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Venezuela: La campaña electoral del 21N en Venezuela y la pragmática como despolitización

La campaña electoral del 21N en Venezuela y la pragmática como despolitización

Luis Bonilla-Molina

El 21 de noviembre de 2021 se realizarán en Venezuela las elecciones regionales y municipales. Vienen precedidas del inicio de diálogos entre la derecha pro norteamericana (G4) y el gobierno de Nicolas Maduro que ha significado la habilitación de candidaturas que estaban imposibilitadas de participar por haber sido objeto de sanciones administrativas. Sobre las negociaciones hemos escrito un par de artículos y preparamos un tercero. En esta oportunidad me referiré brevemente al “inédito” estilo de la campaña electoral en curso.

  1. Crisis de los precios del petróleo, sanciones norteamericanas, problemas de gestión pública y deterioro de la calidad de vida de la población

Durante los últimos años (2014-2021) la economía venezolana ha mostrado serias dificultades. Primero fue la caída de los precios del petróleo con su impacto en una economía de subsidios (tanto de los productos importados como respecto al cambio del dólar) la que generó una descontrolada inflación que algunos estiman en más de seis dígitos, desabastecimiento durante casi dos años y un brutal deterioro del salario de la clase trabajadora, empleados públicos y personal docente. Sin embargo, esto no significó una apertura de la burocracia hacia la contraloría social sino el desarrollo de métodos de trabajo que limitan la participación popular en la gestión al cumplimiento de tareas subalternas. Luego vinieron las sanciones norteamericanas contra altos funcionarios públicos y el comercio exterior venezolano que deterioraron de manera sensible los ingresos de la nación, no obstante, se aplicó la política del embudo para la distribución de los recursos, quedando lo más estrecho para quienes viven del trabajo. Los salarios de la clase trabajadora llegaron a un mínimo histórico impensable, con un salario mínimo mensual inferior al dólar, controles salariales que colocan como techo para los ingresos mensuales del más alto salario, las dos cifras de dólar (para contados trabajadores) mientras la mayoría no alcanza los 10 dólares mensuales de salario, en uno de los países con más alto costo de la vida como lo evidencia el precio de la cesta básica alimentaria mensual que alcanza los 400 dólares.

En ese contexto los servicios públicos sufrieron deterioro increíble. El acceso a la electricidad marcó una nueva diferencia entre la capital de la República y el resto del país; en estos últimos territorios pueden ocurrir apagones de 4 a 24 horas de manera constante.  En un país con las más importantes reservas de agua de la región, no existe una comunidad que cuente con el fluido de agua potable durante todos los días de la semana; el racionamiento se convirtió en normalidad y hasta una forma de relación con el poder. El transporte público está tan deteriorado que mientras las unidades autobuseras son cada vez menos, los estallidos de vagones en el metro se están convirtiendo en un hecho frecuente. La desinversión en educación y salud está haciendo surgir formas ingeniosas de neo privatización en las cuales los/las ciudadanos(as) deben asumir los costos de insumos para garantizar los procesos. No hay drama que supere el impacto de la migración venezolana que ha dejado escindida a la mayoría de familias venezolanas.

A pesar de esta situación las oposiciones venezolanas no han logrado construir un espacio de disputa real y el presidente Nicolás Maduro sigue siendo el hombre fuerte de la política nacional, con un limitado coste por el paso sin miramientos de la agenda social a la neoliberal. Las elecciones del 21N permitirán valorar el desgaste o no del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en cada uno de los territorios municipales y regionales del país, así cómo ello consolida o menoscaba el poder del Palacio de Miraflores.

  • La urgencia de lo cotidiano y la política como cuestión de poder

De la cultura rentista imperante en Venezuela desde hace casi un siglo (derivada de la apropiación de renta internacional por la venta de petróleo) se ha pasado de manera abrupta a la ley del mercado donde todo se vende y tiene un precio. La cultura de la solidaridad ha venido cediendo espacio a la competencia. “Hacer lo que sea necesario para sobrevivir” es la consigna que más se escucha en las calles y veredas de Venezuela.

En ese contexto, la política dejó de ser “el arte de hacer posible lo imposible para construir una sociedad de justicia social” para convertirse en una cuestión de poder, despreciable y ajena a la realidad del común, con la cual hay que dialogar para lograr resolver nudos problemáticos en la comunidad. La política pasó a ser considerada por el común como un sector con el cual hay que mantener distancia preventiva. La política volvió a ser una caja oscura de la cuál puede salir cualquier problema.

La pérdida de esperanza en la política se debe a la falta de proyectos societales que encarnen los más profundos deseos del ciudadano. Al no haber política con lugar de enunciación en la calle, sino subalternización de lo común, la esperanza se limita a las estrategias propias de la cotidianidad.

El desánimo ante lo político tiene que ver con una reacción defensiva para protegerse en la propia carrera por sobrevivir. Para otros, los más osados, la política paso a ser una oportunidad parecida a la ruleta rusa, que puede facilitar el acceso a mejores niveles de vida: lo político se ha convertido en una especie de

“juego de calamares”, con reglas sin ética, competitiva y donde lo colectivo es un obstáculo.

  • La pragmática

Apesar de esta percepción de lo político, un sector importante de ciudadanos(as) comunes entiende que las elecciones del 21N son una oportunidad para acercar “el mal menor” a cargos que pueden representar alguna solución a los problemas cotidianos de la sobrevivencia: agua, electricidad, transporte, seguridad, alumbrado público, pavimentación. No esperan soluciones mágicas en lo personal, por el contrario, han “aprendido” que las aspiraciones ciudadanas pueden ser resueltas por los políticos en la medida que representen una oportunidad de negocio.

Conscientes de esta situación, las candidaturas de la derecha y el partido de gobierno han abandonado los programas maximalistas de transformación. Ya la derecha casi no habla mal de Maduro ni el PSUV de socialismo, sino que todos prometen agua potable, electricidad, conexión a internet, reparación de la telefonía, gas doméstico permanente, servicios públicos reparados para las comunidades, como si estuviéramos en una modernización tardía del país.

Los spots publicitarios de los/las candidatas(os) de distinto signo son como los de promoción de espectáculos de masas, en los cuales se ofrecen las barajitas que las comunidades demandan. En tanto, las comunidades están evaluando quienes tiene más posibilidades reales de hacerlo o no son los conocidos mentirosos que no cumplen nada de lo que prometen; con base a ello votarán el 21N.

Esta campaña ha sido un adiós a las grandes metas del país, una desconcentración de las necesidades y una apuesta por la superación de cada cotidianidad.

  • ¿Cuánto tiempo durará esta situación?

Todo pareciera indicar que este fenómeno recién inicia, que esta nueva forma de hacer política puede sostenerse más allá de las elecciones del 21N, pues permite conjurar el conflicto de las élites, tranquilizar al norte imperial y seguir haciendo más rico a los ricos de ayer y hoy. Pero en política como en el amor siempre existe lo imprevisto. Ese nuevo incluido colectivo que pueda devolver la esperanza a la política no se manifiesta de manera nítida, pero comienza a expresarse en actos de desprendimiento comunitario, en relámpagos de solidaridad; ese actor popular que hoy no se expresa en la dinámica electoral, puede surgir en cualquier momento y ser determinante para que se retorne la “política de la gente”.

Fuente de la Información:  https://luisbonillamolina.wordpress.com/2021/11/18/la-campana-electoral-del-21-y-la-pragmatica-como-despolitizacion/

 

 

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La Nueva fase del Apagón Pedagógico Global (2022-2030 y + allá)

Luis Bonilla-Molina

  1. Un breve balance

Desde el 2015 veníamos denunciando la posibilidad que ocurriera un Apagón Pedagógico Global (APG). que no era otra cosa que el paso abrupto a la virtualidad mientras los sistemas escolares de los distintos países del mundo no estaban preparados para ello. Muchos ministerios de educación habían ignorado el impacto que tendría en el corto plazo la aceleración de la innovación en los sistemas escolares y, esta omisión -denunciábamos- favorecería el desembarco de novedosas y terribles formas de privatización y exclusión educativa.

A pesar de los anuncios de las grandes corporaciones tecnológicas conocidas y formuladas entre 2011 y 2019, respecto a inversiones millonarias en propuestas tecnológicas para la educación, la inmensa mayoría de ministerios de educación no avanzaron en la construcción de plataformas virtuales propias, ni repositorios de contenidos digitales multimedios independientes, mucho menos en escuelas de formación pedagógica en el mundo virtual y digital. En algunos casos se construyeron repositorios de textos, conformados por libros que se escaneaban y ello pretendía ser presentado como el eje del mundo digital en la nueva etapa.

La pandemia del COVID-19 y la cuarentena preventiva que ello generó, con el consecuente cierre de millones de escuelas, fue el escenario utilizado para el desembarco de la primera fase del anunciado Apagón Pedagógico Global, en la cual se procuró:

  1. Alfabetizar en el consumo de plataformas virtuales generadas por las grandes corporaciones tecnológicas. No importaban que estudiantes, docentes y familias no conocieran las epistemologías de estas plataformas, de lo que se trataba era que aprendieran a usarlas rápidamente con el pretexto de la contingencia. Acostumbrar a consumir los enlatados virtuales;
  • Construir el imaginario social que la tecnología llegó de manera forzada y por la puerta trasera a las instituciones educativas y presentar esta situación como evidencia del atraso de la educación presencial. Igualmente mostrar a les docentes como un personal que se alfabetizó en el manejo de plataformas virtuales durante la pandemia porque no estaba calificado previamente para ello.  Esta situación convertida en política pública global pareciera ser parte de una ofensiva a ser sostenida en el futuro próximo, para mostrar a les docentes como desactualizados;
  • Poner en evidencia la brecha epistémica existente en los procesos de enseñanza-aprendizaje, la cuál tiene un impacto directo en el «desarrollo de capacidades de respuestas escolares» a las necesidades formativas propias del modo de producción 4.0;
  • Abrir puertas a la construcción de hegemonía mundial sobre la posibilidad de ir progresivamente a un modelo de educación en casa. Algo que en esta etapa es posible solo para los hijos de la burguesía y la clase media alta;
  • Imponer el paradigma de “sociedad educadora” mediante la cual los Estados Nacionales se desentienden de garantizar las condiciones mínimas para el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje y transfieren a los y las ciudadanas(os), a la “sociedad”, responsabilidades centrales para el cumplimiento del derecho humano universal a la educación:
  • Lo anterior dio inicio a nuevas formas de privatización educativa encubiertas con la noción de la educación como bien común, donde a los “ciudadanos comunes” les correspondió asumir los costes de la brecha tecnológica, como se mostró durante la pandemia.
  • Generar estratificación escolar y romper con las posibilidades igualadoras de la escuela. Estratificación que se dio de manera forzada entre 1) quienes tuvieron acceso a internet, computadoras y una familia o profesores que les acompañaron en los procesos de enseñanza aprendizaje en casa, 2) aquellos que solo tuvieron acceso a computadores e internet, pero la falta de apoyo en la transición de la presencialidad a la virtualidad les impactó de manera significativa en los logros de aprendizaje, 3) aquellos que no pudieron mantener vínculo pedagógico virtual y ocasionalmente lo hicieron mediante cartillas y/o materiales impresos, así como el intermitente apoyo docente. Este sector de la población estudiantil comenzó a cuestionarse sus posibilidades de continuar estudiando en el mediano y largo plazo, 4) quienes no tuvieron ningún vínculo pedagógico y quedaron excluidos del sistema escolar.

De esta manera lo “nuevo” desembarcaría no solo con menos resistencias sino con la autopercepción por parte de los sectores sociales de bajos ingresos respecto a una supuesta incapacidad para continuar estudiando ante la imposibilidad de acceder a la conectividad, equipos de conexión, plataformas virtuales y contenidos digitales;

  • Desatar los truenos de la tormenta tecnológica en ciernes con la intención de profundizar la incertidumbre pedagógica entre los/las trabajadores(as) de la educación
  1. Profundizar en la desinversión salarial de los y las docentes. Durante la pandemia los y las trabajadoras(es) de la educación tuvieron que redoblar sus jornadas laborales, sin que ello se viera acompañado de los debidos ajustes salariales. A ello se debe añadir que les docentes asumieron por cuenta propia los costes de conexión a internet, pago de suscripciones a plataformas y/o compra o mejora de los equipos de conexión. Esto amenaza con convertirse en una práctica permanente que precarice salarios y condiciones de trabajo del personal que trabaja en la educación

Logrados estos propósitos el balance es aterrador. Los datos empíricos e informaciones suministradas por gremios docentes indican que en América Latina y el Caribe, entre 30 y 50%, (según cada caso nacional) quedo excluido de la posibilidad de sostener de manera continua el vínculo pedagógico por medios virtuales; esto se debió a la precaria conexión a internet y el desigual acceso a equipos de conexión (computadores, tablet, celulares). Recién comienzan a conocerse algunos datos oficiales que confirman este drama pedagógico global y muestran que un porcentaje importante de la población estudiantil no pudo mantener vínculo pedagógico alguno.

El otro porcentaje se “entrenó” en el consumo digital y virtual, en la reproducción de conocimiento en el capitalismo cognitivo. Fueron marginales las experiencias de generación de resistencias en el mundo virtual, dada la precaria capacidad de adentrarnos en este campo desde las teorías críticas, algo que abordaremos en otro artículo.

  • 2.Vuelta a la presencialidad sin debate profundo respecto a que ocurrió

Preocupa qué a pesar de los elementos descritos en el sucinto balance de lo ocurrido en el campo educativo entre marzo de 2020 y noviembre de 2021, el retorno a la presencialidad en las aulas se haya venido dando como un tema administrativo y de medidas de bioseguridad.

No solo ha sido sospechoso el silencio abrumador -y cómplice con la ofensiva del capitalismo cognitivo- de muchos ministerios de educación, sino la actitud de mirar para otro lado de importantes sectores de la academia, centros de formación docente e incluso de muchos gremios y sindicatos docentes. Cada quien ha vuelto a lo suyo prácticamente haciendo abstracción de la situación descrita en el balance, como si con esa actitud se conjurara la continuidad de la ofensiva tecnológica del neoliberalismo contra la educación.

El derecho a la educación esta siendo amenazado de manera muy contundente con nuevas formas de privatización y exclusión. La UNICEF (2021) acaba de publicar un estudio en el que se señala que más de 200 millones de niños y niñas han quedado sin continuidad del vínculo pedagógico en 37 países en el marco de la pandemia. No quiero imaginarme el dato si analizamos la totalidad de naciones del orbe. Urge un debate serio, concienzudo al respecto.

Los debates educativos del presente deben zafarse de mucho de los arquetipos del pasado y ser capaces de situarse en la contradicción capital-trabajo del presente y sus repercusiones en los sistemas escolares y las agendas educativas. Por ello, preocupa que muchos de los libros que sobre educación hemos visto publicados estos dos últimos años, son textos que analizan lo que ocurrió las dos últimas décadas del siglo XX o las dos primeras del siglo XXI con paradigmas de las dos primeras revoluciones industriales, narrativas que no se atreven a adentrarse en el caótico presente de la tercera década del siglo XXI en medio de la transición a la cuarta revolución industrial.

La cortina de humo con la cual se pretenden ocultar las nuevas formas graduales de destrucción de la escuela pública presencial, se expresa en las diatribas respecto a si se cuenta o no con medidas de bioseguridad para el retorno presencial a las aulas. Ciertamente este es un tema importante, decisivo para garantizar el derecho a la vida, pero la vuelta a las aulas después de meses de cuarentena viene precedida de la brutal exclusión descrita en este texto, de tormenta tecnológica, incertidumbre sobre el futuro de la formación docente y la propia profesión de maestras y profesores. Obviar estos temas y no abrir espacios para los debates al respecto, tanto por carencia de respuestas certeras como por resistencia al cambio, es algo absolutamente funcional a la lógica del capital.

Recientemente, en el marco del foro de Davos del 2021 se señalaba el 2030 como fecha de convergencia de la aceleración de la innovación y la obsolescencia de los modelos escolares existentes, así como de caducidad de los perfiles de egresos y del funeral de muchas profesiones.  Este anuncio de “crash” educativo debió hacer reaccionar a la intelectualidad educativa crítica, a los sindicatos docentes clasistas, al estudiantado de los centros de formación docente, pero ante  la falta de respuestas sobre los necesarios cambios para enfrentar la tormenta tecnológica y el anunciado estallido de la burbuja educativa, lo que prevaleció fue un estruendoso silencio ante una situación que en otro momento histórico habría generado resistencias organizadas a escala global.

Es urgente y necesario un debate mundial de las pedagogías críticas, las educaciones populares, los gremios docentes clasistas, las asociaciones estudiantiles y de familias para construir de manera participativa una ruta actual de transformación desde la perspectiva de la educación liberadora, que permita no solo enfrentar sino navegar creativamente en medio de la tormenta tecnológica que se avecina, amenazando los sistemas escolares presenciales.

  • 3. La tormenta tecnológica no cesará

En el sistema mundo capitalista la ganancia y el lucro determinan la orientación de las políticas públicas. Hasta la más “noble” decisión gubernamental contiene áreas importantes de demanda y oferta, de consumo y ganancia, en este caso no es distinto. Durante el 2020, año de mundialización de la pandemia e inicio de la cuarentena, la economía global se desaceleró con una caída de 4.5 billones de dólares en el PIB global; mientras esto ocurría, las ganancias de las corporaciones tecnológicas más conocidas (Alphabet, Microsoft, zoom, Facebook, Netflix, Samsung, Amazon, Cisco Systems, Tencent, Apple, Alibaba) alcanzaron los 3.2 billones de dólares, es decir, un monto casi equivalente a la caída del PIB global. Estas ganancias se debieron en gran medida a requerimientos de los sistemas escolares, las universidades, los centros de investigación, las familias, estudiantes y docentes.  Ello se vio a acompañado de la firma de acuerdos de estas corporaciones tecnológicas con muchos de los ministerios de educación de América Latina de cara al asesoramiento, acompañamiento y suministros necesarios para la ruta de desembarco educativo de la cuarta revolución industrial en la post pandemia.

Con un margen de ganancias tan significativo, el sector tecnológico se ha convertido en uno de los más dinámicos de la economía mundial. Por ello, en el “reinicio de la economía mundial” la agenda educativa del sector tecnológico jugará un papel central, asociado a:

  1. La conformación de plataformas educativas virtuales privadas. Estas plataformas virtuales, en su mayoría, están diseñadas para el modelo de educación reproductora, para la alienación mediante el modelo de competencias. Están estructuradas alrededor de taxonomías como la de Bloom, que dejan muy poco margen para el desarrollo de proyectos alternativos;
  • El fortalecimiento de la arquitectura de la nube educativa mundial, con llaves de acceso privado a distintos niveles de la misma. Se multiplica nuevas formas de privatización y segmentación del acceso al conocimiento de acuerdo a lo que se puede pagar según el origen social o el nivel de ingreso;
  • El impulso del modelo de educación en casa como una modalidad que aspira se expanda cada día, disminuyendo progresivamente a niveles de “población marginada de la aceleración d la innovación” el papel de la escuela pública presencial. En este sentido se impulsan legislaciones nacionales de “home School” o educación en casa;
  • La curricularización de la pedagogía actúa como dinámica de despedagogización del hecho educativo;
  • Se produce un traslado de muchas de las tareas de reproducción cultural que cumplían las instituciones educativas, al complejo industrial cultural. Educación para el consumo, para la sociabilidad en el sistema político burgués, enseñanza para la participación política, educación estética, educación moral y ética, son trasladas de las aulas presenciales a las redes sociales, el cine, los video juegos, el video clip, la industria musical, la literatura, la novela gráfica, la realidad virtual aumentada. El metaverso emerge como la más grande caja de bobos que pueda existir y como un espacio para la alienación profunda en tiempos de capitalismo cognitivo;
  • Se construye el imaginario social de la escuela presencial como un lugar atascado en el pasado, incapaz de acompañar la innovación científico-tecnológica, incapaz de proveer la democratización del conocimiento que requiere el modo de producción de la cuarta revolución industrial y de prever el futuro inmediato. La formación profesional se muestra obsoleta e ineficiente;
  • Se produce el asedio a la escuela/universidad presencial mediante propuestas de auto aprendizaje digital o aprendizaje asistido desde casa como; E-learning 2.0 (blogs, wikis, redes sociales, repositorios),  Mobile Learning (dispositivos mobiles con conexión), Rapid Learning (contenidos multimedia cortos y de síntesis del conocimiento), Blended Learning (E-Learning 2.0 más presencialidad especialmente individualizada), Live Learning (formación asincrónica + formación sincrónica), Mooc Online (cursos online de libre acceso), Gamificación (juegos y aplicaciones semi lúdicas) Analíticas de Aprendizaje (análisis de metadatos de aprendizaje de alumnos + contexto). Este asedio, en la transición, tiene una expresión concreta en los problemas de aprendizaje de los y las estudiantes bajo el modelo frontal de enseñanza virtual ensayado durante la pandemia, que ha hecho que los hijos de la burguesía, clase media alta y algunas capas de la burocracia, apelen al modelo escuela+profesor en casa, que va “mostrando” las bondades de una educación individualizada y en el hogar. Por supuesto los y las hijas(os) de la clase trabajadora, de los asalariados difícilmente pueden ensayar este modelo y están comenzando a vivir una odiosa diferenciación por origen social (clase, raza, etnia, sexo) en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Comienzan a surgir formación de docentes para la enseñanza en casa como campo labor y profesional del mañana.
  • 4. La nómina docente en el centro del huracán de la transición entre la tercera y cuarta revolución industrial

Lograr avanzar en la transición del modelo de escuela pública presencial de las dos primeras revoluciones industriales a los sistemas escolares en la cuarta revolución industrial demanda una importante inversión en infraestructura tecnológica (conexión, arquitectura de la nube educativa, generación de contenidos en formato digital, plataformas educativas virtuales, formación docente para el nuevo modelo, modelo de estándares de enseñanza + modelo e-learning 3.0 /4.0, entre otros) que amenaza ser extraída de los apartados presupuestarios de las nóminas docentes. Por ello, es previsible una sostenida ofensiva respecto a la “calidad docente” y formas de ruptura de la estabilidad en el ejercicio de la profesión docente para poder disponer de los fondos para nómina y transferirlo a las corporaciones tecnológicas.

Insistimos que no basta con criticar al capitalismo en general o al capitalismo cognitivo en particular, sino que se requiere un debate amplio para la comprensión del fenómeno que está ocurriendo, radicalmente diferenciado de lo que conocíamos y que seguramente se incrementará en un tiempo relativamente corto. El debate requerido no es solo para diagnosticar sino fundamentalmente para la construcción de propuestas contrahegemónicas y alternativas que tengan que ver con el presente y la realidad concreta y no con nuestro deseos o aprendizajes del pasado.

  • 5. ¿Cómo se está imaginando el centro del capitalismo cognitivo la escuela/universidad en la transición entre la tercera y cuarta revolución y el emerger de nuevos sistemas escolares?   

Cuando analizamos los documentos, reflexiones y debates del multilateralismo educativo, las bancas de desarrollo, corporaciones tecnológicas, filantropía tecnológica o centros de pensamiento y acción como Singularity University, es posible comenzar a imaginar el Frankenstein educativo que está construyendo.

El capital está pensando la actividad escolar de manera radicalmente distinta. Instituciones educativas que combinan la presencialidad en las aulas con procesos cada vez más importantes de enseñanza-aprendizaje en casa pareciera ser la receta a corto plazo que formula el centro capitalista en el preludio al estallido de la burbuja educativa. Para ello, se están comenzando a diseñar plataformas virtuales construidas con la taxonomía de Bloom, de carácter dinámico, usando “analíticas de aprendizaje” (análisis de metadatos + inteligencia artificial) que le faciliten a les estudiantes, familias y docentes un seguimiento individualizado y en tiempo real de los avances en la apropiación del conocimiento y el desarrollo de “competencias”, con tareas remediales y de reforzamiento para cada caso. Estas plataformas contienen actividades en aula y casa (50-50% u otras combinaciones), ejecutadas y valoradas a través de ellas, en un desarrollo exponencial de lo que hoy vemos como sus trazos en espacios como classroom. Plataformas que se vinculan cada vez más a potentes nubes educativas digitales, con contenidos multimedia, hipertextos interactivos, donde el rol del docente es asistido por videos, tutoriales, juegos, dinámicas virtuales.

El papel del aula presencial apunta a ser un espacio de encuentro para construir juntos, para “ensamblar” experiencias, convergencia de procesos individuales, donde el trabajo del docente se convierta en el de un artesano que usa la pedagogía para armonizar, potenciar el surgimiento de novedades y dar direccionalidad estratégica conforme a un sistema escolar que tiende a sustituir el currículo prescrito y estático por estándares que interactúan con contenidos en permanente elaboración y actualización.

Cualquiera podría decir con razón, que este es un modelo para no más del 50% de la población de niñas, niños, jóvenes y adultos involucrados en sistemas escolares. Están en lo cierto quienes piensan así. Y es que el nuevo modelo educativo global que intenta implantar el capitalismo cognitivo en la cuarta revolución industrial implica una ruptura del viejo paradigma de educación inclusiva.

  • 6. ¿Qué hacer?

La actual situación de ofensiva del capital sobre la educación presencial demanda respuestas contundentes desde la praxis liberadora y el pensamiento crítico. Estas respuestas no pueden ser ajenas al tiempo histórico en el que vivimos y deben estar orientadas a la defensa y recuperación del papel igualador de las escuelas públicas presenciales. El derecho humano a la educación está amenazado como en ningún otro momento histórico y defenderlo pasa por construir propuestas de educación que combinen presencialidad con acceso al mundo digital y virtual en condiciones de igualdad para todos los niños, niñas y jóvenes. Es momento de resistir y crear, no de sentarse en la calzada a lamentarse.

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La caja de bobos más grande que pueda existir: El METAverso de Facebook

Luis Bonilla-Molina

 

Mark Zuckerberg acaba de anunciar que desde el 1 de diciembre la empresa Facebook pasará a llamarse META. Esto tiene dos implicaciones, una de carácter empresarial para legitimar y construir viabilidad jurídica a una de las operaciones más importantes que vienen haciendo: la venta de información. Facebook usa la minería de datos para apropiarse la información desagregada de sus usuarios, la cual vende a terceros sin reportar porcentaje de ganancias para quienes de manera inconsciente proporcionan la información. La segunda para crear el metaverso, un universo virtual que modelará actividades como consumo, participación política, sociabilidad, educación e incluso filtrará el acceso a la innovación científica tecnológica.

 

Esto ocurre, en medio de la incredulidad de muchos docentes y gremios docentes respecto al sostenimiento de la ofensiva de las trasnacionales de la tecnología sobre el mundo educativo, tanto en la fase educativa presencial de la pandemia como durante la postpandemia. Hasta ahora, las actividades que pretende asumir el metaverso de Facebook eran parte de las tareas de reproducción cultural asignadas por el capital a los sistemas escolares (consumo, sociabilidad, ciudadanía, democratización del conocimiento).

 

Esto ocurre mientras entre el 40% y 50% de la población estudiantil – e incluso docentes- no tiene siquiera conexión a internet o aun dispositivo de conexión remota. Y el otro 50% -estudiantes y docentes- usó plataformas comunicacionales como zoom, googlemeet, streamyeards, Facebook o WhatsApp para maratones de doce horas de clase y más, evidenciando que no tienen ni la más mínima idea de la tormenta tecnológica que se avecina sobre la educación. En el primero de los casos estaríamos observando el surgimiento de la peor y más abrupta de las exclusiones de los últimos siglos, aún ocultada con discursos de pronta normalización; quienes están quedando rezagados hoy corren el riesgo de quedarlo permanentemente y pasar a la periferia de la peor de las pobrezas y marginaciones. En el segundo de los casos la educación durante la pandemia les convirtió en consumidores de tecnología, analfabetos en programación y algoritmos, destinados a seguir la pauta que impongan los acuerdos de gobiernos y sus ministerios de educación con las corporaciones tecnológicas. Por eso hemos insistido en la urgencia de alfabetización en los algoritmos para poder producir respuestas de emancipación y liberación en el actual contexto y sobre todo sobre la necesidad de un debate pedagógico mundial sobre las implicaciones de la cuarta revolución industrial en educación.

 

¿Que será el metaverso de Facebook?

Hasta Zuckerberg ha anunciado fragmentos de lo que será su metaverso y por ello afirmamos que será la más grande caja de bobos que pueda existir. Será un mercado virtual absurdo, donde van a cobrar dinero real por experiencias virtuales o tal vez sea gratuito para garantizar la alienación que sostenga el modo de producción y acumulación capitalista en la cuarta revolución industrial.

 

En el metaverso de Facebook, podrás tener avatares (réplicas tuyas) en la oficina y de tus amigos en casa. Mediante mecanismos de realidad virtual aumentada podrás compartir con amigos o personajes que tú crees, comprando alimentos, ropa, viajes, casas que solo estarán en este universo paralelo. Podrás viajar con amigos a lugares remotos con una sensación de realidad en tiempo real, propia de tecnología que hoy asociamos en su nivel primario al GPS.

 

En la caja de bobos más grande del mundo, quienes se sumen serán educados en comportamiento social, participación política, consumo y tendrán acceso a información filtrada y trabajada.

 

Claro que esto no será el 1 de diciembre de “golpe y porrazo”. La transición será lenta y sostenida pero seguramente, en el 2030, cuando los teóricos del Foro de Davos prevén el crash del sistema educativo global, el metaverso emergerá como alternativa más allá del entretenimiento.

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Hacia una nueva aproximación geopolítica

Por: Luis Bonilla-Molina

El gobierno de Venezuela se reúne en México con una de las nueve fracciones de la oposición, estrechamente vinculada al gobierno estadounidense. Un acuerdo puede abrir las compuertas para volver a la política centrada en la gente y que la política de los políticos deje de hegemonizar la cotidianidad de los y las venezolanas.

Venezuela es una molestia para las élites latinoamericanas y occidentales. Y esto porque se atrevió a plantear una ruta distinta al capitalismo neoliberal en un momento en el que se anunciaba el triunfo del pensamiento único. Las élites —locales y extranjeras— han hecho hasta lo imposible por destruir tal iniciativa.

La violencia política auspiciada desde el exterior ha incorporado un elemento a la vida democrática desconocida en el país en las últimas décadas. La mayor esperanza que emerge de las negociaciones de México es que se conjure la violencia como opción política, se retome a la normalidad de la institucionalidad democrática y se levanten las criminales sanciones económicas, que solo han servido para causar sufrimiento al pueblo, enroscar al gobierno en la peor de sus facetas y nutrir el discurso acerca del fracaso el camino socialista. Lamentablemente, en la agenda de México no está incluida la urgencia de mejorar las condiciones salariales y de vida de quienes viven de su trabajo.

Después del fracaso de las negociaciones de Oslo, ahora, con el auspicio de los gobiernos de México, Noruega y el acompañamiento de Rusia, se reinstala una nueva mesa de conversaciones. Pero esta no es continuidad de la anterior, sino un nuevo capítulo. El gobierno venezolano se reúne en la sede del Museo de Antropología con una de las nueve fracciones de la oposición venezolana, estrechamente vinculada al gobierno norteamericano. Un acuerdo puede abrir las compuertas para volver a la política centrada en la gente y que la política de los políticos deje de hegemonizar la cotidianidad de los y las ciudadanas.

Política, economía y geopolítica

La mayoría de los análisis que se hacen al respecto sobrestiman la dimensión política nacional, sin tomar en cuenta las dinámicas económicas y geopolíticas asociadas a este proceso. Por ello, se quedan atascados en la bipolaridad de acuerdo o desacuerdo y les cuesta entender lo que está pasando como proceso.

La actual crispación política venezolana es el resultado de no haber podido resolver en el plano político la crisis económica que estalló hace casi cuarenta años (1983), social (Caracazo, 1989) y geopolítica (globalización e internacionalización del capital) generada en los años ochenta del siglo XX. La alternativa sistémica (Caldera, Chiripero), contestataria (Causa R) y antisistema (MBR 200) resultaron incapaces de construir un camino de solución a esta situación en la década de los noventa.

El triunfo electoral de Chávez (1998), resultante de una alianza amplia, se construyó en base a la posibilidad de resolverla. Durante los tres primeros años de gobierno, Chávez hizo énfasis en el aspecto social de la crisis, teniendo menos posibilidades en el plano económico y topándose con serias dificultades en el geopolítico.

El sector de la burguesía importadora que había acompañado a Chávez se sintió amenazado por las leyes aprobadas en materia de tenencia de la tierra, control de la renta petrolera y redefinición del papel de las instituciones del Estado. El golpe de Estado de 2002, la insurgencia popular para retornar a Chávez al poder y la ruptura con el sector burgués que había acompañado a Chávez crearon una nueva situación: de quiebre de la cadena Estado-burguesía, tan necesarias en un país en el que una parte muy importante de lo que se consume se importa.

Se produce, así, un fenómeno que no ocurría desde el periodo de Juan Vicente Gómez (a comienzos del siglo XX), en el cual el Estado le otorga licencias de importación a sectores cercanos a la burocracia gubernamental para intentar resolver el abastecimiento de productos, amenazado por la ruptura generada con el golpe de Estado de abril de 2002. Esto va generando un nuevo entramado de acumulación de ganancias y formas perversas de relación con el Estado que va conformando, en los años subsiguientes, una nueva burguesía, ahora asociada al proceso de transformación bolivariano.

No obstante, algunos grupos burgueses de la cuarta república —como el Grupo Mendoza o Cisneros— siguieron recibiendo incentivos y apoyos ante la imposibilidad de la nueva burguesía importadora de producir mercancías en el propio país o como resultado del intercambio de información por acceso a una porción de la explotación petrolera. Agreguemos que esto tiene episodios de contradicción entre el rumbo socialista formulado a finales de 2004 y las castas burguesas (de la cuarta y quinta república), que por razones de espacio no podemos desarrollar aquí.

A la crisis abierta en los años ochenta del siglo XX se añade este nuevo elemento: las contradicciones (2002-2012) entre la burguesía de la cuarta y la quinta república, para quienes la disputa del poder tiene una razón fundamentalmente económica que se expresa públicamente con ribetes ideológicos. Esto pasa prácticamente desapercibido por la mayoría de los sectores populares, que apuestan por una profundización socialista del proceso y para quienes Chávez intenta construir un entramado institucional y de apoyos que cada vez amenazan más a la vieja y nueva burguesía.

Mientras Chávez impulsa políticas que reviertan la deuda social acumulada, paralelamente promueve una inserción geopolítica del país que no solo es antimperialista (fundamentalmente antinorteamericana), sino que renueva lógicas de los no alineados a través de las alianzas con gobiernos progresistas, consolidando además una alianza estratégica con Cuba. Este es un factor que rompe con la relación dependiente y privilegiada que tuvieron EE. UU. y Venezuela en el siglo XX, un aspecto que incide hoy en las negociaciones en México y que no debe pasar desapercibido.

Chávez no arbitra la crisis abierta en los ochenta ni asume un papel mediador entre las fracciones burguesas, sino que apuesta por una radicalización del proceso desde abajo, dejando que surja una nueva burguesía como parte de una estrategia económica de sustentabilidad. Su enfermedad y posterior muerte se producen cuando el «juego» aún estaba abierto y en pleno desarrollo; cuando ninguna fracción burguesa se había impuesto, ni la realidad social había dado tiempo para que se afiance una nueva correlación de fuerzas intraclase. Las llamadas finales de Chávez al «golpe de timón» y «comuna o nada» reiteran que su apuesta era por una salida desde el campo popular.

Así, la llegada de Maduro al poder se da de manera prácticamente inesperada, en medio de una brutal caída de los precios del petróleo que pone en jaque el modelo rentista, de acumulación y conformación de burguesías a partir de la apropiación de las divisas extranjeras generadas por la industria petrolera. Los factores políticos asociados a la vieja burguesía entienden lo que implica esta caída de ingresos como posibilidad de generar una ruptura que permita retomar el control del gobierno.

Entre 2014 y 2017 tienen lugar distintas actividades insurreccionales cruzadas con agitaciones y movilizaciones que, sin embargo, no logran desplazar del poder a Maduro. Los gobiernos de Trump, Duque y Piñera estuvieron detrás del mayor peligro de invasión a la patria e inicio de una guerra civil; los incidentes de Cúcuta de 2019 fueron el punto más álgido de una escalada de violencia.

Si hay algo seguro, es que resulta imposible construir política centrada en la gente en medio de una espiral de violencia y con la polarización política a flor de piel. La crisis migratoria, especialmente desde 2014 a 2021, afectó mucho más a la oposición en términos políticos, al hacerle perder parte importante de su capacidad de movilización. No obstante, es incorrecto señalar que «todos los que se marchan son opositores»; la mayoría son ciudadanos que buscan sobrevivir a los estragos económicos de la crisis.

Maduro el hombre fuerte de la política venezolana

Maduro, a diferencia de Chávez, no solo asume el rol de árbitro y mediador entre las fracciones burguesas para estabilizar la situación política, sino que trabaja escenarios y modelos de articulación del capital nacional con el trasnacional. Se equivocan quienes valoran a Maduro como un personaje de reparto. Maduro no será un hombre culto, pero es un político sagaz: ha impuesto la lógica de la burocracia sindical a la política venezolana.

Desde su llegada al poder, paso a paso, se ha venido convirtiendo en el hombre fuerte, alejando cualquier sombra. Primero, debilitando y fragmentando a la oposición al combinar «zanahoria» (acuerdos con fracciones de los partidos, apoyos a disidencias, judicialización de la política) y «garrote» (ilegalización de organizaciones, inhabilitación, prisión de opositores rebeldes a la negociación).

Segundo, alejando de la estructura de los partidos y el gobierno a las figuras morales de referencia del chavismo —hasta llevar a algunas de ellas al terrible error de reunirse con el líder de la oposición que lideraba un intento de invasión al país—, vaciando con ello la posibilidad de construir una referencia ética chavista tradicional con opción política real. Tercero, expulsando de su entorno —y obligando al exilio europeo— al arquitecto financiero de la burguesía bolivariana, alejando su sombra y consolidando su liderazgo en este sector. Cuarto, bajando progresivamente el volumen a otros liderazgos del partido de gobierno, quienes de aspirantes a relevo pasaron a ser comodines (las recientes elecciones internas del PSUV así lo demostraron, reduciendo las fuentes reales de poder en el gobierno a cuatro: Maduro, Delcy y Jorge Rodríguez, Diosdado).

Quinto, estableciendo un nuevo modelo de control militar en las Fuerzas armadas, consolidando el liderazgo de un militar no carismático pero hábil Fouché de la estructura armada. Sexto, convirtiéndose en «la mano que mece la cuna» de las oposiciones: todas las oposiciones gravitan hoy alrededor de lo que dice o hace Maduro, prácticamente sin ninguna capacidad real de iniciativa. Séptimo, desarrollando casi con total impunidad un modelo de autoritarismo sobre quienes protestan ante los efectos terribles de la crisis económica, especialmente sobre dirigencia y sectores de base de la clase obrera. Octavo, usando el criminal bloqueo norteamericano contra Venezuela a su favor, como justificación de las políticas de arbitraje interburgués que procura desarrollar.

Noveno, construyendo una narrativa que se presenta como continuidad del chavismo, pero que en realidad expresa un intento por resolver desde el Estado la crisis burguesa generada en los ochenta. Décimo, instrumentalizando la desesperanza ante los efectos de la inflación desmedida, la devaluación astronómica de la moneda y la pérdida casi total del poder adquisitivo del salario. Décimo primero, logrando que en la mayoría de la izquierda latinoamericana prive la solidaridad automática, alejando la capacidad crítica sobre lo que ocurre. Ciertamente, Maduro pierde apoyos en la izquierda radical; pero en la izquierda ortodoxa y progresista el debate sobre lo que ocurre en el mundo del trabajo en Venezuela está aun pendiente. Décimo segundo: ha desarrollado un programa de ajuste estructural de la economía venezolana con profundo impacto social y en materia salarial que es justificado con las sanciones. De levantarse las sanciones serán los gremios y sindicatos debilitados quienes tendrán que luchar por una recomposición importante de acuerdo a los intereses del mundo del trabajo.

Ha tenido a su favor la migración masiva de venezolanos y venezolanas, que dejó sin una parte importante del ejercito de protesta (y base de votos) a casi todos los partidos políticos de oposición. Cierto es que apenas un pequeño grupo de quienes emigraron se pueden ubicar en la periferia de los partidos de oposición, pero sí eran su base fuerte de movilización.

Maduro es el hombre fuerte de la política venezolana, y su delegación va a las negociaciones de México con una agenda clara: a) desmontar las sanciones norteamericanas sobre la economía venezolana para poder cumplir cabalmente con su papel de árbitro de las burguesías y factor determinante en la contención social; b) generar con los distintos sectores de la burguesía un acuerdo de cohabitación que aleje la conflictividad política y social; c) al haber conocido durante estos años que la oposición cojea de la pata económica, intentarán llegar un acuerdo de nuevas reglas del juego político a cambio de convertir al Estado en garante económico de sus actividades; d) alejar la posibilidad de una convocatoria desde la oposición del revocatorio (ello, por hacerle entender a la oposición que en estas elecciones se concentren en alcaldías y concejalías y no en gobernaciones); e) construir en el imaginario social que ahora son las múltiples oposiciones, quienes se han dividido tanto, las culpables de que no exista recambio político.

En México, Maduro comienza a construir otra aproximación geopolítica, más cercana a la socialdemocracia que al viejo concepto de no alineados; la idea del socialismo ha quedado conjurada para el gobierno, más allá de algunas declaraciones para tranquilizar a sectores internos. No es de extrañar que en un —hasta ahora— hipotético proceso refundacional, el PSUV cambie su nombre borrando la palabra socialismo para liquidar la última resistencia del establishment norteamericano para levantar las sanciones. Ello no implica un alejamiento de Cuba; por el contrario, puede estar haciéndolo con la venia de la isla.

Las oposiciones venezolanas

Las oposición venezolana está fragmentada y, en muchos casos, incluso carece de puentes entre sus distintas variantes. Todas están ancladas de manera reactiva a la agenda del gobierno, sin capacidad de iniciativa propia y cada vez más desprestigiadas en sus bases por el doble discurso que combina radicalidad verbal con conciliación permanente en el plano de la acción.

La primera de las oposiciones es la conformada por los factores hoy reunidos en México, cercanos a las fracciones políticas originales de Primero Justicia (Borges-Capriles), Voluntad Popular (Leopoldo López-Guaidó), Nuevo Tiempo (Manuel Rosales) y Acción Democrática (Allup). Se trata de partidos que han sido intervenidos por la vía judicial y cuyas autoridades han sido designadas ad hoc; de hecho, uno de los puntos de negociación es la devolución de las siglas, cuentas y propiedades de esos partidos. A esta oposición se la denomina «G-4».

En su mayoría (salvo AD), son expresiones políticas renovadas de los intereses de la vieja burguesía cuarta republicana. Su agenda está profundamente vinculada a la relación de sus intereses de clase con el capital trasnacional; procuran la integración armónica entre capital nacional y capital trasnacional, una tarea que ha tenido dificultades desde los ochenta. Ante el nuevo reparto geopolítico en el mundo buscan controlar el Estado (o una fracción de él) para capturar la renta producto de la exacerbación extractivista que le ha asignado el capital a la región en el marco de la cuarta revolución industrial y del consumo de bienes importados. Es un sector sin proyecto productivo capitalista alternativo al extractivismo.

La segunda es una oposición empresarial que actúa como su propia representación ya que no confía en las mediaciones políticas que pretenden representarla. Su cara más visible es Lorenzo Mendoza, quien no descarta ser una opción presidencial.

La tercera aparece conformada por la llamada Alianza Democrática, que reúne a Avanzada Progresista (Henry Falcón) y los llamados «alacranes» (autoridades designadas por la intervención judicial de partidos) de Acción Democrática (Bernabé), Primero Justicia (Primero Venezuela), Voluntad Popular, COPEI, Venezuela Unida, Movimiento ecológico de Venezuela, Unidad Visión Venezuela, Compromiso País, Bandera Roja, UPP89, Opina, Soluciones (Claudio Fermín), Movimiento Republicano, NVIPA, Prociudadanos, MAS, Min-Unidad, Alianza Centro. Este grupo de la oposición es el que más acuerdos y negociaciones parciales con el gobierno ha realizado; por ello, son considerados por el G-4 como una oposición relacionada al gobierno.

En la cuarta están los factores más radicales (María Corina Machado, Antonio Ledezma y Andrés Velásquez), quienes promueven la aplicación del TIAR y la invasión norteamericana. Están prácticamente aislados después del abandono del republicanismo en la Casa Blanca.

La quinta es la Alternativa Popular Revolucionaria (APR), liderada por el Partido Comunista, y de la cual hacen parte una larga lista de exintegrantes de partidos que fueron intervenidos, como el PPT (Patria Para Todos) y Tupamaros, pero también el Partido REDES, Izquierda unida, Nuevo Caminos Revolucionario (NCR) y una pléyade de organizaciones locales y regionales que acompañaron hasta hace poco al gobierno de Maduro.

Es una disidencia por izquierda, es decir, que busca empalmar con el mundo del trabajo. Desde su conformación, la APR no ha podido mostrar capacidad de movilización ni de articulación de su discurso con la izquierda latinoamericana, razón por la cual no ha construido fuerza real para ser factor a favor del mundo del trabajo en la negociación.

La sexta oposición viene conformada por los factores académicos e intelectuales que se estructuran alrededor de la Plataforma en Defensa de la Constitución (PDC) y Pensamiento Crítico. Se suele aludir a ella como «chavismo disidente», aunque no representan a todas las expresiones de este grupo. Este grupo no tiene capacidad alguna de movilización que les habilite para ser tomados en cuenta en una negociación.

La séptima reúne a sectores de la izquierda que articulan desde el movimiento social ecológico, indígena, feminista y educacional en defensa a los dirigentes obreros presos, de la comunicación alternativa, entre otros. Este sector, aunque desarticulado en el presente, es el más dinámico y creativo. Una convergencia de sus fuerzas pueden ser factor determinante en la habilitación de una opción política con presencia real en los territorios. Pero hasta ahora no se ven signos claros en ese sentido.

Un punto aparte es lo que ocurrió en las recientes elecciones del PSUV, donde emergieron nuevos liderazgos locales y regionales —muchos de ellos alimentados por las Comunas— que en algunos casos fue respetada su elección y en otros invalidada. El movimiento de las Comunas puede significar un despertar del espíritu constituyente.

La octava es la izquierda radical trotskista, muy débil. Después de haber producido un reagrupamiento significativo a comienzos del siglo XXI, se fracturaron a raíz de la valoración del gobierno de Chávez. En la actualidad, en el caso de Marea Socialista y el PSL vienen acompañando luchas puntuales, pero con profundas debilidades para insertarse en movimientos de masas; no han logrado construir un polo de referencia. En el caso de LUCHAS, escisión de Marea Socialista, su labor se ha centrado la propaganda, con precaria inserción en la lucha social.

La novena oposición es muy marginal: una derecha fundamentalista y ultraconservadora, liderada por el exministro de planificación de Chávez, Felipe Pérez Martí, que pareciera ser en el mediano plazo el germen de una derecha al estilo de Trump o Le Pen, con el añadido del mesianismo religioso.

La geopolítica como factor determinante

En la cita de México, una agenda oculta estará dada por confirmar a los Estados Unidos, a la Unión Europea y a sus países aliados que Venezuela no representa un peligro comunista, algo en lo que Maduro ha venido trabajando en los últimos años. La separación del Partido Comunista y de los aliados con pasado izquierdista de la coalición gubernamental y de la primera línea de gestión ha sido una señal clara e inequívoca en ese sentido. Ahora, en México, la delegación oficial mostrará que no solo se puede construir una ruta amplia y democrática para las megaelecciones del 21 de noviembre, sino que Maduro es factor determinante en el arbitraje y acuerdo entre las distintas fracciones burguesas.

La diáspora y desarticulación de las oposiciones venezolanas confirma el hecho de que Maduro es hoy el hombre fuerte de la política venezolana. Su gobierno y su forma de relacionarse y negociar con la oposición de derecha, subalternizando su trabajo, se constituyen en garantía para la articulación de capital trasnacional con el nacional.

El problema real de la actual negociación

La reunión de México puede ser el inicio de un nuevo régimen de cohabitación y de relación entre el gobierno de Maduro y la oposición del G-4. Ello le traería algunas fricciones menores con sectores de la llamada Alianza Democrática (opositora). Esta tensión y la manera en que se resuelva la misma podría facilitar o impedir la construcción de un nuevo acuerdo de gobierno de larga duración (que, eso sí, no contempla la alternancia presidencial).

Pareciera que —contrario a lo que pregonan algunos— esto se expresará modestamente en los resultados electorales de noviembre; en las actuales circunstancias, la oposición podría obtener importantes alcaldías y concejalías pero menguados resultados en las gobernaciones.

La suspensión progresiva, gradual y sostenida de las sanciones norteamericanas, será un factor determinante en la estabilización política y el fortalecimiento del cesarismo de Maduro para la convivencia y articulación de las distintas fracciones burguesas.

Sin embargo, la paz de las principales representaciones partidarias burguesas puede significar la ebullición de la creciente inestabilidad social: el pueblo ha sufrido una pérdida de calidad de vida y de poder adquisitivo de los salarios inédita y dramática.

¿Y el mundo del trabajo?

Las decenas de dirigentes obreros judicializados y detenidos muestra los signos de la paz en curso. Con salarios mensuales que no superan los dos dígitos, una inflación acumulada que supera el millón por ciento y la devaluación sostenida del Bolívar (se acaba de anunciar que le quitarán nuevamente seis ceros a la moneda) es previsible que las luchas de la clase trabajadora, empleados públicos y asalariados en general comiencen a hacer saltar por los aires las restricciones impuestas.

La tendencia puede dirigirse hacia la profundización del camino autoritario del gobierno o al tránsito hacia una negociación sostenida con los gremios y sindicatos en pos de una recuperación sustantiva de la calidad de vida. El problema para el gobierno es que la nueva camada de dirigentes obreros que emerge pareciera estar alejada tanto de las oposiciones como del gobierno, quienes en ambos casos poseen maquinarias burocráticas que parecieran no contar con la capacidad de contener la ebullición social en marcha.

¿Hay transición?

No hay transición en el corto plazo del gobierno de Maduro. Por el contrario, lo que se consolida es su capacidad de control de la situación política. Las oposiciones no lucen con la suficiente fortaleza para crear condiciones favorables para la transición. Lo que puede darse es el inicio de una cohabitación política, con el consiguiente reparto de cuotas de poder entre el gobierno y las oposiciones de derecha.

Las alternativas de izquierda, por su parte, atraviesan una crisis propia. Ni la plataforma en defensa de la Constitución Nacional ni la izquierda radical cuentan con una articulación social importante como para poder revertir la actual situación en el corto plazo. La Alternativa Popular Revolucionaria generó expectativas superiores a las que ha podido ejecutar, atrapada como quedó en la lógica del partido revolucionario y los frentes de masas.

Ninguna opción a la izquierda del «madurismo» ha logrado constituirse en un factor relevante de movilización. Ni siquiera han logrado clarificar a la izquierda regional lo que pasa realmente en Venezuela. Se puede argumentar la deriva autoritaria del gobierno como factor determinante, pero incluso en situaciones de dictadura la izquierda no había perdido antes su capacidad de movilización de masas.

En este contexto, las luchas sociales democráticas juegan un papel fundamental en la recomposición democrática del panorama político, económico y social. Por ello, la izquierda radical, más que preocuparse por consolidar microaparatos partidarios, debería abrirse a nuevas y caóticas formas de organización que les permita relacionarse con el rizoma de resistencia que se teje en la sociedad.

¿Qué hacer?

Es hora de recomponer la izquierda a partir de los territorios. Urge salir de las discusiones bizarras sobre teoremas políticos y reconstruirse a partir de las luchas, dejar a un lado la epistemología de partido de vanguardia y recuperar la humildad del acompañamiento y el aprendizaje de la lucha social concreta. La izquierda siempre ha reinventado la esperanza desde las catatumbas. Es hora de volver a hacerlo.

La recuperación de la esperanza y la capacidad democrática movilizadora hoy está mucho más localizada en la actividades comunitarias, sociales y alternativas que en los partidos políticos de derecha o izquierdas; es allí donde pareciera resignificarse la vida nacional.

La migración puede ser el factor que incline la balanza en los próximos años. Millones de venezolanos y venezolanos han tenido que partir del país para sobrevivir y en ese proceso han conocido la barbarie del neoliberalismo, pero también la mano amiga de la gente sencilla en otros territorios. En la medida que las sanciones sean levantadas y se conjure la violencia política muchos(as) regresarán y, potencialmente, podrán constituirse en un factor determinante para otra Venezuela posible, una Venezuela de justicia social, equidad, solidaridad y democracia.

¿Será que podemos recuperar la capacidad de hacer política de calle? Esa política, y no otra, es la que sueña, vibra y abre paso al cambio radical.

Fuente: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2021/10/22/venezuela-hacia-una-nueva-aproximacion-geopolitica/

Fuente e Imagen: https://rebelion.org/hacia-una-nueva-aproximacion-geopolitica/

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La Universidad Venezolana: elementos para el debate sobre la transformación cualitativa de las universidades. (Video)

Por: Luis Bonilla-Molina 

En esta oportunidad Luis Bonilla-Molina expone los elementos de contexto del sistema mundo capitalista y las tensiones existentes en el campo de las alternativas anti capitalistas, sin las cuales es imposible abordar una transformación cualitativa de la universidad.

Contexto y tensiones que construyen una brecha epistémica que es necesario resolver con claridad conceptual y voluntad política transformadora

La Universidad Venezolana: elementos para el debate sobre la transformación cualitativa de las universidades

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El encuentro urgente: pedagogías críticas y educaciones populares

(Escrito para un libro colectivo organizado por la CEIP-H de Argentina)

Por: Luis Bonilla-Molina

  1. Por una crítica del pensamiento crítico

Desde los doce años he militado en las izquierdas políticas y el pensamiento crítico. Una de las cosas que he aprendido durante este tiempo, es la poca capacidad crítica que estos campos tienen para pensarse a sí mismos con apertura de cambio, de reflexionar abiertamente sobre su praxis, paradigmas, pre-conceptos. Es como si en algún punto se llegara a la encrucijada del pecado original, sobre el cual pesa la sentencia qué si nos atrevemos a dudar de algún enunciado o verdad del ayer, ello nos puede conducir al destierro del “paraíso revolucionario”.

Recuerdo mi conflicto cognitivo (que aún persiste), cuando aun siendo adolescente, después de asistir a mi primera escuela de cuadros, cuyo punto central era la dialéctica y el cambio incesante, la última charla versó sobre el peligro del revisionismo. El compañero que habló el respecto me recordó (y aún lo hace) al cura dominico de mi pueblo, hablando sobre los mandamientos y la imposibilidad de modificar la biblia, con esa sentencia que asustaba a los niños de la escuela: “maldito por siempre aquel que ose agregar o quitar una coma a las sagradas escrituras”. ¿El cambio incesante no es una epistemológica de revisión sostenida de todo lo actuado y pensado? Entonces ¿somos exégetas, dialécticos o nos atemoriza el pecado revisionista?

Si ser dialéctico es aprender las citas de cada libro y recitar las leyes y principios del cambio incesante, pero considerar que la última palabra interpretativa del texto la tiene el partido o el buró, eso no es lo mío. Por suerte he aprendido que la dialéctica marxista es otra cosa, es invitación y seducción permanente para pensar el presente con las claves de la historia y la perspectiva actual del mundo del trabajo. Y como todo cambia, es válido revisar, ampliar, suprimir, cuestionar o contradecir enunciados o experiencias que no tienen sentido o resultan contraproducentes en el presente. Entonces estamos metidos en problemas, porque desde esa mirada todo dialéctico es de hecho un revisionista. ¡¡¡Madre enredo epistémico!!!.

Consecuente con esa tribulación del siglo XXI, al estilo mitológico de Prometeo o Lilibeth, en este trabajo intentaremos hacer una revisión crítica de nuestro campo: las educaciones populares y las pedagogías críticas. Estoy seguro que les colegas autores que comparten ideas en este libro abordarán otras aristas del tema, por lo que en mi caso, aspiro contribuir al debate con algunos elementos para avanzar en la unidad programática y de acción de las educaciones populares y las pedagogías críticas, lo cual demanda aproximarnos a las luces, pero también a las sombras de nuestras praxis.

  • Sobre la pluralidad de las educaciones populares y las pedagogías críticas

Hay quienes hablan de la educación popular en singular. En nuestro caso, partiendo de la diversidad de experiencias, recorridos, miradas e hibridaciones metodológicas que ocurren en nuestro continente y en el mundo, preferimos hablar en plural de educaciones populares.

