Indígenas, profesores, estudiantes y sindicatos marchan este miércoles en Colombia, en una nueva jornada de protestas para exigirle un cambio de rumbo al gobierno conservador de Iván Duque.
Miles se volcaron a las calles en medio de la pandemia para elevar la presión sobre el mandatario con el cuarto «paro nacional» desde que subió al poder en agosto de 2018.
Esta vez la multitud se congregó en torno al reclamo por el repunte de violencia en zonas apartadas del país tras el acuerdo de paz de 2016, que desarmó a la poderosa guerrilla de las FARC.
«La movilización de los pueblos significa para nosotros esperanza, significa para nosotros resistencia y significa para nosotros la rebeldía que nos invita a levantarnos en contra del gobierno nacional (…) que prefiere evadir de manera mezquina su responsabilidad de garantizar la paz», dijo la activista Francia Márquez en medio de la marcha.
En Bogotá, epicentro de las protestas, los manifestantes avanzan a pie y en caravanas hacia el centro de la ciudad con consignas variopintas contra las políticas del gobierno.
A la marcha se sumaron unos 7.000 indígenas del suroeste del país, una zona castigada por la peor embestida de grupos armados que financia el narcotráfico.
Los pueblos originarios exigen desde el 10 de octubre un cara a cara con el presidente, pero ante su negativa se movilizaron hasta llegar a Bogotá el domingo.
Las masivas protestas contra el gobierno comenzaron en noviembre de 2019 y marcaron un hito en Colombia.
Duque soporta el descontento popular mientras lidia con el deterioro de la economía y la seguridad en medio de la emergencia sanitaria.
La violencia financiada por el narcotráfico ha dejado 68 masacres en lo que va de 2020, según el observatorio independiente Indepaz.
Expertos señalan al Estado colombiano de no haber tomado el control de los territorios dejados por los rebeldes tras el acuerdo de paz, lo que facilitó el fortalecimiento de nuevas organizaciones que se disputan el negocio de la coca.
Las manifestaciones menguaron con la pandemia, desde que se detectó el primer caso de covid-19 en marzo, pero la gente volvió a las calles en septiembre tras el homicidio de un hombre a manos de uniformados que desató sangrientas movilizaciones contra la brutalidad policial.
Junto a los reclamos contra la violencia, los colombianos alzaron su voz contra la pobreza (que en 2019 cubría al 35,7% de los 50 millones de habitantes) y la inequidad, que podrían dispararse por efecto de la pandemia.
Colombia el país más desigual entre los 37 socios de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), arrastra un desempleo del 19,6% y una informalidad laboral que afecta a casi el 50% de los trabajadores.
El reclamo de una maestra en la sede el Ministerio de Educación en Caracas se hizo viral en redes sociales porque su dinero no le alcanza para alimentarse ella y sus hijos
El reclamo de una maestra en la sede el Ministerio de Educación en Caracas se hizo viral en redes sociales porque su dinero no le alcanza para alimentarse ella y sus hijos.
Cada palabra de esta maestra desgarra. Sólo exige "comer bien". Le debemos una respuesta, es la maestra de nuestros hijos. Que no sea por cobardes. Oiganla! pic.twitter.com/9ZEqmKd60X
Cada palabra de esta maestra desgarra. Sólo exige "comer bien". Le debemos una respuesta, es la maestra de nuestros hijos. Que no sea por cobardes. Oiganla! pic.twitter.com/9ZEqmKd60X
Ante la profunda crisis económica, agudizada por los estragos de la pandemia del COVID-19, los maestros y docentes en Venezuela decidieron salir a las calles para exponer y visibilizar la crítica situación del gremio, uno de los más golpeados.
Los docentes en diversas zonas del país se niegan a dar clases con menos de dos o cinco dólares al mes y sin contar con servicios básicos eficientes, indispensables para la educación a distancia planteada en tiempos de pandemia.
