Page 18 of 25
1 16 17 18 19 20 25

¿Por qué “deben aprender” eso y no otra cosa? ¿Por qué así y no de otra manera?

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

Debido a que en unos días se iniciará el ciclo escolar 2019-2020 para la Educación Básica en México (Preescolar, Primaria y Secundaria), que por cierto será el primer año lectivo en época de la llamada “Cuarta Transformación” de la vida pública del país; y a propósito del texto publicado la semana pasada en este espacio (“Pensamiento Matemático y Educación Preescolar”, SDP Noticias, 16 de agosto, 2019), en esta ocasión abordaré con una doble pregunta la afirmación que da título a esta columna: ¿Qué y cómo enseñar y aprender en la Educación Básica?

Dada la inminencia de este inicio de clases, es probable que algunas madres y padres de familia, y abuelitos, se pregunten o estén interesados en saber qué aprenden sus hijos e hijas (o nietos) en la escuela, sobre todo en la pública: ¿Por qué “deben aprender” eso y no otra cosa? ¿Por qué así y no de otra manera? Por todo ello, el tema exige acercarnos a los planteamientos generados por la investigación educativa reciente, puesto que implica identificar los criterios que las autoridades educativas establecen como relevantes y pertinentes para definir la selección de los contenidos y métodos educativos, dirigidos a los niños en edad escolar de la Educación Básica (entre los 3 y los 15 años, aproximadamente), a partir de los hallazgos generados por la investigación.

Justamente, uno de los comentarios que recibimos en relación con la columna mencionada y publicada gentilmente por SDP Noticias, específicamente respecto a los resultados obtenidos luego de una evaluación que aplicamos hace unas semanas a un grupo de educadoras, en el campo de formación “Pensamiento Matemático”, indicaba que el instrumento utilizado para llevar a cabo dicha evaluación docente incorporaba elementos de programas educativos no vigentes, aunque otros sí: “… algunos de los aspectos teóricos no se mencionan en el programa de preescolar, me parece que ese fue el motivo del desconocimiento de quienes participaron en la evaluación, sin embargo, hay otros que son la base desde la licenciatura que sí están inmersos.” (1) Otro comentario interesante, que nos enviaron por la red Twitter, de algún modo coincide con la opinión anterior; éste decía así: “Los maestros del nivel básico en general estamos obligados a observar el programa escolar vigente. Lo invito a revisar el campo formativo desarrollo del pensamiento matemático y analizar los aprendizajes esperados…”

Por supuesto que manejamos los planes y programas de la educación básica. De hecho, ésta fue la respuesta que dimos en la citada red social: “El instrumento de evaluación de docentes toma como referentes principales los Programas de Educación Preescolar (PEP) 1992, 2004 y 2011. El programa vigente, 2017, ha sido «aligerado» en comparación con los anteriores. Los docentes pueden, sin embargo, ir más allá de los «mínimos» marcados por el programa vigente.”

Podríamos decir entonces que la pregunta a debatir es: ¿Los docentes deben ser evaluados, para fines formativos, sólo con los contenidos y métodos que marca el programa vigente? ¿O este tipo de evaluación debe partir, en efecto, desde ese referente curricular y considerar además los elementos incorporados durante la práctica docente, a partir del dominio de los programas anteriores?

Un reporte del recientemente “reconvertido” (o legalmente desaparecido) Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, señala lo siguiente refiriéndose al “currículo” o “curriculum escolar”: “…éste va más allá del tratamiento de los contenidos y las formas de apropiarse de ellos. Implica tener claridad sobre las intenciones educativas y la necesidad de articular los saberes fundamentales y la metodología para alcanzarlos. La consideración a esta relación entre contenido y formas de enseñanza impacta necesariamente en otros elementos que recrean el trabajo didáctico, y lleva a tomar decisiones sobre qué conocimientos promueven la asimilación de información o cuáles son fundamentales para desarrollar el pensamiento del alumno. También implica la búsqueda sobre determinadas situaciones educativas que promuevan un tipo de aprendizaje a partir de la enseñanza que se recibe. Seleccionar determinados contenidos y formas de abordarlos lleva implícita una concepción sobre los sujetos de la educación y su intervención en el proceso, y en torno a la valoración sobre el producto o el proceso durante el trabajo pedagógico y el tipo de recursos y los materiales necesarios. Todos estos elementos curriculares adquieren significado en la interacción de los diferentes espacios de intervención educativa, principalmente en el aula, que es donde se establecen y toman sentido las prácticas educativas.” (2)

Al respecto de este interesante debate, retomo las ideas que escribió hace algunos años el psicólogo español César Coll, de la Universidad de Barcelona: “Por una parte, los contenidos reflejan y concretan las intenciones educativas y, a través de ellas, las finalidades de la educación básica y la función o funciones prioritarias que los grupos sociales dominantes o mayoritarios le atribuyen… Por otra parte, si bien es cierto que conviene distinguir cuidadosamente entre los contenidos incluidos en las propuestas curriculares –prescriptivas o no–, los contenidos enseñados y los contenidos que aprenden y se apropian los alumnos, no lo es menos que los primeros orientan, condicionan o determinan en mayor o menor medida, según los casos, lo que finalmente se enseña y se aprende en las aulas… No puede sorprender, en consecuencia, que los intentos de innovación, reforma o mejora de la educación escolar hayan estado siempre asociados, entre otros, a cambios más o menos profundos de los contenidos de enseñanza y aprendizaje. Y no puede sorprendernos que en un momento como el actual, en el que nuestras sociedades se enfrentan a nuevos retos y desafíos, surja otra vez la necesidad de volver a plantearnos estas preguntas sobre los contenidos escolares y revisar las respuestas que les hemos dado en el pasado. En suma, lejos de ser un aspecto secundario o simplemente subsidiario de otros, las decisiones sobre los contenidos escolares y los análisis, las reflexiones y los debates que a menudo les acompañan tienen una entidad propia y merecen una atención diferenciada.” (3)

Una primera conclusión a que nos conduce la exposición de estas ideas y el reinicio del debate, indica que una cosa son los programas educativos dados a conocer a la sociedad por parte de las autoridades educativas, que son generalmente producto de las propuestas que generan los equipos técnicos, junto con los grupos de funcionarios especializados en Educación Básica; que otra cosa es la práctica docente y pedagógica que se lleva a cabo en el aula y demás espacios escolares; y que una tercera cosa diferente es lo que los alumnos aprenden. Por lo tanto, un gran desafío es lograr que estas tres cosas se sintonicen.

Después de reflexionar sobre estos temas, una segunda conclusión es que los criterios normativos para evaluar a los docentes y su práctica (con intereses formativos), sobre todo en la escuela pública, no se agotan con la revisión, recuperación o planteamiento de las formalidades que están plasmadas en el documento vigente, llamado “Plan y Programas”, sino que dichos criterios deberán estar dados o definidos por la riqueza que está implicada en la labor profesional de la docencia, la dirección escolar o la asesoría técnica in situ, es decir, por todo lo que se da, “en movimiento”, en la escuela, tanto en forma individual como colectiva.

