Pablo Imen
El recorrido por las ocho rutas en seis provincias Argentinas ha vuelto a revelar, blanco sobre negro, los esfuerzos de docentes, instituciones y comunidades educativas para construir una pedagogía emancipadora.
Intentaremos condensar, en estas líneas, unas primeras descripciones ocurridas al respecto. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se desplegaron dos rutas paralelas.
Una de ellas recorrió la Escuela Superior de Enfermería Cecilia Grierson, única institución Terciaria no Universitaria, de la Ciudad destinada a la formación de enfermeros/as con carácter gratuito, expresión de la red de instituciones educativas que conforman la educación pública en CABA; que en el 2016 cumplirá 130 años de su creación. En este caso se trata de un proyecto de formación profesional para el trabajo. Y, más precisamente, se remite a una ocupación que requiere conocimientos de diferentes disciplinas científicas, valores, instrumentos y atributos que generan grandes desafíos formativos.
Estos requerimientos formativos plantean un primer nivel de complejidad a propósito del modelo pedagógico a construir. Incluye una serie de conocimientos teóricos y metodológicos, pero dichos saberes son apenas una parte de lo requerido para el adecuado ejercicio de la función de enfermería. La formación adecuada tiene un primer elemento subversivo de la vieja educación capitalista que es la reformulación de las relaciones entre teoría y práctica. Ahora es la búsqueda de un futuro enfermero/a capaz de resolver en los hechos la adecuada promoción y prevención de la salud y el control, atención y rehabilitación de pacientes.
Un segundo elemento de esta pedagogía para el trabajo es la formación en el hábito de la solución de problemas, a menudo imprevistos y nada estandarizados, que supone una relación humana en el proceso de salud – enfermedad de las personas. La exigencia de pensar con cabeza propia para resolver situaciones problemáticas de Salud – Enfermedad viene a constituir otro significativo aporte a una pedagogía democrática.
Tercero, la dimensión del vínculo paciente-enfermera/o resulta un imprescindible aprendizaje que es el sustrato de las relaciones humanas. Frente al sufrimiento de un paciente el profesional de la salud- enfermera/o- debe estar en condiciones de acompañar el proceso de atención desde una perspectiva del afecto y la comprensión.
Finalmente aquí, siendo la salud un derecho humano, la/el enfermera/o constituye un indudable agente co-rresponsable en el cuidado humano para que dicho derecho pueda efectivizarse.
El colectivo expedicionario pudo apreciar los esfuerzos, logros y obstáculos de una institución cuyos estudiantes provienen de sectores populares y que expresan una diversidad cultural con diferentes puntos de vista, valores, experiencias. Se trata de construir una propuesta que es pedagógica pero también cultural, social y política para asegurar procesos de formación valiosos, que contribuyan a la promoción de profesionales eficientes. Esa pedagogía democrática y eficaz hay que desplegarla con sujetos que no vienen preformateados, ni necesariamente con la disposición necesarias para encarar una formación para el trabajo en la perspectiva del derecho, de la eficacia, del afecto y de la iniciativa propia que requiere un modelo de enfermero/a desenajenado y ajustado a las exigencias de una salud democrática.
Casi finalmente, El colectivo docente tampoco es homogéneo, y las dinámicas institucionales revelan ingentes batallas políticas, culturales y pedagógicas para convencer a los docentes de que su práctica pedagógica es un ejemplo (bueno o malo) para los estudiantes. Los procesos de transición generacional, entre los viejos y nuevos docentes, abre nuevos frentes complejos de transmisión creativa de un modelo pedagógico valioso.
Obsérvese como en una única institución se libran distintas luchas alrededor de los desafíos de órdenes sociales fundados en la justicia. En todo caso, esta idea de “buena educación” está totalmente alejada – y en confrontación- con la perspectiva neoliberal y tecnocrática que define a la “calidad educativa” en términos de rendimientos a partir de la aplicación de exámenes estandarizados.
Construir una pedagogía propia, adecuarla con eficacia a las características del diverso grupo de educandos y lidiar con la totalidad de los y las docentes para adoptar un proyecto político-educativo alineado a los objetivos emancipadores de la educación han expresado las complejidades, tensiones y contradicciones de tales esfuerzos.
La Escuela Superior Cecilia Grierson, con todo, ha venido constituyendo una significativa y valiosa experiencia de formación para el trabajo profesional. La sistematización de su historia y la comunicación de sus esfuerzos pedagógicos bien merecen su difusión en Telesur. Esta es apenas una de las tantas experiencias que nos permiten sostener la esperanza, la lucha y la expectativa de que una educación emancipadora nuestroamericana, desde el fondo de los tiempos y hoy mismo, nace y vuelve a nacer cada día.