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Ciudadanías mermadas, mercado laboral y discriminación

Por: Arturo Borra

Demasiado a menudo los «discursos de la integración» en torno a inmigrados y refugiados pasan de puntillas por los obstáculos estructurales que se les plantean en el mercado laboral español a estos colectivos. Aunque existe una minoría de empresas (especialmente cooperativas y, de forma menos usual, Pymes) que están desarrollando políticas laborales inclusivas con respecto a estos grupos, resulta imprescindible identificar problemas persistentes al momento de lograr este objetivo. Categorías como «integración», «gestión de la diversidad», «buenas prácticas laborales», entre otras, resultan categorías problemáticas en tanto no seamos capaces de situarlas en un contexto sistémico que obstruye de forma sistemática su consecución.

Se trata, pues, de partir del contexto socioeconómico actual, marcado por regularidades empíricas que de forma tendencial marginan (cuando no excluyen) a una parte significativa de la población activa extranjera. A pesar de las declaraciones en sentido contrario, las prácticas empresariales dominantes ni siquiera contemplan dentro de la «gestión de la diversidad» la inclusión laboral de estos colectivos, como si lo “diverso” se restringiera a una cuestión de género o edad y, en el mejor de los casos, a una cuestión de discapacidad u orientación e identidad sexual. Por el contrario, cabe constatar que tanto las instituciones públicas como privadas se han desentendido ante esta otra ciudadanía mermada en derechos.

Si bien algunas de esas regularidades también afectan a personas trabajadoras autóctonas, hay información suficiente para saber que ciertas dinámicas discriminatorias afectan con especial intensidad a los colectivos inmigrados y refugiados. De ahí las siguientes constataciones, sin pretensiones exhaustivas.

1) Lo primero que hay que señalar es la existencia continuada de una economía sumergida que, además de los perjuicios económicos que supone para las arcas públicas, priva a más de 4.000.000 de personas trabajadoras de buena parte de sus derechos laborales, condenándolas a una precariedad que, de manera habitual, se transforma en una práctica de sobreexplotación laboral (o explotación severa). El empleo irregular implica millones de puestos de trabajo precarizados, de los cuales cientos de miles (que oscilan entre medio y un millón) están ocupados por personas inmigradas, no necesariamente en situación irregular, afectadas también por la «especialización por género» según la cual ciertos trabajos sólo podrían ser ejercidos por mujeres u hombres de forma excluyente.

Basta pensar solamente en muchas empleadas de hogar para dimensionar la magnitud de este problema. Según los escasos datos disponibles, esta es la situación de muchísimas trabajadoras inmigradas: empleo sumergido a cambio de salarios y condiciones laborales paupérrimas, en jornadas laborales que superan con creces las 9 horas estipuladas. Es evidente que este tipo de empleo –que con cierta frecuencia plantea un régimen de semi-esclavitud- forma parte del funcionamiento económico actual. Además de ejercer una presión salarial a la baja, impide que muchas personas trabajadoras extranjeras puedan mantener su situación regular en España y, en general, acceder a los diferentes servicios públicos en igualdad de condicionesi. Por si fuera poco, las personas inmigradas y desplazadas que se emplean en la economía sumergida ni siquiera pueden acceder a una pensión jubilatoria, pensar en la conciliación laboral o disponer de derechos laborales básicos, como vacaciones, pagas extra, horas de descanso, etc. Eso hace que este colectivo esté especialmente desprotegido ante situaciones abusivas. Apenas hace falta señalar que una situación semejante no favorece la «integración» en lo más mínimo, máxime cuando el desarrollo de una actividad laboral semejante supone a menudo conflictos con los trabajadores locales por considerarse “competencia desleal”. Para mayor escarnio, aquellas trabajadoras que logran acceder a un contrato de trabajo en el sector, son discriminadas institucionalmente, estando privadas del derecho a ser beneficiarias de las prestaciones por desempleo.

2) La segunda regularidad está ligada a la segregación ocupacional que afecta de manera inequívoca a la mayoría de las personas inmigradas o refugiadas. No es ninguna novedad señalar que aproximadamente el 80 % de estos colectivos trabaja en sectores de baja cualificación, con tasas de temporalidad y precariedad comparativamente más altas que las de la población local: 8 de cada 10 inmigrantes sigue trabajando en hostelería, industria, comercio minorista, servicio a personas, agricultura y pesca y construcción. Confinados en sectores económicos intensivos y con empleo de carácter estacional, la inestabilidad laboral se transforma en períodos de alternancia entre empleo y paro dificultando seriamente la consolidación de un proyecto migratorio satisfactorio. No es azar que la tasa de pobreza también afecte más a esta categoría de trabajadores. Si hace unas décadas la idea de “trabajador pobre” parecía un oxímoron, dada esta situación de empleo precario y salarios bajos, hoy día se conjugan de forma creciente, afectando a uno de cada tres trabajadores inmigrados, en un proceso social de etnificación de la pobreza que afecta, según la EAPN, al 63,9 % del total de la población extracomunitaria, a diferencia de la tasa AROPE de la población española que es del 25,5 en el mismo añoii. No hay “integración” sociolaboral satisfactoria si se trata desigualmente a los otros, si sólo se les reservan puestos laborales considerados indeseables o si se los emplea como mano de obra barata y precaria, acorde a una visión puramente instrumentalista de las migraciones. No es superfluo preguntar qué presencia tienen estos colectivos en nuestros espacios de trabajo (incluyendo el ámbito educativo) y qué posiciones laborales ocupan. Es fácil advertir que el lugar que socialmente se les asigna a estos otros es un lugar tendencialmente subalterno o subordinado, más allá de sus capacidades o competencias técnicas y sociales. Ante esta desigualdad de trato, es previsible que las barreras que dividen población local y población inmigrada no cesen de acentuarse.

3) De forma complementaria a esta segregación, en el contexto del mercado laboral se produce un fuerte desconocimiento de la formación y educación de origen (de forma similar a la experiencia laboral de origen, que tampoco suele reconocerse por falta de acreditación o por no reconocerse las acreditaciones de los países de origen). Siguiendo a Euroestat, los niveles educativos y formativos de la población inmigrada, contrariamente a los prejuicios dominantes, es porcentualmente semejante a la de la población local. Aunque a menudo suelen plantearse las desigualdades laborales como diferencias en las cualificaciones profesionales, un análisis comparativo de cualificación desmonta esta falacia. Si la sobrecualificación profesional en España es de por sí elevada, el fenómeno de la sobrecualificación se acentúa de forma notable entre los colectivos inmigrantes. A pesar de ello, a efectos laborales, una parte significativa de trabajadores inmigrados son considerados como mano de obra no cualificada, cuando no directamente analfabeta (incluso en los servicios públicos de empleo, cuando no han logrado homologar o convalidar sus estudios o acreditar sus competencias). Si bien una parte de la población inmigrada se embarca en el “laberinto burocrático” que suponen los procesos de homologación o convalidación de títulos (dados los tiempos prolongados para gestionarlos, las tasas que implican y las dificultades operativas que suponen), es previsible que una amplia mayoría de inmigrados sin estudios superiores desista de convalidar sus estudios en España, entre otras cuestiones, por no poder reunir toda la documentación requerida, incluyendo traducciones juradas, programas de estudios con especificación de horas, contenidos desarrollados en cada materia y promedio de estudios, todos debidamente apostillados por organismos internacionales. La consecuencia más manifiesta es que una parte muy significativa de la población o bien termina re-cualificándose en el país de destino según sus previsiones de inserción (sin garantías de éxito) o bien terminan accediendo a puestos de baja cualificación, reforzando la segregación ocupacional.

4) De forma complementaria a este confinamiento, la «tasa de desempleo» de inmigrantes supera en más del 7 % la tasa de paro de trabajadores nacionales, situándose en el primer trimestre de 2017 en el 25,46%, a diferencia de la tasa de paro de nacionales que es de 17,85%iii. A pesar de que la tasa de actividad en estos colectivos es porcentualmente mayor al de la población local, el desempleo se ensaña especialmente con estos grupos. Cabe preguntarse si, además de cuestiones idiomáticas, de convalidación de títulos o de acreditación profesional, no hay aquí un claro factor discriminatorio que opera bajo la forma de una desigualdad manifiesta en el acceso y permanencia en el mercado laboral. Hay indicios suficientes para responder afirmativamente: ¿por qué hay más parados extranjeros que nacionales si los niveles formativos son similares, aunque no siempre estén acreditados de forma oficial? ¿Se sigue considerando que los trabajadores nacionales deben tener preferencia en el acceso al empleo, contrariamente a la presunta igualdad de oportunidades? Y, finalmente, ¿qué políticas de empleo específicas se están desarrollando para corregir esta situación desigual?

5) De forma similar a lo que ocurre con otros grupos, el análisis sistemático y comparativo de las condiciones laborales de los inmigrantes extracomunitarios que logran acceder a un empleo arroja resultados de mínima preocupantes: tanto en términos salariales como en acceso a puestos jerárquicos dentro de empresas y otras organizaciones (incluyendo la administración pública, ONG y asociaciones), la desigualdad es notoria y relevante. Si por una parte la calidad desigual de los empleos a los que acceden respectivamente inmigrantes y locales es clara, por otra se repiten los fenómenos que ya conocemos con respecto a los colectivos de mujeres: techo de cristal, brechas salariales, falta de promoción interna o de movilidad ascendente y serias dificultades para la conciliación (especialmente, en el caso de mujeres inmigradas monoparentales). En cualquier sentido relevante, la “integración” supone no sólo la obtención de un empleo, sino garantizar su calidad y dignidad, en igualdad de condiciones. Basándonos en diferentes informes de “Inmigración y mercado de trabajo” elaborados por el SEPE, cabe constatar que las diferencias salariales entre españoles y extranjeros se mantiene. Ya en el informe de 2011 se señalaba la “discriminación” como uno de los factores de esta desigualdad. El informe es contundente: “La participación laboral de los extranjeros nacidos fuera de España sufre de sesgos terciarios y sesgos femeninos, concentraciones en puestos de trabajo de baja cualificación y mayor especialización en ramas y categorías laborales concretas”iv.

