Saltar al contenido principal
Page 1 of 28
1 2 3 28

Paradigma disciplinar una grieta sin cerrar en la epistemología universitaria

Cuando escasea el sentido común los problemas aumentan: ¿a quién favorece el engaño sobre la supuesta superación del paradigma disciplinar por parte de la universidad?

                                      Por  Luis Bonilla-Molina[1]

  1. Introducción: Seamos Realistas: pidamos lo imposible

La universidad, históricamente hablando, ha sido el espacio privilegiado para el pensamiento crítico comprometido con la justicia social, la igualdad económica y la inclusión. En distintos momentos ha sido el espacio que ha guiado conquistas importantes de la sociedad. Lamentablemente, en las últimas décadas la ofensiva del capital sobre las instituciones de educación superior (IES) resultó de tal magnitud que ha invisibilizado muchas de estas luchas e incluso generado retrocesos impensables hace 50 años.

En la resistencia anticolonial, los procesos de independencia, la construcción de las repúblicas, el surgimiento de los Estados nacionales, el desarrollo de la democracia y el auge de la progresividad de los derechos, la universidad jugó un papel estelar. La revolución cubana hecha por universitarios, las revueltas del ´68, las batallas antineoliberales de las últimas cuatro décadas, evidencian que la rebeldía sigue estando presente. Este trabajo lo inscribimos en esa perspectiva, y como hemos pensado en dedicar un artículo de la serie sobre La Universidad,al tema de las resistencias anticapitalistas, en esta oportunidad nos concentraremos en mostrar otras aristas de la arquitectura de la ofensiva del capital sobre la educación universitaria, especialmente alrededor de los intentos por la superación del paradigma disciplinar en la construcción de conocimiento, ciencia y tecnología.

  • 2. Los tres momentos del capitalismo industrial en materia de políticas universitarias

El capitalismo en su relación con la construcción de conocimiento tiene tres momentos paradigmáticos. Primero, de carácter disciplinar propio de las dos primeras revoluciones industriales, segundo, de exigencia transdisciplinaria a partir de la tercera revolución industrial y el tercero, en el cual aspira alcanzar convergencia heurística en la transición a la cuarta revolución industrial.

Si analizamos las políticas educativas, con la metodología de los estudios comparados internacionales, en los marcos temporales de las primeras revoluciones industriales (1760/1780 – 1870/1914), tercera revolución industrial (1961) y la transición a la cuarta revolución industrial (2011 –  ), sin que esta última aún se haya expresado en toda su potencialidad en el modo de producción capitalista, podemos tener una comprensión mas precisa de la racionalidad de las propuestas del capitalismo para el sector universitario.

Esto se debe a la epistemología del capitalismo industrial, para quien existe una relación inmanente del conocimiento con la innovación científica-tecnológica y esto solo tiene sentido en la medida que contribuya a la reproducción simbólica y material de la lógica producción-mercado-ganancia. En consecuencia, cuando se produce un giro en la espiral de innovación se modifican las exigencias del capital para la producción de conocimiento, y esto adquiere forma de políticas públicas para el sector educación.

El asumir esta perspectiva analítica, permite entender en otra dimensión, sentido y direccionalidad eventos como la reforma de Córdoba (1918), los ciclos y localización de la expansión universitaria reciente -especialmente después de la segunda guerra mundial- y la cultura evaluativa institucional (a partir de 1961), potenciada a partir de la égida neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, modelo de movilidad académica-estudiantil y propósito del reconocimiento de títulos y estudios a escala internacional), el paradigma STEM, los acuerdos de Bolonia y los contornos que ha tomado la internacionalización universitaria.

Uno de los elementos centrales de las tensiones instaladas a partir de la tercera revolución industrial tiene que ver con el paradigma hegemónico para la construcción de conocimiento -disciplinar- y la necesidad que tiene el capitalismo de transformarlo, inicialmente en transdisciplinario y ahora en convergencia heurística. En el primero de los casos generó desde 1961 una fisura paradigmática que no fue -ni es- aprovechada por los sectores anticapitalistas críticos de la disciplinariedad para abrir paso a otra universidad posible, generándose una anomalía sin precedentes, propia de la existencia de una brecha epistémica:   si bien el capitalismo y el anticapitalismo critican el paradigma disciplinar, la escuela y universidad transdisciplinaria no ha nacido en el largo periodo de sesenta años que ha permanecido abierta esta grieta.

Parafraseando a Gramsci respecto al pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad (2011), diríamos que los sectores progresistas y anticapitalistas han contado con el optimismo desbordado de la voluntad para enfrentar las políticas del capital en torno a la educación superior en el marco de la tercera revolución industrial, pero ha fallado la fuerza del pesimismo del intelecto para comprender la dimensión de las tareas a acometer para enfrentarlo. Uno de las causas de este vacío se debe a la precaria vinculación analítica entre revoluciones industriales y políticas universitarias. Por eso, el esfuerzo para encontrar las claves interpretativas que contribuyan a salir del marasmo del intelecto, no puede ser confundido con desesperanza, todo lo contrario, es un triunfo de la voluntad consciente, un tributo a la utopía de otra universidad posible desde la fuerza de la deconstrucción de la dominación.

  • 3. Enfoque disciplinar: la nostalgia por lo que fue exitoso (primera y segunda revolución industrial)

Para el capitalismo industrial de las dos primeras revoluciones industriales, el conocimiento adquiere características de elemento dinamizador de las ganancias, especialmente cuando se relaciona con la innovación tecnológica a ser usada en la optimización de los tiempos y resultados de producción de mercancías, así como la extracción de plusvalor. En ese sentido, el capital procura la mejora, no la irrupción de un nuevo modelo productivo, y esta “optimización” fue vista en sus inicios, como un proceso que iba desde “las partes hacia el todo”. Los cambios bruscos convocaban a la prudencia, los progresivos se iban evaluando en su desempeño para evitar quiebres en las cadenas productivas.

En el marco de las dos primeras revoluciones industriales, cuando ocurrían “saltos” inusitados en el ritmo de la creatividad, esto demandaba la elaboración de prototipos y ensayos limitados, para que su implementación y efectos se pudieran escalar, a partir de la demostración de su eficacia en la mejoran de la producción. Solo entonces la innovación se podía generalizar. En consecuencia, era más confiable la mejora progresiva de las partes, para prevenir posibles daños en el todo.

La especialización disciplinar se convierte en el paradigma preferido del capital en el periodo de las dos primeras revoluciones industriales. La necesidad de incentivar la innovación y transferencia de la misma al modo de producción, puede ser explicada inicialmente por la cercanía con la ruptura del modelo feudal de acumulación, más tarde por la aspiración incesante de ampliar los márgenes de ganancia.

La especialización implica una visión maquinal de la innovación, en la cual hay que ver el objeto de estudio como un artefacto, al cual aproximarse delimitando un área de trabajo específica, en procura de mejorar la totalidad de su funcionamiento. En ese sentido, la división de campos de conocimiento como disciplinas resultó de especial utilidad.

Un tornillo rediseñado, elaborado con un material más liviano, pero doblemente resistente, podría prevenir los desajustes de la máquina. La tarea, como ejemplo, se le encarga por separado a disciplinas distintas para construirle viabilidad y confiabilidad a la mejora, disminuyendo el error de implementación a su mínima expresión, aunque el error experimental fuera inevitable. Para la localización de los nuevos materiales y sus procesos de extracción se comisiona a la geología, su combinación y aleaciones a la ingeniería química, la calidad requerida de los materiales a la ingeniería industrial, el rediseño de la máquina para el nuevo acople a la mecánica especializada, el ajuste de los procesos humanos de producción de mercancías a las ciencias del desarrollo organizacional y la sociología del trabajo. Se trataba a su vez del control de las partes fragmentadas, la compartimentación del ensamblaje de las mismas.

Cada disciplina fue construyendo su sello de identidad“corporativa” expresado en paradigmas teóricos, métodos, lenguajes y criterios de validación propios, que permitían además la acumulación sistemática y coherente de conocimientos.

Esta lógica también se extendió a la estructura social, con una epistemología maquinal de lo humano y las relaciones societales, profundizando el humanocentrismo que subordinaba la vida animal y la naturaleza, a la mejora de la maquinaria colectiva dividida en clases sociales.

Para conjurar el riesgo de crear una “torre de babel” en el campo de la innovación, se le construyó hegemonía académica a la normalización de un método de comunicación unificado para los procesos de investigación, experimentación y presentación de resultados, que es lo que hoy conocemos como método científico. Esto garantizaba la interoperabilidad de las innovaciones y la construcción de interfases entre las disciplinas.

Todo el mundo sabe hoy, que no se construye conocimiento siguiendo una receta mecánica, sino que la creatividad es un proceso caótico invadido por el error, en el cual el acierto es el nuevo incluido, dinámica a la que se le procura justificación teórica y procedimental, estableciendo protocolos para replicar los logros, aunque todo ello sea presentado a la inversa, como si la teoría conociera por anticipado los resultados de la experimentación o el análisis prospectivo a los hechos concretos de una coyuntura social específica.  Todo se invirtió, pero no era de buenos modales académicos alzar la voz al respecto. El método científico es más una ruta para la comunicación de resultados que para la creación disruptiva.

Además, en las dos primeras revoluciones los ciclos de innovación tenían particularidades que favorecían el enfoque disciplinar. La teoría de las ondas largas de la innovación (kondratieff, 1984) plantea una duración de 60-65 años del ciclo de cada una de las dos revoluciones industriales. Dentro de ellas, Carlota Pérez (2003) distingue el ciclo especulativo o de instalación de la innovación (20-30 años), y la fase de despliegue o estabilización (20-30 años), mientras que Joseph Schumpeter (1939) adiciona la idea de destrucción creativa que se refiere al periodo de obsolescencia y renovación tecnológica, que puede variar en cada caso. La tendencia en las dos primeras revoluciones industriales fue a la introducción progresiva de la innovación sustantiva que aparecía cada 15-20 años.

En ese sentido, el conocimiento que se aprendía en la universidad, podía ser usado por largos periodos en la sociedad y los sitios de trabajo, cuyo manejo prestigiaba, al gozar de permanencia y estabilidad en ciclos de 20 años cuando menos. Lo que aprendía un biólogo, físico, químico o profesor universitario, le resultaba útil por un periodo largo de tiempo, sin que ello perdiera el barniz de innovación y conocimiento de punta. Estos ritmos de permanencia se expresaron en protocolos y procesos institucionales.

Eso facilitó la adopción del diseño organizacional (estructura, funcionamiento, evaluación institucional) que hoy consideramos como propio e inamovible de las universidades, cuando en realidad existía una mayor variabilidad al respecto, antes del surgimiento del capitalismo industrial.  Las universidades naturalizaron el modelo de organización por facultades, escuelas, departamentos, centros de investigación, observatorios y líneas de investigación que favorecían el enfoque disciplinar de trabajo, construyendo una idea de tradición universitaria -haciendo analogía con las ideas de Hobsbawn,1983- que en realidad era un invento, para institucionalizar el paradigma disciplinar.

Este enfoque organizacional cuando había resultado útil en experiencias previas a la hegemonía alcanzada en el capitalismo de las dos primeras revoluciones industriales, se debía a que ocurría en universidades relativamente pequeñas, si consideramos los estándares actuales de número de estudiantes y profesores por IES. La masificación de las universidades y la matrícula universitaria, ocurrida en el marco del periodo liberal del capitalismo de las dos primeras revoluciones industriales, terminó calcificando el paradigma disciplinar como estructurante de la gestión institucional, haciendo impensable un modelo organizacional universitario distinto al de facultades, escuelas, departamentos, centros, observatorios y líneas de investigación. El adagio popular dice “si quieres crear un problema funda un departamento”.

En síntesis, las dos primeras revoluciones industriales, en el capitalismo tardío (Mandel,2023) y el desarrollo desigual y combinado (Novack,1965) de su implementación, no solo construyó hegemonía académica para el paradigma disciplinar en la construcción de conocimiento e innovación, sino que posibilitó la estructuración de un desarrollo organizacional universitario que hiciera posible su expansión en todas las esferas de las Instituciones de Educación Superior (IES). Esta estructura funcional se convertiría paradójicamente en el mayor obstáculo para poder cumplir con las demandas del capital, de renovación del paradigma de construcción de conocimiento en la tercera revolución industrial.

  • 4. Lo transdisciplinario: ¿mentirle al espejo? (tercera revolución industrial)

La llegada de la tercera revolución industrial (1961) complejizó el asunto, por cinco razones básicas. Primero, la incorporación de la programación virtual y la robótica a la producción industrial, hecho que implicaba una ampliación del paradigma mecánico newtoniano propio de las dos primeras revoluciones industriales; ello comportaba tensionar los límites de las viejas disciplinas e hibridar campos que habían permanecido estancos. La fusión entre robótica, programación, ingeniería de procesos, dinámicas de innovación y reordenamiento del know-how para la generación de mercancías exigía procesos cada vez más complejos de integración disciplinar. Por ejemplo, un video juego (mercancía) demanda el trabajo integrado de la psicología, programación, diseño gráfico, antropología, cálculo, ciencia de los algoritmos, legislación, administración, neurociencia, entre otros campos, no solo en su producción sino para impulsar las innovaciones que sustentan la acumulación de capital (ganancias).

Segundo, los ciclos de innovación al interior de cada revolución industrial comenzaron a acortar los tiempos de la espiral creativa, pasando de 20 a 15-10 años, luego a 6, y ahora se habla en muchos campos del conocimiento de giros de 1 a 3 años. La generación que hemos laborado los últimos cincuenta años en las universidades, hemos conocido la aceleración de la innovación de manera singular. Por ejemplo, en la presencia cada vez más efímera de algunos artefactos y su rápida obsolescencia: de las computadoras de escritorio con discos de memoria externos, con capacidad limitada, se pasó rápidamente de los disquetes de 8 pulgadas con capacidad de 80 KB (1971), a los de 5-1/2 con capacidad entre 110 KB y 1.2 MB (1976), hasta llegar a las memorias portátiles de varios TB y el almacenamiento en la nube, saltando del celular fijo al móvil analógico, y de éste al celular digital, los primeros dispositivos con mensajería de texto, las redes sociales hasta la Inteligencia Artificial generativa en dispositivos como Alexa.

Tercero, los modelos de gestión empresarial, implementados en las dos primeras revoluciones industriales (Taylorismo-Fayolismo, Fordismo) resultaban obsoletos para incorporar de manera expedita los productos de la inusitada aceleración de la innovación en la mejora continua de la producción de mercancías. Los modelos posfordistas comenzaron a expresar la pérdida de interés por las titulaciones y los enfoques disciplinares, porque las novedades en la tercera revolución industrial eran en buena medida el resultado de la integración de múltiples campos de estudio y para su implementación resultaban insuficientes las simples experticias disciplinares. Surge la necesidad de gestión transdiciplinaria del conocimiento, como se manifestó en la Conferencia Internacional sobre Crisis Mundial de la Educación (1967), donde el capitalismo hace pública y notoria la demanda de otra forma de construir saber, que trascienda los protocolos disciplinares.

La presión sobre la academia comenzó a hacerse cada vez más evidente, como lo demostró el Informe Faure (1973) generado por UNESCO, especialmente en su capítulo 2, dando inicio al drama cognitivo colectivo de los académicos, quienes deberían superar el enfoque disciplinar para la gestión de los procesos de generación de conocimiento e innovación; el problema era ahora ¿cómo hacerlo?  Las décadas de los setenta y ochenta marcaron la búsqueda de formas, maneras, caminos para lograrlo, pero todas las iniciativas reformadoras chocaban con las estructuras institucionales formalizadas para la gestión de la enseñanza y el aprendizaje. La UNESCO promovió el llamado pensamiento complejo (Morín,1990) para intentar destrancar el juego, pero cambiar la arquitectura funcional que hacía posible generar y reproducir conocimiento universitario disciplinar, implicaba afectar relaciones de poder internas y externas. La solución “salomónica” fue dejar el edificio organizacional prácticamente intacto -en algunos casos con cambio de denominaciones o adición de otras instancias- y asumir la transdisciplinariedad como “eje transversal” para la producción de conocimiento; denominación bonita, pero con serios problemas para su operabilidad concreta en la lógica que demandaba el modo de producción capitalista de la tercera revolución industrial. Muchos de los intelectuales progresistas y antisistema se entregaron a esta solución mágica, que terminó siendo una capitulación del pensamiento crítico, sin efectos prácticos posibles.

Paradójicamente, la izquierda educativa que propugnaba la superación de la perspectiva disciplinar, terminó prisionera del paradigma funcional universitario que le impedía construir una propuesta alternativa antisistema; las soluciones no procuraban escapar del influjo del modelo de facultades y escuelas disciplinares.

El neoliberalismo de los ochenta y noventa encontró una solución práctica para el atasco, privatizar la investigación universitaria y extraer una parte importante de los laboratorios y centros de investigación del ámbito universitario, pasándolos ahora a la tutela y financiamiento empresarial.  Más que la formación profesional, lo que le interesaba al capitalismo neoliberal era la aceleración de la innovación, el control de su transferencia y su implementación de la manera más eficiente bajo enfoques que trascendieran la disciplinariedad. Todo pareciera indicar, que en términos empíricos el capital desarrolló formas pragmáticas inter y multidisciplinarias para mantener la aceleración de la innovación y su transferencia a los circuitos de acumulación de ganancias.

Cuarto, la externalización de la innovación universitaria. En el proceso de intentar impulsar la transición del paradigma disciplinar al transdisciplinario, el capitalismo pareciera haber perdido la esperanza en la capacidad auto reformadora de la universidad. Aunque la mayoría de universidades iniciaron en los setenta y ochenta del siglo XX un proceso de actualización de su visión y misión, contemplando la transdisciplinariedad como paradigma emergente, la realidad fue que la distancia entre el decir y el hacer fue -y es- descomunal. No se puede pretender surcar los cielos con las “plumas y cera de abeja de Ícaro”, se requiere una infraestructura adecuada para ello, y el modelo organizacional universitario hegemonizado en las dos primeras revoluciones industriales (facultades, escuelas, departamentos, etc.) le imposibilitaba a la universidad escapar de la isla disciplinar de “Creta”. Mientras el “sol” de la aceleración de la innovación derretía las alas de Ícaro, haciendo evidente la falsación del cambio de paradigma, el “minotauro” capitalista optó por impulsar la externalización de las dinámicas que requería, dejando a la academia prisionera de la tentativa de Dédalo.  Esto ha hecho, por ejemplo, que la mayoría de avances en el área tecnológica y otros campos ocurran fuera de la universidad, lo que debería encender todas las alarmas académicas; por suerte no se trata de tierra arrasada, porque la universidad mantiene su capacidad de inventiva, lo que hay que recuperar es su potencia expansiva y contrahegemónica.

Quinto, las empresas del área tecnológica, que se convirtieron incluso en el gran boom de acumulación en la era de la financiarización de la economía, construyeron una nueva cultura para la creación y gestión de la innovación a partir de dinámicas inter, multi y transdisciplinarias. Más que la titulación, comenzaron a primar las habilidades y competencias para trabajar en equipos inter/multi/trans disciplinarios que construían dinámicas pragmáticas que potenciaban la generación de conocimiento que contribuyera a la aceleración de la innovación. Cuando había que fortalecer las capacidades de actuación bastaba la formación adelantada en espacios empresariales, lejos del ruido y los tumultos académicos. Por supuesto, que en todos los equipos había profesionales titulados, pero la preminencia de este criterio para la selección, comenzó a parecer sobrestimado. De la explosión del gerencialismo posfordista de los setenta, ochenta y noventa se pasó al declive de los gerentes como tribu especializada en la conducción, surgiendo una etapa en la cual los creadores y propietarios, no solo de las start-up sino de las grandes corporaciones, pasaron a ser sus propios gerentes. La tendencia fue que los CEOs-propietarios ahora lideraran los equipos creativos.

Desde el mundo empresarial la universidad adquirió una nueva centralidad en la reproducción del sistema, la difusión de novedades para la orientación del consumo (ganancia + renta), mediante las dinámicas inherentes a la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, movilidad académica y reconocimiento de estudios). Este giro facilitaría la adopción de lo que hoy se promociona como la gran novedad para las instituciones de educación superior: las micro credenciales o la micro acreditación.

Al no lograr romper la universidad con el peso de la tradición inventada del paradigma disciplinar, se inicia un peligroso periodo de inestabilidad estructural de todo su aparato institucional. Incluso la Universidad Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín, tan promocionada como génesis de nuevos arquetipos funcionales no logro trascender ni convertirse en un prototipo de la nueva universidad por surgir. En ese largo periodo de vaciamiento de la potencialidad reformadora universitaria (1961-2011), se evidencia una nueva vuelta de tuerca en las revoluciones industriales. La llegada de la cuarta revolución industrial encuentra a la universidad con saldo deudor (paradigma transdisciplinario) y ahora se le demanda un nuevo viraje paradigmático.

  • 5. La convergencia heurística: ¿si no hablamos de ello no ocurrirá? (transición a la Cuarta revolución industrial)

En el 2011 se anunció en Hanover Alemania el pronto desembarco de la cuarta revolución industrial (Schwab, 2016). El horizonte de cambio previsto contemplaba unos veinte años, es decir su pleno despliegue está previsto alrededor de 2030. No se trataba de un simple giro concéntrico, sino que ahora la espiral se distanciaba de la transdisciplinariedad para exigir nuevas formas de convergencia entre campos del conocimiento. Sus voceros -cuarta revolución industrial- hablaban de nuevas formas de pensamiento y generación de conocimiento requerido, pero no terminaban -ni lo hacen aún- de darle forma conceptual a ese requerimiento, comunicando solo sus expresiones operativas.

La academia, de manera temeraria pareciera haber dejado vacío e inerte el terreno de esta convocatoria a pensar un nuevo paradigma de conocimiento. Es como una pulsión colectiva de fuga, que pareciera expresar el síndrome cognitivo que, si no se habla de ello, el evento no ocurrirá. Como en el amor y la política -en este caso educativa- no existe espacio vacío y este suele ser llenado por otros actores, ideas y deseos. Son las bancas de desarrollo, el multilateralismo, las corporaciones tecnológicas y los consultores corporativos quienes comienzan a rasgar el velo de lo emergente. En ese sentido, invitamos a salir de la inercia y retomar la iniciativa.

Convergencia heurística

A partir del estudio de las demandas epistemológicas emergentes que acompañan a la cuarta revolución industrial, especialmente en lo relacionado a las dinámicas de aprendizaje en contextos de creciente aceleración de la innovación, hemos hecho una aproximación conceptual, en lo que hemos denominado como la convergencia heurística, paradigma emergente para la construcción de conocimiento en la transición a la cuarta revolución industrial.

Si bien, la convergencia heurística no es un término normalizado, estandarizado ni incorporado aún al tesauro educativo, nos sirve para intentar expresar la demanda creciente de trascender los límites de la transdisciplinariedad. La convergencia heurística tiene dos componentes base, el primero la convergencia que no es sumatoria sino integración y complementariedad según sea el caso; el segundo, la heurística entendida como estrategia de descubrimiento y construcción de sentido.

En consecuencia, la convergencia heurística puede interpretarse como un concepto emergente, asociado a la integración de diversas heurísticas -métodos o estrategias basadas en la experiencia o el razonamiento práctico- con el propósito de alcanzar una solución mucho más precisa, eficiente, robusta, ante problemas complejos derivados de la aceleración de la innovación. Aparece como un nuevo paradigma cognitivo, pedagógico y epistémico, que trasciende integrando, la disciplinariedad, multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad, para responder a las demandas de habilidades blandas, pensamiento crítico creativo y abordaje contingente de los problemas de la relación conocimiento-tecnología-producción.

La convergencia heurística conserva del paradigma disciplinarel rigor analítico y la profundidad metodológica, trascendiéndolo de su encierro epistemológico, su compartimentación del saber, conservando la coexistencia entre múltiples saberes propios de la multidisciplinariedad, expandiéndose más allá de sus límites al posibilitar el diálogo real entre saberes, manteniendo la articulación entre disciplinas propias de la interdisciplinariedad, superando la dependencia respecto a los marcos académicos formales; finalmente, está llamada a convocar y contener los saberes extra académicos que comportan la transdisciplinariedad.

El fundamento heurístico de la convergencia paradigmática, está lejos de entenderse como una fusión de partes, es más bien una integración dinámica y cambiante, que procura abordar la incertidumbre sin necesidad de certezas absolutas, facilita el establecimiento de múltiples entradas y puntos de contacto inter paradigmático, postula el aprendizaje desde el error, la experimentación, el diálogo y la intuición, favoreciendo procesos de pensamiento emergentes, propios de la activación del pensamiento lateral y divergente.

La convergencia heurística pareciera ser un camino para el desarrollo de las llamadas habilidades blandas, al facilitar pensamiento crítico (funcional, pragmático, consensual a partir del contraste de diversas perspectivas), creatividad (conexión inusual de ideas), comunicación efectiva(traducción y mediación entre lenguajes disciplinares y experenciales), colaboración (negociar significados y metas), resolución de problemas complejos (abordar situaciones reales desde enfoques múltiples), adaptabilidad (aprender en entornos no lineales y cambiantes) y empatía(integrar saberes comunitarios). Su abordaje desde una perspectiva emancipadora procura ser antídoto al instrumentalismo del productivismo economicista.

En Inteligencia Artificial Generativa (IAG) se habla de algoritmos heurísticos (algoritmos genéticos[2], búsqueda tabú[3] o recocido simulado[4]) y metaheurísticas híbridas, reglas heurísticas para la toma de decisiones, verdad común (múltiples perspectivas agrupadas en torno a un consenso).

La cuestión central no consiste en esperar la definición del capital, sino en procurar su propia elaboración desde el campo alternativo, trascendiendo el carácter defensivo y reactivo. Estamos ante la inminente apertura de una nueva grieta paradigmática, que es urgente aprovechar. No podemos repetir la experiencia del pasado, donde no usamos la oportunidad para avanzar en el terreno de lo empírico, conceptual, operacional y la arquitectura organizacional. Tenemos un breve espacio para ello, pues la cuarta revolución industrial tiene formato de fábricas 4.0 y estas aún no han encendido el interruptor que marcará su inicio pleno. En la transición acelerada entre la tercera y cuarta revolución industrial, estamos obligados a pensar lo alternativo en clave de los de abajo.

Hablar del inicio de una quinta o sexta revolución industrial como si fuera un proceso que se está construyendo objetivamente en este momento, es una mirada tecnologicista y desconectada de la relación entre innovación y modo de producción (mercancías, ganancias, gobernabilidad, reproducción). La producción inmaterial aún es marginal, sus cadenas productivas aún estás estrechamente asociadas a la materialidad de la producción y los mecanismos para la generación de plusvalor adicional son en la mayoría de casos experimentales o inestables. Lo que asedia en el presente a la universidad es el inminente desembarco de la cuarta revolución industrial en la producción programada de mercancías y ganancias a escala global[5].

Lo abstracto y lo concreto

Hay demasiado ruido en el salón, lo cual dificulta identificar con nitidez los distintos tonos de muchos de los discursos que están apareciendo. Uno de los debates más interesantes es el que están librando sobre tecnofeudalismo como crítica de la economía digital, Cédric Duran (2025) y Evnegy Morozov (2025). Básicamente Durand plantea que la economía digital es una regresión al modo de acumulación previo al capitalismo, en el cual las ganancias de las grandes corporaciones tecnológicas está signada fundamentalmente por la extracción de la renta de los usuarios conectados y las pequeñas empresas del campo virtual, mientras que Morozov señala que las corporaciones digitales operan en la lógica del mercado capitalista, invirtiendo en innovación, compitiendo por mercados y obtenidos ganancias (no solo renta); Durand considera que los dueños de corporaciones actúan con la lógica terrateniente, copando territorios, y en vez de fomentar la innovación priorizan el control de datos y plataformas, generando una economía basada en la dependencia, mientras que Morozov responde que las empresas tecnológicas son actores capitalistas clásicos, como una evolución del capitalismo hacia la hiper concentración y financiarización, que tiene a la innovación como uno de sus componentes centrales, y no estamos ante una vuelta al pasado.

Este debate no es ajeno a las políticas universitarias en la transición a la cuarta revolución industrial. En la lógica de Morozov, para mantener el ritmo de la innovación, el capitalismo digital requiere crecientes volúmenes de inversión que están sobrepasando incluso la capacidad de la especulación financiera, razón por la cuál vuelve su mirada sobre los fondos públicos, especialmente los destinados al sector de educación. La virtualidad, los modelos híbridos de enseñanza y el metaverso se constituyen en mecanismos de captura de fondos públicos mediante la venta especulativa (valor inflado, ganancia especulativa) de servicios digitales-virtuales; esta voracidad por la captura de recursos para la inversión en innovación está creando un horizonte de riesgo para la educación presencial universitaria, la estabilidad docente y la vuelta al paradigma de instrucción (en este caso remota).

Desde nuestro punto de vista Morozov acierta al definir que los dueños de corporaciones no quieren tener ninguna relación de vasallaje que le signifique dependencia, sino que apuestan por la más feroz competitividad en la esfera social, a partir de lo cual ellos puedan poner en marcha la maquinaria de absorción de ganancia con parámetros que incluyen renta (datos).

En cualquiera de los casos, que tengan razón Durand o Morozov, lo que se deriva de la lectura de sus planteamientos es que se aproxima un tsunami sobre las instituciones que expresan las ideas liberales, progresistas y socialistas de progresividad de derechos, entre ellas las universidades y, desde mi punto de vista, la presencialidad es un obstáculo para los fines iliberales. Por ello, los modelos híbridos, tal y como se están estructurando de manera creciente en la cotidianidad universitaria, son una peligrosa concesión al capitalismo digital que coloca en riesgo la universidad que conocemos. Lo abstracto se muestra en lo concreto, los debates sobre la naturaleza actual del capitalismo en la superestructura tienen correlato en la estructura.

Este no es una abstracción academicista, que esté a la espera de la voluntad de cambio de la universidad. Todo lo contrario, se han puesto en marcha un conjunto de iniciativas cuya epistemología podría resumirse en la frase “la universidad se transforma de manera rápida o va a desaparecer por obsolescencia social”. Veamos algunas de estas propuestas que intentan hacer transferencia del plano económico-político al académico, las cuales se desarrollan en el plano superestructural, estructural y concreto: crisis universitaria, paradigma STEM y STEM+A, llamados a la reducción de las titulaciones, microcredenciales, Inteligencia Artificial Generativa para la superación de los estilos de pensamiento rutinarios, formación desde las empresas, giro de 180 grados en el desarrollo organizacional, desmantelamiento de los modelos fordistas de seguridad social. .

Lo estable y lo cambiante: la tecnología se innova día a día

Eric Sadín (2022) explica de manera lúcida el impacto de la aceleración de la innovación en su giro conminatorio de la técnica. Desde la pasión perturbadora de los humanos por crear dobles de sí mismos (IAG), pasando por la idea de tecnologías de la perfección, hasta aterrizar en las interfases ergonómicas (tecnología como prótesis humana) y llegar a externalizar el régimen de la verdad, todo procura integrar aceleración de la innovación con ganancia. Estaríamos entonces, entrando a una especie de psicoesfera (Berardi, 2022) de la época viral (lo digital transforma el entorno psíquico colectivo).

Esta transformación está diluyendo percepciones institucionales y culturales, proceso que ocurre de forma más nítida en las nuevas generaciones. La adaptación del mundo universitario al sistema, el acople perfecto a la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, esquemas neoliberales de movilidad académica y protocolos de reconocimiento de títulos) está haciendo que lo académico pierda toda referencia épica ante los jóvenes, y se convierta exclusivamente en espacio de formación. Esta claudicación del mundo universitario respecto a la utopía, paradójicamente rompe los vínculos de afectividad con las nuevas generaciones -rebeldía encapsulada- y vacía la presencialidad como dimensión necesaria para hacer posibles los sueños intergeneracionales de cambio. Si la universidad es solo para formarse, entonces se pueden buscar otras alternativas como la virtualidad, piensan muchos jóvenes. Es decir, la universidad, producto del impacto de la cultura digital en el marco de la aceleración de la innovación está siendo asediada de manera liquidacionista por el corporativismo tecnológico y sectores de la población, que otrora le consideraban algo singular.  Por increíble que parezca, la lógica del mercado y las ganancias está empujando la universidad a la virtualidad con todas las consecuencias que ello trae.

Crisis de lo universitario para proveer, prever y actualizarse

El Informe Faure (1972/1973) fue la continuación discursiva de los debates de la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación Superior (1967). Al definir la problemática por la que atravesaban los sistemas escolares y universitarios, el informe Aprender a ser: el mundo de la educación hoy (1972) señala que han perdido su capacidad de anticipar el futuro, facilitar la información que requiere el presente en el marco de la aceleración de la innovación y tienen dificultades para socializar en tiempo prudencialmente rápido el conocimiento de punta.

Esta síntesis del Informe Faure, revisada cincuenta años después, expresa de manera contundente la lógica del capital sobre la noción de crisis educativa. Los informes “La Educación encierra un tesoro” (1996) de Delors, “Replantear la educación: ¿hacia un bien común mundial?” (2015), “Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo pacto social por la educación” (2022) expresan intentos por actualizar los elementos de la falta de sincronía en la esfera de la innovación, de la educación con el modo de producción capitalista.

Eso ha hecho, que no solo las empresas, sino incluso gobiernos poderosos como el de los Estados Unidos, hayan entrado en conflicto abierto con la UNESCO. La “razón política” de la administración Trump de retirarse del organismo multilateral (2025), es justificada con el argumento que no está en el interés nacional, especialmente porque su foco discurre en aspectos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero en realidad tiene que ver con los tiempos que requiere el multilateralismo para diseminar orientaciones estratégicas del centro capitalista, algo que ocurre más a los ritmos y velocidades de las dos primeras revoluciones industriales que a los que impone el presente de la financiarización globalizadora y el reposicionamiento imperial gringo. Esto se complementa con sus políticas sobre el sector universitario local, lo que refiere a una política estructural orientada a repensar el rol de la formación profesional en la economía.  Este “cisma” debería ser una campanada de alerta, superando la lectura superficial que lo presenta como tremendismos trumpianos.

