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Soledad y envejecimiento

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

No es saludable envejecer fuera de los contextos sociales donde hemos estado a lo largo de la vida, ellos contribuyen y favorecen el sentido de pertenencia.

El envejecimiento activo es favorecedor de la calidad de vida, y un antídoto frente a los riesgos del sedentarismo y la apatía.

El ser humano, a lo largo de miles de años, se ha constituido como tal en vínculos con los demás. Se dice que somos seres gregarios. Es decir, toda nuestra existencia supone al otro. Supone la vida compartida con los demás. Ésa sería la lógica por la cual surgió la familia. Es posible que el instinto de preservación de la especie, como la necesidad del cuidado de las nuevas criaturas o, incluso, el aseguramiento de la permanencia del grupo y su cultura, sean motivos por los cuales surgiera la familia. Hay un dicho supuestamente africano, que se ha hecho muy conocido por las redes, que reza: “cuando se trata de la educación de los pequeños hay que convocar a la tribu”. Si es o no verdad, de todos modos, suena bien.

En definitiva, prácticamente la vida humana en toda su extensión se desarrolla en diferentes tipos de grupos, con fines y características distintas. La familia, nuclear o extendida, es el primer grupo que nos acoge, nos da un nombre y un apellido, nos proporciona las primeras sensaciones de placer o el displacer, a través del cuidado y la alimentación. Nos introduce hacia otros mundos y otras relaciones. A partir de ella y su realidad sociocultural, empezamos el vínculo con otras familias y otras personas. La escuela juega una función fundamental en dicho proceso. Posteriormente vendrán otras experiencias sociales de vida en grupo. La comunidad o espacio territorial donde vivimos, las iglesias, los clubes, el trabajo, en fin, toda nuestra vida es un tejido social donde diferentes tipos de grupos con fines y propósitos distintos van conformando nuestra vida. Desde la psicología social se ha estudiado la importancia e incluso, la necesidad de la vida en los grupos.

A pesar de esa realidad, el ser humano también ha tenido un vínculo con la soledad en sus diferentes manifestaciones, o como producto de una decisión personal, o como consecuencia de circunstancias de la vida. Como concepto la soledad tiene muchas acepciones e incluso, connotaciones tanto positivas como negativas. En El laberinto de la soledad, Octavio Paz dice: “La soledad es el fondo último de la condición humana”. Carl Jung, en cambio, señala lo siguiente: “La soledad es peligrosa. Es adictiva. Una vez que te das cuenta de cuánta paz hay en ella, no quieres lidiar con la gente”.

Algunas personas buscan la soledad intencionalmente, pues en ella tratan de “encontrarse a sí mismas”; en otras ocasiones la soledad viene como impuesta desde fuera, por ejemplo, como consecuencia de nuestras propias acciones; o impuesta por nosotros mismos, como la consecuencia de una soledad requerida o del vacío emocional a que nos arrastran determinadas consecuencias de la vida.

Tratando de encontrarle mayores y, tal vez, mejores explicaciones a la soledad se han conducido estudios, cuyos resultados nos hablan de la soledad objetiva, como manifestación de la ausencia de relaciones sociales debido a la carencia de estas; por otra parte, también se habla de la soledad subjetiva, que responde a la necesidad interna y personal, de estar y sentirse solo.

La soledad, en sí misma, no es ni buena ni mala. Todo tiene que ver con las razones como las consecuencias que puedan explicarla en un momento o situación determinada. Aún más, es posible que en algún momento de nuestras vidas todos nos hemos sentido solos. Como experiencia subjetiva la soledad puede “aparecer” en cualquier momento de la vida.

En la línea de reflexión que hemos venido siguiendo en los anteriores artículos, se trata de buscar sentido o, por lo contrario, acciones preventivas ante la soledad y el envejecimiento.

A diferencia de otras culturas, donde se valora y aprecia la vejez como una fuente de sabiduría, la nuestra no se caracteriza por tales valoraciones. Todo lo contrario, la vejez empieza a mirarse de reojo. Como un asunto de molestia familiar. A veces “no se sabe qué hacer con el bendito o la bendita vieja”. Son palabras escuchadas más de una vez.

En algunas personas envejecientes, el aislamiento social se relaciona directamente con síntomas negativos de estrés e incluso, de deterioro mental. Por otra parte, hay evidencias de que la inclusión social o el relacionamiento con otras personas, le permite al envejeciente potenciar sus sentimientos de pertenencia o incluso, de seguridad y apoyo emocional.

