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La faz injusta de Brasil

La faz injusta de Brasil

Desde la dictadura militar (1964-1985) nunca hubo tantos retrocesos en el terreno de los derechos humanos en Brasil como ahora, con Bolsonaro. Nos gobiernan autoridades que insisten en la impunidad de las fuerzas represivas, lo que representa una luz verde para la eliminación sumaria de sospechosos o incluso de ciudadanos no sospechosos, como los nueve jóvenes asesinados por la Policía Militar de Sao Paulo en la favela de Paraisópolis durante la madrugada del 1ro de diciembre. Solo en Río, en este año 2019, seis niños murieron por “balas perdidas”.

Empresas mineras, madereras y agropecuarias invaden tierras protegidas. Se asesina a indígenas, entre ellos al líder Paulo Paulino Guajajara, en Maranhão, el 1ro de noviembre, por defender la reserva de su pueblo de las actividades de madereras ilegales. Los casos de feminicidio se multiplican; en el país, cada 4 minutos una mujer es violada.

El presidente de la Fundación Palmares, Sérgio Camargo, cuyo nombramiento está siendo impugnado por la Justicia, escupe en la memoria de Zumbi, el héroe quilombola, al declarar que en Brasil no existe racismo, y que “la esclavitud fue beneficiosa para sus descendientes”… En Paraná, el periodista Aluízio Palmar es procesado por denunciar que en el cuartel del Primer Batallón de Frontera, en Foz de Iguazú, se tortura. El país tiene más de 12 millones de desempleados, y el gobierno ha reducido dos veces el salario mínimo que entrará en vigor en 2020.

A la orilla de haciendas y carreteras brasileñas se encuentran acampadas 80 000 familias. El expresidente Lula es condenado sin pruebas. Los medios que critican al gobierno son saboteados mediante la cancelación de anuncios oficiales, y las empresas privadas que anuncian sus productos en ellos sufren amenazas. Se incentiva a los alumnos a delatar a los profesores que no corean la cartilla del Planalto. El gobierno, que nunca ha condenado a los paramilitares que, irrespetando las leyes le disputan territorios al narcotráfico, estimula el mercado de armas y municiones.

Además de violar los derechos humanos, se violan también los derechos de la naturaleza. Se incendia criminalmente la selva amazónica para abrirle paso al ganado y la soya, mientras Bolsonaro declara que las quemas son “un problema cultural”. La Justicia procede con lentitud y lenidad en el castigo a los responsables por las tragedias causadas por las roturas de las presas de Mariana (MG), en 2015, y Bramadinho (MG), en 2019, que segaron 382 vidas. El petróleo derramado en el litoral brasileño no se limpia con la urgencia y el rigor que la situación exige.

Según Marcelo Neri, de la Fundación Getulio Vargas, en 10 años Brasil hizo salir de la pobreza a 30 millones de personas. Pero entre 2015 y 2017, 6,3 millones volvieron a caer en la miseria. En los últimos tres años, la pobreza aumentó un 33%. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), 58,4 millones de personas viven hoy por debajo de la línea de la pobreza, con ingresos mensuales inferiores a 406 reales. La lista de los excluidos no hace sino aumentar: entre 2016 y 2017  creció de 25,7% a 26,5%, lo que significa la exclusión de casi dos millones de personas. Según esos datos, 55 millones de brasileños, un 40% de los cuales viven en el Nordeste, sufren privaciones. El ingreso promedio de los ricos creció un 3%, y el de los pobres disminuyó un 20%. Han regresado enfermedades ya erradicadas, y la mortalidad infantil  avanza entre las familias más pobres.

Somos una nación rica, muy rica. Pero sumamente injusta. El PIB brasileño es de 6,3 billones de reales, lo que basta para garantizarle 30 mil reales per cápita al año a cada uno de sus 210 millones de habitantes. O 10 000 reales al mes a cada familia de cuatro personas.

Los derechos humanos no son “cosa de delincuentes”, como alardean quienes jamás piensan en los derechos de los pobres. Son uno de los marcos jurídicos y morales más elevados de nuestro avance civilizatorio. Aunque sean violados sistemáticamente por quien se proclama demócrata y cristiano, son inapelables. Le resta ahora a la ONU convocar a los países a elaborar y firmar la Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza, nuestra “casa común”, en palabras del papa Francisco.

