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Educación, pandemia, más inequidad

Por: Rafael Orduz. 

El cierre de escuelas y colegios abre signos de interrogación: ¿se ahondarán las inequidades en la educación en Colombia? ¿Hay terreno abonado para achicarlas?

Las “preexistencias”, expresión tan rutinaria en ésta época de pandemia, son conocidas.

Aunque Colombia ha avanzado en materia de cobertura en todos los tramos educativos, subsisten desigualdades en el acceso y en la calidad, que condenan a millones de niños de hoy a estar del lado de los pobres en el mercado laboral de mañana. Sí, es cierto, el promedio de años de escolaridad ha aumentado: para los mayores de 25 años está hoy por encima de diez años en las siete ciudades de más población en Colombia, cuando en 1984 era de siete años (La República, 18/3/20). Sin embargo, se trata de un promedio: en los niveles de menor ingreso, los años de asistencia a la escuela no pasan de seis…

Cobertura insuficiente en la educación inicial, la de la primera infancia, aquel tramo en el que según el nobel Heckman, de la Universidad de Chicago, se presentan las mayores tasas de rentabilidad social.

La calidad, no solo por lo que marcan las pruebas PISA, deja mucho que desear. Los bajos salarios de los docentes, los sistemas de evaluación, la disparidad existente entre las facultades de educación, factores que convergen en las deficiencias.

Desarticulación entre la educción básica, media y secundaria, por un lado, y la superior, por otro. Sistema curricular desactualizado, relacionado con otro dato aterrador: el desempleo de quienes cuentan con “kilometraje” en años de escolaridad.

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El DANE (diciembre 2019) informa de las tasas de desempleo por niveles de escolaridad pre-pandemia: los hombres con educación universitaria culminada registraban un 9% de desempleo y las mujeres del 11.2%, sin contar el agobiante subempleo… En este país que, antes de la pandemia, se jactaba de tasas de crecimiento de la economía superiores al promedio latinoamericano, necesitado de técnicos y tecnólogos, las mujeres graduadas en tales ámbitos sufrían un desempleo cercano al 16% y los hombres de más del 9%. Algo, definitivamente, anda mal.

Desigualdades regionales dramáticas en desfavor del campo, de las zonas PDET.

Y llega el confinamiento, necesario pero que no puede ser permanente, añadiendo una vertiente a la inequidad: el nivel de conectividad, por una parte, y la disponibilidad de dispositivos, por otro. El DANE ya nos ha dicho que el 50% de los hogares carece de posibilidades de acceso a internet, con el impacto descomunal que ello tiene sobre la educación de, quizás, cinco millones de niños y jóvenes de la educación básica y media.

Más allá de si se accede o no a internet, la pérdida de contacto presencial entre los docentes y los alumnos complica las cosas, particularmente en las zonas más vulnerables, tanto urbanas como rurales. En las primeras, problemáticas como el embarazo adolescente o del maltrato en familia, que no aparecen en las estadísticas de cobertura, son enfrentadas, muchas veces, por los maestros. Son ellos quienes han jugado un papel de primera línea en las relaciones con la comunidad, muchos en contextos de conflicto armado, situaciones que persisten en zonas que sirven de corredores al narcotráfico.

Aun en contextos de hogares que cuentan con dosis de conectividad que permiten el telestudio, aflora otro problema: la falta de preparación de los profes para enseñar en los contextos virtuales.

La inequidad en el acceso a la educación de calidad se agrava con el coronavirus. Dadas las “preexistencias” mencionadas, quizás sea ésta la oportunidad para pensar en un sistema educativo que permita altos retornos para la sociedad y sus ciudadanos, así como de articular y aprovechar experiencias valiosas de aula de docentes que se han desempeñado en contextos adversos a bajos costos.

Fuente del artículo: https://www.elespectador.com/opinion/educacion-pandemia-mas-inequidad/

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Docentes que van más allá del aula

17 de enero de 2018 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Rafael Orduz

Colombia es un país de regiones muy diversas, con características y problemáticas particulares.

Colombia es un país de regiones muy diversas, con características y problemáticas particulares.  Las enormes diferencias se reflejan en distintos tipos de restricciones en los contextos en los que niñas y niños colombianos se educan. El saldo no es otro que el de inequidades en las oportunidades de acceso a una educación de buena calidad.