Síntesis paradigmática: STEM – STEM+A

El paradigma STEM se fue construyendo en los Estados Unidos, en el marco de la disputa de la guerra fría, especialmente en la década de los sesenta cuando se hace evidente el impacto de la tercera revolución industrial en el modo de producción capitalista. Pero sería en la década de 1990 del siglo XX, cuando la National Science Foundation (NSF) acuña el acrónimo STEM como nuevo paradigma formativo, que procura focalizar el trabajo de los sistemas escolares y las IES en la potenciación de la aceleración y diseminación de la innovación científico tecnológica, asociada a la generación de plusvalor y ganancias. Luego vendría el STEM+A que incorpora las artes (diseño) como complemento.

El STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) como prioridades educativas, resume las nuevas demandas del capital en materia económica y tecnológica (informática, inteligencia artificial, biotecnología, entre otras), las crecientes competitividades internacionales(EEUU, China, Sudeste Asiático, Unión Europea),así como las brechas de habilidades para el empleo (especialmente en áreas técnicas), el emerger del paradigma transdisciplinar como requerimiento para la producción de conocimiento y tecnología que muta progresivamente a la convergencia heurística (integrando ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), el reposicionamiento del pensamiento crítico (orientado a la aplicabilidad) y los enfoques pragmáticos en la relación con las ciencias sociales(interoperabilidad, gobernabilidad, reingeniería social).

Al impular la formación en las llamadas habilidades del siglo XXI, la promoción de la innovación tecnológica, el rediseño de la formación laboral, la renovación del interés por la ciencia “útil” para el modo de producción y el fomento de nuevas relaciones sociales a partir de la introducción de los temas de inclusión, ello tiene una expresión concreta en las políticas para el sector universitario. Inicialmente esto se expresó en las reformas curriculares (90s y siglo XXI), el financiamiento de agendas de investigación centradas en el STEM (especialmente a través de los órganos nacionales de Ciencia), potenciando la internacionalización de las instituciones de educación superior (mediante la bibliometría, acreditación, rankings, nuevos modelos de movilidad académica y reconocimiento de estudios) pero luego ha ido tomando forma con los mecanismosexternalizados de micro aprendizaje y micro acreditación. Todo esto potenciado con el renovado ímpetu del espíritu competitivo intra e interinstitucional que fue alineando las políticas universitarias a escala global.

El STEM se mide con indicadores de calidad, impacto, pertinencia, innovación y eficiencia, empalmando con las orientaciones de la cultura evaluativa neoliberal.

Obsolescencia de las titulaciones: ¿escenarios de reducción de número de profesiones?

El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) viene insistiendo en sus Future of Jobs Report sobre la obsolescencia de las titulaciones (proyecta que el 39% de las habilidades actuales quedaran obsoletas para 2030), la necesidad de reforzar el enfoque de competencias en permanente actualización, ir más allá de la transdisciplinariedad como paradigma para el aprendizaje, la producción de conocimiento y la generación de tecnología, así como un nuevo modelo de colaboración público-privado (currículos asociados a requerimientos del mercado, racionalización de las titulaciones ofrecidas).

En el caso de las competencias el WEF postula que se sustituyan los títulos específicos por sistemas de formación fundamentados en las micro credenciales, la recapacitación (reskilling) y la mejora de habilidades (upskilling), procurando la adaptación continua de la fuerza laboral, sin que tenga que pasar por largos procesos de titulación, que además implican importantes erogaciones de presupuesto público.

Esto implica una crítica frontal a tres aspectos: a) el modelo disciplinar que no ha logrado ser cambiado en casi sesenta años (1967-2025) de intentos desde el sistema, b) los problemas derivados de estructuras funcionales petrificadas para la formación profesional (facultades, escuelas, departamentos), c) la lentitud con la cual las universidades incorporar paradigmas nuevos, algo que pretende ser ocultado con la circulación de información novedosa. El capital promueve un modelo ecléctico profesional, algo que resulta muy difícil de lograr con los actuales paradigmas formativos del mundo universitario.

La pregunta es ¿este espíritu conservador de la universidad contribuye a la transformación social?  La respuesta tiene que ser ambigua, porque si bien lo que ocurre es una forma de resistencia a la hegemonía del economicismo empresarial en las IES, proceso en el cual los hijos de la clase trabajadora y sectores populares aún tienen la posibilidad de asistir a la universidad pública, también es cierto que ese mismo espíritu conservador cada vez contribuye de manera más precaria a los proyectos emancipatorios.

Modelo de movilidad académica y estudiantil

La internacionalización universitaria como constante en la historia de Latinoamérica y el Caribe (Bonilla-Molina; Goes y otros; 2025), ha contado con la movilidad académica y estudiantil como una dinámica que le ha sido propia. Sin embargo, al llegar la globalización neoliberal este proceso se reconfigura y amplia, entre otras razones debido a:

  1. La necesidad que tiene el capitalismo de desterritorializar la formación profesional, en un contexto de aceleración inusitada de la innovación, para intentar trascender el proceso de atasco catastrófico entre las necesidades del modo de producción en general y la formación para la innovación que discurre en las universidades, las ideas de cambio que proponía el sistema y la solidificación de las estructuras organizacionales convocadas a hacerlo, la urgencia de los requerimientos empresariales y la lentitud de los cambios institucionales. Los flujos externos, podrían ser un catalizador de la flexibilización institucional;
  2. El escalamiento de la movilidad académica, sin precedentes de fomento institucional activo respecto a periodos anteriores, apuntaba -y lo sigue haciendo- a procurar una formación menos disciplinar, mucho más multi e interdisciplinaria, que posibilitara pensar y construir nuevos protocolos que abrieran paso a desarrollos organizacionales post disciplinares. La movilidad académica se asume como catalizador de la interdisciplinariedad en la transición a la convergencia heurística;
  3. Romper con el paradigma disciplinar no era solo un cambio de método, sino una ruptura epistémica, algo que podía ser facilitado y hacerse permeable mediante los encuentros multiculturales. Además, la idea de esta mudanza paradigmática ocurría en la lógica centro periferia, inicialmente al interior de los Estados Unidos, la propia Unión Europea y, luego desde los países de ingreso alto como polos de atracción para los estudiantes de naciones de ingresos medio y bajo;
  4. El enfoque de empleabilidad y competitividad que promueve el neoliberalismo a través de la cultura evaluativa institucional. Así, la movilidad académica se expresa e impacta a los restantes componentes de la medición y jerarquización que da identidad a la etapa de la internacionalización: acreditación, bibliometría, rankings y reconocimiento de estudios;
  5. Usando el desarrollo tecnológico, se amplia el impacto mediante la combinación de modelos de movilidad académica presencial, híbrida y virtual, en estos últimos casos fue posible escalar las experiencias a partir de la pandemia del COVID-19. Se diversifica y amplia la movilidad;
  6. Se instaura otro modelo de fragmentación y modularidad que procura abrirle paso a la convergencia heurística, algo que se expresaría luego en las micro credenciales y los micro aprendizajes, instrumentos normativos (Convenio de Lisboa -1997; Proceso de Bolonia -1999; Erasmus+ -2014- Recomendación del Consejo de la UE sobre micro credenciales -2022-; Europass y EUDIW), instrumentos evaluativos (Estándares y directrices para la garantía de calidad -ESG 2015-; Evaluación basada en los resultados de aprendizaje; Rankings y Métricas; Verificación Digital -European Digital Identity Wallet – EUDIW);

En síntesis, el modelo de movilidad académica hegemónico en la actualidad, forma parte de las iniciativas para producir un quiebre paradigmático en la universidad, aunque la institución siga pensando que eso se inscribe en el prestigio histórico de la formación profesional.

Proceso de Bolonia

El llamado Proceso de Bolonia (1999) ha sido un esfuerzo por crear y fortalecer el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), como práctica a escalar a nivel planetario. Sus antecedentes fueron la Declaración de la Sorbona[6] (1998), el Programa Erasmus[7] (1987), el Sistema Europeo de Transferencia de Créditos -ECTS- (1989), las exigencias de la globalización neoliberal y la mundialización cultural capitalista.  En especial, la Declaración de la Sorbona sirvió de inspiración para la creación de los Estándares y Directrices para la Garantía de Calidad (ESCG), el Suplemento al Título universitario, la tendencia a la estandarización de los créditos por ciclos de formación profesional (pregrado, maestría, doctorado), y la micro acreditación.

El Proceso de Bolonia será muy importante para imponer el modelo de movilidad académica (docente, estudiantil y otros sectores) que se viene convirtiendo en central dentro de la cultura evaluativa neoliberal. Es a partir de Bolonia que la movilidad académica logra construir el performance y características que le permitan acoplarse con la acreditación universitaria, los rankings, la bibliometría y los estándares para el reconocimiento de estudios y títulos profesionales.

El mejoramiento de la empleabilidad es uno de los motivos centrales de este proceso, procurando alinear la educación superior a los requerimientos del mercado laboral.  El mayor desafío en este sentido es romper con la matriz disciplinar, algo que corre el riesgo de desdibujarse en la maraña procedimental.

En este sentido, el Proceso de Bolonia asume también el enfoque de mercado educativo, procurando captar la demanda de formación de los estudiantes de Asia, Estados Unidos y Latinoamérica. Esto implica convertir al EEES en un lugar atractivo para aprender y titularse en un contexto de aceleración de la innovación, las demandas de ruptura con la matriz disciplinar y la hegemonía del paradigma STEM. Por ello, el proceso de Bolonia va de la superestructura del sistema educativo a la estructura universitaria, construyendo consensos “por arriba” que se legitiman “por abajo” en la esfera operacional.  En ese sentido, la competitividad adquiere los contornos de las demandas empresariales y las herramientas de la cultura evaluativa neoliberal.

El alcance del Proceso de Bolonia involucra a más de 4.000 instituciones de educación superior, llegando a más de 38 millones de estudiantes de manera directa, pero marcando el horizonte de las reformas del sector a escala global, mediante el impulso de un sistema comparable de títulos, la adopción del Sistema Europeo de Transferencia y Acumulación de Créditos (ECTS), acuerdos de movilidad estudiantil que involucran cada vez a más instituciones de educación superior (IES) y  el reconocimiento de cualificaciones.

Su implementación ocurre mediante Conferencias Ministeriales (cada 2 a 3 años), herramientas comunes para el EEES (ECTS, Suplemento al Título, Marco de Cualificaciones QF-EHEA, Estándares de Calidad para Instituciones), Programas de financiación, especialmente para la movilidad académica y proyectos específicos como MICROBOL, CertiDigital y DC4EU. En la actualidad, el foco central de atención del Proceso de Bolonia lo constituyen la Digitalización y las micro credenciales, el fortalecimiento de las dinámicas asociadas y el apoyo a proyectos emergentes como el Plan Microcreds (que involucró a 41 universidades participando en 2024).

A partir de las crisis migratorias y las humanitarias por guerras, el Proceso de Bolonia ha desarrollado acuerdos e instrumentos normativos como la Comunicación de Tirana (2024), para favorecer la movilidad de personas con discapacidades o de entornos desfavorecidos, que ha implicado una nueva mirada sobre el tema de refugio, asociado a la captación de talento humano en situaciones de precariedad de trabajo y vida.

El Convenio de Lisboa (1997/1999) ha facilitado avanzar en procesos de reconocimiento de títulos y micro credenciales en el EEES. La salida del Reino Unido (Brexit) no ha significado hasta ahora una ruptura con el Proceso de Bolonia.

El Proceso de Bolonia no puede ser visto como un caso aislado o singular, sino como parte del rompecabezas sistémico para superar la brecha epistémica entre producción de conocimiento e innovación universitaria y modo de producción.

Micro aprendizajes, micro acreditación y micro credenciales

Las micro credenciales se han puesto de moda en los últimos años, pero la mirada fragmentada y super especializada, propia del paradigma disciplinar, limita las posibilidades de comprenderla en el marco de una estrategia integrada de reorientación de la formación profesional y laboral en la transición a la cuarta revolución industrial.

Las micro credenciales, micro acreditación y micro aprendizajes son las denominaciones que se han adoptado, normalizado y se procura estandarizar para los procesos de certificaciones digitales asociados a la validación de conocimientos, competencias formativas, habilidades adquiridas a través de experiencias delimitadas por su utilidad pragmática, que se realizan en el ámbito académico, empresarial o extra institucional.

Uno de los procesos más acabados en esta orientación es el Sistema Europeo de Transferencia de Créditos (ECTS), que se constituye a partir del reconocimiento de un determinado número de horas de trabajo[8], como crédito educativo. El ECTS creado en 1989 -en plena égida del neoliberalismo- ha sido parte del Programa Erasmus de la Unión Europea (UE) para fortalecer el modelo de movilidad estudiantil en esa región. El propósito construir mecanismos flexibles de reconocimiento formativo, debido a la rigidez y lentitud de algunos sistemas escolares y subsistemas universitarios para producir las transformaciones que requería el modo de producción en el marco de la aceleración de la innovación, propia de la tercera revolución industrial en el periodo 1971-2025.

El ECTS establece parámetros de medición, comparación y reconocimiento del trabajo académico inter y extra universitario. En el marco del Proceso de Bolonia (1999) evolucionaría a un sistema de acumulación y transferencia integrado, que sería la base para el impulso de la externalización radical de la formación profesional (2021). Los resultados de los procesos formativos bajo este esquema, que en promedio ponderan un crédito en 25-30 horas de trabajo, son medibles y alineados con los parámetros del Marco Europeo de Cualificaciones (EQF).

Todas las directrices del proceso están contenidas en la Guía ECTS[9], el Course Catalogue[10], Learning Agreement[11], Diploma Supplement[12] y el Transcript of Records[13]. Uno de los propósitos no declarados del sistema es ampliar la base disciplinar de la formación, abriéndose a modelos inter, multi, transdisciplinarios y de convergencia heurística, aspecto que tanto ha costado desarrollar en cada universidad, entre otros elementos por el peso de la falsa tradición académica, las relaciones de poder y la microfísica para la construcción de conocimiento heredada de las dos primeras revoluciones industriales.

Entre 2020-2022 se adelantó el proyecto de Micro-credentials linked to the Bologna Key Commitments (MICROBOL), con financiamiento de Erasmus+KA3 para mejorar la precisión de las herramientas del Proceso de Bolonia, a partir del cual se evaluó el sistema ECTS, los Marcos de Cualificaciones (QF-EHEA[14] y EQF) y los Mecanismos de Garantía de Calidad(ESG), concluyendo la necesidad de mayor flexibilización, especialmente para incluir aprendizajes no formales.

El ECTS tiene un gran alcance geográfico, especialmente en los 48 países que forman parte del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), así como otros de Asia, Turquía, Latinoamérica, entre otros, y organismos como UNESCO. Es aplicado a la formación profesional (pregrado), maestría y doctorados, así como programas completos y modulares de micro aprendizaje.  Desde 2025, CertiDigital[15] y DC4EU[16] facilitan certificaciones digitales de ECTS.

Como todo proceso en la lógica del capital que tiende a la homogenización internacional, la European University Association (EUA) y el Grupo[17] Crue[18]-RUEPEP[19] de España están avanzando en la normatividad para la estandarización de los procesos de micro acreditación, algo que facilitaría su expansión y consolidación en Latinoamérica (expansión neocolonial de centro a la periferia).

El Instituto para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) de la UNESCO se ha convertido en uno de los principales promotores de los micro aprendizajes y la micro acreditación, como parte de los énfasis de coyuntura del organismo multilateral.

En la perspectiva de la convergencia heurística para la construcción de conocimiento, la micro acreditación se alinea en la medida que:

  1. Rompe los esquemas de autonomía universitaria que partían del paradigma de cambio formulado desde adentro. Es decir, externalizan los procesos de toma de decisión, revestidos de aparente autonomía del sector universitario, cuando en realidad su lugar de enunciación es el campo de la economía, producción y generación de ganancias, en las dinámicas de transición de la tercera a la cuarta revolución industrial;
  2. Avanzan en la transferencia político-económica como transferencia educativa, legitimando la trasnacionalización del cambio educativo;
  3. Evitan la conflictividad institucional, al crear una cultura de la inevitabilidadde la alienación debido al peso de la innovación;
  4. Abren marcos institucionales distintos que orienten el aprendizaje y el reconocimiento de los mismos, superando las trabas burocráticas institucionales de los modelos organizacionales basados en facultades, escuelas, departamentos, propios del paradigma disciplinar para la construcción de conocimiento. Emerge una nueva institucionalidad supranacional que trasciende los organigramas instituidos, con marcos que permiten evolucionar a partir de la inter, multi y transdisciplinariedad;
  5. Posibilitan el ensamblaje de experiencias de aprendizaje que diluyen las barreras de los campos disciplinares, lo cual posibilita la reingeniería curricular desconcentrada, propia del paradigma de la convergencia heurística;

Sin embargo, el riesgo es que:

  1. Al ser quienes lo implementan, profesionales formados por el paradigma disciplinar, está dinámica termine estancando su propósito de trascenderlo;
  2. La externalización del lugar de enunciación de la micro acreditación facilita el giro hacia el modelo de empleabilidad empresarial y sus lógicas corporativas de financiamiento, lo cual hace que cada vez más se materialicen procesos de homogenización al paradigma STEM, pérdida creciente de real libertad y autonomía académica, parámetros de validación que tiendan al productivismo, competencia y jerarquización;
  3. El pensamiento crítico se reconfigure como elemento de funcionalidad, es decir para la operabilidad de la formación recibida;
  4. Al ser precaria o nula la participación de las organizaciones docentes de base, los sindicatos y gremios de trabajadores de la educación, las organizaciones estudiantes y el movimiento social pedagógico, en los procesos de construcción de propuestas -porque se les convoca en algunos casos a legitimarlas- esto puede terminar aumentando la distancia de la universidad con los requerimientos ciudadanos que exceden la empleabilidad;

Empleabilidad como apellido del derecho humano a la educación

En la tercera Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES,2022) se terminó de legitimar el complemento restrictivo para el derecho a la educación. El movimiento social pedagógico internacional había logrado posicionar el paradigma del derecho humano a la educación a lo largo de la vida, que comportaba la exigencia a los estados nacionales de garantizar el acceso oportuno a sistemas escolares y universitario. Esto implicaba, acceso a cualquier edad -aunque existieran modalidades para ello- independientemente del origen social, creencia religiosa o política, color de piel e incluso si era nacional, migrante o refugiado. La educación era desde estos principios una herramienta para la construcción de ciudadanía crítica en cualquier momento de la vida.

En la CMES 2022 se habló del derecho humano a la educación a lo largo de la vida para la empleabilidad, abriéndose peligrosamente a la razón económica. La expresión última de esta variante sería que se te garantiza el derecho a educarte siempre y cuando compruebes que lo aprendido te va a servir para acceder a un lugar de trabajo. Esta perspectiva es la que subyace en iniciativas como la que realiza Google y que ya comienzan a plantearse Meta y otras empresas. La forma como construye hegemonía este camino de espinas sin rosas, es la micro acreditación.

La forma como la racionalidad economicista toma cuerpo en el derecho a la educación tiene su expresión máxima en las exigencias del Contralor General de la República de Panamá (2025), al plantearle a la Universidad de Panamá (UP) revisar – ¿o excluir? – los casos de los estudiantes mayores de 30 años que cursan estudios en esta institución, porque ello -a juicio del contralor- constituyen despilfarro de recursos públicos o una muestra de uso ineficiente para la empleabilidad. Claro ello ocurre en el marco de un conflicto social generalizado, en el cuál los estudiantes universitarios tuvieron un protagonismo especial en la defensa de la soberanía y defensa de los regímenes solidarios de seguridad social.

A veces, los agregados limitan y no amplían derechos, eso lo deberíamos tener claro a la hora de las disputas desde una perspectiva de los excluidos, pobres y las clases subalternas. El derecho humano a la educación debe ser a lo largo de la vida para la ciudadanía integral crítica.

Formación para la empleabilidad en las propias empresas

Las dificultades para iniciar una transición sostenida del paradigma disciplinar al transdisciplinario, y ahora a la convergencia heurística, está haciendo que se multipliquen las iniciativas de formación corporativa de la fuerza laboral.

En el año 2008 se crea La Universidad de la Singularidad (SU, por sus siglas en inglés). No es una universidad formalmente establecida, porque asume una estructura funcional distinta a las IES clásicas, hecho que seguramente no le permitiría su acreditación formal. Tiene un diseño organizacional de centro de investigación que complementa con formación.

Creada por Ray Kurzweil -el gurú del transhumanismo y director de ingeniería de Google- y Peter Diamandis, su actividad central no está orientada al gran público sino a los decisores nacionales e internacionales. Parten de la premisa que uno de los problemas que impidió evolucionar del paradigma disciplinar al transdisciplinario, transformar el organigrama centrado en facultades y la cultura de compartimentación de saberes, se debió a la incapacidad que había tenido el liderazgo para comprender las dimensiones, alcance y sentido del cambio propuesto. Al evidenciar que el giro de la cuarta revolución industrial va a ser mucho más drástico, enfatizan en la formación de alto nivel. Sus estudiantes son candidatos a ministros, directores de departamentos, jefes de organizaciones políticas, tecno-políticos en general. En la actualidad su actividad abarca más de 70 países.

Los antecedentes que llevaron a justificar la creación de la Universidad de la Singularidad son el cambio tecnológico exponencial (tasas de aceleración que desafían los marcos universitarios), la necesidad de liderazgo adaptativo (brecha entre líderes lentos formados en paradigmas disciplinares versus pensamiento disruptivo, ágil y colaborativo), inspiración en la singularidad tecnológica (punto de transformación del concepto humano) y modelo Silicon Valley (emprendimiento innovación rápida, impacto global, ruptura de estructuras educativas rígidas).

En consecuencia, procuran educar e inspirar a líderes, emprendedores y organizaciones, abordar desafíos globales, fomentar ecosistemas colaborativos y sustituir los arquetipos disciplinares para la generación de innovación. En su visión del trabajo creativo, de enseñanza y aprendizaje, postulan una matriz transdisciplinaria y convergente, sistémicay heurística para la construcción de conocimiento asociado a la creación.

Es decir, Singularity University (SU) es un proyecto del capital para garantizar una adecuada, oportuna y eficiente gestión del cambio en general y universitario en particular. Esto se complementa con otras iniciativas de formación empresarial de la fuerza de trabajo de base.

El 17 de julio de 2025 la revista Forbes publicó un trabajo de Jason Wingard sobre la promesa de Google de crear una fuerza laboral de educación superior. En este artículo señala que “las grandes tecnológicas no están esperando a la educación superior: la están remplazando”. Solo dos días antes Google había anunciado la iniciativa en el marco de la Cumbre de Energía e Innovación de Pensilvania, con el lema “AI Works for América”, la cual tiene previsto desarrollarse en los cincuenta estados de la unión.  El autor se pregunta ¿qué sucede cuando empresas como Google dejan de publicar anuncios de empleo y comienzan a construir su propia fuerza laboral desde cero?

Unos años atrás, el Ex – CEO de Google Eric Schmidt publicaba su libro “Cómo trabaja Google” (2015), en el cual destaca como puntos claves la cultura de la innovación, la contratación estratégica de talento excepcional(habilidades técnicas, creatividad y alineación cultural con la empresa), toma de decisiones basadas en datos, estructura organizativa flexible, visión a largo plazo, para lo cual han establecido una gestión colegiada mediante un triunvirato conformado por los fundadores de Google Sergey Brin, Larry Page y el propio Eric Schmidt. En su libro destaca, las dificultades crecientes que tenía la empresa para ubicar profesionales con capacidad adaptativa, creativa y que acompañara la evolución interna. La clave para Schmidt es la cultura de la innovación, algo que cada vez ve más distante en la formación universitaria clásica y se vincula a lo que hemos denominado como convergencia heurística.

Desde esta visión corporativa, para Schmidt existe un desajuste entre la educación universitaria y las demandas del mercado, producto de las dificultades que tiene los egresados para desarrollar aprendizaje continuo y flexible, especialmente por el impacto de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) en la educación, elementos que conflictúan con los esquemas de meritocracia y evaluación basada en resultados que implementan las empresas tecnológicas. Se podría contrargumentar que la universidad tiene una función social y su tarea no es complacer al sector empresarial de la innovación, lo cual es una verdad a medias, porque quienes dicen eso suelen suscribir los acuerdos de los gobiernos para colocar la empleabilidad como eje central de las instituciones de educación superior. Más aún, si revisamos la estructura curricular de la mayoría de carreras profesionales, a pesar que existen principios de responsabilidad y compromiso social, el eje lo tiene la formación para el empleo.

Se necesita romper con cierta hipocresía conceptual que usa lo social cuando se quiere parecer progresista, mientras se avanza en la transformación de la extensión como una ventana para la obtención de financiamiento mediante la venta de servicios, dejando cada vez a un lado la energía y focalización que requiere la transformación social. Como lo señalamos, elementos de la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, ranking, modelo de movilidad académica y políticas de reconocimiento de título) cada vez producen una alineación mayor de las instituciones de educación superior con las demandas del mercado y no de la ciudadanía. Claro que existen resistencias, voces de denuncias, hitos significativos de protestas ante esta dinámica, pero no se ha logrado revertir la tendencia.

Wingard (2025) afirma que Google procura darles a sus estudiantes una oportunidad real de empleo y desarrollo profesional, algo que hoy no ofrecen los sistemas universitarios, precisando que “no es altruismo, es dominio del mercado”. La posición de este analista resume la lógica de una parte importante de la dirección empresarial del presente, especialmente del campo tecnológico.

La formación profesional que hoy se desarrolla desde las universidades, formalmente está pensada para la empleabilidad, pero en realidad lo hace desde los principios, esquemas y estereotipos de las dos primeras revoluciones industriales, la administración pública y el diseño de puestos de trabajo gubernamentales, lo cual no es equivocado per se. El problema es que -en los últimos dos casos- el eje de las reformas estatales que impulsó desde los ochenta del siglo XX el neoliberalismo, propició el achicamiento del Estado, poniendo de relieve la potencialidad del emprendimiento y la autogestión de la vida, así como el carácter dinámico y cambiante de los puestos de trabajo en el sector privado de la economía. Las tensiones que esto generó condujeron a un esquema de adaptabilidad de las IES, procurando conseguir un punto intermedio, entre los requerimientos de los sectores público, privado y la ultra flexibilización del emprendimiento; el resultado un híbrido que no complace a casi nadie.

Además, a pesar de la moda de formación gerencialista en las universidades que conocimos en los 70s. 80s y 90s, en las últimas dos décadas el manejo de datos, la inteligencia artificial generativa y los modelos de gestión abierta han operado un cambio sustantivo en la noción clásica de gestión, algo que pareciera no haber tomado debida nota la universidad.

Lo que hoy vemos, expresado en la iniciativa de Google en Pittsburg, pareciera ser es un movimiento que tiende a expandirse, abriendo de manera nítida una nueva fase escalada de la formación profesional en las propias empresas.  Si solo fueran un grupo atolondrado de CEOs corporativos quienes estuvieran impulsando este movimiento, quizá no tendríamos tanto de que preocuparnos. Pero este es un discurso que ha permeado a instancias como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), como se evidencia en la entrevista que Juan David Olmos le hiciera a la especialista en educación de ese organismo Mercedes Mateo (2019), que encabeza con la frase “el diploma universitario se está quedando obsoleto”. Señala Mateo que a diferencia del pasado cuando la estabilidad en un puesto de trabajo era parte de la cultura laboral, hoy un egresado universitario puede tener un promedio de “15 empleos distintos en su vida … eso quiere decir que cada tres o cuatro años, más o menos debe inventarse, actualizar sus competencias y adaptarse a las exigencias de un mundo cambiante” (Revista semana, 4 de julio de 2019). Agrega que las competencias blandas son requeridas y que la formación en ese sentido es precaria, citando el Informe de Manpower Group de ese año que indicaba que el 50% de las empresas no encuentran el personal que requieren, a pesar de contar con profesionales que si deberían poseerlas.

Las ideas de Mateo sugieren varias cosas. Primero, la disposición de las grandes empresas de asumir el diseño y los costes de la formación en competencias y habilidades que las universidades no enseñan, lo cual auspicia la tentación empresarial de tomar las riendas de la formación profesional y calificada que requieren. Segundo, la demanda de competencias y habilidades es cambiante, lo cual implica el rediseño de la formación continua y la puesta en marcha de procesos de validación de títulos cada 3 a 6 años; esta actualización ha pretendido ser impulsada en las IES con el formato de la Bibliometría, pero como lo comentamos en el artículo anterior eso no se ha logrado. Tercero, en la transición entre el modelo profesional actual a cargo del sector universitario hacia el autogestionado por las empresas, la micro acreditación y las micro credenciales aparecen como la interfase, que puede lograr no solo pivotear el problema sino hacer traspaso del lugar de ejecución de la formación para el empleo.  Cuarto, el impacto político y social de esto es tremendo, por lo cual se requiere el emerger de nuevos actores políticos que lo pongan en marcha, es decir una ola neoconservadora, iliberal que disipe cualquier rasgo en el ADN social asociado al Estado de Bienestar Keynesiano. Eso lo encarna el auge de la ultraderecha, con gobiernos como el de Milei y Trump que disuelven y reconfiguran el ministerio de educación o el departamento de Educación, rompiendo con más de 100 años desde que comenzaron a constituirse y expandirse en la región, como expresión -en distintas medidas y con desarrollos desiguales- del derecho humano a la educación. Los ataques de Milei y Trump a las universidades, no son desafueros personales sino parte de una política estructural de desmantelamiento de los sistemas escolares y universitarios, como lugar de enunciación de la formación profesional.  Quinto, el rol de la universidad está siendo transformado de lugar para la docencia, investigación y universidad a sitio para la validación de los micro aprendizajes obtenidos fuera de su esfera; no es lo mismo acreditar aquello que ha sido parte de la formación que otorgar micro credenciales a procesos que incluso no se realizan en universidades; aunque hoy el porcentaje de micro créditos es bajo, se corre el riesgo de ir ampliándose la banda. Sexto, todo esto requiere una externalización de los mecanismos de validación de la micro acreditación, haciéndolos parecer universitarios, cuando en realidad están localizados fuera de su esfera.

Esta lógica, que se presenta como requerimiento sectorial, tiende a transformar la ontología y epistemología universitaria, abriendo paso a nuevos paradigmas de la formación profesional que pueden cambiar radicalmente lo que hoy conocemos como universidad.

Renovación del desarrollo organizacional y un nuevo know-how para la empleabilidad

En 1961 el reconocimiento social del docente era superior al actual, aunque los salarios siempre hayan sido bajos para la digna tarea que desempeña. En estas seis últimas décadas se han agregado asignaturas, eliminado o fusionadas otras, pasando de la pizarra para trabajar con tiza, a la acrílica con marcadores, las proyecciones dinámicas y ahora las aplicaciones con inteligencia artificial. El timbre escolar sigue sonando con el mismo tono y los uniformes escolares no han cambiado mucho, los bloques horarios no se diferencian mucho a los del pasado e inexplicablemente sigue existiendo la comisión de disciplina. Ingresé a la educación primaria en 1967 y el organigrama institucional colgado en la ofician del director sigue siendo el mismo, aunque desde ese momento a la actualidad, varios de ellos han fallecido después de ocupar el cargo. Las materias se organizan y se facilitan por disciplinas, la lámina del sistema solar no se enteró del periodo en el cuál Plutón fue degradado a planetoide, los libros de texto hablan poco del fitoplancton dejándole toda la tarea de preservar el oxígeno a las plantas.

En la década de los ochenta ingresé a la universidad formadora de docentes, donde el paradigma disciplinar había escalado al punto de fragmentar la pedagogía. La didáctica se enseñaba separada del currículo, la evaluación de la gestión del aula y la planificación era normativa. La innovación se abordaba como recursos instruccionales y la curricularización de la formación dejaba poco margen para integrar y crear, a pesar que estaba de moda la correlación de objetivos, transversalidad e integralidad.  No se enseñaba el impacto de los modelos de gestión empresarial en la docencia, aunque luego en la maestría de gerencia estudiáramos a Goleman, Peter Senge y la gestión de calidad total. En el pregrado, maestría y doctorado pensar en sistemas escolares y universitarios alternativos parecía un disparate, pero eso sí todo el mundo procuraba ser un docente informado.

De esta rutina, recién comenzó a ocurrir una fuga masiva de la matrix disciplinar con la pandemia del covid-19, aunque era patético el papel de los coordinadores de departamento supervisando el cumplimiento (cumplo y miento) de los horarios por medio de pantallas, como si lo presencial y virtual tuvieran los mismos ritmos y metódicas de trabajo. Eso sí, la pandemia sacudió a las universidades, pero como suele ocurrir después de un terremoto, de lo que se trata es de hacer control de daños, reconstruir para volver a lo conocido.

Lamentablemente, el sector empresarial, bancas de desarrollo, las grandes corporaciones tecnológicas y espacios como el WEF fueron quienes comenzaron a hablar de un nuevo performance pedagógico, de un nuevo know-how docente. Nuevamente las demandas de transformación implicaban una transferencia de lo político-económico a lo educativo.

Una integración de las características más solicitadas de know-how docente son las competencias digitales integradas y críticas (en sentido pedagógico), con manejo suficiente de plataformas, inteligencia artificial generativa, datos masivos (big data), realidad aumentada, sesgos algorítmicos, ciberactivismo educativo; el pensamiento sistémico y heurístico, para trascender el paradigma disciplinar y alcanzar una comprensión abierta y compleja de la realidad; aprendizaje permanente (lifelong learning), donde la formación continua es realmente a diario y el saber docente es abierto a nuevas, sin afirmaciones concluidas, haciendo manejo creativo de la incertidumbre; capacidad de colaboración sincrónica y asincrónica, presencial, virtual o híbrida; uso pedagógico de datos (data literacy) para el análisis de patrones de desempeño escolar y anticipación de dificultades, personalización del aprendizaje y toma de decisiones situadas; innovación didáctica continua que permita la creación de secuencias pedagógicas, evaluación alternativa (gamificación, portafolios digitales), microaprendizajes y manejo adecuado del error en la experimentación; gestión del conocimiento y creación colectiva  para superar la lógica de consumo de ideas, conocimientos y paradigmas; capacidad de comunicación multicanal y multimodal para diversificar la interacción con los estudiantes, entre otros.

