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Educación pública se vende

pablo-imen

Cambiar el Estatuto, suprimir las juntas, evaluar docentes, denunciar ante la justicia a los estudiantes díscolos, concebir a la educación como mercado constituyen las piezas del proyecto educativo macrista.

Las Juntas de Clasificación y Disciplina son órganos de gobierno del sistema educativo de la Ciudad, y se encargan de resolver a propósito de la vida laboral de los docentes de las escuelas públicas: allí se decide sobre traslados, ascensos o sanciones de los enseñantes. Hasta hoy esas atribuciones se realizan a través de las juntas, que son colegiados compuestos por representantes de los propios docentes y también por representantes del Estado de la Ciudad.

El ministro Bullrich a través de la Legislatura está intentando desmantelar estos órganos y unificarlos en una Oficina Única de Clasificación subordinada al ministerio correspondiente. Los argumentos defendidos por el oficialismo PRO son dos: la presunta ineficiencia y la posible falta de transparencia de las juntas que, insistimos, incluye representantes del Poder Ejecutivo. Y sin decir “agua va” introducen un proyecto de ley alegando que el estilo PRO es, a pesar de esa política de hechos consumados, dialoguista. Curioso modo de dialogar.

La discusión sobre los mecanismos de evaluación del trabajo docente nos dicen acerca de qué significa trabajar bien. Y trabajar bien presupone que la educación tiene objetivos claros, y medios para llevarlos adelante. Una cosa es si los fines educativos apuntan a formar ciudadanos conformistas y trabajadores dóciles y otra muy distinta es si la propuesta es formar hombres y mujeres libres, con autonomía de pensamiento, que desarrollen todos los aspectos de su personalidad, capaces de construir un proyecto colectivo de presente y de futuro. En uno y otro modelo pedagógico se enseña Matemática, Lengua, Historia, Ciencias Naturales y Sociales, se hace deporte… pero el modo de encarar esos conocimientos, esas relaciones pedagógicas, organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, evaluarlos son enteramente distintos.

TRANSPARENCIA, DIÁLOGO Y EFICACIA. La legisladora PRO Victoria Morales Gorleri pone en entredicho la transparencia y eficacia de las Juntas de Clasificación. Deja entrever también que la dependencia del Poder Ejecutivo y la normalización de las calificaciones docentes hace prácticamente innecesarias las juntas. El planteo encarna el verdadero sueño del tecnócrata, que supone que el acto pedagógico puede traducirse a una simple cuantificación de puntos que se comparan y, cual mecanismo mercantil, gana el que más puntos consigue. El que más puntos tiene es aquel que hizo más cursos, cada uno de los cuales tiene un puntaje asignado.

La primera objeción al planteo es el supuesto de que el Poder Ejecutivo despliega prácticas dialoguistas, transparentes y eficaces. No tenemos certeza acerca de quiénes designaron a Ciro James, Jorge Fino Palacios, Osvaldo Chamorro o Abel Parettini Posse pero tenemos todo el derecho a dudar de la eficacia, transparencia y democracia en nombramientos de personas que tienen innegables responsabilidades sobre la vida pública y social de la Ciudad.

La segunda objeción es la perspectiva que plantea el presupuesto tecnocrático de que si un docente hace un posgrado enseñará mejor. No hay ninguna evidencia de que esto ocurra, y suele haber una relación más bien opaca entre los niveles de perfeccionamiento y el desempeño en las instituciones educativas. Como hace casi dos siglos señaló Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar: “El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es, al que enseña a aprender; no al que manda a aprender o al que indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender.”

El enseñar a aprender se combina con el enseñar a pensar, según nos enseña Simón Rodríguez: “‘no será ciudadano el que para el año de tantos no sepa leer y escribir’ (han dicho los Congresos de América). Está bueno, pero no es bastante. (…) ¿qué leerá el que no entiende los libros? ¿de qué hablará el que no tenga ideas? No será menester ir muy lejos a buscar un ejemplo, con qué responder a estas preguntas. (…) IDEAS!…IDEAS! primero que las LETRAS.”

De estas sustantivas definiciones acerca de lo que esperamos de un buen maestro deben quedar claras dos cosas: que la cantidad de cursos que realice no tienen ninguna incidencia en su práctica si no se liga a una reflexión individual y colectiva de los conocimientos o métodos incorporados en su perfeccionamiento en relación a su práctica. Segundo, que hay que generar condiciones para que el docente pueda enseñar bien, que estas condiciones son materiales, simbólicas e institucionales. La política educativa del macrismo, a contramano de estas imprescindibles necesidades para la buena educación, ha desplegado medidas que van en sentido contrario: empeoramiento de las condiciones materiales de las escuelas, retroceso en los salarios docentes, quita de las jornadas de reflexión, vaciamiento de los ámbitos de formación como el Cepa, prácticas autoritarias y persecutorias. La política educativa macrista es también un proyecto político pedagógico basado en el autoritarismo, la mercantizacion educativa y la desresponsabilización estatal. Así, para Bullrich la idea de calidad podría resumirse como sigue: se trata de expertos que elaboran contenidos , empresas editoriales que los traducen en manuales, docentes que aplican ese paquete pedagógico sobre alumnos que son medidos en exámenes estandarizados que promueven premios y castigos, a los propios estudiantes y, por supuesto , a los docentes. Puede concluirse que según este modelo, la buena educación implica la formación de repetidores de conocimientos ajenos a las necesidades, intereses y contextos de la propia comunidad educativa.
Este proyecto tiene algunas consecuencias que cabe enunciar. Primero, reduce el acto pedagógico a una práctica enajenada y enajenante tanto para los docentes como para los alumnos. Esos conocimientos en lugar de ser instrumentos para comprender y actuar en la realidad se convierten en instrumentos de sometimiento y amenaza frente al dispositivo evaluador. Segundo, promueve la desigualdad y la competencia como valores que sustentan la lógica de la medición y comparación. La escuela pública es un lugar que debe propiciar la igualdad y los aprendizajes: una escuela que no enseña a aprender a los más vulnerables es como un hospital que sólo atiende a los sanos. Y la existencia de maestros que enseñan mal no puede ser un objetivo aceptable para una política educativa pues el costo lo pagan los niños, vulnerándose su derecho a la educación.

Niños que aprendan y maestros que enseñen es la fórmula para una política democrática y eso no se logra ni con la expulsión de los estudiantes ni con la amenaza a los docentes. Es preciso desarrollar mecanismos colaborativos, participativos, con tiempos institucionales que permitan ir construyendo una educación ciudadana y emancipadora. Una educación para la justicia, para la igualdad, para la participación. Claro, nada de esto está en los planes neoliberal-conservadores de Mauricio Macri y sus ministros de Educación. Cambiar el Estatuto, suprimir las juntas, evaluar docentes, denunciar ante la justicia a los estudiantes díscolos, concebir a la educación como mercado constituyen las piezas del proyecto educativo macrista. Es por eso que Esteban Bullrich envió en septiembre una carta a los docentes que se habían inscripto voluntariamente en las evaluaciones que se prevén realizar: “Queremos compartir con ustedes la alegría que nos produce que la cantidad de inscriptos haya superado las expectativas poniendo a la convocatoria al nivel de las primeras que tuvieron experiencias exitosas como… Chile.” A confesión de partes, relevo de pruebas.

Tomado de: http://www.centrocultural.coop/blogs/nuestragente/2011/10/11/educacion-publica-se-vende/

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Nueve meses de Eduquicidio

Por: Pablo Imen

La orientación de la política pública de Cambiemos viene transcurriendo como un huracán sobre las conquistas que tardaron más de una década en construirse.

Para  muchos el manejo de la información personal por parte del Gobierno de Macri resulta perjudicial y peligrosa

La sucesiva oleada de medidas económicas – megadevaluación, quita o eliminación de retenciones a exportadores, reducción de subsidios para servicios de luz, gas y agua, apertura económica creciente, despidos en masa en el Estado y en el sector privado, liberalización de las finanzas- han cosechado ya frutos siniestros.

