilidad social. Entre más se perciba al grado universitario como palanca de mayor ingreso esperado, mayor expectativa de lograrlo. La gran mayoría de estudiantes que no espera obtener un grado universitario, podría pensar que una formación práctica les otorgará un nivel de bienestar similar o superior al recibido por un título universitario.

¿Qué hacen los estudiantes fuera de la escuela? Una parte importante del día, navegar en internet. Los chilenos, entre 15 y 16 años de edad, son los estudiantes que más tiempo le dedican a la semana y durante el fin de semana a realizar actividades en internet: 195 minutos al día entre semana y 230 minutos al día en el fin de semana. Quienes menos tiempo están en internet, entre los países de la OCDE, son los coreanos: 55 y 107 minutos respectivamente. Los mexicanos le dedican 121 minutos o 136 minutos. El promedio de la OCDE se ubica en 146 y 184 minutos.

¿Es bueno o malo que los niños y jóvenes le dediquen tanto tiempo a internet o a los artilugios digitales? La respuesta no es universal. Depende, primero, de qué tanto tiempo el estar en internet les precluye de otras actividades como jugar, leer, tocar un instrumento, hacer ejercicio o deporte. La evidencia no es contundente y necesitamos más tiempo y estudios longitudinales, pero yo normalmente me alío con los psicólogos del desarrollo infantil que sugieren que el aprendizaje virtual no debe sustituir al aprendizaje obtenido a través de los sentidos. No se puede oler, tocar o palpar  por internet. Uno no puede andar en bicicleta, correr, oler, saltar, nadar por internet. Dicho eso, la revolución digital ayuda, junto con otros fenómenos de la era moderna, a la creación de un nuevo tipo de sociedad que se le ha denominado la sociedad o la economía de la creatividad.

¿Qué deben hacer los padres de familia y los maestros? Tratar al máximo las experiencias reales, la exploración, el contacto humano; limitar y orientar, no prohibir, el uso de los artilugios digitales; convivir con los hijos y estudiantes y acompañarlos en lo importante y en lo trivial, y procurar ambientes adecuados, poderosos y creativos de aprendizaje. DSCN1176¿Cómo? Cordialidad, interacción positiva, lectura, música, deporte, arte, alimentación sana, cooperación y, sobre todo, interés genuino por los intereses y gustos de los niños.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-estudiante-del-siglo-xxi/

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El cerebro, las escuelas y la política educativa

08 de marzo de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Eduardo Andere

¿Cual es la mejor escuela para mis hijos? Con frecuencia en mi bandeja digital o al final de mis conferencias algunos papás me preguntan sobre ésta o aquélla escuela; si es mejor una escuela tradicional o progresista, etc. La verdad es que no existe “la mejor escuela”.

Gracias a los avances de la neuroeducación hoy sabemos que la mejor escuela es el hogar. Niños pobres, abandonados, con tensión tóxica (permanente) o sujetos a negligencia muestran, en las imágenes, cerebros dañados. Por el contrario, infantes y niños que viven un ambiente cordial, relajado, emocional y cognitivamente rico en casa, muestran cerebros sanos, neurológicamente activos. Estos cerebros, a partir de un ambiente positivo y colaborativo en casa, son ejemplo de una entonación o sinergia virtuosa de las neuronas: neuronas que se disparan juntas se quedan juntas. Lo que un ambiente de esta naturaleza ofrece en el hogar son los cimientos para una vida socialmente positiva, cognitivamente abierta y emocionalmente equilibrada. En general, estos son los niños ideales para enseñar y aprender.

Este conocimiento derivado de las ciencias del cerebro y la mente, o del desarrollo infantil, es corroborado por la economía y la sociología de la educación que sostienen que lo que pasa en casa, desde el punto de vista socioeconómico y cultural, es más importante que lo que pasa en la escuela para explicar la diferencia en el desempeño académico de los niños y jóvenes.

imageEntonces el hogar es más importante. Dicho eso, la sociedad y la escuela, aunque en menor escala, son importantes también.