A estas regularidades socioeconómicas hay que introducir un elemento heterogéneo pero no menos importante: la permanente producción de estereotipos y prejuicios en torno a estos colectivos, comenzando por los discursos dominantes en los medios masivos de comunicación. Sería un error suponer que esos discursos que estigmatizan a los otros no incide en la discriminación laboral. Hay que seguir recordando que la xenofobia y el racismo aparecen como refugio no sólo de grupos de ultraderecha, sino también de una parte importante de la población, expuesta a situaciones de exclusión social y a la caída de su calidad de vida. Ello crea las condiciones ideológicas propicias para que los discursos xenófobos y racistas tengan mayor calado, incluso dentro del mercado laboral. No por azar escuchamos de forma frecuente que la inmigración es una “amenaza laboral”, cuando no una amenaza para la seguridad e incluso para la “identidad europea”. La extensión del racismo y la xenofobia exige un debate público pendiente, que constituye una deuda estructural de cualquier sociedad democrática. Nada señala que esta ofensiva discriminatoria (que incluye la islamofobia, el antisemitismo o el antigitanismo) que recorre Europa vaya a detenerse en los próximos años, como no sea con un giro no sólo de las políticas públicas predominantes sino también de los discursos mediáticos hegemónicos.

La resultante de estas regularidades es una fuerte segmentación al interior de las poblaciones inmigradas y refugiadas dentro del mercado laboral. Eso significa que incluso dentro de estos colectivos se construye una jerarquía entre diferentes categorías socio-económicas. Por un lado, se favorece la movilidad geográfica de inmigrantes con tarjeta azul (ejecutivos, universitarios, profesionales con alta cualificación) y, de manera más reciente, además de los inversores, a un tipo de inmigrante de una franja de ingresos elevada (como es el caso de los compradores de viviendas de 500000 € que adquieren permiso de residencia y trabajo de larga duración o de pensionistas europeos que se instalan en España como segunda residencia). Por otro lado, se multiplican las dificultades para el paso a flujos migratorios marcados no sólo por sus carencias económicas sino también por sufrir un importante rechazo cultural.

En síntesis, el mercado laboral se caracteriza por una fuerte selectividad de inmigrantes según su posición socioeconómica (o, si se prefiere, según su poder adquisitivo) y su identidad cultural, instaurando un patrón selectivo que plantea una relación de apertura ante elites profesionales y económicas en simultáneo a la restricción de derechos que padecen especialmente trabajadores manuales y personas en situación precaria procedentes del sur.

La discriminación laboral por razones de origen o etnia, en definitiva, se hace manifiesta de diversas formas: bajo la forma de una mayor precariedad y pobreza, segregación ocupacional y especialización por género, desigualdad salarial y contractual, tasa de paro más elevada, mayor temporalidad de los contratos, falta de promoción interna y asimetría en las oportunidades laborales, entre otras cuestiones. Es evidente que semejante trato desfavorable hacia los inmigrantes extracomunitarios obstruye seriamente cualquier «integración» que se diferencie realmente de la mera asimilación. Volviendo al Informe antes citado se señala: “Apenas existen estudios que hayan determinado con rigor la discriminación que sufren los trabajadores extranjeros en el mercado laboral, pero hay indicios claros de que tal discriminación existe. Por el momento, la discriminación no ha merecido una atención especial en el proceso de inserción laboral de la población inmigrada, porque la simple legalización de tal inserción ha sido prioritaria. Ahora, sin embargo, combatir la discriminación es ya asunto inaplazable y ello demanda, en primer lugar, cierto aprendizaje para detectarla y calibrarla. La lucha contra la discriminación requiere una vigilancia específica que comienza por el acceso al trabajo, asegurando que se cumple el principio de igualdad de oportunidades y sigue con las condiciones laborales y los procesos de promoción interna en las empresas. La discriminación en algunos casos puede ser burda, pero en otros es muy sutil, y es por ello por lo que no puede ser detectada ni corregida sin mecanismos específicos establecidos a tal efecto”v. Cito este informe de 2011 porque lamentablemente esta advertencia fundamental no ha sido retomada en los informes sucesivos y, lo que es peor, ni siquiera ha dado lugar a decisiones que corrijan estas graves falencias no sólo económicas sino también sociales. Varios años después, todavía estamos esperando que deje de aplazarse este “asunto inaplazable” en el que se juega la vida de millones de personas.

