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La innovación educativa ante la segregación escolar

Por Pau Rodríguez

En un informe sobre segregación escolar, el Síndic de Greuges alerta de que la innovación en algunas escuelas puede generar desigualdades que deberían combatir extendiendo los proyectos educativos singulares sobre todo en los centros con más dificultades.

Las escuelas con proyectos educativos innovadores, las concertadas pero también las públicas, no sólo atraen cada vez más familias, sino que aglutinan un perfil social de alumnado que es ligeramente más favorecido que el de centros del entorno. Esto no quiere decir que haya que frenar el progreso de las escuelas mejor valoradas, pero sí «desarrollar actuaciones para evitar que la existencia de proyectos educativos singulares incida negativamente en la equidad», concluye el Síndic de Greuges –defensor del pueblo en Catalunya– en su último informe Segregación escolar en Catalunya: condiciones de escolarización, donde identifica prácticas segregadoras –desde la huida de las familias de las escuelas mal vistas hasta las barreras económicas que ponen algunos centros– y hace una primera aproximación a cuál es el papel de la autonomía de los centros a la hora de reproducir o eliminar las desigualdades.

A partir de casos de Barcelona, el Síndic se fija en algunos de los centros públicos con más solicitudes –por la adopción de metodologías más vivenciales, como el trabajo por proyectos o por rincones–, que suelen tener un tipo de alumnado más acomodada que los de su entorno más inmediato. Se puede dar que una escuela pública del barrio del Eixample tenga alrededor del 10% de alumnado extranjero (o de alumnado con beca comedor), mientras que en sus centros vecinos el porcentaje supera el 20%. Esto son «desequilibrios» que, según el Síndic, Rafael Ribó, se podrían reducir consiguiendo que los centros más pioneros «compartan recursos y dinámicas con los de su entorno».

Que las familias con mayor capital cultural hacen una elección más estratégica de la escuela donde quieren llevar a sus hijos no es una novedad. De hecho, lo que las mueve a muchas de ellas, en Catalunya pero también en la mayoría de países, es «evitar los centros que no son como ellos», es decir, los que tienen altos porcentajes de inmigración o pobreza, asegura Ismael Palacín, director de la Fundación Jaume Bofill, que en 2010 publicó un estudio sobre qué tienen en cuenta las familias a la hora de elegir escuela. El resumen sería, dice, que el principal factor de segregación es que el grueso de padres y madres huyen de las escuelas más estigmatizadas, mientras que las familias menos instruidas tienden a llevar a sus hijos a la escuela que les queda al lado de casa (independientemente de cómo sea). Es aquí donde, según Palacín, hay que poner el foco: romper los altos niveles de segregación que sufren las escuelas que las familias evitan.

Esta recomendación la recoge también el Síndic, y la constata Marta Comas, directora del área de Innovación, Programas y Formación del Consorcio de Educación de Barcelona. «El objetivo final debe ser que la buena escuela para tus hijos es la que te queda al lado de casa», sostiene Comas, que defiende precisamente la potenciación de proyectos educativos sólidos y atractivos para atraer demanda a las escuelas que menos tienen. También verter más recursos y el profesorado más preparado.

En esta línea coinciden el Síndic y los expertos consultados. Es necesario un plan de choque que garantice no sólo «la calidad de los proyectos educativos de los centros con más complejidad social», dice el informe, sino también el impulso de programas como las Escuelas Magnet (alianzas entre escuelas y entidades reconocidas del entorno para enriquecer el proyecto educativo) o medidas que el departamento de Enseñanza ya ha empezado a poner en marcha, como las auditorías pedagógicas o la reducción de ratios –máximo 22 niños por aula– en estos centros.

Comas relata el caso de las escuelas de Poblenou: «Hace tres años, teníamos escuelas que iban disparadas con grandes proyectos y otras que quedaban atrasadas, lo que podía comportar segregación en la matrícula», explica, «por eso empezamos a trabajar en red con las escuelas: el primer año, se contaron entre ellas los proyectos; el segundo año, se visitaron; el tercero, ya trabajaban juntas, y ahora los vecinos las empiezan a ver como escuelas equivalentes», concluye.

El Síndic también señala que «determinadas escuelas concertadas pero también públicas», a través de diferentes «relatos pedagógicos» –como pueden ser la excelencia y la innovación– han podido articular «propuestas poco inclusivas» dirigidas a un perfil de familias. «Cuando se invoca un determinado tipo de familia, se disuaden otros», sostiene. Comas, por el contrario, sostiene que en ningún caso un modelo innovador puede generar rechazo en familias de clase trabajadora. «Puede ocurrir que un modelo que requiera más cuotas para la familia, o compra de más materiales, pueda echar a algunos alumnos, pero el tema será económico y no pedagógico», afirma.

Barreras económicas dentro de la escuela pública

El informe del Síndic de Greuges identifica, a través de las quejas que le llegan, cuáles son las prácticas de los centros que afectan la igualdad de oportunidades de las familias. Y no sólo se fija en las aportaciones dinerarias que muchas escuelas concertadas promueven en forma de cuotas –una de las barreras más señaladas–, sino también en pequeños impedimentos que también las escuelas públicas pueden generar: desde unas colonias en el extranjero que no todo el mundo puede pagar hasta subir las cuotas de la AMPA para financiar material escolar o soportes educativos, o incluso la cobertura de la sexta hora –aquella que igualaba el horario escolar de la concertada con el de la pública durante la época del tripartito–.

Gastos todos ellos nuevamente al alcance de las familias más acomodadas. El informe recoge casos de escuelas públicas en barrios como Gràcia o Sarrià que reciben más de 400 euros al año por parte de las familias (para material, salidas, AMPA …), mientras que otras de Nou Barris 250.

El Síndic pide al departamento de Enseñanza que elimine estas desigualdades a través de ayudas y subvenciones, por ejemplo, para que «oportunidades educativas» como las excursiones fuera del centro, la compra de libros de texto o las actividades extraescolares no acaben dependiendo del bolsillo de padres y madres. Todo ello teniendo en cuenta que, las familias catalanas destinan un 19% más a la escolarización de sus hijos que en el año 2007 (aproximadamente unos 500 euros al año).

Garantizar oportunidades como ésta son, según Palacín, cruciales para la salud de la escuela pública. Si, por ejemplo, la escuela pública cierra las puertas a las 16h sin garantizar extraescolares de calidad y para todos, al final muchas familias acabarán optando por la concertada, que ofrece todo tipo de actividades hasta la tarde. «No estamos hablando de lujos añadidos», defiende Palacín, sino de espacios «de aprendizaje real».

¿Una triple red?

Otra de las principales conclusiones del Síndic es que se podría estar configurando una «triple red» de escuelas, con dinámicas de segregación mucho más intensas que las que separan la pública y la concertada. En primer lugar, habría las escuelas con composición social desfavorecida, «proyectos educativos socialmente estigmatizados» y baja demanda; en segundo lugar, centros con alumnado heterogéneo con proyectos educativos consolidados pero sin demasiada capacidad de atracción; y, por último, escuelas distinguidas socialmente por sus proyectos singulares. En esta división, según el Síndic, ya no sería tan importante la distinción pública-concertada, dado que en cada red habría escuelas de ambas titularidades.

Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/innovacion-educativa-segregacion-escolar_0_578492953.html

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Una Escuela funciona cuando el maestro entiende que lo es de todo el centro,no de su clase.

Por: Pau Rodríguez.

Desde que la escuela Fructuoso Gelabert nació, en 2004, muchos han considerado esta escuela barcelonesa, que dirigía Joan Domènech, una rara avis. Mucha participación del alumnado, pocos libros de texto -y menos para encargar deberes-, exámenes contados… Una serie de planteamientos educativos revolucionarios que, ahora, abarcan cada vez más escuelas, pero que, según Domènech, aún debe superar escollos como el control “excesivo” de la Administración o el individualismo de los docentes y las escuelas. Por eso él reivindica la red. Redes de maestros, de centros. No es casualidad que su escuela haya sido activa en las principales iniciativas de cambio educativo de las últimas décadas, desde los movimientos de renovación pedagógica (que presidió durante siete años) hasta la Red de Escuelas insumisa a la LOMCE, pasando por la coordinadora de escuelas 0-12 o la más reciente iniciativa Escuela Nueva 21.

¿Compartes, tal como se repite cada vez más, que estamos viviendo una ola de transformación en escuelas e institutos? ¿Se trata de una nueva primavera pedagógica, como decía Jaume Carbonell?
Es un momento muy interesante, y no solo en Cataluña. En los años 80 ya se vivió un gran cambio con el paso de la escuela selectiva en la comprensiva, con voluntad de escolarizar a todos hasta los 16 años, con un currículo avanzado… Pero esto ha quedado trastornado con la llegada de la sociedad del conocimiento, que ha cambiado las reglas del juego.Hay una necesidad imprescindible de cambiar el modelo de escuela y, las que hace años que trabajamos en este sentido, nos encontramos en condiciones óptimas. Hace 13 años, en Fructuoso Gelabert nos veían como una rara avis;ahora nadie nos discute la propuesta. En este sentido, puede volver a haber una nueva primavera pedagógica, sí, porque hay inquietud y se dan condiciones externas.


¿Cuáles son estas condiciones? ¿Una mayor exigencia de las familias? ¿Las nuevas necesidades del mercado laboral?
Hay condiciones macro y micro. Muchas familias han visto que el modelo de escuela que vivieron ya no les sirve: se han incorporado al mercado de trabajo, o en la vida en general, y pocas cosas de su escuela les han sido útiles. Esto hace 40 años no ocurría. Pero hay condiciones más macro: los grandes propósitos de la educación -acceso al conocimiento, justicia y equidad, emancipación- han entrado en crisis. El conocimiento que antes se transmitía a la escuela ¿ahora dónde está? En todas partes. Es poliédrico, polivalente.

¿La pérdida del monopolio del conocimiento sitúa la escuela en una posición más débil?
Más compleja. Te obliga a convivir con la incertidumbre. Es un trabajo muy personal que deben hacer los maestros, el de aceptar que esta es la cultura en la que les ha tocado vivir, y que los objetivos de hoy habrán cambiado mañana. Esto implica que los currículos rígidos y encorsetados actuales no sirven. El maestro debe estar atento a lo que pasa, y mantener un diálogo constante entre lo que los niños quieren saber y lo que él cree que deben aprender.


En tu libro Elogio de la educación lenta destacas que también en el ámbito educativo hay que distinguir entre lo urgente y lo importante. Ahora que la escuela parece que está dispuesta a replanteárselo todo, ¿qué es lo realmente importante que hay que cambiar?
Lo más importante es el debate sobre los propósitos. ¿Por qué educamos? Se lo debe preguntar la sociedad, la Administración, los maestros… Los problemas urgentes se pueden resolver con recursos, recetas, formación, equipos.Pero hay un debate en profundidad que da sentido a la profesión. Y este ha sido uno de los déficits de la Administración de los últimos 30 años. La LOGSE lo apuntó, pero desde entonces no se ha avanzado. Y en cualquier caso aquel debate ya no sirve.

Es decir ¿por qué educamos?
Martha Nussbaum decía que educamos para saber qué debemos hacer de nuestras vidas. Me parece una definición fantástica. Adorno dice que educamos para que no se repita Auschwitz. Kant dice que para ser personas libres y capaces de pensar por sí mismas. Lo que han dicho estos pensadores sigue siendo válido, aunque lo que tenemos que hacer es interpretarlo en nuestra situación.

Vuestra escuela ha tenido este debate y ha avanzado con algunas propuestas, pero me decías que a menudo se le ha tachado de bicho raro.¿Qué es lo que más os ha frenado durante este 14 años de vida del centro?
Hay dos cosas en el sistema que ponen palos en las ruedas al proceso de cambio. Una es la política de control de la Administración, esta idea de que decirte constantemente qué hacer, con los mecanismos de control correspondientes para ver que lo haces. Nosotros hemos dicho ‘no’ a hacer una parrilla determinada, o una evaluación concreta, razonando bien, y hemos ido tirando excepto en algunos casos que nos han hecho acatar. Hay que decir que a menudo encontramos comprensión y tolerancia por parte de la Administración, pero lo que no encontramos son estímulos. El otro gran problema es el individualismo profesional. Una escuela funciona cuando los maestros entienden que lo son de todo el centro, y no de su clase. Y lo mismo con una escuela: debe tener conciencia de barrio, de red con otras escuelas.Debe colaborar con su entorno, trasvasar conocimiento. Pero esto no suele pasar. Los directores lo son de su escuela, y los maestros, de su clase. Falta mucho trabajo en equipo.


El informe TALIS lo constata. El 87% de los maestros no han entrado nunca en la clase de un compañero. Casi el doble que la media de la OCDE.¿Por qué ocurre esto?
Mi percepción es que es un tic del sistema educativo franquista. No nos hemos acabado de desembarazarse del individualismo, como tampoco del control de la Administración. Las reformas educativas, desde los años 80, lo han reformado todo menos la Administración.


Su escuela ha sido una de las insumisas en la LOMCE. ¿Ha percibido control en casos como el de las pruebas externas? ¿Cómo lo ha vivido?
Este tema generó mucho debate en la escuela. Son pruebas que van en contra de nuestro sistema de evaluación, sobre el que estamos reflexionando profundamente. La percepción, como
escuela, es que estas pruebas no nos ayudan en el trabajo que hacemos. Y es un punto de conflicto porque, además, existe la polémica de que son obligatorias, de si le puede caer un puro al director si no se hacen. Por eso hemos tenido suerte con que las familias, que están muy integradas en el proyecto de la escuela, lo han entendido y han tomado la iniciativa de no llevar a los niños a clase esos días. Ha sido una solución que ha evitado poner en un compromiso a los maestros.

