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Pablo Poó: “Hay mejores métodos de evaluación que los exámenes tradicionales”

España / 3 de marzo de 2019 / Autor: Redacción / Fuente: Educación 3.0

Pablo Poó es profesor de Lengua y Literatura y ha escrito varios libros en los que defiende que hay mejores formas de evaluar que los exámenes tradicionales. De hecho, combinarlos con otros métodos ayuda a formar a individuos multidisciplinares.

Docente de Lengua y Literatura en un instituto de un pueblo cordobés, Pablo Poó se dio a conocer en las redes sociales con una carta a ‘sus alumnos suspensos’ en la que hacía referencia a su desmotivación a la hora de estudiar y proponía algunas alternativas para ponerle solución. Además, Poó ha escrito tres libros en los que relata sus experiencias como profesor en los más de 14 centros en los que ha trabajado. Con un lenguaje informal y cercano, sus escritos tratan de ayudar a los estudiantes a la hora de aprobar exámenes y superar el curso académico. Su último libro, ‘Aprobar es más fácil de lo que piensas’, muestra las técnicas y métodos que pone en marcha en sus clases de Lengua y Literatura.

¿Cuál es su postura sobre los exámenes tradicionales?

Pienso que hay mejores métodos de evaluación que los exámenes, aunque entiendo y comparto que la memoria debe ser trabajada y entrenada porque es muy útil al ser humano. Pero para implantar otras alternativas el sistema educativo debe ser reformado en sentido inverso, de arriba abajo.

La razón es simple: tanto las enseñanzas superiores como sus pruebas de acceso y los tantas tipos de oposiciones que se basan en la realización de exámenes. Es por esto que, independientemente de que un docente esté o no de acuerdo con este método de evaluación, debe preparar a sus estudiantes para afrontarlos con éxito.

examenes

Si algún día desaparecieran de nuestra vida, con mucho gusto dejaré de hacerlos. Mientras tanto, mi propia responsabilidad profesional me obliga a, como digo, formar a mis alumnos para lo que les pueda acontecer en su futuro.

¿Son el mejor método de evaluación para reflejar el éxito del proceso de enseñanza-aprendizaje?

No, son solo un método basado en una herramienta concreta del proceso de aprehensión de conocimientos del ser humano: la memoria. Los mecanismos cognitivos de los que gozamos como especie son, por suerte, variados: en unos prevalece la memoria, en otros la capacidad de relación, en otros la de síntesis, o la de abstracción, o la búsqueda de información, o su aplicación práctica… Todos ellos, en conjunto, reflejan el éxito del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Tan nocivo es utilizar solo los exámenes como método de evaluación como usar solo la creatividad. En la variedad está el quid de la cuestión, pues debemos entender que el fin último de la docencia es la formación de individuos multidisciplinares.

¿Qué opina de los métodos de evaluación alternativos como rúbricas, dianas de autoevaluación, diarios de aprendizaje, mapas mentales…?

Son necesarios y útiles para ese proceso de formación multidisciplinar que acabo de mencionar. Sin embargo, el hecho de que exista un abanico cada vez más amplio de recursos no quiere decir ni que haya que usarlos todos ni que los más novedosos sean per se los mejores: habrá que seleccionar y adaptar los métodos de evaluación en función de la realidad del alumnado que tengamos enfrente y de, por desgracia, el equipamiento o la dotación (tanto material como de infraestructura) de los que goce el centro educativo en cuestión.

¿Hay alguna técnica de estudio que garantice el aprobado?

En absoluto, ¡ojalá! Todo el mundo la usaría. La efectividad de las técnicas de estudio varía en función de la persona (yo, por ejemplo, soy más de esquemas que de resúmenes) y de la materia a estudiar (no se deben estudiar igual Lengua y Matemáticas). Es por esto que se hace fundamental que el estudiante conozca cuantas más técnicas mejor para que pueda elegir la que mejor se adapte a su forma de aprender.

¿Cuál es la mejor manera de combatir la ‘curva del olvido’ después de la evaluación?

Está científicamente comprobado (véanse los estudios de un pionero en la materia como Hermann Ebbinghaus) que los repasos periódicos retrasan la aparición o palían el descenso de la ‘curva del olvido’. Sin embargo, en este aspecto, debemos aplicar el sentido común: no podemos pretender que el alumnado repase periódicamente todo el contenido de todas las materias.

estudiar Pablo Poó

En esta línea, la motivación juega un papel fundamental, así como la estrategia metodológica a usar en clase: suelen recordar más contenidos aquellos alumnos que han tenido una grata experiencia de aprendizaje. Aunque esto ya no es científico, sino que lo digo basado en mi experiencia como docente.

“Los alumnos que suelen recordar más contenidos son los que han tenido una grata experiencia de aprendizaje”

La organización es clave para el éxito en los estudios y plantea el uso de la agenda como si se tratara de un bullet journal en el que los códigos visuales tienen mucho peso. ¿Por qué y cómo se le puede sacar el máximo partido?

Seis horas de clase cada día, seis profesores distintos hablando de seis materias diferentes y mandando seis bloques de tareas o deberes: si no se recoge en una agenda lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo y cuándo hay que entregarlo es completamente normal que a cualquier, no ya adolescente, sino persona, se le olvide.

El uso de la agenda es fundamental porque, por un lado, te ayuda a organizarte. Por otro, a estar al día de lo que hay que hacer. Y, también, porque te ayuda a desarrollar el sentido de la responsabilidad, ya que solo tú eres el responsable de que la agenda esté o no cumpliendo su cometido.

El usarla con códigos visuales es algo que recomiendo a mis alumnos para hacerles la tarea de apuntar cosas más divertida, personal, eficiente o visualmente atractiva. En esta época que vivimos, la imagen tiene mucho poder.

“El uso de la agenda es fundamental porque te ayuda a desarrollar el sentido de la responsabilidad”

estudios

Se están popularizando metodologías como el Visual Thinking, el Aprendizaje Basado en Juegos o el Trabajo Cooperativo. ¿Cómo encajan a la hora de elaborar ese plan de estudios particular por parte de cada alumno? ¿Cómo se pueden integrar con un método de evaluación tan tradicional como los exámenes?

Aquí creo que debemos diferenciar el trabajo en el aula y en casa. Dado que el trabajo en el aula lo gestiona cada docente, me centraré en el trabajo en casa, que se supone que es el que hace el estudiante autónomamente: para el uso de estas nuevas metodologías dentro del trabajo, digamos, extraescolar del alumnado, al igual que ocurría con los tradicionales deberes, es necesaria una doble labor.

En primer lugar, el docente debe ser consciente de la cantidad de trabajo diario que soportan sus estudiantes por las tardes para, en la medida de lo posible, anular, reducir o ampliar la carga que supone.

En segundo lugar, y volviendo al uso de la agenda, creo que el alumno debe ser el responsable (con ayuda) de su propia organización temporal.

Por poner un “pero” al uso de estas nuevas metodologías como trabajo para casa, señalaría que muchas de ellas incluyen necesidades que se salen del ámbito de actuación de los escolares para implicar, en ocasiones en exceso, a su familia: para algunas es necesario quedar con otros compañeros (que no tiene por qué vivir cerca), o es necesario el uso de un dispositivo móvil, desde tableta a ordenador,  que una familia en cuestión puede tener sometido a un horario de uso concreto.

“El docente debe ser consciente de la cantidad de trabajo diario que soportan sus alumnos”

En lo que respecta a su integración en el aula, y como ya he comentado, no veo inconvenientes en enriquecer la labor pedagógica y didáctica de cualquier docente combinando métodos ‘tradicionales’ e ‘innovadores’. Las comillas son necesarias, pues muchos de estos métodos, si investigamos sus orígenes, nos daremos cuenta de que datan de los años setenta, sesenta o incluso cincuenta del siglo pasado.

Fuente de la Entrevista:

https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/entrevista-pablo-poo/99487.html

ove/mahv

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Entrevista a el docente argentino finalista del premio Nobel de educación +Info (Video)

Argentina / 6 de marzo de 2019 / Autor: La Nación Más / Fuente: Youtube

Publicado el 21 feb. 2019
Martín Salvetti, profesor de una escuela en la localidad de Temperley, es finalista de lo que se conoce como el Nobel para educadores.
Es la primera vez que un argentino llega a esta instancia. En tiempos en los que la docencia está desprestigiada y mal remunerada ¿qué define a un buen docente? ¿qué desafíos implica formar a adolescentes y adultos hoy?
En entrevista exclusiva, Martín Silvetti, el docente argentino que figura entre los diez mejores del mundo.

Fuente: https://youtu.be/8Gta7FjiIPY
ove/mahv
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Lara Stein: «La igualdad de género empieza por la educación»

La cofundadora de TEDx, dio una hoja de ruta para que Colombia le apueste a la equidad.

Por: María Camila González
26 de febrero 2019 , 09:41 p.m.

La educación es una de las mejores salidas para combatir la desigualdad de género. Así lo afirma Lara Stein, exdirectora y cofundadora de la plataforma de charlas TEDx y TED Prize, y actual CEO de Boma (otra plataforma), quien participó en el foro ‘Women Working for the World’. Ella habló con EL TIEMPO sobre lo que deben hacer las mujeres para empoderarse en países en vías de desarrollo, como Colombia.

¿Qué la trae por primera vez a Colombia?

Vi una oportunidad para conocer a personas de Colombia y así tratar de entender cómo se mueven los temas relacionados con equidad de género, empoderamiento de las mujeres, y ver cuáles son los retos frente a ellos. Y, en comparación con lo que he visto en otros países, me parece que son temas prioritarios para muchas personas aquí.

¿Cuál es el camino que debe seguir un país como Colombia para promover la igualdad de género?

Hay unos pilares claves en ese proceso. Uno tiene que ser la política y cómo las leyes son igualitarias para las mujeres. El segundo punto es la igualdad dentro de las empresas; allí está demostrado que una compañía es más rentable si tiene un equilibrio entre hombres y mujeres. El tercer punto es la transformación de la cultura.

En ese sentido debe haber la voluntad del sector privado, y en el mismo sistema político, de igualar las condiciones entre mujeres y hombres. Eso es importante porque en un mundo en el que las decisiones son tomadas por hombres no se puede garantizar que tomen las mejores pensando en toda la población.

¿Cuál es el primer paso que se debería dar?

La educación. En los colegios, así como le dan importancia al inglés o a las matemáticas, deben enseñarles a los niños el respeto por cualquier ser humano, mostrarles que los hombres y mujeres son iguales. No se puede esperar que haya una transformación de la cultura si no se les muestra lo que hay que hacer a las personas desde que son pequeñas.

¿Cuál es el rol del Gobierno en ese proceso de transformación?

Debe asegurarse de que las mujeres tengan una representación igualitaria en las leyes. Eso significa diferentes cosas según la escala socioeconómica en la que está la mujer, sobre todo para las que tienen pocos recursos. El Gobierno tiene que asegurar que ellas tengan más oportunidades de educación, para que su única esperanza no sea la de casarse un hombre.

¿Cómo llegó a ser parte de TEDx y cómo fue su papel allí?

Crecí en Sudáfrica durante el apartheid. Mi familia era muy progresista y muy involucrada en la política. En ese sentido, para mí fue muy claro que se pueden construir sistemas en los que se les dé a las personas voz. Por eso TED me buscó, para que me encargara de darle a la plataforma un impacto global, y lo que hicimos fue hacer una fuente de datos abiertos. Así habría espacio para que cualquiera pudiera tener la oportunidad de hablar. Para países desarrollados, esa oportunidad era más clara, pero para los países en desarrollo, no; y esa fue mi tarea.

Cuando dejé TED, varias personas me pidieron que hiciera algo nuevo que no solo sirviera como inspiración, sino que tuviera un impacto real, y fui a la Singularity University a impulsar esa expansión global, con la idea de crear una organización que tuviera un mayor impacto. Así creé Boma, una plataforma en la cual se discuten toda clase de temas con el fin de que se tomen decisiones en una comunidad.

¿Ya está funcionando?

La lanzamos hace un mes y medio. Estamos buscando aliados en el sector privado y en los países, y la idea es que sea una iniciativa global, y está enfocada en tecnología, ciencia, ética y arte, y la manera inteligente como nosotros diseñamos el futuro que queremos.

¿Cómo fue ese paso de ser una mujer de Sudáfrica a ser parte de comunidades tan importante? ¿Fue difícil?

Nunca me he enfocado en las barreras de ser mujer. En mi carrera he tenido un sinnúmero de dificultades, pero siempre me he enfocado en cómo hacer mi trabajo y cómo lograr que se lleve a cabo. Lo más difícil que pasé fue ser parte de la Singularity University porque es un entorno de hombres, pero no me enfoqué en las barreras, sino en cómo saltarlas y hacer un mejor mundo.

MARÍA CAMILA GONZÁLEZ
@camilagolarte

Fuente: https://www.eltiempo.com/vida/mujeres/entrevista-a-lara-stain-sobre-igualdad-de-genero-331790

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Entrevista a Pedro Uruñuela: “Las conductas disruptivas no se ven en los planes de estudios del máster de formación o de Magisterio”

Entrevista/28 Febrero 2019/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la Educación

Pedro Uruñuela ha sido maestro, inspector y parte del Ministerio de Educación, y ha dedicado buena parte de su carrera a la convivencia. Apuesta por crear un buen clima, repensar el currículo y la organización escolar, además de en la justicia restaurativa. Hablamos de estos temas por la publicación de su último libro.

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Fotografía: Teresa Rodríguez

Pedro Uruñuela suma más de 40 años en la educación, donde las ha visto de todos los colores. Ha sido profesor, inspector y ha pasado por el Ministerio de Educación, donde fue responsable del Plan Estatal de Convivencia entre 2004 y 2008, lo que le da una perspectiva más amplia de los problemas que afronta el sector. En los últimos años, Uruñuela se ha dedicado a plasmar su saber y experiencia en libros, siempre en relación a la organización y convivencia en el aula. Su último texto, La gestión del aula. Todo lo que me hubiera gustado saber cuando empecé a dar clase (Narcea Ediciones) está concebido a modo de manual práctico para maestros y profesores. Con un punto autobiográfico y una pequeña vocación de hacer las veces de la tesis que nunca tuvo tiempo de completar, Uruñuela lamenta en el libro la poca atención que se presta desde la Administración, tanto a nivel legislativo como formativo, a la disrupción en el aula y el buen discurrir de las clases. Este exprofesor achaca estas circunstancias, al menos en buena parte, a la escasa preparación de los docentes para afrontarlas en los colegios por su ausencia de los planes de estudios y a unos currículums inabarcables y alejados de los intereses de los alumnos, con los que resulta muy difícil motivarlos en clase.

¿Qué cuenta en el libro?

Las líneas generales se centran en las situaciones que se han vivido en los centros de secundaria, últimos cursos de primaria y FP. Habla de las respuestas que da muchas veces el alumno en situaciones concretas, en las que manifiesta su disconformidad con situaciones que ocurren en el aula. El trabajo lo hice a partir de 20.000 partes de expulsión de clase y la reacción del alumnado. Analizo qué respuesta y qué problemas hay. Planteo, en síntesis, tres grandes apartados que normalmente el profesor de secundaria no tiene en cuenta.

El primero son las relaciones interpersonales, la necesidad de crear un buen clima en el aula, constituir un buen grupo de alumnos, que no se crea solo, tener una buena comunicación con chicos y chicas, mecanismos y procedimientos de transformación de los conflictos y el protagonismo del alumnado. El segundo son los elementos motores del alumnado que son dos, fundamentalmente: las emociones de los alumnos y qué expresan en su día a día y las motivaciones que tienen, por qué se mueven. El tercer punto son los elementos internos del aula, como puede ser todo lo relacionado con el currículum: la selección de contenidos, la metodología, la forma de evaluar, la organización del aula y los horarios. También hay que tener en cuenta las normas y las formas de corregir las conductas. Qué modelos hay, si es punitivo, etc. Analizo las respuestas que se dan y cómo deben ser las reacciones a las conductas disruptivas en el aula.

Ha estudiado 20.000 partes emitidos a lo largo de muchos años. ¿Han evolucionado las conductas disruptivas en su número o forma?

He notado un cambio muy significativo. Cuando empecé la tesis los cursos más conflictivos eran 2º y 3º de la ESO, y ahora son 1º y 2º. El factor fundamental de este cambio es que, desde la LOE, se puede repetir en 1º. También he notado, y hay comunidades como Extremadura y Castilla y León que están estudiando el problema en primaria, donde 5º y 6º empiezan a tener problemas de conducta. También ha aumentado en la FP Básica vinculado, en este caso, al enfoque academicista que hace la LOMCE de esta etapa frente a lo que eran los PCPI. También ha aumentado mucho en los centros de educación de adultos. Ocurre en los centros que acogen al alumnado de 16 o 17 años y que ya no puede ir al centro normal porque ha repetido demasiado y tiene que pasar al de adultos, pero lo hace con la misma actitud. Una cosa que me llama la atención es que pese a que las conductas disruptivas son de las principales preocupaciones de los profesores no existen datos generalizables sobre este fenómeno en toda España.

¿Cree que ha aumentado la conflictividad en las aulas?

Hay factores que no acabamos de abordar. Uno fundamental es la falta de preparación de los profesores. Las conductas disruptivas no se ven en los planes de estudios del máster de formación o de Magisterio. Es muy raro que se trate más allá de una charla. En los 41 años que tengo de experiencia me he encontrado una sola profesora que no dominaba su materia. Pero, sin embargo, me he encontrado muchísimos casos de compañeros que no sabían cómo dirigirse al grupo, cómo lograr una buena motivación y respuesta de su alumnado, etc. Es un tema muy preocupante y hay que seguir con él. Creo que sigue predominando el enfoque muy academicista del currículum. El currículum es inabarcable, son muchos temas y muy alejados algunos de los intereses del alumnado. Seguimos manteniendo estructuras organizativas obsoletas. Los IES siguen organizados por departamentos, se reúnen cada semana. Pero ¿dónde tienen lugar los problemas? En 1ºA, 3ºC… en cursos concretos. Los departamentos se reúnen semanalmente, pero ¿Cuándo lo hacen los profesores que dan clases en esos niveles? ¿Cuándo hablan de qué respuestas dar a determinadas conductas, cómo tratar a las clases? Cuando estuve en el Ministerio se planteó esto y las comunidades autónomas pidieron que el Departamento no legislara. Algunas lo han hecho por su cuenta, pero creo que sigue siendo insuficiente.

Fotografía: Teresa Rodríguez

¿Me podría dar una pincelada de por dónde iría un modelo de respuesta concreta a una situación disruptiva?

El problema primero son las ideas que tenemos como profesores. Muchas veces, sobre todo en secundaria, predomina la idea de que yo soy profesor de una materia y el resto no me incumbe. Debemos cambiar esa idea de que las condiciones del aula se crean solas y de que el alumno habitual, estadísticamente hablando, es el que quiere aprender. Daniel Pennac dice que el alumno normal es el “zoquete”, en el sentido de que es al que hay que explicar que lo importante es estudiar y cómo influir en sus motivaciones. Lo primero es cambiar esta idea; el profesorado, a veces, no ha asimilado que la educación es un derecho fundamental de todo niño o niña. El derecho a la educación no es a tener una plaza escolar, es al éxito educativo. Y muchas veces dejamos de lado a niños. ¿Qué pensaríamos si un médico dijera: “Este paciente es complicado, lo dejamos de lado”? Allí se pelea hasta el final, aquí debería ser lo mismo, sacar a todos los alumnos y alumnas, tener una mentalidad ambiciosa. Me gusta mucho una idea de Juan Paello de que la labor del profesor, más que explicar una materia, es contagiar las ganas de estudiar esa materia. El buen profesor es un motivador y hace que sus alumnos se interesen. Lo primero es trabajar esto, entender qué es la inclusión y que nuestra tarea como profesores es salvar a todos y no dejar a nadie fuera.

También proporciono una serie de pautas, planteo qué conductas funcionan en el aula después de hablar con muchos profesores para la tesis. Un ejemplo muy simple, pero chocante: he visto a muchos que entran en clase y, sin saludar siquiera, se ponen a dar la lección. Hay que cuidar estas cosas. Pautas como no continuar con la misma actividad excesivo tiempo, centrarse en las cosas que tiene que hacer el alumno y no nosotros, los profesores. Acabo dando respuestas concretas a determinadas situaciones, como no entrar a provocaciones, no discutir con los alumnos delante del grupo porque llevamos todas las de perder. Y ofrezco 14 propuestas para no echar a alumnos de clase. Otra de las cosas que cuento es que, aunque parezca mentira en estos momentos, la sanción más habitual en los centros educativos sigue siendo mandar copiar equis veces algo, o el reglamento de régimen interior del centro. Son cosas que chocan y demuestran la falta de formación para abordar estos problemas en los centros.

¿De verdad es así? Cuesta creerlo.

Lo tengo muy comprobado y hay compañeros que lo confirman. “Claro que es eso, ¿qué voy a hacer, si no puedo echarlo de clase?”. Tenemos un sistema muy sancionador, muy punitivo, nos planteamos quién es el culpable en vez de qué necesidad educativa presenta este alumno disruptivo, etc.

Ha escrito al menos un libro sobre convivencia, otro sobre gestión del aula… ¿Cree que estos aspectos digamos organizativos son de los grandes problemas de la escuela?

Los problemas organizativos son de los principales. Toda la enseñanza secundaria está organizada conforme al modelo universitario y de una enseñanza voluntaria. Los IES se inician como preparación para la universidad y copian su organización por departamentos. ¿Tiene algún sentido que haya 14 departamentos y ninguna reunión por etapas? Pasa lo mismo con los horarios, se mezcla el que debe tener el centro con el de los profesores y los alumnos. El sistema es muy rígido, con clases de 50 minutos que no se pueden tocar. El problema organizativo es importante, pero solo es uno más. Sigo creyendo que mientras no abordemos qué currículum queremos en el siglo XXI y para qué alumnado, seguiremos teniendo problemas. Es demasiado académico. En el Observatorio de la Convivencia preguntamos a los alumnos qué pensaban sobre los estudios. El 34% decía que le costaba mucho enterarse de lo explicábamos los profesores en clase, pero es que el 64% decía que no le interesaba nada, directamente. El problema no es de los profesores. El estudio analizaba relaciones y planteamientos y los profesores y el clima del instituto estaban bien valorados; el problema es el currículum, muy extenso y alejado de los intereses del alumnado, la metodología también. Y, a veces, los profesores confundimos haber explicado toda la materia con que los alumnos la aprendan. Es preferible ir a cosas más elementales y básicas, pero siempre pensando en el alumno, no en la versión de la LOMCE de ir a lo importante entendido como Matemáticas y Lengua. No tener el título también es un problema social, más que educativo. Hay que ser consciente de esto y no ser purista con que no se conozca mi asignatura concreta.

No parece que se hable mucho en la administración de esto…

Muy poco. Suelo ironizar cuando doy cursos preguntando qué tienen en común las reformas educativas: que cada una aumenta los contenidos del currículum respecto a las demás. Hay que pararse y preguntarse dónde vamos, y más en una época en la que los medios tecnológicos nos permiten llegar a la información.

Le he leído ser crítico con el adelanto a los 12 años del paso del alumnado del colegio al instituto. ¿Por qué?