La Universidad Católica Argentina – que fue un bastión opositor de los gobiernos kirchneristas-  afirmó que en los primeros tres meses del año se incrementó el ejército de pobres en 1,4 millones de personas; y otras 350.000 se sumaron al creciente universo de indigentes. Los números actuales han empeorado esta tendencia.

El desempleo subió 3,5% pasando de menos del 6,5% a casi el 10%, aunque en los grandes conglomerados urbanos las marcas rompieron la barrera de los dos dígitos y lo peor todavía no ha llegado. Las paritarias se cerraron con un 33  a 35% de aumento cuando la inflación anual ya está en el 45%.  En estos pocos meses, el gobierno casi duplicó la deuda externa argentina.

Una tormenta perfecta: este gobierno se ha propuesto redistribuir la riqueza, transfiriendo recursos de las mayorías sociales a los sectores más concentrados y en ese afán está generando una crisis de impredecibles proporciones y consecuencias. En el plano de la educación las novedades son igualmente catastróficas.

La ¿nueva? Política educativa

La educación pública está amenazada, está en peligro y está en lucha.

En línea con casi todas las dependencias del Estado Nacional, el Ministerio de Educación y Deportes (se le agregó esta última denominación) despidió a centenares de trabajadores – algunos que estaban bajo contratos precarios-.

Lo cierto es que, a más de engrosar el cada vez más significativo contingente de desempleados, procedió a un desmantelamiento de muchos programas de alcance nacional como Conectar Igualdad, los programas de la Dirección de Políticas Socio Educativas o el Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD).

En otros casos, no son despedidos todos los miembros de un programa sino parte del mismo, y otros reubicados en lugares insondables del propio Ministerio.

En nombre de un muy particular concepto de “federalismo” se desguazan los equipos ministeriales centrales, se les giran fondos a las Provincias y son estas jurisdicciones las que deben decidir qué programas continúan y cuáles no, fragmentando por la vía de financiamiento al sistema educativo nacional.

Finalmente se introducen por distintas vías los servicios de Organizaciones No Gubernamentales que suponen modos complementarios de precarizar y privatizar el sistema educativo. Por caso, “Enseña por Argentina” introdujo en Ciudad de Buenos Aires los llamados “co-docentes”. Son trabajadores precarizados que por una tercera parte del sueldo mínimo se incorporan a las aulas como auxiliares docentes. Así van introduciendo al mismo tiempo la lógica privada y la precarización del empleo.

La fortaleza desplegada en el sistema educativo por políticas públicas de ampliación de derechos, y la activa participación de sindicatos docentes con una concepción muy fuerte de la educación como derecho humano constituyen obstáculos para un avance más vertiginoso de una política educativa en parte novedosa, en parte coincidente con estrategias y discursos noventistas. No es, así, ni enteramente diferente ni enteramente igual una política educativa que se propone – como en todas las áreas del Estado- desmontar las conquistas de la “década ganada” y propiciar una restauración neoliberal-conservadora que logró avanzar en estos meses.

Sin embargo, la plataforma cultural, ideológica y organizativa constituye un ariete significativo, de resistencia frente al proyecto político educativo en curso.

Por cierto, la creciente movilización social no ocurre por las cada vez más ostensibles carencias educativas sino porque los derechos humanos más elementales – comer, curarse, tener techo, etc.- van siendo conculcados de modo masivo para asegurar la transferencia de riquezas a un núcleo privilegiado de exportadores, banqueros y dueños de empresas de servicios. Macri gobierna para una inmensa minoría y tal vez los efectos de sus políticas constituyan un doloroso aprendizaje para buena parte de las capas medias e incluso populares que creyeron en un “cambio” que no iba a tocar los derechos conquistados.

Pero si el sufrimiento que producen estas políticas será un aprendizaje, habrá – y ya está habiendo- otros de respuesta de lucha, de construcción y de esperanza que se despliegan a la par de la crisis que Cambiemos está perpetrando. Una pedagogía de la lucha y de la resistencia vuelve a las calles, a las Escuelas y  Universidades, a las casas y se construye, dolorosamente, en las cabezas y corazones de seres humanos devastados por la injusticia.

Tomado de: http://www.telesurtv.net/bloggers/Nueve-meses-de-Eduquicidio-20160916-0003.html

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El Movimiento Pedagógico Latinoamericano. de la resistencia a la construcción, de la protesta a la propuesta

Por: Pablo Imen

Los primeros días de diciembre se lanzó en Bogotá el Primer Encuentro Hacia un Movimiento Pedagógico Latinoamericano impulsado por la Internacional de la Educación para América Latina. Convergieron en ese espacio centenares de delegados de los más diversos países de la región para avanzar en la construcción de un Movimiento Pedagógico en sintonía con los vientos de cambio que atraviesan hoy a la América Morena.

Quedó plasmada en las distintas intervenciones posibilidad de un proyecto compartido de pasado, de presente y de futuro tiene como rasgo característico la unidad en la diversidad. Así lo demuestra la constitución de la Comunidad de Estados de Latinamerica y el Caribe, en esta primera etapa coordinado por una tríada de presidentes: Sebastián Piñera de Chile, Hugo Chávez de Ecuador y Raúl Castro de Cuba. Nadie podrá negar el pluralismo de este ensayo histórico y la complejidad gigantesca de este proceso.

Para valorar este momento es indispensable tener claridad de donde venimos. Desde lo lejano cabe consignar que en el período de la Primera Independencia –cuyos primeros doscientos años estamos transitando- se desplegó una disputa entre dos proyectos para Nuestra América: el de Patria Grande, y el de unos países fragmentados y en guerras permanentes. Éste último fue el que triunfó y, tal como fue señalado en el 1er Encuentro, “porque hubo naciones, no hubo Patria”. La historia reciente expresó la imposición del neoliberalismo en nuestros países. Y desde los inicios resistencias más o menos articuladas que abrieron en la primera década del siglo XXI la posibilidad de la Patria Grande.

Resulta claro que para su consumación es igualmente preciso construir un proyecto pedagógico emancipador, que de respuesta a las iniciativas neocoloniales que encarnan los Organismos Internacionales -el Banco Mundial, la OCDE, el Banco Interamericano de Desarrollo o la OEI-. La negación de esos proyectos exógenos, autoritarios, mercantilistas y tecnocráticos es condición necesaria pero no suficiente para la construcción de una pedagogía desde y para Nuestra América, siempre abierta al mundo.

Asumir estos cambios exige también analizar con rigor las contradicciones emergentes de la dinámica histórica y social en nuestros países.
Así lo señalan las conclusiones del 1er encuentro al advertir que en la esfera de las políticas educativas “quedan aún fuertes enclaves del modelo educativo neoliberal en América Latina y el Caribe. Pero también cabe señalar que aún coexisten en las políticas de algunos gobiernos populares y democráticos, continuidades y rupturas con los modelos educativos impuestos por los organismos internacionales de crédito.”

Es decir, que registramos continuidades y contradicciones a la orden del día. Venezuela y Bolivia, por su parte, expresan –no sin tensiones- las fuerzas del cambio liberador que más pasos han dado en dirección a una educación liberadora.

La idea de un Movimiento Pedagógico empalma así con un momento histórico particular, y el hecho de que sea dirigido por la Internacional de la Educación pone en juego un segundo elemento significativo de esta apuesta.

En efecto, son las organizaciones de trabajadores del Magisterio quienes se disponen a asegurar el contenido, la direccionalidad y las formas de un Movimiento que debe asumir formas flexibles, dinámicas, plurales, democráticas.

Las tareas que se propone el Movimiento Pedagógico son esencialmente tres. En primer término, resistir los embates neoliberal -conservadores allí donde éstos intenten perpetuar una pedagogía de la domesticación, de la obediencia, de la injusticia acompañando las movilizaciones en defensa de la educación pública que sacuden nuestro continente. La lucha de nuestros hermanos chilenos, colombianos o dominicanos –por ejemplo- es nuestra lucha.

La segunda tarea, mucho más desafiante y difícil es la construcción de una pedagogía para Nuestra América que, desde la rica tradición de prácticas emancipadoras, pueda recrear en este nuevo contexto las herencias que converjan con las prácticas y reflexiones actuales en una propuesta liberadora.

