Por: Sofía García-Bullé
Más de 100 millones de personas en el mundo han sido desplazadas. Las bibliotecas les prestan ayuda.
Actualmente, más de 100 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares alrededor del mundo, según datos proporcionados por el Comité de Rescate Internacional. Esto debido a conflictos bélicos como los que transcurren en Siria, Ucrania, Venezuela, Somalia y otros países. La mayoría de estas personas salen de su lugar de origen con solo lo que pueden cargar, y llegan a una locación de asilo sin información de qué hacer, cómo sobrevivir o validar su condición como refugiados. Aquí es donde las bibliotecas pueden ser un recurso invaluable para estas personas.
En artículos anteriores hemos hablado de cómo las bibliotecas no son solo almacenes de libros, sino cúmulos de conocimiento habilitadas para compartir información, y crear comunidades. En el caso específico de los refugiados, hay mucho que las bibliotecas pueden hacer para ayudar en su búsqueda de asilo. Cuentan con libre acceso a computadoras con WiFi, para informarse sobre los trámites a realizar y mantener comunicación con los organismos de los que dependen esos procesos. Materiales de lectura con información para la búsqueda de asilo en diversos idiomas, personal capacitado para apoyar en la revisión y aprovechamiento de estos recursos y actividades gratuitas para infantes y familias.
Además de esto, muchas bibliotecas también tienen enlaces con servicios educativos, de bienestar y salud. Muy frecuentemente quienes trabajan en estos recintos son locales con conocimiento de información valiosa sobre dónde conseguir ayuda de organizaciones de derechos humanos, donde albergarse, conseguir víveres, etcétera.
Las bibliotecas rodantes en tiempos de refugiados
Además de los recursos para la regularización de la situación política de refugiados, las bibliotecas también puede ofrecer una semblanza de normalidad en tiempos difíciles; especialmente para las infancias. Asistir a uno de estos recintos con regularidad puede ser difícil para personas que están desplazadas en un país extraño, las bibliotecas rodantes brindan un servicio invaluable para las comunidades de refugiados. La biblioteca Echo en Atenas, Grecia, es un ejemplo de los puntos positivos a los que puede llevar el esfuerzo de bibliotecarios que no se limitan a una sola ubicación. Circulan principalmente cerca de campos de refugiados y manejan títulos en árabe, inglés, farsi, francés, griego y más idiomas. Uno de los desafíos más importantes que ha enfrentado el proyecto es el de adaptarse a dar servicio a personas que no tienen domicilio.
“Cambiamos nuestro sistema de préstamos y ya no preguntamos por direcciones, preguntamos donde están acampando”, explicó Kiega Dignan, voluntaria de Echo para The Guardian en 2018. Los organizadores de Echo y otros proyectos similares comparten una filosofía de la democratización del conocimiento y de la lectura como recurso y refugio. Tienen clara la idea de que las bibliotecas, si bien tienen como objetivo primario promover y habilitar la lectura también es su propósito la creación de espacios seguros, de aprendizaje y comunidad. Necesidades básicas para las personas desplazadas.
¿Conoces algún programa o funciones de apoyo a los refugiados en tu biblioteca local? Como bibliotecario, ¿te parece importante la labor de las bibliotecas para el apoyo de refugiados? ¿Te gustaría que tu biblioteca se involucrara más? Cuéntanos en los comentarios.
Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx