Page 170 of 570
1 168 169 170 171 172 570

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

África/18 Julio 2019/Fuente: El país

Desde novela, poesía o relato pasando por el ensayo, la filosofía o la ciencia ficción. Hay de todo y para (casi) todos los gustos

Por fin llega el verano, las ansiadas vacaciones. Nos esperan largas tardes en las que nos imaginamos tirados en la arena, encima de una hamaca o sentados dentro de algún medio de transporte. Y siempre rodeados de libros. Dentro de las maletas o al alcance de las manos puedes tener algunos de estos títulos. O todos…

Seis títulos atemporales

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Murambi, el libro de los huesos de Boubacar Boris Diop. Editorial 2709books (digital) y Wanafrica (papel). Trad. Mireia Porta i Arnau.

Abril, 1994. Ruanda se rompía, hace 25 años, ante la mirada esquiva del resto del planeta. Boris Diop partiendo de su confesión sobre su propio desconocimiento escribe una novela sobrecogedora, lúcida y profunda. El mundo miraba a otra parte mientras morían asesinadas más de 800.000 personas en cinco semanas. «Siempre ocurría tan lejos», explica uno de los personajes al comienzo de la novela en países al otro lado del mundo… «Pero en aquel principio de abril de 1994, el país al otro lado del mundo era el mío».

Mi carta más larga de Mariama Bâ. Wanafrica. Trad. Sonia Marín Pérez.

Imposible de conseguir desde hacía mucho tiempo, pocas novelas provenientes del continente africano han sido tan demandadas como esta (traducida también a euskera bajo el título Hain gutun luzea). La senegalesa apenas escribió otra obra más, inédita en castellano Le Chant écarlate, pero Mi carta más larga fue suficiente para colocarla en la cima de las letras africanas y en el centro de nuestro corazón lector.

Algún día escribiré sobre África de Binyavanga Wainaina. Sexto piso. Trad. Jesús Gómez Gutiérrez.

Murió este mismo año el escritor, el incombustible e inesperado pertrechador de nuevas ideas e imágenes originales que hacían virar nuestro confortable punto de vista. Pero nos deja sus brillantes memorias (incompletas ya), donde descubría, retorciendo la vida, lo cotidiano y maravilloso que puede ser todo. En ellas un joven Wainaina anunciaba que iba a aprender giyuku (para hacer ”magníficos anuncios descolonizados sobre la Coca-Cola”. Dicen que le han visto por ahí bailando con Brenda Fassie.

Época de migración al norte de Tayeb Salih. Huerga y Fierro Editores y Alcor.

Escrita en árabe, su autor, originario de Sudán, tenía en mente contar un asesinato. La novela final nos habla de dos mundos, mientras nos sumerge en una trama llena de sensualidad y en la que la se leen dedicatorias como esta, máxima atención: “A todos los que ven con un solo ojo y hablan con una sola lengua, a aquellos para quienes las cosas sólo son blancas o negras, orientales u occidentales”.

Tierra sonámbula de Mia Couto. Alfaguara. Trad. Eduardo Naval.

Su reciente traducción a catalán (Terra somnàmbula), nos devuelve este libro imprescindible, pura literatura, que te imanta y te hace difícil el cerrarlo del todo, es de los que se quedan pegados en la mente como una especie de nube durante días. Conmueve con sus frases y sus historias, tan llenas de poesía y belleza y al tiempo tan llenas de sufrimientos y silencios. Como dice Gustau Nerín: “Couto no fabula, no inventa, pero sí poetiza. Consigue dotar de una gran ternura y sensibilidad a las más siniestras historias”.

La flor púrpura de Chimamanda Ngozi Adichie. Ramdon House. Trad. Laura Rins.

La primera novela que publicó la nigeriana es una de formación que se inicia con una mención a Todo se desmorona de Chinua Achebe. Elogiada por J. M. Coetzee, este la definió como: «la conmovedora historia de una niña expuesta demasiado pronto a la intolerancia y a la cara más horrible del Estado de Nigeria».

Seis inclasificables

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Quién teme a la muerte de Nnedi Okorafor. Crononauta. Trad. Carla Bataller.

De esta obra ha dicho Nawal el Sadawi: «Nnedi Okorafor nació en Estados Unidos, pero sus raíces nigerianas son tan fuertes que impregnan su trabajo con fantasía, magia y realidad africana. Muchas personas necesitan leer Quien teme a la muerte: es un libro esencial». La portada es una maravilla del sudafricano Joey Hi-Fi.

La revolución vertical de Ngugi wa Thiong´o. Rayo Verde.

A la publicación en castellano en formato libro del relato La revolución vertical, escrito en origen en gikuyu, que, gracias al colectivo Jalada Africa, se ha conseguido traducir a más de 80 lenguas, se une ahora la posibilidad de leerlo en catalán, euskera y gallego (Rayo Verde,Txalaparta, Falamos de Libros), asturiano (Rayo Verde) y aranés (Pagès editors). Con ilustraciones de Agustín Comotto y con canción incluida.

Amnesia colectiva de Koleka Putuma. Flores raras. Trad. Lawrence Schimel y Arrate Hidalgo.

Publicado por la pequeña editorial sudafricana, uHlanga Press, se ha convertido en un bestseller. Poemas directos, como dardos, como explosiones, que parecen arañar desde la profundidad de la que quieren salir. Sus versos aglutinan lo colectivo y se cierran sobre núcleos íntimos. Condensando el trauma y el dolor en estrofas potentes y rotundas que horadan sobre la cuestión racial, de género y sexual. Pero Putuma no se conforma solo con esto y quiere también contar historias de amor y de alegría

Cuentos para niños perdidos de Diriye Osman. Team Angelica Publishing. Trad. Héctor F. Santiago.