En términos de la Declaración de Bogotá: “Este movimiento, llamado a recuperar los mejores aportes de la pedagogía mundial y el acervo latinoamericano, que va de Simón Rodriguez a Paulo Freire; debe simultáneamente interpelar a las políticas públicas y a las trabajadoras y trabajadores de la educación, en sus prácticas cotidianas.”

Y la tercera es ligar estas creaciones en la esfera pedagógica al espacio de lo público y a su articulación con un proyecto político más general, dentro del cual adquiere sentido el término “educación emancipadora”. Pues solo puede haber una educación emancipadora donde hay emancipación social, política, cultural. Y el esfuerzo creador en el plano pedagógico sólo es posible con una acumulación de fuerzas para cambios democratizadores y liberadores en todos los planos de la vida social.

Alrededor de estos ejes se comenzó a trabajar intensamente en este Primer Encuentro hacia el Movimiento Pedagógico Latinoamericano.

La Declaración, recogiendo los debates de diciembre de 2011 y retomando iniciativas previas así como la historia de nuestros países, sugiere como principio orientador de la política una “integración regional con sentido antiimperialista, la multiculturalidad y el respecto a la diversidad; la articulación de las escuelas con las organizaciones del barrio.”

Este modelo en el que se piensa una escuela para la vida reclama, como dice la Declaración de Bogotá,“una práctica pedagógica y didáctica que se base en la construcción crítica y democrática del conocimiento profundamente enraizado en la identidad y realidad latinoamericana y caribeña.”La formulación se completa con dos puntos de enorme proyección pedagógica y laboral. Se trata de asegurar “condiciones para que sea posible el trabajo docente colectivo e interdisciplinario, recuperando el control de las trabajadoras y trabajadores sobre el proceso educativo” y, en ese contexto, resignificar completamente el concepto (y la perspectiva, los dispositivos y las prácticas) de “evaluación”, ahora “concebida de manera integral, institucional, participativa, sistemática, formativa, diagnostica y no punitiva.”

Una nueva escuela para un nuevo mundo, de esto se trata el Movimiento Pedagógico Latinoamericano. ¿Seremos capaces?

Tomado de: http://www.centrocultural.coop/blogs/nuestragente/tag/pablo-imen/

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Pedagogía de la lucha y la memoria

Por Pablo Imen.

José Martí – que, entre otras muchas cosas, fue docente- aseguraba, respecto de la vida en las aulas que  “La enseñanza, ¿quién no lo sabe? es ante todo una obra de infinito amor. Las reformas sólo son fecundas en el espíritu de los pueblos”  La experiencia del Centro Educativo Isauro Arancibia está desbordada de un amor tan poderoso como fértil, capaz de superar los más difíciles obstáculos y plantearse las más elevadas conquistas humanas, políticas, culturales y pedagógicas.

Conocíamos la experiencia y por esa razón fue una de las instituciones recorridas en la Expedición Simón Rodríguez-Carlos Fuentealba-Stella Maldonado. Los sentipensamientos que atravesaron a los y las expedicionarias que llegaron a ese territorio de lucha por la dignidad y la justicia apenas puede reflejarse pálidamente con un texto. Las palabras que aquí ensayamos son la traducción de una emoción profunda y conmovida.

La historia del Isauro y su lucha, sus realizaciones, los obstáculos superados y los desafíos que se plantea la institución resultan de una excepcionalidad tal, que no hay modo de reflejar en una única columna los elementos más significativos de esta apuesta política y pedagógica llevada adelante en los contextos más adversos y que sin embargo, no cesa de  crecer y multiplicarse.

Si hemos de comenzar por el principio diremos que se trata de una propuesta de finalización de la educación primaria para muchachos y muchachas en situación de calle. Se abrió, además,  el nivel inicial para los hijos de quienes asisten a la institución escolar, y el proyecto se complementa con la enseñanza de oficios.

El nombre del Centro Educativo tampoco es una casualidad. Isauro Arancibia fue secretario general de la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales (ATEP) en el curso del fatídico año 1976. Reconocido por sus compromisos con una educación pública democrática y emancipadora, vivía y dormía en aquellos trágicos tiempos en la sede sindical. Allí fue sorprendido el 24 de marzo, la misma noche del golpe, y literalmente fusilado junto a su hermano Arturo, también docente y militante sindical. Para que no queden dudas de la catadura ética de los asesinos, tras el fusilamiento se robaron el único par de zapatos nuevos que tenía Isauro. Su ejemplo, su modo de vivir y de morir, lo convierten en uno de aquellos imprescindibles de los que habla Bertold Brecht: vivió y murió como un combatiente.

Es imprescindible referirnos a la creadora de ese Centro Educativo, Susana Reyes. Ella tiene una historia que – aunque brevemente- merece ser contada y constituye una parte sustantiva de esta construcción. Susana, militante juvenil en los años setenta, fue víctima del terrorismo de Estado. Ella y su compañero fueron secuestrados.

Susana es sobreviviente de esa experiencia y ha sido la impulsora de un proyecto educativo para la niñez más desprotegida de nuestra Ciudad de Buenos Aires. Aquellos muchachos y muchachas, a veces niños, que han sido privados de los más elementales derechos y viven en situación de calle. Creado a fines de los noventa, el Centro Educativo fue denominado Isauro Arancibia. Nada es casual.

Se inició como un proyecto de alfabetización de adultos, y luego fue avanzando en los otros niveles educativos: primaria, inicial  y escuela de oficios.

Estas notas emergen de una de las actividades realizadas por el Isauro en las que participó una de las rutas de la Expedición Pedagógica Simón Rodríguez- Carlos Fuentealba-Stella Maldonado. Recordemos que estas notas se proponen dar pistas de los hallazgos de esta movilización de maestros y maestras del continente, y que dan cuenta de realidades muy diferentes a las noticias que suelen cubrir la educación pública para estigmatizarla.

El día que la Expedición recorrió el Isauro fue el 28 de mayo de 2015, en el que se celebraban muchas cosas y otras se conmemoraban con dolor.

El primer motivo de memoria enlutaba al Isauro. En efecto, el 7 de febrero de este mismo año Roberto Autero, un joven de 16 años y educando del Isauro Arancibia, fue asesinado por la Policía Metropolitana. Esta institución represiva, creación del gobierno de Mauricio Macri, tuvo un acta de nacimiento ciertamente controvertida. Excede los límites de este trabajo argumentar sobre este cuerpo represivo pero concluiremos que la filosofía que la sostiene es la de disparar primero y preguntar más tarde. En nuestro país este modo de actuar recibe la denominación prístina de “gatillo fácil”.

Por contraste, y como noticia para celebrar, se logró revertir una amenaza de desalojo en 2014 por parte del gobierno macrista y,  como consecuencia de la lucha colectiva y con la solidaridad de organizaciones, colectivos e instituciones quedó sin efecto esa medida injusta.

El Isauro que es vivido por su comunidad como un verdadero hogar, muy especialmente en la consideración de aquellos niños, jóvenes y adolescentes que viven en la calle y participan de ese proyecto que es pedagógico, que es político y que es, también, civilizatorio y existencial para quienes fueron privados de sus más elementales derechos humanos.

En esta columna queremos dar la palabra especialmente a los protagonistas, recuperando sus intervenciones de aquél 28 de junio. Esas voces nos dicen mucho de la propuesta pedagógica del Isauro, que retomaremos en escritos posteriores. Pero el punto de partida no puede ser otro que el de la propia comunidad educativa, comenzando por sus estudiantes.

Aarón, como representante de los egresados, testimonió: “quiero compartir con ustedes lo que significa para nosotros ser egresados… para nosotros ser egresados es saber que se puede, es terminar una etapa buena y saber que empieza una mejor…esperamos mucho más de nosotros mismos… también aprendimos mucho a compartir con el otro, a entender, a escuchar, y de verdad nos sentimos muy orgullosos”.

Esos muchachos, que deben iniciar cada jornada en las más duras condiciones de existencia, reconocen en la institución un espacio que les da herramientas para ser mejores, y – tan importante como eso- la posibilidad de soñar un proyecto propio y colectivo.