En cualquier caso, sigue siendo pertinente preguntar qué políticas y medidas se están implementando a nivel público para garantizar la inclusión institucional igualitaria de estos sujetos diversos, en función de sus perfiles competenciales y no de su procedencia étnica o cultural. Queda todavía por saber si en la próxima década España afrontará de forma más efectiva esta auténtica fractura en términos de derechos o si se limitará a disimularla bajo la alfombra del empleo precario y la marginación social.

Notas

i El empleo sumergido, además de privar del acceso a las prestaciones contributivas, conlleva a menudo la pérdida de los permisos de trabajo y residencia de miles de personas inmigradas, que necesitan trabajar al menos 6 meses por año para poder renovar su documentación según la actual Ley de Extranjería. La imposibilidad de cumplir con este requisito supone el tránsito hacia una situación irregular, así como la exclusión del sistema sanitario gratuito y, con ello, el deterioro de sus condiciones materiales de vida, la dificultad para asumir sus deudas y la urgencia de trabajar en cualquier condición laboral, lo que significa seguir trabajando en la economía sumergida en condiciones penosas.

ii Según el informe de la EAPN, la mayoría de la población inmigrante extracomunitaria en 2015 ya estaba afectado por al menos uno de los tres factores que integran el AROPE: desempleo, pobreza y privación material. Semejantes informaciones, en este sentido, reafirman que la crisis económica no ha afectado de forma similar a los diferentes colectivos sino que se ha ensañado con la población inmigrada. http://www.eapn.es/estadodepobreza/ARCHIVO/documentos/Informe_AROPE_2016_Resumen_Ejecutivo.pdf

iiiVer “Nota de prensa: Encuesta de población activa. Primer trimestre de 2017”, en http://www.ine.es/daco/daco42/daco4211/epa0117.pdf, p.5.

iv Carrasco Concepción y García Carlos (2011): “Inmigración y mercado de trabajo”, p. 158, versión electrónica enhttp://extranjeros.empleo.gob.es/es/ObservatorioPermanenteInmigracion/Publicaciones/fichas/archivos/OPI_28_Inmigracion_y_Mercado_de_trabajo-Informe2011.pdf.

v Carrasco Concepción y García Carlos, op. cit., pág. 160.

 

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227776&titular=ciudadan%EDas-mermadas-mercado-laboral-y-discriminaci%F3n-

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Canciller: «No hay duda de que Perú ingresará a la OCDE»

Perú / www.larepublica.pe / 14 de Junio e 2017

Ricardo Luna, minstro de Relaciones Exteriores, indicó que se siente entusiasta, pues considera que el Poder Ejecutivo “está haciendo las cosas bien”.

Ricardo Luna, canciller de la República, señaló que no existen dudas de que nuestro país ingresará a laOrganización de Cooperación y Desarrollo Económicos(OCDE), bloque que tiene como objetivo promover políticas para mejorar el bienestar económico y social.

Desde Madrid, en el foro “El Perú del Futuro”, el canciller dijo que “no hay duda” del ingreso del país a la OCDE.

“No sé los pasos, no soy ingeniero, ni financista o economista, pero no tengo la menor duda que el plan de modernizar el Gobierno en política económica e institucional avanza a pasos gigantescos”.

Luna indicó que se siente entusiasta, pues considera que el Poder Ejecutivo “está haciendo las cosas bien”.

“No nos ven mal afuera y es una responsabilidad enorme, pero tenemos que construir y seguir defendiendo el orden liberal internacional como lo hicimos en la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico(APEC), a donde asistieron 20 líderes del área económica”, sostuvo.

Por otro lado, indicó que Perú cuenta con una política de Estado, respecto a la relación bilateral con los países vecinos y con otros que están más alejados.

Fuente: http://larepublica.pe/politica/885278-canciller-no-hay-duda-de-que-peru-ingresara-la-ocde

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El significante Venezuela y la nueva generación de izquierda latinoamericana

