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Entrevista a Silvia Federici «El tratamiento a los mayores nos da una imagen de la lógica deshumana del capitalismo»

Fuentes: Naiz [Foto: la escritora Silvia Federici (Jagoba MANTEROLA, FOKU)]

Es marxista con muchos ‘peros’ y feminista sin duda alguna. Dice que le gusta «explicar» y son muchas y muchos quienes la escuchan. Con ‘Calibán y la bruja’ como su obra clave, Silvia Federici es una referente del feminismo.

Silvia Federici (Parma, Italia, 1942) llega a Iruñea invitada por Katakrak. Pende de sus ojos el peso de una mirada prospectora desviada de lo común –vuelta hacia los comunes– y hojea los títulos que llevan su firma y que Katakrak ha colocado en una mesa aparte. «¿Puedo llevarme una copia de este?» pregunta a la responsable del espacio cultural, y esta le responde con un «claro» tan evidente que parece que piensa: «¡Si es suyo!»

Ochenta años atraviesan sus palabras y su cuerpo y no puede dejar de mirar a la historia para leer el mundo actual: lo piensa, mastica y devuelve comprensible a sus lectoras. Recurre y regresa a menudo a las luchas feministas de la década de 1970 en Estados Unidos, como si intuyera que si hace cincuenta años no hubiera estado allí, no estaría en Iruñea un día de octubre del 2022 presentando ‘Ir más allá de la piel’.

Viene a Katakrak a presentar ‘Ir más allá de la piel’. En esta obra aterriza su pensamiento al mundo actual, al capitalismo contemporáneo. Teniendo en cuenta que vivimos una época de constantes cambios, a usted, como escritora, ¿le supone alguna dificultad pensar e interpretar la época actual?

¡Al contrario! Todos mis libros llegan hasta la experiencia contemporánea, a pesar de que siempre tengo una perspectiva histórica, porque el pasado para mí no es pasado, no es algo que ha muerto: vive en el presente. Nunca podría analizar el presente olvidándome del pasado. La clave es comprender el cambio social, comprender cómo las estructuras que son históricas todavía se transforman. El capitalismo tiene una historia de más de cinco siglos y en cada fase histórica se cambia, se vuelve en respuesta a las luchas, a los cambios económicos, a las crisis… pero la experiencia actual es fundamental.

En sus trabajos sostiene que las mujeres son el principal motor para la producción capitalista; antes de los 70 porque se dedicaban de manera gratuita a los trabajos reproductivos y, después, con su entrada en el mercado laboral, porque son ellas las que soportan las peores condiciones laborales, además de que siguen con el trabajo reproductivo gratuito.

Sí, cualquier tipo de trabajo, las mujeres lo hacen. Hacen el trabajo de reproducción, que incluye el trabajo del campo, de la agricultura o de la sanidad. También el trabajo extradoméstico, en las oficinas, en las fábricas, el trabajo industrial. En Bangladesh, en México a la frontera con Estados Unidos, en las llamadas zonas de libre comercio, hay formas de explotación del trabajo de la mujer similares a la esclavitud. Por eso, hoy las mujeres son las protagonistas del desarrollo. Y creo que siempre ha sido así.

¿No le parece que esta situación de vulnerabilidad les ofrece al mismo tiempo un gran poder, en cuanto las necesita el capital?

Claro, el trabajo de la mujer ha sido la fuerza que ha permitido relanzar una nueva fase del desarrollo. Por eso mismo las mujeres son las protagonistas de muchísimas luchas sociales, empezando por la lucha sobre la reproducción y la lucha contra la destrucción de la naturaleza. En muchos lugares de África y América Latina vemos que las mujeres están en primera línea contra la deforestación, contra la política del extractivismo, la minería, la extracción petrolera… porque se dan cuenta de que la destrucción de la naturaleza es la destrucción de la vida, de la comunidad. Y saben que aunque estas empresas pueden traer salarios para los jóvenes, destruyen a la comunidad la posibilidad de reproducirse.

Participó en la campaña ‘Salario para el trabajo doméstico’ en los años 70. La falta de salario convierte a las mujeres en dependientes y domésticas, sin embargo, el salario es uno de los mayores mecanismos de control del capital. ¿Cuál debe ser el punto de encuentro entre el trabajo de hogar y de cuidados y el salario para que no suponga una dependencia esclava de los hombres ni del capital?

Sí, pero voy a agregar: solamente se dice que el salario es una medida de control cuando se habla de las mujeres y del trabajo de hogar. No se dice que es una medida de control cuando se habla de los salarios de los profesores o de los salarios de los obreros industriales. Si es verdad que luchar por un salario reproduce el capital, ¿porqué no creamos los mismos discursos en relación a todos los trabajadores asalariados? ¿Qué vamos a proponer? ¿Que todos trabajen sin salarios?

El discurso por el salario en el trabajo doméstico era una estrategia de un momento concreto para liberar las mujeres de la dependencia de los hombres, para visibilizar que lo doméstico es un trabajo, un trabajo que produce capital y sustenta cualquier actividad productiva. Porque aunque no produce coches, produce trabajadores para generaciones futuras. Por ello, pedir un salario era una forma de abrir una vía de contacto y negociación entre mujeres y capital. En los años 70, la relación mujeres-capital era mediada por los hombres. Entonces, el salario no era el fin, nunca lo propusimos como tal, sino una estrategia para cambiar la relación de poder entre mujeres-hombres, mujeres-estado y mujeres-capital. Y a partir de esta posición empezar un nuevo ciclo de lucha.

En ‘Calibán y la bruja’ determinó que el capitalismo ha transformado los cuerpos en máquinas de trabajo y sostiene que las mujeres sufren una doble mecanización, productiva y reproductiva. ¿La implicación de los hombres en el trabajo de hogar y de los cuidados ayudaría a resolver esta situación?

¡Claro! Pero dos cosas: lo primero, esto no cambiaría la condición de este trabajo. El problema sigue siendo que este trabajo está desvalorizado, no está remunerado y no da acceso a beneficios como pensiones o un seguro de salud. Compartir el trabajo con los hombres es un paso. Pero lo más importante de todo es responsabilizar al Estado. Hemos visto en las luchas en torno al trabajo doméstico que la dificultad de compartir el trabajo con los hombres no es solamente la falta de voluntad de los varones, que es tanta, es también que la organización actual del trabajo y de los salarios provoque que sea mejor que el varón trabaje fuera de casa, porque su salario es mayor. Entonces, además de compartir, se necesita un cambio de la organización del trabajo asalariado.

En Euskal Herria, algunos sindicatos y partidos llevan tiempo reivindicando un sistema público de cuidados. ¿Cree que esto podría ser efectivo contra la crisis de los cuidados?

Claro que el Estado se debe responsabilizar. Aunque yo soy crítica con lo que dicen, porque el Estado debe responsabilizarse sin establecer un sistema de control y la comunidad debe decidir qué servicios nos va a dar el Estado. Soy contraria a que el Estado organice, debemos ser partícipes. Siempre he dicho que estos discursos de los comunes, los entramados comunitarios, las asambleas vecinales, son necesarios para cambiar nuestra relación con lo público. Porque hoy el Estado es neoliberal y no tiene ningún interés en reproducir nuestra vida. Nos ofrecen la sanidad para que volvamos a trabajar lo antes posible, nos ofrecen servicios, lo más baratos que pueden. Entonces, necesitamos una lucha desde abajo y esto significa que la comunidad debe organizarse y relacionarse con quienes trabajan en los servicios públicos. No es suficiente abrir las ventanas y aplaudir a las enfermeras, tenemos que encontrarnos con ellas y decidir qué necesitamos, qué podemos hacer.

«Cuando hablamos de trabajadores es necesario tener en cuenta la diversidad y saber que aún así podemos pensar en formas de lucha conjuntas. Se trata de pensar cómo juntarnos de manera que los que tienen más privilegios no sean los que dominen la lucha. Es una cuestión de organización»

El cuerpo cambia, envejece, se vuelve inservible en la lógica capitalista y se deshecha. ¿Cómo debemos resignificar, recuperar, ‘reciclar’ estos cuerpos?

Cuando pensamos en la condición de los mayores hoy, vemos verdaderamente la violencia de esta sociedad capitalista y cómo destruye a las personas. En muchas sociedades precapitalistas, y pienso sobre todo en las comunidades indígenas de Norte América, los mayores eran los guías, también las mujeres mayores. Tenían la sabiduría y la experiencia, la memoria colectiva del pueblo. Tomaban las decisiones. Ahora los mayores son los tontos, no son productivos, pesan, dan problemas a las familias, son una carga. Vivimos una desvalorización de los mayores y se desvaloriza la reproducción. Y todavía el capitalismo privilegia, en el contexto de esta desvalorización general, la infancia, porque de ahí vienen los futuros trabajadores. Así que los mayores se pueden desechar como basura.

Hemos visto con el covid-19 en Estados Unidos que muchos de los mayores que murieron estaban en los centros públicos financiados por el Estado. Pero la crisis de estos centros era precedente al covid-19, porque en estos centros se han cortado los fondos, el personal, así que dejan a los mayores durante horas en sus camas. El tratamiento a los mayores nos da una imagen de la lógica deshumana de esta sociedad capitalista.

Algunas voces que se declaran feministas defienden el sentido más biologicista del cuerpo y reprochan tanto al movimiento queer como al transfeminismo que vacían de contenido la categoría mujer, que «borran» a las mujeres. ¿Qué opinión le merece esto?

Creo que hay problemas en ambos lados. Yo vengo de una lucha que surgió en los años 70, cuando el feminismo criticó la concepción del capitalismo sobre la mujer. Siempre hemos subrayado que mujer no es un concepto biológico. Pero la mujer es importante como sujeto político, porque mujer, en la historia de la sociedad capitalista, ha significado toda una organización particular de la explotación y del trabajo. Y todo un tipo de lucha contra la discriminación.

Es cierto que el feminismo siempre ha tenido más conciencia de las diversidades. Pero lo mismo pasa con los trabajadores, ¿no? ¿Vamos a desechar la condición del trabajador explotado porque un trabajador no es lo mismo en el País Vasco o en España, o en África? Claro que la categoría del trabajador explotado es importante para comprender la lucha en la historia del capitalismo. Y, a pesar de ello, la categoría del trabajador explotado incluye una gran variedad. ¿Porqué se responsabiliza de la diversidad solamente al movimiento feminista? ¿Porqué no se le pide lo mismo al movimiento de los trabajadores?

