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La Lucha por la Educación Pública: Un Breve Análisis desde América Latina

(Artículo escrito para el suplemento “Plural· de la Revista Viento Sur)

Por: Luis Bonilla-Molina

@Luis_Bonilla_M

Coordinador Internacional del portal Otras Voces en Educación / Premio de Justicia Social otorgado por el Proyecto Democrático Paulo Freire de la Universidad de Chapman, por su trabajo con el sector docente a nivel internacional durante la pandemia 2020.

  1. Introducción

La crisis económica del capitalismo y la reestructuración del modo de producción, derivada esta última del emerger de la cuarta revolución industrial, tienen un capítulo muy dramático en el hecho educativo. Desde el año 2015 veníamos advirtiendo que podía ocurrir un Apagón Pedagógico Global (APG), signado por la virtualidad como ejercicio de centralidad pedagógica a escala planetaria.  Estas afirmaciones se basaban en el estudio de la arquitectura financiera de las grandes corporaciones tecnológicas, el énfasis de éstas en la producción de tecnologías y narrativas educativas digitales y su creciente vínculo con los gobiernos y ministerios de educación. Los hechos confirmaron estos análisis y demostraron la importancia de estudiar el curso de la economía y la trayectoria de colisión del capital tecnológico trasnacional con los sistemas educativos.

El COVID-19 fue utilizado para abrir paso a la virtualidad y la educación en casa como paradigmas emergentes del capitalismo cognitivo. Las grandes corporaciones tecnológicas se habían venido preparando para el paso abrupto y global a la virtualidad, mientras los Ministerios de Educación de la región no dejaban de estar prisioneros de la epistemología capitalista de la primera y segunda revolución industrial, creyendo que solo comprando chatarra tecnológica resolverían el desfase surgido desde la tercera revolución industrial.

Como hemos insistido, desde la tercera revolución industrial y la aceleración de la innovación científica que ella trajo, vinculada al modo de producción y a la sociedad, ha surgido un desencuentro entre lo que quiere el capitalismo cognitivo y lo que realizan los sistemas escolares. Esto no se resuelve con la simple compra de computadores, internet y capacitación para educación en línea. Está surgiendo una paradoja, según la cual el modelo de escuela que sirvió a la reproducción cultural del sistema capitalista, en la primera y segunda revolución, ya no resulta útil para el modelo de reproducción que demanda el capitalismo de las plataformas en el marco del emerger de la cuarta revolución industrial. Lo que ocurrió en materia educativa durante la pandemia del COVID-19, pueden ser solo los relámpagos que anuncian una gran tormenta sobre la escuela pública, la profesión docente y el derecho humano a la educación. Por supuesto que la escuela emancipadora que defendemos y la educación pública vinculada a los intereses de la clase trabajadora dista mucho de cualquiera de estas propuestas.

En el Foro Mundial de Educación (2015) realizado en Incheon, Corea, ante los representantes educativos de más de 150 países, las grandes corporaciones tecnológicas anunciaron que estaban trabajando para un escenario de virtualidad educativa generalizada a escala planetaria, con un horizonte máximo de diez años, algo que de manera cómplice desoyeron los gobiernos neoliberales, para abrirle puertas a un nuevo modelo de privatización y mercantilización educativa.

A comienzos de la pandemia, prácticamente ningún sistema escolar de la región contaba con plataformas propias, arquitectura de la nube independiente, repositorios digitales en formato de la cuarta revolución industrial y mucho menos habían formado a los y las docentes para la complementariedad de la virtualidad con la presencialidad; el día D anunciado por las grandes corporaciones tecnológicas se inició con la explosión global del virus.  La situación de incertidumbre generalizada que azotó a los sistemas educativos creó las condiciones de posibilidad para el desembarco suave de las corporaciones tecnológicas en la vida escolar.  Por ello, cuando en marzo de 2020 se inicia la cuarentena preventiva radical en la región, quienes de inmediato aparecieron con sus “alternativas”, fueron las grandes corporaciones tecnológicas, imponiendo a la fuerza, una acelerada alfabetización en el manejo de plataformas, pensadas con una lógica de nuevos estilos y orientaciones en la reproducción del conocimiento, la castración del pensamiento crítico y el aprendizaje centrado en competencias. No se democratizó la apropiación de los algoritmos, ni se trabajó la comprensión y apropiación crítica de la realidad, sino se puso en marcha un ensayo de apropiación de rutinas para abrirle puertas al modelo de enseñanza que requiere el mundo digital ideado por el capital. La lógica de enseñanza que contienen las plataformas virtuales es un debate urgente en el magisterio.

Estamos aún muy lejos de conocer todo el arsenal educativo construido por las corporaciones del capitalismo cognitivo, para sustentar en el futuro próximo su propuesta de sociedad educadora digital.  Lo que presenciamos durante la pandemia fue solo la construcción de hegemonía sobre una nueva orientación, sobre un horizonte estratégico.  En otro artículo trabajaré los prototipos de escuela, bachillerato y universidad que está construyendo el capitalismo cognitivo con el ánimo de poner en marcha una nueva orientación escolar que elevará de manera exponencial la exclusión educativa que conocimos en las tres primeras revoluciones industriales.

En contravía a los anuncios de distintos sectores políticos, el neoliberalismo educativo sigue vivo y actuando con rostro de sociedad educadora, avanzando en nuevas formas de mercantilización y privatización educativa. En el marco de la pandemia muchos sistemas escolares (Puerto Rico, Panamá, Brasil, Argentina, Colombia, entre otros) avanzaron en acuerdos de largo alcance con corporaciones tecnológicas, para asociar la virtualidad y las mercancías digitales a la praxis educativa de los próximos años; la lucha por el mínimo del 6% del PIB para educación aparece como un botín en disputa por las grandes corporaciones tecnológicas.  La nómina docente, que ocupa una parte importante del presupuesto educativo, está en la mira del capitalismo cognitivo, por ello le abren paso al paradigma de la educación virtual en casa, sembrándolo hoy y, aspirando cosechar frutos de desplazamiento de les docentes en los próximos años.

Por los bordes comenzó a hablarse de la formación docente para el modelo de educación en casa, convirtiendo lo que ocurrió durante la pandemia en un ensayo de lo que la OCDE denominó como la “sociedad educadora en red”. Irene Rigau, seguidora  del Gregorio Luri Medrano (colaborador del Club de Roma) y antigua Consellera de la Educación de la Generalitat de Cataluña, señaló en el Congreso Mundial de Educación de Kairós (2020) que “ante la situación que vivimos el futuro de la escuela puede estar cuestionado”  y que las “posibilidades que tiene la tecnología, podría favorecer la aparición de nuevos profesionales de la enseñanza, contratados por grandes operadores del mercado, del mercado en red, que podrán garantizar visitas a domicilio, asistencia telefónica, consultas en sus despachos, en que la educación en casa, podría ser la tónica más generalizada con el apoyo tecnológico”.  Precisa Rigau que “había un escenario que nos parecía muy distante, el de la sociedad en red, que en estos momentos podría ser realidad, desplazando en muchos países al modelo de escuela como una organización de aprendizaje … en el centro de la comunidad”. Finaliza puntualizando que “la involución y el desmantelamiento de la escuela, facilitará que ésta sea sustituida por redes de aprendizaje”. Las afirmaciones de Rigau, son una nítida expresión de la perspectiva de los corsarios neoliberales quienes se aprestan a tomar por asalto en la post pandemia, el botín que representa el presupuesto destinado por los ministerios de educación a la nómina docente.

La pandemia ha estado signada por una brutal privatización, estratificación y generación de exclusión educativa.  La inmensa mayoría de gobiernos en América Latina abandonaron la responsabilidad de los Estados en garantizar las condiciones mínimas para desarrollar el proceso educativo.  No dotaron a les docentes, estudiantes y familias de dispositivos, acceso a internet, planes de datos y, en un inusitado clímax del paradigma de la sociedad educadora neoliberal, trasladaron a estudiantes, docentes y familias los costes de la continuidad del vínculo pedagógico en pandemia.  Esta nueva forma de privatización educativa ha sido precariamente denunciada y amenaza con instalarse como una constante en la lógica de la educación como bien común.

Este modelo de privatización generó daños colaterales de profundo impacto social global. Apareció el fenómeno de la estratificación educativa entre aquellos estudiantes que tenían acceso a computadores, conexión a internet, planes de datos suficientes y una familia de acompañamiento de emulación forzosa del rol docente, respecto a quienes no poseían estas condiciones tecnológicas y/o de apoyo y quienes tuvieron como alternativas modelos tecnológicos añejos (Radio-TV) o guías de auto aprendizaje, mientras los y las estudiantes de zonas de difícil acceso, indígenas y de pobreza extrema no podían acceder a ninguna de estas opciones.  Esta estratificación pretende construir imaginarios de auto exclusión, al darse cuenta importantes sectores de estudiantes humildes, que el no poseer equipos y condiciones tecnológicas mínimas, conlleva a no poder seguir avanzando en la educación con sello de mundo digital.  Esto pareciera continuar en la fase de salida de pandemia con los anuncios que hacen los ministerios de educación sobre alternancia o los llamados modelos híbridos.

Hoy, los Ministerios de Educación de la región no conocen a ciencia cierta cuál es la matrícula real, quienes permanecen en sus sistemas educativos y quienes han abandonado, o quedado excluidos porque están en la amplia franja de población sin acceso al mundo de la tecnología 3G, 4G o 5G.  La vuelta presencial a las aulas en la post pandemia estará signada por un titánico esfuerzo de los y las docentes para reincorporar a las aulas a quienes quedaron desconectados durante el año 2020.

  • El Covid-19 y las posibilidades de avanzar en la unidad del magisterio. Inventario de Actores

El neoliberalismo educativo ha lanzado una ofensiva planetaria contra la escuela presencial y la educación pública. Enfrentar esta arremetida demanda una articulación y unidad del magisterio sin precedentes. Ello exige un adecuado inventario de actores, situaciones a resolver y afirmación de las potencialidades.   En este artículo me interesa identificar actores que han sido claves en la construcción de resistencias anti neoliberales de distinto signo e intensidad durante el año 2020.  Por un lado, están los sindicatos, por otra las coaliciones en defensa de la educación como derecho humano y finalmente algunas instituciones académicas y científicas.

En el caso de los gremios y sindicatos, es muy importante ubicar su vínculo con corrientes sindicales internacionales; en muchos casos sindicatos militan en varios agrupamientos internacionales, lo cual implica una lectura mucho más fina, imposible de lograr en los límites de extensión de este artículo.

En la región existe un desarrollo desigual de los procesos de instauración de las corrientes sindicales internacionales.  La mayoría de gremios y sindicatos están fuera de algún agrupamiento internacional y en buena medida pesa la orientación política de cada organización para tomar una decisión al respecto. En ocasiones los cambios de orientación política en la dirección de los gremios conllevan a desafiliaciones y/o afiliaciones a una u otra corriente internacional.

La Internacional de la Educación para América Latina (IEAL) agrupa a sindicatos muy numerosos y diversos en sus composiciones políticas, perspectiva de independencia de clase y cultura de movilización unitaria. Destacan la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina(CTERA), la Federación Colombiana de los Trabajadores y Trabajadoras de la Educación (FECODE),  el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación(SUTEP) del Perú, la Unión Nacional de Educadores de Ecuador (UNE), el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) de México, el Colegio de Profesores de Chile,  y otros tantos sindicatos mucho más pequeños. En unos casos sus métodos de trabajo los ubican en la perspectiva transformadora amplia, mientras que en otros viven profundan tensiones a su interior; en el caso de México, el SNTE, cuestionado por sus vínculos con el PRI y los gobiernos burgueses, aún antes de la conducción por parte de Elba Esther Gordillo, cuenta desde finales de 1978 con una corriente clasista y antiburocrática a su interior, la Coordinadora Nacional de los y las Trabajadores de la Educación (CNTE) que agrupó las fuerzas que lucharon durante la pandemia por  la defensa del magisterio ante el modelo de neo privatización educativa. Algo similar ocurre en el Colegio de Profesores de Chile, con el Movimiento por la Unidad Docente (MUD) y otras corrientes clasistas que tensionan a favor del manejo democrático y clasista del gremio, mientras que en Ecuador, Colombia y Perú fueron la UNE, FECODE y SUTEP de conjunto, quienes lideraron el trabajo de resistencia ante la ofensiva del capital en el 2020. El caso de Argentina es muy particular, dada la multiplicación de gremios de base de distintas orientaciones y las diferencias tácticas que mantienen las grandes centrales sindicales. Es incorrecto hacer una caracterización de la IEAL como si fuera una sola expresión en el terreno de la lucha de clases, cada organización que forma parte de ella debe ser valorada en su actuación en el contexto nacional y ello deriva en una caracterización dinámica del IEAL.

Otro actor regional es la Confederación de Educadores Americanos (CEA),  conformada por una serie de gremios diversos, entre los cuales están la Confederación Nacional de los Trabajadores de los Establecimientos de Enseñanza (CONTEE) de Brasil, el SNTE de México, el Federación de Profesionales Docentes de la Educación Superior de Nicaragua (FEPDES), la Agremiación Federal de Funcionarios de la Universidad de la República (AFFUR) del Uruguay, la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN) de la Argentina, La Confederación de Trabajadores Urbanos (CTU) de Bolivia, el Frente Reformista de Educadores Panameños (FREP), la Federación de Sindicatos de Trabajadores Técnico-Administrativos de Instituciones Públicas de Educación Superior de Brasil (FASUBRA). A decir verdad, su capacidad de incidencia regional fue mínima en la coyuntura del COVID-19, aunque algunas de sus organizaciones como FASUBRA estuvieron muy activas en el marco nacional.

Por otra parte, está la Confederación Sindical de los Trabajadores de las Américas (CSA) vinculada a la AFL-CIO de los Estados Unidos y a la Confederación Sindical Internacional (CSI), de la cual forma parte la Central de los y las Trabajadores Argentinos (Autónoma (CTA-A), a la cual está afiliada la Federación Nacional de Docentes, Investigadores y Creadores Universitarios- Histórica (CONADU-H)  una de las organizaciones de docentes que estuvo muy activa en la unidad internacional en lucha contra el neoliberalismo educativo y combativa a nivel nacional, en el marco de la pandemia.

Producto de una escisión de la CSA en el año 2017 se funda la Alternativa Democrática Sindical (ADS), de la cual forma parte la Central General de Trabajadores de Panamá (CGTP) la cual  estuvo muy presente en las resistencias anti neoliberales en educación durante el año 2020.

Adicionalmente, la Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Educación y la Cultura (FLATEC) es otra de las centrales sindicales regionales. De ella, forman parte organizaciones que fueron muy activas en la resistencia a la ofensiva neoliberal durante la pandemia, especialmente la Asociación de Educadores Veragüenses (AEVE) de Panamá y la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE) de Costa Rica. Como en las restantes organizaciones, el movimiento es desigual, unas organizaciones son muy activas, mientras otras no terminan de aparecer en el escenario de la lucha anticapitalista.

La Federación Sindical Mundial (FSM) no suele actuar como un escenario de coordinación de la lucha magisterial, a pesar que algunos de sus sindicatos pertenecen al campo de la educación, entre ellos el Sindicato Unitario Fuerza Magisterial (SINAFUM) de Venezuela. Fue muy débil su incidencia en el magisterio y la actividad gremial docente en el marco de la pandemia. El presidente de la FSM fue invitado al Congreso Mundial de Educación en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo.

Entre la inmensa mayoría de “no alineados” con ninguno de los agrupamientos internacionales y que tuvieron un protagonismo especial en el año 2020, destacan la Federación de Maestros y Maestras de Puerto Rico (FMPR),   Surrey Teachers Association perteneciente al Bristh Columbia Teachers Federation(BCTF) de Canadá,  United Teachers Los Ángeles (UTLA) y el Chicago Teachers Unión (CTU) de Chicago, ambos de los  EEUU, la Asociación de Profesores de la República de Panamá (ASOPROF), el Sindicato Nacional de Docentes de la Enseñanza Superior (ANDES) y SINASEFE, de Brasil, la Asociación Puertorriqueña De Profesores Universitarios (APPU), la Confederación de Maestros Rurales de Bolivia (CONMERB) , la CNSUESIC de universitarios en México, la FERC-CGT de Francia,  de así como una serie de sindicatos locales como SUTEBA el Tigre, Ademis de Buenos Aires,  Amsafe y la COAD de Rosario, el SUTE de Mendoza, Argentina, la Intersindical de Valencia, el USTEC-STEs de Cataluña, España, SITRAIEMS-CDMX de México, la Intergremial de Formación Docente del Uruguay. La Asociación de Profesores Universitarios (APU) de Colombia, el SINDEU de Costa Rica.

Es importante ubicar otros actores regionales no gremiales, quienes trabajan en la defensa de la educación pública. El primero, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) conformado por más de 600 centros de investigación, 99 instituciones asociadas y 82 redes temáticas.  Clacso constituye el más importante tejido de investigadores(as) sociales en la región, con vínculos en los cinco continentes; cuenta con cinco grupos de trabajo sobre educación que enfatizan en el derecho humano a la educación.  El desafío de Clacso continúa siendo el de una mayor articulación con el movimiento social y gremial en educación.

El segundo, la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE) que agrupa a dieciocho foros y coaliciones nacionales por el derecho a la educación, nueve redes regionales y cinco organizaciones nacionales. La Clade tiene un enorme potencial, al ser una amplia red de redes del movimiento social organizado.

El tercero, el Consejo de Educación Popular de América Latina (CEAAL), constituido por un centenar de colectivos nacionales y locales de educación popular, concentrado fundamentalmente en trabajo educativo comunitario.

Un cuarto actor es el Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en Educación (CII-OVE) que se ha convertido en un factor de articulación y trabajo unitario entre los distintos actores del movimiento social en defensa de la educación pública. Su capacidad de relacionamiento, diálogo y organización fue fundamental para la realización del I Congreso Mundial en defensa de la Educación Pública y contra el Neoliberalismo Educativo realizado en septiembre de 2020.  La alianza de Otras Voces en educación con la Cooperativa de Educadores y Educadoras, Investigadores e Investigadoras Populares Histórica (CEIP-H) ha potenciado y diversificado el trabajo que vienen realizando.

Finalmente, existen un enjambre de colectivos y movimientos de base, muchos de los cuales no están asociados a ningún corriente nacional o internacional, pero que trabajan de manera sostenida y combativa en defensa del derecho a la educación en todos los niveles. Ellos en sí mismo, representan una capacidad de acción impresionante con los cuales se debe trabajar en mayores niveles de articulación y unidad en la acción.

El Foro Mundial de Educación (FME) del Foro Social Mundial (FSM) que tuvo una presencia muy fuerte a comienzos del siglo XXI, si bien ha perdido empuje continúa siendo un referente del trabajo importante en favor de la inclusión y en defensa de la educación pública.

Lamentablemente, durante la pandemia la universidad pública reaccionó muy lentamente. El asedio de la privatización, la desinversión y el desmantelamiento de programas de investigación y extensión ha pesado mucho en ello. Esto no es nuevo, se reflejó claramente en la precariedad de propuestas y la carencia de debates sustantivos actualizados que vimos en la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) de 2018.  El sector más dinámico de las universidades parecieran ser hoy sus gremios y sindicatos.

  • Situaciones a tomar en cuenta

En un marco de ofensiva global y regional del capital sobre la educación pública, existen un conjunto de situaciones que es importante abordar para construir una correlación de fuerzas favorables, no solo para la defensa del derecho humano a la educación, sino para la construcción de una escuela transformadora y una agenda anticapitalista amplia.

La primera de ellas, la fragmentación de las fuerzas gremiales y sindicales. No considero que esté planteado en el corto ni mediano plazo el impulso de procesos de integración, sino que la prioridad es la unidad de acción. Esta unidad se construye con el diálogo, el reconocimiento de las diversidades y la superación de auto referencias morales, de superioridad ideológica o de otro tipo. Es evidente que todas las organizaciones sindicales y gremiales han alcanzado importantes logros en la batalla contra la mercantilización y la privatización educativa, pero seguramente en el camino también se han cometido errores, fallas e inconsistencias. Se trata de enfatizar en la potencialidad de lucha y la importancia de la unidad de acción partiendo de la independencia de clase. Por ello, la tremenda significación de lo que ocurrió en el Congreso Mundial contra el neoliberalismo educativo, fundamentalmente al expresar la confluencia de sindicatos y gremios, quienes desde distintos lugares de militancia gremial convergieron en la unidad de acción.

La segunda, la dispersión de las iniciativas que atomiza los esfuerzos. Ciertamente, los gremios y sindicatos tienen que abordar pragmáticamente el día a día de la acción reivindicativa, pero ello no puede estar desconectado del combate a las iniciativas nacionales, regionales y globales que lanza el neoliberalismo. Por ejemplo, el capitalismo cognitivo ha lanzado una iniciativa global denominada el Gran Reinicio que contiene las claves de un cambio de 180 grados en materia educativa y ello siendo precariamente discutido y enfrentado por las organizaciones gremiales.

El impacto de las disputas partidarias en lo gremial y sindical sigue siendo una cuestión para abordar.  Desde mi punto de vista esto se resuelve con la democratización de las estructuras y los procesos de toma de decisión, en virtud de la pluralidad de militancias que conforman los gremios y la vocación unitaria que prevalece desde abajo.

Pero quizá la cuestión que más afecta es la idea anti sindical que el neoliberalismo ha venido sembrando desde la década de los ochenta del siglo XX, alimentada por el funcionamiento burocrático y de claudicación de algunas direcciones gremiales.  Urge una cruzada unitaria que coloque en primer plano el gremialismo y sindicalismo docente como herramienta de trabajo y lucha de los y las trabajadores de la educación.  Ello comporta repensar muchas dinámicas y prácticas de los sindicatos docentes para impulsar la horizontalidad en lo que sea posible, la contraloría colectiva del trabajo gremial y la rotación de cargos que rompa con caudillismos; privilegiar la fuerza de lo colectivo en el sindicato.

En el caso de las organizaciones del movimiento social, asociadas a la promoción y defensa del derecho humano a la educación, el mayor problema deriva en el papel que le otorgan al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número cuatro o ODS4. El ODS4 es la agenda global del capitalismo en educación. Aunque su construcción haya convocado a distintos actores sociales y se haya presentado como resultante del consenso mundial en materia educativa, en realidad expresa el consenso de las clases dominantes. El ODS4 tiene un carácter desmovilizador y postula una ruta de estandarización que termina siendo funcional a la mercantilización, privatización y reconversión de la escuela conforme a los parámetros del capitalismo cognitivo.

  • Posibilidades

El Congreso Mundial en Defensa de la Educación Pública y Contra el Neoliberalismo Educativo realizado de manera virtual el 25, 26 y 27 de septiembre de 2020, en el cual hablaron más de 100 organizaciones gremiales y pedagogos críticos de cuatro continentes y que contó con la participación de 11.800 personas fue la materialización de un esfuerzo unitario sin precedentes, para denunciar y articular acciones contra la ofensiva neoliberal en el marco de la pandemia. En este evento participaron gremios y sindicatos de las distintas agrupaciones internacionales del magisterio y de todas las corrientes políticas transformadoras, así como importantes referentes de las educaciones populares, demostrando que es posible construir una agenda de acción mancomunada.

La Coordinación Internacional de los y las Trabajadores de la educación surge como una posibilidad para mantener este espacio y avanzar en nuevas formas de trabajo compartido. La convocatoria a una marcha global por el derecho a la educación en el año 2021 o 2022, puede ser un esfuerzo que contribuya en ese sentido.

Por experiencia sabemos que el movimiento social y las convergencias son como las mareas, lo importante es saber captar la potencialidad radicalmente transformadora de las mismas y actuar en ellas. La invitación es a seguir acompañando y ayudando a producir nuevas mareas anticapitalistas.

Referencias bibliográficas

Bonilla-Molina, L (2017) Apagón Pedagógico Global, Las reformas educativas en clave de resistencia. Viento Sur. Disponible en: https://vientosur.info/wp-content/uploads/spip/pdf/vs147_l_bonilla_molina_apagon_padagogico_global_apg_las_reformas_educativas_en_clave_de_resistencias.pdf

Hernández N., Luis (2015) La larga marcha de la CNTE. Revista el Cotidiano.  Disponible en https://www.redalyc.org/pdf/325/32548630003.pdf

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Discurso en la entrega del Premio de Justicia Social otorgado por el Proyecto Democrático Paulo Freire de la Universidad de Chapman

Discurso en la entrega del Premio de Justicia Social otorgado por el Proyecto Democrático Paulo Freire de la Universidad de Chapman

Luis Bonilla – Molina

Buenas tardes

Quiero agradecer al Proyecto Democrático Paulo Freire por esta importante distinción, especialmente a las profesoras Anaida Colon-Muniz, Lilia D. Monzó, al maestro de pedagogos críticos Peter McLaren y a todo el equipo///

Agradezco a:

  • la Facultad de educación de la Universidad de Chapman por cobijar la iniciativa que me otorga este galardón ///
  • Melody González a quien le tocara la tarea de traducir mis palabras///
  • Por supuesto a los y las compañeros del Fondo en Pro de la Justicia Social del Condado de Orange quienes luchan por los derechos de los y las inmigrantes y que hoy también reciben el premio colectivo de Justicia Social ///
  • A los y las maestras de América Latina y el mundo quienes inspiran nuestro trabajo ///
Agradecer al pueblo venezolano que sufre las consecuencias terribles del criminal bloqueo económico contra nuestra nación por parte de las potencias imperialistas ///

También quiero agradecer a quienes soportan mi ritmo de trabajo, especialmente a Luz y a mis hijos, cuatro de los cuales están hoy regados por el mundo en condición de inmigrantes ///

Recibir un premio tan prestigioso como el que otorga el Proyecto democrático Paulo Freire es motivo de inmensa alegría rebelde. /// Lo entiendo como un reconocimiento al trabajo colectivo, un mensaje de estímulo a los numerosos equipos de trabajo con los cuales estoy vinculado, y muy especialmente al Centro internacional de Investigaciones Otras Voces en Educación (CII-OVE) de Venezuela, a la Cooperativa de Educadores(as) e Investigadores(as) Populares Histórica (CEIP-H) de Argentina, al Movimiento Autónomo por la Emancipación  (MAEEC) de Oaxaca México, la Universidad de Panamá, la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la educación (CLADE), el Aquelarre de las Insumisas, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)  y los gremios docentes que forman parte del movimiento internacional  en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo, con quienes organizamos en medio de la pandemia, en septiembre de 2020, el Congreso Mundial de Educación. ///

Durante el año 2020 vivimos la más brutal ofensiva de las últimas décadas, del capital contra la educación pública, contra la escuela presencial. /// La pandemia del COVID-19 ha sido usada –y sigue siendo usada- para impulsar un modelo tecnocrático de educación virtual que dejó en solo un año, a millones de seres humanos sin posibilidad de continuidad del vínculo pedagógico. ///

Ahora, desde los foros económicos mundiales y el capital trasnacional, se nos habla de un reseteo o reinico educativo, una adaptación de los procesos de enseñanza aprendizaje a la nueva lógica del capital. /// Reinicio que amenaza a dividir al mundo educativo entre quienes tienen acceso al mundo tecnológico y quienes escasamente pueden acceder a un pupitre. /// El derecho a la educación va mucho más allá del consenso de los poderosos expresado en el ODS-4.