Entre los objetivos político-pedagógicos de la institución uno de ellos es el de preservar la memoria del genocidio. Susana Reyes expresó, en distintas oportunidades, que los niños y jóvenes en situación de calle tenían, en más de un sentido, un hilo con los luchadores desaparecidos en los años setenta. Entonces como ahora quienes fueron (y siguen siendo) sometidos al escarnio de la tortura y la muerte estaban (y están) invisibilizados. Demasiadas conciencias adormiladas o atemorizadas (¿cómo soportar tanto horror?).

Esas víctimas, muchos de ellos tan jóvenes como los que hoy habitan las calles de Buenos Aires, eran (y siguen siendo) ignoradas mientras su sangre generosa era (y es) sacrificada en el altar el neoliberal-conservadurismo. Es preciso ahogar tanta vida para perpetrar un proyecto de injusticia y desigualdad. Es necesario ahora mismo mantener a raya a estos jóvenes y pobres, y la represión desembozada muestra la cara de un Estado brutal con los más débiles. Esa cara estatal es la de una Policía Metropolitana brava, no de una política capaz de efectivizar derechos. Antes y ahora, una política devastadora y profundamente injusta.

Ese hilo  entre la generación sacrificada y estos jóvenes se vislumbra en casos como el de Roberto Autero, quién pagó con su vida – en este caso- por portación de cara. Jóvenes y subversivos antes, jóvenes y pobres ahora,  siempre sospechados, juzgados y condenados a muerte sin ningún derecho a defensa. Esta ligazón se revela en una de las intervenciones de los muchachos: “Estamos aquí para homenajear a los treinta mil compañeros que lucharon porque no haya más pibes en situación de vulnerabilidad y porque todos tengamos los mismos derechos y una educación digna. Y a nuestro compañero y amigo Robertito Autero, que con tan solo 16 años le cortaron la vida, un gatillo fácil de la metropolitana. Queremos justicia por Robertito, y que todos los gatillos fácil estén entre rejas…¡Basta de bancos vacíos! Por eso los invitamos a que nos acompañen a plantar nuestro árbol en homenaje a los 30.000 desaparecidos y a Robertito Autero, y como símbolo de nuestra lucha”

Plantar un árbol, expresarse, sostener la memoria: esta era la respuesta colectiva de los más desheredados frente a la brutalidad de un sistema que los persigue y los margina. Como no pensar que esta conciencia y esta claridad ideológica, organizativa, política y pedagógica no es parte de la construcción pedagógica del Isauro Arancibia.

La mentada calidad educativa tiene así una fisonomía diferente a las proclamas y dispositivos tecnocráticos. Estamos ante una pedagogía y una institución que forma para la memoria, una propuesta que enseña a leer el mundo para transformarlo. Una escuela que educa hombres y mujeres libres, que se niegan a renunciar a la condición humana y se rebelan contra quienes defienden una  cultura neocolonial y segregacionista justificadora de la desigualdad radical.

Una de las consecuencias políticas y organizativas del trabajo pedagógico (que es, y no nos cansaremos de insistir), político, fue la creación de la organización Hermanos de Calle, que, en los términos que ellos la definen, se constituyeron en “defensa de sus derechos”. En ese sentido, “HERMANOS DE CALLE hace un año que estamos reconocidos como agrupación, estamos pidiendo igualdad y dignidad para todos, nosotros queremos un lugar para vivir. (…) Pedimos una vivienda digna para poder tener un lugar tranquilo donde podamos estar con nuestra familia y enseñarles a nuestros hijos…los Hermanos de Calle vamos a seguir luchando por la educación pública para todos los chicos y chicas de esta ciudad, para que todos ejerzan su derecho a soñar, a vivir una vida digna como imaginaron los treinta mil compañeros detenidos desaparecidos…el sueño que no se pierde, es el que no se abandona.”

La vida diaria de la escuela se rige por pautas diferentes, pues trabaja con una población con condiciones de vida, necesidades e intereses propios que ven violentados todos sus derechos. Su propuesta curricular se fue enriqueciendo con el paso de los años, incorporando la formación para el trabajo, la libre expresión artística, configurando una original pedagogía integral dentro de la cual – como vimos- la memoria, la defensa de los derechos y la organización no está ausente. Pero su explicitación será materia de otros escritos.

Como advierte una consigna publicada en la Revista Realidad sin Chamuyo: Una escuela que late, crece, sueña y en la lucha inventa caminos.” 

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/Pedagogia-de-la-lucha-y-la-memoria-20150831-0009.html

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Una Pedagogía Emancipadora para Nuestra América

Por:  Pablo Imen[1]

El mundo actual está expresando síntomas, para decirlo así, de un agotamiento civilizatorio. Los indicadores son contundentes: las 85 fortunas individuales más ricas son poseedoras del mismo patrimonio que los 3000 millones de seres humanos más pobres. Las principales potencias militares hacen gala de una prepotencia inédita.

EEUU, desconociendo los más elementales principios del derecho, los mandatos de organismos internacionales como la ONU o los pronunciamientos contundentes de Pueblos y Gobiernos exigiendo el cese de las acciones militares inaceptables continúan una barbarie armada que combina genocidio y explotación de países, curiosamente, señalados como guaridas de terroristas, narcotraficantes o cualquier otra calificación que legitime la práctica predatoria del gendarme mundial del orden.

Las fracciones más carroñeras del capital especulativo juegan contra el Estado Argentino una batalla esencial alrededor del derecho privado a ganar dinero sin medir costos y el derecho de los pueblos a definir su destino. La operatoria de los denominados fondos buitres que compran títulos públicos defaulteados a precios ínfimos y  luego litigan en la justicia para percibir la totalidad del valor de dichos bonos es la expresión más clara del capitalismo de casino.

El modelo productivista a destajo está generando incalculables costos ecológicos que ponen en riesgo la supervivencia de la Humanidad, hipotecando el presente de regiones enteras y, obviamente, el futuro de las próximas generaciones por todo el planeta.

La educación, como práctica social e histórica es territorio de disputa entre concepciones antagónicas.

Quienes defienden este modelo de planeta tienen un proyecto político educativo y pedagógico o, cuanto menos, los sectores que gobiernan la educación defienden algunas orientaciones generales que modelan una determinada direccionalidad, contenido y método.

La educación como política pública dentro del capitalismo ha sufrido transformaciones desde la fundación de los Sistemas Educativos Formales que debieron dar la batalla contra los viejos poderes culturales e ideológicos que expresaba la Iglesia Católica, portadora del monopolio del saber en el largo período feudal de Europa y la América colonial. De allí que – especialmente en países como Argentina o Uruguay- se constituyeron sistemas educativos con un fuerte papel del Estado (en confrontación abierta con la Iglesia Católica) concebido como Estado Docente, defensor de una escuela pública, común, gratuita, laica, obligatoria.  La cara antidemocrática y opresiva del modelo fue su autoritarismo, su cienficismo, su clasismo, la exclusión de culturas populares del currículo escolar, la escisión entre la escuela y la vida, el estímulo de unos valores meritocráticos y la formación de ciudadanos conformistas y trabajadores disciplinados en la base social  mientras en los niveles superiores formaba los cuadros dirigentes para un orden social profundamente injusto.

El neoliberal-conservadurismo en desarrollo desde el último cuarto del siglo XX ha exacerbado los aspectos más regresivos del viejo modelo pedagógico, eliminando hasta donde le fue posible, los elementos más democráticos de la vieja educación liberal. El Estado fue reconvertido como Estado Evaluador; la “calidad educativa” definida como los resultados de operativos de evaluación estandarizados; la institución escolar emplazada a funcionar con los parámetros de una empresa y el sistema educativo reconfigurado como un mercado donde escuelas, colegios y universidades compiten entre sí determinando rankings de rendimientos. El ejemplo chileno es el más desarrollado: allí los resultados del aprendizaje inciden en la estabilidad laboral docente, en su salario, en el financiamiento que recibe la institución educativa.

Frente a estas propuestas civilizatorias – políticas, económicas, sociales, culturales, pedagógicas- la América Latina y Caribeña está dando una fuerte batalla por reencontrarse con su historia, con su identidad y con su proyecto de futuro. En tiempos de segunda independencia, cabe recuperar el desafío planteado por Simón Rodríguez en la primera: “El interés general está clamando por una reforma, y la América está llamada por las circunstancias a emprenderla. La América no debe imitar servilmente sino ser original. ¿Dónde iremos a buscar modelos? La  América española es original: originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales los medios de fundar uno y otro. O inventamos o erramos.”

La pedagogía nuestroamericana, pues, se enfrenta a un gigantesco desafío: denunciar la educación colonial y reproductora que campea de múltiples maneras en nuestra región, y anunciar la nueva pedagogía emancipadora que contribuya a la consolidación del proyecto colectivo en curso que aspira a la emancipación del hombre y la mujer en Nuestra América.

La educación en disputa: la perspectiva neoliberal-conservadora

Vemos como conviven de manera compleja y contradictoria  tres modelos: a) una educación tradicional – liberal, con aspectos democráticos y otros antidemocráticos- ; b) una educación neoliberal-conservadora con sus rasgos tecnocráticos, mercantiles y autoritarios; y c) una educación emancipadora que está en un proceso germinal de creación y que se construye a partir de múltiples fuentes (la recuperación de legados de pedagogos y pedagógicas valiosas, la sistematización de las prácticas democráticas y liberadoras actuales, la comunicación de los obstáculos y las conquistas, los modos de organización de colectivos docentes transformadores y la articulación con los ámbitos estatales que apuestan a estos cambios profundos inspirados en la justicia, la igualdad y la democracia sustantiva).

El proyecto pedagógico hegemónico (y su política educativa correspondiente) resumido en el término “calidad educativa” tiene como un dispositivo privilegiado la evaluación estandarizada de conocimientos.

Podemos situar en los años ochenta la aplicación orgánica de las políticas educativas de clara orientación privatista y tecnocrática.

El Banco Mundial – que puede presentarse como un verdadero Ministerio de Colonias en las dos últimas décadas del siglo XX- propiciaba en primer término una estructuración mercantil de la educación, como se desprende de sus documentos de época. Tanto en lo referido al papel económico de la educación como a la posibilidad de arancelar la escuela y promover la competencia entre las instituciones. Veamos como lo dicen: “La educación es una inversión económica y socialmente productiva. (…) la inversión en educación es insuficiente y no se aprovecha la disposición de las unidades familiares para pagar por la educación. (…) También hay pruebas de que los recursos no se utilizan en las escuelas con la eficacia que cabría esperar.(…) Asimismo, los directores de las escuelas tienen poco margen para adaptar las normas establecidas a nivel central (relativas a los títulos exigidos a los maestros, los planes de estudio, los libros de texto, los horarios, etc.), a las condiciones locales. Ese problema se agudiza debido a la falta de competencia entre las escuelas; como los administradores de éstas responden sólo muy indirectamente ante los estudiantes y sus padres, tienen poco interés en buscar el medio más eficaz en función del costo para suministrar el tipo de educación que las familias desean. (…) La falta de un mercado de  crédito agrava el problema; como los estudiantes más pobres no pueden obtener préstamos a cuenta de sus ingresos futuros para financiar la educación, muchos se ven obligados a abandonar sus estudios.” (Banco Mundial. El financiamiento de la educación en los países en desarrollo. Opciones de política. Washington, 1986)

            Y abunda en el citado documento, avalando medidas de descentralización: La mayor descentralización, incluida una mayor libertad de acción para las escuelas privadas y comunitarias, mejorará la eficacia dentro de las escuelas al fomentar el espíritu de competencia entre ellas. Si aumenta la competencia, se ofrecerán más servicios educacionales, disminuirán los costos y  los estudiantes y sus padres dispondrán de una selección más amplia de escuelas. Dentro de éstas, la eficiencia aumentará al exigirse responsabilidades administrativas.”

            Estos párrafos extraídos revelan, de modo condensado, supuestos y propuestas que nos hablan de la educación como mercancía y del sistema educativo como mercado en un contexto de escasez.  Repasando: la educación será la llave para salir de la crisis en tanto se concibe como inversión, aunque como bien sabemos la riqueza y el empleo dependen, mucho más que de  la política educativa, de la política social, la política económica, la política tributaria y los modelos de desarrollo y producción que se ensayen. El texto da por supuesto insalvables escollos presupuestarios y, dando por sentada esta realidad, induce el pago de aranceles de educación (incluido un mercado de créditos educativos que, según se desprende de otro de los textos del BM, tendría la garantía última del Estado en una curiosa defensa del estatismo como seguro para la ganancia de los prestamistas)

            Si un eje es la privatización, otro gran eje de la propuesta impulsada por el Banco Mundial ha sido su particular concepto de “calidad educativa”. Afirman: “La calidad de la educación puede mejorar cuando las escuelas tienen la autonomía necesaria para usar los insumos educacionales de acuerdo con las condiciones locales y de la comunidad y son responsables ante los padres y las comunidades.”

            Un rasgo de este modelo pedagógico es el estímulo de la “rendición de cuentas” , lo que supone impulsar una gestión “basada en la escuela” reclamando que directores y escuelas sean “responsabilizados por los resultados”. Es preciso, según un documento en 1999, promover un particular tipo de participación que se resume en tres puntos: “(i) una mayor descentralización de responsabilidades reales a la escuela; (ii) el establecimiento de mecanismos que hagan responsable a la escuela de su desempeño; y (iii) la provisión de información y apoyo técnico a los actores escolares para que puedan cumplir con sus papeles eficazmente. El Proyecto Educativo Institucional es un paso válido, pero insuficiente si no se  combina con la implementación de objetivos acordados, el seguimiento de los estándares de desempeño y con otorgar poder a las escuelas para que tomen decisiones respecto a organización, desarrollo profesional, contratación de profesores y uso del presupuesto escolar. Los padres y la comunidad deberían participar más activamente.”

            Cerramos esta columna advirtiendo que estas nociones fueron aplicadas con energía entusiasta por los gobiernos neoliberales en casi toda la región en los años noventa. Las políticas públicas aplicadas asumieron la escasez presupuestaria a partir de una política general de recorte del gasto social (o, por el contrario, su incremento a los fines de contar con recursos para aplicar las políticas públicas neoliberal-conservadoras). Se difundió un nuevo sentido común pedagógico que condensaba esta lógica de Estado Evaluador (y ausente a la hora de garantizar derechos), de descentralización y autonomía escolar fundada en la competencia entre sí con los respectivos premios y castigos; de identidad entre calidad educativa y resultados de los operativos de evaluación; de reformulación del contenido y las condiciones de trabajo docente. En el marco de sociedades cada vez más injustas y desiguales este proyecto político educativo fue la dimensión pedagógica de un modelo de desigualdad con sus dosis de exclusión y exclusivismo.

            El fin de siglo puso en cuestión este modelo social y educativo, que tiene en el caso chileno su expresión más desarrollada. Incluso en el país trasandino las masivas movilizaciones cuestionaron la naturaleza mercantilista del proyecto neoliberal en Chile.

            Lo interesante del período abierto en 1998 (con el triunfo de Chávez en Venezuela) es que la mayoría de nuestros países ha repudiado a esos gobiernos y sus políticas educativas mercantilistas y excluyentes. Pero el rechazo de la faceta mercantil ha sido mucho más fuerte que la creación de alternativas pedagógicas a la dominante noción de “calidad educativa”. ¿Qué significa el derecho a la educación en este contexto? Este interrogante guiará nuestras siguientes reflexiones.

Las conquistas del último período

 Con el triunfo de Hugo Chávez Frías en 1998 la América Morena retomó el proyecto pendiente de Patria Grande y hoy, dieciséis años más tarde, el escenario se presenta radicalmente distinto al de los primeros días de gobierno del gran líder bolivariano.

No es que, desde ya, haya finalizado el proceso de integración continental – aunque se dieron pasos inéditos – , ni siquiera podemos afirmar que el proyecto ha llegado a un punto de no retorno. Podemos afirmar que los pasos dados en los últimos años nos permitieron instalar gobiernos que, parecidos como nunca a sus pueblos, no han cesado en explorar e inventar nuevos procesos de encuentro y construcción nuestroamericana.

En el plano de la educación, se han desplegado una serie de iniciativas, de políticas y de ensayos que permitieron superar algunos de los desafíos planteados para el campo pedagógico.