Por último, considero que este tipo de debates deja al descubierto algunos de los retos centrales o transversales que tiene frente a sí la normatividad educativa nacional, (que está por cierto en proceso de rediseño), con respecto a los procesos de evaluación formativa de las figuras educativas: docentes, directivos escolares y equipos de asesoría técnica (y que se establecerán, en breve, en la Ley del Sistema de Carrera de las Maestras y los Maestros); es decir, el reto principal estará dado en la definición acerca del qué y del cómo serán evaluadas dichas figuras. Definición que estará en la cancha de las y los legisladores, y de las autoridades educativas federales actuales.

Si las y los legisladores, así como las autoridades educativas federales, deciden que la evaluación formativa de docentes sólo será individual, y no social, es decir que seguirá sin considerar las capacidades y potencialidades del equipo o grupo educativo que trabaja en la escuela, entonces el problema de la parcialidad y la simplificación de las evaluaciones dirigidas a los profesionales de la educación, seguirá sin resolverse.

Fuentes consultadas:

(1) Comentario de la Mtra. María del Pilar Guevara (Educadora). Veracruz.

(2) INEE (2019). “Marco referencial y metodológico para la evaluación de contenidos y métodos educativos”. México.

(3) César Coll. (2006). “Lo básico en la educación básica. Reflexiones en torno a la revisión y actualización del currículo de la educación básica”. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 8 (1). Consultado el día de mes de año en: http://redie.uabc.mx/vol8no1/contenido-coll.html

Fuente: http://www.educacionfutura.org/por-que-deben-aprender-eso-y-no-otra-cosa-por-que-asi-y-no-de-otra-manera/

Comparte este contenido:

El Panismo, sin Proyecto Educativo

México / 4 de agosto de 2019 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

El Mtro. Fidel Ibarra López escribió recientemente en las páginas de Educación Futura: “…cuando la fracción parlamentaria del PAN en la Cámara de Diputados señala que la iniciativa de Ley General de Educación (LGE) del Grupo Parlamentario de Morena es un “proyecto “de ley programática” puesto que “parece presentar las directrices del Programa Nacional de Educación de esta administración, más que ser una ley general que regule la distribución de la función social educativa”, en realidad no solamente está criticando la iniciativa enunciando que se tiene un marco de improvisación y ambigüedad en la ley, sino al mismo tiempo está criticando en términos ideológicos el planteamiento del proyecto educativo que se está impulsando en esta administración.” (1)

Coincido en general con esa interpretación del texto referido, en el sentido de que la crítica que hace el panismo al proyecto de decreto de la LGE, diseñado por legisladores de Morena y aliados políticos (con apoyo de funcionarios de la SEP), no escapa al posicionamiento político e ideológico, e implícitamente lo hace al programa del movimiento-partido en el poder. Sería ingenuo pensar –lo digo por el blanquiazul- que eso no fuera así. Pero ¿Desde qué racionalidad y desde qué plataforma política e ideológica el Partido Acción Nacional (PAN) plantea o ha desarrollado un Proyecto o Programa Educativo alternativo para el país? ¿En qué consiste su ideario político como organización en la arena de la lucha por el poder? ¿Cómo se refleja eso en un eventual Proyecto Nacional de Educación alternativo? ¿Qué políticas públicas educativas ha puesto en práctica ese partido cuando ha sido gobierno federal o cuando ha ejercido el poder a nivel estatal o municipal?

¿Importa el contenido o la forma en la crítica?

El Grupo Parlamentario del PAN, al criticar a sus adversarios políticos, que cuentan con la mayoría simple (Morena y aliados) en la Cámara de Diputados, señala lo siguiente: “No hay un modelo innovador respecto “la nueva escuela mexicana”. La regulación de este tema en el proyecto, además de retomarse del modelo educativo de 2013, no resulta ser innovadora, pues solo cambia algunos términos como calidad por excelencia, agrega algunos temas en el currículo, y considera a las escuelas como centros de aprendizaje para las familias y la comunidad. Al ser parte de la estrategia política de la actual administración, debiera estar en su programa nacional educativo y no en una ley, pues los planteamientos parecen más una lista de buenos deseos y no hay estrategias puntuales para llevar a cabo su ejecución.” (2)

Es evidente que la crítica del panismo es más bien de carácter “procedimental” que de “contenidos” o de “sustancia”. Al decir que “…debiera estar en su programa nacional educativo y no en una ley…”, no proyecta ni ejerce una crítica al contenido político o ideológico del documento lanzado por el grupo parlamentario mayoritario, sino que hace referencia al lugar o a las formas que debe ocupar la propuesta o proyecto de decreto. Es, para el panismo, un problema de ubicación y de técnica legislativa, pero no de discurso; no hay un cuestionamiento de fondo.

Por otra parte, los legisladores panistas afirman lo siguiente, al apuntar algunas inconsistencias al Proyecto de decreto de la LGE (de confección morenista): “Regula la educación inicial de forma deficiente. No considera el derecho a recibir servicios para la atención, cuidado y desarrollo integral infantil con el fin de garantizar el interés superior de la niñez. Y no logra introducir de manera integral en el cuerpo de la ley a la educación inicial, ésta queda al margen de los demás niveles educativos pertenecientes a la educación básica.”… “El proyecto promueve que esta educación se dé en el seno de las familias y a nivel comunitario, y se establezca una política y una estrategia nacional sin una adecuada articulación al Sistema Educativo Nacional y sin considerar disposiciones de la Ley General de Prestación de Servicios para la Atención, Cuidado y Desarrollo Integral Infantil.”

¿Eso significa, nuevamente, que bastaría con atender adecuadamente los pasos o procedimientos de la técnica legislativa para salvar el “bache” (del diseño de la ley en cuestión)? Si esto es así, el grupo parlamentario del PAN hace evidente que carece de una plataforma política consistente, en materia educativa, para sustentar una alternativa programática y legislativa, que contraste y ofrezca opciones distintas a lo diseñado por las fuerzas de la “4T”. En otras palabras, me parece que el panismo no cuenta con un Proyecto Educativo nacional alternativo, consistente, robusto, ampliamente dialogado con la sociedad, sobre todo, discutido con los protagonistas de la educación pública: los docentes, asesores técnicos y directivos escolares de la escuela pública.

En el contexto parlamentario, el panismo no solamente se encuentra disminuido en su legitimidad y en su fuerza política (¿por qué no aparece en alianza con los otros grupos parlamentarios opositores?), sino que además adolece de una estrategia legislativa y de comunicación social, a través de la cual pueda contrastar los contenidos discursivos y los métodos empleados por sus adversarios políticos, y frenar o cambiar con ello el rumbo que toma el paquete de reformas que impulsa el “régimen de la 4T”.

A propósito de esto, no está por demás revisar la historia de los gobiernos panistas, a nivel de Poder Ejecutivo Federal (de 2000 a 2012), así como en las entidades federativas de la República Mexicana donde el blanquiazul ha sido gobierno. ¿Qué características, a manera de sello político e ideológico, se pueden rescatar de los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón en materia educativa? ¿Qué aportaciones ha hecho el panismo a la historia de la educación pública en México? No hay nada o casi nada registrado al respecto. Por lo tanto, existe un vacío programático y de contenidos legislativos en esos planos. Todo lo contrario: el panismo pactó, durante ese periodo, con la cúpula del sindicalismo oficial, clientelar y corporativista. La luna de miel entre el gobierno panista y la dirigencia nacional del SNTE se prolongó hasta el año 2012 (“Alianza por la Calidad de la Educación”) con resultados magros, pues no conservó el poder público durante las elecciones de ese año; así, el grupo hegemónico gremial de Elba Esther Gordillo se constituyó en el verdadero rostro del “proyecto educativo blanquiazul para el país”. Como sabemos, ese pacto tuvo su antecedente durante la coyuntura de las elecciones constitucionales de 2006, caracterizadas por el fraude y la falta de legitimidad política.

Si bien es cierto que no es lo mismo diseñar una Ley General que elaborar un Programa Nacional de Educación, y que sus propósitos y alcances no son los mismos para los efectos del diseño de políticas públicas, sin embargo, es importante reconocer que debe existir congruencia, alineación y coherencia entre los contenidos de ambos instrumentos del accionar del Estado en la materia. En parte, con este tipo de argumentos se debilita la crítica panista a los productos legislativos hacia la 4T.

En otro fragmento del texto referido, el panismo reclama no tanto las inconsistencias del Proyecto de Decreto de la LGE (promovido por Morena), sino el hecho de que han sido excluidos de los trabajos finos en el proceso de confección de la ley en cuestión.

En el ideario de Acción Nacional se plantea, entre otros principios “…la defensa del derecho humano a una educación de calidad inclusiva y equitativa para todos, a través una ley general que regula la distribución de la función social educativa.” ¿Qué significa “regular la distribución de la función social educativa”? ¿Ese discurso contrasta con los ejes articuladores, ideológicos, del derecho a la educación con equidad, apertura de oportunidades y justicia social que plantean, en el fondo, sus adversarios políticos?

En el último de los casos, lo que muestra el documento de propuesta legislativa del PAN, es que éste cumple su papel como partido opositor (segunda fuerza política desde julio de 2018) al régimen de la 4T, sin embargo, deja ver que aún no cuenta, insisto, con un programa o un proyecto alternativo en materia educativa. Los argumentos y los hechos son contundentes: El Grupo Parlamentario del PAN se ha convertido, desde diciembre de 2018, sólo en un factor ligero de contrapeso y actor político válido en el juego democrático del país, para llevar a cabo la interlocución durante las negociaciones y sacar adelante las reformas al texto Constitucional (mayo, 2019). La evidencia indica que, sin esas negociaciones (febrero-mayo, 2019), no se habría obtenido la mayoría calificada (votos en el pleno) que se requería en la Cámara de Diputados, y luego, en la de Senadores para alcanzar el objetivo; esto dicho en la coyuntura específica para aprobar las modificaciones Constitucionales (a efecto de abrogar las leyes de la “mal llamada” Reforma Educativa de 2013).

Al panismo le hace falta recuperar la fuerza política y social que perdió, a nivel nacional, en 2018, si es que quiere reconstituirse como una opción viable para la ciudadanía, pero eso será difícil de lograr porque la tradición panista ha sido omisa (no está en sus protocolos políticos) para crear una base intelectual, junto con el magisterio, que le permita configurar un proyecto educativo alternativo.

Fuentes consultadas:

(1) Fidel Ibarra López. “Reingeniería ideológica del artículo tercero constitucional”. Educación Futura, 29 de julio, 2019.

(2) Iniciativa con proyecto de Decreto por el que se expide la Ley General de Educación del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional, p. 2. Documento disponible en internet en: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2019/07/INICIATIVA-LEY-GRAL-EDUCACION-GPPAN_final-1.pdf

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2019/08/01/el-panismo-sin-proyecto-educativo

ove/mahv

Comparte este contenido:

Docencia: La Lectura y las Élites

México / 28 de julio de 2019 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

Juan Domingo Argüelles retomó recientemente a Alberto Manguel y a José Saramago para referirse a la compleja relación entre los libros, la lectura y las élites. Manguel afirmó lo siguiente durante una entrevista: “… La proporción de lectores con respecto al resto de la sociedad es muy pequeña. Los lectores son una élite, pero una élite a la cual todo el mundo puede pertenecer.” En otra parte de su texto, Argüelles afirma: “Hasta José Saramago, a quien nadie acusaría de hombre de derechas, dijo lo que es obvio para quien realmente sabe sobre libros y lectura”: “Leer siempre fue y siempre será cosa de una minoría y no vamos a exigir a todo el mundo la pasión por la lectura”. (1)

Aunque la crítica que hace Argüelles está enfocada hacia las políticas culturales de la 4T (con la discutible interpretación de la “cultura del resentimiento”), su reflexión crítica acerca de las relaciones contradictorias entre los libros, la lectura y las élites, me recuerda y vincula con los procesos de formación escolar de las niñas, los niños, jóvenes y adultos en México, pero también, y en particular, me conecta con mis preocupaciones acerca de los procesos de aprendizaje de los docentes y directivos de la escuela pública en el tramo conocido como “educación básica”.

Algunas de las preguntas que me sugirieron tras la revisión de la reflexión crítica referida son: ¿Cómo se forman los hábitos de lectura de los docentes y directivos de la escuela pública? ¿La acumulación de horas de lectura que llevan implícitos los cursos en las Escuelas Normales o en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) son suficientes como para crear y establecer en los futuros docentes las rutinas lectoras y redactoras? Por otra parte, a nivel de las prácticas docente y pedagógica: ¿Qué impacto tienen las actividades lectoras y de escritura de los docentes y demás figuras educativas, en los aprendizajes escolares y, específicamente, en los hábitos de lectura y escritura de los estudiantes? ¿Qué leen y sobre qué escriben nuestros queridos maestros y maestras de la educación básica pública en México; y para qué; con qué intención lo hacen?

Considero que una referencia válida para identificar si en realidad las instituciones formadoras de docentes, directivos escolares y otros profesionales de la educación (con intenciones o no de constituir élites ilustradas), promueven la lectura y la escritura original, consistiría en saber si los docentes, asesores, personal administrativo y directivos de dichas instituciones son lectores y escritores asiduos o no. Mi experiencia en UPN es variada y oscilante al respecto.

Por cierto, en alguna ocasión propuse en la mesa o equipo técnico estatal de la educación básica en Querétaro que, al iniciar cada reunión de trabajo y acuerdos, alguno de los participantes hiciera una breve reseña sobre un libro que estuviera en proceso de lectura personal o grupal. La práctica despertó entusiasmo por un tiempo corto (unos cuantos meses), pero esa rutina se perdió posteriormente. Me quedé con la impresión de que, en las burocracias técnicas de la educación pública, (a partir de esta experiencia singular y sin ánimo de generalizar) los hábitos de lectura son escasos e intermitentes, y los de la escritura son prácticamente inexistentes.

Algún cambio urgente deberíamos de proponer al respecto. Voto por crear y promover formatos innovadores en ese ámbito. Además de reformar las agendas de los Consejos Técnicos Escolares (CTE), que han estado enfocados, desde 2013, a la reproducción acrítica del “gerencialismo tecnocrático” de lo educativo, propongo llevar a cabo círculos de lectura o talleres de redacción (sin pretensiones demagógicas como para formar “escritores”) en los colegios de profesores y directivos escolares, durante o de manera independiente a los tiempos marcados para realizar los CTE. Quizá una iniciativa de esa naturaleza contribuya, más que la retórica de la “excelencia”, a ejercer el derecho a la educación.

Por otra parte, el contacto con miles de estudiantes que me ha dado la tarea docente y la organización de procesos de formación continua para docentes en servicio, por más de 30 años, me lleva a la conclusión de que hacen falta más tiempos y espacios para el fomento y fortalecimiento de las actividades de lectura y escritura en favor de los docentes, asesores técnicos y directivos escolares del sector público tanto en formación como en el ejercicio de su profesión.

