Page 8 of 9
1 6 7 8 9

¿Hacia dónde vamos los pueblos indígenas en Abya Yala?

Por: Itzamná Ollantay

A una década de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos, y a casi tres décadas de la aprobación del Convenio 169º de la OIT sobre el tema, el 9 de agosto (Día Internacional de los Pueblos Indígenas), es ocasión para reflexionar hacia dónde vamos los pueblos indígenas en América Latina.

Los diferentes derechos colectivos e individuales de los pueblos indígenas (derecho a la autodeterminación, a tierra y territorio, a la consulta previa y libre, a la identidad cultural, etc.) ya tienen mayoría de edad como normas jurídicas vigentes a nivel internacional y nacional.

Pero, las condiciones de vida y oportunidades no han mejorado para la gran mayoría de los pueblos indígenas. Los informes oficiales sobre condiciones de vida, tanto de entidades nacionales, como internacionales, en la región, muestran signos positivos a nivel global. Pero, en los diferentes países de la región, las poblaciones indígenas continúan con un promedio de 70 u 80% de empobrecimiento.

Es más, en países con mayoría demográfica indígena como Guatemala, Perú o Bolivia, las familias indígenas, en la actualidad, subsisten en peores condiciones que en épocas de la Colonia (cuando por lo menos tenían acceso a tierra-agua y disponibilidad de fuentes de vida). Ni hablar de las condiciones laborales de neoesclavitudes en las que jornalean en los monocultivos agrícolas de la región

¿Qué pasó con los derechos declarados entonces?

Los derechos declarados, mientras no haya sujetos que la ejerza y defiendan,  y autoridades que garantice su cumplimiento, no cambia casi en nada la realidad cotidiana de los pueblos.

Si bien, en los últimos años, la autodefinición de personas como indígenas cobró fuerza en segmentos demográficos crecientes de países multiculturales, en especial. Sin embargo, esa conciencia identitaria no necesariamente significó una clara conciencia política de “ser indígena” en países racializados. Y, en consecuencia, la emotiva autodefinición de las personas como indígenas no necesariamente implicó el ejercicio individual y/o colectivo de los derechos sociopolíticos indígenas. Somos sujetos “culturales” sí, pero aún siervos “apolíticos”.

A nivel general, en países multiculturales como Guatemala o Perú, la “lucha” de la gran mayoría de actores indígenas no ha superado el culturalismo folclórico “apolítico”. Permitido y aceptado por el hegemónico
sistema neoliberal.

Peor aún, en países como Perú, los aborígenes no se autodefinen como indígenas, sino como campesinos (una categoría social ideológicamente construida para implantar el mestizaje rural).

En países como Bolivia, Ecuador, México, algunos movimientos indígenas y/o núcleos organizados con conciencia política están o han dado saltos significativos del ejercicio de  los derechos culturales al ejercicio de los derechos sociopolíticos. Pero, incluso en dichos países los resultados evidentes para cambiar las condiciones de colonialidad y de dominación de los pueblos indígenas son aún insipientes.

En países como Nicaragua o Bolivia, los actuales gobiernos progresistas han logrado titular grandes extensiones de tierras para indígenas, bajo propiedad colectiva. Es más, en el caso de Nicaragua, el 33% del total del territorio nacional está legalmente reconocida como territorio autónomo indígena (con tierras tituladas), con sistemas de autogobierno propio. Pero, justamente son estas zonas autonómicas las más empobrecidas y marginadas del país. Entonces, al parecer, las autonomías indígenas tampoco son panaceas per se, para avanzar hacia el Buen Vivir.

Los derechos individuales y colectivos para las y los indígenas están reconocidos y declarados. Pero, hace falta que las y los indígenas organizados o no, demos el salto de la cómoda autodefinición indígena (que incluso nos da algunos privilegios en un mundo amante de lo exótico) hacia el ejercicio de los derechos sociopolíticos indígenas, de manera coherente.

Los bicentenarios estados criollos o mestizos no van a implementar más leyes a favor de pueblos indígenas. Es más, como en el caso de Guatemala o Perú, el derecho a la consulta  previa, ya fue manipulado para que las comunidades digan sí a las empresas (pero son pocos los indígenas que protestan).

Transitar del culturalismo al ejercicio de derechos políticos implica constituirnos en sujetos políticos para repensar los estados racistas y construir nuevos estados para todos/as. Estados plurinacionales lo llaman.

Esto implica que los movimientos y pueblos indígenas construyamos nuestros propios instrumentos políticos (organización política) incluyentes para disputar el poder electoralmente a los poderes oficiales, e impulsar procesos de asambleas constituyentes plurinacionales. Pero, con métodos y contenidos que superen el individualismo metodológico y el capitalismo suicida.

