El Premio Nacional de Historia sostuvo que lo que se necesita en Chile es un ciudadano «que no simplemente repita como papagayo lo que le dice la ley que son sus derechos», para lo cual es esencial el ramo.
En entrevista con Marca Registrada, el historiador afirmó que con esta medida “no hay duda que no se quiere que el ciudadano se empodere, todo está pensado para desempoderar al ciudadano. Esto significa que el ciudadano no va a poder ejercer su propia soberanía”.
Salazar explicó que con este cambio “se impide que el ciudadano se desarrolle en términos de deliberar en sí mismo para producir mandatos ciudadanos que tienen que ejecutar lo que elige él para su representación. Y eso requiere la formación de un ciudadano con conocimiento de su historia, con capacidad crítica y que no simplemente repita como papagayo lo que le dice la ley que son sus derechos“.
“¿Qué sacamos con educar al ciudadano simplemente para que conozca la ley, para que aprenda de memoria en qué consiste ser ciudadano de acuerdo a la Constitución o que simplemente lea sus derechos laborales en un Código del Trabajo que él no dictó, se lo impusieron dictatorialmente?”, se cuestionó.
Además, el historiador comentó que la formación con la que llegan los estudiantes a las universidades es “muy deficiente” en materia de estudios humanistas y de ciencias sociales. Sin embargo, destacó que “ha habido un importante incremento del interés estudiantil por estudiar historia”.
“Por lo que he visto, del año 2006 hasta el 2012 hubo un enorme interés por parte de los estudiantes de incorporarse a la carrera de Historia. Por otro lado, ha habido un verdadero récord de producción histórico social y de sociología, referente a la realidad chilena, desde más o menos los años ’80 hasta el día de hoy”, explicó. Es por eso que la medida le parece “tan absurda”.
Finalmente, sobre cursos como el de Educación Ciudadana, que vendría a suplir las horas obligatorias de Historia, comentó que “si no preparan a la ciudadanía para empoderarse, para ejercer soberanía,simplemente estos cursos van a ser un chiste, como fue durante mucho tiempo la educación cívica“.
“Hay que, de una vez por todas, definir un proyecto educativo que diga qué queremos enseñar, para qué estamos educando a los chilenos, qué tipo de niño es el que tenemos en Chile, que es distinto al de Finlandia y al de Estados Unidos“, concluyó.
Fuente de la entrevista: https://www.cnnchile.com/lodijeronencnn/gabriel-salazar-entrevista-historia-optativo_20190524/
España / 26 de mayo de 2019 / Autor: Redacción / Fuente: Yo Soy Tu Profe
Hoy entrevistamos a Manuel Area Moreira @manuel_area, catedrático de Didáctica y Organización Escolar (Tecnología Educativa) en la Universidad de la Laguna.
Su bagaje y trayectoria profesional le avalan como uno de los referentes españoles e internacionales en cuanto a la relación de las tecnologías digitales y el ámbito educativo.
Ha publicado más de un centenar de artículos; es autor y coautor de numerosos libros y, actualmente, entre otras funciones, es el Investigador Principal del grupo de investigación del Laboratorio de Educación y Nuevas Tecnologías (EDULLAB)@Edullab.
En sus palabras escuchamos la experiencia de años trabajando en el sector.
P. ¿El sistema universitario pasa por sus mejores momentos?
R. Bueno, el sistema universitario español ha sufrido, al igual que otros campos, un fuerte recorte económico. Esto se manifiesta en dificultades para conseguir nuevo profesorado, mejora de la infraestructura…
Pero en líneas generales diría que estamos en un buen momento en cuanto a productividad investigadora, científica, de publicaciones… Esto se está notando en los rankings internacionales. La universidad española está cada vez mejor posicionada, pero, evidentemente, falta mucho camino por recorrer.
P. La Universidad de La Laguna (ULL), en la que trabaja, se ha posicionado en estos rankings. ¿No es cierto?
R. Sí, sí. Yo creo que es una tónica general en la universidad española. La ULL ha mejorado en algunos campos, en algunos ámbitos científicos. Aun así, tenemos que seguir avanzando.
No obstante, la aparición de las universidades privadas, un fenómeno de los últimos años en España, nos está obligando, a las universidades públicas, a tener que mejorar la calidad docente. No solo la investigadora, en la que hemos avanzado de forma notoria. Sino en calidad de atención al alumnado.
P. ¿En la universidad privada se escatima en estos aspectos?
R. Buenos, las privadas queramos o no, es una nueva oferta. Los datos demuestran que está atrayendo a alumnado diverso. Creo que la universidad privada ha puesto el acento en la atención al alumnado, más que en la investigación.
P. En ellas, ¿siente que el profesorado está mejor o peor formado?
R. Depende, las privadas también están captando profesorado que viene de la pública. Habrá de todo. Pero sí que percibo que hay una estructura organizativa de atención docente al alumnado, al menos en las privadas, hay lo que ellos llaman “satisfacción al cliente”.
«Las personas tenemos que tener la capacidad, la aptitud y la competencia para estar atentos al cambio, predispuestos a la innovación»
P. Y la pública, ¿qué carencias presenta?
R. Llevo más de treinta años en la universidad pública. Siempre hemos tenido carencias, nunca nos llega lo que queremos. Sin embargo, a pesar de eso, el personal docente investigador rinde todo lo posible.
P. Hace poco publicaba una “Autobiografía de una historia de vida docente.” En ella apuntaba los cambios generacionales desde la llegada de Internet hasta el momento actual, ¿qué le ha sorprendido más?
R. Llevo trabajando con Internet en mi docencia desde hace veinte años. De algún modo, he tenido la oportunidad de ser pionero. ¿Qué me ha llamado más la atención? En primer lugar, la multi presencia de internet en todos los espacios. Hace veinte años era algo de minorías, quien sabía se manejaba a través del software de esas máquinas. Hoy en día, Internet se ha convertido en indispensable.