Mejoras en infraestructura
Los maestros venezolanos también exigen mejoras en planteles y escuelas que antes de la pandemia estaban en condiciones precarias y que con la llegada del COVID-19, y la suspensión de actividades, han quedado en el olvido.
En Cojedes, la docente Nayarit Rodríguez invitó a los maestros a protestar porque todos sus derechos han sido vulnerados por el que considera un «mal gobierno» y precisó que no solo luchan por sus salarios, sino por la infraestructura escolar que está en el suelo.
El alcalde de la ciudad brasileña de Sao Paulo, Bruno Covas, anunció hoy jueves el retorno a clases presenciales de los alumnos de la educación secundaria a partir del próximo 3 de noviembre.
Sao Paulo, la ciudad más grande y poblada de Brasil, es el foco de la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19) en Brasil y fue precisamente en esta ciudad de la región sureste de Brasil donde el 26 de febrero se registró el primer caso en América Latina de la COVID-19.
«El regreso a clases presenciales de los tres años de la educación media es algo facultativo. Es para la red de colegios públicos y privados, con todas las medidas de seguridad sanitaria», dijo Covas en conferencia de prensa.
Las clases presenciales fueron suspendidas en marzo en Sao Paulo y se fueron reanudando paulatinamente a partir de septiembre, apenas para actividades extras o refuerzo pedagógico.
La educación infantil y la primaria de la ciudad continuarán con educación en forma remota y con actividades extracurriculares de pocas horas en forma presencial hasta tener nuevos estudios a fines de noviembre.
El médico Ennio Vivaldi, referente mundial en trastornos del sueño, lleva desde 2014 al frente de la estatal Universidad de Chile, el centro de estudios más importante y contestatario del país y de donde han salido algunas de las mentes chilenas más brillantes, como el nobel Pablo Neruda.
En un momento de máxima efervescencia, con un primer aniversario del llamado «estallido social» ensombrecido por graves desmanes, Vivaldi (Concepción, 1950) reflexiona en una entrevista con Efe sobre el rol de los estudiantes en la convulsionada política chilena y su «necesaria» implicación en el proceso constituyente que se abrirá en el país con el histórico plebiscito del próximo domingo.
Pregunta (P): Los estudiantes llevan desde 2006 en las calles, primero con la «Revolución Pingüina» a favor de una mejor educación pública y luego con las marchas de 2011. La ola de protestas del año pasado, las más graves desde el fin de la dictadura (1973-1990), la detonaron los secundarios, pero enseguida se unieron los universitarios, ¿puede el Chile de hoy entenderse sin sus jóvenes?
Respuesta (R): Una de las grandes fallas que tuvo el sistema político chileno en los últimos tiempos fue no haberles prestado la atención que requerían, los partidos dejaron de tener eco dentro de la juventud y eso que, en Chile, los jóvenes están muy politizados, incluso los estudiantes de educación media ya tienen afinidades políticas.
El desencanto hoy en día total. Hay un desacoplamiento entre la política formal y la juventud. Lo que estamos viendo es muy grave y es una desconfianza en la posibilidad de conversación. Es fundamental abrirnos a un debate a fondo sobre qué sociedad queremos construir. Es esencial que los jóvenes perciban que hay un camino. Si no somos capaces de mostrárselo, como ocurre ahora, nos encaminamos hacia una situación nihilista y trágica para todos.
P: Pese a esa gran desafección hacia la política y a la alta abstención que los jóvenes han mostrado en elecciones pasadas, ¿cree que saldrán en masa a las urnas para decidir si quieren reemplazar o no la actual Constitución, heredada de la dictadura?
R: Espero que lo hagan y los llamo fervientemente a ello: por favor, vengan a votar. No importa lo que voten, solo que lo hagan y que demuestren que están disponibles para un proceso de conversación y dialogo.
P: Usted se ha mostrado partidario del cambio constitucional y de que el nuevo texto lo escriba un órgano integrado totalmente por ciudadanos electos para ese fin, ¿por qué necesita Chile una nueva Constitución?