¿Pero Enseñanza aseguró que las pruebas no son las mismas que las de la LOMCE, sino que son las de competencias básicas que hacen desde hace años. ¿Esto le convence?
Sí, pero la lectura que llega a la escuela es: ¿necesita pruebas externas para saber cómo están los alumnos? ¿No confía en nosotros? ¿En nuestro proyecto de evaluación? ¿En nuestro seguimiento? Están devaluando el trabajo que hacemos.En la escuela hemos iniciado un proyecto de tres años para reflexionar y profundizar en temas de evaluación, y es esto lo que nos ayuda a crecer en la escuela y los alumnos. Esta idea de rigidez, de que todos tenemos que pasar por el aro …

Es una idea muy de la LOMCE. Curriculum, pruebas, modelo lingüístico… Todo centralizado e igual para todos.
Hay excesiva normativa e injerencia. Hay que dejar a las escuelas y los maestros trabajar, si no nunca serán autónomos.Serán autómatas. Es como lo que les pasa algunas familias, la pescadilla que se muerde la cola: si sobreproteges a tu hijo nunca será autónomo. Si constantemente le dices a la escuela qué tiene que hacer para mejorar, para innovar, nunca conseguirás que pueda hacer este proceso de forma autónoma. Tenemos que pasar de una Administración reglamentista y burocrática a una que crea las condiciones para que cualquiera pueda cambiar.

Este es uno de los grandes debates, a menudo cerrado en falso, del sistema educativo: la autonomía de los centros, un concepto recogido en la legislación pero que pocos centros perciben como real.
Se han hecho críticas al concepto de autonomía de los centros como, por ejemplo, que pueden dar lugar al amiguismo o favorecer las desigualdades. Dos críticas que los que trabajamos en las escuelas creemos que se pueden neutralizar fácilmente. Ante el amiguismo, equipos democráticos y transparentes. Ante las desigualdades, redes sólidas de escuelas. La autonomía no debe comportar competitividad entre centros, al contrario, debemos crear redes con cultura de interdependencia. Que a una escuela no le dé igual si la del lado se está quedando sin matrícula, por ejemplo.

Asignaturas, exámenes, arquitectura… El debate sobre la transformación educativa ha puesto el foco en muchos elementos escolares, pero quizás no tanto sobre el tiempo, un elemento que tú has estudiado a fondo.¿Los tiempos escolares son demasiado rígidos?
Ahora estamos entendiendo que todo es educación, que las separaciones se difuminan… Pero seguimos teniendo un tiempo escolar fragmentado. No tiene ningún sentido. Para aprender hay tiempo para hacer, para conversar, para aplicar, para curiosear… ¿Y cómo tenemos que hacerlo con un currículo que lo único que quiere es saber las horas que haces de cada asignatura? Pues rompiendo las estructuras que no sirven para aprender.

La disposición del tiempo no responde a lo que decías que era el más importante de los cambios educativos: el propósito.
Exacto. ¿Cuántas horas tenemos que hacer de catalán? Pues depende. Lo importante es quée quieres hacer, crear entornos de aprendizaje donde el tiempo sea lo que necesitan los alumnos para aprender. El tiempo no debe limitar o definir qué aprendes, debe ser al revés. Este es el cambio de mirada. Los árboles no crecen tirando de las hojas, era el título del libro de un psicólogo argentino, J. Miguel Hoffmann. Nos hemos creído que los procesos se pueden acelerar, que se puede aprender más deprisa y antes, pero no. La capacidad que tenemos los humanos de aprender ha variado poco. Y luego hay otro elemento: el tiempo que tú necesitas para aprender es diferente del que necesita otro.


Esto nos lleva a la personalización de la educación. ¿Es posible?
Lo debe ser. De eso trata la atención a la diversidad, y la inclusión. Tenemos que pensar que las evaluaciones no pueden ser iguales para todos. Dice Jaume Trilla que la atención a la diversidad nos hace más iguales y más diferentes. Iguales porque compartes con los compañeros una cultura, valores, formas de aprender, y diferentes porque en este proceso cada alumno encuentra lo que más le interesa, en lo que tiene más facilidad. La no personalización de la educación significa el fracaso.

Has sido 7 años presidente de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica (FMRPC). Tu centro ha participado en iniciativas pedagógicas diversas, como la coordinadora de escuelas 0-12 y ahora Escuela Nueva 21. ¿Crees que los motores de renovación en las escuelas se han diversificado?
Este cambio viene de diez o quince años atrás. Los Movimientos de Renovación Pedagógica tienen su gran momento entre los años 80 y 90, pero después aparecen muchas más iniciativas. Este análisis ya lo hizo la renovación pedagógica, que ahora tiene un carácter mucho más extendido, difuso… Esto es una realidad. Hay redes de escuelas sistémicas, libres, Waldorf, cristianas, de todo tipo. Y eso es un avance. Para que la cultura profesional se multiplique, se debe circular; las redes son una lucha contra el individualismo. La coordinadora de escuelas 0-12 funciona desde 1999, aunque con los últimos años de recortes ha perdido peso. Y Escuela Nueva 21 ha supuesto un intento de sacudida del sistema con más recursos, con instituciones con mayor capacidad como la Fundación Jaume Bofill o la UNESCO. Tienen claro que el cambio debe ser sistémico. Pero para mí, aquí, la debilidad es el papel de la escuela pública.

¿En qué sentido?
Temo que las escuelas públicas participen con la idea de “voy a mejorar mi centro”. Tenemos que conseguir que no participen solo a título individual. Que entiendan que están jugando un papel de revolución del sistema, porque es la pública la que debe conseguir el cambio sistémico a la Administración. ¿Cómo participan las privadas? Con algún centro, pero con voluntad de transformar toda su red. Pues las públicas deben hacerlo también al máximo como una red. Que el efecto sea multiplicador.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/joan-domenech-una-escuela-funciona-cuando-el-maestro-entiende-que-lo-es-de-todo-el-centro-no-de-su-clase/

Imagen:

http://eldiariodelaeducacion.com/wp-content/uploads/2016/09/Joan-Domenech.jpg

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El nuevo protocolo catalán contra los abusos sexuales a menores deja fuera las escuelas privadas

Por Pau Rodríguez

El Síndic de Greuges considera «inadmisible» que los colegios privados no estén sujetos a un protocolo que contempla los procesos de actuación cuando se detecta maltrato a menores

Se calcula que hasta el 15% de los menores sufren algún tipo de abuso a lo largo de su infancia, pero los casos que se acaban detectando no llegan ni al 1%.

El nuevo protocolo catalán para detectar y combatir el maltrato infantil en el ámbito educativo, aprobado el pasado 16 de junio, excluye los centros educativos privados. Lo ha denunciado este viernes el Síndic de Greuges (Defensor del Pueblo en Catalunya), Rafael Ribó, que considera «inadmisible» que una parte del sistema escolar quede fuera de una responsabilidad –la de prevenir y detectar los abusos a menores– que tiene que ver con los derechos universales de los niños.

En el texto queda claro que el ámbito de aplicación del protocolo son los centros del Servicio de Educación de Catalunya –es decir, los públicos y concertados–, y que a los privados sólo les afectan los puntos 4 y 5 del documento, donde se recogen los principios de actuación en caso de abusos y las indicaciones para la implantación del protocolo en los centros.

Así los centros privados quedan  exentos de cumplir el resto de puntos –en total son 12–, algunos de los cuales son tan importantes como el de la prevención –informar al alumnado, crear un clima de escucha en el aula, potenciar la educación afectiva y sexual– o el que detalla el procedimiento de actuación cuando se detecta un caso, que consiste en avisar a la familia del alumno, a la Inspección de educación, al departamento de Enseñanza y a la Fiscalía de Menores o los Mossos d’Esquadra.