Suele ocurrir que el enfoque que cada colectivo desarrolla termina siendo considerado para cada uno de ellos, como la expresión hegemónica del trabajo de las educaciones populares.  Pero eso no es así, hay muchos caminos, recorridos bifurcados, experiencias que dan identidad propia, encuentros e intermitencias, singularidades, troncos comunes, raíces particulares, en este campo. En las educaciones populares co-existen diversas tradiciones, unas de origen liberal europeo, otras de tradición marxista y/o libertaria, de fusión entre la teología de la liberación y el marxismo latinoamericano, o claramente religiosas, mientras las hay también con epistemología atea y, por supuesto, están los caminos propios de nuestros pueblos originarios, así como de las comunidades del campo y la ciudad. Cada una de ellas tiene su potencialidad y es necesario garantizar que tengan su propio recorrido, que no sean coaptadas por las perspectivas más difundidas. El encuentro respetuoso entre estas miradas hace más potente el campo de las educaciones populares, pero también nos permite potenciar las distintas rutas de apropiación crítica de la realidad a transformar.  Por ello, considero importante de partida, este reconocimiento plural, para propiciar de manera creativa el encuentro activo entre todas las corrientes, algo que aún no termina de suceder.

Algo similar ocurre con las pedagogías críticas. Es un campo con fronteras aún difusas, en el cual se suele asumir como única, la perspectiva de una/o u otro/a investigador/a o colectivo de pedagogías críticas. Las pedagogías críticas son altamente políticas y en consecuencia los enfoques suelen estar hibridados de epistemologías diversas del campo de las izquierdas. Hay pedagogos/as críticas/os que están más influenciados por la visión consejista, o estructuralista, espontaneísta, por algunos de los marxismos, el anarquismo, el campo cultural, la socialdemocracia, e incluso algunas prácticas de las educaciones populares, entre otros. Si no tenemos clara esta precisión, podemos no entender del todo las formulaciones y análisis que desde las pedagogías críticas se hacen en aspectos vinculados a las didácticas, currículo, evaluación, planeación, gestión, formación docente, la pedagogía en general, la filosofía educativa o cualquier otro aspecto.

El que exista este impacto profundo de las narrativas políticas en las pedagogías críticas no es malo, al contrario, dota de una potencia singular al campo; lo que nos interesa subrayar son las limitaciones de presentar este campo como absolutamente unificado. Por supuesto que surgen elementos comunes como el abordaje de la realidad, el tiempo histórico y las asincronías entre el cambio que se inicia y el tiempo opresor que pugna por mantenerse, la transformación, el cambio, la justicia social para mencionar solo algunos aspectos[2].  Eso sí, tomamos distancia de los enfoques academicistas que se asumen de las pedagogías críticas solo en el plano teórico o del discurso, sin vinculación alguna con los procesos y movimientos en defensa de la educación pública, por una educación liberadora y del cambio radical de la sociedad. Las pedagogías críticas implican un profundo compromiso con la praxis transformadora, una militancia con el cambio social.

Por ello no están simple juntar educaciones populares y pedagogías críticas, como si se tratara de piezas de un rompecabezas que tienen la misión de acoplar a la perfección. A veces los bordes no encajan, los colores son disímiles, las imágenes demandan otra pieza y la narrativa final demanda un darles vuelta a los muchos trozos. Todos los que hemos intentado halar los hilos y construir puentes conceptuales conocemos el hermoso desconcierto que produce el encuentro de la diversidad. El orden nos enseña a encajar, a normalizar y estandarizar, ese no es el camino de las educaciones populares y las pedagogías críticas, sino el acompañamiento desde la diferencia y la complementariedad.

Como hemos aprendido en la lucha de clases, el campo de la dominación capitalista disputa las propias conquistas del pueblo y la clase trabajadora e intenta resemantizarlas para colocarlas a su servicio.  Por ello, el capital ha desarrollado su “propia versión” de educación popular y de pensamiento crítico en educación, ya sea como animación socio-cultural, organización comunitaria para el empoderamiento, o críticas a los sistemas escolares para abrir paso a reformas funcionales al sistema.  Esas versiones de “educación popular” con animación socio cultural o de “proyectos de investigación acción” o “informes técnicos críticos” que promueven los organismos multilaterales y las bancas internacionales, en realidad desarrollan el paradigma de sociedad educadora, dinámica privatizadora para la transferencia a los y las ciudadanas(os) de las obligaciones de los Estados nacionales respecto a la educación pública, gratuita, liberadora y de calidad. La pluralidad de la cual hablamos no incluye a los Frankenstein metodológicos generados por el capital.

Otro aspecto importante a subrayar es el riesgo de presentar a una u otra expresión de educación popular y/o pedagogía crítica como la de mayor “pureza”, sobre las restantes, como si fuera posible alcanzar un determinado grado unidimensional de perfección metodológico y en la praxis. No existen las normas APA de las educaciones populares y las pedagogías críticas, ni el manual perfecto, ni la experiencia ejemplar. Reconocerlo es ya una forma de estar atentos al aprendizaje continuo, al crecimiento caóticamente ordenado del encuentro con otras experiencias.

Mucho menos es válido apelar a la costumbre o la primicia como criterios normativos de las pedagogías críticas y las educaciones populares. El desarrollo desigual y combinado, en modo contingente, de las distintas educaciones populares y pedagogías críticas rompe con la dicotomía entre tradición e innovación[3], donde deja de existir un lugar privilegiado, ya sea fundamentado en referentes del pasado, del presente o el mañana y, lo que todos y todas hacemos contribuye al conjunto, porque todas las experiencias están en el terreno de la transformación.  Las educaciones populares y las pedagogías críticas con su temporalidad localizada en los territorios, rompen con la noción lineal de pasado desastroso, presente de luchas y futuro luminoso, desestimando la certeza, ya sea de la tradición o la innovación, para emprender la transformación. Las posibilidades del cambio radical están situadas en territorios en los cuales tradición e innovación son un binomio inseparable; solo los teóricos que comprenden el mundo, pero no lo transforman apuestan por una de estas aristas.

El desafío de propiciar el encuentro entre las educaciones populares y las pedagogías críticas, se inicia con el reto de construir de manera participativa el inventario de diversidades, para identificar las diferencias, pero sobre todo las coincidencias, con el propósito de promover integración dialéctica, marcha compartida, nunca fragmentación. Este reconocimiento pleno propicia la integración consciente de las diversidades. Inventario que entendemos como un registro abierto y en permanente construcción, que dote de identidad propia a cada uno de los esfuerzos y adaptaciones que ocurren sobre el terreno.

Primera idea fuerza: es un reduccionismo epistemológico hablar de educación popular y pedagogía crítica en singular. Si queremos propiciar el encuentro transformador debemos partir de reconocer la diversidad de nuestros campos de trabajo.

  • El esquivo encuentro entre educaciones populares y pedagogías críticas

Se suele asociar pedagogías críticas a resistencias en los sistemas escolares y educaciones populares a todo lo alternativo que en materia educativa está localizado fuera de los ámbitos institucionales. Esto no es del todo cierto, pero esa percepción tiene orígenes históricos.

Los proletarios a través de la historia desarrollaron mecanismos y propuestas de educación para sobrevivir colectivamente, resistir al orden dominante y abrirle paso a un nuevo tipo de sociedad, es decir, se construía praxis educativa y cultura contra hegemónica en los márgenes del sistema. Esta otra educación se expresó no solo sin el reconocimiento oficial, sino abiertamente en contravía al orden (religioso, imperial, de clases), y fue configurando un campo de saberes que se denominaría educación popular. Este campo emergente combinaba la recuperación de los saberes ancestrales y comunitarios, juntándolos con las experiencias novedosas de las resistencias y el conocimiento científico y tecnológico de la época. Ello ocurría en momentos históricos en los cuales la educación escolar era sinónimo de minorías, de élites, de jerarquías, y trabajar en la educación del pueblo representaba un ejercicio de democracia directa, en ese caso de acceso al conocimiento. Era en lo popular donde se aprendía la ciencia más profunda con acento en su utilidad para los comunes.

La vieja escuela, regentada por dogmas, era cuna del acceso elitesco al saber. Esa escuela enseñaba la ciencia y el conocimiento para unos pocos, mientras al pueblo le era negado. Las primeras revoluciones industriales y el modo de producción del capitalismo industrial generaron un cisma en lo que enseñaban las instituciones. La masificación de la escolarización redefiniría muchos de estas coordenadas, obligando a repensar la propia identidad de las educaciones populares; la vigencia del campo educativo popular se replantea orientado a la generación colectiva de alternativas para frenar la reproducción cultural y caminos inéditos para la emancipación y liberación desde lo educativo, sin abandonar la democratización del conocimiento y la ciencia. Todo ello dentro y fuera de las escuelas, en los bordes de las instituciones educativas y por las orillas de los lugares con pupitres.

La alfabetización popular, en las letras, el conocimiento y las ciencias, se convierte en una estrategia central de las educaciones populares, propiciando su encuentro armónico con los saberes populares y comunitarios. Las educaciones populares siguen trabajando con los excluidos de la escolaridad, pero también penetran con sus dinámicas, las rutinas de las aulas.

El campo popular estaba ahora en la escuela y fuera de ella, porque a las escuelas públicas van los hijos e hijas de la clase trabajadora, los campesinos y los proletarios sin pan, pero también queda muchos sin posibilidad cierta de entrar en ella. Mientras unos siguieron tendiendo puentes, otras variantes de las educaciones populares comenzaran a refugiarse en narrativas de saberes versus ciencia, creando una dicotomía que resultaba funcional al discurso anti escuela de los desplazados del poder (especialmente las religiones). Otras variantes de las educaciones populares se quedaron trabajando con aquelles a quienes la masificación le había resultado esquiva por su monoculturismo o excluyente por razones de clase, género o racismo, sin dar la espalda ni a los saberes comunitarios ni a la ciencia de la época.

Como el campo popular está compuesto por hombres y mujeres que viven en un tiempo histórico, con distintas comprensiones y apropiaciones críticas de la realidad, las propias educaciones populares en desobediencia activa a la educación imperante, eran (y son) susceptibles a hibridación conceptual y alienación epocal.  Elementos como la fe, las religiones, tradiciones e incluso las ideologías permeaban (continua esta dinámica entre lo global y lo local) este campo, generando tensiones internas respecto a su teleología estratégica.

Tiempo atrás, la iglesia católica que formaba parte del orden feudal, impulsó iniciativas de educación de la “plebe”, a los colegionarios de la fe pertenecientes a las clases subalternizadas, proceso que algunos erróneamente incluyen en el campo de la educación popular, cuando este proceso era en realidad, educación para soportar la opresión. Esto ocurría en los prolegómenos de la escolarización capitalista, y el propósito de este tipo de “enseñanza” no era subvertir, sino mantener el “orden divino” del mundo, no era pensar con cabeza propia sino repetir el pensamiento dominante. Reconfigurado su rol con los centros de poder, la iglesia replantea su perspectiva de educación comunitaria, como forma de protesta y resistencia al desplazamiento que había sido objeto y, para ello potencia el discurso anti escuela y anti ciencia

En sus orígenes (y aún) la propia escuela capitalista no logra (ni puede del todo) zafarse del modelo educativo reproductor fomentado por las órdenes religiosas. El aprendizaje irreflexivo propio de la catequesis y la memorización carente de pensamiento crítico característico de la educación religiosa serían parte de las herencias del viejo orden que asumirían la escuela moderna y los sistemas escolares del sistema-mundo capitalista. La crítica a esta epistemología reproductora, pero también a la falsificación de la educación popular por parte de iniciativas de adoctrinamiento, estarían presentes en la ontología de las pedagogías críticas.

En el tránsito del feudalismo al capitalismo industrial, el sistema-mundo de dominación necesitaba una reconfigurar de sus correlaciones de fuerzas y composiciones internas.  Una de ellas, la relación del Estado con las instituciones educativas, redefinición que tuvo como epicentro Europa y afectó directamente a las religiones, muy especialmente a la católica. El sistema-mundo capitalista de la primera y segunda revolución industrial necesitaba convertir a las escuelas y universidades en centros de expansión de la ciencia que había hecho posible el “milagro” tecnológico que llevó a su advenimiento, es decir propiciar una ciencia que le sirviera para potenciar la tecnología del modo de producción. Eso implicaba desplazar a la fe como interpretación del mundo y redefinir el papel del ser humano en la sociedad. La ciencia como conductora del conocimiento en las instituciones educativas requería una mirada no teológica o por lo menos laica[4].

Este alejamiento forzoso de los clérigos en la conducción y la docencia en instituciones públicas, pero sobre todo el énfasis científico del conocimiento escolar, trasladó el eje de actuación “educativa” del poder religioso, posibilitando el fortalecimiento de metódicas que se auto presentaban como populares, pero que tenían una epistemología dogmática, anticientífica y anti escuela de las primeras revoluciones industriales. Estas variantes de educación religiosa, generadas debido al desplazamiento de que habían sido objeto los clérigos, se presentó como alternativa y en muchos casos ha sido vista como educación popular. De repente, la iglesia quería mediar y reinterpretar lo que se aprendía en las escuelas, pasó de destructora de los pueblos originarios a paladín de la memoria histórica y, desarrolló desde afuera de lo escolar, propuestas de alfabetización, educación para el trabajo o enseñanza de las artes y oficios, lo cual no siempre era educación popular y en muchos casos en su orientación estratégica era educación al servicio de un centro de poder desplazado de ámbitos de gobierno del Estado burgués.

Esas adaptaciones populares eran en realidad educación con ontología religiosa, epistemología adaptativa, praxis de construcción de nuevas correlaciones de fuerzas y teleología pragmática, en este último caso, para hacer lo que mejor se puede en cada tiempo histórico, con el propósito de preservar los intereses económicos de la fe.  Para ello, desarrollaron una narrativa anti escuela (en realidad anti escuela moderna) acusándola de ser un espacio de pérdida de valores y cohesión familiar, elaboraron un imaginario de reformas restauradoras y una praxis de asalto desde los bordes, para desplazar a las pedagogías escolares de orientación científica.

Los posmodernos, aún sin darse cuenta o proponérselo, abonaron de manera significativa en esa dirección. Décadas atrás, el ataque justificado al positivismo fue utilizado para destruir la noción de ciencia y avanzar en una nueva teologización del mundo educativo revestida de ropajes académicos. La fe reinventada o camuflada con elaboradas narrativas había logrado hegemonizar muchos espacios académicos y escolares, cuyos representantes se asumieron como caballos de Troya para generar un asalto a la razón científica liberadora[5]. Hablar de ciencia se convirtió en una mala palabra en las educaciones populares que tenían su génesis o estaban bajo la influencia de la epistemología religiosa, posmoderna o cualquier otra variante común.

El ataque contra la escuela y lo sistemas escolares tenía una base material y “objetiva”, pues las instituciones educativas se fueron perfilando en mecanismos de reproducción de la cultura burguesa (consumo, ciudadanía, ciencia para producir). Pero no eran solo eso, también se constituían en la representación más extendida de democratización del conocimiento; democratización del conocimiento que podía amenazar al imperio de la fe. En las escuelas había (y hay) resistencia a la dominación., algo que el sistema considera anomalía. Nuevamente, desde los centros de poder religioso se atacó a la escuela como camino para apoderarse de ella, para subordinarla a una ideología de fe, ahora con argumentos eclécticos.

Este discurso anti-escuela empalmaba con las críticas populares sobre el carácter elitista y excluyente de las instituciones educativas, incluso en el periodo post guerras mundiales. De hecho, antes de la pandemia del COVID-19, casi 300 millones de niños, niñas y jóvenes estaban fuera de las instituciones educativas. La exclusión inherente al capitalismo no desmerita el papel democratizador del conocimiento que ocupa la escuela.

Ciertamente la pugna soterrada entre lógica científica, epistemología religiosa y contención capitalista a las luchas populares, no ocultaba que el funcionalismo del mercado trabajaba para que cada día las escuelas tuvieran menos pertinencia social y más adaptación al modo de producción.

La epistemología religiosa anti-científica, cuya praxis ideológica y práctica había contribuido a crear el Frankestein educativo actual, presionaba con un renovado discurso anti escuela para promover modelos de privatización y/o estandarización que le permitieran tomar por asalto las instituciones educativas.  Para este asalto redoblaron los esfuerzos para subalternizar a las educaciones populares, pretendiendo convertirlas, de espacios para la recuperación de los saberes comunitarios, ancestrales, de los pueblos originarios y la democratización del conocimiento científico, a formas de trabajo cuya razón central fuera la crítica a la escuela, la ciencia y, para colocar ciencia y saberes ancestrales como siempre opuestos.

La mano invisible de la fe religiosa en estos procesos ocultaba el hecho histórico, que paradójicamente fue en el periodo de auge religioso de la enseñanza, cuando había mayores niveles de exclusión y de enseñanza elitesca. La tradición histórica de crítica a la escuela capitalista excluyente, empalmó con las nuevas críticas religiosas sobre la escuela que enseñaba ciencia y negaba el papel central de Dios en el mundo; surge una nueva metafísica con narrativa de pobreza que procura un retorno de la escuela a los brazos de la fe.

Se intenta construir una nueva correlación de fuerzas a favor de los centros del poder religioso, con centralidad en la crítica al carácter reproductor de las instituciones educativas, pero omitiendo las resistencias anti capitalistas que se gestan en su seno.  Nace en consecuencia una tradición muy fuerte, que aún hoy persiste, que considera irreconciliable a las educaciones populares con las instituciones educativas.

De hecho, hoy en día muchos colectivos de educaciones populares que cuestionan cualquier aproximación a los sistemas escolares, aún sin saberlo, son herederos de esta tradición. Solo la teología de la liberación logra romper con esta dinámica, planteando una transformación radical de la escuela capitalista en el marco de irrupción de una nueva sociedad de justicia social; sin embargo, en la medida que se debilita este movimiento una parte de su periferia es coaptada por tradiciones conservadoras y restauradoras que mantienen un lenguaje de cambio con énfasis en narrativas anti escuela.

Por otra parte, la transición entre el feudalismo y el capitalismo creó necesidades de educación para la reproducción, pero también generó las condiciones mínimas para el surgimiento de resistencias escolares a la lógica educativa del capital, así como un repensar del campo de las educaciones populares desde las clases explotadas y los/as oprimidas/os por condiciones de raza o género.

La clase obrera industrial que pugnaba porque sus hijos e hijas ingresaran a la nueva escuela moderna, encontró en las educaciones populares (de izquierdas) una herramienta para la organización, la comunicación de saberes, el desarrollo de estrategias comunicacionales masivas y la propia sistematización critica de su praxis. El acercamiento de las clases subalternizadas a las educaciones populares tuvo una epistemología claramente diferenciada de la que se desarrolla paralelamente por los sectores de la iglesia. En el caso de la clase obrera industrial las posibilidades de democratización del conocimiento y los saberes, científicos y comunitarios, que tuvieran utilidad para su realidad concreta y para comprender el mundo en su conjunto, constituyeron los determinantes de su aproximación a las educaciones populares.

El proceso de la Comuna de Paris (1870) fue la culminación de un potente torrente de educación del proletariado insurgente. De esta manera de aprender a partir de la praxis se nutriría la filosofía de su tiempo en general y muy especialmente lo que sería el pensamiento socialista, el socialismo científico en sus vertientes anarquista y marxista. Las educaciones populares desde estas experiencias, se convierten en una herramienta para la lucha de clases, para la insubordinación y la ruptura radical del orden establecido.

La Asociación Internacional del Trabajo (AIT) es la culminación de múltiples y convergentes esfuerzos de educación popular y organización del proletariado. La AIT sería especialmente beligerante contra la epistemología religiosa y sus formas de educación “popular” para la reproducción que fomentaban las iglesias.

En los orígenes de los sistemas escolares burgueses de gran escala, durante la primera y segunda revolución industrial, muchas veces el sistema-mundo capitalista usó la experiencia educativa de las religiones, para apaciguar conflictos dada su confiabilidad y tradición sostenedora del orden, usando su experticia como guardiana auxiliar de la naciente educación de masas. Entre otras cosas, ello es lo que hace que el Manifiesto Comunista (1847-1848, pag.1) plantee que “un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”.

En plena irrupción del proletariado industrial, los comunistas y anarquistas trataron siempre de dejar claro ante la clase trabajadora, los explotados y los oprimidos, el papel regresivo de las religiones y ello se evidencia cuando ocurre la más importante revuelta de inicios de la industrialización. Marx señala en su texto sobre “la Guerra Civil en Francia” (1871) que “una vez suprimidos el ejército permanente y la policía, que eran los elementos de la fuerza física del antiguo Gobierno, la Comuna tomó medidas inmediatamente para destruir la fuerza espiritual de represión, el “poder de los curas”, decretando la separación de la Iglesia y el Estado y la expropiación de todas las iglesias como corporaciones poseedoras. Los curas fueron devueltos al retiro de la vida privada, a vivir de las limosnas de los fieles, como sus antecesores, los apóstoles. Todas las instituciones de enseñanza fueron abiertas gratuitamente al pueblo y al mismo tiempo emancipadas de toda intromisión de la Iglesia y del Estado. Así, no sólo se ponía la enseñanza al alcance de todos, sino que la propia ciencia se redimía de las trabas a que la tenían sujeta los prejuicios de clase y el poder del Gobierno” (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/guer.htm )

Esto significó una partición de aguas, entre la versión de educación del pueblo de las religiones y, las educaciones populares que asumen el proletariado industrial y las clases oprimidas. Dos rieles separados que se encontrarían nuevamente un siglo después, para hibridarse con el surgimiento de la corriente de la Teología de la Liberación, siendo esta última un importante movimiento de resistencia anti sistémica al interior de la propia iglesia católica y otras religiones.

El mismo marxismo no es ajeno al peso de las tradiciones y hereda muchas de las rutinas, costumbres, imaginarios y narrativas del movimiento popular, que como señalamos, cuestionaban el papel elitista de muchas de las instituciones educativas.  Esta tradición, en ocasiones de manera absolutamente errónea, no veía puntos de encuentro entre las educaciones populares y la escuela, algo que era tensionado por el naciente campo socialista. Si revisamos el debate de Marx con Lasalle sobre el Programa del Partido Obrero Alemán (1875) encontramos que el primero postula que la “”educación popular … estará … a cargo del Estado”, algo que a Marx no solo le resultó absolutamente inadmisible, sino peligroso porque en esa coyuntura desarmaría al proletariado de una herramienta autónoma. Sin embargo, Marx plantea que hay que sacar a las escuelas de la égida del capital mediante perspectivas alternativas, una de ellas la que es inherente a las educaciones populares, planteando también tareas revolucionarias para los sistemas escolares. Este debate no queda saldado allí, por el contrario, continúan las interpretaciones a favor o en contra del vínculo entre educaciones populares y educación escolarizada, algo que en muchos lugares de América Latina comienza a superarse, sin que ello oculte la existencia de furibundos defensores de la separación mecánica entre una y otra.

En la post segunda guerra mundial, estos debates volvieron a surgir, a veces abiertos, en la mayoría de los casos entre bastidores. El sistema-mundo capitalista vio en la masificación educativa y ampliación acelerada a escala planetaria de los sistemas escolares, una renovada posibilidad de a) construir mentalidades y prácticas consumistas, b) expansión del modelo de gobernanza burguesa generado en Bretton Woods, c) democratización de las bases del conocimiento científico con la esperanza que se dinamizara la ciencia útil para la ampliación de la tasa de ganancia y el mejoramiento sistemático del modo de producción, d) servir de contención ante los conflictos sociales que pudieran estallar producto de la intensificación de la explotación de la mano de obra.

En ese momento irrumpe con fuerza lo comunitario, la recuperación de los saberes como orientación teleológica de las educaciones populares versus una valoración cientificista de lo escolar que recuperaba lo conservador-reproductor del discurso religioso sobre la escuela; la ciencia anti dialéctica y desvinculada de los intereses de la clase trabajadora y el bienestar del planeta, como otra forma de fe. Es precisamente este el periodo de irrupción de la Teología de la Liberación, que aún con todo lo progresista que es, hereda también una parte de la concepción de la escuela como culpable de la pérdida de influencia social de la fe y las religiones. Es también un momento de insurgencias de los marginados (campesinos, pueblos originarios, comunidades en pobreza extrema de las ciudades para quienes el conocimiento y la ciencia no habían traído bienestar alguno. Muches de quienes insurgen son excluidos de la educación escolar y los derechos humanos fundamentales, lo cual reafirma el discurso anti escuela de una parte importante de las educaciones populares. Pero contrario a muchos de estos señalamientos, una parte importante de la actividad del magisterio latinoamericano de ese momento se hace en vínculo con las luchas sociales de conjunto. Las guerrillas latinoamericanas de los sesenta, del campo y la ciudad, están llenan de maestros y maestras que resisten al carácter reproductor de la escuela, intentando construir alternativas de transición.

Sin embargo, es cierto que el discurso de una parte importante de la izquierda insurreccional de las post guerras mundiales consideraba que había que pensar primero en la toma del poder, en hacer la revolución, antes del abordaje pedagógico crítico en la escuela. La izquierda insurreccional carecía de un claro programa de transición. El todo o nada implicaba un tomar partida por la destrucción de lo escolar, casi con la misma fuerza que se actuaba en la confrontación militar.

Una vez derrotada la experiencia guerrillerista en América latina, emerge en algunas izquierdas el discurso de la pertinencia y de vaciamiento del conocimiento científico escolar. Esto derivo en un comunitarismo escolar desprovisto de reflexión pedagógica, en un sociologismo escolar que pretendía asignarle a la escuela un rol que la excedía: hacer la revolución. Las pedagogías alternativas se concentraron en metódicas o didactismos  que no daban cuenta del carácter integral e integrador del campo de la pedagogía.

El daño del estructuralismo althuseriano fue terrible al derivar sus planteamientos en un reduccionismo de la escuela como simple aparato ideológico del Estado, invisibilizando las contradicciones y resistencias que ocurrían (y ocurren) en su interior. En consecuencia, las alternativas pedagogicas eran vistas como simple reformismo. Esto dio fuerza inusitada a las vertientes de las educaciones populares que negaban la utilidad del trabajo político-pedagógico en las instituciones educativas.

Los planteamientos de los post estructuralistas, especialmente de Giroux sobre la ideología y las resistencias, ocurren en medio de la insurgencia de los marxismos proscritos y marcan un antes y un después. Las relecturas de Gramsci, Rosa Luxemburgo, Anton Paneckok, Malatesta, Marcuse, Trotsky, entre otros, obligan a repensar muchas cosas que se consideraban verdades ciertas en el campo revolucionario.  La escuela es vista como el resto de la sociedad, un espacio en disputa permanente, en la cual, vestido de ropaje pedagógico se está dando contradicciones propias de la lucha de clases. La escuela se convierte en un lugar para la construcción contra hegemónica del mundo, las ideas, la cultura, el conocimiento, los saberes y la ciencia.

A pesar de todo ello, las tradiciones pesan mucho y una parte importante de las militancias en las educaciones populares sigue considerando que su lugar de enunciación es fuera de la escuela y que sus metódicas no son aplicables en las dinámicas pedagógicas de los sistemas escolares.

Casi ciento cincuenta años después, el flujo y reflujo de la lucha de clases ha alejado a una parte importante de los gremios y sindicatos constituidos, de las praxis de educación popular y ha distanciado a los colectivos de educación popular de los gremios docentes. Este desencuentro esta muy vinculado al desprecio de corrientes de las educaciones populares sobre el trabajo alternativo en las aulas, pero también a la burocratización y reivindicacionismo de muchas de las direcciones políticas gremiales. Un renovado programa anticapitalista en educación puede servir de bisagra para rearticular estos sectores-

Y ahí surge otro problema para la articulación. Una parte importante de los colectivos de educación popular y redes de trabajo en pedagogías críticas, no solo no desarrollan su trabajo con una nítida agenda antiburguesa, sino que subsisten gracias a fondos y financiamiento que les otorgan los Estados Nacionales (burgueses), Organizaciones NO Gubernamentales internacionales, la filantropía global  que administra fondos provenientes de grandes capitales. La precaria capacidad de autogestión de fondos limita la capacidad de acción. Aunque estos financiamientos apuntalen proyectos que no están en el discurso oficial, es innegable que esa amplitud tiene sus límites y se convierte en una verja que es necesario saltar. Ciertamente, muchos colectivos de educaciones populares y pedagogías críticas no han desarrollado modelos autogestionarios de funcionamiento, lo cual les obliga a mediar sus demandas o a esconderse en la “agenda comunitaria” para seguir obteniendo estos ingresos. No se cuestiona esa limitante propia de la dominación y opresión burguesa, ni se pretende que quienes tengan financiamiento renuncien a ello, sino que esta realidad debe ser valorada a la hora de establecer análisis.