En relación a la docencia, en aquel tiempo, hace veinte años, éramos unos pocos raros los que éramos conscientes del potencial educativo que tenía la tecnología. En estos momentos, también está generalizado. Cualquier docente dispone o puede disponer de un aula virtual a través de la cual desarrollar su docencia.
P. En algunos de sus artículos hace referencia a Bauman y a su concepto de la cultara “líquida” de este siglo. ¿Cómo afecta esto a las nuevas alfabetizaciones?
R. Lo de la cultura líquida es una metáfora que habla sobre como todo está cambiando de forma acelerada, rápida, que no hay solidez en los fenómenos. ¿Qué tiene que ver esto con tu pregunta, con las competencias? Las personas tenemos que tener la capacidad, la aptitud y la competencia para estar atentos al cambio, predispuestos a la innovación, a no quedarnos detenidos en un conocimiento que tal vez no fue útil cuando fuimos jóvenes, pero como la sociedad es líquida, está en constante transformación, nuestros conocimientos y capacidades también deben estar cambiando. Por eso, la metáfora de lo líquido.
«La labor de los docentes es saber encontrarle el sentido y utilidad didáctica a Facebook, Instagram o cualquier otra red.»
P. ¿Encuentra en las plataformas, como blogs, canales de YouTube o incluso otras redes sociales como Instagram potencialidad para enseñar y aprender en la red?
P. Las nuevas reglas sociales son parte de la cultura actual. Yo creo que la educación tiene que estar siempre atenta a las características de la cultura de su época. Hace cincuenta o cien años el libro impreso, o toda la cultura impresa era la que dominaba el conocimiento y la cultura. Por tanto, la educación, la escuela, tenía que volcarse y preparar a su alumnado para que pudieran adquirir y moverse en esa cultura impresa. Hoy en día, la cultura no es solo líquida, cambiante, digital, sino que adopta estos formatos de los micro contenidos, de pequeños textos como puede pasar en Twitter o algo más de contenido visual o audio visual como puede ser en Instagram.
Por tanto, claro que tiene potencial educativo. La labor de los docentes es saber encontrarle el sentido y utilidad didáctica a Facebook, Instagram o cualquier otra red.
P. Apunta a ese concepto que puede ser como de microaprendizaje, ¿tiene miedo a que se pierda profundidad de los conocimientos?
R. Sí, sí. Una de las características de esta nueva cultura digital es que aumentamos la cantidad de contenido al que accedemos. También cambia el formato. Prima más el microcontenido, el pequeño texto, el pequeño vídeo… Y tal vez perdemos, o bueno, mejor no digo que perdamos, tal vez ganamos, son distintos. Son distintos tipos de formato, distintos tipos de competencia. Obtenemos o tenemos que interactuar con mucha cantidad de información y formato micro. Y, de algún modo, lo que era representativo de la cultura impresa, de la cultura sólida, como era un libro de 400 páginas o una película de una hora y media cada vez nos cuesta más.
P. Y, ¿cómo cree que puede afectar esto a la investigación? Parece una contradicción, cuando uno investiga debe estar preparado para la profundidad. No obstante, si tendemos a lo micro…
R. Una cosa son las tendencias más masivas, a nivel de grandes grupos sociales. Otra cosa es en audiencias más pequeñas, más especializadas como puede ser el campo de la investigación.
De todas formas, un investigador debe consumir, adquirir y producier contenido denso y profundo. Lo que ocurre es que cada vez desde lo que son revistas académicas o formatos de discusión de la investigación nos piden saber sintetizar. La capacidad de expresar lo que puede ser conocimientos profundos en menos espacio o en otros formatos. La productividad investigadora no está tan condicionada por lo micro, pero sí que hay una tendencia a la mayor síntesis.
P. ¿Cambiará la figura del docente si estos espacios adquieren fuerza, si lo “micro” adquiere terreno?
R. De varias formas. El profesorado no puede plantearse que el alumnado tenga un único libro, como era años atrás, una única fuente de conocimiento.Tiene que buscar distintas fuentes de información e indiscutiblemente la red, el ciberespacio ofrece cientos, miles de ellos. Por tanto, la figura del docente no es seleccionar qué libros de textos necesito para el nuevo curso, más bien filtrar, seleccionar la multitud de información que hay en la red y que es adecuada para su alumnado.
Aquí ya hay un cambio importante en lo que tú apuntas. Otra es que ese docente debe tener el conocimiento para ser capaz de crear espacios visitables, espacios en la red para su alumnado. Por ejemplo, algún formato blog o de vídeo. Esta es otra competencia nueva, saber utilizar las herramientas digitales para crear contenido para sus estudiantes.
Tiene que solicitar a su alumnado actividades, tareas y proyectos de trabajo donde sus alumnos sean creadores de contenidos digitales. Plantear tareas en las que el alumnado utilicen aplicaciones que generen conocimiento en la red.
«El centro educativo es o debiera ser la unidad de cambio o la unidad de impulso a la transformación con la tecnología.»
P. ¿Crees que los docentes están preparados para estos nuevos retos?
R. Bueno, nunca estamos preparados del todo, pero algo se está avanzando. Las universidades ya hemos incorporado, desde hace varios años, materias que mejoran la formación de los futuros profesores en el uso tecnológico.
Lo mismo hacen las instituciones o consejerías de educación en lo que es la formación continua del profesorado. Bien a través de plataformas online o bien incluso a través de formaciones en los propios centros. En los últimos años la oferta ha crecido por parte de la administración pública, esta formación es específica en el uso didáctico de la tecnología.
P. Ha citados algunas competencias, pero en un plano general, en cuanto a la competencia digital en general, ¿es acorde a lo esperado?
R. Es difícil generalizarlo en el conjunto del profesorado. Hay un grupo de docentes que son muy muy competentes en el uso de estas tecnologías. Hay otro profesorado, por edad u otro motivo que tiene dificultades. También docentes que son usuarios habituales de la tecnologías, la inmensa mayoría del profesorado es usuario habitual, pero quizás, en donde tengamos que mejorar es en el uso didáctico de esa tecnologías en las aulas. Ahí habría que seguir mejorando.
