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«Los neoliberales españoles manipulan los datos del informe PISA para desprestigiar a los profesores y debilitar el sistema público de enseñanza»
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«El País Vasco obtiene la misma puntuación que Andalucía, doblándole en gasto por alumno. ¿Paradojas? Necesidad de leerse con seriedad los informes»
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«¿Los centros privados superan en resultados a los públicos, según PISA? Pues no. PISA lo reconoce en sus informes, absolutamente, sin reservas»
No descansan. Los informes PISA son el juguete preferido de los neoliberales españoles contra la Escuela Pública. Manipulan los datos, pero lo que les importa es su estrategia subyacente: desprestigiar a los profesores para debilitar el sistema público de enseñanza. Ahora toca el volumen V publicado el pasado día 21, la parte del informe dedicada a examinar “la capacidad de los alumnos para trabajar con dos o más personas”. Otra vez, editoriales con falsificación de los datos para poder titular con “fracaso de la educación española”, “suspenso a España en educación”, o sobre “el docente” como origen del problema, llegando a “confundir” el trabajo en equipo de los alumnos con el de los profesores. A lo “Gabriel Rufián”, fake news contra los hechos, contra los datos.
«Como en los resultados anteriores, España está en la media de los países europeos, con Austria, Noruega, Bélgica, incluso mejor que Francia, Luxemburgo o Italia»
Ni se leen los informes. No saben qué mide PISA, ni les importa. Julio Carabaña escribió un libro, La inutilidad de PISA para las escuelas, seguramente con la intención de que no se manipularan más los datos, pero con poco éxito, como se ve. Mintieron con los resultados por países de las capacidades en ciencia, matemáticas y comprensión lectora, y vuelven a mentir ahora. Como en los resultados anteriores, España está en la media de los países europeos, con Austria, Noruega, Bélgica, incluso mejor que Francia, Luxemburgo o Italia. Manipulan diferencias de cinco o seis puntos, sobre quinientos, para hablar de “suspenso” a la Enseñanza en España y se quedan tan anchos.
Y algo que siempre ocultan: el sistema educativo español logra resultados similares a los de Suecia o Noruega con un gasto por alumno que es casi la mitad que el de estos países, como señalan los propios informes de la OCDE. Por cierto, tan llamativo como algunos datos sobre comunidades autónomas de este último informe. El País Vasco obtiene la misma puntuación que Andalucía, doblándole en gasto por alumno. ¿Paradojas? Necesidad de leerse con seriedad los informes.
Falsifican, mienten, manipulan. ¿Cómo titularían si el país a analizar fuera Países Bajos con una caída de cinco, tres y seis puntos en competencia científica, lectura y matemáticas? ¿Se hunde el sistema educativo holandés, tan encumbrado por algunos neoliberales españoles?
Si yo le digo a mi padre, ya fallecido, que nuestras escuelas están en el nivel de Suecia, me habría respondido, seguro, “¡no me digas, muchacho!”. Él que hace tan solo cincuenta años, con un rebaño de poco más de cien ovejas, y con el queso diario que elaboraba mi madre, apostaba todo a los estudios de sus hijos, como tantos, no podría creer que nuestro país se codea hoy con quienes, por entonces, nos sacaban unos cuantos cuerpos en nivel de desarrollo. Lo que no le habría sorprendido es ver a los ideólogos de la derecha española atacando la escuela inclusiva, es decir, como siempre, torpedeando cualquier instrumento al servicio de la equidad en España.
«Fernández Enguita: “A destajo se segaba, se ponen ladrillos, se cosen prendas de vestir y algunas cosas más. Pero no se enseña a destajo y, menos aún, se educa”»
Los neoliberales, con su pope Eric Hanushek al frente, quieren vendernos que el proceso educativo es equiparable al de la fabricación de coches, que las leyes del mercado exigen funcionar mediante incentivos a los profesores, según resultados. Nada nuevo: para estos, todo, educación o sanidad incluidas, es mercado. Pero, como señala Fernández Enguita: “Se puede trabajar a destajo cuando el producto es perfectamente especificable, exactamente medible e inequívocamente atribuible al trabajador. A destajo se segaba, se ponen ladrillos, se cosen prendas de vestir y algunas cosas más. Pero no se enseña a destajo y, menos aún, se educa”. Eso poco importa a los fundamentalistas del mercado, ellos a lo suyo, a desprestigiar a los profesores para debilitar la Escuela Pública, a intentar la segregación de redes escolares con criterios sociales.
Por eso manipulan los datos del informe de la OCDE. ¿Los centros privados, (“Los 100 mejores colegios de España”), superan en resultados a los públicos, según PISA? Pues no. El profesor Julio Carabaña hace un buen análisis en su libro sobre evidencias que lo demuestran. “El único procedimiento que los centros privados han encontrado para superar a los públicos es la selección de mejores alumnos”, señala con humor. Y PISA lo reconoce en sus informes, absolutamente, sin reservas. Pero a nuestros neoliberales no les interesan esas evidencias, utilizan fundaciones bien engrasadas para “fabricar” otras; con pésimos resultados, por cierto.
Hay motivos para la preocupación. Si en las próximas elecciones generales, como apuntan las encuestas, PP y Ciudadanos logran la mayoría absoluta, en España se aplicará una política educativa de corte neoliberal. El partido de Albert Rivera sí tiene claro qué cambios introducir en nuestro sistema educativo. Solo hay que leer sus programas electorales o lo que ha escrito quien ha marcado la hoja de ruta en esta materia, Luis Garicano. No tengo ninguna duda: un programa literalmente neoliberal será una prioridad para Ciudadanos. Y no tendría nada que ver con el sistema educativo “público-público” de Dinamarca, por más que se utilice la imagen del país nórdico como reclamo.
Emmanuel Macron ha escrito: “Los profesores luchan contra la indiferencia de un sistema burocrático que no sabe reconocer sus esfuerzos ni sus méritos”
Rivera no es Macron. Desde que nos aclaró que su partido no tiene nada que ver con la socialdemocracia, es aún más evidente. La política educativa es un buen banco de pruebas para situar las coordenadas de cada cual. Cuando leí las propuestas educativas de Emmanuel Macron me convenció de que merecía atención. A mí y a una gran mayoría de profesores franceses que le votaron. De hecho, sus principales opciones se refieren a corregir desigualdades en el sistema desde la escuela infantil. Sobre los profesionales del sector, ha escrito: “Los profesores luchan contra la indiferencia de un sistema burocrático que no sabe reconocer sus esfuerzos ni sus méritos”. Y en la gran polémica en Francia sobre la red de centros no puede ser más contrario a la posición neoliberal. Habrá que esperar a los resultados, pero Macron no es Rivera. Atentos, pues, a la noche electoral.
¿El pacto educativo? Atascado en el Congreso en un nivel académico. Van por los catorce capítulos. Entretanto, el ministro del ramo se dedica a otros asuntos, como denuncia ahora el señor Marina, al que Méndez de Vigo encargó un costoso Libro Blanco que nadie sabe “ni qué ni para qué”. ¿La izquierda sindical y política? Enredada en el “procés”. ¡Que llueva, que llueva, la Virgen de la cueva…!
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