Cuando hablamos de trabajadores es necesario tener en cuenta la diversidad y saber que aún así podemos pensar en formas de lucha conjuntas. Se trata de pensar cómo juntarnos de manera que los que tienen más privilegios no sean los que dominen la lucha. Es una cuestión de organización.

Pero, como defiende la teoría interseccional, la relación entre opresor y oprimido es coyuntural y esto puede general tensiones.

Verás, en los años 70, a partir del movimiento del Poder Negro, hubo una discusión muy interesante. Trataba de la diferencia entre autonomía y separatismo, porque había una parte del movimiento negro a favor del separatismo, de una forma de organización sin blancos. La autonomía, sin embargo, significa poder decidir, tener espacios sin personas blancas, pero a pesar de ello poder juntarnos en las luchas donde tenemos intereses comunes decidiendo cuándo, dónde y de qué forma.

Este discurso también se ha tratado en el movimiento feminista. Las separatistas decían ‘nada de trabajo con los hombres. Vamos a crear comunidades de mujeres, vamos a crear una cultura exclusivamente de mujeres, porque la relaciones con los hombres son siempre de dominación’. Por otro lado, y yo me posiciono en este lado, hay mujeres que dicen que no, porque los hombres también son explotados.

En ‘Calibán y la bruja’ hablo de acumulación de diferencias, acumulación de jerarquías: el capitalismo, cada vez, en cada fase de desarrollo, no deconstruye estas divisiones. Es así, dividiéndonos, haciendo que peleemos unos con otros, como ha podido perpetuarse. El discurso no debe ser que nunca nos podemos encontrar con los hombres, sino que tenemos nuestra autonomía y capacidad de decidir, que nos organizamos como mujeres y no incluimos hombres en nuestra organización. Y vamos a decidir en qué espacios y cómo participarán los hombres.

Defiende en ‘Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes’ la vida comunal libre de relaciones productivas. ¿Cómo podemos imaginar los comunes?

Yo hablo de la necesidad de las relaciones comunales hoy, en una sociedad donde en cualquier parte estamos circundados, circundadas, por la relación capitalista. Entonces, la concepción de los comunes hoy no es una concepción final. Pero podemos pensar en lo comunal, sea en el marco de las relaciones sociales, de compartir los bienes, pero sobre todo como un principio de organización social que se puede y se debe aplicar a cualquier aspecto de nuestras vidas. Por ejemplo, compartiendo la riqueza natural y la riqueza que se produce o colaborando en la reproducción de la vida, etcétera. También en la justicia. Decir no a las cárceles, no a la Policía y pensar en la justicia de forma comunal. Hay varios ejemplos en el seno de las comunidades indígenas, porque ellos tienen otros sistemas, como el sistema restaurativo, y podemos valorar si pueden inspirarnos.

Esto, por ello, es un principio de organización social para crear una sociedad que no esté fundada en la explotación ni en la competencia, sino en la colaboración. Y, sobre todo, bajo el principio de responsabilizarnos; de todo, no solamente de nuestras vidas individuales, también de la vida de la comunidad. Responsabilizarnos también de la reproducción de la riqueza que usamos.

Las comunidades indígenas nos dan una lección, pues ellos decían: ‘Debemos dar a la naturaleza para que las próximas generaciones la puedan usar’. Así, no solamente hay que consumir, buscar y traer, también se debe reproducir. Eso es lo que te hace miembro de una comunidad. Porque el miembro de una comunidad no es la persona que llega y toma, es alguien que se responsabiliza de los otros, de las otras, y de la medida de reproducción.

Para mí, lo comunitario es una forma de crear más resistencia, de fortalecer nuestra resistencia hacia el Estado y al capital. Es, también, un terreno para la experimentación. Necesitamos experimentar, la sociedad que queremos construir no se va a construir en un momento. Se va a construir a través de un largo proceso de lucha, que debe ser también un proceso de experimentación para lograr nuevas formas de autogobierno. Ahora no somos capaces de gobernarnos sin el Estado, porque hemos interiorizado esta dependencia. Por ello, necesitamos un proceso de liberación y, para mí, el común es eso.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/info/especial/20221114/el-tratamiento-a-los-mayores-nos-da-una-imagen-de-la-logica-deshumana-del-capitalismo

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Los Usos De Freire

Por: Fernando Latrille/elcohetealaluna

Adriana Puiggrós repasa la vigencia del pensamiento del revolucionario pedagogo brasileño

El 19 de septiembre se cumplieron 101 años del natalicio del pedagogo brasileño Paulo Freire, creador de una metodología revolucionaria utilizada en Brasil en campañas de alfabetización. Quienes pretendían educación para pocos no le perdonaron sus convicciones: perseguido ideológicamente, fue un preso político después del golpe de Estado de 1964 y sufrió un largo exilio. Sus ideas –pese a su muerte en San Pablo en 1997– siguen vivas, por rotundas y sugerentes, para todos los lectores que se aproximan a su obra. Freire marcó un hito en el pensamiento pedagógico.

El Cohete a la Luna rescata su pensamiento en diálogo con la doctora en pedagogía Adriana Puiggrós, quien destaca “la importancia de poner a Paulo Freire en el marco de la historia democrática y popular de América Latina porque sus ideas han sido expropiadas por sectores que no se condicen con sus principales principios, con los ejes de su pensamiento”.

Puiggrós explica que “ha habido una captura por parte de organismos internacionales, por parte de sectores social demócratas, incluso intereses de alguna ONGs, que fueron despojando a Paulo Freire de elementos que son los que realmente impactan, no simplemente en una transformación de la educación, de las concepciones educativas populares en América Latina. Lo que hacen es quitarle toda la fuerza que tiene una corriente educativa” que, por ejemplo, “la podemos encontrar en la Colonia, en muchas experiencias de educación indígena. Las experiencias de los propios jesuitas en la Colonia o la experiencia hecha en Tlatelolco de educación indígena; podemos encontrar una línea de educación popular, incluso hay algunos trabajos sobre educación de los mapuches durante la Colonia. Luego, por supuesto, llegando a Simón Rodríguez, pasando por momentos muy importantes de la educación democrática durante la independencia”, sostiene Puiggrós, apuntando a quienes desean vaciar a Freire de toda esa corriente histórica que lo antecedió.

En la foto superpuesta y borrosa, año aproximado 1990, se puede ver a Adriana Puiggrós, Paulo Freire y su compañera Ana María Araújo en Buenos Aires, en uno de sus últimos viajes a nuestro país.

Densidad histórica

La docente, ex viceministra de Educación y asesora del Presidente de la Nación destaca que durante la Independencia “se discutía qué tipo de educación se iba a llevar adelante, donde (Juan José) Castelli tuvo mucha importancia, en la misma época en que Simón Rodríguez luchaba por una educación que tuviera base en el pueblo, en los sectores populares”. Y si seguimos esa historia –esa que desean ocultar quienes desde una concepción neoliberal se apropian de Freire para vaciarlo–, “vamos a llegar a muchos movimientos emancipadores y figuras del siglo XX, vamos a encontrar el Manifiesto de los Pioneros de la Educación Nueva que, sin ninguna duda, estuvo en los antecedentes de Paulo Freire”. Para Puiggrós es importante subrayar esos historiales “porque siempre se menciona como antecedente de Paulo Freire la lectura de (Emmanuel) Mounier o (Jacques) Maritain, lo cual es cierto, pero digamos que no se redujo a eso. Había una tradición en Brasil que era una línea, lectura, de la Escuela Nueva, con influencia del pragmatismo de John Dewey”.

Puiggrós, quien también es profesora consulta de la Universidad de Buenos Aires, destaca las ricas experiencias que influyeron en el pedagogo, como “el asentamiento de la escuela activa en Brasil, que fue muy importante y de alguna u otra manera influyó en Freire. Por supuesto está, además, la gestión de (José) Vasconcelos en México, en 1923, que es una maravillosa experiencia de educación popular, quizá la más importante que hubo en el siglo XX, antes de Freire. Y también (Juan Carlos) Cárdenas y la educación peronista. Descubrimos, por lo tanto, que hay una densidad histórica detrás de la figura de Freire”.

Un salto cualitativo

“Freire tiene algunos conceptos que calan muy fuerte y que producen –de alguna manera– que haya un salto cualitativo en el pensamiento pedagógico, democrático y popular de América Latina”, precisa Adriana Puiggrós. “Como la idea de que la educación está profundamente vinculada a la política, como la idea de que la educación no necesariamente tiene que ser autoritaria, sino que puede ser dialógica. Que en la educación juega un papel fundamental el vínculo y que la educación mira al futuro. La educación puede abrir la perspectiva, lo que él llama ‘el inédito viable’”.

Para la doctora en pedagogía, fueron esos conceptos, “junto con la idea de una educación emancipadora… Esta idea de la emancipación es una de las que más vienen de la tradición democrático-popular de la educación latinoamericana, las que constituyen este conjunto de ideas en un paquete teórico político-educativo que caló en muchos sectores y que tuvo una influencia, no solamente en aquellos que leyeron, que fueron estudiosos de Paulo Freire, sino que –sin dudas– tuvo una influencia en el conjunto de los educadores y de la educación en América Latina”.

La profesora de la Universidad Pedagógica Nacional expresa también que, en la actualidad, Freire está presente “en la educación dialógica, que es la forma en que más se ha extendido. La idea del docente autoritario, la escuela que impone, es solamente patrimonio de una derecha conservadora”. Y advierte que “hay que tener cuidado con las lecturas de Freire, las interpretaciones y los usos de Freire. Hay una versión –un uso– desde el neoliberalismo, donde se extrema la postura de Freire hacia una noción de libertad que no es la de Freire. La libertad para Freire estaba muy vinculada a la emancipación, y él es muy claro en ese sentido. Y es muy claro en resaltar el papel del docente. Es decir, el hecho que exista una educación dialógica no quiere decir que se borre la figura del docente ni que se pierda la transmisión de la cultura de una generación a otra”, destaca.

En ese sentido, Puiggrós alerta nuevamente sobre la utilización por parte de sectores de la derecha de Paulo Freire, cuando “el liberalismo reforma esta idea de libertad, al separarla de la idea de emancipación”. También advierte, en su agudo análisis sobre los errores que se cometen desde los sectores liberales que hacen “un uso de Freire como si hubiera tenido un pensamiento como el de Iván Illich, cuando en realidad tuvieron posiciones contrarias e incluso entraron en una fuerte polémica”. La posición de Freire era muy distinta. Remite a una construcción de saber, una posición de construcción del vínculo y no su disolución, como propone el austríaco Iván Illich con su teoría de la des-escolarización.

