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Seminario ¿Como se mide la calidad de los servicios de cuidado infantil?

¿Te interesa el desarrollo infantil? Participa de este seminario en línea con especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo. Conocerás detalles teóricos y prácticos sobre la medición de la calidad de servicios de cuidado infantil, además del uso de este libro como herramienta de trabajo.

Miércoles, 27 de abril de 2016
12:00 PM a 1:30 PM (hora de Washington, DC)

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Este es el enlace del libro: ¿Cómo se mide la calidad de los servicios de cuidado infantil?

 

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ODS/ Objetivo 15: Vida en la tierra

Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, efectuar una ordenación sostenible de los bosques, luchar contra la desertificación, detener y revertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de diversidad biológica

La vida humana depende de la tierra tanto como del océano para su sustento y subsistencia. La flora provee el 80% de la alimentación humana y la agricultura representa un recurso económico y medio de desarrollo importante. Por otra parte, los bosques cubren el 30% de la superficie terrestre, proveen hábitats cruciales a millones de especies y son fuente importante de aire limpio y agua. Además, son fundamentales para combatir el cambio climático.

La actual degradación del suelo no tiene precedentes y la pérdida de tierras cultivables es de 30 a 35 veces superior al ritmo histórico. Las sequías y la desertificación también aumentan todos los años; sus pérdidas equivalen a 12 millones de hectáreas y afectan a las comunidades pobres de todo el mundo. De las 8.300 especies conocidas de animales, el 8% ya está extinto y otro 22% corre el riesgo de desaparecer.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible apuntan a conservar y recuperar el uso de ecosistemas terrestres como bosques, humedales, tierras áridas y montañas para 2020. Promover la ordenación sostenible de los bosques y detener la deforestación también es de vital importancia para mitigar los impactos del cambio climático. Es urgente tomar medidas para reducir la pérdida de hábitats naturales y la biodiversidad, que son parte del patrimonio común de la humanidad.

Conservar los bosques y otros ecosistemas es uno de los 17 Objetivos Globales de la nueva Agenda para el Desarrollo Sostenible. Un enfoque integral es crucial para avanzar en los diversos objetivos.

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Organizaciones que aprenden

Por: Carlos Magro

Siempre sabemos más de lo que podemos decir y decimos más de lo que podemos escribir“, afirmabahace unos años el consultor galés Dave Snowden, fundador de Cognitive Edge, en un texto en el que establecía lo que eran, para él, las 7 reglas de la gestión del conocimiento. De las siete, la que Snowden consideraba más importante era precisamente con la que hemos abierto este post. Intentar expresar con palabras lo que pensamos, trasladar nuestro pensamiento de la cabeza al habla y del habla a la escritura implica siempre una pérdida de contenido y de contexto, decía. La regla de Snowden es, de hecho, una paráfrasis del “we can know more than we can tell” de Michael Polanyi en “The Tacit Dimension”.

El problema que Snowden señala no solo nos afecta en tanto que individuos sino que es especialmente relevante hoy en el contexto de las organizaciones. Una de las principales necesidades de las organizaciones (y también una de sus principales carencias) es ser capaces de recoger, organizar, almacenar y distribuir el conocimiento (tanto implícito como explícito) generado por sus profesionales. El gran desafío de la gestión del conocimiento organizacional es ser capaces de aprovechar al máximo el conocimiento oculto o no estructurado que circula por la organización. Un conocimiento que puede llegar a representar hasta el 80% del total y que tiene que ver con todo aquello que no está explícitamente declarado o fijado en documentos o procesos formales.

El conocimiento organizacional es el conjunto de rutinas que resultan de la acumulación de la experiencia del pasado. Rutinas que incluyen reglas, procedimientos, normas, creencias y marcos que determinan cómo la organización está diseñada y opera. Y que se configuran en la interdependencia entre el conocimiento explícito y tácito.

Existe un importante debate sobre si el conocimiento es el resultado de la suma del conocimiento de sus integrantes (Nonaka & Takeuchi) o si como sugiere el primer Bruno Latour las organizaciones son sistemas capaces de generación de conocimientos (Ciencia en acción). Los primeros consideran que “el conocimiento se crea sólo por los individuos. Una organización no puede crear conocimiento sin individuos. La organización debe crear contextos que permitan crear conocimiento. La creación de conocimiento organizacional debe entenderse como un proceso que amplifica el conocimiento creado por los individuos y lo captura en la red de conocimiento de la organización.” Los segundos afirman que el conocimiento solo surge al compartirlo, en los procesos de interacción social.

