Por: Marcela Isaías
Hace un par de años el profesor y dirigente sindical chileno Mario Aguilar advertía que en su país las niñas y los niños “más que educados son adiestrados para responder a pruebas estandarizadas”, y así lograr una mejor ubicación en el ránking de escuelas y fondos para sostenerlas. El costo de esa política educativa representaba para las infancias –avisaba el profesor– menos juegos, menos arte, menos teatro y deportes, porque esos aprendizajes no entraban en las pruebas de rendimiento. Este es apenas un esbozo del modelo de educación chileno, que en ese país se busca dejar atrás y que el presidente electo Javier Milei quiere para la Argentina.
Ese objetivo se expresa en las pocas líneas que la plataforma electoral de La Libertad Avanza (LLA) le dedica a la educación. Son nueve puntos: “Sistema de vouchers cheque educativo; descentralizar la educación entregando el presupuesto a los padres, en lugar de dárselo al Ministerio, financiando la demanda; generar competencia entre las instituciones educativas desde lo curricular en todos los niveles de educación, incorporando más horas de materias como matemática, lengua, ciencias y TIC, o por la orientación y/o la infraestructura; transformación curricular donde se promueva un enfoque pedagógico por habilidades, que va más allá de la simple transmisión del conocimiento; creación de la carrera docente de nivel universitario; creación de la carrera de directivos y supervisores; eliminar la obligatoriedad de la ESI (Educación Sexual Integral) en todos los niveles de enseñanza; modificación del estatuto docente, rever la posibilidad de eliminar las licencias injustificadas, la posibilidad de despido, y modificar el diseño curricular aplicado a las intervenciones necesarias en función de los profesionales que necesita el país (ingenieros, informáticos, etcétera)”.
El primer paso para lograr esas metas es rebajar el Ministerio de Educación al rango de secretaría, que a su vez pasa a formar parte del Ministerio de Capital Humano, del que dependerán también Salud, Trabajo y Desarrollo Social (otras áreas clave también relegadas a secretarías). Y nombrar a las personas necesarias para concretarlas.
Habían transcurrido pocas horas de conocidos los resultados del balotaje y ya se repartían los nombres para distintos cargos en el Estado, aunque desde el espacio político de Milei señalaron que serían confirmados el 10 de diciembre. Entre los primeros en difundirse está el de Sandra Pettovello, la candidata firme para estar al frente del Ministerio de Capital Humano.
Pettovello, ex vicepresidenta de la Ucedé (Caba), es licenciada en Periodismo y en Ciencias de la Familia, con un posgrado en políticas familiares (Universitat Internacional de Catalunya UIC Barcelona), tal como se presenta en su perfil de la red social X. Los medios hegemónicos la describen como “una de las mujeres más influyentes dentro del equipo de Javier Milei”, y “una referente en diferentes temas vinculados con la salud, la niñez y el desarrollo cognitivo en la infancia”, además de “miembro de los equipos de investigación del IAE Business School y de la Universidad Austral”. De su currículum subrayan que hizo cursos de “neurosicoeducación”, “fundraising para organizaciones” y “reiki”.
Sandra Pettovello es diputada nacional electa pero no asumirá su banca sino que todo indica que estará al frente de este mega ministerio de LLA, que en la plataforma del espacio político libertario es definido como “el conjunto de habilidades, aptitudes, experiencias y conocimientos de cada persona, imprescindible para la economía de un país, invirtiendo en él se aumenta la productividad y se impulsa el progreso tecnológico, además de los múltiples beneficios que se obtienen en otras áreas como las sociales o científicas”.
La formación en Ciencias de la Familia Pettovello la hizo en la Universidad Austral, un anticipo del sustento de pensamiento de la referente de Milei para la educación. La Austral basa su enseñanza en el ideario del Opus Dei. Lo dice de entrada en su página oficial: “Los valores de la Universidad Austral se desprenden de la visión cristiana de la cultura y del mundo. Para asegurar esta orientación cristiana, la Prelatura del Opus Dei brinda su asistencia a la Universidad. La comunidad educativa –integrada por el claustro de profesores, directivos, personal no docente, alumnos y graduados– promueve, comparte, o al menos respeta, los valores propios del quehacer educativo que responde a su misión”.