En las múltiples visitas que la Fundación Compartir realiza a maestros y rectores a lo largo y ancho del país, las diferencias son palpables en diversos terrenos que atañen, directa o indirectamente, a las oportunidades de los niños de recibir educación de buena calidad. Las políticas públicas deben velar, en consecuencia, por aspectos de tipo general, aunque también atender los retos de tipo específico regional. (Lea: Educación interactiva y de calidad, la meta de Mundo Escolar)

Aunque los aspectos que a continuación se mencionan son conocidos, es necesario recordar algunos, como base de diagnósticos y propuestas de acción. En su trabajo de campo, los profesionales de la Fundación Compartir coinciden en lo siguiente:

  1. Definitivamente, las oportunidades de los niños del campo son inferiores a las de los niños de la ciudad y de las cabeceras municipales. No es lo mismo ser alumno en Pasto, Sincelejo, Tunja o Bogotá, que asistir a sedes escolares en alguna vereda de Sincé (Sucre), Túquerres (Nariño) o Ábrego (Norte de Santander). El abanico de inequidades en contra del campo y a favor de las ciudades va desde los aspectos de dotación de las sedes, los largos recorridos de los hogares a los lugares de estudio, la baja o inexistente conectividad a internet, hasta la desprotección frente a los actores armados ilegales.
  2. Los roles de la familia son muy diferentes, dependiendo del lugar. La Fundación ha podido constatar, por ejemplo, que en resguardos indígenas, a pesar de los bajos ingresos económicos, las comunidades ejercen una función de familia ampliada que protege a los niños que asisten a las escuelas. En citas con padres de familia convocados por Compartir para conversar acerca de la calidad docente, lo usual es que solo algunos participen; sin embargo, en zonas indígenas, llama poderosamente la atención que prácticamente todos los padres atiendan el llamado. Así se pudo observar, por ejemplo, en el resguardo indígena deTúquerres a finales de 2015.
  3. Aunque el fenómeno de violencia intrafamiliar es ampliamente difundido, en familias desplazadas por la violencia guerrillera y paramilitar es más acentuado. Hogares caracterizados por la transhumancia, por la ausencia de estabilidad laboral y las inmensas penurias suelen contar con dosis internas de violencia que afectan dramáticamente los procesos de aprendizaje de niños y niñas. Ello vale tanto para pequeños municipios (cabecera y resto) como para ciudades grandes e intermedias.(Lea: Calidad docente: 21 aspectos a revisar para el maestro del siglo XXI)
  4. Las ciudades se caracterizan por tipos de violencia que en el campo son desconocidos. Uno de ellos es el llamado de “fronteras invisibles”.  Se refiere a los territorios marcados por bandas criminales en áreas urbanas de muy bajos ingresos: se trata de “jurisdicciones” físicas que no pueden ser traspasadas por habitantes de las zonas “enemigas”, es decir, las de otras bandas que compiten por el territorio. Además de la violencia que recae en menores de edad, hay consecuencias absurdas para la educación: la Fundación constató que en Pasto, por ejemplo, los cupos sobrantes en una I.E. no podían ser aprovechados por niños sin cupos residentes en otras zonas por causa de las “fronteras invisibles”. Dicha situación es frecuente en otras ciudades, incluyendo Bogotá (ejemplo: el área de San Cristóbal Norte, en la localidad de Usaquén).
  5. Los padres de familia tienden a involucrarse menos en la cotidianidad escolar de sus hijos en los grandes centros urbanos. Quizás la explicación se asocie, parcialmente, a las enormes distancias que hay entre los lugares de residencia, los del trabajo y los de las instituciones educativas.
  6. Una constante que realza el valor de los docentes puede plantearse de la siguiente manera: entre más precarias las condiciones contextuales de los niños, mayor es el involucramiento de aquellos en contribuir a atenuar las condiciones adversas. En una vereda de Sincé (Sucre), una docente unitaria, en un ambiente de alta violencia intrafamiliar (incluyendo situaciones de hacinamiento y riesgos de promiscuidad), consiguió vincular a los padres de familia (algunos en situación de analfabetismo) a procesos de aprendizaje que redundaron positivamente en los niños.

En conclusión, además de factores asociados a la formación, remuneración y actualización de docentes, hay elementos determinantes de la calidad de la educación que se relacionan con factores diferenciales de violencia que, a su vez, guardan relación con la solidez de las comunidades, el desplazamiento forzado, la estabilidad laboral, el nivel de alfabetismo de los padres, entre otros. (Lea: Educación de calidad: ¿un lugar común?)