El autor se describe a si mismo de esta manera; “primero somalí, segundo musulmán y tercero homosexual”. Bernardine Evaristo ha dicho sobre el libro: ”Uno de los grandes placeres de leer es encontrar libros que narren historias que no suelen aparecer en la literatura comercial. Este es una cruda colección de relatos sobre la experiencia queer somalí. Casi todos tratan sobre el exilio: de la familia, del país, de la cordura, de uno mismo. Osman consigue manejar con soltura la tradición del cuento”.

La pesadilla de Obi de Ramón Esono. Autoedición. Varios autores (Chino y Tenso Tenso).

Estamos ante una novela gráfica que narra en tono de crítica delirante las desventuras de un personaje, trasunto de T. Obiang, que una mañana despierta convertido en un guineano más, víctima de la miseria y de la opresión de su propia dictadura. La obra se ha expuesto en varias ciudades españolas y nos habla de la capacidad del tebeo o cómic también para alterar, denunciar y crear conciencia.

Nuestra hermana aguafiestas de Ama Ata Aidoo. Cambalache. Trad. Marta Sofía López.

Podría estar en la lista de “atemporales”, pero la colocamos aquí por ser, además, una obra muy peculiar, un híbrido maravilloso. Aidoo propone un viaje a la inversa del formulado en El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Su traductora escribe en el prólogo: “la novela-poema de Aidoo es, con mucha diferencia, una de las obras más audaces, «modernas», visionarias y radicales que han surgido de África en la época de las postindependencias. O quizás la más”.

Seis novedades

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Bajo las ramas de los udalas de Chinelo Okparanta. Baile del Sol. Trad. Iballa López

Volvemos a Nigeria y a la guerra de Biafra. Ijeoma es cristiana igbo y Amina musulmana hausa. Son dos jóvenes que, a pesar de las diferencias, se aman. Okparanta ganó en 2014 el Premio Lambda Literario por su colección de relatos Happiness, Like Water en el que ya trataba una relación lésbica.

Doce relatos urbanos. Doce voces africanas, ed. Ángeles Jurado. Casa África y Baile del sol.

En torno a la ciudad, transportándonos a lugares como Abiyán, Lagos, Ciudad del Cabo, Dakar o Malabo, 12 escritores/as nos proponen sus historias. Son Véronique Tadjo, Trifonia Melibea, Noo Saro-Wiwa, Ken Bugul, Chimamanda Ngozi o Boubacar Boris Diop, entre otros. La ciudad de Tánger se la guarda Antonio Lozano para descubrirnos que es un lugar inmortal.

Antología poética de Gabriel «Mwènè» Okoundji. Pre-Textos

De versos como este está lleno este libro: «Se necesita todo el silencio de las palabras para decir tu nombre». El del poeta, admirador de Césaire, es uno de los más reconocidos. Originario de República del Congo, en 2010 le concedieron el “Gran Premio del África negra”. Su traductor y prologuista, Leandro Calle, recoge las palabras de Okoundji, quien afirma “No somos ante todo seres de inteligencia, somos ante todo seres emocionales”.

Cuarenta años esperando a Isabel de Said Jatibi. Baile del Sol. Trad. Noemi Fierro.

El escritor argelino nos introduce en la historia de Yousef, un pintor a quien, para sus últimas obras, la inspiración le llegará de la figura de Isabel Eberhardt. Jatibi repasa la historia de Argelia reciente desde la guerra de liberación al momento en el que en la década de los noventa se apunta al triunfo de los islamistas.

En el jardín del ogro de Leila Slimani. Cabaret Voltaire. Trad. Malika Embarek.

Trama dura, en la que somos testigos de cómo ese castillo de cristal tan firmemente construido que parece la vida de Adéle, la protagonista que parece tenerlo todo, se corroe por dentro a fuego lento ante la opresión exterior. Nada colma a Adéle para la que lo que la rodea ha dejado de tener sentido, empujada a encadenar relaciones sexuales sin parar. La vida familiar, tan presente en Canción dulce, aparece también en esta novela como el lugar donde parecen fraguarse los destrozos íntimos más crudos.

Corazón que ríe, corazón que llora de Maryse Condé. Impedimenta. Trad. Martha Asunción Alonso.

Premio Nobel alternativo de literatura 2018, este libro es una colección de 17 relatos que cuentan episodios de su infancia y juventud. En la biografía de Condé, mujer viajera en extremo, destacan dos paradas: la de su origen, entre su mundo caribeño y la metrópoli francesa, y la de África a donde llegó en búsqueda de sus orígenes (lo que la llevó a afirmar: “el orgullo de ser negra, el orgullo de ser mujer, el orgullo de ser lo que soy, ha sido África quien me lo ha aportado”).

Seis para pensar, saber

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Afrotopia de Felwine Sarr. Los libros de la Catarata y Casa África. Trad. Alba Rodríguez.

En esta obra, el pensador acuña dos nuevos términos. Estos son, Afrotopos “ese lugar todavía no habitado por esa África que viene” y Afrotopía “una utopía activa que pretende sacar a la luz los vastos espacios posibles de las realidades africanas y fecundarlos”. Son solo dos apuntes de un libro que abre el camino para que el continente se repiense, se represente y se proyecte.

Las mentiras que nos unen de Kwame Anthony Appiah. Taurus. Trad. María Serrano.

El filósofo angloghanés ha escrito un libro con la idea central de echar por tierra un error en el que solemos caer: «el de dar por hecho que en el corazón de cada identidad residen unas similitudes profundas que vinculan a todas las personas que comparten dicha identidad». En este sentido, analiza la cuestión identitaria, un eje en torno al que, sobre todo hoy en día, giran debates, opiniones y controversias.