El departamento de Enseñanza y el de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias dieron luz a este protocolo bilateral centrado en el ámbito educativo tras constatar casos de abusos a menores en los que el anterior protocolo, aprobado en 2006, se había incumplido. El más llamativo fue el de los Maristas Sants-Les Corts de Barcelona , un centro que «ocultó» a la Administración, según el Síndic, unas agresiones sexuales cometidas durante años por el profesor Joaquín Benítez que conoció en 2011.

«Otorgar un tratamiento diferenciado en la aplicación del protocolo en función de la financiación del centro no tiene justificación», reitera el Síndic, que recuerda que esto supone un trato discriminatorio y de desprotección hacia los alumnos de estas escuelas. En Catalunya los centros de titularidad privada representan un 6% del total: poco más del 2% en Primaria y Secundaria pero hasta un 20% en Bachillerato. Pero según ha recordado e l Síndic, también quedarían fuera del protocol las guarderías de iniciativa privada, que escolarizan en toda Catalunya casi 30.000 niños menores de tres años.

Un 15% son víctimas, pero se detecta menos del 1%

El Síndic de Greuges ha entregado este viernes al Parlament su Informe sobre el abuso sexual infantil en Catalunya , que además de constatar la exclusión de los centros privados alerta de una falta de difusión y formación entre los maestros sobre el contenido del protocolo a la hora de hacer prevención sobre el maltrato. Denuncia sobre todo que, seis años después de la aprobación en 2010 de la Ley de los derechos y las oportunidades en la infancia y la adolescencia, todavía no se han desplegado servicios como el de atención especializada a las víctimas.

Esto sitúa a Catalunya, según Ribó, en una situación de «infradetección» de las agresiones sufridas por niños y adolescentes. Mientras que por un lado se calcula que hasta el 15% de los menores sufren algún tipo de abuso a lo largo de su infancia, los casos que se acaban detectando no llegan ni al 1%.  Según los atestados policiales, en 2015 un total de 644 menores fueron víctimas de este tipo de abusos en Catalunya, 37 de los cuales en centros educativos y 12 en centros de menores.

El Síndic ha explicado que esta prevalencia de la victimización de un 15% es habitual en la gran mayoría de países europeos –el Consejo de Europa incluso habla en sus campañas «de uno de cada cinco»–, y siempre hay un gran desfase respecto a los casos que se detectan. Pero aun así Ribó ha concluido que «vamos muy atrasados» en todo lo que tiene que ver con la prevención y detección, sobre todo en cuanto a la creación de «servicios multidisciplinares» que impliquen agentes diversos como policía, escuelas, servicios sociales o servicios médicos.

Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/protocolo-catalan-sexuales-escuelas-privadas_0_566943801.html

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Las universidades catalanas han perdido un 23% de su profesorado en cinco años

Por:

Un informe constata que el 51% del Personal Docente e Investigador (PDI) de las facultades catalanas tiene un contrato temporal, un porcentaje muy por encima del 40% máximo que marca la ley.

Casi la mitad de los profesores universitarios tiene ya más de 50 años debido a la no sustitución de jubilaciones y a la reducción de contratos predoctorales y posdoctorales durante la época de crisis.

La cobertura de profesores en las universidades catalanas se ha visto recortada considerablemente desde el año 2009. Si se cuenta por dotaciones de docentes equivalentes a tiempo completo –lo que sería una jornada laboral entera–, las universidades públicas catalanas han perdido un 23% de su profesorado en los últimos cinco años. Así lo constata el informe El profesorado universitario en Catalunya, elaborado por el Observatorio del Sistema Universitario (OSU). Se trata de una completa radiografía sobre la situación del Profesorado Docente e Investigador (PDI) que alerta también de un aumento de la temporalidad de los docentes hasta al punto de que sobrepasa lo permitido por la ley.

Las jubilaciones que no se han sustituido –la tasa de reposición ha sido del 10% hasta el 2014–, la reducción drástica de contratos predoctorales y postdoctorales –pensados para los jóvenes investigadores que se podrían consolidar en el futuro como docentes– y la no renovación de más de 500 profesores asociados en 2010 son algunos de los motivos que explican este descenso en Catalunya, según apunta una de las autoras del informe, la profesora de Matemática Aplicada de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) Vera Sacristán.

La reducción del profesorado ha provocado, entre otros efectos, que la ratio de estudiantes por cada profesor haya retrocedido a niveles de 2004 . Desde entonces y hasta 2009, la ratio se redujo de 10,49 alumnos por maestro a 8,98, una cifra que en 2013 se volvía a encontrar en los 10,88. Pero los autores del informe señalan dos consecuencias de este recorte del cuerpo docente que consideran más graves: un aumento de la temporalidad en los contratos que supera el máximo previsto por la ley y un envejecimiento progresivo del profesorado.

Más contratos temporales de lo permitido

Si en 2004 el 54,3% de los efectivos docentes eran estables (es decir, funcionarios o contratados permanentes), ahora lo son el 48,7%. «Esta cifra queda lejos de lo que marca la legislación», lamenta Sacristán. El estudio recuerda que la última modificación de la LOU (Ley Orgánica de Universidades) establece que el personal docente estable en ningún caso puede bajar del 60% del total. Ahora, por lo tanto, se sitúa 12 puntos por debajo de lo que marca la normativa.

El porcentaje restante son los profesores con contratos temporales, la mayoría de los cuales son los llamados asociados, a tiempo parcial, una figura diseñada para cubrir necesidades concretas de docencia por parte de profesionales que ya tienen un puesto de trabajo fuera de la universidad. Si se cuenta por número de profesores –en vez de dotaciones–, los docentes a tiempo parcial son casi la mitad (47%) del total de profesores universitarios en Catalunya. ¿Es esto un problema?

«Ni es ni deja de ser grave: es un síntoma», responde Sacristán. «En titulaciones donde su figura es razonable, como Medicina, Periodismo o Arquitectura, si hay muchos no pasa nada, pero si su número crece en facultades como las de filosofía y letras es hora de empezar a dudar de lo que está pasando. Las cifras tan elevadas indican que algo falla», sostiene la autora del informe. El curso 2014-2015 había 7.306 profesores a tiempo parcial en las universidades, un volumen que no se observaba desde el drástico recorte de estos docentes en 2010.

Desde el OSU temen que el mayor peso de la temporalidad signifique un aumento de la precarización del profesorado, y alertan de la posibilidad de un repunte de la figura conocida como el falso asociado, denunciada por sindicatos y docentes e identificada en varios informes de la Sindicatura de Cuentas. El falso asociado es el profesor que se contrata en la categoría de asociado –para horas y necesidades puntuales compaginadas con un trabajo externo–, pero que termina asumiendo tareas y horarios propios del resto de docentes.