P. Me imagino que se refiere a pedagogías más activas. ¿No?
R. Por supuesto, sacar partido didáctico a través de por ejemplo el planteamiento de aprendizaje por proyectos u otras alternativas similares.
P. En una entrevista reciente realizada a Jordi Adell, este apuntaba al centro educativo como agente del cambio y rompía con la idea del docente como agente del cambio educativo. ¿Estás de acuerdo?
R. Estoy de acuerdo en que hay que trabajar en los dos ámbitos de forma simultánea. El alumnado donde aprende es en el marco del aula, por tanto, tenemos que ser competente a nivel de trabajo , pero no llega solo el aula. El centro como organización educativa tiene que tener un plan TIC, un impulso de la tecnología que se traduzca en que el propio centro tenga visibilidad, en que el propio centro tenga su propia web o su propio blog, que se comunique con las familias …
No se trata de elegir proyectos a nivel aula o centro. Ambos tienen que ir paralelos, simultáneos y complementarse el uno al otro.
Pero estoy por supuesto de acuerdo en que el centro es o debiera ser la unidad de cambio o la unidad de impulso a la transformación con la tecnología.
P. Buscando utopías, ¿cómo te gustaría que fuese la educación el día de mañana?
R. (Risas) Bueno, que sea una escuela que prepare a todos los niños y niñas para que sean ciudadanos cultos, críticos y que se desenvuelvan de forma exitosa en el ciberespacio.
Creo que es la labor que ha tenido la escuela como institución desde hace dos siglos, preparar a las generaciones para que construyan un futuro. Quisiera, en esa línea, una escuela que enseñase al alumnado a ser competente buscando y localizando la información en la red, que no este alienado y que sea crítico con la información que se encuentra, que sepa trabajar en equipo, colaborar y construir conocimiento. Además, que sea educado en sus formas, con valores democráticos, éticos hacia el conocimiento y la interacción con los demás.
Amelia Tiganus, superviviente y activista feminista en Feminicidio.net, analizará esta semana con varios expertos en la UBU cómo el porno y la prostitución están vinculados con el aumento de delitos contra la libertad sexual
El Macabucha, uno de los prostíbulos más conocidos de Burgos, junto a la N-1, fue uno de los muchos escenarios de la pesadilla que Amelia Tiganus vivió durante cinco años como víctima de explotación y trata. Ahora, esta superviviente y activista feminista en Feminicidio.net por la abolición de la prostitución, vuelve a esta provincia, 12 años después de salir de aquel infierno, y lo hace para denunciar la estrecha relación entre el porno y la prostitución en las jornadas Mercados y mercaderías de la sexualidad. Estrategias de normalización de la violencia sexual organizadas por la UBU. Su intervención tendrá lugar el martes, 7, a las 17,30 horas en el Teatro Principal.
¿Cuál es la relación que existe entre prostitución y pornografía?
Desde mi experiencia personal y mi formación en el cuerpo teórico feminista, sé que la pornografía es el márquetin de la prostitución, no es más que prostitución grabada y, a la vez, sirve de puente entre este supuesto mundo de la fantasía y el mundo real. Los jóvenes que violan en manada han aprendido la sexualidad con la pornografía y lo han puesto en práctica con la prostitución, por lo que es muy fácil que luego lo trasladen a la realidad, entendida ésta como el mundo fuera de la prostitución.
¿El porno está normalizando la violencia sexual?
Sin duda alguna, es la pedagogía de la violencia sexual. Parece ser que el pensamiento neoliberal ha atacado de raíz la crítica feminista que hacemos porque si es a cambio de dinero pareciera que es menos violento, degradante, humillante y cosificante para las mujeres. Y esto no es así, el intercambio de dinero no exime de responsabilidad a los agresores ni deja de cosificar a las mujeres.
¿Qué deberían tener en cuenta los consumidores de pornografía?
Que el porno mata el deseo, que se van a ver incapacitados a la hora de conectar con una mujer de carne y hueso; de hecho, cada vez hay más casos de jóvenes con trastornos de ansiedad que les impiden tener sexo. También, que en la pornografía no se interpreta un papel sino que las mujeres están siendo penetradas por todos los agujeros, que hay mucha trata de personas y que las consecuencias sobre la salud de las actrices porno -debería abrirse un debate sobre esta denominación- son brutales. Esto es una prostitución grabada.
Hay estadísticas que aseguran que un 40% de los hombres consumen o han consumido prostitución. ¿Qué razones les impulsan a pagar por tener sexo con mujeres que no les desean?
Las razones que ellos dicen son variopintas y no hay un perfil determinado, ya que utilizan la prostitución hombres de todas las clases sociales y de todas las profesiones, es el espacio en el que todos se ponen de acuerdo y dejan de lado lo que les diferencia. ¿Por qué pagan? Pues porque hasta ahora no se han cuestionado el privilegio masculino. Es en estos momentos cuando se empieza a poner el foco en los puteros, en los prostituidores -quien compra personas no puede ser llamado cliente- que lo que compran no tiene que ver con el sexo ni el placer sexual sino con el placer de dominar, de tener poder sobre las mujeres. Ellos saben que las mujeres no les desean aunque prefieren creerse sus mentiras.
¿Qué importancia tiene para usted el lenguaje cuando se analiza la realidad de la prostitución?
Mucha, porque el lenguaje construye la realidad. No se puede decir ‘empresarios de locales de alterne’ cuando en realidad estamos hablando de proxenetas que regentan prostíbulos que son auténticos campos de concentración exclusivos para mujeres empobrecidas, porque se está haciendo un intento de romantizar la violencia y la prostitución, que es tortura y esclavitud. Llamarles clientes es una gran equivocación porque así se les otorga derechos y se les blanquea. Cualquiera puede ser cliente de un banco o de una tienda pero penetrar por boca, vagina y ano a mujeres y niñas y frivolizar con lo que representa esta deshumanización es una realidad que no merece maquillaje. Son puteros o prostituidores para quien elija un lenguaje más académico, yo prefiero puteros porque tiene un matiz despectivo que es necesario: durante siglos el estigma le hemos llevado las mujeres en prostitución y son ellos los que lo tienen que llevar y ser despreciados por la sociedad.