Fuente de la Información: http://www.cubadebate.cu/opinion/2020/01/03/la-faz-injusta-de-brasil/#.XhKHoehKjIU

Autor: Frei Betto

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Redes caníbales

Frei Betto

Caníbal es todo aquel que devora a individuos de su misma especie. Para hacerlo, necesita dominar a la presa, tornarla indefensa, entonces tratar de devorarla. Ese es el rostro alarmante de las redes digitales, tan útiles para facilitar nuestra intercomunicación. Al igual que los vehículos –aviones, autos, motos– que resultan útiles para movilizarnos más rápidamente y, sin embargo, son utilizados para llevar a cabo actos terroristas como el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, las redes digitales tienen su lado sombrío.
Si no sabemos usarlas adecuadamente, devoran nuestro tiempo, nuestro humor, nuestra civilidad. De ahí mi resistencia a llamarlas redes sociales. La sociabilidad no siempre supera a la hostilidad. Incluso devoran nuestro sueño, pues hay quienes ya no logran desconectar el Smartphone a la hora de dormir. Devoran también nuestra capacidad de discernimiento, en la medida en que nos tribalizan y nos confinan a una única visión del mundo, sin apertura a lo contradictorio ni tolerancia para quien adopta otra óptica.
La medicina ya está atenta a una nueva enfermedad: la nomofobia. El término surgió en Inglaterra, derivado de no-mobile, esto es, privado del aparato de comunicación móvil. En síntesis, es el miedo a quedarse sin celular. Es la enfermedad adictiva más reciente, que estudian actualmente los terapeutas.
Hay quien permanece horas en las redes, naufragando más que navegando. El rostro caníbal del celular devora también nuestro protagonismo. Es el celular el que, mediante sus múltiples herramientas y aplicaciones, decide el rumbo de nuestras vidas. El diluvio de informaciones que cae una y otra vez sobre cada uno de nosotros, casi todas descontextualizadas, nos conduce ineluctablemente al territorio de la posverdad. Tocan nuestra emoción y, vertiginosas, neutralizan vuestra razón. No hay dudas de que la mayoría de nosotros es incapaz de ofender gratuitamente a un desconocido en la panadería de la esquina. Pero en las redes muchos endosan difamaciones, acusaciones sin fundamento y calumnias: ¡Las famosas fake news!
Hace más de 70 años, mi cofrade Dominique Duberle escribió a propósito de la cibernética: «Podemos soñar con un tiempo en el que una máquina de gobernar supla la hoy evidente insuficiencia de las mentes y los instrumentos habituales de la política» (Le Monde, 28 de diciembre de 1948).
El Leviatán cibernético previsto por el fraile dominico francés hoy tiene un nombre: Google, Facebook, WhatsApp, etc. Esas corporaciones devoran todos nuestros datos para que los algoritmos los transmitan a las herramientas incapaces de vernos como ciudadanos. Para ellas, somos meros consumidores. Es la era del Big Data.
Las redes digitales devoran incluso la realidad en la que nos encontramos insertados. Nos desplazan hacia la virtualidad y activan en nosotros sentimientos nocivos de odio y venganza. El príncipe encantado se transforma en monstruo. Los valores humanitarios se destejen, la ética se disuelve, la buena educación se descarta. Lo que importa ahora, con esta arma electrónica en las manos, es trabar la batalla del «bien» contra el «mal». Eliminar con un clic a los enemigos virtuales después de crucificarlos con injurias que se multiplican mediante el hipervínculo, el video, la imagen, el sitio web, la etiqueta, o simplemente una palabra o una frase.
He ahí lo que pretende cada emisor: lograr que lo que posteó se haga viral. El adjetivo se deriva de virus, un sustantivo empleado en la biología que proviene del latín y significa «veneno» o «toxina». ¡Se crea así la pandemia virtual! Es necesario leer rápido este correo o zapp, porque aguardan por mí otros tantos. Y de ser el caso, responder con un texto conciso, aunque vulnere todas las reglas de la gramática y la sintaxis. Según la investigadora Maryanne Wolf, accedemos diariamente como promedio a 34 gigabytes de información, lo que equivale a un libro de cien mil palabras. Sin tiempo suficiente para la absorción y la reflexión.

Corremos el riesgo de dar un paso atrás en el proceso civilizatorio. A menos que las familias y las escuelas adopten algo similar a lo que acompañó el advenimiento del automóvil, cuando se percibió la necesidad de crear autoescuelas para educar a los conductores. El celular está exigiendo también una pedagogía adecuada para su buen uso.