Los niños que del hogar llegan a la escuela con cerebros serenos, acostumbrados a un ambiente seguro y relajado, si encuentran en la escuela un ambiente similar, tendrán el mejor espacio para potenciar su desarrollo. Y los cerebros que provienen de ambientes tensos y difíciles, más impotentes serán si llegan a un ambiente social y escolar, tenso e inseguro; se potenciará su subdesarrollo cerebral.

De ahí que la escuela del siglo XXI heredada del siglo XX no tenga casi nada que ver con la escuela de la era de la neuroeducación. Desde los primeros maestros de occidente, los sofistas, hasta las primeras escuelas grecolatinas, el énfasis escolar ha sido el desarrollo cognitivo, a cualquier costo: “la letra con sangre entra”. La versión moderna de esta sentencia es el frenesí por las pruebas estandarizadas de alto impacto pero sobre todo los esquemas de rendición de cuentas; léase, evaluación de maestros atada a los resultados de sus alumnos. No se trata de decir no a las pruebas, se trata de que las pruebas y uso de sus resultados, estén entonados con las ciencias del desarrollo cerebral y humano.

Las escuelas formadoras de maestros en el mundo, excepto, quizá, las de Finlandia, están en crisis. Los maestros no quieren ser maestros: mal capacitados, mal pagados, mal apreciados y, todo el tiempo, examinados; no suena como a un buen trabajo y menos a un proyecto de vida. Así, ¿quién quiere ser maestro? Necesitamos urgentemente cambiar tanto la formación de maestros como el concepto de escuela.

Un detalle simple: la evidencia neurológica se abulta para sugerir que el arte y su enseñanza y el aprendizaje en movimiento, es decir, niños que practican moviéndose, aumentan la cognición y el aprendizaje de la geometría y las matemáticas; además de que producen con más facilidad los químicos o el coctel de la felicidad: oxitocinas, endorfinas, dopaminas y serotoninas; que son esenciales para la motivación desde la casa hasta la vida.

¿Qué significa esto para la política educativa? Más horas de matemáticas a costa del arte puede ser perverso. Regalar iPads o tabletas, ciertamente aumenta algunos químicos de la felicidad como los que producen euforia y satisfacción; sensación de recompensa. El problema es que para mantener a los niños felices, así, necesitamos darles a cada rato una mejor tableta. No, lo que realmente ayudaría es repensar por completo la atracción, formación y retribución de la carrera docente y reinventar a la escuela.

imageLas escuelas no deben verse más como recintos donde se enseña por horas a cerebros naturalmente desinhibidos a ser inhibidos—lo cual es una aburrición para niños y maestros—sino como espacios donde se desarrollan cerebros.

Actualmente las escuelas son fábricas de inhibición, obstaculizadoras de la creatividad y la sabiduría; debemos convertirlas en verdaderos laboratorios humanos de desarrollo cerebral. ¿Qué tipo de profesionales necesitamos para esa desafío? ¿Qué les ofreceremos a cambio? Bueno, para empezar un salario digno, pero más importante, un ambiente profesional y un proyecto de vida.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/el-cerebro-las-escuelas-y-la-politica-educativa/

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El modelo educativo de México: ¡¿renovado o agotado?!

25 de enero de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Eduardo Andere

Si el presidente Peña Nieto tratara de promover la acción colectiva entre los alumnos del sistema educativo nacional, su intento fracasaría porque 36 millones son muchos estudiantes para moverlos hacia una visión común; si lo tratase de hacer con los maestros 2 millones es todavía un número muy grande; si con los directores, 260 mil es imposible de concordar; y si tratara de movilizar a los padres de familia, asumiendo una distribución de 3.9 miembros por hogar, hablaríamos de 9 millones de hogares. En cualquier caso los tamaños impiden la acción.