El año 2021 comienza en América Latina con el llamado a la vuelta a las aulas, algo que ya había ocurrido en algunos lugares a finales del 2020. /// Se habla del inicio de un modelo híbrido de enseñanza que combinará la presencialidad con la virtualidad. /// Pero esta vuelta se hace en condiciones terribles de profundización de las diferencias por origen de clase social, pues las escuelas a las cuales asisten los/las/les hijos(as) de los/las trabajadores(as), migrantes, madres de los sectores populares, no cuentan con la infraestructura mínima para enfrentar los desafíos educativos del siglo XXI. ///

La pandemia también nos mostró la importancia de la escuela pública PRESENCIAL y de sus maestros y maestras. La relación pedagógica en las aulas y en las educaciones populares demanda el encuentro, el diálogo y el aprendizaje compartido, algo que hacen millones de docentes en todos los territorios del mundo. /// Ninguna conexión, computadora ni inteligencia artificial puede sustituir el encuentro creativo que ocurre en las escuelas, ni la construcción conjunta de conocimientos. ///

Sin embargo, los y las educadores populares, los y las pedagogas críticas tenemos el reto de abordar de manera crítica nuestros enfoques previos sobre lo tecnológico, lo digital, lo virtual. /// No todas nuestras premisas eran correctas y eso nos invita al cambio /// La educación emancipadora demanda una epistemología crítica del mundo digital, desde la cual aproximarnos creativamente a lo nuevo, rompiendo con la instrumentalización que nos quieren imponer las trasnacionales de la tecnología y los gobiernos con mentalidad capitalista. ///

Este año se celebran los 100 años del nacimiento de Paulo Freire. ///Los trabajos del pedagogo brasileño iluminan a quienes trabajamos la ruptura con la reproducción cultural, tanto en la escuela como fuera de ella. /// Con Freire aprendimos a valorar el diálogo, el encuentro y la importancia de reconocer la voz de las personas explotadas y oprimidas. /// El esfuerzo de alfabetización de Freire sigue siendo monumental; una iniciativa para dominar los códigos del lenguaje escrito en la ruta para subvertir la dominación. ///

Hoy urge una nueva cruzada de alfabetización, tanto de la palabra escrita en clave de comprensión de la realidad opresora para transformarla y conseguir justicia social, como de los algoritmos digitales para evitar la prisión del instrumentalismo del consumo virtual. /// Esto no es fácil por la cultura instalada entre quienes resistimos al capital, de distancia respecto a lo tecnológico. /// Resistir al capitalismo cognitivo exige una alfabetización digital de los sectores explotados y oprimidos y en esa tarea los y las pedagogas críticas tenemos que llevar la iniciativa. ///

Muchos de los análisis críticos de la educación desestiman el impacto de las revoluciones industriales en lo educativo. /// El grueso de la producción teórica alternativa valora a la escuela y las educaciones en el marco de la primera y segunda revolución industrial. /// La reflexión pedagógica crítica sobre el impacto de la tercera revolución industrial era aún incipiente cuando nos sorprendió el inicio de la cuarta revolución industrial, que implica un giro de 180 grados en la dinámica educativa.  /// Esto se vio de manera nítida en la crisis cognitiva que se generó con el paso abrupto a la virtualidad en el contexto del COVID-19. /// Muchos no sabíamos cómo actuar en un contexto tan distinto

Necesitamos un debate renovado sobre la escuela emancipadora en el contexto específico de la tercera década del siglo XXI y en el marco de la cuarta revolución industrial. /// Eso sí, nuestro lugar de enunciación para abordar este tema, tiene que ser el de les pobres, los y las marginadas(os), los excluidos, las feministas que luchan contra el patriarcado, quienes luchan por el derecho a la tierra y el agua, contra el extractivismo, … todo ello en oposición a quienes plantean narrativas educativas funcionales al capital y las grandes corporaciones. ///

Tenemos que pasar de la crítica al currículo reproductor a la descurricularización de las escuelas. /// Y eso es más fácil decirlo que hacerlo, porque el sistema lleva años convirtiéndonos en administradores curriculares, en pedagogos a quienes muchas veces se nos dificulta trabajar sin un currículo preestablecido.  /// Descurricularizar la escuela es liberar los poderes creadores del trabajo compartido en el aula, como antídoto a la liberalización neoliberal.  /// Ello demanda búsquedas urgentes de enfoques didácticos, evaluativos, de planeación, gestión y definiciones curriculares que sean armoniosos entre si y acaben con el Frankenstein de modelos contrapuestos que inundan nuestras escuelas, despedagogizando lo educativo. ///

El modelo de formación docente, de formación de formadores actual … esta caduco.  ///Necesitamos una nueva formación de maestros y maestras que se fundamente en la lógica de los colectivos pedagógicos, del debate, la sistematización, la recuperación de los saberes pedagógicos y el diálogo con todos los integrantes de la escuela. /// Por ello la importancia de generar un encuentro armonioso entre pedagogías críticas y educaciones populares (en plural) para la formación crítica del magisterio. ///

De hecho, es un momento increíble de fusión entre los horizontes teórico-prácticos de las educaciones populares y las pedagogías críticas. /// La unidad del pensamiento educativo alternativo se muestra en lo escolar y lo comunitario, potenciando las posibilidades de encontrar las claves que nos permitan contribuir desde la educación, a cambiar las mentalidades, a transformar el sentido común de la sociedad del consumo, la competencia la mercantilización. /// Parafraseando a Freire decimos que lo importante es cambiar las prácticas de los hombres y mujeres que cambiarán al mundo. ///

La unidad de los gremios, sindicatos y pedagogos críticos en el 2020, para enfrentar al neoliberalismo educativo ha sido profundamente esperanzador.  /// Es posible detener al monstruo de la lógica del capital con la unidad del magisterio.  Están floreciendo caminos de unidad y esperanza en todo mundo. En hora buena. ///

Soy un discípulo de Simón Rodríguez y de Paulo Freire, dos gigantes de las educaciones populares que vivieron en distintos momentos históricos y enfrentaron a los poderosos de su tiempo. /// Ambos coincidieron en reivindicar el amor, la ternura, la risa, el abrazo, el juego libre, la solidaridad, la voz que increpa la injusticia en la educación.  /// Es precisamente desde esa mirada que realmente nos podemos acercar a una noción de justicia social contemporánea. ///

Este premio que me otorga el Proyecto democrático Paulo Freire es un soplo maravilloso de aliento para seguir navegando en el mar de las resistencias anticapitalistas.  Muchas gracias

 

Autor: Luis Bonilla – Molina

Fuente de la Información: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2021/02/24/discurso-en-la-entrega-del-premio-de-justicia-social-otorgado-por-el-proyecto-democratico-paulo-freire-de-la-universidad-de-chapman/

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El derecho a la educación hoy

El derecho a la educación hoy

Luis Bonilla-Molina

(Artículo elaborado para la CLADE)

  • Introducción

Estos meses de pandemia han significado un desafío sui generis para las organizaciones y personalidades que defendemos el derecho humano a la educación. La velocidad y novedad de los acontecimientos han retado perspectivas, generado una turbulencia epistémica sin precedentes.

Durante los últimos años se habían ignorado muchas de las advertencias sobre un escenario como el que vivimos con el COVID-19, de impacto profundo de la aceleración científica-tecnológica en la educación. La masividad de la virtualidad y el desembarco de las propuestas educativas digitales se han presentado en oposición a la presencialidad y no, como realmente son, un complemento epocal del trabajo pedagógico en las aulas. Esto por supuesto está asociado a nuevas formas de privatización y mercantilización en curso, tendencias que amenazan con profundizar exclusiones y odiosas segmentaciones.

Les docentes han tenido que asumir contingentemente el desarrollo de modelos de aprendizaje determinados por el acceso o no, a la virtualidad. El sostenimiento del vínculo pedagógico ha demandado un renovado vínculo entre docentes, familias y estudiantes que debe servir para repensar la educación en la post pandemia.

En este contexto se realiza la XI Asamblea de la CLADE.  La Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación constituye la más importante coalición y convergencia de voluntades y experiencias en defensa del derecho a la educación, por ello, esta Asamblea es crucial para fortalecer y ampliar las correlaciones de fuerzas existentes en esta dirección.

  • ¿Qué es el derecho humano a la educación?

La perspectiva que defendemos del derecho a la educación es de carácter amplio y, considera que su cumplimiento pleno está asociado a los avances en los demás derechos; es decir, reivindica su intersectorialidad, interdependencia y complementariedad.

Se reivindica el papel del Estado como garante de este derecho, lo cual implica la obligación que tienen los gobiernos de proporcionar condiciones de igualdad para desarrollar los procesos de enseñanza-aprendizaje, procurando con ello disminuir el impacto en lo educativo de las múltiples asimetrías y exclusiones que caracterizan a las sociedades.

Cuando se quiere verificar cuál es el nivel de cumplimiento de un país, respecto al derecho humano a la educación, existen un conjunto de elementos y parámetros a tomar en cuenta. Estos son:

Primero, que cuente con un marco jurídico para normar el cumplimiento de este derecho, de rango Constitucional y orgánico, desarrollado en leyes y normas especiales, en correspondencia con los preceptos y definiciones alcanzadas en las convenciones internacionales;

Segundo, la capacidad institucional con la que cuente el Estado para instrumentar ese marco jurídico. Los Ministerios de Educación o sus equivalentes, suelen ser las instancias encargadas de instrumentarlo, para lo cual deben contar con instancias y dependencias que garanticen el desarrollo en sus dimensiones de financiamiento, pedagógicas, formación docente, infraestructura y equipamiento, planes y programas, supervisión y gestión, sistema escolar y perfiles profesionales de egreso, calidad y pertinencia.

Desde nuestra perspectiva, la calidad educativa se debe realizar con una praxis de educación emancipadora y liberadora, con pensamiento crítico para potenciar las capacidades de transformación radical de la sociedad, perspectiva de género y anti patriarcal, ética ecológica y solidaridad;

Tercero, que cuente con presupuesto público suficiente para garantizar la inclusión educativa, con un piso mínimo del seis por ciento (6%) del producto interno bruto (PIB) del país. En este aspecto es importante desglosar el uso del presupuesto en educación, para que su ejecución y las prioridades que se determinen, sean el resultado de un amplio consenso social;

Cuarto, la suficiencia del presupuesto es vinculante y se constata por: a) la capacidad para crear y sostener tantas instituciones educativas como se requieran en cada uno de los territorios, adecuadamente equipadas con materiales y equipos acordes para las distintas labores pedagógicas, b) políticas y programas de compensación para disminuir y hacer desaparecer las desigualdades para el aprendizaje de los estudiantes producto de limitaciones preexistentes en el acceso a otros derechos, c) un sistema de remuneración y condiciones de trabajo del personal docente acorde con la elevada y digna labor que realizan, d) un sistema educativo que garantice educación como continuo humano, con expresiones nítidas en la cobertura y prosecución, f)una red de centros de formación docente (inicial y continua) que garantice la adecuada y actualizada calificación de maestras, profesores y personal que coadyuva al proceso educativo, entre otros elementos;

Quinto, el vínculo de la educación con la calidad democrática de un país, las posibilidades de contribuir al buen vivir de los ciudadanos, la paz y la felicidad colectiva. En este sentido, son muy importantes las prácticas y culturas de gestión escolar que se orienten a la transparencia, toma de decisiones compartidas, control social de los procesos pedagógicos y administrativos;

Sexto, la contextualización de la educación, que pasa por la articulación entre conocimientos, procesos de enseñanza-aprendizaje y necesidades de los territorios. Esta contextualización no puede ser un localismo aislacionista, sino un proceso dialéctico entre lo local y lo global;

Séptimo, las posibilidades que tenga la población en edad escolar de inscribirse y permaneceren escuelas, planteles educativos y universidades cercanas al territorio que habitan. La cercanía de los centros educativos a los lugares de vivienda de la población en edad escolar es un determinante muy importante en la accesibilidad;

Octavo, la capacidad de los sistemas escolares para constituir sujetos autónomos, críticos, creativos y vivan la solidaridad y el encuentro como una praxis cotidiana. En este sentido los aprendizajes significativos deben ser aquellos que posibiliten la construcción compartida de una sociedad de justicia social, paz, inclusión, libertad de opinión;

Décimo, el apoyo institucional a las educaciones populares, a las propuestas educativas no convencionales que garantizan llegar con propuestas pedagógicas flexibles y contextualizadas, a sectores de la población en edad escolar que en otras circunstancias no lo haría. La educación continua, encuentra en las educaciones populares, comunitaria, indígena según sus usos y costumbres, y de las diversidades, son expresiones del acceso al derecho a la educación;

Décimo primero, lo que se hace para garantizar la democratización del conocimiento, para que no sean solo las clases burguesas y los instalados en el poder quienes manejen y usen el conocimiento reciente. La democratización del conocimiento está referida tanto a la memoria histórica y la cultura ancestral, como a los elementos teóricos fundantes de las ciencias, el desarrollo de capacidades para construir localidad desde lo común, así como las innovaciones derivadas de la aceleración científico – tecnológica. Nadie tiene el derecho a decidir sobre lo que “conviene” o no enseñar, sino que es el trabajo educativo emancipador, el que posibilita constituir sujetos autónomos, con base al pensamiento crítico, que les permita a les estudiantes y egresados, situarse críticamente ante lo tradicional y lo emergente.

  • El neoliberalismo y el derecho humano a la educación

Desde su aparición, el neoliberalismo desarrolló una ofensiva sin precedentes sobre el derecho humano a la educación. Los ataques al tamaño del Estado y sus compromisos con las agendas sociales, se tradujeron en el plano educativo en una versión manipulada del paradigma de sociedad educadora, impulsando en consecuencia, la transferencia a les ciudadanos, las familias, les docentes y estudiantes, de muchas de las responsabilidades y competencias que se consideraban encargos para los gobiernos.

El neoliberalismo desarrollo su propia versión de la co-responsabilidad ciudadana, instalando la idea que al ser la educación un bien compartido, todes teníamos que aportar económicamente en su sostenimiento, flexibilizando la obligación financiera y presupuestaria de los Estados con el derecho a la educación.

Con discursos elaborados, que en muchos casos tomaban para sí y manipulaban categorías y definiciones que habían pertenecido al campo popular, el neoliberalismo instaló iniciativas de destrucción de lo público en educación.  La privatización, mercantilización, estandarización, cultura evaluativa, el desfinanciamiento y la desactualización programada de la formación docente, constituyeron expresiones de esta ofensiva neoliberal.

Ofensiva que avanzó de manera desigual en la región, gracias a las resistencias estudiantiles, docentes, comunitarias y de la sociedad civil, durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado.  Durante las dos décadas del siglo veintiuno, el neoliberalismo uso la calidad y la pertinencia educativa como caballos de Troya para destruir la educación pública, avanzar en las ideas empresariales en educación y abrir paso a modelos como “home School”.

Siendo el campo de las tecnologías informáticas y digitales uno de los sectores con mayores niveles de expansión económica a nivel mundial, los grandes capitales se orientaron a la generación de un modelo híbrido entre presencialidad y virtualidad en la educación, que tenía como primer paso, presionar a los gobiernos para que facilitaran las condiciones para que les estudiantes se dotaran de computadores y conectividad. Mientras tanto, las grandes corporaciones monopolizaban el desarrollo de plataformas virtuales de uso masivo, la arquitectura de la nube, producción de contenidos digitales de quinta generación, así como las propuestas de educación con uso de herramientas informáticas, el acceso a los algoritmos y el manejo de datos personales.

  • El derecho a la educación en la nueva situación de pandemia y post pandemia 

La pandemia del COVID-19 se convirtió en una oportunidad para el impulso de la agenda puesta en marcha por el neoliberalismo educativo. La necesidad que tuvieron la mayoría de Estados del mundo de pasar a un modelo de cuarentena preventiva para proteger la vida de sus ciudadanos, conllevó a una crisis de sentido y orientación de los sistemas escolares. Se hacía necesario garantizar la continuación del vínculo pedagógico y, unos Estados que habían desestimado el impacto de la aceleración científico-tecnológica en los sistemas escolares, terminaron cediendo ante el modelo de educación virtual de las grandes corporaciones tecnológicas.

Es absolutamente falso que los gobiernos no pudieron prever un escenario como este.  En el marco del Foro Mundial de Educación, realizado en el año 2015 en Incheón, Corea del Sur, las grandes corporaciones tecnológicas anunciaron el desembarco masivo de la virtualidad en un horizonte máximo de diez años. Bastaba repasar las cifras públicas de inversión de estas corporaciones para constatar que estaban invirtiendo enormes volúmenes de dinero en esta orientación. Y como el sector empresarial no invierte para perder o dejar congeladas sus mercancías, era previsible el cumplimiento de este anuncio. La mayoría de gobiernos no construyeron plataformas virtuales propias para sus sistemas escolares, ni repositorios de contenidos digitales lo suficientemente dinámicos, versátiles y actualizados, lo cual facilitó el desembarco impune las grandes empresas tecnológicas.

Los escépticos señalaban que se requeriría un acuerdo mundial para producir un evento que garantizara el desembarco global de una iniciativa de este tipo. El COVID-19 posibilitó el surgimiento de las condiciones de posibilidad para este asalto paradigmático.

En las primeras semanas de declaración de cuarentena, las grandes corporaciones desembarcaron amparadas por el paradigma neoliberal de transferencia de las competencias y responsabilidades de los Estados nacionales, a las familias, estudiantes y docentes.  Se produjo en corto tiempo un nuevo modelo de privatización educativa. Fueron las familias, docentes y estudiantes quienes tuvieron que comprar o repotenciar equipos de computación, pagar el acceso a internet y planes de datos, buscar y suscribirse (incluso hasta pagar) plataformas virtuales.  La mayoría de los Estados nacionales se desentendieron de sus obligaciones de garantizar las condiciones mínimas para el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje, e igualdad para realizar el trabajo educativo.

   Esta privatización abrupta se impuso, con terribles consecuencias para el derecho a la educación. Se produjo una odiosa e inequitativa estratificación, primero, entre docentes que tenían o no posibilidades de garantizar continuidad del vínculo pedagógico en escenarios virtuales; segundo, esto fue aún mayor en la población estudiantil, creándose cuatro estratos diferenciados entre quienes a) contaban con acceso a computadoras, internet y una familia de apoyo educativo, b) aun teniendo computadores e internet carecían de apoyos familiares, pues su entorno estaba concentrado en sobrevivir en una situación económicamente tan difícil, c) solo disponían de televisión o radio para relacionarse con un modelo educativo referenciado en el pasado, que afirmaba la idea de estar en las fronteras de múltiples exclusiones, d) finalmente estaban en zonas de difícil acceso, a donde no llega la radio ni la televisión, pero a donde, en muchos casos, tampoco llegaron los prometidos módulos de auto aprendizaje.

Comienzan a mostrarse cifras que evidencian los estragos de este modelo de privatización impuesto en la pandemia del COVID-19. Mientras en Ecuador la Unión Nacional de Educadores (UNE) denuncia que el 75% de les estudiantes no pudieron acceder al modelo de educación virtual en casa, es decir 3.250.000 niños, niñas y jóvenes, en Panamá, gremios docentes como la Asociación de Profesores de la República de Panamá (ASOPROF) y la Asociación de Educadores Veragüenses (AEVE) señalan que un país de menos de 800.000 estudiantes, casi 300.000 quedaron fuera de cualquier posibilidad de continuidad del vínculo pedagógico. Las evidencias empíricas muestran dimensiones preocupantes de este fenómeno en los restantes países de la región. Los datos extra oficiales en el sector universitario muestran un importante decrecimiento de la matrícula durante la pandemia.

Todo esto ocurre, en medio de demandas crecientes por alfabetización digital crítica, por alfabetización en los algoritmos necesarios para crear en el mundo digital. Se cierne un nuevo modelo de conocimiento reproductor, a partir del consumo de materiales y plataformas elaboradas por las grandes corporaciones tecnológicas.

Esto último está muy vinculado al riesgo de producir un modelo de educación bancaria virtual, con el agravante que en muchos casos se está trasladando el modelo frontal de enseñanza a medios tecnológicos.

  • La coyuntura y el horizonte estratégico: es imposible abordar la una sin lo otro

Muchos docentes, autoridades e incluso algunos gremios docentes consideran que en la post pandemia retornaremos a la presencialidad, tal y como estaba en febrero de 2020. Este deseo de volver a la situación conocida ha generado, abandono de una parte importante de los cuestionamientos que se le hacían al carácter reproductor de la ideología dominante por parte la escuela y, un retiro silencioso de iniciativas que procuraban el emerger de una educación emancipadora y liberadora.

El neoliberalismo educativo instaló la falsa disputa entre presencialidad y virtualidad, y como esta se vincula a ganancias de las grandes corporaciones, es previsible que en la post pandemia se siga tensionando en este sentido. Ciertamente volveremos a las escuelas presenciales, pero ya nada será igual. La estratificación que vimos en la pandemia, amenaza a tener un correlato en los planteles educativos y las aulas cuando cese la cuarentena.

Escuelas enteras podrán ser estratificadas de acuerdo a su capacidad y disponibilidad, de trabajar con computadores, conexión a internet, inteligencia artificial, análisis de metadatos. Hacerlo o no, significará un nuevo modelo de exclusión que podrá marcar el desarrollo profesional de les estudiantes y sus posibilidades de inserción laboral en el futuro. En un contexto de reducción sensible del empleo por efectos directos de la cuarta revolución industrial, esta situación puede ser dramática para pueblos enteros.

Es importante trabajar el derecho a la educación y la inclusión educativa en las claves epocales del siglo XXI, en su tercera década. Pero ello no es un tema solo de voluntad, se requiere actualizar muchas de las premisas que nos resultaron útiles hasta hace muy poco.

  • Aceptar pasivamente la marginalización o rebelarse epistemológicamente y en la acción

Millones de estudiantes y docentes, en el marco de la pandemia, fueron ubicados por la fuerza de los hechos en el borde de lo educativo. Esta situación amenaza con extenderse en la post pandemia, afectando de manera sensible el derecho a la educación. Romper con esta lógica del neoliberalismo implica desarrollar y articular de manera regional las demandas emergentes y las agendas vinculadas.

Conexión universal gratuita a internet de banda ancha con conexión 5G, dotación de equipos de computación con alta capacidad para trabajar en plataformas virtuales y contenidos digitales, alfabetización en los códigos y lenguajes de los algoritmos informáticos, formación docente inicial y permanente para poder acompañar la aceleración de la innovación científico tecnológica con perspectiva de buen vivir, ecológica, solidaria, feminista, diversa, así como presupuesto educativo bajo contraloría social con un mínimo de referencia del 6%, constituyen parte importante de las temáticas asociadas a la defensa del derecho a la educación en la postpandemia.

No se puede aceptar el sostenimiento de la estratificación educativa como forma de marginalización social a gran escala. Resistir a ello, implica abrirnos a un quiebre de paradigmas y la eliminación de la brecha epistemológica que ha impuesto el capital en los últimos años; ruptura que precede a la construcción de adecuadas y eficientes resistencias pedagógicas.

  • Por una agenda urgente

Es urgente trabajar en un nuevo pacto social inclusivo, que allane la elaboración actualizada de estrategias para la superación de las viejas y nuevas exclusiones, que coloque a tono la aceleración de la innovación científica-tecnológica con la formación docente y las actividades pedagógicas, que garantice condiciones iguales de aprendizaje para todes les estudiantes, con capacidad de vincular innovación con tradición.

Esta agenda tiene que apalancarse en la renovada alianza entre docentes, familias y estudiantes, convocando a todos los sectores de la sociedad. La CLADE es actor fundamental para propiciar este encuentro.

Fuente de la Información: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2020/11/15/el-derecho-a-la-educacion-hoy/

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¿Fin del neoliberalismo? El reseteo capitalista y las posibilidades de una nueva etapa de revueltas sociales

¿Fin del neoliberalismo? El reseteo capitalista y las posibilidades de una nueva etapa de revueltas sociales

Luis Bonilla

  1. ¿fin del neoliberalismo?