Breve historia del África subsahariana de Eric García Moral. Nautilus.

“En estas páginas (el lector) no encontrará la historia africana en su totalidad, sino sólo una parte de ella”, se lee en su prólogo. Dirigido a un público general, no pretende ser un manual erudito y fue concebido como un libro que, potencialmente, podría leer gente que nunca ha oído hablar de la historia africana. Su autor, convencido de que hay que acercar la Historia a la gente, nos la cerca de manera sencilla pero siempre rigurosa.

El Himen y el Hiyab: Por qué el mundo árabe necesita una revolución sexual de Mona Eltahawy. Capitán Swing. Trad. María Porras.

Elthawy nos muestra que las mujeres árabes desde el estallido de las primaveras árabes han luchado por una doble revolución: contra los regímenes represivos y contra un sistema económico y político que reprime a las mujeres en Egipto, Libia, Túnez, Argelia entre otras naciones… El libro es, en opinión de Juan José Martín-González, “una llamada a la revolución y a la rebeldía y un cuestionamiento del sistema patriarcal árabe desde sus bases y dirigido a las propias víctimas de dicho sistema”.

Congo, Una historia épica de David Van Reybrouck. Taurus. Trad. Catalina María Ginard

700 páginas. A través de ellas el historiador belga rompe estereotipos mientras traza la trayectoria de este país colosal hasta la actualidad. Jeune Afrique ha dicho de esta obra: “Un ovni editorial que mezcla hábilmente los enfoques histórico, periodístico y literario. Es imposible dejarlo.”

Nuevas voces de la literatura de Guinea Ecuatorial 2008-2018, edición de Juan Riochí. Diwan.

En la antología participan 21 autores de Guinea Ecuatorial que nos dan la oportunidad de conocerlos y acercarnos a estas (nuevas) letras. Entre ellos, Ángela Nzambi, Edjanga Divendu Jones, Francisco Ballovera Estrada, Fumilayo Johnson Sopale, Guillermina Mekuy, Juan Riochí Siafá, Lucía Mbomío Rubio, Paloma Loribo (Paloma del Sol) o Recaredo Silebo Boturu.

Seis sin traducir (aún)

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Dance of the Jakaranda de Peter Kimani. Akashic Books.

Recomienda Chema Caballero: “Misterio, historia y poner en el centro a los asiáticos ausentes en la literatura africana. Una trama muy bien escrita que nos cuenta la historia de la construcción del tren en Kenia y la llegada de los asiáticos, cómo vivieron y cómo fueron discriminados, a la vez que ellos también discriminaron a los kenianos”.

Luanda, Lisboa, Paraíso. Djaimilia Pereira de Almeida. Companhia das Letras.

Recomienda Adriano Mixinge: “Recrea la nueva Angola desde la perspectiva diaspórica y global; la autora está preocupada con la memoria y la historia de la construcción de un imaginario póscolonial. Además, es preciosista en la escritura, demostrando un rico imaginario interior”.

Camarade Papa de Armand Gauz. Le nouvel Attila.

Recomienda Ángeles Jurado: “Es un retrato de la época en la que la colonización empezaba en esa zona de África que explica muchas de las cosas que pasan en la actualidad, mucho de lo que es Costa de Marfil hoy. Describe la riqueza y complejidad de las sociedades africanas precoloniales y el choque entre colonizado y colonizador. Además de estar maravillosamente escrito”.

Banat al-sabbar de Karima Ahdad. Le Fennec.

Recomienda Gonzalo González Padilla: “Está escrito por una mujer joven marroquí. Ofrece una visión crítica y al tiempo polifónica de la situación de las mujeres en el entorno rural. Está muy bien escrito y me recuerda a la prosa de Mohamed Chukri. el autor del Pan a secas”.

Kintu de Jennifer N. Makumbi. Transit Books.

Recomienda Arrate Hidalgo: Hay que leerlo. Porque es una épica familiar como pocas he conocido, porque sus personajes con sus dolores y esperanzas se quedan contigo mucho después de cerrar el libro, porque la voz de Makumbi es multicolor y profundamente humana.

Ebamba Kinshasa-Makambo de Richard Ali A Mutu. Mabiki.

En lingala se publicó esta obra en 2014 ya que este joven autor, nacido en República Democrática del Congo escribe en su lengua materna. Traducida a inglés por Bienvenu Sene Mongaba, bajo el título Mr. Fix It, es la primera novela en lingala en lograrlo. La obra se desarrolla en Kinshasa, ciudad de la que realiza un verdadero retrato (ciudad de la música y la moda), y cuenta la historia de un joven congoleño que lucha y trata de sobrevivir dividido entre la tradición y la modernidad.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/07/11/africa_no_es_un_pais/1562836732_219748.html

Comparte este contenido:

Estas mujeres no quieren que les digan cómo ser feministas

18 Julio 2019/Fuente: El país

Cuatro mujeres de distinto origen, religión, raza, identidad de género y orientación sexual explican por qué creen que el movimiento no incluye sus reclamos

Hay algo que une a las cuatro protagonistas de esta historia: todas son feministas, pero no sienten que el movimiento las represente. O al menos no por completo. En su vida diaria no las discriminan solo por ser mujeres, sino también por ser migrantes, no ser blancas o tener una orientación sexual diferente. Consideran que el feminismo debe tener en cuenta estas cuestiones para abarcar las problemáticas de todas las mujeres. “No se nos escucha y se nos dice cómo tiene que ser nuestro feminismo”, dice la profesora Zenib Laari.