Hay, entonces, aspectos “fuera del aula” que representan enormes retos a la política educativa nacional y regional. Entre tanto, son los docentes los grandes héroes que, con sus propios esfuerzos, mitigan las inequidades rampantes. Un reconocimiento para ellos.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/docentes-que-van-mas-alla-del-aula

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Auto-aprendizaje y MOOCs

05 de enero de 2018 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org/

Por: Rafael Orduz

Los vertiginos e innovadores cambios en la tecnología están afectando, de manera significativa, el entorno educativo y los modelos de enseñanza-aprendizaje.

Los ciclos de innovación en el mundo de hoy son cada vez más cortos. Se puede apreciar este fenómeno en la forma en que cambian, a diario,  los bienes y servicios de consumo que el mercado ofrece.  Artefactos y servicios de reciente aparición comercial se vuelven obsoletos en poco tiempo.

Nuevas tecnologías emergen en formas que no sólo afectan la presentación de bienes y servicios sino que tienen impacto en la forma en que nos relacionamos unos a otros. Los modelos de negocios, los pedagógicos, de justicia, de relacionamiento entre gobiernos y ciudadanía, están cambiando.

La educación, particularmente la manera en que aprendemos, es uno de los ámbitos en los que están ocurriendo las más profundas transformaciones. Los sistemas tradicionales, basados en modelos en los que el que sabe (el profesor) transmite conocimientos a los que no saben (los estudiantes), están siendo sustituidos por nuevas formas de aprendizaje. En ellas hay dimensiones que, con el soporte de las nuevas herramientas asociadas a las tecnologías de la información (TI), se están convirtiendo en piezas angulares de los procesos de aprendizaje.

El trabajo colaborativo, la posibilidad de la comunicación ubicua (dónde, cuándo, cómo se desee), la disponibilidad de información en internet, la iniciativa y la capacidad de actualización de los individuos, forman parte de las nuevas características de los procesos de aprendizaje de parte de maestros y estudiantes.

Específicamente, se presenta una revolución sin precedentes a través de los llamados cursos masivos abiertos en línea (MOOC: massive open online courses), cuya oferta aumenta día a día. Aunque algunos de ellos tienen costos, hay miles de posibilidades gratuitas disponibles en español y, por supuesto, en otros idiomas.

Contenidos producidos por centenares de buenas y excelentes universidades del mundo, así como por entidades especializadas en el ramo, están a disposición de cualquiera, en prácticamente todos los campos del saber.  Los formatos suelen incluir videos, foros de discusión y de preguntas y respuestas, acceso a lecturas y notas de clase.

Es posible, en consecuencia, sin salir de Colombia, estudiar en Harvard, M.I.T. o en Oxford y en muchas universidades de primera calidad.

Los MOOCs  son un instrumento de inmenso valor para la actualización de maestros y estudiantes en un mundo de cambio vertiginoso.  El compromiso con la propia formación, con la búsqueda de nuevos horizontes dentro y fuera del ámbito temático profesional son condiciones clave para construir capacidades de auto aprendizaje. No obstante, la capacidad de auto-aprendizaje es una competencia que debe ser adquirida de forma paciente.

Más allá del cumplimiento curricular de las instituciones que les han otorgado sus títulos, los mejores pedagogos del mundo contemporáneo deben construir su capacidad de actualización y de formación de sí mismos a través de herramientas como las mencionadas.

Con el fin de que los lectores exploren algunas posibilidades de cursos masivos abiertos en línea (MOOCs), Compartir Palabra Maestra ofrece algunas sugerencias de portales:

www.coursera.org
www.udacity.com
www.mooc-list.com
www.edx.org

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/articulos-informativos/auto-aprendizaje-y-moocs

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Competencias socio-emocionales: una clave de paz

31 de diciembre de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org/

Por: Rafael Orduz

Construir paz requiere que los colombianos recibamos una educación, formal e informal, que nos permita afrontar los retos individuales y colectivos con perseverancia, respeto, optimismo y confianza.

No sólo se trata de las destrezas asociadas a los múltiples ámbitos del conocimiento y la capacidad de innovación; se trata, muy especialmente, del desarrollo de las llamadas competencias socio-emocionales.

El plebiscito por la paz: apenas una primera etapa hacia la paz…

Después de arduos años de negociaciones, Colombia entra en una nueva fase histórica después de poner fin a un conflicto de más de cinco décadas. Caracterizado por la muerte de decenas de miles  de civiles y miembros de la fuerza pública, desapariciones forzadas, desplazamiento de millones, secuestros, ha sido uno de los últimos y absurdos vestigios de una guerra fría que culminó hace más de un cuarto de siglo con la caída del muro de Berlín.

