Una veintena de artistas se han unido para elaborar ‘Los tambores hablan’, un Libro CD que apoya la escolarización en África. La ONGD SED lleva 25 años trabajando en los países más desfavorecidos. Las ganancias íntegras del disco irán destinados a proyectos educativos.
Un total de 21 artistas españoles han decidido reunirse al amparo de la ONGD SED y poner voz a quien, desgraciadamente, no la tiene. El resultado ha sido Los tambores hablan, un Libro CD grabado desde el corazón para ayudar a mejorar las condiciones de los niños en África. Otras imágenes 2 Fotos La OND SED (Solidaridad, Educación y Desarrollo) acaba de cumplir 25 años trabajando sobre el terreno del continente para llevar la escolarización a las áreas con menos recursos en países como Ghana, donde han centrado parte de su actividad. En Los tambores hablan participan cantautores como Víctor Manuel, Rozalén, Inma Serrano, Pasión Vega o Pedro Guerra, que cuentan en 11 canciones la cara más divertida del continente más antiguo del mundo. Con este disco se pretende «romper con los estereotipos» que se han dado a África en los últimos años, según la ONG. El Libro CD -que incluye las leras de todas las canciones, fotos y texto sobre la vida en las comunidades africanas- se puede adquirir a través de la página web de la ONG a un precio de 15 euros. todos los fondos recaudados con este proyecto irán destinados a los proyectos de cooperación que SED desarrolla en el continente. Síguenos en Facebook para estar informado de la última hora:
RESUMEN: El tamaño de las clases en las escuelas públicas de Ghana suele ser muy alto, lo que hace que sea difícil para los maestros supervisar a sus estudiantes sobre una base individual. Se ha revelado que sólo dos por ciento de los alumnos de la Clase Dos de Ghana pueden leer con fluidez en inglés e idiomas indígenas. El porcentaje es ligeramente mejor con alumnos de Clase Tres, con un 20 por ciento de ellos pudiendo leer en inglés con un mínimo de competencia y capacidad. Esto fue revelado por Guitele Nicoleau, Jefe del Partido-Aprendizaje de Ghana, en un taller de educación en Tamale en la Región Norte. El taller es parte de un proyecto financiado por la agencia de desarrollo internacional, USAID, que vería a unos 23.000 maestros beneficiarse de un plan de capacitación. Según Nicoleau, un adicional de 1.700 supervisores de circuito y expertos en idiomas en los distritos del país se beneficiarían de los nuevos materiales de enseñanza y aprendizaje.
Class sizes in Ghana’s public schools are usually very high which makes it difficult for teachers to supervisor their students on an individual basis.
It has been revealed that only two percent of Ghanaian Class Two pupils can read fluently in English and indigenous languages.
The percentage is slightly better with Class Three pupils with about 20 percent of them being able to read in English with minimum proficiency and capacity.
This was disclosed by Guitele Nicoleau, the Chief of Party-Ghana Learning, at an education workshop in Tamale in the Northern Region.
The workshop is part of a project funded by the international development agency, USAID, that would see about 23,000 teachers benefiting from a training scheme.
According Nicoleau, an additional 1,700 circuit supervisors and language experts across the country’s districts would benefit from the new teaching and learning materials.
The Ghana News Agency reports that “Mrs Cynthia Bosumtwi-Sam, the Acting Deputy Director of Ghana Education Service, said the project would solve the national challenges of less reading of children in the country. She urged the teachers and directors of the schools to make use of the learning materials provided to them to enhance quality education in the country.”
Analysis
Class sizes in Ghana’s public schools are usually very high which makes it difficult for teachers to supervisor their students on an individual basis. The probably is compounded by the lack of reading materials leaving pupils with no option but to share one text book with many other classmates.
RESUMEN: La falta de puestos de trabajo y la desilusión con los líderes políticos pueden formar una «cerveza tóxica», que empuja a más jóvenes africanos a emigrar oa unirse a grupos extremistas violentos, dijo el viernes la fundación del multimillonario filántropo Mo Ibrahim. La creciente población joven de África podría desestabilizar a los países de todo el continente y desafiar el crecimiento económico si los jóvenes no tienen educación y oportunidades de empleo, dijo el informe publicado esta semana. La población joven del continente casi duplicará a 452 millones en 2050, de 230 millones en 2015, y uno de cada dos africanos tendrá menos de 25 años, según el informe. Muchos jóvenes podrían ser atraídos hacia la escalada de la violencia militante en África y el aumento de la migración a Europa a través del Mediterráneo, dijo Richard Murray de la fundación.
A lack of jobs and disillusion with political leaders may form a “toxic brew”, driving more young Africans to migrate or join violent extremist groups, billionaire philanthropist Mo Ibrahim’s foundation said on Friday.
Africa’s booming young population could destabilise countries throughout the continent and challenge economic growth if young people are not provided with education and job opportunities, said the report published this week.
The continent’s young population will almost double to 452 million by 2050, from 230 million in 2015, and one in two Africans will be under the age of 25, according to the report.
Many young people could be drawn towards escalating militant violence in Africa and rising migration to Europe via the Mediterranean, said Richard Murray of the foundation.
“The most striking aspect of this research is the importance of the choice facing African young people on a continent where terrorist attacks have grown by 1 000% over the past decade,” said Murray, acting head of research at the foundation.
“Engaging young people will determine the future of the more than 2.4 billion people who will live on the continent in 2050.”
Observers from investment bankers to management consultants say Africa will reap a “demographic dividend” in the future as its bulging youth population drives innovation and consumer markets, as happened in Asia in decades past.
Yet, while Africa’s commodity boom over the past decade has seen the continent’s real gross domestic product grow at an annual average of 4.5%, few jobs have been created and youth unemployment levels have remained high, the report said.
Frustration is also growing among young people when it comes to politics, with youth voter turnout declining and scepticism about politicians growing, despite an increase in free and fair elections throughout Africa, according to the foundation. “Africa stands at a tipping point.”
Unicef da voz de alerta en África ante la situación de emergencia en países como Nigeria, Somalia, Sudán del Sur. La situación es igualmente alarmante en Yemen.
Los niños no pueden esperar y solicita urgentemente cerca de 255 millones de dólares para responder a las necesidades inmediatas.
Les bombardean, les reclutan para matar, les dejan sin escuelas. La situación de África es insostenible. Alrededor de 22 millones de niños pasan hambre, están enfermos, se encuentran desplazados en Nigeria, Somalia, Sudán del Sur. La situación es igual de alarmante en Yemen. En África, 1,4 millones están “en riesgo inminente de muerte” por desnutrición aguda grave este año, según alertó este martes el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Esta agencia de la ONU indicó que “el tiempo se agota” para más de un millón de niños más de un mes después de que se declarase la hambruna en Sudán del Sur, mientras la sequía y los conflictos armados devastan vidas en el noroeste de Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen.
«Los niños no pueden esperar»
“Los niños no pueden esperar, debemos tomar medidas antes de que se declare otra hambruna», dijo Manuel Fontaine, director de programas de Emergencia de Unicef, quien añadió: «Aprendimos de Somalia, en 2011, que cuando se declaró la hambruna, un número incalculable de niños ya habían muerto. Eso no puede volver a suceder».
Unicef indicó que necesita cerca de 255 millones de dólares (235 millones de euros) para proporcionar a estos niños alimentos, agua, educación, servicios de salud y protección durante los próximos meses, según la última actualización de su previsión de fondos.
Programas de nutrición urgente
La mayor parte de los fondos (más de 81 millones de dólares, cerca de 75 millones de euros) se destinarán a programas de nutrición para detectar los casos de desnutrición en los niños y proporcionarles alimento terapéutico.
Otros 53 millones de dólares (50 millones de euros) irían a los servicios de salud, entre ellos vacunaciones, mientras que más de 47 millones de dólares (43 millones de euros) serán destinados a programas de agua, saneamiento e higiene para prevenir enfermedades diarreicas potencialmente mortales.
Con los fondos restantes se apoyará la protección de los niños afectados por conflictos y desplazamientos y se les proporcionarán servicios educativos. También se ofrecerá asistencia en efectivo a las familias más vulnerables.
Los recursos necesarios durante los próximos meses forman parte de un llamamiento más amplio de Unicef para 2017 por un valor total de 712 millones de dólares (655,8 millones de euros), lo que supone un aumento del 50% respecto a los requerimientos de financiación en los cuatro países en el mismo periodo del año pasado.
