Adamu Adamu, a former education minister, has said the number of out-of-school children in the country now stands at over 16 million.
Adamu, who is also one of the 43 ministerial nominees submitted to the senate for screening and confirmation stated this while fielding questions from senatirs on Wednesday.
The Nation reports that the new figure of 16 million, however, contradicts the 13 million out-of-school children being bandied around.
The ministerial nominee told the senate that the 16 million figure was based on a February 2019 census.
Adamu noted that out-of-primary-school children stood at 10 million, while children out-of-secondary-school are six million.
He blamed the high number on poor funding of education in the country by states and the federal government.
Adamu also said it appeared that more Nigerians are now corrupt despite President Muhammadu Buhari’s anti-corruption campaign.
Senate President, Ahmad Lawan, said the legislature and the executive arm of government should work together to get the children back to the classrooms.
Lawan said: “It is our responsibility to get these children out of (the streets). The senate and the executive need to work together to get these children back to the classroom.
“We can’t continue to have them on our streets. It poses a serious security problem and we need to stop it. Maybe that will be through more budgetary allocations.”
Source of the notice: http://saharareporters.com/2019/07/25/16-million-children-out-school-nigeria-adamu-former-education-minister
La mujer salió antes del amanecer. Sus cuatro hijos todavía estaban dormidos en su casa de bloques de hormigón en Abobo, un laberinto de tiendas y viviendas lleno de trabajadores portuarios, conductores de taxi, obreros de fábricas y vendedores callejeros.
Ella y una amiga cruzaron al lujoso vecindario de Angré, hogar de médicos y hombres de negocios. Allí recolectaron los desperdicios plásticos de esos consumidores en unas bolsas que colgaban de sus hombros, mientras los gallos anunciaban el amanecer que se reflejaba en los muros cubiertos de buganvilias de las residencias.
Mariam Coulibaly forma parte de una legión de mujeres en Abiyán que se ganan la vida recogiendo desperdicios plásticos en las calles y vendiéndolos como material reciclable. Ahora son las impulsoras de un proyecto que convierte la basura en ladrillos de plástico para construir escuelas en todo el país.
Están trabajando con una compañía colombiana para convertir los desperdicios plásticos —una plaga de la vida moderna— en un activo que ayudará a que algunas mujeres ganen un salario decente mientras limpian el medio ambiente y mejoran la educación.
Lo considera una oportunidad para mejorar su vida e incluso para ascender a la clase media. Los compradores actuales “no nos pagan bien”, dijo Coulibaly. “Este proyecto nos ayudará”.
Durante el año pasado, con el proyecto se construyeron nueve salones de clases utilizando ladrillos de plástico reciclado en Gonzagueville, un rústico vecindario en las afueras de Abiyán, y en dos pequeñas aldeas campesinas, Sakassou y Divo. Las primeras escuelas fueron construidas con ladrillos importados de Colombia. No obstante, en otoño, una fábrica que se está construyendo en el parque industrial de Abiyán comenzará a producir ladrillos en esta localidad.
Los nuevos salones de clases que fueron fabricados con ladrillos de plástico son muy necesarios. Actualmente, algunos salones albergan hasta noventa estudiantes, según el ministro de Educación del país. La empresa que está construyendo la fábrica, Conceptos Plásticos, tiene un contrato con Unicef para terminar 528 salones de clases para atender a unos 26.400 estudiantes, con un estimado de cincuenta alumnos por salón.
Tirangue Doumbia, directora de un preescolar, les da la bienvenida a sus estudiantes en un nuevo salón de clases construido con ladrillos de plástico en la escuela de Gonzagueville. CreditYagazie Emezi para The New York Times
Estudiantes y residentes observaban los ladrillos de plástico afuera de la escuela del pueblo de Sakassou.CreditYagazie Emezi para The New York Times
En la pequeña aldea de Sakassou, los habitantes extraen agua del pozo con una bomba de pedal, crían cerdos y pollos, y cocinan con leña. Hasta este año, la escuela a la que iban los niños estaba en un edificio tradicional que fue construido con madera y ladrillos de adobe. El adobe se erosiona por el sol y la lluvia, y debe repararse constantemente.
Sin embargo, los nuevos salones de clases de plástico prácticamente podrían durar para siempre. Los ladrillos interconectados parecen piezas de Lego negras y grises. Retardan la acción del fuego en posibles incendios y permanecen frescos durante la temporada de calor. El otro día, los aldeanos usaron uno de los salones de clases con decoración colorida para hacer una reunión de la aldea.