Los derechos de los pueblos indígenas tiene que ser el fundamento, argumento y horizonte que haga realidad las postergadas transformaciones estructurales en beneficio de los pueblos. No puede ser únicamente el vehículo discursivo o laboral para el ascenso socioeconómico de unos pocos indígenas. Y, en esto, la esponsabilidad mayor lo tenemos las y los indígenas que fuimos formados o malformados en la academia occidental, y todos cuantos ocupan responsabilidades en las academias y  en las ventanillas de los estados y de la cooperación internacional.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/Hacia-donde-vamos-los-pueblos-indigenas-en-Abya-Yala-20170809-0004.html

Comparte este contenido:

Ambientalismo cualificado y sus desafíos

Por: Ollantay Itzamná
Cada 5 de junio, desde 1972, la ONU promueve diferentes actividades de sensibilización e información, mediante diversas actividades, sobre la situación ambiental del planeta, en múltiples lugares.Casi medio siglo después del establecimiento de esta conmemorativa fecha mundial, la percepción sobre la situación crítica del medio ambiente ha cambiado.

En la década de los 60 del pasado siglo toda persona (científica o no) que “alertase” sobre las calamitosas situaciones de algunos aspectos del medio ambiente (en especial la capa de ozono) era calificada de “catastrofista”, “apocalíptica” y “radical”.

Ahora la situación crítica y sus consecuencias del sistema Tierra (y del medio ambiente en particular) es una verdad científica incuestionable. Y la autodefinición de ambientalista o emprender acciones de cuidado con el medio ambiente son motivos de valoración y admiración por parte del resto de la comunidad.

La herejía o el radicalismo de hace sólo 50 años atrás ahora se ha convertido en una verdad universal, por encima de las diversidades culturales o civilizatorias, porque la Madre Tierra es una y los signos y síntomas de su malestar no conocen ninguna frontera.

Teóricamente sabemos lo mal que está «Mamá». Pero, los dispositivos sociales y culturales instalados en nuestro espíritu nos impiden que el conocimiento cerebral baje al corazón y cambie nuestras aptitudes, actitudes y conductas.

Tenemos información necesaria de las causas de los múltiples malestares de nuestra Madre Tierra, pero aún no tenemos voluntad (individual y colectiva) para hacer cambios significativos y así quizás postergar lo inevitable que se viene a velocidades cada vez más rápidas.

¿Cuáles son los mayores retos de los ambientalistas?

Sanarnos de la «consumopatía». Urge abandonar progresivamente el consumismo material y espiritual y transitar hacia la sobriedad existencial. No necesitamos mucho ni muchos bienes para ser felices.

Resistencia económica. Ya no deberíamos comprar y consumir productos que hacen demasiado daño a la Tierra, mucho más si son de corporaciones «ecocidas». Casi el 50 % de los productos que nos ofrecen en los supermercado son innecesarios y/o basura que compramos para tirar. Si dejamos de comprarlos dejarán de producirlos.

Los consumidores actuales y potenciales demográficamente somos la gran mayoría. Eso nos da un poder inimaginable.

Si dejamos de consumir ciertos productos ellos ya no tendrán el poder para dañarnos porque ya no los seguiremos fortaleciendo con cada compra que hacemos.

Si a esto sumamos nuestra apuesta progresiva a abandonar el dinero como único medio de intercambio de bienes y servicios, estaremos activando una cultural contrahegemónica de resistencia económica.

Resistencia cultural. La resistencia cultural consiste en dudar de todas las verdades “absolutas” que nos ha instalado o afianzando el sistema mundo occidental moderno.

No podemos ser ambientalistas y seguir asumiéndonos los humanos como los únicos sujetos con derechos en el planeta. Predilectos de algún dios desconocido «sulbalternizando» al resto de las especies.

Aceptar que los humanos somos un grupo más dentro de la comunidad cósmica y reconocer la dignidad y los derechos a los otros seres vivos y “no vivos”, es una tarea teórica y práctica inmediata. El antropocentrismo acelera el viaje a nuestro final como especie.

Superar el individualismo. Reconstruir los entramados comunitarios y superar el individualismo como método y como estilo de vida es otro de los desafíos ambientales actuales.

Hemos destruido nuestra única casa y hemos dañado el tejido vital de nuestra Madre Tierra por estar compitiendo entre nosotros, jugando a ser “mejores que el resto”.

El sistema Tierra no tiene capacidad para que todos satisfagamos nuestros infinitos deseos de ser “el mejor” con sus finitos y ya deficitarios bienes disponibles con los que cuenta. El individualismo metodológico es tan letal e insostenible como el mito del desarrollo infinito.

Abandonar las ciudades. Abandonar paulatinamente las «megaurbes» y retornar al campo es una necesidad y un reto urgente. Si «Mamá» ya no tiene capacidad para alimentar la voracidad creciente actual, mucho menos tiene energías para hacer llegar comida y agua a las megaciudades desde lugares cada vez más alejados. La ciudad, como ilusión de la modernidad, no es amigable con la Tierra. Peor aún en situaciones catastróficas cada vez más recurrentes.

Transitar hacia la ecopolítica. Tampoco podemos decir que somos ambientalistas (sólo por recoger residuos sólidos o protestar cada 5 de junio) si seguimos creyendo en el sistema político vigente que nos ha llevado al caos ambiental planetario.

Es urgente trabajar, organizar, construir poder, ya no únicamente para la búsqueda del bienestar humano (derechos humanos), sino por el bienestar integral de la Madre Tierra, donde vamos incluidos los humanos. Estos tiempos son tiempos de derechos de nuestra Madre Tierra.

