Lo que depara el capitalismo para el futuro

Por: Manuel E. Yepe

Economistas estadounidenses de diversa orientación política han estado opinando en estos días acerca del nuevo libro de Robert Reich titulado Salvando al capitalismo: para los muchos, no para los pocos, presentado en la Revista de Libros de Nueva York el 17 de diciembre de 2015.

Para Paul Krugman fue gratificante constatar la sinceridad descarnada que expresa el título de libro de Reich porquesalvar el capitalismo” implica que el capitalismo está contra las cuerdas, o sea, en peligro de extinción, “consideración en la que creo, saludo y comparto”.

El marxista Zoltan Zigedy señala que Robert Reich, Paul Krugman y Joseph Stiglitz comparten altos logros en la economía académica y constituyen un triunvirato intelectual no marxista bien informando. Aunque ellos no estén de acuerdo en todo, comparten un conjunto básico de creencias en la viabilidad del capitalismo y su necesidad de reforma. No obstante es raro ver a algunos sugiriendo manifiestamente la urgencia de salvar el orden burgués.

La urgencia deriva del espectacular aumento de la desigualdad económicaen los principales países capitalistas, particularmente en Estados Unidos. Krugman confiesa que la desigualdad era una cuestión que Reich y él “empezaron a tomar en serio” ya hace veinticinco años. “Pero creo que es justo decir que no tomamos en serio ese crecimiento de la desigualdad como una característica estructural del capitalismo hasta que apareció el importante trabajo de Thomas Piketty hace dos años”.

Según Zigedy, los economistas no marxistas Krugman y Reich han modificado su interpretación de las causas del crecimiento de la desigualdad durante las últimas décadas. Krugman, afirma Zigedy, describe un capitalismo desarrollado actual que se asemeja al capitalismo que los marxistas vienen describiendo desde hace más de medio siglo.

Hace décadas, los economistas liberales sostenían que el aumento de la desigualdad era resultado de que había sectores de la clase obrera que no reunían los requisitos tecnológicos o carecían de las habilidades exigidas por el“cambio tecnológico basado en la habilidad” (SBTC, por sus siglas en inglés).

La educación era vista por ellos como el gran nivelador, estabilizador de la riqueza y el avance de los atrasados. Pero con la actual ruptura de la correlación ente nivel de educación y compensación, todos rechazan el SBTC como explicación adecuada y clave para detener el crecimiento de la desigualdad.

El aumento del número de graduados universitarios abrumados de deudas rompió esa ilusión. Así, Krugman sustituye la explicación tecnológica para el crecimiento de la desigualdad, por algo que es eje central del estudio de Reich, el poderío monopólico. Es la concentración del poder económico en manos de pocos jugadores corporativos lo que lleva al aumento de la desigualdad económica. Según Krugman y Reich: “… es evidente que nuestra economía se asienta mucho más en los monopolios y oligopolios que en la competencia atomística.”

Zigady pregunta ¿Por qué Reich y Krugman tardaron tanto tiempo en llegar en esta consideración a la que Lenin arribó hace más de cien años?Escritores marxistas como Paul Baran y Paul Sweezy dedicaron hace casi cincuenta años un influyente libro al capitalismo monopolista.

Así, los economistas no marxistas y sus aliados políticos hasta hace poco desdeñaban el concepto de poder de monopolio, que los marxistas han hecho pieza central de sus análisis.

Pero Krugman y Reich revelan otros acoplamientos cruciales: entre el poder político y el poder económico (poder monopólico) y los del mercado con el poder político. Ellos observan que el poder monopólico es sostenido, protegido y ampliado por actores políticos, así como que los actores políticos son seleccionados, alimentados y guiados por el poder de monopolio. Esto crea un preocupante problema para aquellos que buscan la reforma del capitalismo.

En palabras de Krugman, la conclusión a que llega Reich es que la creciente riqueza en el segmento poblacional superior incrementa su influencia política mediante contribuciones de campaña, cabildeo y recompensas. La influencia política, a su vez, sirve para reescribir las reglas del juego en la sociedad. El resultado es una especie de espiral, el círculo vicioso de la oligarquía.