Una parte importante de la izquierda internacional ha anunciado el fin del neoliberalismo y la vuelta al papel central del Estado. Esto pareciera indicar la posibilidad de una vuelta a la tutela del Estado sobre lo público, habidas cuentas del desastroso panorama que se mostró con el COVID-19, como resultado de la liberalización ocurrida en las últimas décadas en los sistemas de salud, seguridad social, educación.

Pero eso no es del todo cierto. El neoliberalismo es solo una expresión del capitalismo, no una ideológica separada de él. Dos factores limitan la posibilidad de entender lo que está ocurriendo; primero, el precario análisis del impacto de la aceleración científico-tecnológica en la reconfiguración del modo de producción capitalista y, segundo, los atascos para entender las dinámicas de conformación de un nuevo imperio global en el marco de la internacionalización del capital. En este último caso, el dogmatismo impide ver el nuevo curso de las contradicciones inter capitalistas, una de cuyas variantes más importantes es la integración turbulenta, no la resolución por vía militar.

Dani Rodrik postuló un teorema de las tensiones que genera la internacionalización del capital, compuesto por globalización económica, democracia política y Estado que resulta útil para ilustrar mi punto de vista. Rodrik plantea que en el ascenso de la globalización económica se estableció una alianza con las democracias políticas para generar una progresiva integración del capital burgués nacional al de las corporaciones globales, lo cual requería de una disminución del peso y la importancia mediadora del Estado.  Un ejemplo de ello lo podemos ver con la reestructuración neoliberal del gobierno de Salinas de Gortari en México[1], entre otros.

En ese tinglado de contradicciones y aperturas, el Estado fue perdiendo fuerza para limitar el proteccionismo al capital nacional y, producir su integración con el capital trasnacional, algo que en ningún caso fue incruento. Donald Trump y la fracción burguesa que él representa, lo que intentó fue intentar recuperar el papel del Estado para mediar en esta integración, para que fuera menos cruenta de lo que estaba siendo para algunos capitalistas gringos, sin que ello significara realmente romper con las dinámicas globalizadoras.

Entonces, lo que está ocurriendo es un resurgir del Estado en su relación armónica con la globalización y en detrimento de las democracias, para garantizar la nueva ola de reestructuración capitalista mundial y un modelo autoritario y fascista de contención a la protesta y los reclamos sociales.

Lo que está amenazado no es el neoliberalismo, sino el modelo político de democracia liberal que ha constituido el estandarte narrativo del capitalismo industrial en la primera y segunda revolución industrial

Pero este debate no es exclusivo de las izquierdas, en virtud que desde la lógica del capital se comienza a hablar del fin de una era. Klaus Schwab, uno de los fundadores del Foro Económico Mundial, publicó el 14 de octubre, 2020, un artículo titulado “Debemos superar el neoliberalismo en la era post-COVID”[2] , en el cual no esconde su preocupación por la estabilidad del sistema capitalista en la post pandemia. Señala en ese artículo:

“La única respuesta aceptable para una crisis semejante es intentar aplicar un “Gran Reinicio” de nuestras economías, políticas y sociedades. En verdad, éste es un momento para reevaluar las vacas sagradas del sistema pre-pandemia, pero también para defender ciertos valores de larga data. La tarea que enfrentamos es la de preservar los logros de los últimos 75 años de una manera más sostenible” (WEF,2020).

La crisis económica del 2008 y su larga onda, que vuelve a emerger con el cisma económico de 2019 y se agudiza con la crisis del COVID-19, obliga a reconfigurar los componentes del modelo de Rodrik. Lo que estamos presenciando es un mayor vínculo entre el Estado y la globalización en detrimento de las democracias.  El capitalismo neoliberal necesita Estados nacionales de contención y represión, ante las brutales condiciones de vida de la población trabajadora en la pandemia y post pandemia. Esto va a significar un giro drástico a viejas y novedosas formas de autoritarismo, algunas formas de ellas presentadas como soluciones democráticas.

El 7 de noviembre, 2020, Klaus Schwab advertía que le preocupaba el riesgo de estallido de una crisis social[3]. Es el mismo personaje que junto a Thierry Malleret presentaron el texto “Covid-19: el gran reinicio” (2020) en el cual plantean una ruta para la brutal reestructuración que emprende el capital y, que tendrá un efecto terrible en el mundo del trabajo, la seguridad social, la formación profesional, los bienes y servicios públicos durante los próximos meses y años.

La OIT[4] estimaba en septiembre de este año que durante el COVID-19, solo en América Latina y el Caribe, se habían perdido 34 millones de empleos, cifra que en noviembre se ubicaba en 47 millones, una quinta parte del empleo logrado en 2019 en la región. Si a esto le sumamos los efectos que tendrá la caída del PIB regional, que el Fondo Monetario Internacional (FMI)[5] ubica en noviembre,2020, en 8,1%, el escenario en tan aciago como en el resto del mundo. Si, además, a esto le agregamos los efectos que tendrá el desembarco de la cuarta revolución industrial en la sociedad en general, como se mostró en la educación con millones de niños, niñas y jóvenes fuera del modelo de educación virtual en casa, estaríamos a las puertas de una situación de elevación exponencial de la exclusión.

Ese realineamiento entre Estado y globalización, por la profundidad de la reestructuración en curso, pero fundamentalmente por la necesidad que tiene el capital de hacerlo en el menor tiempo posible, generará una nueva ola de autoritarismo.  No pretendo afirmar que se acabarán las elecciones y los parlamentos, sino que estos cada vez más serán una cortina de humo ante un endurecimiento de los controles y las disposiciones autoritarias. Contener, reprimir, controlar, adormecer, conducir en tranquilidad esta transición, son los signos que parecieran determinar un mayor deterioro de las instituciones democráticas.

Ello no niega el emerger en el futuro no próximo, de una nueva correlación entre democracia y Estado cuando el cambio se asiente y la globalización domine la cotidianidad de lo público.

  • La reforma global presentada como actualización científica-tecnológica

La esencia del texto de Schwab & Mallaret, COVID-19: el Gran Reinicio (2020), no es otra cosa que una justificación teórica-conceptual y, construcción de hoja de ruta para tomar acciones que le permitan al capitalismo disminuir los efectos directos y profundos que tendrá en los próximos meses y años la aceleración de la innovación.

Uno de esos aspectos es el empleo, con los nuevos formatos y demandas de formación profesional. La OIT comienza a advertir sobre la necesidad urgente de trabajar en la “Formación profesional como respuesta a la crisis y en las estrategias de recuperación y transformación productiva post COVID-19”[6].  Una parte muy importante del empleo mundial se ha comenzado a reconfigurar como indica la OIT, y por ello:

El gran espacio de la formación profesional en el corto plazo está enfocado en facilitar el acceso a opciones de recalificación o reconversión laboral para los trabajadores que han perdido sus empleos. Estas opciones deben prever la familiarización con habilidades digitales, así como las llamadas competencias de empleabilidad que tienen una demanda transversal y pueden ser útiles para el empleo en un amplio rango de ocupaciones”. (Documento citado, 2020:4)

Este nuevo matrimonio post pandemia, entre la globalización económica neoliberal y el Estado, tratará –como lo ha hecho desde los ochenta- de construir hegemonía respecto al traslado de muchas de las responsabilidades de los Estados nacionales a la población.  En este caso enfatizando sobre el compromiso individual de actualizarse para poder entrar a un mundo del trabajo cada vez más tecnologizado.  Aunque el desembarco pleno de la cuarta revolución industrial en el corto plazo, sea solo una quimera para América Latina y el Caribe, no por ello dejará ser el centro de las narrativas reformistas por venir.

Esta situación adquiere características aún más conmovedoras en la región, en un momento en el cuál una parte importante del gran capital trasnacional pretende “africanizar” a América Latina, es decir, convertirla en un conglomerado de territorios importantes para el extractivismo, con un capítulo especial en las “tierras raras” necesarias para el mundo tecnologizado.  Es evidente la caída de la inversión del gran capital en infraestructura en la región, en contraste con un creciente traslado de grandes volúmenes de dinero a África, una región que de partida ofrece mayor flexibilización laboral y gobiernos menos comprometidos con la agenda social; sin dejar de mencionar la precaria existencia de sindicatos en el continente africano, algo que atrae el interés del capital chino, ruso, turco, norteamericano.

Cuando se leen los documentos de análisis de este año, adelantados por las llamadas bancas de desarrollo, los organismos multilaterales especializados, los foros económicos globales y los “think tank”, se hace evidente que estamos a las puertas de un nuevo ciclo de reformas estructurales del capital que usaran los efectos dramáticos de la pandemia como un factor a favor, para adormecer conciencias y evitar resistencias, presentando las reformas por venir, como un camino para retornar a la situación del 2019.

  • Causas de potenciales revueltas

Millones de seres humanos han sido lanzados al desempleo absoluto, mientras otros tantos comienzan a ver amenazados sus empleos por el desembarco de la virtualidad y la epistemología digital en el mundo del empleo. Millones de niños, niñas y jóvenes han sido expulsados de los sistemas escolares motivado al modelo de educación y universidad en casa. Las más afectadas en ambos casos son las mujeres y las minorías poblacionales. Esta situación está literalmente limitando las posibilidades de alimentación, vivienda, estudio, salud e incluso interacción social para millones de personas.

Si a eso le sumamos la reestructuración de los sistemas de jubilaciones y pensiones en distintos países, la caída del poder adquisitivo del salario real de les trabajadores, los ajustes salariales muy por debajo de la inflación, las amenazas a la libertad sindical y de contratación colectiva, la elevación exponencial del ejercito de reserva industrial con el agravante que su formación para el empleo no se corresponde a las necesidades de la industria y el empleo actual,  la situación es explosiva.

Ciertamente el capital intentará nuevas formas de adormecimiento social, pero de mantenerse la tendencia no serán suficientes. Las explosiones podrán ser multisectoriales e intersectoriales, rompiendo muchas de las viejas formas de resistencia. Si la tendencia de exclusión y explotación se mantiene durante los próximos meses y años, estaremos presenciando revueltas intermitentes. La apuesta debe ser por lograr juntar las pequeñas lucecitas en un gran levantamiento que de vuelta a la sociedad de exclusión.

  • La izquierda anticapitalista y las correlaciones de fuerzas

Esta situación plantea un desafío para la izquierda anticapitalista, que es aún pequeña y marginal, aunque aún con mucha capacidad de influir en las narrativas e imaginarios de lucha. Para ello, los viejos esquemas de partido síntesis de la verdad revolucionaria, clasismo revolucionario que desestima las olas de cambio radical impulsada por las clases medias, son inminentes y necesarias.

Estamos ante una encrucijada para el relato y las praxis emancipadoras. El autoritarismo amenaza y se muestra de manera nítida, es hora de pensar, actuar, reflexionar y actuar de manera transformadora. Algunos elementos a ser tomados en cuenta para impulsar un debate anticapitalista epocal pasan:

  1. Caracterizar el proceso de estructuración del imperialismo del siglo XXI;
  2. Estudiar el impacto de las revoluciones industriales en los distintos momentos políticos, sociales, económicos, culturales y tecnológicos del capitalismo;
  3. Revalorar el papel de la clase trabajadora desempleada en la transformación radical de la sociedad. Esto tiene un capítulo central en la sindicalización del desempleo;
  4. Explorar formas novedosas de articulación entre el movimiento social emergente (feminismos, ecologismos, diversidades sexuales, etc.), así como con las capas de trabajadores (con empleo o no) movilizados. El tema d la seguridad social del mundo del trabajo se convierte en un aspecto central en esta activación de la acción transformadora de la sociedad;
  5. Asumir consignas anti capitalistas históricas, que adquieren especial valor transicional, como el no pago de la deuda externa, impuesto a las grandes fortunas y ganancias, transparencia de la gestión pública, Estado de derecho
  6. La construcción colectiva de una agenda socialista radical en el siglo XXI, que rompa con las ideas de autoritarismo, partido vanguardia, liderazgos perpetuos, economía cerrada, entre otros aspectos, que han caracterizado al socialismo del siglo XX.

Son tiempos de tormenta, son tiempo de cambios radicales.

Bibliografía

CEPAL / OIT (Nov., 2020). Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. Número 23. La dinámica laboral en una crisis de características inéditas: desafíos de política. Disponible en https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—americas/—ro-lima/—sro-santiago/documents/publication/wcms_760451.pdf

Rodrik, Dani (2012). La paradoja de la globalización. Antonio Bosch Editor. España Schwab, K y Mallaret Th (2020) Covid

Schwab, K & Mallaret Th (2020) COVID-19: el Gran Reinicio. Ediciones Amazon. Libro digital


[1] En el caso de Venezuela, se intentó hacer durante la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, quien al no lograrlo generó contradicciones interburguesas nacionales que aún hoy persisten.

[2] https://es.weforum.org/agenda/2020/10/debemos-superar-el-neoliberalismo-en-la-era-post-covid/

[3] https://elpais.com/economia/2020-11-07/klaus-schwab-fundador-del-foro-economico-mundial-me-preocupa-el-riesgo-de-estallido-de-una-crisis-social.html

[4] https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_756717/lang–es/index.htm

[5] https://www.trt.net.tr/espanol/economia/2020/10/14/fmi-pib-de-america-latina-tendra-una-caida-del-8-1-en-2020-1509022

[6] https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—americas/—ro-lima/documents/publication/wcms_756090.pdf

Autor. Luis Bonilla – Molina

Fuente de la Información: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2020/11/12/el-reseteo-capitalista-y-las-posibilidades-de-una-nueva-etapa-revueltas-sociales/

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Escuela, Universidad y educación en la cuarta revolución industrial

Escuela, Universidad y educación en la cuarta revolución industrial [i]

Luis Bonilla-Molina

 

 

  1. Paradoja y cuarta revolución industrial

La transición entre la tercera y cuarta revolución industrial está sosteniendo la paradoja según la cual, desde distintos lugares de enunciación, ni la élite capitalista ni el anticapitalismo defienden la continuidad de los procesos de la vieja máquina educativa newtoniana que emergió en la primera y segunda revolución industrial.  Esta convergencia sui generis es lo que denomino como la paradoja educativa del siglo XXI.

Esta paradoja facilita que se sostenga la noción de “crisis educativa permanente” generada por el capitalismo cognitivo, especialmente desde la tercera revolución industrial. Las limitaciones que observamos en muchos de los análisis educativos, respecto a cómo salir de esta paradoja, han contribuido al caos epistémico que propicia la generación de un “nuevo” discurso del “sentido común pedagógico”.  Esto lo podemos evidenciar con narrativas que dan cuenta de un consenso forzado por el “sentido que dan las coincidencias”, despolitizado por las similitudes de lo común, en el cuál parecieran quedar atrapados, en una frágil burbuja, derechas e izquierdas educativas, jerarquías y docentes de aula.

Ello explica la popularidad de discursos como los del maestro Franceso Tonucci, quien, sin meterse en los problemas estructurales de la escuela derivados de la contradicción entre capital y trabajo, sostiene una narrativa que recrea ese “sentido común docente”. Cuando Tonucci sintetiza sus ideas en frases fuerzas como “la escuela no puede seguir igual” está expresando el sentido común inmanente a la paradoja educativa del siglo XXI.  Por ello el discurso de Tonucci es replicado por sectores de las derechas e izquierdas educativas, mientras unas y las otras no terminan de percibir claramente la anomalía de esta coincidencia sostenida en el tiempo. El problema estas narrativas de sentido común docente no resuelven los problemas, sino que adornan y despolitizan los diagnósticos.

De esta paradoja solo se puede salir de manera colectiva repolitizando el debate. Pero repolitizar va mucho más allá de consignas y la repetición de frases fuerzas de nuestros maestros clásicos. Repolitizar implica una renovada aproximación crítica a la realidad actual de una educación pública profundamente impactada por la aceleración de la innovación tecnológica en un contexto de reseteo de la sociedad capitalista que conocimos. Urge salir de la paradoja trabajando en las nuevas diferencias entre escuela capitalista y escuela emancipadora anticapitalista, las nuevas expresiones de lo alternativo, en una realdad de cambio incesante.

Ante la paradoja de narrativas atrapadas en el éter de aparentes similitudes, el capital aprovecha esta confusión para avanzar en una agenda de destrucción del derecho a la educación y la escuela/universidad pública, tomando y resemantizando a denominaciones e ideas que daban identidad a las viejas resistencias. Por ello vemos al capitalismo cognitivo hablando de pertinencia, transdisciplinariedad, complementariedad, visión integrada, entre otros, instrumentalizados muchas de las ideas alternativas, en el camino a nuevos modelos de privatización educativa. Precisamente, la pandemia del COVID-19 le posibilitó al capital la implementación de una brutal neo privatización educativa encubierta con narrativas de sentido común docente, especialmente sobre el sostenimiento del vínculo pedagógico. La parálisis interpretativa que deriva de la paradoja educativa del siglo XXI es el marco desde el cual se está produciendo un asalto y sometimiento por desposesión, de la identidad de las resistencias.

La situación paradójica ocurre mientras se abren paso escenarios dramáticos para la escuela, liceo y universidad que hemos conocido, ante lo cual es urgente romper con la burbuja de éter compartido en la cual nos metió el capital. Se hace necesario “pinchar” y deshacer este sentido común” de la burbuja, para abrir paso a nítidas diferencias político pedagógicas de interpretación y accionar respecto a la actual situación educativa. Muchas de las clásicas interpretaciones, de las añejas consignas, de las certezas educativas de la izquierda pedagógica, hoy resultan insuficientes para enfrentar al reconfigurado discurso del capital.

El capitalismo ha decretado la obsolescencia de la vieja máquina educativa newtoniana, pero pareciera no haber podido construir consenso político ni hegemonía para el surgimiento de una nueva máquina educativa para la cuarta revolución industrial. En otros textos he planteado que esta “nueva situación” de salidas educativas irresolutas debe ser usada para avanzar en una perspectiva anticapitalista que no tema a la contradicción, incluso respecto a algunos de nuestros paradigmas. A la inversa, las contradicciones contextualizadas y mediadas por la disputa entre capital y trabajo, pueden ayudar a disipar y salir de la paradoja educativa del siglo XXI. Salir del falso consenso que se cobija en el “sentido común pedagógico” instalado, pasa por identificar las contradicciones, así como la dialéctica entre lo global y lo local, en un nuevo contexto educativo y social estructuralmente impactado por la aceleración de la innovación tecnológica.

La izquierda pedagógica tiene que ser capaz de plantarse ante la realidad de la transición de la tercera a la cuarta revolución industrial, manteniendo los fundamentos de nuestras tradiciones político-pedagógicas y organizativas, pero abriéndonos a las nuevas situaciones y demandas que se están generando.

 

¿Cuarta revolución industrial?

Mientras la primera revolución industria fue signada por la máquina de vapor y el uso de nuevos elementos químicos en la producción industrial, la segunda despegó con el uso de la electricidad en las fábricas industriales y la sociedad moderna. La primera y segunda revolución industrial marcaron el rumbo de la reingeniería social del capitalismo industrial y de la escuela, liceo y universidad que surgieron o se reestructuraron en ese contexto. La tercera revolución se masificó cuando se desarrolló la informática en las industrias, la programación en el modo de producción y se incorporó la robótica al ensamblaje de mercancías.

Entre 1961 (desembarco de Unimate) y la segunda década del siglo XXI, la aceleración de la innovación tecnológica llevó al diseño de las fábricas 4.0 y el impulso del auge de la virtualidad comunicacional y las mercancías digitales en la cotidianidad de nuestras vidas. La cuarta revolución industrial implica la integración de la inteligencia artificial, informática, análisis de metadatos, reconocimiento biométrico, inteligencia artificial, biología digital, conexión 5G y 6G, internet de las cosas y robótica de cuarta generación en los procesos industriales y la cotidianidad (incluida la educación).

Pero como sus predecesoras, la cuarta revolución industrial implica también un reordenamiento de la sociabilidad, consumo, democracia, trabajo, política y educación. Por ello hemos planteado que estamos a la puerta de un nuevo modo de vivir y convivir, de trabajar y consumir, de aprender y estudiar, de amar y juntarnos, de reproducirnos e integrarnos, de participar y ser gobernados.  El COVID-19 ha sido usado como la puerta de entrada masiva a nuestra cotidianidad de las dinámicas virtuales y digitales que caracterizan a la cuarta revolución industrial

 

 

Agendas educativas neoliberales

La crisis del COVID-19 le permitió al capitalismo cognitivo del siglo XXI avanzar en aspectos vinculados a la construcción de la nueva máquina educativa capitalista. Estos aspectos fueron:

 

  1. a) la consolidación del paradigma neoliberal de sociedad educadora mediante la transferencia de la responsabilidad de los Estados nacionales a las familias, en lo que respecta al financiamiento de los requerimientos mínimos de partida para garantizar el derecho a la educación. En el marco de la cuarentena planetaria por la pandemia del Coronavirus, fueron las familias, los y las docentes, los y las estudiantes quienes tuvieron que asumir los costos de compra, reparación y actualización de computadores, pago de los planes de datos para la conexión a internet y en muchos casos del acceso a plataformas privativas. Los Estados Nacionales, en su mayoría, se desentendieron de manera olímpica de sus responsabilidades de dotar de computadores y acceso gratuito a la internet a docentes y estudiantes, lo cual derivó en una brutal exclusión de importantes sectores de la población escolar existente en febrero de 2020. El neoliberalismo dio un salto cuántico en poco tiempo, en la consolidación de su paradigma de sociedad educadora;

 

  1. b) el inicio de un nuevo modelo de neo privatización educativa asentado en el “sentido común docente”, en el cuál los requerimientos de infraestructura tecnológica, dotación y mecanismos de trabajo, fueron asumidos por los particulares, los y las docentes. Estas nuevas expresiones privatizadoras del capital en educación, además de lo expuesto en el apartado anterior, se mostraron con la flexibilización de los horarios laborales del personal docente y la sobre carga de trabajo que demandan los procesos de enseñanza y aprendizaje en contextos virtuales y con contenidos digitales. Pero ello en realidad apunta a la pauperización del salario y las condiciones de trabajo docente, para avanzar en la apropiación de partes significativas del presupuesto educativo reorientándolo al mercado con el discurso de lo tecnológico, pero como desposesión incesante. Esto lo estamos viendo en muchos países de América Latina en los cuales, donde a la par que se produce una sobrecarga de trabajo, se reducen contratos de trabajo y puestos de enseñanza. El caso de Uruguay es emblemático en este sentido, pues allí se produjo una reducción de 50.000 horas docentes que afectaron 2.000 puestos de trabajo educativo.

 

  1. c) la instalación en los sistemas escolares de la disputa entre educación presencial en la escuela versus educación virtual en casa, algo que existía marginalmente antes de la pandemia. Esto no es un tema menor, sino que forma parte del proceso de reestructuración educativa en la sociedad capitalista del siglo XXI. Esta disputa será intensificada, no solo para abrir paso a dinámicas virtuales de encuentro y modelos digitales de aprendizaje, sino para reestructurar la institucionalidad y dinámicas educativas en el corto y mediano plazo. Pareciera que el capital busca construir hegemonía para el advenimiento de un nuevo tipo de sistema escolar y escuela;

 

  1. d) la aparición de las plataformas privativas virtuales y las trasnacionales de los contenidos digitales como “elementos de avanzada” en los escenarios educativos. El Estado fue mostrado como incapaz de asumir las dinámicas virtuales y digitales, mientras, los sectores privados de las trasnacionales de la tecnología se mostraron eficaces y se legitimaron como “actores esenciales” en las nuevas dinámicas. El Estado al no desarrollar plataformas virtuales que pudieran funcionar con toda la población docente y estudiantil conectada, al no garantizar repositorios educativos digitales apareció como incompetente; lo público como ineficiente y lo privado como oportuno y eficaz;

 

 

  1. e) la demostración pública y notoria de las limitaciones de muchos docentes para enfrentar la demanda de educación virtual, lo cual en realidad mostraba el desfase y descuido de la formación docente (inicial y continua) como parte del cerco de destrucción de la escuela pública. Pero ello, pareciera ser parte de una estrategia sostenida de instrumentalización de lo educativo que impedía tener un pie en la tradición, otro en la innovación y la mirada en la relación del presente con el mañana.

 

 

 

La desinversión educativa de las últimas décadas, especialmente en equipamiento tecnológico y conectividad, mostró a la escuela como un lugar de retaguardia, lejana a la idea en la primera y segunda revolución industrial de vanguardia del conocimiento.  Esta imagen negativa, generada tanto por las limitaciones de las instituciones educativas para la incorporación de lo tecnológico a las aulas, como por la apertura paradigmática al cambio epocal de los actores educativos, facilitó el emerger de un espíritu colegiado conservador, que veía la aceleración de la innovación tecnológica como diversión o distracción en las aulas. A esta realidad, en muchos casos, desde las alternativas solo se pudo responder con la apelación a la tradición y la ratificación de la escuela como un espacio de socialización, de encuentro, para aprender a convivir, a compartir a construir un destino común. Resultó mucho más difícil presentar propuestas diferenciadas para entrarle a lo digital y virtual, porque en buena medida la epistemología de la máquina educativa newtoniana de la primera y segunda revolución industrial y su instrumentalización, seguía marcando la percepción del magisterio, incluso en sectores críticos.

Esto comporta la necesidad de revisar críticamente los enfoques manejados en el campo de las pedagogías críticas y las educaciones populares y, de quienes hemos estado profundamente vinculadas a la construcción de alternativas.  En los últimos tiempos, desde la teoría crítica en educación se ha venido despreciando el impacto de la aceleración de la innovación tecnológica y científica en el campo educativo y este error ha dificultado la construcción de alternativas realmente situadas en la disputa entre capital y trabajo en el presente, en el siglo XXI.

Las críticas a lo escolar desde las alternativas, suelen desestimar el impacto de las revoluciones industriales en lo educativo, generando un problema de endogamia sui generis, porque los proyectos emancipatorios no pueden desvincularse, aunque sea críticamente, del desarrollo científico y tecnológico.