La mitad de docentes tiene más de 50 años

El otro gran problema que confirman los datos recogidos por el OSU es el envejecimiento del profesorado universitario. Si el curso 2004-2005 el porcentaje de PDI de más de 50 años era del 36%, ahora es del 46%. Es decir, que casi la mitad de los profesores universitarios catalanes sobrepasan la cincuentena. Entre los menores de 40 años, el porcentaje ha caído del 30 al 22%, según el informe. «Esto es pan para hoy y hambre para mañana», subraya Sacristán, que considera «muy preocupante» el acceso del personal joven a la docencia universitaria. «La brecha generacional se notará cada vez más», señala, y recuerda que muchas vías de acceso a la docencia, como los contratos predoctorales y postdoctorales, han quedado muy reducidas. «Ha habido años que incluso no ha habido convocatorias», sostiene.

Otra vía para equilibrar la balanza sería atraer profesorado joven extranjero, doctores de fuera que quisieran venir a vivir a Catalunya, pero Sacristán no tiene claro que los campus catalanes puedan ser lo suficientemente atractivos para ellos. Y se pregunta: «Teniendo en cuenta que casi la mitad del profesorado tiene más de 50 años, y que en facultades más modernas, asociadas a nuevas tecnologías, los docentes suelen ser más jóvenes, ¿cuál será el porcentaje de profesores mayores en otras titulaciones? «.

Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/universidades-catalanas-perdido-profesorado-anos_0_563444451.html

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Menos guarderías allí donde más se necesitan: desigualdades territoriales en la primera infancia

Por: Pau Rodríguez

En Santa Coloma de Gramenet, uno de los municipios más pobres de la provincia de Barcelona, sólo un 20% de los niños de 0 a 2 años en una guardería. En Sant Cugat, el pueblo más rico, la cobertura de esta etapa llega casi al 60%. Hay menos cobertura de guarderías allí donde más se necesita. O, lo que es lo mismo, hay indicios de que la política educativa de primera infancia es «regresiva», en palabras de Jaume Blasco, autor de un estudio De la guardería a las políticas para la pequeña infancia, publicado por la Fundación Jaume Bofill.

«La red de guarderías se ha desarrollado más en los municipios con mayor renta y nivel educativo y con menor paro», sostiene Blasco. La desigualdad territorial afecta también a la relación de centros públicos y privados. Sant Feliu de Llobregat, con un 38,5% de los niños menores de dos años en guarderías públicas, cuadruplica la cobertura de ciudades como Badalona (9,9%) o Blanes (12,7%).

Esto es especialmente problemático, según el autor del informe, si se tiene en cuenta que la escolarización entre los 0 y los 3 años es especialmente beneficiosa para los niños de familias sin recursos . Fuera de la guardería, sus padres y madres suelen tener más dificultades para garantizarles un entorno rico en estímulos y experiencias.

Cobertura de plazas en función del nivel de estudios y de paro del municipio. / Elaboración FJB

Cobertura de plazas en función del nivel de estudios y de paro del municipio. / Elaboración FJB

En general, el informe evidencia que es en los municipios grandes -las zonas urbanas- donde hay un déficit de plazas más «grave». La ciudad de Barcelona, a pesar de conseguir que más de la mitad de los niños de esta edad estén escolarizados -muy por encima de la media-, sólo puede atender el 56% de las demandas. Esto quiere decir que el curso 2014-2015 se quedaron sin plaza 3.000 solicitantes.

Pasa al contrario en los municipios pequeños, expone Blasco, donde muchos ayuntamientos «afanan» para no cerrar guarderías que se abrieron la década pasada y que, por el descenso demográfico y los efectos de la crisis económica, no consiguen llenar sus plazas . En el conjunto de Cataluña cada año quedan aproximadamente un 10% de plazas en la pública sin ocupar.

El Gobierno recorta el 50% de su aportación

Esta desigualdad territorial, que supone un agravio para muchas familias en función del lugar donde viven, tiene su origen, según el estudio, en una política que se ha limitado a regular y expandir esta etapa, sin dotarla de coherencia , y que además se ha visto agravada por los recortes. Desde 2004 -año en que se aprobó la llamada Ley de las 30.000 plazas- hasta 2015 se ha duplicado el número de guarderías públicas en Cataluña (de 422 a 883). Este impulso ha situado Cataluña por encima de la mayoría de comunidades autónomas y de la media europea en cuanto a tasa de escolarización a los dos años (un 44%), pero no ha corregido las desigualdades que existen entre sus municipios.

No ha contribuido, por el contrario, que la Generalitat haya recortado drásticamente su parte de financiación de las cuna: de 146,9 millones en 2009 a 71,6 en la actualidad, poco más de la mitad. Esta tijeretazo, en un sistema que se financiaba por tercios (un tercio la Generalitat, un tercio los ayuntamientos, un tercio las familias), ha supuesto, a grandes rasgos, que los municipios que han podido han tenido que aumentar su aportación, y el resto lo han confiado en el bolsillo de las familias. Las matrículas se han encarecido un 10% de media. Que el gasto en pequeña infancia haya sido de las más recortes prueba que «no ha sido una prioridad», dice Blasco.

Para hacer frente al desequilibrio del mapa actual, el estudio propone de entrada que el departamento de Enseñanza vuelva a asumir la parte que le toca de la financiación. Pero añade otras recomendaciones, como una «estrategia de expansión selectiva» de la red de escuelas -en función de los municipios con más necesidad-, o subvenciones para acceder al sector privado a aquellas familias que hayan quedado fuera de la pública y no tengan suficiente dinero para pagar la matrícula de la privada.

El informe recoge también que cada vez más municipios adoptan algún tipo de tarifación social, es decir, que las familias pagan por tramos en función de su renta. En la provincia de Barcelona estos pueblos ya representan el 61% del total.

Y el 55% que no va a la cuna?

Si un 44% de los niños de dos años van a guarderías, ¿qué pasa con el 55% restante? Algunas familias no acceden a pesar de solicitarlo, otros consideran que no es necesario que sus hijos vayan a la cuna, algunos padres y madres en paro optan por quedarse con los hijos en casa por razones económicas … La foto aquí es más difícil de encuadrar. Pero lo que sí constata el estudio es que las políticas de apoyo a este 55% de familias «son casi inexistentes».

«O te toca todo o no te toca nada», resume Blasco, en referencia a los sorteos para acceder a plaza. En este sentido, defiende que se deberían potenciar otras políticas de infancia como los permisos remunerados de parentalidad.

Este ha sido uno de los motivos -entre otros- que ha hecho aflorar los últimos años iniciativas al margen del sistema para el cuidado de los niños: desde servicios de espacio familiares, donde los padres y madres se encuentran para compartir dudas e ideas , hasta ofertas de horario flexible por parte del sector privado, pasando por iniciativas como las llamadas madres de día (educadoras que se hacen cargo de grupos muy reducidos de niños, a menudo en el propio hogar). A esta diversidad de iniciativas las une el haber proliferado al margen de la regulación vigente.

En este sentido, el estudio aconseja regular estas actividades menos para garantizar unos «mínimos de calidad» y unas «condiciones de funcionamiento».

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Familias que entran en las aulas

Por Pau Rodríguez

Cada vez son más los centros que se coordinan con las familias y las aceptan como un agente educador fundamental para la mejora de los resultados de los niños.