La discusión que sugiere Argüelles, en el sentido de que es casi imposible que la lectura o la escritura se conviertan en actividades de masas (“del bonche” o de gran cantidad de gente) porque son, por definición, actividades elitistas, requiere de incorporar más elementos de análisis o de matices (no se trata, por ejemplo, de que todos terminen sus vidas como escritores, sino que se generan las condiciones para ejercer esas habilidades trascendentes para la vida), por lo que no me pronunciaría a favor de que la lectura ni la redacción sean patrimonio de una minoría o de las élites (gobernantes o no), sino en todo caso pensaría que la lectura y a la escritura, como habilidades intelectuales, pueden ser accesibles a toda la población (sobre todo a través de la escuela pública) y que se unifican en la reivindicación del derecho pleno de todas las personas a la educación.

De ese piso básico pueden surgir, en efecto, los talentos para la prosa, para el verso, para la danza clásica o para el drama o la comedia; para el cine de arte o para el periodismo científico, pero lo más relevante es que estudiantes, docentes y directivos escolares vivan la experiencia y el gozo, en un sentido transformador, de ambas habilidades.

Concluyó con un fragmento de Argüelles con el cual coincido: “Lo importante, en la denominada “república de lectores”, no es que todo el mundo esté pegado permanentemente a los libros, sino que todo el mundo tenga acceso a ellos, más allá de que cada cual decida si le gusta leer mucho o poco, o no leer en absoluto. Hay inclinaciones intelectuales que resultan excluyentes, y no hay razón para lamentarlo.”

Fuente consultada:

(1) Juan Domingo Argüelles. La élite y el bonche: La cultura y el resentimiento. El Universal. Confabulario. 13 de julio. 2019.

https://confabulario.eluniversal.com.mx/mexico-politica-cultural/

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2019/07/16/docencia-la-lectura-y-las-elites

ove/mahv

Comparte este contenido:

Desconcierto para la Educación Superior Pública

México / 21 de julio de 2019 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

Cuando una orquesta filarmónica no logra la sincronía ni la armonía en sus ejecuciones, se dice que el director genera un “desconcierto”. Las señales que nos envían los gobiernos, federal y de la CDMX, en materia de políticas de gobierno para las Instituciones de Educación Superior Públicas (IESP) son, por decir lo menos, desconcertantes. Las cuestiones del financiamiento, en particular, para el sostenimiento y operación de dichas instituciones, donde se lleva a cabo la formación de profesionistas y especialistas, constituyen un asunto de fuertes disputas. A ello hay que agregar, por si algo faltara, el conflicto generado por los vaivenes en las decisiones que toman los legisladores federales, en el proceso de diseño anual del Proyecto de Presupuesto de Egresos, en el cual se decide el destino de los recursos de las IESP. Cabe recordar, al respecto, que el grupo parlamentario de Morena y aliados políticos en la Cámara de Diputados, tienen la mayoría simple.

Señales encontradas…

Por una parte, el presidente López Obrador lanzó la iniciativa para crear la red de Universidades “Benito Juárez”, lo cual significa la apertura de 100 nuevas IESP en todo el territorio nacional, con carreras profesionales que atiendan a las diversas necesidades regionales y locales. ¿Por qué no se asignaron los recursos financieros destinados para esta red a las universidades públicas existentes?

Por otra parte, el gobierno de la CDMX inauguró, hace unas semanas, el Instituto de Estudios Superiores de la CDMX “Rosario Castellanos” (con una oferta de carreras en las modalidades presenciales, a distancia y compartidas con la UNAM y el IPN), fuera del circuito de las universidades creadas por el actual gobierno federal. ¿A qué se debe tal diferenciación? ¿No existe acaso un proyecto educativo nacional unificado y consistente? Mientras tanto, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) juega el rol de “aficionado en tribuna”: Sólo ve como pasan las bolas lanzadas, desde el montículo, por parte de los gobernantes.

En este marco de desconcierto, el presidente de la República hizo recientemente una declaración, vía Twitter, en la que señaló lo siguiente: “A principios de este año, de los 13 mil 711 aspirantes a ingresar a la Facultad de Medicina de la UNAM, solo fueron aceptados 217, el 2%. Esta fue la política de 36 años del periodo neoliberal, por eso nos faltan cerca de 200 mil médicos en el país; es uno de nuestros desafíos.” (1) Junto con ese texto, se insertó una imagen con algunas cifras: “Hay 270 mil 600 médicos generales; debemos de tener 393 mil 600. Nos hacen falta 123 mil… Hay 146 mil 300 médicos especialistas; debemos de tener 219 mil. Nos hacen falta 72 mil…”. ¿Cuál es el mensaje implícito que da el presidente de la República al difundir esos datos? ¿Qué aspiraciones tiene el país para cubrir las necesidades mencionadas (jóvenes profesionistas y especialistas en áreas específicas del conocimiento y del servicio público) ante unas políticas educativas marcadas por el desaliento en el ámbito presupuestal y por el desconcierto a nivel del diseño institucional?

En un texto publicado la semana pasada, Imanol Ordorika afirmó que… “Para tener un mejor referente del significado de las variaciones en el financiamiento federal a las IES, resulta conveniente comparar los datos correspondientes al gasto por alumno durante cada sexenio. De acuerdo con Mendoza Rojas el promedio, a pesos de 2019, fue de: 53.2 mil pesos en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari; 61.7 mil en el de Ernesto Zedillo; 67.2 en el de Vicente Fox; 69.5 mil en el de Felipe Calderón; 59.3 en el de Peña Nieto, y de 49.3 mil en el primer año de López Obrador. En lugar del incremento esperado, la caída entre estos últimos años fue superior a 20 por ciento… Hoy se requiere un fuerte compromiso financiero que permita consolidar logros, ampliar la oferta pública y hacerla gratuita. Implica el establecimiento de un fondo que aporte 17.5 MMP anuales para alcanzar la gratuidad y una cobertura de 50 por ciento, al final del sexenio. Esta cantidad es adicional a la obligatoria asignación de más de 150 MMP para subsidios ordinarios y otros extraordinarios, en 2020… Los gobiernos tradicionales exaltaban la importancia de la ciencia y la educación superior, sin reflejo en el presupuesto. El reto ahora es pasar del dicho repetido a la asignación de los recursos suficientes. Esta es una de nuestras expectativas de cambio.” (2)

Cabe recordar que el porcentaje de cobertura de la educación superior en México (jóvenes formalmente inscritos, entre los 18 y los 23 años de edad), fluctúa entre el 33 y el 35 por ciento sobre el universo de población en ese rango de edad. También es conveniente no olvidar que los problemas de financiamiento público hacia las IESP, no sólo afecta a los procesos de formación de jóvenes profesionistas y especialistas, sino que también trastoca los procesos sustantivos que se llevan a cabo ahí en los ámbitos de la investigación humanística, científica y tecnológica, así como en las funciones de difusión, extensión y divulgación de la cultura.

Frente a estos hechos, caracterizados por las señales de desconcierto debido al conjunto de las políticas gubernamentales, hoy, hacia las IESP ¿qué posición juegan y asumen el titular de la SEP, Esteban Moctezuma y el subsecretario de Educación Superior, Luciano Concheiro? ¿Cuál es el proyecto concreto (en lo nacional y regional) para solucionar las graves carencias que encaran hoy en día las IESP existentes, sobre todo las Universidades Públicas estatales?