Cuando hago el trabajo de recuperación de expectativas de know-how laboral, claramente me doy cuenta que estas superan las capacidades institucionales de la media de universidades, por razones que van desde la desinversión gubernamental hasta las rutinas como expresión del que hacer. Por supuesto que en la lógica del capital el compromiso social no aparece, ni la lucha de la universidad por la justicia social, la ecología y la igualdad de género. Es como si las IES fueran simples extensiones de la fábrica, empresa u oficina de los CEOs tecnológicos. Pero el capital sabe que en la medida que avancen las dinámicas de la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, modelo de movilidad académica y reconocimiento de títulos) será mucho más fácil suprimir el pensamiento crítico anti sistema. El problema es que por ese camino podemos llegar al delete de la propia universidad presencial.  

  • 6. Conclusión

La universidad quisiera “pasar agachada” en esta situación, como el alumno que no estudió y trata de hacerse invisible para que no le pregunten en el interrogatorio y verse afectado en la calificación, o el niño que juega al escondite tapándose la cara con su pequeña mano pensando que todo se cuerpo está oculto, o peor aun asemejando a los mentalistas de la nueva era, quienes piensan que, si no se habla del tema … ello no ocurrirá.

Claro que es posible transformarla, pero ello demanda un equilibrio creativo entre voluntad y conocimiento. Paradójicamente la universidad pareciera contener más voluntades que experticia, respecto a cómo producir un quiebre a las lógicas de producción y reproducción disciplinares.

Precisamente, por distintas razones, desde lo empresarial pero también desde lo popular y clasista la disciplinariedad es algo que había que superar, como ahora lo es la ampliación del paradigma transdisciplinario para dar paso a la convergencia heurística. El problema es que para avanzar tenemos que pensar la universidad “patas arriba” saliendo de la comodidad de lo conocido.  ¿nos atrevemos?

Lista de referencias

Berardi, F (2022) El tercer inconsciente: la psicoesfera en la era digital. Caja Negra Editores. Argentina

Durand, C (2025) Tecnofeudalismo: crítica de la economía digital. Ediciones La Cabra. Argentina

Faure y otros (1971) Aprender a ser: el mundo de la educación hoy. Ediciones UNESCO. Paris. Francia.

Gramsci, A. (2011) Selección de escritos. Ediciones porrua. México.

Kondratieff, N. (1984). The long Wave Cycle. Ediciones Richardson & Snyder. NY. Estados Unidos.

Mandel, E. (2023) Capitalismo tardío. Ediciones Sylone. España

Mateo, M. (2019) El diploma universitario está quedando obsoleto. Entrevista para la revista Semana, 4 de julio de 2019.

Morin, E. (1990) Introducción al pensamiento complejo. Ediciones UNESCO. Francia

Morozov, E. (2025) ?La tecnología digital nos está llevando de vuelta a la edad media? Otras Voces en Educación. Venezuela

Novack, G (1965) Uneven and Combined Development in History. Pioneer Publisher. Estados Unidos

Pérez, C (2003) Technological revolutions and financial: the dynamics of bubbles and golden ages. Elgar. Londres

Sadin, E (2020) La inteligencia artificial o el desafío del siglo: anatomia de un anti humanismo radical. Caja Negra Argentina

Schmidt, E. & Rosenberg, J. (2015). Como trabaja Google. Editorial Aguilar. España.

Wingard, J. (2022) The College devaluation crisis. Market disruption, diminishing rol, and an alternative future of learning. Stanford Business Book. Estados Unidos

Wingard, J. (2025) Google Building The Workforce Hogher ed Promised – But Never Delivered. Edition digital de Forbes del 17 de julio de 2025.


[1] Profesor visitante en la Universidad Federal de Sergipe (UFS) de Brasil. Director de Investigación del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación. Integrante del Movimiento del Congreso Mundial contra el Neoliberalismo Educativo

[2] Técnicas que simulan el proceso de selección natural, a partir de un baremo de posibles soluciones cuyo uso evoluciona a partir de las distintas generaciones de eventos de selección, cruce y mutación digital.

[3] Es una técnica de orden interactivo, que comienza con una solución, procurando mejorarla al compararla con otras soluciones similares, con memoria de corto plazo que no permite (tabú) aproximarse a soluciones ya exploradas.

[4] Simulación que permite aceptar las peores soluciones con carácter temporal, escapando de la entropía de la decisión óptima no lograda.

[5][5] Esto no es solo un problema productivo, si básicamente de geopolítica del poder, porque previo se deben resolver el impacto de las fábricas 4.0 en los flujos de dinero y su impacto en la fianciarización de la economía.  Estos procesos se expresan hoy en las tensiones comerciales entre EEUU-China, EEUU-Unión Europea, Europa-Rusia, EEUU-BRICs, entre otros. Mi hipótesis de trabajo es que estas tensiones tienden al acuerdo, no a la resolución por la vía de una nueva guerra a escala global, lo cual no descarta guerras locales como parte de estas tensiones.

[6] Firmada por los ministros de educación de Francia, Italia, Alemania y Reino Unido, plantea la urgencia de armonización de la arquitectura de los sistemas de educación superior, la promoción de la movilidad estudiantil y profesional, el reconocimiento de cualificaciones y créditos, el fortalecimiento de la competitividad europea, la cooperación y la promoción de la calidad educativa, una identidad europea en la educación superior. Desde nuestra perspectiva, la Declaración de la Sorbona es una respuesta de países europeos con pretensión hegemónica, al curso Latinoamericanista que venía teniendo los debates previos y deliberaciones de la Conferencia Mundial de Educación Superior, especialmente en temas como autonomía y libertad de cátedra, financiamiento público de la educación superior, la educación como derecho humano, entre otros. Es una lectura de ensamblaje con la globalización neoliberal, no de resistencia.

[7] El Programa Erasmus, acrónimo de las European Región Action Scheme for the Mobility of University Students, inició el 15 de junio de 1987, con énfasis en el modelo de movilidad académica de la cultura evaluativa en la era neoliberal. En 2014 evolucionó a Erasmus+, operando en ciclos plurianuales (actualmente 2021-2027). Procura promover la competitividad mediante la promoción de la movilidad educativa (profesores, estudiantes, personal administrativo), mejorar la calidad educativa y los indicadores de la cultura evaluativa en la educación superior (calidad, pertinencia, innovación, impacto y eficiencia), aumentar las posibilidades de empleabilidad de los egresados, promover la internacionalización de la educación superior, apoyar el aprendizaje permanente mediante el modelo de micro credenciales. Erasmus financia proyectos vinculados como MICROBOL, CertDigital y el DC4EU, a partir d ellos cuales propuso un Marco Común Europeo para Microcredenciales. El programa de Erasmus de Alianzas para la Innovación de Erasmus+ desarrolla e implementa una estrategia con las empresas privadas para el desarrollo de micro credenciales de interés para el sector generador de mercancías y servicios. Erasmus promueve el Europass con tecnología Blockchain. Un tema de especial atención para la próxima Conferencia Ministerial del EEES (2027) serán las micro credenciales.

[8] Por ejemplo, una materia o asignatura con 6 créditos ECTS puede estar conformada por 30 horas de trabajo presencial en las aulas, 60 de estudio individual, 30 de prácticas y 30 de estudio para las pruebas, para un total de 150 horas acreditables.

[9] La versión más reciente a la que hemos tenido acceso es a la de 2015

[10] Catálogo de asignaturas, em el cuál están contenidos los programas, asignaturas, resultados de aprendizaje y créditos ECTS por institución.

[11] Es el acuerdo de aprendizaje o contrato entre el estudiante, la institución de origen y la de destino, donde se especifican los cursos a desarrollar y su valor en términos de créditos reconocidos. Los modelos de maestría y doctorado interinstitucionales han popularizado y fortalecido este modelo.

[12] Suplemento al título donde se detallan las competencias adquiridas y los créditos ECTS, para posibilitar la comparación de cualificaciones.

[13] Registro oficial de las calificaciones, así como de los créditos obtenidos por cada uno de los estudiantes. Durante la Conferencia Mundial de Educación Superior (2022) de Barcelona, organizada por UNESCO, el debate se centró en los mecanismos de registro, siendo prácticamente aceptado sin mayores resistencias el curso de la micro acreditación. Por ejemplo, los alemanes mostraban resistencias respecto al uso del Blockchain para estos fines, mientras algunos países asiáticos y latinoamericanos lo veían con simpatía.

[14] Calidad de la Microacreditación en el Área Europea de Educación Superior

[15] Proyecto de universidades españolas junto a universidades europeas para la promoción de la digitalización de credenciales, su interoperabilidad, la integración con ECTS, la portabilidad de micro credenciales en sistemas como el European Digital Identify Wallet (EUDIW), la calidad asociada al ESG, a partir de las Recomendaciones del Consejo de la Unión Europea sobre Micro credenciales (2022).

[16] El Digital Credentials for Europa (DC4EU) es un proyecto de 24 meses (2023-2025) que involucra a 80 organizaciones del espacio europeo de universidades y más (Ucrania, Noruega, entre otras), centrado en implementar el European Digital Identity Wallet (EUDIW). Su propósito avanzar en infraestructura sólida y confiable para la implementación de las micro credenciales, la interoperabilidad y escalamiento del sistema, el fortalecimiento del modelo de movilidad estudiantil y académica, el logro de estándares de privacidad y confianza, la estandarización de procesos. El DC4EU usa como referencia la micro credencial ECTS de 1 crédito equivalente a 25-30 horas de trabajo.

[17] El Grupo Crue-RUEPEP no es una entidad formalmente establecida, sino la expresión de un esfuerzo de convergencia para la normalización y estandarización de la micro acreditación orientada a la empleabilidad.

[18] Agrupación de universidades españolas

[19] Red Universitaria de Estudios de Posgrado y Educación Permanente. Se reúne de manera anual, siendo la asamblea del 26 de marzo de 2025 en la Universidad de Oviedo su cita más reciente. Suele trabajar con la agencia española de acreditación ANECA y los espacios universitarios europeos.

Paradigma disciplinar una grieta sin cerrar en la epistemología universitaria

Comparte este contenido:

El premio Nobel de la Paz 2025: Más allá del desconcierto

Por: Luis Bonilla-Molina

El otorgamiento del premio Nóbel de la Paz a María Corina Machado (MCM) ha desatado un inusitado debate en las redes sociales. Sin embargo, los argumentos en favor y contra están más cargados de emocionalidad que de reflexión profunda. ¿Será que solo es posible acercarse a la realidad venezolana desde el maniqueísmo de la polarización?

Evidentemente, la comprensión de las implicaciones del otorgamiento de este premio, demandan una lectura estructural, para comprender los alcances de la operación política detrás del mismo. Solo así se pueden fundamentar los posibles cursos de acción y de convergencia con la ofensiva militar, mediática y de captación masiva de datos que está ocurriendo en el caribe durante los últimos meses. Nuestro llamado es a superar el simplismo interpretativo -propio de la propaganda política polarizada- así como las lecturas geopolíticas que resultan funcionales a la propia lógica de poder que llevó al otorgamiento del premio Nóbel de la paz 2025.

Por supuesto, nuestra posición rechaza cualquier pretensión de Estados Unidos de intervenir militarmente y con labores de inteligencia (CIA) en Venezuela, en eso no puede haber duda alguna. Lo que queremos subrayar en este artículo, es la necesidad de construir un antiimperialismo desde la clase trabajadora, que supere engañosos discursos de izquierda que se ocultan detrás de una visión geopolítica que minimiza las condiciones materiales de vida de la clase trabajadora, y las limitaciones del actual régimen de libertades políticasexistentes en el país.

El premio Nóbel de la Paz: ¿eterna estrategia del soft power capitalista?

En términos históricos, Estados Unidos a la par que desarrolla su estrategia económica y militar de dominación, pone en marcha dispositivos de control y hegemonía de orden cultural. El soft power (Joseph Nye,1990) consiste en la capacidad norteamericana para influir en las correlaciones de fuerza geopolítica y las conductas sociales, mediante la atracción ideológica disimulada hacia un discurso o enfoque, privilegiando la persuasión en vez de la fuerza y la coerción directa; es decir, que el dominado asuma como propia una postura.

En ese sentido, históricamente el premio Nóbel ha cumplido varios roles; primero, cooptar liderazgos y alinearlos con las operaciones de consenso -liberal, neoliberal o iliberal- desplazando los discursos y acciones lo más lejos posible de aquellos posicionamientos que se asocian a la lucha de clases. La retórica de la reconciliación nacional suele ocupar un papel central en esta orientación. Segundo, neutralizar proyectos antiimperialistas, haciéndolos ver como opciones radicales, no civilizadas ni adecuadas al presente, hasta llegar a homologar soberanía y libertad con peligro inusitado para la seguridad nacional de los EEUU. La intención, aislar socialmente a los movimientos que cuestionan la propiedad privada y el poder del capital. Tercero, reforzar la hegemonía cultural occidental propia de las naciones del norte poderoso. Cuarto, usar la moral humanitaria como arma ideológica -desde la perspectiva Gramsciana- para justificar acciones que impliquen uso desproporcionado de la fuerza. Quinto, naturalizar la dominación del capital financiero global, mostrando la estabilización de los mercados como signo distintivo de paz duradera. Eso es fácilmente comprobable al revisar la mayoría de las circunstancias y resultados del otorgamiento del galardón noruego. Veamos.

En 1983 (Lech Walesa) y 1989 (Mijail Gorbachov) el premio Nóbel operó como un dispositivo para acelerar y legitimar la transición del bloque soviético al capitalismo, protegiendo al liderazgo que lo garantizaba. Después del desmantelamiento de la URSS, Polonia sería integrada a la OTAN, consolidando la frontera oriental del bloque atlántico. El discurso de Gorbachov sobre apertura y transparencia sirvieron de marco para la transición al capitalismo en los países soviéticos. Estos discursos, legitimados por el premio Nóbel, facilitaron imponer la paz del mercado, garantizandola entrada de Rusia a los procesos de reproducción del capital mundial, a tal punto que hoy, se ha convertido en un factor dinamizador de la potencial creación del Grupo de los Tres (G3), en el marco de la reconfiguración que está ocurriendo de las relaciones de poder internacional emanadas del fin de las guerras mundiales. La guerra de Ucrania y las provocaciones con drones a las otrorainviolables naciones europeas, forma parte de ese nuevo orden mundial que puja por emerger y consolidarse. Los premios Nóbel a Walesa y Gorbachov fueron parte de la construcción de hegemonía capitalista global y deconsolidación del poder imperial norteamericano, mediante dinámicas de rostro suave. Una vez que avanzaron en sus propósitos los galardonados pasaron a ser figuras menores.

En 1991 el premio Nóbel le fue asignado a Aung San SuuKyi -Myanmar- en el marco de la publicitada transición democrática que ocurría en Birmania, promovida por Occidente como ejemplo de resistencia pacífica, es decir, evitando perder el control del capital ante una revuelta popular. El ascenso al poder de Myanmar significó el triunfo del neoliberalismo político y económico, sobre los modelos nacional progresistas asiáticos. De hecho, al llegar al poder, se alineó con el capital occidental, liberalizando sectores estratégicos, a la par que reprimía a las minorías étnicas como los rohinyás. En consecuencia, el premio fue un mecanismo para consolidar el bloque burgués interno que posibilitara la apertura del país a las corporaciones internacionales energéticas y occidentales, luego de décadas de “aislamiento” de los circuitos globales del mercado y el capital trasnacional.

Años después, luego de iniciado el evidente proceso de desmantelamiento de la OLP, se produjeron los acuerdos de Oslo, entre Israel y Palestina, cuya legitimidad fue laureada con el premio Nobel 1994, compartido entre Shimon Pérez, Yitzhak Rabin y Yasser Arafat. Los acuerdos, que crearon una “autoridad Palestina” desdibujaron el carácter antiimperialista de la causa palestina, subordinando la lucha nacional a una administración dependiente de la ayuda internacional. El surgimiento de Hamas, contra esa lógica, era un efecto previsible, que impulsaba el plan estratégico israelí de aplastar posteriormente al pueblo palestino, barrer a los territorios ocupados y llegar al actual genocidio en Gaza. El camino al genocidio de Gaza se construyó a partir de la legitimación de los acuerdos de Oslo, con el premio Nóbel. El premio Nóbel 1994 marcó la escenificación del consenso neoliberal post guerra fría en Palestina.

Barack Obama, recibió en 2009 el premio Nóbel de la Paz, solo meses después de asumir la presidencia de los Estados Unidos, como expresión de los esfuerzos para relegitimar el liderazgo del país del norte, luego de los desastres causados en Irak y las evidencias de torturas en Guantánamo. La administración Obama consolidó el modelo de guerra híbrida de nuevo tipo con el uso de drones con fines militares (Somalia, Yemen, Pakistán), la invasión y destrucción de Libia (2011), bombardeos en Siria e Irak con el pretexto de atacar a ISIS, el impulso de golpes blandos como el de Honduras en 2009 (Zelaya), la expansión de bases militares en África (AFRICOM) y Oriente Medio, golpe de Estado en Egipto (a Mohamed Morsi), golpe de Estado en Ucrania (Euromaidán, 2014), así como los intentos de reordenar el sistema imperial después de la crisis financiera de 2008. El premio Nóbel otorgado a Obama, se convirtió en una operación simbólica de hegemonía, intentando presentar el liderazgo neocolonial norteamericano como ético, y no como coerción imperial. Algo que intento hacer en 2025, sin lograrlo, la administración Trump, porque era mucho más útil el manejo geopolítico en torno a Venezuela. El dictamen del jurado noruego no se dio por diferencias de Europa con la administración Trump, como se ha pretendido hacer ver, porque Europa está ya lo suficientemente arrodillada para tener un gesto de rebeldía de este tipo, sino porque Venezuela es prioridad en la coyuntura de reordenamiento imperialista.

En 2016 el premio Nóbel le fue otorgado a Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa de Álvaro Uribe Vélez, quien había sido responsable de la política de “seguridad democrática” y de la ampliación de las bases militares norteamericanas en suelo colombiano. Como responsable de la cartera de defensa dirigió la operación de rescate a Ingrid Betancourt y 15 personas más, la masacre en Ecuador de combatientes de las FARC -17 guerrilleros- en la que murió Raúl Reyes (Operación Fénix, 2008). Como presidente (2010-2018) realizó la operación Sodoma (2010) que abatió al comandante Jojoy (Víctor Julio Suárez), la operación Odiseo (2011) en la cual murió Alfonso Cano máximo líder de las FARC en ese momento. Sus acciones militares de exterminio abrieron paso, por la vía militar, a la posibilidad de la negociación política. En consecuencia, el propósito del premio Nóbel 2016 fue dotar de un manto internacional de legitimidad al acuerdo de paz con las FARC-EP, que como señalamos había sido precedido de operaciones armadas de asesinato a líderes de esa agrupación. Estados Unidos garantizaba con ello, la puesta en marcha de una narrativa de paz que disimulaba las cláusulas de un acuerdo que alejaba las posibilidades de un cambio radical, especialmente respecto al dominio de la burguesía colombiana y sus relaciones coloniales con los norteamericanos. El proceso de paz, si bien disminuyó formalmente las expresiones de laguerra interna, no modificó la estructura económica de acumulación de riqueza por un pequeño sector, ni rompió con el control oligárquico de la tierra, que había motivado el levantamiento armado décadas atrás. La “paz”, legitimada con el premio Nóbel, fue la condición necesaria para atraer inversión extranjera directa, especialmente en minería, hidrocarburos y agronegocios, afianzando el modelo neoliberal en ese país.

    Esta ruta “geopolítica” se confirmaría en 2019, cuando se le otorgó el premio a Abiy Ahmed de Etiopía, por el acuerdo de paz con Eritrea y la apertura democrática que encabezaba. Esto cerraba el ciclo de intervenciones norteamericanas que llevaron a la superación del régimen izquierdista del DERG (gobierno militar provisional de Etiopía, 1974-1991) y el periodo de inestabilidad generado desde la ofensiva militar del llamado Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etiope que derribó a Mengistu Haile Mariam. En realidad, el galardón servía para relegitimar al gobierno de ese país que se alineaba con la estrategia gringa y del FMI para el cuerno de África. La administración Abiy (2018 –    ) lo que ha hecho es promover la privatización de empresas públicas(telecomunicaciones, aerolíneas, energía, transporte, logística y puertos), impulsando reformas promercado que insertaran a Etiopía en la lógica del capital financiero global(mega proyectos como la represa Grand EthiopianRenaissance Dam), a la par que mediaba para conjurar el riesgo de cualquier cambio radical. El gobierno de Abiy se ha reorientado hacia la neoliberalización (operación de bancos extranjeros, creación del mercado de valores)), el impulso de reformas macro económicas con préstamos internacionales (FMI y otros), apertura del tipo de cambio y flexibilización de la economía, el despojo de lo comunal mediante la acumulación por desplazamiento de la población urbana pobre como resultado del cambio de usos del suelo. Después de otorgársele el premio Nóbel, la guerra de Tigray(2020) puso en evidencia que la paz alcanzada, en realidad era un dispositivo de recomposición del poder estatal que favoreció a las élites asociadas al capital trasnacional y los intereses de Washington. El control del mar rojo (puertos de Yibuti y Eritrea) y la contención de la expansión comercial China, son parte del análisis entre líneas de las razones reales de otorgamiento de este premio.

El año 2025 se le otorga a María Corina Machado, por lo cuál no debería ser una sorpresa respecto al propósito que ello persigue. Para explicar quién es la ganadora de este galardón, haré una síntesis del articulo que en 2024 escribiera junto a Leonardo Bracamonte titulado “Venezuela: ¿Quién es María Corina Machado?”.

María Corina Machado: más allá del iliberalismo

María Corina Machado es una militante del iliberalismopolítico, la ultraderecha y el odio fascistoide a todo lo que se aproxime a la izquierda política. Evidentemente es la encarnación criolla del surgimiento mundial de la ultraderecha. Ello no niega ni pretende ocultar los alcances de su liderazgo, construido al calor de la asimilación al estatus quo de un importante sector de la derecha venezolana, los catastróficos errores del Madurismo y su habilidad para asumir las tres grandes aspiraciones populares del presente: dignificación salarial -salario mínimo mensual actual es inferior a un dólar- conforme a la media regional, retorno de los migrantes para la reunificación de las familias, así como libertad de opinión y organización para las inmensas mayorías que viven del trabajo. Sin embargo, cuando revisamos su programa de gobierno 2023 encontramos que estas banderas cuando tocan a los intereses del capital se diluyen o están ausentes en su contenido, por lo que su liderazgo está construido sobre una base ideológica nítida. Es un liderazgo real, negarlo no contribuye al análisis político ni a la construcción de alternativas, aunque como dice Fernando Mires “MCM era líder de un movimiento nacional pluri social y pluri – ideológico, que hoy ha sido convertido en un movimiento pro – Trump … que en vez de sumar fuerzas, han restado” (red X, 13/10/2025).

En los últimos dos años Machado ha emergido como líder indiscutible de una parte importante de la oposición venezolana. En las primarias de la oposición para las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, obtuvo un apoyo abrumador (93%) de los electores que acudieron a esta escogencia, hecho que ocurrió antes de ser inhabilitada por la administración de Maduro, lo que le impidió postularse como candidata presidencial, actuando en consecuencia como jefa de campaña de Edmundo González Urrutia, la llamada “candidatura tapa” de la oposición para las elecciones del 28J-2024.

Por primera vez en 25 años una candidatura de la derecha logró una importante adhesión, no sólo en los sectores tradicionales opositores, sino también en sectores populares y de izquierda que estaban cansados del autoritarismo de Maduro y de la eliminación de canales democráticos para la escogencia de representación. Machado no solo encarna una oposición -tanto al chavismo como al madurismo- sino un proyecto político burgués alineado con el capital trasnacional, con importancia geopolítica, que busca ejercer liderazgo institucional y estatal si se dieran las condiciones.

María Corina Machado tiene raíces claras en la burguesía tradicional venezolana. Su familia empresarial viene de antaño: la Electricidad de Caracas y otros emporios. Se ha construido una imagen pública basada en mérito, esfuerzo individual, valores empresariales, una familia modelo, contraste con lo que se describe como clientelismo, redes de favoritismo y corrupción estatales, que son vistos como centrales en el modelo rentista venezolano.

Su liderazgo no se basa en estructuras partidarias fuertemente institucionalizadas, sino más bien en organizaciones sociales vulnerables, agrupaciones de la sociedad civil, y una alta dosis de personalismo, de “caudillismo”. Durante los años del chavismo y madurismo, Machado ha sido una figura recurrente en la oposición, muchas veces optando por posiciones insurreccionales (intentos de derrocar al gobierno, denuncia de dictadura, etc).  Uno de los episodios relevantes fue su participación en el referendo revocatorio de 2004 con la organización Súmate; se señala que Súmate habría recibido financiamiento de instancias estadounidenses, y Machado fue acusada de conspiración, aunque sin consecuencias legales.

Ya en 2002, Machado había firmado el “decreto de salvación nacional” durante el golpe contra Chávez, en nombre de la sociedad civil. Ese episodio sirve para ilustrar su temprana participación en esfuerzos de derrocamiento institucional del chavismo.
Su oposición es de clase, de hecho, en su programa de gobierno (2023-2024), denominado “Venezuela: tierra de gracia. Libertad, Democracia y prosperidad”, propone una transición hacia un Estado pequeño, economía de libre mercado, propiedad privada, reducción del aparato burocrático, meritocracia, justicia liberal, garantía para la inversión privada nacional e internacional. Plantea un “acuerdo nacional” para superar el madurismo / bolivarianismo, como forma de resetear el pacto social venezolano contenido en la Constitución de 1999. Uno de los ejes de su propuesta es el federalismo, entendido como desconcentración del poder, distribución de recursos hacia regiones, creación de espacios de acumulación capitalista regional, superar el “desequilibrio del control central”, para construir nuevas relaciones de poder basadas en el capital.

En el trabajo que escribimos con Bracamonte (2024), se destacan seis ejes de su programa de gobierno anunciado en 2023, cada uno con medidas para corto, mediano y largo plazo. En las bases políticas para la convivencia postula la independencia de los poderes, contrapesos, simplificación burocrática, profesionalización de la función pública,
restablecimiento del equilibrio institucional, legitimación de poderes legislativo y judicial, recuperación de garantías jurídicas.

Respecto a la reestructuración del Estado señala la necesidad de achicar el Estado conforme al modelo neoliberal, reorganizar el sistema federal, digitalizar los procesos administrativos (“E-gov”), establecer la carrera de servicio civil meritocrático, reentrenamiento de los trabajadores públicos que “deseen” someterse al nuevo modelo de gestión.

Para la estabilización expansiva de la economía, propone unmarco económico y financiero estable, respeto a la propiedad privada, separarse de los vínculos públicos que regulan divisas y financiamiento, ajustes fiscales, acuerdos con organismos internacionales como FMI/BM, cambio de deuda por activos, privatización de empresas estatales (incluyendo PDVSA) y servicios públicos esenciales.

Su estrategia de desarrollo económico, social y culturalplantea la urgencia de planes de salud integral, educación con énfasis técnico-científico (STEM), vouchers educativos, reformas curriculares para remover el ideario bolivariano, sistema de seguridad social con componentes privados, flexibilización laboral, vocación de inclusión basada en lapropiedad privada y el mercado.

Defiende el llamado desarrollo sostenible fundamentado eneconomía verde mediante la promoción de energías limpias, negocios ecológicos compatibilizados con la inversión privada, formalización regulatoria de sectores extractivos, cambio de deuda pública por iniciativas verdes.

En política exterior, su esfuerzo se concentra en el retorno de la migración, a partir de la recuperación del rol del país en la división del trabajo internacional propia de la globalización neoliberal. Su enfoque de relaciones internacionales pragmáticas se fundamenta en la profesionalización del servicio exterior (nueva burocracia formada para la lógica del capital) y la inserción en organismos internacionales como la OCDE, que le permitan captar inversiones extranjeras.

La campaña de primarias de la oposición le dio visibilidad y legitimidad. A pesar de su inhabilitación, sus mensajes, recorrido por el país, discurso de esperanza, crecieron en resonancia. Se construyó una imagen de víctima debido a las torpes acciones del gobierno (negación de inscripción, inhabilitaciones, limitaciones para su movilización en el país). Esa narrativa ha potenciado su liderazgo.  Ha logrado captar el apoyo no solo de sectores de derecha tradicionales, sino también de capas más amplias que antes apoyaban a Maduro, incluyendo gente golpeada por las sanciones, migrantes, sectores populares que sienten el deterioro de los servicios, de la economía.

 Aunque Machado presenta un proyecto neoliberal explícito, muchas de esas ideas no se debatieron ampliamente durante la campaña, lo que facilitó que su programa real permaneciera en gran parte oculto, o al menos poco divulgado. De hecho, públicamente no aborda con claridad las demandas populares de la clase trabajadora, sindicatos, protestas laborales, derechos sociales: su énfasis es más en garantías jurídicas para el mercado, propiedad, estado pequeño. Las políticas sociales aparecen más como promesas o dimensiones publicitarias.

Machado no reconoce la existencia o papel de la “nueva burguesía”, hablando solo de gente corrupta, como si la vieja burguesía no se hubiera construido a partir del asalto a la renta petrolera. Esta incapacidad para dialogar con la nueva burguesía limita su capacidad para construir un acuerdo interburgués amplio, algo que obstaculiza su intención de propiciar una transición ordenada del poder. Su radicalidad discursiva -insurreccionalismo, oposición frontal, postura dura ante el madurismo- le granjea apoyo, pero también crea márgenes de conflictividad política que son riesgosos en términos de estabilidad institucional o diálogo político. Allí reside su talón de Aquiles más importante, porque asume partido por uno de los sectores burgueses en disputa, alejando la posibilidad de estabilización política y económica.

Machado tiene fuertes lazos con la vieja burguesía venezolana (empresarial, propietaria de medios de producción).  También existe su vinculación con el capital extranjero u organizaciones internacionales, diplomáticas. Invitaciones, premios, reconocimientos externos forman parte de su carrera.

En 2005 María Corina Machado y George W. Bush se reunieron de manera pública, para divulgar una agenda común sobre democracia y derechos humanos, situación política nacional, el futuro de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Venezuela, geopolítica del petróleo. Veinte años después pareciera que los acuerdos de esa reunión se busca concretarlos.

EE.UU. y otras potencias internacionales miran con interés su liderazgo, como una posible opción de transición, aunque con cautela. Una transición liderada por Machado y su alianza (MCM-EGU), tendría que lidiar con contradicciones entre su programa neoliberal y las expectativas sociales populares. Su éxito dependería de su capacidad de construir un consenso más amplio, de negociar con otras facciones de la burguesía, incluyendo la nueva burguesía, y de manejar tensiones sociales, algo que parece poco probable. Sin embargo, las torpezas del madurismo en el manejo de la situación interna y las relaciones internacionales -incluso en el bloque progresista con Boric, Lula, Petro y el fallecido Pepe Mujica- han abierto la tentación imperial de forzar una transición.

María Corina Machado representa no solamente una oposición al madurismo desde el electoralismo, sino un proyecto ideológico-militar-institucional de continuidad neoliberal explícita al giro operado en ese sentido por el Madurismo, pero de integración a las formas iliberales que promueve actualmente la administración Trump. El programa de MCM está sustentado en los intereses de la vieja burguesía, del capital trasnacional, del libre mercado, de la reducción del Estado. La práctica política de MCM procura la liquidación de la nueva burguesía. Su liderazgo tiene una base material concreta, la urgencia social de millones que han sufrido el deterioro material, los efectos de las sanciones, la inflación, la migración durante el periodo madurista (2014-2025). Machado se convierte en representante de ese descontento, aunque con un programa que busca rescatar los intereses del capital, no los derechos sociales. La ilusión de que Machado, si llegara al poder, representaría una salida progresista o democrática para los sectores populares, es engañosa: su proyecto tiene diferencias reales de fondo con iniciativas de justicia social, y está inserto en la lógica de restauración burguesa en el paso del neoliberalismo al iliberalismo.

La crisis que precede al premio Nóbel 2025 

Venezuela vive desde 1983 una crisis estructural del modelo de acumulación burgués rentista -basado en el petróleo, el extractivismo y la importación- y de representación política -que surgió en 1958- de la cual no ha podido salir a pesar de las recetas neoliberales (CAP,1988), la rebelión popular (1989), los alzamientos militares (4F y 27N, 1992), el gobierno de amplia base (Caldera,1994), el periodo chavista (1999-2013) y la égida del Madurismo (2013-2025).

El inicio de la crisis nacional coincidió con el desembarco de la globalización neoliberal, la financiarización de la economía global y el auge de la tecnopolítica como sustituto de las premisas ideológicas globales. Esta combinación de factores locales e internacionales comportaba la necesidad de un nuevo modelo de acumulación burguesa que combinara capital local con internacional, inversión concreta con financiarización especulativa a partir de la renta petrolera, así como un nuevo modelo de mediación partidista que superara las premisas fordistas, los modelos de seguridad social y liberalizara las relaciones entre las clases sociales. Eso implicaba no solo el emerger de nuevos paradigmas políticos sino la creación de una nueva generación de liderazgo, algo que no sería aceptado pasivamente por quienes habían ostentado el poder. Para colmo, la burguesía venezolana, parasitaria por su forma rentista de acumulación carecía de la suficiente experiencia para insertarse en el competitivo mercado internacional que promovió la globalización, lo cual agudizaba la crisis.

El esfuerzo singular realizado por el Chavismo (1999-2013) por superar la crisis a partir de una agenda social y de democratización de la riqueza -que nunca llegó a ser una revolución anticapitalista, pero tenía elementos progresivos en ese sentido- chocó con el surgimiento de una nueva burguesía, con intereses propios de clase, que en el periodo 2013-2025 frenó y disolvió la radicalidad acumulada.

La candidatura de Chávez (1996-1998) implicó una convocatoria al desarrollo de un capitalismo humano, una tercera vía, que superara el dominio de la vieja burguesía, no que la eliminara; por ello, sectores de la vieja burguesía -representados por Miquilena y otros- le acompañaron hasta el golpe de estado de 2002. A partir de ese momento la revolución bolivariana vive una dualidad que marcaría su dramático desenlace. Por una parte, el impulso de un proyecto nacional popular comunal, de construcción depoder popular -aunque siempre conducido y controlado por el partido- así como del llamado socialismo del siglo XXI (a partir de 2025), y por el otro, el surgimiento de una nueva burguesía al calor del viejo modelo rentista e importador. El auge de los precios del petróleo contribuiría en esa direccióndual, que fomentaba una novedosa forma de policlasismo.