“Esto es diez veces mejor”, dijo Joachim Koffi Konan, director de la escuela en Sakassou.
Una vieja aula hecha de adobe en mal estado. Los ladrillos de adobe son más difíciles de mantener. Yagazie Emezi para The New York TimesEl interior de la primera aula construida con ladrillos de plástico en la escuela de Gonzagueville.Yagazie Emezi para The New York Times
El proyecto no sería posible sin la capacidad de organización de Coulibaly, presidenta de una asociación comunitaria para mujeres con doscientas integrantes llamada The Fighting Women (las luchadoras).
Ella ha recolectado basura durante casi veinte años, desde que tenía 15. Su esposo es conductor de woro-woro, un taxi colectivo.
Mariam Coulibaly está lista para salir a las cinco de la mañana y recorre los barrios de Abiyán en busca de plásticos para reciclar. CreditYagazie Emezi para The New York Times
Coulibaly y las integrantes de su asociación comunitaria llamada The Fighting Women (las luchadoras) recogen plásticos en el Mercado Adjame durante varias horas por la noche. CreditYagazie Emezi para The New York Times
Una mañana reciente, después de recoger basura, fue a casa para realizar los quehaceres y luego regresó a trabajar de noche, en esa ocasión en el enorme mercado al aire libre de Adjamé, a la hora del cierre.
Ella y otras mujeres iban y venían por los callejones de luz tenue, pasando incluso por los locales del pescadero y el sastre, quien aún estaba trabajando frente a su máquina de coser. Recogían hasta las pequeñas bolsas triangulares de plástico usadas para vender un trago rápido de agua en la calle.
En lo que se abre la fábrica, las mujeres les venden su plástico a intermediarios —la mayoría son hombres— en un mercado de reciclaje en Abobo-Baoulé.
El salario mínimo oficial del país es de aproximadamente 25 dólares a la semana, aunque muchas personas ganan bastante menos. Las mujeres dicen que ganan de 8,50 a 17 dólares a la semana.
Coulibaly destina su dinero a las colegiaturas en una escuela privada para sus tres hijos de edad escolar: uno dice que quiere ser piloto, otro quiere estudiar medicina y a otro le gustaría ser policía.
Las mujeres de la asociación destinan algo de dinero a un fondo que después se redistribuye, lo cual asegura que, si una de ellas se enferma, aun así reciba algunos ingresos.
El proyecto fue idea de Aboubacar Kampo, un médico que acaba de terminar un periodo como representante de Costa de Marfil en Unicef. Reclutó a Conceptos Plásticos, una empresa comercial de reciclaje de plástico que tiene la misión social de construir viviendas y generar empleos para personas pobres. Los fundadores, Óscar Andrés Méndez e Isabel Cristina Gámez, su esposa, acordaron trabajar con Kampo después de visitar Costa de Marfil el año pasado.
Se sintieron conmovidos al ver a las mujeres que llevaban a sus bebés mientras recogían basura en Akouedo, un vertedero conocido por ser un lugar donde se desechan desperdicios peligrosos, y creyeron que podrían ayudar. “Tuvo un gran impacto en nosotros”, comentó Méndez.
Óscar Méndez, al centro, trabaja con recolectores y compradores de plástico en Costa de Marfil, donde se construirá una fábrica especializada en ladrillos de plástico reciclado. CreditYagazie Emezi para The New York Times
La pareja se mudó a Abiyán en junio para comenzar el proyecto y planean llegar a otros lugares de África occidental.
Esperan emplear a treinta personas en la fábrica y comprar el plástico de casi mil mujeres en su primer año de operaciones.
Los primeros salones de clases costaron aproximadamente 14.500 dólares cada uno, en comparación con los 16.500 dólares por cada salón de clases de concreto, dijo Méndez. Se espera que el precio baje un 20 por ciento cuando los ladrillos se fabriquen localmente.
No hay escasez de desperdicios plásticos. Abiyán produce cerca de 300 toneladas de plástico al día, pero solo un cinco por ciento se recicla, dicen los organizadores del proyecto. Cada salón de clases necesita alrededor de cinco toneladas de plástico para su construcción.