R: Es fundamental preservar el carácter pluralista de la institución y entender que la Universidad de chile no es una pieza de ajedrez en la política, aquí vienen alumnos, profesores y trabajadores de todas las ideologías. Dicho esto, yo en lo personal obviamente voy a votar por una nueva Constitución y por una convención constituyente. Hay que repensar el modelo de sociedad.
«LA EDUCACIÓN PÚBLICA FUE ARRASADA»
P: ¿Qué cambios requiere la educación superior chilena?
R: Nuestros universitarios son los más endeudados de Latinoamérica y el costo de la educación superior es uno de los más altos del mundo en comparación con los ingresos. En Chile, la educación pública fue arrasada. Mi forma de ver Chile está indisolublemente ligada a la educación publica. Tuve como compañeros de curso tanto a los hijos de pescadores como a los hijos de profesionales y eso genera cohesión nacional, identificación recíproca y la necesidad mutua de entenderse los unos con los otros. Cuando destruyes la educación publica, también estás destruyendo el cemento de la sociedad.
A los jóvenes ahora se les está diciendo que se endeuden porque así van a conseguir más plata en el futuro. Eso es quitarle todo el sentido a la educación universitaria y transformarla en una transacción económica.
P: Algunos expertos están alertando sobre las altas expectativas que hay sobre el cambio constitucional, pues es un proceso largo que no soluciona todos los problemas del país de la noche a la mañana, ¿cree que los estudiantes son los que más expectativas tienen y que, en ese sentido, podrían sentirse defraudados por la velocidad de los cambios?
R: Depende de si somos capaces de convencerlos de que, si ponen su inteligencia al servicio de un proyecto de desarrollo de la sociedad, este va a tener una repercusión real. Ese es el gran desafío.
P: En una entrevista decía hace algunos meses que el modelo de economía neoliberal instalado en la dictadura creó una sociedad individualista, que hace «apología del egoísmo», ¿han cambiado los chilenos en este último año de crisis social y pandemia?
R: Durante la dictadura se hizo un trabajo ingente por cambiar un país que en su naturaleza es solidario, lo demostramos constantemente con nuestra respuestas a los terremotos. Es tal el desastre al que nos ha llevado este sistema que la gente entiende que o hacemos algo todos juntos o no vamos a salir de esta.
En las marchas del año pasado hubo un encuentro muy hermoso, impresionante, entre gente de sectores de altos ingresos y comunas vulnerables. Creo que claramente hay un cambio. Es fundamental que demos señales de que este proceso va a significar que la gente va a poder hablar y que va a ser escuchada.
El Paro Nacional de Colombia, un inédito movimiento de protesta que nació en 2019, ahora tiene un nuevo componente: la Minga Indígena.
Este miércoles, las organizaciones del Paro serán acompañadas en una nueva jornada de protesta por casi 8.000 indígenas que llegaron el lunes a Bogotá con banderas, cánticos y tambores para reunirse con Iván Duque.
El presidente no se prestó para «una negociación con ultimátum» y criticó las marchas en tiempos de pandemia; sus funcionarios propusieron mesas de negociación lejos de la capital y algunos de sus aliados políticos y mediáticos dijeron que los indígenas estaban infiltrados por la subversión cuando no los califican directamente de guerrilleros.
Las protestas del miércoles se presentan 11 meses después de aquel 21 de noviembre en el que millones de colombianos se manifestaron por razones económicas, educativas y de orden público.
Ese día, seguido por un mes de continuas protestas, los indígenas también hicieron presencia. Pero ahora llegaron en masa a Bogotá, con el apoyo público y explícito de la alcaldesa, Claudia López, para darle empuje y experiencia a un movimiento que insiste en mantener vigentes sus demandas por un país más democrático, pacífico e igualitario.