Retro-futuristic Czech file storage room, 1937

Retro-futuristic Czech file storage room, 1937

Más allá del debate, las preguntas que nos interesa responder son del tipo ¿cómo reconocer, visualizar y transmitir el conocimiento tácito que vamos acumulando?, ¿Cómo podemos fomentar la creatividad, la innovación y la actitud emprendedora?, ¿Cómo pueden las organizaciones responder a los retos de una sociedad de la complejidad y la incertidumbre como la actual?

Vivimos en la sociedad del aprendizaje caracterizada por una enorme transformación precisamente en lo que entendemos por conocimiento y por aprendizaje. “Una sociedad que es cada vez más consciente de su no-saber y que progresa, más que aumentando sus conocimientos, aprendiendo a gestionar el desconocimiento en sus diversas manifestaciones: inseguridad, verosimilitud, riesgo e incertidumbre.” (Daniel Innerarity), donde “el aprendizaje no está limitado por la falta de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento” dice Julio Carabaña hablando de las escuelas del futuro pero podría estar hablando sobre lasorganizaciones del futuro.

Hoy ya no nos basta con saber cosas o poder acceder al conocimiento. En un mundo tan cambiante como el actual lo relevante es ser capaces de encontrar soluciones a los constantes desafíos que enfrentamos. El éxito no está en lo que sabes sino en nuestra capacidad para pensar y hacer de manera creativa.

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Necesitamos profesionales con nuevas competencias y sobre todo necesitamos nuevas organizaciones. Organizaciones más abiertas, más flexibles, más participativas y colaborativas, más activas y “dialogantes”. Organizaciones que deben “conversar” cada vez más con sus clientes (ciudadanos) y con sus empleados. Necesitamos organizaciones que aprendan, entendidas como “grupos de personas que buscan mejorar continuamente su capacidad de crear lo que quieren crear y que comparten una filosofía de anticipación, reacción y respuesta al cambio, la complejidad y la incertidumbre” (Peter Senge, La quinta disciplina).

“Una organización que aprende es aquella que busca crear su propio futuro y que  asume que el aprendizaje es un proceso continuo y creativo de sus integrantes; que se desarrolla, se adapta y se transforma en respuesta a las necesidades y aspiraciones de las personas, tanto dentro como fuera de la misma” (ZeeshaN.SyeD).

Como organizaciones no nos basta con que cada uno de nuestros miembros se convierta en una unidad que aprende (teniendo un PLE). Necesitamos poner en marcha procesos que nos permitan la conexión entre los miembros de la comunidad. Necesitamos instrumentos que nos conecten. Que conecten el conocimiento para generar nuevo conocimientoEl gran reto que os planteamos es conectar lo individual con lo colectivo.

Necesitamos también Entornos Organizacionales de Aprendizaje. Una organización que aprende y una organización inteligente es algo más que la suma de individuos que aprenden individualmente y de individuos inteligentes.

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Los procesos de gestión del conocimiento en las organizaciones (Organisational Learning) han estado tradicionalmente monopolizados por los llamados Sistemas de Gestión del Conocimiento (Knowledge Management Systems), es decir, muy vinculados a soluciones tecnológicas concretas y a procesos en muchos casos diseñados y dirigidos desde arriba, nada fluidos, rígidos, poco “naturales” y nada intuitivos.

En este contexto y ante la cada vez mayor urgencia por saber gestionar bien ese conocimiento interno pero también por la necesidad de incorporar el conocimiento y la innovación que se produce en otros entornos fuera de la organización, los conceptos de PLE y de PKM, mucho más ligeros y flexibles, mucho más naturales e intuitivos, mucho más “personales” y moldeables, parecen más adaptado a esta labor. Tanto el PLE como el PKM son maneras “sencillas” de desbloquear y hacer aflorar el conocimiento “tácito” existente. Son dos maneras de visibilizar las redes de conocimiento que existen dentro de las organizaciones. Y también de crear nuevas redes.