Mujeres de la asociación de Abobo clasifican los plásticos que están acumulando para venderlos a la fábrica de ladrillos que les pagará un mejor precio. CreditYagazie Emezi para The New York Times
Kampo imagina un futuro en el que también se construyen viviendas de plástico para los profesores y letrinas para las escuelas. Los profesores de Sakassou comparten casas, pues sus familias viven en otras aldeas. En Gonzagueville hay catorce letrinas para 2700 niños y sus profesores.
Antes de que todo esto pasara, la lideresa de The Fighting Women había estado considerando una nueva línea de negocio: vender bebidas frías.
Ahora, dice Coulibaly: “Creemos que hay futuro en el plástico”.
China y Egipto firmaron hoy un acuerdo para proveer equipo educativo a la Escuela Egipcio-China de Tecnología Aplicada de la Universidad del Canal de Suez.
El acuerdo fue firmado por la ministra de Inversión y Cooperación Internacional de Egipto, Sahar Nasr, y el embajador chino en Egipto, Liao Liqiang.
Durante la ceremonia, Nasr dijo que la escuela egipcio-china es un modelo de asociación entre los dos países en el área de la formación profesional.
La ministra señaló que este acuerdo se ajusta a la visión del presidente Abdel-Fattah al-Sisi de mejorar el sistema de educación técnica y tecnológica en todos los niveles y de preparar a los jóvenes para cubrir los requisitos del mercado.
Por su parte, Liao dijo que la escuela egipcio-china es el primer proyecto conjunto entre los dos países en el ámbito de la educación técnica.
Desde la elevación de las relaciones entre China y Egipto a una asociación estratégica integral en 2014, los intercambios culturales han alcanzado su máximo punto como lo demuestran las frecuentes visitas mutuas entre artistas y delegaciones culturales y musicales.
Cuando Alice Ogbara reveló los detalles de su cesárea a un grupo de mujeres, no estaba simplemente compartiendo su experiencia entre amigos: estaba haciendo algo que muchos considerarían arriesgado.
Y es que Ogbara hablaba de una cirugía que algunas mujeres se niegan a aceptar aunque sepan que les puede salvar la vida.
«Cuando entré [en el quirófano] y vi todo el material que iban a usar, me puse a llorar», dijo Ogbara.
Explicó que tenía miedo de que le quedaran secuelas irreparables.
Le pusieron una sábana sobre el vientre. «Lo siguiente que oí fue el llanto de mi bebé», recordó, lo que desencadenó un aplauso por parte de las mujeres que la rodeaban.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage caption«Una cesárea es solo otra manera de dar a luz», explica la nigeriana Alice Ogbara.
Fuera de este patio en Lagos (Nigeria), es posible que Ogbara no esté tan predispuesta a compartir su historia.
Y es que en este país las cesáreas estén estigmatizadas. ¿Por qué? Por las dudas sobre la seguridad de la cirugía y por factores religiosos y sociales.
Esto hace que muchas mujeres se resistan a aceptar la cesárea, o la oculten cuando se someten a una.
Ogbara incluso ocultó su cesárea a los miembros de su familia.
La reunión a la que asistió para explicar su experiencia estaba dirigida por una organización nigeriana sin fines de lucro llamada Mamalette, que apoya a las mujeres embarazadas y lucha para reducir las tasas de mortalidad materna en Lagos.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionJemelleh Saccoh, de Sierra Leona, aquí en brazos de su tía, rechazó una cesárea. Más tarde tuvieron que someterla a una cesárea de emergencia y murió por las complicaciones que surgieron.
Parte de ese esfuerzo consiste en abordar los estigmas alrededor del parto que obstaculizan el acceso de las mujeres a una asistencia que les puede salvar la vida.
En todo Nigeria unas 58.000 mujeres mueren en el parto cada año. Se trata de la cuarta tasa de mortalidad materna más alta del mundo.
Parte del problema es la baja tasa de cesáreas que se practican en el país: solo un 2%, mientras que la tasa global es del 21%.
Además, en Nigeria solo hay un médico por cada 6.000 personas.
El objetivo de Mamalette es proporcionar a las mujeres lo que unos trabajadores de la salud con escasos recursos a menudo no pueden: educación sanitaria y la disposición a escuchar sus preocupaciones.
Y aunque está teniendo éxito, esta pequeña organización se enfrenta a unos retos considerables.
