Por: Jorge Colina Idesa.
Es común escuchar las preocupaciones por la falta de trabajo para los jóvenes. No son injustificadas. La tasa de desempleo urbana entre jóvenes con entre 15 y 24 años asciende al 27% de los que se deciden entrar el mercado laboral, cuando dicha tasa entre los que tienen edades centrales, 25 a 55 años, es de apenas 8%. Pero este no es un fenómeno argentino. En el mundo, los jóvenes sufren mayores tasas de desempleo.
Lo que sí es un problema puramente argentino es la falta de un sistema de transición de la escuela al trabajo. Esto es, el conjunto de instituciones educativas y laborales que condicionan el tránsito de los jóvenes al empleo. Específicamente, son las modalidades y contenidos educativos, la institucionalidad para que las escuelas se conecten con las empresas y las regulaciones que rigen las prácticas laborales y las primeras experiencias en el empleo. La carencia es tan grave en Argentina que los dirigentes del sistema educativo y de las políticas laborales siquiera tienen conocimiento o conciencia de que debe existir un sistema para la transición de la educación al trabajo.
Para dar un ejemplo de la importancia que tiene contar con este tipo de sistema sirve observa los países de la Unión Europea (futuros socios comerciales de Argentina). Allí se identifican dos estilos muy diferenciados. En los países de tradición germánica –como Alemania, Austria, Suiza– la educación secundaria contempla explícitamente modalidades que preparan a los jóvenes para su entrada al mercado de trabajo. Estas modalidades conviven con las académicas cuya orientación es la prosecución de estudios universitarios. En cambio, un esquema alternativo es la de los países de tradición latina –como Francia, Bélgica o España– donde el foco está de manera casi excluyente en la preparación de los jóvenes para continuar con los estudios universitarios.
¿Cómo les va con la tasa de desempleo juvenil? En Alemania, Austria y Suiza la tasa de desempleo de los adultos es del 4% mientras que la tasa de desempleo juvenil es de 8% haciendo una relación de 2. En Francia, Bélgica y España la tasa de desempleo de los adultos es de 10% mientras que la juvenil es de 27% haciendo una relación de 2,7. Es importante comparar la relación entre desempleo adulto y juvenil de cada país, y no la tasa de desempleo juvenil entre países, porque parte del alto desempleo juvenil en algunos países se debe a una escasez de empleo general. De eso surge con claridad que en los países de tradición germánica los jóvenes sufren relativamente menos las dificultades para entrar al empleo que los países de tradición latina.
Esto es producto de que en los países germánicos hay una histórica y robusta relación del sistema educativo en sus niveles medio y superior con las empresas. Los jóvenes de la escuela secundaria, que no van a proseguir estudios superiores, son preparados y hacen prácticas en empresas para emplearse terminada la secundaria. Los que siguen estudios superiores también interrelacionan con empresas cuando avanzan sea en sus tecnicaturas superiores y en sus carreras de grado. En los países de tradición latina, en cambio, se tiende a pensar que hasta incluso la universidad es un claustro de pensamiento filosófico con objetivos mucho más integradores y superadores que el mero fin de lucro empresario. Ninguna de las dos posiciones está bien o mal. Simplemente que el camino que cada país elige va determinando su destino.
Argentina tiene la visión de los países de tradición latina. La prueba está en que, tan frecuente como la preocupación por la alta tasa de desempleo juvenil, es escuchar argumento del tipo “las escuelas no están para formar gente para las empresas” o “las pasantías son una forma de precarización laboral”.
Por esta razón, en Argentina los contenidos de las escuelas secundarias para dar empleabilidad, a pesar de que la mayoría de los jóvenes no irán a la universidad, son marginales, hechos con esfuerzos individuales, de manera pecaminosa y motivadas más por cuestiones de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) que como estrategia de formación de los recursos humanos. Los resultados son contundentes: sólo el 40% de los jóvenes termina la secundaria en tiempo y forma y el 10% adicional la termina con retraso. Esto implica que la mitad de los jóvenes no termina la secundaria y tampoco tiene formación para el trabajo.
Las instituciones laborales, a su vez, se encargan de potenciar el divorcio de la educación con las empresas. Si bien se contempla el contrato de pasantía, los requerimientos administrativos son muy restrictivos y burocráticos. Esto lleva a que las pocas instituciones educativas y empresas que se atreven a usarlos asignan más esfuerzo al papeleo que a la formación del alumno. Pero lo más grave es que es un contrato de alto riesgo. Si algo del papeleo se entiende incumplido, la pasantía pasa a ser considerada como relación de dependencia no registrada. Esto implica severas sanciones para la empresa. No aprovechar las pasantías para formar jóvenes en el empleo tiene consecuencias con posterioridad: apenas 18% de los pocos jóvenes ocupados son como asalariado registrado en una empresa. El resto se ocupa en la informalidad.
Argentina necesita construir un sistema moderno de transición de la escuela al trabajo. Esto requiere una profunda revisión de la política educativa y laboral sacándose de encima el tan atávico como equivocado prejuicio de que las escuelas no están para formar gente para las empresas y que las pasantías son una forma de precarización laboral.
Fuente del artículo: https://www.eleconomista.com.ar/2019-08-argentina-necesita-un-sistema-de-transicion-de-educacion-al-trabajo/