¿Qué siente, como superviviente, cuando pasa por una carretera festoneada de prostíbulos?
Se me revuelven las tripas y es lo que me da fuerza para seguir haciendo activismo hasta que llegue el día en el que la sociedad diga lo que dijo en su día la alemana cuando se enteró de lo que ocurría en los campos de concentración. Si hasta ahora no ha pasado es porque se prefiere mirar a otro lado.
Entrevista/23 Mayo 2019/Autor: Víctor Saura/Fuente: El diario la educación
La Escuela Octavio Paz está acumulando una pila de distinciones, fruto del empuje del equipo que encabeza Xavier López. Hace sólo cinco años era una escuela vieja, gris y estigmatizada que tenía todas las cartas en contra. Hoy recibe alabanzas a diestra y siniestra. La receta, dice López, se cocina con compromiso, entusiasmo, formación… y huyendo del «trampa de la queja».
Entro en la Escuela Octavio Paz y me recibe su director, Xavier López (Vimbodí, 1980). Le he pedido una entrevista porque hace semanas que me pregunto qué tiene esta escuela que todo el mundo habla tanto y tan bien. No sólo lo pienso por el Premio Enseñanza, que le acaba de otorgar la Fundación Círculo de Economía, o por los Baldiri Reixach que ha ganado, sino porque últimamente cada vez que hablo con alguien me sale con el Octavio Paz. Pero antes de que nos sentemos en su despacho y ponga en marcha la grabadora, la pregunta ha dejado de tener sentido. Xavier me ha paseado por aulas que son ambientes y por pasillos salpicados de rincones concebidos para el trabajo grupal. Donde antes había pupitres apuntando a la pizarra ahora hay una mesa redonda, una alfombra y un sofá; donde estaba la biblioteca ahora está el ágora; donde antes había una azotea ahora hay un huerto urbano. No hay un palmo de esta escuela cuyo uso no haya sido objeto de revisión y reconceptualización. Y donde antes había asignaturas ahora hay carpetas pedagógicas, proyectos y laboratorios. Para el visitante ocasional, la teoría del caos aplicada en la escuela. Para sus 226 alumnos, lo más normal del mundo.
La Octavio Paz se encuentra en un barrio de frontera, lo que un día fue tierra de nadie entre Sant Andreu y Sant Martí. A dos pasos tiene la Meridiana, y el edificio no puede disimular su cuño desarrollista, ya que antes de incorporarse a la red pública, en los años noventa, había sido (con otro nombre) una escuela de la obra social de la Caja de Barcelona. ¿Quién habría dado un euro por este centro hace sólo cinco años? Enciendo la grabadora, y suelto la pregunta que ya no me hace falta hacer.
¿Por qué todo el mundo habla tanto y tan bien de la Escuela Octavio Paz?
Creo que es un ejemplo exitoso de transformación educativa de una escuela pública con los mismos recursos humanos y materiales que cualquier otra escuela. Si hay un compromiso con nuestro trabajo, se puede. Con lo que tenemos hemos hecho y, gracias a este esfuerzo de todo el equipo de maestros, del personal de servicio, de las familias, podemos disfrutar de todo lo que está pasando. Asumimos el compromiso de desaprender para aprender de nuevo y eso es lo que estamos viviendo.
¿Cómo era la escuela en el año 2014?
Yo era de jefe de estudios en un centro de Sants e hice el curso de dirección. Aquí, la dirección no renovó y ningún miembro del claustro quiso asumir esta función, y entonces Inspección me propuso venir aquí. Yo no conocía ni la escuela, ni el equipo de maestros ni el entorno. Era un reto, y fue un amor a primera vista. Aquí había un equipo de maestros con un compromiso brutal, que hacía muchos años que trabajaban y la sentían muy suya, y yo siempre digo que gracias a estos maestros he descubierto que una escuela se puede querer con los cinco sentidos. Y gracias a este entusiasmo y ganas que tenían de actualizar su práctica, y que yo también llego con unas ideas, otra mirada y otro bagaje, es cuando decidimos cambiar la visión de nuestro proyecto educativo.
Si era un equipo de maestros tan entusiasta, ¿por qué ninguna quiso ser director o directora?
Ser director tiene que gustarte, es asumir una aventura muy grande.
¿Era una escuela estigmatizada?
En el barrio estaba totalmente segregada. Cuando me ofrecieron la vacante pregunté a una prima que vive en este barrio y me dijo que no fuera porque al Octavio Paz no quiere ir nadie. Era una escuela que estaba de espaldas a su entorno, había un índice elevado de inmigración, había escuelas de nueva construcción y prestigio en el entorno, era un centro que trabajaba muy bien pero todo se quedaba dentro y no tenía mirada hacia el exterior, y gracias a toda esta implicación del equipo humano le hemos dado la vuelta a la tortilla.
El índice elevado de inmigración todavía está, sólo hay que dar una vuelta por el centro, pero en cambio ahora tiene mucha demanda.
Ahora el 48% del alumnado es de origen inmigrante, cuando empezamos había 65%. Las familias que nos llegan ahora son las que corresponden al barrio, es el reflejo del barrio, antes no. Teníamos un índice muy elevado de matrícula viva y ahora ya no hay matrícula viva. De hecho, este año hemos triplicado las preinscripciones respecto a las de mi primer año. Otro indicador son las jornadas de puertas abiertas. A la jornada del curso 2015/16 vinieron cinco familias y la hicimos en una clase. El año siguiente vinieron 70, el año pasado 102 y este año han venido 150 familias a conocer el proyecto de la escuela. Por lo tanto, poco a poco se ha ido moviendo la mirada del entorno hacia la escuela.