Los retos de la protesta son múltiples: el temor de la gente al contagio de coronavirus, la consolidación de demandas concretas que no suenen desgastadas y el miedo a una violenta represión de la policía, como ocurrió el 9 y 10 de septiembre con un saldo de 13 manifestantes muertos.
El 21 de septiembre el Paro quiso volver a las calles, pero la concurrencia fue menor. Ahora vuelve a intentarlo. Y su carta bajo la manga es un movimiento cuyo nombre se pronuncia en lenguaje originario: la Minga.
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Pie de foto, Ya el lunes la Minga llegó y protestó en Bogotá. Ahora se añade al Paro Nacional.
Histórica, heterogénea y hecha para protestar
En quechua, la palabra «minga» o «minka» hace referencia a la reunión de diversos actores, saberes y herramientas en busca de un objetivo común.
Es una institución precolombina que sirve para todo: desde la construcción de un puente hasta la preparación de un almuerzo.
«En lo político es igual», explica Marilen Serna, miembro de la comisión política de la Minga. «Cada grupo apoya con lo que puede, comida, guardia, autoridades, música, pero el fin es la construcción de un país mejor».
Una cosa es la minga como acto de reunión y otra es la Minga Indígena, el movimiento de protesta que se creó en el sur de Colombia a finales del siglo pasado en busca de reivindicar sus derechos.
Cuando los indígenas de varios grupos sintieron que las pautas multiétnicas e igualitaristas de la Constitución de 1991 no se estaban cumpliendo, se organizaron y empezaron a protestar bloqueando una neurálgica carretera del sur del país, la Panamericana.
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Pie de foto, El «bastón de mando» es el único instrumento que los indígenas dicen usar en sus protestas.
Desde entonces, los miembros de la Minga —con sus bastones de mando al hombro y un himno cumbiero que reza «defender nuestros derechos así nos toque morir»— se enfrentaron a todos los gobiernos, pero con dos picos de tensión importantes: en 2008, con Álvaro Uribe en el poder, y ahora, con su aliado, Iván Duque, al frente del Palacio de Nariño.
«En el 2008 nos movilizamos por cuatro elementos: vida y derechos humanos, territorio, paz y modelo económico. Y hoy, incluso con la firma de la paz, la situación es la misma. O peor, porque tiene el sinsabor del fracaso del proceso», explica Serna.
La firma del acuerdo de paz con la guerrilla en 2016 fue, en parte, una promesa de un país destinito para los pueblos, no solo indígenas, que habitan los territorios remotos de Colombia.
Pero desde la firma de la paz al menos 300 líderes indígenas —y 600 líderes campesinos, afro y sindicales— han sido asesinados, según la ONG Indepaz.
«Antes nos mataban, pero ahora estamos ante un genocidio», dice Serna.
A eso se añade la situación estructural de los indígenas en Colombia, que representan un 5% de la población de 50 millones de habitantes: de los 66 pueblos indígenas del país, reporta la ONU, 34 están en vías de extinción; y, según cifras oficiales, la pobreza en poblaciones indígenas es del 63%, el triple que el promedio nacional.
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Pie de foto, La Minga llegó el lunes a Bogotá y fue recibida y alojada por la alcaldía, al mando de Claudia López.
El impacto en el Paro Nacional
Es probable que la Minga Indígena tenga más experiencia en protesta que cualquier otro movimiento político en Colombia.
«Así como el año pasado los estudiantes fueron el movimiento duro que jalonó la protesta, esta vez la minga indígena puede ser el impulso de una protesta más amplia«, dice Sandra Borda, politóloga y autora de «Parar para avanzar», un libro sobre el Paro Nacional.
La analista explica que los indígenas tienen varias cosas en común con el Paro: la demanda por una implementación más proactiva del acuerdo de paz y principios como la protección al medio ambiente.
Ambos, además, cuentan con el apoyo de Claudia López, una líder emergente que sacudió la política colombiana.
