El triunfalismo en educación es un riesgo

Por: Juan Ruz. 

 

Las cosas cambian. Eso es evidente, pero según se mire lo hacen en mayor o menor proporción. Es lo que está pasando estos días con la vuelta al cole, esa situación que cada año afecta a miles de familias, cuyos hijos e hijas tienen que entrar en las guarderías, los centros de Infantil y Primaria o los institutos de Secundaria. No obstante, hay un aspecto que permanece inalterable en el tiempo, como es el triunfalismos de los gestores de la enseñanza pública -en este caso la Junta de Andalucía-, a los que parece (con este gobierno y con el anterior) que les tenemos que dar las gracias por -simple y llanamente- cumplir con su obligación, que no es otra que los jóvenes de esta tierra cuenten con una educación pública y de calidad. He leído y escuchado atentamente lo dicho estos días por el consejero, Javier Imbroda, y me reafirmo en lo dicho, en que lanzar un mensaje de autoelogio por el solo hecho de satisfacer el mandato que le hemos dado los ciudadanos, tiene sus riesgos. Cierto es que desde Educación se han adoptado algunas decisiones de sentido común, que ahora se venden como si fueran la panacea, pero que se llevan demandando desde hace años.

Me refiero, por ejemplo, a la reducción del número de alumnos por aula en Infantil y Primaria, una petición que los docentes han reclamado en muchas ocasiones y que debe tener su repercusión en la calidad de la enseñanza, a lo que habría que sumar el refuerzo con más profesionales en la clases para que la atención al alumnado sea lo más personalizada posible. Repito que es algo que estaba en el manual reivindicativo de los maestros y profesores y ahora parece que, aunque de manera tibia, se les quiere hacer caso.

Dice el ínclito consejero que pretende también mejorar el servicio de inspección educativo y, para ello, reunió a los profesionales del ramo en Córdoba el pasado jueves. Y aquí sí lo va a tener difícil, porque es urgente que los inspectores funcionen de verdad como un sistema de control de la educación pública, con personal comprometido y que se dedique -como dijo Imbroda- a conocer más lo que pasa en las aulas en lugar de -esto lo digo yo- cargar de burocracia a los docentes y eludir responsabilidades. Trabajo tiene por delante, sin duda.

Y luego están las familias, esas que también tienen la tarea de fiscalizar el sistema y reivindicar no solo para que se cumpla con lo prometido, sino que además se haga de manera eficiente. Aquí hay que reconocer que la Consejería de Educación todavía no está a la altura y, visto lo visto, parece que tardará. Cierto es que a veces puede haber excesos en las demandas de las madres y padres, pero los máximos responsables de Educación -y sus acólitos- no pueden ni deben dejar de escuchar la visión de los progenitores, porque ellos también forman parte de la comunidad educativa, aunque eso moleste a algunas. Y aquí estamos ahora, en el inicio de curso. Repito que posicionarse en el triunfalismo es peligroso, porque si luego no se cumplen las expectativas, la caída puede ser más dolorosa. Siempre queda la opción de ponerse de perfil, aunque para eso en Educación hay verdaderos expertos.

Fuente del artículo: https://www.eldiadecordoba.es/opinion/articulos/triunfalismo-educacion-riesgo_0_1389761062.html

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Educación y demagogia

Juan Ruz

Hay temas que provocan una sensibilidad especial. En mi caso, admito que es el de la educación, sobre la que pienso que recae una parte muy importante de lo que será esta sociedad el día de mañana y marca las relaciones actuales en el ámbito de las familias. Tal vez por ello, me causa cierto estupor comprobar cómo hay partidos políticos que se posicionan con cierta ligereza sobre la enseñanza y el sistema público que les ha tocado gestionar, de manera que lanzan afirmaciones que dejan a más de uno abrumado.

Hace unos días, Córdoba acogió un encuentro organizado por el PSOE andaluz que se presentó como algo parecido a un foro de debate y propuestas en materia educativa no sólo para la comunidad autónoma, sino para toda España, una cita en la que el autoelogio estuvo por encima de la autocrítica -qué novedad, verdad- y de la que me van a permitir que saque mis propias conclusiones, sobre todo porque pude leer algunos exabruptos que causan verdadera sorpresa.

Vaya por delante que en estos últimos 40 años ha habido avances significativos en el sistema público andaluz y que se ha recorrido un camino, con más o menos curvas, digno de destacar en muchos aspectos. Pero claro, eso significa necesariamente que todo se haya hecho bien, ni tan siquiera que algunas cosas se hayan hecho, por lo que bien harían estos dirigentes del PSOE -y los del resto de partidos también- en conocer un poco más cuál esa la realidad y el día a día en las aulas. Sirva como ejemplo lo dicho por el responsable socialista de Educación y Universidad, el exconsejero Francisco Menacho, quien señaló que nuestra comunidad es un referente porque se ha pasado de un escenario en el que una de cuatro personas era analfabeta en 1977 a 15 premios nacionales de Bachillerato en institutos públicos. O que la propia consejera de Educación, Sonia Gaya, diga que existe un «pequeño margen de mejora» en inversiones. Todo esto sería más o menos asumible si no fuera porque sólo un día después de este foro se publicó una nueva estadística que dice que los alumnos andaluces de cuarto de Primaria -los de nueve años- están por debajo de la media de rendimiento de comprensión lectora de España, de la OCDE y de la Unión Europea, si bien es verdad que hemos mejorado respecto al estudio anterior en unos diez puntos.

Así las cosas, uno llega a pensar que seguimos utilizando la educación más como arma electoral y política que como una responsabilidad global, de toda la sociedad, y en la que las familias también tenemos nuestras obligaciones, pero que tal vez por comodidad aparcamos. Reconozco que me molesta esa actitud de las madres y padres, tanto como cuando estos dirigentes del PSOE culpan a otros de los recortes y eluden que son ellos los que más han los han aplicado o cuanto elogian sus políticas educativas como si fuera algo extraordinario y no reparan en que simple y llanamente sólo estaban cumpliendo con su obligación, que para eso les pagamos. Mejor hagamos borrón y cuenta nueva. Más trabajo y menos demagogia, que ya tenemos bastante. Ingenuos ya no quedan tantos, aunque ustedes lo duden.

Fuente del Artículo:

http://www.eldiadecordoba.es/opinion/articulos/Educacion-demagogia_0_1198680469.html

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