Organizaciones como las ONG o las iglesias no pueden ser ambientalistas si siguen entrampadas en el eufimismo de lo apolítico. Votar por la derecha y por los ricos ecocidas en cada rito electoral nos hace tan cómplices o más que los «ecotiranos» que gobiernan.

Construir el poder integral desde lo local, de manera ascendente y horizontal, para que todos los hijos de la Madre Tierra nos reorganicemos para defender y promover la vida en sus diferentes formas es un imperativo político impostergable. Los ricos son ambientalistas en la medida en que no afecta a sus intereses económicos.

Hacia una ecoespiritualidad. El reto mayor es el reto espiritual. La sobriedad económica, la conciencia ecopolítica, el cosmocentrismo y el retorno a la comunidad son posibles si acaso emprendemos la transición de la fase religiosa a la fase espiritual.

La espiritualidad es ese centro fundador y motivador que hace que la persona, por más que en sus intentos sólo encuentre “derrotas”, jamás claudique en sus propósitos. Renunciar a lo cierto (seguro) por lo incierto, al confort por el sacrificio, a las verdades instaladas por las sospechas… requiere una mística profunda arraigada en la identidad y espiritualidad de la Tierra.

Estos tiempos no solo necesitan a los ambientalistas, sino a todos los hijos de la Tierra que sientan los dolores catastróficos de su Madre y actúen para mitigar y cambiar progresivamente las causas estructurales de dichos males. Y ello implica cambios de estilos de vida. Una proceso de autoliberación interna individual y colectiva para salir del «sistema mundo ecocida» en el que estamos entrampados.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227576&titular=ambientalismo-cualificado-y-sus-desaf%EDos-

Comparte este contenido:

¿Por qué las democracias predilectas asesinan indios insumisos en nombre del desarrollo?

Por: Ollantay Itzamná 
Mientras las noticias espectaculares sobre América Latina están centradas en las “pacíficas” protestas callejeras de los ricos en contra de los pobres en Venezuela, en la América Latina profunda los pueblos indígenas y campesinos soportan una sangrienta y recargada represión neoliberal permanente, sin que ello sea noticia.

El pasado 20 de mayo, los hermanos Miguel y Agustín Vázquez, defensores del pueblo indígena Wixárrika, fueron asesinados por hombres armados, en un hospital, en Jalisco, México.

El 22 de mayo, en Chiapas, México, fue asesinado el defensor indígena, Guadalupe Huet, del pueblo indígena tzotzil, y consejero de la Organización Nacional del Poder Popular.

Según representante de la ONU en México, estos asesinatos están relacionados con la defensa de derechos que realizaban las víctimas.[1]

El pasado sábado 27 de mayo, Carlos Maaz Coc, indígena maya q’echí, del gremial de pescadores, fue asesinado en El Estor, Izabal, Guatemala, en el desalojo violento que realizó la Policía Nacional Civil de una protesta contra la empresa minera (CGN) que contamina el lago donde pescan. El gobierno nacional, no sólo respondió con represión a las demandas legítimas de los defensores del lago, sino que negó que existiese persona fallecida en el desalojo.

En Colombia, después de la firma de los Acuerdos de Paz, ya suman más de 30 defensores indígenas y campesinos asesinados violentamente. Todos por defender tierra y territorios. El último caso fue el asesinato del Gobernador del Cabildo Kite Kiwe, Gerson Acosta Salazar, en Timbío, Cauca, el pasado 19 de abril.[2]

Todos estos y otros asesinatos premeditados ocurren en pueblos indígenas que defienden sus territorios y medios de vida ante la violenta invasión de empresas hidromineras, sin licencia social.

¿Qué dicen los gobiernos neoliberales y organismo internacionales?

La honestidad intelectual y espiritual del entonces Canciller de Guatemala, Harold Caballero, en 2012, ante las denuncias públicas de la masacre de indígenas mayas en Totonicapán, por las fuerzas del orden, expresa el pensamiento compartido por los gobiernos neoliberales: El pastor evangélico y político que fungía como Canciller dijo:

“Tampoco vamos alarmarnos con ocho muertes. Aquí tenemos todos los días el doble de ocho asesinatos”.[3]

Si bien, organismos internacionales como la ONU emiten sus voces de “preocupación” al respecto. Otros, como la Relatoría de pueblos indígenas de la OEA son silentes cómplices.

Sin embargo, hay organismo financieros internacionales como el Banco Mundial (que financian proyectos hidromineros por todas partes) que son elocuentes en su valoración sobre el delicado tema.

En abril del 2016, en Nueva York, Jim Jong Kim, Presidente del Banco Mundial, al referirse al asesinato de la indígena lenca hondureña Berta Cáceres, justificó aquel acto delictivo en los siguientes términos:

“No se puede hacer el tipo de trabajo que estamos tratando de hacer y no tener algunos de estos incidentes.”[4]

Estas reacciones premeditadas de lo más “sublime” de la civilidad de las sociedades hegemónicas actuales evidencia lo medular de la filosofía occidental moderna respecto a los pueblos indígenas. En especial sobre defensores indígenas en resistencia ante avasallamiento de la mítica inversión privada en los territorios.

Para ellos, los derechos humanos son privilegios privativos para los nichos sociales que ellos representan. Al igual que la dignidad y la condición humana.