Diferencias entre países
En un contexto global en el que la tasa de cesáreas que se realizan aumenta rápidamente, las cifras de Nigeria sorprenden.
Entre los años 2000 y 2015, el número de cesáreas casi se duplicó en todo el mundo. En países como República Dominicana, las mujeres se someten a esta cirugía en más del 50% de los casos. En América del Norte, lo hace el 32,6%, y en Reino Unido, el 26,2%.
Sin embargo, en África Occidental solo el 4,1% de los nacimientos se dan por cesárea, y en Nigeria esta tasa baja a la mitad.
Para prevenir la mortalidad materna, la tasa de cesáreas de un país no debería estar por debajo del 5%, según la Organización Mundial de la Salud.
Y es que las cesáreas son esenciales para solucionar el parto obstruido en los casos en los que la pelvis de la mujer es demasiado pequeña y también si el bebé viene en posición de nalgas o es demasiado grande para salir por el canal de parto.
Ante estas complicaciones, si no se interviene el bebé puede romper el útero o causar desgarros que deriven en hemorragias.
Pros y contras de las cesáreas
«Creo que las cesáreas son el indicador de salud con más disparidad entre un uso excesivo y un uso insuficiente», afirma Carine Ronsmans, epidemióloga de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y autora de informes recientes sobre el aumento global de las cesáreas.
Que se practique un número muy alto de cesáreas puede ser preocupante porque esta cirugía puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades como la placenta previa, que puede causar hemorragias severas.
Pero, al mismo tiempo, «muchas mujeres todavía mueren por no tener acceso a la cesárea», explica Ronsmans. «Y no podemos permitirnos el lujo de olvidar a estas mujeres».
En Nigeria los obstáculos para acceder a la cesárea son especialmente altos en las zonas rurales, donde aproximadamente el 58% de los partos se llevan a cabo con parteras no calificadas.
En los centros urbanos, donde hay más hospitales, el costo y el estigma que conlleva son las principales barreras para aceptar la cesárea.
El estigma se debe a la creencia de que el parto vaginal forma parte de la condición de mujer mientras que las cesáreas no, una idea que es común también en países como Reino Unido.
Y en Nigeria esta idea se ve reforzada por la religión: para las mujeres cristianas dar a luz por vía vaginal como una «mujer hebrea» es un signo de fortaleza.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionLa religión es una parte importante de la sociedad en Nigeria y puede incluso afectar a la forma en que las mujeres dan a luz.
Este concepto nace de un pasaje de la Biblia que cuenta la historia de mujeres hebreas «vigorosas» que dan a luz estoicamente sin parteras.
Esa capacidad mítica de dar a luz por vía vaginal -y sin atención médica- se ha mantenido como un símbolo de la virtud materna en Nigeria.
«Se trata de un país profundamente religioso, y todo está muy espiritualizado», explica Adepeju Jaiyeoba, fundador de la Fundación Brown Button de Nigeria, que trabaja para reducir la mortalidad materna.
Los hospitales se encuentran habitualmente con mujeres que, por temor a avergonzar a sus familias, rechazan la cesárea.
Además, a menudo las mujeres tienen un control limitado sobre su propio parto.
Un estudio de un hospital nigeriano reveló que en el 90% de los casos las mujeres creían que eran los hombres los que debían firmar el formulario de consentimiento para la cesárea, lo que implica dejar la decisión en manos masculinas.
El derecho a elegir
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEn África Occidental solo se practican un 4,1% de cesáreas en los partos, por debajo de la tasa recomendada por la Organización Mundial de la Salud, que es del 5%.
También en otros países, como Reino Unido y Estados Unidos, las mujeres aún son víctimas del estigma si se someten a una cesárea, aunque la situación no es tan extrema.
Además, una atención obstétrica de alta calidad no se traduce necesariamente en unas condiciones idóneas para las mujeres embarazadas.
En 2018, Birthrights, una organización benéfica por los derechos maternos, descubrió que casi tres cuartas partes de los hospitales públicos de Reino Unido no tienen una política clara que permita a las mujeres solicitar cesáreas planificadas, lo que contraviene las pautas médicas del país.
Según Amy Gibbs, la directora ejecutiva de la organización, esto tiene un efecto estigmatizador, especialmente cuando las mujeres tienen razones específicas para evitar el parto vaginal, como un historial de agresión sexual o problemas de salud mental.