Otro asunto a valorar ocurre con las pedagogías críticas que han insurgido para llenar el vacío de protagonismo de las educaciones escolares en los espacios escolares. Como lo trabajamos en “Apuntes para la reconstrucción de la historia de las pedagogías críticas” (2020)[6] la génesis de las pedagogías críticas se fundamenta en el pensamiento pedagógico nuestro americano que expresan Simón Rodríguez y Martí, así como en la epistemología anti burocrática de la izquierda radical ante la burocratización de la Unión Soviética y el emerger del fenómeno del Stalinismo. Marcuse en sus “Contribuciones a una fenomenología del materialismo histórico” (1928) y “Sobre la filosofía concreta” (1929) y todo el trabajo de la Escuela de Frankfurt, así como de teóricos marxistas de la talla de Rosa Luxemburgo, Maríategui, Gramsci, Luckács entre otros construirían la apertura epistemológica para entrar al debate de lo educativo con una mirada anti burocrática y relocalizada en los territorios, como escenarios para la generación de conocimiento alternativo. Las resistencias comenzaron a ser vistas no solo en su carácter anti capitalista sino también antiburocrático en el propio campo socialista. Esta necesaria identidad de origen de las pedagogías críticas con los marxismos malditos, agrega dificultad para el encuentro con colectivos de educaciones populares, muchos de los cuales mantienen un encuadre distinto del pensamiento de izquierdas. Lo anti burocrático y anticapitalista de las pedagogías críticas enriquecen las miradas y praxis de resistencia en los espacios escolares, pero contiene un cierto distanciamiento con lo popular que no es de izquierdas o de izquierda ortodoxa.

La praxis de resistencias concretas va diluyendo este distanciamiento. Es imposible hablar de alternativas anticapitalistas en las aulas sin mirar lo que se está haciendo en las educaciones populares. Sin embargo, el peso del discurso de vanguardia, propio una parte importante de las izquierdas, pesa mucho en la forma de mediación con lo popular, lo cual dificulta el necesario encuentro entre pedagogías críticas y educaciones populares.  Estos encuentros y desencuentros tensionan el campo de las pedagogías críticas, repensando su énfasis y planteando la necesidad de encuentro con las educaciones populares.

La identidad de las pedagogías críticas se re-construyen a partir de la idea que es posible trabajar ciudadanía revolucionaria, consumo consciente y tejidos de solidaridad con y desde el trabajo pedagógico en la escuela, a la par que se dialoga e interactúa con la transformación radical de la sociedad. Esto implica una hibridación conceptual y metodológica con las educaciones populares.

Sin embargo, mientras existen pedagogos críticos que por razones de su práctica comunitaria, gremial o militancia social han desarrollado una praxis cruzada e integrada con las educaciones populares, también es cierto que se ha construido una percepción academicista en otros sectores del campo de las pedagogías críticas, quienes valoran lo comunitario y la militancia social de las educaciones populares como carentes de rigurosidad científica y de objetividad investigativa. Esta desviación esconde una epistemología conservadora y reproductora de la separación entre conocimiento y pueblo, así como un cientificismo ramplón que nada tiene que ver con el horizonte estratégico y epistémico de las pedagogías críticas.

En las universidades se ha construido una casta de supuestos pedagogos críticos que pretenden construir un régimen de verdad sobre este campo de pensamiento. Han convertido al pensamiento crítico en una moda que les permite transitar por la carrera profesional con subsidios y premios, sin que su praxis muestre un acompañamiento o militancia en el movimiento social y pedagógico. Insistimos, las pedagogías críticas son una militancia en las resistencias pedagógicas anti sistema y en la militancia política-social por el cambio radical. Esta casta se constituye en un problema para construir campos de encuentro e hibridación entre las educaciones populares y las pedagogías críticas.

Mientras las pedagogías críticas en su conjunto son anticapitalistas, no todas las formas de educaciones populares lo son. Tomar nota de esta diferencia, no para ser selectivos, sino para encontrar distintas formas de mediación y encuentro es una tarea pendiente en el campo de las pedagogías críticas.

Lo que aprendimos con potentes movimientos pedagógicos como el colombiano, es que es posible integrar las pedagogías críticas y las educaciones populares en un horizonte de transformación radical de nuestras sociedades, con tareas de transición para cada etapa. La noción de colectivos pedagógicos que integren a docentes de aula y experiencias de educaciones populares pareciera ser el camino privilegiado para aprender juntes, desde adentro y desde afuera de los sistemas escolares.

En síntesis, tanto en las educaciones populares como en las pedagogías críticas, por distintas razones y causas existen colectivos e individualidades que viven la comodidad del desencuentro. Unificar campos obliga al desprendimiento dolorosos de herencias que no ayudan a la profundización de la perspectiva de los y las trabajadoras en la sociedad y la educación. El sistema lo sabe y alimenta con financiamientos, elogios y paradigmas seudo novedosos la compartimentación de estos campos, para evitar la dialéctica radical de la unidad epistémica de las educaciones populares y las pedagogías críticas.  Este problema sigue teniendo fuerza y seguramente permanecerá por muchos años más, de allí la importancia de develarlo y asumir los debates al respecto.

Segunda idea fuerza: es necesario trabajar el encuentro, hibridación conceptual y metodológica de las pedagogías críticas y las educaciones populares.  Se necesitan la amplia perspectiva anti sistema de las pedagogías críticas en las educaciones populares y se requiere de la epistemología de construcción de conocimientos y experiencias de las educaciones populares en la teoría crítica.

  • Los pobres y explotados están en la escuela y fuera de ella

La Vega es una comunidad popular en Caracas, Venezuela.  En esta parroquia hay experiencias escolares clásicas, otras novedosas como las que desarrolla Fe y Alegría, así como escuelas bolivarianas oficiales que intentaron romper con el modelo educativo reproductor, mientras otras empalmaron con el viejo comunitarismo despedagogizado.  Allí también existen numerosos colectivos de educación popular, algunos de los cuales ni siquiera se reconocen como tales, pero su labor entra dentro de lo que entendemos como el campo de las educaciones populares. En la Vega no hay burgueses, algunas familias pueden encuadrar en lo que definimos como clase trabajadora y la mayoría pertenece a la economía informal, eso sí existe mucha pobreza e incluso pobreza extrema.

En el sector de “Los Mangos” de esa parroquia, existe un hermoso trabajo con los consejos comunales y la construcción de poder popular. Allí laboran las misiones educativas, de carácter oficial que heredaron toda la narrativa anti-escuela del foquismo de izquierda de los sesenta y parte de los setenta que planteaba que no había que resistir en la escuela sino hacer la revolución. Estas experiencias educativas aunque tienen un currículo escolar flexible, a veces parecieran empalmar –sin conocerlo- con el discurso de descolarización de Iván Ilich. Más arriba, en el sector de los Paraparos, otro colectivo, opuesto al gobierno Bolivariano, realiza un espectacular trabajo de educación sexual integral, cuestionando a la escuela por su incapacidad de trabajar estos temas.

En la Escuela Bolivariana del sector se asume que el trabajo de educación popular está más asociado a la construcción de poder popular que a lo educativo, que los comunitarios realizan un hermoso trabajo pero que sus dinámicas no son transferibles a la escuela.  Se reduce el trabajo de la educación popular a algunas prácticas dialógicas instrumentalizadas y la animación socio-cultural se suele confundir con educaciones populares. Cuando le preguntamos a los y las maestras/os si trabajan con la perspectiva de las educaciones populares señalan que sí, que utilizan dinámicas de grupos y hacen algunas sistematizaciones de diálogos.

En la Vega la polarización política es tremenda, por lo cual la escuela con currículo cerrado, performance autoritario, régimen disciplinar suele ser defendido por los sectores más conservadores de la derecha, aunque siempre hay algunos izquierdistas despistados que se suman a este coro. Por otro lado, están las visiones más radicales que hablan de la necesidad de una escuela con pertinencia, que traslada el epicentro de la acción educativa a lo comunitario extra escolar, vaciando a la escuela de la real pertinencia educativa, es decir ciencia, conocimiento y saberes para entender y transformar el contexto.  Lo más importante es que aún, en un territorio tan polarizado, partidarios de las opciones políticas más visibles en disputa coinciden en que la escuela debe cambiar y que están ocurriendo experiencias significativas “del otro lado” comunitario.

En la Vega como en todos los barrios y favelas populares de muestra américa no hay ricos, sino excluidas(os), explotadas(os), marginados(as). No tiene sentido seguir apostando por los desencuentros entre labor pedagógica alternativa dentro y fuera de la escuela. Es hora de sumar esfuerzos y voluntades, llenar las escuelas de educaciones populares e incorporar el pensamiento y acción transformadora d las pedagogías críticas en los comunitarios.

Tercera idea fuerza. Nuestro destino está atado al de los pobres y explotados de la tierra. Dejemos que sea ese compromiso el que nos junte.

  • ¿Qué tienen en común las pedagogías críticas y las educaciones populares? Trabajemos las coincidencias

Hasta ahora hemos postulado y defendido el encuentro dialéctico entre pedagogías críticas y educaciones populares de cara a un horizonte estratégico de cambio radical de la educación, la sociedad y el modo de producción. Hemos alertado sobre los intereses subalternos que se ocultan en el desencuentro y la construcción de falsas barreras. Veamos ahora las coincidencias, que es lo que nos permite juntarnos a trabajar y coordinar mucho más.

Primero, el esfuerzo sostenido desde las experiencias, para vincularnos de manera transformadora a la realidad concreta de nuestros pueblos, docentes, estudiantes, familias, territorios y nichos de resistencia. Se trata de aprender juntes en la medida que impulsamos un cambio radical en nuestras sociedades.

Segundo, la reivindicación de la contradicción como fuente inagotable de conocimiento y brújula para situarnos en los escenarios cotidianos. Es precisamente la forma de situarse ante la contradicción la que le da identidad propia a las educaciones populares y las pedagogías críticas.

Tercero, la justicia social y humana como elementos centrales de un nuevo modelo de sociedad por la que se lucha. Sin embargo, la justicia social es esgrimida por sirios y troyanos, por lo que apelar a ella no es suficiente. La justicia social y humana está determinada por la posibilidad de eliminar las desigualdades propias de la apropiación de las riquezas por parte de una élite para su uso y la destrucción de la naturaleza. En consecuencia, las educaciones populares y las pedagogías críticas asumen en distintos niveles y expresiones, líneas de una agenda anticapitalista para la justicia social.

Cuarto, las metódicas participativas distinguen a las educaciones populares y las pedagogías críticas, no como dinámicas instrumentales, sino como escenarios para la dialogicidad y la construcción compartida de conocimiento, praxis, reflexión y cambio radical.

Quinto, la fuerza del diálogo horizontal sin jerarquías, amos ni dioses, donde todes nos reconocemos un mismo pueblo insumiso, no es una metódica, es una forma de entender el mundo y el encuentro con los, las, les otres. Es nuestra forma de ir prefigurando y construyendo una sociedad de iguales.

Sexto, la alegría. Los(as) pedagogos críticos y las(os) educadorxs populares andamos por la vida desandando la tristeza con un optimismo ilimitado que se muestra con sonrisa, ternura, abrazo, mirada frontal, movimiento y esperanza. Mientras los oficiantes del poder burgués hacen culto a la seriedad y la distancia quienes estamos en este campo desatamos la locura de la informalidad y el contacto. Ahí nos reconocemos antes de hablar, antes de saber quién es el otro, las otras les otres solo con ver, cómo las y los compañeres van por la vida.

Séptimo, la ética multicultural es una forma de construir espacios, mecanismos, prácticas donde las diversidades sean lo común, derrotando las peores exclusiones.

Octavo, la lucha antipatriarcal y los feminismos como centralidad de la actual etapa de la lucha de clases.

Noveno, la lucha por la paz con dignidad, igualdad y justicia social, nunca la paz de los arrodillados y silentes ante la injusticia. Este amor desenfrenado por la paz nos identifica y une.

Décimo, la articulación con otras opresiones. Es imposible trabajar lo educativo como una isla, por el contrario, al resistir a la opresión que se refleja en las dinámicas escolares y comunitarias, surgen vínculos, caminos torrentes que nos conectan a las múltiples opresiones que genera el capitalismo.  Esto es distintivo de nuestros campos.

Décimo primero, la valoración del pensamiento descolonizador y la reivindicación del recorrido comunitario y de nuestros pueblos originarios.

Décimo segundo, la vuelta a la pacha mama, a la cultura ecológica, al reencuentro de la especie humana con el resto de la naturaleza.

Décimo tercero, el desprecio por la razón burocrática, por la razón de Estado.  Ese empeño incesante por la transgresión de normas sin sentido, de rituales fosilizados y de preceptos obsoletos, identifica a nuestros campos.

Décimo cuarto, la dialéctica entre lo global y lo local, entre el impulso del desorden donde estamos actuando y sus ecos en el desorden sistémico. Esa forma de comprender como lo pequeño y lo grande, lo micro y lo macro, están íntimamente vinculados.  El sistema se agrieta por debajo y se rompe estructuralmente. Esa mirada y praxis es común a nuestros campos.

Décimo quinto, la democracia como camino para disolver el poder omnipotente de gobernantes, aquí y allá. La democracia de la calle, de la gente, con rostro y territorio es una preocupación central de las pedagogías críticas y las educaciones populares.

Décimo sexto, la experiencia de participar en las batallas de todes, el compromiso por no quedarnos fuera de ninguna pelea contra el sistema por pequeña o gigante que parezca. Esa identidad insumisa nos une.

Cuarta idea fuerza: somos parte de una misma tradición y un mismo recorrido. Llegó la hora de juntas manos y conciencias.

Epílogo: La tormenta educativa que recién inicia

En la post pandemia el capitalismo cognitivo amenaza con arrasar territorios educativos y experiencias pedagógicas que históricamente han utilizado nuestros pueblos para resistir a la dominación y la exclusión. Se nos anuncia la división del mundo entre tecnófilicos y tecnofóbicos, entre incluidos en la aceleración de la innovación y una nueva ola de marginación que puede desheredar a la mitad de quienes habitamos el planeta.

Lo educativo es y será un lugar privilegiado en la batalla que recién se inicia. Es hora de romper esquemas, aprender juntes, abrirnos cognitivamente a las nuevas expresiones de resistencia y producir una indisoluble unidad entre las educaciones populares y las pedagogías críticas. Yo me anoto en esa apuesta ¿Y tú?


[1] Doctor en ciencias pedagógicas. Co-fundador del Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en Educación. E mail: luisbonillamolina.62@gmail.com

[2] Para quienes quien profundizar mucho más en este tema les recomiendo leer mi trabajo Bonilla-Molina, Luis (2020) Educación anticapitalista: apuntes para la reconstrucción de la historia de las pedagogías críticas. Ediciones Sylone. Viento Sur. España https://www.sylone.org/educacion-anticapitalista-c2x31043135

[3] Existe todo un debate sobre la innovación que no es posible desarrollarlo en este corto artículo. Lo coloco aquí como una provocación para quienes se atrincheran en el cuestionamiento a la innovación para no actualizar narrativas, imaginarios, praxis y definiciones estratégicas conforme el mundo va cambiando.  Ese conservadurismo es muy dañino para el campo de las educaciones populares. Aunque seguramente siempre tendrá quienes defiendan ese punto de vista mi posición es radicalmente contraria.

[4] He insistido en otros trabajos sobre la pérdida de fuerza del laicismo como reclamo histórico del presente.  Ello tenía razón de ser para separar a los oficiales religiosos de la docencia pública, sin negar que quienes lo hicieran tuviera alguna fe pero se sujetaran en las escuelas a la perspectiva científica.  Eso sirvió a medias, pues aún en muchas escuelas de América latina se reza o celebra las festividades religiosas.  El ejemplo del retroceso del laicismo en escuelas del Brasil muestra su ocaso.  En realidad, hoy el llamado a una escuela científica es más revolucionario que el laicismo, pero ello presenta otros problemas que este artículo pretende visibilizar.

[5] Ello no niega ni relativiza los debates sobre la ciencia y el pueblo, la tecnología y la vida, el conocimiento y la ecología, pero tampoco se deja encantar por los discursos anti ciencia que tienen detrás epistemologías de fe que no se atreven a mostrar sus fines subalternos de manera transparente.

[6] Bonilla-Molina, Luis (2020). Educación Anticapitalista: apuntes para la reconstrucción de la historia de las pedagogías críticas.  Ediciones Sylone – Viento Sur. España

*https://luisbonillamolina.wordpress.com/2021/05/18/el-encuentro-urgente-pedagogias-criticas-y-educaciones-populares/

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Orquídeas al viento:Las nuevas generaciones de venezolanos y venezolanas en los procesos migratorios 2014-2020

Por: Luis Bonilla-Molina[1] [2]

(Resultados de investigación como becario de CLACSO)

“Amo, lloro, canto, sueño,

Con claveles de pasión,

Con claveles de pasión”

(Alma llanera, segundo Himno Nacional

de Venezuela)

  1. Introducción:

La orquídea es la flor nacional de Venezuela, representando el colorido y la hermosura de una tierra que es alegría, caribe, sonrisa, rebeldía, cimarronaje, solidaridad, encuentro y mano amiga. El 23 de mayo en las escuelas de Venezuela se celebra el día de la flor nacional, como un signo de identidad criolla. La trilogía conformada por el Araguaney, árbol nacional, el turpial, ave oriunda y, la orquídea, nos muestran un país con imaginario de selva, cascadas, playas, llano y montañas.

Las orquídeas en cautiverio requieren especial cuidado para que puedan sobrevivir, pues tienen un solo cotiledón; crecen hermosas cuando están libres en montículos y bosques. Las orquídeas son un madrigal que ilumina, allí donde el ambiente no está contaminado. Esta flor se suele asociar a los más nobles sueños de la juventud, a la fragilidad de las utopías y, a cómo éstas requieren de un mundo ecológico. La juventud como las orquídeas demandan una sociedad que haga suya la ecología política.

En los últimos años, una cara de los sueños, proyectos y nobles aspiraciones de la juventud tiene rostro de emigración y añoranza por el terruño, mientras la otra de arraigo y resistencia. Son fenómenos complementarios que construyen la identidad tanto del que se va, cómo de quien se queda. La juventud como las orquídeas, multiplican su colorido si conviven junta a las otras. Nos advertía Carmen, una vieja campesina de tres esquinas, en Bramón, Estado Táchira, un territorio de veredas y caminos no descubiertos en la frontera entre Venezuela y Colombia, que las orquídeas se pasman cuando las separan de sus hermanas, que florecen y se tornan más fuertes si se les deja crecer juntas. Como las orquídeas de doña Carmen, la juventud venezolana se ha dividido entre quienes están y se van, retornan y dejan atrás a otres, quienes deben aprender a sobrevivir aquí o allá, sin olvidar su esencia y gentilicio. Hoy nuestramérica y el mundo ha visto lanzar orquídeas venezolanas al viento, muchas veces sin garantías ciertas para que pueden agenciar sus vidas con garantías plenas de derechos.

Venezuela ha sido conmocionada como nación, por la emigración no prevista de cientos de miles de nacionales durante los años 2014-2020. Lo no previsto está signado por el deterioro acelerado de las condiciones materiales de vida de la población venezolana, especialmente de su juventud. El discurso que hace ver como espontáneo y no programado este proceso de emigración, procura presentar a quienes parten como limitados/as en su capacidad de agenciar su propia vida, pero también, como eunucos políticos. Marx en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) precisaba que “el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general” y, eso es lo que está ocurriendo, un proceso de recualificación política determinada por el deterioro de la calidad de vida, que tiene como una de sus expresiones concretas el fenómeno de la emigración.

La emigración venezolana en general y la juvenil en particular, ocurrida en el periodo 2014-2020, tiene causas multifactoriales que no siempre son trabajadas a la hora de intentar comprender este fenómeno. Se considera necesario analizar por lo menos tres causas estructurales concretas que están en la génesis de esta problemática.

La primera, el permanente asedio de las fuerzas imperialistas contra la revolución Bolivariana. El modelo económico neocolonial, dependiente y rentista de la economía venezolana durante la cuarta República, estuvo asociado a la relación de subordinación del gobierno y la burguesía venezolana a los Estados Unidos.

La Revolución Bolivariana desde sus inicios gubernamentales en 1998, se planteó romper con esta relación de dependencia y trabajar una nítida perspectiva de soberanía nacional y mundo multipolar.

En mayo de 2004, después de la develación de la participación norteamericana en el golpe de Estado de 2002 y ante el descubrimiento de un campamento paramilitar con intenciones conspirativas contra el gobierno nacional, el presidente Chávez formuló la declaración antiimperialista del proceso Bolivariano, que expresaba el quiebre histórico de la relación de sometimiento de la nación del norte sobre Venezuela.

Esto intensificó el asedio norteamericano y de las naciones imperialistas europeas contra la patria de Bolívar, acoso que ha sido constante y previsible. A la Declaración de la administración de Obama, sobre Venezuela como amenaza a la seguridad nacional norteamericana, le siguieron las medidas coercitivas contra Venezuela decretadas por Trump. Las sanciones norteamericanas han tenido un impacto profundo en la calidad de vida de la población venezolana y tienen la intención de frenar y eliminar el espíritu transformador de la revolución Bolivariana. Se destaca la noción de asedio previsible, porque ello implica obligación del liderazgo que conduce una transformación radical, de prever escenarios, salidas, propuestas alternativas que se valoran más allá de sus narrativas por su eficacia política, económica, social.

La segunda, es compleja por las contradicciones dialécticas que contiene y quizá la mejor forma de describirla es usando la metáfora de una marcha del proceso Bolivariano en tres carriles, no siempre paralelos. El primero de los raíles expresa las dinámicas que acompañan la decadencia de la vieja burguesía, hecho que en un país de economía importadora facilitó el surgimiento de nuevos actores de la llamada “burguesía emprendedora nacional”. Este fenómeno tiene hitos importantes entre 1999-2002 (Miquelenismo), 2003-2013 (surgimiento de nuevos actores de la burguesía importadora) y 2013-2020 (consolidación de la idea de burguesía revolucionaria, plasmada en políticas públicas). El segundo de los raíles se construye a partir del emerger desde el Estado, de un proceso de comunalización que apunta a la construcción de un modelo de socialismo del siglo XXI, el cual tuvo su auge entre 2002 y 2007, detenido por las tensiones que se crean entre poder popular embrionario e intereses de la burguesía importadora emergente. El tercero de los raíles lo transita la corriente histórico-social por el cambio radical en Venezuela, que viene de las batallas libertarias del siglo XX, especialmente contra el neoliberalismo. Estos tres carriles han tenido puntos de encuentro en distintos momentos de auge de cada una de estas dinámicas, que son fáciles de identificar por la crispación política que producen estas confluencias, ya sea al interior de las fuerzas bolivarianas o, entre oposición y el llamado chavismo.

La tercera, la cultura del rentismo en general y del rentismo intelectual en particular, que ha menospreciado el talento nacional popular para salir de la crisis y ha preferido construir una ruta de “salvación nacional” con capitalismos emergentes como China, Rusia, Turquía, entre otros. Capitalismos emergentes que están orientados por la ganancia, especulación y usura, no por los intereses del pueblo venezolano; negociar con ellos implicaba redoblar las alertas, nunca colocar puentes y alfombras, entre estos y un sector de la burguesía criolla.  Solo el pueblo salva al pueblo y, eso en Venezuela tiene lectura de Estado comunal, pero la comunalidad y el desembarco en el país de los capitalismos emergentes representan intereses diferentes.

Las intersecciones de estas tres dinámicas crean “detonaciones incesantes”, qué al no ser abordadas desde una perspectiva de lucha de clases, deterioran las condiciones materiales de vida de la población, sirviendo de caldo de cultivo para el escalamiento de los procesos migratorios. La explosión del proceso de emigración ocurre en un contexto de reorientación del proceso Bolivariano, que pareciera ubicarlo progresivamente en las antípodas de su génesis transformadora; la situación de asedio imperial ha logrado frenar el ímpetu revolucionario de una parte importante del liderazgo. Las evidencias parecieran señalar que la actual dirigencia ha optado por la sobrevivencia del día a día, lo cual le hace perder el horizonte estratégico. A pesar de ello, el espíritu y prácticas rebeldes y solidarias de la revolución bolivariana, desde abajo, siguen vivas, resistiendo desde los márgenes de la institucionalidad, a la espera de un reencuentro entre liderazgo institucional y comunidades, o tal vez, de una revolución dentro de la revolución.

El pueblo trabajador resiente esta doble situación. La inflación desmedida y sin precedentes en la historia patria, la caída del poder adquisitivo del salario mínimo y nominal, el deterioro de los servicios básicos, el eclipse de la democracia participativa como lugar de enunciación de las políticas públicas, crean un escenario complejo para un pueblo que demanda que la crisis la paguen los que más tienen.

La derecha apátrida no es una alternativa política, ni siquiera para la clase media alta que ve con recelo su desmedida ambición por el poder y su entrega a intereses foráneos, sin que ello vaya acompañado de una praxis al lado del pueblo. La democracia venezolana, incluso redimensionada por la revolución Bolivariana, requiere de una oposición que este a la altura de sus definiciones, lamentablemente esto no ocurre.

La izquierda marxista es una minoría que no ha logrado construir un polo alternativo de masas. Sin embargo, a finales de 2020, factores de izquierda conformaron la Alternativa Popular Revolucionaria (APR), con la tarjeta del Partido Comunista de Venezuela (PCV), como estrategia electoral para las elecciones de la Asamblea Nacional de diciembre, 2020, tomando distancia del liderazgo del Partido Socialista de Venezuela (PSUV). La APR es una apuesta por una salida revolucionaria a la crisis del capitalismo dependiente y rentista venezolano. Sus impulsores señalan que la APR va más allá de lo electoral y constituye una estrategia para la reorientación clasista del proceso Bolivariano. La APR está conformada por militantes de partidos intervenidos por decisiones del Tribunal Supremo de Justicia, activistas sociales campesinos y campesinas, colectivos artesanales, feministas, ecologistas, obreros y obreras, grupos culturales, pero falta saber su conexión o no, con el descontento en las bases del chavismo.

Los resultados lectorales del 6D de 2020, al menos en términos electorales, no dieron evidencias de ello. La APR a pesar de estar conformada por más de 200 colectivos sociales no logró superar la histórica votación del PCV, obteniendo solo un curul para la Asamblea Nacional. El gran ganador electoral fue el PSUV, alcanzando la mayoría de escaños del parlamento, mostrando que el discurso alternativo de la izquierda radical y la derecha en diálogo con el gobierno, tiene precaria acogida electoral. Sin embargo, la situación expresada en las elecciones parlamentarias se mostrará de manera más nítida en el año 2021, donde podremos valorar el nuevo cuadro de correlaciones de fuerzas que surge con las elecciones, resultante tanto de votos, como de porcentajes de abstención

Es necesario precisar, que este trabajo tiene como lugar epistémico de enunciación, el latido de compromiso revolucionario, de crítica certera del pueblo bolivariano insumiso. En este sentido, se procura tomar distancia con la cultura de la propaganda polarizada que pretende asaltar el pensamiento crítico, especialmente en las ciencias sociales. Para ello, hemos ido de la comprensión de lo estructural para poder dialogar de una manera más analítica con actores/as migratorios juveniles y, a partir de ello, hibridar teoría y praxis. Este es un fenómeno en pleno desarrollo, no estático, con flujos y reflujos y nuestra intención ha sido poder comprender su estado actual.

  • Antecedentes

“Llevo tu luz y tu aroma en mi piel;

y el cuatro en el corazón.

Llevo en mi sangre la espuma del mar y

tu horizonte en mis ojos”

(Venezuela,

Pablo Herrero Ibarz y

Jose Luis Armenteros Sánchez )

Cabrujas (1987) definía al Estado venezolano como un “disimulo”, como un “truco legal”, afirmación que ampliaría Fernando Coronil en “Estado Mágico, Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela” (2002), especialmente en su dinámica rentista. Esta caracterización se fundamenta en la falta de institucionalización de los procesos, de concreción material de las definiciones jurídicas, las carencias de continuidad en las políticas públicas ante las rotaciones de gobiernos; se trata de una crítica al caudillismo y el mesianismo como sustituciones históricas del Estado nacional.

Luis Brito García en “El verdadero venezolano: mapa de la identidad venezolana” (2017) muestra como ese “disimulo mágico” tiene en la historia visos racistas, al entender “la inmigración como remedio «único» para, entre otras cosas «mejorar la raza»” (2017;167-168).