En el noreste de Nigeria, este año llegará a 3,9 millones de personas con servicios de atención primaria de salud, tratará a 220.000 niños de menos de cinco años con desnutrición aguda y proporcionará acceso a agua potable a más de un millón de personas.
En Somalia, Unicef apoya a 1,7 millones de niños menores de cinco años, incluyendo el tratamiento de hasta 277.000 casos de desnutrición aguda grave con servicios de salud y nutrición en centros e instalaciones móviles.
En Sudán del Sur, ha prestado asistencia fundamental junto con sus aliados para salvar vidas a 128.000 personas en zonas afectadas o amenazadas por el hambre, entre ellas a cerca de 30.000 niños menores de cinco años.
Y en Yemen, Unicef ha ampliado sus actividades para dar respuesta a los casos de desnutrición a través de centros de salud, equipos móviles, trabajadores comunitarios de la salud y voluntarios para llegar a comunidades de difícil acceso y familias desplazadas. Además, también apoya a los niños que sufren desnutrición aguda grave y a sus familias con asistencia en efectivo y servicios de agua y saneamiento, incluyendo el suministro de agua potable y artículos y promoción de higiene.
El conflicto armado es uno de los principales impulsores de esta crisis, según Unicef, que nuevamente ha pedido el acceso incondicional, sin obstáculos y permanente a los niños que lo necesitan y el fin de las violaciones de los derechos de la infancia en los países afectados.
Además, también ha dado la voz de alarma sobre el empeoramiento de la situación nutricional en los países vecinos. «A medida que la violencia, el hambre y la sed fuerzan a la gente a moverse dentro y fuera de las fronteras, las tasas de desnutrición seguirán aumentando no sólo en estos cuatro países, sino también en la cuenca del lago Chad y el Cuerno de África. Si las agencias humanitarias no logran el acceso y los recursos que necesitan para llegar a los más vulnerables, se perderán vidas», concluyó.Necesita 235 millones de euros para atender a menores en Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen.
África/ Marzo del 2017/Noticia/https://theconversation.com/
Reseña:
Alie Fataar profesor y maestro radical, fue uno de los muchos desconocidos sudafricanos cuya vida y trabajo, lo destaca como referente en el país. Fataar y sus compañeros desarrollaron un proyecto educativo sin precedentes durante los días más oscuros del colonialismo y el apartheid. Su trabajo de los años 40 explícitamente desacreditaron la noción racista pseudo-científica. Este fue sin duda el espacio político más controvertido y creativo y el período en la historia de Sudáfrica.Pero sus detalles no están incluidos en las narrativas de la lucha del pos-apartheid – y por lo tanto estos maestros radicales no son conocidos. Sin embargo, fueron ellos quienes crearon una fuerte narrativa contraeducativa a los principios deshumanizantes de la educación colonial y del apartheid. En este sentido se asevera que la enseñanza de calidad, les dió herramientas para Radicalizar la enseñanza con una orientación de justicia social, hacia la creación de una sociedad radicalmente nueva.
Born into revolution: reflections on a radical teacher’s life
Alie Fataar was a teacher. Perhaps that doesn’t seem glamorous and very important. But Fataar, who would have turned 100 this month, is one of the many South African unknowns whose life and work can point the country today in a direction it ought to follow.
Fataar and his comrades developed an unparalleled educational project during the darkest days of colonialism and apartheid. Their work from about the 1940s explicitly debunked the pseudo-scientific racist notion that intelligence and human worth were unequal by virtue of physical characteristics such as skin colour and the texture of one’s hair.
In the 27 years between starting his career as a teacher and fleeing into exile from the apartheid government, Fataar profoundly influenced five generations of oppressed pupils. He instilled in them the virtues of critical citizenship and a profound, articulated anti-racism. His mantra, and that of the progressives he worked alongside, was: “There is only one race – the human race.”
Fataar was the subject of my PhD thesis. Why does he interest me so much and why am I now writing this reflection on a life that has been relegated to the margins of South Africa’s education resistance history? Quite simply, because he exemplifies the type of teacher South Africa sorely requires today if its classrooms are to be used to develop a new generation of critical, engaged students.