En tiempos de modernidad líquida –como tituló Zygmunt Bauman a su fundamental libro–, les trabajadores de la educación seguimos apelando a Paulo Freire. Lo hacemos con interrogantes. ¿Cuánto tiempo dedicamos en el aula a que se adquiera experiencia? ¿Buscamos hacer posible aquella escuela de la pregunta y no de la respuesta de la que hablaba Freire? ¿Cuánta experiencia se logra dando respuestas y cuánta elaborando interrogantes? ¿Qué espacio brinda la escuela que construimos todos los días con nuestras prácticas a que les alumnes se permitan pensar? El avance tecnológico dio paso a un nuevo alumne, pero esto no significa que acompañar a una sociedad en cambios permanentes implique abandonar lo más positivo, vigente y revolucionario que Paulo Freire nos enseñara al decirnos que “la liberación auténtica, que es la humanización en proceso, no es una cosa que se deposita en los hombres. No es una palabra más, hueca, mitificante. Es praxis que implica acción y la reflexión de los hombres sobre el mundo para transformarlo” [1].

Traer a Paulo Freire a la actualidad implica valorar las categorías elaboradas por el pedagogo, que sin dudas ponen en jaque al discurso educativo neoliberal de los pesados y pasados cuatro años de Cambiemos: el vínculo entre educación y política; la educación basada en el diálogo y en el reconocimiento del otro, no en la negación, barriendo con la educación “bancaria”, son ideas que sirven al presente. Cuando en su libro Pedagogía del Oprimido, Freire diferencia la concepción “bancaria” –en la que el educador va llenando al educando de falso saber, de contenidos impuestos– y la práctica problematizadora –en la que los educandos van desarrollando su captación y comprensión del mundo–, nos dice: “La primera es ‘asistencial’, la segunda es crítica; la primera, en la medida que sirve a la dominación, inhibe el acto creador y, aunque no pueda matar la intencionalidad de la conciencia como un desprenderse hacia el mundo, la ‘domestica’, negando a los hombres en su vocación ontológica e histórica de humanizarse. La segunda, en la medida en que sirve a la liberación, se asienta en el acto creador y estimula la reflexión y la acción verdadera de los hombres sobre la realidad, responde a su vocación como seres que no pueden autenticarse al margen de la búsqueda y de la transformación creadora” (Freire, 2010:89-90).

Esa concepción “bancaria” reinó con la instalación del Operativo Aprender, que reducía a los educadores a meros “aplicadores”. En una evaluación inconsulta, debían “aplicar” a los educandos, a los que se los veía como vasijas a las cuales había que llenar con la aplicación. Los “aplicadores” debían concurrir a otros establecimientos educativos y realizar la aplicación (evaluación), con quienes no tuvieron ningún vínculo, ni compartieron trayectoria, ni historia en común, a contramano de lo que nos enseñó Freire como primordial para establecer la horizontalidad de un vínculo de diálogo para la construcción de conocimiento, que con la prueba estandarizada se descartaba. Quienes nos opusimos como trabajadores de la educación a esa idea “bancarizada”, lo hicimos recurriendo a Paulo Freire.

Si bien Freire, como nos enseña Adriana Puiggrós, es un hombre del siglo XX y también lo es su pensamiento [2] (sus ideas nacen con el Che Guevara haciendo la revolución, con la Teología de la Liberación), y el nuestro es un contexto donde el siglo XXI nos atravesó con la hegemonía neoliberal (que interrumpió el avance de gobiernos populares), las ideas del pedagogo, sin olvidar el tiempo en el que las escribió, perduran. Son vigentes ante ese intento de barrer con la experiencia y aplicar la tecnocracia y meritocracia en las escuelas, como vimos en la Argentina con Cambiemos.

Freire también vuelve a nosotros una y otra vez con su libro Cartas a quien pretende enseñar, que publicó en 1993, donde nos recuerda que “somos militantes políticos”. Nuestra tarea no se agota en la enseñanza de la materia que abordamos en el aula, sino que exige ese compromiso político “en favor de la superación de las injusticias sociales” (Freire: 102) [3]. Y es ahí donde debe estar nuestro compromiso: como trabajadores de la educación, somos actores políticos que debemos frenar la privatización impulsada por corporaciones, fundaciones y ONGs que ven allí un negocio sin fin.

[1] Freire, Paulo, Pedagogía do oprimido, Editorial Tierra Nueva, 1970. (Pedagogía del Oprimido, 2010, 3ª edición, 3ª reimpresión, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, página 83).
[2] Puiggrós, Adriana, “El pensamiento de Paulo Freire en tiempo presente”. Conferencia de inauguración de la Cátedra Libre Paulo Freire de la UNLP, 2019.
[3] Freire, Paulo, Profesora sim: tia nao, cartas aquem ousa ensinar, Sao Paulo, Olho d’Agua, 1993. (Cartas a quien pretende enseñar, 2010, 2ª edición, 3ª reimpresión, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, disponible en https://bit.ly/36gatzA [noviembre 2021].

Fuente de la información e imagen: https://www.elcohetealaluna.com

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Entrevista a Noam Chomsky: La única forma de saber si es posible un acuerdo político en Ucrania es intentarlo

“La invasión [de Ucrania] en sí misma es una agresión criminal, como la invasión de EEUU sobre Irak, o la de Hitler sobre Polonia”, dice el intelectual en conversación con elDiario.es: “Pero, aparte de eso, es una estupidez increíble. Ha metido a Europa en el bolsillo de EEUU”

Lingüista, filósofo, intelectual, activista. Noam Chomsky nació en vísperas del crack del 29 (East Oak Lane, Philadelphia, Pensilvania, EEUU, 1928), en un momento en el que la crisis de Entreguerras alumbró el New Deal en EEUU, al tiempo que las democracias liberales entraban en crisis en una Europa en la que Stalin comandaba la URSS, se consolidaba el fascismo en Italia, el nazismo ganaba posiciones tras el Putsch de Múnich y la dictadura de Franco estaba a la vuelta de la esquina como preludio de la Segunda Guerra Mundial.

En ese complejo mundo en el que proliferaban las vanguardias artísticas y EEUU y Europa digerían de forma diferente la gran crisis de los 20 y 30, Chomsky comenzaba a escribir ensayos políticos en el colegio. Ha vivido la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y los conflictos bélicos en medio mundo donde las potencias pugnaban por ganar áreas de influencia evitando la destrucción mutua: América Latina, Corea, Vietnam, Afganistán…

El pensador, que ha participado en un diálogo en el Festival del décimo aniversario de elDiario.es que se celebró el pasado fin de semana en Valencia, cuestiona desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania la respuesta que están dando EEUU, la UE y la OTAN.

Hoy es 24 de septiembre. Se cumplen 7 meses desde que el presidente ruso, Vladímir Putin, decidió invadir Ucrania, y estamos viviendo una escalada. Se habla de movilización de reservistas, amenazas nucleares y convocatorias de consultas en el Donbás… ¿Qué cree que puede pasar? ¿Cómo se puede salir de esta situación?

La movilización en Rusia no afectará el conflicto inmediato. En todo caso, su efecto se retrasará hasta muchos meses más adelante. Pero el verdadero problema es que, a menos que actuemos rápidamente para poner fin al conflicto, habrá peligros extremos no solo para Ucrania, sino para el mundo en general.

El conflicto en Ucrania va a continuar matando a un gran número de personas, supondrá una gran destrucción. Los analistas militares estadounidenses, británicos y ucranianos todavía expresan su sorpresa por que los rusos no invadieran de la manera que esperaban.

Hay muchas maneras en que la guerra puede escalar, con la amenaza no desdeñable de las armas nucleares, que podrían ascender a una guerra nuclear terminal.

Mientras tanto, un gran número de personas mueren de hambre debido a la interrupción del suministro de alimentos y fertilizantes. Los esfuerzos para hacer frente a la crisis del calentamiento global se han revertido con la producción de combustibles fósiles. Todo eso es suicida.

Todo eso vuelve al hecho de que debemos estar buscando un acuerdo político. Hay mucho apoyo popular para eso en el sur del planeta, es abrumador. Incluso en Europa, en Alemania, según encuestas recientes, más de las tres cuartas partes de la población quiere pasar ya a las negociaciones.

Pero las principales potencias, Gran Bretaña y Estados Unidos, no se mueven para aceptarlo. Y tienen que hacerlo. Debemos actuar rápidamente para tratar de resolver el conflicto antes de que empeore aún más y antes de que las consecuencias se salgan completamente de control.

Ha dicho que hay muchas formas de escalar el conflicto, ¿pero cuál es la forma de solucionar el conflicto?

Siempre ha habido posibilidades de resolver el conflicto sin que estalle. El presidente francés, Emmanuel Macron, hace un par de días en la televisión estadounidense señaló una vez más que antes de la invasión, hasta días antes de la invasión, habría habido formas de detenerla simplemente moviéndose para implementar los Acuerdos de Minsk.

En abril pasado, aparentemente hubo negociaciones entre Rusia y Ucrania, que parecían estar teniendo algunos signos positivos, pero fueron abortadas. El primer ministro británico, Boris Johnson, voló a Ucrania y aparentemente informó al gobierno que Occidente, es decir, Estados Unidos y Gran Bretaña, no querían negociaciones ahora.

Le siguió el secretario de Defensa de los EE UU, Lloyd Austin, quien repitió la posición oficial de los EEUU de que la guerra debía continuar para debilitar severamente a Rusia, lo que se traduce en que no hay negociaciones.

Sólo hay una forma de averiguarlo, y es intentándolo. Si no lo intentas. no lo sabes. Es posible que después de las severas derrotas militares de Rusia, Putin esté listo para un acuerdo, más o menos en la línea de lo que propuso el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en marzo pasado: que Ucrania no sea miembro de la OTAN, garantías de seguridad y tal vez la posibilidad de un referéndum supervisado internacionalmente en las áreas de conflicto. No es inimaginable. Pero no hay forma de saberlo hasta que lo intentes. Así que la pregunta es, ¿lo intentamos? ¿Prestamos atención a la opinión de más de las tres cuartas partes de la población alemana? ¿O lo ignoramos y decimos que queremos que la guerra continúe? Esa es la elección que tenemos frente a nosotros.

Esta semana, el alto representante de la UE, Josep Borrell, ha dicho en la ONU que la gente en todo el mundo está cansada de la guerra y que quiere que acabe pronto –precios de la energía, problemas con los suministros alimenticios, subida de intereses, inflación…–, pero también ha dicho que en primer lugar Rusia tiene que ser derrotada ¿Cree que esto es posible? ¿Cuánto tiempo puede soportar la gente esta situación?