El debate no es nuevo. Ya en los años 80, la activista Angela Davis publicó el libro Mujeres, raza y clase que criticaba cómo el movimiento feminista dejaba sistemáticamente fuera a las mujeres afroamericanas y de clase baja. Y en las últimas semanas el fraccionamiento del feminismo ha vuelto a estar de actualidad en España. Durante unas charlas organizadas por la escuela feminista Rosario Acuña en Gijón, la filósofa Amelia Valcárcel afirmó que la teoría queer es un “troyano” que puede destruir la lucha por la igualdad de las mujeres. En seguida, la FELGTB la acusó de marginar a las mujeres transexuales de la lucha feminista. Días después, la secretaria de Igualdad del PSOE y vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, aseguró que el feminismo «no» es de «todas» sino que está vinculado al pensamiento socialista.

La interseccionalidad es una forma de abordar este problema. El término, acuñado por la profesora de la Universidad de Columbia (EE UU) Kimberlé Williams Crenshaw, contempla que una mujer puede estar oprimida por distintos elementos. La profesora lo ejemplifica con una imagen muy concreta. Para ella, el racismo, el sexismo, el clasismo o la homofobia son ejes que atraviesan nuestra cultura. “Pensad en calles que van del norte al sur y del este al oeste y que el tráfico es la discriminación que las atraviesa. Algunas personas viven en esas intersecciones”. El problema se agrava cuando los movimientos sociales que apelan a esas personas solo tienen en cuenta una de esas intersecciones y obvian las demás.

Hay un momento clave en el que el feminismo se fraccionó, para la artista y miembro de Afrogalegas Artemisa Semedo. Cuando a principios de los años veinte las sufragistas lograron el derecho a voto para la mujer en EE UU, las afroamericanas quedaron fuera. “Ese voto solo lo lograron las mujeres blancas y de clase media. Cuando las feministas negras aún estaban luchando por el reconocimiento de sus derechos básicos”, afirma Semedo. Y tuvieron que esperar 45 años más para que se eliminara la limitación del derecho a voto de los negros. Para retratar ese comienzo del afrofeminismo, la publicista Georgina Marcelino emplea la célebre frase de la activista negra Sojourner Truth: “¿Acaso no soy yo una mujer?”.

Tanto Georgina como Semedo creen que esa división sigue presente en el feminismo. Ninguna de las dos acudió a la manifestación del 8 de marzo porque sintieron que su presencia era requerida por distintos grupos feministas de una manera superficial. “Nos invitaron a participar a última hora, para darle un toque de color a la marcha, pero no nos escucharon”, explica Semedo. A Artemisa le habría gustado explicar que no se enfrenta a los mismos problemas una mujer española de clase media que una mujer migrante, negra, de clase baja, que no es heterosexual. Y a Georgina, que hace unas semanas moderó una mesa de debate en el Festival Antirracista que trataba este tema, le habría gustado entender por qué, mientras algunas mujeres iban a la marcha, muchas de las que limpiaban sus casas y cuidaban a sus hijos no pudieron hacer paro.

Ana María Pérez del Campo, feminista pionera durante el franquismo y la transición, cree que el feminismo lucha contra la desigualdad con independencia de que la mujer sea pobre, rica, blanca o negra. «Las mujeres tenemos la lucha perdida desde que nacimos. Y dar la batalla es tener la capacidad de unirnos». Admite que el feminismo aún no ha conquistado derechos al mismo nivel para todas las mujeres. «Ahí esta la razón para seguir luchando por la igualdad», remata. Para Lola Pérez, sexóloga y feminista, la crítica de las mujeres pertenecientes a las minorías es lícita. «Las feministas que están en el poder están muy cómodas en sus sillones y a veces no les interesa tener en cuenta a otras mujeres», explica.

Zenib Laari, hija de marroquíes, señala que el feminismo hegemónico no da cabida a las mujeres árabes y/o musulmanas. “No nos escuchan y nos dicen cómo tiene que ser nuestro feminismo”. Un punto de controversia entre ambos feminismos es el uso del hiyab o velo islámico. Algunas feministas, como la argelina Wassyla Tamzali, creen que llevar velo y ser feminista es incompatible. Y para Zenib, existe más de un único motivo para portar el velo. “Muchas veces, en Europa, las mujeres musulmanas lo usan como un símbolo de identidad por el que sufrimos discriminación pero que dice qué somos y qué queremos ser”. Aunque Zenib no lo usa normalmente, fue con velo a la marcha del 8M para demandar un feminismo interseccional.

Otro de los motivos que la llevó a reflexionar sobre el alejamiento entre el feminismo y la comunidad árabe fue el caso de la denuncia de abuso sexual y explotación laboral de las temporeras marroquíes en los campos de la fresa de Huelva. «No se le dio la importancia que debía porque eran mujeres analfabetas, migrantes y pobres», sentencia.

Fabiana Castro, una migrante mexicana y transexual, explica que su activismo se centra en buscar aliadas. Pese a que denuncia que en múltiples ocasiones ha sido excluida por no ser considerada mujer, o no se ha tenido en cuenta su realidad como mujer latina y migrante, cree firmemente en la sororidad como motor de progreso en los derechos de todas. “Si se usan nuestras interseccionalidades como pretexto para apartarse, muy difícilmente vamos a cambiar el mundo”.