García-Valdecasas (2018) al delimitar el concepto de soledad, lo hace en varios sentidos, el primero de ellos es la diferencia entre la soledad objetiva para referirse al aislamiento físico, de la soledad subjetiva haciendo referencia al sentimiento de soledad. En el primer caso se trata de las personas que viven solas y en el segundo caso, las personas que se sienten solas. Es posible vivir solo sin sentirse solo, y lógico, también las hay que se sienten solos porque así viven, solos. Una segunda cuestión que destaca es el hecho de no confundir la falta de relaciones sociales (aislamiento social) con vivir solo (aislamiento físico). Una tercera es la distinción entre la soledad subjetiva involuntaria o impuesta y la soledad subjetiva voluntaria o elegida. A esto último señalan: “Mientras la soledad impuesta puede resultar peligrosa para la salud tanto física como psíquica de los individuos, la soledad elegida puede ser fuente de crecimiento personal y germen de creatividad para las personas. La soledad impuesta es una condena, pero la soledad elegida puede ser una liberación”.

recuperas, es el <strong>ikigai</strong> que tenemos dentro aún sin descubrir. Quizás es importante recordar,

Para muchos, la soledad elegida, es una condición indispensable para su propio encuentro consigo mismo, como incluso, la búsqueda de la unidad con algo superior. Muchos de los artistas encuentran en la soledad la inspiración que buscan para desarrollar en sus obras.

  1. La calidad de las relaciones sociales tiene un poder explicativo de la soledad más de tres veces superior al de la cantidad de contactos sociales. “No es cantidad, se trata de calidad”.
  2. Es mejor tener relaciones que ofrezcan seguridad, confort, confianza y placer, aunque el contacto sea poco frecuente que tener más amigos poco íntimos con interacciones frecuentes. En fin, se trata de fortalecer los vínculos sociales y de amistad.
  3. La participación en actividades sociales actúa como un factor protector contra la soledad. La disminución del nivel de actividad social de las personas mayores coincide con un aumento de la probabilidad de sentirse solas.
  4. Los intercambios de apoyo intergeneracional durante el proceso de envejecimiento tienen un papel de especial relevancia. “No se junte solo con viejos, que eso se pega”.

García-Valdecasas, agrega algo bastante novedoso, y es la manera cómo la tecnología puede contribuir con las personas mayores en la mejora y mantenimiento de la autonomía personal, proporcionar seguridad dentro y fuera del hogar, y ayudar a la movilidad facilitando la vida independiente y fomentando hábitos saludables, las relaciones sociales, los cuidados y atención en el hogar, además, de ayudar en la formación y desarrollo personal.

En resumen, se trata de aprender a lo largo de toda la vida, evolucionando y adaptándose a los nuevos tiempos, incorporando incluso el uso de las nuevas tecnologías de la información, al mismo tiempo que amplia y mejora sus habilidades sociales; se trata de promover el apoyo social de las familias y las amistades, pero aumentando incluso las oportunidades para la interacción social con otras personas; mejorar la funcionalidad y el nivel de autonomía de las personas, contribuyendo con su propio desarrollo personal al mismo tiempo que con una mejor sociabilidad. No es saludable envejecer fuera de los contextos sociales donde hemos estado a lo largo de la vida, ellos contribuyen y favorecen el sentido de pertenencia.

En el libro Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y felizde la autoría de Héctor García y Francesc Miralles señalan:

“El secreto para una vida larga es no preocuparse. Y tener el corazón fresco, no dejar que envejezca. Abrir el corazón a la gente con una buena sonrisa en la cara. Si sonríes y abres el corazón, tus nietos y todo el mundo querrá verte.

La mejor manera de no angustiarse es salir a la calle y saludar a la gente. Yo lo hago cada día. Salgo a la calle y digo: ¡Buenos días! ¡Hasta luego! Luego vuelvo a casa y cuido del huerto. Y, por la tarde, ver a los amigos”.

Por último y con ello cierro este artículo: no olvidar que el envejecimiento activo es favorecedor de la calidad de vida, y un antídoto frente a los riesgos del sedentarismo y la apatía.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/soledad-y-envejecimiento-8951720.html

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La ceguera

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

Construcción de nuevos esquemas de pensamiento que permitan su interpretación y la búsqueda de las mejores alternativas para afrontarlo.

En su obra República, Platón (428 a. de C. – 347 a. de C.), escrita hacia el año 380 a. de C, para explicar la realidad del conocimiento, crea el conocido Mito de la Caverna, con el cual ilustra, desde su perspectiva, acerca del origen del conocimiento, así como, lo relativo a la representación de las cosas y sobre la naturaleza de la propia realidad.

En su estilo narrativo y anecdótico, Platón, tomando como protagonista a Sócrates, su maestro, y su hermano Glaucón, asume el diálogo, más que como una narración, como un método de investigación discursivo, y de esa manera hablan de cómo afecta el conocimiento y la propia educación filosófica, a la sociedad y a los individuos. Sócrates le pide a Glaucón que imagine un grupo de prisioneros encadenados detrás de un muro desde su infancia. Un fuego ilumina, al otro lado del muro; los prisioneros solo pueden ver las sombras que se proyectan en el fondo de la caverna, de todo aquello que pasa entre ellos y el fuego. Le dice a Glaucón que los prisioneros terminarán creyendo que aquello que observan, las sombras en el fondo de la caverna, es el mundo real, sin percatarse de que son solo apariencias. Cuando uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y asciende hacia la salida, dice Sócrates, en un principio el resplandor le ciega y lo impulsa a volver a la oscuridad; solo cuando logra, por su persistencia, acostumbrarse a la luz del fuego y empieza a ver lo que realmente pasa por la entrada de la caverna, inicia su primer paso en la adquisición del conocimiento. Se pudiera argumentar, cuando solo vemos lo que nuestros propios ojos ven, es muy difícil llegar al conocimiento de las cosas tal cual. O dicho de otra manera, a veces “solo vemos, lo que queremos ver, en presencia o ausencia del objeto visto”.