¿Cuánto tiempo puede la gente soportar esta situación? No lo sé. Pero la pregunta más inmediata es: ¿tienen que soportar esta situación? ¿Es necesario? ¿Tenemos que hacer el experimento? ¿Tenemos que hacer el experimento para ver si tal vez Rusia no usará las armas que tiene? ¿Tenemos que correr ese riesgo o el riesgo de que la gente tenga que sufrir en Europa? ¿O podemos movernos para ver si el conflicto se puede resolver? Hay oportunidades. No sabemos lo reales que son. La única manera de averiguarlo es probar. Y no lo intentamos. Entonces llegamos a tu pregunta y a preguntas mucho peores. Bueno, esa es la elección que tenemos. Pero, ¿cuánto tiempo puede soportarlo la gente? ¿Quién sabe? Nadie lo sabe.

Estos meses han fortalecido a la OTAN, Ucrania está más cerca de la UE hace siete meses ¿Cree que esta guerra es el peor error de Putin?

Exacto. La invasión en sí misma es una agresión criminal, como la invasión de Estados Unidos y Reino Unido en Irak, como invasión de Hitler sobre Polonia. Son un crimen internacional supremo. Pero, aparte de eso, es una estupidez increíble. Le entregó a Washington su regalo más preciado: metió a Europa en el bolsillo de EEUU y la subordinó a Washington. Europa sufrirá por esto. Es un regalo tremendo para Estados Unidos, supuestamente el principal enemigo de Rusia.

La OTAN es la base para el control de EEUU sobre Europa, esa es la llamada visión atlantista: Europa subordinada a Estados Unidos en el marco de la OTAN. Pero ahora Putin se lo ha entregado a Estados Unidos en bandeja de plata. Desde el punto de vista ruso, es el peor resultado posible, aparte de la propia agresión criminal y todas las consecuencias que de ella se derivan. Todo esto, de nuevo, es una razón más para tratar de actuar con celeridad, para tratar de poner fin a todos estos horrores. ¿Podemos hacerlo? Nadie sabe. Y no lo sabremos hasta que lo intentemos.

Investigadores de la ONU han acusado este viernes a Rusia de cometer crímenes de guerra en Ucrania ¿Supone eso un problema para Moscú?

Eso depende. Estados Unidos también comete violaciones masivas de derechos humanos. La invasión de Irak condujo a enormes violaciones de derechos humanos. Nadie está pidiendo sanciones. Nadie está proponiendo que se prohíba la entrada de turistas estadounidenses a Europa. El presidente Biden puede ponerse de pie en las Naciones Unidas y acusar a Rusia del delito de violar la carta de la ONU, por supuesto, pero EEUU es el mayor violador de la carta de la ONU, ha estado involucrado en la guerra contra Irak y en muchos otros casos. ¿Se verá afectada la reputación de Rusia? Depende de los que están mirando. ¿Se toman en serio las violaciones o las ignoran?

Hace unas semanas, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo en el Parlamento Europeo que esta guerra es una batalla entre la democracia y la autocracia ¿Qué opina?

La lucha entre democracia y autocracia… ¿Qué país del mundo ha luchado más eficazmente contra la democracia? ¿Derrocar el régimen parlamentario en Guatemala, en Brasil, en Argentina, en Chile? Y seguir y seguir hasta el presente. ¿Quiénes son los principales aliados de Estados Unidos? Arabia Saudí, maravillosa democracia. Israel, el único país del mundo que está en flagrante violación del derecho internacional, incluso anexionando territorios ocupados en violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad. O Egipto, país bajo la peor dictadura de su historia. ¿Cómo puede incluso decir esas palabras sin mirarse al espejo? Basta con echar un vistazo al mundo que nos rodea. La capacidad de decir palabras como esas habría asombrado a George Orwell.

Habla de problemas con la democracia. En Europa tenemos Hungría, Polonia. La extrema derecha sueca se acerca al poder. Este domingo Giorgia Meloni se puede convertir en primera ministra de Italia ¿Qué está ocurriendo?

Puedes mirar a Estados Unidos, el país más importante y poderoso de la historia mundial. Volvamos a Budapest hace un par de semanas, hubo una conferencia de los partidos de extrema derecha en Europa, muchos con orígenes neofascistas y neonazis. ¿Quién estaba en la conferencia? La Conferencia de Acción Política Conservadora de Estados Unidos, el Partido Republicano, que probablemente tomará el Congreso en un par de semanas. El orador principal allí fue Donald Trump, quien elogió a Viktor Orban por liderar el camino hacia democracias iliberales, como se les llama, aplastando la libertad de prensa, la libertad de las universidades, promoviendo una agenda protofascista, racista y nacionalista cristiana.

Un par de semanas después de eso, hubo una reunión en Dallas, Texas. Mismos grupos. El orador invitado, el principal orador, fue Viktor Orban. Estamos hablando de algo que es mundialmente muy serio. ¿Cuál es la raíz de esto? Esa es una larga historia. Mi sensación es que las poblaciones del mundo han estado sujetas a 40 años de amarga guerra de clases, mal llamado neoliberalismo, un gran ataque a la ciudadanía de gran parte del mundo.

La Corporación Rand, súper respetable, acaba de hacer un estudio sobre la transferencia de riqueza de la población general al 1% superior en los últimos 40 años. Aproximadamente 50 billones de dólares. Esa es la guerra de clases en un nivel realmente efectivo. Bueno, las mismas cosas han sucedido en Europa en una medida significativa. Ha llevado a la ira, al resentimiento, un territorio fértil para los demagogos como Donald Trump.

Entonces, se dice si el problema son los inmigrantes o los negros, pero no las corporaciones ricas y los súperricos que están inundados con tal riqueza que ni siquiera saben cómo manejarla. Mira la inflación actual, una gran parte de esto se debe a beneficios empresariales enormemente inflados, con las que ni siquiera saben qué hacer. Esta es la guerra de clases, seamos sinceros, no se disimule con la charla fraudulenta sobre los mercados. No es que sea una guerra de clases directa, ha tenido un efecto amargo, gente enfadada, desengañada de las instituciones, buscando un lugar para escapar. Bueno, ha sucedido antes. Soy lo suficientemente mayor para recordar cuando sucedió en la década de 1930 en Italia, por ejemplo.

Habla de los años 30. En los años 20 y 30 los partidos tradicionales tuvieron una responsabilidad en allanar el camino a la ultraderecha. ¿Cree que está ocurriendo eso ahora?

Por supuesto. Una vez más, permítanme hablar de Estados Unidos. Los demócratas no han ofrecido resistencia a esto. Lo aceptaron en la década de 1970. El Partido Demócrata abandonó cualquier compromiso que tuviera con la clase trabajadora y los pobres, y se convirtieron en un partido de profesionales ricos, el tipo de gente que se presenta en las fiestas elegantes del expresidente Obama. Abandonaron a la población en general, ayudaron a sentar las bases para el ascenso de la extrema derecha protofascista. Las mismas cosas han sucedido en Europa.

Me gustaría recordarle una frase suya inolvidable que dijo hace muchos años durante una entrevista con la BBC: “No digo que se autocensure. Estoy seguro de que cree en todo lo que dice, pero lo que yo digo es que si usted pensase algo diferente, no estaría hoy sentado donde está”. ¿Sigue pensando lo mismo sobre los medios convencionales y este problema?

Depende, depende de qué lado estés. Los sistemas de propaganda del sistema occidental son sofisticados. De hecho, permiten, incluso fomentan, el debate y la discusión, lo que da la impresión de que todas las partes de los Estados están disponibles. Si miras de cerca, encuentras que ese debate y discusión está dentro de un estrecho marco de suposiciones. Hay límites excluidos en Estados Unidos. En Europa se puede ver alguna crítica a veces en los medios: es muy raro en Estados Unidos expresar puntos de vista como el mío. Lo que les estoy diciendo posiblemente no podría expresarlo en ningún medio importante de EEUU, en la televisión de EEUU.

Lo primero que hago por la mañana es leer el New York Times, que tiene mucha información importante. Pero en lo que se refiere a discusión y debate, hay límites. Y, de hecho, los medios liberales son más duros en poner esos límites, son los guardianes, como la BBC.

Otra frase que ha dicho en el pasado: “Para cambiar el mundo, primero tienen que cambiar los medios de comunicación”. Sin embargo, hemos visto muchos procesos revolucionarios y de cambio social en el pasado con los medios convencionales y el establishment en contra.

No diría que lo primero es el cambio en los medios. Los medios cambiarán de la mano de acciones populares. El hecho es que los medios son mucho mejores de lo que eran porque el activismo de los 60 civilizó y cambió el país. Luego se integró en las instituciones. Las cosas que se decían hace 40 o 50 años ahora resultarían inconcebibles.

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/noam-chomsky-unica-forma-si-existe-posibilidad-solucion-politica-ucrania-intentarlo_1_9564094.html

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Contra la violencia digital: Ley Olimpia y Ley Belén

Por: Nadya Scherbovsky Y Anabella Antonelli

La violencia patriarcal se cuela en todos los territorios de nuestra vida. En julio pasado, se presentaron los proyectos de Ley Olimpia y Ley Belén como estrategias para cuidarnos en el mundo digital, donde tampoco estamos seguras. Conversamos con activistas de GenTIC, integrantes del equipo que elaboró estas propuestas.

“Hablar parece fácil. Abres la boca. Sacas sonidos de tu interior y al momento el mundo te entiende. El maleficio se rompe. Pero solo es fácil cuando entiendes qué está ocurriendo. Yo pensaba que me lo había buscado y podría haberlo evitado. Que en el fondo, muy en el fondo, me lo merecía. Cómo iba a hablar, qué podía decir. Pero ahora me oís porque no sé quién es el culpable, pero sé que no soy yo”. Así comienza el último capítulo de la serie Intimidad que, basada en hechos reales, relata dos historias de mujeres víctimas de la difusión de fotos y videos íntimos que las exponen, y lucharán contra esta violencia y sus efectos. No es casual que sea una de las series de plataformas más exitosas del último tiempo y una de las más vistas de habla hispana. Necesitamos debatir y difundir sobre cómo en el (no tan) nuevo territorio digital se cuela también la violencia patriarcal.

Los dolores que nos sobran

El 6 de mayo de 2017, una joven de 22 años fue a una fiesta en una localidad salteña. Estaba junto a sus amigas cuando un grupo de chicos se acercó. No recuerda nada más. Al día siguiente, fue a trabajar como siempre y comentarios sobre un video en WhatsApp la alarmaron. Habían abusado sexualmente de ella, habían filmado y difundido el hecho. Dos años después, uno de los agresores denunciados fue condenado por el delito de abuso sexual con acceso carnal.