Sin embargo, una vez el plebiscito dé por ganador el Sí el próximo 2 de octubre de 2016, empieza el verdadero reto de construir las bases para una sociedad en paz en la que sus miembros sean participativos, democráticos, solidarios, respetuosos, innovadores y productivos. Será un proceso que tomará, al menos, una generación. Se requiere, por tanto, de una visión compartida de largo plazo, que debe comprometer varias de las próximas administraciones públicas y, por supuesto, a la sociedad civil y sus organizaciones, las instituciones educativas y, no menos importante, el ámbito de las familias como educadoras primarias.

Educación de buena calidad: más allá del cliché

Es un lugar común referirse a la educación de buena calidad como uno de los factores críticos de éxito en un proceso de paz. Una de las señales mayores de inequidad social y económica consiste en la desigualdad de oportunidades de acceso. No obstante, la referencia puede convertirse en un cliché inofensivo típico de campañas políticas  sin mayor contenido. O, también, puede caerse en el riesgo de considerar que el logro de buena educación es equivalente a la obtención de buenos resultados en determinado tipo de pruebas académicas.

Las competencias del siglo XXI

¿Cómo convivir pacíficamente en sociedad, cómo trabajar en equipo siendo productivo e innovador, en contextos de alta competitividad global y local? Las llamadas competencias del siglo XXI establecen cuatro categorías de destrezas, asociadas a las maneras de pensar (pensamiento crítico y creativo; capacidad de resolución de problemas; aprender a aprender); maneras de  trabajar (competencias comunicativas para el trabajo en equipo); a las herramientas de trabajo (apropiación del uso de las tecnologías de la información) y a la manera de vivir en el mundo (ejercicio de los deberes y derechos ciudadanos; responsabilidad social).

Las competencias socio-emocionales: la clave final

No es posible el desarrollo de tales competencias sin las competencias socio-emocionales, a las que se les etiqueta también como “blandas”, “no-cognitivas”, asociadas al carácter y la personalidad, entre otros rótulos. Se trata de destrezas que se adquieren por vía informal y formal y en las que los entornos familiares y escolares de niños y jóvenes juegan un papel de primera línea.

De manera simplificada, algunos se refieren a las competencias socio-emocionales como aquellas habilidades que permiten identificar, entender y gestionar las emociones. Para la OECD *, tales competencias se traducen en tres grandes campos:

  • Logros (perseverancia, autocontrol, pasión por las metas)
  • Trabajo con los demás (procupación por el otro, asertividad, respeto)
  • Gestión de las emociones (calma, optimismo, confianza).

Colombia es un país caracterizado por amplias dosis de violencia intrafamiliar, intolerancia social,  excesiva desconfianza.  La necesidad de desarrollar en los niños y jóvenes las competencias socio-emocionales es un requisito indispensable para la convivencia pacífica, uno de los mayores retos después del Plebiscito por la Paz del 2 de octubre de 2016.


*OECD, Learning Social and Emotional Skills for Social Progress, Dirk Van Damme.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/editorial/competencias-socio-emocionales-una-clave-de-paz

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La revolución de los MOOC plantea nuevos retos a la educación superior

29 de noviembre de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org/

Por: Rafael Orduz

Más allá del propósito de obtención de títulos académicos que cualquier estudiante busca, hoy es posible cursar cualquier materia en línea y de forma gratuita. 

Las universidades colombianas enfrentan fuerte competencia por varios frentes. Por una parte, el mercado cuenta, crecientemente, con múltiples ofertas de nuevos programas, especialmente de posgrado, provenientes de universidades norteamericanas, europeas, asiáticas y de Oceanía (especialmente Australia). Representantes de embajadas y de universidades recorren escenarios múltiples en los que ofrecen alternativas de estudios a estudiantes y graduados jóvenes.

Sin embargo, la competencia que cuestiona los cimientos mismos del mercado de la educación superior proviene de otra fuente: la de los cursos masivos abiertos en línea (MOOC, massive open online courses). Las mejores universidades del mundo y, con ellas, centenares de prestigiosos centros de educación superior ofrecen cursos gratuitos en línea prácticamente en todos los campos del saber humano, con el máximo rigor tanto en el contenido de las asignaturas como en la metodología aplicada.