La crisis financiera de 2009-2010 en Venezuela, que involucraba a figuras claves del chavismo, ahora como propietarios de Bancos, evidenció que el proyecto neo burgués estaba en marcha. Entre 2009 – 2012 se hizo inocultable la confrontación creciente, aunque de baja intensidad, entre los dos caminos del proceso bolivariano, el comunal y el burgués. Chávez quien aspiraba a ser el mediador entre ambos -hay quienes señalan que su apuesta estratégica sería a favor de lo popular nacional, pero no hay forma de comprobarlo- se enfermó y terminó muriendo, dando paso a una sucesión sobrevenida o contingente(Maduro) que no contaba con el liderazgo, ni la correlación de fuerzas internas para continuar sosteniendo los hilos de mediación propios de un proyecto policlasista de masas.

Por eso, la llegada de Maduro al poder inaugura una nueva fase, el madurismo, que apuesta por la supremacía del programa neo burgués, la subordinación y posterior liquidación del proyecto comunal nacional popular. El socialismo del siglo XXI queda reducido a un eslogan, que mantiene habilitada la solidaridad de sectores de la izquierda internacional incapaces de captar la crisis estructural del capitalismo rentista venezolano, pero que a lo interno se convierte en un terminator de las posibilidades reales delsocialismo entre las masas; para el ciudadano común el socialismo del siglo XXI pasa a ser representado por el autoritarismo, la falta de libertades políticas, el deterioro sin precedentes de las condiciones materiales de vida, la fracturación de las familias debido a la explosión migratoria por razones económicas y la pérdida de esperanza en el papel garante de derechos básicos del Estado. El daño del madurismo a las posibilidades de una alternativa socialista a la crisis venezolana son enormes y sus secuelas son aún impredecibles.

El Madurismo es una forma de gobierno orientada por la nueva burguesía, surgida a partir del golpe de Estado de 2002. Ante la carencia de un liderazgo fuerte como el de Chávez, el Madurismo construye una identidad difusa a partir de las correlaciones de fuerzas internas, con varios liderazgos que tributan al liderazgo central. Pero se equivocan quienes no reconocen la capacidad que ha tenido Maduro de construir su propia forma de liderazgo y hacerlo funcional al sostenimiento en el poder, su debilidad la ha convertido en fortaleza alrededor de lo que denomina alianza cívico-militar-policial.

El madurismo ha tenido tres grandes momentos. El primero, entre 2013-2017 se concentró en disolver los remanentes de las representaciones políticas de la vieja burguesía, interviniendo -fundamentalmente de manera indirecta- los partidos políticos de derecha y reprimiendo de manera contundente las revueltas callejeras impulsadas por ese sector político, con un saldo preocupante en materia de derechos humanos (especialmente en 2017). A la par, logrófragmentar a la derecha política, constituyendo de manera nítida el campo de los llamados “alacranes”, sectores de la derecha que decían mantenerse en oposición al gobierno,pero que negociaban -y ahora más que nunca- tras bastidores con éste. La fracción de la vieja burguesía que escapó -y se resistía- a esta asimilación fue el que aparece representado por María Corina Machado (MCM), que venía de ser un liderazgo minoritario en las simpatías del electorado opositor (2%-5%), pero que comenzó a perfilarse en ese periodo como la única oposición real de derecha.

En este periodo el madurismo aísla a los liderazgos individuales dentro del PSUV y el gobierno que pretendían sostener la agenda gubernamental del periodo chavista (Giordani, Navarro, Márquez y otros), a la par que aleja a factores claves del modelo chavista de acumulación y liderazgo policlasista (Ramírez, Rodríguez Torres, entre otros). Esto va construyendo al madurismo como un sector con identidad propia, diferenciada de su tronco de origen, el chavismo.

El segundo momento del madurismo, se produce en el periodo 2018-2024, en el cual privilegia el sometimiento de la izquierda que comenzaba a distanciarse de su orientación política (PPT, Tupamaros, Redes, PCV y otros). El abandono de la agenda social era justificado por la aplicación de las medidas coercitivas unilaterales (MCU), de impacto significativo a partir de 2017, que sí bien afectaron de manera sensible los ingresos del país, resultabaninsuficientes para explicar el impacto liquidador en el programa nacional popular y de justicia social que había estado en el centro de lo político en el periodo chavista. El salario mínimo mensual -marcador de las pensiones de unas cinco millones de personas- cae hasta llegar a la actualidad a niveles nunca vistos -casi medio dólar norteamericano al mes- mientras el salario promedio está en 15-20 dólares mensuales. El otorgamiento de bonos extra salariales -unos 120 dólares mensuales- no logra ni de lejos compensar la inflación generalizada que coloca los productos y servicios básicos en un valor dos o tres veces superior a la media latinoamericana. Las remesas enviadas por los ocho millones de migrantes logran atenuar el drama de sobrevivencia de quienes permanecen en el país. El dinero de la venta de activos como casas, automóviles, tierras que posee la clase media y profesionales se usa para la subsistencia diaria, ocurriendo un nuevo modelo de acumulación de propiedades a precios de mercado inmobiliario depreciado.

En 2018 el gobierno de maduro genera el decreto 3332 que reforma la Ley Orgánica del Trabajo, limitando el derecho a huelga y las convenciones colectivas de trabajo, a la par que emite el memorándum 2792 que implica un golpe sin precedentes al mundo del trabajo, abriendo camino al abaratamiento estrepitoso de la fuerza laboral venezolana. Todo ello ocurre a la par que se interviene por la vía judicial a todos los partidos de izquierda, se persigue a dirigentes sindicales y sociales, produciéndose un giro autoritario muy importante en el madurismo.

En este periodo se inician negociaciones con la administración norteamericana, primero secretas y luego públicas. Este acercamiento tiene como propósito recomponer las relaciones con la potencia imperialista norteamericana, usando al petróleo como moneda de cambio para superar el efecto de las MCU. Para ello, procura mostrarse como un gobierno capaz de propiciar el encuentro entre la vieja y nueva burguesía, restaurando el orden burgués, abriendo con ello una nueva etapa de gobernabilidad.

Varios obstáculos se le presentan a esta iniciativa. Primero, el modelo de acumulación de la nueva burguesía seguía siendo rentista, importador y extractivista -al igual que el de la vieja burguesía-  lo que significaba que no se habían logrado superar los elementos constitutivos de la crisis estructural capitalista local iniciada en 1983. Estados Unidos no está interesado en reeditar el modelo de relaciones económicas y comerciales con Venezuela propias del periodo liberal burgués, sino que apuesta por la combinación de relaciones neoliberales e iliberales que le permitan mayor captura de la renta y traslado de los efectos de sus crisis estructurales a la periferia capitalista. A pesar de un público y notorio acuerdo del madurismo con la patronal FEDECAMARAS, sigue habiendo un sector rebelde de la vieja burguesía, que está por la liberalización total de la economía, y que pretende ser representado por María Corina Machado.

Segundo, el giro madurista ha erosionado de manera significativa su base social y electoral, lo que limita sus posibilidades de producir una mediación efectiva en un marco de libertades democráticas; de hecho, la mejora de ingresos por venta de petróleo a partir de la guerra de Ucrania, marcó una brutal transferencia de recursos a la burguesía financiera -formato de control cambiario- así como a los esquemas de acumulación por importación, especulación y la propia corrupción (como el caso de PDVSA cripto), pero no mejoró las condiciones materiales de vida de la clase trabajadora ni recompuso el salario.

Tercero, si bien la administración Biden pareció navegar en este curso de acción promovido por el madurismo, -especialmente a partir de la guerra de Ucrania, con el retorno de Venezuela como fuente confiable de suministro de petróleo- el gobierno de Trump apuesta por colocar el tema Venezuela dentro de la agenda de reposicionamiento neocolonial de Estados Unidos en la región.

Cuarto, al limitar la posibilidad de una alternativa de izquierda al madurismo, así como la cooptación de una parte importante de la derecha (alacranes), el madurismo ha terminado fortaleciendo la legitimidad del liderazgo deMaría Corina Machado, quien se ha venido erigiendo como representación de la real oposición al madurismo. La torpeza del madurismo, al atacar a la izquierda que podría ser un factor de equilibrio que le permita incluso negociar en mejores términos, muestra la identidad ideológica de la nueva burguesía con el sector que le adversa de la vieja burguesía.

Para la vieja y nueva burguesía lo sustancial es promover la polarización, que saque de la ecuación cualquier proyecto de carácter popular nacional o socialista auténtico. La polarización Maduro-MCM le favorece al régimen madurista y a los Estados Unidos, porque abona a conjurar cualquier posibilidad de salida radical y auténticamente antiimperialista, manteniendo el control de una solución burguesa a la crisis venezolana.

El tercer momento del madurismo, comienza con las elecciones del 28 de Julio de 2024. Maduro era consciente que el desastre generado con su agenda política, había permitido aglutinar todo el rechazo a su gestión en la persona de María Corina Machado, pero eso le parecía menos peligroso que surgiera un polo de masas a su izquierda, porque eso colocaría en riesgo los intereses de la nueva burguesía que representa. No es cierto que el electorado venezolano giró a la derecha, sino que la imposibilidad de construir una referencia electoral distinta a la polarización funcional al madurismo y los Estados Unidos, hizo que amplios sectores de electores que se oponían al paquete de ajuste estructural del gobierno, no tuvieran otra salida que votar por la única opción que aparecía viable y nítidamente contraria a lo que estaba ocurriendo. Incluso un sector de la izquierda fue atrapada en esa ilusión, desertando de ella solo cuando se encontró con la amenaza militar norteamericana contra Venezuela. La desconfianza del electorado sobre las otras opciones de derecha y centro político, en su mayoría infiltradas por el madurismo mediante la forma del alacranato político, afectó injustamente incluso a expresiones con evidentes grados de libertad del madurismo, como la que representaba Enrique Márquez y su partido centrados.

En este tercer momento, el Madurismo ha intentado llegar a un acuerdo con los Estados Unidos, basado en el petróleo y las riquezas minerales venezolanas. El problema es que pareciera habérsele agotado el tiempo para ello, porque ahora la agenda iliberal del trumpismo y el surgimiento de un nuevo orden mundial capitalista, demandan un nuevo papel de Venezuela en esta reconfiguración.

Trump desata tormenta en el Caribe

La administración Trump trabaja por un reposicionamiento imperial en la región. En ese sentido, Venezuela juega un papel estelar en su estrategia. Todo pareciera apuntar que Trump a diferencia de Biden -quien apostaba por dejar hacer mientras Estados Unidos obtuviera el petróleo venezolano- quiere un control territorial, político y militar de Venezuela, para usarlo como ejemplo de su estrategia de hegemonía ideológica iliberal y de neo anticomunismo.

Para ello sigue una ruta clara. Primero, a sabiendas que el Madurismo está en un proceso de mostrarse funcional a los intereses norteamericanos, acusa a Maduro y la dirigencia madurista de narcotraficantes -cártel de los soles- apostando no por integrar sino por debilitar al gobierno venezolano, aprovechando las vacilaciones del madurismo para construir una situación aún más favorable al norte.

Segundo, al promover la imagen de narcotraficantes del madurismo -aunque sin pruebas objetivas- procura mostrar al progresismo como un sector en degeneración delincuencial, y actúa como diluyente de eventuales resistencias anti norteamericanas a una intromisión militar de cualquier tipo; las resistencias anti invasión comienzan a ser presentadas como rezagos de bandas criminales.

Tercero, al desplazar embarcaciones, equipamientos y tropas de combate al caribe, muestra su supremacía militar regional, presionando para lograr una transición del poder en Venezuela con el menor coste posible y de gran impacto geopolítico regional. Se procura en primera instancia crear divisiones en el madurismo, que faciliten su desplazamiento del poder por parte de liderazgos castrenses internos que abran las puertas a un escenario Grenada (golpe de Estado interno y posterior intervención militar norteamericana).

Cuarto, ataca de manera desproporcionada botes de pescadores acusándolos de ser parte de la logística del narcotráfico, para acostumbrar a la opinión pública regional a operaciones militares abiertas con daños colaterales en términos de vidas humanas.

Quinto, promueve la sucesión de María Corina Machado -directamente o en un primer momento a través de Edmundo González- como gobierno que abra las puertas a la solución iliberal de la crisis estructural iniciada en 1983. Estados Unidos es consciente que un eventual gobierno de María Corina Machado sería inestable, porque sus medidas económicas y políticas le generarían una rápida pérdida de popularidad y harían su mandato inestable, poniendo en peligro los intereses norteamericanos.  A sabiendas que MCM ha dicho en reiteradas oportunidades que pedirá el apoyo, incluso militar de Estados Unidos, el objetivo estratégico de los gringos pareciera ser promover su llegada al poder, para que abra paso a una “situación haitiana” en la cual la inestabilidad del gobierno lleve a MCM a pedir la ocupación extranjera del territorio, posibilitando la colocación de bases militares permanentes en Venezuela que garanticen el control más directo de las reservas petroleras.  Después de eso MCM pasaría a ser una ficha prescindible en el tablero norteamericano.

Sexto, la criminalización de las eventuales resistencias a este curso de acontecimientos demandaría el sostenimiento de un estado de excepción continuado en Venezuela (post ataque militar norteamericano), algo que encaja perfectamente en la agenda política iliberal de Trump. Esto buscaría evitar el reagrupamiento de las fuerzas progresistas, democráticas y de izquierda, conjurando el peligro de una revolución en Venezuela.

Por eso, el otorgamiento del premio Nóbel a María Corina Machado, debe ser visto como parte de una estrategia imperialista para controlar de manera mucho más directa a las riquezas de Venezuela.

La tragedia del madurismo es que la única salida para su sobrevivencia en el poder, estaría dado por retomar la agenda popular nacional que decidió sepultar desde 2014, el abandono del programa de bonapartismo burgués que pretendió implementar desde 2018, y el desarrollo de un antiimperialismo real y no solo declarativo. De hecho, el madurismo denuncia correctamente el desplazamiento de buques de guerra norteamericanos en el caribe, pero oculta el creciente número de buques petroleros que a diario surcan el lago de Maracaibo llevando oro negro a los Estados Unidos, cuya venta se produce en condiciones neocoloniales peores que las que se daban antes de la llegada de Chávez al poder. Pero, dar cinco pasos atrás en el programa neo burgués del madurismo significaría limitar su capacidad de acumular riqueza, abriendo escenarios de crisis internas en ese bloque burgués. Además, un retorno a la agenda popular nacional asustaría tanto a la nueva burguesía como a la vieja burguesía.

El dilema pareciera estar en la capacidad del madurismo de construir una correlación de fuerzas internas real que haga a los gringos ser más prudentes, algo que no se avizora por otra vía que no sea el retorno al programa chavista.  Esto adquiere carácter de emergencia dramática, a partir del el 15 de octubre de 2025 cuando el New York Times anuncia que la administración Trump habría autorizado a la CIA para el inicio de operaciones desestabilizadoras en el territorio venezolano, para el inicio de una transición al gobierno deMaría Corina Machado, ahora laureada por el premio Nóbel de la Paz. Este anuncio debe convocar a todas las fuerzas progresistas y antiimperialistas a denunciar y realizar acciones de masas que procuren detener el ataque a la soberanía nacional continental; el ataque a Venezuela es un ataque a toda la región.

¿Por qué otorgar el premio Nóbel a MCM en este momento?

Son varias las razones geopolíticas del otorgamiento del Premio Nóbel a María Corina Machado. La primera, consolidar su liderazgo local e internacional, preservándolo del desgaste por la falta de salida política que se ha dado después de las elecciones del 28-J 2024, especialmente por la recomposición que viene haciendo el Madurismo con elecciones parlamentarias y regionales en las cuales se garantizó una aparente mayoría.

Segundo, re-polarizar el debate político venezolano. Nada es más peligroso para los Estados unidos y las burguesías venezolanas -de la cuarta y quinta república- que ante el desencanto por falta de desenlace de la terrible situación generada por el Madurismo y la imposibilidad de materializar una transición ordenada para los intereses del capital, surja una corriente de masas con independencia de los intereses burgueses e imperialistas. De hecho, el último año se viene reconstruyendo de manera importante el tejido social de resistencia a las distintas formas de neoliberalismo e iliberalismo, aunque aún no tienen un carácter de movimiento de masas. El premio Nóbel a MCM procura re-polarizar el debate entre Madurismo y el sector de María Corina Machado, constriñendo el espacio para la construcción de una alternativa que no tenga afinidad con los objetivos de la Casa Blanca y el Pentágono.

Tercero, garantizar que la agenda de un gobierno de transición -o incluso de continuidad- sea el de dependencia neocolonial con los Estados Unidos. A la administración norteamericana poco le interesa la suerte del pueblo venezolano, simplemente lo usa como una ficha intercambiable en el tablero de poder imperial.

Cuarto, ante la posibilidad de inicio de operaciones de inteligencia y militar directa en suelo venezolano, por parte de los Estados Unidos, hacer aparecer su intervención como una acción a favor de la paz regional y en apoyo al liderazgo de una figura laureada por el premio noruego de la paz. Incluso, un encarcelamiento o desaparición física de MCM en este curso de acontecimientos, serviría de mayor justificación para la intervención militar norteamericana en Venezuela.

En este sentido, el premio Nóbel de la Paz 2025 es parte de la estrategia para consolidar el papel de los Estados Unidos en la región

Las tareas de los revolucionarios 

Difícil momento para quienes encarnan la lucha anticapitalista en Venezuela. Sin duda alguna la denuncia a cualquier intento de ataque o invasión norteamericana a Venezuela está en la primera línea del posicionamiento y accionar político.  Pero ello no puede generar la esperanza que la sobrevivencia del régimen neo burgués de Maduro permita el desarrollo de un gobierno que facilite las dos condiciones necesarias para un cambio desde la perspectiva de la clase trabajadora: mejora en las condiciones materiales de vida y de libertades políticas para organizarse en sindicatos y partidos de izquierda, que puedan trabajar, opinar y movilizarse con amplias garantías. Esta dualidad plantea el desafío de construir una antiimperialismo más allá de lo geopolítico, un anti imperialismo desde la realidad de quienes viven del trabajo. ¿Se podrá hacer?

Un eventual gobierno de María Corina Machado no solo sostendría la agenda anti popular empezada por el madurismo sino que la profundizaría. De hecho, María Corina Machado no ha dicho que su llegada al poder significaría retornar al derecho de organizarse libremente a los trabajadores en sindicatos, el derecho a huelga y movilización de la clase obrera, sino que ha hablado de un programa de ajuste estructural de carácter iliberal que permita la salida a la crisis burguesa iniciada en 1983 a partir de recetas del mercado.

Entonces, ¿a quien apoyar? Es la pregunta que se suele hacer, ante la confusa situación venezolana. La respuesta no puede ser otra que a la clase trabajadora y sus intereses, sin ello, cualquier antiimperialismo es vacío y funcional al reordenamiento burgués en Venezuela.

El premio Nobel de la Paz 2025: Más allá del desconcierto

Comparte este contenido:

Paradigma disciplinar: una grieta sin cerrar en la epistemología universitaria

Cuando escasea el sentido común los problemas aumentan: ¿a quién favorece el engaño sobre la supuesta superación del paradigma disciplinar por parte de la universidad?

                                        Luis Bonilla-Molina[1]

  1. Introducción: Seamos Realistas: pidamos lo imposible

La universidad, históricamente hablando, ha sido el espacio privilegiado para el pensamiento crítico comprometido con la justicia social, la igualdad económica y la inclusión. En distintos momentos ha sido el espacio que ha guiado conquistas importantes de la sociedad. Lamentablemente, en las últimas décadas la ofensiva del capital sobre las instituciones de educación superior (IES) resultó de tal magnitud que ha invisibilizado muchas de estas luchas e incluso generado retrocesos impensables hace 50 años.

En la resistencia anticolonial, los procesos de independencia, la construcción de las repúblicas, el surgimiento de los Estados nacionales, el desarrollo de la democracia y el auge de la progresividad de los derechos, la universidad jugó un papel estelar. La revolución cubana hecha por universitarios, las revueltas del ´68, las batallas antineoliberales de las últimas cuatro décadas, evidencian que la rebeldía sigue estando presente. Este trabajo lo inscribimos en esa perspectiva, y como hemos pensado en dedicar un artículo de la serie sobre La Universidad,al tema de las resistencias anticapitalistas, en esta oportunidad nos concentraremos en mostrar otras aristas de la arquitectura de la ofensiva del capital sobre la educación universitaria, especialmente alrededor de los intentos por la superación del paradigma disciplinar en la construcción de conocimiento, ciencia y tecnología.

  • 2. Los tres momentos del capitalismo industrial en materia de políticas universitarias

El capitalismo en su relación con la construcción de conocimiento tiene tres momentos paradigmáticos. Primero, de carácter disciplinar propio de las dos primeras revoluciones industriales, segundo, de exigencia transdisciplinaria a partir de la tercera revolución industrial y el tercero, en el cual aspira alcanzar convergencia heurística en la transición a la cuarta revolución industrial.

Si analizamos las políticas educativas, con la metodología de los estudios comparados internacionales, en los marcos temporales de las primeras revoluciones industriales (1760/1780 – 1870/1914), tercera revolución industrial (1961) y la transición a la cuarta revolución industrial (2011 –  ), sin que esta última aún se haya expresado en toda su potencialidad en el modo de producción capitalista, podemos tener una comprensión mas precisa de la racionalidad de las propuestas del capitalismo para el sector universitario.

Esto se debe a la epistemología del capitalismo industrial, para quien existe una relación inmanente del conocimiento con la innovación científica-tecnológica y esto solo tiene sentido en la medida que contribuya a la reproducción simbólica y material de la lógica producción-mercado-ganancia. En consecuencia, cuando se produce un giro en la espiral de innovación se modifican las exigencias del capital para la producción de conocimiento, y esto adquiere forma de políticas públicas para el sector educación.

El asumir esta perspectiva analítica, permite entender en otra dimensión, sentido y direccionalidad eventos como la reforma de Córdoba (1918), los ciclos y localización de la expansión universitaria reciente -especialmente después de la segunda guerra mundial- y la cultura evaluativa institucional (a partir de 1961), potenciada a partir de la égida neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, modelo de movilidad académica-estudiantil y propósito del reconocimiento de títulos y estudios a escala internacional), el paradigma STEM, los acuerdos de Bolonia y los contornos que ha tomado la internacionalización universitaria.

Uno de los elementos centrales de las tensiones instaladas a partir de la tercera revolución industrial tiene que ver con el paradigma hegemónico para la construcción de conocimiento -disciplinar- y la necesidad que tiene el capitalismo de transformarlo, inicialmente en transdisciplinario y ahora en convergencia heurística. En el primero de los casos generó desde 1961 una fisura paradigmática que no fue -ni es- aprovechada por los sectores anticapitalistas críticos de la disciplinariedad para abrir paso a otra universidad posible, generándose una anomalía sin precedentes, propia de la existencia de una brecha epistémica:   si bien el capitalismo y el anticapitalismo critican el paradigma disciplinar, la escuela y universidad transdisciplinaria no ha nacido en el largo periodo de sesenta años que ha permanecido abierta esta grieta.

Parafraseando a Gramsci respecto al pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad (2011), diríamos que los sectores progresistas y anticapitalistas han contado con el optimismo desbordado de la voluntad para enfrentar las políticas del capital en torno a la educación superior en el marco de la tercera revolución industrial, pero ha fallado la fuerza del pesimismo del intelecto para comprender la dimensión de las tareas a acometer para enfrentarlo. Uno de las causas de este vacío se debe a la precaria vinculación analítica entre revoluciones industriales y políticas universitarias. Por eso, el esfuerzo para encontrar las claves interpretativas que contribuyan a salir del marasmo del intelecto, no puede ser confundido con desesperanza, todo lo contrario, es un triunfo de la voluntad consciente, un tributo a la utopía de otra universidad posible desde la fuerza de la deconstrucción de la dominación.

  • 3. Enfoque disciplinar: la nostalgia por lo que fue exitoso (primera y segunda revolución industrial)

Para el capitalismo industrial de las dos primeras revoluciones industriales, el conocimiento adquiere características de elemento dinamizador de las ganancias, especialmente cuando se relaciona con la innovación tecnológica a ser usada en la optimización de los tiempos y resultados de producción de mercancías, así como la extracción de plusvalor. En ese sentido, el capital procura la mejora, no la irrupción de un nuevo modelo productivo, y esta “optimización” fue vista en sus inicios, como un proceso que iba desde “las partes hacia el todo”. Los cambios bruscos convocaban a la prudencia, los progresivos se iban evaluando en su desempeño para evitar quiebres en las cadenas productivas.

En el marco de las dos primeras revoluciones industriales, cuando ocurrían “saltos” inusitados en el ritmo de la creatividad, esto demandaba la elaboración de prototipos y ensayos limitados, para que su implementación y efectos se pudieran escalar, a partir de la demostración de su eficacia en la mejoran de la producción. Solo entonces la innovación se podía generalizar. En consecuencia, era más confiable la mejora progresiva de las partes, para prevenir posibles daños en el todo.

La especialización disciplinar se convierte en el paradigma preferido del capital en el periodo de las dos primeras revoluciones industriales. La necesidad de incentivar la innovación y transferencia de la misma al modo de producción, puede ser explicada inicialmente por la cercanía con la ruptura del modelo feudal de acumulación, más tarde por la aspiración incesante de ampliar los márgenes de ganancia.

La especialización implica una visión maquinal de la innovación, en la cual hay que ver el objeto de estudio como un artefacto, al cual aproximarse delimitando un área de trabajo específica, en procura de mejorar la totalidad de su funcionamiento. En ese sentido, la división de campos de conocimiento como disciplinasresultó de especial utilidad.

Un tornillo rediseñado, elaborado con un material más liviano, pero doblemente resistente, podría prevenir los desajustes de la máquina. La tarea, como ejemplo, se le encarga por separado a disciplinas distintas para construirle viabilidad y confiabilidad a la mejora, disminuyendo el error de implementación a su mínima expresión, aunque el error experimental fuera inevitable. Para la localización de los nuevos materiales y sus procesos de extracción se comisiona a la geología, su combinación y aleaciones a la ingeniería química, la calidad requerida de los materiales a la ingeniería industrial, el rediseño de la máquina para el nuevo acople a la mecánica especializada, el ajuste de los procesos humanos de producción de mercancías a las ciencias del desarrollo organizacional y la sociología del trabajo. Se trataba a su vez del control de las partes fragmentadas, la compartimentación del ensamblaje de las mismas.

Cada disciplina fue construyendo su sello de identidad “corporativa” expresado en paradigmas teóricos, métodos, lenguajes y criterios de validación propios, que permitían además la acumulación sistemática y coherente de conocimientos.

Esta lógica también se extendió a la estructura social, con una epistemología maquinal de lo humano y las relaciones societales, profundizando el humanocentrismo que subordinaba la vida animal y la naturaleza, a la mejora de la maquinaria colectiva dividida en clases sociales.

Para conjurar el riesgo de crear una “torre de babel” en el campo de la innovación, se le construyó hegemonía académica a la normalización de un método de comunicación unificado para los procesos de investigación, experimentación y presentación de resultados, que es lo que hoy conocemos como método científico. Esto garantizaba la interoperabilidadde las innovaciones y la construcción de interfases entre las disciplinas.

Todo el mundo sabe hoy, que no se construye conocimiento siguiendo una receta mecánica, sino que la creatividad es un proceso caótico invadido por el error, en el cual el acierto es el nuevo incluido, dinámica a la que se le procura justificación teórica y procedimental, estableciendo protocolos para replicar los logros, aunque todo ello sea presentado a la inversa, como si la teoría conociera por anticipado los resultados de la experimentación o el análisis prospectivo a los hechos concretos de una coyuntura social específica.  Todo se invirtió, pero no era de buenos modales académicos alzar la voz al respecto. El método científico es más una ruta para la comunicación de resultados que para la creación disruptiva.

Además, en las dos primeras revoluciones los ciclos de innovación tenían particularidades que favorecían el enfoque disciplinar. La teoría de las ondas largas de la innovación (kondratieff, 1984) plantea una duración de 60-65 años del ciclo de cada una de las dos revoluciones industriales. Dentro de ellas, Carlota Pérez (2003) distingue el ciclo especulativo o de instalación de la innovación (20-30 años), y la fase de despliegue o estabilización (20-30 años), mientras que Joseph Schumpeter (1939) adiciona la idea de destrucción creativa que se refiere al periodo de obsolescencia y renovación tecnológica, que puede variar en cada caso. La tendencia en las dos primeras revoluciones industriales fue a la introducción progresiva de la innovación sustantiva que aparecía cada 15-20 años.

En ese sentido, el conocimientoque se aprendía en la universidad, podía ser usado por largos periodos en la sociedad y los sitios de trabajo, cuyo manejo prestigiaba, al gozar de permanencia y estabilidad en ciclos de 20 años cuando menos. Lo que aprendía un biólogo, físico, químico o profesor universitario, le resultaba útil por un periodo largo de tiempo, sin que ello perdiera el barniz de innovación y conocimiento de punta. Estos ritmos de permanencia se expresaron en protocolos y procesos institucionales.

Eso facilitó la adopción del diseño organizacional (estructura, funcionamiento, evaluación institucional) que hoy consideramos como propio e inamovible de las universidades, cuando en realidad existía una mayor variabilidad al respecto, antes del surgimiento del capitalismo industrial.  Las universidades naturalizaron el modelo de organización por facultades, escuelas, departamentos, centros de investigación, observatorios y líneas de investigación que favorecían el enfoque disciplinar de trabajo, construyendo una idea de tradición universitaria -haciendo analogía con las ideas de Hobsbawn,1983- que en realidad era un invento, para institucionalizar el paradigma disciplinar.

Este enfoque organizacional cuando había resultado útil en experiencias previas a la hegemonía alcanzada en el capitalismo de las dos primeras revoluciones industriales, se debía a que ocurría en universidades relativamente pequeñas, si consideramos los estándares actuales de número de estudiantes y profesores por IES. La masificación de las universidades y la matrícula universitaria, ocurrida en el marco del periodo liberal del capitalismo de las dos primeras revoluciones industriales, terminó calcificando el paradigma disciplinar como estructurante de la gestión institucional, haciendo impensable un modelo organizacional universitario distinto al de facultades, escuelas, departamentos, centros, observatorios y líneas de investigación. El adagio popular dice “si quieres crear un problema funda un departamento”.

En síntesis, las dos primeras revoluciones industriales, en el capitalismo tardío (Mandel,2023) y el desarrollo desigual y combinado (Novack,1965) de su implementación, no solo construyó hegemonía académica para el paradigma disciplinar en la construcción de conocimiento e innovación, sino que posibilitó la estructuración de un desarrollo organizacional universitario que hiciera posible su expansión en todas las esferas de las Instituciones de Educación Superior (IES). Esta estructura funcional se convertiría paradójicamente en el mayor obstáculo para poder cumplir con las demandas del capital, de renovación del paradigma de construcción de conocimiento en la tercera revolución industrial.

  • 4. Lo transdisciplinario: ¿mentirle al espejo? (tercera revolución industrial)

La llegada de la tercera revolución industrial (1961) complejizó el asunto, por cinco razones básicas. Primero, la incorporación de la programación virtual y la robótica a la producción industrial, hecho que implicaba una ampliación del paradigma mecánico newtoniano propio de las dos primeras revoluciones industriales; ello comportaba tensionar los límites de las viejas disciplinas e hibridar campos que habían permanecido estancos. La fusión entre robótica, programación, ingeniería de procesos, dinámicas de innovación y reordenamiento del know-how para la generación de mercancías exigía procesos cada vez más complejos de integración disciplinar. Por ejemplo, un video juego (mercancía) demanda el trabajo integrado de la psicología, programación, diseño gráfico, antropología, cálculo, ciencia de los algoritmos, legislación, administración, neurociencia, entre otros campos, no solo en su producción sino para impulsar las innovaciones que sustentan la acumulación de capital (ganancias).

Segundo, los ciclos de innovaciónal interior de cada revolución industrial comenzaron a acortar los tiempos de la espiral creativa, pasando de 20 a 15-10 años, luego a 6, y ahora se habla en muchos campos del conocimiento de giros de 1 a 3 años. La generación que hemos laborado los últimos cincuenta años en las universidades, hemos conocido la aceleración de la innovación de manera singular. Por ejemplo, en la presencia cada vez más efímera de algunos artefactos y su rápida obsolescencia: de las computadoras de escritorio con discos de memoria externos, con capacidad limitada, se pasó rápidamente de los disquetes de 8 pulgadas con capacidad de 80 KB (1971), a los de 5-1/2 con capacidad entre 110 KB y 1.2 MB (1976), hasta llegar a las memorias portátiles de varios TB y el almacenamiento en la nube, saltando del celular fijo al móvil analógico, y de éste al celular digital, los primeros dispositivos con mensajería de texto, las redes sociales hasta la Inteligencia Artificial generativa en dispositivos como Alexa.

Tercero, los modelos de gestión empresarial, implementados en las dos primeras revoluciones industriales (Taylorismo-Fayolismo, Fordismo) resultaban obsoletos para incorporar de manera expedita los productos de la inusitada aceleración de la innovación en la mejora continua de la producción de mercancías. Los modelos posfordistas comenzaron a expresar la pérdida de interés por las titulaciones y los enfoques disciplinares, porque las novedades en la tercera revolución industrial eran en buena medida el resultado de la integración de múltiples campos de estudio y para su implementación resultaban insuficientes las simples experticias disciplinares. Surge la necesidad de gestión transdiciplinaria del conocimiento, como se manifestó en la Conferencia Internacional sobre Crisis Mundial de la Educación (1967), donde el capitalismo hace pública y notoria la demanda de otra forma de construir saber, que trascienda los protocolos disciplinares.

La presión sobre la academia comenzó a hacerse cada vez más evidente, como lo demostró el Informe Faure (1973) generado por UNESCO, especialmente en su capítulo 2, dando inicio al drama cognitivo colectivo de los académicos, quienes deberían superar el enfoque disciplinar para la gestión de los procesos de generación de conocimiento e innovación; el problema era ahora ¿cómo hacerlo?  Las décadas de los setenta y ochenta marcaron la búsqueda de formas, maneras, caminos para lograrlo, pero todas las iniciativas reformadoras chocaban con las estructuras institucionales formalizadas para la gestión de la enseñanza y el aprendizaje. La UNESCO promovió el llamado pensamiento complejo (Morín,1990) para intentar destrancar el juego, pero cambiar la arquitectura funcional que hacía posible generar y reproducir conocimiento universitario disciplinar, implicaba afectar relaciones de poder internas y externas. La solución “salomónica” fue dejar el edificio organizacional prácticamente intacto -en algunos casos con cambio de denominaciones o adición de otras instancias- y asumir la transdisciplinariedad como “eje transversal” para la producción de conocimiento; denominación bonita, pero con serios problemas para su operabilidad concreta en la lógica que demandaba el modo de producción capitalista de la tercera revolución industrial. Muchos de los intelectuales progresistas y antisistema se entregaron a esta solución mágica, que terminó siendo una capitulación del pensamiento crítico, sin efectos prácticos posibles.

Paradójicamente, la izquierda educativa que propugnaba la superación de la perspectiva disciplinar, terminó prisionera del paradigma funcional universitario que le impedía construir una propuesta alternativa antisistema; las soluciones no procuraban escapar del influjo del modelo de facultades y escuelas disciplinares.

El neoliberalismo de los ochenta y noventa encontró una solución práctica para el atasco, privatizar la investigación universitaria y extraer una parte importante de los laboratorios y centros de investigación del ámbito universitario, pasándolos ahora a la tutela y financiamiento empresarial.  Más que la formación profesional, lo que le interesaba al capitalismo neoliberal era la aceleración de la innovación, el control de su transferencia y su implementación de la manera más eficiente bajo enfoques que trascendieran la disciplinariedad. Todo pareciera indicar, que en términos empíricos el capital desarrolló formas pragmáticas inter y multidisciplinarias para mantener la aceleración de la innovación y su transferencia a los circuitos de acumulación de ganancias.

Cuarto, la externalización de la innovación universitaria. En el proceso de intentar impulsar la transición del paradigma disciplinar al transdisciplinario, el capitalismo pareciera haber perdido la esperanza en la capacidad auto reformadora de la universidad. Aunque la mayoría de universidades iniciaron en los setenta y ochenta del siglo XX un proceso de actualización de su visión y misión, contemplando la transdisciplinariedad como paradigma emergente, la realidad fue que la distancia entre el decir y el hacer fue -y es- descomunal. No se puede pretender surcar los cielos con las “plumas y cera de abeja de Ícaro”, se requiere una infraestructura adecuada para ello, y el modelo organizacional universitario hegemonizado en las dos primeras revoluciones industriales (facultades, escuelas, departamentos, etc.) le imposibilitaba a la universidad escapar de la isla disciplinar de “Creta”. Mientras el “sol” de la aceleración de la innovación derretía las alas de Ícaro, haciendo evidente la falsación del cambio de paradigma, el “minotauro” capitalista optó por impulsar la externalización de las dinámicas que requería, dejando a la academia prisionera de la tentativa de Dédalo.  Esto ha hecho, por ejemplo, que la mayoría de avances en el área tecnológica y otros campos ocurran fuera de la universidad, lo que debería encender todas las alarmas académicas; por suerte no se trata de tierra arrasada, porque la universidad mantiene su capacidad de inventiva, lo que hay que recuperar es su potencia expansiva y contrahegemónica.

Quinto, las empresas del área tecnológica, que se convirtieron incluso en el gran boom de acumulación en la era de la financiarización de la economía, construyeron una nueva cultura para la creación y gestión de la innovación a partir de dinámicas inter, multi y transdisciplinarias. Más que la titulación, comenzaron a primar las habilidades y competencias para trabajar en equipos inter/multi/trans disciplinarios que construían dinámicas pragmáticas que potenciaban la generación de conocimiento que contribuyera a la aceleración de la innovación. Cuando había que fortalecer las capacidades de actuación bastaba la formación adelantada en espacios empresariales, lejos del ruido y los tumultos académicos. Por supuesto, que en todos los equipos había profesionales titulados, pero la preminencia de este criterio para la selección, comenzó a parecer sobrestimado. De la explosión del gerencialismo posfordista de los setenta, ochenta y noventa se pasó al declive de los gerentes como tribu especializada en la conducción, surgiendo una etapa en la cual los creadores y propietarios, no solo de las start-upsino de las grandes corporaciones, pasaron a ser sus propios gerentes. La tendencia fue que los CEOs-propietarios ahora lideraran los equipos creativos.

Desde el mundo empresarial la universidad adquirió una nueva centralidad en la reproducción del sistema, la difusión de novedades para la orientación del consumo (ganancia + renta), mediante las dinámicas inherentes a la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, movilidad académica y reconocimiento de estudios). Este giro facilitaría la adopción de lo que hoy se promociona como la gran novedad para las instituciones de educación superior: las micro credenciales o la micro acreditación.

Al no lograr romper la universidad con el peso de la tradición inventada del paradigma disciplinar, se inicia un peligroso periodo de inestabilidad estructural de todo su aparato institucional. Incluso la Universidad Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín, tan promocionada como génesis de nuevos arquetipos funcionales no logro trascender ni convertirse en un prototipo de la nueva universidad por surgir. En ese largo periodo de vaciamiento de la potencialidad reformadora universitaria (1961-2011), se evidencia una nueva vuelta de tuerca en las revoluciones industriales. La llegada de la cuarta revolución industrial encuentra a la universidad con saldo deudor (paradigma transdisciplinario) y ahora se le demanda un nuevo viraje paradigmático.

  • 5. La convergencia heurística: ¿si no hablamos de ello no ocurrirá? (transición a la Cuarta revolución industrial)

En el 2011 se anunció en Hanover Alemania el pronto desembarco de la cuarta revolución industrial (Schwab, 2016). El horizonte de cambio previsto contemplaba unos veinte años, es decir su pleno despliegue está previsto alrededor de 2030. No se trataba de un simple giro concéntrico, sino que ahora la espiral se distanciaba de la transdisciplinariedad para exigir nuevas formas de convergencia entre campos del conocimiento. Sus voceros -cuarta revolución industrial- hablaban de nuevas formas de pensamiento y generación de conocimiento requerido, pero no terminaban -ni lo hacen aún- de darle forma conceptual a ese requerimiento, comunicando solo sus expresiones operativas.

La academia, de manera temeraria pareciera haber dejado vacío e inerte el terreno de esta convocatoria a pensar un nuevo paradigma de conocimiento. Es como una pulsión colectiva de fuga, que pareciera expresar el síndrome cognitivo que, si no se habla de ello, el evento no ocurrirá. Como en el amor y la política -en este caso educativa- no existe espacio vacío y este suele ser llenado por otros actores, ideas y deseos. Son las bancas de desarrollo, el multilateralismo, las corporaciones tecnológicas y los consultores corporativos quienes comienzan a rasgar el velo de lo emergente. En ese sentido, invitamos a salir de la inercia y retomar la iniciativa.

Convergencia heurística

A partir del estudio de las demandas epistemológicas emergentes que acompañan a la cuarta revolución industrial, especialmente en lo relacionado a las dinámicas de aprendizaje en contextos de creciente aceleración de la innovación, hemos hecho una aproximación conceptual, en lo que hemos denominado como la convergencia heurística, paradigma emergente para la construcción de conocimiento en la transición a la cuarta revolución industrial.

Si bien, la convergencia heurísticano es un término normalizado, estandarizado ni incorporado aún al tesauro educativo, nos sirve para intentar expresar la demanda creciente de trascender los límites de la transdisciplinariedad. La convergencia heurística tiene dos componentes base, el primero la convergenciaque no es sumatoria sino integración y complementariedad según sea el caso; el segundo, la heurística entendida como estrategia de descubrimiento y construcción de sentido.

En consecuencia, la convergencia heurística puede interpretarse como un concepto emergente, asociado a la integración de diversas heurísticas -métodos o estrategias basadas en la experiencia o el razonamiento práctico- con el propósito de alcanzar una solución mucho más precisa, eficiente, robusta, ante problemas complejos derivados de la aceleración de la innovación. Aparece como un nuevo paradigma cognitivo, pedagógico y epistémico, que trasciende integrando, la disciplinariedad, multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad, para responder a las demandas de habilidades blandas, pensamiento crítico creativo y abordaje contingente de los problemas de la relación conocimiento-tecnología-producción.

La convergencia heurística conserva del paradigma disciplinar el rigor analítico y la profundidad metodológica, trascendiéndolo de su encierro epistemológico, su compartimentación del saber, conservando la coexistencia entre múltiples saberes propios de la multidisciplinariedad, expandiéndose más allá de sus límites al posibilitar el diálogo real entre saberes, manteniendo la articulación entre disciplinas propias de la interdisciplinariedad, superando la dependencia respecto a los marcos académicos formales; finalmente, está llamada a convocar y contener los saberes extra académicos que comportan la transdisciplinariedad.

El fundamento heurístico de la convergencia paradigmática, está lejos de entenderse como una fusión de partes, es más bien una integración dinámica y cambiante, que procura abordar la incertidumbre sin necesidad de certezas absolutas, facilita el establecimiento de múltiples entradas y puntos de contacto inter paradigmático, postula el aprendizaje desde el error, la experimentación, el diálogo y la intuición, favoreciendo procesos de pensamiento emergentes, propios de la activación delpensamiento lateral y divergente.

La convergencia heurísticapareciera ser un camino para el desarrollo de las llamadas habilidades blandas, al facilitar pensamiento crítico (funcional, pragmático, consensual a partir del contraste de diversas perspectivas), creatividad (conexión inusual de ideas), comunicación efectiva (traducción y mediación entre lenguajes disciplinares y experenciales), colaboración (negociar significados y metas), resolución de problemas complejos (abordar situaciones reales desde enfoques múltiples), adaptabilidad (aprender en entornos no lineales y cambiantes) y empatía(integrar saberes comunitarios). Su abordaje desde una perspectiva emancipadora procura ser antídoto al instrumentalismo del productivismo economicista.

En Inteligencia Artificial Generativa (IAG) se habla de algoritmos heurísticos(algoritmos genéticos[2], búsqueda tabú[3] o recocido simulado[4]) y metaheurísticas híbridas, reglas heurísticas para la toma de decisiones, verdad común (múltiples perspectivas agrupadas en torno a un consenso).

La cuestión central no consiste en esperar la definición del capital, sino en procurar su propia elaboración desde el campo alternativo, trascendiendo el carácter defensivo y reactivo. Estamos ante la inminente apertura de una nueva grieta paradigmática, que es urgente aprovechar. No podemos repetir la experiencia del pasado, donde no usamos la oportunidad para avanzar en el terreno de lo empírico, conceptual, operacional y la arquitectura organizacional. Tenemos un breve espacio para ello, pues la cuarta revolución industrial tiene formato de fábricas 4.0 y estas aún no han encendido el interruptor que marcará su inicio pleno. En la transición acelerada entre la tercera y cuarta revolución industrial, estamos obligados a pensar lo alternativo en clave de los de abajo.

Hablar del inicio de una quinta o sexta revolución industrial como si fuera un proceso que se está construyendo objetivamente en este momento, es una mirada tecnologicista y desconectada de la relación entre innovación y modo de producción (mercancías, ganancias, gobernabilidad, reproducción). La producción inmaterial aún es marginal, sus cadenas productivas aún estás estrechamente asociadas a la materialidad de la producción y los mecanismos para la generación de plusvalor adicional son en la mayoría de casos experimentales o inestables. Lo que asedia en el presente a la universidad es el inminente desembarco de la cuarta revolución industrial en la producción programada de mercancías y ganancias a escala global[5].

Lo abstracto y lo concreto

Hay demasiado ruido en el salón, lo cual dificulta identificar con nitidez los distintos tonos de muchos de los discursos que están apareciendo. Uno de los debates más interesantes es el que están librando sobre tecnofeudalismo como crítica de la economía digital, Cédric Duran (2025) y Evnegy Morozov (2025). Básicamente Durand plantea que la economía digital es una regresión al modo de acumulación previo al capitalismo, en el cual las ganancias de las grandes corporaciones tecnológicas está signada fundamentalmente por la extracción de la renta de los usuarios conectados y las pequeñas empresas del campo virtual, mientras que Morozov señala que las corporaciones digitales operan en la lógica del mercado capitalista, invirtiendo en innovación, compitiendo por mercados y obtenidos ganancias (no solo renta); Durand considera que los dueños de corporaciones actúan con la lógica terrateniente, copando territorios, y en vez de fomentar la innovación priorizan el control de datos y plataformas, generando una economía basada en la dependencia, mientras que Morozov responde que las empresas tecnológicas son actores capitalistas clásicos, como una evolución del capitalismo hacia la hiper concentración y financiarización, que tiene a la innovación como uno de sus componentes centrales, y no estamos ante una vuelta al pasado.

Este debate no es ajeno a las políticas universitarias en la transición a la cuarta revolución industrial. En la lógica de Morozov, para mantener el ritmo de la innovación, el capitalismo digital requiere crecientes volúmenes de inversión que están sobrepasando incluso la capacidad de la especulación financiera, razón por la cuál vuelve su mirada sobre los fondos públicos, especialmente los destinados al sector de educación. La virtualidad, los modelos híbridos de enseñanza y el metaverso se constituyen en mecanismos de captura de fondos públicos mediante la venta especulativa (valor inflado, ganancia especulativa) de servicios digitales-virtuales; esta voracidad por la captura de recursos para la inversión en innovación está creando un horizonte de riesgo para la educación presencial universitaria, la estabilidad docente y la vuelta al paradigma de instrucción (en este caso remota).

Desde nuestro punto de vista Morozov acierta al definir que los dueños de corporaciones no quieren tener ninguna relación de vasallaje que le signifique dependencia, sino que apuestan por la más feroz competitividad en la esfera social, a partir de lo cual ellos puedan poner en marcha la maquinaria de absorción de ganancia con parámetros que incluyen renta (datos).

En cualquiera de los casos, que tengan razón Durand o Morozov, lo que se deriva de la lectura de sus planteamientos es que se aproxima un tsunami sobre las instituciones que expresan las ideas liberales, progresistas y socialistas de progresividad de derechos, entre ellas las universidades y, desde mi punto de vista, la presencialidad es un obstáculo para los fines iliberales. Por ello, los modelos híbridos, tal y como se están estructurando de manera creciente en la cotidianidad universitaria, son una peligrosa concesión al capitalismo digital que coloca en riesgo la universidad que conocemos. Lo abstracto se muestra en lo concreto, los debates sobre la naturaleza actual del capitalismo en la superestructura tienen correlato en la estructura.

Este no es una abstracción academicista, que esté a la espera de la voluntad de cambio de la universidad. Todo lo contrario, se han puesto en marcha un conjunto de iniciativas cuya epistemología podría resumirse en la frase “la universidad se transforma de manera rápida o va a desaparecer por obsolescencia social”. Veamos algunas de estas propuestas que intentan hacer transferencia del plano económico-político al académico, las cuales se desarrollan en el plano superestructural, estructural y concreto: crisis universitaria, paradigma STEM y STEM+A, llamados a la reducción de las titulaciones, microcredenciales, Inteligencia Artificial Generativa para la superación de los estilos de pensamiento rutinarios, formación desde las empresas, giro de 180 grados en el desarrollo organizacional, desmantelamiento de los modelos fordistas de seguridad social. .

Lo estable y lo cambiante: la tecnología se innova día a día

Eric Sadín (2022) explica de manera lúcida el impacto de la aceleración de la innovación en su giro conminatorio de la técnica. Desde la pasión perturbadora de los humanos por crear dobles de sí mismos (IAG), pasando por la idea de tecnologías de la perfección, hasta aterrizar en las interfases ergonómicas (tecnología como prótesis humana) y llegar a externalizar el régimen de la verdad, todo procura integrar aceleración de la innovación con ganancia. Estaríamos entonces, entrando a una especie de psicoesfera (Berardi, 2022) de la época viral (lo digital transforma el entorno psíquico colectivo).

Esta transformación está diluyendo percepciones institucionales y culturales, proceso que ocurre de forma más nítida en las nuevas generaciones. La adaptación del mundo universitario al sistema, el acople perfecto a la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, esquemas neoliberales de movilidad académica y protocolos de reconocimiento de títulos) está haciendo que lo académico pierda toda referencia épica ante los jóvenes, y se convierta exclusivamente en espacio de formación. Esta claudicación del mundo universitario respecto a la utopía, paradójicamente rompe los vínculos de afectividad con las nuevas generaciones -rebeldía encapsulada- y vacía la presencialidadcomo dimensión necesaria para hacer posibles los sueños intergeneracionales de cambio. Si la universidad es solo para formarse, entonces se pueden buscar otras alternativas como la virtualidad, piensan muchos jóvenes. Es decir, la universidad, producto del impacto de la cultura digital en el marco de la aceleración de la innovación está siendo asediada de manera liquidacionista por el corporativismo tecnológico y sectores de la población, que otrora le consideraban algo singular.  Por increíble que parezca, la lógica del mercado y las ganancias está empujando la universidad a la virtualidad con todas las consecuencias que ello trae.

Crisis de lo universitario para proveer, prever y actualizarse

El Informe Faure (1972/1973) fue la continuación discursiva de los debates de la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación Superior (1967). Al definir la problemática por la que atravesaban los sistemas escolares y universitarios, el informe Aprender a ser: el mundo de la educación hoy (1972) señala que han perdido su capacidad de anticipar el futuro, facilitar la información que requiere el presente en el marco de la aceleración de la innovación y tienen dificultades para socializar en tiempo prudencialmente rápido el conocimiento de punta.

Esta síntesis del Informe Faure, revisada cincuenta años después, expresa de manera contundente la lógica del capital sobre la noción de crisis educativa. Los informes “La Educación encierra un tesoro” (1996) de Delors, “Replantear la educación: ¿hacia un bien común mundial?” (2015), “Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo pacto social por la educación” (2022) expresan intentos por actualizar los elementos de la falta de sincronía en la esfera de la innovación, de la educación con el modo de producción capitalista.

Eso ha hecho, que no solo las empresas, sino incluso gobiernos poderosos como el de los Estados Unidos, hayan entrado en conflicto abierto con la UNESCO. La “razón política” de la administración Trump de retirarse del organismo multilateral (2025), es justificada con el argumento que no está en el interés nacional, especialmente porque su foco discurre en aspectos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero en realidad tiene que ver con los tiempos que requiere el multilateralismo para diseminar orientaciones estratégicas del centro capitalista, algo que ocurre más a los ritmos y velocidades de las dos primeras revoluciones industriales que a los que impone el presente de la financiarización globalizadora y el reposicionamiento imperial gringo. Esto se complementa con sus políticas sobre el sector universitario local, lo que refiere a una política estructural orientada a repensar el rol de la formación profesional en la economía.  Este “cisma” debería ser una campanada de alerta, superando la lectura superficial que lo presenta como tremendismos trumpianos.

Síntesis paradigmática: STEM – STEM+A

El paradigma STEM se fue construyendo en los Estados Unidos, en el marco de la disputa de la guerra fría, especialmente en la década de los sesenta cuando se hace evidente el impacto de la tercera revolución industrial en el modo de producción capitalista. Pero sería en la década de 1990 del siglo XX, cuando la National Science Foundation (NSF) acuña el acrónimo STEM como nuevo paradigma formativo, que procura focalizar el trabajo de los sistemas escolares y las IES en la potenciación de la aceleración y diseminación de la innovación científico tecnológica, asociada a la generación de plusvalor y ganancias. Luego vendría el STEM+A que incorpora las artes (diseño) como complemento.

El STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) como prioridades educativas, resume las nuevas demandas del capital en materia económica y tecnológica(informática, inteligencia artificial, biotecnología, entre otras), las crecientes competitividades internacionales (EEUU, China, Sudeste Asiático, Unión Europea),así como las brechas de habilidades para el empleo (especialmente en áreas técnicas), el emerger del paradigma transdisciplinar como requerimiento para la producción de conocimiento y tecnología que muta progresivamente a la convergencia heurística (integrando ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), el reposicionamiento del pensamiento crítico (orientado a la aplicabilidad) y los enfoques pragmáticos en la relación con las ciencias sociales(interoperabilidad, gobernabilidad, reingeniería social).

Al impular la formación en las llamadas habilidades del siglo XXI, la promoción de la innovación tecnológica, el rediseño de la formación laboral, la renovación del interés por la ciencia “útil” para el modo de producción y el fomento de nuevas relaciones sociales a partir de la introducción de los temas de inclusión, ello tiene una expresión concreta en las políticas para el sector universitario. Inicialmente esto se expresó en las reformas curriculares (90s y siglo XXI), el financiamiento de agendas de investigación centradas en el STEM (especialmente a través de los órganos nacionales de Ciencia), potenciando la internacionalización de las instituciones de educación superior (mediante la bibliometría, acreditación, rankings, nuevos modelos de movilidad académica y reconocimiento de estudios) pero luego ha ido tomando forma con los mecanismos externalizados de micro aprendizaje y micro acreditación. Todo esto potenciado con el renovado ímpetu del espíritu competitivo intra e interinstitucional que fue alineando las políticas universitarias a escala global.

El STEM se mide con indicadores de calidad, impacto, pertinencia, innovación y eficiencia, empalmando con las orientaciones de la cultura evaluativa neoliberal.

Obsolescencia de las titulaciones: ¿escenarios de reducción de número de profesiones?

El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) viene insistiendo en sus Future of Jobs Report sobre la obsolescencia de las titulaciones (proyecta que el 39% de las habilidades actuales quedaran obsoletas para 2030), la necesidad de reforzar el enfoque de competencias en permanente actualización, ir más allá de la transdisciplinariedad como paradigma para el aprendizaje, la producción de conocimiento y la generación de tecnología, así como un nuevo modelo de colaboración público-privado (currículos asociados a requerimientos del mercado, racionalización de las titulaciones ofrecidas).

En el caso de las competencias el WEF postula que se sustituyan los títulos específicos por sistemas de formación fundamentados en las micro credenciales, la recapacitación (reskilling) y la mejora de habilidades (upskilling), procurando la adaptación continua de la fuerza laboral, sin que tenga que pasar por largos procesos de titulación, que además implican importantes erogaciones de presupuesto público.

Esto implica una crítica frontal a tres aspectos: a) el modelo disciplinar que no ha logrado ser cambiado en casi sesenta años (1967-2025) de intentos desde el sistema, b) los problemas derivados de estructuras funcionales petrificadas para la formación profesional (facultades, escuelas, departamentos), c) la lentitud con la cual las universidades incorporar paradigmas nuevos, algo que pretende ser ocultado con la circulación de información novedosa. El capital promueve un modelo ecléctico profesional, algo que resulta muy difícil de lograr con los actuales paradigmas formativos del mundo universitario.

La pregunta es ¿este espíritu conservador de la universidad contribuye a la transformación social?  La respuesta tiene que ser ambigua, porque si bien lo que ocurre es una forma de resistencia a la hegemonía del economicismo empresarial en las IES, proceso en el cual los hijos de la clase trabajadora y sectores populares aún tienen la posibilidad de asistir a la universidad pública, también es cierto que ese mismo espíritu conservador cada vez contribuye de manera más precaria a los proyectos emancipatorios.

Modelo de movilidad académica y estudiantil

La internacionalización universitaria como constante en la historia de Latinoamérica y el Caribe (Bonilla-Molina; Goes y otros; 2025), ha contado con la movilidad académica y estudiantil como una dinámica que le ha sido propia. Sin embargo, al llegar la globalización neoliberal este proceso se reconfigura y amplia, entre otras razones debido a:

  1. La necesidad que tiene el capitalismo de desterritorializar la formación profesional, en un contexto de aceleración inusitada de la innovación, para intentar trascender el proceso de atasco catastrófico entre las necesidades del modo de producción en general y la formación para la innovación que discurre en las universidades, las ideas de cambio que proponía el sistema y la solidificación de las estructuras organizacionales convocadas a hacerlo, la urgencia de los requerimientos empresariales y la lentitud de los cambios institucionales. Los flujos externos, podrían ser un catalizador de la flexibilización institucional;
  2. El escalamiento de la movilidad académica, sin precedentes de fomento institucional activo respecto a periodos anteriores, apuntaba -y lo sigue haciendo- a procurar una formación menos disciplinar, mucho más multi e interdisciplinaria, que posibilitara pensar y construir nuevos protocolos que abrieran paso a desarrollos organizacionales post disciplinares. La movilidad académica se asume como catalizador de la interdisciplinariedad en la transición a la convergencia heurística;
  3. Romper con el paradigma disciplinar no era solo un cambio de método, sino una ruptura epistémica, algo que podía ser facilitado y hacerse permeable mediante los encuentros multiculturales. Además, la idea de esta mudanza paradigmática ocurría en la lógica centro periferia, inicialmente al interior de los Estados Unidos, la propia Unión Europea y, luego desde los países de ingreso alto como polos de atracción para los estudiantes de naciones de ingresos medio y bajo;
  4. El enfoque de empleabilidad y competitividad que promueve el neoliberalismo a través de la cultura evaluativa institucional. Así, la movilidad académica se expresa e impacta a los restantes componentes de la medición y jerarquización que da identidad a la etapa de la internacionalización: acreditación, bibliometría, rankings y reconocimiento de estudios;
  5. Usando el desarrollo tecnológico, se amplia el impacto mediante la combinación de modelos de movilidad académica presencial, híbrida y virtual, en estos últimos casos fue posible escalar las experiencias a partir de la pandemia del COVID-19. Se diversifica y amplia la movilidad;
  6. Se instaura otro modelo de fragmentación y modularidad que procura abrirle paso a la convergencia heurística, algo que se expresaría luego en las micro credenciales y los micro aprendizajes, instrumentos normativos (Convenio de Lisboa -1997; Proceso de Bolonia -1999; Erasmus+ -2014- Recomendación del Consejo de la UE sobre micro credenciales -2022-; Europass y EUDIW), instrumentos evaluativos(Estándares y directrices para la garantía de calidad -ESG 2015-; Evaluación basada en los resultados de aprendizaje; Rankings y Métricas; Verificación Digital -European Digital Identity Wallet – EUDIW);

En síntesis, el modelo de movilidad académica hegemónico en la actualidad, forma parte de las iniciativas para producir un quiebre paradigmático en la universidad, aunque la institución siga pensando que eso se inscribe en el prestigio histórico de la formación profesional.

Proceso de Bolonia

El llamado Proceso de Bolonia (1999) ha sido un esfuerzo por crear y fortalecer el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), como práctica a escalar a nivel planetario. Sus antecedentes fueron la Declaración de la Sorbona[6] (1998), el Programa Erasmus[7](1987), el Sistema Europeo de Transferencia de Créditos -ECTS- (1989), las exigencias de la globalización neoliberal y la mundialización cultural capitalista.  En especial, la Declaración de la Sorbona sirvió de inspiración para la creación de los Estándares y Directrices para la Garantía de Calidad (ESCG), el Suplemento al Título universitario, la tendencia a la estandarización de los créditos por ciclos de formación profesional (pregrado, maestría, doctorado), y la micro acreditación.

El Proceso de Bolonia será muy importante para imponer el modelo de movilidad académica (docente, estudiantil y otros sectores) que se viene convirtiendo en central dentro de la cultura evaluativa neoliberal. Es a partir de Bolonia que la movilidad académica logra construir el performance y características que le permitan acoplarse con la acreditación universitaria, los rankings, la bibliometría y los estándares para el reconocimiento de estudios y títulos profesionales.

El mejoramiento de la empleabilidad es uno de los motivos centrales de este proceso, procurando alinear la educación superior a los requerimientos del mercado laboral.  El mayor desafío en este sentido es romper con la matriz disciplinar, algo que corre el riesgo de desdibujarse en la maraña procedimental.

En este sentido, el Proceso de Bolonia asume también el enfoque de mercado educativo, procurando captar la demanda de formación de los estudiantes de Asia, Estados Unidos y Latinoamérica. Esto implica convertir al EEES en un lugar atractivo para aprender y titularse en un contexto de aceleración de la innovación, las demandas de ruptura con la matriz disciplinar y la hegemonía del paradigma STEM. Por ello, el proceso de Bolonia va de la superestructura del sistema educativo a la estructura universitaria, construyendo consensos “por arriba” que se legitiman “por abajo” en la esfera operacional.  En ese sentido, la competitividad adquiere los contornos de las demandas empresariales y las herramientas de la cultura evaluativa neoliberal.

El alcance del Proceso de Bolonia involucra a más de 4.000 instituciones de educación superior, llegando a más de 38 millones de estudiantes de manera directa, pero marcando el horizonte de las reformas del sector a escala global, mediante el impulso de un sistema comparable de títulos, la adopción del Sistema Europeo de Transferencia y Acumulación de Créditos (ECTS), acuerdos de movilidad estudiantil que involucran cada vez a más instituciones de educación superior (IES) y  el reconocimiento de cualificaciones.

Su implementación ocurre mediante Conferencias Ministeriales (cada 2 a 3 años), herramientas comunes para el EEES (ECTS, Suplemento al Título, Marco de Cualificaciones QF-EHEA, Estándares de Calidad para Instituciones), Programas de financiación, especialmente para la movilidad académica y proyectos específicos como MICROBOL, CertiDigital y DC4EU. En la actualidad, el foco central de atención del Proceso de Bolonia lo constituyen la Digitalización y las micro credenciales, el fortalecimiento de las dinámicas asociadas y el apoyo a proyectos emergentes como el Plan Microcreds (que involucró a 41 universidades participando en 2024).

A partir de las crisis migratorias y las humanitarias por guerras, el Proceso de Bolonia ha desarrollado acuerdos e instrumentos normativos como la Comunicación de Tirana(2024), para favorecer la movilidad de personas con discapacidades o de entornos desfavorecidos, que ha implicado una nueva mirada sobre el tema de refugio, asociado a la captación de talento humano en situaciones de precariedad de trabajo y vida.

El Convenio de Lisboa (1997/1999) ha facilitado avanzar en procesos de reconocimiento de títulos y micro credenciales en el EEES. La salida del Reino Unido (Brexit) no ha significado hasta ahora una ruptura con el Proceso de Bolonia.

El Proceso de Bolonia no puede ser visto como un caso aislado o singular, sino como parte del rompecabezas sistémico para superar la brecha epistémica entre producción de conocimiento e innovación universitaria y modo de producción.

Micro aprendizajes, micro acreditación y micro credenciales

Las micro credenciales se han puesto de moda en los últimos años, pero la mirada fragmentada y super especializada, propia del paradigma disciplinar, limita las posibilidades de comprenderla en el marco de una estrategia integrada de reorientación de la formación profesional y laboral en la transición a la cuarta revolución industrial.

Las micro credenciales, micro acreditación y micro aprendizajes son las denominaciones que se han adoptado, normalizado y se procura estandarizar para los procesos de certificaciones digitales asociados a la validación de conocimientos, competencias formativas, habilidades adquiridas a través de experiencias delimitadas por su utilidad pragmática, que se realizan en el ámbito académico, empresarial o extra institucional.

Uno de los procesos más acabados en esta orientación es el Sistema Europeo de Transferencia de Créditos (ECTS), que se constituye a partir del reconocimiento de un determinado número de horas de trabajo[8], como crédito educativo. El ECTS creado en 1989 -en plena égida del neoliberalismo- ha sido parte del Programa Erasmus de la Unión Europea (UE) para fortalecer el modelo de movilidad estudiantil en esa región. El propósito construir mecanismos flexibles de reconocimiento formativo, debido a la rigidez y lentitud de algunos sistemas escolares y subsistemas universitarios para producir las transformaciones que requería el modo de producción en el marco de la aceleración de la innovación, propia de la tercera revolución industrial en el periodo 1971-2025.

El ECTS establece parámetros de medición, comparación y reconocimiento del trabajo académico inter y extra universitario. En el marco del Proceso de Bolonia (1999) evolucionaría a un sistema de acumulación y transferencia integrado, que sería la base para el impulso de la externalización radical de la formación profesional (2021). Los resultados de los procesos formativos bajo este esquema, que en promedio ponderan un crédito en 25-30 horas de trabajo, son medibles y alineados con los parámetros del Marco Europeo de Cualificaciones (EQF).

Todas las directrices del proceso están contenidas en la Guía ECTS[9], el Course Catalogue[10], Learning Agreement[11], Diploma Supplement[12] y el Transcript of Records[13]. Uno de los propósitos no declarados del sistema es ampliar la base disciplinar de la formación, abriéndose a modelos inter, multi, transdisciplinarios y de convergencia heurística, aspecto que tanto ha costado desarrollar en cada universidad, entre otros elementos por el peso de la falsa tradición académica, las relaciones de poder y la microfísica para la construcción de conocimiento heredada de las dos primeras revoluciones industriales.

Entre 2020-2022 se adelantó el proyecto de Micro-credentials linked to the Bologna Key Commitments (MICROBOL), con financiamiento de Erasmus+KA3 para mejorar la precisión de las herramientas del Proceso de Bolonia, a partir del cual se evaluó el sistema ECTS, los Marcos de Cualificaciones (QF-EHEA[14] y EQF) y los Mecanismos de Garantía de Calidad (ESG), concluyendo la necesidad de mayor flexibilización, especialmente para incluir aprendizajes no formales.

El ECTS tiene un gran alcance geográfico, especialmente en los 48 países que forman parte del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), así como otros de Asia, Turquía, Latinoamérica, entre otros, y organismos como UNESCO. Es aplicado a la formación profesional (pregrado), maestría y doctorados, así como programas completos y modulares de micro aprendizaje.  Desde 2025, CertiDigital[15] y DC4EU[16] facilitan certificaciones digitales de ECTS.

Como todo proceso en la lógica del capital que tiende a la homogenización internacional, la European University Association (EUA) y el Grupo[17] Crue[18]-RUEPEP[19] de España están avanzando en la normatividad para la estandarización de los procesos de micro acreditación, algo que facilitaría su expansión y consolidación en Latinoamérica (expansión neocolonial de centro a la periferia).

El Instituto para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) de la UNESCO se ha convertido en uno de los principales promotores de los micro aprendizajes y la micro acreditación, como parte de los énfasis de coyuntura del organismo multilateral.