La paradoja educativa del siglo XXI de la cuál le hemos venido hablando, se podrá diluir cuando se evidencie que la crítica a la vieja máquina educativa newtoniana, formulada por el capitalismo cognitivo y por las alternativas, se hace desde lugares de enunciación y horizonte radicalmente distintos. Ello implica pensamiento crítico realmente situado en el movimiento social actual de cambio incesante y aceleración constante.

Mientras para el capitalismo la escuela está obsoleta porque no tiene la capacidad de prever y proveer (señalado nítidamente desde el Informe Faure,1972) de manera eficiente los requerimientos del modo de producción, mercado y profesiones profundamente impactado por la aceleración de la innovación tecnológica, para las alternativas pedagógicas la vieja escuela construida como una máquina no permite la construcción de mentalidades creativas, decoloniales y anti neoliberales, humanistas y ecológicas, anti patriarcales y anti raciales. Pero esta distinción de sentido común pedagógico por sí sola no garantiza que las segundas entiendan los desafíos educativos actuales y generen propuestas y narrativas para preservar la escuela presencial como institución educativa de importancia vital para los y las pobres, para la democratización del conocimiento.

Eso sí, la paradoja educativa del siglo XXI que establece consensos mínimos respecto a la necesidad de que cambien la estructura y procesos de la vieja máquina educativa newtoniana, se puede convertir en una oportunidad para el pensamiento crítico anti capitalista, pues abre grietas en la concepción monolítica capitalista de lo escolar, las cuales deben ser aprovechadas por las alternativas para que irrumpa lo anti sistémico. Pero ello también obliga a movilizar nuestras percepciones, valorando de manera importante la aceleración de la innovación tecnológica y científica en la construcción de un modelo educativo libertario del siglo XXI

 

 

  1. Obstáculos y algunas características del sistema mundo que parecieran marcar el emerger de la nueva máquina educativa capitalista

El epicentro de la reproducción cultural de la vieja escuela, el currículo pre establecido, la programación de contenidos diarios, resulta ser ahora el mayor obstáculo para el emerger de la nueva máquina educativa capitalista.  Desde las alternativas pedagógicas siempre cuestionábamos el carácter reproductor y homogeneizador del currículo pre establecido, formulando la idea de currículos contextualizados a partir de colectivos pedagógicos comunitarios, que abrieran paso a la descurricularización del hecho educativo; descurricularización que se refería a la elaboración de parámetros comunes y desarrollos educativos particulares. La paradoja de la cual les he venido hablando, se expresa en esta circunstancia en el hecho que ahora el capitalismo también comienza a ver el currículo pre establecido como un obstáculo.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué de esta extraña coincidencia? ¿Por qué esta formulación del capitalismo cognitivo? Esto sucede por el fenómeno de la creciente aceleración de la innovación científica y tecnológica. Usemos el principio newtoniano del movimiento, del desplazamiento, para entender esta expresión de la crisis de la máquina educativa newtoniana de la primera y segunda revolución industrial y comprender este “nuevo consenso” de la paradoja educativa del siglo XXI. Para entender las razones del capitalismo cognitivo del siglo XXI, pensemos por un momento que la escuela durante la primera y segunda revolución industrial se desplazaba de manera uniforme a 20 kilómetros por hora y la innovación lo hacía a diez o quince kilómetros por hora.  Esto les daba tiempo a los sistemas escolares para que cada cierto tiempo pudieran incorporar contenidos relacionados al conocimiento emergente, hacer reformas curriculares que dieran cuenta de lo novedoso de relevancia para el modo de producción, alienación y consumo capitalista. El problema ocurre cuando en la tercera revolución industrial la aceleración de la innovación adquiere una velocidad inusitada de 30, 40 o 100 kilómetros por hora, mientras la vieja máquina educativa newtoniana continúa marchando a sus acostumbrados veinte kilómetros por hora. Este movimiento asincrónico entre rutinas escolares de enseñanza-aprendizaje y aceleración de la innovación científica y tecnológica se convierte en un “nudo gordiano”. El capitalismo intento resolver esta asincronía postulando en la tercera revolución industrial una máquina educativa transdisciplinaria, pero no supo cómo hacerlo ni construir consenso para ello. Aprendida la lección, intenta ahora en la cuarta revolución industrial transformar la vieja máquina educativa newtoniana en una nueva máquina educativa compleja de perspectiva caótica convergente.

La creciente distancia entre lo que se enseña (escuela) y las innovaciones que ocurren en el campo de la ciencia y tecnología, se expresan en la rápida obsolescencia de los currículos. Lo nuevo resulta especialmente difícil de incorporar a las instituciones educativas con la celeridad con la que las innovaciones marchan. Esta asimetría se refleja en el currículo preestablecido y sus dinámicas de actualización; el currículo prestablecido comienza a ser un obstáculo para el capital.

Las reformas educativas pretendían cumplir la actividad de los Pits o Boxes en las carreras de carros. Pero contrario a lo que ocurre en estas paradas técnicas de las pistas de carreras o pi stop, los protocolos de cambio educativo expresadas en el currículo pre establecido son tan lentos que cuando la máquina educativa newtoniana vuelve a la “pista carrera” lo único que ha conseguido es duplicar la distancia existente previamente, en este caso entre lo que enseña y el mundo de la innovación científica y tecnológica.

Esto no es un tema menor porque una de las tareas centrales de la escuela, pautada por el contrato social de la primera y segunda revolución industrial (incluida la post guerra y el surgimiento de la UNESCO) fue la democratizar el conocimiento. Si la aceleración de la innovación científica y tecnológica no logra ser capturada por la escuela y democratizada entre los estudiantes y las comunidades, está en peligro una de las tareas centrales asignadas a la escuela, liceo y universidad por ese contrato social.

Este desfase o movimiento asincrónico se expresa de manera nítida en el currículo prefijado, o los planes de estudio expresados en tareas diarias. Por mucho que se realizaran “reformas curriculares” dentro de este movimiento escolar asincrónico respecto a la aceleración de la innovación científica y tecnológica, estas “reformas” terminaban expresando algún momento del pasado de la innovación, casi nunca el presente, mucho menos el mañana. El conocimiento escolar fue perdiendo la capacidad predictiva, de anticipar y, la posibilidad de actualizar en el presente. Esto no es nuevo, de hecho, el llamado Informe Faure de la UNESCO señalaba a comienzos de los setenta del siglo XX, que la educación había perdido sus capacidades de prever y proveer, pero cincuenta años después la escuela, liceo y universidad fue incapaz de dar cuenta de ello.

Esta concepción curricular poco permeable a lo nuevo, tenía (y tiene) un correlato en las demás partes de la máquina educativa newtoniana: las didácticas, la planeación, evaluación, gestión, supervisión, por lo que la máquina educativa newtoniana, exigida al máximo, solo lograba (y logra) crujir en sus cimientos, pero resulta insuficiente para logra cumplir con las tareas que le demanda el capitalismo cognitivo del siglo XXI. Lo dramático y constitutivo de la paradoja, es que este movimiento desfasado de la escuela tampoco puede ser defendido por las alternativas.

Para el capitalismo cognitivo del siglo XXI resulta central resolver este desfase y generar un movimiento sincrónico entre aceleración de la innovación y rutinas escolares. Su interés no es ya el del liberalismo radical de inicio de los sistemas escolares, sino el pragmatismo del conocimiento asociado al modo de producción, consumo y gobernabilidad en el contexto de la cuarta revolución industrial. Es decir, el capital del siglo XXI abandonó cualquier rasgo de democratización del conocimiento en lo escolar y lo que procura es hacerlo funcional a la epistemología del modo de producción y sociedad capitalista de la cuarta revolución industrial.

El capitalismo cognitivo del siglo XXI requiere que la escuela transfiera en tiempo real lo emergente, pero asociado a los nuevos formatos de empleo, consumo, alienación y gobernabilidad que aparecen mediados por lo científico y tecnológico. Por ello demanda que el centro de trabajo escolar sea el desarrollo de la competencia de aprender a aprender que cincuenta años atrás definiera el Informe Faure. La nueva máquina escolar capitalista por emerger, si lo logra, deberá resolver este desfase en la “cámara de combustión” de la máquina educativa newtoniana. Si entendemos esta “nueva” dinámica podremos construir alternativas contextualizadas al actual momento histórico.

Para las alternativas anti capitalistas, conocer y apropiarse de la aceleración de la innovación científica y tecnológica puede permitir avanzar en el uso de los nuevos estilos de aprendizaje para fortalecer el pensamiento crítico, lo cual tiene como punto de partida el debate sobre la pertinencia y uso de lo nuevo, para la construcción de una sociedad de mayor justicia social.  La aceleración de la innovación científica y tecnológica debe ser puesta al servicio de la construcción de una sociedad de iguales, del socialismo libertario.

La escuela con perspectiva emancipadora no puede quedar ajena a este debate y cambio epocal. Ignorar y desestimar el impacto profundo en lo escolar de la aceleración de la innovación científica y tecnológica no nos protege de sus efectos, sino que coloca a los pobres y trabajadores en el terreno de nuevas formas de ignorancia, que limitan las posibilidades actuales de las resistencias y luchas. Eso sí, al ser nuestro lugar de enunciación distinto, nuestra teleología también lo es.

Esta “nueva realidad” no está limitada a lo escolar, sino que tiene impacto en todos los ámbitos. La aceleración de la innovación científica y sus mercancías tecnológicas está comenzando a impactar las nociones de democracia, consumo, sociabilidad, planteando novedosos desafíos éticos a la escuela y reconfiguración de su papel en el sostenimiento del sistema mundo capitalista.

La democracia representativa burguesa está abriendo paso a la democracia digital consultiva permanente, que instrumentaliza la participación, apuntando a formas autoritarias de gobernabilidad y para ello el capital requiere una escuela tecnologizada y con epistemología digital, que enseñe a participar de manera frágil en las decisiones que otros orientan.

Para el capital la escuela en entornos virtuales de aprendizaje y contenidos digitales es un lugar donde no se piensa críticamente, sino que se consume tecnología y chatarra tecnológica, como requisito para generar nuevas dinámicas de reproducción cultural y conocimientos funcionales.

La participación en línea y mediante dispositivos móviles y fijos apunta a sustituir la democracia del voto; el voto digital y permanente y ello hace efímera y difusa la participación; una escuela que consulte a diario y de maneras múltiples, en formatos virtuales y narrativas digitales ayudaría a abrir paso a esas nuevas dinámicas de hegemonía política autoritaria. La democracia solo es posible si los electores tenemos capacidad crítica de posicionarnos ante la decisión que debemos tomar y esto intenta ser suprimido.

Pero la escuela presencial no se salva de estas dinámicas si se queda ajena al mundo digital y virtual de la cuarta revolución industrial, sino que el sostenimiento de su movimiento asincrónico solo cavaría la tumba para su desaparición; al menos en el formato que la hemos conocido.

El consumo de la cuarta revolución industrial apunta a la supremacía del comercio electrónico; según la Organización Mundial de Comercio, actualmente el impacto del comercio en línea solo representa el 0,03% a escala mundial y el 2% en los países de la OCDE, por ello el capitalismo cognitivo requiere una educación acelerada de la población en ese sentido y la escuela será demandada en esa dirección, como lo fue en el pasado en la construcción de lógica consumista.

Las dinámicas virtuales y digitales de consumo han comenzado a adquirir un nuevo protagonismo en lo escolar, fenómeno que irrumpió de manera abrupta a escala planetaria en la pandemia del COVID-19, con la cuarentena preventiva y el modelo de escuela y universidad virtual en casa. El aislamiento preventivo en el marco del Coronavirus potencio el consumo “delivery” y con el ello el comercio electrónico. Millones familias aprendieron de manera muy rápida modalidades de comercio y compra que no habían experimentado en el pasado reciente o lo habían hecho de manera muy ocasional. La cultura de la compra digital demanda de una escuela que pueda explicar y enseñar su performance, a través de las distintas cotidianidades escolares.

El modelo de construcción de mercancías digitales y de funcionamiento de las fabricas 4.0 apuntan a generar un modelo de trabajo virtual y a una presencia de lo digital como cotidianidad en muchos entornos laborales. Esta reconfiguración del mundo del trabajo demanda un correlato en lo escolar, que posibilite la normalización de lo nuevo y la consolidación de la hegemonía del presente capitalista.

El problema es que ese debate se está dando en los márgenes y cavernas de lo alternativo, no el centro de las resistencias educativas. Es urgente impulsar, avivar y expandir este debate para poder situarnos en novedosas agendas de pensamiento crítico en los espacios escolares, construyendo de manera colectiva narrativas e imaginarios que permitan situar a los futuros trabajadores(as) en novedosas formas de resistencia y lucha.

Esto solo es posible con pensamiento crítico desde adentro del fenómeno educativo que se está dando en el marco de la aceleración de la innovación científica y tecnológica. Por ello, es que muchos gremios docentes y sindicatos de trabajadores de la educación acertadamente han hecho suya la exigencia de internet universal, construcción de plataformas autónomas de las grandes corporaciones digitales y dotación de equipos informáticos a las escuelas, docentes y estudiantes, como una ruta para comenzar a repensar lo educativo en un contexto tan radicalmente distinto como el actual.

 

Otro aspecto a ser abordado en este contexto es el de los estilos de construcción de conocimiento y la convergencia de los enfoques de los campos científicos. Están surgiendo nuevos enfoques epistemológicos de las ciencias, derivados de la propia aceleración de la innovación científica y tecnológica que deben ser analizados desde una perspectiva crítica, porque las olas del cambio están llegando a las orillas de la escuela, liceo y universidad.

Tenemos que revisar el estatus epistémico del debate entre lo disciplinar y los transdisciplinario. Pareciera que la investigación que privilegiará el capital en la cuarta revolución industrial ya no será solamente disciplinar ni transdisciplinaria, sino de convergencia caótica convergente contextual.

¿De que se trataría esta convergencia caótica convergente contextual?  La verdadera investigación de punta, por ejemplo, sobre el cerebro humano tan importante en la colonización digital del capitalismo cognitivo, ya no se hace solo con equipos y elementos de la biología, genética o psicología, sino que son de carácter transdisciplinar y multidisciplinar a la vez, con fuertes bases disciplinares. Las investigaciones sobre el cerebro convocan hoy a neurólogos, químicos, físicos cuánticos, especialistas en electro dinámica, informáticos, biólogos digitales entre otros, aprendiendo cada uno a trabajar en la hibridación creativa de sus campos, sin perder con ello su identidad.

Estas integraciones en las formas de construir ciencia implican una plasticidad novedosa en las formas de investigar, que van más allá de la dicotomía entre los disciplinar y lo transdisciplinario. Esta complejidad difusa de integración científica, pareciera tener capacidad de convergencia entre lo que se descubre y lo que se requiere, entre lo emergente y lo pertinente, desde cuya lógica lo contextual adquiere renovadas expresiones.

Este estilo de hacer ciencia real, rebasa los fórceps del llamado método científico único, tarea que parecía imposible de ser abordada desde la lógica del capital en el pasado reciente.

Este paradigma emergente de la ciencia capitalista, derivado de la aceleración de la innovación científica y tecnológica en su relación con el modo de producción, reproducción cultural, consumo y alienación choca con los enfoques y estilos de trabajo disciplinares de las instituciones educativas, por lo cual el capitalismo comienza a presionar por una redefinición ya no solo cosmética sino estructural de las formas de aprender a aprender en las instituciones escolares.

Pero es justo decirlo, esto también desafía nuestras viejas certezas sobre las narrativas y miradas epistémicas de las resistencias. Está emergiendo un estilo de trabajo multidisciplinario para el aprendizaje, el cual pareciera romper con los modelos de enseñanza-aprendizaje centrados en asignaturas o disciplinas e implicará un ocaso de los discursos de transversalidad transdisciplinaria de las materias escolares. Del éxito de esta operación de reestructuración educativa dependerá la utilidad que el capital le vea a la escuela en el futuro próximo.

La convergencia caótica convergente contextual pareciera ser la epistemología de la máquina educativa newtoniana que intenta construirse en la cuarta revolución industrial. Pero el capital no quiere volver a pasar por la larga espera sin resultados de la tercera revolución industrial.  Por ello, a la par que impulsan esta tensión en lo escolar, plantean modelos híbridos de aprendizaje o de educación en casa con entornos virtuales y digitales. La reproducción cultural que demanda el capitalismo cognitivo lo lleva a ensayar nuevos formatos para lo escolar, algunos de los cuales trascienden la escuela conocida.

Por último, está el papel de contención de lo escolar, lo cual fue tensionado con las nuevas experiencias de relocalización en la casa del mundo del trabajo y el aprendizaje. El capitalismo pareciera explorar formas de contención que le resulten más eficaces para el modelo de gobernabilidad digital y que de paso le permitan aminorar costes. La pandemia del COVID-19 se convirtió en un experimento planetario de escenarios y diversas alternativas de abordaje, como lo hicieron los ministerios de educación nacional.  Los modelos de educación en casa, de universidad en casa, fueron ensayos planetarios de ayudas económicas focalizadas que avanzaron en otras expresiones de contención del campo escolar.

Pero resulta imposible ver el movimiento de lo escolar, sin repensar el papel de las ciudades y del campo en la nueva normalidad de la post pandemia y la cuarta revolución industrial.  Las ciudades como formas centrales de organización social del capitalismo de la primera y segunda revolución industrial, comenzaron a ver su ocaso con la tercera revolución industrial. La ciudad como máquina social y para el mundo del trabajo, comienzan a tener un nuevo performance respecto en su relación con el mundo fabril y la gobernabilidad.

Las fábricas cada vez requieren menos fuerza de trabajo humana, mientras una parte importante del empleo y la producción comienza a resituarse en las casas, otrora epicentros de lo privado en las ciudades. Otras formas de mercancías recuperan un nuevo estilo artesanal, de orfebrería digital.

Como quedó evidenciado en la crisis del COVID-19, el comercio-consumo explora nuevas formas de su concreción en la cotidianidad, dentro del cual la ciudad en su viejo concepto se convierte en difusa, se transfigura y, la casa se asume como la celda central de organización del nuevo entramado. La lógica informática reconfigura a la ciudad y dentro de ella la casa adquiere una nueva centralidad.

Por supuesto que las casas están ubicadas en ciudades, aldeas o en territorios alejados, pero ese contexto comienza a ser secundario; lo central son las dinámicas internas de la “casa” en materia de consumo, educación, sociabilidad, empleo, trabajo. Este concepto de “celdas centrales” derivado de la informática implica un reordenamiento de la gobernabilidad sin precedentes. A ello contribuyen las crecientes innovaciones en elementos como la inteligencia artificial, la big data, el análisis de metadatos, el reconocimiento biométrico facial, la biología digital, el internet de las cosas.

El otrora espacio “privado” pareciera convertirse en la célula fundamental de estructuración del mundo capitalista del siglo XXI, ya no como familia, sino como territorio eje donde se realice la explotación y dominación inmanentes al capitalismo. 

 

Todo ello requiere un nuevo tipo de máquina educativa, modalidades diferentes de lo escolar. Este es un proceso que no se logró concretar en la transición prolongada entre la segunda y tercera revolución industrial y ahora entra en una nueva fase de demanda “insatisfecha” en la cuarta revolución industrial. Por ello, en la transición el capitalismo cognitivo de la tercera década del siglo XXI comienza a requerir mayor plasticidad escolar, un currículo abierto, modelos didácticos difusos, otro estilo docente.

 

 

  1. Las nuevas instituciones educativas

Imaginemos por un momento como podría ser esa otra escuela capitalista, esa otra máquina educativa, a partir de los fragmentos dispersos que hallamos en numerosas declaraciones y análisis de los documentos emanados de los organismos de desarrollo económico, así como de las instancias de pensamiento capitalista.

Pareciera que todo apunta a una escuela estructurada alrededor de definiciones breves de estándares de aprendizaje (ya no currículo prescrito), que se actualizan en tiempo real, con didácticas contextuales e integradas donde el docente no es el depositario del saber sino un articulador dialógico y experencial de los aprendizajes existentes en el aula, en el marco de la llamada sociedad de la información.

Instituciones educativas cuyo “perfil de egreso” estarán en permanente movimiento y, en consecuencia, sus parámetros en desplazamiento incesante movilizan la acción cotidiana de lo escolar.  Por ello, todos los títulos profesionales generados en las tres primeras revoluciones industriales parecieran haber entrado en desuso y obsolescencia programada. Esto ocurre ante la ignorancia supina de los sistemas escolares en general y las universidades en particular.

Aprender en el contexto de aceleración de la innovación tecnológica demandará nuevas formas de enseñanza-aprendizaje. Aunque parezca increíble, la “nueva” escuela capitalista requerirá desarrollar aspectos lúdicos para los distintos estilos de construcción de saberes que caracterizan a las distintas ciencias. Lo lúdico es una incitación a aprender de manera continua más allá de los horarios y estructuras escolares.  Lo escolar adquiere unos límites difusos, con estructuras disipativas de enseñanza-aprendizaje. El aprender a aprender se convierte en trabajo permanente alienado, que se vehiculiza a través de lo lúdico. Ello no implica un cuestionamiento a lo lúdico, sino una advertencia respecto a su instrumentalización.

Todo lo que se está advirtiendo en documentos, conferencias y discursos del capital respecto a lo educativo apunta a la economía de los procesos de enseñanza-aprendizaje, fomentando la sostenibilidad a largo plazo de los entornos virtuales y los contenidos digitales, combinando presencialidad con virtualidad. Tal vez tenga el nombre que intento resumirlo durante la pandemia de “modelo hibrido” o adquiera otro diferente, pero pareciera que este giro será un rasgo distintivo de la escuela por venir.

Claro está, cuando trato de relacionar una institución como esta con la realidad social del mundo de los y las hijas de les trabajadores y de la situación económica en nuestra américa, queda claro que esta es una escuela para élites, para la clase media alta. Ello nos coloca como dilema, el desarrollar nuevas narrativas para enfrentar esta segmentación de lo educativo y las nuevas formas que derivan de esa segmentación, no como aislamiento sino como encuentro crítico con esta realidad.

La máquina educativa newtoniana de la primera y segunda revolución industrial fue disciplinar; la máquina educativa de la tercera revolución industrial debió ser transdisciplinaria pero no logro materializarse en lo concreto de la institucionalidad. Ahora se comienza a hablar de una transición en la cual las instituciones educativas deben expresar la trasmutación entre el pensamiento complejo y la convergencia caótica. Pareciera que el capitalismo está manejando varios escenarios en la coyuntura post pandemia. Veamos alguno de ellos

 

Escenario uno

El escenario uno es el de transformación radical de la escuela, de la máquina educativa newtoniana. En este escenario la supervivencia de la escuela dependerá de desarrollar un nuevo formato, lo cual implica repensar las dinámicas de enseñanza-aprendizaje y el performance de la formación docente (inicial y permanente).  Para el surgimiento de la nueva máquina educativa difusa, han ido definiendo un conjunto de elementos que denomino de convergencia compleja y caótica.

Esta convergencia caótica no es otra cosa que la intención de convertir a la escuela en un espacio con formación disciplinar de base muy fuerte dentro de áreas multisciplinarias, con perspectiva y trabajos en proyectos siempre transdisciplinarios que involucren al unísono todos los campos que se enseñaban por separado en la escuela, así como otros “campos emergentes”.

Ello demanda que los procesos de enseñanza-aprendizaje se vayan adaptando a lo contingente, a lo emergente, a lo contextual y la tendencia del empleo. En vez de la imagen de los Pits, en este caso ilustra mejor la figura de una locomotora a altísima velocidad que debe desprenderse de vagones e incorporar otros, sin detenerse nunca; vagones además que varían de tamaño, longitud y carga.

Por ello, el modelo de currículo pre establecido, del docente como administrador curricular pierde todo sentido para las definiciones del capitalismo cognitivo de la cuarta revolución industrial.

Desde esa perspectiva, la formación docente basada en el viejo modelo tiene sus días contados. Para salir de este atolladero parecieran reorientar la formación de los futuros educadores y los que están en servicio, hacia el performance del docente como intelectual de la educación. Claro está un intelectual funcional. El problema es que las propias universidades y centros de formación (inicial y permanente) de los y las docentes están atascados en el modelo de administración del currículo pre establecido.

El modelo de estándares de aprendizaje pareciera ser el modelo que más se aproxima al currículo abierto del futuro. Los viejos programas curriculares por grado o materia, para cada año escolar o semestre, pueden ser sustituidos por el modelo de estándares, un número pequeño de “competencias” a lograr, habilidades a fomentar y capacidades humanas a fortalecer, pero ya no desde los viejos esquemas disciplinares sino desde áreas de aprendizaje que integren viejas disciplinas y creen campos transdisciplinarios de convergencia.

Esto apunta a “aprender a aprender” a trabajar integrando las epistemologías de viejas disciplinas con un pragmatismo orientado al fin coyuntural.

Se trataría de trabajar desde la “utilidad” de los estudiantes, de los “centros de interés estudiantil” para llevarlos a la necesidad del mercado. Para ello, todo el trabajo de la neurociencia resultará fundamental, además de los desarrollos del análisis de metadatos llevados al plano escolar.

El capital moviliza su centro pedagógico hacía enfoques y metódicas que antes pertenecían a las alternativas, eso sí resemantizadas, con un eclecticismo y pragmatismo singular.

Por ello hablamos del ocaso de la lógica de administración curricular, en un movimiento que pareciera colocar a la práctica pedagógica en el terreno de la “creación” controlada. Claro está creación sería funcional al sistema.