Fataar and his comrades showed that South Africa needs teachers who know that teaching is, by definition, an acutely political act. It requires a critical outlook that is independent, fearless and sustained.
Who was Alie Fataar?
Alie Fataar was born on March 26 1917 in Claremont, a working class suburb in Cape Town. 1917 was a significant year: in Russia, the revolution was to shape the world in significant ways. World War 1, the “Great War”, continued to maim and kill millions. South Africa was a colony of Great Britain, which introduced apartheid-style legislation that oppressed the country’s not-white citizens. In 1918, Nelson Mandela was born.
Fataar was the youngest of 12 children. His father, Salamudien Fataar, was a tailor at Garlicks, a fine goods retailer and his mother, Janap Moosa, was a washerwoman.
Fataar’s father was not literate, but the young man was obsessive about reading and progressing through education. When he enrolled at Claremont’s Livingstone High School in 1929 he continued a pattern established during his primary school years, placing him at the top of the class.
Livingstone shaped Alie Fataar. There he encountered soaring intellects in teachers like Hassan Abrahams and E.C. Roberts. They were members of the Teachers’ League of South Africa (TLSA) and declared unequivocally that their students were anybody’s equal – simply by virtue of being human. This thinking was revolutionary at a time when South Africans who were not white were considered and treated as inferior.
The combined Livingstone High School Standards 9 and 10 (Grades 11 and 12) classes in 1934. (Standing) Left to right: A. Solomon, C. Wade, Alie Fataar, P. Francis, N. Thomas, W. Ludolph, D. Hendricks. (Sitting) Left to right: J. Slinger, C. Parker, J. Henry, M. Dennis, T. Basson, W. Williams. (Front: mascot) J. Rhoda. Absent: I. Salie.Courtesy of Alie Fataar
After school, in 1935, Fataar enrolled at Cape Town’s Zonnebloem College of Education. In 1937, he landed a post at his alma mater, Livingstone High School. As a senior English teacher he revelled in the responsibility of moulding his students into people who rejected an imposed inferior status, and who aspired to actualise their full human potential. Fataar was banned in 1961 under the Suppression of Communism Act and was no longer allowed to play any role in organisations like the TLSA, African Peoples’ Democratic Union of Southern Africa and the Non-European Unity Movement.
He kept teaching while under surveillance by the notorious special branch. He was accused of breaching his banning order several times and fled into exile in 1965.
Between then and his return to South Africa in 1993, Fataar lived in three newly decolonised African states: Botswana, Zambia and Zimbabwe. He initially struggled to find work but then began a “second life” in education. He taught in all three countries and worked for both the Zambian and Zimbabwean governments as an education specialist. He eventually retired when he was 71, having served education in Africa for an astounding 51 years.
He was 76 when he returned to South Africa in 1993. He engaged robustly with public education, globalisation and the militarisation of public life through newspaper articles, letters to the editor and community radio forums that had been established in the post-apartheid era. His appetite for political debate and engagement was not dulled by age.
Radicalising teaching
Fataar was not the only radical thinker and educator influenced by the Teachers’ League of South Africa.
The organisation emerged in the first decades of the 20th century as an assimilationist “coloured” political entity. The concept “coloured”, like most racial tags, is shrouded in controversy even today. Here, for analytical purposes, it indicates the politically-inscribed community that emerged from the colonial sexual encounter with the enslaved, indigenous population at the Cape. This “community” was labelled “coloured” by the colonial and later apartheid regimes.
In the late 1930s literature from the Russian revolution was finding its way into Cape Town’s progressive intellectual circles. The league was captured by young radicals. The radicalised league and its teachers became explicitly and organisationally committed to the creation of a new world. Through their teaching, they aimed to undo the violence of the colonial and later the formal apartheid education dispensations.
It was a revolutionary moment in South Africa’s making. These intellectuals created the vision of a new, just society through writing, publishing, debate, and a fierce contestation of ideas both against the enemy, and within their own ranks.
Historians and public intellectuals such as Ciraj Rassool have written about this project that aimed at nothing less than “taking a nation to school”.
This was arguably the most contested and creative political space and period in South Africa’s history. But its details are not included in post-apartheid’s struggle narratives – and so these radical teachers are not known. Yet it’s they who created a fierce counter-educational narrative to the dehumanising tenets of colonial and apartheid education.