Cuando Peter Berger y Thomas Luckmann escribieron su libro La construcción social de la realidad[1], nos pusieron a todos los científicos y académicos sociales a reflexionar acerca de éste gran tema. Se dice, incluso, que dicha obra ha sido una de las más importantes e influyentes de la sociología y la psicología social contemporáneas. Dos cuestiones se constituyen en las tesis fundamentales de los autores referidos:

  1. La realidad se construye socialmente.
  2. La sociología del conocimiento debe contribuir al análisis de los procesos que lo hacen posible.

Así pues, el principal rol de la comunicación social se centra en la construcción de “opinión pública” en torno a los acontecimientos de la vida social y política, y por qué no, incluso farandulera. Pero, sobre todo, desde “ciertas perspectivas”.

Con frecuencia escuchamos dos o más comunicadores sociales, políticos, juristas, incluso hasta profesionales de la ingeniería y la salud, discutir acerca de algún tema en específico y pareciera que están hablando de dos cuestiones totalmente distintas, aún se trate incluso de un mismo texto leído entre ambas partes.

Hay quienes argumenta, que “todo es, según el cristal con que se mire”. El problema es, por supuesto, desde que cristal se observa la realidad y en qué medida dicha idea representa la realidad que se trate.

Quizás sea pertinente traer a colación el llamado “efecto Werther”. Cuando se publicó en 1774 la novela de Goethe “Las penas del joven Werther”, una oleada de suicidios en jóvenes de ambos sexos fue la consecuencia de su empatía, ante el infortunado personaje de la novela. Esto nos muestra cuan vulnerables somos cuando se trata de los procesos de masas.

Por su carácter estratégico en lo relativo a la construcción de un proyecto de país, la educación no puede ser vista “solo desde un cristal particular”. Como bien social, la educación debe estar muy por encima de los intereses particulares de ningún grupo, no importa su naturaleza. Pese a los esfuerzos de construcción del Plan Decenal de Educación 1992-2002, que en su etapa previa se constituyó en un movimiento social diagnóstico del sector educativo y que involucró a todos los sectores sociales, posteriormente en sus diversas etapas históricas de ejecución, terminó siendo “según el cristal con que se mire”. Cada grupo, en su momento, pretendió constituirse en el referente más idóneo de los intereses educativos nacionales. Los resultados están ahí, a la vista de todos. Los logros de aprendizajes de nuestros estudiantes, aún hoy, están muy por debajo de las expectativas formuladas en el primer plan decenal de educación.

Por otra parte, la problemática que vivimos hoy es lo suficientemente compleja, como para abordar la cuestión educativa desde una sola perspectiva. En primer lugar, vivimos una crisis profunda por un modelo económico generador estructural de pobreza y desigualdad que se ha venido agotando paulatinamente, que llevó incluso al Secretario General de la ONU Antonio Guterres en el homenaje anual a Nelson Mandela de 2020, a decir lo siguiente: “las 26 personas más ricas del mundo poseen tanta riqueza como la mitad de la población mundial”. No hay dudas, vivimos una época de alta producción de riqueza, a costa de todo el daño ecológico con que se agrede a la “madre tierra”, pero que al mismo tiempo, solo ha servido para incrementar la pobreza y la desigualdad social. En segundo lugar, la crisis social y económica cobra matices más complejos por la pandemia por el coronavirus y todas sus consecuencias sociales y económicas, afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables. En tercer lugar, somos testigos de un desarrollo sin antecedentes en la historia respecto al conocimiento y su disposición, así como el de las tecnologías de la información. Manuel Castells ha señalado, que las tecnologías de la información y las redes sociales han inaugurado una nueva manera de relacionarnos, y una nueva manera de ejercicio incluso del poder social.

En ese contexto, no es posible mantener el modelo educativo que ha prevalecido en los últimos 30 o 40 años. Dicho modelo, no solo que no es capaz de dar respuesta a las necesidades particulares de los propios sujetos, sino incluso, a las de la sociedad contemporánea en su conjunto.  La escuela, como herramienta de construcción de sentidos, tiene que ser repensada en todos sus órdenes, desde una perspectiva pedagógica crítica, colocando en el centro de la cuestión, al sujeto concreto.

Asumir dicha perspectiva, en las actuales circunstancias, es romper con las visiones que hasta el momento han pautado el quehacer la educación dominicana. No es posible seguir amarrado, a la ya tradicional visiones cortoplacistas y particulares, so pena de seguir en la ceguera ante las nuevas realidades sociales y culturales que nos rodean y que exigen nuevas maneras de pensar y actuar en educación.

Salgamos de nuestras cuevas, entendamos una vez por todas que la educación como la salud, no tienen apellidos ni colores políticos, sí el de un país que reclama a sus líderes políticos y sociales respuestas efectivas a los problemas nacionales, desde la perspectiva de los intereses nacionales colectivos, que siempre estarán por encima de todos los intereses particulares, sean esos de naturaleza personal o corporativos.

