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Empoderar a los jóvenes de regiones rurales gracias a la formación profesional en Madagascar

África/Madagascar/25 Julio 2019/Fuente: El país

El programa de Desarrollo de Capacidades para la Educación (CapED) se esfuerza por combatir el desempleo y trabaja en favor del reforzamiento del sector de la educación y formación técnica y profesional (EFTP) en Madagascar desde 2010. También tiene por efecto la reducción de las migraciones urbanas y de la cantidad de trabajadores insuficientemente cualificados, en la medida en que empodera a las personas y les proporciona las competencias correspondientes a las necesidades del mercado local, algo que les permite conseguir un empleo in situ en vez de tener que migrar hacia las grandes ciudades para buscar trabajo.

Por ejemplo, a través del apoyo de los asociados locales tales como el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el PNUD, que contribuyen con el Programa con 1,75 millones de dólares estadounidenses, CapED ha reforzado 17 centros de formación profesional y proporcionado formaciones profesionales a los jóvenes no escolarizados del ámbito rural en cuatro regiones experimentales, en los ámbitos correspondientes a las necesidades del mercado laboral. De este modo, 2.918 jóvenes han sido formados desde 2014.

Asimismo, otros programas tienen por objeto mejorar la solvencia financiera de 750 locales, en particular de las mujeres que viven en la región de la reserva natural de Tsingy. El primero de estos, permite que las mujeres adquieran las competencias profesionales en agricultura, elaboración de productos artesanales, espíritu empresarial, contabilidad y alfabetización centrada en el empleo para vender los productos a los hoteles asociados de los alrededores. El segundo programa, forma y acredita lo mismo a mujeres que a hombres en los oficios vinculados con el turismo local sostenible, como por ejemplo, para convertirse en guías turísticos.

Además de contribuir al empoderamiento de las personas, CapED ayuda a que el país mejore de forma sistemática el suministro de EFTP en el plano nacional. Tras el éxito del programa CapED en Madagascar, el Presidente hizo un llamamiento para que se aplicara la primera Política Nacional para el empleo y la formación profesional con el objetivo de aumentar las oportunidades mediante el reforzamiento de la EFTP centrada en la demanda. En 2015, esta política, que fue elaborada gracias al apoyo del CapED, fue adoptada oficialmente, y se inició un Plan de Acción Operacional Quinquenal (2016-2021).

Basándose en estos logros, el CapED apoyó en 2018 la elaboración de un Marco Nacional de Cualificaciones (CNQ) en el país. El Programa ayudó también a establecer y dirigir un proceso de reconocimiento de las competencias anteriores en todo el país, algo que ayuda a que las personas documenten oficialmente sus capacidades y conocimientos adquiridos a lo largo de toda su vida con miras a facilitar el acceso a un empleo formal. En 2018, el proceso fue oficialmente legalizado en Madagascar y el CapED ha llevado a cabo una prueba experimental tras la cual 78% de los candidatos lograron obtener sus certificados.

En el futuro, el CNQ será perfeccionado y podrá facilitar la certificación de las capacidades adquiridas con anterioridad. El Programa también pretende seguir apoyando a los centros de formación profesional para llegar a una mayor cantidad de jóvenes no escolarizados de las regiones rurales y garantizar su formación.

Fuente: https://es.unesco.org/news/empoderar-jovenes-regiones-rurales-gracias-formacion-profesional-madagascar

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Camerún: Planchado de senos. Una tortura a las niñas para que no lleguen a mujeres

África/Camerún/25 Julio 2019/Fuente: El país

Es una práctica tradicional apenas investigada que se realiza a adolescentes de África occidental para evitar la atención masculina. ¿Soluciones? Camerún ha logrado un modo de reducir su incidencia

«Yo iba al colegio en aquel entonces. Una mañana mi madre me despertó y me pidió que fuera a su dormitorio. Me dijo que ahora que me habían empezado a crecer a los pechos había una práctica para evitar que fueran enormes. No sabía lo que me esperaba». Este es el testimonio de Bettina Codjie, de 25 años y nacida en Lomé, capital de Togo. Ella es estudiante por las mañanas y trabaja como encargada de redes sociales en una empresa de comunicación digital por las tardes. También fue una de las niñas que sufrió el planchado de pechos al inicio de su pubertad.

Múltiples son las violencias que sufren las mujeres a lo largo de su vida: violaciones, mutilación genital, matrimonios precoces, explotación sexual y asesinatos quizá sean las más mediáticas, las más denunciadas. Pero no las únicas. Uno de los maltratos invisibles es el planchado de senos. Según la definición de las Naciones Unidas, es «la práctica dolorosa de masajear o golpear los pechos de las niñas con objetos calientes para suprimir o revertir el crecimiento de estos». En algunos lugares se opta por los vendajes compresivos.

Se practica fundamentalmente en Camerún, pero también en otros países africanos… y hasta a Europa ha llegado. A principios de 2019, el diario británico The Guardian descubrió varios casos en el Reino Unido y que unas mil niñas migrantes y de la diáspora se encontraban en riesgo, lo que obligó al Gobierno a emitir un comunicado recordando que se considera una violencia contra los menores ilegal y perseguida por la ley.

Naciones Unidas ha calificado el planchado de senos como una de las cinco violencias contra la mujer menos documentadas del mundo. Diversos informes mencionan que unos 3,8 millones de adolescentes africanas la han podido padecer y citan a la ONU como fuente de esta estimación, pero no existen datos contrastados. «Es probable que más de cuatro millones de niñas hayan sido sometidas a esta práctica. Actualmente resido en Togo, donde recopilamos datos con 3.045 madres en la región de Kara y al 12% de ellas se les había realizado. Sé que también se hace en Nigeria, Costa de Marfil, Burkina, Guinea Conakry o en Sudáfrica, pero [la incidencia] no se ha documentado con estudios», advierte el antropólogo Flavien Ndonko.

Bettina Codjie, estudiante y bloguera de Togo que sufrió el planchado de senos en su pubertad y hoy advierte a otras jóvenes de la peligrosidad de esta práctica.
Bettina Codjie, estudiante y bloguera de Togo que sufrió el planchado de senos en su pubertad y hoy advierte a otras jóvenes de la peligrosidad de esta práctica. INSTAGRAM DE BETTINA CODJIE

Ndonko fue uno de los autores del único recuento de casos realizado hasta la fecha. Tuvo lugar en Camerún en 2005 a iniciativa de la agencia de cooperación alemana (GIZ) y la Asociación Renata, una de las pocas en el mundo que ha investigado y ha trabajado en campañas de sensibilización. Ellas bautizaron esta práctica con el nombre por el que se conoce y aportaron unos resultados que revelaron que el 24% de las casi 6.000 niñas y mujeres encuestadas habían sido sometidas a ella y que otros 2,3 millones se encontraban en riesgo en este país. En algunas provincias la prevalencia ascendía al 53%.