El o la indígena no tiene derechos. Sólo obligaciones. No es un ser humano, sino un complemento más de la tierra y de los bienes a saquear para generar divisas (para otros). El o la indígena tiene derechos sí, y sólo si es para defender la finca del patrón.

El o la indígena en resistencia es un patógeno a erradica de las fincas

Los “inversionistas” y gobiernos neoliberales protegen a los animales en extinción de la fauna silvestre, mientras aniquilan a mansalva a familias y pueblos indígenas enteros en busca del desarrollo criminal.

Promueven y premian a indígenas exóticos académicos y obedientes, pero castigan mortalmente a indígenas insumisos y en resistencia porque temen que la obediencia cristianamente instalada en las fincas (como máxima virtud) sea provocada por la insolencia de atrevidos defensores indígenas de derechos.

Estos neoliberales gobiernos democráticos y sus “inversionistas” del mal desarrollo, moral e intelectualmente, son más voraces que Colón, Cortés, Alvarado, Pizarro, Almagro, y otros, invasores de la primera generación. Éstos por lo menos no alardeaban discursos sobre derechos humanos universales, mucho menos presumían gobiernos democráticos, como sí lo hacen los actuales gobiernos de Guatemala, Honduras, México, Perú, Colombia,… países donde, acuerpados por organizaciones como la OEA, se masacran selectiva y silenciosamente a defensoras/es indígenas de manera impune, sistemático y permanente.

Notas:

[1] https://www.servindi.org/actualidad-noticias/25/05/2017/onu-dh-condena-los-asesinatos-de-lideres-indigenas

[2] http://www.telesurtv.net/news/Asesinan-a-otro-lider-indigena-de-Colombia-en-Cauca-20170419-0069.html

[3] https://www.plazapublica.com.gt/content/toto-41012-primera-masacre-del-ejercito-tras-la-firma-de-la-paz

[4] http://www.contagioradio.com/banco-mundial-justifica-el-asesinato-de-la-lideresa-berta-caceres-articulo-23274/

*Fuente: www.ollantayitzamna.wordpress.com
Comparte este contenido:

La academia indigenista, ¿es ingenua de su función sociopolítica?

Por: Ollantay Itzamná

El indigenismo como corriente sociopolítica consiste en la defensa que se hace del indígena vencido frente a sus vencedores. Esta corriente posiblemente nació, a inicios del siglo XVI, con los frailes dominicos Antonio Montesinos y Bartolomé de las Casas, defensores de indígenas.

Los indigenistas, sean blancos o con fenotipos y ropaje indígena, no necesariamente buscaban, ni buscan, la liberación u autodeterminación de los pueblos indígenas. En muchos casos, por sus dispositivos paternalistas, miran en el indígena a un “vencido para siempre”, incapaz de ser sujetos de su historia, de tener voz y decisiones propias. Para el indigenista el indígena es un sujeto de caridad que inexplicablemente porta una idílica herencia comunal que se debe salvaguardar.

En la segunda mitad del pasado siglo, ante la evidente complicidad de los indigenistas con el sistema de dominación, emergió la corriente indianista basada en los idearios teórico políticos del legendarios binomio Túpac Katari-Bartolina Sisa.

El indianismo plantea la liberación y autodeterminación de los pueblos indígenas como sujetos y actores de sus propias historias.

El o la indianista no opta por el indígena, sino es un indígena que ha resistido a la domesticación cultural y política del sistema hegemónico. Que ha despertado y despierta (aguijonea) a sus hermanos y hermanas desde las comunidades con perspectivas plurinacionales, pluriregionales y globales, hacia su liberación como pueblos.

Mientras los indigenistas (académicos o no) se enorgullecen de ser apolíticos (sin organización política), los indianistas promueven caminos sociopolíticos como herramientas de lucha y disputa colectiva por el poder. Conviven en sus comunidades impulsando procesos de decolonización.

La academia de ropaje indígena como recurso para la despolitización de los movimientos indígena campesinos

Ante los simultáneos e imparables procesos de resistencias territoriales que el sistema capitalista neoliberal está activando en los pueblos indígenas, los agentes del sistema-mundo-occidental ensayan todos los métodos posibles para desmovilizar y evitar “se repitan fenómenos sociopolíticos de Bolivia y Ecuador” en otros país latinoamericanos.

Promueve becas de estudios en el extranjero para indígenas “victimizadas”. Los reúnen en programas doctorales “especializados” en estudios indígenas. Luego de titularlos y promoverlos como “nuevos intelectuales indígenas cualificados”, los contrata como consultores y/o conferencistas.

Con dichas insignias de poder (títulos y consultorías), los indigenistas reingresan a las comunidades y pueblos indígenas en resistencia para anunciar el mensaje salvífico del nuevo adoctrinamiento: “Nosotros como auténticas comunidades indígenas, no debemos meternos en política. No necesitamos participar/disputar el poder político nacional… Somos apolíticos. No somos de ni de la derecha, ni de la izquierda. Somos seres superiores. Estamos por encima de la política”.