«Las mujeres deberían ser las encargadas de tomar las decisiones sobre el parto. El derecho a elegir lo que le sucederá a tu cuerpo es fundamental», añade Gibbs.
Y eso es por lo que lucha Mamalette en Nigeria.
Defensores de la salud
Justo al lado de una transitada y caótica calle se encuentra la tranquila oficina de Mamalette, donde está Anike Lawal. La sede está situada en el tecnológico vecindario de Yaba, en Lagos.
Lawal, con voz suave, explica que lanzó Mamalette como una comunidad online donde las madres se pudieran apoyar entre ellas.
«No me propuse intentar salvar la vida de nadie», asegura. Pero esa comunidad de mujeres le hizo ver el riesgo que corren las madres, incluso en zonas urbanas, durante el parto.
«Cuando se habla sobre la mortalidad materna, nunca se piensa en mujeres que viven en ciudades, en mujeres que tienen smartphones y Facebook», añade.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionUn estudio de un hospital nigeriano reveló que en el 90% de los casos las mujeres creían que eran los hombres los que debían firmar el formulario de consentimiento para la cesárea.
En 2017 Lawal comenzó a buscar madres para que ayudasen a las mujeres de sus comunidades durante el embarazo.
Actualmente estas mentoras, que reciben formación de matronas, enfermeras y médicos, trabajan en 20 comunidades urbanas pobres de Lagos y en una de la ciudad de Ibadan, y atienden a más de 300 personas en visitas domiciliarias.
Se aseguran de que las mujeres asistan a las clases prenatales y se registren en los hospitales para dar a luz en vez de recurrir a las parteras tradicionales.
Además, Mamalette también crea espacios seguros donde las mujeres pueden hablar de temas tabú sobre el parto, como las cesáreas.
En las comunidades en las que trabajan a menudo son la única referencia para las mujeres que quieren compartir sus inquietudes.
«Mamalette es como un intermediario entre el sistema de salud y la gente», dice Blessing Kolade, una antigua mentora que ahora trabaja en el equipo directivo de Mamalette.
«El sistema de salud está tan colapsado que los trabajadores no tienen tiempo para desglosar la información. Las mujeres no pueden abrirse, no pueden hacer ninguna pregunta», asegura.
Eso significa que en la práctica siguen vigentes algunos conceptos erróneos y que no se abordan los estigmas. De hecho, muchas mujeres que necesitan una cesárea se lo plantean por primera vez cuando ya están de parto.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEn Sierra Leona, que tiene la tasa de mortalidad materna más alta del mundo, Kamara tuvo que someterse a una cesárea de emergencia. Ella sobrevivió, pero su bebé nació muerto.
En ese momento es menos probable que acepten la cirugía, ya que pesan las arraigadas creencias de que avergonzarán a sus familias.
«Por culpa de este estigma puedes ver a alguien a punto de morir y que sigue negándose a aceptar la cesárea, porque no quiere pasar por todo eso», dice la mentora Oluchi Anumni.
Mamalette intenta abordar estos problemas antes de que llegue el momento del parto.
Las mentoras, especialmente entrenadas para desmentir los conceptos erróneos en torno a las cesáreas, explican claramente los motivos por los cuales las mujeres pueden necesitar esta cirugía, como tener una pelvis pequeña o afecciones médicas como la preeclampsia.
Esto elimina la vergüenza de la ecuación y proporciona a las mujeres unos datos que les dan munición contra las críticas que podrían recibir.
El valor del ejemplo
En Mamalette han notado que las miembros de su grupo son mucho más receptivas a las cesáreas.
La mentora Adenike Lasisi-Opaleye dice que invita a mujeres que se sometieron a cesáreas a mostrar a las mujeres sus cicatrices abdominales para disipar mitos.
«Su percepción era que las cesáreas eran muy peligrosas. Ahora se les informa de que no son una sentencia de muerte«, dice Lasisi-Opaleye.
La información que recopila Mamalette también muestra que la mayoría de las mujeres bajo su cuidado ahora dan a luz en centros sanitarios, según Lawal.
«Puedo decir con orgullo que muchas mujeres evitaron la muerte gracias a lo que aprendieron», agrega Anumni.
Soluciones complejas
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionUn informe sacó a la luz que las cesáreas planificadas estaban prohibidas en el 15% de los hospitales de Reino Unido.
Pero cuando se trata de salud materna, no solo hay que luchar contra los estigmas culturales y sociales que conllevan las cesáreas.