Es un asunto tabú que se realiza en secreto en el hogar, relegado a la intimidad de la relación madre-hija. «La gente tiene dificultades para hablar de ello porque es como una cosa oculta que no deberíamos divulgar. Las personas que lo practican están en las aldeas. En mi caso, sé que no fue iniciativa de mi madre, sino de sus tías que están en el pueblo», indica la estudiante Codjie.

La razón de esta tortura es lograr que los pechos de las niñas no llamen la atención para evitar que los hombres se sientan atraídos por ellas, retrasar al máximo el inicio de la vida sexual de las chicas, prevenir el acoso, los embarazos no deseados… Aunque no se sostiene esta teoría: en Camerún, los últimos datos disponibles del Fondo de la Población de la ONU (UNFPA) revelan que el 30% de las mujeres se quedan embarazadas antes de los 18 años.

Betty Codjie no cree que haya relación entre el planchado de senos y la prevención de embarazos no deseados, tal y como sostiene la creencia popular. «Estos tienen que ver más con la falta de acceso a métodos anticonceptivos», afirma la chica. Las jóvenes como ella saben que deben conseguirlos si van a mantener relaciones sexuales, pero les echa para atrás porque el sexo está mal visto si se trata de una mujer soltera. De hecho, solo el 13% de las mujeres entre 15 y 49 años utiliza métodos anticonceptivos modernos, según la UNFPA. «Te preguntan si es que te vas a acostar con un tío… Todavía hay una cierta moral de que no debes tener relaciones sexuales. Para pedir las píldoras anticonceptivas aún necesitas mucho coraje, y las chicas al final se quedan embarazadas».

En la mayor parte de casos, el planchado lo realizan las madres y los objetos más utilizados son piedras lisas, espátulas, palos de escobas o similares, e incluso cinturones para atar alrededor del pecho. «Mi madre fue a buscar un bastón y me explicó que tenía que golpearme todas las mañanas, al amanecer. Me pareció un poco raro, no lo entendía. Cuando los pechos empiezan a crecer, duele. Así que cuando te golpean, es peor…», afirma la joven. Codjie fue advertida de niña de que cuando le empezaran a crecer los senos, los hombres la mirarían. Que su desarrollo era una manera de provocarlos.

Philomena, de 39 años, usó esta piedra calentada al horno para planchar los pechos de sus hijas. Imagen tomada en Yaundé, Camerún, en 2007.ampliar foto
Philomena, de 39 años, usó esta piedra calentada al horno para planchar los pechos de sus hijas. Imagen tomada en Yaundé, Camerún, en 2007. VERONIQUE DE VIGUERIE GETTY IMAGES

El martirio le duró a Codjie casi un mes con sesiones de 10 minutos cada mañana, pero acabó por rebelarse y dejó de acudir a su sesión matutina de golpes. No tuvo más problemas con su madre. «Ella se dio cuenta de que no me gustaba», reflexiona. Codjie piensa que en su caso no ha tenido consecuencias para su físico, pero en otros casos sí que se presentan problemas físicos y psicológicos a posteriori. Los primeros incluyen dolor, quistes, abscesos, cicatrices, daño permanente en los conductos de la leche, infecciones, fiebre severa, dolor intenso, quemaduras, deformación, reducción o agrandamiento del tamaño de los senos, caída prematura, e incluso la desaparición completa de uno o ambos.

Desde el punto de vista psicológico, se producen sentimientos de baja autoestima y la creencia entre las menores de que no deberían tener senos. «Todas las víctimas que hemos registrado padecían al menos un daño físico y/o psicológico», asevera Catherine Aba Fouda, portavoz de Renata. «Algunas han reportado tener dolores de cabeza, no pueden soportar que su pareja toque sus senos durante su intimidad y otras se han negado categóricamente a amamantar a sus bebés porque el simple contacto con el pecho les produce dolor». Coincide Codjie con esas sensaciones negativas: «No me gusta tocar mis senos o verlos. Simplemente no los encuentro bonitos».

Desde la ley hasta la educación sexual

En el año 2015, el Gobierno de Camerún desalentó la práctica al incluir una disposición en el nuevo Código Penal; en concreto el Artículo 277 establece que quien, de cualquier manera, interfiera con un órgano para inhibir su crecimiento normal, será castigado con prisión de seis meses a cinco años, multas de 100,000 a un millón de francos CFA (entre 170 y 1.700 dólares). «Pero aún no se ha aplicado, varias personas continúan ejerciendo libremente esta barbaridad sin ninguna preocupación», denuncia Aba Fouda.

«La solución es muy simple: abrir un diálogo sobre sexualidad y romper los tabúes al informar a los adolescentes sobre las manifestaciones y los cambios en la pubertad», propone Aba Fouda. Esto es, de hecho, la razón de ser de Renata. «Hicimos sensibilizaciones a través de charlas educativas en escuelas, iglesias, medios de comunicación, comunidad y asociaciones tradicionales interesadas; las estrategias de intervención varían según el entorno y el objetivo. Llevamos a cabo acciones de promoción ante los responsables de la toma de decisiones y esto produjo un resultado alentador».

Tras el escandaloso resultado de 2005, Renata y sus socios técnicos y financieros lanzaron una campaña de sensibilización internacional. Para ella se valieron de quienes llaman cariñosamente aunties, tías en inglés. Son en su mayoría las madres adolescentes que han sido víctimas del planchado a las que formaron para expandir su mensaje en contra de esta forma de violencia en los hogares, las iglesias y los medios de comunicación. Después de muchas intervenciones, realizaron otro estudio en 2012 y vieron que las cifras se habían reducido a un 12%.

Las noticias son bastante satisfactorias en los últimos tiempos porque las familias están comprendiendo la gravedad del fenómeno, y gradualmente abren el diálogo y la comunicación en torno a la sexualidad. «Esperamos continuar con nuestras acciones y deseamos realizar una nueva evaluación, pero carecemos de apoyo financiero», dice Aba Fouda. «Aproximadamente, 1,2 millones de niñas estaban en riesgo en 2013.  Pero desde entonces, esta cifra probablemente habrá disminuido dada la excelente campaña de sensibilización liderada por Renata», abunda el antropólogo Ndonko.

Codjie es también bloguera de moda y cosméticos, y se ha dado a conocer en la comunidad de Instagram de su país. Pero su labor de influencer no se queda solo en las compras. Ya más mayor, decidió compartir su experiencia después de leer en Facebook a una chica contando su caso y recuerda que hasta sus amigas se sorprendieron. «Es muy importante hablar abiertamente porque la mayoría de la gente no sabe de esto», indica. Su objetivo es evitar que otras jóvenes se dejen hacer lo mismo.

