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Si fuera maestra…

Centroamérica/Cuba/05 de Agosto de 2016/Autora: Graziella Pogolotti/Fuente: Granma

Llegó el momento de respirar hondo y llenar los pulmones del aire cálido y húmedo de nuestro verano tropical. Pa­só la angustia de los exámenes y de la espera por el otorgamiento de las carreras universitarias. No saben todavía los muchachos ansiosos por el disfrute vacacional que algún día sentirán añoranza de estos días de alegría y pesadumbre porque cada graduación implica una despedida.

Al contemplar el espectáculo, pienso en lo que haría si, ahora mismo, me confiaran un aula. Empezaría por solicitar a los alumnos la pormenorizada descripción del entorno inmediato. Los incitaría luego a la narración detallada del recorrido mañanero para que observaran las casas, los balcones, la ropa tendida al aire y los rasgos característicos de los transeúntes habituales. Les pediría el retrato en palabras de un familiar cercano, su vestuario, modo de peinarse, el estilo de sus movimientos, junto a la ex­presión de la cara y la mirada. Po­dría­mos detenernos todos en la contemplación de un muro, sus grietas, sus manchas y disfrutaríamos al tacto las cualidades de la materia rugosa.

Inmersos cada vez más en un universo virtual, absortos ante las pantallas, tenemos que renovar el contacto con la realidad concreta. Es un modo de provocar curiosidad y hacer que el abrir los ojos en cada mañana resulte un feliz redescubrimiento de la vida. Un experimento sencillo revela que la rutina anula la mirada.

Aguzarla enseña a conocer la arquitectura, los matices cromáticos del ambiente cambiante. Enseña también, por vía empírica, a acercarnos al análisis de la sociedad y a convertirnos en psicólogos aficionados. Con similar procedimiento minucioso, nos adentraríamos todos en el desciframiento de los textos escritos. Uno y otro son entrenamientos complementarios. Ayudan a andar por el mundo y encaminan el aprendizaje real.

El acceso a las ventanas abiertas por la informática constituye una ganancia neta. Expande el horizonte informativo, favorece el intercambio y la actualización de los especialistas y acelera la comunicación. Para ser útil, tanta oferta exige saber formular las preguntas precisas para descartar la tontería, seleccionar lo necesario sin perder rumbo en un océano de sobreabundancia.

Sin embargo, toda moneda tiene dos caras. Las ganancias suelen entrañar pér­didas. Los costos se revelan en ocasiones a mediano plazo. En la actualidad, los padres observan con alegría la rápida incorporación de las habilidades en el manejo de los equipos de computación adquiridas por los niños desde la más corta edad. Investigadores científicos de alto rango académico comienzan a dar señales de alarma respecto a las repercusiones de la sustitución demasiado temprana de la escritura tradicional por el teclado en el desarrollo de las facultades intelectuales.

Sabido es que el empleo de la mano, la capacidad de agarrar objetos y de mejorar las condiciones de vida me­dian­te el trabajo nos convirtieron en se­res humanos. Al nacer, me explicó un neurólogo, la naturaleza nos ha dotado de todas las neuronas necesarias. La cla­ve del desarrollo humano se encuentra en la estimulación de las interconexiones que se activan en la práctica. La actividad motora y el dominio muscular alcanzan el cerebelo e incentivan otras capacidades. Corresponde a una etapa posterior, piensan los investigadores, la familiarización del teclado, mediante un aprendizaje a ciegas con el propósito de favorecer la coordinación entre las dos manos.

La revolución industrial y la filosofía positivista generaron una visión optimista y acrítica del progreso. No es de­seable el regreso a la era de las cavernas. No estamos preparados para sobrevivir en esas circunstancias. La cocción de los alimentos debilitó nuestra dentadura. Obsoletos, los cordales, cuando crecen suelen convertirse en fuente de problemas. La entrega irresponsable al progreso técnico-material llenó el ambiente de polvos de carbón producidos por los ferrocarriles, las fábricas y los sistemas de calefacción. El ser humano se arrogó el derecho a ejercer su dominio sobre la naturaleza y la fue expoliando con un ritmo acelerado. Los desiertos crecen, los polos se derriten y los océanos amenazan invadir las islas. Estamos ante los problemas del cambio climático. La agricultura padece los efectos de los productos químicos.