Pero también cuentan con críticos, como el Consejo Gremial Nacional, una asociación de empresarios, que en un comunicado aseguró que el «incumplimiento (de protocolos de bioseguridad) atenta contra la salud, no solo de quienes hacen parte de la marcha, sino de todos los colombianos».
«Reiteramos nuestro llamado a que no se obstaculice el proceso de reactivación que avanza en el país y se respete el derecho de los ciudadanos a su libre movilidad y al trabajo, para garantizar el sustento de las familias y la sostenibilidad de los sectores productivos y las empresas», indicó la entidad.
Borda, por otra parte, se pregunta si la sociedad colombiana está fatigada con la paz: «Enmarcar la protesta en la paz puede no resultar eficiente, pero si se hace una propuesta más amplia, como de protección a líderes sociales, la cosa puede funcionar mejor».
Margarita Martínez, codirectora de Robatierra, un documental sobre la Minga, coincide en que las demandas de los indígenas se alinean con las del Paro: «Venir a Bogotá va más allá de reunirse con Duque: lo que buscan es ayudar a concientizar a la Colombia urbana, que ha estado tan alejada de la guerra, de lo que viven en sus territorios».
«Porque en el sur del país la vida está siendo mancillada, atacada y asesinada permanentemente. Y el objetivo de La Minga es decirle una cosa al país: que la vida es lo primero».
A la deriva teatro lleva sus funciones hasta las ventanas o puertas de las viviendas de niñas y niños. “Kamishibai en tu ventana, serenata para niñas y niños” suma 12 presentaciones durante la pandemia
En tiempos de pandemia, cuando las casas estaban cerradas y los niños y niñas encerradas, el teatro llegó a ellas y ellos. Se trata de “Kamishibai en tu ventana, serenata para niñas y niños”, un proyecto hormiga en palabras de la directora Susana.
Gracias al apoyo de Cultura UDG y el Programa Institucional Alas y Raíces, se pudo llevar a 12 familias serenatas los días 4, 10 y 11 de Octubre en las siguientes colonias: Los Tulipanes, Ferrocaril, El Rosario, Santa Paula, Jardines de la Cruz, Colinas de Atemajac, Chapalita, Auditorio, Colonia Independencia, Jardines del bosque, Providencia y Misión del Bosque, esto en los municipios de Tonalá, Zapopan y Guadalajara.
Su objetivo fue atender la regulación emocional de los miembros de familia con una experiencia llena de juegos, canciones, bailes y una función llamada: “Asia, el zorrito y el largo invierno”, la cual habla sobre los cambios emocionales en el “invierno”, metáfora que se emplea para hacer referencia a la pandemia que hoy todo mundo padecemos.
El creativo nombre del proyecto hace referencia al teatro japonés Kamishibai, donde cuentan una historia a través de imágenes.
Susana Romo mencionó que para ella es importante que cada individuo tenga un acercamiento único con las artes ya sea teatro, danza, escritura, entre otras.
Para poder participar en el proyecto se llevó a cabo una convocatoria en el cual niñas y niños enviaron un correo electrónico a la derivateatro@hotmail.com en el debían de adjuntar un dibujo de la ventana de su casa; los primeros cuatro correos en cumplir los requisitos fueron los elegidos; las restantes funciones se realizaron a través de organizaciones que realizan proyectos de incidencia social.
La directora de “Kamishibai en tu ventana, serenata para niñas y niños” está muy feliz por los resultados, las sonrisas inolvidables y los testimonios de corazón que recibieron al llevar el teatro a lugares donde los eventos culturales no siempre llegan.
Su mensaje para todas las niñas y niños es que encuentren su espacio en el mundo: “un espacio donde puedan jugar, hacer lo que aman y donde puedan aprovechar su presente y vivir al máximo”.
Este proyecto se realizó gracias a la música especial de Cristina Martínez y Sergio Arreola; el texto original de Osvaldo Jimenez; así como por el apoyo para su producción de Cultura UDG, el Programa Institucional Alas y Raíces.