El tiempo avanza irremediablemente y aún no se visualiza ninguna acción dirigida a repensar la educación y la escuela, como lo demanda el propio presente, y más aún, el futuro del mundo y de la propia República Dominicana.

Del prólogo escrito por Catalina Andújar Scheker, en el documento de la OEI (Organización de Estados Ibero-americanos), La educación dominicana al 2021: reflexiones, planteamientos y experiencias, recojo la siguiente idea, que muy bien viene al caso:

“Las deudas educativas acumuladas del siglo XX, no sólo en la República Dominicana, sino en toda la región iberoamericana, nos señalan que la educación sigue siendo una cuestión de justicia social. Por tanto, se hace necesario impulsar y fortalecer acciones integrales e intersectoriales. que atiendan las desigualdades y favorezcan oportunidades educativas de calidad.

Por otro lado, están los nuevos retos de la sociedad de hoy, caracterizada por los cambios continuos, la celeridad y la incertidumbre, lo que sin dudas complejiza aún más la situación educativa actual. Este escenario complejo demanda la construcción de nuevos esquemas de pensamiento que permitan su interpretación y la búsqueda de las mejores alternativas para afrontarlo.

Avanzar en estos desafíos requiere articular esfuerzos y acciones coherentes; demanda que el país incremente su capacidad de producir conocimiento e innovar”.

Dejemos solo los ojos vendados a la justicia.

[1] Primera edición en castellano, 1968. Amorrortu editores

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-ceguera-8942567.html

Imagen: RepentAndBelieveTheGospel

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Maestros de calidad: un tema de largo alcance

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

Tenemos que aprender de los que más han avanzado y, más aún, cuando su punto de partida era la crisis social y económica de su sociedad.

El desarrollo de la ciudadanía es la piedra angular del desarrollo del país y, por tanto, no es posible manejarlos con una visión de causa y efecto, pero mucho menos, de corto plazo.

El debate acerca de los intentos por eliminar las pruebas de admisión para el ingreso a la formación inicial docente continua. Y que bueno que sea así. Un tema como ése no puede pasar por alto en ninguna sociedad, y con más razón en el caso nuestro, por los grandes esfuerzos que se han hecho en las casi tres últimas décadas, además de la inversión del 4% del PIB que, aunque aún no se coloca en el nivel que se considera el adecuado para alcanzar logros importantes en el sector, no deja de ser una cuantiosa suma de dinero que ronda más allá del 35% del presupuesto nacional.

Reitero lo dicho en el artículo del pasado lunes 8 de abril por este mismo medio, la inversión que el país ha hecho en materia de formación docente alcanza varios miles de millones de dólares y pesos. Dicha inversión ha servido para que muchas de nuestras instituciones de educación superior obtengan importantes sumas de esos recursos para formar docentes y con ello, poder funcionar como formadora de profesionales en las diferentes áreas del conocimiento y el quehacer profesional.

En principio, apoyar el desarrollo de la formación profesional y el acceso a la misma, es una cuestión importante de cara al desarrollo social y económico del país. La inversión debería ir creciendo aún más, sobre todo en la formación técnica. Esta formación, con altos estándares, debería ser un punto de anclaje importante para el desarrollo a fin de cualificar la mano de obra del país. El marco de cualificaciones debería constituirse en una herramienta legal que permita avanzar en esos temas.

Ahora bien, y volviendo a la formación inicial docente, es necesario que los niveles de exigencias para el ingreso y la permanencia en ella se sigan fortaleciendo. No es posible volver de nuevo a tiempos pretéritos en dicha formación. Es necesario seguir haciendo los sacrificios y exigencias necesarios para que nuestros niños, niñas, jóvenes adolescentes y personas adultas reciban una educación de alto nivel y calidad, sobre todo los más pobres y desventajados. La escuela debe ser capaz de romper el ciclo perverso de la pobreza que condena a miles de dominicanos a vivir con grandes precariedades. Ese derecho que ellos tienen, y que por la constitución y ética estamos llamados y obligados a ofrecer, está muy por encima de cualesquiera otros intereses personales o corporativos. El Estado, a través de los organismos que están para ello, tiene la obligación de formar los docentes al nivel más alto y con ello, responder a las grandes exigencias que plantea el mundo en que actualmente vivimos. Esa es una obligación que no se puede soslayar.

Volviendo de nuevo al Informe de la Evaluación del Desempeño Docente que se llevó a cabo en los años 2017 y 2018, por el Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa y la Organización de Estados Iberoamericanos para la ciencia y la cultura, se puede constatar que el tema de la calidad de la formación docente nos compete a todos, y que eliminar políticas consensuadas en el Pacto por la Educación firmado en el 2014 por importantes sectores de la vida nacional, sería echar por el suelo esfuerzos de gran envergadura ya encaminados. El cuadro que sigue a continuación presenta la distribución de los maestros evaluados y sus puntajes promedios por institución universitaria.