Si fuera maestra, pensaría ante todo en conocer los escenarios que propone el panorama planetario contemporáneo pa­ra la conformación del destino de la especie, de los grupos humanos y las personas. Vivimos un mundo cada vez más poroso a la influencia de imágenes portadoras de paradigmas y de sueños rutilantes. An­da­mos por las calles con audífonos que nos aíslan de cuanto nos rodea. Son factores que inducen al aislamiento y a la pérdida del contacto humano concreto. Sin coartar el acceso, sin renunciar al horizonte informativo, no podemos mutilar la capacidad de descubrir otras fuentes de enriquecimiento.

Me propondría entonces dotar a ni­ños y jóvenes de las facultades im­pres­cindibles para leer la realidad en su misterio y en su belleza para encontrar en ella las señales de cambio y de obsolescencia, para hacernos, paulatinamente constructores de nuestra propia existencia. Enseñaría a hurgar en lo más re­cóndito de los textos, en lo que dicen y sugieren. Insistiría en la comunicación grupal y en el aprendizaje de una ética del respeto mutuo.

La suma de datos es un primer peldaño para la adquisición de conocimiento. Para la cristalización de este mundo se impone un proceso de metabolización basado en un ojo crítico aguzado, en el eslabonamiento de interrogantes, en el entrenamiento para interconectar factores diversos, en la meditación y en el análisis. Porque, en tiempo de velocidad acrecentada, el niño de hoy entrará en un mundo fuera del alcance de nuestros catalejos.
(Tomado de Juventud Rebelde)

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-07-31/si-fuera-maestra-31-07-2016-21-07-19

Fuente de la imagen:http://www.virtualfactory.cl/quienes-somos/blog-virtual-factory-chile-vr-cl/item/204-la-realidad-virtual-en-la-educacion-las-sorpresas-que-nos-depara-el-futuro

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El arte de la comunicación

Centroamérica/Cuba/24 de Julio de 2016/Autora: Graziella Pogolotti/Fuente: Juventud Rebelde

Me horroriza pensar que algún día nuestros interlocutores serán robots. Artefactos inteligentes y bien programados, podrán transmitir información y establecer un diálogo mínimo. Pero, la mano y el habla nos hicieron seres humanos.

La transmisión mecánica de datos y su acumulación acrítica no producen conocimientos. El saber se articula a través de las vías que ofrecen las ciencias y mediante referentes numerosos incorporados en las distintas experiencias de vida. La voz humana matiza el valor de las palabras. Actúa sobre el intelecto y sobre la sensibilidad. Se expresa en el tono, el ritmo, la vacilación y el silencio, brevísimo instante de meditación y duda. En países como los nuestros, el gesto tiene una importancia decisiva. Ante el dolor de un amigo, un apretón de manos resulta más efectivo que un discurso que, sumido en un trance difícil, es incapaz de escuchar.

Cuando la criatura nace, la comunicación con el mundo exterior se inicia en el contacto físico con el seno materno, nutriente básico y fuente de seguridad, apaciguamiento y disfrute. Por costumbre y necesidad afectiva, las madres comienzan a hablar con el recién nacido que aún no tiene dominio de la palabra. El tono de la voz es el indicador que precede al aprendizaje de un vocabulario.

Las pérdidas de la capacidad de comunicación actúan negativamente en el comportamiento social. Generan una cadena de acción y reacción. Las madres vociferantes que apabullan a los hijos remolones en el cumplimiento de los horarios forman un modelo de conducta. La inadecuada relación del maestro con los alumnos conduce a generar falta de confianza en el sistema institucional. En este ámbito, la formación incluye lo instructivo y lo afectivo. Acercarse a un chiquillo y preguntar los motivos de su tristeza implica solidaridad, reconocimiento de su individualidad y de su condición humana. La falta del diálogo necesario reduce el proceso de enseñanza a un vínculo utilitario centrado tan solo en el logro de una estadística promocional satisfactoria.