Para los marxistas, la concentración engendra necesariamente capitalismo de monopolio, que posteriormente se funde con el Estado, creando una síntesis que convierte a las normas del Estado en policías en el terreno económico encargados de maximizar la viabilidad y el éxito del capital monopolista.

Nada demuestra mejor ese maridaje que los rescates de las mega-corporaciones (“supuestamente demasiado grandes para quebrar”) ante las crisis y el evidente incremento del dominio del capital monopolista en el sistema político de dos partidos que rige en Estados Unidos.

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Desfile puertorriqueño dedicado al independentista López Rivera

Puerto Rico / www.rebelion.org / 7 de Junio de 2017

Los organizadores del tradicional evento en la ciudad de Nueva York decidieron homenajear al luchador independentista recientemente liberado tras más de 35 años preso. En repudio al homenaje, corporaciones de alimentos, tranporte, deportes y comunicaciones al igual que la policía y los bomberos retiran su apoyo al desfile.

La Coca Cola, el canal televisivo Univisión, la línea aérea Jet Blue, el diario Nueva York Daily News, la corporación alimentaria Goya Foods, la telefónica ATT & T, el equipo beisbolero “Yankees” de Nueva York y cuarenta consorcios más, junto con la policía y los bomberos de la ciudad, retiraron su apoyo y patrocinio al desfile puertorriqueño que cada 11 de junio se lleva a cabo en Nueva York.

Motivó el inusitado hecho la decisión de los organizadores del evento de dedicar su celebración al combatiente independentista Óscar López Rivera, recientemente liberado tras cautiverio durante 35 años en prisiones federales sin que jamás le hubieran sido probados los delitos por los que fue condenado.

Los organizadores del desfile no ignoraban que, si bien la posición de principios de López Rivera, tanto como combatiente por la independencia de su patria como durante sus 36 años prisionero, le hacían merecedor del alto honor, tal designación podría resultar demasiado chocante para mucha gente que se había dejado llevar ingenuamente por las mentiras de la propaganda colonial contra los más insignes patriotas puertorriqueños, cuya rectitud revolucionaria no había podido ser doblegada por tanto tiempo de cruel encierro. El Buró Federal de Investigaciones (FBI) y las filiales locales de varias corporaciones habían desatado una guerra mediática contra el patriota Óscar López Rivera desde antes de ser seleccionado éste para encabezar el desfile puertorriqueño de este año.

Cuando se anunció que se asignaría el nombre de Óscar a una calle del barrio puertorriqueño de Chicago, el FBI intensificó su campaña propagandística contra al patriota, tema que han reciclado hasta la saciedad.

Organizadores del desfile han declarado, en alusión a su decisión de dedicarlo este año a López Rivera, que: «algunas personas comparan su caso con el de Nelson Mandela a quien unas calificaban de terrorista mientras otras lo consideran un luchador por la libertad”. Óscar insistió que su historial judicial está claro y nunca se le acusó de crímenes violentos, aunque vinculó la desinformación a la campaña de en su contra del FBI.

“Poco a poco esta campaña se ha convertido en peligrosísimo juego donde aparecen personas con armas de fuego diciendo que me van a matar, divulgan comentarios de que yo soy terrorista y provocan que haya gente que se opone a mí porque creen que yo cometí crímenes que no he cometido”, afirma López Rivera.

Rafael Cancel Miranda, otro expreso político puertorriqueño en Estados Unidos, en carta pública a López Rivera, le escribió: “Veo que ahora, en la campaña que llevan a cabo en tu contra, y porque representas Patria y Dignidad, conceptos que no caben en su mentalidad, te han otorgado la misma distinción de terrorista que a mí. Si de terrorismo vamos a hablar, hablemos de quienes, en la historia de la humanidad, por siglos, han sido los peores. Tú y yo somos antiterroristas, aunque los agentes del FBI nos llamen “non-repentant terrorists” (terroristas no arrepentidos). La verdad a veces es dolorosa, pero más doloroso es vivir en el engaño. ¡Pa´lante siempre, que tenemos la razón y el derecho a defendernos!”