Autor: Frei Beto

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259042

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Frei Betto: El descuido de la formación ideológica, causa de los retrocesos en gobiernos progresistas en América Latina

Por Frei Betto.

-Para el fraile dominico brasileño, Frei Betto, una de las causas principales de los retrocesos en gobiernos progresistas en América Latina es el descuido en la formación ideológica de la sociedad.

A su juicio, no se trata de un fenómeno nuevo ni propio del continente, pues ya se había dado en la antigua Unión Soviética y en el resto de Europa del Este.

Durante su participación en la II Conferencia Internacional Con todos y para el bien de todos, dedicada a José Martí, Betto defendió esos criterios a la luz del pensamiento político y antimperialista martiano.

Señaló que la región avanzó mucho en los últimos años, se logró elegir jefes de Estado progresistas, conquistar conexiones continentales importantes como la alianza bolivariana, Celac, Unasur, pero se cometieron errores.

Precisó que uno de ellos fue descuidar la organización popular, el trabajo de educación ideológico y “allí entra en juego José Martí porque él siempre se preocupó por el trabajo ideológico”, agregó.

Según el teólogo de la liberación, los retrocesos en una sociedad desigual significan que hay una permanente lucha de clases. “No podemos engañarnos, pues no se garantiza el apoyo popular a los procesos dando al pueblo sólo mejores condiciones de vida, porque eso puede originar en la gente una mentalidad consumista”, aseveró.

El problema está -afirmó Betto- en que no se politizó a la nación,  no se hizo el trabajo político, ideológico, de educación, sobre todo en los jóvenes, y ahora la gente se queja porque ya no puede comprar carros o pasar vacaciones en el exterior.

En su opinión, hay un proceso regresivo porque no se ha desarrollado una política sostenible, no hay una reforma estructural, agrarias, tributarias, presidenciales, políticas. “Encauzamos una política buena pero cosmética, carente de raíz, sin fundamentos para su sustentabilidad”.

Al referise a Brasil, espera que no pase lo peor, el regreso de la derecha al poder. Según su análisis, eso depende mucho de Dilma en los próximos dos o tres años. “Pero lamentablemente, por lo pronto, no hay señal de que va a cambiar la política económica que hace daño a los más pobres y favorece a los más ricos”, afirmó.

Aseveró que el consumismo y la corrupción están matando la utopía en pueblos de nuestra América, como Argentina y otros, porque -señaló- la gente no tiene perspectivas de sentido altruista, solidario, revolucionario, de la vida, se va hacia el consumismo, y eso afecta toda perspectiva socialista y cristiana, que es desarrollar en la gente valores solidarios. “La solidaridad es el valor mayor tanto del socialismo como del cristianismo”, subrayó.

Betto insistió en que en eso radica la falla en gobiernos progresistas. En su opinión no se hizo un trabajo de base, de formación ideológica de la gente.

Agregó que la educación para el amor, para la solidaridad, es un proceso que hay que desarrollar pedagógicamente, y como eso no se cuidó desde un primer momento, ahora se afrontan las consecuencias lamentablemente.

Al abordar el proceso de distopía, es decir, los intentos de presentar la utopía como algo del pasado, reiteró que en los países  como Brasil o Venezuela, los gobiernos se equivocaron al creer que garantizar los bienes materiales  equivalía a  garantizar condiciones espirituales, y no es así.

Betto -en el caso de Cuba- expresó que el gobierno revolucionario, que ha hecho un trabajo ideológico de educación política con el pueblo, ha sido demasiado paternalista.

Explicó que la gente ha mirado a la revolución como “una gran vaca que  le da leche a cada boca”, pero con eso no se moviliza a la gente para un trabajo más efectivo en  la consolidación ideológica relacionada, por ejemplo, con  la producción agrícola e industrial.

Consideró que, aunque admite poder equivocarse, la dependencia de la Unión Soviética llevó a Cuba a acomodarse un poco, y hoy importa  del 60 al 70 por ciento de productos especiales de consumo y eso convirtió prácticamente en una nación que exporta servicios médicos, educadores, profesionales e importa turistas para conseguir más divisas.