La fuerza de los números, importante para el cálculo político de la democracia, funciona en sentido opuesto a la acción colectiva para la educación. Esto es una tristeza para los políticos, porque si bien la democracia y la ignorancia cuando se mezclan producen el coctel de la simulación, la realidad es que en educación la simulación es destrozada por el conocimiento. En otras palabras, mientras la ignorancia le sirve a la política, le estorba a la pedagogía.

La democracia del voto secreto es un invento de la masificación de la humanidad, que acabó para siempre con las reuniones totalmente democráticas de la plaza pública tan escasas en nuestros días, pero tan cercanas a la gente. Sólo a nivel de la familia, la empresa y las escuelas individuales, existe todavía la democracia de la comunidad; no la democracia de los números ocultos que es la que astutamente manipulada se puede alimentar de la ignorancia.

Mansur Olson demostró hace varias décadas la futilidad de la acción colectiva en la medida que los grupos crecen. Dicho en otros términos, entre más crece el grupo la efectividad disminuye. Entre más grande es el grupo cuesta más organizarlo, negociarlo, persuadirlo y mantenerlo en la cooperación, a menos que la divisa de cambio sea la ignorancia o costos excesivamente bajos de participación. Con 36 millones, 9 millones, 2 millones o 265 mil unidades de decisión, la única forma de más o menos mantener una oferta educativa dirigida es “forzando” la cooperación con la “fuerza de la ley” disimulada por un lenguaje de autenticidad. Cuando la cooperación, por el tamaño y diversidad, no funciona, el gobierno se impone: por la fuerza (centralización) o por la persuasión (demagogia). Con el tiempo ambas estrategias se diluyen.

En sistemas educativos del tamaño y diversidad del mexicano la centralización para forzar la cooperación es imposible bajo condiciones democráticas.

El tamaño del asunto educativo es tan grande que nomás no se puede, al amparo de una democracia, ni siquiera simulada, tratar de controlar a un México tan culturalmente rico pero diverso, bajo un mismo marco. Es como si tratásemos de embutir en un mismo marco todas las pinturas de cada expresión cultural; es como si tuviésemos un museo con una sola pintura. El modelo educativo centralista de México donde todo se decide desde un mismo escritorio, ya se agotó. Centralismo y democracia no se mezclan. Forzarlo es simularlo o estatizarlo.

No sé cuándo, pero tarde o temprano, el modelo educativo de México, cambiará; y lo hará radicalmente, de uno centralizado a otro descentralizado, realmente federal. Serán 3, 9, 15 años, pero de que viene la pulverización del modelo educativo es ineluctable. Vamos, la educación vista como aprendizaje, es algo muy local, no federal; es algo que ocurre en el aula, en el hogar, no en las grandes instituciones nacionales. Éstas deben hacerse a un lado para que la interacción humana ahí en la intimidad local, comunitaria, florezca.

Sí, uno podría decir que hay muchos malos maestros que justifican la centralización; pero también hay muchos más buenos maestros que justifican la oportunidad. En mi apreciación, lo mismo no puede decirse de los políticos. La racionalidad política no es igual a la pedagógica. Y si queremos que la educación de nuestros niños, jóvenes y adultos crezca, necesitamos que los políticos sigan a los pedagogos y no al revés. El paternalismo-centralista del modelo educativo actual-recargado, tiene sus días contados aunque la realidad parezca otra. En una democracia, en el largo plazo, la fuerza del Estado es inversamente proporcional a la capacidad de imponer sus ideas.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/el-modelo-educativo-de-mexico-renovado-o-agotado/

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¿Por qué las mejores universidades del mundo no enseñan por competencias?

18 de enero de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Eduardo Andere

Las competencias son una adaptación pedagógica de un préstamo de la psicología del aprendizaje. La teoría del aprendizaje y la inteligencia inició, académicamente, con el inglés polímata Francis Galton, primo de Charles Darwin y quizá una de las mentes más inteligentes de la humanidad, (autor de “Hereditary genius” 1869), y a quien se le atribuyen varias hazañas, entre ellas, el nacimiento del estudio científico de la inteligencia y la genialidad y la acuñación de la famosa expresión “nature versus nurture”.