Por: María Luciana Cadahia

Desde hace unas semanas, a raíz de las declaraciones críticas de Lander sobre la situación en Venezuela y el papel del gobierno, se ha suscitado un debate en el interior de la izquierda latinoamericana. Intelectuales como Sarlo, Gargarella y Svampa –avalados por pensadores como Quijano, Mignolo, Walsh, Altamirano, Modonessi, etc..- salieron a respaldar la postura de Lander y redactaron un comunicado que, además de condenar la violencia de los últimos meses, hacen un llamado a profundizar la democracia en Venezuela. A primera vista no habría motivos para no estar de acuerdo con ambas premisas y celebrar el gesto de pensar públicamente lo que sucede en Venezuela desde dentro del campo de la izquierda -aunque también es cierto que resulta sospechoso poner en el centro del debate solamente a este país-. Uno de los grandes logros de la izquierda latinoamericana ha consistido en asumir el fracaso de la vía armada y violenta como mecanismo emancipatorio y la importancia de disputarle a la derecha el sentido de la democracia y las instituciones en nuestros países. Sin embargo, este comunicado fue visto con muy malos ojos por muchos de quienes han apoyado los procesos latinoamericanos de la última década –mal llamado ciclo progresista-. Figuras como Grosfoguel o Dussel han salido a denunciar la actitud de estos intelectuales, al punto de acusarlos de colaboracionistas del imperialismo. Preocupados por el retorno de la derecha en la región, algo que todos compartimos, asumen que cualquier crítica a nuestros procesos no haría otra cosa que fortalecer la avanzada de la derecha neoliberal y debilitaría aún más la lucha del campo nacional y popular.

Ahora bien, ¿no hay signos de agotamiento en la forma como se ha polarizado esta discusión? Y aquí me gustaría hacer una distinción entre polarización y antagonismo. Creo que lo primero nos sitúa en una posición identitaria. Al asumir que las posturas son irreconciliables se corre el riesgo de adoptar la actitud del polemista, a saber: elaboraré todos mis argumentos para reforzar mi posición y lanzaré todo tipo de acusaciones a quien no comulgue conmigo. El inconveniente de esta actitud -el problema de esta forma de positivizar las tensiones- es que terminamos por caer en una lógica defensiva y superficial que no modifica en absoluto el campo de fuerzas sobre el que deseamos intervenir. La actitud antagónica, en cambio, si bien asume la tragicidad de toda apuesta política -la irreductibilidad de los puntos de vista y la imposibilidad de “ponernos de acuerdo”- sabe que existe un juego de la representación que une a los dos polos en tensión. Dicho en términos hegelianos, no puedo oponerme a un otro si no comparto aquellas mediaciones por las cuales descubro esa diferencia de posición.

Por todo esto, celebro y promuevo la invitación de cierto sector de la izquierda a criticar la polarización con respecto a Venezuela, pero en un sentido muy distinto al que se ha propuesto en el comunicado. No se trataría tanto de ir “más allá de la polarización”-lo cual genera la ficción de un lugar sensato y neutral sin haber removido un ápice el nudo ciego del conflicto- como de “despolarizar” el debate. Y esto supone asumir un trabajo honesto con varios de los automatismos instalados en las distintas sensibilidades de izquierda de la región. Me parece que nuestro trauma oscila entre dos pulsiones, es decir, entre la «huida hacia adelante» y «el terror hacia lo existente». La primera, tendiente a «tirar para adelante» a toda costa, a sabiendas que el enemigo es muy grande y poderoso, corre el riesgo de empobrecerlo todo. Esto me recuerda la lógica de la mafia italiana: en ese intento por cuidar de un «nosotros» terminamos por cargárnoslos a todos, hasta que ese nosotros se convierte en una figura fantasmática sin espesura material. Podríamos decir que la lógica inmunitaria empieza a comérselo todo por dentro y las relaciones de poder acaban por obturar cualquier imaginación política. Pero me parece que también hay que trabajar la otra pulsión, esa especie de alergia inmediata hacia los proyectos populares que asumen la forma-Estado y dan lugar a experiencias de gobierno. Creo que allí se corre el riesgo de instalar la lógica inmunitaria de la paranoia, a saber: desconfiemos de toda fuerza política popular que gobierne y pongamos nuestro olfato detectivesco para vislumbrar el momento en que la causa popular es traicionada por el poder. Así, uno se sitúa en el cómodo lugar del lúcido desencantado, a la espera de encontrar el momento propicio para anunciar: “Se los dije. Esto iba a fracasar”. Creo que esta anticipación al fracaso como mecanismo de seguridad de mi propio lugar de enunciación también debe ser problematizado. Digamos que ambas paranoias intelectuales terminan por obturar las conexiones sensibles de todo proyecto emancipador. En un caso, ante la figura de un enemigo externo. En el otro, ante un enemigo interno que traiciona desde dentro la causa popular.