“El desfile nacional de los puertorriqueños tiene derecho a elegir a quien quiera homenajear. Este año me eligieron a mí y estoy sumamente agradecido. Creo que la decisión merece ser respetada”, declaró López Rivera. «Ningún puertorriqueño tiene por qué someterse a los deseos de las corporaciones. Creo en los boicots. Necesitamos utilizar nuestro poder como consumidores. Un boicot sería perfecto, porque las corporaciones no nos pueden decir qué hacer».

“Quiero que sepan que vivo profundamente agradecido por los esfuerzos que todos y todas han hecho para hacer posible mi excarcelación”, dijo López Rivera al dirigirse a una multitud en la jornada Mujeres por Óscar que culminó con la comparecencia del propio homenajeado, quien fue recibido por casi un centenar de mujeres en el puente Dos Hermanos en San Juan.

El expreso político dijo allí que nunca perdió la esperanza de ser libre algún día y poder expresar su amor al pueblo. “Vivo con el corazón lleno de amor para todos, independientemente de ideologías, profesiones, religiones, identidades o preferencias sexuales. Todos se unieron e hicieron posible mi excarcelación. Eso habla mucho de nuestro pueblo… Somos más que una ideología”.

Sobre las recientes declaraciones del gobernador Ricardo Rosselló Nevares en las que desaprobó su homenaje durante la parada puertorriqueña, López Rivera sostuvo que son expresiones que forman parte de la política y carecen de principios.

Rosselló Nevares había enviado en diciembre un mensaje al presidente Obama para exigir la excarcelación de Óscar, señalando que no había sido acusado de crímenes violentos, lo que contradijo en su carta reciente. “Un cambio de postura que ilustra una falta de principios por parte del Gobernador” expuso López Rivera.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227539&titular=desfile-puertorrique%F1o-dedicado-al-independentista-l%F3pez-rivera-
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Donald Trump y el fin del intervencionismo

Por Manuel E. Yepe

Diario ¡Por esto! (Mérida)
Muchos observadores de la política internacional asocian a los Clinton -Bill y Hillary- con el auge del intervencionismo, en especial del llamado “intervencionismo humanitario”, violenta proyección imperialista de Estados Unidos que también permeó los períodos de gobierno de Barack Obama e hizo disminuir su aprobación popular interna, internacional e histórica.

Ciertamente, los grandes descalabros militares y los penosos desastres humanitarios que provocaron en Kosovo, Irak, Libia y Siria, contribuyeron a la derrota de Hillary Clinton por Trump pero han propagado un pronóstico – sin dudas precipitado- del obligado fin de la era actual de intervencionismo y el comienzo de otra nueva de aislacionismo en la política exterior de EEUU.

Según Marwen Bouassida, periodista tunecino residente en Cartago, la victoria de Trump en la puja por la presidencia de Estados Unidos se aprecia en el Medio Oriente como una liberación, una esperanza de cambio y una ruptura con la política belicista de Clinton, Bush y Obama. Una política que, oculta en el subterfugio de la «reconstrucción nacional», ha destruido algunas de las más antiguas naciones y civilizaciones de la tierra y para nada ha contribuido al bienestar de estos pueblos dejando en cambio miles de personas muertas en Yugoslavia, Irak, Libia o Siria.

La naturaleza selectiva de las intervenciones humanitarias refleja su naturaleza punitiva. Las sanciones se dirigen siempre contra regímenes que no le son incondicionales a la superpotencia; las intervenciones humanitarias son castigo disfrazado de ayuda; demuestran no ser más que una nueva excusa para imponer las ambiciones hegemónicas de Estados Unidos y sus aliados; han sido el nuevo fundamento para la existencia de la OTAN después del derrumbamiento de la Unión Soviética, y son una forma de atacar a Rusia y privarla de sus zonas de influencia.

Una propuesta con visión de futuro surgida en su Cumbre de La Habana en el año 2000 del Grupo de los 77 -coalición de los países del tercer mundo- formuló, en evidente rechazo de la doctrina de Clinton de 1999, un enérgico rechazo a cualquier intervención humanitaria que no respete la soberanía de los estados afectados. Enunciada a raíz de la guerra de Kosovo, la doctrina de intervención humanitaria se convirtió en la nueva fachada de la política exterior de Estados Unidos, y fue usada reiteradamente por Hillary Clinton durante su mandato como Secretaria de Estado.