El nombre que más se menciona para estar al frente de la Secretaría de Educación es el de Martín Krause. Es doctor en administración por la Universidad Católica de La Plata, profesor de la UBA, e integra la Fundación Libertad y Progreso y la Red Liberal de América Latina (Relial).
Krause es el principal impulsor del sistema de vouchers educativos por el cual los fondos que se destinan a la educación en lugar de llegar a las escuelas van a las familias. En este esquema, el sostenimiento de los establecimientos educativos pasa a depender de la oferta que hagan y la demanda de estudiantes. En este sistema se explican las pruebas y competencias de resultados.
Krause es quien a fines de septiembre lanzó esta temible comparación: “Imagínense si en la Gestapo hubieran sido argentinos, ¿no hubiera sido mejor? Porque en vez de matar seis millones de judíos, hubieran sido menos. Porque hubiera habido coimas, ineficiencias, se hubieran quedado dormidos… pero eran alemanes. Ese fue el problema que hubo”. Así se expresa quien pisa fuerte para dirigir la educación en el nuevo gobierno nacional.
El otro paso –además de cambiar a Secretaría el Ministerio– será declarar “servicio” a la educación y ya no considerarla un derecho. Nada de esto será posible sin pasar por alto las leyes educativas vigentes, persecución y mucha represión al campo popular. Las promesas de palo a la protesta social ya la repiten con ganas desde LLA.
Un abc bolsonarista
Desde que el presidente electo Javier Milei y Jair Bolsonaro se conocieron, no ahorraron elogios entre sí. Tal es el flechazo, que el ex mandatario de Brasil fue uno de los primeros en confirmar que estará presente en la asunción de su par libertario, el próximo 10 de diciembre.
La admiración de Milei por las políticas de Bolsonaro confirma por el lado que irán las decisiones en materia educativa. Nada de Educación Sexual Integral (ESI), nada de “hablar de política en las aulas” ni de leer a Paulo Freire; el ajuste presupuestario y el énfasis en la formación militar, otros de los faros que iluminan la pedagogía de esta derecha regional ahora instalada en la Argentina por el voto ciudadano. Ni hablar de la tirria que les provocan las organizaciones sindicales docentes.
En 2019, Jair Bolsonaro cerró un canal educativo con este argumento: “La programación de ese canal era totalmente de izquierda, de ideología de género, y eso tiene que cambiar. De acá a cinco, diez años, eso va a tener un reflejo. Treinta años machacando con la ideología de ese Paulo Freire, ese energúmeno que fue ídolo de la izquierda”.
En ese mismo año –el primero de su gobierno– Bolsonaro defendió la creación de colegios militares “como forma de elevar el nivel educativo en el país”, al tiempo que anunciaba el recorte del 30 por ciento en el presupuesto para el funcionamiento de 63 universidades federales.
Antes de asumir el poder, Bolsonaro impulsó un proyecto de ley conocido como Escola sem Partido (Escuelas sin partido), para básicamente perseguir a las y los docentes que “adoctrinan en las aulas”, y hasta se invitaba a los estudiantes a filmar a sus maestros en sus clases y denunciarlos. Una política a la altura del negacionismo y retroceso que representa a todas luces la vicepresidenta electa Victoria Villarruel.
A fines de 2018, la educadora Adriana Puiggrós advertía que “una sociedad enferma de disociación, es una sociedad donde nace un Bolsonaro”. Lo hacía a poco del triunfo electoral del brasileño y al analizar las estrategias a las que apela el neoliberalismo para llegar al poder.
En charla con este semanario, la pedagoga invitaba a pensar en las razones de aquel triunfo de la derecha en el país hermano. “Por un lado, los pedagogos y los docentes, y los adultos en general que queremos la democracia, tenemos que pensar qué es lo que ha ocurrido, qué es lo que hemos estado transmitiendo a las nuevas generaciones. Por otro lado, tenemos que tener muy en cuenta el poder pedagógico tremendo que tienen no ya los medios de comunicación sino los poderosos de la tierra: las grandes corporaciones, que utilizan los medios de comunicación como un instrumento pedagógico, de educación, de grandes sectores sociales. Hay que combinar ambas cosas: qué nos faltó hacer y cómo fue que se construyó semejante poder capaz de atravesar el espíritu y las mentes de los pueblos”. Bien aplica esta reflexión para preguntarnos sobre la victoria de Milei ahora en la Argentina.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 25/11/23