En la perspectiva de la convergencia heurística para la construcción de conocimiento, la micro acreditación se alinea en la medida que:

  1. Rompe los esquemas de autonomía universitaria que partían del paradigma de cambio formulado desde adentro. Es decir, externalizan los procesos de toma de decisión, revestidos de aparente autonomía del sector universitario, cuando en realidad su lugar de enunciación es el campo de la economía, producción y generación de ganancias, en las dinámicas de transición de la tercera a la cuarta revolución industrial;
  2. Avanzan en la transferencia político-económica como transferencia educativa, legitimando la trasnacionalización del cambio educativo;
  3. Evitan la conflictividad institucional, al crear una cultura de la inevitabilidad de la alienación debido al peso de la innovación;
  4. Abren marcos institucionales distintos que orienten el aprendizaje y el reconocimiento de los mismos, superando las trabas burocráticas institucionales de los modelos organizacionales basados en facultades, escuelas, departamentos, propios del paradigma disciplinar para la construcción de conocimiento. Emerge una nueva institucionalidad supranacional que trasciende los organigramas instituidos, con marcos que permiten evolucionar a partir de la inter, multi y transdisciplinariedad;
  5. Posibilitan el ensamblaje de experiencias de aprendizaje que diluyen las barreras de los campos disciplinares, lo cual posibilita la reingeniería curricular desconcentrada, propia del paradigma de la convergencia heurística;

Sin embargo, el riesgo es que:

  1. Al ser quienes lo implementan, profesionales formados por el paradigma disciplinar, está dinámica termine estancando su propósito de trascenderlo;
  2. La externalización del lugar de enunciación de la micro acreditación facilita el giro hacia el modelo de empleabilidad empresarial y sus lógicas corporativas de financiamiento, lo cual hace que cada vez más se materialicen procesos de homogenización al paradigma STEM, pérdida creciente de real libertad y autonomía académica, parámetros de validación que tiendan al productivismo, competencia y jerarquización;
  3. El pensamiento crítico se reconfigure como elemento de funcionalidad, es decir para la operabilidad de la formación recibida;
  4. Al ser precaria o nula la participación de las organizaciones docentes de base, los sindicatos y gremios de trabajadores de la educación, las organizaciones estudiantes y el movimiento social pedagógico, en los procesos de construcción de propuestas -porque se les convoca en algunos casos a legitimarlas- esto puede terminar aumentando la distancia de la universidad con los requerimientos ciudadanos que exceden la empleabilidad;

Empleabilidad como apellido del derecho humano a la educación

En la tercera Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES,2022) se terminó de legitimar el complemento restrictivo para el derecho a la educación. El movimiento social pedagógico internacional había logrado posicionar el paradigma del derecho humano a la educación a lo largo de la vida, que comportaba la exigencia a los estados nacionales de garantizar el acceso oportuno a sistemas escolares y universitario. Esto implicaba, acceso a cualquier edad -aunque existieran modalidades para ello- independientemente del origen social, creencia religiosa o política, color de piel e incluso si era nacional, migrante o refugiado. La educación era desde estos principios una herramienta para la construcción de ciudadanía crítica en cualquier momento de la vida.

En la CMES 2022 se habló del derecho humano a la educación a lo largo de la vida para la empleabilidad, abriéndose peligrosamente a la razón económica. La expresión última de esta variante sería que se te garantiza el derecho a educarte siempre y cuando compruebes que lo aprendido te va a servir para acceder a un lugar de trabajo. Esta perspectiva es la que subyace en iniciativas como la que realiza Google y que ya comienzan a plantearse Meta y otras empresas. La forma como construye hegemonía este camino de espinas sin rosas, es la micro acreditación.

La forma como la racionalidad economicista toma cuerpo en el derecho a la educación tiene su expresión máxima en las exigencias del Contralor General de la República de Panamá (2025), al plantearle a la Universidad de Panamá (UP) revisar – ¿o excluir? – los casos de los estudiantes mayores de 30 años que cursan estudios en esta institución, porque ello -a juicio del contralor- constituyen despilfarro de recursos públicos o una muestra de uso ineficiente para la empleabilidad. Claro ello ocurre en el marco de un conflicto social generalizado, en el cuál los estudiantes universitarios tuvieron un protagonismo especial en la defensa de la soberanía y defensa de los regímenes solidarios de seguridad social.

A veces, los agregados limitan y no amplían derechos, eso lo deberíamos tener claro a la hora de las disputas desde una perspectiva de los excluidos, pobres y las clases subalternas. El derecho humano a la educación debe ser a lo largo de la vida para la ciudadanía integral crítica.

Formación para la empleabilidad en las propias empresas

Las dificultades para iniciar una transición sostenida del paradigma disciplinar al transdisciplinario, y ahora a la convergencia heurística, está haciendo que se multipliquen las iniciativas de formación corporativa de la fuerza laboral.

En el año 2008 se crea La Universidad de la Singularidad (SU, por sus siglas en inglés). No es una universidad formalmente establecida, porque asume una estructura funcional distinta a las IES clásicas, hecho que seguramente no le permitiría su acreditación formal. Tiene un diseño organizacional de centro de investigación que complementa con formación.

Creada por Ray Kurzweil -el gurú del transhumanismo y director de ingeniería de Google- y Peter Diamandis, su actividad central no está orientada al gran público sino a los decisores nacionales e internacionales. Parten de la premisa que uno de los problemas que impidió evolucionar del paradigma disciplinar al transdisciplinario, transformar el organigrama centrado en facultades y la cultura de compartimentación de saberes, se debió a la incapacidad que había tenido el liderazgo para comprender las dimensiones, alcance y sentido del cambio propuesto. Al evidenciar que el giro de la cuarta revolución industrial va a ser mucho más drástico, enfatizan en la formación de alto nivel. Sus estudiantes son candidatos a ministros, directores de departamentos, jefes de organizaciones políticas, tecno-políticos en general. En la actualidad su actividad abarca más de 70 países.

Los antecedentes que llevaron a justificar la creación de la Universidad de la Singularidad son el cambio tecnológico exponencial (tasas de aceleración que desafían los marcos universitarios), la necesidad de liderazgo adaptativo (brecha entre líderes lentos formados en paradigmas disciplinares versus pensamiento disruptivo, ágil y colaborativo), inspiración en la singularidad tecnológica(punto de transformación del concepto humano) y modelo Silicon Valley (emprendimiento innovación rápida, impacto global, ruptura de estructuras educativas rígidas).

En consecuencia, procuran educare inspirar a líderes, emprendedores y organizaciones, abordar desafíos globales, fomentar ecosistemas colaborativos y sustituir los arquetipos disciplinares para la generación de innovación. En su visión del trabajo creativo, de enseñanza y aprendizaje, postulan una matriz transdisciplinaria y convergente, sistémica y heurística para la construcción de conocimiento asociado a la creación.

Es decir, Singularity University (SU) es un proyecto del capital para garantizar una adecuada, oportuna y eficiente gestión del cambio en general y universitario en particular. Esto se complementa con otras iniciativas de formación empresarial de la fuerza de trabajo de base.

El 17 de julio de 2025 la revista Forbes publicó un trabajo de Jason Wingard sobre la promesa de Google de crear una fuerza laboral de educación superior. En este artículo señala que “las grandes tecnológicas no están esperando a la educación superior: la están remplazando”. Solo dos días antes Google había anunciado la iniciativa en el marco de la Cumbre de Energía e Innovación de Pensilvania, con el lema “AI Works for América”, la cual tiene previsto desarrollarse en los cincuenta estados de la unión.  El autor se pregunta ¿qué sucede cuando empresas como Google dejan de publicar anuncios de empleo y comienzan a construir su propia fuerza laboral desde cero?

Unos años atrás, el Ex – CEO de Google Eric Schmidt publicaba su libro “Cómo trabaja Google” (2015), en el cual destaca como puntos claves la cultura de la innovación, la contratación estratégica de talento excepcional(habilidades técnicas, creatividad y alineación cultural con la empresa), toma de decisiones basadas en datos, estructura organizativa flexible, visión a largo plazo, para lo cual han establecido una gestión colegiada mediante un triunvirato conformado por los fundadores de Google Sergey Brin, Larry Page y el propio Eric Schmidt. En su libro destaca, las dificultades crecientes que tenía la empresa para ubicar profesionales con capacidad adaptativa, creativa y que acompañara la evolución interna. La clave para Schmidt es la cultura de la innovación, algo que cada vez ve más distante en la formación universitaria clásica y se vincula a lo que hemos denominado como convergencia heurística.

Desde esta visión corporativa, para Schmidt existe un desajuste entre la educación universitaria y las demandas del mercado, producto de las dificultades que tiene los egresados para desarrollar aprendizaje continuo y flexible, especialmente por el impacto de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) en la educación, elementos que conflictúan con los esquemas de meritocracia y evaluación basada en resultados que implementan las empresas tecnológicas. Se podría contrargumentar que la universidad tiene una función social y su tarea no es complacer al sector empresarial de la innovación, lo cual es una verdad a medias, porque quienes dicen eso suelen suscribir los acuerdos de los gobiernos para colocar la empleabilidad como eje central de las instituciones de educación superior. Más aún, si revisamos la estructura curricular de la mayoría de carreras profesionales, a pesar que existen principios de responsabilidad y compromiso social, el eje lo tiene la formación para el empleo.

Se necesita romper con cierta hipocresía conceptual que usa lo social cuando se quiere parecer progresista, mientras se avanza en la transformación de la extensión como una ventana para la obtención de financiamiento mediante la venta de servicios, dejando cada vez a un lado la energía y focalización que requiere la transformación social. Como lo señalamos, elementos de la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, ranking, modelo de movilidad académica y políticas de reconocimiento de título) cada vez producen una alineación mayor de las instituciones de educación superior con las demandas del mercado y no de la ciudadanía. Claro que existen resistencias, voces de denuncias, hitos significativos de protestas ante esta dinámica, pero no se ha logrado revertir la tendencia.

Wingard (2025) afirma que Google procura darles a sus estudiantes una oportunidad real de empleo y desarrollo profesional, algo que hoy no ofrecen los sistemas universitarios, precisando que “no es altruismo, es dominio del mercado”. La posición de este analista resume la lógica de una parte importante de la dirección empresarial del presente, especialmente del campo tecnológico.

La formación profesional que hoy se desarrolla desde las universidades, formalmente está pensada para la empleabilidad, pero en realidad lo hace desde los principios, esquemas y estereotipos de las dos primeras revoluciones industriales, la administración pública y el diseño de puestos de trabajo gubernamentales, lo cual no es equivocado per se. El problema es que -en los últimos dos casos- el eje de las reformas estatales que impulsó desde los ochenta del siglo XX el neoliberalismo, propició el achicamiento del Estado, poniendo de relieve la potencialidad del emprendimiento y la autogestión de la vida, así como el carácter dinámico y cambiante de los puestos de trabajo en el sector privado de la economía. Las tensiones que esto generó condujeron a un esquema de adaptabilidad de las IES, procurando conseguir un punto intermedio, entre los requerimientos de los sectores público, privado y la ultra flexibilización del emprendimiento; el resultado un híbrido que no complace a casi nadie.

Además, a pesar de la moda de formación gerencialista en las universidades que conocimos en los 70s. 80s y 90s, en las últimas dos décadas el manejo de datos, la inteligencia artificial generativa y los modelos de gestión abierta han operado un cambio sustantivo en la noción clásica de gestión, algo que pareciera no haber tomado debida nota la universidad.

Lo que hoy vemos, expresado en la iniciativa de Google en Pittsburg, pareciera ser es un movimiento que tiende a expandirse, abriendo de manera nítida una nueva fase escalada de la formación profesional en las propias empresas.  Si solo fueran un grupo atolondrado de CEOs corporativos quienes estuvieran impulsando este movimiento, quizá no tendríamos tanto de que preocuparnos. Pero este es un discurso que ha permeado a instancias como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), como se evidencia en la entrevista que Juan David Olmos le hiciera a la especialista en educación de ese organismo Mercedes Mateo (2019), que encabeza con la frase “el diploma universitario se está quedando obsoleto”. Señala Mateo que a diferencia del pasado cuando la estabilidad en un puesto de trabajo era parte de la cultura laboral, hoy un egresado universitario puede tener un promedio de “15 empleos distintos en su vida … eso quiere decir que cada tres o cuatro años, más o menos debe inventarse, actualizar sus competencias y adaptarse a las exigencias de un mundo cambiante” (Revista semana, 4 de julio de 2019). Agrega que las competencias blandas son requeridas y que la formación en ese sentido es precaria, citando el Informe de Manpower Group de ese año que indicaba que el 50% de las empresas no encuentran el personal que requieren, a pesar de contar con profesionales que si deberían poseerlas.

Las ideas de Mateo sugieren varias cosas. Primero, la disposición de las grandes empresas de asumir el diseño y los costes de la formación en competencias y habilidades que las universidades no enseñan, lo cual auspicia la tentación empresarial de tomar las riendas de la formación profesional y calificada que requieren. Segundo, la demanda de competencias y habilidades es cambiante, lo cual implica el rediseño de la formación continua y la puesta en marcha de procesos de validación de títulos cada 3 a 6 años; esta actualización ha pretendido ser impulsada en las IES con el formato de la Bibliometría, pero como lo comentamos en el artículo anterior eso no se ha logrado. Tercero, en la transición entre el modelo profesional actual a cargo del sector universitario hacia el autogestionado por las empresas, la micro acreditación y las micro credenciales aparecen como la interfase, que puede lograr no solo pivotear el problema sino hacer traspaso del lugar de ejecución de la formación para el empleo.  Cuarto, el impacto político y social de esto es tremendo, por lo cual se requiere el emerger de nuevos actores políticos que lo pongan en marcha, es decir una ola neoconservadora, iliberal que disipe cualquier rasgo en el ADN social asociado al Estado de Bienestar Keynesiano. Eso lo encarna el auge de la ultraderecha, con gobiernos como el de Milei y Trump que disuelven y reconfiguran el ministerio de educación o el departamento de Educación, rompiendo con más de 100 años desde que comenzaron a constituirse y expandirse en la región, como expresión -en distintas medidas y con desarrollos desiguales- del derecho humano a la educación. Los ataques de Milei y Trump a las universidades, no son desafueros personales sino parte de una política estructural de desmantelamiento de los sistemas escolares y universitarios, como lugar de enunciación de la formación profesional.  Quinto, el rol de la universidad está siendo transformado de lugar para la docencia, investigación y universidad a sitio para la validación de los micro aprendizajes obtenidos fuera de su esfera; no es lo mismo acreditar aquello que ha sido parte de la formación que otorgar micro credenciales a procesos que incluso no se realizan en universidades; aunque hoy el porcentaje de micro créditos es bajo, se corre el riesgo de ir ampliándose la banda. Sexto, todo esto requiere una externalización de los mecanismos de validación de la micro acreditación, haciéndolos parecer universitarios, cuando en realidad están localizados fuera de su esfera.

Esta lógica, que se presenta como requerimiento sectorial, tiende a transformar la ontología y epistemología universitaria, abriendo paso a nuevos paradigmas de la formación profesional que pueden cambiar radicalmente lo que hoy conocemos como universidad.

Renovación del desarrollo organizacional y un nuevo know-how para la empleabilidad

En 1961 el reconocimiento social del docente era superior al actual, aunque los salarios siempre hayan sido bajos para la digna tarea que desempeña. En estas seis últimas décadas se han agregado asignaturas, eliminado o fusionadas otras, pasando de la pizarra para trabajar con tiza, a la acrílica con marcadores, las proyecciones dinámicas y ahora las aplicaciones con inteligencia artificial. El timbre escolar sigue sonando con el mismo tono y los uniformes escolares no han cambiado mucho, los bloques horarios no se diferencian mucho a los del pasado e inexplicablemente sigue existiendo la comisión de disciplina. Ingresé a la educación primaria en 1967 y el organigrama institucional colgado en la ofician del director sigue siendo el mismo, aunque desde ese momento a la actualidad, varios de ellos han fallecido después de ocupar el cargo. Las materias se organizan y se facilitan por disciplinas, la lámina del sistema solar no se enteró del periodo en el cuál Plutón fue degradado a planetoide, los libros de texto hablan poco del fitoplancton dejándole toda la tarea de preservar el oxígeno a las plantas.

En la década de los ochenta ingresé a la universidad formadora de docentes, donde el paradigma disciplinar había escalado al punto de fragmentar la pedagogía. La didáctica se enseñaba separada del currículo, la evaluación de la gestión del aula y la planificación era normativa. La innovación se abordaba como recursos instruccionales y la curricularización de la formación dejaba poco margen para integrar y crear, a pesar que estaba de moda la correlación de objetivos, transversalidad e integralidad.  No se enseñaba el impacto de los modelos de gestión empresarial en la docencia, aunque luego en la maestría de gerencia estudiáramos a Goleman, Peter Senge y la gestión de calidad total. En el pregrado, maestría y doctorado pensar en sistemas escolares y universitarios alternativos parecía un disparate, pero eso sí todo el mundo procuraba ser un docente informado.

De esta rutina, recién comenzó a ocurrir una fuga masiva de la matrix disciplinar con la pandemia del covid-19, aunque era patético el papel de los coordinadores de departamento supervisando el cumplimiento (cumplo y miento) de los horarios por medio de pantallas, como si lo presencial y virtual tuvieran los mismos ritmos y metódicas de trabajo. Eso sí, la pandemia sacudió a las universidades, pero como suele ocurrir después de un terremoto, de lo que se trata es de hacer control de daños, reconstruir para volver a lo conocido.

Lamentablemente, el sector empresarial, bancas de desarrollo, las grandes corporaciones tecnológicas y espacios como el WEF fueron quienes comenzaron a hablar de un nuevo performance pedagógico, de un nuevo know-how docente. Nuevamente las demandas de transformación implicaban una transferencia de lo político-económico a lo educativo.

Una integración de las características más solicitadas de know-how docente son las competencias digitales integradas y críticas (en sentido pedagógico), con manejo suficiente de plataformas, inteligencia artificial generativa, datos masivos (big data), realidad aumentada, sesgos algorítmicos, ciberactivismo educativo; el pensamiento sistémico y heurístico, para trascender el paradigma disciplinar y alcanzar una comprensión abierta y compleja de la realidad; aprendizaje permanente (lifelong learning), donde la formación continua es realmente a diario y el saber docente es abierto a nuevas, sin afirmaciones concluidas, haciendo manejo creativo de la incertidumbre; capacidad de colaboración sincrónica y asincrónica, presencial, virtual o híbrida; uso pedagógico de datos (data literacy) para el análisis de patrones de desempeño escolar y anticipación de dificultades, personalización del aprendizaje y toma de decisiones situadas; innovación didáctica continua que permita la creación de secuencias pedagógicas, evaluación alternativa (gamificación, portafolios digitales), microaprendizajes y manejo adecuado del error en la experimentación; gestión del conocimiento y creación colectiva  para superar la lógica de consumo de ideas, conocimientos y paradigmas; capacidad de comunicación multicanal y multimodal para diversificar la interacción con los estudiantes, entre otros.

Cuando hago el trabajo de recuperación de expectativas de know-how laboral, claramente me doy cuenta que estas superan las capacidades institucionales de la media de universidades, por razones que van desde la desinversión gubernamental hasta las rutinas como expresión del que hacer. Por supuesto que en la lógica del capital el compromiso social no aparece, ni la lucha de la universidad por la justicia social, la ecología y la igualdad de género. Es como si las IES fueran simples extensiones de la fábrica, empresa u oficina de los CEOs tecnológicos. Pero el capital sabe que en la medida que avancen las dinámicas de la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, modelo de movilidad académica y reconocimiento de títulos) será mucho más fácil suprimir el pensamiento crítico anti sistema. El problema es que por ese camino podemos llegar al delete de la propia universidad presencial.  

  • 6. Conclusión

La universidad quisiera “pasar agachada” en esta situación, como el alumno que no estudió y trata de hacerse invisible para que no le pregunten en el interrogatorio y verse afectado en la calificación, o el niño que juega al escondite tapándose la cara con su pequeña mano pensando que todo se cuerpo está oculto, o peor aun asemejando a los mentalistas de la nueva era, quienes piensan que, si no se habla del tema … ello no ocurrirá.

Claro que es posible transformarla, pero ello demanda un equilibrio creativo entre voluntad y conocimiento. Paradójicamente la universidad pareciera contener más voluntades que experticia, respecto a cómo producir un quiebre a las lógicas de producción y reproducción disciplinares.

Precisamente, por distintas razones, desde lo empresarial pero también desde lo popular y clasista la disciplinariedad es algo que había que superar, como ahora lo es la ampliación del paradigma transdisciplinario para dar paso a la convergencia heurística. El problema es que para avanzar tenemos que pensar la universidad “patas arriba” saliendo de la comodidad de lo conocido.  ¿nos atrevemos?

Lista de referencias

Berardi, F (2022) El tercer inconsciente: la psicoesfera en la era digital. Caja Negra Editores. Argentina

Durand, C (2025) Tecnofeudalismo: crítica de la economía digital. Ediciones La Cabra. Argentina

Faure y otros (1971) Aprender a ser: el mundo de la educación hoy. Ediciones UNESCO. Paris. Francia.

Gramsci, A. (2011) Selección de escritos. Ediciones porrua. México.

Kondratieff, N. (1984). The long Wave Cycle. Ediciones Richardson & Snyder. NY. Estados Unidos.

Mandel, E. (2023) Capitalismo tardío. Ediciones Sylone. España

Mateo, M. (2019) El diploma universitario está quedando obsoleto. Entrevista para la revista Semana, 4 de julio de 2019.

Morin, E. (1990) Introducción al pensamiento complejo. Ediciones UNESCO. Francia

Morozov, E. (2025) ?La tecnología digital nos está llevando de vuelta a la edad media? Otras Voces en Educación. Venezuela

Novack, G (1965) Uneven and Combined Development in History. Pioneer Publisher. Estados Unidos

Pérez, C (2003) Technological revolutions and financial: the dynamics of bubbles and golden ages. Elgar. Londres

Sadin, E (2020) La inteligencia artificial o el desafío del siglo: anatomia de un anti humanismo radical. Caja Negra Argentina

Schmidt, E. & Rosenberg, J. (2015). Como trabaja Google. Editorial Aguilar. España.

Wingard, J. (2022) The College devaluation crisis. Market disruption, diminishing rol, and an alternative future of learning. Stanford Business Book. Estados Unidos

Wingard, J. (2025) Google Building The Workforce Hogher ed Promised – But Never Delivered. Edition digital de Forbes del 17 de julio de 2025.


[1] Profesor visitante en la Universidad Federal de Sergipe (UFS) de Brasil. Director de Investigación del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación. Integrante del Movimiento del Congreso Mundial contra el Neoliberalismo Educativo

[2] Técnicas que simulan el proceso de selección natural, a partir de un baremo de posibles soluciones cuyo uso evoluciona a partir de las distintas generaciones de eventos de selección, cruce y mutación digital.

[3] Es una técnica de orden interactivo, que comienza con una solución, procurando mejorarla al compararla con otras soluciones similares, con memoria de corto plazo que no permite (tabú) aproximarse a soluciones ya exploradas.

[4] Simulación que permite aceptar las peores soluciones con carácter temporal, escapando de la entropía de la decisión óptima no lograda.

[5][5] Esto no es solo un problema productivo, si básicamente de geopolítica del poder, porque previo se deben resolver el impacto de las fábricas 4.0 en los flujos de dinero y su impacto en la fianciarización de la economía.  Estos procesos se expresan hoy en las tensiones comerciales entre EEUU-China, EEUU-Unión Europea, Europa-Rusia, EEUU-BRICs, entre otros. Mi hipótesis de trabajo es que estas tensiones tienden al acuerdo, no a la resolución por la vía de una nueva guerra a escala global, lo cual no descarta guerras locales como parte de estas tensiones.

[6] Firmada por los ministros de educación de Francia, Italia, Alemania y Reino Unido, plantea la urgencia de armonización de la arquitectura de los sistemas de educación superior, la promoción de la movilidad estudiantil y profesional, el reconocimiento de cualificaciones y créditos, el fortalecimiento de la competitividad europea, la cooperación y la promoción de la calidad educativa, una identidad europea en la educación superior. Desde nuestra perspectiva, la Declaración de la Sorbona es una respuesta de países europeos con pretensión hegemónica, al curso Latinoamericanista que venía teniendo los debates previos y deliberaciones de la Conferencia Mundial de Educación Superior, especialmente en temas como autonomía y libertad de cátedra, financiamiento público de la educación superior, la educación como derecho humano, entre otros. Es una lectura de ensamblaje con la globalización neoliberal, no de resistencia.

[7] El Programa Erasmus, acrónimo de las European Región Action Scheme for the Mobility of University Students, inició el 15 de junio de 1987, con énfasis en el modelo de movilidad académica de la cultura evaluativa en la era neoliberal. En 2014 evolucionó a Erasmus+, operando en ciclos plurianuales (actualmente 2021-2027). Procura promover la competitividad mediante la promoción de la movilidad educativa (profesores, estudiantes, personal administrativo), mejorar la calidad educativa y los indicadores de la cultura evaluativa en la educación superior (calidad, pertinencia, innovación, impacto y eficiencia), aumentar las posibilidades de empleabilidad de los egresados, promover la internacionalización de la educación superior, apoyar el aprendizaje permanente mediante el modelo de micro credenciales. Erasmus financia proyectos vinculados como MICROBOL, CertDigital y el DC4EU, a partir d ellos cuales propuso un Marco Común Europeo para Microcredenciales. El programa de Erasmus de Alianzas para la Innovación de Erasmus+ desarrolla e implementa una estrategia con las empresas privadas para el desarrollo de micro credenciales de interés para el sector generador de mercancías y servicios. Erasmus promueve el Europass con tecnología Blockchain. Un tema de especial atención para la próxima Conferencia Ministerial del EEES (2027) serán las micro credenciales.

[8] Por ejemplo, una materia o asignatura con 6 créditos ECTS puede estar conformada por 30 horas de trabajo presencial en las aulas, 60 de estudio individual, 30 de prácticas y 30 de estudio para las pruebas, para un total de 150 horas acreditables.

[9] La versión más reciente a la que hemos tenido acceso es a la de 2015

[10] Catálogo de asignaturas, em el cuál están contenidos los programas, asignaturas, resultados de aprendizaje y créditos ECTS por institución.

[11] Es el acuerdo de aprendizaje o contrato entre el estudiante, la institución de origen y la de destino, donde se especifican los cursos a desarrollar y su valor en términos de créditos reconocidos. Los modelos de maestría y doctorado interinstitucionales han popularizado y fortalecido este modelo.

[12] Suplemento al título donde se detallan las competencias adquiridas y los créditos ECTS, para posibilitar la comparación de cualificaciones.

[13] Registro oficial de las calificaciones, así como de los créditos obtenidos por cada uno de los estudiantes. Durante la Conferencia Mundial de Educación Superior (2022) de Barcelona, organizada por UNESCO, el debate se centró en los mecanismos de registro, siendo prácticamente aceptado sin mayores resistencias el curso de la micro acreditación. Por ejemplo, los alemanes mostraban resistencias respecto al uso del Blockchain para estos fines, mientras algunos países asiáticos y latinoamericanos lo veían con simpatía.

[14] Calidad de la Microacreditación en el Área Europea de Educación Superior

[15] Proyecto de universidades españolas junto a universidades europeas para la promoción de la digitalización de credenciales, su interoperabilidad, la integración con ECTS, la portabilidad de micro credenciales en sistemas como el European Digital Identify Wallet (EUDIW), la calidad asociada al ESG, a partir de las Recomendaciones del Consejo de la Unión Europea sobre Micro credenciales (2022).

[16] El Digital Credentials for Europa (DC4EU) es un proyecto de 24 meses (2023-2025) que involucra a 80 organizaciones del espacio europeo de universidades y más (Ucrania, Noruega, entre otras), centrado en implementar el European Digital Identity Wallet (EUDIW). Su propósito avanzar en infraestructura sólida y confiable para la implementación de las micro credenciales, la interoperabilidad y escalamiento del sistema, el fortalecimiento del modelo de movilidad estudiantil y académica, el logro de estándares de privacidad y confianza, la estandarización de procesos. El DC4EU usa como referencia la micro credencial ECTS de 1 crédito equivalente a 25-30 horas de trabajo.

[17] El Grupo Crue-RUEPEP no es una entidad formalmente establecida, sino la expresión de un esfuerzo de convergencia para la normalización y estandarización de la micro acreditación orientada a la empleabilidad.

[18] Agrupación de universidades españolas

[19] Red Universitaria de Estudios de Posgrado y Educación Permanente. Se reúne de manera anual, siendo la asamblea del 26 de marzo de 2025 en la Universidad de Oviedo su cita más reciente. Suele trabajar con la agencia española de acreditación ANECA y los espacios universitarios europeos.

Comparte este contenido:

El síndrome del académico adicto: bibliometría, productivismo y pérdida del sentido social de las universidades

Por: Luis Bonilla-Molina/CII-OVE/GT Capitalismo digital, política educativa y pedagogía crítica

Recientemente llegó a mis manos la escala de valoración para el concurso de ingreso a una universidad pública latinoamericana. Su lectura se constituyó en la mejor fotografía de un momento crítico de las instituciones de educación superior, que paradójicamente es percibido por algunos como un momento estelar.

Mide, evalúa y jerarquiza que algo queda

El modo de producción capitalista, a partir de la tercera revolución industrial[2] demandó un ajuste estructural de los sistemas escolares e Instituciones de Educación Superior (IES) para producir un nuevo acople entre formación-empleabilidad-mercancías-ganancias-reproducción. La idea síntesis de este requerimiento era que se habían acortado los tiempos para la producción de innovación científica, la tecnología se dinamizaba con lo digital y el modo disciplinar de generar conocimiento resultaba obsoleto.

El capitalismo requería una transformación rápida, pero sabía que por la naturaleza reproductora de la escolaridad ese cambio podría ser lento. Había que auspiciarlo, conducirlo, orientarlo y vigilarlo para que se concretara. Primero, el multilateralismo educativo, con su cultura de consensos resultaba insuficiente para abordar solo la tarea, así que el propio presidente de la nación más poderosa del mundo convocó a la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación (1967), instalando la idea de “crisis” y ciclos de reformas, algo que ha continuado por casi seis décadas. Segundo, a partir de esta conferencia se llegó a la conclusión que la única forma de lograr la gigantesca tarea era reordenando todos los sistemas educativos mundiales alrededor de la cultura evaluativa institucional[3] con operaciones políticas muy concretas, que terminarían expresándose en lo que hoy conocemos como los sistemas de publicaciones académicas (bibliometría), la acreditación universitaria, los rankings, y más recientemente el enfoque de la movilidad académica-estudiantil y los procesos internacionales de reconocimientos de estudios, títulos y formación. Tercero, el multilateralismo, especialmente UNESCO fue relegado al papel de construir narrativas que legitimaran estas operaciones e hicieran menos evidente la influencia de la esfera económica en la intelectual, especialmente bajo el formato de la normalización educativa.

El paradigma que subyacía en esta orientación era que, si se ponían en marcha dinámicas de evaluación, clasificación y jerarquización, todo el sistema se movería en la dirección esperada. Fue una especie de adelanto de la mejora continua, propia de la Gestión de la Calidad Total (GCT). Se puso así en marcha lo que hoy hemos naturalizado como cotidiano en la universidad, luego de seis décadas de construcción hegemónica.

Donde pareciera haber fallado el capitalismo fue en la capacidad de transformación de los arquetipos institucionales, algo que era necesario para reconfigurar la cultura académica, permitiendo su alineación con las tres demandas que la motivaban. El peso del desarrollo organizacional universitario centrado en facultades, escuelas y departamentos alrededor de disciplinas ahogaba cualquier cambio en la dirección prevista.

Por su parte, desde las resistencias educativas anticapitalistas, acostumbradas a criticar el modo disciplinar de generar conocimiento, no surgieron los “modelos alternativos”, y la falta de creatividad transformadora se refugió en la noción de la transdisciplinariedad como eje transversal de la gestión del conocimiento.  Esta claudicación del pensamiento crítico no contribuyó a que surgieran universidades populares, tampoco abrió paso a la universidad soñada por el centro capitalista, sin embargo, esta situación no es algo a reivindicar, por el contrario, es evidencia de los problemas para propiciar una ruptura paradigmática desde abajo. Ya sé, algunos colegas dirán que no hay que mencionar en público este secreto a voces, y en defensa de la universidad es mejor seguir con el complejo del “emperador desnudo”, lamento decepcionarlos.

Ponderar como ideología

De una política pública, los sustratos de las operaciones de cambio se convirtieron en ideología. Los sistemas de reconocimiento de las publicaciones (ISBN, ISSN y posteriores) terminaron construyéndose a partir de las normas empresariales ISO (International Standard Organization), iniciando una fase sin precedentes de estandarización. Luego vino la convergencia y homologación creciente de las normas y procedimientos de arbitraje, los mecanismos de reconocimiento de publicaciones, hasta establecer “índex” diferenciados, jerarquizados y con prestigios derivados de la superación de obstáculos para publicar.

Pero como los universitarios escribimos “mucho”, especialmente desde el campo de las ciencias sociales y humanas, había que hallar un mecanismo para ir a lo concreto, lo útil y susceptible de ser usado en la reproducción simbólica y material, y la reingeniería social que demandaba el sistema dominante. Brevedad, síntesis, economía del tiempo de lectura para ubicar lo relevante, pareciera ser la demanda del capital. Los libros comenzaron a perder importancia en los sistemas de jerarquización de la carrera académica y, cuando se valoran, tiene mayor ponderación cuando pasan por el filtro de un comité editorial que se centre en la justificación, metodología, propuesta y aplicación o impacto, lo demás suele sobrar y puede resultar problemático.

El pensamiento crítico también fue sometido al corsé de la medición, obligándole a abandonar progresivamente los cuestionamientos al sistema, para situarse en los cuestionamientos operacionales, prever posibles limitaciones de funcionamiento, es decir, fue arrinconado a la funcionalidad. El viejo pensamiento crítico fue etiquetado de “ideologizado”, “anticuado” y “no propio de la academia”. La evaluación adquirió rostro de ideología.

Eterno presente

Lo importante es actualizarse, pareciera ser el leitmotiv de la cultura evaluativa -especialmente la neoliberal- y en esa orientación el sentido de historia, y peor aún de futuro, se consideró algo prescindible. Lo importante era -y es- que en la lista de referencias en las publicaciones estas, no excedieran como data los últimos cinco años de su salida al mercado editorial, llegándose al extremo que en algunas bibliotecas se “suprimieron” los clásicos, porque los ejemplares disponibles habían sido editados cuarenta años atrás. En las normas del concurso que les referí al inicio, solo eran válidas las publicaciones del aspirante del último quinquenio, lo demás sobraba y sobre todo no sumaba.