Las cuatro coinciden en que el techo de cristal es un concepto que no les atañe a las mujeres ‘racializadas’ porque para poder llegar a puestos de responsabilidad, primero tienen que resolver asuntos básicos como el acceso a la vivienda, a un puesto de trabajo o a una regularización administrativa. Fabiana Castro cuenta que las mujeres transexuales tienen una tasa elevada de paro. Aunque ella estudió Ciencias de la Comunicación en su país, en España trabaja esporádicamente como limpiadora y en alguna ocasión se ha visto obligada a ejercer la prostitución. “Algunas mujeres blancas, frente al techo de cristal, están en el suelo. Nosotras estamos una serie de sótanos por debajo del suelo”, concluye Marcelino.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/07/15/actualidad/1563209191_774437.html

Comparte este contenido:

Libro: Derechos de los pueblos originarios y de la Madre Tierra Una deuda histórica (PDF)

Clacso

Autores: Ana González, Mariana Katz, Angélica Mendoza y Luis Romero Batallanos Wamani

Este cuaderno desarrolla parte de los contenidos del mó- dulo correspondiente a “Derechos de los Pueblos Indígenas y de la Madre Tierra” impartidos por Ana González a lo largo de varios años como profesora adjunta de la Cátedra Cultura para la Paz y Derechos Humanos, cuyo titular es el arquitecto Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980. Por ser un Cuaderno de Cátedra se sujeta a los contenidos básicos que todo universitario de Ciencias Sociales debe conocer sobre los Pueblos Indígenas.

Pero también es un texto que puede ser introductorio para el conocimiento de derechos de los pueblos originarios para toda persona interesada y preocupada por conocer a nuestros paisanos y apoyar sus luchas y demandas. El texto recoge ideas y desarrollos expresados, en conferencias y artículos, por la antropóloga Ana González. También se nutre de la experiencia y la reflexión desarrolladas a lo largo de más de dos décadas en el apoyo a las luchas de los Pueblos Indígenas de Argentina y de Nuestra América, en particular Guatemala y México. Se suman los aportes de la joven abogada Mariana Katz, de Luis Romero Batallanos Wamani y de Angélica Mendoza, todos integrantes del Equipo de Pueblos Originarios del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ)1 . La primera 1 El Servicio de Paz y Justicia es un organismo de Derechos Humanos regional que preside el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. 16 es ayudante de la Cátedra y ha litigado, y litiga, en defensa de comunidades y pueblos originarios, Angélica Mendoza es una militante de larga trayectoria en la causa indígena, mientras que Luis Romero Batallanos Wamani conjuga su experiencia en el Equipo del SERPAJ, con ser él mismo miembro de un pueblo originario.

descarga completa: Derechos_de_los_pueblos_originarios

*Fuente: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20190621051430/Derechos_de_los_pueblos_originarios.pdf

Comparte este contenido:

Todo sobre la implantación del aprendizaje colaborativo en el aula

Por: Educación 3.0.

 

Trabajar los contenidos curriculares en grupo, desarrollar habilidades sociales y mejorar el aprendizaje de las distintas materias son algunos de los objetivos del aprendizaje colaborativo. Hemos seleccionado cinco artículos de nuestra web con herramientas y experiencias en distintos niveles educativos.

Con la implantación del aprendizaje colaborativo en el aula los estudiantes trabajan los contenidos en equipo, lo que además de mejorar sus conocimientos académicos, les permite desarrollar habilidades relacionadas con las soft skills, útiles para su desarrollo laboral en el futuro. Para profundizar en esta metodología, recogemos cinco artículos publicados en nuestra web que ofrecen sus principales claves, herramientas y experiencias prácticas de otros centros educativos.

Qué es y cómo aplicarlo en el aula

Aprendizaje colaborativo

Este tipo de aprendizaje ayuda al alumnado a generar y a compartir proyectos de forma conjunta en las distintas asignaturas del curso. Es apto para todos los niveles educativos y estudiantes de todas las edades con la única diferencia de que la dificultad de las experiencias que se proponen en el aula es mayor conforme aumenta la edad de los estudiantes. También en este artículo se explica cómo aplicarlo según el curso académico y de qué forma implantarlo dependiendo del tipo de materia: científica o humanística.

Herramientas de gestión de proyectos colaborativos

apps aprendizaje colaborativo

Las siguientes soluciones ayudan a asignar y organizar tareas en un trabajo en grupo. Con ellas, el alumnado fomenta su capacidad de organización, aprende a estructurar las ideas, gestiona su autonomía en el proceso de creación del proyecto y tiene claras las tareas a realizar. También resultan útiles para que los docentes puedan crear proyectos y tareas, llevar a cabo un calendario online o dar a conocer el trabajo de cada uno de los integrantes del grupo.

La radio: un proyecto de aprendizaje colaborativo

radio aprendizaje colaborativo

En esta experiencia llevada a cabo en el CEP de Telde, en Gran Canaria, han utilizado la radio como recurso para poner en marcha esta metodología. Ésta permite trabajar de manera cooperativa gracias al rol asignado a cada uno de ellos, además de la atribución específica de tareas como la investigación y selección de información periodística. Los docentes encargados de este proyecto recomiendan partir del currículo escolar y de los distintos criterios de evaluación. Después,  seleccionar un tema y plantear al alumnado una pregunta con la que detectar sus conocimientos sobre el mismo y, a partir de ese momento, ayudarles a investigar.

Estaciones de trabajo: una dinámica para fomentar el trabajo colaborativo

estaciones de trabajo

Esta iniciativa permite introducir en el aula el aprendizaje colaborativo y trabajar el contenido curricular de manera gamificada. En el CEIP Manuel Bartolomé Cossío, en Madrid, han aplicado las estaciones de trabajo entre el alumnado de quinto y sexto de Primaria. Las tareas realizadas establecen distintos criterios de las materias, como la comprensión oral y escrita, estrategias para la resolución de problemas o habilidades básicas matemáticas… Una forma de desarrollar distintas actividades de forma simultánea y por la que pasan todos los estudiantes.