En la actual coyuntura sobre las políticas públicas hacia las IES, se observa que otros actores políticos y sociales han manifestado su desacuerdo con dichas políticas. Recientemente, por ejemplo, grupos significativos de académicos, especialistas y las mismas autoridades de IESP, (incluso en algunos momentos excepcionales hasta los dirigentes de la ANUIES) han expresado su preocupación por estas asincronías y desarmonías en la conducción de y el apoyo a la educación superior en el país.

Es cierto que el horno de la política nacional y las condiciones económicas de la nación, no están para bollos; sin embargo, las comunidades de las IESP esperarían que las políticas públicas en este terreno, cuenten con una dirección de orquesta más unificada y consistente. Junto con ello, no debe descartarse la necesidad de que todas las IESP estén sujetas a procesos de gestión transparente y de rendición de cuentas.

Ojalá que al igual que existe talento para golpear la pelota con el bat, se tenga la inspiración para dirigir la batuta.

Fuentes consultadas:

(1) https://twitter.com/lopezobrador_ (13 de julio, 2019)

(2) Imanol Ordorika. Educación superior: financiamiento 2020. La Jornada, 10 de julio, 2019. https://www.jornada.com.mx/2019/07/10/opinion/018a1pol# (Texto reproducido en Educación Futura, misma fecha).

(3) Javier Mendoza Rojas. Presupuesto de Educación Superior 2019. IISUE-UNAM. SES. Mar.,2019. https://www.ses.unam.mx/integrantes/uploadfile/jmendoza/Mendoza2019_PresentacionSES.pdf

jcmqro3@yahoo.com

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2019/07/14/desconcierto-para-la-educacion-superior-publica

ove/mahv

Comparte este contenido:

Educación Pública: “Reproducción y Resistencia”

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

“…la iglesia es reemplazada hoy por la escuela en su rol de aparato ideológico de Estado dominante. Está combinada con la familia, como antes lo estuvo la iglesia. Se puede afirmar entonces que la crisis, de una profundidad sin precedentes, que en el mundo sacude el sistema escolar en tantos Estados, a menudo paralela a la crisis que conmueve al sistema familiar (ya anunciada en el Manifiesto), tiene un sentido político si se considera que la escuela (y la pareja escuela-familia) constituye el aparato ideológico de Estado dominante, aparato que desempeña un rol determinante en la reproducción de las relaciones de producción de un modo de producción amenazado en su existencia por la lucha de clases mundial…”:  Louis Althusser

Retomo en esta ocasión algunos fragmentos de uno de mis textos, que gentilmente publicó SDP Noticias, el 23 de mayo de 2018, a 50 años del mayo francés. Dije en ese entonces lo siguiente: La conexión social e histórica (como crisis) que se dio entre educación superior, movimientos sociales y poder político se elevó, hace cinco décadas, a su máxima expresión en diferentes ciudades del mundo. El cambio impulsado por los estudiantes y no pocos profesores, se reveló en forma de protestas, consignas libertarias y huelgas cuyos contenidos giraron en torno al cuestionamiento de las estructuras del poder político y económico, el señalamiento de las relaciones sociales hegemónicas y, entre otros efectos, la decadencia de las teorías sociales monocromáticas.

En relación con las ciencias sociales, las revueltas callejeras estudiantiles que se produjeron en ciudades como París, Praga y México, en 1968, condujeron a reflexionar, críticamente y en el plano teórico, sobre una de las tesis del filósofo francés Louis Althusser, en el sentido de que la institución llamada “escuela” juega un papel social específico, a nivel de conciencia, como “aparato ideológico del Estado”, junto con otras instituciones “clasistas” como los medios de comunicación, la iglesia y demás organizaciones de la cultura. La educación y los aprendizajes escolares, estaban destinados a reproducir, según Althusser, la “ideología de la clase social dominante”. (Tesis de la educación como medio de “reproducción” ideológica)

Con los hechos, la tesis del “reproductivismo (althusseriano) entró especialmente en crisis o sufrió una cuarteadura durante esos años, debido al contraste, al desencanto y al infortunio de sus interpretaciones sobre “lo social” y “lo ideológico”, que se desarrollaron en formato “blanco y negro”. Dicha vertiente se vino a tierra por su “linealidad” o “mecanicismo” en la arena de la discusión teórica, ya que las “escuelas superiores” se convirtieron, paradójicamente y a la luz de los acontecimientos, en las instituciones más “rupturistas” o “contestatarias” del Estado. (1)

De acuerdo con una narrativa de los hechos (2), estudiantes de California protestaron también, además de los europeos: “…(Es) en EUA donde se desarrollan, a partir de 1964, los movimientos masivos y más significativos de este período. En la Universidad de Berkeley, en California, el conflicto estudiantil tomó un carácter masivo. La primera reivindicación que movilizó a los estudiantes fue la «libertad de palabra» en favor de la libertad de expresión política (en particular, contra la guerra de Vietnam y contra la segregación racial). Las autoridades reaccionan de manera extremadamente represiva, contra la ocupación pacífica de los locales, con 800 detenciones.”… “El movimiento va a desarrollarse en masa y a radicalizarse en los años siguientes en torno a la protesta contra la segregación racial, por la defensa de los derechos de las mujeres y sobre todo contra la guerra de Vietnam. Del 23 al 30 de abril de 1968, la Universidad de Columbia, en Nueva York, es ocupada, en protesta contra la contribución de sus departamentos a las actividades del Pentágono y en solidaridad con los habitantes del gueto negro vecino de Harlem.”

Es 1968, los estudiantes en México protestaban también contra la represión policiaca; luchaban contra el autoritarismo en las calles, discutían, redactaban un pliego petitorio; creaban un Consejo Nacional de Huelga (CNH), integrado por representantes de las asambleas de más de 80 escuelas y facultades; creaban también un movimiento social en el cual las diferentes expresiones ideológicas y políticas de estudiantes y profesores, marcharían unidas; se organizaban, tomaban los planteles educativos y los defendían. La dirección colegiada del movimiento pedía diálogo con las autoridades. Convocaban al presidente de la República a protagonizar un diálogo público, que rechazó. El rector de la UNAM, Ing. Javier Barros Sierra, se unía a la protesta y encabezaba una marcha por el sur de la Ciudad de México. Después de diversas movilizaciones urbanas, se vendría la ola de represión y muerte por órdenes del gobierno federal… Tlatelolco en la memoria.

La generación de estudiantes y profesores de 1968, en México y el mundo, inaugura un nuevo lenguaje y un contenido, desde la ciudadanía, en favor de las libertades y los derechos políticos. Era la “contraideología de la clase social dominante”. Las escuelas ya no eran exactamente “las correas de transmisión de las ideas hegemónicas”. Esta generación en movimiento, pese a la represión gubernamental, generó ondas expansivas hacia el ejercicio de la conciencia social, la participación crítica, la defensa de los derechos humanos y la lucha contra las desigualdades sociales en los distintos ámbitos de la vida pública. A partir de entonces, la política ya no fue más un asunto de adultos ni de un grupo de élite. El régimen autoritario, con su hegemonía política priista, se vio obligado a aceptar la apertura democrática y a recrear, con criterios limitados de pluralidad, el sistema de partidos.