Lo que resulta llamativo de todo este debate –por no decir síntoma- es la tímida intervención de quienes pertenecemos a la nueva generación de la izquierda en la región. No me refiero solamente a los jóvenes militantes y académicos, sino también a los escritores, artistas y diferentes trabajadores de la cultura. Como los nuevos herederos de la izquierda latinoamericana es urgente empezar a construir una voz sobre lo que está sucediendo en la región. En cierta medida, este texto es una invitación para empezar a construir esta voz en colectivo. Y esto me lleva a una serie de preguntas sobre las que me gustaría reflexionar aquí: ¿La nueva izquierda latinoamericana se identifica sin más con esta forma de polarizar el debate? ¿Hay algo que nuestra generación pueda hacer para encauzar la discusión hacia lugares que todavía no han sido pensados? ¿Cómo vamos a asumir este legado y de qué manera nos vamos a posicionar? Nosotros no vivimos los convulsionados años 70’, muchos nacimos con el retorno de las democracias en el Cono Sur y crecimos en la fiesta neoliberal de los 90’. El proceso nacional y popular de los últimos años nos encontró muy jóvenes y nos obligó a reconfigurar nuestros sentidos comunes sobre el rol del Estado, las instituciones, los movimientos sociales, la democracia y el sentido de la emancipación colectiva. Si bien las generaciones anteriores nos dieron las pistas para leer todo lo que estaba pasando por fuera del ethos neoliberal que nos había constituido ¿no supone esta experiencia epocal un tipo de sensibilidad política diferente a la de nuestros predecesores? Por supuesto que esta diferencia no tiene por qué significar una ruptura o polarización –lo cual reiteraría aquello que me gustaría poner en cuestión aquí- sino la posibilidad de comprender que nuestras propias biografías nos sitúan en una posición distinta. Y esto significa empezar a reflexionar sobre el lugar de enunciación que estamos configurando de manera tímida y dispersa. Me parece que si bien somos herederos de esta polarización entre autonomistas –defensores de la autonomía horizontal de los movimientos sociales como el verdadero lugar de la emancipación- e identitarios- convencidos de que la identidad gubernamental de los procesos nacionales y populares no deben recibir ningún tipo de crítica -, creo que estamos en condiciones de remover estos sentidos comunes y hacer un aporte reflexivo a la discusión.

Aunque es importante repensar la escalada de violencia en Venezuela y la necesidad de profundizar los mecanismos democráticos mencionados en el comunicado, no comulgo con el lugar de enunciación desde el cual el comunicado asume la crítica al régimen bolivariano. Se deja ver allí un tufillo liberal de élite, tan desgastado como la posición de sus detractores. Seguir insistiendo en que la causa de la crisis en Venezuela se debe a la figura del líder autoritario, la opresión a la autonomía de los movimientos sociales y el rechazo a pensar por fuera del extrativismo patriarcal y estatal, es seguir repitiendo un libreto que distorsiona la lectura del campo de fuerzas geopolítico y regional -por no decir que comulga con la sensibilidad liberal de derecha-.

Resulta un poco paradójico que, ante los momentos críticos de las experiencias del campo nacional y popular en la región, este comunicado asuma las premisas de la lógica liberal representativa, muy cercana a la narrativa de las transiciones democráticas de los 80’ en el Cono Sur. Narrativa que tuvo por finalidad neutralizar las prácticas y procesos emancipadores de los años 60’ y 70’. Llama profundamente la atención que intelectuales interesados por construir un pensamiento alternativo a la lógica occidental –aunque tenga mis reparos con esta estrategia- terminen firmando un comunicado de estas características. Y creo que esto descansa en cierto vicio muy arraigado en nuestro ethos latinoamericano, a saber: la forma del gran fracaso. Una tendencia a la bipolaridad que oscila entre la creencia de que estamos haciendo algo completamente excepcional y por fuera de cualquier lógica conocida y el pesimismo generalizado de que todo se ha echado a perder de manera radical. Esta oscilación entre el gran entusiasmo y la gran derrota es una forma de sensibilidad que nos tiene atrapados y sobre el que pivotea la polarización que acabo de mencionar. La cuestión sería cómo salir de este círculo vicioso, sin caer en este otro vicio tan arraigado: la autocrítica. E sa exégesis de la “autocrítica”- tan cristiana, tan narcisista, tan retorcidamente autocomplaciente- y que nos impide estar más atentos a esas conexiones sensibles que el campo nacional y popular no deja engendrar una y otra vez. Estos últimos años de producción intelectual y política latinoamericana nos ha dado las herramientas para descubrir los tipos de racionalidades y sensibilidades que se han ido tejiendo alrededor de nuestras gubernamentalidades populares. Allí está la clave para descubrir los límites y posibilidades de esta vocación republicana-plebeya de ampliación popular de derechos y generar las condiciones para un uso social del capital-económico, simbólico, político, etc-. Claro que Venezuela necesita más democracia pero no habremos dado ni un paso si volvemos a caer en la lógica de la gran derrota. Es en lo mejor de nuestro legado republicano y emancipatorio del siglo XIX, en nuestras experiencias populistas de principio de siglo, en las actuales experiencias nacionales y populares de la región donde vamos a hallar la lógica material sobre la cual radicalizar aún más nuestras democracias. Pero tampoco habríamos dado un solo paso si no podemos crear las condiciones críticas para poder pensar preguntas como:

1. ¿Por qué no podemos construir una voz para decir que Lenin Moreno es un giro al centro consensualista y liberal sin ser acusados de traición a la causa popular?

2. ¿Por qué no podemos construir una voz para decir que la tendencia identitaria argentina termina por agotarse en sí misma?