Históricamente hablando, en Venezuela se ha sobreestimado la inmigración al asociarla al desarrollo nacional, mientras se subestima la emigración al hacerla portadora de incultura y barbarie que debe ser educada y domesticada. En un país con precaria cultura de emigración, esta idea neocolonial subyace en el abordaje del tema y también como una forma de expiar responsabilidades gubernamentales.

Lo extranjero atractivo no es universal, sino asociado a las naciones de tradición imperial o de éxito industrial, mientras se identifica a los “otros” como extranjeros agrestes con los cuales no es recomendable ligarse.  Esto lo vemos en el imaginario socialmente existente sobre las bondades de la inmigración alemana, española, portuguesa e italiana versus al recelo a las inmigraciones sirias, china o colombiana; recelo que es xenofobia vedada, pues como señalé, mientras una inmigración era concebida para mejorar la raza, otra era valorada por su capacidad de aportar trabajo manual. La violencia simbólica hecha xenofobia narrativa no es menos agresiva que la violencia física, sino que son dos caras de la misma moneda.

Como lo trabaja Sergio Caggiano en “lo que no entra en el crisol” (2005), las “virtudes morales” muestran arraigo del racismo en una sociedad. En Venezuela, ello estaba expresado en frases como “colombiano que no lo hace a la entrada lo hace a la salida” para expresar la desconfianza hacia una migración fundamentalmente de mano de obra, del trabajo, que podía rebelarse ante lo injusto. En oposición estaban los discursos sobre la inmigración europea blanca, al señalar “los portugueses e italianos vienen es a trabajar y ayudar al país”. Español empresario y trinitario vendedor ambulante, son construcciones lingüísticas e imaginarios que se vinculan al racismo. Racismo que tiene una enorme carga de endoracismo al estigmatizar al criollo emigrante como incapaz de aportar fuera de las fronteras nacionales.

Esta idea la sostendrían a través del tiempo intelectuales con influencia política de la talla de Gil Fortoul y gobernantes como Eleazar López Contreras y Pérez Jiménez, entre otros. Venezuela es visto por varios teóricos del liberalismo, republicanismo, positivismo y del ideal democrático, como un país al que le beneficia ser receptor de un tipo de inmigración y rechaza esa otra migración. “Los sirios venden baratijas en la calle y fomentan la informalidad mientras los suizos le traen desarrollo a la nación con sus joyerías” o “los asiáticos vienen muertos de hambre y no se casan con venezolanas, los europeos ayudan a la economía y mejoran la raza”, son frases socialmente difundidas que muestran al discurso de la inmigración, mediado por enfoques de clase y raza, cuya comprensión integral demandan una perspectiva de género. Esto forma parte de una epistemología de lo social que sublima lo extranjero y menosprecia lo propio, que deriva en formas veladas o explícitas de racismo y xenofobia.

En esa visión subyace la idea del venezolano como un salvaje y el inmigrante extranjero como el ilustrado que traerá el progreso, mirada que oculta los problemas generados por el papel periférico que le asigna el capitalismo industrial a nuestra región. Carlos Rangel en su libro “Del Buen salvaje al Buen revolucionario” (1976) señalaba que ello ocurría “para intentar excusar o enmascarar el fracaso relativo de Latinoamérica, hija del Buen Salvaje, esposa del Buen Revolucionario, madre predestinada del Hombre Nuevo”. (Rangel,1976;28).

Contra esta relación de lo nacional con lo extranjero se rebeló de manera temprana Simón Rodríguez, en su conocida proclama de “inventamos o erramos”. Una parte importante del pensamiento de izquierdas, desde las primeras células del partido comunista, pasando por el Movimiento Al Socialismo y su “hecho en Venezuela”, intentó colocarse en la otra orilla. Si revisamos los trabajos de Simón Sáez Mérida en las revistas “Al Margen” (décadas de los 70 y 80) y “F27” (década de los 90), Reyes Baena (Revista Pedagógica Nuestra, 1947), Domingo Alberto Rangel (Venezuela país ocupado, 1960), Pedro Duno (Los doce apóstoles. Proceso a la degradación política, 1975), entre otros, encontramos una reafirmación de lo nacional y un encuentro con “lo extranjero” desde lo nacional, que toma distancia del endoracismo. Ludovico Silva (Anti-manual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos, 1975) es un representante de esas ciencias sociales nacionales, quien, con fuerte identidad nacional, trabaja una epistemología dialéctica entre lo local y lo global. Sin embargo, la construcción del capitalismo rentista va en otra dirección, valorando al talento como otra mercancía que se importa, despojando de cualquier capacidad constructiva al talento nacional; en los procesos migratorios el venezolano es visto como mano de obra que se exporta. Esto lo observamos con Luis Bigott, intelectual afrodescendiente, quien es mencionado en algunos actos públicos, pero su obra estudiada de manera precaria, incluso por el pensamiento descolonial que tanto estimuló.

La idea del mestizo como “mejoramiento de la raza” para la transformación nacional, producto de la mezcla del indígena y el europeo, es sostenida por Arístides Rojas y popularizada por Andrés Eloy Blanco, con su caracterización del venezolano “café con leche”. Pero el mestizo de Andrés Eloy no oculta la influencia de la negritud en su constitución como sujeto histórico, fenómeno que, si será recurrente en la narrativa del poder que ve en la mezcla del criollo con el extranjero de las metrópolis, la mejora “cultural”, convertida en adaptación criolla del racismo. Racismo que emerge en algunas interpretaciones de la emigración. En los últimos años esta perspectiva se muestra con la idea del que emigra como aquel que no logra adaptarse a una situación generalizada de sobrevivencia y por lo tanto no está comprometido con los intereses nacionales.

Para el pensamiento político de las derechas venezolanas, el pueblo es un “Juan Bimba”, a quien hay que “asistir” pero no dar el poder, porque él solo puede ser representado por la clase política blanca o mestiza, descendiente de extranjeros blancos y educada en el arte de gobernar. La infantilización política del pueblo es racismo, sustento de la democracia de las representaciones determinadas por las burguesías blancas o neo mestizas. El pueblo es visto como muchedumbre, hordas, que deben ser educadas para poder participar en el mundo de lo político; el asistencialismo que no empodera, es una forma de racismo. Las tensiones del proceso Bolivariano entre Estado Comunal versus comunas empoderadas de su gestión, ocurre porque en realidad lo comunitario no es aún epicentro del poder político, sino una expresión de la confrontación política y la lucha de clases, cruzada por elementos de racialización.

El ideal espartano de lo militar y ateniense de lo político, hace ver al pueblo como objeto de control y ayuda. Ya sea por la vía de las ideas o de la fuerza, el pueblo debe ser controlado y asistido, es una reedición de la perspectiva griega de democracia donde el pueblo era la élite y el pueblo-esclavo un “no sujeto político”.

El desprecio por lo nacional, en un país donde el capital intenta importar la mayor cantidad de productos para apropiarse de la renta petrolera, construye la idea de un sujeto nacional que nada tiene que mostrar en el exterior. La apropiación del excedente de la renta petrolera, tomada por la burguesía mediante una cultura de las importaciones consumistas, incluye al conocimiento. Para justificar este proceso de apropiación de las ganancias generadas por el extractivismo petrolero, el conocimiento propio aparece devaluado, el nacional como objeto consumista y no como sujeto político creador.

Esto tiene un correlato en las migraciones internas y el símbolo de trabajo, disciplina y progreso que se asigna a migraciones internas del sur-occidente. Un imaginario construido por la oligarquía (godarria) andina, que a su vez es presentada como inculta por los amos del valle; la disociación entre cultura del trabajo y “alta cultura”, es resuelta por el rentismo migratorio que promueve la llegada de colonos extranjeros. Esta concepción resultaba funcional al modelo rentista que se inicia con el extractivismo petrolero en las primeras décadas del siglo XX. Ello implicó una destrucción progresiva de la actividad agrícola y el surgimiento de una burguesía importadora y ensambladora, que, en el periodo de bonanza petrolera de los setenta del siglo XX, generó el modelo cultural y de consumo “´ta barato, dame dos”, dinámica favorecida por la tesis del “buen salvaje consumidor” y de lo extranjero como “progreso” a consumir e imitar en sus formas.

Esto contrastaba con un creciente movimiento intelectual y científico que vivía en los márgenes de ese Estado de “disimulo mágico”. El asedio histórico al pensamiento disidente universitario, ha tenido un capítulo especial contra las ciencias sociales y su capacidad de alerta, denuncia y propuesta. Las ciencias sociales que históricamente aceptó el poder, fueron meros ejercicios de propaganda, de generación de propuestas para el control y el orden social, donde el pensamiento crítico se convierte en no deseado. La idea de tanques de pensamiento con producción teórica crítica de carácter secreto, cuyo uso es opcional para los instalados en el poder, forma parte de este asedio a la libertad de pensamiento en las ciencias sociales. Por ello, el conocimiento del “extranjero” que se promovía en el país, era aquel que sostenía y ampliaba el modelo de dependencia neocolonial rentista, no el que apuntaba a la creación de poder popular.

El nuevo incluido reciente y no programado lo constituyó la inmigración que llegó en las décadas de los setenta y ochenta del siglo XX al país, para escapar de la persecución política en sus países y que en su mayoría empalmó, respetando y colaborando con la construcción de un pensamiento crítico nacional. Pero esta no era la idea del extranjero que promovía el rentismo racista.

Carlos Andrés Pérez en medio de la bonanza petrolera de los setenta del siglo XX, promueve la idea de enviar a miles de venezolanos/as para formarse fuera del país, sin que ello fuera acompañado del desarrollo de una infraestructura propia para la inserción de los “nuevos ilustrados” a su retorno; se trataba en realidad de ir a comprar un modelo cultural para ayudar a fortalecer el consumo rentista en todos sus órdenes, incluido del mundo de las ideas. El estudio de José Egidio Rodríguez (2019)[3] sobre el Programa Gran Mariscal de Ayacucho (PGMA) señala que de los 15.000 becarios formados el exterior entre 1974 y 1996, 10.000 tuvieron como destino EEUU, otro número importante Europa y en un menor porcentaje a algunos países de Asia y América Latina. Esta es la emigración que promovió el Estado, conforme a su modelo rentista racista.

El rentismo es una característica de los Estados petroleros como Venezuela, que se traslada de lo económico a los planos cultural, social, político. El rentismo petrolero ampliamente trabajado por Hazem El Beblawi y Giacomo Luciani (1987) respecto al mundo árabe, ha sido utilizado como categoría de análisis para el conjunto de naciones que estructuran sus sociedades alrededor de la explotación del hidrocarburo, y ha sido trabajado recientemente por Edgardo Lander (2016/2017), Víctor Álvarez (2014), Carlos Mendoza Pottellá (2020), aportando elementos para su comprensión como realidad venezolana.

Si bien el proceso bolivariano expresa un giro nacionalista y anticolonial en su política contra las naciones imperialistas, quedó aún atrapado por una especie de neo iluminismo hacia la izquierda extranjera, buscando luces en lo externo para resolver las tensiones entre empoderamiento comunal versus asistencialismo, entre poder desde arriba y poder desde abajo. Esto se ha mostrado de manera nítida en los encuentros de solidaridad internacional con Venezuela, impulsados desde 2003, que cada vez privilegian más, en cantidad y oportunidad, a la intelectualidad foránea respecto a la nacional. No se trata de promover la xenofobia académica o política, sino de visibilizar la demanda creciente de paridad en los procesos de estudio y comprensión de lo ocurre en el país, tanto en los eventos que se promueven desde la institucionalidad como en la cobertura mediática de los mismos; se trata de reivindicar la voz de los nacionales, quienes piensan el país desde la acción de un proceso de transformación, en la dialéctica del territorio, praxis y pensamiento emancipador y resisten a nuevas formas de colonialismo intelectual. Estamos refiriéndonos a la necesidad de romper con el rentismo racista en el plano de las ideas.

La preocupación desde el poder, por unas ciencias sociales demasiado críticas e “ingobernables”, por un pensamiento alternativo venezolano visto como inestable e impredecible no siempre alineado con el poder, intentó ser resuelto “importando” ideas para oponerlas y eclipsar al cimarronaje intelectual criollo. Esta desvaloración y visión problemática de lo divergente criollo, tendría un efecto directo en la perspectiva oficial sobre el emigrante, que es considerado como problemático desleal o alienado, pretendiendo ocultar con ello las condiciones materiales concretas que dieron origen a la vorágine migratoria de los últimos años.

El marxismo explicado por foráneos para soslayar la experiencia comunitaria anti burocrática venezolana, la mirada descolonial traída de afuera desconociendo la tradición anticolonial de nuestro país, la democracia participativa interpretada por forasteros, se convierten en prácticas e ideas que terminan ocultando la potencialidad del pensamiento revolucionario venezolano, insisto, por su componente de cimarronaje contra toda forma de poder. Expresan también la tradición del extranjero ilustrado.

Para entender lo que ocurre y el abordaje de la emigración venezolana, intentamos aproximarnos desde las contradicciones epistemológicas existentes en la sociedad venezolana, la dialéctica del conflicto cultural y lo que ello expresa en el abordaje institucional, para poder entender el desenfado con el que se ha tratado el fenómeno más importante de los últimos cincuenta años de movilidad humana de venezolanos y venezolanas.

  • La situación nacional antes de Chávez (1980-1998)

Viene bajando el obrero

Casi arrastrando sus pasos

Por el peso del sufrir

Mira que mucho ha sufrir

Mira que pesa el sufrir

(Casas de cartón, Los Guaraguao)

“Para poder entender el presente se hace necesario ampliar los límites de los hechos a estudiar y comprenderlos, en un sentido histórico, de tal manera que puedan reconocerse en los actos sociales concretos precedentes, los fundamentos de lo que hoy se denomina la Revolución Bolivariana” (Bonilla, 2005;102) y en este caso los procesos de emigración

Las crisis de los precios del petróleo y de la deuda externa de comienzos de los ochentas del siglo XX impactó de manera directa a la sociedad venezolana. A partir del llamado “viernes negro” de 1983, las expresiones materiales de la crisis que ello generó, fueron trasladadas a la población trabajadora, produciendo un brutal deterioro del nivel de vida.

Estadísticas del Fondo Monetario Internacional (FMI)[4] estiman que la inflación pasó en ese periodo fue de 9,6% en 1982 a 84,5% en 1990, alcanzando en 1997 el 99,9%. Como lo muestra el trabajo de datosmacro[5], a partir del ranking de Emigrantes por países, la emigración venezolana en el año noventa fue del 0.96%, en plena crisis política, económica y social de ese momento histórico.

La variación del precio del dólar en ese periodo tuvo varios momentos. El primero, antes del viernes negro (1980-1983) ubicado en 4,3 bolívares por dólar; un segundo, entre 1984 y 1993, periodo en el cual fue creciendo de manera sostenida año a año, de 13,55 bolívares por dólar hasta llegar a los 81,18, antesala a traspasar la frontera de los dos dígitos. El tercero, entre 1994 y 2002 que fue de 108,78 a 765 bolívares por dólar.

El desempleo[6] pasó en los noventa de 13% en 1982 a 20,9%. Esto incidía de manera dramática en las posibilidades de alimentación, cobertura de salud y escolar de la población, especialmente de las clases sociales subalternas, trabajadores, campesinos y trabajadores profesionales. El desprecio por la política se convirtió en una forma ciudadana de resistencia, ante un cuadro económico, político y social no conocido en el periodo de la democracia representativa.

El estudio de Matías Riutort (2001) muestra la evolución de la pobreza total en Venezuela, con momentos cruciales en 1982 cuando representaba el 26,4% de la población total, en 1988 donde alcanza 42,5% y se dispara en 1990 a 57,7%, alcanzando en 1997 el 62,5%, antes de la llegada de Chávez al poder.

La caída de los precios del petróleo Brent europeo, referente superior del valor del petróleo venezolano, pasó en agosto de 1989 de estar ubicado en 16, 77 dólares por barril, a 9,82 en 1998. Para un país rentista petrolero como Venezuela esta situación era dramática, afectando de manera sensible a la población trabajadora.

El impacto del brutal deterioro de las condiciones de vida de la población venezolana entre 1980 y 1998 se expresó en la respuesta popular del Caracazo de febrero de 1989, el alzamiento de los militares bolivarianos de 1992 y el amplio apoyo popular a la candidatura de Chávez en 1998.

Hugo Chávez es electo en diciembre de 1998, al cabalgar sobre esta crisis con un discurso centrado en las necesidades del pueblo e impulsando un proyecto de unidad nacional. Como advertimos al estudiar la inteligencia social venezolana “el Chávez que llega a Miraflores, a la par que aprende el arte de gobernar, trata de comprender y asumir las características del Chávez que parió el pueblo” (Bonilla, 2004; 52). Es el drama de un Chávez que trata de estar a la altura y calzar en ese otro Chávez que día a día inventa, crea y construye el pueblo. Chávez es una construcción de la esperanza social rebelde y, el hombre de carne y hueso se fue construyendo al calor del imaginario y la narrativa popular. Esto es muy importante para entender al chavismo y a Chávez, como resultado de un momento histórico concreto, rompiendo con narrativas mesiánicas, sin que ello implique desvalorar el papel del individuo en la historia (Plejanov; 1898[7])

  • El gobierno de Chávez

Es mejor perder el habla

Que temer hablar …

Entonces vamos hombre

Sostén con tu palabra

El corazón del pueblo

Para que no se caiga

(Tu palabra, Alí Primera)

Chávez se convierte en un político revolucionario novedoso que cumple lo que anunció como compromiso en su campaña electoral. Convoca en 1999 al proceso constituyente, modifica el régimen jurídico de la industria petrolera (2001) para garantizar una agenda social amplia, concibe una normativa que permita romper con el latifundio y ello genera una crisis en la alianza policlasista que lo había llevado al poder. Se produce el golpe de Estado de 2002 y la irrupción del poder popular que lo retorna en solo tres días al poder, creando las condiciones para el impulso de un proyecto de socialismo sui generis, en permanente tensión con el emerger de una nueva burguesía importadora.

Los precios del petróleo Brent europeo, comenzaron a repuntar en 1999, ubicándose a finales de ese año en 25,47 dólares por barril. En diciembre de 2005 el petróleo alcanzó la cotización de 52,64 dólares, mientras que en junio de 2008 los 128,33 dólares y en julio de 2011 los 111,62 dólares. Sin embargo, como lo muestra el estudio del economista venezolano Luis Salas, debido a las diferencias de precios entre las distintas cestas petroleras, el promedio de los precios del petróleo venezolano durante el gobierno de Chávez, fue de cincuenta dólares por barril.

Los precios de petróleo, significativamente superiores a los registrados en 1998,  crearon las condiciones materiales para impulsar un proceso de democracia económica y social, que se expresaba en las misiones sociales y educativas, los subsidios a los principales productos de consumo y la cesta básica, así como en la configuración de un imaginario social de igualdad en el estilo de vida de la clase media.

La inflación que en el 2001 había descendió al 12,5%, se elevó a 31,3% en 2003, el año siguiente del golpe de Estado contra Chávez del 2002 y de las turbulencias político-económicas generadas alrededor del mismo. Los datos de la inflación muestran un nuevo descenso el año 2006 a 13,7%; en los años siguientes hasta el 2013 cuando muere Chávez, se registran oscilaciones, entre 18% y 29%. Esta inflación que es alta, se atenúa en sus efectos en el consumidor común por un modelo de redistribución de la riqueza nunca visto antes, que genera mayor capacidad de consumo de los sectores populares, lo cual crea las condiciones de posibilidad para un cambio estructural.

Los datos de CADIVI señalan que la variación del dólar entre 2003 y 2007 escaló de 1.924 a 2.150 en el cambio oficial y a 4.350 Bolívares por dólar en el paralelo, durante el último de estos años. En el 2008 se crea el Bolívar Fuerte como moneda nacional, cuya expresión monetaria era dada por dividir en 1.000 cualquier valor y uso de cambio que se podía efectuar con el antiguo efectivo, es decir, consistía en quitarle tres ceros a la moneda. Ello ubicó el dólar en el año 2008 en 2,15 bolívares en el mercado oficial y en 5,35 bolívares en el paralelo (5.350 entre 1000 del nuevo cono monetario). En los años siguientes ocurre un proceso silencioso de escalamiento que ubicó al dólar en 2014 en 6,30 bolívares por unidad en el mercado oficial y en 144 bolívares en el paralelo; la diferencia entre uno y otro era de 137,7 bolívares por dólar. Una cifra de referencia es el salario mínimo mensual, que en ese año (2014) se ubicaba en 4.883 Bolívares, es decir, 775 dólares mensuales al cambio oficial y 40 dólares mensuales según el cambio del mercado negro o paralelo. El signo distintivo de este periodo es una variación cada vez más importante entre el dólar oficial y el paralelo, entendido este último como el mercado no oficial de divisas.

El desempleo que después del sabotaje petrolero de 2003 había alcanzado 19,1% fue descendiendo de manera sostenida hasta ubicarse en el año 2013 en 9,4%[8]. Sin embargo, estas cifras contienen el empleo con flexibilización laboral que se instauró con las misiones, un tema que será necesario estudiar de manera detallada en algún momento.

El estudio de Claudia Giménez y otros (2010) muestran que la pobreza no extrema en Venezuela descendió de manera sostenida en el gobierno de Chávez, ubicándose en 2007 en menos de 20 puntos, mientras la pobreza extrema en 6%.

La emigración venezolana que en el año 2000 se ubicó en 1,31%, alcanzó en 2010 el 1,96%, una variación de un (1) punto respecto a 1990. Esta migración tuvo oleadas, la primera, entre 2001 y 2004 en la etapa de crisis política que llevó al golpe de Estado contra Chávez y la derrota de esta aventura golpista por la movilización popular; quienes partieron fueron fundamentalmente clase media alta preocupada por el fantasma del comunismo. Con el anuncio de Chávez sobre el rumbo socialista de la revolución, la política de expropiaciones a terratenientes/ latifundistas y el impulso del poder popular entre 2005 y 2009, se produce una segunda ola de emigraciones por razones políticas; Miami, España, Panamá, Colombia, Chile, fueron destinos considerados por este tipo de emigrantes como “ideológicamente seguros”.

La enfermedad de Chávez, a partir de 2011, comienza a configurar una situación inédita que impactó en todos los órdenes de la vida pública venezolana. Chávez había desarrollado un estilo personal y caudillesco de liderazgo, que le convertía en modulador de los distintos equilibrios del poder y, al ser una figura central de la institucionalidad su enfermedad y posterior muerte en el 2013, generaron un vacío político enorme, aún no cubierto hoy

Chávez en la que sería la última decisión de su estilo de liderazgo, designó a Nicolás Maduro Moros como su sucesor. No corresponde trabajar en este artículo las implicaciones de la lógica de sucesión en los límites de la democracia y el socialismo, pero evidentemente ello tendría un impacto en el curso de los acontecimientos futuros. Maduro no representaba a todos los fragmentos del caleidoscopio chavista, y eso generó fricciones y decantaciones en el liderazgo del proceso Bolivariano, especialmente en las capas de alta y media burocracia; se trataba de un reacomodo que tendría impacto en las correlaciones de fuerzas de la lucha de clases. Sin embargo, contrario a muchos pronósticos Nicolás Maduro se ha sostenido en el poder durante ocho años y ha construido nuevas correlaciones de fuerzas.

La elección e inicios del primer gobierno de Maduro están marcados por la crisis mundial de los precios del petróleo, que de manera inmediata golpea a todas las políticas públicas, y ello impactó de manera inmediata y directa en la agenda social.

  • El gobierno de Nicolás Maduro

Hace años que no te veo

Que no te veo

Cajón de Arauca apureño

Cómo te recuerdo aquí,

Óyelo bien

Con cien leguas de por medio

(Simón Díaz, Cajón del Arauca Apureño)

Al presidente Maduro le ha correspondido gobernar en un periodo especialmente difícil. Como lo hemos dicho, la muerte del comandante Chávez creó un importante vacío en el modelo de equilibrios transformadores, que profundizó la disputa entre la vieja y nueva burguesía importadora, con el pueblo en el medio sufriendo los daños colaterales de la disputa. La brutal caída de los precios del petróleo puso en cuestionamiento al rentismo de la economía y la sociedad y, como si esto no fuese poco, arreciaron las iniciativas internacionales contra la revolución Bolivariana, mediante las sanciones del imperio norteamericano y el club de naciones imperiales.

Las nuevas modulaciones para resolver las correlaciones de fuerzas parecieran estar mediadas ahora, por la lógica sindical, de alianzas contingentes para mantener la mayoría del “sindicato-país” en cada coyuntura. Sin embargo, como lo ha mostrado a través del tiempo, en el sindicalismo existe la amenaza permanente del surgimiento de castas de burocracia sindical, con lógica de sobrevivencia a coste de pactos y acuerdos, que terminan desdibujando los proyectos gremiales iniciales; la evolución del sindicalismo que dio origen al Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil es expresión de ello. La apuesta gubernamental durante este periodo, se ha orientado a resolver el día a día, con un horizonte estratégico difuso, con un rumbo que a todas luces desdibuja el proyecto Bolivariano inicial. Es justo señalar que ello pone en evidencia una carencia de vieja data, la falta de una dirección colectiva del proceso, que permita hacer síntesis del caleidoscopio revolucionario Bolivariano y sostener el vínculo con el palpitar popular.

La combinación de factores de agresión imperialistas externos, una derecha apátrida interna y la política “entre dos aguas” del gobierno, crea un peligroso cóctel de crisis multidimensional. Veamos algunos indicadores de este periodo. El precio de la cesta OPEP del petróleo que había estado por encima de los 110 dólares por barril en 2011, descendió en 2014 a 60,23 dólares por barril, en 2015 a 33,67, mientras que 2016 cayó a 26,5 dólares. La decisión de la administración de Obama de declarar en 2015 a Venezuela “amenaza para la seguridad nacional de los EEUU”, se convierte en un ingrediente que afecta de manera especial a la producción y comercio en la actividad petrolera, lo cual en un país de economía rentista petrolera ha significado un impacto directo en las condiciones materiales de vida de la población venezolana.

Si bien a partir de 2017, los precios del petróleo han oscilado entre 62,06 dólares por barril hasta registrar en noviembre de 2020 los 41,41 dólares por barril, esto no ha significado ingresos significativos para Venezuela. Las sanciones a la economía y el comercio venezolano, decretadas en 2018 por la administración de Trump, que se convierten prácticamente en embargo en 2019, vuelven dramática a la situación económica y financiera de Venezuela.

Pero ya antes que ocurrieran las sanciones, a partir del año 2014, la economía comienza a marcar una notable diferencia respecto al comportamiento que se había observado entre 2001 y 2013. Mientras el Producto Interno Bruto (PIB)[9] per cápita del país en 1983, en plena crisis del viernes negro, fue de 4883 U$, cayendo en 1990 a 2.270 U$, no fue hasta 1998 cuando logró repuntar ubicándose en 3970 U$. Es en el 2001 cuando el PIB per cápita logra superar las estimaciones de 1983, al ubicarse en 4964 U$, teniendo una caída en el 2003 a 3266 U$, producto de los efectos del golpe de Estado contra Chávez y la paralización temporal de la industria petrolera.

A partir de ese momento, desde 2004 hasta 2008 el PIB per cápita tuvo un crecimiento sostenido hasta alcanzar en 2008 los 11.079 U$, casi tres veces del alcanzado en 1983. A pesar del efecto de la crisis económica mundial y de la caída de los precios del petróleo, el PIB per cápita en Venezuela en 2009 se ubicó en 9558 duplicando las cifras de 1983. Después de llegar a 12.180 U$ en 2011, el año que Chávez se enfermó, cayó a 6.748 U$ en 2013 cuando muere. El breve repunte de 2015 que llevo el indicador del PIB per cápita a 10.568 U$, fue seguido por una caída sostenida los años siguientes, descenso del cual no se ha podido levantar ubicándose en 2019 en 2.299[10] muy por debajo al de 1983 cuando se inicia la crisis económica en Venezuela y de 1989 cuando el caracazo.

Según la Revista Fortune (2014) Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA) era en 2014 la compañía número cuarenta y uno, de las grandes corporaciones del mundo capitalista, con activos estimados en 218.916 millones de dólares e ingresos de 120,979 millones de dólares[11]. Según el informe de riqueza global de Credit Suisse (2014)[12], el total de la riqueza de Venezuela eran ese año de 131 mil millones de dólares. Es difícil de entender el declive de la industria petrolera en solo cinco años; el argumento de culpar de ello solo al bloqueo norteamericano resulta insuficiente, habida cuentas de que otros países sancionados como Irán o Siria no han vivido esta destrucción de su industria petrolera en tan corto tiempo. Este es un balance pendiente para entender el curso de los acontecimientos actuales y el resultado de las disputas inter burguesas en Venezuela.