Es un problema que afecta sobre todo a la escuela pública, porque los concertados cubren todas las etapas. En su día, por lo que yo supe, la razón fundamental fue económica, era más fácil eso que aumentar los colegios. Pero se han creado disfunciones que no hemos abordado. A los 12 años, cuando están empezando la adolescencia y más necesitan un adulto de referencia, aunque sea para enfrentarse a él y madurar, pasan del colegio, en el que tienen 5-6 maestras como mucho y ven cada día dos, tres o cuatro horas a su tutor, y pasan a un régimen de instituto donde tienen 12 o 14 profesores, muchos de ellos con 2 o 3 horas a la semana. Pierden la referencia. Y pasan de un sistema muy organizado y cerrado a uno muy abierto. Eso influye mucho. Otro tema muy importante es que en primaria, de alguna manera, han vivido una cierta continuidad en el grupo. Este empieza en 1º y llega prácticamente igual a 6º. Se conocen, tienen sus identidades. Pero en Secundaria cambian por completo, muchas veces de curso a curso también, y se hace sin un trabajo específico. Son condiciones que no benefician la integración de los alumnos. Yo defendí que era mejor hacer 9º y 10º de Primaria mejor que 1º y 2º de ESO. Otro problema es que coexisten enseñanzas voluntarias con obligatorias. Puede estar el mismo profesorado en Bachillerato y en la ESO, pero no cambian el chip, y eso se nota. Creo que no es adecuado que sean los mismos, sobre todo cuando no se ha formado un cuerpo de profesores como tal.

¿Cree en los castigos como método de imponer la disciplina?

De entrada, no. Por muchas razones. El castigo responde a un modelo punitivo, da por hecho que por sí mismo va a enseñar la conducta positiva. Pero el castigo en sí no te dice la conducta correcta sino la incorrecta. Planteo que hay que ir a otro modelo de justicia, a un modelo que se centre en lo restaurativo y en el desarrollo de una conducta distinta. Tomo la teoría de las tres erres y la adapto: cualquier alumno que causa un daño debe, primero, repararlo; en segundo lugar, debe darse la reconciliación, y, tercero, resolver los factores que están por debajo de ese conflicto. Muchas veces el problema se origina en una falta de nivel académico, etc. Mientras no se corrijan esos problemas no se va a solucionar.

Para muchos alumnos el castigo es la expulsión a su casa. Pero para muchos de estos chicos, que no están a gusto en el colegio, el castigo es un premio, no una sanción. Otra cuestión es que lo que se hace en los institutos es aplicar la norma, por ejemplo, una sanción de cinco días en casa. ¿Cómo se les recibe cuando vuelven? ¿Cómo hemos trabajado sus emociones, sus valores, su actitud? No se hace nada. Planteo en el libro que el castigo no produce un cambio de conducta de manera automática, que lo que lo hace es la reflexión. Y pido dos cosas: que las sanciones se cumplan en el centro, que no se expulse y, en segundo lugar, que se cree un espacio de reflexión (un aula de convivencia) en el que el alumno pueda pensar qué ha pasado, qué ha motivado. En muchas conductas el alumno entra en modo amígdala, esto es, predomina el sistema límbico y dentro de él la amígdala con lo que predominan sus emociones. Pero debe ser la corteza frontal la que entre en funcionamiento y controle sus emociones. Lamentablemente, las aulas de convivencia han acabado en el cuarto de los ratones, donde aparcamos a los alumnos disruptivos. Por todo eso, creo que los castigos no funcionan. No digo que no haya que cambiar las conductas, pero no así.

Fuente e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/02/28/las-conductas-disruptivas-no-se-ven-en-los-planes-de-estudios-del-master-de-formacion-o-de-magisterio/

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Entrevista a Ignacio Calderón: “Lo que nos falta (en la educación inclusiva) no es evidencia científica, es voluntad política”

Entrevista/28 Febrero 2019/Autor y Fuente: El diario la Educación

Ignacio Calderón, profesor de la Universidad de Málaga, acudió ayer a la Comisión de Políticas Integrales de la Discapacidad para hablar sobre educación inclusiva.

La legislatura ya se acaba. De hecho, ayer se celebró la última sesión de la Comisión de Políticas Integrales de la Discapacidad. Entre los diferentes temas tratatados, el de la educación fue uno de ellos. Ignacio Calderón, profesor de la Universidad de Málaga y referente en eduación inclusiva acudió para hablar del derecho a la educación inclusiva de calidad de las personas con discapacidad.

“A menudo se piensa, aseguró Calderón, que cuando una niña o un niño señalado por la discapacidad está en una escuela ordinaria, ya hablamos de educación inclusiva y esto, de ninguna manera es así. Hay que mirar la organización escolar, las prácticas habituales, las metodologías, en los libros de texto, en las actividades que hace el alumnado, en los horarios, en los ritmos uniformes… todas esas cuestiones que pasan inadvertidas porque son lo común, lo normal hacen que las escuelas sean lugares inhóspitos para determinadas personas que allí habitan”.

La comparecencia ocurrió pocos días después de que de nuevo surgiera la polémica entre el sector de la educación especial que se manifestó en contra del cierre de los centros de educación especial. El proyecto de ley de educación aprobado por el Gobierno hace unos días ponía sobre la mesa la cuestión de la transición desde el modelo de sistema educativo actual en el que conviven diferentes formas de escolarización, por uno en el que todo el alumnado estuviera matriculado en los mismos centros. El proyecto, dado el adelanto electoral, ni siquiera llegará a ser tramitado en el Congreso.

Durante algo más de una hora, Ignacio Calderón repasó la necesidad de que las administraciones enfrenten la obligación legal que supone la ratificación en 2008 de la Convención de los Derechos de las personas con Discapacidad en la que se habla del derecho a la educación inclusiva de calidad.

“La educación está obligada a afrontar el reto de cuestionar el modelo escolar que está negando sistemáticamente los derechos humanos a toda nuestra infancia. Y he dicho a toda; a quienes son excluidos de la educación común y al resto que aprende a ser excluyente”. El profesor de la UMA se mostró tajante durante su intervención: “Hablamos de derechos humanos con mayúsculas. que siguen siendo vulnerados y han de ser respetados por obligación moral y por imperativo legal. Hablamos de un gran proyecto (que parece simple y no lo es) para educarnos juntos”.

Calderón dio algunas pinceladas sobre lo que está ocurriendo desde hace años en el sistema educativo: “Demasiados niños y niñas son dirigidos a modalidades de escolarización excluyentes ya sea en aulas específicas en centros ordinarios, o en centros de educación especial y esta separación es inadmisible”.

Frente a quienes hablan de que ha de primar el derecho de las familias a la libre elección de centro para sus hijos, Calderón entiende que dicha libertad, en estos casos, tampoco se está dando. “Muchas familias están siendo invitadas a abandonar la escuela común porque no van a ofrecerles lo que sus familiares necesitan. Algunas de estas se ven forzadas al cambio, otras asumen que es lo mejor porque son profesionales quienes lo indican y eligen, entre comillas, la educación segregada; otras han huido del castigo que les ha supuesto la educación ordinaria. Es evidente que en ninguno de los casos es una elección, sino de un condicionamiento férreo”.

Para apoyar este argumento, Calderón habló también de los informes psicopedagógicos que son los que terminan en dictámenes de escolarización que llevan a las familias a los centros especiales o a los ordinarios en los que hay aulas específicas. Y leyó el dictamen de un alumno de educación infantil justo en el momento de paso a la educación primaria: “En estos momentos el centro ordinario no tiene ni cultura, ni política ni prácticas inclusivas para que Álvaro pueda continuar en primero de primeraria”.

De esto, precisamente, es de lo que Calderón habla en sus artículos y entrevistas. De la necesidad de un cambio de cultura escolar, así como de las políticas y las prácticas educativas para que todas las personas puedan estar escolarizadas en los mismos centros. “Un centro escolar, aseguró, puede decir con impunidad a un niño de 5 años que se va a vulnerar su derecho a la educación porque ni hemos cambiado ni pretendemos cambiar la cultura, la política y la práctica del centro para atender al mandato legal de la Carta de los Derechos Humanos, de la Constitución Española y de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Esto no puede seguir así”.

Calderón no se quedó aquí y dijo a diputadas y diputados que “tienen ustedes la obligación de deterner esta vulneración sistemática de los derechos de la infancia y para ello han de prever una inversión decidida de esfuerzos y recursos humanos, formativos, materiales, para transformar cultura, política y prácticas”.