Con este mensaje, el agente indigenista termina desmovilizando y despolitizando a las comunidades indígenas en resistencia. En especial cuando algunos dirigentes/lideres comunitarios conoce/gusta de los viajes, desayunos o almuerzos pagados en los hoteles…

Ataque indigenista contra cualquier intento de la consolidación de incómodos gobiernos “progresistas”

Los indigenistas, sean como becarios o como consultores, organizan y participan en congresos, foros y diálogos sobre pueblos indígenas, incluso llevándose consigo a algunos “dirigentes” indígenas, como “evidencia creíble” de su espiche, y propagan la elucubrada idea académica de: “Los pueblos y comunidades indígenas no necesitamos del Estado”. “Las comunidades indígenas somos de origen milenario, y superiores al Estado”, por tanto “no estamos de acuerdo con ninguna propuesta de construcción o refundación del Estado, mucho menos de Estados Plurinacionales, porque no es nuestra idea”. “Esas ideas de refundación o fundación del Estado Plurinacional son intromisiones de ideas de gobiernos corruptos de Bolivia y de Ecuador”, suelen repetir.

Y, para afinar el ataque a los incómodos gobiernos progresistas propagan falacias como: “Evo Morales es un gobierno corrupto y dictador”. “Los gobiernos progresistas mataron a los movimientos sociales y son enemigos de las comunidades organizadas” “En los gobiernos progresistas no hay, ni libertad de organización, ni libertad de opinión” “Los gobiernos progresistas son malos ejemplos que debemos evitar”…

Así azuzan a sus lectores y auditorios desde testeras académicas internacionales integradas por indigenistas también becados o consultores provenientes incluso de los países de gobiernos progresistas.

Caso patético es lo que ocurre con muchos estudiantes y ex estudiantes del doctorado que dirige la Sra. Raquel Gutiérrez (ex pareja sentimental del actual Vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera) que hipnotizó a muchos indigenistas con su investigación sobre “entramados comunitarios autogestionarios en Bolivia”. Así resurgieron las y los comunalistas que ahora ven idílicas e intangibles “tramas comunales” por todas partes de Latinoamérica indígena.

“Teorización” idílica de la comunalidad indígena como recurso para desactivar cualquier intento de construcción genuina de estados soberanos.

A las anteriores consignas, se suma el slogan de: “Las comunidades indígenas fuimos y seremos esencialmente comunidades armoniosas autogestionarias. No necesitamos de ninguna estructura estatal o supra estatal”.

Estas son, aunque el lector no lo crea, algunas conclusiones de tesis doctorales que hacen feeling con las nuevas prioridades financieras de la cooperación y con algunas tácticas de las corporaciones transnacionales toreadas por gobiernos progresistas y/o resistencias locales.

Al capital del sistema-mundo-occidental le conviene la comunalización atomizada de los incómodos indígenas que viven en áreas de su interés geográfico. Mucho más si éstas son “apolíticas”.

A muchos dirigentes indígenas les motiva que los presenten y paseen en eventos internacionales como representes de “de la idílica reserva social, moral y ecológica” de la humanidad. Aunque en los hechos, ellos y nosotros, sabemos que los indígenas no somos ni dioses, ni demonios, sino sólo humanos. Humanos con huellas ecológicas, y también configurados por el capitalismo colonial que nos habita aún. Eso sí, con sueños por mundos mejores, en muchos casos.

Pero, esos sueños de mundos nuevos (Sumaj Kawsay, decimos en quechua) se construyen peldaño a peldaño con procesos de organización, concientización, movilización y construcción de nuevas relaciones de poder. De abajo hacia arriba.

Los folclorismos “apolíticos” o “antiestatales” de las comunalidades o de las nostálgicas identidades del “buen salvaje”, son idealizaciones socioantropológicos con fines de perpetuar la permanente colonización de los pueblos y sus territorios.

No podemos decir que defendemos el agua o la vida en la comunidad, y al mismo tiempo promover la despolitización o antiestatalidad en las comunidades. Esto no es lo que exactamente plantean John Holloway, Boaventura de Sousa o José Carlos Mariátegui. Hará bien releer las persuasiones que, en el pasado siglo, hiciera Guillermo Bonfil Batalla a los indigenistas.

La Vida y el sistema tierra están en riesgo. No hay tiempo para utilizar como escalera “novedosas” modas literarias para el seelfie o sólo para “subir”, luego patear la escalera, y así evitar que el resto de indígenas también “suban”, porque no hay “huesos”, ni espacio, para todos en el banquete neoliberal.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223182

Comparte este contenido:

La Academia Indigenista, ¿Es Ingenua de su Función Sociopolítica?

Por:Itzamná Ollantay

El indigenismo como corriente sociopolítica consiste en la defensa que se hace del indígena vencido frente a sus vencedores. Esta corriente posiblemente nació, a inicios del siglo XVI, con los frailes dominicos Antonio Montesinos y Bartolomé de las Casas, defensores de indígenas.

Los indigenistas, sean blancos o con fenotipos y ropaje indígena, no necesariamente buscaban, ni buscan, la liberación u autodeterminación de los pueblos indígenas. En muchos casos, por sus dispositivos paternalistas, miran en el indígena a un “vencido para siempre”, incapaz de ser sujetos de su historia, de tener voz y decisiones propias. Para el indigenista el
indígena es un sujeto de caridad que inexplicablemente porta una idílica herencia comunal que se debe salvaguardar.