Como se observa, los promedios alcanzados por las instituciones formadoras de docentes, se queda en la categoría de “Básico” de la Evaluación del Desempeño Docente. La que más se acerca a la categoría de “Competente”, con calificaciones de 80 a 90 puntos, es la Universidad Católica Nordestana con 79.83 de puntaje promedio. El gráfico que sigue es más elocuente que la palabra. No cabe ninguna duda de que aún son muchos los esfuerzos que deben hacerse para alcanzar la meta de docentes de alta calidad.

La preocupación se hace mayor cuando, al observar estos puntajes tomando en consideración los niveles académicos alcanzados por los docentes evaluados que, aunque hay cierta tendencia, el promedio sigue siendo “Básico”.

Los años de experiencia, tampoco explican los resultados alcanzados, pues las diferencias entre los grupos de edad son mínimas.

Como tampoco la edad del docente…

Como todos sabemos, los temas educativos en sentido general son de largo alcance y aliento. No es posible esperar que a corto plazo tendremos resultados satisfactorios. El político que sueñe que podrá hacer todas las transformaciones que son necesarias y requeridas en un período de gestión, y aún más, alcanzar logros significativos en los aprendizajes de los estudiantes como en el desempeño de los docentes, va a despertar con pesadillas. Se pueden construir todas las aulas y planteles escolares necesarios, comprar todas las computadoras y otros utensilios también necesarios y requeridos a corto y mediano plazo, pero lograr cambios significativos en lo fundamental, que son los aprendizajes, siempre será un tema de largo alcance y de continuidad de las políticas públicas. Esta es una realidad que va más allá de los intereses particulares de los partidos políticos o las tendencias ideológicas. El desarrollo de la ciudadanía es la piedra angular del desarrollo del país y, por tanto, no es posible manejarlos con una visión de causa y efecto, pero mucho menos, de corto plazo.

Esa es una clase política que pone, por encima de todo, los intereses de su nación.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/maestros-de-calidad-un-tema-de-largo-alcance-8935286.html

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La formación docente es una cuestión de Estado y país

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

El Ministerio de Educación y sus grandes necesidades debe de dejar de ser “el gran negocio”.

Desde el Plan Decenal de Educación 1992-2002, la inversión en dólares en formación docente ha sido millonaria, sin embargo, los resultados tanto del desempeño de los docentes, como los de los logros de aprendizajes de nuestros estudiantes, aún no llegan a alcanzar las expectativas que desde ese Plan nos formulamos como país.

He venido siguiendo con cierta preocupación la noticia de que determinados grupos e instituciones pretenden “bajar el estándar consensuado para contar con profesores de calidad”. En el editorial de Acento del 8 de abril de este mismo año titulado La codicia en educación, mala consejera, se señala que: “En declaraciones recientes aparecidas en la prensa, el presidente de la Asociación Dominicana de Universidades (ADOU) informaba que 32 universidades dominicanas apoyaban la medida del MESCYT de no matricular más estudiantes dentro del plan denominado “Meta Presidencial sobre Formación Docente para la Excelencia”. “La misma nota periodística informaba que al posicionamiento de la ADOU se ha unido la otra asociación de actores claves de la educación superior dominicana, la Asociación Dominicana de Rectores de Universidad (ADRU)”.

Para el editorialista de Acento se ha perdido el foco de la cuestión, planteando muy claramente la pregunta que debe guiar las decisiones: ¿cómo garantizar una educación de calidad para todos en República Dominicana, contando con el 4% del presupuesto nacional?, y no llevarlo al terreno de la permanencia o no del programa “Meta presidencial sobre Formación Docente para la Excelencia”, y sobre todo lo relativo a lo establecido por “la Normativa 09-15 que establece con carácter obligatorio la aplicación de pruebas de admisión para ingresar a la carrera docente.”

Un último aspecto que tomo del referido editorial es el siguiente: “Lo que tamiza en estos momentos el proceso evaluativo son las quejas de las universidades dominicanas por la baja cantidad de estudiantes que la regulación les permite admitir. Sencillamente, se está sacrificando la apuesta por la calidad de toda la educación dominicana por una visión cortoplacista de equilibrios financieros”.

En un artículo publicado ese mismo día en el periódico Hoy se destaca que la calidad de la educación ha sido un aspecto distintivo del discurso del actual presidente de la República Dominicana, el señor Luis Abinader, particularmente en los momentos de la campaña electoral cuando se enarbolaba la consigna de que “para el PRM la educación de calidad es una prioridad y el pueblo dominicano la convirtió en un estandarte de lucha con su legítima demanda del 4% del PIB para la educación, al doblegar la voluntad del oficialismo”. Al final del artículo se señala con cierto encono: “Daría vergüenza que el ministro Franklin García Fermín, exrector de la universidad más antigua del Nuevo Mundo, caiga en ese juego para complacer las apetencias del negocio de la educación. ¿Ése es el cambio que nos van a dar?”. Sin bajar la guardia, hemos leído la información de prensa que ofrece el propio Ministro de Educación Superior, esperamos que esa actitud sea la que prevalezca en los funcionarios del sector.