Lo rutinario, lo “añejo” se podría transferir mediante modelos virtuales de enseñanza y contenidos digitales interactivos, concentrando la escuela en las tareas prácticas creativas y de actualización en tiempo real. Este modelo híbrido de aprendizaje pareciera abrirse espacio a partir de la pandemia del COVID-19, en el terreno paradigmático aún no en el práctico.

Hagamos un ejercicio de imaginación para entender de lo que está hablando el capitalismo cognitivo. Pensemos en una escuela en el cuarto grado, donde en vez de un grueso programa y de numerosos libros de textos, el docente y el alumno solo tengan a comienzo del año escolar una hoja de papel con los estándares que guiaran sus procesos de enseñanza-aprendizaje durante un año.

La labor de supervisión tendría que tener capacidad para poder acompañar estas dinámicas, lo cual demandaría un altísimo nivel de análisis y procesamiento de información en tiempo real. Adiós a los papeleos burocráticos, para eso estará la inteligencia artificial y la big data, por supuesto las pruebas estandarizadas para mantener el sistema escolar dentro de los parámetros del aprendizaje deseado y creación controlada.

Ello reconvierte la profesión docente, que dejaría a un lado el viejo rol del poder del saber máximo en el aula, para reconvertirla en una actividad que auspicia el emerger de conocimientos de los estudiantes, los coloca para la socialización conjunta en el aula y fundamentalmente le da orientación a los que se aprende, “sentido práctico” al saber. Pero ello exige un manejo multidisciplinar del docente, capaz de acompañar en tiempo real los procesos de la aceleración del conocimiento científico y tecnológico.  Pero seguramente todos no podrán adaptarse a este cambio y por ello se pretenderá dejar en evidencia a estos docentes que “no se actualizan”, como ocurrió durante la pandemia del COVID-19.  Esto podrá generar un reordenamiento laboral en el campo educativo que puede dejar sin empleo a miles de docentes.

Pero sigamos con el ejemplo. Todos los profes de cuarto grado tendrían los mismos estándares de trabajo, pero cada aula se convertiría en un escenario de desarrollo de distintas posibilidades de llegar a lo esperado e incluso traspasar esa frontera. Ello implicaría una movilidad constante de los estándares, para permitir el mayor nivel de aprovechamiento de lo aprendido con sentido utilitario. En esa lógica, lo humanístico aparece como innecesario, como accesorio, camino que ya había iniciado la cultura evaluativa con la definición de prioridades de aprendizaje con las pruebas PISA o del LLECE para citar solo dos ejemplos.

El docente tendría que ir a la escuela, con esos estándares en la cabeza, pero con libertad de acción diaria. La dirección y supervisión tendrían que encontrar sentido a este caos y monitorear la direccionalidad en tiempo y medida.  Los textos serían variables y la información que se maneje múltiple. La experiencia de sentido práctico de lo que se aprende tendría en los territorios el escenario de ensayo, de prueba y utilidad de lo aprendido y desarrollado.

Ello conllevaría un caos inicial muy grande porque incluso las experiencias alternativas se fundamentan en currículos preestablecidos. El libro digital, fácilmente editable y ajustable en tiempo real, pareciera sustituir al libro impreso, pero ningún libro de texto podría acompañar esta dinámica. El mundo editorial tendría que multiplicar las ofertas, anticipando rangos de contextos. En realidad, cada docente, cada escuela construiría cada año, mes y semana su propio recorrido curricular, más allá de los viejos modelos de diseños curriculares.

Estaríamos hablando de una escuela de la movilidad, una nueva máquina educativa difusa, con componentes de enorme plasticidad, muy lejos del modelo de máquina educativa newtoniana, de partes con diseños y estructuras permanentes.

Esta dinámica sería en todos los niveles de los sistemas escolares, incluidas las universidades. Este caos podría abrir paso a una nueva máquina educativa difusa y caótica de pensamiento convergente, altamente excluyente y socialmente segmentadora.

 

La universidad pareciera tener mayor dificultad que la escuela y liceo para transformarse, para adaptarse a lo nuevo. La universidad se convirtió en una institución que se auto modela, muchas veces impermeable a lo que ocurre en el mundo exterior. A pesar que ello choque con el orgullo institucional, muchas de ellas están viviendo a escala exponencial el drama del movimiento asincrónico entre aceleración de la innovación y rutinas educativas.

Un ejemplo dramático de ello fueron los debates de la Conferencia Regional de Educación Superior, la CRES2018, realizada en Córdoba, Argentina, cuyos debates y deliberaciones podemos compartir en un 98 o 100%, aclarando eso sí, que la mayoría de cosas que se dijeron allí pudieron haber sido dichas una década atrás. Lo correcto no significa que sea actual o pertinente.

Estoy convencido que la mayor resistencia será la universitaria, por ello el capitalismo está construyendo prototipos de la universidad de la cuarta revolución industrial, como Singularity University para intentar modelar lo nuevo en la educación superior.

 

Escenario dos

La otra “alternativa” capitalista consiste en impulsar un modelo abiertamente híbrido con contenidos digitales y virtuales de última generación y, labor de aprendizaje remoto en casa, combinado esto con encuentros para fomentar el trabajo en equipo virtual-presencial que demanda la cuarta revolución industrial.

Todos sabemos que esto resulta más fácil decirlo que hacerlo. Por ello planteo que este giro está iniciando un proceso de segmentación escolar nunca ocurrida antes, conforme se sitúan las escuelas frente a esta dinámica de aceleración de la innovación científica y tecnológica. El ensayo ocurrido en la pandemia del COVID-19, permitió segmentar la educación en escuelas de primera, segunda, tercera, cuarta y quinta, dejando a miles de estudiantes fuera de alguna de estas alternativas.  Esta segmentación pareciera que apunta a sostenerse en el futuro, con un carácter disolutivo de las instituciones educativas de tercera, cuarta y quinta. Es decir, estamos a las puertas de un intento del capital de elitizar el acceso y permanencia en los sistemas escolares.

El modelo abiertamente híbrido con contenidos digitales y virtuales de última generación tiene varios obstáculos. El primero, las posibilidades reales de conexión y acceso a equipos. La experiencia del COVID-19 mostró que más del 50% de los estudiantes no tenían posibilidades reales de darle continuidad por mucho tiempo a un modelo educativo que recarga sobre ellos los costos de la conectividad y el equipamiento.  Es decir, en términos prácticos este modelo es para el segmento de la población profesoral y estudiantil que tiene posibilidades económicas y materiales para participar.

Por otra parte, no todos las y los estudiantes cuentan con una familia o allegados que les apoyen en la prosecución de estudios en un formato tan radicalmente novedoso como éste.  Esta diferenciación, incluso entre quienes pueden acceder a las plataformas y contenidos digitales, crea una nueva segmentación. Este modelo pareciera basarse en dejar cada vez más gente atrás, promoviendo la sobrevivencia de los que mejor puedan adaptarse. Postulan el darwinismo educativo.

Otro obstáculo son los estilos de aprendizaje de los estudiantes, pues un número importante tienen la necesidad de estímulo y acompañamiento, resultando poco eficientes en las rutinas de aprendizaje a distancia. No se trata de una superioridad de capacidades de aprendizajes, sino de distintos estilos de comprensión y motivación para aprender. Por otra parte, como lo vimos en la pandemia del COVID-19, no todos los estudiantes que pueden y quieren conectarse, tienen el estilo de aprendizaje requerido para las rutinas virtuales y digitales. Al no contar con docentes que les acompañen y aclaren, esta diferenciación se convierte en dramática.

Esto entra en sincronicidad con las características del mundo del empleo en la cuarta revolución industrial, que demandará menos de la mitad del trabajo estable del presente, así que           quienes se queden atrás serán “culpados” de tener “limitaciones” o “incapacidades”, nunca reconocerán que su rezago educativo es el resultado del sistema, en su dinámica de desmontaje de la máquina educativa newtoniana.

La televisión educativa para los desconectados del mundo digital, no tendría nada de educativa, sino que procurará mantener la relación del Estado con los individuos, en el proceso de transición. La televisión educativa que se oferta corresponde al concepto de transferencia de conocimiento y no de educación para emanciparse, y muestra el impulso del paradigma capitalista en educación.

Las respuestas educativas de muchos gobiernos respecto a los procesos de enseñanza aprendizaje en contextos de cuarentena por el COVID-19, parecieran ensayar una especie de colchón de caída suave para la nueva exclusión que la transición genera.

Ante los problemas de conexión a internet, precarias posibilidades de compras de planes de datos por parte de las familias, docentes y estudiantes, carencias de equipos y limitaciones para el acceso a plataformas virtuales privativas, los gobiernos han lanzado a la vieja máquina educativa newtoniana al pasado, al rincón de la obsolescencia. La televisión y radio educativa como se está ofertando no dan cuenta de las características digitales y virtuales del aprendizaje en el marco de la cuarta revolución industrial, y forma parte de ese engañoso colchón que amortigua la caída hacia el foso de la exclusión. Mañana, cuando egresen del sistema escolar estos estudiantes, seguramente dirán con cinismo que sus problemas para conseguir trabajo e insertarse en el mundo de la cuarta revolución es una muestra de los problemas o crisis de los sistemas educativos.

En este segundo escenario la orientación es más económica y tiende a ir disminuyendo progresivamente la necesidad de la escuela presencial. Esta mirada se fundamenta en el individualismo y la competencia, valores centrales del capitalismo.

 

 

 

Tercer escenario

El problema es que un desmontaje abrupto de los sistemas escolares traería enormes repercusiones sociales y generaría múltiples resistencias estudiantes, docentes y de las familias, como lo evidenció la crisis del COVID-19. No se descartan “otras alternativas” pero en cualquier caso el gran aglutinador es la necesidad de acompañar la aceleración de la innovación.

En este tercer escenario la escuela que conocemos y que hemos definido como máquina educativa newtoniana no sería desmantelada, sino que se procuraría su progresivo rechazo social por inutilidad práctica. Para lograrlo, unos sectores del capital están planteando modelos escolares alternativos basados en la virtualidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje y conocimiento en formatos digitales, cuyos egresados sean exitosos en contraste a los egresados de las escuelas que conocemos hoy.

Se trata de contraponer “experiencias pilotos” que contengan los escenarios uno y dos versus la escuela tradicional, para que sea la sociedad quien demande el ocaso de la vieja escuela

 

Entre estos tres escenarios caben todas las combinaciones posibles, pero ellos contienen las claves de lo nuevo por emerger para la lógica del capital. Tal vez en los próximos años todo guarde la apariencia de seguir igual, en una situación inacabada de crisis educativa, pero ello solo serán los estertores de un modelo educativo que ya resulta funcional para quienes los pusieron en marcha: el capital.

 

 

  1. La escuela alternativa por hacer

Siempre planteamos la necesidad de transformar la escuela reproductora de conocimientos por una escuela creadora y recreadora de saberes, memoria ancestral y conocimiento, una escuela para cambiar la mentalidad de los hombres y mujeres que transformarán al mundo. Mi punto de vista es que usemos las grietas enormes que abre el capitalismo en el presente, respecto a su propuesta de escuela, para abrir paso a la nuestra, la de las alternativas anti sistema. Veamos los aspectos de la grieta que podemos usar para replantear una escuela nueva desde nuestra perspectiva:

 

Grieta uno: el currículo

Siempre ubicamos al currículo como uno de los componentes de las pedagogías que tenía un rol central en la reproducción cultural. Entendiendo currículo en el sentido más amplio, como programas, planes de estudio, dinámicas escolares no develadas de enseñanza-aprendizaje, guías de aprendizaje, libros de textos, entre otros.

La incomprensión de los mecanismos de ajuste de la máquina educativa newtoniana hizo que muchos consideráramos en algún momento, que si se producía un “currículo alternativo” se podía transformar la escuela, la máquina educativa newtoniana. En realidad, lo que hacíamos era cambiar una polea de la máquina educativa newtoniana, por otra que permitiera hacer funcionar mejor la máquina.  Aunque esto era progresivo no resolvía el problema estructural de la reproducción.

Cualquier currículo pre establecido apunta a una reproducción cultural, sea esta de carácter hegemónico o con pretensiones contra hegemónicas. Al final, todo currículo prestablecido se convierte en una camisa de fuerza.

Ahora que el capitalismo comienza a postular que el modelo de currículo preestablecido no permite acompañar e incorporar a lo escolar los resultados de la aceleración de la innovación científica y tecnológica y que por ende hay que ir a un proceso de currículo abierto y en permanente ajuste, aprovechemos para descurricularizar lo educativo. Esto no es un “cada quien haga lo que mejor le parezca”, sino que demanda una nueva forma de construir la agenda educativa, el currículo creativo liberador.

Mientras el capitalismo lo asume como un cambio constante de directrices desde un centro, nosotros deberíamos plantearlo como el resultado del trabajo permanente de colectivos pedagógicos, que desde la escuela, liceo y universidad construyan los ejes centrales interactivos de los Proyectos Educativos Nacionales y las definiciones de los campos de aprendizaje por grado y nivel de enseñanza.

Ello podría generar un movimiento incesante de cambio que se convierta en revolución permanente desde lo educativo. Pero ello demandaría la construcción compartida de un novedoso campo conceptual y del horizonte de transformación. Esto implicaría una redefinición del rol y performance docente que podría trasladar las rutinas reproductivas hacia dinámicas creativas emancipatorias.

Por ello, aprovechemos la tensión que usa el capital sobre el campo curricular para abrir paso a la ruptura con la reproducción. Apostemos por un nuevo enfoque curricular que tenga tres grandes ejes: democratización del conocimiento de última generación, contextualización transformadora centrada en el pensamiento crítico y elevación de la capacidad creativa contextual de las escuelas, liceos y universidades. Todo ello profundamente vinculado a los territorios sin perder el vínculo con las dinámicas de conjunto, es decir, impulsar una dialéctica transformadora entre lo local y lo global. Se trata de resistir a lo permanente y asumir lo curricular en permanente movilidad, pero con una orientación al cambio radical.

 

Grieta dos: las didácticas

Nos han pretendido encerrar en una disputa sobre diversas dinámicas didácticas, lo cual apunta a la supremacía de una sobre otra, que es una forma de mecanización del acto pedagógico. Así como toda propuesta didáctica tenemos que valorarla a la luz de su matriz político-ideológica, es falso que un solo modelo didáctico pueda acompañar la actividad educativa. El monismo didáctico es otra forma de alienación, otra mecanización del acto pedagógico.

En las aulas hay momentos en los cuales un enfoque didáctico resulta más adecuado que otro, mientras que al siguiente ya no es apropiado. Las modas didácticas y el monismo didáctico no son otra cosa que esfuerzos por hacer funcional el campo didáctico a la reproducción, independientemente de su signo político-ideológico.

El modelo de convergencia caótica contextual que comienza a postular el capitalismo cognitivo, tiene que ser aprovechado para generar enfoques didácticos que integren las distintas epistemologías de construcción del saber mediados por una ontología liberadora.

Quien les diga que una u otra didáctica es la correcta, aún sin pretenderlo está apostando por la reproducción y no por la creación liberadora de conocimientos y saberes.

 

Grieta tres: la gestión escolar

Todo el sistema de administración escolar (supervisión, dirección, control y fiscalización) estaba montado sobre la lógica del cumplimiento de tareas y el ensamblaje de aprendizajes que deberían monitoreados para que no se rompiera la cadena de producción educativa. Por ello, sus ejes estaban basados en el seguimiento de la administración curricular. Lo emergente pareciera apuntar a un enfoque curricular abierto que rompe con la tradición de la administración curricular, esto puede generar una obsolescencia de todos los protocolos y performance administrativo del campo escolar.

Aprovechemos este momento de caos para generar propuestas de administración escolar basadas en lo colectivo, en la subordinación de las representaciones a lo asambleario que es propio del funcionamiento de los colectivos pedagógicos. Esto puede generar formas de control de la gestión escolar mucha más democráticas, dialógicas participativas y en abierta ruptura con lo punitivo.

 

Grieta cuatro: el docente como intelectual

En cualquiera de los escenarios escolares que se plantea el capitalismo cognitivo, se requiere un docente que trascienda su rol clásico de administrador curricular dando paso a la “creación controlada”.

Aprovechemos esta fisura para avanzar en el impulso de un ejercicio de la profesión docente como un intelectual de lo educativo. Gramsci insistió hasta la saciedad sobre la necesidad de trabajar en la formación de intelectuales orgánicos, que en educación se expresan en su trabajo en la recuperación del saber pedagógico, la memoria histórica de la localidad y la sociedad en la cual está inscrita la escuela, la posibilidad de orientar su trabajo hacia la ruptura con la explotación y las desigualdades, así como el manejo de las distintas aristas de la aceleración de la innovación científica y tecnológica. La intelectualidad orgánica en educación exige una recuperación del trabajo dialógico, del aprender juntes, el trabajo colectivo.

 

Grieta cinco: la formación docente

Lo anterior demandará un nuevo enfoque de la formación inicial y permanente de los y las docentes, reubicándola en la creación pedagógica, lo lúdico y la justicia social. La actual formación docente es de inercia heredada de la primera y segunda revolución industrial y su obsolescencia está ya marcada tanto por el capital como por la perspectiva del trabajo.

Desde nuestro punto de vista la formación docente hoy requiere ser sacada de las universidades pedagógicas y relocalizada en las escuelas y liceos. Formación docente que debería fundamentarse en los métodos de trabajo de los colectivos pedagógicos transformadores.  Aprovechemos la demanda de un nuevo enfoque de la formación docente para generar dinámicas basadas en la praxis reflexiva y el diálogo crítico.

 

Grieta seis: la aceleración de la innovación científica y tecnológica

Nuestras escuelas, liceos y universidades tienen sus raíces echadas en el modelo frontal de enseñanza (pizarrón) y en el libro impreso como referentes del saber. Por ello han desestimado a un nivel irracional el impacto de la aceleración de la innovación científica y tecnológica en lo educativo. A lo sumo el laboratorio de informática intentó ser la expresión de actualización en la escuela, liceo y universidad, respecto a las nuevas dinámicas de comunicación y aprendizaje.

La aceleración de la innovación ha descentrado la lógica del modelo frontal de enseñanza, colocando en múltiples formatos las posibilidades de desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje. La pandemia del COVID-19 introdujo a la fuerza las dinámicas de lo virtual y lo digital, que quiebran de manera dramática con la tradición escolar del modelo frontal de enseñanza.

Lo virtual se relaciona a la localización de la relación entre estudiantes y docentes, es decir los escenarios. Lo virtual está más vinculado al medio de comunicación, es decir a las plataformas de video conferencias, correos electrónicos. Lo virtual intenta semejar la presencialidad. Lo virtual ocurre en un entorno digital (bits) pero en lo educativo se centra en el medio.

Lo digital en educación está mucho más vinculado a los contenidos. Un libro digital, un video grabado, una video-caricatura son elementos digitales. Se refiere a los instrumentos que guardan los saberes y conocimientos.

La educación virtual supone una interacción dinámica entre lo virtual y lo digital. La incomprensión de la distinción entre educación frontal y educación virtual hace que creamos que porque estemos hablando por zoom durante 3 horas estamos haciendo educación virtual. En ese caso lo que estamos es sustituyendo la pizarra del modelo frontal por la pantalla, con el agravante que vemos al libro en la lógica del modelo anterior.

Para que una educación virtual sea realmente tal, debe comportar medios virtuales de comunicación y digitales de conocimiento. Ahora, estos medios digitales no pueden ser un remedo de la epistemología plana de la primera y segunda revolución industrial, una caricatura computarizada del modelo frontal de enseñanza.  Se requiere que los materiales educativos digitales sean breves, acompañados de imágenes y sonidos, interactivos y con posibilidades de agregar conocimiento en tiempo real, con conocimiento escalar y de hipervínculo que permita ir progresivamente y a ritmo diferenciado ir profundizando en cada área del saber.  Los contenidos digitales de la educación virtual deben ser de convergencia caótica interdisciplinar, que implica que una “ventana” tras otra “ventana” lleven a las distintas aristas vinculadas al saber y sus complementariedades. Esta vinculación es dinámica y se cruzan con todas las posibilidades complejas del conocimiento.

Esta mutación puede ser una gran oportunidad para generar contenidos integrales alternativos, pero ello demanda una rápida y adecuada apropiación de las técnicas digitales desde una epistemología libertaria.

Hoy el 99% de los contenidos digitales han sido generados por las corporaciones tecnológicas, lo cual demanda una contraofensiva desde las resistencias anti sistema. La negación a introducirse en estos debates y disputas epocales, resulta ser funcional a la imposición de un nuevo modelo educativo reproductor y a los surgimientos de exclusiones y segmentaciones educativas desconocidas en el pasado reciente.

Desde las resistencias tenemos que estudiar y trabajar el algoritmo de control derivado del uso que se le está dando a la big data, los metadatos, la inteligencia artificial, la nanotecnología y el 5G, para desde allí construir nuevos enfoques. Y esto no es un tema de los informáticos, sino de todos los campos del conocimiento.

 

Grieta siete: la ciencia

La noción de ciencia que se ha intentado hegemonizar es la ciencia del capital. Eso no niega la enorme potencialidad liberadora del conocimiento científico, sino que ratifica que a su interior también subyace la disputa político-ideológica. Nos han distraído con debates sobre estilos científicos, sobre metódicas para evitar que avancemos en una visión integral de las ciencias.

El discurso anti ciencia que parte de su deriva capitalista y desconoce otras posibilidades, emerge como una supuesta alternativa anti científica, dinámica que tiene una enorme epistemología y teleología metafísica y obscurantista.

Otra ciencia posible es urgente y necesaria y ello demanda la construcción de una escuela científica alternativa, algo que es satanizado por sectores de las alternativas influenciados por el discurso de la nueva era.

Nuestra apuesta es por utilizar la fisura que actualmente se abre para promover una escuela que vaya más allá del laicismo pragmático y se adentre en el mundo de la otra ciencia posible.

 

Grieta ocho: lo profesional 

La mayoría de las profesiones del presente se corresponden a demandas del modo de producción y gobernabilidad de la primera y segunda revolución industrial Como en la lucha de clases nadie logra imponerse al 100%, desde las alternativas al modelo capitalista se logró defender las carreras humanistas y sociales, así como enfoques alternativos en las restantes.

Sin embargo, el desarrollo de la aceleración de la innovación científica y tecnológica en el marco de la cuarta revolución industrial, ha dejado obsoleta muchas de las antiguas carreras y ha hecho que surjan nuevas demandas profesionales. Por ejemplo, buena parte de las tareas que hacía la sociología y que demandaba meses de trabajo, se puede hacer hoy con análisis de metadatos e inteligencia artificial. Por supuesto que la tecnología del capital no desarrolla pensamiento crítico, pero la disputa no puede ser entre la tradición y la innovación en materia sociológica, es posible desarrollar pensamiento crítico en entornos virtuales y con contenidos digitales.

Lo urgente es incorporar la apropiación de estas herramientas y modelos de procesamiento de información a carreras como la sociología. Pero el problema es aún más complejo. Hoy la frontera es difusa entre campos como la sociología, ciencias políticas, estudios jurídicos, psicología social, antropología, estadísticas, entre otras.  Pareciera que la tendencia es a unificar campos y aproximarnos cada vez más a las convergencias disciplinares en un número cada vez más reducido de profesiones.

Esto puede ser una oportunidad de oro para romper con la epistemología disciplinar y avanzar en formas mucho más integrales y dinámicas de construir perfiles profesionales.

Estos perfiles profesionales tendrán en la cuarta revolución industrial una duración limitada y contextual, lo cual se integra a la demanda emergente de currículo abierto.

 

 

Este debate que recién comienza a abrir el capital nos debe permitir avanzar en nuevas definiciones profesionales centradas mucho más en lo humano, lo ecológico y la justicia social.  Aprovechemos las grietas para abrir paso a otro mundo y otra educación posible.

 

 

 

[i] Texto trabajado para un libro colectivo de la Cooperativa Laboratorio educativo

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¿Volver a las aulas? Venezuela: elementos para la consulta educativa 2020.

Luis Bonilla-Molina

 

El día viernes 21 de agosto el presidente Maduro convocó una consulta pública sobre las posibilidades de volver a las aulas en Venezuela. Celebramos esta convocatoria, porque permite repolitizar el debate y sacarlo del simple lugar de la “emergencia sanitaria”, abriendo las compuertas institucionales para un auténtico debate político pedagógico.

Desde la consulta por la calidad educativa del 2014 no se presentaba una oportunidad de estas dimensiones, por lo cual el movimiento pedagógico venezolano debe aprovechar la ocasión para que florezcan los miles de debates educativos que están germinando en los márgenes.

Esperamos que en el curso de este debate aparezca vivo y sano, el amigo y hermano de camino Carlos Lanz Rodríguez[1], con quien aprendimos a transitar juntes desde las diferencias, privilegiando las coincidencias. Carlos es necesario en este debate, incluso para discrepar en algunos temas con él.  Este debate sobre la orientación educativa de la revolución Bolivariana sin Carlos Lanz Rodríguez, es un debate a medias.

Avivemos el debate necesario, no partiendo de cero, sino de las discusiones, alcances, coincidencias y diferencias que han emergido desde el Proyecto Educativo Nacional (PEN) de la Constituyente Educativa (1999) hasta el presente.  Se trata entonces de activar la Constituyente Educativa para avivar el lema “Constructores de sueños, profesionales de la esperanza “.

 

  1. No hay texto sin contexto

La consulta educativa 2020 tenemos que situarla en sus dimensiones nacionales e internacionales. En el plano nacional, este debate se auspicia en el marco de crecientes rumores sobre acciones militares norteamericanas contra Venezuela, lo cual merece el total repudio del magisterio venezolano. Debatir en un contexto tan delicado para la soberanía nacional implica una reivindicación del pensamiento crítico y la pluralidad de miradas, algo que hemos insistido fortalece la unidad nacional.