Unas investigaciones recientes revelaron que, en África subsahariana, las cesáreas son hasta 50 veces más mortales que en los países con ingresos altos.
Eso se debe principalmente a hemorragias no tratadas y a anestesias fallidas, según Salome Maswime, obstetra, ginecóloga y profesora de la Universidad de Witwatersrand, que participó en la investigación.
«Como médico, creo que el acceso a una buena atención sanitaria es lo primero que hay que garantizar. Pero no es lo único que hay que cambiar», dice Maswime. «Necesitamos prestar atención a la calidad de la atención quirúrgica que tienen las mujeres».
Maswime cree que si la atención mejorase, también disminuirían los estigmas asociados con la cirugía: «No creo que sea tan simple como asesorar a las mujeres», dice Maswime. «Se trata de un problema complejo que requiere soluciones complejas».
El costo de la atención médica también es un obstáculo para acceder a la cirugía en Nigeria. De hecho, algunos países como Malí y Benin trataron de mejorar este aspecto haciendo que las cesáreas sean gratis. Y en Nigeria se están produciendo cambios similares.
Hay algo más que hay que cambiar, según los expertos: escuchar a las mujeres.
En Reino Unido, un enfoque similar está ayudando a los hospitales a aumentar el acceso de las mujeres a las cesáreas planificadas.
En lugar de prohibir totalmente las cesáreas planificadas, como Birthrights descubrió que era sorprendentemente común en el 15% de los hospitales británicos, algunos centros dicen ahora que si las mujeres cuentan con la información necesaria, su decisión de tener una cesárea planificada se respetará.
La mujer, protagonista
Ya sea en Nigeria o Reino Unido, el problema y la solución fundamentales son lo mismo, dice Amy Gibbs, de Birthrights. «A menudo, se pierde el derecho de la mujer a elegir lo que le sucede», asegura. «La manera de hacerlo bien es poner a las mujeres en el centro de las decisiones sobre su salud».
En Mamalette reconocen que la tarea a la que se enfrentan es demasiado grande para una organización pequeña que trabaja solo en unas cuantas comunidades. Pero creen que empoderando a las mujeres están contribuyendo a un tipo de cambio más duradero.
«Intentamos que las mujeres sepan que tienen que defenderse y ser atrevidas. Que no dejen que la sociedad las defina», dice la ex mentora de Mamalette Olamide Ekpenyong.
Alice Ogbara dice que su perspectiva cambió. Ahora su hija tiene 1 año y ya no es tan cautelosa al explicarle a la gente cómo dio a luz.
«Se lo cuento a la gente que me rodea, comparto mi experiencia con ellos», cuenta. Es prudente y aconseja a las mujeres que, si necesitan una cesárea, vayan solo a hospitales de confianza, por ejemplo.
Pero también las anima. «Una cesárea no es algo malo», le dice a la gente. «Es solo otra manera de dar a luz».
El Parlamento introduce el francés para materias científicas y técnicas
El Parlamento marroquí aprobó el lunes por una aplastante mayoría la nueva ley de educación que permite la enseñanza de materias científicas y técnicas en lengua extranjera, fundamentalmente en francés. Después de años de arabización de la educación básica y universitaria, 241 diputados aprobaron la reforma, frente a 21 abstenciones y cuatro votos en contra. La decisión implica una profunda división en el seno del mayoritario Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), de tendencia islamista.
La nueva ley ha estado bloqueada durante meses por los fanáticos de la utilización del árabe en la educación, que se oponen radicalmente a esta reforma. El PJD amenazó con bloquear el texto que sí apoyaban el resto de partidos que componen el actual gabinete de coalición. Finalmente, los islamistas no han cumplido su amenaza y han terminado votando a favor, “porque hemos decidido adoptar una postura constructiva en favor del interés supremo de la nación y de las futuras generaciones marroquíes”, señala un portavoz.
El PJD amenazó con bloquear el texto que sí apoyaban el resto de partidos que componen el actual gabinete de coalición
Los parlamentarios del PJD que votaron apoyan la reforma, todos menos dos de setenta diputados. Lo hicieron pese a las maldiciones expresadas durante el fin de semana por el ex primer ministro islamista Abdelila Benkirán. “La mayor parte del pueblo marroquí no entiende el francés y los profesores no tienen la suficiente preparación para impartir clase a sus alumnos en esta lengua”, aseguraba en un comentario en Facebook.