Pienso en nuestras protestas universitarias locales de 1983, en la UNAM. En las movilizaciones universitarias y politécnicas, de 1985, solidarias con las víctimas y damnificados de los sismos. O las protestas del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) de la UNAM, contra la “Ley Carpizo” de 1986; en los movimientos sociales, la emergencia de la disidencia magisterial y por la democratización de los sindicatos; en la participación universitaria, amplia y diversa, en el Congreso Universitario de la misma UNAM, en 1990. Hago también memoria de los diversos movimientos estudiantiles que se han dado en diferentes partes de México y el mundo durante los últimos 30 años, a veces con la misma matriz contestataria. Recuerdo con simpatía a los estudiantes críticos y activos del movimiento “#YoSoy132”, que inició en 2012, en la Universidad Iberoamericana (UIA). Y sigo sin olvidar a los 43 o más estudiantes normalistas muertos y desaparecidos, en Iguala, en septiembre de 2014.

Me pregunto, después de 50 años de revueltas callejeras, de consignas ingeniosas e irreverentes, de construcciones y “deconstrucciones”, (como diría Jacques Derrida); de rupturas, crisis y quiebres: ¿Qué hemos aprendido, como sociedad, durante estas cinco décadas de lucha y generación de conciencias críticas desde los espacios educativos? ¿Cómo se han transformado las relaciones políticas, económicas y sociales durante este lapso? ¿Cuál es el estado de cuenta o cómo se encuentra la factura del “autoritarismo” de los gobiernos con relación a la sociedad? ¿Qué avances se han logrado en materia de educación cívica y ética al pasar el tiempo y el transcurrir de estas historias? ¿Los y las estudiantes universitarios, normalistas y polítécnicos, hoy, están de “vuelta a la normalidad”?

Estos fragmentos los recupero para plantear la pregunta que da título a este breve comentario: “Educación Pública: Reproducción y Resistencia”. También planteo esta cuestión a propósito del artículo de opinión que publicó ayer el doctor Lev Velázquez en La Jornada (17 de julio, 2019), puesto que ahí el autor emplea la expresión: “aparato ideológico del Estado”, como categoría filosófica, politológica y sociológica; concepto que no había leído desde hace muchos años en documentos de análisis sobre la coyuntura política en materia educativa.

Esto afirma el doctor Velázquez: “El papel de la escuela como aparato ideológico del Estado está desplazando la dimensión social del currículo, las nuevas identidades del capitalismo neoliberal exigen modelar como un performance los antivalores del libre mercado en todos los aspectos de la organización escolar y en los comportamientos de los actores de la educación: alumnos, familias, funcionarios y, por supuesto, de los maestros. En este sentido, dejo una provocación: la evaluación estandarizada y masiva no tuvo como objetivo primordial el despido, sino la instauración de la evaluación como instrumento para la fiscalización vertical, la precarización y creación de la identidad neoliberal.” (3)

Acepto la provocación y propongo argumentos, no necesariamente en contra, sino a favor, pero con ciertos matices: En su libro “Educación y Política en México” (Nueva Imagen, 1987), Olac Fuentes Molinar escribió (Introducción): “El intento de explicar cotidianamente la finísima dialéctica de la educación y la política me convenció, si alguna duda me quedaba, de que lo que sucede en la escuela no puede entenderse a partir de aquella noción de “aparato ideológico de Estado”, término que no volví a usar y que originalmente me había deslumbrado por su clarificadora sencillez. Reconociendo todas las funciones de reproducción que cumple el sistema escolar, hoy soy mucho más sensible a su otra naturaleza –la de institución ´civil´ y de espacio de la lucha ideológica y política-, como a la supervivencia de prácticas arcaicas, a la filtración de lo popular y dominado, y aún así, gris es la teoría…”.

Pienso que se requiere debatir con más profundidad este tipo de planeamientos o enfoques teóricos, no tanto para convencer o para persuadir a los colegas, sino para comprender de manera más completa el fenómeno de la “reproducción” ideológica y cultural que tiene lugar en las instituciones sociales (no sólo en la escuela pública), así como adentrarse en la fenomenología de las “contrapartes”, de las “rupturas”, las resistencias, las oposiciones y las crisis (del sistema educativo) como procesos complejos, que nos permiten entender y analizar la realidad social tanto en lo local como en lo nacional y global. Por ello, me inclino en pensar a la escuela pública de manera diferente a como lo sugirió Althusser; en su lugar, prefiero la aproximación que propuso en su momento Henry A. Giroux (Teoría y resistencia en educación: una pedagogía para la oposición. México: Siglo XXI, 1992), es decir, mirar a la escuela pública, en parte, como un espacio contradictorio, de resistencia, de contestación, de “antirreproducción” o de apropiación crítica de valores; como opción para ejercer el cuestionamiento a las hegemonías cognitivas, ideológicas o pragmáticas de cualquier signo. (Tesis de la educación como espacio de “resistencia” ideológica y Pedagogía de los límites).

Espero que este diálogo no termine aquí y, sobre todo, aspiro a que las concepciones “reproductivista” y de la “resistencia” se enriquezcan, porque ciertamente describen segmentos importantes de los episodios de distribución ideológica (desde la “célula escuela”); incluso diría que ambas concepciones se complementan para desarrollar el análisis de los fenómenos educativos. Ello lleva implícito dar un nuevo paso teórico de ruptura o quiebre: pasar de tener una mirada monocromática fija a otra multicolor y en movimiento. ¿O acaso la óptica desde la resistencia es la excepción que confirma la regla del reproductivismo?

Fuentes consultadas:

(1) https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/05/23/el-mayo-frances-50-anos-de-aprendizajes

(2) http://es.internationalism.org/revolucion-mundial/200805/2255/mayo-del-68-el-movimiento-de-estudiantes-en-francia-y-en-el-mundo

(3) https://www.jornada.com.mx/2019/07/17/opinion/020a2pol

Comparte este contenido:

Educación: Mexicanos Primero y Poderes Fácticos

México / 14 de julio de 2019 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

Mexicanos Primero (MP), la organización de la “sociedad civil” que cuenta con financiamiento y orientación empresariales, ha iniciado una nueva campaña este mes de julio, a través de redes sociales y medios de comunicación (1), para promover un conjunto de líneas o ejes de políticas públicas educativas como parte de una estrategia de presión dentro de la actual coyuntura en la que se diseñan, por parte del Poder Legislativo, las leyes secundarias o reglamentarias del Artículo 3o. Constitucional, reformado y promulgado el pasado 15 de mayo.

El origen de esta organización (MP) se sincroniza con la recomendación que hiciera en su momento la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y que he citado en varias ocasiones en este espacio: “La Reforma Educativa es demasiado importante para el futuro de México como para dejar solos a los educadores en esta tarea. El Consejo Asesor de la OCDE considera urgente la creación de una “coalición orientadora” que incluya a los líderes políticos y universitarios, a los líderes del sector privado y de la sociedad civil. La coalición debe impulsar estas reformas en la arena pública y hacerse cargo de su defensa para obtener el financiamiento adecuado y equitativo, así como exigir que los actores clave de la educación rindan cuentas de los resultados.” (Acuerdo México-OCDE, 2010, p. 8; palabras en negritas de JCMA)”. Este antecedente nos da una idea del nacimiento y contenido de la línea discursiva de MP (cabe recordar que MP, como organización, fue creada por Claudio X. González Guajardo, casi al mismo tiempo en que se negociaba el acuerdo de referencia).