Y condena la práctica, desde luego. «No está bien. Como mujer, te van a empezar a crecer los senos y no veo la razón de detener ese proceso o de impedir que el desarrollo prosiga de forma natural; no podemos ir en contra de nuestra naturaleza y el hecho de que sea más por el placer de los hombres me molesta. Es machista, es una forma de opresión para la mujer. Es nuestro cuerpo».

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/07/09/planeta_futuro/1562676612_984314.html

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Egypt shifts education focus to improving quality

Africa/ Egypt/ 24.07.2019/ Source: www.al-monitor.com.

 

Malak Abdel Hakim, 15, was doing well at school before her parents forced her to drop out several months ago. The family lives in Mallawi, a city in the southern Egyptian governorate of Minya. Her father works in the Greater Cairo area as a doorman at a residential building in the Giza neighborhood of Mohandessin and barely earns enough money to support his family of nine. He turned a deaf ear to pleas from Malak’s teachers to let her finish her education, and decided it was time for her to stay home and help her mother with chores. Her older sisters had all dropped out of school at even younger ages to get married, and Malak, too, would have to «conform to social norms,» he insisted.

While the legal minimum age to get married is 18 in Egypt, child marriages are not uncommon in the poor marginalized southern communities, where girls are often married at early ages to alleviate their families’ financial burdens. Some families circumvent the law by postponing the registration of the marriages until the girls turn 18. A 2017 census by CAPMAS, Egypt’s national statistics agency, showed that 15% of Egyptian girls are married before they turn 16. But child marriage has been on the decline in recent years, largely due to awareness campaigns about the health implications of early marriage, including pregnancy and childbirth complications and higher risks of domestic violence.

Girls who marry early are also more likely to drop out of school. Yet in Egypt’s rural south, many girls drop out of school to earn daily wages for their families, many times working in agriculture, or staying home to look after siblings. Poor families often choose to invest in their sons’ educations with the hope they will grow up to become breadwinners.

Girls are also deprived of education due to gender-based violence. Parents worry their teenage daughters will be subjected to sexual harassment on their way to or from school, and some girls choose to drop out after experiencing abuse at the hands of their teachers.

An education program launched by CARE, an international humanitarian organization that has worked in Egypt since 1957, aims to change this grim picture and ensure safe education for all children, particularly girls.

«Thanks to a strong political will and donors’ contributions, there has been tremendous progress in recent years in closing the gender gap in education,» Hazem Fahmy, CARE’s country director, told Al-Monitor

In 2012, more than 95% of Egyptian children aged between 6 and 18 were enrolled in school, according to UNICEF. The quality of education, however, remained «a major challenge.» Last year, Egypt ranked 129th globally in terms of quality of education, according to the Spectator Index. Five years earlier, a report by the US Agency for International Development found that one in five third-graders in Egypt could not read a single word and 50% of students with five years of schooling were functionally illiterate.

Due to such statistics, the Egyptian government faces pressure to reform the education system. Overcrowding, poor teaching skills and violence in schools are among the problems the government is addressing as part of its plan to overhaul the system.

«The focus has now shifted from numbers to quality education,» Fahmy said. «We want to ensure that all students are benefiting from attending school and to prepare them for jobs and career opportunities.»

CARE has adopted a multifaceted approach to improve the learning environment and promote behavioral change in the Upper Egyptian governorates of Bani Sweif, Minya and Assiut. The program, launched in 2016, seeks to develop the infrastructure of schools, build the capacity of teachers and advance literacy in 32 targeted elementary schools. Engaging the local community in education is also part of the ambitious initiative.

Al Zeitoun Primary School in Bani Sweif, 145 kilometers (90 miles) south of Cairo, is one of 10 schools in the governorate that have undergone renovation financed by the Dubai-based philanthropic organization Dubai Cares, which works to improve children’s access to quality primary education in developing countries. The renovation has included upgrading the school’s electrical system, replacing windows and light fixtures, repairing water pipes and painting the walls and ceilings in bright colors. A fence has also been built around the school to curb truancy and protect students from trespassers.

«Something as basic as having bathroom doors fitted can make a huge difference, rendering the school student-friendly and a safe learning environment for the children, especially girls,» said Fahmy.

«We have also built small kitchens in some of the schools to ensure that the students get healthy meals,» he added.

Of the 1,100 students (half of them girls) at Al Zeitoun, 109 have been identified by teachers as having learning difficulties. They are attending an afterschool class to improve their reading and writing skills. The headquarters of the Community Development Association, a local nongovernmental organization, was chosen by the parents as the preferred venue to host the class due to its central location and proximity to the homes of many of the students. The class is part of a 36-session course that uses engaging reading material and fun activities to build the reading abilities of the students who are third- and fourth-graders. Each class is devoted to learning a single letter of the alphabet and to spelling words that begin or end with that letter.

Eleven-year-old Ne’ma Ali Omar shouts out the Arabic letter «Jeem» as she dribbles a basketball with one hand, getting ready to throw it into the hoop. When she misses, 10-year-old Rahma Farrag steps in and starts bouncing the ball while shouting out words that begin with the letter. She succeeds in throwing the ball through the hoop, much to the delight of the other children who cheer and clap.

«Activities of this kind help boost the children’s self-confidence and teach them team spirit while improving their reading skills. Some of the children were awfully shy and could hardly read or spell any words before attending these readability sessions. Now they come to the school library looking for new books to read,» Mohamed Abul Fadl, an Arabic-language teacher at the school, told Al-Monitor.

«Besides acquainting the teachers with the various methods and tools to improve children’s reading skills, we also gave them tips on how to develop their teaching skills,» Mona Kotb, field supervisor at CARE’s Education Program in Bani Sweif, told Al-Monitor.

«We advise them against using violence of any form to punish the students,» she said.

In remote southern communities where poverty is rampant, some teachers have been known to use violence and other excessive disciplinary measures, including beating children with canes, as a means of punishment. In one case, a teacher in Luxor cut the hair of two 12-year-old schoolgirls to punish them for not wearing a veil to school.

«The creation of school-based child protection committees has gone a long way in curbing bullying and other forms of violence in the targeted schools,» said Ali Khalaf, general manager of the Nasser Education Directorate in Bani Sweif. The directorate, a local branch of the Ministry of Education, has been partnering with CARE to implement the program.

The activation of student unions in some of the targeted schools is also helping change behavior by boosting students’ self-esteem.

«We have witnessed firsthand the impact the student unions have had on some of the students, giving them a voice and allowing them to communicate their needs to teachers and headmasters while helping develop their leadership skills,» said Khalaf.

Michelle Nunn, the president and CEO of CARE, is confident that Egypt’s education reforms will have far-reaching effects on the entire society.