Al sudeste de la provincia de Córdoba, en 2020, un hombre filmó sin consentimiento las relaciones sexuales que mantenía con una mujer. Para ella, claramente, era violencia de género que vulneraba su intimidad y su libertad de autodeterminación. Sin embargo, el Juzgado de Primera Instancia archivó la causa concluyendo que los hechos no encuadraban en la Ley de violencia familiar. Este año, la mujer apeló y consiguió que la Cámara ordenara la investigación.

Como estas, existen miles de historias. La violencia digital afectó profundamente la vida de muchas personas en todo el mundo, sin que la Justicia esté a la altura. La pandemia y el mayor uso de las redes profundizaron la problemática. Esta forma de violencia se vale de “herramientas tecnológicas y se ejerce a través de acciones directas o indirectas, de ámbito privado o público, basadas en una relación desigual de poder del género masculino sobre el femenino” y, si bien puede afectar a todes, daña desproporcionadamente a mujeres y al colectivo LGTTBIQ+, explica la abogada y activista, María Florencia Zerda, en su libro Violencia de Género Digital.

Las modalidades de violencia digital son múltiples y muy extendidas: obtención no consentida y difusión de material íntimo, o su uso para la extorsión y amenaza; exhibición en la red de violencia sexual; acoso digital; discursos de odio de género en línea; ataques coordinados masivos; suplatación de identidad digital; doxxing; amenazas virtuales; deep fake; abuso sexual a través de las Tecnologías de la Información y Comunicación; phishing.

La inexistencia de una legislación que reconozca ampliamente este tipo de violencia hace que los datos para dimensionar la problemática sean escasos. A fines de 2021, la Fundación Avon publicó la Encuesta Nacional sobre consentimiento y violencia en el mundo digital, relevando situaciones que se viven en relaciones mediadas por lo virtual, evaluando la frecuencia y el nivel de incomodidad que generan. Según el informe, 8 de cada 10 mujeres recibieron imágenes, mensajes, emojis/memes de tenor sexual sin su consentimiento; 7 de cada 10 fueron presionadas a enviar fotos íntimas, incluso luego de decir que no querían; al menos 1 de cada 2 mujeres sufrió y/o conoce alguna víctima de sextorsión y/o difusión de imágenes íntimas sin permiso.

En cuanto al colectivo LGTTBIQ+, existen pocos datos. Según los resultados de una encuesta del colectivo feminista Sentimos Diverso de Ecuador, realizada en 2019, las personas entienden que la identificación de su orientación sexual o su identidad de género las hace más vulnerables al acoso, las amenazas y la violencia.

“Ni porno ni venganza, la Ley Olimpia avanza”

En julio pasado, se presentaron dos proyectos de ley elaborados por GenTIC y el Grupo Ley Olimpia Argentina, tendientes a reparar el vacío legal que existe en torno a violencias patriarcales digitales. Se trata de Ley Belén y la Ley Olimpia, orientadas a sancionar la difusión no consentida de material íntimo por redes sociales. Los dos proyectos llevan el nombre de personas que atravesaron procesos dolorosísimos, consecuencia de esta violencia. Por un lado, Belén San Román, una mujer de Bragado, Buenos Aires, que en noviembre de 2020 fue víctima de un suicidio femicida como consecuencia de la violencia digital que estaba atravesando. Tenía 25 años, dos hijos y era policía. Había decidido terminar la relación virtual que tenía con Tobías Villaruel quien, como respuesta, difundió imágenes íntimas obtenidas sin consentimiento.

En homenaje a Belén, el proyecto lleva su nombre y establece que se aplicará prisión de tres meses a dos años y multas a quien “por cualquier medio, sin autorización de la víctima o mediando engaño, videograbe, audiograbe, fotografíe, filme o elabore documentos con contenidos de desnudez, naturaleza sexual o representaciones sexuales explícitas”. Tendrá la misma pena, además, quien difunda o publique estos materiales sin autorización. Las penas aumentarán en un tercio si el delito se comete en una situación de violencia de género, con fines de lucro, por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión, o contra una persona menor de edad.

La Ley Olimpia, por su parte, propone incorporar la violencia digital como otra forma violencia contra las mujeres en la Ley de Violencia de Género. Su objetivo es crear medidas de protección para las sobrevivientes y políticas públicas que apunten a la educación digital y a la prevención. Su nombre es un reconocimiento a Olimpia Coral Melo, mujer mexicana víctima de violencia digital al difundirse un video íntimo cuando tenía 18 años, lo que llevó a que páginas pornográficas explotaran su identidad exigiéndole dinero para borrar el contenido. Hoy, es una activista incansable contra la violencia digital, impulsora de una ley pionera en su país.

“Leyes que nos amparen y protejan”

“La estrategia es poner la temática en agenda, que se empiece a hablar y haga ruido por todos lados”, explican, en conversación con La tinta, Agustina Zamora, Florencia Zerdá y Eliana Grandier, activistas de la organización GenTIC, integrantes del armado de los proyectos presentados. “Visibilizar esta violencia habilitará el debate desde las esferas de la sociedad a las instituciones para que se discutan formalmente los proyectos en el Congreso y lograr la sanción de estas leyes”, señalan.

—En 2020, trabajaron un proyecto de ley que inspira el proyecto ahora presentado, ¿hubo agregados significativos en función de los contextos?

—Los agregados en Ley Belén, que modifica el Código Penal, se pensaron en relación a incorporar la obtención sin consentimiento de material íntimo o de desnudez, los montajes pornográficos y agravantes por violencia de género y/o orientación sexual o identidad de género. Se mejoró el proyecto aprobado y también tomando el modelo trabajado en México con Ley Olimpia. En relación a los contextos, la pandemia nos arrojó directo a las tecnologías, internet, redes sociales y todo lo que antes usábamos empezamos a usarlo más, incluso para cosas que antes no, como el trabajo, el estudio o las vinculaciones afectivas. Así se exacerbó el uso de la tecnología y, con eso, se puso en evidencia que el patriarcado también se mete allí. Adapta sus formas de violentarnos al mundo digital, que antes también existían, pero, cuando todes nos arrojamos a la virtualidad, creció más.

—¿Por qué consideran importante contar con una normativa y qué otras medidas, además de la Ley, son urgentes?

—La normativa importa porque la ley permite reconocer esta forma de violencia y penalizar algunas de estas formas. Como sociedad, necesitamos vivir en leyes que nos amparen y protejan, de la misma manera que necesitamos visualizar esta forma de violencia y concientizar masivamente. Las políticas públicas también son necesarias, sin educación no sirve, no nos interesa únicamente el punitivismo. Por eso, la Ley Olimpia propone pensar estrategias de acompañamiento, de concientización y educación en cuanto a estas formas de violencia. Ponemos énfasis en la cuestión de la obtención y difusión de material íntimo sin consentimiento, que actualmente está muy naturalizado por las masculinidades y es necesaria una ley que enuncia que eso está mal. Miles de varones están en grupos de WhatsApp o de Telegram viralizando material sin consentimiento y eso genera daños de todo tipo en las víctimas, mientras los varones no registran la peligrosidad ni el conflicto. Eso está mal y es moneda corriente. Como sociedad, debemos problematizar esto. Por otro lado, las extorsiones de parejas o exparejas que se dan en el cara a cara también se extienden en la manipulación de fotos y videos íntimos. Tenemos que quitar los ojos y las críticas de encima de las víctimas para pensar, discutir y problematizar sobre la difusión y la extorsión. Estos hombres que ven y difunden pueden estar al lado de cualquiera de nosotras y parecer de lo más “normales”.

—En cuanto a las modalidades más extendidas de violencia digital, ¿qué diferencias existen entre las que afectan a personas disidentes, mujeres e infancias?

—Las modalidades son las mismas, somos blanco de los discursos y violencias machistas, pero hay particularidades bien diferenciadas en relación a discursos de odio hacia las personas disidentes y cuando se publica o se da a conocer sin consentimiento la orientación sexual o la identidad de género o transición de una persona. En relación a las infancias, ya es una situación que implica otras variables por tratarse de menores de edad.

—¿Qué herramientas existen hoy para personas que sufren estas violencias?

—Para el caso de los delitos de la Ley Belén, en CABA, puede denunciarse como contravención la difusión no consentida de material íntimo, pero en Córdoba no. Y si bien, si hubiera amenaza previa a la difusión, se puede investigar en todo el país, muchas fiscalías con falta de criterio y perspectiva de género deciden no investigar las amenazas o extorsiones previas. La sextorsión o las amenazas con difusión de material íntimo pueden denunciarse en todo el país. En cuanto a nuestra ley 26.485 que prevé medidas de protección para las víctimas de violencia, en algunos juzgados las otorgan y son innovadores, como una reciente medida de la justicia civil nacional que ordena a un agresor eliminar de sus dispositivos material íntimo obtenido sin consentimiento, y otros no otorgan medida de protección alguna.

A nivel de asesoramiento y contención psicológica, estamos arrancando con el consultorio desde GenTIC para cualquier mujer o disidencia mayor de edad de Argentina que haya atravesado algún tipo de violencia en entornos digitales. Pueden mandar un correo a consultoriogentic@gmail.com donde le brindaremos un turno para entrevista con una psicóloga y una abogada especializada. Aquí hacemos una primera escucha y asesoramiento según la situación atravesada.

Imagen de portada: Diario Río Negro

Fuente de la información:  La Tinta

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Entrevista a Jorge Alemán: «La presencia del odio es constitutiva del neoliberalismo»

Por: Oscar Ranzani

El psicoanalista advierte que el neoliberalismo «ya no busca legitimidad en las organizaciones institucionales»

Un panorama agudo tanto del discurso capitalista que abordó Jacques Lacan como de los discursos de odio en este presente argentino.

El prestigioso psicoanalista y escritor argentino Jorge Alemán se exilió en España en 1976, en plena dictadura argentina, y cuando el país ibérico hacía poco que iniciaba una transición a la democracia, después de casi cuarenta años del régimen dictatorial de Francisco Franco, quien falleció el 20 de noviembre de 1975. Alemán tenía 25 años. Desde entonces, vive en Madrid. Autor de numerosos libros que dan cuenta de un pensamiento que une psicoanálisis, filosofía y política, así como de libros de poesía, durante la segunda mitad de los ‘70 formó parte de la avanzada del psicoanálisis lacaniano en España y es unos de los intelectuales más consultados. Pero nunca se olvidó de su tierra. Por eso, cuando se le consulta en qué medida su teoría puede explicar lo que está viviendo la sociedad argentina, Alemán es capaz de trazar un agudo y lúcido panorama tanto del discurso capitalista que abordó Jacques Lacan, como de los discursos del odio en este presente argentino.