En estos años, muchos de nuestros países han implementado fuertes inversiones del Estado que apuntaron –y lograron- expandir el acceso a la educación, incorporando a amplios sectores sociales históricamente excluidos de los sistemas educativos formales. Uno de los casos más notables es la Venezuela bolivariana, que en pocos años terminó con el analfabetismo y amplió la base de ingreso a todos los niveles del sistema educativo. En 2005 fue declarado por UNESCO territorio libre de analfabetismo. En el otro vértice del sistema educativo, pasó de una matrícula universitaria de 800.000 estudiantes en 1998 a 2.600.000 en la actualidad. Agreguemos: hoy Venezuela tiene la quinta matrícula mundial de estudiantes de ese nivel educativo y el segundo de América Latina.

En Argentina también se registraron notables avances en la expansión de los niveles medio y superior. Por su historia, este país tenía un sistema educativo generalizado en su base pero se iba achatando en los niveles secundario y terciario. En estos años la Legislación establece la secundaria obligatoria y se ha avanzado notablemente en el ingreso de adolescentes y jóvenes a este nivel, alcanzando al 80% de los destinatarios dentro del nivel. Bien es cierto que hay obstáculos estructurales o culturales – como la matriz históricamente excluyente del nivel, sus rasgos autoritarios y tecnocráticos- que dificultan la continuidad y finalización de los estudios de jóvenes que son primera generación de estudiantes secundarios. En el nivel inicial la Cámara de Diputados dio media sanción a una ley que extiende  la obligatoriedad escolar de la sala de cuatro años. En paralelo, se aprobó el presupuesto para la infraestructura edilicia que viabilice esta nueva extensión del derecho a la educación.

Estos dos ejemplos podrían también advertirse en otros países cuyos gobiernos han hecho de la educación una prioridad concreta como un canal de democratización de la vida social, tras décadas de neoliberalismo y siglos de colonialismo. Los ejemplos de Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador son expresiones de estos nuevos procesos que se proponen superar estas herencias de sometimiento y expoliación.

Pero si una de las materias pendientes ha sido la democratización del acceso a la educación (cosa que, como vimos, está en camino de efectiva realización), otros desafíos pasan por la construcción de un proyecto pedagógico propio que constituya una alternativa a las visiones liberal o neoliberal que hegemonizan el campo de la educación. Cuando hablamos de pedagogía propia presuponemos algunos rasgos que han caracterizado a nuestras mejores expresiones: logro de la soberanía cognitiva y de la comprensión; desarrollo de todos los aspectos de la personalidad; pertinencia cultural, social y territorial; formación para el trabajo liberador y de ciudadanos gobernantes; superación de la fragmentación del saber y de la  división entre el trabajo manual y el intelectual; la alegría, la participación, la crítica y la solidaridad como valores fundantes del acto pedagógico; la desenajenación (tanto de educadores como de educandos) y la vinculación de la educación con el proyecto social y político más amplio.

En tal sentido, se han venido desarrollando distintas iniciativas en esta dirección. Venezuela, a través de las Misiones Educativas y de la concreción – parcial pero muy potente- del Sistema Educativo Bolivariano avanzó tanto en el cuestionamiento al viejo orden educativo como en la gradual creación de nuevas propuestas de transformación de la educación realmente existente[2].

La vinculación de la educación con la vida se expresó en múltiples líneas desplegadas en los primeros quince años de Revolución. Se reformuló la vinculación de la escuela con la comunidad; se reformularon los modos de construcción del currículum, se reconfiguró el proceso de trabajo docente; se revisaron los modos de planificar, los tipos de prácticas pedagógicas (así como los supuestos en que se sostienen y los fines en que se fundan), los modos de evaluación (y sus sentidos). Esta búsqueda ha permitido ir vislumbrando una nueva educación (que desarrollaremos en una próxima columna) que está germinando.

Resulta bien interesante el hecho de que estos ensayos reconocen múltiples antecedentes- comenzando por Simón Rodríguez, siguiendo por Luis Beltrán Prieto Figueroa y el Movimiento Pedagógico de Lara y Aragua- así como valora los aportes que en las propias instituciones escolares van produciendo comunidades – territoriales y educativas- .

En Argentina, por otro lado, van emergiendo – también enriquecidas por tradiciones sustantivamente democráticas y libertarias- ensayos pedagógicos y se resalta con mucha fuerza la enseñanza en la memoria del genocidio y de las luchas por verdad y justicia, contra la impunidad.

En Bolivia emerge la escuela socio-productiva comunitaria, generándose una notable construcción pedagógica contextualizada, culturalmente pertinente, descolonizadora, libertaria y desenajenante.

También hay novedades sustantivas en los ámbitos de gobierno de la educación, produciéndose formas novedosas que trasvasan los principios de la democracia protagónica y participativa desde el Ministerio al aula.

A modo de cierre. Nuestra América ayer, hoy y mañana: debate y combate de proyectos

La persistente – y creciente- hegemonía tecnocrática expresada en el dispositivo de las pruebas PISA (de medición y comparación a través de pruebas estandarizadas)  desafía a los pueblos y gobiernos de la región a promover alternativas pedagógicas o a sucumbir a la ortodoxia que combina con dosis indudables de eficacia el autoritarismo tecnoburocrático, los valores mercantiles de la competencia y procesos de injusticia educativa perfectamente alineados con los postulados del proyecto neoliberal-conservador que aún no termina de morir.

            Los exámenes estandarizados no tienen ninguna utilidad para comprender lo que pasa en las aulas y las escuelas, ni – por lo tanto- para actuar sobre los problemas pedagógicos que se suscitan cada día. Más bien operan como disciplinadores del trabajo docente, como generador de un sentido común que pone en el centro del proceso pedagógico la evaluación.

            Por cierto, el examen como dispositivo de jerarquización, selección, clasificación, exclusión, estigmatización no resulta una novedad neoliberal sino que constituye, más bien,  una constante de los sistemas educativos capitalistas.

            Así nos lo recuerda el texto Cartas a una Profesora de Barbiana, publicada en la década del 60 por niños expulsados del sistema educativo formal italiano que , por la iniciativa del cura de izquierdas Don Milani, fueron convocados a una escuela popular.   Dicha organización , a partir de una metodología democrática, preparaba a los muchachos y muchachas para rendir exámenes de los niveles primario o secundario de modo de obtener el título. Pero aunque el certificado de fin de los estudios era un objetivo central de esa experiencia pedagógica, el camino estaba repleto de otros desafíos: aprehender la realidad, aprender a pensar, ser solidarios, promover un trabajo colectivo con el conocimiento para leer el mundo y actuar en un sentido transformador.  Por el texto de ese libro fundamental creemos que esta escuela logró un equilibrio exitoso entre el objetivo de educar para la autonomía y al mismo tiempo conseguir un certificado del Estado acreditando el fin de un ciclo educativo.  Pero  ellos ya cuestionaban desde entonces la lógica del examen, cuando el neoliberalismo era apenas un discurso de Von Mises, Hayek, Popper…El neoliberalismo era todavía proyecto pero no política pública ni sentido común, como aún hoy ocurre en buena parte del planeta. Decían los educandos y educandas: “También el fin de los muchachos que asisten a la escuela es un misterio. Tal vez no existe o es vulgar. Día tras días los muchachos estudian para el registro, para la libreta de notas y para el diploma. Y mientras tanto no reparan en todo lo bueno que están estudiando. Idiomas, historia, ciencias, todo se convierte en notas y nada más. (…) Para estudiar con ganas en sus escuelas habría que ser arribistas a los doce años. A esa edad hay pocos arribistas. Tan es así que la mayoría de sus alumnos odia la escuela. La invitación vulgar de ustedes no merecía otra respuesta.” Juicio lapidario, y por cierto en muchos casos acertado aunque resulta preciso advertir que esa cultura moldeada en parte del colectivo docente expresa un rasgo estructural de los sistemas educativos. Estas redes institucionales escolares funcionan aplicando en general procesos que conducen exitosamente a fines inconfesables: la selección clasista, la exclusión de otras culturas, la jerarquía en la organización del poder institucional.

