Chile/28 de Mayo de 2016/Opech
Por: Juan González López
Hace dos días acompañé a un amigo, a la escuela donde él era apoderado. Quería que habláramos sobre el derecho a la participación de los estudiantes en el curso de su hijo. Consiguió un espacio en la primera hora, era su forma de apoyar su educación. El niño está en una escuela municipal en la comuna de Santiago. Una escuela sin recursos materiales dignos, sin proyecto, con malas condiciones laborales y peores condiciones pedagógicas. Una escuela gueto, como muchas de las escuelas municipales de la capital, por las cuales, a simple vista se ve, no ha pasado ninguna reforma. Escuelas que continúan igual, o peor, que hace diez años.
Las reformas “se discuten como corresponde, en el congreso. Con los tiempos que el debate democrático requiere”, declaró la presidenta, ante la audaz acción en la Moneda de estudiantes que reclamaba la urgencia de las transformaciones, que esta misma presidenta viene prometiendo desde el 2006.
Desde el 2006 que se discute en el congreso como fortalecer la educación pública. Primero la ley de subvención preferencial, la ley general de educación, la ley de calidad y equidad (en el gobierno de Piñera). Estas, largamente discutidas, reformas, reorganizaron el sistema educativo, en base al acuerdo de mantener el sistema de provisión mixta, sin perjudicar la participación de los privados en el sistema[2].
Bueno resulta que entre el 2007 y el 2015, se siguieron cerrando escuelas municipales (se han cerrado más de 1000 escuelas en los últimos 10 años), se abrieron más escuelas privadas (solo en los últimos 3 años se han abierto 480), se han incorporado medidas de gestión empresarial en las escuelas, se consolidaron poderosos grupos de control en la educación obligatoria (Belén Educa, SIP) y superior (Grupo Laureate International) y ha crecido el negocio en la educación pública, a través de concesiones, asesorías, licitaciones, son millonarios los traspasos de dinero público a empresas privadas-. Durante estos años, la matrícula privada en la educación obligatoria creció en casi 1 punto porcentual por año. En la educación superior la matrícula privada casi se ha triplicado. Actualmente la matrícula de las escuelas municipales llega apenas a un 35%, y concentra a la población más empobrecida. Son un gueto. Es incierto el futuro, de las ya precarizadas Universidades Estatales. Todo esto mientras el gobierno de “Bachelet-Piñera- Bachelet”, afirma su compromiso con la educación pública.
Hoy, la discusión en el parlamento continúa, sobre lo mismo. Fortalecer la educación pública. Se discutió más de un año la ley de inclusión, que no cambia mucho nada, y lo que cambia, lo hará en plazos que pueden llegar a los 20 años. Gratuidad, desmunicipalización, nuevos debates, nuevos subsidios, nuevos plazos y nos volvemos a preguntar. ¿Cuándo y cómo fortalecemos la educación pública?
Quizás por eso el 4 de mayo pasado la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios ocupó la sede de la Fundación Educación 2020, en Santiago. Esta fundación, de la cual nuestra actual ministra de educación fue directora ejecutiva, es sede de REDUCA, red de influencia empresarial en educación, que con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, promueven la reingeniería educativa neoliberal en Latinoamérica. Ese mismo día 2020 declaraba que ellos ya habían despachado más de 15 propuestas para ser discutidas en el congreso, afirmando su compromiso con reformas orientadas a fortalecer la educación pública.
Es necesario explicitar que hay una muy distinta forma concebir el fortalecimiento de la educación pública entre lo que piden los movimientos sociales y lo que piensa y ejecuta la tecnocracia neoliberal, a cargo de las reformas y del debate parlamentario durante estos años. Para los movimientos sociales fortalecer la educación pública implica eliminar los nichos de mercado que dominan el sistema educativo. Es decir, romper el acuerdo del 2007 y detener la reingeniería neoliberal que tiene a la escuela chilena presa de la teoría del capital humano, y a la educación estatal convertida en gueto. Para hacer esto ya no se confía en el eterno, desgastante y deslegitimado debate parlamentario. Para la tecnocracia neoliberal se trata “simplemente” de modernizar la gestión de la educación pública, es decir más estándares, más control, menos participación, mas SIMCE y menos comunidad.
Hace dos días, los estudiantes de aquella escuela en Santiago aplaudieron cuando les decíamos que esa no era la educación que merecían, que debían exigir, que podían luchar, que podíamos luchar, que ellos merecían muchos más recursos que los que tenían, que ellos requerían talleres, paseos educativos, infraestructura deportiva, almuerzos nutritivos y bien preparados, profesores motivados y bien pagados, entre infinidad de condiciones, que hoy carecen, que aún tras 10 años de luchas y propuestas no llegan; es más, se naturaliza su ausencia. Nos fuimos entre aplausos y los reclamos de la profesora que prometía nunca más invitarnos. Nos fuimos felices, nos sentíamos parte de la ofensiva estudiantil. Vamos compañeros.
Fuente: http://www.opech.cl/la-necesaria-ofensiva-estudiantil/
[1] La foto es de la represión del 26 de mayo, la tomó mi gran amigo Gonzalo Vargas, educador popular.
[2] Ver el Acuerdo Educativo del año 2007 en el siguiente enlace: http://www.opech.cl/bibliografico/doc_movest/AcuerdoPorLaCalidadDeLaEducacionPresidencia.pdf
Para descargar columna en pdf, en el siguiente enlace: La necesaria ofensiva estudiantil – Juan González 2016