Para Benkirán, la reforma es una “catástrofe” y acusa al actual líder del partido, el primer ministro Saadedine El Othmani de cometer “el error más grave” desde la llegada del PJD al poder en el año 2011. “Es una medida que va en contra los intereses del pueblo marroquí”.
El ministro de Educación, Said Amzazi, considera por el contrario que la nueva ley “va a garantizar el futuro de la educación en nuestro país y las condiciones para que la escuela marroquí alce el vuelo hacia unos niveles superiores. Es un acontecimiento histórico”.
Desde la independencia, como reacción al periodo colonial, Marruecos ha vivido un proceso general de arabización que incluía también, y de manera principal, la educación en todos sus niveles. Un proceso que, en opinión de numerosos expertos, trajo unas consecuencias negativas que aún se pagan en forma de un sistema educativo atrasado y sin capacidad de respuesta a los nuevos retos.
El PJD, de tendencia islamista, está profundamente dividido por la aplicación de la medida
La arabización es objeto de un fuerte debate político que implica a todos los sectores marroquíes. La postura nacionalista de llevar el proceso hasta sus últimas consecuencias es combatida por quienes consideran que el bilingüismo árabe-francés es fundamental para un país que sirve de puente entre Europa y África. En su opinión, favorecer únicamente la utilización del árabe dialectal supone una cárcel para el país, tanto desde el punto de vista cultural como económico.
El programa de Desarrollo de Capacidades para la Educación (CapED) se esfuerza por combatir el desempleo y trabaja en favor del reforzamiento del sector de la educación y formación técnica y profesional (EFTP) en Madagascar desde 2010. También tiene por efecto la reducción de las migraciones urbanas y de la cantidad de trabajadores insuficientemente cualificados, en la medida en que empodera a las personas y les proporciona las competencias correspondientes a las necesidades del mercado local, algo que les permite conseguir un empleo in situ en vez de tener que migrar hacia las grandes ciudades para buscar trabajo.
Por ejemplo, a través del apoyo de los asociados locales tales como el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el PNUD, que contribuyen con el Programa con 1,75 millones de dólares estadounidenses, CapED ha reforzado 17 centros de formación profesional y proporcionado formaciones profesionales a los jóvenes no escolarizados del ámbito rural en cuatro regiones experimentales, en los ámbitos correspondientes a las necesidades del mercado laboral. De este modo, 2.918 jóvenes han sido formados desde 2014.
Asimismo, otros programas tienen por objeto mejorar la solvencia financiera de 750 locales, en particular de las mujeres que viven en la región de la reserva natural de Tsingy. El primero de estos, permite que las mujeres adquieran las competencias profesionales en agricultura, elaboración de productos artesanales, espíritu empresarial, contabilidad y alfabetización centrada en el empleo para vender los productos a los hoteles asociados de los alrededores. El segundo programa, forma y acredita lo mismo a mujeres que a hombres en los oficios vinculados con el turismo local sostenible, como por ejemplo, para convertirse en guías turísticos.
Además de contribuir al empoderamiento de las personas, CapED ayuda a que el país mejore de forma sistemática el suministro de EFTP en el plano nacional. Tras el éxito del programa CapED en Madagascar, el Presidente hizo un llamamiento para que se aplicara la primera Política Nacional para el empleo y la formación profesional con el objetivo de aumentar las oportunidades mediante el reforzamiento de la EFTP centrada en la demanda. En 2015, esta política, que fue elaborada gracias al apoyo del CapED, fue adoptada oficialmente, y se inició un Plan de Acción Operacional Quinquenal (2016-2021).
Basándose en estos logros, el CapED apoyó en 2018 la elaboración de un Marco Nacional de Cualificaciones (CNQ) en el país. El Programa ayudó también a establecer y dirigir un proceso de reconocimiento de las competencias anteriores en todo el país, algo que ayuda a que las personas documenten oficialmente sus capacidades y conocimientos adquiridos a lo largo de toda su vida con miras a facilitar el acceso a un empleo formal. En 2018, el proceso fue oficialmente legalizado en Madagascar y el CapED ha llevado a cabo una prueba experimental tras la cual 78% de los candidatos lograron obtener sus certificados.