Pero la derrota de Hillary Clinton y la elección de Trump no son razones suficientes para pronosticar una próxima disminución del intervencionismo.

Según Boussida, Trump es un nacionalista cuyo ascenso ha sido el resultado de una coalición anti-intervencionista dentro del partido republicano que profesa una política exterior que se basa en la utilización de la fuerza militar sólo en casos de vital necesidad para la seguridad nacional de Estados Unidos, “poniendo fin a los intentos de imponer la democracia derrocando a regímenes en el extranjero, ni participar en otras situaciones en las que no tenemos derecho a intervenir.»

Incluso presidentes en ejercicio pueden cambiar su política en el curso de su mandato, como lo hiciera George W. Bush que era un conservador republicano opuesto al intervencionismo y su política cambió tanto en el ejercicio del gobierno que llegó a ser uno de los más agresivas y brutales regímenes en la historia de la nación. Aun no están claros los vínculos de Trump con los neo-cons. Los más conocidos, Paul Wolfowitz, William Kristol y Robert Kagan, parecen haber perdido fuerza por haber apoyado la candidatura de Hillary. Pero otros, menos importantes o influyentes, parecen haber ganado por su apoyo a Trump: Dick Cheney, Norman Podhoretz y James Woolsey, su asesor y uno de los arquitectos de las guerras en el Medio Oriente, quien fuera Jefe de la CIA en el gobierno de Clinton y se unió a la campaña de Trump en los recientes comicios.

En este contexto, la derrota de Hillary Clinton y las promesas de no intervención de Trump no son razones suficientes para suponer que ha legado el fin de una era y el inicio de otra caracterizada por la disminución del intervencionismo.

El no intervencionismo prometido por Trump no equivale por necesidad a una política aislacionista. No intervenir no significa que Washington deje de proteger sus intereses estratégicos o de otro tipo en el extranjero. Podría significar que sólo intervendrá en el extranjero para defender sus propios intereses y no los de sus aliados. Es más realista suponer que mientras Estados Unidos tenga intereses en otros países del sur, no dudará en intervenir. “Pretextando llevar bienestar, la intervención humanitaria ha entregado miseria; en lugar de valores liberales, ha galvanizado recelo religioso; en vez de democracia y derechos humanos, ha instalado autocracias”, según sentenció el periodista Bouassida.

Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=220121
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Los secretos revelados por Julian Assange

Por: Manuel Yepe

El último día de agosto, el New York Times publicó un extenso ensayo contra Julian Assange, periodista australiano que al frente de WikiLeaks, se convirtió en eje de uno de los episodios más controvertidos de la historia del periodismo mundial.

Con la firma de Jo Becker (jefe de grupo), Steven Erlanger y Eric Schmitt, el artículo apareció con el título de “Cómo Rusia se beneficia con frecuencia con los secretos de Occidente revelados por Julian Assange (How Russia Often Benefits When Julian Assange Reveals the West’s Secrets)”.

Evidentemente el propósito principal del trabajo periodístico era difundir la idea de una probable existencia de vínculos de Assange con los servicios de inteligencia rusos “que pudiera ser la razón por la que las agendas de WL y el Kremlin encajan tan a menudo”. El ensayo difundido por el NYT recuerda que Assange saltó a la fama en 2010 al difundir enormes alijos de comunicaciones altamente clasificadas del gobierno estadounidense exponiendo interioridades de sus guerras en Afganistán e Irak, así como de su errática diplomacia alrededor del mundo.

Los autores afirman que Assange, desde el reducido espacio en que vive en la embajada ecuatoriana en Londres -que desde hace cuatro años le ha concedido asilo para protegerle de la cacería a que le tienen sometido las agencias policiales al servicio de Estados Unidos- ha venido ofreciendo una visión de EEUU como un “superbully”, vale decir, una nación que dispone de poder imperial para reconocer la lealtad de las naciones a los principios de los derechos humanos y facultades para castigar a quienes, como el propio Assange, se atreven a decir la verdad. En julio, WL divulgó casi 20.000 mensajes electrónicos del Comité Nacional Demócrata sugiriendo que ese partido había conspirado con la campaña de Hillary para socavar a su principal oponente en aquel momento, el senador Bernie Sanders. Assange, quien ha sido abiertamente crítico de la señora Clinton, prometió nuevas revelaciones que podrían voltear su campaña contra el candidato republicano, Donald Trump.