Además, esta convocatoria ocurre en pleno repunte de la pandemia de COVID-19, como lo muestran las cifras diarias de 600 a 800 contagiados y de muertes cada 24 horas que se aproximan a los dos dígitos, en un marco de deterioro dramático del salario de los y las docentes y de convocatoria a elecciones para la Asamblea Nacional. En este último aspecto aspiramos que este debate eleve el vuelo por encima de las disputas y polarización propia del proceso electoral; la sociedad venezolana reclama en el presente un debate amplio y constructivo sobre el tema educativo.

En el plano internacional esta convocatoria a debatir sobre un eventual retorno presencial a las aulas ocurre en medio de un nuevo capítulo de la disputa entre neoliberalismo educativo y alternativas anti capitalistas que en sus dimensiones estructurantes adquiere formas muy precisas desde la década de los ochenta con la globalización económica y la mundialización cultural.

Desde ese momento el neoliberalismo ha intentado posesionar el paradigma de la sociedad educadora, que no es otra cosa que la intención de ir transfiriendo las responsabilidades de los Estados nacionales a los y las ciudadanos. En el caso de la educación ello implica que los y las estudiantes, docentes y familias asuman un rol central en el financiamiento de lo educativo.

 

  1. La sociedad educadora en la nueva etapa capitalista

Este posicionamiento paradigmático lo logró el neoliberalismo de manera desigual en la región; en unos países como Chile avanzó de manera acelerada, en otros tuvo más resistencias que obligo a mediaciones de paradigmas.

El paradigma de la sociedad educadora tiene como uno de sus soportes la cultura evaluativa, con sus nociones de calidad, pertinencia e impacto.  El desarrollo desigual y combinado del paradigma de la sociedad educadora lo podemos ver con las pruebas estandarizadas que en unos países se aplicaron como su máxima expresión y en otros la correlación de fuerzas no lo permitió. Sin embargo, la ausencia de pruebas estandarizadas no es sinónimo de territorio libre del paradigma de sociedad educadora.

Este paradigma se cruza con la noción capitalista de “crisis educativa permanente” que expresa el desfase de la máquina educativa newtoniana de la primera y segunda revolución industrial, respecto a los requerimientos de una nueva escuela para la sociedad de la información y la tercera/cuarta revolución industrial.

La “crisis educativa” no resuelta crea la paradoja histórica de una escuela criticada por el capital, pero también por las alternativas anti capitalistas. La falta de claridad y precisión sobre las salidas a esta paradoja desde la izquierda, profundizó las turbulencias de lo escolar y la desorientación de un importante sector del cambio radical.

 

Con el desarrollo científico-tecnológico de la tercera revolución industrial, el capitalismo cognitivo del siglo XXI comienza a platearse seriamente el asumir a escala planetaria el modelo de “home scholl” o “escuela en casa”, que es otra autopista para impulsar el paradigma de la sociedad educadora.

Desde el 2015 venimos denunciando este fenómeno en lo que denominamos como el riesgo cierto de que ocurriera un Apagón Pedagógico Global (APG). Este APG se convertía en una posibilidad del capital para ahorrar costes en el sostenimiento de los aparatos escolares y la formación docente. La virtualidad escolar y el modelo de educación digital soportaron esta tendencia al APG. Proceso que de concretarse –como lo hizo- se convertiría (convierte) en una posibilidad cierta de avivar la industria tecnológica, uno de los sectores más dinámicos del capital en la última década y que venía sufriendo el impacto de la crisis económica capitalista planetaria.

 

La ruta al APG se fundamentaba en:

a) La despedagogización del hecho educativo;

b)La cultura evaluativa;

c)La creciente conectividad al internet;

d)El acceso masivo a computadores de escritorio y dispositivos móviles (celulares);

e)El incremento de las experiencias pilotos en el uso de los videos tutoriales, como soportes del hecho educativo;

f)La inusitada aceleración de la innovación tecnológica;

g) La decretada obsolescencia de la maquinaria educativa newtoniana derivada de la primera y segunda revolución industrial

 

A ello contribuye el proceso de transición del modelo societal de la tercera a la cuarta revolución industrial, que implicaba:

a) Una reconceptualización del modo de producción impactado por la tecnología y el inminente desembarco de las fabricas 4.0 a escala planetaria;

b) La transición hacia el comercio electrónico y el “delivery”, que ubicaba la casa, el hogar, en una nueva centralidad del consumo;

c) La redefinición de una parte importante del empleo hacia el trabajo en casa, el teletrabajo, para producir desde allí mercancías materiales e inmateriales, lo cual implicaba una redefinición del mundo del empleo;

d) El emerger de la “nueva sociabilidad” expresada a través del mundo digital, especialmente de las redes sociales, que muestra y modela nuevas nociones de espacio y tiempo para aspectos como amistad, amor, diálogos y encuentros;

e) La infraestructura y capacidad instalada por las corporaciones tecnológicas para desarrollar un sistema de plataformas para la educación virtual y de contenidos digitales vinculados al modelo de educación en casa en el siglo XXI;

f) La aceleración de la innovación tecnológica y su impacto en el mundo educativo.

 

Las narrativas capitalistas de educación en casa parten de imaginarios de segregación con perspectiva de clase media y clase alta, que desconocen la existencia de un número importante de excluidos del mundo digital, tanto en los países de la periferia capitalista como en los sectores pobres del llamado “primer mundo”.

Ciertamente la exclusión no es una preocupación del capitalismo cognitivo. Incluso una parte importante de los teóricos de la transición capitalista a la cuarta revolución industrial, como Klaus Schwab o Ray Kurzweil, justifican que, así como la primera y segunda revolución industrial dejó rezagada a 1.300 millones de personas del mundo de la electricidad y los servicios básicos, este nuevo giro tecno-social podría dejar fuera la mitad de la población del planeta.

Por ello denunciábamos y advertíamos entre 2015 y 2019 que las naciones y pueblos de la periferia capitalista deberíamos estar conscientes de la ruta constitutiva de este Apagón Pedagógico Global, que podría dejar a millones de seres humanos en la periferia de la periferia capitalista. En ese periodo (2015/2019) realizamos más de cincuenta eventos en los distintos estados de Venezuela y 42 foros internacionales, como queda evidencia en las redes sociales.

Estas advertencias sobre el APG se fundamentaron en la mirada crítica respecto a los análisis que realizaban las bancas de desarrollo, organismos multilaterales de lo educativo y en la literatura de las corporaciones tecnológicas. Incluso el matrimonio educativo entre Google y la Nasa había iniciado desde 2008/2009 un experimento en Silicon Valley sobre otro modelo de universidad para la élite de la cuarta revolución industrial.

El Apagón Pedagógico Global (APG), es una frase fuerza para alertar respecto al pase abrupto de la presencialidad a modelos mixtos o integrales de educación virtual en casa. Siempre se nos preguntaba ¿cómo podría ocurrir una transición tan drástica a nivel planetario? En cada oportunidad que nos formulaban esta interrogante respondimos de manera responsable, que no podíamos anticipar los eventos que lo facilitarían, pero que el capital ya venía trabajando en esa dirección.

Mientras muchos permanecían incrédulos, incluso desde el campo de las resistencias anti capitalistas, el gran capital aprovechó esta inercia para avanzar en la construcción de la infraestructura del modelo de virtualidad educativa en casa. Las grandes corporaciones tecnológicas como Google Education, Discovery Education, Pearson Education, Microsoft, avanzaron en conformar la más importante “nube educativa” del planeta, desarrollando además, contenidos digitales y preparando las plataformas virtuales para el modelo masivo de educación en casa. Los gobiernos estaban mirando para otro lado hablando de calidad educativa en abstracto, pertinencia del siglo XIX o XX e impacto limitado a la inclusión; poco hicieron para construir una infraestructura tecnológica independiente y un eje de contenidos digitales alternativos que garantizaran soberanía educativa.

La posibilidad o no de estar informados sobre la aceleración de la innovación, la existencia o no de una nube digital, plataformas virtuales, contenidos digitales y prácticas pedagógicas en entornos de alta circulación de metadatos, inteligencia artificial y nanotecnología, se convierte de hecho, en un importante campo de acción para la preservación o pérdida de soberanía educativa en el siglo XXI. Por ello, la autonomía educativa en entornos virtuales y digitales no es solo una perspectiva sobre lo tecnológico, sino un tema de seguridad de Estado para las naciones de la periferia capitalista.

Desde las alternativas pedagógicas el desprecio por el impacto de la aceleración de la innovación tecnológica en lo educativo hizo que descuidáramos las demandas formativas respecto a los procesos de enseñanza-aprendizaje y mucho más la construcción de paradigmas libertarios y emancipatorios en entornos virtuales y digitales de aprendizaje.

El COVID-19 se convirtió en el evento utilizado por el neoliberalismo para impulsar un nuevo modelo de educación virtual, que al parecer, en la transición contendrá fases de interacción entre presencialidad y virtualidad. La pandemia del Coronavirus se constituyó en evento usado por el capital para avanzar en el Apagón Pedagógico Global (APG).  El modelo de educación hibrida pareciera ser el nuevo signo discursivo de la transición hacia los sistemas escolares en la cuarta revolución industrial y estimo que ello determinará los modelos de neo privatización que conoceremos en los próximos años. Por ello, su abordaje político pedagógico no es un tema de coyuntura sino de carácter estratégico.

Sin embargo, como nos ha enseñado la historia de la lucha de clases y las disputas entre intereses contrapuestos, el futuro dependerá de la acumulación de resistencias y las correlaciones de fuerzas. Por ello, la importancia de hacer un adecuado debate político pedagógico en la actual coyuntura, a partir del cual delinear alianzas con los reales intereses emancipadores desde lo político pedagógico, convergencias que permitan trazar rutas alternativas al desastre excluyente que hoy amenaza a la escuela pública. No es hora de hacer una debate parcial que desconozca la relación en las dinámicas locales y las mundiales.

 

  1. Docent@s y educador@s del mundo los grandes garantes del derecho a la educación

La pandemia del COVID-19 ha mostrado que la sociedad latinoamericana puede contar con sus maestras y maestros, con sus educador@s populares, quienes han asumido el desafío de buscar algún nivel realista de continuidad del proceso escolar en medio de consignas y propuestas grandilocuentes de los gobiernos.

El magisterio de a pie, ese que antes de la pandemia iba todos los días a las aulas y que conoce la importancia de la relación directa con sus estudiantes, ha desarrollado todo tipo de iniciativas para garantizar que cada niño y niña, cada joven sienta que la escuela sigue atendiéndoles, acompañándoles y no les deja rezagades en medio del desconcierto de la pandemia.

Son los mismos docentes latinoamericanos cuyos salarios de sobrevivencia no les permiten siquiera tener una vivienda propia y para quienes hablar de “educación en casa” es un sin sentido. Los pueblos admiran a ese magisterio que le entra a la adversidad con amor, creando ideas e impulsando esfuerzos que lleven las letras, números, ciencia, reflexión y pensamiento crítico allí donde están los y las estudiantes. Es ese magisterio que tiene que inventar para no errar, pues sus deteriorados salarios no les permiten comprar una computadora nueva o repotenciar la que tiene para poder asumir la virtualidad, ni pagar los planes de datos, es el mismo magisterio que mantiene viva por distintas vías la llama de la educación pública.

Pero este magisterio no permanece insensible ante esta situación que muestra de manera descarnada todas las exclusiones y el terrible impacto de la brecha digital. Por ello como lo hemos visto en EEUU, Puerto Rico, Panamá, México, Costa Rica, Colombia, Perú, Bolivia. Brasil, Chile, Ecuador, Argentina, para solo citar algunos casos, sus organizaciones gremiales y sindicales democráticas están a la vanguardia de la lucha por la renta básica mínima universal, empleo digno, vivienda, servicios públicos, pero también por ampliación democrática, derechos humanos, contra el patriarcado, la homofobia y por la defensa del medio ambiente.

En todos los territorios de nuestraamérica retumba la defensa de la escuela presencial, pero también la demanda por salarios justos, el logro de un sistema de jubilaciones digno, por conectividad universal, dotación de equipos de computación para todes (estudiantes y docentes). Son esos docentes quienes con mucha voluntad y precario apoyo de los gobiernos exploran y desarrollan propuestas educativas emancipatorias en contextos de aprendizaje virtual.

Es el mismo magisterio que no se deja manipular por frases vacías que hablan de la mística docente, mientras los gobernantes que así lo señalan no hacen nada para detener la tendencia al desfinanciamiento educativo.

Por ello, los maestros y maestros del mundo deberían hoy estar postulados al Premio Nobel de La Paz, por su trabajo a favor del encuentro y la solidaridad humana en condiciones tan adversas. Mi reconocimiento a este magisterio que tararea cada vez con más fuerza la frase “El maestro que lucha también está enseñando con el ejemplo”.

 

 

  1. Balance mundial de la actuación del capital en materia educativa durante los 5 meses transcurridos de pandemia y cuarentena

Desde mediados de marzo de 2020 la cuarentena preventiva generó un caos educativo sin precedentes, pues al haber rehuido los gobiernos la posibilidad de discutir anticipadamente escenarios pedagógicos vinculados a la aceleración de la innovación tecnológica y así poder anticipar salidas para coyunturas como esta, muchas respuestas coyunturales fueron solo “garrotazos de ciego”. Ignorar o desestimar esta situación en los prolegómenos de la pandemia solo hizo que nos estrelláramos con la cruda realidad, del impacto de la aceleración de la innovación tecnológica en la gobernabilidad capitalista del siglo XXI y, dentro de ello, la ruta trazada a los sistemas educativos.

 

Las respuestas de los gobiernos ante la pandemia fueron:

a) Suspensión temporal del año escolar y los semestres. En la mayoría de estos casos (salvo Bolivia), luego se daría continuidad mediante combinaciones erráticas entre virtualidad y educación a distancia;

b) Transición abrupta desde un inicio a modelos de educación virtual en casa, enseñanza a distancia en las universidades u otros nombres que mostraban una mirada común;

 

Como esta iniciativa estaba dejando excluida a más de la mitad de la población estudiantil, se ensayaron “modalidades complementarias” de módulos impresos para auto aprendizaje en casa, educación radial o televisión educativa, que en la mayoría de los casos resultaron ser un salto al pasado o modelos de educación para pobres

 

c) Cierre del año escolar, esperando resolver las tensiones internas para el inicio del nuevo año escolar (caso Bolivia)

d) Modelos escalados de reincorporación a las aulas con protocolos de bio seguridad (Uruguay).

 

La situación educativa del COVID-19 develó las inequidades existentes en los países, que en el caso de América Latina alcanzaron el 37 % de pobreza, unos 231 millones pobres, de los cuales unos 80 millones quedaron ubicados en la franja de pobreza extrema. El desempleo se convirtió en un nuevo elemento de crisis social. En el planeta la pandemia lanzó al desempleo a más de 400 millones de seres humanos.

En lo educativo las cifras facilitadas por la UNESCO a finales de abril 2020 eran dramáticas. De los 1.370 millones de niños, niñas y jóvenes fuera de la escuela, 800 millones no tenían acceso a computadores y 706 millones no disponían ningún tipo de conexión a internet, siquiera de dispositivos móviles. Es decir, lo que señala UNESCO es que casi la mitad de la población estudiantil del mundo está quedando fuera de las posibilidades de prosecución, en los modelos de enseñanza virtuales y de contenidos digitales. Este balance no es una derrota del modelo de educación virtual, por el contrario, muestra su eficacia para producir nuevas exclusiones y fragmentaciones sociales que es uno de sus propósitos centrales.

Los datos de exclusión no fueron una sorpresa, el Informe de Statista de 2017, empresa encargada de estudiar la penetración de internet en el mundo, señalaba que solo el 54% de la población tenía acceso a internet, una buena parte a través de dispositivos móviles. En enero de 2020 la plataforma wearesocial señalaba que la penetración del internet alcanzaba para ese momento los 4.540 millones de personas, pero ello solo representaba el 59% de la población mundial. En ningún lugar del mundo la cobertura del internet era del 100%, y ese promedio de 59% era terriblemente desigual entre el centro y la periferia capitalista. Las cifras de los censos realizados por gremios docentes de la región mostraron que por lo menos un 40% de las y los maestras(os) no contaban con un computador con capacidad para la conectividad que demandaba el modelo de enseñanza con plataformas virtuales.

 

La concreción del Apagón Pedagógico Virtual (APG) no estaba limitado por esa diferenciación en el acceso a internet y computadores, sino que se fundamentaba en la exclusión de partida, para producir con ello nuevas formas de control y dominación, pero también para empujar hacia escenarios de privatización educativa centrados en la virtualidad y lo digital. Es decir, el capital generó una “respuesta educativa contingente” en el marco de la pandemia, cuyos resultados previstos expulsaban o colocaban en los márgenes del sistema (de manera “congelada”) a millones de estudiantes.

Esto ocurrió con la complicidad y el silencio de muchos gobernantes, ministros de educación y medios de comunicación del mundo capitalista, quienes mostraban ante la prensa una supuesta cobertura escolar del 100% en la pandemia, ocultando la realidad de inequidad existente en materia de conectividad y acceso a equipos.  Tamaña irresponsabilidad ocurre en un mundo con una penetración real del internet que no excede el 60% en promedio y donde la ciudad con más computadores por habitantes es Hong Kong, con acceso de 72 personas de cada 100.

El capital sabía de antemano la terrible exclusión que generaría el modelo de educación virtual en casa, pero lo impulsaron porque formaba parte de la construcción de las nuevas exclusiones, fragmentaciones y marginalización que caracterizarán a la sociedad de la cuarta revolución industrial.

El modelo de educación virtual en casa, introducido con pocas resistencias a escala planetaria sin mediar los análisis de conexión a internet y posesión de equipos, fue justificado con el discurso de continuidad del vínculo pedagógico en situación de emergencia, que evidenció un absoluto desconocimiento del saber pedagógico, que señala que precisamente ese vínculo pedagógico esta mediado por presencia, afecto, empatía dialógica. Transmitir conocimientos por medios virtuales no es necesariamente una continuidad del vínculo pedagógico, sino una inercia incesante por cumplir con el currículo preestablecido, por la programación escolar, una pulsión incesante de la moribunda máquina educativa newtoniana.

Desde las alternativas se planteó que se hiciera un alto en la continuidad de la gestión curricular de cada grado y se usara los distintos niveles de conexión (internet, televisión, radio, prensa, ocasionales encuentros con distancia física) para promover el encuentro dialógico en casa, el descubrimiento y aprendizaje compartido respecto a todas las dinámicas en casa, el conocer el funcionamiento de los artefactos, los fenómenos de exclusión que se evidenciaban en casa. Es decir, fortalecer la capacidad de análisis contextual y pensamiento crítico como hilo conductor de lo educativo en la pandemia. También para despertar conciencias y solidaridades respecto a aquellos y aquellas que no poseen ni una casa. Pero para la burocracia educativa lo importante continuó siendo la administración curricular, la “eficacia” en el cumplimiento del currículo establecido y ello lo único que profundizó fue el número de desaparecidos del sistema escolar y los torturados por un modelo de enseñanza-aprendizaje centrado en el producto y no en los procesos.

 

  1. ¿Que logró el neoliberalismo en los cinco meses de pandemia?:

 

a) Consolidar la idea de lo educativo como transmisión de conocimiento, cuyo logro es medible por productos: tareas, exámenes y no por la capacidad alcanzada de aprender a aprender;

 

b) Instalar una disputa que no existía en febrero de 2020. Esta disputa es entre educación presencial en las escuelas versus educación virtual en casa. Este posicionamiento abrió múltiples caminos para el paso impune del paradigma neoliberal de sociedad educadora;

 

c) Generar una brutal neo privatización educativa transfiriendo a les estudiantes, docentes y familias la responsabilidad de garantizar las condiciones mínimas para desarrollar los procesos de enseñanza-aprendizaje. Fueron las familias, docentes y estudiantes quienes tuvieron que repotenciar sus computadores o comprar nuevos equipos, pagar el acceso a planes de datos e internet, en algunos casos cancelar los costos del acceso a plataformas virtuales. El Estado se desentendió de ello con un discurso que exaltaba la mística de les educadores y las familias, con lo cual ocultaban el abandono de su responsabilidad de garantizar conectividad, equipos para todes, plataformas autónomas y repositorios pedagógicos digitales.

El paradigma de la sociedad educadora se impuso de manera abrupta, ahora eran los y las ciudadan@s quienes asumían los costos básicos de la educación. Un ensayo a escala planetaria que serviría para que el capital comenzara a diseñar estrategias similares de carácter permanente.

Ciertamente volveremos a la escuela presencial a nivel mundial una vez que se aplique la vacuna y levante la cuarentena, pero la escuela ya no será nunca más la de febrero de 2020; el neoliberalismo usará la disputa entre presencialidad y virtualidad para hacer parecer a la escuela como cosa del pasado y el modo virtual como el futuro. Ello le permitirá al capital avanzar hacia novedosas y engañosas formas de privatización educativa en el marco de la cuarta revolución industrial y la llamada sociedad de la información;

 

d)La educación gratuita sufrió un duro golpe. Durante la pandemia si les docentes, estudiantes y familias no pagaban el internet no había clases. La educación pública (responsabilidad del estado) y gratuita (sin costes para las familias) dejo de serlo, de hecho, al menos durante la pandemia;

 

e) Consolidar la premisa que señala que la educación solo tiene razón si está vinculada con el empleo y que la educación digital contiene la orientación teórico-práctica para formar los empleados profesionales de un mañana mediado por la aceleración de la innovación tecnológica. Esto ha significado un nuevo golpe a las concepciones humanistas y de desarrollo integral de los aprendizajes defendidas por las alternativas en los últimos siglos;

 

f) Potenciar el espíritu anti tecnología en vastos sectores de la población y les docentes, un requerimiento básico para generar auto exclusión con la menor conflictividad. Un volumen importante de la población actual está siendo trasladada a la “zona cero” de la exclusión y si ello ocurre con auto satisfacción de quienes están recibiendo el impacto, los “daños colaterales” aparecen como manejables.

No se trata de estimular el culto por la chatarra tecnológica, pero tampoco podemos promover una especie de neo ludismo cuya epistemología se fundamente en pensar que si nos alejamos de lo tecnológico se podrá controlar el profundo impacto que tendrá en los próximos años la aceleración de la innovación tecnológica.

Desde las alternativas tenemos que entrarle al debate y las praxis emergentes respecto a cómo tejer resistencias eficaces en un marco de invasión en la cotidianidad de lo tecnológico, de minería de datos personales, de sociedad de control a través de los inventos y desarrollos científicos del mundo digital. Cerrando los ojos o mirando para otro lado no vamos a enfrentar de manera más eficaz lo que ocurre, al contrario, tenemos que plantarnos críticamente y de frente ante esta vorágine como camino para la acumulación de fuerzas necesaria para abrir paso a un auténtico cambio radical a favor de la vida, la naturaleza y la solidaridad. Decir solo no miro, no acepto, con la actual correlación de fuerzas es una forma de rehuir el combate contextual;

 

g) Generar una nueva y brutal segmentación educativa, que no es otra cosa que la destrucción de la capacidad igualadora de las instituciones educativas. La escuela moderna irrumpió contra la concepción elitista en la apropiación del conocimiento. Al desarrollar procesos de enseñanza-aprendizaje a partir de unas condiciones materiales comunes expresadas en el salón de clases, mediante pupitres iguales, criterios similares, laboratorios compartidos independientemente del origen social y poder adquisitivo, los y las estudiantes tenían un punto de partida común en el aula, que, si bien no disolvía las diferencias de clases ni de capital cultural, construía una equidad en el acceso al conocimiento en la escuela. El modelo de educación virtual rompió con esa conquista social. Ahora bajo la égida del paradigma de sociedad educadora, las condiciones mínimas de aprendizaje tenían un claro tinte de clase, determinado por quienes pueden o no, acceder a los bienes materiales y la innovación tecnológica. La exclusión adquirió nuevo rostro, el de la virtualidad y el mundo digital.

Surgió una educación de primera, para aquellos(as) que cuentan con computadoras y conexión a internet, quienes pudieron acceder a contenidos digitales actualizados, diálogo virtual permanente con les docentes y acompañamiento de las familias en casa; de hecho, fueron la minoría.

Educación de segunda para aquellos(as) estudiantes que, a pesar de contar con equipos y planes de datos, no tenían un soporte familiar que les apoyara. Todes sabemos que los procesos de enseñanza-aprendizaje no se tratan de simples dinámicas de trasmisión de conocimiento, sino que comportan un alto nivel de empatía entre docentes y estudiantes, que involucra dinámicas socio emocionales que quedan rotas con la simple virtualidad. Muchos de estos estudiantes, no pudieron seguir el ritmo porque no contaban con una familia, un referente personal que les acompañara.

Educación de tercera para aquellos/aquellas estudiantes y docentes que solo cuentan con un dispositivo móvil con capacidad de WhatsApp limitado al consumo disponible de datos. No tiene el rango de educación a distancia, sino más bien de comunicación en entornos asociados a transmisión de conocimientos. Sin embargo, su continuidad está mediada por la capacidad que se tenga para pagar de manera incesante los datos que se consumen.

Educación de cuarta para aquellos(as) estudiantes que no tienen ningún dispositivo ni planes de datos para acceder al proceso educativo en modalidad de distancia. Para ellos se construyó el modelo de guías vinculadas a la televisión y la radio, al estilo de las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX, que constituye una marginalización de las dinámicas digitales que comienzan a hegemonizar la sociedad, la selección para el empleo y el vínculo con el conocimiento, en el marco de la cuarta revolución industrial. Se trata de una educación para ajustarse a la franja de exclusión y marginalidad. Los gobiernos se justifican señalando que es lo que tienen disponible, ocultando que no fueron capaces de anticipar lo que se venía, obligación que tienen quienes gobiernan.