Grupos interactivos, asambleas en el centro, talleres de deberes conjuntos… son algunas de las formas que toma la participación de las familias cuando va más allá de las AMPA y del Consejo Escolar.

Carme repasa la lectura con Julia, su hija, en la biblioteca de la escuela Mas Masó de Salt (Girona), que está llena de familias -padres, madres, niños-, que hacen deberes y actividades conjuntamente. «Antes le costaba mucho leer y concentrarse sola, pero aquí aprendemos de forma divertida y se la ve más interesada», explica Carmen. Como ella, la mayoría de familias que participan en el taller de estudio asistido de Mas Masó -muchos de ellos no llevan ni medio año- están convencidos de la importancia que tiene su presencia en la escuela para el aprendizaje de sus hijos. «Están más motivados», «están contentos de ver que sus padres se preocupan», «cogen el hábito de estudiar también en casa», «mejoran los resultados»… Estas son algunas de las valoraciones que hacen Mohammed, Seidatou, Fatima, Lamiae, Carmen, Choumicha o Karima, todos ellos padres y madres de Salt que han decidido entrar en la educación de sus hijos al ver que la escuela les abría las puertas.

La escuela Mas Masó hace sólo dos años que tiene en marcha este programa de trabajo entre familias, alumnos y maestros -que supervisan la actividad-. En su caso lo hacen en horario extraescolar. Pero cada vez hay más centros que han visto en la implicación familiar una palanca hacia la mejora de los resultados de los niños y en la reducción de las desigualdades, y apuestan incluso para trasladar su participación dentro de las aulas y en la organización del centro. «La participación de las familias y también de otros miembros de la comunidad en el programa escolar tiene una gran incidencia en los resultados académicos de los niños», expresa Ramón Flecha, catedrático de Sociología en la UB y coautor del estudio Actuaciones de éxito en las escuelas europeas, que repasa diferentes modelos de centro europeos por encargo del Ministerio de Educación.

Pero la voluntad de muchos centros no se reduce a aumentar la participación de los maestros, sino que pretenden provocar un cambio de concepción de la escuela que permita a los padres y madres «sentir que forman parte de ella», en palabras de Gerard Ros, director del Mas Masó. «Nos paseamos por aquí como si fuera nuestra casa, los niños nos ven, venimos a la biblioteca…», explica la Karima. En este sentido, los programas de trabajo conjunto entre familias y docentes «van acompañados de una coordinación y un diálogo constante, de una predisposición de la escuela», explica Ros. De hecho, en este centro de Salt los maestros y padres y madres preparan juntos, cada lunes, las actividades y estrategias que seguirán durante el tiempo que pasan con los hijos en el taller asistido.

Grupos interactivos: las familias en clase

Entre las muchas experiencias de participación familiar en las escuelas juegan un papel principal las comunidades de aprendizaje, proyectos de centro que intentan implicar a todas las personas que influyen en el desarrollo del niño -maestros, amigos, vecinos, asociaciones vecinales, voluntarios y, sobre todo, familias- para mejorar su educación. Mas Masó es un ejemplo. En Cataluña hay unas 40 comunidades de aprendizaje. Otro caso es el de la escuela Tanit, de Santa Coloma de Gramenet, que hace años que por las tardes organiza grupos interactivos. «Durante una hora y media, la clase se divide en grupos, y para cada uno de ellos hay un referente adulto -puede ser un maestro, una familia o un voluntario-. Entonces los grupos de niños van rotando por las actividades de cada adulto, que son temáticas e interactivas, experimentales, con un componente de juego», relata Montse Ruiz, directora de Tanit.

«No se trata de enseñarles, sino que se enseñen entre ellos; los alumnos se esfuerzan por explicar lo que hacen, y eso obtiene unos resultados espectaculares», apunta Flecha, impulsor de las comunidades de aprendizaje en España. Màrius Martínez, profesor de Orientación Profesional de la UAB y referente también de la implicación familiar en las aulas, enumera más ventajas de estos grupos: el «trabajo en la heterogeneidad», «la colaboración» o incluso «el empoderamiento de los padres y madres «, que en algunos casos piensan, de manera equivocada, que no pueden aportar nada a la educación de sus hijos.

La directora del Tanit, que cuenta con este proyecto desde el año 2000, asegura que ya no sabría enfocar su relación con las familias de otra manera, y añade otras ventajas fundamentales. Por un lado, «si familia y escuela van juntos, el niño se siente reforzado y le sube la autoestima, se siente seguro porque todos vamos en una misma dirección». Además, «la presencia de familias y voluntarios al aula hace que tengas más personal, que disfrutes de una atención más personalizada que es clave, entre otras cosas, para reducir las desigualdades», subraya Ruiz.

Familias y maestros: una persona un voto

Considerar la familia como parte integrante de la escuela conlleva también darle cierta capacidad de intervención y decisión en el día a día de los centros. En la mayoría de escuelas, los padres y madres tienen voz a través de los canales clásicos: las AMPA -en tareas sobre todo de organización: comedores escolares, actividades extraescolares…- y el Consejo Escolar -organismo formado por diferentes actores de la comunidad educativa, entre los que se encuentran las familias, y que ahora pierde la capacidad de decisión con la entrada en vigor de la LOMCE-. Pero las escuelas que tienen comunidades de aprendizaje apuestan por reforzar la participación de padres y madres con comisiones mixtas -de maestros y familias- que se encargan de diferentes necesidades de la escuela y que rinden cuentas ante la asamblea del centro.

En la escuela Lledoners, de Granollers, estas comisiones tienen como objetivo «llevar a cabo proyectos que nos marcamos cada cuatro años». «Pueden ser de fomento de la lectura, de servicios extraescolares, de alimentación, de decoración…», comenta el director Ricard Las Heras, que añade que están formadas por «voluntarios que son familias, algún exalumno, entidades, el Ayuntamiento…» Y una vez al año deben rendir cuentas ante el plenario, una asamblea en la que toman parte los vocales de cada comisión, del AMPA y del Consejo Escolar. «Procuramos que haya consenso para aprobar los puntos, pero de entrada cada persona es un voto», explica Las Heras, remarcando que incluso en materia pedagógica los padres y madres tienen la misma capacidad de decisión que los maestros.

Horarios laborales, un inconveniente?

«Estoy encantada de poder venir a ayudar en la educación de mi hijo, porque si mis padres hubieran hecho lo mismo conmigo quizá ahora no estaríamos así, pero también es cierto que si encontrara trabajo no podría venir», explica Seidatou. En el caso de Lamiae, hay días que no puede venir, porque trabaja, y entonces es su hijo mayor el que viene a la escuela a ayudar al pequeño. Catalunya está lejos de conseguir una integración familiar como la de Finlandia, el país europeo de referencia en este aspecto, que reserva un espacio en las aulas para los padres y madres que quieran asistir a las clases. ¿Pero hasta qué punto no es culpa de las extensas jornadas laborales? ¿O de la normativa que rige los centros?

«Sí que hay muchos factores que lo dificultan: la conciliación laboral, la tradición, la falta de ayudas a las familias, incluso el marco legal… Pero al final es la escuela quien puede decidir si abre sus puertas o no», analiza Jordi Collet, sociólogo de la Universidad de Vic. «Todo son condicionantes, pero ninguno es determinante, y la prueba es que ya hay muchas escuelas que lo hacen muy bien», concluye Collet, que se muestra bastante crítico con la actitud hasta ahora de los centros y los docentes de aceptar la familia como agente educador.