‘CARMA’: experiencia colaborativa en FPB

proyecto CARMA

En el IES Ingeniero de la Cierva de Patino, en Murcia, se trabajó un proyecto bajo el nombre de CARMA con los estudiantes de Formación Profesional Básica (FPB) haciendo uso de técnicas de aprendizaje colaborativo. En él se evaluaron estas  técnicas con el objetivo de innovar y mejorar las prácticas docentes, tanto en Secundaria como en Formación Profesional. El trabajo, de rango internacional, supuso, en su fase inicial, un estudio con las necesidades formativas del alumnado realizando un análisis de los datos que distintos países arrojaban sobre la tasa de abandono escolar y cómo aplicar las competencias de este tipo de aprendizaje con el objetivo de disminuir el problema.

Fuente de la reseña: https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/todo-sobre-implantacion-aprendizaje-colaborativo-aula/109499.html

Comparte este contenido:

Trabajar la resiliencia en clase a través de la neurociencia

Por: Marta Moreno.

 

Desafortunadamente, nuestras aulas se han impregnado de la obsesión del economista estadounidense Frederick Winslow Taylor por el tiempo, el orden, la productividad, el control y la eficiencia. Taylor no sólo ha impuesto una organización escolar mecanicista, también ha incidido en nuestra manera de pensar: existe ‘la’ forma óptima y verificable de alcanzar las cosas. Para buscar una solución, trabajar la resiliencia a través de la neurociencia en clase puede ser una idea perfecta.

Además, la expansión de esta creencia ha supuesto un incremento de la homogenización educativa en detrimento de la riqueza de la diversidad. Por ello, propagamos en nuestros entornos educativos que existe la mejor manera de dar clases, el mejor tipo de comida (la macdonalización), el mejor idioma para comunicarnos planetariamente, la mejor manera de vivir o un cerebro, una inteligencia o un estudiante tipo.

Sin embargo, no existe una única inteligencia o un estudiante tipo y tampoco existe la mejor manera de hacer las cosas. Hay muchas formas excelsas de dar clases, formas diferentes de vivir o infinitas versiones únicas del cerebro.

En este sentido, para promover la resiliencia en el aula se puede personalizar el aprendizaje, abrir las mentes, promover y valorar la diversidad y focalizar las fortalezas y potencialidades de cada estudiante.

Resiliar consiste en llevar a cabo la práctica deliberada

Según el ensayista canadiense Malcolm Gladwell, las personas excelentes son aquellas que alcanzan el estatus más alto en una determinada disciplina mediante una combinación de capacidades y talento, oportunidades aprovechadas o ventajas ocultas, y el trabajo duro y arduo. Pero principalmente la excelencia es básicamente el resultado del talento y la preparación.

NIño feliz

La Teoría de las 10.000 horas o la regla de los 10 años (10.000 horas como práctica de 4 horas diarias a la semana durante los 10 años) nos dice que hay que dedicar ese número determinado de horas a una actividad, como mínimo, para llegar a dominarla. ¿Quiere llegar a ser un estudiante genial? Prepárese, prepárese y prepárese.

Para nosotros, no  es cierta del todo. Es verdad que la capacidad de esfuerzo es clave para obtener la excelencia. Pero hacerlo porque sí no lleva a ningún lado. La solución pasa por comprender que hay diferentes maneras de esforzarse: para que el esfuerzo sea efectivo necesita dirección y propósito. El esfuerzo con dirección y propósito tiene un nombre: la práctica deliberada. En definitiva, las personas podemos ser excelentes gracias a crear nuestro potencial y desarrollarlo mediante la práctica deliberada.

«Es necesario comprender que hay diferentes maneras de esforzarse»

Y esta práctica deliberada implica salir de la propia zona de confort e ir más allá de las habilidades actuales para intentar hacer algo que no éramos capaces de hacer antes; dedicar la plena atención a la actividad y desarrollar acciones conscientes; tener motivación que nos exija el esfuerzo máximo; definir bien y de manera concreta los objetivos; tener en cuenta el conocimiento y la habilidad previa; proporcionar adecuada retroalimentación (respuesta inmediata); y repetir la misma tarea o similar.

Trasladar esto al aula es bastante sencillo: basta con crear hábitos mediante la práctica repetitiva, valorar el esfuerzo y dotarlo de dirección y propósito. También es válido proporcionar retroalimentación positiva inmediata y aprender tanto contenidos como destrezas o ‘soft kills’.

Resiliar consiste en promover la mentalidad de crecimiento

Las investigaciones de la profesora Carol Dweck han sido la contribución más importante comprender la relación que existe entre las habilidades intelectuales y las cualidades humanas. Para ello, elaboró una teoría sencilla pero avasalladora: la ‘Teoría de las mentalidades’. La idea central es contundente: todo está en nuestra cabeza. Las creencias previas que las personas sostenemos sobre nuestras cualidades humanas, nuestro talento, nuestro destino, nuestras habilidades intelectuales o nuestras habilidades deportivas condiciona nuestra prosperidad y nuestra mejora. El tipo de mentalidad que asumimos guía lo que pensamos, lo que hacemos, e incluso, guía cómo vivimos.

Pies pintados

Según ella, la mentalidad sería un sistema o constelación de creencias articuladas y tejidas alrededor de una nuclear que da sentido al resto. Si cambiamos nuestra mentalidad podemos obtener resultados distintos. Según Dweck, son dos las mentalidades básicas: la fija articulada (las habilidades intelectuales están fijadas) y la mentalidad de crecimiento (las habilidades intelectuales se desarrollan). En definitiva, la mentalidad de crecimiento permite a la gente llegar a ser y elimina la palabra nunca, algo que facilita la práctica de la resiliencia.

Para poner esta mentalidad dentro del aula, lo más importante es instaurar la cultura del todavía-no: “todavía no sé leer, no soy bueno, aún…”. También es imprescindible valorar los errores y promoverlo, así como elogiar con sabiduría el hacer y no el ser.