            Los sistemas educativos, pues, se despliegan estableciendo unas dinámicas que van moldeando una subjetividad y una cultura de la injusticia.

            La idea de que el fracaso escolar es un problema del educando y su familia; la concepción de que la trayectoria educativa resulta ser un premio a los talentos naturales o  bien al reconocimiento de una curiosa concepción de esfuerzo individual (entre otras justificaciones clasistas, sexistas y racistas) son manifestaciones (presuntamente) racionales y  eficaces de un orden educativo estructurado para la reproducción de relaciones de desigualdad, en este caso en relación a la esfera del conocimiento.

            La escuela capitalista – sin embargo-  ha sido y es terreno de disputa. Dentro de ella se han desplegado experiencias democráticas y liberadoras: desde el precursor y genial Simón Rodríguez, pasando por José Martí, los argentinos Luis Iglesias, Olga y Leticia Cossettini, el uruguayo Jesualdo Sosa, el Movimiento Pedagógico chileno o Gabriela Mistral, la Escuela Rural Mexicana, el gran pedagogo brasileño Paulo Freire entre muchos otros referentes pedagógicos.

            La construcción de esta pedagogía para Nuestra América hoy requiere abrevar en múltiples fuentes.

            Una es la recuperación de los pedagogos del pasado, cuya herencia constituye un acumulado imprescindible para imaginar una educación emancipadora acorde a los tiempos que corren. Hay, si, dos advertencias a tener en cuenta.

            En primer lugar, la recuperación de nuestra historia pedagógica, de nuestras luchas y construcciones, no puede ser trasladada sin más a las actuales realidades ni, menos aún, a nuestras prácticas cotidianas.  Resulta evidente que la lectura de la obra de José Martí no nos ayudará para planificar nuestra clase de matemática ni de historia en un curso del nivel secundario; pero sí nos dará claves, pistas y pautas para pensar nuestra práctica pedagógica, sus fundamentos, sus proyecciones.  La lectura sistemática (más no dogmática ni literal) de nuestros antecesores nos da valiosas herramientas para sentipensar y leer el mundo. No más que esto, pero tampoco menos.

            Segundo aviso: la escritura de los textos de nuestros maestros son producto de muchos años de ensayos y errores. Leer Diario de un Maestro de Luis Iglesias como si fuese una práctica genial de  un ser sobrehumano constituye un error conceptual con potenciales consecuencias prácticas. Los grandes maestros han ensayado y creado a partir de ese ensayo. Cuando Simón Rodríguez sostenía que “inventamos o erramos” su clamor era contra la idea (finalmente triunfante en el siglo XIX) de copiar fórmulas exógenas, inaplicables a nuestros países. Era una crítica a las posiciones neocoloniales que triunfaron – salvo en el caso de Cuba- durante todo el siglo XX en la región. Pero el gran pedagogo caraqueño nunca afirmó que su esforzada creación pedagógica, permanente, era un camino de puro éxito. El riesgo práctico de esta lectura idealizada de los viejos maestros es sostener, de modo paralizante, que no puede haber más que un Paulo Freire, o una Gabriela Mistral, o un Julio Castro. No es así, no debe serlo.

            Y si una fuente de creación de la pedagogía nuestroamericana emancipadora es la recuperación crítica de los maestros que dejaron huellas luminosas de una educación distintas; otra – tan importante como la primera- es el rescate de las experiencias que ahora mismo se dan en todas las latitudes del continente. La educación nueva, democrática, justa surgirá de las entrañas de lo existente, y no puede ser de otro modo.

            Entre las fuerzas que impulsarán esta pedagogía liberadora los y las educadoras tendrán un papel fundamental que jugar. El Departamento de Iriondo , en Santa Fe, será parte de este proyecto en construcción: formar hombres y mujeres libres para un mundo más justo.  Tenemos – desde nuestra historia- una desafiante cita con un porvenir de dignidad sin intolerables exclusivismos ni inadmisibles exclusiones.

[1]      Secretario de Investigaciones CCC Floreal Gorini, Director de Idelcoop. Docente e Investigador UBA. Miembro Movimiento Pedagógico Latinoamericano

[2] Ver “Una Pedagogía Emancipadora para Nuestra América” y “La perspectiva neoliberal conservadora” en esta misma página.

*Fuente de la imagen: http://investigacionesemancipadoras.org.ve/?p=17

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Algunos hallazgos de las Expediciones Pedagógicas. La formación de enfermeros y la educación para el trabajo.

 

Pablo Imen

El recorrido por las ocho rutas en seis provincias Argentinas ha vuelto a revelar, blanco sobre negro, los esfuerzos de docentes, instituciones y comunidades educativas para construir una pedagogía emancipadora.

Intentaremos condensar, en estas líneas, unas primeras descripciones ocurridas al respecto. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se desplegaron dos rutas paralelas.

Una de ellas recorrió la Escuela Superior de Enfermería Cecilia Grierson, única institución Terciaria no Universitaria, de la Ciudad destinada a la formación de enfermeros/as con carácter gratuito, expresión de la red de instituciones educativas que conforman la educación pública en CABA; que en el 2016 cumplirá 130 años de su creación. En este caso se trata de un proyecto de formación profesional para el trabajo. Y, más precisamente, se remite a una ocupación que requiere conocimientos de diferentes disciplinas científicas, valores, instrumentos y atributos que generan grandes desafíos formativos.

Estos requerimientos formativos plantean un primer nivel de complejidad a propósito del modelo pedagógico a construir. Incluye una serie de conocimientos teóricos y metodológicos, pero dichos saberes son apenas una parte de lo requerido para el adecuado ejercicio de la función de enfermería. La formación adecuada tiene un primer elemento subversivo de la vieja educación capitalista que es la reformulación de las relaciones entre teoría y práctica. Ahora es la búsqueda de un futuro enfermero/a capaz de resolver en los hechos la adecuada promoción y prevención de la salud y el control,  atención y rehabilitación de pacientes.

Un segundo elemento de esta pedagogía para el trabajo es la formación en el hábito de la solución de problemas, a menudo imprevistos y nada estandarizados, que supone una relación humana en el proceso de salud – enfermedad de las personas. La exigencia de pensar con cabeza propia para resolver situaciones problemáticas de Salud – Enfermedad viene a constituir otro significativo aporte a una pedagogía democrática.

Tercero, la dimensión del vínculo paciente-enfermera/o resulta un imprescindible aprendizaje que es el sustrato de las relaciones humanas. Frente al sufrimiento de un paciente el profesional de la salud- enfermera/o-  debe estar en condiciones de acompañar el proceso de atención desde una perspectiva del afecto y la comprensión.

Finalmente aquí, siendo la salud un derecho humano, la/el enfermera/o constituye un indudable agente co-rresponsable en el cuidado humano para que dicho derecho pueda efectivizarse.

El colectivo expedicionario pudo apreciar los esfuerzos, logros y obstáculos de una institución cuyos estudiantes provienen de sectores populares y que expresan una diversidad cultural con diferentes puntos de vista, valores, experiencias. Se trata de construir una propuesta que es pedagógica pero también cultural, social y política para asegurar procesos de formación valiosos, que contribuyan a la promoción de profesionales eficientes. Esa pedagogía democrática y eficaz hay que desplegarla con sujetos que no vienen preformateados, ni necesariamente con la disposición necesarias para encarar una formación para el trabajo en la perspectiva del derecho, de la eficacia, del afecto y de la iniciativa propia que requiere un modelo de enfermero/a desenajenado y ajustado a las exigencias de una salud democrática.

Casi finalmente, El colectivo docente tampoco es homogéneo, y las dinámicas institucionales revelan ingentes batallas políticas, culturales y pedagógicas para convencer a los docentes de que su práctica pedagógica es un ejemplo (bueno o malo) para los estudiantes. Los procesos de transición generacional, entre los viejos y nuevos docentes, abre nuevos frentes complejos de transmisión creativa de un modelo pedagógico valioso.

Obsérvese como en una única institución se libran distintas luchas alrededor de los desafíos de órdenes sociales fundados en la justicia. En todo caso, esta idea de “buena educación” está totalmente alejada – y en confrontación- con la perspectiva neoliberal y tecnocrática que define a la “calidad educativa” en términos de rendimientos a partir de la aplicación de exámenes estandarizados.