And their work remains relevant today.
The ideals of a teacher born 100 years ago need to be inserted into the country’s official narratives. Fataar, who died on June 9 2005, left a legacy of teaching as an act of defiance in the face of intellectual dishonesty. Quality teaching, he taught us, is teaching with a social justice orientation, geared towards the creation of a radically new society.
Africa/ Sahara Occidental/ Por Eugenio García Delgado
Son las 9.00 de la mañana y los niños empiezan a recibir en las escuelas la educación gratuita y obligatoria que ha sido asegurada en los campamentos de refugiados saharauis por el Frente Polisario durante los 42 años que llevan sobreviviendo cerca de Tinduf (Argelia), después de que España abandonara el Sahara Occidental sin descolonizar […]
Son las 9.00 de la mañana y los niños empiezan a recibir en las escuelas la educación gratuita y obligatoria que ha sido asegurada en los campamentos de refugiados saharauis por el Frente Polisario durante los 42 años que llevan sobreviviendo cerca de Tinduf (Argelia), después de que España abandonara el Sahara Occidental sin descolonizar y fuera invadido por Marruecos.
En la hamada negra (desierto pedregoso) viven, aproximadamente, 180.000 refugiados, el 60% por debajo de los 30 años, según la agencia para los refugiados de la ONU (ACNUR). El Frente Polisario asegura que el 100% de los niños están escolarizados y que el abandono escolar es “casi inexistente”.
Los más pequeños, de 3 a 6 años, ya están sentados en la tarbía (guardería). Para los de 6 a 12, en Primaria, toca asistir a la madrasa. Los horarios -que no siempre se cumplen- son de 9 a 13 y de 16 a 18 horas. Esta parte de la educación, mixta y en la que hay tiempo para una clase de español, se desarrolla en los propios campamentos y a los padres no les cuesta nada de dinero.
“Es un éxito que nuestra juventud esté educada, aunque siempre hay cosas que mejorar. Falta formación en el profesorado, hay escasez de material y no todas las familias se preocupan de la educación de sus hijos. Muchas veces se van dos o tres meses al desierto y sus hijos no asisten a clase en ese tiempo”, señala Abba Lehibib, director general de las tarbías de los campamentos de refugiados.
África Sánchez Hijón, educadora infantil y cooperante de la ONG Rivas-Sahel, apunta que la asistencia depende mucho de cómo sea la familia: “Si la madre es joven, se preocupa más de que sus hijos vengan a clase. Si son mayores, les cuesta”.
La profesora madrileña, que vive en los campamentos desde hace casi un año y es responsable de un proyecto para mejorar las guarderías y la formación de las educadoras, ofrece datos de primera mano: “Las clases están masificadas, con más de 30 niños; no existe un programa educativo coordinado y estable, y las maestras cobran muy poco, 50 euros cada tres meses”.
Estudiando en Argelia
El país que acoge a los refugiados, Argelia, también es el que paga la educación secundaria y el bachillerato de los saharauis a partir de los 12 años.
“Paga su alojamiento, su manutención, los libros y los desplazamientos”, afirma Buda Sidi Mohamed, director general de los estudiantes saharauis en el extranjero hasta diciembre de 2016. El ahora responsable de las guarderías, Abba Lehibib, ha pasado por varios cargos en el Ministerio de Educación y reconoce que “en los campamentos no hay suficientes recursos y el nivel es más bajo. Por eso salen”.
En lo más parecido que hay en el campamento de refugiados saharauis de Smara a un bar chill out con vistas al desierto -cuatro palés pintados de colores son los asientos-, Saleh se está tomando un café. Él es uno de los pocos que ha conseguido completar todo el ciclo educativo. “Solo un 10% llegamos a la universidad”, señala este joven de 29 años que estudió Literatura Inglesa en Argelia y que habla árabe, español, alemán, inglés y hasanía -el idioma saharaui-.
Y después de la universidad, ¿qué?