Fuente de la reseña: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/trabajar-la-resiliencia-en-clase-a-traves-de-la-neurociencia/109639.html

Comparte este contenido:

Retos virales en adolescentes: por qué ‘enganchan’ tanto y cómo alejarles de los peligros

Por: Karmen Pascual.

 

Hace solo unos días hablábamos del último absurdo reto viral entre los adolescentes, el ‘Desk Challenge’, que consiste en colgar una silla del perchero de clase y sentarse sobre ella con el pupitre encima.

La caída puede provocar duras consecuencias para la salud de los chicos. Pero los hay aún más peligrosos, que incluso pueden causar la muerte. Por eso, ante la avalancha de estos retos virales, hemos hablado con un experto en Tecnologías en niños y adolescentesJorge Flores Garcíapara qué nos explique por qué estos ‘juegos’ enganchan a nuestros hijos y qué podemos hacer los padres para protegerles.

Por qué atraen a los adolescentes

Jorge Flores, director de Pantallas Amigas, que promociona del uso seguro y saludable de Internet y otras TIC en la infancia y la adolescencia, nos explica que aunque no existen estudios sobre el porqué de los retos virales, sí que se pueden señalar cuatro factores por los que llegan a enganchar a nuestros hijos:

  • Los chicos persiguen el riesgo, una característica propia de la edad. No son conscientes del peligro real.
  • El triunfo de la cultura de la exposición y a competición, para tener seguidores y ganar atención.

Estos desafíos virales aportan singularidad, visibilidad y necesidad de aceptación y ellos buscan popularidad.

  • Los adolescentes tienen escasa empatía con lo que ven al otro lado de la pantalla. Se queda como si fuera una película, lo ven como una distracción, sin pararse a pensar por qué se hace y las repercusiones que ese reto genera en su entorno.
  • Las imágenes que aparecen en una pantalla, se normalizan. Por eso, como los retos se ven online, se ven como algo normal, con una cotidianidad que no tienen. Ellos piensan: «No tiene que estar mal ya que se hace y puede ocurrir sin que tenga consecuencias».

¿Cómo proteger a nuestros hijos de los retos?

Jorge Flores reconoce que es una tarea complicada, porque es difícil detectar señales y además no hay factores que predispongan: «Se trata de conductas que no son repetitivas y que suelen ser puntuales, según lo que se lleva».

Por eso, lo mejor, explica el experto, es que los padres trabajen dos factores de protección con sus hijos:

1. Desarrollo de la autoestima, que les va a fortalecer en su aceptación personal sin necesidad de recurrir a que los chicos necesiten ‘doparse’ con ‘likes’. Así logramos disminuir su necesidad de aceptación por parte de los demás.

2. Pensamiento crítico. Ayudarles a plantearse un criterio para enfocar las cosas desde diferentes puntos de vista.

Pero aún así, es fundamental que los padres (y también los profesores) no miremos para otro lado. Si detectamos alguna marca visible en el cuerpo del niño, o cambios en su comportamiento o rendimiento escolar, hay que hablar con él para buscar las causas y atajar el problema.

Asegura el experto que se da por entendido que es labor de los padres supervisar la actividad de sus hijos en Internet mediante apps y programas de control parental (siempre con su consentimiento).

Dejarles acceder libremente a los contenidos publicados en Internet, podría llevarles a consumir contenido poco apropiado a su edad, como retos virales peligrosos o pornografía, o ser víctimas de ciberacoso.

Pero esta medida no funciona con los adolescentes mayores, ya que no hay una vigilancia específica para este tipo de desafíos, para detectarlos y los padres no llegan a tiempo:

«Si quieren lo van a hacer, queramos o no. La capacidad de supervisión se ve muy limitada, saben esconder sus actividades. Está bien la supervisión, pero no es fácil evitar que participen o difundan retos virales. De hecho, pueden grabarlo con su móvil o el de otro joven. Es imposible de controlar «.

Añade que funciona mejor hablar con nuestros hijos sobre los retos virales y, si vemos que llaman su atención, podemos verlo como una señal de que puede intervenir en ellos y aprovechar para darles nuestro punto de vista.

«Lo más adecuado es trabajar con los adolescentes las dos competencias más globales, desarrollo de su autoestima y pensamiento crítico, que les pueden proteger y van a serles útil toda la vida».

Así lo asegura el director de Pantallas Amigas, que anima a los padres a analizar con sus hijos estas prácticas y adelantarnos a que puedan ver que hacerlos es muy atrayente: «Se trata de que lo vean también con los ojos de sus padres para cambiar su actitud ante los retos».

Añade que está claro que van a hacer su propia interpretación y la de sus iguales. Pero no por ello hay que dejar de ofrecerles nuestra propia visión alternativa.

Retos Virales

Jorge Flores explica que «aunque los padres piensen lo contrario, sus hijos los escuchan y al final se les queda ‘el poso’ de pensárselo dos veces antes de involucrarse en un reto viral e incluso pensar en denunciarlo si se entera de que se está realizando alguno y que puede resultar peligroso».

Y añade que ahí es donde el papel paterno es importante: si han interiorizado que hay un riesgo cierto en esas prácticas, que entienda que está lejos de ser una banalidad, que no va a ser un chivato sino a tener empatía por las personas y que tiene la obligación ética de impedirlo.

«Saber protegerse y proteger a los demás, es una práctica necesaria y que pueden aprender con nuestra ayuda».

Los adolescentes deben entender que combatirlos es una señal de preocupación, de interés por los iguales y no una desconexión de su grupo. Hay que buscar el enfoque positivo.