Pero, esto conllevó al productivismo. Es decir, a la falsa homologación de cantidad con calidad. En el baremo mencionado, de los 100 puntos requeridos, el 50% o sea 50 puntos, se referían a los artículos arbitrados, indexados y normalizados en revistas de alta circulación. Si revisamos, por ejemplo, el caso de Brasil donde un artículo Qualis A4 que corresponde a un número muy importante de publicaciones de académicos de ese país, puede representar 1,5 o 2 puntos en baremos como estos, el aspirante tendría que haber publicado por lo menos 25 artículos en 5 años, para alcanzar el puntaje máximo, a razón de cinco artículos por año (casi uno cada dos meses), si aspiraba al optimo reconocimiento en el ingreso. Pero es que publicar en estas revistas y estos sistemas no es solo escribir, sino gestionar su publicación y en algunos casos depende si la universidad donde labora ha pagado el derecho a publicar allí. Entonces, publicar demanda escribir y dedicar horas a gestionar que ello se concrete.

Esto llevó al surgimiento de un “camino verde”, el mercado académico predatorio, cuyo atractivo es la gestión de la publicación de estos artículos. Este “mercado alternativo” tiene una serie de componentes que no solo conflictúan con la ética, sino que afectan el cada vez mas precario salario docente. No obstante, ello explica que algunos casos se puedan llegar a ostentar una docena de artículos académicos en un año, sin ofender a las excepcionalidades sino refiriéndonos al promedio.

Este productivismo influye en escalas salariales, tablas de clasificación de programas, la acreditación y los rankings universitarios. Publicar se convierte cada vez más en el centro de la razón de ser pedagógica, dejando atrás la idea de la universidad que prefigura otra forma de vivir en el mundo. Vales lo que publicas, es la extensión de vales lo que tienes, en un ahora con pretensiones de perpetuarse.

El capitalismo construyó hegemonía en seis décadas: ¿pero logró su propósito?

Desde 1967 hasta el presente, el capitalismo logró un “Todos adentro”, haciendo desaparecer el afuera del sistema; un logro sin precedentes en la historia de la universidad latinoamericana. Incluso, la Cuba revolucionaria, sometida al criminal bloqueo económico, ha entrado hace ya un tiempo en la carrera de la acreditación y con ello de la bibliometría. Otros, exploran criterios de evaluación científica menos paramétricos, otras formas de medir la productividad académica, pero en su mayoría terminan tributando a los mecanismos de clasificación diseñados por el sistema.

Sin referentes alternativos externos el capitalismo construyó hegemonía de la cultura evaluativa, que delineó con la narrativa de “crisis educativa” en la conferencia de 1967 convocada por el presidente Lyndon Johnson. Pero, la cultura evaluativa, especialmente la bibliometría ¿logró el propósito para lo cual fue impulsada?

Mi interpretación es que lo que ocurrió fue todo lo contrario, porque la bibliometría terminó confundiendo fecha de publicación con innovación, creando además un muro para que las novedades se expresaran con el vigor y la libertad que requiere la creatividad. Un académico que explore hoy un tema fronterizo, del cual emane alguna innovación, debe primero convencer a sus pares y estudiantes que mencionen su idea en uno de sus papers o artículos arbitrados, para hablar de lo nuevo con referencias suficientes (por lo menos 10 referencias). Cuando logra publicar y ahora ser citado, seguramente ya la propuesta innovadora perdió sentido, o fue desarrollado por algún investigador de un centro independiente, financiado por capital privado, que tiene otros grados de libertad y no requiere la publicación en los sistemas de bibliometría para ser reconocido. Todo esto, aunque después, el uno y él otro coloque de moda sus planteamientos en Scopus ¿pero en eso momento expresan la innovación o la hora de masificación de su consumo? Al final, si se quiere publicar, cinco artículos al año como pedía el baremo del concurso citado, lo mejor es tomar la autopista de lo seguro, escribir sobre un tema que ya otros hayan abordado y que haya sido reciclado en publicaciones de los últimos años, matando así las posibilidades de innovación desde el mundo universitario. Los académicos estamos siendo forzados a pensar cada día dónde vamos a publicar y el impacto que eso tendrá en nuestras carreras, a vivir en el borde alucinante del éxito productivista.

Cuando el complejo de Ouroboro[4] expresa la pérdida de futurabilidad

La academia pareciera haber entrado en una dinámica en la cual se siente orgullosa de morderse de manera incesante la cola, como la serpiente-dragón mitológica. La bibliometría no generó una espiral virtuosa que promoviera la transformación, sino un círculo que pareciera achicarse cada día.

Hoy, por ejemplo, la universidad se alinea a las iniciativas contra el cambio climático que promueven los Objetivos de Desarrollo Sostenible -el sistema- y no tiene capacidad de tensionarlas hacia un lugar más radical, porque innovar se ha convertido en adaptarse, en construir argumentos que favorezcan el alineamiento; no se apropia de iniciativas como el decrecimiento o impulsa con hechos otro desarrollo posible. Por el contrario, está más preocupada por entrar a la transformación digital de la educación, comprar más computadoras, conexión satelital, desarrollo de intranet potente, incorporar la inteligencia artificial generativa a sus dinámicas, que pensar, valorar y producir resistencias contra el consumo predatorio que estas “innovaciones” tienen sobre un elemento tan vital como el agua o su impacto en la creciente desertificación del planeta, producto de la explotación a cielo abierto de litio y otras tierras raras.

Este vaciamiento de proyecto de futuro, está colocando en riesgo estratégico la existencia de la universidad presencial, la universidad que conocimos. El capital pareciera estar renunciando al papel de la universidad como eje de la relación innovación-producción-gobernabilidad, como lo evidencia la transición hacia lo que se ha denominado la micro acreditación de aprendizajes, algo sobre lo cual profundizaremos en otro artículo.

La bibliometría pareciera haber metido a la universidad en un callejón sin salida, del cual solo se puede salir apelando a la tradición contestataria, rebelde y comprometida con el cambio social, algo que si la puede volver a reposicionar como alternativa.

¿La bibliometría salvará a la universidad?

Para nada, la bibliometría cava su destrucción. Por supuesto que una tarea central de la universidad es la publicación, no es eso lo que cuestionamos, sino la legitimación y normalización de una dinámica evaluativa, clasificatoria y productivista impuesta desde afuera. Algo que pone en tela de juicio la propia vigencia de la autonomía universitaria hoy, porque una universidad que no decide su destino y como este se expresa a la cotidianidad, termina aceptando solo una autonomía limitada.

En tiempos en los cuales la nación más poderosa del planeta ha iniciado una nueva ofensiva sobre la educación con antecedentes de esta magnitud solo conocidos en la que inicio Johnson (1967), es hora de pensar, desde el propio mundo universitario cómo nos vemos en los próximos 100 años, cual es el legado académico que le dejaremos a las nuevas generaciones.

Milei dio un primer paso al eliminar el ministerio de educación de Argentina, rumbo que es confirmado por Trump con la orientación de desmantelar el Departamento de Educación de los Estados Unidos y redoblar el ataque a las universidades, pero eso equivocadamente pareciera ser interpretado como tremendismos de personajes de ultraderecha, pero no es así.  El sistema capitalista está cambiando de valoración sobre el papel de las universidades en el sostenimiento y reproducción del sistema y eso que aún el switch de las fábricas 4.0, símbolo de la cuarta revolución industrial en el modo de producción de mercancías, no se ha encendido.  ¿Cuándo vamos a despertar y darnos cuenta?

[1] Profesor visitante en la Universidad Federal de Sergipe (UFS), Brasil. Director de Investigación del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación de la red CLACSO. Coordinador del GT Capitalismo Digital y pedagogías críticas.

[2] Autores como Ernest Mandel em capitalismo tardío ubica sus inicios em la década de los cincuenta del siglo XX, en mi caso prefiero hacerlo en 1961 cuando el robot UNIMATE comienza a ser usado en la industria automotriz, es decir, la informática y la robótica llegan a las fábricas.

[3] Que se convertiría a finales de los setenta en la cultura evaluativa neoliberal, profundizando sus procesos y efectos.

[4] Serpiente o dragón mitológico que se muerde la cola formando un círculo que impide la transformación

Comparte este contenido:

Internacionalización universitaria: aproximación desde la educación comparada con enfoque de pedagogía crítica

Internacionalización universitaria: aproximación desde la educación comparada con enfoque de pedagogía crítica

Luis Bonilla-Molina[1]

 

  1. La fuerza de los estudios críticos comparados internacionalmente

La llegada del capitalismo, especialmente en su fase industrial, significó una tendencia a la mundialización de la economía, política, cultura y sociedad; el sistema mundo (Wallerstein,2004) dominante requería -y ahora más en su fase de financiarización- la interconexión de todas las esferas de la vida ciudadana.

En el caso de la educación comparada, la comprensión de los sistemas escolares y universitarios, implicó avanzar paradigmáticamente a la comprensión del impacto de las dinámicas del modo de producción imperante en las Instituciones de Educación Superior (IES), partiendo de la reconciliación entre historia y comparación (Caruso & Tenorth, 2011), colocando en evidencia la externalización del lugar de enunciación de las políticas públicas del sector y la interdependencia de su accionar con el conjunto de las lógicas del mercado.

Esta transnacionalización de los estudios sobre las universidades solo era -y es – posible si se partía de la adecuada comprensión de las lógicas de apropiación en estructuras culturales profundas y diversas. Es decir, entendiendo las similitudes de la evolución de la internacionalización, pero muy especialmente sus diferencias y singularidades, como corresponde al desarrollo desigual y combinado (Novack, 1974) del capitalismo tardío (Mandel, 1962). De hecho, es hacia el año 1800, cuando la comparación con rango científico, fue concebida como un método para la exploración de los fenómenos humanos -sociales- y fue utilizada por la Antropología, la Lingüística y el Derecho; actualmente, la comparación se corresponde con el estado actual de una sociedad-mundo y con los interrogantes vinculados a su pluralización. Sin una perspectiva comparada, el mundo no puede ser entendido ni transformado. (Caruso & Tenorth, 2011, p.16)

El riesgo de la comparación era pretender asumir una nueva forma de totalidad, que no diera cuenta de las singularidades y su impacto en el conjunto del movimiento homogenizante, es decir, desconocer el impacto de las resistencias (Giroux,2004) y contradicciones propias del campo dominante de las políticas educativas, en la construcción y modelación de realidad universitaria. Los enfoques que incorporaron la dialéctica entre lo global y lo local (Arnove, 2000), así como los estudios culturales (Hoggart,1957) contribuyeron a resolver este riesgo.

Entonces, se debería solventar metodológicamente la distancia entre lo empírico y lo teórico en el proceso de construcción conceptual, interpretativa y de nuevas teorías, lo cual implicaba renovar el papel de la experiencia en la investigación educativa (Potts,2010), así como la integración de los enfoques cuantitativos y cualitativos (FAIRBROTHER, 2010), esfuerzo en el cual fueron fundamentales los trabajos del programa de investigación de la Universidad de Humboldt, en materia de internacionalización educativa, liderados por Jurgen Scheriewer.

Precisamente, la noción de sistema educativo mundial (Schriewer, 2011), permite entender los estudios sobre la universidad en el marco de interrelaciones cambiantes, cargadas de tensiones entre las relaciones de poder (Torres,2015). En esta orientación, las formulaciones sobre el vínculo entre lo cosmopolita y lo nacional (Sobe,2011), la genealogía de los libros (Roldán,2011), los flujos del saber educativo (Novoa y otros, 2011), resultaron de especial significación.

Esto abrió la posibilidad de entender de otra manera las políticas públicas en educación, especialmente para las universidades, en un marco más amplio que lo local y lo nacional, pero también las formas en la cuál lo singular influye sobre las definiciones macro. Las nociones de experiencias significativas, tendencia reformadora internacional, crisis de la educación universitaria, desafíos de las instituciones de las IES para enfrentar el futuro, formación y empleabilidad, conocimiento y evaluación institucional, se convirtieron en campos de estudios para comprender el presente y las tendencias del cambio universitario, especialmente por las implicaciones de la transferencia educativa como transferencia política (Steiner-Khamsi,2011).

  1. La necesidad de precisar los marcos analíticos que se usan para comprender las políticas públicas

El enfoque de estudio comparado de las políticas públicas universitarias, implica precisar y determinar las unidades de análisis. En este aspecto, la comparación de espacios (Manzon, 2010) reconoce distintas perspectivas; Bray y Thomas (1995) usan la figura del cubo para graficar la interacción de estas unidades, mientas que Bereday (1968) -citado por Mark Bray- identifica cuatro momentos analíticos: descripción (datos pedagógicos), interpretación (evaluación de los datos pedagógicos a partir de las dimensiones histórica, cultural, política y social). A la par que Bray y Thomas privilegian la relación Estado-provincia en los análisis, se replantea el uso del “cubo comparativo” (Bonilla-Molina, 2014) con seis caras (aula, aula-institución, aula-comunidad de entorno-región, aula-nación, aula-geopolítica), que privilegian los estudios desde el impacto concreto en la docencia-investigación-extensión, que posibilitan entradas analíticas más precisas para comprender las tendencias hegemónicas y estandarizantes en la educación.

La comparación de sistemas (Bray & Kai, 2010) se fundamenta en la definición de Allport (1995,p.469) sobre sistemas integrados -homogéneos- y diferenciados -que tienden a la multiplicidad de estructuras que coexisten no siempre fusionadas o complementarias- a partir de los cuales es posible avanzar en la comparación de los modelos curriculares, enfoques didácticos, mecanismos de planeación, propuestas de evaluación, definiciones y estilos de gestión, que interactúan con matrícula, prosecución, integración con el mercado laboral e indicadores de la cultura evaluativa institucional.

La comparación de tiempos (Sweeting, 2010) plantea el diálogo entre las dimensiones personales e institucionales, identificando distintos momentos temporales entre ellas. Eso implica precisar las formas de historia que prevalecen en los estudios comparados en educación universitaria. Sweeting idéntifica las tipologías de doctrinas pedagógicas (educadores influyentes), los elementos constitutivos de la institucionalidad (ortodoxia), las tensiones entre el pensamiento oficial y las críticas (producciones polémicas), el impacto de las posiciones políticas en la implementación de políticas comunes (como descentralización, centralización, autonomía), las antologías (sustitutas de los archivos) y las historias sociales de la educación como fuentes de estudio.

Por su parte, la comparación de culturas (Mason, 2010) demanda genealogía cultural, valoración del impacto de la cultura nacional en la construcción de los Estados, las formas que ha tomado la educación en el marco de la cultura nacional, la relación centro-periferia en la cultura educativa, especialmente en los casos de economías coloniales o neocoloniales, los flujos culturales nacionales en la definición de prioridades de formación para el desarrollo, la ponderación del conocimiento en la cultura local, entre otros elementos. En los estudios comparados la relación entre cultura y pedagogía adquiere especial relevancia, especialmente por la combinación entre políticas, estructura, cultura, valores y perspectivas pedagógicas (Alexander,2000), incorporando las metódicas etnográficas en los estudios comparados.

En la comparación de valores (Wing-On) destacan los estudios de Cogan (2000) sobre valores convergentes y divergentes de ciudadanía y temas como género, clase, raza, etnia e interseccionalidades, y más recientemente aparecen vinculados a esta temática, los estudios cualitativos sobre calidad de la educación (Bonilla-Molina, 2014), que procuran conocer la interpretación que hacen las distintas sociedades de un término que es polisémico.

La UNESCO, OCDE y las instituciones que han puesto de relieve las pruebas internacionales estandarizadas, así como los rankings, acreditaciones y sistemas de bibliometría destacan los estudios comparados de rendimiento (Postlethwaite & Leung, 2010) los cuales tensionan los criterios de mediciones locales y nacionales con los internacionales. La tendencia en el campo de los estudios de rendimiento, es hacia la diferenciación entre homogenización y estandarización respecto a las alternativas que puedan surgir, resultando de especial interés la identificación e interpretación de las formas como se expresan estos encuentros y desencuentros.

La comparación de políticas educativas (Yan Rui,2010) se concentra en el cambiante ámbito de las políticas educativas en general y las universitarias en particular, donde destacan las contradicciones entre los enfoques de poder, institucionalidad, la naturaleza de los individuos y la sociedad. En este campo, Popkewitz (1999) y Bonilla-Molina (2025) se concentran en las tensiones e interacciones entre poder y opresión, resistencias y alternativas, mientras que otros como Morín (2000) y Tedesco (2013) prefieren concentrarse en la aplicabilidad, partiendo del supuesto que existe consenso político neutral sobre los fines y propósitos de la educación en general y la universitaria en particular.

En la comparación de organizaciones educativas (Dimmock, 2010) los estudios diferenciados sobre las universidades en contextos locales, nacionales, regionales y a nivel mundial, adquieren especial relevancia, especialmente en la identificación de categorías, procesos y resultados que evidencien sus similitudes, diferencias y singularidades. Fundamentalmente se basan en los elementos estructurantes de las organizaciones educativas (Dimmock, 2010): a) grados de centralización y/o descentralización (recursos físicos y tecnológicos, recursos financieros, marcos curriculares, tiempo, estudiantes, personal, estructura para la toma de decisiones), b) liderazgo ( poder de directivos, estilo de liderazgo, formas de trabajo colaborativo, participación, motivación, planificación, toma de decisiones, comunicación organizacional, resolución de conflictos, evaluación de personal), c) curriculum ( objetivos y propósitos, amplitud, originalidad, diferenciación) y d) docencia (relaciones docente-alumno, epistemología del conocimiento, perfil de egreso, empleabilidad, relación con egresados), entre otros.

Finalmente, se ha propuesto (Bonilla-Molina; Goes; y otros, 2025) estudiar la internacionalización como constante en el tiempo y espacio regional latinoamericano-caribeño, mediante estudios centrados en la relación de las políticas globales con las nacionales, y su expresión en la bibliometría, las acreditaciones, rankings, reconocimiento de estudios, empleabilidad, movilidad estudiantil y académica, como parte de la cultura evaluativa en el periodo de globalización neoliberal.

  1. Internacionalización universitaria: buscando el punto de partida

La internacionalización universitaria es el resultado de la externalización (Schriewer, 2010) del lugar de enunciación de las políticas públicas que se aplican y desarrollan en las instituciones de educación superior (IES). Es decir, la externalización implica una superación de la visión ingenua de la autonomía universitaria como fuente principal para la determinación de los fines estratégicos y las tareas previstas para las universidades en cada tiempo-espacio. Aclarando, que si bien se reconoce que la adaptación de las orientaciones hegemónicas externas es la tarea central de las IES hoy, ello no implica desconocimiento ni desvaloración de las iniciativas propias que tensionan la imposición de lo general, ni las contradicciones entre poder-alternativas, tradición-innovación, territorio-división internacional del trabajo, producción de conocimiento-consumo y reproducción de saber.

Desde la educación comparada, la internacionalización universitaria implica nacionalización de políticas educativas, generada por las redes de poder -económica, política, tecnológica, social y cultural- locales. En esta perspectiva, el mundo es una unidad de análisis y lo nacional-local son casos de estudio. Para el campo de las pedagogías críticas, el mundo actual está regido por las lógicas del capital y el mercado, que tienen expresión concreta en la educación y los sistemas escolares, incluidas las instituciones de educación superior[2]. En consecuencia, ello demanda comprensión del origen de los sistemas escolares, su evolución a partir de la ilustración, el capitalismo industrial y muy especialmente las adaptaciones ocurridas en las estructuras sistémicas definidas en Didáctica Magna (Comenio, 1632), cuyo influjo sigue hasta nuestros días.

En el marco de las pedagogías críticas se asume el cambio como una constante en el tiempo y los espacios, resultante de las formas como se resuelven las contradicciones propias de las relaciones de poder y la lucha de clases en los distintos momentos históricos, por lo tanto, resulta de especial significación el estudio de estas interacciones en los componentes de las redes de interrelación cambiantes. Por ejemplo, lo que postula e impulsa el Banco Mundial (BM) y cual es la reacción-propuesta alternativa de las organizaciones estudiantiles y docentes, lo cual genera contradicciones que se resuelven por la vía de síntesis -dialéctica hegeliana-marxista- o por bifurcaciones, caminos no esperados o reconfiguración de la forma comunicativa de las políticas -dialéctica negativa[3] (Adorno,1966)- en un marco de inmanencia de la contradicción.

Ello requiere la construcción, recuperación y adaptación de las construcciones semánticas propias del sistema mundo, específicamente asociadas a la educación. En ese sentido, por ejemplo, al procurar identificar cuáles son las categorías pedagógicas que expresan la crisis de eficacia y legitimidad que postula la globalización neoliberal, como parte de su estrategia de reformar los Estados nacionales, encontramos que crisis de eficacia gubernamental adquiere forma de crisis de calidad educativa y las carencias de legitimidad como problemas de pertinencia universitaria.

En consecuencia, la investigación comparada debe apelar en distintos momentos a métodos inductivos, deductivos, analógicos y abductivos para poder aproximarse a la comprensión del objeto de estudio, que en este caso es, la transformación universitaria como resultado de la internacionalización.

En ese sentido, se diferencia la internacionalidad como hecho del sistema mundo, de la internacionalización universitaria como proceso (Caruso & Ternoth, 2011). Por ello, definimos a la internacionalización universitaria como ´la interacción entre el conjunto de políticas supranacionales que demandan fines, objetivos y propósitos del trabajo universitario -que se correspondan a los distintos momentos de los ciclos de innovación tecnológica y conocimiento que permiten la reproducción simbólica y material del modo de producción- con las políticas nacionales de las IES, las culturas académicas y de gestión local. Esto implica una valoración de la internacionalización universitaria como proceso desigual en su evolución, pero que en cada caso combina políticas orientadoras afines, como acreditación, bibliometría, rankings, movilidad académica y estudiantil, reconocimiento de títulos. Estas políticas comunes es lo que permiten estudiar de manera comparada la internacionalización universitaria como proceso.

  1. Los componentes de la internacionalización universitaria

Se suele abordar cada uno de los componentes de la internacionalización universitaria (IU) y homologarlos al término; este es un error conceptual y metodológico. Bibliometría no es internacionalización, como tampoco lo son rankings o acreditación por separado. La internacionalización universitaria está compuesta por un conjunto de operaciones de cambio, que interactúan y crean dependencia entre sí, expresándose en políticas públicas complementarias.

En consecuencia, urge identificar los componentes de la IU y hallar los puntos de encuentro entre ellos. En nuestro caso, la noción de cultura evaluativa neoliberal nos sirve como “intersección integradora” que los conecta y dota de sentido estratégico a su comprensión. Esto requiere identificar los dos grandes paradigmas del sistema mundo dominante, competencia y jerarquización, que orientan la actual etapa de la cultura evaluativa universitaria, complementándose con las subcategorías emprendimiento, autogestión y diversificación de las fuentes de financiamiento. Finalmente, al precisar los indicadores que permiten la medición y clasificación, se han hallado cinco categorías que orientan esta cultura evaluativa neoliberal: calidad, pertinencia, innovación, impacto y eficiencia (Bonilla-Molina, L y otros, 2025), las cuales aparecen como ponderaciones en cada uno de los componentes de la internacionalización universitaria actual. El aspecto no resuelto por la intencionalidad sistémica de la internacionalización, es la dicotomía entre aspiración de transdisciplinariedad en la construcción de conocimiento y las formas disciplinares que toma la gestión del mismo, especialmente por los diseños organizacionales basados en facultades, carreras y departamentos en las universidades, algo que resulta de especial interés para las pedagogías críticas y para quienes rescatamos la dialéctica negativa.

Una primera aproximación a los componentes de la internacionalización universitaria (IU) nos permite identificar los siguientes:

  1. La bibliometría
  2. Los rankings o clasificaciones internacionales
  3. La acreditación universitaria
  4. El reconocimiento de estudios y títulos
  5. La movilidad académica y estudiantil

Estos cinco jinetes del apocalipsis universitario fueron ampliamente desarrollados y explicados en La internacionalización universitaria en la historia de Latinoamérica y el Caribe (Bonilla-Molina, L,.; Goes, A.; y otros, 2025), destacando su interconexión, complementariedad e identidad compartida, sin los cuales resultaría limitado el estudio de la internacionalización universitaria.

  1. Determinantes de la internacionalización universitaria

La internacionalización universitaria en su actual etapa (1961-2025) se justifica a partir de un conjunto de determinantes estandarizados. Estos son:

  1. La aceleración de la innovación y la necesidad de recuperar la capacidad de los sistemas escolares y universitarios de prever el futuro inmediato y proveer el conocimiento y profesionales que demanda la sociedad (léase modo de producción). Para ello, es fundamental el estudio de la relación de las revoluciones industriales con la educación en general y las universidades en particular;
  2. El cambio permanente, lo cual implica la tensión sostenida entre tradición e innovación, es decir, cuanto del pasado debe sobrevivir en el presente, se tal manera que sea posible abrir espacio a las novedades, visibilizando las rutinas heredadas que frenan la concreción de las políticas académicas del presente;
  3. Las demandas de producción de conocimiento y empleabilidad que son la forma como la externalidad modela la internacionalización universitaria en cada etapa;
  4. El darwinismo académico como concreción de los paradigmas de competencia y jerarquización del trabajo académico, cuyo horizonte es móvil y en permanente ajuste por parte de instancias que exceden a la gobernabilidad de las IES;
  5. La diversificación de las fuentes de financiamiento como forma de fomentar el acople de las instituciones de educación superior a las dinámicas actuales de producción de mercancías, consumo y gobernabilidad;
  6. El productivismo académico cuyos parámetros de valoración tienen como lugar de enunciación la extraterritorialidad del mundo universitario, razón por la cuál se carece de autonomía para determinar las formas que adquiere. El productivismo se manifiesta en cada uno de los componentes enunciados;
  7. La meritocracia como quiebre de la autopercepción de trabajadores del conocimiento, por lo que eso implica en identidad de clase, para lo cual se construyen nuevas categorías que modelen la auto percepción colectiva como “precariado” (Standing,2014), “cognitariado” (Berardi,2019) o “profesores digitales”.

Estas determinantes impactan la cultura universitaria, sin cuya concreción material resultaría imposible conseguir la hegemonía que ha alcanzado la internacionalización universitaria -neoliberal- en el actual periodo.

  1. Las narrativas dominantes sobre la internacionalización universitaria

Con la llegada de la globalización neoliberal, se impusieron cinco líneas discursivas para legitimar las políticas públicas inherentes a la internacionalización universitaria. Estas son la calidad educativa, la pertinencia (social y con el mercado), innovación de la formación, impacto de los resultados y eficiencia en el uso de los recursos asignados.

Como mencionamos, a su vez estas líneas discursivas se convirtieron en los indicadores que se usan para valorar y elaborar las clasificaciones internacionales, acreditación universitaria, bibliometría, convergencia de estudios y titulaciones, así como las movilidad académica y estudiantil.

La calidad universitaria -o su sinónimo excelencia académica- es un término polisémico que permite incluir cualquier operación de cambio a la que se le atribuya -aunque sea sin evidencia empírica- la bondad de producir transformaciones positivas. La calidad usa como referentes las denominadas “buenas prácticas”, las clasificaciones (rankings) y la idea de mejora continua en tiempo real, sin un horizonte teleológico fijo.

La pertinencia es asumida desde los perfiles de egreso, la empleabilidad, el vínculo con el mundo del trabajo (empresarial). El ámbito de lo social se ha venido diluyendo en el concepto de pertinencia, concentrándose en la esfera de lo pragmático, es decir aquello que permite impulsar la autogestión de la vida, el emprendimiento comunitario y la inteligencia financiera de las comunidades. Por supuesto que existen iniciativas muy importantes de extensión universitaria fundamentada en lo común, pero cada vez son más aisladas y su trabajo es poco valorado dentro de la lógica de la cultura evaluativa neoliberal.

La innovación dejó de ser una cuestión que tenía como lugar de enunciación el mundo académico y universitario, para convertirlo en la apropiación de la tecnología y saberes empaquetados en centros de investigación asociados a la producción fabril, el control social y las reingenierías institucionales permanentes, conforme lo requiere el modo de producción en tiempos de crecimiento exponencial de las novedades científicas y tecnológicas. Precisamente, el acople de las instituciones de educación superior (IES) a la aceleración de la innovación constituye el eje vertebrador de la internacionalización universitaria.

El impacto en la internacionalización universitaria se asocia al productivismo, especialmente respecto al número de egresados que se incorporan a actividades operacionales, de investigación e innovación en los procesos de generación de mercancías y servicios que contribuyen al modelo de acumulación imperante.

La eficiencia cada vez se asocia más al uso del presupuesto en las dinámicas de proceso-producto institucional. Es decir, en el costo de cada egresado, intentando imponer la lógica de gestión de la calidad, de “desperdicio” decreciente en la producción de mercancías. En consecuencia, la tendencia a la eficiencia se convierte en desinversión educativa, precarización laboral y disminución de la agenda social para estudiantes con necesidades de apoyo.

A esto se le adiciona el paradigma STEM[4] en la educación superior, que considera que lo útil de la labor académica es aquello que tribute al trabajo de las ciencias “duras”, las tecnologías, ingenierías, matemáticas y el diseño asociado al mundo productivo, mientras que en las ciencias sociales la presión es para producir conocimiento sintético -privilegiar artículos por encima de libros- útil -para la gobernabilidad, producción y consumo- así como la recolección de datos que posibiliten la construcción de consenso y contribuyan a conjurar el conflicto; interpretar más que comprender, distanciándose cada vez más de la idea de involucrarse directamente en la transformación de lo que se evidencie como injusto.  La universidad que se promueve en este periodo está orientada a la empleabilidad y la producción, más que a la justicia social. Esta visión se torna en ideología de la internacionalización universitaria. Estas narrativas, han conducido a la pérdida de identidad conceptual de la universidad y convertido la pragmática funcional en epistemología de las IES.

  1. La tensión entre innovación y tradición

Como lo explicaría Eric Hobsbawm (1983/2002) la tradición acostumbra tener un momento de su invención, en la cual se reflejó una idea de novedad que perdió su vitalidad y encanto en el presente. Si bien la universidad es una institución anterior a la modernidad, es el capitalismo industrial -con su necesidad de “masificar” el conocimiento científico para la mejora de la gobernabilidad y la producción- quien le va dotando de su tradición estructurante, mientras la tercera revolución industrial, especialmente a partir del periodo neoliberal, la ha confrontado con una particular forma de renovación que se expresa en los cinco componentes de la internacionalización universitaria.

La tradición del capitalismo en su genealogía universitaria, asume la idea de Comenio de sistemas escolares (incluida la universidad a la que denominaba academia) de funcionamiento escalar, organizados a partir de grupos etarios, centrados en la perspectiva disciplinar, que van de lo simple a lo complejo. En esta perspectiva, las instituciones de educación superior se concentran en la triada docencia (enseñar para reproducir la ciencia que hizo posible el capitalismo industrial, el sistema político liberal y ahora post liberal, así como la consolidación de las mentalidades de consumidores), investigación (para mejorar la relación conocimiento-tecnología para impactar el modo de producción capitalista) y más recientemente extensión (a partir de la reforma de Córdoba y las necesidades del capitalismo periférico). La tendencia ha sido homogenizarlas hacerlas uniformes, respetando cada vez menos los rasgos singulares y autónomos. Pero el propio capitalismo comenzó a cuestionar esa tradición, especialmente a partir de la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación (1967), creando una idea innovadora de la academia, que pretende abrirse paso con los componentes y políticas de internacionalización.

Como se expuso en La Internacionalización Universitaria en la Historia de Latinoamérica y el Caribe (Bonilla-Molina, L.; Goes, A.; Menezes, B; Gomes, I.; 2025), la internacionalización universitaria ha sido una constante en la región, desde la conquista y colonización europea hasta el presente. La internacionalización ha perseguido estandarizar los procesos educativos de las IES, para colocarlas al servicio del mercado global, como mecanismo para resolver los problemas de ensamblaje productivo de la periferia con respecto al centro capitalista. Eso es hoy está más vigente que nunca, especialmente a través de la internacionalización de la cultura evaluativa neoliberal y sus cinco componentes (bibliometría, acreditación, rankings, acuerdos de reconocimiento de títulos y movilidad profesoral-estudiantil).

La internacionalización que vivimos actualmente, se deriva de los intentos de ajustar el mundo universitario a las nuevas características de producción de conocimiento de la tercera revolución industrial (1961) -superación de la disciplinariedad por la transdisciplinariedad o el pensamiento complejo- convirtiendo a las competencias -entrenar más que enseñar- en los moldes de la formación universitaria, y la relación creciente entre innovación y producción del capital, a partir de las mercancías, servicios y bienes. Para lograrlo, la internacionalización, con sus cinco componentes, se convierte en el mecanismo para alcanzar este propósito.

  1. Conclusión

La internacionalización universitaria es la forma como se expresan las políticas educativas del sistema mundo para las IES en el presente, con el propósito de procurar garantizar que la producción de conocimiento, formación profesional, investigación y extensión académica tribute a la reproducción del modo de producción y a la superación de la caída de la tasa de ganancia capitalista.

Sin embargo, lo que prevalece es una especie de normalización, de construcción de “sentido común” que legitima lo que se ha impulsado en los últimos sesenta años como innovación, como aquello que es esperable del que hacer universitario. Ello no niega la presencia de resistencias a este modo hegemónico de entender la actividad universitaria, pero es evidente que el sistema mundo ha logrado un “todos adentro” que está colocando en riesgo la propia sobrevivencia de la universidad como institución. Estudiar, comprender y analizar el fenómeno no resulta suficiente sino se acompaña de voluntad por transformar todo aquello que limita la posibilidad de una universidad situada, comprometida y radicalmente propulsora del pensamiento crítico.

 

Lista de referencias

Adorno (1966) Dialéctica negativa. Ediciones pluma. Bogotá.

Alexander (2000). Cultura y educación comparada. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Arnove, R. (2000). Dialéctica de lo global y lo local. En Bonilla-Molina, Luis (2000). Educación comparada, identidades y globalización. Ediciones IESALC UNESCO. Caracas.