Educación política, participación, compromiso efectivo con la lucha, adecuación de la teoría y la práctica, es lo correcto y ahí están los ejemplos de Martí, de Fidel Castro que han vivido dentro del monstruo, como el caso de Martí,  y el de Fidel que proviene de una familia latifundista y se convirtió en revolucionario.

¿Qué pasó en la conciencia de José Martí y de Fidel Castro, quienes  tenían la oportunidad de hacerse un lugar en la burguesía, pero tuvieron una dirección evangélica para los pobres y asumieron la causa de la liberación?, se preguntó.

La respuesta es la que va a indicarnos el camino que vamos a seguir para evitar que el futuro de América Latina sea de nuevo un lugar de mucha desigualdad, de mucha pobreza, porque corremos el riesgo de ser de nuevo neocolonia de Estados Unidos y de Europa Occidental.

Enfatizó que no es fácil vivir en un mundo en el que el neoliberalismo proclama que la utopía está muerta, que la historia ha terminado, que no hay esperanza ni futuro, que el mundo siempre va a ser capitalista, que siempre va a haber pobres, miserables, y ricos, y que, como en la naturaleza, siempre va a haber día y noche y eso no se puede cambiar.

Betto señaló que la derecha se une por interés, y la izquierda por principios, y cuando la izquierda pierde los principios. Y agregó: Cuando la izquierda viola el horizonte de los principios y va por los intereses, le hace el juego a la derecha.

La tarea de la izquierda es movilizarse en la línea de una alta formación política y por ese camino es que debemos trabajar, sentenció.

Sobre las restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, expresó que la Isla debe lograr cómo establecer buenas relaciones con Estados Unidos y administrar bien la suspensión del bloqueo sin tornarse vulnerable a la seducción capitalista.

Mostró su preocupación cuando ve a los jóvenes cubanos irse del país para aprovechar la ley de ajuste porque es señal de que la gente está corriendo contra el tiempo para tornarse ciudadano de Estados Unidos, “porque en el momento en que termine el bloqueo esa ley va abajo”. Pero Cuba tiene que preguntarse por qué jóvenes formados en la revolución quieren ser ciudadanos de Estados Unidos?

“El peligro que hay aquí, dice, es que la revolución la ven esos jóvenes como un hecho del pasado y no un desafío del futuro, y cuando la gente la ve como un hecho del pasado ya mira las cosas no por sus valores, por su horizonte revolucionario, sino por el consumismo”.

El socialismo, aseguró, ha cometido el error de socializar los bienes materiales, y no socializó suficientemente los bienes espirituales, porque un pequeño grupo podía tener sueños de cosas distintas que se podían hacer, y los demás los han tenido que aceptar.

“El capitalismo lo hizo al revés, socializó los sueños para privatizar los bienes materiales… Y ahí llega el sufrimiento de los jóvenes que ponen en su vida cuatro cosas: dinero, fama, poder y belleza, y cuando no alcanzan ninguno de esos parámetros van siempre a los ansiolíticos, las drogas, viene la frustración de los falsos valores, la cual viene siempre desde donde hemos puesto nuestra expectativa”, concluyó.

Fuente del artículo: http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/01/30/frei-betto-el-descuido-de-la-formacion-ideologica-causa-de-los-retrocesos-en-gobiernos-progresistas-en-america-latina/

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América Latina amenazada con retroceder

Por: Frei Betto.

En ningún otro continente hay, en las últimas tres décadas, cambios tan significativos como en América Latina y el Caribe.  Son grandes los desafíos que se presentan en los 33 países, con 600 millones de habitantes.

Después del fracaso del TLCAN (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, y Chile como asociado), y el rechazo de la propuesta del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) por la mayoría de los países del Continente, éste inició su recorrido por un camino propio.  América Latina y el Caribe alcanzaron, al fin, su mayoría de edad.

Muchos factores contribuyeron a este avance.  Primero, la resistencia de la Revolución Cubana, que no sucumbió frente a las agresiones de EEUU ni como consecuencia de la caída del Muro de Berlín y del fracaso de la Unión Soviética.

Vino luego el rechazo electoral a los candidatos que encarnaban la propuesta neoliberal y la victoria de aquellos identificados con las demandas populares, en especial de los más pobres: Chávez, Daniel Ortega, Lula, Bachelet, Kirchner, Mujica, Correa, Morales, etc.  Varios organismos fueron creados para fortalecer la integración continental: Alba, Celac, Telesur, Unasur, Caricom, Aladi, Parlatino, Sica, etc.