Para A La Deriva Teatro llevar a las ventanas y corazón de niñas y niños su propio Kamishibai significó ofrecer una pausa emocional para las familias que se han visto más afectadas por la pandemia causada por el coronavirus.
Teatro para las y los más pequeños
El Festival Internacional de Teatro para los Primeros Años (FITPA) es un evento también realizado por A La Deriva Teatro que se enfoca en llevar el arte a niños y niñas de 0 a 6 años en Jalisco; en su quinta edición ha tenido que evolucionar y adaptar sus talleres, espectáculos, danzas y actividades a la llamada nueva normalidad.
Por ello, del 21 al 25 de octubre realizarán este festival de manera digital y contarán con la compañía de artistas y colectivos de teatro para bebés de Italia, Brasil, Chile, Argentina, entre otros países.
Su propósito será promocionar las artes, música, teatro, danza, pero sobre las crianzas respetuosas.
Para disfrutar de los 16 talleres y los cuatro espectáculos se contará con la sala digital del Conjunto Santander de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara.
La directora de FITPA, Susana Romo, tiene como testimonio que cuando se quiere, se puede; por ello, anticipa que este evento será muy significativo para las familias jaliscienses, aún en el marco de la actual pandemia.
Es importante mencionar que este Festival tiene el objetivo de mejorar el desarrollo y calidad de vida de los niñas y niños a través de su acercamiento al teatro.
Para mayor información sobre este festival puedes checar su cartelera en su página en Facebook: https://www.facebook.com/Festival.FITPA/
Y para conocer el trabajo de A La Deriva Teatro, aquí te dejamos su perfil: https://www.facebook.com/A-LA-DERIVA-TEATRO-218894735088/
Este trabajo fue publicado originalmente en ZONA DOCS que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.
“Los intereses políticos de los gobiernos y las empresas están sobre nuestros territorios, pero no nos quieren en ellos, estamos caminando para hacer la sanación colectiva y defender los territorios”, aseguró Valiana Aguilar Hernández, de la Asamblea de Defensores del Territorio Múuch Xíinbal, durante el panel “Las Mujeres en los procesos de resistencia de los Pueblos Originarios”, en la que participaron defensoras indígenas de México, Colombia y Panamá.
Bettina Cruz Velázquez, binnizá integrante del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) en Oaxaca, aseguró que en la lucha por los derechos indígenas las voces de las mujeres “eran minimizadas”. “Pese a que yo dirigía un movimiento, no se tocaban los derechos de las mujeres porque el tema era la defensa del territorio, sin embargo, en el desarrollo del movimiento y desde hace unos años empezamos a ver que la participación y las problemáticas de las mujeres no se tocan, estamos en la dinámica de la defensa del territorio como si fuera igual para todos, y no es igual”, dijo durante su participación.
En el panel también participó Nataly Domicó, integrante del Cabildo Mayor Indígena de Chigorodó, de Antioquia, Colombia, quien recordó que la presencia de las mujeres en la lucha indígena de los años 70 no fue visibilizada y que no fue hasta 2004 o 2006 que se empezó a vincular la visión de las mujeres.
“Nosotras como portadoras de los conocimientos ancestrales, guardianes de la selva, tenemos una vinculación directa con esas luchas y esa defensa, y empezamos a forjar un proceso organizativo de exigir nuestro reconocimiento como mujeres y exigir espacios de decisión política y acompañar a las mujeres que sufrían diversas violencias de género, exclusiones de las instituciones y el Estado”, explicó.
El panel contó con la participación de mujeres líderes indígenas y fue realizado en el marco del Sexto Festival de Arte Independiente de Bacalar (FAIBAC), Abya Yala, Pueblos en Resistencia, el cual concluyó el pasado fin de semana.
Con información de La Jornada Maya
Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/estamos-caminando-para-hacer-la-sanacion-colectiva-y-defender-los-territorios-mujeres-indigena-en-lucha/
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