–¿En qué aspectos se cumplen las características del discurso capitalista del que hablaba Lacan en estos tiempos?

–En todos los aspectos. Es mi tesis. Hay una homología estructural entre el discurso capitalista y el neoliberalismo. El neoliberalismo es el triunfo, en términos heideggerianos, de la técnica. Es la idea de entrenar al cerebro a través de las estructuras cognitivas, las nanotecnologías, las redes informáticas. Es gestionar el cerebro como si fuera una empresa. A la vez, a toda la violencia del sistema, el neoliberalismo la intenta hacer pasar por la culpa del sujeto; es decir, el propio sujeto es culpable de todas las circunstancias adversas que le tocan vivir en este mundo. La idea es que cada sujeto considere su libertad en los términos de costo-beneficio. Todo eso ya estuvo previamente enunciado por Lacan cuando escribió el discurso capitalista. Habló del rechazo del amor; es decir, esta especie de management del alma que hay ahora con los términos empatía, autoestima, resiliencia que, en realidad, son términos que tratan de entrenar a los sujetos para que soporten cualquier cosa o para que la única realidad de esos sujetos sea su narcisismo. Lacan también en ese discurso anunció el plus de gozar, un término muy problemático. No está solamente en la clase dominante, sino que también juega su papel en los sectores explotados y en los sectores oprimidos. Basta ver cuando se dice que hay muchísimos sectores de la población en distintas partes del mundo que votan contra sus propios intereses. Si se leyera la estructura del discurso capitalista como corresponde se vería que no están votando contra sus propios intereses. Pero los intereses de los sujetos no son sus intereses vitales, no son los intereses del principio del placer, no son los intereses homeostáticos. Están en un más allá. Son intereses vinculados al goce. Y cuando se pone a los interese vinculados al goce todo se vuelve mucho más problemático. Uno entiende por qué en una villa miseria o en una favela hay intercambios de armas, marcas de todo tipo. Finalmente, hay un mercado. Las exigencias y los imperativos de rendimiento siguen funcionando en el corazón mismo de la pobreza.

–«Hay mucho miedo de que se ponga todo mucho peor de cómo está», le dijo usted a este cronista en 2017 cuando Mauricio Macri ya era presidente. Viendo los hechos sucedidos en los últimos tiempos, su análisis tenía un innegable carácter anticipatorio.

–Sí, se puso mucho peor. El mundo está mucho peor. Es decir, ha surgido a raíz de los efectos de destrucción en el discurso capitalista de los puntos de anclaje un tipo de subjetividad que no tiene dónde amarrarse, que flota, como diría Lacan; que no tiene un horizonte político en donde incluirse. Y el receptáculo de todo eso ha sido la ultraderecha. No hay que confundirla con las ultraderechas históricas. La ultraderecha es una agenda, no un partido político. Y es este híbrido de neoliberalismo y una estructura que está dispuesta a llevar adelante la destrucción de todos los lazos sociales, del sujeto, y transformar todo en una especie de performance y entrenamiento para los que pueda entrar al mercado o los que queden afuera.

–¿Y cómo analiza desde la teoría psicoanalítica los discursos de odio y por qué prenden en algunos sujetos de semejante manera?

–Si uno no tiene ningún legado simbólico, si a uno le han destruido el horizonte histórico en el que se podía reconocer, las pulsiones de muerte y las pulsiones de destrucción están en todos los sujetos. Y si al sujeto se lo captura de tal manera que deja de tener historia y lo único que escucha es lo que en el presente absoluto se mueve y eso que se mueve está todo el tiempo llamando a la destrucción y al odio de todo aquel que quiera volver a introducir el campo transformador de lo popular, bueno, hace tiempo que el neoliberalismo ha entendido que no se va a legitimar a través de las instituciones, que se tiene que legitimar a través del odio Si usted ve cómo va funcionando el neoliberalismo desde Estados Unidos a Europa observará que ya no buscan legitimidad en las organizaciones institucionales sino que es constitutivo del neoliberalismo la presencia del odio.

–¿Y el tipo de rechazo que se produjo con el kirchnerismo es muy parecido a una rechazo que se expande por el mundo? La pregunta es porque en la Argentina se suele hablar de una similitud entre 1955 y la actualidad en cuanto a ese tipo de discursos.

–Evidentemente, Argentina tiene sus peculiaridades. Primero, está el odio clásico al peronismo. Segundo, está el odio a lo femenino, encarnado en la figura de Cristina, cuando lo femenino asume una vocación política de transformación y de llevar al campo de lo popular al poder. Esto se les vuelve insoportable a muchísimos sujetos, como el sujeto que buscó su «minuto de gloria». Este sujeto que el otro día buscó su «minuto de gloria» es el resultado de su odio y de la intersección de ese odio con todos los aparatos mediáticos que están promoviendo, que no tienen otra consistencia que el odio que promueven.

–Se llegó al límite de que muchos sujetos rechazan a la vicepresidenta hasta por su voz. ¿Cómo se configuran los discursos de odio a nivel individual?

–Así. El odio termina siendo no algo que se dirija a una forma de pensar solamente. El odio se dirige al ser. Esa es la potencia que, a veces, tiene el odio con respecto al amor: el odio se dirige a la propia existencia. Entonces, la voz, los gestos, el cuerpo, la manera de moverse, todo eso nutre al odio.

–¿Y de qué modo cree que se puede analizar la ideología en la formación psíquica? ¿O acaso lo psíquico es formador de ideología?

–El gran aporte de la izquierda lacaniana –y eso lo he trabajado en mi último libro Ideología— es la relación muy problemática, pero relación al fin, entre la ideología y el fantasma. La ideología tiene que ver con la reproducción de las relaciones sociales de producción; es decir, con la explotación y la opresión, pero el fantasma le presta a la ideología una superficie de inscripción. Por ejemplo, lo que estuvimos viendo en este sujeto el otro día. Este sujeto, por lo que sea, se realiza a través de un acto violento que en él pretende alcanzar su “minuto de gloria”. Eso no es algo meramente ideológico, es de orden fantasmático también. El gran mérito de Althusser es que cuando leyó a Lacan y escribió sobre los aparatos ideológicos del Estado inscribió el problema del estadio del espejo; es decir, el de las identificaciones dentro de la ideología. Por lo tanto, si usted ve a un inmigrante en Europa que vota a la ultraderecha, uno dice: “Pero, ¿cómo puede ir en contra de sus intereses?”. Vuelvo a insistir en este punto: depende de qué identificaciones tenga, porque cuando la historia desaparece, las identificaciones se vuelven muy fuertes.

–Freud decía que una mente sana es aquella que no niega la realidad pero se esfuerza en transformarla. Si se lo aplica a lo colectivo, ¿en qué aspectos es esta una sociedad enferma y cómo se puede lograr modificarlo?

–Los acontecimientos hablarán porque realmente la sociedad está muy enferma. Hay muchísimos lugares del mundo, por ejemplo, aquí en España, la coalición que forman el PSOE, Izquierda Unida y Podemos hizo las cosas con bastante sentido común, teniendo en cuenta la pandemia, la guerra y el tiempo que le tocó. Y es probable que pierda las elecciones. ¿Por qué? Del otro lado tiene esta derecha desinhibida que propone que no va a pagar la luz, que ya puso en su tiempo que la cuarentena era una imposición. Hay que tener en cuenta que nosotros hemos quedado del lado de los argumentos, del lado de las restricciones, del lado de «hay que renunciar para el bien común», y la derecha está en un proceso de desinhibición para que luego se distribuya por todas partes. Mientras que, a la vez, la fractura de lo social se va pronunciando cada vez más y la desigualdad aumenta. En el goce que propone la ultraderecha está el aumento de la desigualdad.

Fuente de la información e imagen: https://www.pagina12.com.ar

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Entrevista a Mónica Chuji Gualinga, exasambleísta ecuatoriana “Los derechos de la naturaleza fueron construidos con base en el pensamiento, la lógica y la vivencia de los pueblos indígenas”

Por J. Fernanda Sánchez Jaramillo 

14 años después, la ex asambleísta ecuatoriana reflexiona acerca de su participación en la Asamblea Constituyente, el origen de la declaratoria de la Pachamama como sujeto de derechos y los retos de su implementación.

Mónica es Kichwa amazónica. De padre de ascendencia Achuar. Es directora adjunta para América Latina y el Caribe de la organización indígena global Indigenous Peoples Rights International con la cual desarrolla un trabajo de acompañamiento y asesoría con distintos pueblos.

FSJ: ¿Qué significa ser kichwa y cómo es su relación con su pueblo?

MCH: Los Sarayaku somos oriundos de la provincia de Pastaza (Ecuador). De ahí, hemos viajado desde hace 40-50 años buscando tierras fértiles al norte de Sucumbíos. El término territorio lo propusimos porque para nosotros la tierra, con la noción territorio, engloba las dimensiones de la vida articuladas y dependientes, donde hemos vivido, sentido, construido y deconstruido la vida con nuestras prácticas culturales ancestrales, no todas buenas, y otras que hemos renovado e inventado. El territorio como concepto aglutina todas las dimensiones para los pueblos indígenas, los sueños, la vida, espiritualidad, allí están todas nuestras energías, el agua, la biodiversidad y todos son interdependientes. Una alteración tiene consecuencias. Los seres vivos de todas las especies dependemos del territorio y, por eso, es super sagrado para los pueblos indígenas.

FSJ: ¿Cómo conciben ustedes a la tierra: un sujeto, una persona, ¿etc.?

MCH: en muchos idiomas se le nombra de diversas formas. La concebimos como la madre tierra, la madre naturaleza, como un ser vivo. Es obvio, si una planta da frutos es porque está viva, si se seca es porque murió. El principio fundamental es que todo lo que está en el planeta está vivo. Los bosques están vivos, son bosques muy espirituales que están interconectados profundamente con todas nuestras energías. Una forma de sintetizar eso, en el caso ecuatoriano, fueron los derechos de la naturaleza que significa que está viva.

FSJ: ¿Qué retos enfrento al ser miembro de la Asamblea Constituyente en 2008?