Linda Castañeda considera que además de las herramientas para buscar, crear y compartir que la organización utiliza el elemento clave en los Entornos Organizacionales de Aprendizaje es la la visión compartida que tenemos todos sobre cómo esos elementos se relacionan entre sí, funciona de una manera concreta y tienen una finalidad común. La visión compartida que si recuerdan era una de las cinco disciplinas(1.Pensamiento sistémico; 2.Dominio personal; 3.Modelos mentales; 4.Construcción de una visión compartida; 5.Aprendizaje en equipo) de Peter Senge. De las cinco, nos interesa especialmente el aprendizaje en equipo comienza con el “diálogo”, la capacidad de los miembros del equipo para “suspender los supuestos” e ingresar en un auténtico “pensamiento conjunto” y el pensamiento sistémico constituye la piedra angular del modo en que una organización inteligente piensa acerca del mundo.

PLE, WOL PKM

En este proceso, además de los conceptos de #PLE y #PKM, puede ser muy interesante la idea de Woking Out Loud (trabajar en voz alta) de John Stepper. Trabajar en voz alta sería hacer visible nuestro trabajo a los demás de tal manera que pueda ser útil a otros. WOL es trabajar de manera más abierta y conectada para construir entre todos una red que a la larga nos hace, como organización, más eficaces y nos da acceso a más oportunidades.

Las organizaciones deben apostar decididamente por sus personas, por el desarrollo de competencias tanto a nivel individual como a nivel de equipos, por la creación de estructuras en red, donde la clave estaría en potenciar la conexión entre sus nodos. Por la creación de comunidades de prácticas internas y externas donde se garantice la circulación fluida de la información.

No olvidemos que la información y el conocimiento son el combustible de la innovación. Y en ese sentido no se debe escatimar ningún esfuerzo para que esa información y ese conocimiento estén siempre accesibles y disponibles.  No olvidemos que “las organizaciones inteligentes son posibles porque en el fondo todos somos aprendices.”

Sabemos que la innovación nunca sucede mientras estamos hablando de ella. Pero en las organizaciones necesitamos hablar mucho para que haya innovación.

Publicado originalmente en: https://carlosmagro.wordpress.com/2016/02/09/organizaciones-que-aprenden/

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El teatro escolar

Por: Victor Montoya

Aunque todos los medios son válidos para la promoción y difusión de la literatura infantil y juvenil, como los talleres literarios, títeres, artes plásticas y musicales, se debe hacer hincapié en incentivar con mayor ahínco las artes escénicas, puesto que el teatro es un excelente medio para representar las obras escritas para los tablados y uno de los terrenos más apropiados para la adaptación de cuentos y poemas.