El trabajo publicado por el NYT contra Assange asegura que “funcionarios estadounidenses creen, con alto grado de certeza, que esos mensajes fueron hackeados por el gobierno ruso y sospechan que los códigos han sido robados por los rusos”.

Según los autores del artículo, ello ha hecho surgir la pregunta de “si WL se habría convertido en máquina de lavado para el material reunido por espías rusos y, en términos más generales, ¿cuál es la relación entre Assange y el Kremlin?”.

Los coautores del trabajo que publica el NYT, afirman que “ya sea por convicción, conveniencia o coincidencia, las versiones de documentos divulgados por WL, así como muchas declaraciones de Assange, han beneficiado a Rusia a costa de Occidente”.

De ahí que el consenso entre funcionarios de Estados Unidos sea que -aunque probablemente Assange y WikiLeaks no tengan vínculos directos con los servicios de inteligencia rusos- al menos en el caso de correos electrónicos del partido demócrata, Moscú sabía que en WikiLeaks tenía una salida viable para bajar, en las bandejas digitales anónimos del grupo, los documentos hurtados.

Poco tardó el fundador de WikiLeaks en salir en rechazo de lo planteado por los tres coautores del artículo contra él aparecido en el New York Times el 31 de agosto.

«La teoría de la conspiración que el artículo intenta imputar a la distribución de las publicaciones de WikiLeaks es falsa y otros varios puntos del artículo son «falsos» o «engañosos», simplemente no son periodismo,» escribió Assange en su respuesta.

«La única noticia seria en el artículo del NYT es que los funcionarios estadounidenses hayan admitido que Assange y WikiLeaks probablemente no tienen vínculos con los servicios de inteligencia rusos”, dice Assange citando el subtítulo del artículo.

WikiLeaks no ha tenido noticias de que el gobierno de Estados Unidos haya afirmado en algún momento que los mensajes hackeados del Comité Nacional Demócrata que WikiLeaks publicó en julio, hayan sido obtenidos por la inteligencia rusa. De hecho, el gobierno de Estados Unidos jamás ha acusado públicamente al gobierno ruso de estar detrás del hecho, aunque ahora se diga que muchos expertos cibernéticos estadounidenses hayan asegurado tener un «alto grado de certeza» de que el gobierno ruso estaba detrás del robo de los correos electrónicos.

Respecto a los cuestionamientos que se le hacen acerca del hecho de que WikiLeaks nunca publica materiales contrarios a los intereses de Rusia, Assange afirma que su grupo no excusa a ninguna nación en particular. Más bien verifica que cualquier material que publica sea en servicio del público, que «adora echar un vistazo a la maquinaria corrupta que intenta gobernarlos.»

Exclusivo para el diario POR ESTO! de Mérida, México.

http://manuelyepe.wordpress.com/

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Capitalismo casi antónimo de Democracia

Por Manuel E. Yepe

El orden socioeconómico capitalista es sinónimo de libertad… siempre que usted acepte que la primera de las libertades la disfrute el capital, y que el dinero pueda ser libre para comprarlo todo. Cuando se restringe la capacidad del dinero para adquirir los bienes que sustentan la vida en sociedad o se impide que éstos se comporten a la manera de una mercancía más, susceptible de ser comprados y vendidos, se restringe al capitalismo.

Por eso es tan importante para el capitalismo que la conciencia ciudadana sea manipulada para fijar la idea de que capitalismo es igual a democracia y que cualquier atentado contra la libertad del dinero para adquirir cualquiera de los bienes terrenales y morales del hombre es una agresión contra la democracia.

Lamentablemente, la organización social en que vive el mundo es el capitalismo y son pocos los países cuyos pueblos han logrado- o luchan aun por hacerlo- que no sean las clases adineradas las que detenten el poder político y hayan emprendido, con dificultades enormes, rutas distintas a ese orden económico, político y social.

Por ese motivo, las reglas de juego que rigen las relaciones internacionales en el planeta en forma de leyes, prácticas sociales y tradiciones, tienen todas -o casi todas- una fundamentación conveniente al orden burgués.