MCH: Yo fui elegida para la Asamblea Constituyente que redactó la nueva Constitución para Ecuador. Presidí la Mesa de recursos naturales y biodiversidad. La tensión fue muy alta, poniendo de manifiesto el coraje y la contradicción del presidente de la República y de todo su gobierno pese a que yo fui asambleísta de la bancada oficialista; sin embargo, la voz que primaba allí y las bases en las que me sostenía para hacer las demandas históricas eran precisamente las de donde yo vengo: la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), trabajo en comunidades y organizaciones regionales, etc.

Fue una mesa tensa donde la gente que participó como asambleísta carecía del mínimo conocimiento sobre la temática que se debatía. No sabían lo que significaba biodiversidad como tal, el territorio, los derechos de los pueblos indígenas. Era un espacio donde, además de presidir, debía educar a la gente para que hubiera un nivel de debate y eso complicaba mucho más llegar a acuerdos porque ellos desconocían qué era el Convenio 169 de la OIT, sobre pueblos indígenas y tribales, qué contemplaba, el derecho a la consulta libre, previa e informada, no podían decidir y dependían del gobierno, del oficialismo, para decidir qué decir. Ese fue un punto de conflicto en la mesa.

Cuando se trataba de revisar la territorialidad indígena y los asentamientos tradicionales, dónde estaban ubicadas las principales concesiones petroleras y mineras hubo tensiones: se debatía, especialmente, la consulta previa que el Estado debe cumplir para extraer los recursos naturales excepto en zonas intangibles donde está prohibida su explotación. Eso generó muchísima tensión porque había también asambleístas vinculados -de una u otra forma- con empresas mineras y petroleras que alguna vez habían pasado por allí o simplemente porque algunos creían, en ese momento, que la opción era extraer todos los recursos naturales para la inversión, que también era la postura del presidente Correa en ese momento.

La tensión también nacía de las grandes diferencias entre la visión moderna, oficial que tiene la sociedad mestiza respecto a los pueblos indígenas, y la visión de los pueblos indígenas que es una concepción diferente desarrollada milenariamente. Hemos sido sociedades que no escribíamos, orales, por eso no hay libros escritos donde se teorice sobre cómo concebimos la relación con la madre naturaleza, con los territorios, como quiera llamarse y con todos los seres vivos. Esa es la concepción que yo defendía.

Había entonces confrontaciones entre dos formas de ver, dos vivencias, eso no solamente se visibilizó en la mesa, sino en el pleno de la Asamblea donde 130 asambleístas teníamos que opinar y había gente políticamente de izquierda que tampoco entendía y se sumaba, a los partidos tradicionales, conservadores, cuando se trataba de derechos indígenas, de nuestras propuestas y reivindicaciones, no hubo diferencia entre la izquierda y la derecha al menos, en ese punto. Ahora, diría yo que hay una apertura mental para incorporar la dimensión ambiental territorial y el tema de derechos indígenas y comprender otras lógicas de vida.

FSJ: En la academia, especialmente, blanca, norteamericana y eurocéntrica se ha negado que el origen de los derechos de la naturaleza esté en los pueblos originarios. ¿Qué piensa al respecto?

MCH: Ciertas ONG se han vanagloriado, han hecho una campaña internacional diciendo que son los inventores de los derechos de la naturaleza, que esos derechos se los venía pensando y repensando desde otras latitudes, en otros momentos de la historia y que nada tienen que ver los pueblos indígenas con su incorporación en la nueva constitución. No obstante, lo cierto es que desde que los pueblos indígenas hemos estado activos en la vida política organizativa una de las posturas históricas -basadas en la vivencia, en la experiencia y en el tiempo- ha sido precisamente cómo nosotros concebimos a los seres vivos con los que convivimos, sabemos quiénes son y la razón de su existencia.

Esa ha sido una enseñanza, que la hemos vivido y aprendido, reaprendiendo y desaprendiendo, pero es mediante la experiencia práctica hemos sabido que todo lo que está a nuestro alrededor tiene vida, tiene derecho a seguir existiendo y no somos nadie para coartar su ciclo de vida. Cuando hemos tenido que hacer nuestras chacras, huertas, hemos prescindido de ciertos espacios, tumbado árboles y montes, son prácticas de la agricultura y somos conscientes que hacemos eso con un bosque está vivo, pero lo hicimos porque necesitamos cultivar, pero no en lugares sagrado, sino donde considerábamos que no hacíamos mucho daño. Para nosotros hasta los seres considerados inertes tienen una energía, tienen vida.

De esa reflexión, parte esa ONG que dice mejor démosle un nombre: digámosle que es el derecho de la naturaleza, parte de la razón, la reflexión propia y profunda de la práctica y la vida misma, de los pueblos indígenas. De allí que, en la asamblea, alguna otra gente, compañeros de otras ONG vinieron a plasmar a escribir, a buena hora, en torno a esa reflexión. Yo más bien asumo la postura de que los derechos de la naturaleza fueron construidos con base en el pensamiento, la lógica y la vivencia de los pueblos indígenas, con el apoyo de ciertas personas de ciertas organizaciones, lo cual me parece super bien. Esto significó que esas instituciones se han sensibilizado y se logró materializar y poner en papel aquello que, teórica y verbalmente, los pueblos indígenas habíamos sostenido, madurado y construido.

De la teoría a la práctica

FSJ: ¿Cómo se vive la plurinacionalidad que dio origen a la Constitución ecuatoriana de 2008?

MCH: es un planteamiento político, jurídico y sistémico, relacionado con una construcción diferente de la arquitectura de nuestros Estados porque era vertical y los pueblos originarios eran vistos como pueblos de segundo, como subcultura, y bajo esa lógica se desarrolló la política pública. La plurinacionalidad ha implicado cuestionar al Estado y plantear uno que reconozca a los pueblos milenarios que han habitado estos territorios desde antes de la Conquista europea. Es una justicia histórica, con un valor político y simbólico profundo que tiene como propósito una redistribución del poder político y de la riqueza para todos. La pluralidad política no es solo un concepto que nace de los indígenas para los indígenas; al contrario, reta todo el sistema y tiene qué ver con la inclusión de todos los sectores sociales: mujeres, jóvenes, hombres, campesinos porque al final de las personas que no hacen parte de la élite capitalista son explotadas y no son tratadas como sujetos de derechos. De eso se trata la plurinacionalidad, como todo proceso se sigue realizando poco a poco. Nos sirve lo que está en la Constitución para exigir, asumirlo y pedir su implementación.

Usted ha dicho que el término Sumak Kawsay ha sido utilizado a conveniencia: ¿Cómo ha ocurrido esto?

MCH: Ese concepto surge en el pensamiento amazónico ecuatoriano. Una de las primeras personas que teoriza este concepto es Carlos Viteri Gualinga, de la provincia de Paztasa. Él profundizó este concepto en su tesis de antropología y, a partir de ahí, se ha ido desarrollando el pensamiento indígena Kichwa particularmente. En el marco del proceso de la Constitución, creo que hubo una apropiación de este concepto, por parte del partido oficial, cuando gobernaba Rafael Correa. Empezó a ponerse de moda, esta palabra, esta frase, que la gente sabía que significaba Buen vivir y nada más, pero no conocían las implicaciones espirituales, lingüísticas, culturales, cosmogónicas y de la dimensión de la vida. Se usa, por un lado, como propaganda política, como gancho para atraer gente con una posición progresista, alternativa y, por otro lado, se le vacía de contenido y es utilizada como un cliché para decir que el gobierno, en ese momento, la revolución ciudadana, caminaba con el pensamiento ancestral de los pueblos indígenas. Fue utilizado como una frase política vacía que sirvió para justificar la violencia en los territorios, el ingreso a zonas intangibles y sin hacer un proceso real de consulta, pues creo que la consulta es un mecanismo democrático y es paso fundamental para obtener el consentimiento.

Con el Sumak Kawsay se pretendió fue decir: vamos a explotar los territorios indígenas para darles un Sumak Kawsay a todos los ecuatorianos. Hubo realmente una manipulación terrible, un desprestigio del concepto que los pueblos indígenas construyeron a partir de la práctica milenaria y creo que eso es lo que vivimos actualmente, esa herencia de vaciamiento que le dio a una práctica milenaria teorizada por los amazónicos.

FSJ: ¿Qué tan eficaz, en la práctica, ha sido la consagración de los derechos de la naturaleza en la Constitución ecuatoriana?

MCH: Como todo derecho escrito es una herramienta que sirve para sumar a una resistencia que vienen haciendo los pueblos. Ninguna Constitución ni ningún derecho ha sido, por buena voluntad, implementado desde el Estado ni desde los gobiernos. La Constitución nos da la garantía de poder exigir, eso es lo que pasa con los derechos de la naturaleza. Sin embargo, en la práctica te puedo decir que no, no es un derecho que se ha respetado por parte del Estado ni de los gobiernos locales ni de las corporaciones, pero ha servido para protestar, defender y dar una batalla jurídica por parte de los pueblos. Hay una batalla desigual, pero al menos ha servido simbólicamente porque la Constitución ecuatoriana reconoce que la Pachamama es un ser viviente, un conjunto de seres vivientes diversos que han existido siempre y a los que no se les puede impedir el curso de su vida y por eso cuando hay un abuso, hay que pararlo. ¿Y quién debe pararlo si no nosotros mismos?

Pero de la teoría a la práctica, si esto ha significado una disminución del abuso a la Pachamama, no podría decir tajantemente ni sí ni no, más bien no que sí. Pero es un instrumento que permite profundizar el debate, sensibilizar y hacer que la gente sepa que vivimos en un planeta vivo y del cual vivimos que, si atentamos contra ella, lo hacemos contra nuestra propia vida. Los derechos de la naturaleza tienen un valor político y ético de vanguardia que sirve para exigir el cumplimiento de lo que se reconoció en la Constitución.

FSJ: ¿Pero la protección es efectiva?

MCH: Hay varias sentencias que no se cumplen. Hace falta la voluntad política de los gobiernos de turno. El problema es que nos gobierna gente capitalista a ultranza, que ve a la Pachamama en términos de dólares, que piensa que todo tiene un valor comercial y solo piensan en su existencia. Hace falta una concientización global y un compromiso de todos los Estados y todos los actores claves que tienen gran incidencia en el mundo. Las sentencias no se cumplen o se cumplen a medias.

FSJ: ¿Qué les hace falta a los movimientos sociales, incluido el movimiento de los pueblos originarios, para consolidar los derechos de la naturaleza?