Ni Francis Galton, ni Albert Binet (autor de “The mind and the brain” 1907), ni Theodore Simon (autor junto con Binet del artículo “The development of intelligence in children” 1908), ni Charles Spearman (autor del G-factor, del artículo “General intelligence, objectively determined and measured” 1908) , ni el controvertido Arthur Jensen (autor del artículo “The relationship between learning and intelligence” 1973), ni James Flynn ( The “Flynn effect”) autores intelectuales (de un grupo de 59 personajes identificados como influyentes en la historia de la teoría sobre inteligencia) del campo de la investigación de la inteligencia y el aprendizaje, fueron enseñados, instruidos o formados bajo las competencias.

Y es que las competencias son un concepto pedagógico que se ha utilizado para transmitirles a los maestros y pupilos, a través de los currículos, lo que los buenos maestros y los buenos estudiantes han hecho durante toda la vida y todos los tiempos. Y la característica principal de los buenos maestros y los buenos estudiantes es que por alguna razón, ya sea por un chip genético (gen) o un chip cultural (meme) saben que la quiniela ganadora del aprendizaje y éxito en la vida es: motivación-esfuerzo. Los estudiantes y maestros que llegan al salón de clase motivados y dispuestos a trabajar saben qué hacer, todo cae por su propio peso.

Por ello, en los últimos años el estudio de la motivación y el esfuerzo han adquirido tanta relevancia para la educación y el aprendizaje en la escuela y fuera de la escuela.

Para bien o para mal las mejores universidades del mundo tienen la oportunidad de recibir, por un proceso muy acucioso de selección, a los “mejores” estudiantes, es decir, aquellos que traen pre-cargados los chips de la motivación y del esfuerzo. Aquí no es importante el ambiente de aprendizaje de aula, de escuela, de universidad o del hogar, porque ellos mismos son su propio ambiente de aprendizaje. Ellos saben que tienen que buscar al mejor maestro, al mejor programa, a los mejores libros y normalmente los encuentran. Y cuando de casualidad se enfrentan con una situación adversa a su aprendizaje, la corrigen.

cultura_aprendizajePor tanto, las competencias son una especie de manual que nos recuerda a todos, lo que los buenos maestros y buenos estudiantes han hecho durante toda la vida.

Para una excelente referencia sobre los orígenes y desarrollo del estudio de la inteligencia y el aprendizaje recomiendo la página electrónica auspiciada por profesores afiliados principalmente a la Universidad de Indiana: Human Intelligence.

Para un tratamiento integral de los temas de competencias, inteligencia, aprendizaje y sabiduría mi libro “La cultura del aprendizaje: hogar y escuela del siglo XXI” puede ser una buena introducción conceptual y bibliográfica.

 

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/por-que-las-mejores-universidades-del-mundo-no-ensenan-por-competencias/

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Historia de dos países a través de PISA

11 de enero de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por. Eduardo Andere

México y Finlandia son dos naciones que en el año 2000 se encontraron en PISA. Ahí, los jóvenes mostraron sus habilidades y lo han seguido haciendo durante 15 años. Y los dos países tienen mucho que aprender de ambos. El contraste es radical. Una nación es grande (125 millones de habitantes) la otra es pequeña (5.5 millones). Una es de América y la otra es de Europa. Una es pobre, la otra es rica. Las dos tienen sus propias historias de hambre, guerras, invasiones, pobreza y dificultades. Las dos tienen riquezas naturales y culturales. Pero en PISA sus resultados son completa y –consistentemente– opuestos.

En medio de estos extremos hay muchas otras historias que se encuentran en PISA. Ahí están los imparables singapurenses y coreanos que apenas unas cuatro décadas atrás tenían los niveles socioeconómicos de los mexicanos pero que hoy se mezclan con los países más avanzados o vanguardistas del mundo. Ahí también están los canadienses como la mejor “marca educativa” de América y los japoneses con una fuerza educativa imperial. Pero la historia de Finlandia y México por su contraste encapsula al resto.