Hay veces que la dictadura global capitalista se ejerce con mayor violencia que otras, pero siempre subyace una lucha entre los ricos empoderados y los pobres que sufren las consecuencias de tal prerrogativa ajena.

Cuando las condiciones lo permiten, las oligarquías se obligan a hacer concesiones a sus “sometidos” en aras de evitar que éstos se vean estimulados a recurrir a su ventaja numérica y se organicen para un enfrentamiento que perturbe de alguna manera su orden.

Pero, con igual o mayor prontitud, suelen reaccionar las clases adineradas cuando su hegemonía se encuentra en peligro y acuden al recurso de apoyarse recíprocamente en defensa de sus espurios intereses explotadores.

Los privilegiados se preguntan cómo sería un país donde los médicos, los educadores, los tribunales, los gobiernos, los medios de producción y de servicios, los medios de información, las expresiones culturales y hasta las condiciones para hacer el amor estuvieran al servicio de todos por igual en una sociedad en la que el dinero no pueda determinar diferencias en la calidad y urgencia de las prestaciones.

Algo así, consideran, distorsionaría el precario y asimétrico equilibrio actual de casi todas las sociedades nacionales; el capitalismo precisa que tales ideas continúen al margen de las aspiraciones ciudadanas.

¿Por qué aceptar que, en caso de enfermedad, una persona con recursos económicos se vea condenada a la misma calidad de atención e iguales condiciones de tratamiento y posibilidades de curación que los que carecen de ellos?
¿Es lógico que los descendientes de personas adineradas deban compartir las mismas aulas y calidad de educación con los hijos e hijas de las familias pobres?

¿Es racional que pobres y ricos sean juzgados, si delinquen, con el mismo rasero, o que compartan galeras en prisión cultos millonarios corruptos con rústicos y hambrientos delincuentes comunes?

¿Por qué candidatos a cargos de gobierno, en sus campañas electorales, han de prescindir de las donaciones que les hagan las personas más ricas, influyentes y responsables de la sociedad, a fin de que, en su futuro desempeño como dirigentes, se consideren obligados a proteger prioritariamente la seguridad de los capitales de las corporaciones y los del segmento más importante y poderoso de la nación?

Para el capitalismo internacional, la prensa sólo se considera democrática en un país donde esté permitido al capital privado comprar emisoras de radio y de televisión, periódicos, revistas, agencias de noticias o cualquier otro medio para así cuidar que lo que se publique sirva a sus intereses, que son los determinantes en el conjunto de la sociedad.
El orden burgués valora también como lícito que el disfrute de lo mejor del arte y la cultura nacional e internacional esté limitado a la élite culta de la sociedad que es capaz de sufragar, mediante la publicidad, el precio de sus costosas realizaciones, o de pagar onerosos billetes de entrada a los espectáculos.

¿Acaso no considera natural y lógico que todo en la sociedad esté estructurado de modo que el atractivo principal para la relación de géneros sea el dinero y la posición económica, y que la competitividad y la lucha por la ganancia sean los motores del progreso en cualquier nivel?

La historia registra la existencia de una supuesta democracia esclavista en Grecia y los capitalistas han pretendido apropiarse del término cual si fuera privativo de su ordenamiento socioeconómico, pese a ser el vocablo “capitalismo” casi antónimo de “democracia”, un término sólo reclamable etimológicamente por el “socialismo”.

*Fuente: https://manuelyepe.wordpress.com/2016/06/14/capitalismo-es-casi-antonimo-de-democracia/

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Genocidio nuclear por ambición imperialista

Por: Manuel E. Yepe

Las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, en el teatro de operaciones de Asia y el Pacífico, concluyeron el seis de agosto de 1945 con la explosión de una bomba atómica aerotransportada que Estados Unidos lanzó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima asesinando a 80.000 seres humanos.

La cifra llegó a ser en 1950 de 200.000 difuntos a causa de los efectos ulteriores de la radiación nuclear. Pocos días más tarde, una segunda bomba atómica, también lanzada por Washington, cayó sobre otra ciudad japonesa aún más poblada. En Nagasaki, fueron asesinadas unas 300.000 personas más.