“Es necesario que la entrada de las personas señaladas por la discapacidad en la escuela ordinaria, así como la de otros colectivos, venga acompañada de una transformación de la cultura escolar de modo que esa ciudadanía previamente excluida de la institución pueda aprender, participar y aprobar”.

Y aquí volvió a insistir en otras claves importantes. La escolarización no es el fin último de la escuela inclusiva. Esta también debe garantizar que el alumnado con discapacidad pueda participar de lavida del centro y, además, pueda aprobar, conseguir un título que certifique sus conocimientos y capacidades, algo que hoy por hoy no ocurre.

Calderón insistió en la obligación de que la legislación no sea contrario al mandato de la Convención de los Derechos de las Personas con discapacidad y, además, se apoyó en la existencia de evidencia científica sobre el mayor aprendizaje, para todo el alumnado, cuando existe heterogeneidad en las aulas. “Aprendemos de la diferencia, y aprenemos a ser inclusivos cuando estamos con las diferencias. Aprendemos a ser abiertos, flexibles… más humanos. A convivir unos con otros”.

Y sobre la preocupación de las familias de la escuela especial en relación al cierrre de sus centros, aseguró: “Cómo no entender a los que han sido expulsados de la (escuela) ordinaria si lo he vivido en mi familia. Cómo no entender que huyan de la escuela que ataca a sus niños”. Pero eso sí, “eso lo pueden decir las familias, pero los representantes de la sociedad (en referencia a los políticos) no pueden escudarse en esto”. “El interior superior del niño, añadió, es el respeto a los derechos humanos” y, aunque comprende que las familias estén preocupadas y defiendan la segregación en centros o aulas específicas, cree que los representantes políticos han de defender la necesidad de una escolarización conjunta.

Calderón cerró su intervención hablando de la necesidad de que las administraciones y los legisladores tengan en cuenta la voz de las familias y del alumnado con discapacidad a la hora de transformar el sistema educativo para que “no preguntemos qué le pasa a tu hijo sino qué podemos hacer para que tu hijo esté en la escuela”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/02/26/lo-que-nos-falta-en-la-educacion-inclusiva-no-es-evidencia-cientifica-es-voluntad-politica/

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Entrevista a Marc Brackett: “Hay que dar al mundo permiso para sentir”

Entrevista/28 Febrero 2019/Autor: Pablo Guimón/Fuente: El país

El hombre que probablemente mejor conoce los sentimientos padeció bullying de niño. Esa fue la semilla de su interés en este ámbito de la psicología. El director y fundador del Centro de Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale asesora a colegios y empresas de todo el mundo para introducir ese concepto en sus rutinas

Una pregunta banal para romper el hielo podría dar lugar en esta oficina a un intercambio más largo de lo que el pudor aconseja. Mejor recurrir a la prodigiosa gama de adjetivos distribuidos por las paredes, en torno a originales altares de los sentimientos, que amenizan la espera del voyeur y le ofrecen una inesperada ventana al estado de ánimo de las personas que de cuando en cuando, entre afectuosas sonrisas, suben y bajan las escaleras de madera.

Estamos en la Universidad de Yale. Aquí nació, en un artículo científico de 1990, el concepto de inteligencia emocional. Esa virtud de cuya carencia se acusa tan a menudo a parejas sentimentales, padres, jefes y profesores. Trece años más tarde abría este Centro para la Inteligencia Emocional de Yale, fundado y dirigido por Marc Brackett, doctor en Psicología de 49 años.

La misión del centro, explica Brackett, es “usar el poder de las emociones para crear un mundo más sano, más equitativo, más innovador y más compasivo”. Por un lado, se investiga sobre las emociones y, por otro, se desarrollan “maneras novedosas de enseñar inteligencia emocional a gentes de todas las edades, de preescolares a presidentes de compañías”. Han “infundido la inteligencia emocional en el ADN” de 2.500 colegios por todo Estados Unidos, hasta la fecha, y también de Italia, Reino Unido, China, Australia, México o España, donde han trabajado en 25 centros. El medidor emocional, una de las herramientas del método, ha sido integrado en el curso de inteligencia emocional Hechos de emociones dentro del proyecto BBVA Aprendemos Juntos.

Según el medidor de estados de ánimo (Mood Meter), un gran cuadrado dividido en otros cuatro con diferentes colores, en el que los empleados colocan fichas con sus fotos y etiquetas con sus sentimientos, Brackett se encuentra “motivado”. Su nombre está en el cuadrado amarillo, que indica niveles altos tanto de energía (+4) como de afabilidad (+3). La pregunta, pues, es de rigor.

¿Cómo está? Ahora mismo tengo como 20 sentimientos diferentes. Mi pareja está en el hospital y me siento un poco nervioso por eso. Pero parece que todo está yendo bien. Me siento contento por estar haciendo esta entrevista. También un poco ansioso porque estoy terminando mi libro. Podría darle todas las piezas y decirle con todo detalle cómo me siento, estoy entrenado. Pero mucha gente no ha tenido ese entrenamiento. Si les pregunta, le dirán: “Bien”. Nada más. Pero hay miles de palabras para describir nuestros sentimientos. No necesariamente los tenemos que expresar, a veces es suficiente con saberlos nosotros. Pero mucha gente no tiene las herramientas para ello. No abunda la educación en lenguaje emocional. Y eso es lo que hacemos nosotros: asegurarnos de que la gente tenga las habilidades y las palabras para conocer sus emociones.

Cuando uno pregunta a alguien qué tal está, no siempre espera una respuesta larga. Tiene que haber un equilibrio. Es algo que debatimos mucho aquí. ¿Cuánto tiempo debes pasar hablando de sentimientos? Si te sientes triste, deprimido, ¿se trata de una depresión clínica? ¿Tienes que ir a ver a un psicólogo o a un psiquiatra? ¿O es que te sientes frustrado por un proyecto y necesitas ayuda para acometerlo? Hay que crear normas para las conversaciones sobre emoción. La pregunta es: ¿estás ayudando a la persona y a la organización, o interfiriendo negativamente en el desarrollo del trabajo?

¿Qué es la inteligencia emocional? Lo definimos como una serie de habilidades que nos ayudan a razonar con nuestros sentimientos y sobre nuestros sentimientos. Utilizamos el acrónimo RULER, en inglés, para describir esas habilidades. Se trata de reconocer emociones en otra gente o en uno mismo (recognizing); comprender las causas (understanding) y etiquetar esas emociones (labeling); tener un lenguaje para expresar y describir emociones (expressing), y, por último, regular esos sentimientos (regulating).

Mostrar emociones se ha entendido, tradicionalmente y en determinados ámbitos, como un signo de debilidad. Tener sentimientos no era visto como algo bueno. Nuestro centro tiene una perspectiva muy diferente: creemos que las emociones te hacen más listo. Son información, son datos, condicionan la forma en que piensas. Cuando sabes qué hacer con tus sentimientos, pueden pasar cosas buenas. Sabemos por nuestras investigaciones que la gente que suprime sus sentimientos no es tan sana como la gente que los expresa. Las emociones tienen que ir a algún lado. Así que, si no salen, van a tu corazón, a tu sistema inmunológico, a tu estómago… Sabemos que cuando controlas y suprimes tus sentimientos, eso interfiere con la cognición. Nuestro sistema emocional y el cognitivo están tan conectados que, si trato de no sentir, de suprimir mis sentimientos, será difícil para mí, por ejemplo, ser un buen estudiante.

Hay estudios neurológicos que revelan que en las emociones intervienen partes del cerebro responsables de funciones fisiológicas. Que las emociones son, literalmente, viscerales. Desde la perspectiva de nuestro centro, las emociones se producen por cambios en el ambiente. Puede ser un pensamiento que he tenido, pensar en mi madre, o alguien que ha entrado en mi oficina gritando. Entonces mi cerebro empieza a extraer significado de esa experiencia. ¿Es una amenaza? ¿Cómo reacciona el latido de mi corazón? ¿Tiendo a irritarme o a darle un abrazo? Mi memoria también interviene, con otras experiencias que se parecen a esta. Hay muchos factores en juego. Pero al nivel más simple, una emoción es una respuesta corta, mayormente automática, a un estímulo que causa cambios en nuestro pensamiento, fisiología y comportamiento.