En ese acuerdo entre el gobierno de México y la OCDE, en 2010, el club de los países ricos recomendaba también lo siguiente: “Reforzar la importancia del papel que juegan los docentes; determinar estándares claros de la práctica docente; garantizar programas de formación inicial docente (ITP, por sus siglas en inglés) de alta calidad; atraer mejores candidatos; profesionalizar la selección, contratación, y evaluación de docentes; y vincular a los docentes y su desarrollo profesional de forma más directa con las necesidades de las escuelas.”.

Este marco de referencia da cuenta de la orientación de las iniciativas publicitadas en la campaña que, durante estos días, ha dado a conocer MP.

I

Afirma MP: “Debemos asegurar la participación efectiva de las niñas, niños y jóvenes en cada vez más decisiones relacionadas con su derecho a aprender.” @Laurami0316 en @Pajaropolitico

Como se puede ver, la organización empresarial MP, como grupo de presión que es, se mantiene en la línea discursiva de dar artificialmente voz y voto a los estudiantes, como forma o medida de presión hacia los trabajadores de la educación pública. La trayectoria de esa organización indica, como lo he demostrado con evidencias, que no le interesa defender los derechos de los trabajadores de la educación (además de que ese no es su rol; esa es tarea de los sindicatos), sino presionar a sus organizaciones sindicales para que se cumpla el “servicio educativo”, a través de un supuesto discurso de defensa “de los “derechos del aprendizaje”. Así mismo, tal como lo he mostrado en varios textos en este espacio, con el discurso del “derecho a aprender” MP ratifica su posición simplista y pragmática acerca de un proceso más complejo y profundo: el “Derecho a la Educación”.

II

Por otra parte, MP señala que: “…aunque el texto constitucional menciona algunos Derechos Profesionales Docentes (DPD) –como la formación inicial o procesos de admisión y promoción públicos, transparentes, equitativos e imparciales–, omitió dos derechos fundamentales que contribuyen al fortalecimiento de las capacidades de maestras y maestros: el acompañamiento docente y el acompañamiento escolar.”

Considero que no es necesario que los aspectos normativos específicos aparezcan en el texto Constitucional; por lo tanto, no se omite derecho alguno. Al respecto, cabe mencionar que el “acompañamiento docente” y el “acompañamiento escolar” estaban contemplados en la abrogada Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD) o en los acuerdos secretariales correspondientes (el Sistema de Acompañamiento o Asesoría Técnica a la Escuela, SATE), y que seguramente se retomarán en la nueva legislación en la materia.

MP expresa también lo siguiente: “Es de vital importancia que en la legislación secundaria que se redactará en las siguientes semanas queden reconocidos ambos derechos, a fin de garantizar una trayectoria profesional docente orientada al ejercicio de su derecho a aprender y, en consecuencia, el de sus estudiantes.»… “Además, las leyes secundarias deben establecer la responsabilidad del nuevo Organismo para la Mejora Continua de la Educación (OMCE) para evaluar la nueva estrategia con base en el impacto de aprendizaje tanto en docentes como en NNJ.”

Nuevamente se observa la congruencia entre el discurso de la OCDE y de MP en términos de vigilar, controlar y fijar como criterio de evaluación, tanto de las estrategias como del trabajo docente, el “impacto de aprendizaje”.

En otra parte de sus textos, MP dice: “El sistema de acompañamiento debe tener una estructura mínima base: un supervisor como líder pedagógico, dos asesores técnico pedagógicos que retroalimenten y apoyen a los docentes y un Asesor Técnico que fortalezca el trabajo de los directores.”

Esto demuestra que MP desconoce por completo la estructura de la escuela pública: Un equipo o una estructura “mínima base” como la que propone el organismo empresarial, ignora de entrada la complejidad de la red de escuelas multigrado o de las telesecundarias. Y aún queda lejos la alternativa que sugiere MP de la escuela pública real que se da en los niveles educativos de Preescolar, Primaria y Secundaria de organización completa, puesto que no se cuenta con una cantidad tan grande de asesores técnicos pedagógicos en los sistemas y subsistemas educativos del país. Existe, por lo tanto, una enorme distancia entre el “deber” y el “ser” de la propuesta en cuestión.

III

Esto afirma MP en otro fragmento de su propuesta: “Las autoridades educativas deben establecer perfiles docentes nacionales que se ajusten a las condiciones de cada entidad y las necesidades de aprendizaje de las y los alumnos. Es un derecho profesional docente.”

¿Cuál es el sentido de definir dichos “perfiles docentes nacionales” si no se cuenta con un proyecto educativo nacional y local? Todo parece indicar que esos perfiles sólo servirían para fines de control y vigilancia. Por otra parte: ¿Quién y cómo se hará la lectura de las condiciones y necesidades de aprendizaje?

IV

MP trata de fijar las políticas públicas educativas desde la lógica empresarial: “… deben constituirse instancias especializadas ajenas a las áreas operativas de educación básica y sindical como las responsables exclusivas de conducir los procesos de selección que garanticen la igualdad de condiciones para todos los aspirantes… proponemos que la nueva regulación educativa amplíe y fortalezca los derechos profesionales docentes en materia de permanencia escolar y se obligue a las Autoridades Educativas Locales (AEL) a establecer procesos públicos, transparentes, equitativos e imparciales. Asimismo, para contrarrestar la opacidad actual, es necesario que las AEL emitan lineamientos para regular los Procesos de Cambio de Adscripción (PCA) estatales.”

De todo este discurso empresarial se desprende y confirma la idea planteada al inicio de este comentario: MP es más bien un grupo de presión, un instrumento de los poderes fácticos, que busca imponer contenidos y procedimientos (elevados a rango de leyes, y a partir de “evidencias” presentadas como productos de la investigación educativa), desde los lineamientos de políticas públicas educativas surgidas de la OCDE, y desde la lógica y la racionalidad generadas por el sector privado en materia educativa.

*Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro.

jcmqro3@yahoo.com

Fuentes consultadas:

(1)  https://twitter.com/Mexicanos1o

(2) https://www.animalpolitico.com/aprender-es-mi-derecho/acompanamiento-docente-y-escolar-los-derechos-profesionales-olvidados-iii/

(3) https://www.animalpolitico.com/aprender-es-mi-derecho/el-derecho-a-cambiar-de-escuela-permanencia-y-cambios-de-adscripcion-vi/

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2019/07/10/educacion-mexicanos-primero-y-poderes-facticos

Fuente de la Imagen:

ove/mahv

Comparte este contenido:

Seis Contradicciones de la Reforma Educativa de la 4T

México / 23 de junio de 2019 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

I

Nuevos consensos: No ruptura

La Reforma Educativa, como parte de una iniciativa orientada a producir cambios educativos, en el contexto del gobierno federal de la 4T (y de cualquier otro gobierno), es una iniciativa que nace y crece en medio de múltiples contradicciones, que hoy se expresan, en parte, como resultado de nuevos consensos políticos. Esto se debió (y se debe) a que, al grupo parlamentario del Partido (Movimiento) Morena y aliados políticos, no les alcanzaron los votos para dominar al congreso con mayoría calificada. Esta reforma educativa, por lo tanto, es producto de un “nuevo pacto político” ¿Las reformas educativas se podrían cocinar de otra manera?.