 En diciembre de 1941, el imperio japonés había ocupado una parte considerable de las costas de China, Corea y las colonias francesas de Indochina (Vietnam, Laos y Camboya) cometiendo atrocidades en gran parte de las Indias Orientales Holandesas (Indonesia). En 1944 atacó a Hawái, una posesión de Estados Unidos.

El gobierno del Japón era entonces una dictadura militar que nominalmente encabezaba un Emperador que había aplastado toda disidencia democrática, proscrito al partido comunista y practicado una política exterior muy agresiva contra sus vecinos. Pero en 1945 Japón era ya un imperio derrotado. Había perdido sus reservas de petróleo y su flota naval había sido  destruida. Alemania nazi, su mayor aliado, se había rendido en mayo.

 En junio de ese año, el régimen de Japón había comunicado a los gobiernos de Suecia, Suiza y la Unión Soviética su intención de rendirse, poniendo como una única condición a negociar que el Emperador Hiroito se mantuviera como jefe nominal del Estado. No obstante, a fines de 1945, ya el gobierno estadounidense había tomado la decisión de hacer una demostración de su poderío y de su voluntad de asumir el liderazgo mundial partiendo de saberse único poseedor de un arma nueva y terrible.

El mensaje sería evidente y claro: Estados Unidos posee un arma terrible y está dispuesto a usarla contra cualquier nación que se oponga a su dominación global.

 El entonces presidente estadounidense, Harry Truman, justificó la utilización del arma atómica tras el genocidio. «Hemos utilizado (la bomba atómica) para acortar la agonía de la guerra, con el fin de salvar las vidas de miles y miles de jóvenes norteamericanos». Al ser informado de la destrucción total de Hiroshima por aquel bárbaro crimen, el presidente se limitó a calificarlo textualmente como “lo más grande que ha ocurrido en la historia”.

Desde 1945 hasta hoy, Estados Unidos ha venido manipulando la cuestión nuclear como amenaza estratégica para su dominación.

 Durante gran parte de la posguerra, Washington logró imponer a la Unión Soviética una onerosa carrera armamentista a la que fueron incorporadas otras novedades de la técnica militar como los misiles intercontinentales.

 Washington, que había concluido la segunda guerra mundial (IIGM) con menos daños materiales que las demás potencias y, por tal motivo, relativamente enriquecida respecto a éstas tenía todas las de ganar en esa carrera.

 El presupuesto militar estadounidense, que sobrepasa la suma de los presupuestos militares combinados de todos los demás países del mundo, ha hecho que la deuda total del gobierno estadounidense también supere la deuda externa total del resto de los países del globo.

Washington ha sido capaz, hasta ahora, de evadir las pavorosas consecuencias de tan desastroso manejo de su economía gracias a que goza del privilegio único de poder imprimir su moneda, ventaja que le permite dilatar indefinidamente la liquidación de su enorme  deuda y transferir los nocivos efectos de ello al conjunto de la economía global.

 El mundo vive hace algunas décadas pendiente de probables desenlaces nucleares de los “conflictos” que desata o suscita Washington en cualquier lugar del mundo ya sea para provocar un cambio de régimen, imponer algún Tratado de libre comercio por medios violentos; aplastar los llamados gobiernos «fallidos» y los movimientos populares que resisten el imperio corporativo mundial; promover el despojo del petróleo y otros recursos en los países más débiles, u otros fines incalificables.

 Aunque la Guerra Fría concluyó hace un cuarto de siglo, las armas nucleares siguen estando en el núcleo de la estrategia imperialista. La doctrina militar de Estados Unidos, aunque evidencia una política de constantes guerras, agresiones y ocupaciones contra diversos países, según todo parece indicar, apunta a preparativos para una guerra contra Rusia y China que a todas luces sería a escala mundial, sería nuclear y la última de la vida en la Tierra.

http://manuelyepe.wordpress.com/

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Los tanques pensantes

Manuel E Yepe

Al igual que sus homólogos de guerra, los tanques pensantes tienen como fin demoler al contrario mediante un alarde de evidente superioridad de recursos que no siempre corresponde a la realidad.