Así, según señala el director de Pantallas Amigas, cuando presencian o les llega un reto viral a sus móviles, pueden optar por:

  • No participar, no distribuir. Es decir, no darle importancia positiva y no compartirlo, no involucrarse de forma directa.
  • Intentar generar un análisis serio de lo que se está haciendo y qué repercusiones puede tener. Pueden promover ese debate, introducirlo. «Los chavales son inteligentes y son capaces de analizar situaciones».
  • Comunicarlo a una persona cercana adulta y de confianza, que pueda gestionarlo de forma más tranquila y a cierta distancia.

Si se están infringiendo las leyes o está en riesgo la seguridad de una persona, los jóvenes deben ponerlo en conocimiento de quien tengan a mano: los padres suelen ser los más cercanos, pero también el centro educativo e incluso la policía. «No tiene que temblarles la mano, porque un reto puede tener fatales consecuencias», añade el experto en TIC.

De hecho, recuerda que la policía cuenta con canales por los que denunciar o avisar de que se está cometiendo un acto ilegal de forma anónima, para que investiguen sin dar los datos, algo crucial en caso de menores. «Se trata de llamadas de auxilio de forma anónima».

Jorge Flores puntualiza que ha cambiado el contexto respecto a cómo nosotros vivimos la adolescencia, pero también ‘hacíamos nuestros retos’, aunque no eran tan importantes ni tenían la repercusión que tienen ahora. Pero la meta es la misma: «ayudarles a desarrollar sus capacidades y criterios para que disfruten de ellos mismos y que sepan cómo actuar sin dramatizar al enfrentarse a posibles retos».

Y nos lanza una última advertencia: si queremos proteger a nuestros hijos, podemos retrasar la compra de su primer móvil«porque sin quererlo les estamos dando la herramienta cuando pueden aun no estar suficientemente maduros».

La educación en un uso responsable de las TIC es clave, no solo para no caer en el embrujo de este tipo de retos, sino para no continuar difundiéndolos.

Fuente del artículo: https://www.bebesymas.com/ser-padres/retos-virales-adolescentes-que-enganchan-como-alejarles-peligros

Comparte este contenido:

José Vasconcelos y la educación

Por:  María del Carmen Delfín.

Cada niño enseñaba a cinco personas para instruirlas en la escritura y la  lectura, estos pequeños se hacían acreedores a diploma por buenos mexicanos

Tercera y última parte

Con la creación de la SEP (octubre de 1921), la cruzada de alfabetización pasó a ser programa auxiliar de esta secretaría. Para el licenciado Vasconcelos no eran suficientes los maestros voluntarios adultos y ordenó formar un “ejército infantil” para su plan de educación en febrero de 1922, esta unidad estaba integrada por niños de cuarto, quinto y sexto año de primaria de escuelas públicas y privadas. Cada niño enseñaba a cinco personas para instruirlas en la escritura y la  lectura, estos pequeños se hacían acreedores a diploma por buenos mexicanos, preferencia para su ingreso a secundarias, preparatorias y escuelas profesionales dependientes del gobierno.

Además de los maestros honorarios, voluntarios y niños dedicados a esta importante labor, se establecieron escuelas y centros culturales con maestros ya pagados por la secretaría, con horarios diurnos y nocturnos ubicados en zonas pobres de la ciudad especialmente con obreros; este plan de enseñanza se dividía en dos etapas: primera, con la enseñanza de lectura básica, escritura y aritmética; la segunda aplicaba para personas con algunos conocimientos rudimentarios y avanzar el aprendizaje en su casa. Estas escuelas nocturnas también se fundaron en los estados, además los maestros rurales dedicaban una hora extra después de enseñar a los niños, para instruir a adultos iletrados. En 1923 se contabilizaron 99 centros escolares con 4804 alumnos y los nocturnos habían alfabetizado a 8617 adultos.

Para la maestra Eulalia Guzmán, directora del departamento, la campaña educadora dejaba mucho que desear en este aspecto (1923-1924) por varios factores: por la fuerte resistencia de la gente analfabeta para asistir a la escuela, y por el interés monetario de algunos maestros que sólo recibía paga y desatendían sus obligaciones académicas. Las escuelas nocturnas disminuyeron de 65 a 43 por el desinterés de la población aunado a la situación política a causa de la rebelión de De la Huerta contra Obregón.

Vasconcelos quiso compensar la falta de asistencia social y atención a la salud pública en las zonas pobres con el establecimiento de escuelas diurnas en la Ciudad de México, donde además de la enseñanza de la lectura y escritura se fomentara la cultura del bienestar económico y social, promoviendo aspectos para mejorar y mantener la buena salud. Con instrucción extra sobre artes manuales y agricultura para que los asistentes pudieran desempeñarse en estas labores y mejorar su situación. Los estudiantes tomaron de buena manera esta forma de enseñanza y se organizaron para hacer cooperativas escolares, producir y vender su producción, el maestro quedó relegado y sólo podía decidir sobre la enseñanza, el control lo tenían los alumnos.

Caso particular el de la colonia La Bolsa, barrio muy temido por ser refugio de delincuentes, niños y jóvenes agresivos, en un ambiente de suma pobreza y suciedad extrema. La Casa del Obrero de la colonia La Bolsa fue el primer centro de alfabetización que respondió a lo planteado por la Universidad Nacional de México para trabajar en la cruzada, en una semana se inscribieron 400 alumnos a los que se les dotó de útiles necesarios para el aprendizaje, el éxito de esta escuela se debió al entusiasmo del maestro Arturo Oropeza y 10 estudiantes de California, que para celebrar el aniversario de la consumación de la Independencia fundaron este centro dotando de servicio de energía eléctrica a uno de los barrios mas pobres y con muchos adultos sumidos en la ignorancia.

Fuente de la reseña: https://www.eldictamen.mx/2019/07/opinion/jose-vasconcelos-y-la-educacion-3/

Comparte este contenido:
Page 170 of 570
1 168 169 170 171 172 570