MCH: Lo primero es desprendernos de la idea de que solamente a ciertos grupos o movimientos les corresponde la defensa del planeta. El Jahua pacha, kay pacha y uku pacha, los mundos diversos. Creo que es injusto que ciertos sectores estén defendiendo la Pachamama, quienes deben asumir la responsabilidad deben ser las grandes corporaciones. Debe masificarse su defensa porque si seguimos creyendo que solo estos grupos deben defenderla, solo ellos hacen el trabajo y además se les estigmatiza. La academia comete ese mismo error colonizador: ver a la gente que está conectada con la naturaleza, considerarla como primitiva, salvaje, no modernos, y que deben ser salvados. Hay que superar esto y plantearlo como una cuestión de vida que nos atañe a todos los ecuatorianos. Hace falta un cambio del sistema, que los Estados y los gobiernos asuman una posición firme y también falta un remezón a nivel planetario que evidencie que estamos en un punto de no retorno del planeta…

Mónica Chuji Gualinga creció en una familia de dirigentes comunitarios y provinciales, durante los años 70 y 80. Ha participado en movilizaciones y defensa del territorio desde siempre, pero en los últimos años se ha dedicado a la reflexión y a otros trabajos. “Reflexionar a partir de la experiencia -y los cambios y la relación con la madre naturaleza- ya que el caos actual amerita aportar con reflexión”, dice Mónica. Esta entrevista es parte de esas reflexiones 14 años después de pertenecer a la Asamblea Constituyente ecuatoriana, que consagró a la Pachamama como sujeto de derechos en la Constitución.

[Imágenes: cortesía de Mónica Chuji]

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Colombia: “Para mejorar la educación hay que invertir”: secretaria de Educación, Edna Bonilla

“Para mejorar la educación hay que invertir”: secretaria de Educación, Edna Bonilla

La secretaria de Educación de Bogotá habla sobre la inversión en colegios, acoso sexual, suicidio y los planes de su entidad. Este es su balance.

De los cerca de ocho millones de habitantes de Bogotá, 1,5 millones tienen entre 5 y 19 años, es decir, están en edad para cursar primaria o secundaria. De ellos, el 50,7 % son hombres y el 49,3 % mujeres. Para albergarlos a todos, según la Secretaría de Educación, hay casi 2.000 instituciones, de las cuales 400 son distritales (750 sedes en las 20 localidades), donde se educan casi 800.000 estudiantes, y el resto son colegios o jardines privados, donde lo hacen 450.000.

No obstante, el último informe de Bogotá Cómo Vamos señala que el porcentaje de población entre 5 y 16 años fuera del sistema va en aumento: llegó al 8,6 %, al pasar de 79.548 en 2019 a 101.542 en 2021. Con este panorama, partió la conversación con Edna Bonilla, secretaria de Educación de Bogotá, quien en entrevista con la sección Bogotá de El Espectador dio a conocer en qué ha avanzado su cartera este año.

Prometió entregar 35 colegios nuevos. A 15 meses del fin del período, ¿cuál es el balance?

Bogotá necesita muchos colegios y el ideal es que los niños estudien cerca de su casa. Pero eso no lo lograremos ahora, sino en muchos años. Nos propusimos 35 colegios nuevos o restituidos, y ya lo logramos, pese a que la pandemia obligó a cambiar el plan de desarrollo.

Pero no todos están entregados ni tampoco son nuevos…

Por eso hablamos de nuevos o restituidos, que son los demolidos y construidos en el mismo terreno. A la fecha hemos entregado 11 colegios, que benefician a 11.641 estudiantes de siete localidades, próximamente entregaremos cinco, con cupo para 4.945, 11 están en ejecución en Engativá, Ciudad Bolívar, Usme, Fontibón, Kennedy y Los Mártires, y cinco, en licitación. Esperamos ser la primera administración en entregar lo que prometió.

El Concejo aprobó en el cupo de endeudamiento $2,5 billones para educación, infraestructura y becas. ¿Cómo van con eso?

Fue en junio, de manera que aún es reciente, pero tenemos claro que se harán 19 colegios, seis sedes de primera infancia y un centro pedagógico para docentes. Todo está en etapa de consultoría. Además, $1,4 billones serán para 56.000 becas de educación superior, técnica y tecnológica para los jóvenes.

¿Cuándo estarán los colegios nuevos?

En 2024 y 2025. Nos comprometimos con más porque, a pesar de que no los entregaremos, la educación sigue siendo prioridad.

Hablemos de un caso puntual: el colegio Chengdu-Bolonia, de Usme. En 2018 gastaron $16.000 millones y debían entregarlo en 3 años, el consorcio incumplió y lo dejó al 75 %. Para el 25 % restante destinaron $12 mil millones. ¿Hay desproporción?

No hay desproporción. Tuvimos que hacer mejoras en temas estructurales y de seguridad para garantizar el bienestar de los alumnos. Estamos próximos a determinar la fecha de entrega, la cual esperamos sea antes de diciembre de 2022. Activamos las pólizas y seguimos avanzando los procesos sancionatorios.

La capital tiene déficit de cupos en UPZ de Ciudad Bolívar, Suba, Engativá y Kennedy, ¿se enfocarán en esas zonas?

Sí. Bogotá creció con la informalidad y no se supo planear a largo plazo, algo que debió empezar hace mucho. Por eso, algunos menores estudian por fuera de sus localidades, con ayuda del Plan de Movilidad Escolar. Ahora estamos en ese proceso. De las 19 instituciones nuevas, 12 están en las cuatro localidades que menciona. Las demás en Bosa, Rafael Uribe Uribe, Usaquén, San Cristóbal, Los Mártires y Usme.

Con $1 billón propuso 20.000 becas en educación superior, ¿con $1,4 billones qué se hará?

Cumplimos con las primeras 20.000. Ahora serán 56.000 becas: 28.000 para educación técnica, tecnológica y universitaria, y 28.000 para educación posmedia, distinta a carreras universitarias, que no son carreras, pero forman para el trabajo. Al finalizar la administración serán más de 70.000 ayudas para estudiar, esto es 1,5 veces los estudiantes de la Universidad Nacional en Bogotá.

¿Cómo va la ciudad en jornada única?

Ese es un escenario en el que sí o sí hay que avanzar. La jornada única tiene un impacto grande en la calidad educativa y el bienestar de los estudiantes. No podemos darle la espalda a la realidad de muchos y es que van al colegio también a comer. La ración caliente que les entregan en los comedores estudiantiles es su mejor comida de la semana, porque en la capital tenemos pobreza y tenemos hambre.

Esa es una realidad, pero ¿qué porcentaje de colegios ya la están implementando?

El 19,6 % de los colegios cumplen con la jornada en este momento. Es clave reconocer que para avanzar en ese número es necesario construir colegios. Esa la importancia real de la infraestructura. Para llegar al 100 % se tendrían que construir mínimo 200 colegios.

¿Cuántos menores venezolanos estudian en Bogotá?

Pasamos de 19.000 en 2019 a 62.000 en 2022. La mayoría, en localidades como Suba, Los Mártires y Engativá. Los niños, independientemente de su lugar de nacimiento, tienen derecho a la educación. Seguimos con un problema y es que la gente tiene la creencia de que los migrantes les quitan los cupos y no es así.

Acá no hay colegios de educación especial, sino con inclusión para menores con discapacidad. ¿Cómo avanza el plan de adecuación para garantizar su accesibilidad?

Todos los colegios deben recibir niños con discapacidad, aunque reconozco que no todos están adecuados física ni pedagógicamente, algo que estamos ajustando. Hoy los colegios nuevos tienen rampas y ascensores, estamos avanzando en los antiguos. Lo cierto es que no podemos permitir que haya un centro de educación solo para ellos, porque sería una forma de segregarlos.

Se comprometió a reducir la brecha público-privada. ¿Qué ha pasado?

Hubo una leve mejora en algunas áreas, pero en la pandemia la brecha aumentó. Al comparar el top de calidad de los colegios evidenciamos que los públicos desmejoraron. Frente a ello sugerimos planes de nivelación, dado que no hay libros de texto unificados.

En pandemia, calcularon que 124.000 alumnos no tenían conectividad en sus hogares. Le apostó a suplir el tema. ¿Cuántos equipos entregaron?

Casi 110.000 dispositivos, entre computadores y tabletas. Pero eso no basta. Por eso creamos la Ruta 100K, que involucra a los docentes, para que vuelvan estos elementos parte de la clase. Son herramientas que bien usadas ayudan en los procesos formativos. Estamos desarrollando aplicativos para pasar a lo que queremos llamar ‘Aprende en casa, aprende siempre’.

El acoso sexual ha preocupado este año. A junio se hablaba de 163 casos. ¿Cómo han enfrentado las denuncias?

Ningún proceso se vence en la Secretaría de Educación. En los casos de presunta violencia sexual por maestros, estos dejan de tener contacto directo con los menores y asumen labores administrativas, mientras avanza la investigación. Al 31 de julio llevamos 245 casos activos; en 2021 se abrieron 46, este año se llevan 125 y ya hay 47 fallos sancionatorios: 11 con destitución, 31 de suspensión, una multa y cuatro absolutorios.

Otro asunto son los casos de menores que se han suicidado por presunto acoso escolar. ¿Qué se está haciendo?

Al 15 de agosto llevamos 16 casos de suicidios infantojuveniles en Bogotá (un nuevo caso se registró el 2 de septiembre). Sin embargo, el 94 % tienen origen familiar, no en el colegio. La que sí está disparada es la ideación suicida (pensar en cómo hacerlo), debido en gran medida a las afectaciones de salud mental tras la pandemia. Reconocemos que tenemos casos de bullying, en donde los menores replican algunos de los contenidos violentos que vieron en el aislamiento. A esos casos les damos seguimiento con docentes de apoyo (psicorientadores).

Para finalizar, viene haciendo ajustes en el presupuesto, pero, ¿cuáles considera más significativos?

Los 25 colegios adicionales que vamos a contratar, así como el dejar asegurado internet a los colegios públicos. Además, los $20.000 millones para garantizar que los niños que lleguen a sexto grado, de los 100 colegios más pobres y aquellos en mayores condiciones de vulnerabilidad, reciban tabletas para facilitar su aprendizaje.

Esto me lleva a preguntarle: ¿cuál es la inversión del Distrito por alumno?

Bogotá invierte $4,5 millones al año por menor matriculado. Estamos por encima de la destinación nacional, que es de $2,5 millones. Sin embargo, no es suficiente. En Luxemburgo, por ejemplo, al año se invierten $47,5 millones por niño. Para mejorar la educación debemos seguir invirtiendo.

 

Fuente de la Información: https://www.elespectador.com/bogota/para-mejorar-la-educacion-hay-que-invertir-edna-bonilla/

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