Paralelo a la caída del PIB, durante este periodo comienza a dispararse de manera inusitada la inflación; según datos del FMI en 2014 fue de 57,3%, en 2015 de 111,8%, en 2016 de 254,4%, en 2017 de 493,6%, en 2018 alcanza la astronómica cifra de 929.789,5%, justamente el año que se inician las sanciones norteamericanas a Venezuela, aunque en términos reales su impacto no fue inmediato. El Banco Central de Venezuela (BCV)[13] reportaría una inflación de 9.585,5% en 2019, mientras no se cuenta aún con una cifra oficial de la inflación estimada al cierre del año 2020.

El precio del dólar en el periodo 2015 al 2018, se mueve de 182 a 243.478 bolívares por dólar. La vuelta al Bolívar como moneda nacional en 2018, implica que se le quitarán nuevamente dígitos, en esta oportunidad dos ceros adicionales a la anterior conversión, lo cual nos permite entender el nuevo momento del valor cambiario. El valor del dólar a inicios del 2019, se ubica en 2504 Bolívares (250.400 entre 100 producto del nuevo cono monetario) y llega en la última semana de noviembre de 2020 a la cifra de 1.200.000,90, es decir, más de un millón de bolívares por dólar, mientras el salario mínimo mensual se ubica en 1.200.000 bolívares; un docente a dedicación exclusiva con más de 20 años de servicio y doctorado, no devenga más del equivalente a 10 dólares mensuales. La involución del poder adquisitivo del salario de los y las trabajadoras/es pareciera proporcional a su estimación nominal[14]. El proceso de entrega de las bolsas de alimentos de los CLAP ha sido criticado, porque solo llegan a quienes cuenten con carnet de la patria[15] y su periodicidad es irregular.

A pesar que el gobierno diseña un programa compensatorio coordinado a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), consistente en una bolsa alimentaria mensual a costo de 150.000 bolívares (casi 10 centavos de dólar), ella apenas alcanza para el consumo de una semana en una familia promedio de cuatro personas y, es incompleta, los rubros que la conforman no incluye proteínas, tampoco frutas, verduras; es apoyo para una alimentación a bases de grasa (aceite), carbohidrato (pasta, arroz, harina), ocasionalmente una o dos latas de sardinas.

Ante las presiones del sector gremial y sindical de los trabajadores por aumento salariales, contratación colectiva, indexación salarial y un salario social realmente efectivo, el gobierno venezolano emite en el año 2018 el memorando 2792[16] que congela los contratos colectivos y los procesos de negociación de aumentos salariales, dejando los aumentos salariales a la discrecionalidad del ejecutivo. Esto confirma una ruta gubernamental, en la que la crisis recae sobre el mundo del trabajo, pulverizando el salario real de los y las trabajadoras/es.

No existen datos oficiales sobre la pobreza y la pobreza extrema en la actualidad, pero con el nivel de remuneraciones de les trabajadores por debajo de 20 dólares mensuales, es decir, menos de un dólar diario, las cifras de pobreza deben ser terribles.

Estas situaciones, drásticas de conjunto, disparan la dinámica migratoria. Se genera un nuevo movimiento emigratorio entre 2013 y 2018, con la característica que en este caso estaba compuesta en su mayoría por profesionales jóvenes y personas de mediana edad, quienes marchaban buscando desarrollo profesional. En los últimos dos años la emigración venezolana ha sido fundamentalmente de clase trabajadora, con un gran componente de juventud. La empresa Datosmacro (2020) señala que la emigración venezolana en 2015 alcanzó el 2,30 de la población, mientras que en 2017 se ubica en 2,24% y en 2019 alcanza el 8,73%, una cifra que indica que son 2.519.780 los/as emigrantes venezolanos/as, de los cuales el 51,7% son mujeres.  Mientras la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)[17]  habla de más de cuatro millones de emigrantes venezolanos/as, el gobierno venezolano menciona cifras que oscilan entre los cuatrocientos mil y seiscientos mil emigrantes.  Por eso, hemos preferido usar la cifra ponderada de datosmacro, que se ubica en el intermedio entre ambas estimaciones. La opacidad de las estadísticas venezolanas impide contar con fuentes oficiales confiables que indiquen metodologías de construcción, por lo cual hay que acudir a estimaciones privadas o de algunas universidades.

No todos quienes se marchan son pobres, algunos/as lo hacen por razones ideológicas o comerciales. En abril de 2020, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó el estudio de la Gran Encuesta Integradas de Hogares (GEIH)[18] de Colombia, que muestra que el 1% de los migrantes venezolanos residentes en ese país (aquellos con más de 5 años de residencia), son emprendedores que generan cada uno un promedio de 3,9 puestos de trabajo en ese país. Por supuesto ello corresponde a quienes tenían sus estatus jurídico resuelto, cultura migratoria y capital para invertir; no es el caso de la mayoría.

Un sondeo hecho para esta investigación, entre 520 familias, ubicadas en distintos Estados y ciudades del país, arrojó que todas tenían por lo menos un familiar en condición de emigrante; algunas de ellas a todes les hijes menores de cincuenta años. El fenómeno de la emigración es valorado con especial dramatismo por parte de quienes se quedan.

Ciertamente la salida masiva y acelerada de población ocurrida en los últimos años tiene una base material en el deterioro, a niveles infrahumanos, del poder adquisitivo del salario de los y las trabajadoras, fenómeno acrecentado a niveles exponenciales por el bloqueo norteamericano a la economía nacional (rentista e importadora) y la crisis política existente. La agenda social del gobierno, es en términos prácticos, cada vez menos efectiva, profundizando con ello los efectos cotidianos del desastre económico.

Cuando iniciamos esta investigación no aparecía en el horizonte el fenómeno del Coronavirus, que ha impactado en la dinámica migratoria nacional. Hoy son miles de venezolanos y venezolanas, quienes regresan al país por las políticas de deportación/expulsión y control migratorio impuestas en algunos países de la región, pero también porque con los confinamientos a los que estaban sometidos no les hacía posible trabajar, en especial a quienes laboran en la economía informal y no reciben ingresos que les permita pagar hospedajes y alimentarse.

El gobierno venezolano habla de unas 200.000 personas que han regresado mediante los vuelos humanitarios y por las fronteras terrestres, un número importante, que de ser cierta esta cifra, equivaldría a una décima parte de quienes han partido. Al retornar a Venezuela se encuentran con antiguas y nuevas dificultades para sobrevivir, en un contexto de cuarentena y toques de queda, cuando la mayoría de quienes retornan son trabajadores informales.

Sin embargo, la pandemia no detuvo la emigración. Muches de quienes regresaron y otros que inician la experiencia, se preparan para partir, en el caso de les primeros/as con experiencia acumulada. De hecho, la primera semana de noviembre 2020, se pudieron observar a miles de ciudadanos partir por los caminos y la frontera colombo-venezolana, especialmente a través de San Antonio del Táchira-Cúcuta.

  • La perspectiva de la investigación

“Unida con lazos (bis),

Que el cielo formó (bis), La América toda.

Existe en nación”

(Himno Nacional de Venezuela,

Himno patriótico del periodo de

independencia nacional)

El propósito de la investigación es realizar una aproximación cualitativa al estado del arte de la migración venezolana entre 2014-2020, especialmente, de la población comprendida entre 18 y 35 años de edad.  Para ello, la comprensión de múltiples factores que inciden en esta emigración masiva, permite un abordaje despolarizado del problema; este no es un tema menor, en un país en el cual muchos de los análisis están sesgados por premisas ideológicas, mientras la mayoría de las familias ven desgarrado sus vínculos y afectos. De la migración por razones políticas de un pequeño sector de la clase media y clase media alta, se pasó a la migración masiva del pueblo trabajador como opción de sobrevivencia. Para el ciudadano común, poder sobrevivir trasciende las posiciones políticas ideológicas, como se fue develando en el estudio que realizamos.

El trabajo coordinado por Gandini, Lozano y Prieto (2019) sobre la crisis migratoria venezolana resultó un referente de especial interés para la investigación, fundamentalmente de las condiciones de partida en los procesos de emigración, que determinarán las posibilidades de regularizar o no la situación jurídica en el país de llegada. Pedone, Mallimaci, Gutiérrez y Delmonte, (2019) y, también Pedone y Mallimaci (2019), en sus estudios sobre la migración, especialmente la venezolana en Argentina, introducen un tema de especial interés para esta investigación: la formación profesional como elemento determinante a la hora de escoger el país al cual emigrar. Sin embargo, el poder acceder a empleo no garantiza que sea en situación de igualdad con los nacionales, ya que en muchos casos es precarizado, con bajos salarios y sin la debida seguridad social al carecer de registros laborales.

La presente investigación tomó en cuenta los estudios de Claudia Pedone sobre trasnacionalismo familiar, siendo especialmente útil sus explicaciones respecto a cómo los “desplazamientos se generan a partir de decisiones que involucran a la mayor parte de los miembros de grupos domésticos extensos” (Pedone,2011:230). La migración venezolana en el periodo estudiado, ha sido parte de una estrategia familiar para la sobrevivencia, el desarrollo profesional y la inserción laboral. Pero ha significado desgarramientos sociales profundos, al separar parejas y replantearse los vínculos con hijos e hijas pequeños, hermanos, padres, así como el sostenimiento de vínculos mediante la comunicación soportada en medios virtuales. La desterritorialización ha creado modelos familiares no conocidos hasta ahora en Venezuela, al menos de carácter masivo y en los sectores populares; hijos, hijas, madres y padres forzados por las circunstancias a vivir en países distintos, dialogando a diario a través del WhatsApp, Skype u otras redes sociales produciéndose interacciones y conflictos desconocidos en el país, al menos como fenómeno social.

La perspectiva interseccional como enfoque que contribuye a valorar “la manera qué convergen distintos tipos de discriminación que apuntan a las estructuras de clase, racismo, género y sexualidad” (Pedone, 2018:53), resulta de especial interés para esta investigación.

Las intenciones de reunificación familiar en el extranjero, como lo señalan Gil Araujo y Pedone (2014), generan nuevas tensiones y preocupaciones familiares, que en el caso de la emigración venezolana tienen la dicotomía de confirmar o quebrar el imaginario del “mejor vivir” en el extranjero. Interesa a este estudio precisar la intención de retorno o las posibilidades y/o características del reagrupamiento familiar en el extranjero, con nuevos incluidos: cultura, parejas, hijes, amigos. En ese contexto se indaga sobre la situación de la emigración femenina, en cuanto a su diálogo trasnacional con los derechos.

Trabajamos con 98 entrevistas estructuradas en profundidad, con población entre 18 y 35 años de edad, de ambos sexos, ubicados en 10 países. Algunas se hicieron de manera presencial y otras por Skype, Zoom y WhatsApp. La selección se hizo a partir de identificar núcleos familiares en 14 estados de Venezuela, que contaban con integrantes en condición de emigrantes. Las preguntas de trabajo procuraban indagar sobre las historias familiares, el número de inmigrantes del núcleo familiar, la autoidentificación de pertenencia a clase social, las causas que llevaron a tomar la decisión de partir del país, las expectativas de vida y desarrollo profesional, la incidencia del tema salarial y de condiciones materiales de vida, el proceso de construcción del proceso migratorio, la elección del destino, el conocimiento de los requisitos para resolver la situación jurídica en el país de acogida, la ruta y medio de emigración, las dinámicas de inclusión y/o rechazo, las expectativas de regreso, entre otros temas.

De los noventa y ocho entrevistados(as) 53 son mujeres y 45 hombres. Aunque la selección fue hecha al azar, estos números se corresponden al informe de macrodatos (2019)[19] que señala que el 51% de emigrantes venezolanos son mujeres. Las mujeres entrevistadas se ubican en 9 países (Argentina 5, Chile 5, Perú 12, Colombia 15, Panamá 5, República Dominicana 1, México 6, Estados Unidos 3, España 1) y los hombres en 10 (Argentina 5, Chile 3, Perú 10, Colombia 16, Panamá 3, México 3, Estados Unidos 1, España 3, Australia 1).

La investigación etnográfica se fundamentó en entrevistas en profundidad, que se complementaron con cinco visitas a la frontera entre San Antonio- Cúcuta y Ureña-Cúcuta en el Estado Táchira, dos visitas al paso de la Guajira en el Estado Zulia, una visita a Darién en Panamá.  Lamentablemente la cuarentena de la pandemia no permitió visitar otras fronteras calientes como la de Colombia con Ecuador. Una cuarta parte de las entrevistas realizadas, requirieron la formulación de nuevas entrevistas en profundidad, para ahondar en el conocimiento de las perspectivas de les emigrantes y su situación actual.

  • La frontera como problema para la emigración

La canción del río que lleva
melodías de espuma,
panoramas de Capacho Borotá y sus brumas,
las campanas de la ¨Ermita¨ La Potrera y La Bermeja,
todos son recuerdos que se anidaron dentro de mí.

(Tierra Tachirense, Chucho Corrales)

Muchos se imaginan las fronteras terrestres entre Venezuela y Colombia como un entramado de carreteras, alcabalas, peajes, donde los emigrantes sellan sus pasaportes y acceden al otro país, con claras distinciones entre la población venezolana y colombiana. Nada más alejado de la realidad. Los siete pasos fronterizos oficiales, pero la Aduana de San Antonio, las Alcabalas de Ureña, Delicias, Puerto Santander, Arauca, Paraguaipoa y la que colinda con la Inírida, son solo una parte de la telaraña de caminos, veredas y pasos temporales que parecieran amarrar los dos territorios.

En el Zulia la Guajira es una sola, no existe eso que los mapas indican como Guajira venezolana y Guajira colombiana; un solo pueblo vive en un territorio que se adentra en las dos naciones. La Guajira expresa la plurinacionalidad de los Estados venezolano y colombiano, un hecho aún no reconocido en el estamento jurídico.

Todo tachirense tiene una familia en el sector de La Parada o en Cúcuta, mientras los y las colombianas/os cuenta con parientes en San Antonio, Capacho, Las Dantas, Rubio, Palmira, Colón, San Cristóbal, La Grita o La Fría. La burocracia gubernamental de Bogotá y Caracas suele desconocer esta dinámica de frontera.

El contrabando ha sido una constante histórica en estos linderos nacionales. En un periodo el café, en otro la caña de azúcar, en la actualidad el combustible, constituyen los artífices centrales de esta dinámica. Todo se comercia a un lado y otro de la frontera, de acuerdo a las fluctuaciones de la moneda y precios en cada país; café, granos galletas, cervezas, línea blanca, todo se pasa de un lado a otro. Las alcabalas suelen ser referenciales, pero las trochas son la verdadera ruta para el ingreso de las mercancías; debajo del puente Simón Bolívar que conecta a las dos naciones, un ejército de hormigas humanas, con bicicletas, carretillas y en los hombros transporta lo que tendría dificultades para justificar en las Aduanas.

Nueve de los veintinueve municipios de Táchira son territorios en permanente disputa entre fuerzas guerrilleras y paramilitares, mientras las fuerzas del orden público a ambos lados del río Táchira no pueden controlar el fenómeno. Los habitantes han aprendido a convivir en esta realidad, en la cual la vida pende de un hilo, ante la disolución práctica de los Estados nacionales.

Antes del cierre de fronteras entre Colombia y Venezuela, más de dieciocho mil vehículos pasaban diariamente la frontera del Táchira al Norte de Santander, mientras por esa vía y por el corredor Boca de Grita-Puerto Santander se contrabandeaban 15 millones de litros de gasolina mensualmente; de retorno ingresaban a Venezuela las mercancías que escaseaban[20]. En estos territorios la legalidad tiene subjetividades muy particulares. La carencia de fuentes de empleos fijos y estables, ha convertido lo ilegal en socialmente aceptado. Miles de familias han vivido del contrabando de combustible y de otros rubros.

En un contexto de ilegalidad normalizada muches jóvenes emigrantes que no tenían sus documentos en regla, especialmente el pasaporte, optaron por usar las rutas de los “ilegales”, por ello, no cuentan en las estadísticas oficiales. Los que, si contaban con pasaporte vigente, tenían que soportar largas colas en un territorio donde todo el mundo es sospechoso.  Este fenómeno tiene contrapartes en todos los puntos de paso fronterizo, lo cual añade drama a quienes deben salir por tierra.

  • Dinámicas complejas de la emigración de jóvenes venezolanos/as

Los que se quedan, los que se van

Algún día volverán…

¿Dónde está Juan?

‘Ta en Panamá.

Valentina

¿Dónde está Luisa?

Está en Suiza

Y Cristina en Argentina

Y La Gorda en Colombia

Y Ramón en Japón oyendo Oscar de León,

Patricia en Canadá,

Esperanza está en Francia,

Antonio, Aurora, Yvette están en USA,

Zurima en India tarareando Simón Díaz

Y Nadia en España y Sofía en Turquía,

Vanesa en México, Fernando está en Chile,

La Gocha en Escocia, Nicanor en Ecuador,

Estrella en Italia friendo empanada,

Carlitos en Alemania, Nataly está en Brasil,

Ana en Dominicana recordando Choroní,

El Cumanés en Arabia, la Maracucha está en Rusia

Manuela en Australia, pero quisiera está en Caracas

(Los que se quedan, los que se van, Desorden Público)

El primer encuentro con rostros humanos de la emigración no fue fácil. Nos encontramos con especiales aprensiones/desconfianza por parte de les sujetos con quienes se dialogó, que en muchos casos se autoperciben como “clandestinos” o en situación migratoria inestable, para quienes “hablar” sobre su cotidianeidad se convierte en un desafío. En el caso de las mujeres sin regularidad jurídica la posibilidad de encuentro con el investigador fue especialmente complicada; ello tiene como base la discriminación, abuso y xenofobia que muchas han sufrido y que a las otras les hace estar en alerta permanente. Las asimetrías de género son patentes en los procesos migratorios de las mujeres. Muchas de ellas narraron intentos de abusos sexuales o agresiones físicas, e incluso cómo fueron víctimas de cámaras ocultas en los lugares donde se vestían en sus trabajos, lo cual evidencia que la persistencia del patriarcado y el machismo están marcando las trayectorias migratorias femeninas en la región.

La movilidad permanente de muchos/as de los/as emigrantes, por razones laborales, de vivienda o por salvaguarda de su integridad física, añadió dificultades a los registros, pero también develó la importancia de la investigación.

  • Las familias migrantes opinan

Las familias de los/as emigrantes entrevistados/as, destacaron que la crisis económica y política fueron los principales factores generadores de la emigración de los últimos tiempos, los cuales perciben que lejos de solucionarse se agravan. Todas las familias con las cuales trabajamos, sin excepción alguna, señalan que estamos en presencia de una profundización de la crisis de gobernabilidad y no ven solución en el horizonte próximo. No poder contar con salario, ni ingresos suficientes para garantizar la comida diaria, fue un factor determinante, no sólo para apoyar, sino en muchos casos para estimular el inicio del proceso emigratorio.

Al tener escindido su núcleo familiar, les familiares de emigrantes que permanecen en el país, tienden a ubicarse en uno de los extremos de la polarización política y el desencuentro, ya sea culpando al bloqueo norteamericano o al gobierno de Nicolás Maduro. Polarización que contradictoriamente toma distancia de los liderazgos visibles de ambos campos.

Como resultado de la polarización política, en la sociedad venezolana se han instalado los relatos de “traidores” o “víctimas” para referirse a quienes emigran, lo cual limita la aproximación desprejuiciada a la complejidad del fenómeno y las consecuencias que ello tendrá en el futuro para la nación venezolana. Esto se puede constatar en los medios de comunicación social, pero también en la cotidianidad de las conversaciones de les ciudadanes sobre el tema. Este abordaje maniqueo no da cuenta de las múltiples facetas de la emigración.

La precariedad en la cual viven millones de venezolanos/as ha generado un traslado de las narrativas de lo político hacia el humor, especialmente el humor negro. Es necesario destacar que esta particular despolitización, por la precaria situación material de sobrevivencia, ha generado respuestas individualistas, pero también solidarias. Mientras el fenómeno del bachaqueo[21] desató estilos y prácticas de usura en la micro política del barrio, también emergieron clubes de intercambio, ventas campesinas a precios justos, ollas comunitarias.

La iniciativa de los CLAP contribuyó a la organización social para enfrentar la crisis y a pesar que en muchos casos también derivó en clientelismo político, marcó una ruta de educación sobre formas de organización desde abajo para enfrentar el actual trance. Sectores a quienes no les llegan las bolsas de alimento de los CLAP o que no resultan suficientes, comenzaron a establecer redes de comercio y consumo solidario, esquivando el binomio de especulación y complicidad con estas prácticas, por parte de comerciantes usureros y sectores de la burocracia.

Treinta y cuatro de les progenitores de les emigrantes entrevistades, no tenían título universitario, pero si un oficio permanente, cuarenta y dos contaban con una titulación universitaria, algunos de ellos docentes y funcionarios públicos activos o jubilados, los restantes veintidós eran trabajadores independientes, algunos de la economía informal y otros pequeños productores del campo. Ochenta y nueve de las familias vivían en distintos contextos urbanos, mientras nueve en medio rural.

  • Críticas a la educación

Tanto las familias como les emigrantes, insistían en que la educación escolar no les había dado herramientas conceptuales y procedimentales para emprender procesos migratorios y que, en consecuencia, se requería una educación para los procesos migratorios como requisito para el desarrollo democrático en el siglo XXI. Todes reconocían que se había ampliado durante los últimos años la cobertura escolar y las oportunidades de estudio, pero tenían críticas a la calidad centradas en a) la actualidad de muchos de los contenidos, especialmente en lo referido a las innovaciones científicas y tecnológicas, b) la precariedad de la infraestructura tecnológica escolar y la conectividad, c) las limitadas posibilidades de inserción laboral en el país al obtener los títulos.

La crisis educativa del COVID-19 es vista como muestra de las limitaciones del aparato escolar para dar respuesta a los nuevos desafíos epocales, Todes los/as entrevistados/as relataron como familiares o hijes de amigos y amigas no habían podido conectarse para estudiar durante la pandemia por problemas de electricidad, conexión a internet, acceso a equipos. Y aquellos que habían podido hacerlo mostraron su inconformidad con el estilo de estudio frente a una pantalla. Plantearon la necesidad de abrir un debate nacional sobre la educación para garantizar una salida nacional a la crisis actual.

  • Causas que motivaron la emigración vistas por les jóvenes

Respecto a las causas que les llevaron a tomar la decisión de partir, cuarenta y cinco de las mujeres señalaron, en primer lugar, razones de sobrevivencia por la dramática situación económica y la crisis política en la que estaban viviendo los últimos años, mientras que seis expresaron que lo hacían para desarrollarse profesional y laboralmente; las dos restantes, adujeron razones ideológicas. En todos los casos la situación económica aparece como primera o segunda causa. Si lo desagregamos por edades, encontramos que quienes señalan razones políticas pertenecen al grupo etario menor de 30 años. Lo que nos interesa subrayar es que el determinante en ambos grupos etarios en las mujeres, ubica la razón de partida en la difícil situación económica. Nathaly, venezolana en Argentina narraba

“La principal fue la condición económica, la no correspondencia en lo que tenía como sueldo y de comprar lo que necesitaba, y no estoy hablando de lujos, estoy hablando de la posibilidad de poder mantenerme a mí misma y pagarme mis gastos. La primera condición por la cual salí es la económica”. (Nathaly, 24 años, Argentina)

Las razones de partida que argumentan los hombres varían de manera importante: veintitrés hombres señalan que lo hacían por razones económicas, para conseguir trabajos con salarios dignos, mientras que dieciocho para vivir en otras culturas, dos para seguir estudiando y dos por razones políticas.  Roberto (31 años, Sao Paulo, Brasil) nos contó

“una cosa es tener diferencias políticas, pero otra la irracionalidad con la cual la oposición y el gobierno resuelven sus diferencias. Al final, ha sido el pueblo quien ha pagado las consecuencias, mientras ambos sectores se presentan como salvadores”. Josefina emigrante en Brasil nos indicaba “… me parece normal que los políticos piensen distinto y eso no me importa, pero es muy arr… que su desencuentro lo pague el pueblo, con enfrentamientos que ya no son de palabra sino a tiros” (Roberto, 31 años, Oaxaca, México)

Por su parte, Sonia quien emigró a Panamá nos relataba:

“Me agotó la demagogia. Inicialmente el tema de las guarimbas me fastidió demasiado, la mugre, todo quemado, la basura, creo que reflejaba la imposibilidad de hablar, de dialogar de ponerse de acuerdo, y también pues comencé paso a paso a no escuchar noticias a eliminar los grupos de WhatsApp, sobre todo para tener sanidad mental, no quería escuchar más a ningún bando, dejé de escribir cosas de orden político en mis redes sociales, porque sentía que no me generaba paz, comencé hacerlo desde el 2018 y me siento muy contenta de haber hechos esto, dejé de vincularme con la escena política de verdad estaba muy agobiada y agotada de todos. Yo estuve muy vinculada a temas políticos durante mucho tiempo y no aguanté la decepción, y para no sentirme frustrada o triste tenía que desvincularme, comencé sencillamente a alejarme gradualmente de este ámbito” (Sonia, 26 años, Panamá)

Noventa y seis de les entrevistades colocaban a la inseguridad y el deterioro de los servicios como la tercera causa de emigrar. Rafael, señalaba que

“es imposible vivir sin salario, sin agua, luz, internet, con policías ladrones y asesinos, teniendo que pagar en dólares todos los trámites para recuperar los servicios” (Rafael, 29 años, Australia,);

Aleja indicaba

“ahora son los mismos empleados que desconectan la línea telefónica o el internet, la luz o el agua, para que las comunidades o los vecinos les paguen en dólares la reconexión. Los bajos salarios están haciendo desaparecer al gobierno, al Estado. Ahora salvase quien pueda” (Aleja, 25 años, Perú,)

Cuarenta de los hombres entrevistados cuestionan abiertamente las políticas gubernamentales en Venezuela, en contraste, cinco las justifican por tensiones geopolíticas, especialmente la injerencia norteamericana contra Venezuela. Para las mujeres la política pareciera tener una comprobación en lo concreto, que no es despolitización, sino una racionalidad más práctica de la dimensión política, menos ideologizada por meta discursos de izquierdas o derechas.

La carencia de efectivo se mostró como un añadido que impactó. Marta nos contó:

“cuando llegué a Argentina, en una oportunidad me acerqué a un cajero a sacar efectivo, solo en ese momento hice conciencia del problema del efectivo en Venezuela, yo lo había naturalizado, para mí era normal no usar el cajero, no tener efectivo, los deje de usar desde el 2016. El problema con el efectivo en mi ciudad comenzó desde el 2015, pero en el caso de nosotros por estar tan cerca de Colombia, se hizo un negocio con el efectivo porque los vendía en frontera, comenzó un calvario. Los bancos comenzaron a limitar el efectivo, todo se empeoró por los cortes de electricidad. Este último año en el 2019, la mayoría de los bancos tenían cerrados los cajeros por que los agredieron en una oportunidad con las guarimbas y no los volvieron habilitar, estos extendieron los horarios, trabajaban hasta los sábados, intentaron ayudar. El tema del efectivo se convirtió en un negocio en frontera y fue un calvario para mí” (Marta, 29 años, Buenos Aires, Argentina)

En el caso de Airam, un emigrante originario de Anzoátegui quien ahora vive en Medellín, nos señalaba que además de las razones expuestas arriba, al ser comerciante debió emigrar porque la inflación descontrolada le llevó a la quiebra.

El pequeño negocio que tenía en el oriente del país, dejó de ser rentable porque los costes de reposición de mercancías eran superiores a la recuperación del capital más ganancias. (Airam, 31 años, Colombia)

  • Costos de la emigración

Emigrar es costoso. Nos informaron las familias que poner en marcha un proceso de emigración implicaba cuantificar los costes de los pasajes (aéreos o por tierra), alimentación en la ruta y para por lo menos por un par de semanas, mientras pueden obtener recursos propios, algún aporte para apoyar al amigo o familiar en cuanto a arriendo o un promedio de 200 dólares mensuales para ubicarse en una habitación humilde. Además, de alguna previsión para cubrir una pequeña emergencia.  Partir demandaba por lo menos 700 dólares para quienes marchaban por tierra y alrededor de 1.500 dólares para quienes lo hicieron por avión. Estimado que no incluye las coimas y los costes de trámite de los documentos de identidad, legalización y apostillado que de conjunto los ubican en unos mil dólares adicionales. En un país, en el cuál el salario más alto no alcanza los 30 dólares mensuales, estas cantidades se convierten en una fortuna.

