Autor: Antonio Pinilla
Breves apuntes sobre el tiempo y la educación a propósito de Paulo Freire más que nunca (Kohan, 2020).
Preguntarse sobre el tiempo para la educación es una invitación inusual. Si pensamos en el bloque de clases o en la semana o el año escolar, la respuesta es insuficiente: en efecto, la educación puede acontecer en esos tiempos, pero no son los 45 minutos, los 5 días, los bimestres o semestres los que dan lugar a la educación. En otras palabras, no logramos descubrir, en los límites que se imponen a los momentos cronológicos, el tiempo de educar,para educar.
El yerro en la respuesta inicial nos empuja, de repente, al plano de lo que no aparece o, más bien, al de lo que aparece solamente cuando “algo no cuadra” o cuando no sabemos cómo cuadra. La pregunta nos lleva a ser como una niña que intentan hacer sentido del mundo, de sus cosas y sus personas. Una niña que, impaciente, pacientemente mueve, remueve, coloca y descoloca un artefacto inédito, inviable. Una niña que, ante el paciente adulto que impacientemente corrige y endereza, vuelve a jugar.
Preguntarse sobre el tiempo de la educación es una de las invitaciones inusuales que nos hace Walter Kohan en Paulo Freire más que nunca (2020). En momentos en los que la reacción autoritaria y las fuerzas neoliberales pretenden hacer inviable la educación, Kohan nos invita a una lectura del pedagogo de los oprimidos, la esperanza, la autonomía y la pregunta para pensar mundos educativos vitales, igualitarios, amorosos, errantes e infantiles. Estas cinco coordenadas -vida, igualdad, amor, errancia, infancia- sirven a un despliegue de la trayectoria filosófica de Freire que explora un trasegar por y para la liberación, por y para “ser más” humanos.
A este experimento le debemos la oportunidad de llegar a reconocer las apuestas y vicisitudes del hombre detrás de un nombre que ha terminado tanto santificado por unos como condenado a la hoguera por otros. Este doble destino, como lo demuestra Kohan, está lejos de ser producto del azar. Antes bien, encomios y condenas se han valido de interpretaciones que han hecho de Freire un tótem, atrapado en el tiempo, conteniendo y expresando significados disímiles cuando no contrarios.
Así pues, Kohan nos ayuda a descubrir una praxis educativa y política que nos interpela más que nunca. Ante el peso de un mundo inviable, la insistencia en una lucha imposible: aquella que, como diría Paulo Freire, se compromete creativamente con el “inédito viable” que se alimenta de nuestras alegrías y nuestras rabias. Una lucha que, como lo sugiere el título, se moviliza fuera de un tiempo cronológico, en un tiempo que deviene “más que nunca”.
¿Cuál es, pues, ese tiempo en el que educamos para un mundo mejor? Kohan nos responde como lo haría Heráclito, Sócrates, Freire, o cualquiera genuinamente niño: el tiempo que se abre a las posibilidades de lo imposible, el tiempo que aparece como verbo antes que como sustantivo, el tiempo del juego, de la pregunta, del para qué y el por qué, el tiempo que, como el camino, sólo se hace tiempo al andar. Tal vez sea ese el mismo tiempo de las niñas al jugar: un tiempo que no se cuantifica pero sí se califica, un tiempo que no es de cantidades sino de intensidades, un tiempo que se vacía de segundos, minutos y horas para llenarse de conexiones, cuestionamientos y hallazgos que construyen otros mundos. Los juegos, después de todo, son cosa muy seria.
Para una genuina educación, nos dice Kohan por medio de Freire, el tiempo ha de ser infantil, pues es entonces cuando cuando las cosas pueden cambiar, cuando aprender y enseñar se tornan errancias de quienes pueden todo por igual. Por ello, para estos tiempo en los que el amor y la vida se hacen inviables, la “inusual” invitación es a prestar atención -de forma seria, como lo hacen las niñas con sus juegos- al hacer y al pensar de Paulo Freire.
El libro Paulo Freire más que nunca: una biografía filosófica fue publicado por CLACSO y es de acceso libre en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20200306042539/Paulo-Freire-mas-que-nunca.pdf