Varios estudios internacionales han puesto de relieve que la calidad de la educación se corresponde directamente con la calidad de sus docentes, de sus maestros. Este es un eslogan asumido en muchos escenarios nacionales e internacionales; y no deja de tener cierta razón. Podemos tener el mejor de los currículos, pero si al final de cuentas, el currículo que prevalece en las aulas no necesariamente es el propuesto, sino más bien el currículo actuado.

En el pasado 2017 y 2018, el Ministerio de Educación llevó a cabo un proceso evaluativo del desempeño de todo el personal docente con derechos adquiridos para el mismo. Maestros, directores de centros, psicólogos y orientadores, secretarios docentes, coordinadores pedagógicos, etc., fueron evaluados. De toda la información acumulada y que reposan en el Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa-IDEICE, así como en la Organización de Estados Iberoamericanos para la ciencia y la cultura-OEI, solo tomaré algunas a manera de ejemplos y que muestran el estado, en ese momento, de la calidad del docente dominicano. Este proceso estuvo acompañado directamente por representantes de la Asociación Dominicana de Profesores-ADP, quienes eran parte de la Comisión Nacional de Evaluación del Desempeño Docente.

En sentido general, se establecieron cuatro categorías para clasificar a los docentes según las calificaciones promedios obtenidas en dicha evaluación y que fueron: destacado, competente, básico e insuficiente. En el informe que recoge los resultados de la evaluación del desempeño de más de 60 mil maestros en todos los niveles y grados, los resultados en términos porcentuales por cada categoría fueron los siguientes:

Si se suman las dos primeras categorías y las dos últimas, los resultados nacionales de desempeño de los maestros dominicanos serían: 26.80% de maestros destacados y competentes, y 73.20% de maestros básicos e insuficientes. Viendo estos resultados quizás deberíamos preguntarnos ¿qué posibilidad tienen nuestros estudiantes de alcanzar altos logros de aprendizajes si la gran mayoría de sus maestros apenas muestran el dominio profesional de las herramientas para la enseñanza?

Para hacernos una idea más clara de lo que estamos planteando, si se considerarán tres cuestiones fundamentales del quehacer diario de un docente en aula, como son: el conocimiento, el potencial de lo que puede hacer y el desempeño real, respecto a la didáctica general, los porcentajes de respuestas correctas en estos tres aspectos fueron 52.7%, 44.0% y 40%, respectivamente.

Es bueno señalar que los criterios e indicadores que se tomaron en consideración para dicha evaluación del desempeño fueron de conformidad con los Estándares de Desempeño Profesional del propio Ministerio de Educación, aprobados por el Consejo Nacional de Educación en el año 2015. Según muestras los resultados de dicho proceso evaluativo, los indicadores donde aparecen las mayores falencias o debilidades en los maestros dominicanos son los siguientes: Activar en sus alumnos los conocimientos previos que son necesarios para que comprendan los contenidos que se tratarán en esta clase; se evidencian que existen normas claras de convivencia en el grupo de alumnos y que estos se respetan; se hace un uso óptimo del tiempo destinado a la clase; los recursos didácticos que utiliza son óptimos de acuerdo con los requerimientos metodológicos de la asignatura y del tema de la clase; se relacionan los contenidos tratados con los de otras asignaturas, presentando situaciones que evidencian dicho vínculo; cuando un alumno no responde correctamente una pregunta, ejercicio o actividad orientada por el docente, le brinda suficientes niveles de ayuda para que reflexione y corrija su error; utilizar los errores cometidos por los alumnos como ocasiones propicias para profundizar en el aprendizaje; se realiza un adecuado cierre de la clase.

Estos diferentes indicadores son cuestiones básicas de la programación que el maestro debe realizar en el aula. Son elementos básicos de la didáctica general.

Por otra parte, si se tomaran en consideración los logros de aprendizaje de los estudiantes de 3º y 6º de primaria, de las evaluaciones diagnósticas realizadas en 2017 y 2018 respectivamente, los datos antes descritos del desempeño docente cobran mayor importancia.

El nivel satisfactorio, en el caso de los estudiantes del 3º de secundaria en Lengua Española y Matemática fue de 20.09% y 7.42%, respectivamente.

Como se puede observar, los porcentajes de estudiantes que alcanzan el nivel satisfactorio, que es el esperado por el currículo dominicano al final de cada año escolar, son bajos y muy bajos. Estos resultados son una muestra muy clara del estado de situación de la calidad educativa en nuestro país y ponen de manifiesto la gran deuda que aún tenemos para alcanzar una educación de calidad.

Desde el Plan Decenal de Educación 1992-2002, la inversión en dólares en formación docente ha sido millonaria, sin embargo, los resultados tanto del desempeño de los docentes, como los de los logros de aprendizajes de nuestros estudiantes, aún no llegan a alcanzar las expectativas que desde ese Plan nos formulamos como país.

Creo que es hora de hacer un acto de contrición y reconocimiento de lo que hemos hecho con los recursos invertidos del presupuesto nacional. El Ministerio de Educación y sus grandes necesidades debe de dejar de ser “el gran negocio”.