Conseguir estos recursos se convirtió en esfuerzo familiar colectivo, en el primer reto para la emigración como estrategia colectiva. En algunos casos se tuvieron que vender propiedades, en otros se contrajeron deudas o se embargaron bienes, todo ello con la esperanza de poder recuperar lo invertido con las remesas que enviarían quienes parten. Como lo muestran Solé, Parella y Cavalcanti (2007) y Pedone (2019), esta es una característica del trasnacionalismo familiar en los procesos migratorios

  • Oportunidades de estudio

Cuando les preguntamos a las mujeres sobre las posibilidades de acceder al estudio en su hogar, si había distinciones entre hombres y mujeres, cincuenta y una señalaron que en sus hogares se priorizaba el estudio para las mujeres, una que era igual y la otra que era más fácil para los hombres. En el caso de los varones, al preguntarles sobre este particular, cuarenta y uno señalaron que la prioridad en el apoyo al estudio siempre era para las mujeres, mientras que tres a los varones y, uno que era igual determinado por el esfuerzo que uno u otra hiciera.

La evidencia empírica muestra un mayor número de mujeres en la educación superior y aunque las estadísticas son muy opacas, todo pareciera confirmar esta tendencia histórica. El trabajo de Rosaura Sierra Escalona denominado “Más mujeres graduadas y menos mujeres ocupadas. El dilema de la feminización de la educación superior en Venezuela (1970-2001)”, publicado en Cuadernos del CENDES (2005)[22], mostraba que las mujeres representaban en 1985 el 55,4% del total de inscritos en las Instituciones de Educación Superior (IES) y, que ese porcentaje se había elevado en 2001 a 59,3%. Si bien, este porcentaje variaba por carreras aumentando en las ciencias sociales, humanistas y las medicinas, en las ingenierías y las llamadas ciencias duras disminuía. Una información del 3 de diciembre, de la Federación de Estudiantes Universitarios de Venezuela (FEUV) señala que en el 2020 la matrícula femenina alcanza el 68%[23].

Estos datos parecieran confirmar las informaciones suministradas por les entrevistados. Las razones de esta tendencia, diferente al resto de la región, son de signo variado, entre otras de carácter antropológico que se remontan al protagonismo femenino en la lucha de resistencia y la religiosidad indígena (María Lionza como ejemplo), la representación simbólica de la Negra Matea para el cimarronaje afrodescendiente, el protagonismo femenino en la guerra de independencia (Manuela Sáenz, Juana la Avanzadora, entre otras). Cada día, es más creciente el protagonismo femenino en la organización social, aunque agendas de género como el aborto legal y seguro aún no logran romper el conservadurismo del estamento político.

Sin embargo, cuando les preguntamos sobre la distribución de las tareas del hogar y el trabajo de cuidados, todas las mujeres señalaron que en su mayoría recaía sobre ellas, mientras que treinta y cinco de los hombres confirmaron esta realidad, siete señalaron que se distribuían entre hermanos independientemente del sexo y, los restantes tres no tenían hermanas mujeres, pero indicaban que ese trabajo lo hacía fundamentalmente la madre.

  • Autoidentificación simbólica

Solo uno de les entrevistados poseen alguna propiedad (apartamento, vehículo) en el sitio de emigración.  Sin embargo, todes los entrevistados se auto ubican como clase media y ninguno como pobres. Incluso aquellos que no tienen nada en Venezuela y hoy duermen en un colchón al piso, se consideran clase media. Esto pareciera confirmar el mito extendido de la permanente movilidad social. Vélez, Campos y Fonseca señalan que “de acuerdo con el tipo de movilidad que se desea analizar, se puede distinguir entre movilidad horizontal y movilidad vertical. La primera se refiere a cambios en la posición de un individuo al interior de un mismo estrato socioeconómico. La segunda se define como el paso, ascendente o descendente, de un individuo de un estrato a otro (Sorokin, 1959). En particular, se dice que la movilidad vertical refleja el nivel de “fluidez” entre los estratos sociales (Solís, 2007a)” (2015;5).

A pesar que por los niveles de ingreso y condiciones de vida, muchos de los emigrantes pueden estar ubicados en la clasifican de pobres y sus familias en condiciones de pobreza extrema, todes al unísono se consideran que ascendieron a la clase media y de manera horizontal viven mejor que los que se quedaron, ubicándolos también dentro de la misma clase. Como lo señala Pedone, C. (2018), “en el campo de los estudios migratorios la categoría clase social ha sido abordada de manera periférica, y en temáticas muy puntuales, donde en ocasiones ha dejado de lado otras variables transversales como el género, la edad, la cultura, la etnia/nacionalidad”. En este caso pareciera que el elemento cultural tiene un peso significativo.

El modelo cultural de progreso instalado los últimos años, ha reforzado esa idea de movilidad ascendente y de competencia estratificadora horizontal. Ese ideal es trabajado como alienación incesante por el complejo industrial cultural del siglo XXI a través de la imagen, el sonido, el cine, la televisión, el video clip, la industria del libro, las redes sociales.

El asistencialismo, expresado en empoderamiento para el consumo, durante el proceso bolivariano, con dólares preferenciales para viajar y dotación de línea blanca y televisión a familias con “mi casa bien equipada”, generó un estilo y expectativa de vida que hizo creer a capas de pobres, cuya situación mejoraba por haber elevado el volumen de consumo, que ya eran clase media.

A ello se añade la idea socialmente instalada de los pobres como el nivel más bajo de la sociedad, aquellos a quien “dios aprieta, pero no ahorca”. El discurso del pobre como “pueblo elegido” de la revolución, también construyó la narrativa de culpabilidad de la muchedumbre, las “hordas”, por lo que está ocurriendo en materia política y económica. El auto percibirse como clase media, pareciera ser en muchos casos una posición simbólica de tomar distancia con la responsabilidad por la actual situación del país. Doce de les emigrantes son docentes, quienes renunciaron a sus empleos en Venezuela, por devengar unos salarios por debajo de los 10 dólares mensuales[24], también se autodefinen como clase media.

  • Edad para emigrar

La edad se convierte en un tema relevante a la hora de pensar y avanzar en la emigración como estrategia de sobrevivencia; a los niños, niñas y los mayores de 55 años, las familias de quienes emigraron les consideran con limitaciones para poder alcanzar de manera satisfactoria el proceso emigratorio. También refieren la significación que tienen las condiciones físicas, profesión, oficio o el título a la hora de decidir a quienes apoyar, así como la capacidad de adaptación y empatía. La idea que prevalece es que se queden los mayores, niñas y niñas y quienes tengan alguna enfermedad que demande tratamiento permanente. No obstante, muchas madres solteras, aún con limitaciones tuvieron que partir con sus hijes porque no tenían quien les cuidara.

La nota periodística de PRODAVINCI (2018)[25], con base a los registros en redes sociales, indicaba que 3.186.216 emigrantes que cuentan con una suscripción de Facebook habían partido de Venezuela, una cifra mayor a la que indica macrodatos. Un 10% de estos suscriptores de Facebook regresó en algún momento a Venezuela. Usando análisis de metadatos, la nota señala que 794.000 de los que partieron tenían edades entre los 18 y 24 años de edad, mientras 1.240.000 tenían entre 25 a 34 años y finalmente 592.000 entre 35 y 44 años; es decir el 82,3% de los emigrantes registrados en Facebook eran menores de 44 años. El dato oculto, es la cantidad de niños, niñas y adolescentes menores de edad que acompañaron estos periplos, ya que la evidencia empírica mostró a muchas madres partiendo con sus hijos en brazos o tomados de la mano.

  • Decidir: ¿quien se va?

Algunas familias prefirieron que fueran varios los que emigraran para que se cuidaran y apoyaran entre sí, mientras que para otras la estrategia seleccionada fue la de apoyar a quien consideraban tenía mejores condiciones y capacidades para enfrentar los desafíos del proceso migratorio. Nos comentaron les entrevistades que la idea siempre fue, que quien partiera primero fuera “jalando” a la familia como lo refirieron María y Francisco, de Mérida, padres de tres hijos, uno de ellos con el mismo nombre del progenitor.

En mi casa me pusieron la tarea de ir, asentarme, conseguir trabajo y mandar la plata para que se vinieran mis dos hermanas.  Ellos están pasando mucha roncha … comen una sola vez al día y mis viejos ya no están para eso. Mi mujer me dejó por la situación económica … yo entiendo lo duro que es no poder llevar comida para la casa … pero ahora tengo que ahorrar para mandar platica para donde los viejos y mis hijos. Apenas si he podido reunir para el pasaje de una de mis hermanas, pero espero tenerlas pronto conmigo y así juntos ayudar a la familia. (Francisco, Panamá, 34 años)

Nuevamente el fenómeno del trasnacionalismo familiar impone una cultura migratoria desconocida hasta ahora por muchos venezolanos y venezolanas. Tal vez por ello, cuando se les pregunta a los emigrantes de donde son, responden un poco de allá, un poco de acá … somos de donde este la familia.

  • ¿Para dónde ir?

Ubicar a familiares y/o conocidos que hubiesen partido y estuvieran viviendo en otros países, ocupó una buena parte del tiempo de preparación de la emigración. El abordaje desde las dinámicas de inteligencia social (IS) halló que muchas veces los datos eran contradictorios, mientras unos señalaban que se les había hecho fácil vivir en uno u otro país, otros relataban adversidades y dificultades insoportables. Decantar opiniones para decidir, se convertía en un ejercicio empírico de cruce de variables, de análisis contingentes.

Cuando se indagó respecto al porqué se había escogido un destino y no otro, sorprendió el peso de imaginarios arraigados. Argentina, Chile, Panamá, España, EEUU, Australia son percibidos tanto por hombres como por mujeres, como destinos de alto desarrollo, que demandan titulación universitaria y ofrecen posibilidades de una formación académica de alto nivel. Perú, Ecuador, México, Colombia, República Dominicana son vistos como destinos para “toderos”, es decir para emplearse en distintas áreas. Esto muestra el arraigo de las nociones de extranjero culto y extranjero bávaro como formas de racismo que alimentan el endoracismo. Así lo expresaron Ana, José Luis, Roberto, Gregory, María, Carlos; tomaremos el testimonio de Gregory:

“Escogí México y especialmente Ciudad de México porque aquí no solo puedo hacer las cosas que estudie (periodismo), sino que puedo hacer muchas cosas. Cuando llegué trabaje de transporte de comida rápida, luego en un bar, pero al mes ya estaba trabajando para una revista internacional. Acá se valora mucho que uno pueda hacer muchas cosas a la vez y no solo para lo que estudio” (Gregory, 34 años, Ciudad de México, México)

Estas informaciones son confirmadas por las estadísticas de macrodatos que indican cuáles son los destinos seleccionados por les venezolanes para emigrar, ordenados de mayor a menor: Colombia, Perú, Estados Unidos, España, Chile, Argentina, Italia, Portugal, Canadá, México, Panamá, Reino Unido, Ecuador, Alemania, Australia, Trinidad y Tobago, Francia, Suiza, Países Bajos, Brasil, República Dominicana, Haití, Guyana, Bélgica, Suecia, Costa Rica, Noruega, Austria, Grecia, Dinamarca.

En cuanto a la preparación para la emigración encontramos que 37 de las mujeres viajaron con sus papeles en regla, partidas de nacimiento y títulos apostillados, en contraste con los varones, quienes solo 19 de ellos lo hicieron de esa manera. Todes contaron el drama que significó sortear las redes burocráticas para poder sacar sus pasaportes y apostillar documentos.

Luisana nos contó:

“Que va, en Venezuela todo esta dolarizado y para sobrevivir a las trabas de la burocracia pública hay que pagar aparte. Esto pareciera que ocurre con la complicidad de los funcionarios. De hecho, los gestores dicen que pueden entregar rápido los documentos porque le dan una parte de lo que se les paga a los funcionarios. Últimamente me dicen que está mejorando, pero en el 2018 el que no pagaba aparte todo eso no podía obtener los documentos” (Luisana, 27 años, Perú)

  • Trámites legales para emigrar

Todos los entrevistados coincidieron en señalar que Argentina y México eran los países con mayores facilidades para regularizar la situación migratoria, pero en el segundo de estos países era costoso. Los emigrantes se habían convertido en altamente informados sobre las posibilidades de regularizar situación jurídica y los recaudos requeridos en los distintos países, aunque algunos aún no lo hubiesen hecho.

Eso sí, todes les familiares insistían que había que emigrar con los papeles en orden para poder resolver de manera más expedita el estatus jurídico en el país de llegada. Sin embargo, entre 2014 y 2018 sacar un pasaporte o renovarlo, adquirir una prórroga, legalizar y apostillar documentos era una tarea materialmente imposible: Las causas atribuidas iban de las carencias tecnológicas y trabas vedadas para frenar la emigración por su costo político regional hasta temas de corruptela generalizada por los bajos salarios de los empleados públicos.

En 2019 la situación para acceder a documentos legales mejoró de manera significativa, con la creación de plataformas virtuales para la legalización y apostillado de originales, así como por el establecimiento de tarifas dolarizadas para los trámites de instrumentos migratorios.  Sin embargo, no todes les ciudadanes podían cancelar los altos montos por pasaportes y prórrogas.

Ello conllevó a que una parte importante de emigrantes, desesperados por la situación económica, decidieran partir con sus documentos vencidos o sin ellos, generándoles una situación muy difícil en los países receptores. Los integrantes de las familias que se quedaron en Venezuela, asumieron la tarea de conseguir la cita para renovar pasaporte u obtener prórroga, para quienes no habían partido o quienes deberían regresar si se las otorgaban.

Treinta y tres mujeres emigrantes entrevistadas conocían a través de comentarios y consejos de amigos/as y familiares, las exigencias del país de destino, para solucionar su situación migratoria; en consecuencia. Cuatro de las entrevistadas los buscaron por internet y dieciséis pensaron que al llegar contarían con el tiempo necesario para que les enviaran desde Venezuela los documentos necesarios, algo que no siempre fue posible.

En contraste solo diecinueve de los varones se informaron por distintos medios de los requerimientos para solucionar el estatus jurídico en el país elegido, mientras veintiséis pensaron que eso se resolvería luego.

  • Momento de partida

Respecto al momento de partida, tres emigraron en el 2014, seis en el 2015, doce en 2016, catorce en 2017, cuarenta y uno en el 2018, dieciocho en el 2019 y cuatro en 2020. Estas cifras se corresponden con el escalamiento de la emigración entre 2018 y 2019 y, el freno en 2020 por la situación de cuarentena vivida durante la pandemia.

A pesar de las diferencias en el momento de partida, la tendencia es a producir encuentros familiares, de amigos y conocidos en el exterior. El trasnacionalismo familiar y la idea de patria extendida en el exterior se convierten en factores determinantes de hibridación de los distintos momentos emigratorios.

  • Medio de transporte seleccionado para la emigración

El medio de transporte para poner en marcha la emigración también varió. Cuarenta y una de las mujeres lo hicieron por avión, mientras que once lo hicieron por tierra a través de la frontera con Colombia y una se fue por mar rumbo a Trinidad y Tobago como lugar de transición. En el caso de los varones, treinta y cinco lo hicieron por tierra a través de San Antonio del Táchira, Puerto Santander y la Guajira, mientras diez se fueron en transporte aéreo. En todos los casos, quienes utilizaron el transporte aéreo fueron directo al destino final seleccionado.  Cincuenta de las mujeres que se fueron por tierra, trabajaron por lo menos en un país antes de llegar a sus destinos finales. En el caso de los hombres, los cuarenta y cinco trabajaron en el país de transición.  Para quienes hicieron trabajo temporal en los países de transición, el tiempo que tardaron para llegar a su destino “final” fue entre tres y cinco meses.

De los cincuenta y uno que viajaron por avión, si bien tenían sus papeles migratorios en orden, solo treinta y cinco habían podido apostillar el resto de sus documentos. Para quienes carecían de estos recaudos, eso significó inserción laboral en condiciones de precariedad e inestabilidad, así como en algunos casos limitaciones para poder resolver el estatus migratorio o continuar estudios.

Para quienes tuvieron que emprender el periplo sin pasaporte o prórroga, ello significó que la emigración se tornara en doblemente dramática. La situación irregular de los pasaportes complicó aún más los procesos migratorios, destacando Chile como un país que buscó soluciones, otorgando las llamadas visas de responsabilidad democrática. Esto fue trabajado por Carolina Stefoni Claudia Silva Sebastián Brito en “Migración venezolana en Chile. La (des)esperanza de los jóvenes” (2019)[26], precisando que la migración venezolana en Chile entre 2000 y 2009 fue de 2.342 personas, cifra que contrasta con la de 2017 que alcanza los 74.155, año en el cual las visas otorgadas por el gobierno de ese país alcanzaron el número de 73.386. La investigación citada muestra como la población migrante venezolana es la más joven de Chile, con tendencia a ser cada vez más baja la edad de los jóvenes que llegan a ese país.

  • Los primeros días

Cuando indagamos sobre cómo habían sido los primeros días, todes los que tenían sus papeles en regla iniciaron en la primera semana los trámites migratorios. Destacó la sencillez del proceso para la obtención de DNI en Argentina. Los restantes estaban a la espera que se mejorara el proceso de otorgamiento de prórrogas y pasaportes nuevos para sacarlos en los consulados cuando estuvieran habilitados o retornar brevemente al país a hacerlo. Nathaly comentó:

“Fue una de las cosas que me motivo venirme a Argentina, es que acá es más fácil tener la residencia, lo que hice en Venezuela no fue mucho, me vine sin autenticar mis títulos. Lo único que hice en Venezuela fue apostillar mis antecedentes penales que me solicitan acá para regularizar mi estatus jurídico”.(Nathaly, 34, Argentina)

Berta precisó

“tenía donde llegar, me esperaron en el aeropuerto, habíamos cuadrados mi estadía y el tiempo. Inicialmente estaba clara que no iba a trabajar en mi profesión, cuando estaba en Venezuela busqué mucha información sobre Argentina, vi muchos videos, para informarme. El primer día empecé a solicitar mi residencia. Mis documentos acá en el país me salieron rapidísimo, yo tuve mi documentación a los dos meses y medios, algo provisional, pero empieza a correr el tiempo para solicitar la residencia permanente” (Berta 28, Argentina)

La mayoría, aun los que contaban con título universitario trabajaron en tiendas, textileras, panaderías u otros comercios mientras ubicaban un trabajo más vinculado a sus capacidades y/o titulación. Cuentan que lo primero que hicieron al recibir pago fue hacer un mercado completo, pero todes refieren que sentían una especie de culpa por tener todo aquello de lo que estaba privada su familia.  Sofía nos contó:

Cuando hice el primer mercado me preparé una carne asada con verduras, arroz, frutas y dulce; hacía años que no comía así. Pero cuando fui a comer me sentí horrible … quería tener a mi familia cerca para compartir con ellos … lo que hice fue hacer una video llamada y ponerme a llorar.  Mi mamita me decía que estaba feliz y que comiera, pero la comida no me pasaba. Cuando pude comenzar a enviar dinerito a casa disminuyó el complejo de

culpa, pero todavía me asalta” (Sofía, 29 años, España)

Luis nos comentaba:

Al principio era horrible. Cuando sacaba la cuenta de lo que cuesta aquí un almuerzo o un café pensaban en lo que podría comprar mi familia con ese dinero. Me aterraba ir a comprar algo … era un sentimiento de culpa impresionante. Eso duró unos meses, poco a poco fui entendiendo lo que significaba en términos prácticos la diferencia cambiaria. Aun así, todavía, cuando hablo con mi mamá y me cuenta como está la cosa allá me vuelve la culpa (Luis, Chile, 34 años)

Mientras los hombres venían con la identificación de grupos locales de venezolanos y rápidamente se asociaban a ellos, las mujeres preferían ir haciendo amistades locales. Esta tendencia mostraba estilos diferenciados de adaptación que marcarían los procesos de les emigrantes en los distintos países.

Todes expresaron el choque cultural inicial al encontrarse en países en los cuales la protección social y laboral se diferencia de la que había en Venezuela en el mejor momento del proceso Bolivariano. Algunos añoraban ese “Estado de protección social” y, otros comenzaban a hacer suyo el discurso de la competitividad. Las jornadas laborales extendidas implicaron un cambio en los hábitos y estilos de trabajo, que asumieron en la perspectiva de solucionar la situación económica en la que se encontraban

  • Estatus jurídico de les emigrantes

De les noventa y ocho entrevistades, veinticinco mujeres y siete hombres cuentan con estatus jurídico legal, mientras cinco mujeres lo están tramitando y el resto espera algún documento que le hace falta o no ha podido resolver la renovación del pasaporte vencido.

Quienes viajaron sin documentos actualizados, en su mayoría pudieron acceder a ellos unos meses después de la partida inicial y otros están a la espera que se normalicen las relaciones consulares para poder recibirlos; en este último caso afecta de manera especial el rompimiento de relaciones diplomáticas de muchos países con Venezuela.

Solo quince de les entrevistades, todos hombres, retornaron en algún momento a Venezuela. Doce lo hicieron para resolver algún trámite legal y tres para reencontrarse con sus familias y volver a partir en un par de meses.

  • Derrotando el fantasma del desempleo

Todes les emigrantes entrevistades estaban trabajando cuando conversamos con ellos, ya fuera como profesionales o “toderos”. El intercambio con nacionales comenzaba a generar procesos de estabilidad y adaptación.  No obstante, solo tres hombres se habían sindicalizado, mientras la inmensa mayoría veía eso como una actividad política que le estaba vedada a les extranjeros.

El Informe de la OIT “en busca de trabajo decente. Los derechos de los trabajadores y trabajadoras migrantes” advertía sobre la necesidad que las organizaciones sindicales de cada país trabajaran con les emigrantes debido a que:

A pesar de las experiencias positivas de muchos trabajadores migrantes, una inaceptable cantidad de migrantes debe hacer frente a condiciones de trabajo abusivas y explotadoras, que suelen comprender: trabajo forzoso, bajos salarios, condiciones de trabajo deficientes, prácticamente ninguna protección social, denegación de la libertad sindical y de los derechos sindicales, discriminación y xenofobia, como así también exclusión social, lo cual priva a los trabajadores de las ventajas potenciales dimanadas del hecho de trabajar en otro país. El desarrollo de las instituciones laborales destinadas a proteger a los trabajadores migrantes ha quedado muy rezagado con respecto al crecimiento de las migraciones” (2013;p.2)

Sin embargo, esto sigue siendo un problema. Pocas organizaciones sindicales en los países receptores tienen una clara política de sindicalización de les emigrantes, sobre todo porque en muchos casos las bases afiliadas ven esto como amenaza a su estabilidad laboral y fuentes de trabajo.

El trabajo no sindicalizado es la opción mayoritaria para romper con el riesgo del desempleo, una condición que es impensable para quienes han llegado a estos países. Esta carencia de sindicalización los coloca en situación de desventaja ante la variabilidad de las condiciones de trabajo en los distintos países.

  • Precarización laboral

La noción de trabajo precario y sin contratación legal, emerge como una categoría constante en los relatos de les emigrantes. Zulay nos informó:

“Una semana después haber llegado acá, ya tenía un trabajo que lo conseguí a través de una amiga, como no tenía papeles estaba en negro, me pagaban menos…trabajaba en una fábrica, era como una empresa textil, trabajaba muchísimo de 8:30 am hasta las 6:00 pm, era muy forzado el trabajo. Me dio una bronquitis me retiré y busqué otras opciones. Volví a trabajar en una fábrica textil, pero era peor de esclavizante, comenzaba a las 8 am y salía a las 9 pm. Ahora tengo otro trabajo en un consultorio dental. Todos mis trabajos han sido en negro, es más tranquilo y es como un trabajo a medio tiempo, trabajo solo tres días a la semana por ahora. No descarto trabajar en mi área, estoy pensado en hacer varios cursos en las áreas que más solicitan, trabajo con otros migrantes que ya tiene más tiempo acá, pero es muy rico compartir con ellos, me siento muy afortunada y agradecida este tiempo que ha sido de muchos aprendizajes para mí”. (Zulay, Argentina, 33 años)

Sin embargo, la precarización es vista como el mal menor. “Es preferible contar con un empleo en condiciones sub pagadas y sin protección social que estar desempleados” nos decía Jazmín (23 años, Brasil).

La precarización laboral, la xenofobia, el machismo y el patriarcado se mostraron con fuerza contra los emigrantes, quienes colocaban de relieve la solidaridad con la cual habían sido tratados por nacionales de estos países. Alberto nos decía

“ahora tengo hermanos de vida en Colombia, Ecuador y Perú, porque ellos me cuidaron y apoyaron mucho en mi tránsito. Era gente que no conocía y estuvo dispuesta a tratarme como si nos conociéramos toda la vida” (Alberto, retorno al país y estaba partiendo para Uruguay cuando nos dio la entrevista)

  • Dinámicas de discriminación

La polarización política trasladada a los distintos países, entre madurismo y opositores, junto al impacto de la crisis económica neoliberal de los últimos años que impacto el empleo en esas naciones, fue el caldo de cultivo para el emerger de la xenofobia, el racismo y discriminación contra les venezolanes.

El machismo y la cultura patriarcal se visibilizaron de manera muy particular con las emigrantes venezolanas; Marta (32 años, Perú) contó cómo los piropos hipersexualizados era una constante para las mujeres venezolanas emigrantes y, cómo en un par de veces, la habían tratado como si fuera prostituta. Josefina (27 años, Brasil) contó como estuvo a punto de ser abusada sexualmente en Perú.

Quienes emigraron por tierra, con los papeles en regla manifestaron que no tuvieron mayores dificultades, sin embargo, quienes lo hicieron sin pasaporte o con los papeles migratorios vencidos, se vieron convertidos de la noche a la mañana en ilegales. La situación de ilegales los obligó a contactar con redes solidarias que les enseñaron los caminos y mecanismos para escapar de los controles. También les ayudaron a conseguir empleos sub pagados con patrones que veían en ello un beneficio. Explicaron que hay un sub mundo de las migraciones ilegales con muchas redes de apoyo que alertan contra el mundo criminal de la ilegalidad. Roberto contó

“es increíble pues cuando estaba llegando a Bucaramanga una familia se me acercó con agua y comida y se puso a la orden si necesitaba algo. Me dieron la dirección y eso me pareció extraño. Pero dos días después fui con otro compañero y ellos me trataron muy bien. Me ayudaron a encontrar un empleo en una panadería y luego me dieron un contacto en Bogotá, quien me ayudó a establecerme” (Roberto,31 años, Colombia)

Estas experiencias de paso por corredores no institucionales están creando nuevas redes y entramados migratorios, que pueden terminar afectando a les emigrantes, pero su eliminación dependerá del surgimiento de políticas, mecanismos y apoyos legales a la emigración desde su partida y en los territorios de destino.

  • La vuelta ocasional a casa

La emigración tuvo flujos y reflujos. Algunos tuvieron que regresar para poder subsanar sus papeles migratorios o por situaciones afectivas. Nadie está realmente preparado para irse de su país e iniciar una nueva vida desde cero, pero unes se adaptan mejor que otres.

Solo uno de los entrevistados regresó en un vuelo humanitario. Nos contaba:

“ya no soportaba estar lejos de mis padres y familia, por ello acudí a la embajada y pude volver en un vuelo humanitario. Pero cuando llegué a casa sentí pena al ver lo mucho que había empeorado la situación económica en Venezuela. Por ello, a las seis semanas decidí volver a partir, dejando mis ahorros a mis padres” (Joel, 31, Perú)

La vuelta a casa sin dinero para montar un negocio o vivir sin trabajar durante meses es percibido como una derrota que afectará a toda la familia. Esto está creando una situación emocional que seguramente demandará la atención en el futuro cercano.

Parejas jóvenes separadas, sin posibilidades de comprar una casa o establecerse de manera independiente en el corto plazo, crean un concepto difuso de familia trasnacional que amenaza con la ruptura de los vínculos, fantasma que afecta tanto a hombres como a mujeres.

  • Remesas y pagos

El envío de las remesas se ha convertido en una odisea, porque la banca pública y privada en Venezuela no está facultada para ello y/o no goza de credibilidad para les emigrantes. Compañías como Western Union (WU) que en otros países sirven de intermediarios, no tienen operaciones abiertas en Venezuela. Cuando es posible enviar remesas a quienes se quedan, ello implica hacer “maromas” como lo indicó William quien vive en México. El mecanismo más usado por los encuestados ha sido la triangulación entre las casas de WU ubicadas del lado colombiano, a donde va un familiar o amigo a retirarlas, las convierte en pesos colombianos y de estos en Bolívares, para luego depositar en una cuenta en Venezuela, desde la cual se transfiere al familiar en las distintas ciudades de Venezuela. En menor cantidad otros usan plataformas como Self y PayPal.