En la segunda mitad del pasado siglo, ante la evidente complicidad de los indigenistas con el sistema de dominación, emergió la corriente indianista basada en los idearios teórico políticos del legendarios binomio Túpac Katari-Bartolina Sisa.

El indianismo plantea la liberación y autodeterminación de los pueblos indígenas como sujetos y actores de sus propias historias.

El o la indianista no opta por el indígena, sino es un indígena que ha resistido a la domesticación cultural y política del sistema hegemónico. Que ha despertado y despierta (aguijonea) a sus hermanos y hermanas desde las comunidades con perspectivas plurinacionales, pluriregionales y globales, hacia su liberación como pueblos.

Mientras los indigenistas (académicos o no) se enorgullecen de ser apolíticos (sin organización política), los indianistas promueven caminos sociopolíticos como herramientas de lucha y disputa colectiva por el poder. Conviven en sus comunidades impulsando procesos de decolonización.

*La academia de ropaje indígena como recurso para la despolitización de los movimientos indígena campesinos*

Ante los simultáneos e imparables procesos de resistencias territoriales que el sistema capitalista neoliberal está activando en los pueblos indígenas, los agentes del sistema-mundo-occidental ensayan todos los métodos posibles para desmovilizar y evitar “se repitan fenómenos sociopolíticos de Bolivia y Ecuador” en otros país latinoamericanos.

Promueve becas de estudios en el extranjero para indígenas “victimizadas”. Los reúnen en programas doctorales “especializados” en estudios indígenas. Luego de titularlos y promoverlos como “nuevos intelectuales indígenas cualificados”, los contrata como consultores y/o conferencistas.

Con dichas insignias de poder (títulos y consultorías), los indigenistas reingresan a las comunidades y pueblos indígenas en resistencia para anunciar el mensaje salvífico del nuevo adoctrinamiento: “Nosotros como auténticas comunidades indígenas, no debemos meternos en política. No necesitamos participar/disputar el poder político nacional… Somos
apolíticos. No somos de ni de la derecha, ni de la izquierda. Somos seres superiores. Estamos por encima de la política”.

Con este mensaje, el agente indigenista termina desmovilizando y despolitizando a las comunidades indígenas en resistencia. En especial cuando algunos dirigentes/lideres comunitarios conoce/gusta de los viajes, desayunos o almuerzos pagados en los hoteles…

*Ataque indigenista contra cualquier intento de la consolidación de incómodos gobiernos “progresistas”*

Los indigenistas, sean como becarios o como consultores, organizan y participan en congresos, foros y diálogos sobre pueblos indígenas, incluso llevándose consigo a algunos “dirigentes” indígenas, como “evidencia creíble” de su espiche, y propagan la elucubrada idea académica de: “Los pueblos y comunidades indígenas no necesitamos del Estado”. “Las
comunidades indígenas somos de origen milenario, y superiores al Estado”, por tanto “no estamos de acuerdo con ninguna propuesta de construcción o refundación del Estado, mucho menos de Estados Plurinacionales, porque no es nuestra idea”. “Esas ideas de refundación o fundación del Estado Plurinacional son intromisiones de ideas de gobiernos corruptos de Bolivia y de Ecuador”, suelen repetir.

Y, para afinar el ataque a los incómodos gobiernos progresistas propagan falacias como: “Evo Morales es un gobierno corrupto y dictador”. “Los gobiernos progresistas mataron a los movimientos sociales y son enemigos de
las comunidades organizadas” “En los gobiernos progresistas no hay, ni libertad de organización, ni libertad de opinión” “Los gobiernos progresistas son malos ejemplos que debemos evitar”…

Así azuzan a sus lectores y auditorios desde testeras académicas internacionales integradas por indigenistas también becados o consultores provenientes incluso de los países de gobiernos progresistas.

Caso patético es lo que ocurre con muchos estudiantes y ex estudiantes del doctorado que dirige la Sra. Raquel Gutiérrez (ex pareja sentimental del actual Vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera) que hipnotizó a muchos indigenistas con su investigación sobre “entramados comunitarios autogestionarios en Bolivia”. Así resurgieron las y los comunalistas que
ahora ven idílicas e intangibles “tramas comunales” por todas partes de Latinoamérica indígena.

*“Teorización” idílica de la comunalidad indígena como recurso para desactivar cualquier intento de construcción genuina de estados soberanos*

A las anteriores consignas, se suma el slogan de: “Las comunidades indígenas fuimos y seremos esencialmente comunidades armoniosas autogestionarias. No necesitamos de ninguna estructura estatal o supra estatal”.

Estas son, aunque el lector no lo crea, algunas conclusiones de tesis doctorales que hacen *feeling* con las nuevas prioridades financieras de la cooperación y con algunas tácticas de las corporaciones transnacionales toreadas por gobiernos progresistas y/o resistencias locales.

Al capital del sistema-mundo-occidental le conviene la comunalización atomizada de los incómodos indígenas que viven en áreas de su interés geográfico. Mucho más si éstas son “apolíticas”.

A muchos dirigentes indígenas les motiva que los presenten y paseen en eventos internacionales como representes de “de la idílica reserva social, moral y ecológica” de la humanidad. Aunque en los hechos, ellos y nosotros, sabemos que los indígenas no somos ni dioses, ni demonios, sino sólo humanos. Humanos con huellas ecológicas, y también configurados por el capitalismo colonial que nos habita aún. Eso sí, con sueños por mundos mejores, en muchos casos.