«Girls’ education is part of the empowerment of women,» she told Al-Monitor after a recent inspection tour of some of CARE’s projects in Cairo, Minya and Assiut. «By accessing education, girls can potentially increase their family’s earnings by up to 20% annually. When women access education, they achieve greater productivity and well-being from a health perspective.»

«I hope that girls and women can realize their full potential and have the capacity to feel their own power in education, health and economic opportunities. There is so much potential still; if realized, it can be transformational for the entire society.»

Source of the notice: https://www.al-monitor.com/pulse/originals/2019/07/care-tackles-girls-education-in-egypt.html

 

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El feminismo se levanta con fuerza en Argelia

Redacción: Noticiero Digital

Nacido al calor de las protestas populares contra el régimen, el novedoso “espacio feminista” argelino pide cada viernes un cambio de la situación de la mujer, reclamando su derecho a ser más libres y emancipadas, pero también iguales en una sociedad altamente machista.

Se trata de mujeres de todas las edades, jóvenes y ancianas, que comenzaron a marchar como el resto de los argelinos el pasado 22 de febrero para exigir la caída del régimen militar liderado por el anciano y enfermo presidente Abdelaziz Bouteflika.

Una vez forzada su renuncia, la continuidad de las protestas ha permitido abrir un lugar propio para plantar la semilla de un movimiento feminista inédito que cobra fuerza enarbolando la bandera de “la igualdad entre hermanos y hermanas”.

El pasado 21 de junio, medio centenar de activistas de la sociedad civil, miembros de asociaciones y mujeres independientes dieron un paso más allá al reunirse en la ciudad costera de Tighremt para sentar los cimientos de un movimiento político “feminista y autónomo” que luche por cambiar las leyes.

“Nos hemos unido con el único objetivo de crear una fuerza de proposición feminista que introduzca la igualdad entre hombres y mujeres en las leyes y en las hojas de ruta (para el futuro de Argelia) que se proponen hoy en día”, explica a Efe Amina Izaruken, una de las militantes.

“Queremos ser fuertes por nosotras mismas, sin necesidad de otras personas. Ser realmente una fuerza política feminista”, la primera de esta naturaleza que surge en este país ultraconservador, agrega Izaruken.

No es un camino de rosas, ni siquiera dentro del movimiento de protesta masivo (Hirak) que desde el pasado 22 de febrero se manifiesta cada martes y cada viernes en el centro de Argel y otras ciudades para exigir la caída de todo el régimen militar, y no solo del círculo más próximo al expresidente.

Consideradas por muchos “intrusas” y denostadas por otros como simple “ventajistas” que se aprovechan de la ola de descontento para azuzar unas reivindicaciones que deberían “posponer hasta lograr el objetivo principal del Hirak”, sufren insultos y agresiones de sus propios compañeros y compañeras de marcha.

Aún así, están decididas a continuar en la lucha cada viernes porque en Argelia la igualdad “no existe en la ley”.

“Aunque la Constitución la garantiza, no es cierto porque se hacen lecturas diferentes masculinas y femeninas de la ley que hacen que la igualdad no sea real”, destaca Izaruken, quien insiste en que si el país se dirige hacia un cambio y una nueva era, debe ser una era feminista.

“Ya no podemos retroceder, es el momento de avanzar. Debemos preservar lo adquirido, pero también ir más lejos para garantizar una perfecta igualdad entre hombres y mujeres”, reitera.

Una estrategia progresista que quedó plasmada en un documento firmado por representantes de 17 asociaciones y colectivos de mujeres comprometidas en “acabar con la violencia física, económica, sexual, psicológica y simbólica contra las mujeres”.

Y que exige, además, la “abolición del Código de Familia y fomentar la participación libre y efectiva de las mujeres en todas las esferas de la sociedad”.

El documento ha sido aplaudido en la calles por jóvenes como Yeles Ludmina, estudiante de Medicina, para quien la creación de un partido de raíz feminista es la mejor forma de combatir “las numerosas presiones que la mujer argelina sufre desde su nacimiento”.

“La mujer argelina debe luchar desde el momento en que nace. Ser mujer en este país es una desventaja se quiera o no. Por eso creo que debería haber partidos u organizaciones para contribuir a su emancipación y mejorar sus condiciones, que son catastróficas”, explica a Efe.

“Existen varias leyes, pero no son respetadas. Carecemos de derechos fundamentales. Marchar en la calle no es suficiente. Pienso que la revolución y la libertad de un pueblo y la sociedad pasa por la emancipación de la mujer”, subrayó Ludmina.

En una línea más conservadora se expresó Chaaban Nuha, estudiante de Derecho, para quien la igualdad entre los dos géneros existe en el terreno jurídico, pero no en la sociedad.

“¿Se va a conseguir con ello algo? Se conseguirá en el caso de que haya un Estado de Derecho, en caso contrario no habrá resultados”, advierte.

“Creo que en Argelia la mujer tiene bastantes derechos, en la mayoría de los casos es igual al hombre, quizás no lo es en los casos de derecho de familia, pero eso se debe a la religión, la mayoría somos musulmanes y no podemos cambiar la religión”, añade con algo de recelo y cierto fatalismo conservador.

Fuente: http://www.noticierodigital.com/2019/07/el-feminismo-se-levanta-con-fuerza-en-argelia/

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Gobierno de Etiopía trabaja para reducir abandono escolar

África/Etiopía/18 Julio 2019/Fuente: Prensa Latina

La presidenta de Etiopía, Sahle-Work Zewde, aseguró que el gobierno de la nación africana proyecta estrategias y programas para reducir el abandono escolar a partir del próximo curso lectivo, informa hoy un comunicado oficial. Trabajamos con el objetivo de crear condiciones óptimas para aquellos que quieran apoyar los esfuerzos gubernamentales enfocados en mejorar el sistema educacional, dijo la mandataria durante un encuentro con la activista pakistaní Premio Nobel de la Paz 2014, Malala Yousafzai.
Hay proyectos para desarrollar programas de alimentación escolar e iniciar la ampliación de centros de internado, que desempeñarán un papel clave en la reducción del abandono escolar, principalmente de las niñas y las adolescentes, explicó Zewde en el Palacio Presidencial.

Esos son algunos puntos en la hoja de ruta para el desarrollo de la educación que se está preparando en Etiopía, la cual sustituirá la política educativa aplicada hasta ahora, comentó, según la comunicación de la Oficina de la Presidencia.

Por su parte, Yousafzai conversó con la presidenta acerca de Malala Fund, organización sin fines de lucro que lucha por la educación de las niñas, y expresó su deseo de apoyar las gestiones para combatir las causas del abandono escolar en Etiopía.