El punto de encuentro es PISA, la prueba que mide algunos conocimientos y habilidades que según expertos mundiales –auspiciados por la OCDE– deben poseer los jóvenes entre 15 y 16 años de edad. Dicha prueba se aplica de manera simultánea –y supuestamente estandarizada– durante dos horas y se centra en lectura, matemáticas y ciencias, cada tres años desde el 2000. En cada aplicación una de esas áreas recibe mayor número de preguntas (en 2015 fue ciencias). Los resultados se publican en la primera semana de diciembre del año posterior al de su aplicación.

Mucho se ha escrito a favor y en contra de la prueba PISA, por expertos, observadores y neófitos. La verdad es que PISA tiene ventajas y desventajas, entre las primeras: la construcción de mediciones de aprendizaje y de bases de datos a través de un esfuerzo colaborativo de muchos expertos alrededor del mundo; entre las segundas: la expedición de recetas globales y la interpretación simplista de sus resultados por parte de los ministerios de educación alrededor del mundo que se obsesionan por “los puntos PISA”.

El nivel de desempeño de los jóvenes de 15 años de edad de México ha sido –consistentemente– muy bajo desde el 2000 hasta el 2015, siempre en el último lugar de los países miembros de la OCDE. En contraste, Finlandia ha mostrado consistencia en los primeros lugares de la OCDE a pesar de sus fuertes caídas en las dos últimas rondas.

Vale la pena señalar que hay tres razones por las que Finlandia sigue siendo admirada a pesar de su caída: 1) Es el único país de América o Europa, que siempre se ubica junto con los “poderosos” asiáticos en los primeros lugares de desempeño en las tres áreas de aprendizaje. 2) Es el país de todo “el mundo PISA”,  no sólo de la OCDE, donde sus estudiantes dedican menos horas de estudio a la semana: 36 horas, dentro y fuera de la escuela. En Singapur, primer lugar en ciencias, matemáticas y lectura en 2015, los jóvenes estudian: 57.1 horas; los chilenos: 50.2 horas; los mexicanos:, 47.94 horas. 3) Aunque todos los estudiantes que presentaron la prueba tienen la misma edad, no cursan el mismo grado. Casi el 100% de los finlandeses que presentó la prueba en 2015 cursaba segundo o tercero de secundaria; en Singapur alrededor del 98% cursaba primero de preparatoria; en Japón el 100% cursaba primero de preparatoria; en México, el 31.9% cursaba tercero de secundaria y el 60.3% cursaba primero de preparatoria. O sea, jóvenes de primero de prepa del mundo compitiendo con finlandeses de tercero y segundo de secundaria.

También se ha dicho que en México la educación es más equitativa, es decir, existe menos variación que en otros países. Esto es parcialmente cierto y depende del indicador que uno escoja. Por ejemplo, si uno piensa en la variación en los puntos PISA que se relaciona con el estatus socioeconómico de los estudiantes en México, el cambio es de 11 puntos apenas ligeramente mejor que el promedio de la OCDE (12.9 puntos). Argelia y Macao (China) muestran los mejores indicadores, uno y dos puntos respectivamente, para dos países totalmente opuestos en los resultados, el primero en el penúltimo lugar mundial y el segundo en uno de los primeros lugares. Finlandia, por ejemplo, muestra una relativamente baja dispersión. Entonces uno podría decir –irónicamente – que en Finlandia todos salen bien y en México todos mal pero “iguales”.

Si uno utiliza otro indicador, por ejemplo, cuántos puntos aumentan los jóvenes en PISA en la medida que se incrementa una unidad en el índice de estatus económico, social y cultural de los estudiantes, en México aumentan 19 puntos, la mitad de puntos que el promedio de la OCDE (38). Esto significa que la mejora en el nivel socioeconómico de los jóvenes en México no impacta tanto en los resultados de PISA como sucede con los jóvenes de los países . Esto es ciertamente un tema a estudiar con más profundidad porque, por ejemplo, en sociedades mucho más igualitarias que México, provenir de familias de mejor estatus socioeconómico y cultural, impacta fuertemente en los resultados, Finlandia: 40 puntos; Singapur: 47; Japón: 42 y Corea: 44. Esto por supuesto ha elevado las antenas de autoridades y expertos en dichos países, pero no debe utilizarse en México como una señal de fortaleza porque el hecho de que todos los jóvenes salgan mal, no puede ser motivo de elogio.