Pero, esos sueños de mundos nuevos (*Sumaj Kawsay*, decimos en quechua) se construyen peldaño a peldaño con procesos de organización, concientización, movilización y construcción de nuevas relaciones de poder. De abajo hacia arriba.

Los folclorismos “apolíticos” o “antiestatales” de las comunalidades o de las nostálgicas identidades del “buen salvaje”, son idealizaciones socioantropológicos con fines de perpetuar la permanente colonización de los pueblos y sus territorios.

No podemos decir que defendemos el agua o la vida en la comunidad, y al mismo tiempo promover la despolitización o antiestatalidad en las comunidades. Esto no es lo que exactamente plantean John Holloway, Boaventura de Sousa o José Carlos Mariátegui. Hará bien releer las persuasiones que, en el pasado siglo, hiciera Guillermo Bonfil Batalla a los indigenistas.

La Vida y el sistema tierra están en riesgo. No hay tiempo para utilizar como escalera “novedosas” modas  literarias para el *seelfie* o sólo para “subir”, luego patear la escalera, y así evitar que el resto de indígenas también “suban”, porque no hay “huesos”, ni espacio,  para todos en el banquete neoliberal.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/La-academia-indigenista-es-ingenua-de-su-funcion-sociopolitica-20170218-0002.html

Fotografía: Telesur

Comparte este contenido:

Españoles, ¿siervos permitidos del Emperador Donald Trump?

Por: Ollantay Itzamná
Hace unos días atrás, trascendió el ofrecimiento (por teléfono) del actual Presidente de España, Mariano Rajoy, al nuevo y controvertido Presidente de los EEUU., Donald Trump, para ser un “interlocutor” del actual régimen norteamericano ante América Latina, Europa, Norte de África y Medio Oriente.

Esta inoportuna y vergonzosa humillación española vislumbró la refulgente dignidad democrática latinoamericana materializada en la respuesta del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma: “América Latina no requiere de interlocutores. Son tiempos distintos. Tiempos de soberanía”.

¿Qué visualiza estos comprimidos mensajes irradiados por dos altos dignatarios de estados?

Mariano Rajoy representa, no sólo a la conservadora tendencia irreflexiva española, sino que es la materialización, en las urnas, de la voluntad popular de la mayoría de súbditos españoles cuya Monarquía jamás permitió asomarse a los métodos y contenidos de la modernidad ilustrada. En este sentido, es “normal” y explicable el espíritu subalterno y servil que expresa el dignatario ante los deseos del nuevo Emperador norteamericano.

Evo Morales representa las milenarias resistencias colectivas de los pueblos andinoamazónicos esquilmados pero no vencidos. Él no necesitó de los beneplácitos de Emperador o Monarca alguno para surgir políticamente. Es más, él es producto de las luchas desiguales de los pueblos contra el Imperio. Por ello, su respuesta ante cualquier amenazante poder externo también expresa la elegancia y gallardía del espíritu colectivo de los pueblos que representa.

La predisposición psicológica subalterna y prepotente del Presidente de España se configuró en las inconclusas historias de dominado/dominador que sufrieron las diferentes generaciones de los pueblos de España.

En el milenio anterior, España despojó a los pueblos de Abya Yala, y de otras partes del mundo, para fertilizar al capitalismo inglés de ese entonces, y terminó más atrasado y obstruido que el resto de sus vecinos.

En el presente milenio, para formar “parte” de la Unión Europea (UE) “moderna”, tuvo que convertirse en el gendarme y guarda costas de la Europa “desarrollada”, y así contener la “avalancha” de los africanos en busca del “banquete angloalemán”. La vigilancia española en el muro de Ceuta y Melilla evidencia ello. Pero, al igual que en el milenio pasado, España terminó tan servil y empobrecido que antes.

Bolivia ha sido colonia de España y de los EEUU. Pero, en los últimos tiempos, la rebelión democrática de las mayorías subalternizadas derrotó no sólo a las élites internas pro euronorteamericanas, sino además expulsó al Embajador del Imperio en Bolivia (DEA y USAID incluidos). Así, emprendió su propio camino libertario, intentado superar las casi atávicas taras de condición de colonialidad servil.

Mariano Rajoy, hundió a la ilusa España nada menos que en el segundo país más empobrecido de la UE (sólo superado por Grecia). Con casi el 30% de su población en situación/riesgo de pobreza. Convirtió en desempleados cerca del 25% de su población.

Evo Morales, junto a las organizaciones y movimientos sociales, hizo de Bolivia una referencia mundial en el ejercicio de la democracia intercultural y económica. Liberó de la condición de empobrecimiento material cerca de dos millones de bolivianos, sin invadir, ni colonizar, pueblo ajeno alguno.

Es evidente que el ya repudiado Emperador norteamericano ronda en busca de verdugos útiles para contrarrestar el sentimiento antinorteamericano creciente en el mundo. También son evidentes las ansias de Rajoy por recuperar los territorios latinoamericanos para las empresas españolas, y así recobrar la “estabilidad” de la economía española. Pero, como bien dice Evo Morales: “Los países europeos están en crisis económica porque ya no dejamos que saqueen a nuestros pueblos”.