Ese 10% son 350 alumnos universitarios con beca en 2016, confirma Buda. Es decir, en el curso anterior hubo 3.500 estudiantes de bachillerato y secundaria. “De esos 350 alumnos, 343 fueron becados por Argelia, cinco por Cuba y dos por España. De allí regresan a los campamentos como ingenieros, contables, abogados, profesores o médicos”, recalca orgulloso Buda Sidi Mohamed. Sin embargo, esta bien formada juventud llega a un lugar donde casi no hay trabajo ni expectativas. “Quiero ser útil a mi gente y a mi sociedad. Durante un año fui maestro, pero no me llegaba el dinero, así que tuve que buscar otros trabajos en la construcción y en lo que vaya saliendo”, lamenta Saleh.
El Frente Polisario reconoce que no hay puestos especializados para todos los licenciados, pero sí asegura que casi todos encuentran trabajo en la Administración, en sanidad o en el ejército.
“La educación nos ha ayudado a que los jóvenes se integren y no piensen en el crimen, en las drogas o en los grupos radicales. Es un pilar fundamental para la prevención”, dice el exresponsable de las becas saharauis en el extranjero.
Parece que lo están consiguiendo. “Después de estudiar, nuestro deber es volver con nuestras familias a los campamentos hasta que juntos consigamos regresar a nuestro país”, comenta en el chill out Hafdala, amigo de Saleh, apurando su café. Él trabaja en un centro especializado en celiacos en el campamento de El Aaiún.
Alternativas de tiempo libre
La educación de los refugiados incluye también interesantes proyectos como el de formación de monitoras de ocio y tiempo libre que dirige Lala Saleh, joven de 24 años. “Estamos formando a 20 chicas que se ocupan de niños de hasta 11 años. Hay futuro para los niños saharauis. Si no crees en algo, nunca va a existir. Por eso hay que creer”, sostiene la coordinadora.
También podrás ver por los campamentos al bibliobús del Bubisher, un camión cuya caja de mercancías está adaptada con estanterías para libros y mesitas para que los niños lean y pinten. Y no hay que olvidar la importante labor educativa que realiza Vacaciones en Paz, el proyecto por el que aproximadamente 250 niños son acogidos por familias españolas cada año durante los meses de julio y agosto para alejarles del calor del desierto argelino en verano, que alcanza los 50º C.
Imagen tomada de: http://estaticos.elperiodico.com/resources/jpg/4/9/jovenes-saharauis-junto-una-cisterna-que-reparte-agua-precario-campamento-dajla-tinduf-una-imagen-archivo-1455131890294.jpg
Bajo el lema “Pido la palabra por la educación”, como reflejo de la importancia de la participación de la ciudadanía, la Campaña Mundial por la Educación (CME) exige a los representantes políticos el cumplimiento de la Agenda de Educación 2030.
En la actualidad sigue habiendo 263 millones de niños, jóvenes y adolescentes sin acceso a la Educación, debido a distintas causas como vivir en contextos de crisis o en zonas rurales remotas; la falta de recursos, infraestructuras adecuadas o de personal docente cualificado; o la discriminación por motivos de raza, género o discapacidad. A esta cifra hay que añadir a los 758 millones de adultos analfabetos, dos tercios de ellos mujeres. La Campaña Mundial por la Educación lleva desde el año 2000 –2003 en España– sirviendo de altavoz de las demandas y necesidades de todos ellos.
En 2015, 196 Estados firmaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que constituyen un plan de acción mundial formado por un conjunto de 17 objetivos de carácter integrado, indivisible y universal que deberán alcanzarse en 2030. En ese mismo año nace la Agenda de Educación 2030, marco de acción que incluye tanto la Declaración de Incheon como el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS4): “Garantizar una Educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
La Semana de Acción Mundial por la Educación se celebra este 2017 del 24 al 29 de abril en 124 países, a través de diferentes actividades de calle orientadas a crear conciencia sobre la importancia del derecho a la educación. En esta ocasión, la CME no solo se moviliza para exigir a los gobiernos que adopten las medidas, políticas y financiación necesarias para garantizar una educación de calidad, inclusiva y equitativa, sino para que lo hagan de forma transparente, rindiendo cuentas de sus compromisos ante la ciudadanía y asegurando espacios de participación de la sociedad civil.
Bajo el lema “Pido la palabra por la educación”, la campaña llama la atención sobre la importancia de la participación activa de la ciudadanía, en especial de las comunidades educativas, niños y niñas, a la hora de garantizar el cumplimiento del derecho a una Educación de calidad para todos.
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