Educación de quinta para aquellos que viven en regiones de difícil acceso, donde no llega ni la radio ni la televisión y a dónde se les envía guías para trabajar. Son aquellos y aquellas estudiantes cuyos padres viven en pobreza o pobreza extrema, muchos de los cuales no saben leer ni escribir y no existe un maestro a kilómetros a la redonda.

Estas segmentaciones si no se abordan de manera rápida podrán tener un impacto duradero en la población y modelarán una parte importante de las exclusiones del mañana.

 

h) Instalar la idea de obsolescencia de la escuela, liceo y universidad presencial. Las dificultades mostradas por los sistemas educativos para afrontar el desafío del modelo de educación virtual y de contenidos digitales, está siendo aprovechada para mostrar a las instituciones educativas como museos y, al mundo virtual como la actualidad.

Se oculta que esas dificultades que presentaron los educadores están vinculadas a las inequidades económicas en cada país, al desfasado sistema de formación docente (inicial y permanente) que no enseñó a les docentes a trabajar en tornos digitales y virtuales. Esta carencia fue una construcción desde el poder expresada en la creciente desinversión y desactualización de la infraestructura de formación de formadores. Por otra parte, un discurso fundamentalista y de interpretación de las prioridades de formación docente ancladas en el pasado, en un tiempo histórico diferente, resultó funcional a esta tarea del capital.

 

i) Movilizar una parte importante de las tareas de reproducción cultural históricamente asignadas a la escuela, a la esfera de los medios y mercancías del complejo industrial cultural. La masificación de los sistemas escolares tenía como una de sus tareas centrales la reproducción cultural, algo que se correspondía a un momento histórico de bajo protagonismo de los medios de comunicación. La tercera revolución industrial puso en el centro de la reproducción cultural al complejo industrial cultural, que cada vez tuvo mayor capacidad de disputar a la escuela las tareas que le habían sido asignadas por el sistema, como alienación política, educación y orientación del consumo, orientación vocacional, entre otras. No estamos diciendo que la escuela no cumple hoy un papel de reproducción cultural, lo que señalo es que le surgió un competidor que amenaza su papel central en esta tarea.

 

j) Se experimenta y pone en marcha un modelo de flexibilización del trabajo docente, de recarga en sus tareas, que se convierte en un ataque certero a las Recomendaciones de la OIT y UNESCO relativa a la situación del personal docente (1966) y la Recomendación de la UNESCO relativa a la condición del personal docente de la enseñanza superior (1997), las convenciones y contratos colectivos nacionales, así como la tradición de la relación de trabajo de los y las docentes.

Ahora les docentes tienen que trabajar el doble o triple de carga horaria, sin que ello sea reconocido en materia de remuneración, en un contexto en el cual los controles y la supervisión de la labor se convierten en una nueva forma de sociedad del control.  Una parte importante de los sueldos de los docentes ha tenido que ser destinado a la actualización o compra de equipos, el pago de los planes de datos y hasta la adquisición de plataformas para el trabajo virtual. El descanso del fin de semana y nocturno prácticamente se elimina porque se debe atender a les estudiantes en el tiempo real en el que ellos se pueden conectar.

Esta flexibilización y sobre carga laboral es parte de la construcción de hegemonía que construye el capitalismo cognitivo de la cuarta revolución industrial respecto al mundo del trabajo, el empleo y las condiciones de sobre explotación en la actualidad. Por ello, resulta central el trabajo de los gremios y sindicatos docentes en la denuncia y resistencia a estos modelos de sobre carga de trabajo.

 

h) Usar la pandemia para avanzar en nuevos formatos de desinversión y desfinanciamiento educativo. El capital ha usado la pandemia para reducir las horas de trabajo docente y en consecuencia dejar sin empleo a miles de trabajadores docentes en el mundo. Por ejemplo, en Uruguay se han reducido 50.000 horas docentes lo que ha implicado la perdida de 2.000 empleos, además de la eliminación silente de áreas humanistas de enseñanza. Este fenómeno se ha expresado de manera desigual, pero con un mismo patrón en muchos lugares. En Argentina afectó a les docentes que atendían a los estudiantes internacionales, muchos de los cuales lo hacían bajo la figura de contratados y vieron amenazados sus puestos de trabajo. A la Universidad de Panamá se le restaron más de 20 millones a su presupuesto anual. Estos son solo algunos ejemplos de esta oleada de desfinanciamiento cubierta con la noción de “emergencia sanitaria”.

 

En la medida que pasan las semanas y los meses los comerciantes y el sector empresarial presiona para que se rompa la cuarentena. Aún el uso de comercio electrónico no sustituye al comercio presencial y los números de muchas empresas están en rojo. En agosto se desataron en América Latina todas las presiones para la vuelta a clases, que en realidad expresaban esfuerzos para garantizar la “normalidad” comercial en el último cuatrimestre del año, especialmente para intentar repuntar con las tempranas compras decembrinas. Esto ha venido generando intentos contextualizados a las realidades nacionales, de vuelta a la presencialidad, cuya fundamentación central es la activación del aparato económico. Es decir, las ganancias por encima de los interese por la vida.  Ya Trump y Bolsonaro dieron clases en ese sentido, de profundo desprecio por la vida y humanidad.

 

  1. Casos que muestran de manera comparativa como les docentes han encarado la pandemia

En Puerto Rico la lucha de la Federación de maestros de Puerto Rico (FMPR) logró que al 70% del magisterio se le dotara de computadores para dar clases y están en la disputa para que sea al 100%, pero también para que se inicie la dotación de equipos a los estudiantes que así lo requieran. En ese contexto realizan jornadas para explorar formas emancipadoras de trabajar en los nuevos entornos educativos virtuales y digitales.

Hace una semana se inició el año escolar en ese país en situación colonial norteamericana. Inicialmente se pretendió que comenzará con la presencia de los y las docentes en las escuelas y liceos, mientras los estudiantes recibían clases virtuales en casa, pero la mesa social de ese país generó un documento contundente de rechazo porque no estaban dadas las condiciones mínimas de bioseguridad; este documento lo suscribimos desde otras voces en educación. La administración educativa retrocedió en esa medida la noche anterior al inicio del año escolar y permitió que les docentes impartieran clases desde sus casas, sin embargo, en la primera semana los datos son dramáticos, casi el 50% de los y las estudiantes no han podido conectarse.

El día 18 de agosto la Asociación de Profesores de la Universidad de Puerto Rico anunció un paro virtual de tres días, 19, 20 y 21 de agosto, para denunciar los efectos de la reducción del 50% de presupuesto de esta casa de estudios, ocurrido en la última década. Una nueva reducción del presupuesto se expresaba en sobrecarga de estudiantes y materias para los profesores de planta y reducción del personal contratado. Además, los profesores de la UPR denunciaron que los “ahorros” derivados de la recensión de contratos se contradecían con los costes de la firma de un contrato millonario con Microsoft, justificado con los argumentos de sostenibilidad de la plataforma virtual de la universidad, algo que se venía desarrollando mediante un modelo de acceso gratuito.

Los y las jubilados docentes protestaron con caravanas de carros guardando las medidas de bio seguridad, pues la pandemia se estaba usando para atacar al sistema de pensiones y retiros, cuyos montos ya de por si resultaban exiguos antes de la pandemia. Es dramática la situación del sector de jubilados quienes entregaron sus vidas al ejercicio de la docencia.

El magisterio puertorriqueño denunció y accionó contra los intentos de imponer el paradigma de la sociedad educadora y hoy trabaja en resistencia desde las casas, pero ello no le impidió abrir muchos de los comedores escolares, ante la tragedia humanitaria que significa para miles de niños y niñas el cierre de las escuelas. Aproximadamente el 70% de la población escolarizada en América Latina recibe por lo menos una comida en la escuela, que en muchos casos se convierte en el único alimento para estos niños y niñas.

En Puerto Rico los y las docentes, con apoyo ciudadano amplio, han dicho que no volverán a las aulas presenciales hasta que desaparezca el riego para la vida de les estudiantes y el magisterio. Estas formas de resistencia adquieren especial relevancia en los EEUU, un país en el cual la locura del señor Trump le ha hecho desestimar los dramáticos efectos sociales de la pandemia. El señor Trump cuya única preocupación es el mercado y las ganancias, ha visto golpeada sus aspiraciones de relección por un electorado que ha visto morir a miles de sus ciudadanos por los efectos de la pandemia.

 

En Panamá, el año escolar para los estudiantes inicia el marzo y termina en diciembre. Una vez suspendidas las clases el 11 de marzo, ante la noticia del primer fallecimiento por COVID-19 que fue precisamente de un docente, se abrió un debate respecto a la modalidad de continuidad educativa.  Decretada la cuarentena a mediados de marzo se anunció el desarrollo de varias estrategias de prosecución por televisión, radio e internet, pero realmente un importante número de estudiantes no se conectaron a ninguna de estas modalidades. De los 827.583 estudiantes registrados al inicio del año escolar solo 524.719 lograron vincularse a algunas de estas estrategias, es decir 302.864, quienes representan el 37%, resultaron desenganchados de la actividad escolar.

En los prolegómenos del reinicio del año escolar para julio 2020, se manejó la idea (rumores) de un retorno parcial y programada por grupos a la actividad en las aulas, lo cual fue abiertamente rechazado por les docentes que temían por la vida de sus estudiantes y por la de ellos mismos.

El 20 de julio se reinicia el nuevo año escolar con la orientación de incorporar cuando fuera posible a los y las estudiantes a la virtualidad y los materiales digitales de aprendizaje  Esto es complementado con una estrategia combinada del MEDUCA y las universidades que contemplaba apoyos e: a) fascículos de lectura y escritura para los niños de primer grado; b)para la educación primaria cuadernos de trabajo sobre cuatro asignaturas (matemáticas, español, ciencias naturales y estudios sociales) y, c)  guías de aprendizaje para premedia y media, d) virtualidad para el sector universitario.

Los datos señalan que, de los 3.111 planteles educativos, en el 84% de ellos, es decir en 2.616, el mayor instrumento de comunicación y conexión es el WhatsApp, es decir, no capacidad para desarrollar de manera masiva la virtualidad. En las últimas semanas la Asociación de Profesores de la República de Panamá (ASOPROF) realizó asambleas en 10 de las 16 regiones escolares de ese país y el informe que se obtuvo de esta gira fue que cuando se habla de conexión para dar continuidad educativa en la mayoría de los casos se está refiriéndose al WhatsApp y solo una minoría lo asocia con plataformas virtuales. De hecho, el MEDUCA reporta que el nivel de conexión de les estudiantes no supera el 25%

De hecho, en un país de un poco más de cuatro millones de habitantes y donde aproximadamente 1.250.000 son trabajadores informales, seriamente afectados por la cuarentena laboral, las familias tienen serias limitaciones para cubrir los costes de acceso a las plataformas y el pago incesante de planes de datos. Los padres y madres de les estudiantes están pidiendo cuadernos de trabajo para primaria y las guías de auto aprendizaje para seguir las clases por radio y televisión. Se ven forzados a ello ante la imposibilidad de contar con recursos para entrar al circuito de “excelencia” o “calidad” educativa en la actual coyuntura. Las plataformas virtuales también son repudiadas por muchos docentes porque no pueden costearlas o porque no han tenido una adecuada formación para trabajar en entornos educativos virtuales y con contenidos digitales de última generación.

El gobierno panameño anunció la puesta en marcha de la plataforma Ester, fundamentalmente para los 32.000 estudiantes de último año de bachillerato, que este año se graduarían. A pesar de la publicidad el dato de la primera semana fue dramático, porque apenas un poco más de 4.000 estudiantes se conectaron a Ester, mostrando con ello la enorme brecha digital existente.

El día 19 de agosto el magisterio de Panamá llevó a cabo un Paro Virtual del magisterio por la defensa  de la vida y para denunciar los problemas del modelo de educación virtual.

Los docentes de Panamá han dicho de manera contundente que, si les pretende forzar a una vuelta a la presencialidad sin que haya llegado la vacuna al país, van a responder de manera contundente para salvaguardar la vida de sus estudiantes y la propia

 

En México, en la ruta para el cierre del año escolar la Coordinadora de los Trabajadores de la Educación (CNTE), denunció los intentos de obligar a girar el sistema educativo a un modelo estandarizado de educación virtual. Entre marzo y julio la CNTE desarrollo propuestas alternativas, focalizadas en la cotidianidad. Las denuncias se centraron en mostrar que el modelo virtual no cubría ni siquiera el 50% de la población escolar inscrita, fundamentalmente por problemas de conectividad y de acceso a equipos.

Para el comienzo del nuevo año escolar, el 24 de agosto 2020, la Secretaria de Educación Pública (SEP) de ese país planteó la conveniencia de ir a un modelo híbrido, que no era otra cosa que combinar presencialidad por grupos, con distancia social en la escuela y educación virtual en casa. La CNTE reaccionó de manera contundente exigiendo que para desarrollar ese modelo híbrido se debía primero dotar de computadores a todes los docentes y estudiantes, ir a un acceso gratuito universal al internet, una consulta magisterial sobre el modelo contingente de enseñanza-aprendizaje y el uso de contenidos digitales y conexión virtual, así como para desarrollar un programa de formación actualizado a los y las docentes.  Además, exigió la CNTE el diseño de un programa de bio seguridad supervisado por las organizaciones sindicales democráticas del magisterio. La SEP respondió suspendiendo el modelo híbrido y anunciando un modelo de educación por televisión.

Ante el anuncio del año escolar teniendo a la televisión educativa como su centro, la CNTE fijó posición señalando que en México lo acertado para no excluir a nadie, era esperar a iniciar el año escolar de manera presencial cuando las condiciones de bio seguridad lo permitieran, de caso contrario desarrollar modelo de libertad de cátedra y autonomía pedagógica para que en cada territorio se contextualizar la forma de avanzar en el trabajo docente.

Hace una semana se inició el nuevo año escolar en México, donde lo nuevo es una inversión millonaria del Estado en televisoras privadas para desarrollar un modelo de educación por esta vía, especialmente en una de las televisoras vinculada a los intereses del actual Secretario de Educación Pública. Nuevamente la CNTE ha sido contundente en mostrar las limitaciones de este modelo, que intenta centrarse en la reproducción mecánica de conocimientos, en nuevas formas de educación bancaría.

En México una parte importante del sector docente se ha declarado en resistencia activa contra el modelo de educación bancaria por televisión y de falta de cobertura del modelo virtual. Han propuesto el desarrollo de modelos locales y contextuales de abordaje pedagógico, que procuren la mayor inclusión posible en un escenario de contingencia, pero que desarrolle acciones para que nadie se quede rezagado.

El magisterio mexicano difícilmente aceptaría una imposición de vuelta presencial a las aulas que pueda significar riesgos para la vida de les estudiantes o docentes.

 

Bolivia

La situación en Bolivia es muy sui generis porque la pandemia se presenta en el marco de un golpe de Estado fascista y neo conservador. La cuarentena se decreta el jueves 12 de marzo de 2020 y eso afecta el trabajo educativo. En buena medida el año escolar queda detenido. En ese país el gobierno emite un decreto en el cual expresa que la responsabilidad de la prosecución de estudios en el modelo virtual es de los y las docentes, así como de las familias y les estudiantes. La norma jurídica expresa en toda su plenitud el paradigma de la sociedad educadora.

La coordinadora de maestros rurales de Bolivia y la Coordinadora de maestros urbanos de ese país denuncian que la brecha digital impide avanzar en el modelo de educación en casa y que de hacerlo dejará atrás a miles de bolivianos y bolivianas.  El gobierno insiste que la continuidad es responsabilidad de les docentes, mientras se niega a asumir su responsabilidad del Estado en garantizar las condiciones mínimas para la prosecución del año escolar; ni siquiera acepta reunirse con los gremios docentes.

Los gremios docentes y los padres/madres de familias organizados iniciaron a finales de junio una huelga de hambre  con el propósito que el Estado Boliviano asumiera su responsabilidad en garantizar el derecho a la educación, asumiendo la dotación de computadores a estudiantes y docentes, así como la conexión universal para la población.  El gobierno de la señora Añez se negó a dialogar con les maestras/os y las familias.

En respuesta a las exigencias del magisterio el gobierno dictatorial boliviano respondió con una Resolución Ministerial del 2 de agosto mediante la cual daban por concluido el año escolar, culpando de ello a les educadores. Esa decisión inconsulta fue protestada por el magisterio, y los sectores populares quienes accionaron ante los tribunales de ese país, pidiendo la nulidad de tal acto administrativo.   El miércoles 19 de agosto sale el fallo judicial que dejaba sin efecto la culminación del año escolar; en el fallo se conmina al ejecutivo de ese país para que en un máximo de diez días hábiles se retorne a las actividades escolares o para dar continuidad al año escolar, aun en esta situación de contingencia, mediante distintas modalidades.

El propio fallo contempla que para ello se debe convocar de manera expedita a los gremios docentes, a las asociaciones de padres y madres, pero hasta el momento de redactar este artículo esas reuniones no se no habían producido.  El plazo concedido en la sentencia para el reinicio del año escolar culmina el 2 de septiembre 2020.

Ello replantea la demanda del magisterio sobre la necesidad de garantizar las condiciones mínimas para el desarrollo del proceso educativo (computadores, internet, planes de datos gratuitos), pues la pandemia impide el retorno presencial a las aulas.

 

En Brasil, el año escolar inicia en febrero y en un primer tramo termina en junio, con vacaciones en julio; en agosto se retoma hasta diciembre. Las universidades trabajan por semestres, el primero de febrero a junio y el segundo de agosto a diciembre. La pandemia generó una cuarentena que afectó la actividad escolar a solo semanas de haber iniciado el año escolar.  Entre los días del 17 al 21 de marzo se aplicó la medida de cuarentena en educación

La enseñanza privada de manera inmediata desarrolló modelos de enseñanza en entornos virtuales y digitales para poder cobrar las mensualidades. En el caso de la educación pública se suspendió el calendario escolar y la adhesión al modelo de educación fue contextual, pues cada ciudad, estado o localidad ha tenido horarios y expresiones diferenciadas de abordaje.

Por ejemplo, en las instituciones educativas pertenecientes al radio de acción del sindicato SINASEFE (Sao Paulo) recién el 31 de agosto se estarán incorporando a la prosecución escolar.  La presión mayor para que no se suspenda el año escolar y continúen las clases bajo cualquier modalidad proviene del sector privado de la educación, quienes perderían importantes sumas de dinero si ello ocurriera. En un país tan desigual como Brasil pretender generalizar el modelo de educación virtual en todos los territorios implicaría una brutal exclusión, pero la vuelta presencial a las aulas en medio de la pandemia es ampliamente rechazada por el magisterio y la población.

 

Argentina

El año escolar de inicial, primaria y secundaria se inició el 1 de marzo y hubo clases presenciales hasta el 14 de marzo. La cuarentena inicia el lunes 16 de marzo y desde ese momento a la fecha se intentó dar continuidad pedagógica desde el punto de vista virtual. Pero esta medida dejó al desnudo toda la falta de infraestructura tecnológica escolar, los problemas de conectividad y la carencia de equipos (computadores) en las casas de docentes y estudiantes.

Desde hace quince días el gobierno de ese país está intentando retomar las actividades presenciales desde el interior del país hacia la capital federal. Son los casos de las provincias de Formosa y San Juan, pero que rápidamente tuvieron que volver al punto cero de cuarentena porque el reinicio se vio acompañado del incremento de los casos de contagio. En el caso de la provincia de Buenos Aires el gobierno dice que va a habilitar las escuelas como lugares para usar plataformas para que puedan acudir los que no han podido acceder al modelo por carecer de computadores y conectividad; pero en realidad es un intento de reinicio general, con un calendario que culminaría el 14 de septiembre con la apertura de las escuelas. La pretensión gubernamental es que el año escolar continué en septiembre en las escuelas y que el mismo culmine en diciembre.  Esto ocurre ante la presión de empresarios, comerciantes y por la necesidad de activar el consumo rumbo a las fechas decembrinas. Esto generó asambleas docentes de emergencia el día 24 de agosto, para coordinar la oposición a la medida, en un día en el cual ocurrían más de 300 fallecidos y 8.000 infectados por el COVID-19.  Se prevé conflictividad docente contra la medida de vuelta a clases porque a pesar de los anuncios del gobierno los y las docentes señalan que no hay medidas de bio seguridad suficientes, ni en la escuela ni en la ruta a los planteles educativos.

 

En Colombia, el año escolar se inicia en febrero con vacaciones en semana santa y mitad de año y finaliza en noviembre. La pandemia sorprendió al inicio del año escolar y desde marzo se decretó la cuarentena. Eso llevo a crear tres modalidades para poblaciones diferenciadas por su acceso a la conectividad; una primera mediante modalidad virtual, una segunda por la radio y la televisión y, una tercera a través de guías escritas como en educación a distancia.

En junio el gobierno nacional sacó una directiva en la cual planteaban el paso a un modelo llamado de alternancia que combinara la educación presencial y virtual.  La Federación Colombiana de Educadores (FECODE) y la Asociación Distrital de Educadores (ADE) de Bogotá rechazaron esta directiva porque no había las condiciones de bio seguridad para la alternancia; el gobierno sigue presionando y el magisterio ha anunciado que si insisten en esa dirección irán a la desobediencia civil.

FECODE ha exigido computadores para todos los docentes y el cumplimiento de un decreto que planteaba que se les daría subsidio a los y las docentes para sufragar los gastos de conectividad. La situación se ha agravado en ese país porque producto de la situación económica se ha venido reduciendo el presupuesto educativo, congelando los ascensos, pagando el escalafón con presupuesto futuro, es decir comprometiendo el del año siguiente. Por todas estas condiciones el 12 de agosto FECODE convocó a un paro virtual para rechazar las implicaciones de este modelo; este paro se cumplió de manera exitosa en todo el país.

Por otro lado, los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia lanzaron una lucha, incluida huelga de hambre, por el logro de la matrícula cero, para poder acceder a la educación en un contexto de agravamiento de las limitaciones económicas de los sectores populares obligados a permanecer en sus casas con precarios o nulos ingresos.

El papel del magisterio colombiano ha sido fundamental para mantener el máximo vinculo docente, pero no es un problema de voluntad sino de realidad de infraestructura tecnológica nacional. Se considera que un 60% de los estudiantes han quedado en la periferia o excluidos del sistema escolar por no poder dar continuidad a la escolaridad en estas circunstancias; en el caso del medio rural solo accedieron dos de cada diez y en ciudades como Bogotá solo accedieron al modelo virtual 6 de cada 10 estudiantes.

La indignación es enorme ante la pretensión del gobierno colombiano de retornar a las aulas cuando los números de contagio alcanzan los 10.000 diarios y el número de muertes per cápita es la más alta del continente.  Difícilmente el gobierno colombiano podrá obligar a las familias a mandar a sus hijos a clases en estas circunstancias y, que los docentes vuelvan a las aulas antes de que cese la pandemia.

 

En Perú el año escolar debía iniciar el 16 de marzo, pero debido a la pandemia se suspendió su inicio. El Ministerio de educación de ese país oficializó el inicio del año escolar el 6 de abril de 2020 a través de la estrategia de “aprendo en casa”, con una orientación de desarrollarlo todo virtual.  La directriz ministerial señala que el año escolar debería culminar el 22 de diciembre.

A pesar de intentos del gobierno de posesionar la idea de volver a las aulas presenciales, aún en la pandemia, el magisterio y la ciudadanía ha rechazado esta pretensión. No obstante, los viceministerios del despacho educativo han anunciado que pondrán en marcha un plan de evaluación del impacto del modelo de “aprender en casa” para valorar su continuidad o no.

Pero la verdad es la misma de toda la región, donde más del 50% de los y las estudiantes están quedando fuera de la cobertura por problemas de conectividad (internet), limitaciones para pagar los planes de datos, inexistencia de equipos (computadores) y por imposibilidad de muchas familias para acompañar a sus hijos en esta estrategia de aprendizaje, ya que por la precariedad económica están en modo de subsistencia buscando el pan de cada día.

El informe presentado por el SUTEP, el gremio docente más importante de ese país, señala que antes de la pandemia la carencia de personal docente ya afectaba a 110.000 estudiantes y que los anuncios de un abordaje educativo de la pandemia han fracasado. De hecho, el 18 de abril el presidente Vizcarra y el ministro de educación Benavides anunciaban la compra de más de 840.000 tabletas con internet móvil, que serían destinadas al sector rural, lo cual no se cumplió.

De los 7.800.000 estudiantes de ese país, 5.800.000 pertenecen al sector público, pero el 79% de los planteles oficiales no cuenta con internet, por lo cual no había una cultura del trabajo con contenidos digitales y en plataformas virtuales. El informe del SUTEP señala que solo un 40% de los niños y niñas estudiantes del Perú tienen acceso a internet, por lo que estaríamos hablando de una exclusión del 60% en el modelo de “aprender en casa”.

Un estudio de la organización “Estudios Peruanos (EP)” señala que la pandemia ha hecho que el 55% de los padres y madres de familias se involucren directamente en el trabajo educativo de sus hijos, ayudándoles a buscar las tareas en internet o por otros medios, lo cual es muy positivo, pero también se muestra como un significativo avance del paradigma neoliberal de sociedad educadora.

Finalmente, como el Ministerio de Educación anunció que el modo de educación a distancia bajo el modelo de “aprender en casa” se extiende hasta el 31 de julio del año próximo, el magisterio peruano está demandando la recuperación de la responsabilidad del estado en garantizar condiciones de igualdad para desarrollar el derecho a la educación en ese país (dotación de equipos e internet).