¿En este proceso acelerado de transformación de metodología y espacios te has encontrado resistencias de familias o de maestros? ¿Qué ha sido lo más complicado?
Todos los cambios generan estos sentimientos de miedo, incertidumbre y rechazo. Desde el equipo directivo nos ha tocado intentar que estas miradas reactivas, de algún docente o alguna familia, pasaran a ser proactivas, y esto lo hemos hecho con evidencias y justificando el porqué de todo lo que hacíamos. La experiencia nos dice que muchas veces esta mirada reactiva es por miedo a salir de la zona de confort y asumir cambios, como que yo ya no seré el protagonista ni trabajaré en mi aula, sino que el alumno será el protagonista y yo la acompañaré; o quitarte la etiqueta, yo ya no soy el tutor o yo ya no soy el especialista, aquí todos somos maestros y aquí lo hacemos todo.
Quizás todas estas movidas generaban miedo, pero a medida que íbamos formándonos y compartiendo, debatiendo y construyendo, este miedo quedaba diluido y el engranaje iba hacia la mejora. Siempre es esa mancha de aceite que poco a poco se va haciendo mayor, y que los maestros, si nos ayudamos y nos sentimos acompañados por expertos y por estas alianzas que hemos ido tejiendo y que nos han ayudado a través de sus realidades, pues estas miradas reactivas desaparecen. También es cierto que alguno se ha marchado de la escuela, pero no pasa nada, tenemos la gran suerte de que en la escuela pública hay muchos proyectos educativos y el maestro debe buscar aquel con el que pueda implicarse y sentirse a gusto. Hemos podido crear perfiles profesionales y eso también nos ha ayudado a consolidar la plantilla con el talante del proyecto educativo.
Te iba a preguntar sobre las plazas perfiladas. O sea, que una parte del equipo nace de la elección de una persona concreta.
Siempre digo que lo que prioriza todo lo que hacemos es el proyecto educativo de centro. Tenemos la suerte de que hay un porcentaje de plazas que podemos perfilar según el proyecto educativo. Una de las funciones que hemos hecho los últimos meses de junio es entrevistar a diferentes maestros que se han interesado por nuestra manera de trabajar y hemos tenido la suerte que han encajado perfectamente.
Los alumnos que terminan sexto y están acostumbrados a esta forma de trabajar, cuando llegan a la ESO ¿no tienen dificultades de adaptación a unos métodos más tradicionales?
Los institutos que tenemos adscritos también han iniciado este cambio de mirada y eso es una suerte para nosotros. Tenemos una relación muy estrecha con ellos y nos dicen que los alumnos de la Octavio Paz siempre quieren dar su opinión y ante un dilema tienen capacidad de decisión y saben trabajar en equipo. Esto te hace pensar que algo se está haciendo bien.
¿Y cómo es la relación y la reacción de las familias?
Las familias han sido informadas y son partícipes en todo momento de esta transformación. En la Octavio Paz, con las diversas culturas que tenemos, cada una con su punto de vista sobre la educación, lo que también hemos hecho es pedagogía con las familias y, por ello, antes de implementar algún cambio siempre hemos compartido con ellas el por qué de este cambio.
¿Por ejemplo?
Todo el tema de la evaluación. En noviembre de hace dos años los convocamos y les explicamos por qué cambiábamos los informes, cómo los estructuramos y por qué ya no verían ninguna nota, y les pedíamos su participación y que nos hicieran un feedback después de ver estos informes cualitativos. Todo esto lo hemos explicado. O cuando reorganizamos los espacios, sacamos las 25 mesas y la del profe, metimos un sofá, una mesa redonda; todo esto también lo explicamos a las familias la primera semana de septiembre. Las invitamos a hacer una gincana en la escuela y que se pusieran en el lugar de su hijo e hija y experimentaran este aprendizaje. Creo que aquello fue muy bien porque ellos ya sabían de primera mano, antes de que sus hijos llegaran el 12 de septiembre, lo que se encontrarían en la escuela. Y la otra cosa que también nos va muy bien es el café con familias: a lo largo del curso las convocamos el equipo directivo con algún maestro y entonces escuchamos todas aquellas preguntas que nos hacen y que tal vez nosotros damos por entendidas y ellos necesitan más información. O todas las propuestas de mejora que nos hacen. Esta participación activa de la familia creo que es una de las partes importantes del proyecto educativo porque, antes, la familia quedaba al margen de todo. Entraba en la escuela en Navidad, a final de curso y los días de las entrevistas.
Como ocurre aún en muchos centros. Y ahora ¿cuándo entran?
Las familias de infantil entran cada día, porque toda la rutina que hacía antes el maestro de pasar lista, etc, esto ya lo hace la familia con el niño, elige el ambiente donde quiere ir y, si la familia quiere quedarse en el ambiente, puede hacerlo el tiempo que quiera. Y en primaria, los viernes por la tarde la familia participa de la asamblea de grupo.
Has hablado antes de alianzas. Al Octavio Paz ha tejido alianzas con Planeta, eduCaixa, Escola Nova 21, ahora el premio del Círculo de Economía, también habéis recibido de la Fundación Carulla. Algunos quizás considerarán que os estáis vendiendo al diablo…
Yo siempre digo que si la escuela debe ser un reflejo de la sociedad y debe ser una escuela para la vida, ¿qué mejor manera que abrir las puertas al exterior? Y que te vengan a acompañar, profes y niños, instituciones de prestigio, las que con su experiencia aportan valor a todo lo que se está haciendo en la escuela. Si alguien dice eso, desde mi punto de vista, está equivocado, porque la escuela es vida, y en la vida hay instituciones de las que nosotros hemos aprendido muchísimas cosas y quizás ellas también han aprendido alguna de nosotros. Y que vengan actores, periodistas, estudiantes de la Massana, todo esto es la mejor oportunidad de aprendizaje. Nosotros hemos cambiado los libros de texto para la voz, la experiencia y las vivencias de todos estos profesionales. No nos hemos vendido al diablo, al contrario, hemos tocado puertas para que nuestros niños vivan de primera mano todas estas experiencias de estos profesionales.