Protegida por su carapacho, la jicotea anda sola en el mundo. Los humanos requerimos amplias redes societarias. Desposeídos de manto protector, contamos con una piel delicadísima. Para los más frágiles, un roce ligero produce profundas heridas. El agredido se convierte en agresor. Un encadenamiento incontenible acrecienta la espiral de la violencia.

La comunicación efectiva se basa en el respeto real al otro, manifiesto en las respuestas concretas a las demandas de la vida. Violar esta regla básica favorece el ejercicio de la violencia, la apatía y la fragmentación del tejido que articula, en lo político y en lo práctico, la asunción de normas de conducta que fortalecen la acción colectiva en beneficio de todos y de cada uno. Corresponde al conjunto de instituciones constitutivas de los pilares que sostienen la sociedad, establecer las reglas del juego. Apelamos siempre a la familia y a la escuela, fundamentales sin lugar a dudas. Pero la existencia humana no transcurre solamente en esos ámbitos cerrados. Utilizamos medios para movernos, demandamos servicios de distinta naturaleza, tenemos que proveernos de mercancías de todo tipo y debemos cumplir trámites legales de diverso carácter. Las múltiples demandas requieren respuesta institucional. El maltrato, la dilación, provocan irritación creciente y la búsqueda de soluciones alternativas que inducen a la corrupción y al soborno, gangrena sutil porque el dinero pasa de mano en mano sin dejar huellas.

Las cartas que llegan a las redacciones de los periódicos son una muestra microscópica de un fenómeno que agrieta principios esenciales. Con frecuencia las respuestas revelan subestimación de un lector que ha sufrido muchas veces situaciones semejantes. Para alcanzar el control popular deseable, hay que empezar por el rescate de la ejemplaridad de los trabajadores vinculados a los centros que, en la base, responden a la estructura institucional del país. La ética institucional es factor determinante de la disciplina social.

A pesar de la presencia de internet, de la televisión y de otros medios, nuestro tiempo transcurre en el entorno de la comunicación oral desde que nos levantamos, nos trasladamos de un sitio a otro y ejecutamos tareas de cualquier índole. De otro modo, nos convertiríamos en una colectividad de autistas. Para establecer el orden, existen medidas coercitivas. Siempre hay modo de evadirlas cuando no asumimos valores derivados de la convicción íntima de la importancia de nuestra función, de la relevancia social de nuestro centro de trabajo, de nuestra responsabilidad en la preservación de su imagen pública. Para seducir y persuadir, la voz humana tiene un peso cualitativo de primer orden. De ella depende que nos consideremos eslabón integrante de una comunidad mayor.

Me sorprende ahora el recuerdo de Ceferino. Lo conocí a poco de ingresar como estudiante en la Universidad. En aquellos tiempos, los bedeles tenían jerarquías que ostentaban en sus chaquetas engalonadas. Ceferino, siempre igual, nunca alcanzó esas distinciones. Nos acompañó toda la vida. Fue amigo de generaciones de estudiantes que se convertirían en profesores y tendrían un brillante desempeño público. Fraternal, afectuoso, solidario, bromista, ajeno a cualquier manifestación de servilismo, cumplía las normas de respeto que corresponden a una institución de enseñanza. Era velador imprescindible de los bienes comunes, orgulloso de pertenecer a la Universidad de La Habana. Permanece en mi memoria afectiva junto a mis mejores maestros y a mis alumnos más entrañables.

Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2016-07-23/el-arte-de-la-comunicacion/

Fuente de la imagen: http://valenciaplaza.com/claves-para-mejorar-la-comunicacion-con-personas-con-afasia

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