Berardi, B. (2019) Futurabilidad: la era de la impotencia y el horizonte de la posibilidad. Caja Negra. Argentina

Bonilla-Molina, L. (2014). Calidad de la educación. La perspectiva del cubo en educación comparada. Ediciones OVE. Venezuela.

Bonilla-Molina, L; Goes, A.; Menezes, B.; Gomes, I. (2025). La internacionalización universitaria em la Historia de Latinoamérica y el Caribe. En imprenta.

Bray, M.; Kai, J (2010). La comparación de sistemas. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina

Caruso, M; Tenorth, H. (2011) Conceptualizar e historizar la internacionalización  y la globalización. En Caruso & Tenorth (2011) (Compiladores). Internacionalización, políticas educativas y reflexión pedagógica en un medio global. Colección nuevas perspectivas. Ediciones Granica. Argentina.

Gogan (2000). La comparación. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Dimmock, C. (2010). La comparación de organizaciones educativas. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Fairbrother, G. (2010). Enfoques cuantitativos y cualitativos en educación comparada. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina

Giroux, H. (2004) Teoría y resistencia en Educación. Ediciones Siglo XXI. México.

Hobsbawn, E. (2002) La invención de la tradición. Ediciones crítica. México.

Hoggart, R. (1957) La función docente y la cultura popular. Copia fotocopiada.

Law, N. (2010) La comparación de innovaciones . En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Lui, Y. (2010) La comparación de políticas. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Mandel, E. (1962/2022). Capitalismo tardío. Ediciones Viento Sur. España.

Mason, M. (2010) La comparación de culturas. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Manzon, M. (2010) La comparación de espacios. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Morin, E. (2000). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Ediciones UNESCO. Francia.

Novack, G. (1974) La ley del desarrollo desigual y combinado de la sociedad. Ediciones Pluma. Bogotá.

Novoa, A.; Carvalho, L; Correia, A; Madeira, A.; Ramos, J. (2011). Los flujos del saber educativo. En Caruso & Tenorth (2011) (Compiladores). Internacionalización, políticas educativas y reflexión pedagógica en un medio global. Colección nuevas perspectivas. Ediciones Granica. Argentina.

Popkewitz, Th (1999) Sociología política de las reformas educativas. Ediciones Morata. España.

Postlethwaite & Leung, F. (2010). La comparación de rendimientos estudiantiles. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Potts, P. (2010). El lugar de la experiencia en la investigación en educación. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Roldán, E. (2011) Internacionalización pedagógica y comunicación en perspectiva histórica: la introducción del método de enseñanza mutua en Hispanoamérica independiente. En Caruso & Tenorth (2011) (Compiladores). Internacionalización, políticas educativas y reflexión pedagógica en un medio global. Colección nuevas perspectivas. Ediciones Granica. Argentina.

Schriewer, J. (2011). Sistema mundial y redes de interrelación: la internacionalización de la educación y el papel de la investigación comparada. En Caruso & Tenorth (2011) (Compiladores). Internacionalización, políticas educativas y reflexión pedagógica en un medio global. Colección nuevas perspectivas. Ediciones Granica. Argentina.

Schriewer, J. (2010). Las políticas educativas. En Bonilla-Molina, L. (2000). Educación comparada, identidades y globalización. Ediciones IESALC UNESCO. Caracas.

Sobe, N. (2011). El viaje, las ciencias sociales y la formación de naciones en la educación comparada. En Caruso & Tenorth (2011) (Compiladores). Internacionalización, políticas educativas y reflexión pedagógica en un medio global. Colección nuevas perspectivas. Ediciones Granica. Argentina.

Standing, G (2014) El precariado: una nueva case social. Ediciones Lumen. Argentina.

Sweeting, A. (2010) La comparación de tiempos. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

Steiner-Khamsi (2011) La reformulación de la transferencia educativa como estrategia política. En Caruso & Tenorth (2011) (Compiladores). Internacionalización, políticas educativas y reflexión pedagógica en un medio global. Colección nuevas perspectivas. Ediciones Granica. Argentina.

Tedesco, J.C. (2013) Educación y justicia social en América Latina. Fondo de Cultura Económica. Argentina

Torres, J. (2015) Políticas educativas y construcción de mentalidades neoliberales y neocolonialistas. Ediciones Morata. España.

Wallerstein, I (Análisis de sistemas-mundo: una introducción. Ediciones Siglo XXI. México.

Wing-On, L. (2010) La comparación de valores. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

[1] Profesor visitante en la Universidad Federal de Sergipe, en el marco del programa Solidaridade de CAPES

[2] Em algunos momentos distinguimos sistemas escolares de IES, porque no siempre lo que hacen las universidades se corresponde a las definiciones, procesos, gestión y fines previstos en los marcos normativos de los primeros. En consecuencia, cuando se hable de educación superior siempre hay que interrogarse respecto a la existencia o no de esta correspondencia. Por otro lado, la arrogancia académica, escudada en una interpretación desacoplada de la autonomía, tiende a entender el mundo universitario como una isla autogestionada y autosuficiente.

[3] La dialéctica negativa de Adorno se centra en el rechazo de la síntesis hegeliana-marxista, manteniendo la crítica en todo momento, sin procurar una resolución final de la contradicción (síntesis superior a partir de la resolución de la contradicción), sosteniendo la particularidad en la forma como se expresan estos procesos y relaciones.

[4] STEM; acrónimo de las siglas Ciencia, Tecnología, ingenierías y matemáticas

Comparte este contenido:

En Los Ángeles irrumpe la agresión policial-militar de la administración Trump

En Los Ángeles irrumpe la agresión policial-militar de la administración Trump

Luis Bonilla-Molina[1] & Jorge Lefevre Tavárez[2]

 

  1. Introducción

José es un conductor hondureño, trabajador precario de la plataforma de Uber, quien ha tomado un servicio para buscar a Olivia en el distrito de Hollywood, de los Ángeles. Aunque hace más de una década obtuvo la ciudadanía norteamericana, no puede evitar sentir temor al percatarse que su pasajera es latina, así que enmudece para no asumir el riesgo de tener que hablar en el idioma prohibido del español.

La ruta solicitada no pertenece a una de las zonas de acción del Servicio de Control de Inmigración de Aduanas (Immigration and Customs Enforecement, llamados en todos lados por sus siglas en inglés, ICE), ni las fuerzas policiales anti migrantes, pero prefiere tomar un par de desvíos por calles que acaba de comprobar que están exentas de operaciones policiales y protestas. El temor del conductor y la pasajera se expresan en las miradas que se cruzan en el retrovisor, como si ambos supieran que estaban en riesgo, como los centenares de migrantes detenidos los últimos días.  Prende la radio y las noticias hablan de incidentes callejeros y el incremento de detenciones a la población trabajadora del Estado de California.

Miles de niños quedan atrapados en sus casas por temor a ser separados de sus padres, mientras la juventud latina prefiere perder el semestre en la universidad antes que ser tratados como delincuentes, por el único delito de ser hijos de trabajadores pobres que fueron tras el sueño americano. En estos días, enfermarse y tener que acudir al médico, puede convertirse en el boleto a una celda. La indignación recorre las calles de Los Ángeles y las ciudades de California.

  1. Antecedentes

En su campaña electoral de 2024, Donald Trump prometió liderar la ¨mayor operación de deportación¨ en la historia de los Estados Unidos. Esto, como parte de su discurso reaccionario, nacionalista y xenofóbico, que culpa a la población migrante de robar empleos, y criminaliza esta población llamándoles ilegales y criminales. Esta promesa de campaña no impidió que, según Prensa Asociada, un 43% del voto latino haya sido emitido a favor de Trump en los comicios de noviembre. Esto en parte se debe a que la política del Partido Demócrata hacia los migrantes está lejos de ser un trato humano; Joseph Biden, como presidente, llegó a deportar a un número mayor de migrantes que Trump en su primera presidencia, y Barack Obama, más que George Bush, hijo. Pero la política de terror que ha implementado Trump en su segundo mandato no tiene precedente reciente.

Luego de las elecciones, y habiendo triunfado, el proyecto racista de Trump arrancó desde el inicio de su mandato el 20 de enero de 2025, cuando aprobó la Ley Ejecutiva anti migrantes. Esta moviliza las fuerzas del estado, particularmente a ICE, para hacer redadas y prácticamente secuestrar a personas para procesarlas y deportarlas de Estados Unidos. Al ser política del gobierno federal, requiere la complicidad de los gobiernos estatales. Se ha dicho que en ocasiones se les ha puesto una cuota de deportaciones a las agentes federales. Ha habido, igual, detenciones de personas que cuentan con documentos para permanecer en territorio estadounidense, y son igualmente desplazados. Son verdaderas campañas de terror, que tienen a la población migrante en una situación de extrema vulnerabilidad, y que ha llevado a grandes ausentismos en los trabajos y en las escuelas por miedo al acecho.

En los meses transcurridos desde que asumió su segundo mandato, Trump ha intensificado las acciones contra la población migrante, especialmente la latina. Una de las poblaciones más afectadas es la venezolana, que tiene una diáspora de cerca de 8 millones de ciudadanos, muchos de los cuales se encuentran en los Estados Unidos. A pesar de que Nicolás Maduro se ha convertido en el gran aliado energético de los Estados Unidos, entregando en condiciones coloniales el petróleo venezolano a los gringos, Trump usa el fantasma del enemigo ideológico para expulsar y devolver a Venezuela la población del país dirigido por su aliado seudo izquierdista.

Ningún rincón del territorio estadounidense queda a salvo de esta política. Puerto Rico, colonia caribeña de Estados Unidos desde el 1898, con una población latina, también es víctima de esta política, en este caso, en particular la comunidad migrante de República Dominicana y de Haití. Esto, lamentablemente, con la complicidad del actual gobierno trumpista del Partido Nuevo Progresista y la gobernadora Jenniffer González. El Departamento de Transportación y Obras Públicas le entregó a ICE la dirección de 6,000 personas indocumentadas que contaban con licencias de conducir, desvirtuando una ley aprobada originalmente con la intención de incorporar a personas indocumentadas a la vida social del país. A esta fecha, ya ICE ha arrestado a 568 inmigrantes en Puerto Rico, de los cuales 421 son dominicanos.

Después de eliminar, restringir y someter a evaluación los estatus de toda la población migrante, ahora ha lanzado una ofensiva policial-militar sobre California, el Estado con mayor población extranjera, quienes juegan un papel esencial en la economía regional; en 2022, California aportó 692 millones de dólares en impuestos federales, equivalente al 15% el total de los ingresos federales de los Estados Unidos, mientras que se estima que en 2023 California envió 78 millones de dólares más de lo que recibió de fondos federales.

  1. Narrativa de los hechos de junio 2025

Las redadas masivas de captura de migrantes iniciadas el 6 de junio mostró que se estaba entrando en un escalamiento de las políticas anti migración. Las operaciones de ICE se ejecutaron con especial brutalidad y violación de los derechos de la población migrante. El despliegue de la Guardia Nacional de California, el 7 de junio, generó respuestas y resistencias sociales en Paramount, Compton y el propio centro de Los Ángeles. No es para menos: la Guardia Nacional, un cuerpo militar que cada estado tiene y que responde simultáneamente a cada estado y al gobierno federal, en los Estados Unidos no suele movilizarse para acciones como esta (la propia propaganda de reclutamiento indica que se espera que un miembro de la Guarda Nacional sea movilizado “una vez cada dos o tres años”). Esto ha llevado a una pugna entre el gobierno estatal de California, que repudia la movilización de la Guardia Nacional en estas protestas, y el gobierno federal que los movilizada. Esto explica, también, la razón por la que grandes sectores de la Guardia Nacional han ignorado el llamado de Trump y no se han dejado movilizar (se estima que de los 2000 efectivos de la Guardia Nacional que se pretendía movilizar, solo han podido hacerlo con 300).

El 6 de junio, entre 8 y 10 de la mañana, agentes del ICE junto con agentes el Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security, DHS), el Buró Federal de Investigación (Federal Bureau of Investigation, FBI) y la Administración de Control de Drogas (Drug Enforcement Administration, DEA) realizaron redadas en un almacén textil arrestando a unos 44 trabajadores que fueron trasladados al Centro de Detención Edward R. Roybal, lo cual provocó protestas frente a este centro de confinamiento. Esto generó las primeras contradicciones en el establishment gringo.

En paralelo, ICE había tomado la Tienda Home Depot, en Paramount CA, deteniendo a latinos, a lo cual respondieron con protestas unos 400 manifestantes.  Surgieron las primeras denuncias respecto a la imposibilidad que tenían los prisioneros de acceder a un abogado, poniéndose de manifiesto la violación de los derechos humanos y las garantías mínimas procesales a quienes eran calificados como ilegales y sujetos a deportación.

El 7 de junio, continuaron las operaciones anti migrantes en el Atlantic Boulevard, incrementando las detenciones, pero también las protestas que culminaron en la quema de un vehículo. Los protestantes marchaban con banderas nacionales de los países de la región. Algo similar ocurrió en Compton.

Mientras la policía disparaba balas plásticas y gases lacrimógenos para dispersar las protestas, el funcionario de la administración Trump, Tom Homan, anunciaba el despliegue de 2.000 efectivos de la Guaria Nacional, lo cual generó que los concejales de Los Ángeles aprobaran 500 millones de dólares para fondos legales de protección a migrantes. Esa noche, centenares de manifestantes se concentraron frente al Edward R. Roybal Federal Building, vociferando la consigna de “¡ICE fuera de los Ángeles!”, a lo que Trump respondió en la red social Truth Social defendiendo las redadas.

El capítulo de la American Civil Liberties Union (ACLU, una organización sin fines de lucro que vela por los derechos de la población) del Sur de California expresó su intención de retar las medidas represivas en los Tribunales, y calificó la jornada como un operativo militar.

El 8 de junio, 300 guardias nacionales, armados hasta los dientes, con rifles largos y escudos anti motines, se apostaron frente al Metropolitan Detention Center en el propio centro de Los Ángeles. Mientras esto ocurría, al grito de “¡Paren las deportaciones!”, miles de manifestantes se reunían en la Mariachi Plaza con banderas de México, Honduras y El Salvador. La Policía de Los Ángeles (LAPD) y la Patrulla de Caminos de California (CHP) dispersaron con gases lacrimógenos a los manifestantes.

El gobernador de California, Kevin Newson, y el sheriff, Robert Luna, exigieron por la red social X que la Guardia Nacional debía retirarse. Esa noche, comenzaron los llamados a taxis autónomos (sin conductores) que al llegar al sitio eran quemados por pobladores indignados, como señal de protesta.

El 9 de junio, las protestas continuaron frente a los centros de detención, con un saldo de 27 manifestantes detenidos. Mientras el gobernador Newson anunciaba que demandaría a Trump por movilizar a la Guardia Nacional del estado de manera ilegítima, la congresista Nanette Barragán por un distrito de California develaba que el gobierno federal intencionaba que las redadas en Los Ángeles continuarían por 60 días, apareciendo Nueva York como el próximo territorio a ser ocupado por las fuerzas anti migrantes.

El 10 de junio el Pentágono confirmaba que había desplegaría en Los Ángeles 700 marines, fuerzas militares con alta capacidad destructiva y aniquiladora de vidas humanas. Esto sería una nueva escala de las políticas migratorias que coloca a la clase trabajadora latina como enemigo ideológico de los Estados Unidos, no obstante, al parecer este contingente no ha podido ser movilizado por resistencias internas de efectivos de esta fuerza élite. Ante este anuncio el gobernador de California solicitó públicamente revertir la medida, lo que muestra la agudización de las contradicciones entre sectores del capital norteamericano, cuya evolución y correlación de fuerzas será determinante en los acontecimientos de los próximos días.

Si bien los datos oficiales son escasos, es un hecho que las protestas ciudadanas y las contradicciones entre la administración federal de Trump y el liderazgo local, especialmente del Gobernador de California y la alcaldesa de la ciudad de Los Ángeles, han hecho disminuir el número de arrestos los días 10 y 11 de junio.

Mientras tanto, se eleva el número de manifestantes que protestan las medidas, con pancartas que señalan Fuck ICE; ciudadanos norteamericanos salen de sus casas a evitar la deportación de vecinos, mostrando que el verde oliva y las armas de la Guardia Nacional no son suficientes para detenerlos

  1. Las resistencias antifascistas

Las manifestaciones y choques de la población migrante contra el aparato policial-militar y ICE, si bien son un reflejo de sobrevivencia, son también signos de maduración política contra las políticas reaccionarias del gobierno federal, incluyendo sectores que incluso votaron a Trump. El alto apoyo de la población latina con voto hacia Trump, por ejemplo, que se mencionó al inicio de este artículo, ha decaído estrepitosamente, según encuestas recientes. Una parte importante de las movilizaciones en Los Ángeles ha sido de la comunidad latina, a la vez de las más vulnerables y de las más militantes. Se dice que las actuales movilizaciones pueden ser un presagio de un movimiento similar al “Black Lives Matter” de hace algunos años. Además, estas resistencias comienzan a ser expresión de enfrentamiento a las políticas fascistoides de la administración norteamericana.

Si bien los sectores liberales se oponen a las políticas de Trump, ha habido una oposición igualmente insistente a la manera en que estas manifestaciones se han desarrollado. La alcaldesa de Los Ángeles se ha expresado en contra de las manifestaciones violentas. La policía de Los Ángeles declaró que las concentraciones en el centro de la ciudad, eran asambleas ilegales y los participantes serían castigados con el peso de la Ley. Bernie Sanders, incluso, ha manifestado simpatía con la resistencia no-violenta que promovía Marthin Luther King, en oposición a lo que se ha visto en Los Ángeles. Ante eso, conviene recordar las propias palabras de Marthin Luther King:

“Y debo decir esta noche que un motín es el lenguaje de los que no son escuchados. ¿Y qué es lo que Estados Unidos no ha escuchado? … No ha escuchado que las promesas de libertad y justicia no se han cumplido. Y no ha escuchado que grandes segmentos de la sociedad blanca están más preocupados por la tranquilidad y el statu quo que por la justicia y la humanidad”

Ya hay una convocatoria para manifestaciones a nivel nacional para el 14 de junio, en el que los sectores en lucha han llamado a una protesta “No Kings”, o “sin reyes”. Si bien esta se había convocado con anterioridad a los motines en Los Ángeles, estos hechos han aumentado el interés y la participación en ella.

El mismo 14 de junio, Trump pretende simultáneamente conmemorar su nacimiento – cumple 79 años – y celebrar los 250 años del ejército estadounidense, con un despliegue militar en Washington, D.C que se indica que costará unos $45 millones. Los sectores en lucha, para denunciar el autoritarismo de Trump, favoreciendo el llamado a un gobierno sin “rey” y la vuelta a la “democracia”, convocan a manifestaciones en cada uno de los 50 estados de los Estados Unidos para ese día. Sin embargo, las manifestaciones no se limitan a 50 ciudades, sino que ya superan en número a las 2,000, y también se celebran fuera del territorio estadounidense: en las Islas Vírgenes, en México, en Canadá, en países en Europa y en África y en Puerto Rico (donde el llamado es doble: contra Trump, contra la gobernadora Jenniffer González). A estas manifestaciones se han unido importantes sectores sindicales. Se acrecienta el entusiasmo y la militancia de camino a la manifestación.

  1. La amenaza de guerra civil para consolidar el poder

Gaby Hinsliff advierte en una columna en The Guardian que el despliegue militar en Los Ángeles tendrá un impacto directo en la democracia norteamericana. En efecto, la intervención del gobierno federal en los estados, y el despliegue militar de estas semanas, demuestra la tendencia creciente del gobierno de Trump hacia el autoritarismo, impulsando el poder ejecutivo por encima del estatal e incluso de la rama judicial.

El 9 de junio de 2025, Sunny Hostin señalaba en el programa de televisión The View que el caos fascistoide que genera esta situación está abriendo la posibilidad de una guerra civil en los Estados Unidos. Sin embargo, un escenario de guerra civil no pareciera estar planteado -al menos en el corto plazo- porque aún no se ha afectado de manera decisiva las cadenas productivas y los círculos de inversión en ese país. Solo una quiebra del modelo de acumulación de capital, en el cual los migrantes participan como mano de obra, podría plantear un riesgo de este tipo, pero en realidad no ha sido rota aún la proporción entre necesidades de absorber empleo y el ejército de reserva que sigue siendo aún muy numeroso.

Lo que es evidente, es que el caos le favorece a la consolidación del modo autoritario unipersonal que quiere implementar Trump. Este caos programado, le permitiría gobernar con poderes especiales, disminuyendo el margen de acción del Congreso y el poder judicial, especialmente con este último con el cuál se incrementan las tensiones a partir del desarrollo de la política anti migratoria.

  1. La urgencia de la solidaridad internacional

Las políticas de ataque a la población migrante están en el corazón de las políticas de la nueva derecha mundial y los expresiones fascistas cada vez más comunes en gobiernos dirigidos por la ola neoconservadora mundial que encarna Trump. En ese sentido, la solidaridad hacia el pueblo estadounidense y hacia la comunidad de indocumentados debería incluir, no solo actividades y manifestaciones a favor de esta, sino también acciones y manifestaciones en contra de las expresiones reaccionarias y autoritarias en cada país. Todas las fuerzas progresistas, democráticas, defensoras de los derechos humanos y de izquierdas tienen que conformar un amplio frente mundial que enfrente con la movilización y las ideas este ataque a la clase trabajadora migrante.

Esta alianza mundial alternativa no puede ocultar los acuerdos a los que han llegado muchos gobiernos de la región para servir de anillo de contención y apoyo a las políticas trumpistas, deteniendo y criminalizando a quienes se mueven por necesidades, hacia el norte imperialista. Tampoco se pueden ocultar las políticas anti clase trabajadora de gobiernos nacionales, aliados a sus burguesías de sus países, quienes sostienen niveles de precarización salarial que expulsan a los migrantes; muchos de estos gobernantes quieren pescar en río revuelto, criticando a Trump a la par que destruyen el salario de la clase trabajadora de sus connacionales. Por tanto, una expresión internacional alternativa tiene también que poner los puntos sobre las íes, y promover una visión democrática de la sociedad, lejos del irracionalismo reaccionario, pero también de las políticas anti obreras del establishment liberal. Esta alianza alternativa mundial tiene que ser construida, además, dialogando con la población migrante, organizando junto a ellos acciones internacionales de enuncia y protesta, que tengan en la movilización su estrategia central.

  1. Los migrantes no son números sino vidas humanas

Hoy, cuando han transcurridos días de la ofensiva policial-militar del gobierno fascistoide de Trump, trabajadores migrantes como José, Olivia, Marcos, Raúl, Luis o Pepe, se debaten entre salir de sus casas para buscar el sustento diario de los suyos corriendo el riesgo de ser arrestados y deportados o aumentar la situación de miseria en la que viven. Mientras tanto, las luces de neón de Hollywood le siguen mostrando al mundo un sueño de país y economía que dista mucho de la tragedia en la que viven los humildes que con esperanzas llegan a los Estados Unidos.

Pero no todo está perdido, cada hora se eleva el número de nacionales norteamericanos, de la clase trabajadora de ese país, que se unen a las protestas y rechazan el fascismo trumpista. Solo un despertar el pueblo norteamericano puede salvar al pueblo migrante de este ataque del complejo policial-militar liderado por Trump. En lo inmediato, las manifestaciones – locales e internacionales – del 14 de junio deberán, como mínimo, demostrar la capacidad que tiene el pueblo estadounidense en lucha de movilizarse, y, de esa manera, aguarle no solo el cumpleaños a Donald Trump sino también su inhumana política migratoria.

 

 

 

 

 

[1] Profesor e investigador venezolano. Actualmente profesor visitante em la Universidad Federal de Sergipe (UFS) de Brasil. Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) e integrante del movimiento del Congreso Mundial contra el Neoliberalismo educativo.

[2] Profesor universitário. Vicepresidente de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) y militante del Movimiento Político Victoria Ciudadana.

Comparte este contenido:

México: ¿romper o seguir con el capital financiero?

México: ¿romper o seguir con el capital financiero?

En la encrucijada de los progresismos

México: ¿romper o seguir con el capital financiero?

Luis Bonilla-Molina & Manuel Rodríguez Banchs

1. Introducción

El domingo, 1ro de junio de 2025 se eligió por primera vez, mediante sufragio secreto y directo, a las y los jueces y magistrados que integrarán el poder judicial en México. Este proceso es indiscutiblemente un avance en la democratización del país, independientemente de los aspectos que se tendrán que mejorar y corregir y que son propios de toda experiencia transformadora. Ese mismo día la Coordinadora Nacional de las y los Trabajadores de la Educación (CNTE) decidía continuar con el plantón en el zócalo de Ciudad de México e intensificar sus acciones para derogar la reforma laboral neoliberal del 2007.

Desde el 15 de mayo, día del maestro en ese país, cerca de veintidós mil maestros y maestras se mantienen en movimiento durante las 24 horas del día, en actividades político pedagógicas, culturales, propagandísticas, solidarias de acciones directas como parte de la huelga nacional decretada por la CNTE. Las carpas multicolores son tan diversas como las tonalidades y corrientes políticas que confluyen en esta protesta nacional. Esta lucha la integran una amplia gama de militantes que incluye desde sectores que simpatizan con MORENA hasta quienes reivindican el arsenal teórico y práctico del marxismo como orientación.

En nuestro recorrido por la ciudad le preguntamos a ciudadanos, taxistas y trabajadores y trabajadoras de mercados y cafeterías, respecto a su opinión sobre la huelga y plantón de la CNTE. Para nuestra sorpresa, la mayoría expresaba que “los maestros hacen y dicen lo que nosotros no podemos hacer”. Esto contrasta con las crecientes críticas que se les hacen desde las grandes cadenas y medios de comunicación masiva. Hay excepciones importantes en medios alternativos, cadenas de redes sociales y periódicos como La Jornada, cuya línea editorial ha proyectado con simpatía crítica la causa de las y los profesores.

El martes, 20 de mayo la presidenta Claudia Sheinbaum anunciaba que se reuniría el viernes, 23 con las y los maestros en huelga. Fieles a su principio de no hay negociación sin movilización, el miércoles, 21 de mayo, bien temprano, la CNTE tomo el Palacio de Gobierno Federal e impidió la realización de la acostumbrada rueda de prensa mañanera. La acción sacudió los cimientos del poder y la molestia fue tan grande que la presidenta canceló la cita del viernes y delegó la tarea de negociación en el Secretario de Educación (SEP) y la Secretaria de Gobernación. La Coordinadora respondió con la toma del aeropuerto internacional Benito Juárez y no asistió a la reunión del viernes por la tarde.

El sábado, 24 de mayo, la Asamblea Nacional Representativa (ANR), principal órgano de dirección de la CNTE, reunida en la sección democrática 9, decidió abrir una consulta ampliada a sus bases sobre el curso futuro de los acontecimientos. La respuesta fue profundizar la lucha durante la semana que transcurre.

2. El cambio del régimen de pensiones: del beneficio definido a la aportación definida

La privatización de los sistemas de pensiones fue impulsada por el Banco Mundial (BM), por el Fondo Monetario Internacional (FMI), por la USAID y por “thinktanks” neoliberales como el Instituto Cato y otros organismos de este tipo. Fue justificada como las demás medidas del programa neoliberal. En el caso de las pensiones el discurso incluyó aliviar al Estado de la carga de las pensiones.

La experiencia confirma que fue otra medida para combatir las crisis del largo período de crecimiento desacelerado que viene experimentando el capitalismo desde la década de 1970. La privatización de los sistemas de pensiones ha resultado en un jugoso negocio para las élites financieras, que se siguen lucrando con los ahorros de las y los trabajadores.

Al cambiar los sistemas públicos de pensiones (fondos comunes) hacia modelos de ahorro individual administrados por fondos privados de inversión, las y los trabajadores dejaron de aportar y participar de sistemas de beneficio definido y se convirtieron en “inversionistas” individuales obligados a ingresar a sistemas de aportaciones definidas, sin certeza del ingreso que recibirán en el futuro, asumiendo los riesgos de las crisis del capitalismo en el sistema financiero.

3. Del hastío neoliberal a MORENA

Lo que ocurrió en la década de los noventas del siglo XX fue el abierto escalamiento de las políticas neoliberales hacia la consumación del fraude electoral como política del estatus quo.  Todos recuerdan el año 1995 cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO), entonces candidato a gobernador de Tabasco, llegaba al mismo Zócalo que hoy ocupan las y los maestros, con las evidencias de un escandaloso fraude electoral del cual había sido víctima. No se trataba de un queja personal del entonces líder de la transición hacia el PRD y lo que es hoy MORENA, sino de la expresión de la confrontación a la necesidad que tenía el régimen burgués neoliberal de contar con un gobierno que le permitiera avanzar escalando a niveles nunca vistos, en el uso de los dineros públicos como fuente directa de ganancias.

Así se evidenciaría en 1997 con las políticas de Ernesto Zedillo, cuyo curso continuó y profundizó Calderón con la reforma pensional de 2007, pasando la administración de los fondos de retiro a manos del capital privado, financiero y especulativo. La indignación que esto generó en los sectores populares -y en la clase trabajadora- abonó a la construcción del meteórico ascenso del liderato de López Obrador y la posibilidad de construcción de MORENA como partido nacional con influencia de masas.  Es decir, la defensa de las pensiones está en el corazón de la construcción y definición del camino que anunció la cuarta transformación y que hoy enfrenta este movimiento. Por ello, lo que está en juego es la vigencia y posibilidad de avance o no del progresismo en México.  Será imposible mantenerse en el punto de inflexión, sin avances, habrá retrocesos.

4. AMLO: no tenemos mayoría parlamentaria

Andrés Manuel López Obrador fue un acérrimo crítico de la reforma pensional neoliberal, hecho que le permitió sumar votos del magisterio contestatario. Pero AMLO ganó sin mayoría parlamentaria, lo cuál fue usado como argumento para no profundizar en algunos aspectos como la derogación de la reforma laboral de 2007.

Ciertamente López Obrador careció de mayoría parlamentaria, algo que cambió con la elección de Claudia Sheinbaum quien ahora posee mayoría en la legislatura, tanto en la Cámara de diputados como en el Senado. Ahora, el desafío es de voluntad política para confrontar al capital y su programa neoliberal y la especulación financiera.

5. Claudia: el impacto en el presupuesto público no lo permite

La presidenta Claudia Sheinbaum durante la campaña electoral del 2024 que la llevó a la presidencia reivindicó la urgencia de volver al modelo solidario de pensiones, derogando la ley del ISSTE de 2007. Esto evidenció la enorme conexión con el sentimiento magisterial que le permitió ganarse el apoyo de amplias franjas del magisterio.

En la actualidad, ante la demanda de la CNTE, una vez que asume la presidencia de México, argumenta que hacer este cambio sería un golpe brutal a las finanzas y presupuesto del Estado mexicano. No muestra el impacto positivo que tendría en el presupuesto público el manejo del dinero que está en manos de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores). Las Afores son instituciones financieras privadas autorizadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México para administrar las cuentas individuales de ahorro para el retiro de los trabajadores.

En realidad, el gobierno progresista de Sheinbaum está en la encrucijada por la que han pasado todos los gobiernos progresistas del siglo XXI: enfrentar al capital o mirar para otro lado como recomienda la “real politik”. Nadie puede negar la progresividad de muchas de las iniciativas del gobierno de MORENA, primero de AMLO y ahora de Sheinbaum, pero su mayor desafío no está siquiera en una ruptura anticapitalista, sino en la defensa del papel del Estado en los temas de la agenda social, especialmente en las políticas de retiro y el manejo directo de los fondos de las pensiones. Se trata de la recuperación de una consigna democrática liberal ante el desafuero del neoliberalismo. La decisión que tome al respecto marcará el rumbo de la denominada cuarta transformación y la progresividad de la nueva correlación de fuerzas en México.

6. La CNTE: una lucha anticapitalista

La CNTE tiene claro que la lucha por la derogación de la reforma pensional de 2007 sería un duro golpe al capital que representan las Afores, empresas que manejan los dineros del retiro laboral. Un grupo pequeño de ricos manejan los fondos de las pensiones de la clase trabajadora: Enrique Coppel Tamayo administra 11.8 millones de cuentas individuales, Ricardo Salinas Pliego 4.9 mil millones de dólares, Manuel Romo Villafuente 8.9 millones, Ricardo Jaramillo Mejía (Colombia) 7.9 millones de cuentas individuales, Carlos Hank González 7.3 millones, Alejandro Bailleres 8.3 millones, Deanna Strable 2.3 millones, Juan Enrique Rassmuss Raier 1.8 millones, Carlos Slim 1.1. millones, mientras que PensionIssste administra 2.5 millones. Se calcula que las ganancias superan los 34.800 millones por concepto de comisiones.

Por eso la CNTE plantea que, en la transición a la vuelta del modelo de cuentas individuales de 2007 a solidario, los fondos del sistema de retiro los tiene que manejar el Estado mexicano, golpeando la propaganda neoliberal que señalaba que los Estados eran ineficientes y, por lo tanto, su administración debería pasar a manos privadas. Esta no es una lucha simplemente gremial o sindical, sino antisitémica de corte anticapitalista.

7. El método correcto

La CNTE no solo plantea que la negociación posible es con movilización y más movilización, sino que potencia la autoorganización por la base.  Son muchos años organizando y promoviendo esta cultura de resistencia. Hoy, sus resultados se pueden ver en la organización y funcionamiento del plantón del zócalo, donde miles de maestros y maestras funcionan como contingentes de esperanza. Cientos de personas organizan la logística, el suministro de alimentos, agua y medicinas, mientras otros garantizan la seguridad de la militancia y las actividades en un campamento zonificado por territorios de lucha.

Con las finanzas en manos de la burocracia sindical a quienes denominan “charros” la potencia del auto financiamiento, no dependiente de ninguna instancia gubernamental es una enorme fortaleza. La solidaridad llega desde todos los rincones y expresiones de alternativas antisistema. Solo el pueblo salva al pueblo.

8. Conclusión 

En México se libra una de las batallas más importantes contra el neoliberalismo en la educación. La lucha de la CNTE es expresión de un nuevo ciclo de protestas magisteriales, que vemos también en Panamá y Perú, procurando volver a los modelos solidarios de retiro digno. Su desenlace tendrá un impacto directo en las luchas de toda la región, por ello, la solidaridad mundial no es una cuestión formal sino estratégica.

Comparte este contenido:
Page 1 of 28
1 2 3 28
OtrasVocesenEducacion.org