Por supuesto que estoy de acuerdo con la evaluación de la normativa en cuestión, pero con el ánimo de hacer aún mucho mejor lo que se viene haciendo en aras de una educación de calidad, vale decir, una educación en cada niño, niña, jóvenes adolescentes y personas adultas, aprendan y se desarrollen plenamente.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-formacion-docente-es-una-cuestion-de-estado-y-pais-8932891.html

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Educación, vida, riesgos y libertad, a propósito del aborto y las tres causales

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

Una educación que no nos educa en la capacidad de desarrollar y ejercer nuestra capacidad de ejercicio de la libertad, es una educación que, además de muy costosa, no sirve para nada.

Aprender a vivir con nuestras decisiones y la conciencia que ello supone, es una experiencia enlazada con el sentido que le damos a nuestra vida y existencia, y la capacidad de asumirlas en sus consecuencias.

Hace ya muchos años, era un adolescente entonces, leí un libro que en aquel tiempo marcó mi vida. Fue como una guía político – espiritual. Se trata de Riesgos y osadías del existirde Ignace Lepp. John Robert Lepp nació en Estonia en el 1909 y falleció en Francia en el 1966. Hijo de un capitán naval, nació a bordo de un barco en el Mar Báltico, y ahí vivió junto a su hermano y al cuidado de su madre. Siendo un joven adolescente de 15 años y luego de leer La Madre de Gorki, se unió al Partido Comunista francés. Muchos años más tarde y decepcionado del comunismo real y de las incongruencias de sus dirigentes se convierte al cristianismo. El punto de inflexión de este proceso fue la novela Quo Vadisdel polaco Henryk SienKiewicz y el contacto a través de ella de la forma de vida de las primeras comunidades cristianas. Esta historia está relatada en su libro De Marx a Cristo. Estudió teología, psicología y psicoanálisis. Fue ordenado como sacerdote en el 1941. Toda esta información aparece en el sitio web Wikipedia. Entre sus libros, además del referido, se encuentran La Moral Auténtica, Psicoanálisis el Amor, Psicoanálisis de la MuertePsicoanálisis de la Existencia, La Nueva Moral, Comunicación de la ExistenciaLos cambios de vida: observándonos a nosotros mismos en nuestra existencia total; entre otros.

En Riesgos y Osadías del Existir, Lepp nos plantea entre otras, cuatro ideas importantes:

  • El ser humano es quien ha de edificar su existencia por sí mismo y elegir su vocación, su profesión y su estadio de vida.
  • El riesgo aumenta en función de la autenticidad de la vida; es decir, cuanta más libertad ponga una persona en su conducta, mayor será el riesgo. La fuente del riesgo no está en el determinismo, sino en la libertad.
  • El riesgo es inherente a la vida y negarse por miedo a dar el salto hacia lo desconocido, nunca le permitirá llegar a lo que busca.
  • El riesgo debe estar solo subordinado a la autenticidad.

Si bien es cierto que la socialización es el proceso mediante el cual las personas, situadas en determinados contextos sociales y culturales, incorporan ideas, creencias, actitudes, comportamientos, estilos de vida, etc, etc, etc., ese mismo ser humano podrá desarrollar la capacidad de tomar decisiones. Es decir, ejercer su derecho a la libertad.

Aprender a vivir con nuestras decisiones y la conciencia que ello supone, es una experiencia enlazada con el sentido que le damos a nuestra vida y existencia, y la capacidad de asumirlas en sus consecuencias. Todo ello, podríamos decir, es un perpetuo juego entre libertad y responsabilidad.

La educación como práctica de la libertad, fue un eslogan e incluso, el título de un libro que fue una guía de lo que pretendía ser el camino de una oferta educativa en los años sesenta. Los seres humanos debemos ser educados justamente para enfrentar las decisiones que la vida nos deparara en el presente y el futuro. De ahí que aprender a comprender la realidad, en sus múltiples manifestaciones personales, sociales y naturales, y, a guiar nuestras decisiones por los valores fundamentales que sustentan nuestra propia vida como ser personal y social que somos, es una función fundamental de la educación. De la educación en todos sus órdenes y ámbitos: familiar, escolar y social.

Sin estos principios fundamentales podríamos tener todas las legislaciones que consideremos necesarias y pertinentes para conducir, y hasta penalizar nuestro comportamiento, y de seguro que las cosas no cambiarían. Seguiremos “pasándonos el semáforo en rojo”, o exponiendo nuestras vidas a prácticas “médicas o no médicas” insospechadas, para interrumpir un embarazo no deseado.

Hace muchos años coordiné un estudio sobre el aborto, con mujeres que se encontraban en ese proceso en la Maternidad de La Altagracia. Aunque en su mayoría afirmaban que el proceso se inició por una caída abrupta, otras admitieron situaciones muy complicadas: desde golpes en el vientre realizados por sus parejas, toma de algún té que alguien les recomendó, a ganchos de ropa insertados vía la vagina. Era una realidad vivida por ellas de manera muy dolorosa y con grandes cargas de conciencia, pero, sobre todo, sin instancias sociales que las acompañaran en su proceso de decisión, para luego penalizarlas.