Hoy se habla mucho de escuela inclusiva, pero hay un estado de opinión bastante generalizado según el cual sin muchos más recursos no se puede llevar a cabo. ¿Aquí hacéis inclusión?
Sí.
¿Y tiene suficientes recursos?
Los maestros a veces tendemos a la queja. Está claro que a todos nos gustaría tener más maestros y más recursos materiales, y una superescuela, pero si se cae en la trampa de la queja no se avanza. Siempre nos gustaría tener más, pero con lo que tenemos vamos a ver qué es lo que podemos hacer. Aquí la inclusión la hemos entendido como disminuir ratios. No sacamos niños del grupo de referencia, sino que nos hemos organizado de tal manera que en los ambientes y en los espacios competenciales, los laboratorios de lenguajes, intentamos que la ratio baje porque, si nosotros hemos priorizado el aprendizaje personalizado, ¿qué mejor manera de hacerlo que el maestro pueda acompañar a la mitad del grupo, oa ocho niños, según la franja de trabajo globalizado? Si tuviéramos más maestros, genial, pero con lo que tenemos debemos hacer.
Pero ¿cómo puedes bajar ratios, si tiense la misma plantilla que todo el mundo?
Todos tenemos los mismos maestros, pero depende de cómo organices al personal. Aquí no hacemos refuerzos individualizados, es decir, no hay un maestro que saca a un niño del grupo; con esto ya tienes una hora donde, en vez de haber un maestro con los 25, ya hay dos. Nuestra manera de entender la inclusión es disminuir las ratios el máximo de horas posibles. El maestro debe dar respuesta a las necesidades educativas de cada niño, porque ninguno somos iguales.
Foto: Edu Espun
Habéis pasado muchos fines de semana reformando vosotros mismos las aulas. ¿Cómo consigues que todo el mundo esté dispuesto a este tipo de sacrificios?
Todos tenemos nuestra vida personal y eso se debe respetar. Pero lo bonito es que asumimos este compromiso de actualizar nuestra práctica y esto es como un engranaje que paulatinamente nos va conduciendo a dedicar más horas. Visto desde fuera puede dar miedo, y es cierto que aquí se dedican muchas horas, pero como el grupo está muy cohesionado, está ilusionado y tiene este compromiso con el trabajo que hace, pues siempre hay alguien que puede dedicar más tiempo a montar muebles, o ir a comprar…
Y, además, tiene un abuelo carpintero.
Creo que es una de las personas clave de toda esta transformación. En general el voluntariado de las familias es muy importante.
Algunos criticarán que ha tenido más recursos para esta capacidad de ganar premios.
Bueno, en su momento la Fundación Carulla, con los dos premios Baldiri Reixach que hemos tenido, nos ha ayudado muchísimo a impulsar el cambio de los espacios. Pero si hemos recibido estos galardones es gracias a que todo el equipo de maestros y el personal están haciendo un trabajo, y reconocer esta transformación, pues ayuda económicamente y seguir avanzando. En estos cuatro años hemos recibido casi 400 visitas de escuelas y de instituciones. Las preguntas y los feedbacks que nos hacen también nos ayudan a aprender. Y nosotros también hemos visitado muchas escuelas. Este turismo pedagógico hace abrir miradas a los maestros, y es un punto de motivación.
Y es una buena formación.
Yo diría que en la escuela sólo hay dos cosas obligatorias: venir a trabajar, que para eso nos pagan, y la formación. La hacemos todos los miércoles por la tarde, de cinco a siete, después de nuestra jornada laboral, y de septiembre a junio. Dentro de estas siete horas y media a disposición del centro la Escuela Octavio Paz priorizó que dos horas las dedicáramos a formarnos, a debatir, a elaborar material. Tener estos espacios de reflexión y de trabajo de todo el equipo de maestros es clave. Esta formación la hacemos con expertos y a veces nosotros. Y el año pasado la hicimos también tres sábados por la mañana.
Pero ¿quién proporciona tanta formación? Porque otra queja clásica es que no el Departamento no ofrece suficiente formación.
La alianza que tenemos con el Grupo Planeta nos ayuda a financiar parte de material tecnológico y también la formación de todo el equipo de maestros.
Con el uso de su material…
No, en realidad no utilizamos material de Planeta. Es un convenio con el Consorcio. Ellos confiaron en nosotros, les gustó el proyecto de transformación y llegamos al acuerdo de que nos daban una partida económica para pagarnos la formación. Si nosotros priorizábamos la formación como pieza clave de este proceso de transformación teníamos que buscar recursos. Hacemos una formación a medida y según nuestras necesidades vamos avanzando. Y esto también ha animado al equipo de maestros.
También participas en el programa de liderazgo que promueve EduCaixa y el Institute of Education. ¿Cuál es la clave del buen director?
Yo creo que es tener muy claro dónde quieres ir, compartir esta visión con toda la energía para que todos la hagan suya, y que el equipo humano se sienta empoderado y líder en su ámbito. Una de las tareas del líder pedagógico es cohesionar el grupo, generando esta implicación y buen clima de trabajo, y provocar que las mejoras vengan de los mismos maestros. Yo tengo que tener una visión, pero no la puedo imponer, tenemos que hacer que las demandas vengan de los mismos maestros. Aquí ha pasado y es súper bonito. Por ejemplo, ocurrió cuando el curso pasado decidimos que los alumnos de infantil no estuvieran clasificados por edades, porque la vida no nos clasifica por edades, y esto surgió de las mismas maestras de infantil. Cuando me lo propusieron pensé “uno a uno, qué chulo”, porque es donde queríamos ir nosotros. O, por ejemplo, cuando diseñamos el proyecto de dirección ya decíamos que deberíamos cambiar el espacio, pero no dijimos: “Señores, cambiamos el espacio”, sino que después de un año, y viendo que siempre había mesas por los pasillos que no se utilizaban, y después de visitar muchas escuelas y hacer formación, hemos ido cambiando el mobiliario y diseñando cómo queremos el espacio del Octavio Paz.