La más joven ganadora del premio otorgado en Oslo, Noruega, realizó una visita de trabajo a la nación del denominado Cuerno de África, donde también sostuvo un encuentro con el primer ministro, Abiy Ahmed, entre otras reuniones.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=291099&SEO=gobierno-de-etiopia-trabaja-para-reducir-abandono-escolar
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30 libros africanos para 30 días de vacaciones

África/18 Julio 2019/Fuente: El país

Desde novela, poesía o relato pasando por el ensayo, la filosofía o la ciencia ficción. Hay de todo y para (casi) todos los gustos

Por fin llega el verano, las ansiadas vacaciones. Nos esperan largas tardes en las que nos imaginamos tirados en la arena, encima de una hamaca o sentados dentro de algún medio de transporte. Y siempre rodeados de libros. Dentro de las maletas o al alcance de las manos puedes tener algunos de estos títulos. O todos…

Seis títulos atemporales

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Murambi, el libro de los huesos de Boubacar Boris Diop. Editorial 2709books (digital) y Wanafrica (papel). Trad. Mireia Porta i Arnau.

Abril, 1994. Ruanda se rompía, hace 25 años, ante la mirada esquiva del resto del planeta. Boris Diop partiendo de su confesión sobre su propio desconocimiento escribe una novela sobrecogedora, lúcida y profunda. El mundo miraba a otra parte mientras morían asesinadas más de 800.000 personas en cinco semanas. «Siempre ocurría tan lejos», explica uno de los personajes al comienzo de la novela en países al otro lado del mundo… «Pero en aquel principio de abril de 1994, el país al otro lado del mundo era el mío».

Mi carta más larga de Mariama Bâ. Wanafrica. Trad. Sonia Marín Pérez.

Imposible de conseguir desde hacía mucho tiempo, pocas novelas provenientes del continente africano han sido tan demandadas como esta (traducida también a euskera bajo el título Hain gutun luzea). La senegalesa apenas escribió otra obra más, inédita en castellano Le Chant écarlate, pero Mi carta más larga fue suficiente para colocarla en la cima de las letras africanas y en el centro de nuestro corazón lector.

Algún día escribiré sobre África de Binyavanga Wainaina. Sexto piso. Trad. Jesús Gómez Gutiérrez.

Murió este mismo año el escritor, el incombustible e inesperado pertrechador de nuevas ideas e imágenes originales que hacían virar nuestro confortable punto de vista. Pero nos deja sus brillantes memorias (incompletas ya), donde descubría, retorciendo la vida, lo cotidiano y maravilloso que puede ser todo. En ellas un joven Wainaina anunciaba que iba a aprender giyuku (para hacer ”magníficos anuncios descolonizados sobre la Coca-Cola”. Dicen que le han visto por ahí bailando con Brenda Fassie.

Época de migración al norte de Tayeb Salih. Huerga y Fierro Editores y Alcor.

Escrita en árabe, su autor, originario de Sudán, tenía en mente contar un asesinato. La novela final nos habla de dos mundos, mientras nos sumerge en una trama llena de sensualidad y en la que la se leen dedicatorias como esta, máxima atención: “A todos los que ven con un solo ojo y hablan con una sola lengua, a aquellos para quienes las cosas sólo son blancas o negras, orientales u occidentales”.

Tierra sonámbula de Mia Couto. Alfaguara. Trad. Eduardo Naval.

Su reciente traducción a catalán (Terra somnàmbula), nos devuelve este libro imprescindible, pura literatura, que te imanta y te hace difícil el cerrarlo del todo, es de los que se quedan pegados en la mente como una especie de nube durante días. Conmueve con sus frases y sus historias, tan llenas de poesía y belleza y al tiempo tan llenas de sufrimientos y silencios. Como dice Gustau Nerín: “Couto no fabula, no inventa, pero sí poetiza. Consigue dotar de una gran ternura y sensibilidad a las más siniestras historias”.

La flor púrpura de Chimamanda Ngozi Adichie. Ramdon House. Trad. Laura Rins.

La primera novela que publicó la nigeriana es una de formación que se inicia con una mención a Todo se desmorona de Chinua Achebe. Elogiada por J. M. Coetzee, este la definió como: «la conmovedora historia de una niña expuesta demasiado pronto a la intolerancia y a la cara más horrible del Estado de Nigeria».

Seis inclasificables

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Quién teme a la muerte de Nnedi Okorafor. Crononauta. Trad. Carla Bataller.

De esta obra ha dicho Nawal el Sadawi: «Nnedi Okorafor nació en Estados Unidos, pero sus raíces nigerianas son tan fuertes que impregnan su trabajo con fantasía, magia y realidad africana. Muchas personas necesitan leer Quien teme a la muerte: es un libro esencial». La portada es una maravilla del sudafricano Joey Hi-Fi.

La revolución vertical de Ngugi wa Thiong´o. Rayo Verde.

A la publicación en castellano en formato libro del relato La revolución vertical, escrito en origen en gikuyu, que, gracias al colectivo Jalada Africa, se ha conseguido traducir a más de 80 lenguas, se une ahora la posibilidad de leerlo en catalán, euskera y gallego (Rayo Verde,Txalaparta, Falamos de Libros), asturiano (Rayo Verde) y aranés (Pagès editors). Con ilustraciones de Agustín Comotto y con canción incluida.

Amnesia colectiva de Koleka Putuma. Flores raras. Trad. Lawrence Schimel y Arrate Hidalgo.

Publicado por la pequeña editorial sudafricana, uHlanga Press, se ha convertido en un bestseller. Poemas directos, como dardos, como explosiones, que parecen arañar desde la profundidad de la que quieren salir. Sus versos aglutinan lo colectivo y se cierran sobre núcleos íntimos. Condensando el trauma y el dolor en estrofas potentes y rotundas que horadan sobre la cuestión racial, de género y sexual. Pero Putuma no se conforma solo con esto y quiere también contar historias de amor y de alegría

Cuentos para niños perdidos de Diriye Osman. Team Angelica Publishing. Trad. Héctor F. Santiago.

El autor se describe a si mismo de esta manera; “primero somalí, segundo musulmán y tercero homosexual”. Bernardine Evaristo ha dicho sobre el libro: ”Uno de los grandes placeres de leer es encontrar libros que narren historias que no suelen aparecer en la literatura comercial. Este es una cruda colección de relatos sobre la experiencia queer somalí. Casi todos tratan sobre el exilio: de la familia, del país, de la cordura, de uno mismo. Osman consigue manejar con soltura la tradición del cuento”.

La pesadilla de Obi de Ramón Esono. Autoedición. Varios autores (Chino y Tenso Tenso).

Estamos ante una novela gráfica que narra en tono de crítica delirante las desventuras de un personaje, trasunto de T. Obiang, que una mañana despierta convertido en un guineano más, víctima de la miseria y de la opresión de su propia dictadura. La obra se ha expuesto en varias ciudades españolas y nos habla de la capacidad del tebeo o cómic también para alterar, denunciar y crear conciencia.