Se habla de lo emocional como opuesto a lo racional, lo salvaje frente a lo civilizado. La investigación demuestra que cómo te sientes afecta a la manera en que evalúas las cosas. Sucede fuera de la conciencia. Si eres un profesor y tienes que corregir un trabajo, tu estado de ánimo guiará la manera en que lo evalúas. En nuestros experimentos manipulamos los estados de ánimo de los profesores y les damos a corregir los mismos trabajos. Por ejemplo, les decimos que pasen cinco minutos escribiendo y recordando un día realmente horrible, o uno muy bueno, y entonces reciben una redacción y la valoran. Lo que vemos es que hay 2 puntos sobre 10 de diferencia en la evaluación. Luego les preguntamos si creen que cómo se sentían pudo haber influido, y casi el 90% dicen que no. Cuando les enseñamos las diferencias, no se lo pueden creer. Es decir, que cómo nos sentimos influye en nuestra manera de pensar y condiciona nuestros juicios, pero no somos conscientes de ello. Ser emocionalmente inteligente es comprender que antes de empezar a evaluar ese trabajo necesitas una pausa, reflexionar sobre dónde estás. Solo la identificación del sentimiento te ayuda a ponerlo en perspectiva.

Una vez identificada la emoción, ¿cómo reaccionar ante ella? Lo primero es reconocerla, comprenderla y etiquetarla. Después, expresarla y regularla. Hay que saber cómo se comunican los sentimientos en una organización para tener el resultado deseado. Si me siento cabreado y le digo a mi jefe que se vaya a la mierda, no funcionará muy bien. Quizá sí en Hollywood, pero aquí en Yale probablemente no. Tienes que saber cómo tu respuesta va a hacer sentir a la otra persona. Si va a hacer que quiera ayudarte o librarse de ti.

Las redes sociales, la mensajería instantánea…, hay hasta un lenguaje nuevo, el de los emoticonos, para expresar estados de ánimo. ¿La nueva comunicación no sobreexpone precisamente las emociones? Hay investigaciones que dicen que las madres de recién nacidos solo comparten fotos de sus bebés cuando están sonriendo, y cuando las ven otras madres piensan que el suyo está llorando todo el día, y eso las hace sentirse peor. Solo publicitamos nuestro mejor ser y cuando el receptor no se siente así, eso le hace sentirse mal. Luego están los grupos privados de adolescentes, por ejemplo, en los que comparten sus peores experiencias. No sienten que puedan hacerlo en el mundo real. Si solo las comparten con otros adolescentes que están en la misma situación, no obtendrán el apoyo que necesitan. Mi pregunta es: ¿por qué hemos creado una sociedad en la que los adolescentes tienen que crear subgrupos para expresar su ansiedad, su tristeza?

Los estudios que han realizado ustedes con estudiantes estadounidenses no son excesivamente alentadores en términos de salud emocional. En 2016 estudiamos a 22.000 alumnos de secundaria y vimos que las tres principales palabras a las que recurrían cuando les pedíamos que expresaran sus sentimientos en clase eran “cansado”, “estresado” y “aburrido”. El 77% de las palabras que decían podrían categorizarse en esas tres. Para mí, como científico emocional, la pregunta es: ¿cómo afectan esos sentimientos a la atención en clase? No puedo imaginar que seas la persona más dispuesta a aprender cuando estás cansado, estresado y aburrido. ¿Qué tipo de decisiones estarás tomando y cómo afectará eso a tus elecciones, por ejemplo, en drogas y alcohol? ¿Qué tipo de relaciones construirás cuando estás cansado, estresado y aburrido? ¿Y qué hay de la creatividad? Es difícil ser innovador cuando estás cansado, estresado y aburrido todo el tiempo. La depresión es la segunda causa de muerte de los adolescentes. El 20% de los estudiantes de secundaria podrían ser diagnosticados con depresión, eso es muy significativo. Lo que sabemos es que los adolescentes con las habilidades emocionales menos desarrolladas, los que no son buenos leyendo a la gente y no entienden sus propias emociones, tienden a tener más depresión, ansiedad y comportamientos agresivos.

¿Cómo contribuye la inteligencia emocional en el desempeño profesional? Las emociones en el lugar de trabajo funcionan como en el colegio. La gente tiene habilidades cognitivas para hacer el trabajo, pero les faltan habilidades emocionales. Saber, por ejemplo, cómo dirigir una reunión de trabajo, cómo inspirar a un equipo, cómo hacer una presentación buena, cómo manejar un conflicto. Desde nuestra perspectiva, las habilidades de inteligencia emocional son de una importancia crítica para el éxito en el puesto de trabajo, y también para la búsqueda de empleo. Las relaciones humanas son cruciales en el trabajo.

¿Cómo sería un lugar de trabajo emocionalmente efectivo? Lo primero es saber cómo se siente la gente. Si no sé que la gente aquí se siente poco respetada, poco valorada o desconectada, pierdo muchísima información. Así que lo primero es preguntar a la gente cómo se siente. Debes dejarles expresar sus sentimientos y no tomártelo de manera personal. Seguro que yo he hecho cosas en el pasado que han provocado a la gente sentirse incómoda. Necesito saberlo, porque lo último que quiero es que alguien que trabaja en mi equipo tenga sentimientos negativos sobre mí. Eso va a sabotear la organización. Una vez sabemos cómo se siente la gente, es importante preguntar cómo quiere sentirse. ¿Qué hace cada día una persona para sentirse más conectada? ¿Cuál es la última vez que le dijiste a alguien que le aprecias, la última vez que ofreciste ayuda? Es importante ayudar a la gente a desarrollar las habilidades de inteligencia emocional, a manejar sus emociones de manera más efectiva. Hay muchas maneras de mejorar emocionalmente un lugar de trabajo, pero todas tienen que ver con interesarse por cómo se siente el individuo, averiguar cómo se quiere sentir el grupo y apoyar a cada persona a desarrollar las habilidades que necesita para gestionar sus sentimientos. Hemos demostrado en nuestras investigaciones que las habilidades emocionales del supervisor tienen un correlato con cómo se siente la gente en el trabajo. Se siente más inspirada cuando trabaja en una organización donde hay un líder con inteligencia emocional. Piénselo: si trabaja para un supervisor con poca inteligencia emocional, ¿va a dirigirse a él cuando tenga un problema?

¿Cómo debe ser la relación del profesor con el alumno? ¿Debe ser su amigo? Hay que tratar a los niños como personas. Eso es lo importante para nosotros. Los niños tienen derechos, debe hablárseles con respeto. Deben ser tratados con dignidad. Son pequeñas personas, y las palabras y las formas de comunicación afectan a su desarrollo.

¿Y la de un jefe con su subordinado? Es lo mismo. Si la gente no me ve como alguien accesible, no sentirá que estamos en el mismo equipo. Aquí, por ejemplo, todo el mundo sabe que soy el jefe. Hace falta claridad. La gente tiene que saber que yo tomaré ciertas decisiones porque soy el jefe. Es importante la transparencia en el liderazgo. Hay quien cree que el hecho de que la gente sepa cómo te sientes te hace más débil. Para mí, ayuda a construir relaciones y, si creo que es bueno que estemos conectados, inspirados y apoyados, es mi responsabilidad como jefe ser parte de eso. Eso determinará cómo hablo a la gente, cómo me implico cuando hay conflictos. Tiene que ver con cómo asignamos las tareas. Si la gente pide mayor equilibrio, debes respetar sus vidas personales y no escribirles mensajes por la noche en fin de semana. Si trabajas en Wall Street, aceptas el hecho de que trabajarás los fines de semana. En la academia, por ejemplo, es diferente. Pero debe haber claridad.