Muchas dificultades, sin embargo, se configuran en el horizonte.  En esta economía globalizada y hegemonizada por el capitalismo neoliberal, la crisis de monedas fuertes, como el dólar y el euro, afecta negativamente a los países del continente.  Aunque hay avances en el combate a la pobreza extrema, aún hoy la región alberga millones de miserables; los salarios pagados a los trabajadores son bajos frente a los costos inflacionarios de las necesidades vitales; la desigualdad social crece vertiginosamente (de los 15 países más desiguales del mundo, 10 se encuentran en el Continente).

En Europa, donde la crisis económica desempleó a más de 30 millones de personas, la mayoría jóvenes, ya no hay una izquierda capaz de proponer alternativas.  El Muro de Berlín se derrumbó sobre la cabeza de partidos y militantes de izquierda, casi todos cooptados por el neoliberalismo.  Y ahora, los atentados terroristas refuerzan la xenofobia, la política de puertas cerradas a los refugiados, y los partidos de derecha que defienden una “Europa para los europeos” y un Estado policial.

En los países de Celac, la histórica dependencia de sus economías al mercado externo da indicios de una crisis que tiende a agravarse.  Los índices de crecimiento del PIB caen; la inflación resurge; y se agravan la desindustrialización y el éxodo rural con la consiguiente expansión del latifundio.

El ‘pobretariado’

No basta con tener discursos y políticas progresistas si no encuentran correspondencia y adecuación en los programas económicos.  Y nuestras economías siguen bajo presión de países metropolitanos; de organismos completamente controlados por los dueños del sistema (FMI, Banco Mundial, OCDE, etc.); de un sistema de tarifas, en particular del precio de los alimentos, intrínsecamente injusto, y según el cual los beneficios privados del mercado tienen más importancia que la vida de las personas.

El Banco Mundial (BM) alerta que 241 millones de latinoamericanos pueden caer en la pobreza.  Es lo que Bauman llamó precarización y yo, ‘pobretariado’.  Estos 241 millones ni son pobres, ni pueden ser considerados de clase media.  Y constituyen el 38% de la población del continente, en la que se consideran pobres todos los que se ven obligados a sobrevivir con menos de 4 dólares al día.

Hoy, la mitad de la población adulta de América Latina vive del trabajo informal, debido a la crisis económica que afecta a países emergentes como Brasil, México, Argentina y Venezuela.

Desde que los españoles y los portugueses llegaron a nuestra tierra natal, la economía continental depende de la exportación de productos primarios, hoy conocidos como materias primas.  Sin embargo, los grandes importadores, como China y Europa Occidental, dan señales de declive.

Hoy, se consideran pobres, en América Latina, 167 millones de personas, y 71 millones son miserables (sobreviven con un máximo de US $ 1 por día).  En Brasil, la miseria ya alcanza el 12% de la población, y se agrava por el ajuste fiscal del gobierno golpista de Temer, que afecta a las políticas sociales e inhibe el crecimiento del PIB.

Todos los gobiernos progresistas que hoy se congregan en la Celac, saben que fueron elegidos por los movimientos sociales y por los segmentos más pobres que constituyen la mayoría de la población.  Sin embargo, ¿hay un efectivo trabajo de organizar los segmentos populares? ¿Los movimientos sociales son protagonistas de políticas de gobiernos o meros beneficiarios de programas de carácter asistencialista y no emancipatorio de combate a la pobreza?

¿Cómo los gobiernos democráticos populares de América Latina tratan a los segmentos de la población beneficiados por las políticas sociales? ¿Hay un empeño de intensa alfabetización política de la población o se disemina una mentalidad consumista?

Individualismo y el conservadurismo

Es innegable que el nivel de exclusión y miseria causado por el neoliberalismo exige medidas urgentes que no escapan al mero asistencialismo.  Sin embargo, tal asistencialismo se restringe al acceso a beneficios personales (bono financiero, escuela, atención médica, crédito facilitado, dotación de productos básicos, etc.), sin que haya complementación con procesos pedagógicos de formación y organización políticas.