Una situación similar la tienen quienes se han quedado y están trabajando en línea desde sus casas, con el agravante que muchos empleadores por el bloqueo norteamericano no quieren tener trato con venezolanos/as. Muchas empresas y en especial las redes sociales no contemplan pagos por tráfico y creación de contenidos a venezolanos/as y, cuando lo logran es porque se registran como usuarios en otros lugares.

En todos los casos expresaron que, a la hora de intentar abrir una cuenta bancaria en el extranjero, la condición de emigrantes venezolanos/as lo hace especialmente complicado. Una suposición de que todo el dinero de les venezolanos/as es mal habido pareciera marcar la lógica bancaria. En Panamá esta situación se hace increíblemente difícil para les emigrantes venezolanos, viéndose obligados a cargar el efectivo obtenido como pago por trabajo o solicitar el apoyo de nacionales para que resguarden los ahorros.  Esto agrega ansiedad e incertidumbre y, manifiestan los entrevistados, debería ser tema de preocupación de los Estados nacionales, para evitar exclusiones

  • ¿Con quién viven les emigrantes?

En el caso de las mujeres treinta y dos tienen edades comprendidas entre 18 y 30 años, mientras que veintiuna están en el rango de 31 a 35 años de edad; 47 de ellas viven solas y 6 habían emigrado con parte importante de su familia, especialmente madre o hermanos/as. En el caso de los varones 14 corresponden a las edades entre 18 y 30 años, mientras que 31 tienen edades entre 31 y 35 años de edad, de ellos, 25 viven con otro integrante del núcleo familiar o con amigos muy cercanos y los restantes 20 solos. La independencia y autonomía de las mujeres pareciera mayor que la de los varones. Esto pareciera confirmar el estudio citado de análisis de los metadatos de los emigrantes que tienen cuenta en Facebook.

Los datos muestran que, así como las mujeres emigran a más temprana edad que los hombres, los hombres tienen mayor dificultad que las mujeres para vivir sin otros integrantes del núcleo familiar.

  • Actitud política de les emigrantes

La polarización política de los padres y madres no tiene necesariamente un correlato en las narrativas de los emigrantes, mucho más interesados en adaptarse y mejorar su calidad de vida en los lugares de destino, que inmiscuirse en los asuntos políticos en origen.

Esto se podría interpretar como una pérdida de cultura solidaria, pero no es así. De hecho, la mayoría de los emigrantes están vinculados a grupos de WhatsApp, Facebook u otras redes sociales para el intercambio y la cooperación entre venezolanos/as en el extranjero. Eso sí, la solidaridad toma distancia del paternalismo, es vista más como ayuda mutua para quienes “se esfuerzan por adaptarse” como lo expresaran Belkis en Chile, Marco en Argentina o Violeta en Panamá.

La mayoría reconocen que tuvieron una u otra opción política en algún momento, pero que ahora lo que les interesa es tratar de resolver la situación económica propia y de la familia.

Para conocer un poco más acerca de su imaginario político, hicimos un ejercicio de silogismos entre palabras y conceptualizaciones. Al preguntarles qué significado tenía para ellos la palabra “política”, sesenta y ocho señalaron que algo que no les interesaba, que estaba vinculado a enfrentamiento y ellos estaban en una situación en la cual el encuentro era lo fundamental. Doce mostraron un absoluto desprecio por el mundo de la política; Martín (Argentina, 30 años) afirmó “Es un término que no quiero escuchar, está prohibido en mi vocabulario”. Dieciocho expresaron que la política era un ejercicio noble y necesario y que esperaban volver al país, donde hubiese condiciones materiales para su ejercicio pleno; todes agregaban que habían aprendido la importancia de la tolerancia y el compartir con otres que pensaran distinto.

Respecto a lo que significaba para ellos la palabra “democracia”, noventa y uno señalaron que era la mejor forma de organizar la sociedad, señalando distintos niveles de déficit en la actualidad venezolana. Cinco, todos hombres, señalaron que los problemas del país (Venezuela) no se podían resolver en democracia, que se necesitaban gobiernos más fuertes, pero cuatro de ellos expresaron tener desconfianza en los militares para esta tarea. Dos señalaron que el mayor enemigo de la democracia venezolana eran las intervenciones extranjeras de cualquier tipo, norteamericana, china, rusa, española, cubana.

En cuanto a la palabra “socialismo”, ella tenía para sesenta y uno de les entrevistades una connotación diferenciada entre lo que se plantea en términos ideales y lo que se había vivido en los últimos años; no ubican al gobierno venezolano actual como socialista. Treinta y dos expresaron que socialismo era desunión y por lo tanto conflicto y que no tenían interés alguno en esa perspectiva política. Cuatro señalaron que había que luchar porque en Venezuela se instaurara un socialismo auténtico y uno prefirió no responder.

  • Reagrupamiento familiar

El que estén concentradas en trabajar y/o estudiar y ahorrar, pareciera mostrar una mayor disposición de las mujeres a reagrupar el núcleo familiar en el exterior, mientras los hombres en su mayoría optan a la ayuda eventual o periódica a través de remesas. Esto no significa que las mujeres no ayuden con remesas a sus familias en Venezuela, sino que tienen una mayor estrategia de ahorro para poder tener capacidad de reunificar el núcleo familiar.

Otro elemento importante es que la migración femenina es más proclive a propiciar y potenciar proyectos migratorios de otros integrantes de la familia, a sacarlos del país, aunque ello no sea al mismo destino donde ellas se encuentran.

Un problema cierto que se plantea para el reagrupamiento es la resistencia que tienen les mayores de cincuenta y cinco años para emprender la partida del país. En el caso de los niños pareciera que el que sus padres puedan contar con ingresos estables, un lugar adecuado donde vivir, cercano a una escuela, son requisitos mínimos para producir el reencuentro.

Todes plantean que el reencuentro ideal sería en Venezuela, pero no ven posibilidades reales que eso ocurra en el corto o mediano plazo. Catorce mujeres plantearon que estaban pensando seriamente en conseguir la ciudadanía en el país que habían llegado y establecerse ahí para el resto de la vida; ellas ven el reagrupamiento como el proceso colectivo de adquirir otra nacionalidad.

Todes insisten que la música es una forma de reagrupamiento familiar y que, en diciembre, las gaitas[27] constituyen una forma de reagrupamiento imaginario. Canciones de Simón Díaz, la Rondalla Venezolana, Ilan Chester, Franco de Vita, entre otros, les conectan con la necesidad de reagruparse pronto.

  • La idea del retorno

Cuando indagamos si pensaban volver pronto a Venezuela, noventa y seis señalaron que no porque no veían arreglo en el país, mientras dos señalaron que ello dependía si podían o no ir a traer a sus familias, mediante alguna medida de reagrupamiento familiar. Contaban que aquellos que volvían era porque no tenían documentos migratorios, no dominaban ningún oficio de libre desempeño o habían partido con el imaginario del turista y no del emigrante que sale para sobrevivir. Cinco de los que no tienen pensado volver, han construido una nueva relación de pareja con nacionales de los países a los que llegaron; dos de ellos dejan atrás esposa e hijos lo cual agrega dramatismo a la situación de los que se quedan.

La publicidad del gobierno que muestra a los emigrantes como traidores, anti patriotas o víctimas del discurso capitalista, así como la victimización que hace la oposición sobre les emigrantes, se convierten en elementos que pesan a la hora de volver. Juan (Chile, 32) nos dice “No quiero volver al país para que me acusen de traidor o anti patriota, cuando la realidad es que salí a buscar cómo sobrevivir y para ayudar a mis padres para que no pasaran hambre” Por su parte, Pedro Luis (Ecuador, 29) aclara “No soy una víctima, ni del gobierno ni de la oposición. Estaba pasando hambre .. y … si me preguntan el por qué … diría que nos cayó una bomba con dos componentes explosivos, por un lado, las sanciones norteamericanas y por otra la ineptitud del gobierno. Salimos huyendo de un gobierno que no ha tenido la inteligencia para presentar alternativas contra la ofensiva gringa y una oposición que pide invasión de fuerzas militares extranjeras. Ambos solo piensan en ellos”.

  • La organización familiar frente a los cuidados

El tema de los cuidados surge como un gran problema nacional asociado al proceso de emigración. Muchos abuelas y abuelos, tíos y tías mayores e incluso hasta vecinos solidarios, han tenido que asumir el cuidado de niños, niñas, adolescentes, ancianos y ancianas, muchos de ellos y ellas con problemas de salud. Las tareas de cuidado han significado una intensificación de la situación material de vida, porque muchas veces las remesas desde el exterior no terminan de llegar y hay que resolver con lo que se tiene.

En Venezuela, el movimiento feminista está planteando la necesidad de avanzar en legislación y políticas gubernamentales de regulación y apoyo a quienes asumen los cuidados, sin embargo, esto aún no se ha concretado en la agenda de políticas públicas. Amparo Micolta León y María Cénide Escobar Serrano advertían en “Si las abuelas se disponen a cuidar, madres y padres pueden emigrar” (2010), respecto este fenómeno en la inmigración colombiana en Venezuela de comienzos del siglo XXI

El cuidado de los hijos en la familia es un trabajo que socialmente se ha camuflado al ser catalogado como una labor femenina, razón por la cual no se ha reconocido ni valorado a las abuelas, quienes, en nuestra cultura, siempre han cuidado de sus nietos y nietas haciendo posible que otras mujeres y también los hombres salgan a trabajar y cumplan con un proyecto de vida personal y familiar. El trabajo que realizan estas abuelas por estar circunscrito al ámbito de la familia y, por ende, corresponder a la esfera de la reproducción social, se lo hace invisible.[28]

Este mismo fenómeno está ocurriendo ahora con la emigración venezolana. Julie Turkewitz precisa que “madres y padres venezolanos, decididos a encontrar trabajo, así como alimentos y medicinas, están dejando a cientos de miles de niños al cuidado de sus abuelos, tías, tíos e incluso hermanos que apenas han pasado la pubertad” (2020)[29]. El trabajo periodístico de Daniela Rojas Díaz advierte que “abuelos sin sus nietos, padres sin sus hijos o niños sin sus progenitores, es lo que se ve actualmente. Tíos, padrinos o ancianos haciéndose cargo de los menores de edad, para ayudar a los padres que tuvieron que partir a otro país buscando una mejor calidad de vida para ellos y para quienes dejaron en Venezuela”[30] (2019).

El trabajo de cuidados en Venezuela no es considerado sujeto a salario, a pesar de su importancia económica. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) considera que “Los servicios públicos de cuidado de niños y niñas, la educación de la primera infancia, los cuidados dirigidos a las personas con discapacidad y los cuidados de larga duración, así como el cuidado de las personas de edad, son otros de los ámbitos que integran la economía del cuidado”[31] (2020).

La emigración venezolana está generando un nuevo fenómeno, el de los cuidados, que en el caso de la población de jóvenes que parten, se refiere a padres, madres y abuelos/as que quedan sin un resguardo debido y que en muchos casos son atendidos por otres sin pago alguno por ello.

 La mayoría de adultos mayores de 60 años, integrantes de los núcleos familiares base de les emigrantes expresan que no quieren irse a comenzar una vida desde cero, que su tiempo para ello ya pasó; una especie de desesperanza y resignación caracteriza a este sector de la población, quienes con amargura trasladan su impotencia en rabia con el mundo de la política. Pero esos abuelos y abuelas que se quedan, que no quieren partir, demandan de cuidados, de atención que no aparecen en la contabilidad de trabajo. Son otro incluido silencioso de los procesos de emigración

  • Volviendo a las causas después de meses y años de emigración

Habíamos pulsado la opinión política de las familias y al entrar en confianza con les emigrantes decidimos indagar sobre la percepción que tenían respecto a las causas de la crítica situación en Venezuela. Sesenta y ocho consideraban que errores del gobierno, falta de preparación para los cargos, la corrupción y la demagogia eran los causantes de la actual situación. Veinticinco indicaron que los problemas con EEUU, especialmente por el bloqueo contra la economía venezolana estaban en el origen de la actual crisis, mientras que cinco identificaban al presidente Maduro como el culpable.  Mayra (Colombia, 29) señalaba:

principalmente pienso que el gobierno debería pensar un poco ante de tomar una decisión, porque en todos los sentidos estamos mal, en la educación, lo político, económico, en la salud … la solución para mí no es aumentar un sueldo o darles bonos a todos, la solución sería brindarle propuesta de trabajos reales, brindar una mejor educación, las escuelas está muy descuidadas, la alimentación. También pienso que son problema que se han venido arrastrado desde hace mucho, pero llegó el momento de resolverlo o vamos a desaparecer como país”.

Se confirma la multidimensionalidad en las causas del proceso emigratorio venezolano, pero lo económico como el factor determinante.

  • Recomendaciones para les venezolanes que deseen emigrar

Las recomendaciones que hacen, quienes ya están en otros países, para aquellos(as) que estén pensando en emigrar son: 1) preparen su mente para entender que no se va de paseo, que se está comenzando una vida desde cero. María nos comenta:

“Que va mi pana, uno cuando se prepara para emigrar no tiene idea de lo difícil que es partir de cero. Uno llega a un sitio donde no tiene nada de lo que está acostumbrado. En mi caso al llegar a Chile no hubo cama sino colchoneta, nada de comida caliente, pan con mantequilla. Se trata de volver a preguntar cuánto cuesta todo, desde una cuchara en adelante. A una nadie lo preparó para esta vaina” (María, 27, Chile)

2) asegúrense al partir de traer todos sus documentos en regla, eso da una ventaja enorme. Carlos nos advertía

“La mayoría de la gente no entiende que esto no es el despelote de Venezuela. Que afuera uno pierde eso que consideraba derechos naturales. Para trabajar y tramitar la ciudadanía uno debe traer todos sus papeles en regla. En mi caso eso significó retrasar mi emigración siete meses, pero valió la pena. To tuve una ventaja con mis compañeros que se vinieron sin apostillar sus títulos y el pasaporte vencido. Conseguí trabajo rápido, pude sacar mi DNI y hasta pude alquilar un apartamento estudio. La gente pregunta y se fija si uno tiene todo en orden. Los documentos en regla abren puertas” (Carlos, 33, Argentina)

3) preparen a los suyos para una larga ausencia, el rencuentro no es tan fácil como se pensaba al partir. Jesús nos contó:

“Yo no sé si mamá y mi papá pensaban que la cosa sería diferente. Yo si lo creía. Yo emigre en agosto y en mi mente estaba en volver para las fiestas de navidad, para comer hallaca, pan de jamón y ponche crema con la familia. Nada que ver. Aquí el trabajo no se detenía, al contrario, era más intenso en diciembre. No tenía plata ahorrada para ir y volver y seguro me despedirían si me iba por un par de semanas. Así que tuve que pasar 24 y 31 trabajando. La llamada no me cayó en la nochebuena y no pude hablar con los viejos. La gente que conocía no me invitó a su casa.  Eso fue como una graduación para endurecer el corazón. Imagino que lo mismo les pasó a mis padres. Hermano hay que prepararse mentalmente para una larga ausencia de casa”. (Jesús, 31, Panamá)

4) trabajar y ahorrar es la clave, quien viene con mentalidad consumista fracasa. Nathaly nos comentó:

“Los venezolanos venimos de ser consumistas, de comprar de todo, incluso lo que no necesitábamos. Aquí cada centavo duele porque cuesta mucho ganarlo. Yo he aprendido mucho, No desperdicio nada y eso me permite hacer economías para poder enviar plata para la casa y ya me he podido comprar las cosas mínimas, que si nevera, lavadora, cocina, cama. Ahorrar es la clave” (Nathaly, 34, Colombia)

5) traigan pocas cosas, despéguense de la idea de muchas cosas materiales y abran la mente. Ricardo nos narró una anécdota de su llegada:

“Cuando fui al aeropuerto llevaba dos maletas un bolso y una mochila. No me habían informado que solo podía embarcar una maleta. Me toco rehacer una sola maleta y el resto lo guardaron mis padres en el carro. Cuando fui a pesar la maleta tenía 33 kilos y solo permitían 25 kilos. Tuve que sacar zapatos, suéter, un muñeco que me acompañó desde la infancia y aun la maleta estaba con sobre peso. Le pedí a mi madre que lo hiciera por mí y la maleta quedó con 24 kilos. Me empezó una taquicardia porque sentía que llevaba poco. Al llegar a Sao Paulo tuve que caminar varias cuadras para llegar a donde me esperaba mi amigo. La maleta no tenía ruedas y sude como un desgraciado.  Quería dejarla botada. Luego, el carro de mi amigo era pequeño y venían con otros compas.  El carro no tenía portamaletas y no cabía adentro. Por suerte mi amigo tenía un mecate y la pudimos amarrar encima.  Los compañeros de mi amigo se rían por lo grande de la maleta. Luego la mayoría de ropa que traje era muy abrigada y no se podía usar aquí. Termine comprando ropa y ahora me pregunto si valió la pena cargar tanto” (Ricardo, 29, Brasil)

6) es posible lograrlo, pero nadie dice que es fácil, sin embargo, vale la pena.

Luisa (Ecuador, 25) agregaba:

“Yo antes no veía la movilidad como algo posible. Mi generación todavía es muy del acomodo, tener algo seguro, pero la nueva generación ya ven el mundo de forma diferente, ellos viven conectados. Para el futuro de Venezuela este proceso de migración es importante, pues nos encontramos con mucha diversidad cultural y eso es una enseñanza que nos ayudará ser una mejor sociedad en el futuro. Yo creo que, si eres joven y tienes la posibilidad de viajar hazlo, porque es divertido, porque aprendes mucho. A veces también somos muy arraigados a la familia y debemos darnos una oportunidad para ampliar los horizontes. Los que se estén preparando para salir háganlo, les va a servir para su crecimiento y el de nuestra sociedad”.

  • Conclusión

Vuelvo a la vieja casa en la callejuela

Donde feliz pasé mis primeros días

En la entrada hay un santo con una vela

Mi guitarra y mi cuatro están todavía

En el cuarto la hamaca y los carricochos

Y  una carta de amor en viejo papel

Hay uno cuantos discos setenta y ocho

De viejos tangos que cantó Carlos Gardel

El barrio de mis andanzas donde viví a plenitud

Donde transcurrió mi infancia mi niñez, mi juventud

Con inquietud y embriagado de añoranza

(Ricardo Cepeda, El barrio de mis andanzas)

Las causas de la emigración venezolana no han desaparecido, por lo cual es previsible que se mantenga la tendencia, aunque haya disminuido la intensidad durante la pandemia del COVID-19. La inflación sigue disparada, la devaluación del Bolívar imparable, la crispación política intensificada, la fragmentación del mundo político de la oposición y el gobierno, todo ello está en la base del proceso de emigración y solo se podría revertir cuando estos indicadores tiendan a la normalización y estabilización.

Esta situación de emigración se ha convertido en un desgarramiento terrible y sin precedentes de la familia venezolana. El creciente desencuentro entre sociedad y representaciones políticas (de izquierda, centro y derecha) está creando las condiciones de posibilidad para el surgimiento de soluciones “outsider” cuya orientación es impredecible.

Paradójicamente, a pesar de los indicadores económicos y sociales, el fenómeno migratorio y la caída del salario de les trabajadores a niveles que no le garantiza siquiera la sobrevivencia, se percibe estabilidad gubernamental; el fantasma de la rebelión popular sigue latente y del alzamiento militar se ha disipado, pero el costo de la estabilidad ha ocurrido en detrimento de la calidad democrática. Las criminales sanciones norteamericanas contra Venezuela amenazan con destruir la noción de lo público en Venezuela y demandan un acuerdo nacional para enfrentarla, donde no se avizora una salida anticapitalista.

Todos los y las jóvenes entrevistados están conectados a otros que preparan sus maletas para emigrar. Esta dinámica está creando y estructurando una nación en el exilio que clama por rencontrarse amigablemente con su terruño. Las nuevas generaciones de jóvenes siguen partiendo en busca de una estabilidad económica pero también emocional. Las orquídeas están adquiriendo nuevas tonalidades en los territorios a donde han llegado a posarse, mientras esperan una ráfaga de reorientación de las políticas públicas en Venezuela, que las lance nuevamente al viento, pero esta vez de retorno.

Por ello, es urgente generar una amplia campaña regional y mundial de denuncia sobre el efecto perverso y profundo de las sanciones norteamericanas sobre Venezuela. Si bien no es la única causa, es imposible recomponer la situación económica, política, social, cultural, tecnológica y migratoria actual, sin que previamente cesen las medidas coercitivas norteamericana y de los imperialismos europeos contra Venezuela.

Acción que debe ser acompañada por un conjunto de políticas públicas del Estado venezolano, en la perspectiva del “golpe de timón” solicitado por el presidente Chávez antes de morir.  Estas políticas públicas pasan por

1.   El retorno a los principios de la democracia participativa y protagónica fundamentados en la democracia popular y de la calle, gestados en el periodo 1989-1998 y plasmados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.

2.   La recuperación de las iniciativas para la construcción de un Estado comunal, que haga suyo el papel conductor del poder popular en la gestión de los asuntos públicos.

3.   La urgente necesidad de volver a la idea que la crisis la paguen quien más tienen y no el pueblo.  Impuesto a las grandes fortunas y ganancia, suspensión del pago de la deuda externa y auditoria ciudadana de la misma, pero también estilos de vida de la dirigencia política que se correspondan a la situación material de la mayoría de la población.

4.   Se requiere un quiebre con el modelo rentista, dependiente y neocolonial de la economía venezolana. Ello no se resuelve sustituyendo la relación de dependencia con la nación norteamericana por la subordinación a naciones capitalistas emergentes, sino por el desarrollo de un aparato productivo nacional, fundamentado en la investigación y la innovación al servicio del pueblo.

5.   Se requiere un acuerdo nacional para construir las condiciones de posibilidad para el retorno a la patria de los cientos de miles de emigrantes que hoy se encuentran dispersos por el mundo. Pero ello solo será posible, si recuperamos el poder adquisitivo del salario de la clase trabajadora y los profesionales, si se detiene la inflación desmedida y se desarrolla una relación entre capital y trabajo a favor del segundo de estos componentes.

6.   Es prioritaria una redefinición del modelo educativo Bolivariano, conservando su compromiso con el pueblo y los territorios, pero con una nítida mirada sobre el presente y la prospectiva. Superar las frases comunes, por procesos de enseñanza-aprendizaje que estimulen el conocimiento realmente transformador. Se requiere de un sistema educativo capaza de actuar de manera comprometida con los intereses de las mayorías en un contexto de aceleración de la innovación científico-tecnológica y de emerger de la cuarta revolución industrial.

7.   Es indispensable educar para la movilidad humana, en un mundo en el cual los procesos migratorios son cada vez más influyentes en las dinámicas sociales. La carencia de una educación para la movilidad humana ha tenido efectos negativos en la forma en la cual se organiza y ejecuta la emigración de muchos compatriotas. Esto debe resolverse de manera inmediata.

8.   Todo esto es sostenible si se hace de manera democrática, en consulta permanente a todo el pueblo, derrotando mediante este ejercicio las tentaciones autoritarias y maniqueas

9.   Es necesario recomponer el diálogo como factor de encuentro en las diferencias, de respeto a la diversidad, para la paz con justicia social. Esto pasa por subrayar las coincidencias, desde una perspectiva soberana y popular. Valoración de las coincidencias que no implica ocultamiento de las diferencias, sino tratamiento respetuoso de las diferencias para construir consensos viables y sostenibles. Esto implica modificar prácticas y culturas instaladas en la oposición política y el gobierno.

Las actuales generaciones de venezolanos debemos garantizarles un país mejor a las nuevas generaciones. Estamos obligados a trabajar de manera conjunta para que la esperanza, seguridad, estabilidad, justicia social, equidad, bienestar y buen vivir creen las condiciones necesarias para que millones de jóvenes venezolanas(os) regresen a la patria a construir de manera compartida una sociedad mejor. Es hora de actuar juntes en esa dirección.

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Vélez, R.; Campos, R.; Fonseca, C. (2015), El concepto de movilidad social: dimensiones, medidas y estudios en México. Centro de Estudios Espinosa Yglesias.


[1] La tutora de Investigación fue la Dra. Claudia Pedone

[2] Con el acompañamiento de la tutora de investigación Claudia Pedone

[3] Disponible en  https://actualy.es/fundayacucho-de-nuevo-tan-lejos-de-venezuela/

[4] Disponibles en https://www.epdata.es/evolucion-inflacion-venezuela/2983e608-6038-42ac-8bdd-a286af75f568

[5] Disponible en https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/emigracion/venezuela

[6] http://www3.eurosur.org/FLACSO/mujeres/venezuela/trab-3.htm

[7] Disponible en https://www.marxists.org/espanol/plejanov/1898/1898-papelindividuohistoria.pdf

[8] http://www.ine.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=507%3Ade-enero-de-1999-a-enero-2013-la-tasa-de-desocupacion-descendio-de-166-a-94&catid=120%3Afuerza-de-trabajo&Itemid=7#:~:text=NOTAS%20DE%20PRENSA-,De%20enero%201999%20a%20enero%202013%2C%20la%20Tasa%20de%20Desocupaci%C3%B3n,6%25%20a%209%2C4%25&text=La%20tasa%20de%20desocupaci%C3%B3n%20en,Nacional%20de%20Estad%C3%ADstica%20(INE).

[9] https://knoema.es/atlas/Rep%c3%bablica-Bolivariana-de-Venezuela/PIB-per-c%c3%a1pita

[10] https://knoema.es/atlas/Rep%c3%bablica-Bolivariana-de-Venezuela/PIB-per-c%c3%a1pita

[11] https://fortune.com/global500/2014/search/

[12] https://www.credit-suisse.com/about-us/en/reports-research/global-wealth-report.html

[13] https://www.dw.com/es/inflaci%C3%B3n-de-venezuela-cerr%C3%B3-en-m%C3%A1s-de-9500-por-ciento-en-2019/a-52261240

[14] Ver en https://www.actualidad-24.com/2017/11/historico-cestaticket-sueldo-minimo-Venezuela.html

[15] Instrumento de identidad que sirve para formar una base de datos de los ciudadanos. Una parte importante de la población se ha resistido a registrarse en el sistema porque argumentan que es un mecanismo de control

[16]https://www.laizquierdadiario.com.ve/IMG/pdf/lineamiento_para_las_negociaciones_colectivas-2.pdf

[17] https://www.acnur.org/noticias/press/2019/6/5cfa5eb64/refugiados-y-migrantes-de-venezuela-superan-los-cuatro-millones-acnur-y.html#:~:text=El%20n%C3%BAmero%20de%20venezolanos%20que,(OIM)%2C%20anunciaron%20hoy.&text=En%20solo%20siete%20meses%20desde,migrantes%20aument%C3%B3%20en%20un%20mill%C3%B3n.

[18] Disponible en https://blogs.iadb.org/migracion/es/migrantes-emprendedores-y-empleo-otra-cara-del-exodo-venezolano/

[19]https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/emigracion/venezuela

[20] Documento de trabajo de la gobernación del Estado Táchira

[21] Práctica que se instaló en un sector de la población, de compra y reventa de productos al doble o más del precio original. El bachaqueo se convirtió en una forma de competencia que deshacía el ideario socialista entre quienes lo practicaban. El bachaqueo se convirtió en un fenómeno extendido entre los años 2014 y 2018.

[22] http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-25082005000100005

[23] https://www.vtv.gob.ve/fveu-matricula-universitaria-mujeres/

[24] Más allá del umbral de pobreza extrema, con ingreso menor de un dólar diario

[25] https://prodavinci.com/cuantos-son-y-que-perfil-tienen-los-venezolanos-en-el-exilio-una-aproximacion-a-traves-de-facebook/

[26] Capítulo del libro de Gandini, Lozano, Prieto y Otros (2019). Crisis y Migración de la Población Venezolana. Entre la desprotección y la seguridad jurídica en Latinoamérica.

[27] Ritmo musical zuliano (región de Venezuela) que identifica las festividades navideñas de les venezolanes.

[28] En Revista venezolana de estudios de la mujer, Vol. 15, Nº 35, disponible en http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-37012010000200006

[29] https://www.nytimes.com/es/2020/03/25/espanol/america-latina/venezuela-migracion-ninos.html

[30] Disponible en https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/las-ausencias-que-cambiaron-a-los-venezolanos/

[31] https://www.ilo.org/global/topics/care-economy/lang–es/index.htm

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