Nuestra hermana aguafiestas de Ama Ata Aidoo. Cambalache. Trad. Marta Sofía López.

Podría estar en la lista de “atemporales”, pero la colocamos aquí por ser, además, una obra muy peculiar, un híbrido maravilloso. Aidoo propone un viaje a la inversa del formulado en El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Su traductora escribe en el prólogo: “la novela-poema de Aidoo es, con mucha diferencia, una de las obras más audaces, «modernas», visionarias y radicales que han surgido de África en la época de las postindependencias. O quizás la más”.

Seis novedades

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Bajo las ramas de los udalas de Chinelo Okparanta. Baile del Sol. Trad. Iballa López

Volvemos a Nigeria y a la guerra de Biafra. Ijeoma es cristiana igbo y Amina musulmana hausa. Son dos jóvenes que, a pesar de las diferencias, se aman. Okparanta ganó en 2014 el Premio Lambda Literario por su colección de relatos Happiness, Like Water en el que ya trataba una relación lésbica.

Doce relatos urbanos. Doce voces africanas, ed. Ángeles Jurado. Casa África y Baile del sol.

En torno a la ciudad, transportándonos a lugares como Abiyán, Lagos, Ciudad del Cabo, Dakar o Malabo, 12 escritores/as nos proponen sus historias. Son Véronique Tadjo, Trifonia Melibea, Noo Saro-Wiwa, Ken Bugul, Chimamanda Ngozi o Boubacar Boris Diop, entre otros. La ciudad de Tánger se la guarda Antonio Lozano para descubrirnos que es un lugar inmortal.

Antología poética de Gabriel «Mwènè» Okoundji. Pre-Textos

De versos como este está lleno este libro: «Se necesita todo el silencio de las palabras para decir tu nombre». El del poeta, admirador de Césaire, es uno de los más reconocidos. Originario de República del Congo, en 2010 le concedieron el “Gran Premio del África negra”. Su traductor y prologuista, Leandro Calle, recoge las palabras de Okoundji, quien afirma “No somos ante todo seres de inteligencia, somos ante todo seres emocionales”.

Cuarenta años esperando a Isabel de Said Jatibi. Baile del Sol. Trad. Noemi Fierro.

El escritor argelino nos introduce en la historia de Yousef, un pintor a quien, para sus últimas obras, la inspiración le llegará de la figura de Isabel Eberhardt. Jatibi repasa la historia de Argelia reciente desde la guerra de liberación al momento en el que en la década de los noventa se apunta al triunfo de los islamistas.

En el jardín del ogro de Leila Slimani. Cabaret Voltaire. Trad. Malika Embarek.

Trama dura, en la que somos testigos de cómo ese castillo de cristal tan firmemente construido que parece la vida de Adéle, la protagonista que parece tenerlo todo, se corroe por dentro a fuego lento ante la opresión exterior. Nada colma a Adéle para la que lo que la rodea ha dejado de tener sentido, empujada a encadenar relaciones sexuales sin parar. La vida familiar, tan presente en Canción dulce, aparece también en esta novela como el lugar donde parecen fraguarse los destrozos íntimos más crudos.

Corazón que ríe, corazón que llora de Maryse Condé. Impedimenta. Trad. Martha Asunción Alonso.

Premio Nobel alternativo de literatura 2018, este libro es una colección de 17 relatos que cuentan episodios de su infancia y juventud. En la biografía de Condé, mujer viajera en extremo, destacan dos paradas: la de su origen, entre su mundo caribeño y la metrópoli francesa, y la de África a donde llegó en búsqueda de sus orígenes (lo que la llevó a afirmar: “el orgullo de ser negra, el orgullo de ser mujer, el orgullo de ser lo que soy, ha sido África quien me lo ha aportado”).

Seis para pensar, saber

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Afrotopia de Felwine Sarr. Los libros de la Catarata y Casa África. Trad. Alba Rodríguez.

En esta obra, el pensador acuña dos nuevos términos. Estos son, Afrotopos “ese lugar todavía no habitado por esa África que viene” y Afrotopía “una utopía activa que pretende sacar a la luz los vastos espacios posibles de las realidades africanas y fecundarlos”. Son solo dos apuntes de un libro que abre el camino para que el continente se repiense, se represente y se proyecte.

Las mentiras que nos unen de Kwame Anthony Appiah. Taurus. Trad. María Serrano.

El filósofo angloghanés ha escrito un libro con la idea central de echar por tierra un error en el que solemos caer: «el de dar por hecho que en el corazón de cada identidad residen unas similitudes profundas que vinculan a todas las personas que comparten dicha identidad». En este sentido, analiza la cuestión identitaria, un eje en torno al que, sobre todo hoy en día, giran debates, opiniones y controversias.

Breve historia del África subsahariana de Eric García Moral. Nautilus.

“En estas páginas (el lector) no encontrará la historia africana en su totalidad, sino sólo una parte de ella”, se lee en su prólogo. Dirigido a un público general, no pretende ser un manual erudito y fue concebido como un libro que, potencialmente, podría leer gente que nunca ha oído hablar de la historia africana. Su autor, convencido de que hay que acercar la Historia a la gente, nos la cerca de manera sencilla pero siempre rigurosa.

El Himen y el Hiyab: Por qué el mundo árabe necesita una revolución sexual de Mona Eltahawy. Capitán Swing. Trad. María Porras.

Elthawy nos muestra que las mujeres árabes desde el estallido de las primaveras árabes han luchado por una doble revolución: contra los regímenes represivos y contra un sistema económico y político que reprime a las mujeres en Egipto, Libia, Túnez, Argelia entre otras naciones… El libro es, en opinión de Juan José Martín-González, “una llamada a la revolución y a la rebeldía y un cuestionamiento del sistema patriarcal árabe desde sus bases y dirigido a las propias víctimas de dicho sistema”.

Congo, Una historia épica de David Van Reybrouck. Taurus. Trad. Catalina María Ginard

700 páginas. A través de ellas el historiador belga rompe estereotipos mientras traza la trayectoria de este país colosal hasta la actualidad. Jeune Afrique ha dicho de esta obra: “Un ovni editorial que mezcla hábilmente los enfoques histórico, periodístico y literario. Es imposible dejarlo.”

Nuevas voces de la literatura de Guinea Ecuatorial 2008-2018, edición de Juan Riochí. Diwan.

En la antología participan 21 autores de Guinea Ecuatorial que nos dan la oportunidad de conocerlos y acercarnos a estas (nuevas) letras. Entre ellos, Ángela Nzambi, Edjanga Divendu Jones, Francisco Ballovera Estrada, Fumilayo Johnson Sopale, Guillermina Mekuy, Juan Riochí Siafá, Lucía Mbomío Rubio, Paloma Loribo (Paloma del Sol) o Recaredo Silebo Boturu.