Màrius Martínez, por su parte, profundiza en el hecho de que no es necesaria una participación como la finlandesa siempre que haya una «predisposición» por parte de centros y escuelas. «Tenemos que aceptar que la implicación puede tener varias intensidades, no se puede ser purista y pensar que la participación debe ser absoluta en todos los casos, porque mucha gente no puede», opina Martínez. Es tan importante aquel padre que toma parte de los grupos interactivos cada tarde como la madre que sólo tiene dos horas libres a la semana y las dedica a editar desde su casa la página web del centro. «Esto es la igualdad de las diferencias», sentencia Martínez.

Fuente: http://www.nodo50.org/filosofem/spip.php?article372

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La escuela se pregunta cómo evaluar las habilidades sociales y emocionales

Dos niñas juegan en uno de los pasillos de la escuela Congreso Indians. / SANDRA LÁZARO

A Jana le gustaría entrar en el club de amigas que han formado cuatro niñas de la clase de Tercero de la escuela Congreso Indians, pero ellas no le dejan. «Dicen que yo no era el día que lo hicieron», se lamenta esta alumna de nueve años ante su tutora. La maestra, ante esto, podría dirigirse ahora al grupito y forzarlas a integrar la Jana. Pero no lo hace. Al menos no todavía. Y le pregunta a la niña: «¿Y tú cómo estás?». «Yo estoy bien», responde ella, tranquila, y de repente traza una reflexión de una madurez inesperada en una niña de ocho años: «Quizás no hace falta que me preocupe tanto. Tengo más amigos, en clase, ya se cansarán «. La maestra le da la razón, le hace un mimo en el pelo y cierra la conversación: «Si te vuelve a preocupar, dímelo y hablamos».

Con su reacción, Jana, casi sin ayuda, ha ahorrado un conflicto que suele ser habitual en estas edades: las peleas por pertenecer a grupos, para jugar con este o con otro, por ser el mejor amigo de alguien. ¿Qué nota se merecería si quisiéramos evaluar su capacidad para gestionar emociones?¿Obtendría un 9 en resiliencia? Un notable alto en la llamada inteligencia intrapersonal?

Aquí no hay número que valga. Tampoco cuestionarios que sirvan. Lo sabe bien Àstrid Ruiz, directora de la escuela Congreso Indians, uno de los centros catalanes que con más convicción ayuda a sus alumnos a desarrollar las habilidades consideradas no cognitivas, todo lo que tiene que ver con las relaciones sociales, la capacidad de expresarse, los hábitos personales y, sobre todo, la gestión de las emociones. «No sé si hablaría de habilidades, para que esto no se puede entrenar. Hay que aprender a través de la vivencia «, considera Ruiz. Ellos lo tienen en cuenta en las evaluaciones: su progreso queda reflejado en el boletín que reciben las familias al final de cada trimestre. «En los informes partimos de una hoja en blanco, y cada maestra escribiendo el proceso que ha hecho el alumno a lo largo del trimestre», explica la directora, «esto incluye centrarnos en las 8 inteligencias múltipes, entre ellas la interpersonal y la intrapersonal «. ¿Cuál es el vínculo de los más pequeños con los adultos o como se ayudan entre los más grandes son algunos de los aspectos que terminan plasmados en el boletín.

¿Se puede evaluar el progreso emocional? ¿Se puede medir la capacidad de tener empatía? ¿Y la solidaridad? La pregunta es pertinente. Todos estos elementos, que conforman el tronco de las relaciones sociales y afectivas, son cruciales para la vida -presente y futura- de los actuales escolares, por lo que los maestros los están incorporando poco a poco en su día a día. «Las habilidades no cognitivas -entre ellas la motivación, la capacidad de planificar a largo plazo, la regulación socio-emocional necesaria para trabajar con otros- tienen un impacto decisivo en los salarios, el empleo, el acceso a la universidad, los embarazos adolescentes, la participación en actividades de riesgo o en los hábitos de salud «, resumía James J. Heckman, premio Nobel de economía, a Giving Kids en Fair Chance (dar una oportunidad a los niños), su célebre libro dedicado a la el impacto de la socialización de los niños sobre todo en etapa preescolar.

La gestión de las emociones y de las relaciones sociales, pues, les será muy útil a los alumnos cuando sean mayores. Este es un buen motivo por el que cada vez más escuelas cuidan de estos aspectos. Pero no es el único. Otro es que favorece el clima para aprender. «Las emociones son la puerta de entrada del aprendizaje», sentenciaba la OCDE en su estudio de 2010 The nature of learning , una exhaustiva síntesis de investigaciones científicas sobre cómo aprenden las personas.Los principios del aprendizaje, que pasan, tal como han intuido también muchos maestros durante décadas, por la motivación, la cooperación o el conocimiento de uno mismo.

También la neurociencia ha dicho la suya. «La memoria almacena con mucha más eficiencia cualquier suceso que tenga una carga emocional. Aplicado a la educación, esto implica que cualquier aprendizaje con carga emocional quedará más bien fijado, y se podrá recuperar y utilizar de manera más eficiente «, escribía recientemente en el diario Ahora el investigador de genética de la UB y divulgador David Bueno.

En escuelas como el Congreso Indians, que aplican una pedagogía viva o activa, se tiene especial cuidado del bienestar emocional de los niños. Se intuye sólo entrar de madrugada, cuando maestros, familias e hijos -los que lo necesitan- comparten un espacio de acogida para que la entrada al centro sea menos chocante, sobre todo los más pequeños. De hecho, a principios de curso, cuando alumnos de P-3 de todo el país lloran a las puertas de muchas escuelas para que por primera vez se separan de los padres, en el Congreso Indians las familias pueden entrar con ellos en clase cada día durante semanas . «Nuestra mirada está puesta en el vínculo y en la sensación de cuidado; cuando están seguros, aprenden «, expone Ruiz, que considera clave las primeras etapas de escolarización. «Por eso es muy importante el acompañamiento de las familias en general, aunque algunos niños no puedan tener sus padres, pero al menos ven muchos adultos. Entrar en un aula donde de golpe estás con 25 niños como tú y un solo adulto te puede hacer sentir muy descuidado «, dice.

Dos niños juegan con una de las estructuras del patio de la escuela / SANDRA LÁZARO

Dos niños juegan con una de las estructuras del patio de la escuela / SANDRA LÁZARO

Entre la ley Campbell y la necesidad

La pregunta, sin embargo, sigue sin una respuesta firme. ¿Cómo debe evaluar la escuela las habilidades sociales y emocionales? «Cuesta tener datos objetivos», reconoce Ruiz. «La gran herramienta que tenemos sigue siendo la observación del maestro», sostiene. Una mirada que se fija en indicadores como la capacidad de los niños de poner límites, de expresarse sobre qué les gusta y qué no, de resolver conflictos entre ellos sin la intervención del maestro, de ayudar a los más grandes a los más pequeños, de gestionar su aprendizaje …

¿Pero qué pasaría si ahora recogemos todos estos indicadores, los ordenamos, estandarizado y elaboramos cuestionarios desde el Ministerio de Educación de turno para distribuir a todas las escuelas? Que podría entrar en las aulas la temida Ley Campbell : cuanto más valor mujeres a un indicador a la hora de tomar decisiones, más presión le pones y más tiende a pervertir el propio proceso que evalúa. Es un extremo al que se ha llegado a los Estados Unidos con el exceso de pruebas estandarizadas, los resultados se condicionan la valoración de los maestros o la financiación de los centros.