Finalmente, uno podría utilizar un indicador adicional de equidad en los resultados educativos como la tasa de resiliencia de los jóvenes; es decir, el porcentaje de jóvenes que a pesar de ubicarse en los niveles más bajos de estatus socioeconómico obtiene resultados tan altos como los jóvenes de los mejores estatus. En México la tasa de resiliencia es de 12.8% en tanto el promedio de la OCDE es de 29.2% y en Finlandia es de 42.8%. Cuando la tasa de resiliencia es muy alta, una hipótesis es que los jóvenes lo logran gracias a la escuela, a pesar de su pobreza o relativa pobreza. Por tanto, tampoco parece haber mucho para festejar aquí.

¿Quién tiene la culpa? Nadie y todos. El tema de las causas del fracaso educativo es algo muy complejo y tiene que ver con razones históricas, económicas, sociales, políticas y culturales. Es una verdadera madeja sin cuenda. ¿Cuál es la solución? Bueno, la verdadera solución no tiene que ver con las reformas educativas que hemos visto desde Salinas, Zedillo, Fox y Calderón hasta Peña. Tampoco tiene que ver con los maestros o sus agrupaciones sindicales. Tiene que ver con aspectos de índole mucho más profunda que la evaluación educativa ya sea de estudiantes o maestros, que las computadoras, las tabletas y la tecnología en el aula, que las clases de inglés, que la infraestructura de las escuelas, o los planes y programas de estudio. Estas son las medidas que hemos visto en los últimos 25 años. Son medidas superficiales o –con palabras más amables– insuficientes. Mientras sigamos viendo el problema educativo con la limitada lupa de dichas políticas educativas seguiremos igual de mal que hace 15 años; en PISA 2000 (cuando los niños que presentarían la prueba PISA en 2015 estaban naciendo o por nacer), no hicimos nada verdaderamente profundo entonces y no lo hemos hecho en quince años.

Las caídas fuertes en los resultados educativos en países como Finlandia o Suecia pueden darnos algo de luz para entender la complejidad del tema educativo. La caídas de esos países nos han –fortuitamente– acercado con ellos porque México se ha mantenido constante en sus resultados. En el caso de Finlandia, país equitativo, rico y transparente y, además, con una de las fuerzas magisteriales más poderosas del mundo, en términos de calidad de la formación inicial de sus maestros y de la calidad de sus ambientes de aprendizaje en las aulas y las escuelas; la respuesta parece provenir de factores propios de la sociedad que parecen impactar los resultados en las escuelas (factores como el tiempo y calidad de la interacción de los padres con los hijos; la tensión de la vida moderna en las familias, el desempleo, la influencia de las nuevas tecnologías; la inestabilidad política, etc.) De hecho, la reacción por parte de los responsables de la educación en dichos países es mirar a esos factores y preguntarse qué pueden hacer las escuelas para enfrentar los cambios de la sociedad.

En México, mientras tanto, parece no importar cuántas nuevas y más estrictas evaluaciones hagamos o cuánta mejor infraestructura llevemos a las escuelas, antes hay  precondiciones de naturaleza social y cultural que impiden el aprendizaje; por ejemplo, la pobreza, la pésima distribución del ingreso y la riqueza, la corrupción, la negligencia cultural del mexicano hacia el aprendizaje y la selección, formación y apreciación real de la docencia. Por tanto, necesitamos reformas educativas de segunda generación para impactar la calidad educativa de los aprendizajes en México. Tema que tocaré en otra ocasión.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/historia-de-dos-paises-a-traves-de-pisa/

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