Seis sin traducir (aún)

30 libros africanos para 30 días de vacaciones

Dance of the Jakaranda de Peter Kimani. Akashic Books.

Recomienda Chema Caballero: “Misterio, historia y poner en el centro a los asiáticos ausentes en la literatura africana. Una trama muy bien escrita que nos cuenta la historia de la construcción del tren en Kenia y la llegada de los asiáticos, cómo vivieron y cómo fueron discriminados, a la vez que ellos también discriminaron a los kenianos”.

Luanda, Lisboa, Paraíso. Djaimilia Pereira de Almeida. Companhia das Letras.

Recomienda Adriano Mixinge: “Recrea la nueva Angola desde la perspectiva diaspórica y global; la autora está preocupada con la memoria y la historia de la construcción de un imaginario póscolonial. Además, es preciosista en la escritura, demostrando un rico imaginario interior”.

Camarade Papa de Armand Gauz. Le nouvel Attila.

Recomienda Ángeles Jurado: “Es un retrato de la época en la que la colonización empezaba en esa zona de África que explica muchas de las cosas que pasan en la actualidad, mucho de lo que es Costa de Marfil hoy. Describe la riqueza y complejidad de las sociedades africanas precoloniales y el choque entre colonizado y colonizador. Además de estar maravillosamente escrito”.

Banat al-sabbar de Karima Ahdad. Le Fennec.

Recomienda Gonzalo González Padilla: “Está escrito por una mujer joven marroquí. Ofrece una visión crítica y al tiempo polifónica de la situación de las mujeres en el entorno rural. Está muy bien escrito y me recuerda a la prosa de Mohamed Chukri. el autor del Pan a secas”.

Kintu de Jennifer N. Makumbi. Transit Books.

Recomienda Arrate Hidalgo: Hay que leerlo. Porque es una épica familiar como pocas he conocido, porque sus personajes con sus dolores y esperanzas se quedan contigo mucho después de cerrar el libro, porque la voz de Makumbi es multicolor y profundamente humana.

Ebamba Kinshasa-Makambo de Richard Ali A Mutu. Mabiki.

En lingala se publicó esta obra en 2014 ya que este joven autor, nacido en República Democrática del Congo escribe en su lengua materna. Traducida a inglés por Bienvenu Sene Mongaba, bajo el título Mr. Fix It, es la primera novela en lingala en lograrlo. La obra se desarrolla en Kinshasa, ciudad de la que realiza un verdadero retrato (ciudad de la música y la moda), y cuenta la historia de un joven congoleño que lucha y trata de sobrevivir dividido entre la tradición y la modernidad.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/07/11/africa_no_es_un_pais/1562836732_219748.html

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Sudáfrica: Un oasis contra la transfobia

África/Sudáfrica/18 Julio 2019/Fuente: el país

Una veintena de escuelas de Ciudad del Cabo apoyan la educación inclusiva en un país en el que más del 50% de estudiantes son discriminados por su identidad de género. Visitamos una de ellas, modélica, de la mano de una de sus alumnas

Antes incluso de tener que enfrentarse a la necesidad diaria de identificarse a través del género, Alex ya era consciente de que no sería lo que por su cuerpo decían que tenía ser. “Con apenas 4 años ya empezó a expresar que quería ser una niña”, cuentan sus padres. Aunque nunca vacilaron a la hora de apoyar a su hija, el primer psicólogo al que acudieron les recriminó su postura. “Nos insistió en que la estábamos malcriando y nos advirtió de que no podíamos permitir que nos manejara”, continúa Marie, tan alta y de tez tan clara coma sus dos pequeñas. Todavía hoy es ese uno de los peores días de su vida. La receta propuesta contra la sexualidad de Alex pasaba por reforzar su conducta masculina: había que cortarle el pelo, vestirla con pantalones de chico y llevarla a un centro escolar cuya solución inclusiva pasaba por hacer que se cambiase en un cuarto de baño solo para ella.

Subrayar la diferencia en lugar de normalizarla.

Durante su particular guerra de los pantalones, Alex encontró la fórmula de vencer la censura. Se ponía las camisetas y chaquetas que le mandaban, pero en talla grande, como si fuesen vestidos. Hasta que aquel silencio administrativo acabó por desbordarse a sí mismo: no tenía sentido seguir forzándola a ser lo que no quería ser.

Solo que ya no se trataba exclusivamente de ella, sino que al encontrarse en edad escolar había que lidiar con compañeros, padres, profesores y burocracia administrativa. En una urbe marcada por la desigualdad social como Ciudad del Cabo (Sudáfrica), donde los cielos de hojalata de Khayelitsha comparten lienzo con las cometas de colores de Bloubergstrand, no resultó sencillo encontrar una escuela primaria para una niña como Alex. Hasta que dieron con un centro en el que aprender a convivir es tan importante como saber sumar o leer.

Un ajedrez gigante y pausas para salir a correr

Es la hora del recreo para los más pequeños y el patio está abarrotado. Los hay que quieren seguir con los cuentos, otros que prefieren corretear a su antojo y otros que piden que los lleven con los animales de la granja.

Martin apenas es capaz de articular una palabra. Pero sonríe. Y Sasha, la joven recién licenciada que se encarga de supervisar sus avances, ríe todavía más. Ellia, la profesora titular de la clase, ríe con ellos. “Es gratificante ver lo que va logrando”, señala Sasha. “Al principio era incapaz de comunicarse. Hace unos meses, Ellia y yo nos miramos y no nos lo podíamos creer: Martin estaba hablando”. El pequeño, que sufre dificultades de desarrollo, no recibió la atención especializada que requiere hasta que llegó aquí: hasta los dos años lo tenían en un sofá sin que nadie hablase con él.

El ajedrez gigante ubicado en el patio con el que los niños juegan.
El ajedrez gigante ubicado en el patio con el que los niños juegan. Pablo L. Orosa

En la escuela primaria de North Pinelands, la roja, como la conocen todos en el barrio, una zona de clase media cercana al hospital Vincent Pallotti donde los jubilados pasan la tarde jugando al tenis, Martin no es alguien especial. “Buscamos crear una educación real para que los chicos se preparen para la vida tal y como es, diversa”, subraya Ann Morton, directora del centro.

Su colegio propone un enfoque educativo alternativo, en formas y en fondo. Aquí los alumnos, algunos con trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tienen esterillas para estirarse y permisos controlados para salir al patio cuando están agobiados. Aquí los maestros no permanecen sentados tras un escritorio, sino que disponen de un atril desde el que dirigirse a la clase. Porque en realidad el objetivo es que los alumnos sean sus propios profesores: que busquen respuestas a las preguntas que ellos mismos se van formulando. Hoy, los de último curso no dejan de darle vueltas a los planetas solares.