En el futuro, el CNQ será perfeccionado y podrá facilitar la certificación de las capacidades adquiridas con anterioridad. El Programa también pretende seguir apoyando a los centros de formación profesional para llegar a una mayor cantidad de jóvenes no escolarizados de las regiones rurales y garantizar su formación.
Fuente de la Información: https://es.unesco.org/news/empoderar-jovenes-regiones-rurales-gracias-formacion-profesional-madagascar
All pupils are not heading to tertiary education institutions, and they need technical and ‘soft’ skills for the service sector and Fourth Industrial Revolution.
President Cyril Ramaphosa has called for a skills revolution, beginning with the altering of South Africa’s secondary education to enable it to meet the skills needs of the Fourth Industrial Revolution.
According to Ramaphosa, teachers need to be skilled to function in the modern economy. “Many of our teachers were taught in the old system of rote learning, often, they are not able to use advanced tools of the trade such as computers. Most were not trained to apply knowledge but were taught to accumulate knowledge. In today’s world, information and knowledge is abundant,” he said.
The president cautioned against the assumption that every pupil was destined to enter tertiary institutions, saying this must change and secondary education system restructured in favour of technical education, which he said empowered young people at a time when they are most hopeful, experimental and flexible in their lives.
“And we should embrace this life stage as one to empower young people to take charge of their lives and our collective future,” Ramaphosa said.
Skilling the youth would help to fight unemployment among the youth.
“Secondary education occupies a crucial role in our effort to set the people of our continent on a path to sustainable and inclusive development that will benefit all of humanity. Secondary education intervenes in young people’s lives at a time when they are most energised but also most vulnerable to adverse social influences,” Ramaphosa said.
The president, who was opening the ADEA Annual Policy Dialogue Forum on Secondary Education in Africa, at Emperor’s Palace at Kempton Park on Monday, said countries in which 50% of their pupils entered technical colleges to develop artisan skills, had lower youth unemployment rates than where the overwhelming majority entered tertiary educational institutions.
“The assumption we often make that every learner is destined to enter a tertiary institution needs to be re-examined, and our secondary education systems restructured accordingly. Our schools need to form part of a comprehensive society-wide response to the challenges and opportunities of the Fourth Industrial Revolution,” Ramaphosa said.
Rapid technological advances are already having significant consequences for workers and communities, with digitisation and mechanisation of work processes giving rise to increased insecurity and job losses. The Fourth Industrial Revolution is our current reality and it waits for no man, woman, government, pupil, student, employer or trade union.
“As we respond to the challenges of the Fourth Industrial Revolution, we should – as a continent and as a global community – put people at the heart of economic and social policy and business practices. There are remarkable opportunities – but also challenges – emerging from the dynamic forces that are transforming the world of work. To help global society navigate these challenges and opportunities, we need to invest in the capabilities of people,” Ramaphosa said.
As research indicated that 37% of the 600 million labour force in Sub-Saharan Africa was under 25 years old, Africa had great advantage, considering that most developed countries were ageing.
“They need young people to work and grow their economies while contributing to taxes to subsidise social programmes for the elderly. We in Africa can use this demographic dividend if we develop education systems that are capable, accessible and focused,” he said.
The economies of most Africa countries were unable to absorb a significant proportion of young people, mainly because their education systems were not aligned to the needs of the economy. The unemployment rate among young people was around twice that of older adults and most of the unemployed youth across the Africa were those who have completed secondary or tertiary education.
“Unemployment is lower among those who have little to no education,” he said.
The president suggested that South Africa’s secondary schools must focus on agricultural technology, considering that 205 million people on the continent were in the farming sector. The World Bank estimated the country’s agricultural market would be producing food and beverages worth $1 trillion by 2030.
“We need to ensure that young people can both read to understand and apply knowledge in the areas of agro-processing, beneficiation of fresh produce and the standards required for food export. Young people must have skills focusing on the agricultural value chain,” Ramaphosa said.
The president also mentioned the service sector as Africa’s second-largest source of jobs, employing over 100 million people in 2015. He said areas such as information, communication and technology, customer services, sales and human resources including entertainment, restaurants, tourism and transport were likely to grow in future.
“Therefore, young people need both technical skills and ‘soft’ skills. We need to overcome some barriers if Africa wants to create future jobs,” he said.
Fuente de la Información: https://citizen.co.za/news/south-africa/education/2160828/secondary-education-must-change-to-teach-pupils-skills-ramaphosa/
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