Tengo dudas de si trata o no de contar con disposiciones legales y con ello, finalmente, “calmar nuestra conciencia personal y ciudadana”. Por supuesto, no niego la importancia de las regulaciones legales que organizan la vida personal y social. Mi mayor preocupación se centra en el ser humano que se ve ante la situación de algo que no desea, o no quiso, como incluso, en la de aquella persona que llevará a cabo los procesos necesarios que hagan posible la decisión del primero. Pero de igual manera, en la del ser cuya vida se verá interrumpida y que, por supuesto, nunca tendremos idea de que podría significar su vida para la vida de su familia, comunidad o sociedad. Ése ser queda sin voz.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/educacion-vida-riesgos-y-libertad-a-proposito-del-aborto-y-las-tres-causales-8925780.html

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Una nueva escuela para una nueva realidad por construir

Por: Julio Leonardo Valeirón Ureña

¿Seguiremos adelante o nos daremos el tiempo de repensar la escuela como formadora y constructora de nuevos sentidos y nuevos significados?

Hoy día asistimos a un replanteamiento de la escuela en todos sus aspectos y dimensiones. Los “saberes” que deben ser desarrollados son múltiples y, hasta cierto punto, algo complejos. No basta que aprenda los conocimientos formales en los que generalmente se ha concentrado la educación en sus diferentes niveles y modalidades. La historia humana nos muestra muchos ejemplos de hombres y mujeres que desarrollaron importantes conocimientos en las ciencias y que, al poner ese conocimiento al servicio de la “humanidad”, se convirtieron en “despedazadores de mundos”.

Somos “seres sensibles”. En un artículo anterior argumentábamos que: “Cuando aún la conciencia no sabe qué, la piel nos dice “ojo”. Es una de las razones que nos lleva a plantear, incluso, que la primera infancia y primeros años de la vida escolar debe estar centrada en una “pedagogía de la ternura” que nos permita desarrollar esa sensibilidad frente a nosotros mismos, los demás y toda forma de vida que nos rodea. Que nos eduquemos en sentir, pensar y expresarnos a través de la ternura. Y por supuesto, que la relación maestro-alumno sea una relación de ternura, en la que niños y niñas se descubran así mismos en esa dimensión humana tan crucial e importante para su vida futura. Que el maestro, la maestra entienda y sepa, sienta, que cuando “toca un alma humana, recuerde que es otra alma humana”, al decir de Carl Jung.

En otras etapas del desarrollo, esos mismos sujetos deberán desarrollar de manera más acabada y plena su capacidad de sentir, pensar y expresarse a través de la lengua hablada y escrita, que se plasma en historias de vida, en recuerdos y vivencias, como también en la expresión artística y corporal. Las manos, como vehículos de expresión del alma, les permitirán “hablar y expresarse” más plenamente a través de la pintura, la masilla y el barro que “toma diferentes formas”. De la misma manera, pero a través de la música, desarrollarán toda su inteligencia kinestésica y musical, haciendo del cuerpo completo un órgano de expresión de sus vidas y contactos con la realidad completa que les circunda.

Pero al mismo tiempo la escuela está llamada a darle forma a seres humanos ciudadanos, que puedan comprenderse así mismos, al mismo tiempo que comprender a los demás, en relaciones armoniosas de solidaridad y vida. ¿De que valdría reconocerme como ser sensible, si no es para poder aprender a vivir con los demás y con toda forma de vida?

El mundo o la época que nos ha tocado vivir ha puesto al desnudo la necesidad de hombres y mujeres que nos reconozcamos en esa dimensión humana de la solidaridad y respeto a toda forma de vida. De una ética centrada en la dignidad de toda forma de vida.

“La Casa Común” se nos quiebra entre las manos por una vida centrada solo en el lucro y la felicidad como “vida placentera”, dejando de lado incluso, otras formas de felicidad que serían el soporte para una vida más plena: la felicidad como compromiso y la felicidad como significado. Mientras que en la primera estaríamos en la posibilidad de centrarnos en la felicidad y el bienestar, el florecimiento humano y la prosperidad, en el segundo, a hacer conciencia de que estamos llamados a “pertenecer a…” y “en servicio de…” algo más grande de lo que uno es.

Esa es la escuela a la que aspiramos. Es por lo que insistimos en la necesidad de repensar la escuela, desde la perspectiva de una nueva institución escolar que colabora con la educación y desarrollo de “seres humanos integrales”, en que sentimiento, pensamiento y acción se articulan en un marco ético y moral en pro de una nueva humanidad que se relaciona consigo mismo, con los demás y con toda forma de vida de una manera distinta.

En el mundo de hoy, en la época que estamos viviendo, queramos o no, se juega una parte o la totalidad del destino de cada uno de nosotros. La pandemia nos ha mostrado lo frágil que es nuestra vida. ¿Seguiremos adelante o nos daremos el tiempo de repensar la escuela como formadora y constructora de nuevos sentidos y nuevos significados?

Es tiempo ya de que despertemos y cambiemos el rumbo, la educación de las nuevas generaciones de dominicanos y dominicanas tiene que ser reencaminada.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/una-nueva-escuela-para-una-nueva-realidad-por-construir-8920862.html

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