En un mundo en el que ya el 40% de la humanidad cuenta con acceso a internet a través de diversas tecnologías y en el que internet móvil se perfila como la modalidad predominante de conectividad, la clientela para tales cursos aumenta vertiginosamente. Más allá del propósito de obtención de títulos académicos que cualquier estudiante busca, hoy es posible, en principio, cursar cualquier materia en línea y de forma gratuita.

Veamos el ejemplo de MIT, una de las universidades de reconocida mejor calidad del mundo. Bajo la categoría de “Open Course Ware” MIT ofrece cursos gratuitos en arte y arquitectura, ciencias, derecho y política, educación y aprendizaje, filosofía, historia, idiomas, ingeniería, literatura, matemáticas, medios de comunicación, negocios, sicología, salud y medicina, y sociedad.

Sólo para dar una idea de la cantidad de asignaturas, en el campo de ciencias hay 35 ofertas, que incluyen títulos como “Química en acción: perfiles de los investigadores de MIT”, “Introducción a la biología”, “Termodinámica y cinética”, “Introducción a la mecánica cuántica”.

O en un campo diferente, el de la filosofía, hay títulos como “Sentimiento e imaginación en arte, ciencia y tecnología”, o “Naturaleza de la creatividad”. En ingeniería hay 60 cursos, como “Matemáticas para las ciencias de computación”, Ética para ingenieros”, “Ingeniería de los lenguajes de computación”…

Ejercicios similares se pueden hacer con centenares de universidades de varios continentes  para miles de asignaturas.

Casi todos los cursos ofrecidos constan de múltiples sesiones de impecables videos que pueden descargarse gratuitamente.

¿Cómo se hace? Basta con ingresar a los portales web de las universidades, localizar los cursos libres, inscribirse.  En el caso de internet móvil, en la época de los sistemas operativos OS y Android, sólo hay que entrar a los app stores (en el caso de Apple se trata de iTunes U).

¿Cómo riñe la oferta de tales cursos con nuestras universidades? La respuesta es simple: el mundo tiende a exigir, cada vez con mayor claridad, competencias determinadas. Los empleadores van dejando de preguntar en qué universidad se ha estudiado y a cambio, buscan establecer, si los candidatos del mercado laboral saben emprender tareas y proyectos específicos. Poco a poco interesa menos cómo y dónde se aprendió algo. Importan más las competencias.

¿Cómo podrían aprovechar muchas universidades colombianas el “boom” de los MOOC? Simplemente incorporando los contenidos de los cursos dentro de los materiales de referencia de los estudiantes. Hay un beneficio adicional: el hecho de que una universidad consiga que en una asignatura determinada (por ejemplo, cálculo diferencial) los estudiantes incluyan dentro de sus materiales de estudio las sesiones de una clase similar en Stanford, por ejemplo, obligaría a los profesores locales a ser mucho más rigurosos a la hora de planear y dictar sus clases. La calidad saldría beneficiada.

Contenido publicado originalmente en Colombia Digital.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/opinion-y-analisis/columnas/la-revolucion-de-los-mooc-plantea-nuevos-retos-la-educacion-superior

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TI, educación y motivación

22 de noviembre de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Rafael Orduz

Las oportunidades de educarse crecen a diario en Internet. Sin embargo, solo con motivación y disciplina se pueden obtener los beneficios.

La conectividad a Internet avanza a pasos de gigante y, con ella, plataformas y aplicaciones que transforman la vida diaria. El mundo de Internet de comienzos de los noventa poco tiene que ver con las oportunidades que individuos, comunidades, empresas y todo tipo de organizaciones tiene en la actualidad.

La ubicuidad, es decir, la posibilidad de comunicarse cómo, dónde y cuándo se desee, es una realidad al menos para cerca del 40% de la humanidad. En países como Colombia prácticamente 30 millones de personas tienen acceso a la red.

Internet móvil, computación en la nube, redes sociales, las maravillosas plataformas para realizar transacciones de todo tipo, para adquirir conocimientos y competencias, están a la orden del día. El mundo está al alcance de la mano.

Las oportunidades de educación se han multiplicado. Los llamados MOOC (cursos masivos abiertos en línea) permiten a cualquiera que tenga acceso adquirir competencias de manera puntual. Centenares de universidades ofrecen, de manera gratuita, miles de cursos gratuitos en línea en todos los ámbitos del saber.

Como cualquier emprendimiento, la adquisición de competencias en el mundo global de hoy requiere motivación y disciplina. Es cierto que las oportunidades están al alcance de cualquiera que cuente con acceso a la red. Sin embargo, también es verdad que los individuos se enfrentan a un mundo exigente en competencias que cada vez están más homologadas en los mercados. Ello obliga a la actitud de actualización, al esfuerzo personal, a la necesidad de buscar las mejores opciones para adquirir aquellas. Al mundo le interesa cada vez menos dónde y qué se ha estudiado; el mercado se interesa ahora en qué es lo que se sabe hacer.

En tal sentido, en el campo de la educación las tecnologías de la información están hechas para quien se encuentre motivado y esté dispuesto al esfuerzo. De lo contrario, juegan en contra, en la medida en que los estándares asociados a las competencias se vuelven más exigentes.

Los distintos actores de la educación, estudiantes y maestros, pueden verse beneficiados de los MOOC, o perjudicados si permiten que les deje el tren.

Contenido publicado originalmente en Colombia Digital.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/opinion-y-analisis/columnas/ti-educacion-y-motivacion

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Entrega de armas, educación y paz

23 de agosto de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Rafael Orduz

En una sociedad en la que distintos tipos de violencia han estado presentes, es imperativa la formación orientada al respeto del otro.

Después de más de cinco décadas de conflcito armado en Colombia, han sido entregadas, en la última semana de junio de 2017, cerca de 8 mil armas por parte de las Farc, la guerrilla más antigua del mundo. De acuerdo con el Centro de Memoria Histórica, la confrontación la ha costado a Colombia más de 200 mil vidas y siete millones de desplazados. Era ya hora de finalizar una absurda guerra, propia de la etapa de la guerra fría, caduca desde hace mas de una cuarto de siglo con la caída del muro de Berlín.

Es, quizás, la noticia mas importante del siglo para un pais azotado por distintos tipos de violencia como ha sido Colombia. De hecho, con el silenciamiento de los fusiles, la tasa de homicidios atribuibles al conflicto se desplomó, razón poderosa para celebrar su entrega definitiva.

Mas allá de la entrega de armas y del proceso de puesta en marcha de los acuerdos de paz, el reto monumental, que involucra al conjunto de la sociedad, radica en la construcción de una sólida cultura de paz en Colombia. Cultura que no se construye a partir de normas ni erogaciones presupuestales relacionadas con los acuerdos de paz. Se trata de una dimensión diferente: la educación.

El proceso tomará, probablemente, una o dos generaciones. Trasciende los acuerdos de paz en la medida en que se trata de construir los cimientos de la convivencia pacífica y constructiva entre colombianos. En una sociedad en la que distintos tipos de violencia han estado presentes, incluyendo la intrafamiliar, la de tipo común, la asociada a la intolerancia, la del narcotráfico y la de los conflictos armados, es imperativa la educación orientada al respeto del otro. El otro diferente, sea por sus opiniones, su orientación sexual, etnia o raza, género. A un país de amplia diversidad corresponde una cultura de respeto por la misma.

La educación, como nos lo recuerda María Montessori, es determinante en la construcción de la paz. Los políticos, decía la pedagoga, pueden firmar acuerdos para terminar guerras; sin embargo, no depende de ellos construir la cultura de paz. Es en tal contexto que es posible entender el papel crucial de los docentes en las próximas décadas.

Las experiencias de construcción de cultura de paz han estado presentes desde mucho antes de la firma del acuerdo. Docentes en diversas áreas que, en diferentes momentos, han sido asoladas por la guerrilla, el paramilitarismo, el narcotráfico y, también, por la acción de la Fuerza Pública, han desarrollado proyectos pedagógicos orientados a la convivencia. Elementos fundamentales en sus propuestas han sido la recuperación de la memoria, el reconocimiento del otro, la búsqueda de formas de expresión (arte, por ejemplo) que propicien la ccomunicación entre alumnos y familias que, por  distintas razones, hayan estado involucradas en riveras diferentes del conflicto.

Hechos tan simples como saber escuchar al otro forman parte de los aprendizajes que la sociedad tendrá que recorrer en aras de la convivencia en paz.

Es indudable que hay y habrá oposición al proceso de paz. Sin embargo, con todas las objeciones que se puedan presentar, la entrega de armas abre, objetivamente, una etapa promisoria para el despliegue, gradual, de una cultura de paz. Los actores de la educación, maestros, rectores, coordinadores, estudiantes y padres de familia, tienen la palabra.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/editorial/entrega-de-armas-educacion-y-paz

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