Su propio interés por la inteligencia emocional surgió a raíz de una experiencia de bullying. Así es. Fui un niño muy ansioso y tuve problemas de bullying. Aún hoy me resulta espeluznante que nadie supiera leer mi expresión facial, mi lenguaje corporal, mi tono de voz. Nadie dijo: “Este niño necesita ayuda”. La gente lo ignoraba o se apartaba. O pensaban que tenía que superarlo yo solo, que debía ser un tipo duro. Pero sigo sin ser un tipo duro. Yo no era buen estudiante, pero de alguna manera sabía que era listo. Así que estaba encerrado en esta extraña dinámica por la que no podía hacerlo bien académicamente, pero sabía que tenía algo de poder ahí arriba. Solo más adelante me di cuenta de que todo era por mis sentimientos. La ansiedad, el estrés, la preocupación interferían en mi concentración. Resulté bendecido por el hecho de que tenía un tío que fue mi héroe. Tuvimos conversaciones muy especiales. Mi próximo libro está dedicado a él porque fue el adulto que me dio permiso para sentir.

¿Cómo eran sus padres? Mi madre y mi padre eran cariñosos… la mayoría del tiempo. Pero tenían sus cosas. No eran muy habilidosos en la gestión de sentimientos. Mi madre era tan ansiosa que yo decidía no decirle nada porque se pondría nerviosa. Mi padre solo me decía que tenía que ser duro. Y yo sabía que no iba a ser duro, así que tampoco podía hablar con mi padre. Ahí estaba yo, atrapado en mis emociones. Un niño pequeño aterrado por el bullying, fracasando académicamente. ¿Y adivina qué? La vida era una mierda. Era difícil hacer amigos. Era difícil concentrarse. Entonces empiezas a no saber cómo regularte afectivamente y de repente entras en una espiral.

¿A qué señales deberían estar atentos los padres?Se trata de construir relaciones. Conocerse, tener conversaciones. Pasar tiempo de calidad. Preguntar qué tal. Y cuando el niño responde que bien, decirle: “Venga, qué ha pasado hoy, cuéntame”. Y cuando te lo cuenta, preguntarle cómo se siente por eso. ¿Por qué estás ansioso, por qué tienes miedo? Mi padre, que era un tipo duro, no habría tenido miedo al bullying porque se habría enfrentado. Por eso, que me dijera que lo superara no me ayudaba porque yo no era como él. Es crítico comprender que no se trata del adulto, sino del niño. Se trata de estar conectado y eliminar todo el juicio que rodea a la emoción.

¿Cómo se elimina ese juicio sobre los sentimientos? Hay que dar al mundo permiso para sentir. La buena paternidad es tan importante porque, si la afrontas a través de tus lentes y tus experiencias, entonces careces de empatía. Porque no se trata de ti. Nunca nada se trata de ti cuando eres padre, se trata de tu hijo, de sus experiencias. Si constantemente quieres que tus hijos sean como tú, lo que sucede es que no permites que sean ellos mismos. Si mi hijo me dice que tiene miedo, quiere decir que tiene miedo. No tengo derecho a decirle que no tiene que tener miedo, que debe superarlo, que debe ser duro. Estoy eliminando el derecho de mi hijo a ser un ser humano. No creo que los padres lo hagan conscientemente. Queremos estar rodeados de gente como nosotros, así que tratamos a la gente como si lo fuera. Y cuando los hijos no son como nosotros, es difícil. Ese era parte del problema con mi padre, que no podía enfrentarse al hecho de que yo no era un tipo duro como él. Y como no tenía habilidades, solo castigaba y gritaba.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/02/21/eps/1550759747_675256_1550853524_noticia_normal_recorte1.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/02/21/eps/1550759747_675256.html

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Entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui: “Tenemos que producir pensamiento a partir de lo cotidiano”

Cusicanqui es una de las referentes en el pensamiento subalterno en Bolivia. En su último libro, Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis, nos habla de lo ch’ixi como práctica descolonizadora.

Socióloga y activista de origen aymara, Silvia Rivera Cusicanqui (La Paz, Bolivia, 1949) es una de las referentes en el pensamiento subalterno en Bolivia. En su último libro Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis (Tinta Limón, 2018) nos habla de lo ch’ixi como práctica descolonizadora, una versión de la noción de lo abigarrado que ya conceptualizó el sociólogo René Zavaleta Mercado. Invita a reflexionar desde una mirada ch’ixi las realidades y coyunturas latinoamericanas. Plantea que lo ch’ixi “literalmente se refiere al gris jaspeado, formado a partir de infinidad de puntos negros y blancos que se unifican para la percepción, pero permanecen puros, separados”, y le sirve para “admitir la permanente lucha en nuestra subjetividad entre lo indio y lo europeo”.

Con un pasado muy vinculado a los movimientos kataristas, cocaleros y libertarios de Bolivia, hoy vive la militancia realizando su utopía en El Tambo, un espacio político y cultural en La Paz donde, junto a sus compañeros y compañeras del Colectivo Ch´ixi, organiza cursos y actividades, fiestas y presentaciones, uniendo los saberes teóricos con la labor manual. Ahí mismo realiza todos los años, después de su salida forzada de la Universidad Mayor de San Andrés de Bolivia, el taller de Sociología de la Imagen, un espacio de formación para descolonizar nuestras miradas. Silvia entiende la imagen como “narrativa, como sintaxis entre imagen y texto, y como modo de contar y comunicar lo vivido”.

En tu reciente visita a México señalaste que en América Latina no se está en condiciones de hablar de pensamiento decolonial ni postcolonial. Afirmaste que lo decolonial es una moda, lo postcolonial un deseo y lo anticolonial una lucha. ¿Cómo seguir este camino anticolonial?
Yo creo que es una forma de poner en relieve que este proceso tiene larga data. Desde tiempos coloniales se han dado procesos de lucha anticolonial; en cambio, lo decolonial es una moda muy reciente que, de algún modo, usufructúa y reinterpreta esos procesos de lucha, pero creo que los despolitiza, puesto que lo decolonial es un estado o una situación pero no es una actividad, no implica una agencia, ni una participación consciente. Llevo la lucha anticolonial a la práctica en los hechos, de algún modo, deslegitimizando todas las formas de cosificación y del uso ornamental de lo indígena que hace el Estado. Todo eso son procesos de colonización simbólica.

Has profundizado mucho en la sociología de la imagen, tomando la imagen como teoría y no solo como ilustración. ¿De qué forma te sirve la imagen?
Es una forma de replantear el papel de la visualidad en la dominación y también sirve como forma de resistencia. Se trata de descolonizar la conciencia propia, superar el oculocentrismo occidental y convertir la mirada en parte de una experiencia completa, orgánica, que implique los otros sentidos también, como el olfato o el tacto. Es decir, reintegrar la mirada al cuerpo.

Quisiera profundizar en el concepto ch´ixi. ¿Cómo llegas a él y qué significa para ti?
Surge como una metáfora que me comunica un escultor aymara —Victor Zapana— hablando de animales como la serpiente o el lagarto, que vienen de abajo, pero también son de arriba, son masculinos y también femeninas. Es decir, tienen una dualidad implícita en su constitución. Y eso me parecía a mi una muy buena metáfora para explicar un tipo de mestizaje que reconoce la fuerza de su lado indígena y la potencia para poder equilibrarla con la fuerza de lo europeo. Entonces se propone a lo ch´ixi como una fuerza descolonizadora del mestizaje. Lejos de la fusión o de la hibridez, se trata de convivir y habitar las contradicciones. No negar una parte ni la otra, ni buscar una síntesis, sino admitir la permanente lucha en nuestra subjetividad entre lo indio y lo europeo.

Resulta interesante como varias personas han manifestado alivio y tranquilidad al comprender tu noción de lo ch´ixi, sobre todo, en relación con problemas de identificación.
A mi también me ha llamado la atención que pueda dialogar este concepto con experiencias tan distintas. Lo que pasa es que todos vivimos una contradicción muy fuerte, entre lo occidental y lo que nos da el paisaje, el ámbito local, que nos conecta con la otra cara.