Foto: Edu Espun
Ahora ¿qué os queda por hacer?
Uf, mucho.
Pero he visto que, dentro de tu planificación a 5 años, me parece que estamos en el último. ¿Todas las metas se han alcanzado? ¿Hay ahora nuevas?
El próximo curso es el quinto año, y lo hemos imaginado como un momento para recoger aquellas evidencias que han pasado a lo largo de estos cuatro años. La reflexión y el seguimiento los hemos hecho cada año los meses de febrero y junio; siempre reflexionamos sobre los efectos de las mejoras implementadas, o qué podemos implementar a corto y largo plazo. Pero el próximo año nos imaginamos cómo mejorar, recoger aquellos impactos, las opiniones de todos en los cuatro años y, además, ampliaremos uno de los laboratorios de lenguajes introduciendo las artes plásticas; este será el proyecto nuevo del próximo curso. Y lo haremos con la ayuda de la Escuela La Massana y la Fundación Carulla. Hemos pedido ayuda a los expertos de La Massana para que nos ayuden a reorganizar un espacio que tenemos para convertirlo en un taller de artes plásticas y de tinkering.
Una recomendación final para los compañeros que piensen a comenzar una transformación similar.
No tener miedo. Si se tenemos ganas y compromiso con nuestro trabajo, si nos creemos que estamos acompañando a niños y niñas que serán futuros ciudadanos, debemos creer y salir de nuestra zona de confort, y aprender unos de otros. En Cataluña estamos viviendo un momento súper intenso en la educación y como maestros esto lo tenemos que aprovechar.
Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/22/tienes-que-saber-donde-quieres-ir-compartirlo-con-el-equipo-y-provocar-que-las-mejoras-salgan-de-los-mismos-maestros/
Entrevista/23 Mayo 2019/Autor: Galo Martín Aparicio/Fuente: El país
El ghanés Ousman Umar llegó a España como irregular. Ahora dirige una organización con la que enseña alfabetización digital a más de 11.000 niños
Confiesa que se pregunta cómo es posible que siga vivo después de todas las veces que ha estado a punto de morir. Ousman Umar, en su libro Viaje al país de los blancos, publicado por Plaza & Janés, habla de milagros. A su paso por Madrid atiende a Planeta Futuro.“El viaje a Europa es un camino unidireccional: llegas vivo o muerto. No hay vuelta atrás”, cuenta el autor.
Ousman sabe que nació un martes, el mes y el año lo desconoce porque para los walas, su tribu, eso no importa. Su pueblo se encuentra en medio de la selva, en una región remota de Ghana que se llama Brong-Ahafo. La zona es tan fértil que “se cae una semilla al suelo y brota una planta”, escribe en su libro. En aquel lugar en el que no pasaba hambre, Ousman apenas pensaba en su futuro. Trabajar la tierra, cuidar a los animales, casarse y tener descendencia era la vida que le esperaba. Expectativas que cambiaron el día que vio por primera vez volar muy alto un extraño artefacto. Los ancianos de su comunidad le dijeron que era un avión, construido y pilotado por los hombres blancos. En ese momento quiso ser eso, un blanco. Creía que todos ellos eran médicos, ingenieros y pilotos.
Con nueve años, sin saber leer y escribir, pero siendo un manitas, partió a la ciudad de Techiman a labrarse un porvenir en el oficio de chapista. A partir de ahí tomó conciencia de que el mundo no era su pueblo, que había más ahí afuera. Poco a poco el mundo fue creciendo con él. En el puerto ghanés de Tema tomó forma la idea de viajar al País de los Blancos. Un paraíso, pensaba Ousman, que se encontraba al otro lado de las olas.
Unos y otros le contaron cómo había que hacer aquel viaje a la tierra prometida. Le hablaron de Libia, donde podía encontrar trabajo como chapista, cobrar un sueldo (hasta ahora solo había trabajado a cambio de propinas o arroz para comer), ahorrar y así pagar para que le ayudaran a cruzar el mar. “La falta de formación e información es el núcleo de las desgracias del siglo XXI”, cuenta Ousman Umar para explicar por qué hizo lo que todavía hoy muchos jóvenes compatriotas hacen: emprender lo que él denomina “el camino del infierno”. Un viaje de ida en el que lo normal es morir. Por eso repite como un mantra que “la solución está en el país de origen, no en el destino. Hay que alimentar mentes”. Esa idea le hizo chocar con la labor que hace Proactiva Open Arms, “Cuando se llega al mar la batalla está perdida”, dice categórico Ousman, quien desde 2018 es coordinador en África de esa misma ONG.
El periplo de Ousman le llevó con 13 años desde de la selva tropical africana (Ghana), pasando por el mundo árabe (Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania) hasta Occidente (islas Canarias). Una travesía de cuatro años en la que pasó de vivir en el siglo XV (en su pueblo), pasando por el XIX (Trípoli) para acabar haciéndolo en el siglo XXI en Barcelona. Antes de esa última parada cruzó siete países (Ghana, Níger, Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania), el desierto del Sáhara y el Atlántico (de la costa mauritana a la isla de Fuerteventura). Viajó en camión, todoterreno, a pie, en autobús, en avión y en patera. Casi siempre vigilado, extorsionado y amenazado por las mafias que trafican con personas como él. “Hay un gran negocio para unos pocos detrás de la miseria de muchos otros”, apunta Ousman Umar.