Se crean, así, reductos electorales, sin adhesión a un proyecto político alternativo al capitalismo.  Se dan beneficios sin suscitar esperanza.  Se promueve el acceso al consumo, sin propiciar el surgimiento de nuevos protagonistas sociales y políticos.  Y lo que es más grave: sin percibir que, en el seno del actual sistema consumista, cuyas mercancías reciclables están impregnadas de fetiche que valoran al consumidor y no al ciudadano.  El capitalismo post neoliberal introduce “valores” – como la competitividad y la mercantilización de todos los aspectos de la vida y de la naturaleza, reforzando el individualismo y el conservadurismo.

Nuestros gobiernos progresistas, en sus múltiples contradicciones, critican al capitalismo financiero y al mismo tiempo promueven la bancarización de los segmentos más pobres, a través de tarjetas de acceso a beneficios monetarios, a pensiones y salarios, y de la facilidad de crédito, a pesar de la dificultad de pagar los intereses y la liquidación de las deudas.

El peligro es fortalecer, en el imaginario social, la idea de que el capitalismo es perenne (“La historia acabó”, proclamó Francis Fukuyama), y que sin él no puede haber proceso verdaderamente democrático y civilizatorio.  Lo que significa demonizar y excluir, aunque por la fuerza, todos los que no aceptan esa “obviedad” son considerados terroristas, enemigos de la democracia, subversivos o fundamentalistas.

Esta lógica se refuerza cuando, en campañas electorales, los candidatos de izquierda acentúan, enfáticamente, con la confianza en el mercado, la atracción de inversiones extranjeras, la garantía de que los empresarios y banqueros traerán mayores ganancias, etc.

¿Hacia reformas estructurales?

Por un siglo la lógica de la izquierda latinoamericana jamás se enfrentó a la idea de superar el capitalismo por etapas.  Este es un dato nuevo, que exige mucho análisis para implementar políticas que impidan que los actuales procesos democráticos populares sean revertidos por el gran capital y por sus representantes políticos de derecha.

Este desafío no puede depender sólo de los gobiernos.  Se extiende a los movimientos sociales y a los partidos progresistas que, cuanto antes, necesitan actuar como “intelectuales orgánicos”, socializando el debate sobre avances y contradicciones, dificultades y propuestas, para ensanchar siempre más el imaginario centrado en la liberación del pueblo y en la conquista de un modelo de sociedad post-capitalista, verdaderamente emancipatorio.

La cabeza piensa donde pisan los pies.  Nuestros gobiernos progresistas corren el serio riesgo de verse sucumbidos por la contradicción entre política de izquierda y economía de derecha, si no movilizan al pueblo para implementar reformas estructurales.  Y el principio del violín, que se aferra con la izquierda y se toca con la derecha…

Como decía Onelio Cardozo, las personas tienen “hambre de pan y de belleza”.  La primera es saciable; la segunda, inagotable.  Eso significa que el deseo humano, que es infinito, sólo dejará de ser rehén del consumismo y del hedonismo –tentáculos del neoliberalismo– si ha saciado su hambre de belleza, o sea, de sentido de existencia.

Esto no se alcanza apenas con más frijoles en el plato y más dinero en el bolsillo.  Será un sí, si existe una formación capaz de imprimir en cada ciudadano y ciudadana, la convicción de que vale la pena vivir y morir para que todos tengan vida, y vida en abundancia, como dijo Jesús (Juan 10, 10).  (Traducción CEAAL).

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/193879

Fotografía: Alai

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Navidad, nacer de nuevo

Por: Frei Betto

“No hay duda de que la Navidad papanoélica es la única festividad en que la resaca se anticipa a la conmemoración”, dice Frei Betto. 

La Navidad es un tiempo de desazón. Apremiados por la publicidad que cambia a Jesucristo por Papá Noel, se nos desdeña como ciudadanos y se nos seduce como consumidores.

Aunque tengamos dinero en el bolsillo, se instala un hueco en nuestro corazón. Aumenta la temperatura de nuestra fiebre consumista y, discípulos fundamentalistas de una secta extravagante, nos adentramos mediante una procesión motorizada en las catedrales de Mamón: los shopping centers.

En esas construcciones imponentes, brillantes falsos de la escenografía cosmopolita, nos aguardan las ofrendas de la salvación, premisas y promesas de felicidad. Exhibidas en elegantes anaqueles y vitrinas relucientes, escoltadas por bellas ninfas, las mercancías son como imágenes sagradas dotadas del milagroso poder de hacernos ingresar en el reino celestial de quienes hacen de todo para morir ricos.

