Deterioro institucional y efectos en la educación del Paraguay

Por: Víctor Pavón

Aquellos que, revestidos de autoridad en el gobierno, creen que la modificación de las reglas de juego y el quiebre en los procedimientos no son más que una jugada de las muchas que quedarán impunes, se equivocan -y hacen tanto daño o más que los delincuentes comunes. El que se encuentra en el ejercicio del poder público se ajusta a las reglas, y puede hacer únicamente lo que previamente está autorizado –principio universal aplicado en los países civilizados para limitar el poder.
Si los gobernantes son los primeros en hacer tabla rasa sobre lo que juraron defender y carecen de sanción alguna, el ciudadano común se percata de que vive en una sociedad donde para el logro de los objetivos personales resultan preferibles los atajos, la evasión, la riqueza mal habida o cualquier otra conducta reprochable denominada en términos genéricos como corrupción.
La causa de aquellos citados males sociales, sin embargo, no se deben a que el paraguayo es corrupto por naturaleza, ni un haragán. Esto es lo que han predicado y siguen insistiendo los autoritarios de siempre, los mismos que se creen investidos de una aureola que los hace supuestamente especiales y únicos para dirigir la administración gubernamental.
Los males sociales arrastrados a lo largo de nuestra historia se deben al deterioro institucional ocasionado por unos cuantos autoritarios y de escasas luces que sin consideración alguna hacia el derecho de sus semejantes de vivir en una República para la sana convivencia, aparecen para alzarse con el poder, comprando -mediante canonjías y privilegios- a todo aquel que encuentran en su camino.
El deterioro institucional no es un caso particular del Paraguay; es la característica de los países subdesarrollados. Aún contando con prodigiosas riquezas naturales, muchas naciones continúan sumidas en la pobreza, el desempleo y la corrupción. Los efectos de ese deterioro son devastadores sobre el empleo, la inversión y, en particular, sobre los incentivos que perciben los ciudadanos acerca de lo que es correcto o no, de lo que está mal o bien. En suma, afecta la conducta de las personas en su apreciación acerca del cumplimiento de las leyes.
Por lo general el deterioro institucional se inicia en la política y la economía. Sin embargo, desde ahí, discurre hacia otros campos, llegando hasta el mismo sistema educativo. Y, ya instalado en la educación, los efectos son todavía más destructivos, por cuanto que los niños y jóvenes entran en conflicto entre lo que dicen sus libros y lo que hacen los dirigentes. Esto se da de esta manera, porque la educación es un proceso de enseñanza y aprendizaje en el que incide el contexto social.

Las oportunidades presentes y futuras del país se forjan en las aulas a través de la educación. Los resultados educativos sólo serán de calidad y una bendición para el progreso de nuestra nación, si los gobernantes acompañan el esfuerzo y dedicación de padres, alumnos, profesores y directivos, siendo celosos defensores de la Constitución, para así cambiar de una vez por todo el autoritarismo corrupto y campante del cual todavía algunos pretenden imponer.

Fuente: http://www.elojodigital.com/contenido/16167-paraguay-deterioro-institucional-y-efectos-en-la-educaci-n

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El sistema educativo para aprender, no solo para aprobar

Por: Víctor Pavón

La educación es una poderosa herramienta de la civilización para la transferencia de valores y conocimientos. Esto es lo que ya sabemos. Pero, lo que muchas veces no se toma en cuenta es que la educación requiere de un sistema coherente y facilitador de las tremendas fuerzas que de las ideas emergen. En Paraguay, el sistema educativo se expresa en la repetición continua de un modelo rezagado no solo en la relación docente-alumno, sino también en su misma pedagogía.

La raíz de este inconveniente está en su pernicioso verticalismo que, pese a las buenas intenciones de sus funcionarios, el ministerio en el ramo es el primer problema. La educación se encuentra atrapada y es incapaz de evitar las decisiones de la matriz político burocrática, como en efecto se prueba cuando miles de alumnos ingresan a aulas sin las debidas condiciones de infraestructura, lo mínimo que se exige al sistema.

La extrema burocracia, verticalismo y politización hacen difícil responder a las siguientes interrogantes que de la pedagogía emergen. ¿Qué estamos enseñando? ¿Cómo enseñamos y para qué enseñamos? Estas preguntas requieren de respuestas iluminadas no desde la concepción verticalista y burocrática, sino desde una visión participativa, crítica, reflexiva de los protagonistas de la educación; los maestros, alumnos y padres de familia.

Sin esos intercambios de ideas y propuestas no se podrá avanzar en temas relevantes como la evaluación. Los estudiosos de la educación saben que si se quiere cambiar el sistema educativo se debe abordar el modo de evaluación del proceso enseñanza aprendizaje, de modo que los niños y jóvenes comprendan y sientan lo que significa conocer y hacer más y mejor, mediante la participación activa de sus maestros, quienes deberán mostrarse motivadores y no apáticos intermediadores.

No debería sorprendernos que en el presente el sistema educativo tienda a confundir la evaluación con la calificación. Parece muy obvio decir que los exámenes no son la única manera de evaluar el aprendizaje; sin embargo, se ha dejado de lado que el propósito del buen docente es la calidad del aprendizaje de sus alumnos, por lo que pasar los exámenes y obtener títulos no son indicadores fiables de la calidad educativa.

Aprender con el fin de aprobar exámenes supuestamente cada vez más difíciles es el modelo tradicional de enseñanza que se viene implementando en los niños y jóvenes. Este modelo provoca la desidia y el desinterés de educadores y educandos, desvaloriza la educación al punto que se tienen muchos docentes pero menos maestros.

Un sistema educativo hecho solo para aprobar y no para aprender tiene fuertes efectos sobre los niños y jóvenes que así se instruyen en la creencia de que los demás se deben hacer cargo de la cultura, la política y la economía, siendo esta la mejor forma de dar cabida a los avivados de siempre que luego ocupan altos cargos en los gobiernos.

Fuente: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/el-sistema-educativo-para-aprender-no-solo-para-aprobar-1570889.html

 

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