De la cumbre el abismo.

Por: Ricardo Sarasty.

17 años después de la llamada Cumbre del Milenio,las metas propuestas, entre  ellas erradicar la extrema pobreza, lograr la educación básica universal y promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, consideradas necesarias para el logro del desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos, hoy son solo frustraciones. Pues dos años después del tiempo previsto para su logro la respuesta a la pregunta ¿cuánto se ha avanzado en el esfuerzo con miras a su cumplimiento? la dan las estadísticas, los análisis y estudios realizados por diferentes instituciones, tanto del orden oficial como de sectores no gubernamentales.

Pues ninguna de ellas permite ser optimista. En lo relacionado con la disminución de la pobreza en Colombia no corresponden al tope previsto como logro mínimo. Si hasta el 2011 el 10,6 por ciento de los colombianos vivían en la extrema pobreza y el 34.1 por ciento en la pobreza, 6 años después los números muestran creciente la cantidad de población rural en las ciudades intermedias y  capitales donde los desplazados ya han borrado los límites entre el área urbana y rural. El desplazamiento forzado durante estos 10 últimos años promovido por los grupos armados y la pobreza generada por las economías de enclave o expoliación, propias de actividades como la minería y el narcotráfico, han obligado a los gobiernos municipales a aumentar las dimensiones del área urbana de manera súbita, sin planeación y a enfrentar problemáticas del orden social con los mismos recursos de cuando eran pequeñas aldeas. Consecuencias de este fenómeno son el desbarajuste del orden estructural y el estado ruinoso de la infraestructura.

Necesidades como las de vivienda, salud, educación, recreación y surtimiento de agua potable son cada vez más difíciles de atender. En tanto que el desempleo en el nivel profesional como no especializado se convirtió en un factor generador de violencia, además de alimentar sectores  que se lucran de la criminalidad, el comercio informal y el trabajo tercerizado. Pese a cuanto se muestre y se diga sobre logros alcanzados por el Gobierno nacional y regional hoy existen argumentos con los cuales se puede sustentar que la meta de la cumbre del milenio no se cumplió, al menos en Colombia, pues sí aumentó la cobertura  en educación básica el avance es pírrico en tanto que por meter más niños a las instituciones escolares se sacrificó la calidad académica y de vida en ellas porque el hacinamiento y la atención de 40 estudiantes por profesor nunca garantizará bienestar alguno y menos calidad verdadera. En cuanto a la reducción de la mortalidad infantil y el mejoramiento en el manejo de la salud sexual y reproductiva, no han dejado de ser problemas que si bien son motivo de preocupación en la agenda del gobierno, su atención no pasa de ser un punto sobre el cual se planean diferentes estrategias y se diseñan programas, pero sin prestarle la atención que ameritan y sin comprometer recursos.

En cuanto a las metas relacionadas con la mujer. Los indicadores propuestos para evaluación de los logros alcanzados son solo buenas intenciones ante hechos tozudos, como los más de 200 feminicidios cometidos durante lo corrido del año, más los 731 presentados durante el 2016 que visibilizan el grado de violencia ejercido sobre ella. Si a esta situación la juntamos con su ocupación en  tareas que implican liderazgo y calidad de empleo, la tasa deuda social no se ha saldado. Pues los resultados dependen de patrones culturales sustentados en criterios religiosos y políticos discriminatorios. Aquí la educación juega un papel fundamental en el cambio de esos patrones y la instauración de nuevas posturas.  ¿Cómo se educa? Responsabilizando de la formación a la sola institución educativa. Como si las transformaciones culturales no estuvieran también ligadas a acciones propias  de la familia y los medios de comunicación y entretenimiento. Pero familia y medios de comunicación son hoy garantes del poder político y por ello intocables.

Fuente: http://hsbnoticias.com/noticias/opinion/de-la-cumbre-el-abismo-321347

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