Libres de las figuras profanas que contaminan el exterior, como los niños que transforman las ventanillas de nuestros carros en cuadros de pavor, recorremos silenciosos las naves góticas, elevados por la música aséptica y el aroma achocolatado de exquisitas golosinas.

Con ojos ávidos, inclinamos el espíritu de capilla en capilla, atendidos por solícitas sacerdotisas que, si bien no pueden ofrecer gratis el manjar de los dioses, al menos nos lo brindan con sus trajes de vestales romanas condenadas a la belleza obligatoria.

Es el altar de nuestros sueños, el Cielo anticipado en la Tierra en forma de joyas, aparatos electrónicos, ropas y productos importados que nos redimen del pecado de vivir en este país cuya miseria arruina el paisaje.

No hay duda de que la Navidad papanoélica es la única festividad en que la resaca se anticipa a la conmemoración. Tómense vinos y castañas, panetelas y pavos, y un puñado de regalos: he ahí la receta para disfrazar una fecha. Y ahogar emociones y sentimientos. Pero no es Navidad.

La mercancía se convierte en la "diosa" de la Navidad moderna. Foto: ValenciaBonita.

La mercancía se convierte en la “diosa” de la Navidad moderna. Foto: ValenciaBonita.

Para festejar la Navidad se necesita avivar los afectos y servir a la mesa corazones y solidaridad, destapando el alma y convirtiendo el espíritu en pesebre donde renazca el Amor. Darse en vez de dar, estrechando lazos de familia y vínculos de amistad.

Urge abrir el diccionario impreso en los dobleces de nuestra subjetividad y sustituir competencia por comunidad, envidia por reconocimiento, resentimiento por humildad, yo por nosotros.

En estos trópicos calientes, mejor que con nueces conviene gratificar la lengua con prudencia, privándose de hablar mal de la vida ajena.

Un poco de silencio, una oración, la retracción del ego favorecen el encuentro con uno mismo, sobre todo de quien se reconoce alienado de Dios, de los otros y de la naturaleza. Nada cuesta pisar el freno en la atropellada carrera de quien, en el afán de superar el ritmo del tiempo, corre el riesgo de abreviar la vida por el agotamiento del cuerpo y la confusión de la mente.

Antes de los brindis, se recomienda llenar el corazón de ternura hasta que se desborde por los ojos y se derrame en caricias y besos.

Porque ¿de qué vale la Navidad si no tenemos el valor de regalarnos la decisión de nacer de nuevo?

 

Imagen: Folhox.

Fuente del Artículo:

Navidad, nacer de nuevo

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Frei Betto: Reclamar menos, atuar mais

Quando me perguntam sobre o Brasil, respondo que não vejo luz no fim do túnel porque nem mesmo enxergo o túnel…

Por Frei Betto

Não lembro de ter vivido conjuntura tão incerta. Na ditadura os atores, de um lado e outro, eram definidos. Agora não. Há um assombroso retrocesso no país, e é praticamente insignificante a reação de quem se lhe opõe.

A reforma trabalhista jogou por terra mais de 70 anos de conquistas laborais. A terceirização passou ao primeiro lugar. A reforma da Previdência condena os brasileiros mais pobres a uma vida toda de trabalho forçado, pois dificilmente terão sobrevida após 49 anos de aluguel de sua força de trabalho aos patrões, a preço salarial irrisório.

O Brasil está atolado no retrocesso econômico, no esgarçamento das políticas sociais, na precarização da saúde e da educação, e na corrupção. Os dados são alarmantes: 13 milhões de desempregados; surtos de febre amarela, dengue, zika e chikungunya, violência urbana crescente.

Para se contrapor a essa conjuntura, não basta abastecer as redes sociais de ofensas, ironias, ressentimentos e piadas. É preciso organizar a esperança. Ter clareza de como proceder nas eleições de 2018 e qual o projeto de Brasil dos nossos sonhos.

O voto em 2018 deverá estar pautado pelo Brasil que queremos. Essa visão estratégica deve nortear a escolha de partidos e candidatos.

Eleições, contudo, não mudam um país. O que muda é o fortalecimento dos movimentos sociais, o aprofundamento ideológico à luz do marxismo, o resgate da utopia e a militância junto aos segmentos empobrecidos da população. Buscar a alternativa socialista brasileira com visão crítica das experiências socialistas historicamente existentes.