Así, la Reforma Educativa que recién inicia en México, a partir de las modificaciones al texto Constitucional publicadas en mayo (2019), tiene como característica principal, la inercia, la continuidad, la no ruptura, en lo que se refiere a sus contenidos (“preocupación principal por la calidad educativa”); pero no solamente por eso, sino también porque su carácter inercial se descubre si la contrastamos con las Reformas Educativas anteriores (en especial, las de 1992 y 2013).

II

Intencionalidades políticas, no educativas

En esa línea de ideas críticas con respecto a las Reformas Educativas, considero que toda iniciativa de Reforma en este ámbito, en cualquier nación, es un conjunto de acciones con causas e intencionalidades políticas, no educativas ¿Por qué?. Porque quienes llevan a cabo este impulso reformador, en esencia, son las élites de la clase política, es decir, los actores protagonistas del poder público (gobernantes federales y estatales, dirigentes de partidos políticos, legisladores, etc.); los sectores empresariales, dueños y actores principales del poder económico; así como los dirigentes de diversas instituciones de la sociedad civil organizada que, directa e indirectamente, asociados con las élites gobernantes y empresariales, nativas o globales, avalan o toman parte de los vientos de la reforma, sobre todo si sus intereses se ven favorecidos: medios de comunicación, sindicatos de maestros, iglesias, instituciones de educación superior, profesionales libres, comunidades científicas, burocracias educativas federales y estatales, etc. El problema, de fondo, es, en todo caso, que los actores principales del cambio educativo no están precisamente entre las élites, sino en la base social, es decir, en las escuelas, generalmente ajenos a estos “acuerdos cupulares”.

III

Otros problemas: Contenidos y estrategias

Toda iniciativa de reforma educativa lleva implícita y por definición, la idea de producir un “cambio” en las prácticas educativas y pedagógicas en las escuelas (o en el conjunto del “sistema público educativo”), previa identificación de un problema educativo y social, expresado en términos de aprendizajes. Esa mirada y esa evaluación inicial (no me gusta mucho la palabra “diagnóstico”), por lo general, están en la cancha de las élites. Sin embargo, es necesario discutir cuál es el contenido de ese “cambio” (y no me refiero al contenido curricular, que por sí mismo constituye otra discusión). ¿Un cambio educativo superficial o profundo? ¿”Reformista” o “revolucionario”, en el sentido expresado por Thomas Kuhn? ¿Cambios o no en la base de las estructuras del “sistema”? ¿Pensado para qué tipo de sociedad?

A la vez, y dada la complejidad del proyecto reformista, habría que analizar cuál es la estrategia a seguir y los métodos o los procedimientos específicos para conseguir esa idea de “cambio educativo”. El problema entonces, planteado o identificado por las cúpulas dirigentes, es concebido como un conflicto de “la calidad de la educación” (centrado en los aprendizajes escolares), y no tanto como un problema de “cantidad” (cobertura educativa). Para un país como el nuestro cuyo enfoque dominante ha sido “evaluar la calidad de la educación”, a través de métodos o “enfoques cuantitativos”, la cuestión es saber cómo pasar de un estado del problema a un estado de soluciones “efectivas, verificables, evidenciables o entregables”; con esa racionalidad y con tales movimientos, los especialistas en evaluación hegemónica de la educación, se han representado los alcances del cambio.

Si el problema está identificado en términos de “carencias en el logro académico”, es decir, desde la visión del “máximo logro de aprendizaje de los educandos”; (idea insertada en la Constitución desde 2013 y ratificada en 2019), entonces éste se puede expresar solamente “en términos de aprendizajes escolares”; y ello sólo se podría medir o valorar a través de exámenes o pruebas estandarizadas (sobre todo en las áreas de pensamiento matemático y comprensión de textos), pero eso nos lleva al problema (previamente existente y documentado) de inducir a los estudiantes a “aprender para las evaluaciones”. Con esa visión simplificada sobre la educación y sobre la evaluación, cuya racionalidad consiste en mirar de manera parcial lo que sucede en las aulas, la 4T sigue el mismo camino.

Pero si la “calidad de la educación”, en cambio, es conceptualizada de otra forma, es decir, desde la perspectiva del amplio y profundo rezago educativo, entonces el problema prioritario no estaría necesariamente en las aulas, sino fuera de ellas… más allá de las escuelas. Y la solución estaría dada en términos de cómo erradicar el rezago educativo, definido como aquella población mayor de 15 años que no ha iniciado ni concluido la educación básica (En México, según cifras de la UNAM, en 2012, se calculaba una población de alrededor de 32 millones de mexicanos en rezago educativo). Ambos, sin duda, son asuntos prioritarios para el diseño de políticas públicas educativas ¿La 4T se atreverá a dar este salto?

IV

Cambios, como innovaciones ajenas a la escuela

Las comunidades educativas, en las localidades del país, viven las Reformas Educativas como movimientos que vienen desde fuera de la escuela. Y eso trae como consecuencia (hecho que también ha sido ampliamente estudiado), una serie de actitudes, valores y comportamientos opuestos; un conjunto de prácticas educativas y escolares, de franca resistencia al cambio. Situación que se agudiza cuando los docentes y directivos de la escuela pública no solamente son ignorados o marginados de los procesos públicos de diseño de “la Reforma”, sino que además son llevados al patíbulo administrativo y a la denostación pública (tal como ocurrió en México entre 2013 y 2018).

V

De lo prometido a lo realizado

En el caso de la Reforma Educativa impulsada por el gobierno de AMLO, dentro de la noción (discutible) de la “4T”: No existe correspondencia entre lo prometido en la campaña electoral y las modificaciones al texto Constitucional durante el primer semestre del ejercicio de gobierno. Los grupos parlamentarios de Morena y aliados políticos tanto en la Cámara de Diputados federal como en el Senado de la República, no sólo no alcanzaron los votos suficientes para imponer la iniciativa del presidente de la República, sino que tuvieron que negociar los términos de la Reforma con la oposición (“Pacto por México”), con un saldo que podría considerarse como “victoria pírrica”, ya que el resultado parece más bien de continuidad que de “cambio verdadero”.

Cabe anotar que, en esta coyuntura, así como el presidente López Obrador ha elegido a sus adversarios políticos en las conferencias mañaneras, también se ha esforzado por seleccionar, en los hechos, a sus aliados, uno de los cuales es la dirigencia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que es la disidencia magisterial histórica. Pero también, de forma polémica y contradictoria, el jefe del Ejecutivo ha tejido alianzas con la dirigencia oficial del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), quienes se han autoproclamado como el “ejercito intelectual” al servicio del presidente.

VI

Por último, me pregunto ¿El Derecho a la Educación puede ser reducido o equiparado al Derecho a Aprender? Pregunta de discusión que está en el fondo del diseño de leyes reglamentarias del Art. 3o. Constitucional.

Aquí dejo las preguntas y comentarios sobre las contradicciones para dar la bienvenida a la discusión.

*Texto especialmente preparado para la mesa de análisis: “Situación actual de la Reforma Educativa de la 4T”, a realizarse en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro, el 19 de junio de 2019.

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2019/06/17/seis-contradicciones-de-la-reforma-educativa-de-la-4t

ove/mahv

Comparte este contenido:
Page 18 of 25
1 16 17 18 19 20 25