Construir una pedagogía propia, adecuarla con eficacia a las características del diverso grupo de educandos y lidiar con la totalidad de los y las docentes para adoptar un proyecto político-educativo alineado a los objetivos emancipadores de la educación han expresado las complejidades, tensiones y contradicciones de tales esfuerzos.

La Escuela Superior Cecilia Grierson, con todo, ha venido constituyendo una significativa y valiosa experiencia de formación para el trabajo profesional. La sistematización de su historia y la comunicación de sus esfuerzos pedagógicos bien merecen su difusión en Telesur. Esta es apenas una de las tantas experiencias que nos permiten sostener la esperanza, la lucha y la expectativa de que una educación emancipadora nuestroamericana, desde el fondo de los tiempos y hoy mismo, nace y vuelve a nacer cada día.

 

 

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10 años de Telesur La información como instrumento de emancipación

Pablo Imen

Este año se cumplen diez años de vida de Telesur, para alegría de las almas libres de Nuestra América. Esta herramienta comunicacional ha sido una de las primeras voces que se alzó contra la dictadura mediática impuesta durante más de un cuarto de siglo de neoliberalismo duro y puro.

Su existencia sería incomprensible sin el impulso creador de Hugo Chávez Frías, cuya persona resume quinientos años de lucha colectiva anticolonial, igualitarista, sustancialmente democrática y liberadora.

Desde que esta parte del mundo fue hollada en nombre del Rey y de la Cruz, la América Morena no ha cesado de resistir contra el genocidio y latrocinio que son su marca de origen, que nos unen en una historia común y un proyecto emancipador compartido.

La gesta libertadora de Bolívar y San Martín han sido la cristalización de tres siglos de tenaz batalla, y la emergencia de los gobiernos populares de este período iniciado en 1998 en Venezuela marcan los desafíos de esta época de cambio para Nuestra América y para el mundo.

¿Qué significa la segunda independencia en este tormentoso siglo XXI?

El capitalismo ha desplegado sus más aberrantes formas de acumulación de riquezas, tanto por la vía expedita de la especulación financiera como de un modelo de desarrollo predatorio. Las relaciones entre bloques sociales y entre países expresa un orden que reproduce de modo ampliado la injusticia social: el 1% más rico se apropia del 48% de la riqueza mundial.

La ley del más fuerte parece ser la regla que rige las relaciones entre EEUU y el resto del planeta; y las fórmulas ensayadas por el Consenso de Washington – a pesar del catastrófico resultado en términos de su viabilidad histórica, social, política, ecológica y cultural- siguen dominando el escenario mundial.

La primera década del siglo XXI ha sido, para Nuestra América, pródiga en novedades que condensan luchas centenarias.

Si en los procesos revolucionarios del siglo XX la violencia directa ha sido la norma en materia de prácticas restauradoras en la actual coyuntura latinoamericana la reacción no puede manejarse con las mismas armas. Los golpes militares y sus concomitantes dictaduras sangrientas sólo tienen un margen acotado en los países cuya tradición dictatorial está más presente: así ocurrió con Honduras y Paraguay. Entre las nuevas armas para combatir los procesos democráticos y transformadores el papel de los medios de comunicación resulta fundamental. Ellos contribuyen a la creación y difusión de un sentido común funcional a la crítica salvaje de los gobiernos populares y sus políticas. Las medidas reparadoras frente a la herencia neoliberal-conservadora; la ampliación de derechos, las aspiraciones francamente revolucionarias y las inspiraciones de nuevos proyectos civilizatorios son objeto de encarnizada crítica de los medios hegemónicos que funcionan como una cadena unificada universal.

A la par que se difunde las 24 horas por día toda noticia que contribuya a esmerilar a los gobiernos nacionales populares y/o revolucionarios, se difunden por las diversas vías los valores a la reproducción ampliada del capitalismo. En el nombre de la seguridad se estimula la crucifixión de los jóvenes pobres, y se exacerban las más terroríficas inclinaciones a órdenes punitivos y excluyentes.

Las cadenas comunicacionales hegemónicas invisibilizan, ocultan o distorsionan las luchas populares; justifican actos de vandalismo y terror perpetrado por EEUU; promueven lecturas de la realidad mundial en las cuales la barbarie se presenta a la vista sin sujetos, sin responsables, sin causas ni razones.

Es en este contexto en el que debe valorarse el aporte cultural gigantesco de Telesur como la voz de los que no tienen voz; la denuncia de los crímenes sin nombre y el reconocimiento en el avance de la lucha de pueblos y nuevos gobiernos por construir un mundo más justo y humano.

La apuesta de Telesur es amplia y extensa por sus intenciones y sus logros.

En primer lugar, se convierte en un espacio propio de construcción de la noticia, visto con lentes nuestroamericanos, a partir de los intereses y las necesidades de nuestros pueblos. Un periodismo del sur y desde el sur que asume su perspectiva sin falsos neutralismos.

Segundo, esta propuesta comunicacional ha sido complemento y motor de otras – como Russia Today- que objetivamente contribuyan a la democratización de voces que leen y cuentan el mundo de manera diferente a la de las grandes empresas mediáticas.

Tercero, la mirada de Telesur resulta una garantía del “derecho a la información”, burlada por los medios hegemónicos en nombre de la “libertad de expresión” (de ellos). Frente a las políticas  comunicacionales de  medias verdades o mentiras totales para resguardar los intereses de las minorías del privilegio emerge, como una alternativa informativa, Telesur. Así, el modo de construir la noticia, de revelar la realidad, de interpelar a los sujetos que protagonizan procesos relevantes iluminan aspectos de la vida social negados u ocultados por las cadenas mediáticas apologéticas capitalistas.

En cuarto lugar, Telesur construye una perspectiva democrática al convocar a múltiples actores para comunicar puntos de vista y distintos niveles de aquellas noticias que resultan fundamentales para leer la coyuntura actual que expresa – al decir del presidente Rafael Correa- más un cambio de época que una época de cambios.

Quinto, Telesur contiene en su dilatada programación una amplitud de tópicos a través de dispositivos que complementan la mirada actual del mundo con el recorrido crítico del pasado. También incorpora y difunde acervos  de  la cultura de nuestros pueblos como elemento central para comprender nuestra realidad. Historia y Cultura, dos ingredientes fundamentales para asumir nuestra identidad y nuestro proyecto superando la enajenación eurocéntrica y el exotismo sectario. Reconocernos como parte de un mundo con pueblos y poderes en conflicto ha sido parte de los atributos de Telesur.

Como educadores no podemos ni queremos soslaya el papel pedagógico de Telesur como un espacio para aprender a leer el mundo a partir de la cual podemos intervenir para transformarlo en un sentido de justicia e igualdad.

En el modo de producir y difundir la información hay, de modo implícito, un modelo pedagógico. Referir, describir, preguntarse, mostrar, analizar, denunciar y anunciar son plataforma de un aprendizaje cognitivo imbricado con una dimensión ético-política y estética, al enseñar a pensar con cabeza propia, abiertos a los múltiples puntos de vista.

Al asumir expresamente su perspectiva emancipadora y nuestroamericanista dan cuenta de un modelo  comunicacional valioso pues educa en la toma de posición, en la honestidad intelectual, en la batalla frontal contra la indiferencia frente a la injusticia.

¿Es que Telesur ha llegado a su “Fin de la Historia”?¿No hay nada que mejorar? Seguramente sí, pero este momento es de celebraciones y orgullos. Por lo conquistado y por lo pendiente. El 24 de julio de 2005, fecha oficial de creación de Telesur, se cumplían 222 años del nacimiento del Libertador Simón Bolívar. Hacedor de muchas nuevas realidades, recordamos una sentencia del fundador de nuestra primera Libertad. Dijo que «Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción».

Telesur, atento a este peligro, ha sido, es y será una poderosa herramienta pedagógica para comprender los desafíos del presente, contribuyendo a construir un futuro de dignidad y justicia, sin inadmisibles exclusiones ni intolerables exclusivismos. ¡Feliz Aniversario, Telesur!

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