Há que resistir a essa avassaladora cooptação feita pelo neoliberalismo. A direita avança no mundo todo. A desigualdade se acentua: oito indivíduos, segundo a Oxfam, possuem a mesma renda de 3,6 bilhões de pessoas, metade da humanidade.

Temos apenas duas escolhas: cuidar de nossa vida biológica, como estudar para obter emprego e, graças ao salário, sustentar a família, esperando que a sorte não nos empurre para a pobreza; ou imprimir à vida um sentido biográfico, histórico, ao assumir a militância da luta por justiça, liberdade e defesa intransigente dos direitos humanos.

Não nos basta informação. É preciso investir em formação, de modo a construir uma alternativa de sociedade que, a meu ver, deve consistir no ecossocialismo.+

Fora Temer? E o que colocar dentro?

http://port.pravda.ru/news/cplp/04-11-2017/44335-frei_betto-0/

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Si ya no espera un futuro mejor, le robaron la esperanza.

Por: Frei Betto

Si ya no avista perspectivas de futuro, desprecia a los políticos y la política, se retira a su esfera privada, es señal de que le robaron la esperanza. Si ya no soporta el noticiero, cree que la especie humana fue un proyecto fallido y que todas las liberaciones terminan en opresiones, sepa que le robaron la esperanza. Si destila odio en las redes digitales, desconfía de todos los que pronuncian discursos sobre la ética y la preservación del medio ambiente y solo confía en su cuenta bancaria, no le quepa duda, le robaron la esperanza.

Si ya no alberga sueños de un futuro mejor, no se inyecta utopía en vena y no asume su protagonismo como ciudadano, sino que prefiere aislarse en su redoma de cristal, es señal de que le robaron la esperanza. Los amigos de Job utilizaron todos los argumentos para que abandonara la esperanza. ¿Cómo se obstinaba en mantenerla si había perdido tierras, riquezas y familia? Job no introyectó la culpa, no arrojó sobre hombros ajenos los males que lo afligían, no abominó de los reveses que le ocurrían.

Reza el poema de Franz Wright, inspirado en la plegaria del poeta persa Rabi’a al-Adawiyya: “Dios, si proclamo mi amor por ti por miedo al infierno, incinérame en él; / si proclamo mi amor porque ansío el paraíso, ciérramelo ante la cara. / Pero si hablo contigo porque existes, deja / de ocultar de mí tu / infinita belleza”.

Fue en esa gratuidad de la fe, la esperanza y el amor que Job se sintió recompensado al contemplar la infinita belleza: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (42, 5).

Como escribió Spinoza en su Tratado teológico-político: “Un pueblo libre se guía por la esperanza más que por el miedo; el que está oprimido se guía más por el miedo que por la esperanza. El uno ansía cultivar su vida. El otro, soportar al opresor. Al primero le llamo libre. Al segundo le llamo siervo”.

Usted, como yo, es víctima de promesas que se transformaron en espejismos y desembocaron en frustraciones. Ni aun así admito que me roben la esperanza. ¿El secreto? Sencillo. No me aferro al aquí y ahora. Miro las contradicciones del pasado, marcado por retrocesos y avances. ¿Cuántas batallas perdidas no terminaron en guerras victoriosas? ¿Y cuántos emperadores, señores de la vida y de la muerte, desde los césares hasta Atila el huno, desde Napoleón hasta Hitler, no acabaron deshonrados por la historia?

Encaro el futuro a largo plazo. Sé que no participaré de la cosecha, pero me empeño en morir semilla. No creo en discursos ni ato mi esperanza al paracaídas de algún ser superior que promete salvación a corto plazo. Exijo programas y proyectos, y juzgo a sus portadores según criterios rígidos. Trato de conocer su vida pasada, su compromiso con los movimientos sociales, su ética y sus valores. Sé que el futuro será lo que hagamos en el presente. No espero milagros. Me arremango la camisa, convencido de que “quien sabe hace ahora, no espera lo que acontezca”.

Me gusta el verbo esperanzar: desenrollar el hilo de Ariadna que nos conduce a todos hacia afuera del laberinto.

Como dice Mario Quintana en ‘Das utopias’: “Si las cosas son inalcanzables… ¡caramba! /No es motivo para no quererlas… / ¡Qué tristes los caminos, si no fuera / Por la mágica presencia de las estrellas!”. (O)

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