La élite del poder estadounidense participa de muchas formas en la disputa por el dominio global, su ejercicio y su defensa.
El precario balance de fuerzas del mundo bipolar en que vivimos tras la segunda guerra mundial evitó que el imperialismo estadounidense impusiera su hegemonía absoluta por todo el mundo a partir del chantaje nuclear que planteara Estados Unidos con los bombardeos genocidas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Vendría después una tensa carrera armamentística promovida por el llamado “equilibro de terror”, según el cual, la potencia que se colocase al frente en la producción de armas provocaría un desequilibrio en el escenario internacional. La que tuviera mayor número y más mortíferas armas, sería capaz de destruir a la otra. Perdida ya toda esperanza de que el fin de la guerra fría abriera el camino a un mundo sin guerras, una galopante carrera por los caminos de la globalización neoliberal ha llegado a configurar al imperialismo en esa tenebrosa realidad que es hoy: la superpotencia hegemónica más poderosa, brutal y despiadada de la historia de la humanidad, portadora de los más grandes peligros para la supervivencia de nuestra especie.
El mundo unipolar del presente, con una única superpotencia que impone sus egoístas intereses al resto del planeta, demuestra que es la naturaleza depredadora del orden capitalista imperante la causante de los males y lo que aconseja la necesidad vital de su reemplazo por un nuevo orden justo y humano.
En la lucha por la dominación global, el gobierno de Estados Unidos, lejos de aprovechar las escasas oportunidades que se abren para el desarme y la coexistencia pacífica, ha conformado los pilares de su economía a una dependencia cada vez mayor en las situaciones de guerra.
Es en ese contexto en el que cobran importancia en Estados Unidos los denominados tanques pensantes (en inglés Think Tanks -TT) que son iinstituciones públicas académicas y de estudios, integradas por personalidades plenamente identificadas con el sistema capitalista estadounidense que elaboran documentos de carácter político e ideológico destinados a suministrar a los gobiernos de Estados Unidos las armas para su enfrentamiento con el mundo que pretenden dominar. Son parte de un sistema que elabora contenidos ideológicos destinados a la defensa de los intereses imperialistas. Su misión incluye propagar ideas convenientes al sistema capitalista norteamericano mediante la difusión de sus doctrinas en libros, revistas, y otros medios, y para ello cuentan con presupuestos de miles de millones de dólares.
Se atribuye al Council on Foreign Relations (CFR) o Consejo de Relaciones Exteriores, fundado en 1921 por el grupo económico Rockefeller, la condición de primer tanque pensante existente, con la tarea de suministrar nuevas ideas a las Administraciones gobernantes (de cualquiera de los dos partidos del esquema político estadounidense) en materia de política exterior y para la formación de especialistas y dirigentes.
Laboran en el CFR casi 4 mil ciudadanos, algunos con visiones mucho más objetivas que las habituales de la extrema derecha. Entre ellos hay también otros tan connotados como George Soros, el multimillonario magnate de la especulación financiera global.
Su publicación fundamental es la revista Foreign Affaires, que publica ensayos académicos contentivos de sus líneas de política exterior. Según las encuestas a académicos y expertos que anualmente se realizan para el Think Tanks Index, la Institución Brookings clasificó, por octavo año consecutivo en 2015, como el TT más importante del mundo en una relación en la que también entraron el CFR, la Fundación Carnagie para la Paz Internacional, la Corporación Rand, la Fundación Heritage, el Centro Internacional Woodrow Wilson para Académicos y el Centro Internacional de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Hay en Estados Unidos 11 tanques pensantes especializados en asuntos políticos y de la economía; cuarenta y nueve en temas sobre relaciones internacionales y seguridad; dieciséis sobre medio ambiente, ciencias y tecnología y doce sobre artes y humanidades.
La mayor parte de ellos están registrados como “entidades sin fines de lucro” (en inglés “non-profit”), pero hay algunos financiados por el gobierno, organizaciones jurídicas, empresariales o que obtienen ganancias derivadas de trabajos investigativos acerca de proyectos específicos. De países distintos a Estados Unidos, aparecen clasificados en el TT Index, Chatham House y el Instituto
Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), del Reino Unido, así como el Bruegel, de Bélgica.
Al igual que sus homólogos de guerra, los tanques pensantes tienen como fin demoler al contrario mediante un alarde de evidente superioridad de recursos que no siempre corresponde a la realidad.
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