Otro mal año para la educación

Marcela Isaías

Balance. Desde la asunción de Macri, se destinan menos fondos y en 2018 ese proceso se profundizará. Tampoco se cumplieron las promesas electorales: de los tres mil jardines de infantes que se anunciaron, no se construyó ninguno.

El 2017 cierra con menos plata para la educación y una serie de reformas para el sistema educativo en marcha donde la docencia ha sido excluida de opinar. Todo en un contexto social, político y económico en el que mandan los despidos, el ajuste y la represión a la protesta social.

Desde que Mauricio Macri asumió la presidencia, el dinero destinado a cumplir con este derecho se viene recortando sin pausa, una señal más que clara del lugar que tiene para las políticas de Cambiemos.

Un análisis sobre el presupuesto ejecutado en el primer semestre de este año y proyección del que viene, realizado por el Instituto Marina Vilte de Ctera, señala que «en 2016 el gobierno nacional inició un proceso de ajuste en la inversión educativa, reduciéndolo en un 5 por ciento en términos reales en un contexto donde la economía argentina se redujo un 2,3 por ciento y el endeudamiento externo se expandió a pasos agigantados».

También precisa que «los datos oficiales del primer semestre de 2017 indican que se continúa en este proceso, que se refleja tanto en las cifras de la subejecución financiera como en el incumplimiento de las metas físicas, que se han visto reducidas en términos generales tanto si las compara con los logros alcanzados en años anteriores, como con los objetivos que el mismo gobierno se fijó».

Un ejemplo emblemático con el que la Ctera grafica esta afirmación es el de la creación de jardines de infantes, una de las promesas con que Cambiemos hizo campaña electoral en 2015, cuando anunció la construcción de tres mil de estos jardines y todavía no realizó ninguno.

El informe advierte que «el presupuesto 2018 plantea continuar por la misma senda, anunciando nuevos recortes sobre los programas socioeducativos, de formación docente, y de distribución de equipos informáticos (ex Conectar Igualdad)».

En otras palabras, menos libros, menos computadoras, menos formación docente, menos ayuda para las escuelas rurales y la enseñanza técnica, menos becas…

En cambio, sí hay más acuerdos entre la cartera nacional y las fundaciones que lavan la cara de las corporaciones a las que representan o que responden a los sectores más retrógrados de la sociedad. Como pasa con la firma del convenio entre el Ministerio de Educación de la Nación con la Fundación Conin, que «busca mejorar las condiciones de educabilidad de alumnos de nivel Inicial de 3 a 5 años» y contribuir así con sus trayectorias escolares. El acuerdo incluye avanzar con las familias, directivos y docentes, a través de encuentros y capacitaciones.

El titular de esta fundación es el doctor Abel Albino, referente del Opus Dei y declarado enemigo de la educación sexual integral en las escuelas, al menos con la perspectiva de derechos, de mirada diversa, con que se construyó esta norma. Es autor de frases tales como «la familia es para educar y procrear», «las relaciones sexuales son una maravilla que tenemos para contribuir a la obra creadora de dios», «la homosexualidad es un problema multicausal» ó «la mujer debe esforzarse por ofrecer al hombre su virginidad tanto física como moral». Como bien tituló una nota periodística reciente sobre este acuerdo, se trata de «Un cruzado en el jardín de infantes» (Página 12, 22 de diciembre).

Las políticas educativas nacionales también contribuyen a la felicidad del sector empresario, por ejemplo con el consenso alcanzado con las provincias para avanzar con la «Secundaria 2030», una reforma para este nivel donde los estudiantes de los últimos años, en nombre de «la capacitación», «la necesidad de insertarse en el mundo del trabajo» o cumplir con «pasantías formativas» pasan a ser mano de trabajo regalada. Cambios para la escuela secundaria que cuentan con el aval de los Ministerios de Educación de las provincias, incluido el de Santa Fe y que fue firmado en la 84º reunión del Consejo Federal de Educación, realizada a principios de diciembre. Otro paso más en la política de los pactos que implementa Cambiemos para llevarse por delante la ley nacional de educación 26.206.

La contracara de este panorama amargo se ve por estos días en la provincia de Santa Fe, con la titularización de más de 2.300 directoras de escuela. La noticia tiene varias aristas para resaltar. Una es la estabilidad laboral para cientos de educadoras en una realidad donde los despidos y la incertidumbre laboral son moneda corriente. Otra es el impacto de calidad que esta renovación tiene para la enseñanza y aprendizaje. A estas titularizaciones se ha llegado por concurso de antecedentes y oposición, pruebas a las que se han presentado más de cinco mil aspirantes.

Y una más, que el hecho les tapa la boca a todos los que se dedican a descalificar al magisterio afirmando que «no quieren poner a prueba su formación» o «se niegan a capacitarse». Para que quede claro: para titularizar en los cargos directivos hay que estudiar, rendir un examen y sacar las mejores notas. A esto hay que sumar que se trata de un logro de las paritarias y que responde al pedido, a la lucha constante del sindicato del magisterio por el derecho a la carrera docente.

Justamente una deuda que la provincia mantiene con la educación privada, que viene pateando para más adelante con tal de no pelearse con la Iglesia y los patrones de esta enseñanza. Una demanda histórica que el Sadop pide se atienda, para que el ingreso y ascenso docente en estas escuelas no sea a dedo, sino con concursos y escalafones como en el sector público. El reclamo es por más calidad educativa.

No son buenos tiempos para la educación argentina. No cuando quienes gobiernan niegan la posibilidad del diálogo —las paritarias nacionales del sector han sido clausuradas— y se lo reemplaza por el palo, las balas y la persecución ideológica. Pasa con todos los trabajadores que defienden derechos conquistados, pasa también con la docencia. Recordemos la imagen propia de las dictaduras de aquellas maestras y maestros golpeados por la policía cuando instalaban la Escuela Itinerante frente al Congreso. O la del accionar impiadoso de la Gendarmería que causó la muerte a Santiago Maldonado y el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel.

No son buenos tiempos para la educación, se la castiga, persigue y pretende desprestigiar un poco más cada día. Aún así resiste y persiste como un lugar clave para pensar un horizonte más promisorio.

Fuente de la noticia: https://www.lacapital.com.ar/opinion/otro-mal-ano-la-educacion-n1532280.html

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Marcela Isaías

Escritora