El éxito de North Pinelands radica en su capacidad de ser real: no se trata solo de que los niños participen de la vida en la comunidad con excursiones a empresas y museos, sino que sea esta la que participe del día a día del colegio. “La escuela está abierta a cualquiera que quiera ayudar”, insiste Morton. Hay un bedel que toca la guitarra, varios asistentes que ayudan a quien quiere chapurrear español y personas con diversidad funcional encargadas de tareas de mantenimiento. Con un total de 450 estudiantes de primero a séptimo curso, la escuela cuenta con un equipo de apoyo con terapeutas ocupacionales y un logopeda, además de profesores especializados en música, arte y lengua xhosa y otra docena más de asistentes. A ellos hay que sumar otros profesionales, cuyo coste es sufragado por los padres, que se encargan de asistir a los alumnos con necesidades específicas durante las clases. Es lo que Sasha hace con Martin. En total, hay hasta 90 personas con labores docentes trabajando en una escuela en la que 46 alumnos requieren una asistencia adicional.

“Hay un enfoque médico de la diversidad, todavía presente en muchos centros educativos, en el que estos alumnos son separados. Para los profesores esta forma de trabajar es más sencilla porque crea grupos homogéneos, pero no es enriquecedor. Lo que nosotros pretendemos es que los niños crezcan aprendiendo unos sobre otros. Lo que va a detener la III Guerra Mundial no son los sobresalientes en matemáticas sino las habilidades para crear comunidad”, insiste Morton. Es por esto que la escuela de North Pinelands no es una escuela ordinaria ni tampoco una escuela para personas con necesidades especiales. Es simplemente una escuela inclusiva.

Educación transgénero, el penúltimo reto

Antes de las vacaciones de 2016, Alex anunció a sus compañeros que a la vuelta del verano ya sería oficialmente un niña. Y no hubo ningún trauma. Sus compañeros lo asumieron con naturalidad y ni uno solo de ellos se volvió a referir a ella como él. “Todo el proceso resulta más complicado para los adultos que para los propios niños, ellos lo aceptan con facilidad”, explica Ronald Addinall, psicólogo especializado de la Universidad de Ciudad del Cabo.

La escuela, que ya había conseguido con éxito la integración de personas con discapacidades físicas e intelectuales y de niños procedentes de entornos religiosos y socio-económicos diversos, llevaba meses trabajando en el que se ha convertido en el último penúltimo reto de la educación inclusiva: la de los menores transgénero. “Lo que hicimos fue pensar al revés: no en como integrarlos, sino en como podíamos adaptarnos los demás a ellos”, subraya Ann Morton. Se instauraron el uniforme unisex y los baños y los equipos deportivos mixtos. Pero sobre todo, la escuela realizó un importante esfuerzo de concienciación y formación dirigido a toda la comunidad educativa: se realizaron charlas con todo el personal, docente y no docente, y después fue comunicado a las familias. “Hubo dos que decidieron quitar a los niños de nuestra escuela. Con el resto no ha habido nunca —y ya han tenido más casos de transiciones de menores transgénero— ningún problema”, recalca la directora.

Después del hogar, “el colegio es el lugar donde los niños pasan más tiempo y donde socializan, por eso es importante que se sientan seguros y valorados. Resulta fundamental que el entorno escolar sea el adecuado y no se convierta en un lugar de miedo que dispare los problemas”, comenta Addinall, quien ha asesorado a más de 400 chicos en su transición de género y ahora colabora con una veintena de escuelas que avaladas por el Departamento de Educación del Western Cape Education Department apuestan por estos programas de educación inclusiva.

Según un estudio realizado en 2016 por Out LGBT, el 56% de las personas transgénero en Sudáfrica sufrieron algún tipo de discriminación durante su escolarización. Aunque el país es uno de los más avanzados del mundo en el la protección de los derechos de la comunidad LGTBI y fue el primero del continente en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, insultos, agresiones, violaciones y persecuciones forman todavía parte del día a día de quien tiene una orientación sexual diferente a la bendecida por la Iglesia. Lo más preocupante, subraya el informe, es que el 76% de las personas transgénero no denuncia los ataques sufridos.

“Gran parte de estos problemas se podrían solucionar creando mecanismos que juzgasen las responsabilidades de universidades y entornos laborales que incumplen la legislación que protege al colectivo trans”, apunta Sandile Ndelu, una de las integrantes del grupo Transgenderforum, que promueve la transformación de la universidad sudafricana. Aunque se alinearon inicialmente con el movimiento #RhodesMustFall (RMF), que exige la descolonización de los programas educativos, el movimiento Transgenderforum ha acabado por desmarcarse al entender que esta lucha estudiantil no incorpora más que de forma retórica sus reivindicaciones y deja a un lado la incorporación de la perspectiva de las identidades de género a los currículos lectivos o en el propio trato al alumnado.

Se centran en cuestiones simbólicas, como la instalación de baños mixtos, que “no hacen más que aumentar las diferencias sociales y de raza que existen entre los estudiantes transgénero”, subraya Ndelu. Mientras universidades vinculadas a la élite económica, como Witwatersrand o Stellenbosch, han podido realizar estas reformas, otros centros de mayoría afrodescediente como Fore Hare, UniZulu o WSU carecen de recursos para llevarlas a cabo.

Un proceso reversible hasta la adolescencia

Demostrada la eficacia de los modelos inclusivos, el reto ahora es hacerlos accesibles a todos. “Escuelas como Pinelands pueden ser un modelo, pero todos los centros pueden hacer pequeños cambios para lograr ser inclusivos con los menores transgénero”, apunta Addinall. Lo primordial es trabajar desde la base, tanto con los colegios como con las familias. “No cualquier niño por ponerse los tacones de su madre o vestirse de hombre quiere decir que esté en desacuerdo con su cuerpo. Todos pasan por una fase de experimentación de su identidad sexual”. Cuando este rechazo es consistente, prosigue el psicólogo, es cuando conviene apoyar la transición social: y cuanto antes mejor. “A medida que se acercan a la pubertad aparecen los cambios físicos que son los que suelen desencadenar los problemas y depresiones”.

Aunque a Alex todavía le quedan unos cuantos años para que comiencen los cambios hormonales, su madre no puede dejar de preocuparse. Llegarán los novios, la universidad, el trabajo…la vida lejos del programa de talento de su escuela y de unos compañeros que han crecido entendiéndola. En el resto del mundo todavía hay demasiada gente que no ha empezado a hacerlo. “Lo que va a venir”, asegura Marie, “es lo más duro”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/10/planeta_futuro/1562754585_137545.html

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