3. ¿Por qué no decir que la miopía del MAS no deja verles las opciones que todavía tienen de generar nuevos aires y mostrarse renovados de cara a las próximas elecciones en Bolivia?

Pero también:

4. ¿Por qué no asumir que hay algo sospechoso en la pulsión de castigo a la situación de violencia generalizada en Venezuela sin poner esa misma pasión para hablar de Brasil, México o Colombia?

5. ¿Por qué no hacer un manifiesto regional que ponga todas las fichas de poder sobre el tablero y no las clásicas afirmaciones del líder autoritario y de la traición hacia lo popular?

6. ¿Por qué no partir de la consiga “fracasa mejor” en vez de instalar la postura del “te dije que íbamos a fracasar”?

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227819&titular=el-significante-venezuela-y-la-nueva-generaci%F3n-de-izquierda-latinoamericana-

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Unesco examinará 28 potenciales Reservas de la Biosfera, 6 latinoamericanas

Unesco / www.terra.com / 14 de Junio de 2017

El Consejo Internacional de Coordinación del Programa de la Unesco sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) comienza hoy su reunión anual, en la que examinará 28 propuestas de nuevas reservas de 22 países, de ellos seis latinoamericanos: Costa Rica, Ecuador, Honduras, Paraguay, Perú y República Dominicana.

En la actualidad, la Red Mundial de Reservas de Biosfera de la organización cuenta con 669 reservas, de ellas 16 transfronterizas, situadas en 120 países.

Las nuevas propuestas que el consejo comenzará a examinar el miércoles pueden ser nuevos lugares o ampliaciones de sitios ya incluidos en la lista, informó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Las reservas de la biosfera son lugares que comprenden ecosistemas terrestres, marinos o costeros donde, en concertación con la población local, se experimentan prácticas que concilian conservación de la biodiversidad, desarrollo económico y uso sostenible de los recursos naturales.

Los candidatos latinoamericanos este año tienen ya todos al menos una reserva en la red, como Jaragua-Bahoruco-Enriquillo, en República Dominicana, o dos, como Paraguay con el Bosque Mbaracayú y El Chaco.

De momento, Costa Rica figura en la red con tres parajes -La Amistad, Cordillera Volcánica Central y Agua y Paz- al igual que Honduras con Río Plátano, Cacique Lempira-Señor de las Montañas y la transfronteriza Trifinio Fraternidad (junto con El Salvador y Guatemala).

Perú, por su parte, cuenta ya con cinco: Huascarán, Manu, Noroeste Amotapes-Manglares, Oxapampa-Ashaninka-Yanesha y Gran Pajatén, mientras que Ecuador tiene seis, Archipiélago de Colón, Podocarpus-El Condor, Yasuni, Sumaco, Macizo del Cajas y Bosque Seco.

México con 42 reservas, Argentina con 15 y Chile con 10 son los países mejor representados del continente en este programa intergubernamental de la Unesco, creado a principios de los años 70 para intentar mejorar las relaciones entre los habitantes del planeta y su medioambiente.

El consejo que lo coordina se reúne este año en París hasta el 15 de junio y está formado por representantes de 34 Estados miembros de la Unesco.

Fuente:https://www.terra.com/noticias/mundo/europa/unesco-examinara-28-potenciales-reservas-de-la-biosfera-6-latinoamericanas,bcaa58fbfc74d589bef87f5be3fce7f1jp43v5ei.html

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República Dominicana:El 68% de los investidos en la última graduación de la PUCMM son mujeres.

Centroamérica/República Dominicana/13.06.2017/Autor y Fuente:https://www.diariolibre.com/

La Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) celebró la tarde de este sábado su nonagésima-sexta graduación ordinaria, y conmemoró los 50 años de su primera investidura, el 10 de junio del 1976, cuando graduó 54 profesionales.

La primera persona en inscribirse en la universidad y ser parte de la primera promoción, fue el mocano Rafael Eleazer Cáceres Rodríguez quien fue orador invitado.

En su discurso, el jurista Cáceres Rodríguez exhortó a los graduandos de esta promoción, 1073 personas, a que siempre ejerzan sus profesiones con responsabilidad, dignidad, dedicación y con sentido de justicia.

“Esperamos que ustedes luchen y contribuyan con su ejercicio profesional a que en nuestro país impere la justicia, el orden, la dignidad y el decoro, con el esfuerzo de todos y todas”, subrayó Cáceres Rodríguez.

Precisó que la PUCMM con sus 80 mil egresados ha contribuido de manera significativa con el desarrollo y progreso de la República Dominicana, ya que mantiene una presencia activa, dinámica y responsable en diferentes sectores en nuestra nación y en países hermanos.

La presentación del orador invitado estuvo a cargo del rector, reverendo Alfredo de la Cruz Baldera, mientras que la invocación a cargo del obispo auxiliar monseñor Plinio Valentín Reynoso.