Este joven ghanés estuvo cuatro años trabajando en diferentes localidades de Libia para ahorrar 1.800 euros, lo que le pedían los traficantes de personas por cruzar en patera el mar. En relación al mar Ousman, lo describe como “el cementerio más grande que hay es el desierto. Es una fosa. La gran mayoría de la gente no llega al mar. En el desierto no hay canales de televisión retransmitiendo lo que pasa, no está la Cruz Roja ni los barcos de rescate. El desierto es invisible”.
Él sabe muy bien de lo que habla. Durante tres semanas caminó por el Sáhara. Lo hizo sin ayuda de un GPS, sin comida y sin agua. Cuando podía orinar se lo bebía, mientras tanto los cadáveres se sucedían en las dunas. Unos eran anónimos, otros eran los de los compañeros que se rendían exhaustos y esperaban a morir solos en silencio. Después de esa tortura llegó a Libia. “Nadie merece vivir lo que los negros vivimos allí. Ser un negro vivo era un delito”, cuenta Ousman. A continuación relata cómo en el primer pueblo de aquel país, Isir, unos niños le ofrecieron agua fresca a cambio de dinero. No tenía y les dio su cartera vacía. Confiesa que le dejó sin palabras aquella falta de humanidad y el racismo que experimentó en Libia, donde la “la sangre de un negro es peor que la de un perro”, como titula uno de los capítulos de su libro.
Finalmente dio el salto a Europa desde algún lugar de la costa mauritana, después de ir de Libia a Argelia, donde pasó de cárcel en cárcel, Malí y Marruecos. Al llegar al mar reparó en que no sabía nadar y que sus compañeros se morían ahogados. “Solo la agonía de pensar que en dos minutos vas a caerte al agua y que en cinco te vas a morir, te mata mucho antes de caer al agua”, cuenta Ousman para describir lo que sintió poco antes de subirse a la patera que le llevó al paraíso, al otro lado del desierto de agua.
Antes de alcanzarlo estuvo dos días sin comer, sin beber, sin moverse, sin apenas hablar y sin chaleco salvavidas. En la isla de Fuerteventura tuvo un recibimiento humano, una novedad hasta ese momento en su viaje. De allí se fue a Barcelona, le preguntaron dónde quería ir y él dijo que a “Barça”. Es lo único que sabía de España. En la casa de su familia adoptiva Ousman Umar respiró aliviado y se pasó su primera noche (estuvo un mes viviendo en la calle) en su nuevo hogar llorando, “preguntándome por qué me había sucedido todo aquello”. Entonces decidió que nadie más debería vivir lo que él había vivido.
Renacer
Aquella idea fue el germen de NASCO Feeding Minds, la ONG que fundó en 2010 y que arrancó dos años después, con sede en Barcelona y Ghana, donde le ayuda su hermano, quien gracias a Ousman no hizo el viaje a Europa. Al principio no encontró financiación y tuvo que hacer uso de su propio dinero, el que ganaba como mecánico en una tienda de bicicletas. Compró 45 ordenadores para 850 alumnos para la primera aula informática. Hoy 11.000 niños, repartidos en 19 escuelas, hacen uso de las nueve aulas informáticas creadas por Nasco Feeding Minds.
Su objetivo es proporcionar alfabetización digital a los niños y niñas de Ghana. Lo que pretende es garantizar que los estudiantes de su país tengan las herramientas para decidir su futuro y así evitar la tentación de emigrar a Europa. Evitar futuras víctimas. “Lo que quiero demostrar es que hay que cambiar la percepción de la cooperación. Vamos a dejar ya de alimentar el estómago, porque cuando tú haces eso solo sacias el hambre de manera temporal, sin embargo, si tú alimentas la mente estás saciando el hambre para más de cien años”, explica Ousman. En 2017 su labor fue premiada por la ONU en los WSIS Prizes, en la categoría “Information and Communication Infraestructure”.
Ousman Umar solo quiere que el mayor número posible de niños y niñas puedan “hacer el siete”, una metáfora ghanesa de que te van bien las cosas y que ilustra un brazo apoyado en la ventana de un coche mientras se conduce, cuando por fin se tiene uno.
Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/05/17/planeta_futuro/1558091446_296834_1558091594_noticia_normal_recorte1.jpg
La cultura de la etnia yoreme, asentada en el norte de Sinaloa, se encuentra en buenas manos. Se garantiza por mucho tiempo su preservación a través de jóvenes como Víctor Ramón Flores Montaño, quien respeta y ama sus tradiciones y costumbres. Así quedó manifestado entre algunos jóvenes oficios (músicos, danzantes y cantadores) de la comunidad de Ohuira.
Uno de sus más fuertes representantes es este joven estudiante, Víctor Ramón Flores Montaño, de 19 años de edad y quien cursa la carrera de Educación Intercultural en la Universidad Autónoma Intercultural de Sinaloa (UAIS).
Él es uno de los 16 alumnos que estudian esta profesión porque le gusta la docencia, y quiere enseñar la cosmovisión de la cultura yoreme, comenta en entrevista para EL DEBATE, en el marco del Día Internacional de la Diversidad Cultural.
Víctor Ramón Flores está convencido que su gusto y devoción por los usos y costumbres de la comunidad yoreme no es solo un hobbie, es una forma y estilo de vida, y actualmente es uno de los fiesteros más completos de la región.
Cómo se inició como fiestero, su formación?
Llevo 14 años dedicados a las fiestas tradicionales y dos años tocando flauta y tambor. Empecé a los 8 años de edad bailando pascola y fariseos, por influencia de mi abuelo que me apoyaba. Él me llevó a la comunidad de El Muellecito, Lázaro Cárdenas, a una ceremonia llamada fiesta-promesa en honor a San Ignacio, donde sentí esa buena vibra que genera la naturaleza, el llamado de la Juya Annia. A los 12 años me llamó la atención la música y empecé a tocar la guitarra, el violín y el arpa…
Fuente de la entrevista; https://www.debate.com.mx/losmochis/En-la-diversidad-cultural-los-yoremes-somos-unicos-20190521-0106.html
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