Si los pueblos de España lo aceptan, Rajoy puede seguir manteniendo a los pueblos de ese país en “siervos permitidos” de la UE, e incluso de los EEUU. Pero, que esa condición servil/colonial sea incluso acosta de la soberanía y dignidad de los pueblos latinoamericanos, es completamente inaceptable para la razón y la dignidad latinoamericana.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=222778
Comparte este contenido:

Latinoamérica y el racismo de sus intelectuales

Por: Ollantay Itzamná

El fracaso de los diferentes proyectos de Estado nación en América Latina plurinacional se debe, en buena medida, al racismo y a la ilusión por la “sangre azul” que habitan y habitaron a muchos de sus pensadores.

El racismo legitimado por la academia, en buena medida, fecundó pensadores esquizofrénicos, avergonzados de sus genes indígenas, ilusionados por la “blanquitud” aparente, condenados a la eterna ficción y anomia existencial. Así, la condición de colonialidad remozada se normalizó en la filosofía y ciencias sociales latinoamericanas.

Guatemala y el cotidiano racismo de sus intelectuales

La pasada semana, el octogenario “intelectual guatemalteco”, de renombre internacional, Edelberto Torres-Rivas, en una entrevista radial, en Guatemala, sentenció:

“Los indígenas son tristes y desconfiados”, y lamentó que gente miserable de Las Hurdes, Extremadura, España, haya sido quienes colonizasen Guatemala (hace cinco siglos) y no los catalanes de piel más blanca y ojos azules.

El intelectual “progresista”, máximo consultor (casi vitalicio) de PNUD, CEPAL, FLACSO, BM, etc., reiteró lo que sus predecesores “intelectuales de renombre” ya habían instalado en el imaginario colectivo hegemónico: Es la herencia genética y cultural indígena la que traba y trabó el desarrollo de Guatemala.

Esta externalización del espíritu del prominente intelectual indica no sólo la vigencia encubierta del vergonzoso deseo de la eugenesia (para blanquear los policromáticos genes de guatemaltecos) instalado en el espíritu del intelectual chapín, sino también que las políticas públicas, los programas de cooperación al desarrollo y los contenidos de la academia están definidos en buena cuenta por las supersticiones (miedos y deseos) de intelectuales racistas.

La academia latinoamericana premia el racismo y censura la autenticidad

Las inconclusas historias de los países latinoamericanos están empedradas de renombrados pensamientos racistas de prominentes filósofos etnofágicos como Guillermo Francovich, Gabriel René Moreno (ambos en Bolivia), José Vasconcelos (en México), Alejandro Deustúa (en Perú), por mencionar algunos. Reconocidos y premiados literatos racistas (incluso premios nobel) como el guatemalteco Miguel Ángel Asturias o el peruano Mario Vargas Llosa, conforman la pléyade de las letras.

Lo vergonzoso no es el racismo expresado por estas “eminencias” premiadas y galardonadas a nivel regional y mundial, sino que sus ideas racistas y sus deseos supersticiosas fueron y son enseñadas y asimiladas en los diferentes centros de formación/investigación como verdades científicas. Los miedos y deseos de pensadores racistas, edulcoradas con tecnicismo científicos, se constituyen en verdades replicadas y asimiladas por mestizos e indígenas en las universidades y centros de investigación.

Organismo regionales y mundiales, que administran miles de millones de dólares supuestamente para superar los males congénitos de los “países subdesarrollados”, pagan y asumen los informes/ideas prejuiciosas de estos pensadores como líneas científicas para sus programas de desarrollo. Quizás por ello Latinoamérica continúa siendo una de las regiones más desigual y racistas del mundo.

Informes de las consultorías de estos pensadores, incluso salen con el rótulo de “interculturales” o “multiculturales”. Torres-Rivas escribió un informe/cuaderno para PNUD, en 2005, titulado La Nación Multicultural y el Racismo. Esto es lo preocupante. ¿Será que lo hacen inconscientemente?

Todas las políticas públicas eugenésicas (orientadas a aniquilar genética y culturalmente a los pueblos indígenas), en los diferentes países latinoamericanos, estuvieron y están orientadas y fundamentadas en las “verdades científicas” formuladas o copiadas por intelectuales habitados por el racismo y el deseo iluso por la “sangre azul”.

Las guerras de exterminio contra pueblos indígenas, como el genocidio en Guatemala, estaban fundamentadas en “fórmulas científicas” de intelectuales, discípulos de Joseph Arthur de Gobineau.

No se puede, ni se podrá, democratizar a los países latinoamericanos, culturalmente megadiversos, premiando el racismo y a sus ideólogos. Como tampoco las y los indígenas despiertos estaremos dispuestos a continuar sometidos a los estados etnofágicos.

En otros términos, mientras el racismo esté académicamente premiado, socialmente permitido, y políticamente establecido en las instituciones públicas y privadas, jamás habrá democracia integral para nadie, mucho menos estabilidad para el mal desarrollo de las élites privilegiadas.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=220246

Comparte este contenido:
Page 8 of 9
1 6 7 8 9