«Por un lado nos encontramos con que tenemos que poder medir lo que desarrollamos, porque si no en la práctica no sabemos que existe, pero debemos tener cuidado de no estandarizar esto para no acabar cayendo en el teach to the test», expone Eduard Vallory, presidente de UNESCO Cataluña y director del programa Escuela Nueva 21. Esta es, según él, una «tensión» que hay que administrar.«No tiene sentido que escuelas e instituciones públicas se planteen propósitos competenciales y no sepan medirlos», argumenta, y hace referencia a los currículos del departamento de Enseñanza, donde aparecen algunas de estas competencias de carácter más social, pero sin pistas para medir el progreso, una tarea que queda a merced de la voluntad e intuición de las escuelas.

«El primer reto es asumir que no tenemos que poner una nota en todo», expone Francina Martín, presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat, aunque recuerda que este no es un dilema nuevo en el mundo de la educación. Ya la LOGSE, la ley socialista aprobada en 1990, daba un pequeño margen en la nota de los alumnos para evaluar las actitudes. Así y todo, pero, intentar quantificar la solidez emocional o la capacidad de trabajar en equipo no es una buena idea, según Martín.

Lo ha constatado en parte la psicóloga Angela Duckworth en el estudio Mesurement Matters: Assessing Personal calidad Other than Congitive Ability for Educational Purposes , donde evidencia las imperfecciones de aplicar medidas de evaluación tradicionales -las que se aplican a los conocimientos- para competencias socio-emocionales. El informe, que toma como ejemplo la competencia de autocontrol, constata «limitaciones» en las evaluaciones a partir de cuestionarios de alumnos y maestros. Entre ellas, los sesgos de la percepción de cada uno, la falta de comprensión de lo que se pregunta o la posibilidad de que los alumnos respondan lo que les gustaría, pero que está lejos de la realidad.

No hay una solución perfecta sobre cómo evaluarlo, pues. Lo que hay son escuelas como Congreso Indians, que ni cuantifican ni puntúan, pero sí se atreven a darle valor a identificar su desarrollo. «La alternativa no puede ser que no se mida nada, porque entonces no tendríamos ninguna garantía de progreso», afirma Vallory.

Una aproximación a esta evaluación la están haciendo también en Finlandia, que en septiembre estreno un curriculum donde incluye lo que ellos llaman competencias transversales, desde saber expresarse hasta tener cuidado de uno mismo. En una entrevista en El Diario de la Educación , la principal responsable de la reforma, Irmela Halen, detallaba que han fijado cuál debe ser un buen nivel de logro de estas competencias según cada edad, pero la evaluación queda «en manos de los maestros, que han recibido una formación de altísimo nivel para hacerlo «, explicaba.

Uno de los ambientes de la escuela Congreso Indians. / SANDRA LÁZARO

Uno de los ambientes de la escuela Congreso Indians. / SANDRA LÁZARO

Dirigirse a acompañar

Sería ciertamente difícil por el maestro cuidar los aspectos emocionales de los niños si tuviera que impartir una clase ante 25 alumnos sentados en sus respectivos pupitres. Por eso este no es el caso de escuelas como Congreso Indians, que han tenido que transformar el planteamiento educativo tradicional para adecuarlo, aseguran, los ritmos de los niños. Los ambientes -así llaman a los espacios de las antiguas aulas-están adaptados con diferentes rincones por donde se mueven los niños, solos o en grupo, y en los que trabajan con materiales educativos diversos: desde un mercado donde una pareja hace cálculo mental comprando fruta hasta materiales manipulables Montessori o un puñado de cuentos. Es con esta disposición, explica Ruiz, que la maestra se puede ir paseando por el aula, acompañando a unos y otros, y atenta a lo que les preocupa o ilusiona.

Es la pedagogía no directiva. El maestro no dirige, sino que acompaña el aprendizaje de los niños.También su desarrollo emocional. «Si todo lo dirigimos los adultos, incluso las emociones, como llegarán a autorregularse?», Se pregunta Ruiz. «Para nosotros es importante canalizar estas emociones y que las manifiesten, siempre sin agredir», expresa, y subraya el valor que tiene que los alumnos puedan resolver sus conflictos sin la intervención de los adultos. «Para nosotros es importante acompañar desde la calma, no desde el grito, porque si t’emprenyes con él el miedo lo paraliza … Hay niños que con 5 años ya vienen y te dicen: ‘yo soy malo’. De las veces que se lo han dicho «, lamenta la directora.

Que la pedagogía de la escuela sea no directiva no quiere decir, sin embargo, que en el centro reine el caos. Al contrario. Sorprende la calma con la que decenas de niños se mueven, juegan y trabajan sin estar bajo una batuta de un adulto. No hay gritos ni peleas. «Cuando aprenden a resolver sólo los conflictos acabas viendo que a la larga, por ejemplo en nuestro caso a Tercero, ya no te encuentras con ningún caso de peleas o puñetazos».

A las 10 h, después de la acogida con las familias, los niños hacen la asamblea diaria en sus espacios de referencia. «Es el momento de reforzar el sentimiento de pertinentça al grupo», relata Ruiz.Después, ya lo largo de la mañana, se combinan las horas de trabajo cada uno en su ambiente con las de libre circulación, en el que los alumnos pueden recorrer los diferentes espacios de la escuela, mezclados por edades, ya sea para bajar al patio a pintar un cuadro o revisar cómo está el huerto, o bien quedarse dentro haciendo juegos matemáticos con algunos compañeros.

Pero con tanta libertad para decidir … ¿ya aprenderán todo lo que sale en el curriculum? Esta es la pregunta recurrente a la que deben hacer frente escuelas como Congreso Indians, que podría dar pie a la sospecha de no ser porque este centro es público y responde, como todo lo demás, el currículo del departamento de Enseñanza. «Tenemos la seguridad de que estamos dentro del sistema y cumplimos al currículo, lo que cambia es el cómo», explica Ruiz.

El cómo quiere decir, por ejemplo, no forzar a los niños a llenar fichas para aprender a leer y escribir desde muy pequeños, sino respetar que cada uno de ellos se interese por la lectoescritura cuando quiera. «Y nunca nos ha pasado que terminen segundo sin saber leer: se trata de confiar en los procesos de aprendizaje desde la pasión, que en los niños es innata», concluye.

Fuente: https://translate.google.co.ve/translate?hl=es&sl=ca&u=http://diarieducacio.cat/lescola-es-pregunta-com-avaluar-les-habilitats-socials-i-emocionals/&prev=search

Imagen: http://diarieducacio.cat/wp-content/uploads/2016/06/unspecified-3.jpg

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