Graduandos

Del total de egresados en esta 96 promoción de la PUCMM, correspondió un 67.79 por ciento para el sexo femenino, mientras que para el masculino un 38.21%.

Los graduandos recibieron títulos en las carreras de ciencias de la salud, comunicación social, ciencias y humanidades, sociales y administrativas, ingeniería, telemática y administradores de medianas y pequeñas empresas.

A nombre de los graduandos habló Franderly Acosta Valdez, licenciado en educación secundaria, concentración matemática-física.

Acosta Valdez agradeció las facilidades que les ofrecieron en la universidad para estudiar, ya que proviene de una familia pobre del municipio de Bonao.

Dijo que a pesar de haber ocurrido una tragedia en su familia, con la pérdida de una hermana por suicidio, pidió fuerzas al altísimo para continuar con los estudios.

Pidió a sus compañeros trabajar por una sociedad más sana, justa y mejores condiciones de vida para todos.

Fuente:https://www.diariolibre.com/noticias/educacion/el-68-de-los-investidos-en-la-ultima-graduacion-de-la-pucmm-son-mujeres-BY7331553

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Puerto Rico: FMPR cuestiona que plebiscito sea prioridad frente a la educación.

“Las prioridades del gobierno están definitivamente distorsionadas”, argumentó Mercedes Martínez Padilla, presidenta de la FMPR.

Centro América/Puerto Rico/13.06.2017/Autor y Fuente: http://elvocero.com/

Escuelas que el Departamento de Educación cerró para trasladar a sus estudiantes a otros planteles abrieron hoy para lo que la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR) calificó como “un proceso plebiscitario sin inconsecuente”.

Esto incluye, agregó el conglomerado, instalaciones educativas frente a las que los padres y madres han levantado campamentos para tratar de que se revoquen los cierres.

“Las prioridades del gobierno están definitivamente distorsionadas”, argumentó Mercedes Martínez Padilla, presidenta de la FMPR al contrastar la inversión de casi ocho millones de dólares “en una consulta que no resolverá nada”, cantidad que el Departamento de Educación ahorrará con el cierre de 167 escuelas.

La Federación informó que “en medio de todo este proceso espurio, han movilizado policías a las escuelas donde hay campamentos de resistencia a los cierres para intimidar a los padres. En las escuelas Luis Santaella y Mulitas Alvelo, de Aguas Buenas, policías se han acercado para advertirles que tenían que permitir el paso a quienes fueran a votar. Mientras las escuelas supuestamente no están aptas para educar, sí son buenas para procesos político partidistas”.

En Corozal, la FMPR reportó incidentes con los padres Amneris Rivera y Adner Dumey, de la escuela Hipólito Caldero, donde la Policía los visitó para decirles que tenían que estar a 100 metros de la escuela en la votación.

“Estos padres llevan más de 30 días frente a su escuela luchando por la educación de sus niños y el gobierno ha ignorado sus reclamos. Sin embargo, para el plebiscito intervienen con ellos. Los policías no deben prestarse a esto, ya que ellos mismos se perjudican con los cierres de escuelas de sus hijos”, señaló la dirigente magisterial.

La FMPR concluyó que “después de este domingo el plebiscito pasará y no tendrá consecuencias. La educación de los niños jamás pasará. A esa, sobre la que debemos edificar el país, la defenderemos sin tregua”.

Fuente: http://elvocero.com/fmpr-cuestiona-plebiscito-sea-prioridad-frente-la-educacion/

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Perú: Estudiantes de Arequipa protestan contra ministra Martens.

Alumnos piden que la construcción del colegio emblemático Honorio Delgado se concluya.

América del Sur/Peru/13.06.2017/Autor y Fuente: http://diariocorreo.pe/

Aproximadamente 500 estudiantes del colegio Honorio Delgado Espinoza protestan contra el presidente pedro Pablo Kuczynski y la Ministra de Educación Marilú Martens, quien llegó a Arequipa para presentar el programa Escritorio Limpio.

Los estudiantes se trasladaron hasta el colegio José Antonio de Sucre del distrito de Yanahuara para reclamar el término de la construcción del colegio emblemático, cuya paralización supera el año.

Con arengas y carteles que dicen “cansados de estudiar en la cochera del colegio Arequipa”, “Queremos nuestro colegio,!basta de retrasos!”, los estudiantes permanecen en las afueras de la institución, a la espera de la llegada de la ministra.

La autoridad se trasladó esta mañana al distrito San Juan de Tarucani, para verificar la labor que realizan en esta zona.
Fuente: http://diariocorreo.pe/edicion/arequipa/estudiantes-de-arequipa-protestan-contra-la-ministra-de-educacion-martens-754746/
Imagen: http://cdne.diariocorreo.pe/thumbs/uploads/img/2017/06/08/estudiantes-de-arequipa-pro-jpg_604x0.jpg
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