El concepto ch´ixi lo has pensado desde y para Abya Yala [nombre dado a América por sus habitantes antes de la invasión europea] y los procesos que se dan en este territorio pero, ¿es posible llevarlo a otros territorios? ¿Existe una universalidad de lo ch´ixi?
Yo creo que eso depende de cada quien, cada pensamiento lo tiene que desarrollar en su territorio, fuera del ámbito andino. Yo lo he trabajado para aquí, pero sí pienso que tiene una potencia universal porque la contradicción es un hecho de nuestro tiempos. La conciencia de que la identidad es una camisa de fuerza y cada persona vive muy contradictoriamente la identidad. Eso pasa aquí y en todos los lugares.

Aludiendo al título de tu nuevo libro, ¿cómo puede ser posible un mundo ch´ixi?
Es una utopía. Es una utopía el pensar que podemos realmente colectivizar esa visión y convertirla en un recurso de acción política. No se realiza, pero creo que como horizonte es una posibilidad de rebeldía.

¿Qué aportes le puede dar esta mirada ch´ixi a los feminismos latinoamericanos?
La coexistencia entre lo masculino y lo femenino en cada subjetividad. No la separación ni la segregación, sino la yuxtaposición de las dos fuerzas, de los dos principios en cada subjetividad.

¿Cómo ves los feminismos en Latinoamérica hoy en día?
Bastante fuertes. Yo creo que es una marca y un signo de la época. Las mujeres ya están activamente y masivamente saliendo a la esfera pública a reclamar cosas que antes eran vistas como exclusivas del ámbito privado. Sobre todo en Argentina creo que es muy rico el proceso de las mujeres. En Bolivia el discurso está muy mediatizado por las ONGs y el Estado. Hay, obviamente, grupos como el de Mujeres Creando que superan eso pero todavía yo lo encuentro muy débil.

La mujer tejedora está muy presente en tus libros para reflexionar en torno al lugar de la mujer en el mundo andino. ¿Para que te sirve?
Es una gran metáfora de la interculturalidad. Las mujeres siempre tejen relaciones con el otro, con lo otro. Con lo salvaje, con lo silvestre, con el mercado, con el mundo dominante. Siento que hay una capacidad de las mujeres de elaborar relaciones de interculturalidad a través del tejido. Es un reconocer también que el cuerpo tiene sus modos de conocimiento. Aquí, en el colectivo, decimos que “la mano sabe”.

¿La opresión india y la opresión de género son homólogas?
Son equivalentes y sería prácticamente la base de una alianza muy poderosa, indios y mujeres. De algún modo, la identidad de indios y mujeres es definida desde afuera, y por eso la resistencia consiste en autodefinirse.

En este sentido, ¿es para ti necesario retomar el paradigma epistemológico indígena?
Claro que sí. Sobre todo en tiempos de cambio climático es un paradigma verdaderamente alternativo porque supone otra relación con el mundo de los sujetos no humanos. Hablo de la naturaleza, de las formas de sustentabilidad y del cuidado de la tierra. Se debe entender que el ser indio es un paradigma totalmente diferente para enfrentar el mundo y para relacionarse con él.

Sin embargo, dista mucho del indianismo en Bolivia.
El indianismo está atrapado en una vocación totalmente estadocéntrica y estadolátrica. Está abocado en un discurso nacionalista de buscar un estado aymara y una nación aymara, lo cual es una barbaridad a mi parecer. Porque es esencialista, es una propuesta que no condice con la realidad. La realidad boliviana es una realidad abigarrada, con identidades muy confusas y mezcladas. Entonces el indianismo tiene la camisa de fuerza de la vocación estatal.

Estás aprendiendo aymara. ¿Cómo te ha servido para entender la realidad andina?
Es fundamental para mi. Empece hace mucho tiempo y voy a seguir aprendiendo hasta que me muera. Ha sido clave porque es un idioma que tiene una estructura completamente diferente y que te permite crear palabras y darle todo un sentido metafórico al lenguaje, que es muy propio de la cultura aymara. A mi me ha permitido hurgar en muchos aspectos que parecían paradójicos y que, a través del idioma, se me han clarificado. Sobre todo conceptos de temporalidad, de espacialidad, a través del uso de sufijos. Es un idioma muy complejo pero muy rico. Es un idioma aglutinante, porque es capaz de que un mismo término varíe según los sufijos y los contextos de enunciación.

Hablando de temporalidad me viene a la mente el aforismo aymara Quipnayra uñtasis sarnaqapxañani. 
Este aforismo de la cosmovisión aymara se puede traducir como “mirando atrás y adelante podemos caminar en el presente futuro”. Quiere decir que el pasado está por delante de nosotros. Esto es común a muchas lenguas indígenas. Hay varias lenguas indígenas que conciben el pasado como algo que tu ves por delante; el futuro, sin embargo, no lo conoces y por eso está atrás, en la espalda. Además es también una celebración de un gesto anacrónico, de poner el pasado por delante, de que el pasado surge e irrumpe en el presente.

¿Qué valor tienen para ti las lenguas originarias?
Muchísimo. Todos deberíamos aprender alguna.

En tus escritos reivindicas la micropolítica como espacio de resistencia y lucha. ¿Es necesario crear pequeñas comunidades de afinidad y tejer redes?
La macropolítica busca siempre un interlocutor en el Estado, ya sea con o contra el Estado. En cambio, la micropolítica está por debajo del radar de la política y trabaja sobre colectivos pequeños y acciones corporales que permiten que florezcan espacios de libertad. Lo que buscamos es repolitizar la cotidianidad, ya sea desde la cocina, el trabajo o la huerta. Eso es lo que queremos hacer aquí, en nuestro espacio El Tambo. Articular el trabajo manual con el trabajo intelectual, producir pensamiento a partir de lo cotidiano.

¿Romper la barrera entre el trabajo manual e intelectual?
Eso es. Desde que comencé en el taller de Historia Oral Andina, hemos hechos muchas cosas por fuera de la academia. Porque la academia no puede darte todo y te aleja del pulso colectivo, de lo que pasa en realidad, de las cosas que hace la gente. La idea es practicar la descolonización a través del cuerpo y eso no se dice, se hace.

Así nacen espacios emancipatorios como puede ser El Tambo. ¿Cómo has vivido tú este espacio?
Este año cumplimos nueve años. Hemos querido tejer un espacio de encuentro y de creatividad que permita a diferentes personas desarrollar su individualidad pero, a la vez, latir con el pulso colectivo. Crear un espacio de libertad, de realización personal, de camaradería y de compañerismo con propuestas comunes. A día de hoy estamos unas 18 personas en el colectivo. Además, es cierto que he visto muchísimos colectivos en toda América Latina. Lugares muy lindos e iniciativas muy pequeñas pero poderosas, ya sea de huertos, de derechos humanos, procesos de autonomía, o de soberanía alimentaria. De algún modo todos, estos espacios interrumpen en este proceso totalizador del capital y marcan un horizonte emancipatorio.

En octubre se celebran elecciones en Bolivia. Desde la toma de poder de Evo Morales en 2006 has sido muy crítica. ¿Cómo ves la coyuntura actual?
Está muy mal, está terrible. El gobierno está tomando el control de todas las instancias, del Tribunal Electoral, de todo el sistema judicial…. Está muy fea la cosa. Se nos vienen años difíciles. Veremos qué pasa en las elecciones. Por ejemplo, con el conflicto del TIPNIS, están esperando a ganar las elecciones para entrar de una vez. Ahora está habiendo una marcha de Sucre a La Paz, conformada por todas las comunidades afectadas por megaproyectos y por toda la intromisión estatal. Yo estoy apoyando eso también. Tenemos esperanzas, la gente no se deja totalmente

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/feminismo-poscolonial/silvia-rivera-cusicanqui-producir-pensamiento-cotidiano-pensamiento-indigena?fbclid=IwAR1p99x4bVgW7hVqMzTZwIb-9p1jxR0QbpK-pVx2yMaZFVQawd1sgGpnQKU

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