 

En Uruguay se suspendieron las clases el 14 de marzo. En formación docente se pasó a virtualidad el primer semestre y ahora están con un retorno escalonado a las aulas. A finales de abril en el medio rural de la educación primaria inició el retorno a las aulas debido a los casi inexistentes contagios en ese sector y ya hoy están a tiempo completo. En mayo se inició el regreso de las escalonado de las escuelas primaria urbanas.

En educación media en junio se aperturaron de manera escalonada los liceos, por niveles y con estrictos protocolos sanitarios. Cada centro escolar implementó a su manera el retorno, con clases presenciales cada quince días o con medio grupo cada vez; cada grupo con cuatro horas por turno. Desde las autoridades siempre se dijo que, en los niveles de primaria y media, la virtualidad era importante para mantener el vínculo, no solo por plataformas institucionales (que se saturaron) sino por otras vías (correos electrónicos, WhatsApp u otras plataformas).

El retorno a clase fue progresivo, desde el interior del país a toda la República. Desde julio hasta mediados de agosto en todo el sistema el retorno a las aulas fue a tiempo parcial, solo algunas horas y en horarios diferenciados. En primaria ahora los niños y niñas van dos días a la semana medio grupo y otros dos días el otro medio grupo; el día miércoles es destinado a la limpieza y desinfección de las escuelas. En la secundaria van todos los días medio grupo, turnando los grupos por semana o cualquier otra modalidad rotativa.

Hace una semana se inició la extensión horaria de los turnos en la medida que se pueda, de cuatro a seis horas, siempre y cuando se cuente con personal que pueda desinfectar entre turno y turno. La asistencia de estudiantes sigue sin ser obligatoria.

Todo ello ocurre a pesar de la alta conectividad e infraestructura tecnológica de ese país, con relación a la media al resto del continente. Eso debe en gran medida a la baja tasa de contagios existentes en ese país.

Es Uruguay los sindicatos defienden la vuelta a la presencialidad para frenar el impacto de la virtualidad y debido a los bajos niveles de contagio, mientras las evaluaciones realizadas a los estudiantes en este contexto fueron solo apreciaciones sin calificaciones, que partían del diagnóstico de conectividad de cada uno(a).

Hace una semana los docentes se movilizaron en todo el país contra la reducción de las 50.000 horas docentes que afecta a 2.000 empleos, así como por estrictos protocolos de bio seguridad en las escuelas y los transportes públicos. El mayor problema que se han encontrado en esta semana fue el precario servicio de transporte público que permanecía paralizado por efectos de la cuarentena.

En última instancia han surgido serias críticas desde el magisterio, respecto a que la situación de la pandemia ha sido utilizada para avanzar en un modelo de “acreditación de los saberes” en la educación de adultos, que con una prueba “muy superficial· otorga certificados de culminación y que se usa para disminuir las horas docentes y con ello se golpea el empleo de les educadores.

 

En Ecuador la situación adquiere dimensiones de tragedia. La Unión Nacional de Educadores (UNE) denuncia que el 70% de los y las estudiantes, unos 3.200.000 estudiantes quedaron fuera del modelo de educación virtual en casa. El rotundo fracaso de la estrategia en ese país ha llevado a solicitar la inmediata destitución de la ministra de educación, petición que ha encontrado oídos sordos en la actual administración de ese país.

 

Podríamos seguir mostrando la desigual pero muy parecida situación educativa regional, pero considero que estos casos ilustran lo que ocurre, una enorme resistencia del magisterio contra las pretensiones de la vuelta a clases presenciales en un marco de descontrol de la pandemia del COVID-19 y una renovada exigencia para que los Estados garanticen las condiciones mínimas igualitarias para desarrollar procesos de enseñanza aprendizaje.

 

 

  1. Como ha abordado la izquierda pedagógica este tema

La pandemia del COVID-19 y los intentos regionales de posesionar la educación virtual y el paradigma de la sociedad educadora despertó las alarmas del movimiento de las pedagogías críticas, las educaciones populares, así como de los gremios y sindicatos docentes con perspectiva anti capitalista.

 

Que logramos desde las resistencias anticapitalistas en estos cinco meses:

a) Elevamos el nivel de diálogo e intercambios de experiencias;

b) Entendimos que de esto no salimos solos, que las soluciones nacionales son limitadas;

c) Estamos construyendo espacios de articulación internacional que puede permitir la construcción de una nueva correlación de fuerzas a nivel internacional;

d) Estamos iniciando el necesario debate en defensa de la tradición pedagógica contestataria, la comprensión de nuevas realidades que demandan miradas novedosas y comenzamos a valorar mucho mejor el impacto de la aceleración de la innovación en lo educativo;

e) Ni virtualidad absoluta ni presencialidad temeraria en precarias condiciones de bio seguridad pareciera ser el grito que recorre nuestra américa;

f) Entendimos que a las intenciones neoliberales de hacer desaparecer la escuela presencial se le frena estudiando, analizando, movilizando conciencias y prácticas

 

Estamos en mejor situación político estratégica que antes de la pandemia y ello implica actuar son serenidad y responsabilidad.

 

El magisterio latinoamericano aprendió en la pandemia la necesidad de elevar los niveles de comunicación y articulación entre los esfuerzos que se realizan en cada país. Por ello, hoy está convocando a un I Congreso Mundial de educación 2020: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo, evento que se desarrollará de manera virtual los días 26 y 27 de septiembre. Este evento contempla la construcción de un espacio de Coordinación Internacional de les trabajadores de la educación (CITE), que facilite el diálogo y las sinergias en defensa de la educación pública presencial, emancipadora, laica, popular y transformadora.

 

 

  1. La situación de Venezuela

En Venezuela el año escolar inicia en septiembre y termina en julio. La pandemia hizo que a mediados de marzo de 2020 se decretara la cuarentena y la suspensión de actividades escolares presenciales. En pocos días se propuso un modelo de “educación virtual en casa”, de “universidad en casa” que se asumía inicialmente sería de corto plazo.

Este paso abrupto del modelo presencial al modelo virtual se da con la sana premisa de intentar dar continuidad a la educación. Pero había una serie de elementos que desde su inicio nos hicieron prender las alarmas:

a) el informe citado de Statista de 2017, reflejaba que la situación de conectividad en Venezuela antes de las criminales sanciones económicas de EEUU (2018), mostraban una penetración del internet que alcanzaba el 60%, lo cual se fue deteriorando en el periodo de las sanciones norteamericanas (2018-2020), como lo muestran los problemas de conectividad que presentan la estatal CANTV y las operadoras privadas.

El internet existente en el país al momento de inicio de la pandemia era muy inestable y fenómenos como el robo de cableado añadían limitaciones al alcance de penetración en todo el país. No es osado señalar que la penetración de internet cayó en los últimos dos años por lo menos en un 20%.  En la medida que arreció el bloqueo norteamericano, la conexión a internet se hizo más inestable y con menor penetración, pero además su uso reflejaba el impacto que tiene en nuestra sociedad el complejo industrial cultural. Casi el 80% del consumo de internet en el país se hace para acceder a las redes sociales, los productos de google y de netflix. Ello no se puede resolver con un tema administrativo de limitar el acceso a estos productos, sino generando contenidos alternativos para entrar a la disputa ideológico comunicacional.

Pero suponiendo que se mantuviera la conectividad de 2017, un 40% de la población no tenía (ni tiene) acceso al internet y por lo tanto tenía (y tiene) limitaciones concretas para desarrollar la propuesta de educación en casa, por ello expresamos nuestra preocupación sobre la exclusión que estaba generando el modelo de educación y universidad en casa.  Los y las docentes que son parte de este universo que vive las limitaciones de acceso a la internet hicieron hasta lo imposible para sostener la continuidad de la iniciativa, pero cuando uno habla con ellos las cifras de exclusión que informan resultan alarmantes.

 

b) En Venezuela en los últimos diez años se desarrolló una extraordinaria y novedosa iniciativa de distribuir gratuitamente millones de computadoras y Tablet (canaimitas). Esta encomiable labor lamentablemente se desarrolló con un problema pedagógico estratégico, ya que solo se dotaba a estudiantes y no a docentes, asumiendo que les educadores contaban con equipos.

Es imposible desarrollar de manera exitosa una estrategia pedagógica de actualización tecnológica a les estudiantes, sin que ello vaya acompañado de dotar y calificar a los docentes para su desarrollo; esto derivó en una subutilización de las herramientas ya que muchos(as) docentes carecían de un equipo propio de computadora para entrar en el uso pedagógico de contenidos digitales y poder acompañar el esfuerzo de les estudiantes.

Por otra parte, la dotación personalizada no encontró un correlato en el equipamiento de computadores en las escuelas, lo cual, aunque planteado desde una perspectiva comprometida con la ruptura de las desigualdades terminaba siendo estructuralmente funcional a la transición del modelo neoliberal de educación presencial en escuelas a la educación virtual en casa, porque los estudiantes tenían las computadoras en casa y no en las escuelas.

Eso terminaba rompiendo con el papel igualador de la escuela y es algo que debe ser corregido de manera urgente en la post pandemia, centrado la dotación de computadores en las escuelas. Si esto se hubiese encarado de manera correcta, se le habría podido facilitar a cada estudiante en la contingencia una computadora para que de manera coyuntural se la llevara a casa mientras estábamos en cuarentena. Este apoyo contingente habría sido universal y no solo parcial. El costo que pagamos es alto porque miles de estudiantes no cuentan hoy con computadores para desarrollar la propuesta de educación virtual en casa. Recuerdo que incluso un viceministro fue destituido cuando a principios de la estrategia de dotar de computadores a les estudiantes, este planteó que los alumnos deberían devolverlas a la escuela al terminar cada año escolar, porque ello era un bien público y no privado.

La personalización en la dotación de computadores terminó dejando sin equipos a los segmentos de nuevos estudiantes, ya que resultaba imposible dotar al 100% de los inscritos en el sistema escolar y dotar cada año a los nuevos ingresos, amén de acompañar las actualizaciones, reparaciones, actualizaciones y mantenimiento que demandaban todos estos equipos.

La subutilización escolar de estas computadoras personales, creó las condiciones de posibilidad para que muchos y muchas llegaran incluso a venderlas en el mercado negro, ya que su uso no era vinculante con la actividad educativa en las aulas.

Esto se evidenció en problemas estructurales para poder desarrollar exitosamente el modelo de educación virtual en casa. La relación entre posesión de computadores por parte de los docentes y posibilidades de desarrollo de la estrategia de educación virtual en casa ha resultado dramática. Un sondeo de la realidad de los docentes en los centros de trabajo realizada a través del equipo del Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en educación (CII-OVE de CLACSO) encontró que un 35% de les educadores no contaban con equipo de computación en sus casas y que del universo que si disponían de por lo menos de uno, el 40% debían repotenciarlo para desarrollar el modelo de educación virtual. Esto ocurre en un contexto de salarios docentes inferiores a los 20 dólares mensuales en contraste con el coste de equipos portátiles cuyo costo en ningún caso es menor a los 350 dólares.

En el caso de los y las estudiantes mientras unos tenían posibilidades de desarrollar la propuesta educativa virtual por poseer equipos y conexión, otres hacían enormes esfuerzos pidiendo equipos prestados por algunas horas, mientras otros no pudieron seguir el ritmo. Un compañero me comentaba que al llegar a una estación de gasolina para surtir de combustible a su vehículo le preguntó a uno de los jóvenes surtidores si estaba estudiando. La respuesta del joven fue lapidaria: “yo no dejé el estudio, el estudio me dejó a mí”.

Ante esta situación propusimos modelos remediales de generación de contenidos en la radio y la televisión que fueran acompañados de una reactivación de las misiones educativas para que los y las misioneros fueron a buscar a los nuevos excluidos por la contingencia. Pero que los contenidos no podían ser de secuencia curricular sino de estímulo al desarrollo de pensamiento crítico de aprender a aprender. Esto implicaba una descurricularización del sistema educativo en la contingencia que solo era posible si nos centrábamos en que les estudiantes aprendieran a reconocer las dinámicas de la cotidianidad, el funcionamiento de los equipos existentes de casa, las formas de exclusión que emergían en la pandemia en su entorno familiar.

 

c) Volviendo a la arquitectura mínima necesaria para abordar un modelo educativo no presencial en situación de pandemia, debemos señalar que una iniciativa tan importante como la dotación de computadoras se realizó segmentada, no como una estrategia de amplio espectro. Por ello, la entrega de computadores no se vio acompañada del desarrollo de plataformas autónomas robustas y con capacidad de conexión simultánea en tiempo real de todes los estudiantes.

Esto no es un problema de “esnobismo tecnológico” ni de demandas de la clase media, sino una cuestión estratégica. Hoy la mayoría de guerras no convencionales en el planeta tienen una expresión concreta en el ciberespacio y trabajar en ese terreno es una tarea de soberanía e independencia nacional. No se trata de comprar y dar, sino de dotar para resistir con claridad respecto al impacto de la aceleración de la innovación en la gobernabilidad y la sostenibilidad de proyectos progresistas.

El capital si está consciente de ello y por eso desarrolló en los últimos diez años una robusta red de plataformas de conexión virtual expresadas en lo que hoy conocemos como Zoom, Google Meeting, Skype, entre otras, labor que hoy nos lleva a estar veinte o treinta años detrás, prácticamente en la “zona cero” del impacto tecnológico en el marco de la pandemia.

La carencia de una plataforma propia obligó a que el modelo de educación en casa, de universidad en casa, se cobijara y solo fuera posible mediante plataformas privativas y buscadores que usan metadatos para hacer minería de información personal. Incluso, en un acto internacional de una universidad del sector tecnológico pudimos ver como se elogiaba el uso de las plataformas como google o Microsoft; el despiste de estos funcionarios fue tal magnitud que poco les faltó para decir que las trasnacionales Microsoft o google eran anti imperialistas.

 

d)Una cosa son las plataformas virtuales y otra la arquitectura de una nube educativa. Para entender cómo funciona la nube debemos despojarnos de la noción física del disco duro y entender que se trata de un mecanismo de almacenamiento virtual en ciberespacio. La nube demanda una arquitectura de funcionamiento y alcance que cada vez se vincula más a manejo de metadatos, inteligencia artificial y biología digital.

Una adecuada arquitectura de la nube educativa podría facilitar el ensamblaje armonioso entre plataformas virtuales, contenidos digitales, interactividad en tiempo real y construcción de conocimientos.

Por ello, urge la construcción de la arquitectura educativa del proceso Bolivariano, no porque creamos que todo debe ser virtual, sino porque lo que se demande en ese formato cuente con mayores niveles de soberanía y autonomía de tráfico y almacenamiento. Algo que no contamos en la actualidad.

 

e) Todos sabemos que el internet tiene dueño, y que su manejo está muy vinculado a los modelos de gobernanza imperial, pero también es cierto que la posesión de satélites puede estar vinculada a mayores niveles de autonomía y capacidad de uso de la internet. Al parecer (comentarios informales) los satélites que ha poseído Venezuela están limitados en ese sentido. Por ello, cualquier negociación a futuro para el desarrollo de la carrera satelital debería tener un gran componente en materia de optimización del uso de la internet, incluso para plantearnos el desafío de dar acceso universal a la conectividad;

 

f) Disponiendo de nubes educativas propias, mayor autonomía en el tráfico del internet y plataforma autónomas tendríamos que plantearnos el desafío de desarrollar contenidos digitales para acompañar la educación presencial, nunca para sustituirla. Estos contenidos digitales, no son técnicamente ni paradigmáticamente neutros, por lo cual deberían ser formulados desde una perspectiva crítica, descolonial, feminista y abiertamente anti capitalista.

Para ello existe una limitante epistemológica y es que muchas veces la aproximación al tema de los repositorios digitales se hizo desde la lógica del libro impreso y no desde los formatos emergentes de educación en entornos virtuales y digitales. El pensamiento crítico adquiere un nuevo performance en la virtualidad, que debe ser complementario al que se desarrolla en la presencialidad, nunca contradictorio. Pero esa complementariedad no niega la especificidad, algo que debemos debatir.

La carencia en este abordaje ha hecho que durante la pandemia lo que se llame virtualidad se parezca más al fotocopiado digital de textos impresos y la conexión remota, que a un modelo de desarrollo de auténticos contenidos digitales.

Los contenidos digitales, desde perspectivas emancipatorias, privilegian las frases fuerzas, al estilo de las preguntas generadoras, que van conduciendo a hipervínculos que amplían la información a la cual se llega por interés derivado de cada contexto. Estos múltiples hipervínculos que se tejen para vincular expectativas de los otres conducen a la resolución compartida de problemas que demandan un abordaje desde la contradicción entre dominación y liberación.

Desde esta perspectiva la brevedad de los mensajes y contenidos, que se amplían en la medida que despiertan interés y utilidad situada, privilegian la imagen, color y sonido, así como la posibilidad de edición en tiempo real. La relación con el híper texto es interactiva y no uní direccional.

Esta maraña de estilos de aprendizaje requiere del desarrollo de capacidades de trabajo con inteligencia artificial y metadatos, con una lógica de final abierto y no de carácter instrumental cerrado como lo trabaja la lógica del capital.

El uso del mundo digital demanda una enorme presencialidad para romper con la alienación. La virtualidad como totalidad implica una alienación instrumental y una colonización cognitiva. En consecuencia, cualquier aproximación a la virtualidad demanda trabajo presencial.

Por ello, es que el modelo de administración curricular en casa simplemente por medios virtuales planos y contenidos cerrados, se convierte en una alienación que rompe las posibilidades de perspectiva crítica transformadora.

El problema es que como no disponemos de estas herramientas y modalidades, caemos en los brazos del Morfeo ideológico de las transnacionales y corporaciones tecnológicas que instrumentalizan y estandarizan los aprendizajes para hacerlos funcionales a la lógica del modo de producción tecnologizado del capitalismo cognitivo.

Por ello, consideramos que es urgente detener la secuenciación curricular, determinar prioridades mínimas de aprendizaje por año escolar (con un máximo de extensión de una hoja de papel) y dar libertad creativa a la relación de estudiantes y docentes en este contexto de pandemia. En esta orientación, el encuentro virtual sería para la socialización del trabajo experiencial y práctico, de la reflexión crítica sobre las dinámicas vinculadas al entorno y la realidad familiar (cuando exista familia), para conversar sobre lo aprendido y las dudas surgidas para la comprensión de las cosas que hay en casa.

 

g) En Venezuela el salario y las condiciones de trabajo de los y las docentes ha caído a niveles irreales para el mundo del trabajo. Los salarios docentes ubicados en menos de 20 dólares mensuales, con los precios de los artículos a precios del mercado mundial, hace la labor docente especialmente compleja.

Los y las docentes tienen muchas veces que salir en medio de la pandemia a “matar tigritos” que garanticen llevar el alimento a casa. Las bolsas alimentarias que entrega el gobierno Bolivariano mitigan la situación, pero no resuelven los problemas de alimentación derivados del limitado poder adquisitivo del salario. Esta situación dificulta la apertura cognitiva necesaria para encarar creativamente el trabajo pedagógico en entornos virtuales.

Por ello, las salidas tienen que ser de carácter anticapitalistas y no de conciliación de clases. La recomposición del salario docente pasa por aspectos como:

  • La reapertura de los mecanismos de negociación colectiva con los gremios docentes. Negociaciones que deben ser de acceso público en tiempo real, usando la tecnología virtual “en vivo” (live) u otras modalidades. Es urgente recomponer la mediación sindical en un momento que demanda la construcción de nuevas mentalidades para el abordaje educativo en la post pandemia;
  • Desarrollar un plan de impuestos a las grandes transacciones bancarias (superiores a mil dólares), impuestos a las ganancias de las grandes corporaciones y empresas que hacen su “agosto” en el país, usar el 20% del aumento de la gasolina, todo ello para iniciar un proceso de mejora sostenida del salario docente. Este plan a cinco años debería trazarse como meta llevar el salario mínimo docente a 1.200 dólares mensuales.  Esto demandaría un acuerdo nacional, para el cual es muy importante la participación de las familias, padres y madres de les estudiantes, docentes y los sindicatos de educadores.
  • El fortalecimiento del IPAS-ME y el sistema de salud del magisterio, invirtiendo lo que hoy se usa para las aseguradoras privadas para la recomposición del sistema de salud de los y las docentes;
  • Desarrollar un ambicioso plan de dotación de equipos de computación para los y las docentes;
  • Decretar la conexión libre a la internet para los docentes y familias con estudiantes

 

h. Fui maestro de primaria por muchos años y mi experiencia de aula me señala la enorme dificultad que se tendría para mantener con la distancia de metro y medio a niños, niñas y adolescentes para los cuales la escuela es un espacio lúdico, de encuentro, de conversa con los amigos, de contacto físico positivo. Por mucho que se intente, al menos en la realidad venezolana, sería muy complejo lograrlo;

 

i) Impactadas por el criminal bloqueo norteamericano sobre nuestra economía y por ineficiencias en la administración, la mayoría de nuestras escuelas no cuentan con las condiciones para instalar los protocolos de bio seguridad, lo cual podría impactar de manera negativa la estrategia sanitaria sobre la pandemia;

 

j) Por último, es importante mencionar otro problema que hemos tenido en Venezuela en estos últimos años: es la narrativa de la escuela presencial mirando al mundo del siglo XIX y un concepto de comunalidad que desestima el impacto de la aceleración de la innovación.

Por supuesto que tenemos que trabajar la territorialidad, recuperación de la memoria histórica y la cultura ancestral, pero ello debe combinarse con el cumplimiento de una de las tareas asignadas a la escuela por su contrato social fundacional: la democratización y comprensión contextual del conocimiento actualizado.

Por ello, la situación del COVID-19 debería servir para impulsar una redefinicón de la escuela emancipadora, en un contexto de aceleración de la innovación y en la tercera década del siglo XXI.

 

 

  1. ¿Volver a las aulas antes de la vacuna?

Finalmente, considero que la vuelta a la presencialidad en estas condiciones de expansión de la pandemia, aunque se haga por grupos, terminaría siendo una “explosión” del contagio y generaría múltiples resistencias de les docentes y las familias. Quienes postulan y defienden la pronta vuelta a clases parecieran no estar midiendo el impacto que ello podría tener en la dinámica político electoral nacional si ocurren contagios a otra escala por el retorno a las aulas. Los espejos de lo que le ocurre a Trump o a Bolsonaro deberían servir para desestimar tan temeraria iniciativa.

Ciertamente si se abren las aulas de escuelas, liceos y universidades en la ruta a la lección del 6 de diciembre, se multiplican las posibilidades de impulsar el voto dormido que es proclive al gobierno.  Pero ello sería como caminar en el filo de la navaja, porque si se disparan los números de contagios y muertes por la vuelta a clases en medio de una campaña electoral, la factura política que pasen los electores sería muy importante.

Por otra parte, una medida como esta se colocaría de espaldas a lo que está planteando el magisterio nuestro americano, lo cual también podría traer importantes consecuencias políticas, en un momento en el cual la correlación de fuerzas internacionales pesa a la hora de conjurar el riesgo de una invasión.

 

Para redactar este artículo hice una pequeña encuesta personal que abarcó cerca de 170 docentes en ejercicio. Ante la pregunta sobre la vuelta al salón de clases, más del 50% me respondió que preferían renunciar antes que arriesgar su vida. Muchos(as) padres y madres a quienes les consulte me indicaron que preferían que sus hijos perdieran las clases, incluso que perdieran el año escolar antes de mandarlos a los planteles donde se arriesgara sus vidas.

Una maestra me dijo recientemente: “No hemos podido controlar los piojos en la escuela, menos podemos aspirar a mantener a raya la pandemia en las aulas antes de que llegue la vacuna”. El centro de la preocupación educativa actual debe ser la preservación de la vida y garantizar la salud a los millones de estudiantes y los miles de docentes de la patria.  Y si queremos sorprender al mundo con medidas vanguardistas le propongo:

 

a) Desarrollar en los meses que restan a la pandemia un modelo de educación descurricularizada, que atiende el aprender a aprender a partir de la cotidianidad de la casa;

b) Iniciar un reseteo de TODAS las instituciones de formación docente, las cuales ven al mundo con lentes del pasado, haciendo un daño terrible a la soberanía educativa de nuestro país;

c) Lanzar una campaña nacional e internacional en defensa de la escuela presencial en la post pandemia;

d) Enfatizar que la escuela en la post pandemia tiene que dar un giro de 180 grados para empalmar tradición con aceleración de la innovación tecnológica, dialéctica de lo local con lo global, eso sí, desde una perspectiva crítica;

e) Crear un impuesto a las grandes corporaciones y trasnacionales ubicadas en Venezuela y las otras medidas enumeradas en el anterior numeral, para con ello iniciar una labor urgente de mejora de los sueldos de les docentes, la dotación tecnológica de las escuelas (computadores + internet) e inicio de construcción de la infraestructura tecnológica educativa para defender con pie firme la escuela presencial en los próximos años;

f) Abrir un debate sobre el impacto de la cuarta revolución industrial y la era de la singularidad en la construcción social, la educación y las pedagogías y, cómo a partir de ello diseñamos y ponemos en marcha la escuela libertaria del siglo XXI;

g)Lanzar el debate internacional sobre el papel de las pedagogías críticas en la construcción de pensamiento crítico y la formación de personalidades libertarias, autónomas, solidarias y transformadoras en el presente;

h) Desarrollar una campaña de prevención del contagio, con rostros docentes, invitando a cuidar la vida en nombre del futuro de la población venezolana

 

En mi próximo artículo estarán reflejadas algunas notas sobre la escuela necesaria en la post pandemia, un debate que considero debe ser vinculante a la actual consulta

 

 

[1] Carlos Lanz Rodríguez (CLR) es un militante revolucionario y pedagogo popular venezolano quien, al momento de escribir este artículo lleva 18 días desaparecido. CLR fue el coordinador del Proyecto educativo Nacional (PEN) que definió líneas centrales para la transformación del sistema educativo en el marco del proceso Bolivariano.

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