La Crónica de hoy
Ecuador
Por Lupita Ramos Ponce
2020-04-03
Las noticias sobre el impacto del COVID19 en Guayaquil, Ecuador, nos han golpeado la cara y el corazón. Difícil comprender lo que los ojos miran en esas imágenes de dolor en las calles donde los cadáveres esperan. Ya no se trata solo de recibir atención médica, sino de tener la oportunidad de una muerte digna. La pandemia trastocó el trato a las personas fallecidas en Guayaquil, generando una mayor sensación de horror en la ciudad más poblada del Ecuador.
De inmediato me comuniqué con María Cianci Bastidas, amiga y compañera Venezolana que tiene muchos años de vivir en Quito y con quien me unen lazos de cariño y de lucha política en torno a la defensa de los derechos humanos, especialmente el derecho a la educación. María me compartió sus reflexiones y análisis de lo que está ocurriendo en Ecuador, especialmente en Guayaquil y que comparto ahora en este espacio. Según la información que me envía María, el corte al 2 de abril a las diez de la mañana era de 3,163 casos confirmados, 3,302 con sospecha y 120 personas fallecidas.
El dato alarmante es que solo en la provincia de Guayas se concentra más del 60 por ciento de los casos con 2,243. El puerto de Guayaquil tiene la mayor tasa de mortalidad del país por Covid-19 y la más alta de Latinoamérica: 1.35 muertos por cada 100,000 habitantes. El 11 de marzo de 2020 se declaró el Estado de Emergencia Sanitaria en todo el país y el 16 de marzo, el presidente de la República del Ecuador declaró el Estado de Excepción en todo el territorio nacional. La pandemia está evidenciando la desigualdad estructural de nuestros países de América Latina y el Caribe y se agudiza en lugares como Guayaquil en donde la alcaldesa proveniente de la derecha social cristiana, ha tomado medidas elitistas que impactan de manera diferenciada en la provincia de Guayas que tiene una de las mayores desigualdades económicas, raciales y estructurales de todo el Ecuador, ya que existe mayoritariamente una población afro y mucha movilidad y migración.
Las medidas que se han tomado tienen que ver con abuso policial, fuerte represión y medidas de segregación económica y racial a través de un discurso que hace responsable a la gente por enfermar y morir al “no tomar las medidas de aislamiento y de quedarse en casa y por tanto, se contagia porque quiere”, cuando en realidad es gente que vive al día y no se han implementado medidas de protección y atención económica para su sobrevivencia.
El caso de Rosa Romero de 51 años, ejemplifica lo que ocurre, al morir su esposo Bolívar Reyes aparentemente por un infarto no relacionado con el virus, debió esperar hasta el día siguiente del deceso para que el servicio forense retirara el cadáver de su vivienda. Una semana después, no sabe dónde está. El toque de queda de 15 horas que rige en Guayaquil, ciudad de 2,7 millones de habitantes le ha dificultado todavía más la búsqueda. La paralización de actividades detuvo el trabajo de cementerios y funerarias, que además se resisten a recibir las personas fallecidas por miedo a que hayan perecido por el nuevo coronavirus y sean fuente de contagio.
El gobierno de Lenín Moreno activó una fuerza compuesta por militares y policías para que se ocupe de la gestión de los cadáveres en Guayaquil en donde entre lunes y miércoles levantó 150 cuerpos que yacían en las casas.
La crisis epidemiológica se agudiza debido a la corrupción y las decisiones equivocadas de un gobierno que prioriza en medio de la Emergencia Nacional el pago de la deuda externa al Fondo Monetario Internacional y las medidas represivas de estado de sitio y suspensión de los derechos humanos antes de garantizar la salud y la supervivencia económica de la gente. Parafraseando a Galeano: A las venas abiertas de América Latina, hoy no solo el COVID19, sino sus gobiernos corruptos las están desangrando.
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Autora: Lupita Ramos Ponce
Fuente de la Información: https://cro.mx/j/98450