Por otro lado, es necesario incentivar el teatro escolar para impulsar el desarrollo integral de los niños y jóvenes, conscientes de que a través del teatro escolar se les estimula a los niños a forjar una personalidad con mayor autoestima. El teatro les sirve para aprender a modular la voz, interactuar con sus semejantes, domar los nervios, poner de manifiesto su expresividad mediante el movimiento corporal y la actuación.
El teatro les permite comprender mejor, en cada una de las escenas de las piezas representadas, los aspectos relacionados con los instintos naturales de la condición humana, el origen de los conflictos sociales, raciales, religiosos, culturas y otros, y, lo más importante, las posibles soluciones de los mismos. No pocas veces, los temas que se representan en los tablados, les enseñan nociones acerca de la realidad natural, histórica, social y cultural de un determinado país.
El teatro no les es ajeno a los niños, desde el instante en que ellos mismos, de manera natural y desde su más tierna infancia, introducen el teatro en sus juegos, asumiendo las características más peculiares de los personajes adultos de su entorno para luego representarlos tal como ellos los perciben en su vida cotidiana y en el desempeño de sus funciones laborales; es más, los niños tienen la enorme capacidad de representar, durante sus actividades lúdicas, no sólo a personajes del mundo real, sino también del mundo ficticio, por cuanto su fantasía natural es un poderoso recurso que debe ser aprovechado por los maestros y directores de teatro infantil.
Se debe considerar, asimismo, que el teatro es una materia y un área del arte que tiene la particularidad de reunir e integrar a otras artes como la literatura, la pintura, la música, la danza, aunque el lenguaje dramático tiene sus propios signos, sintaxis, estructura y también su manera propia y peculiar de organizarse, pero que, sin embargo, no es estático o inamovible; por el contrario, es una de las manifestaciones artísticas que mejor se presta a la constante innovación, dependiendo del lugar, el tiempo y las circunstancias.
Aquí es imprescindible subrayar que, a pesar de que la finalidad principal del teatro es que la obra representada alcance una belleza expresiva y un significado trascendente tanto para los actores como para los espectadores, el teatro escolar o infantil no tiene por qué sujetarse a las exigencias que tiene el teatro protagonizado por actores profesionales y dirigido al público adulto, ya que la principal función del teatro hecho por y para niños reviste otras particularidades que forman parte del proceso de enseñanza/aprendizaje dentro del sistema escolar, cuya principal función consiste en formar a ciudadanos con conocimientos sólidos, personalidad independiente y valores democráticos, en provecho de una colectividad que requiere del concurso de todos para el bienestar del país.
El teatro infantil tiene, en primer lugar, el propósito de estimular al niño a poner de manifiesto su expresividad mediante el gesto, la palabra, el movimiento y la actuación. Instalados ya en esta perspectiva es importante producir mensajes, ideas y, en el mejor de los casos, debe alcanzar belleza expresiva y un significado trascendente, que les sirva, tanto a los que actúan como a los que observan, para reflexionar sobre diversos aspectos de la realidad circundante, aunque no por esto, el teatro infantil debe someterse al didactismo escolar, ya que una de sus principales funciones es promover la formación integral del niño a partir de los elementos lúdicos que, a veces, son más efectivos que los métodos didácticos elaborados por los tecnócratas de la educación.
En este contexto no es menos importante el teatro radial, como el que se viene desarrollando en la ciudad de Oruro, por medio del programa “El Mágico Mundo de los Cuentos”, que se difunde en radio Mediterráneo FM 96.3, bajo la entusiasta conducción del profesor Javier Tarqui Maldonado. El teatro radial es, así esté en competencia con las nuevas tecnologías, un excelente medio para mantener viva la tradición de los programas radiales destinados a los jóvenes y niños, sobre todo, si se los realiza de manera colectiva, integrando a todos los actores regionales en una misma organización, que tenga el objetivo primordial de promover el hábito de la lectura entre los principales destinatarios que, estén donde estén, son los jóvenes y niños.
Tampoco está por demás recordar que los escritores de teatro infantil, que dedican su tiempo y talento a cultivar esta manifestación artística, deben tener mayor espacio en los establecimientos educativos. No en vano tenemos en Bolivia a varios escritores que, durante años y como parte de su vocación de educadores, se han dedicado a escribir obras de teatro para jóvenes y niños, como Rosa Fernández de Carrasco, Joaquín Gantier, Antonio Díaz Villamil, Oscar Aparicio Suárez, Antonio Paredes-Candia, Luis Fuentes, Valentín Meriles, Marcelino Guibarra, Isaac Portocarrero, Rosalba Guzmán Soriano, entre otros.
Ya se sabe que, tradicionalmente, para la puesta en escena de una obra o pieza teatral hay un director que, por razones lógicas, es el mismo maestro de la clase, quien da las pautas de cómo se debe actuar, incluso él mismo representa primero cada pasaje y a cada personaje, con la finalidad de que el alumno-actor imite o tenga como referencia el modelo que el maestro desarrolla ante los alumnos que se inician en este maravilloso arte, que les permite: a. Expresarse con soltura, b. Ganar en autoestima, c. Sentir reconocimiento, d. Superar incertidumbres.
Los jóvenes  y niños, gracias al teatro escolar, ejercitan su sistema motriz, la respiración adecuada para expresar sus sentimientos y pensamientos, la prosodia y vocalización de las palabras, pero, además, el teatro les proporciona varias herramientas para comprender mejor los fenómenos de la realidad y la fantasía, destacando los valores humanos positivos, conductas de comportamiento ejemplares y, finalmente, les ayuda a conocer desde dentro los conflictos psicosociales y darles posibles soluciones con los recursos de su intelecto e imaginación.
A pesar de estas consideraciones, y en pleno siglo XXI, existen todavía algunos maestros que desmerecen la importancia del teatro escolar, considerándolo un pasatiempo carente de objetivos didácticos y, en el peor de los casos, una pérdida de tiempo en el proceso educativo; cuando en realidad, el teatro contribuye no sólo a estimular el hábito de la lectura, sino también a formar el espíritu crítico y autocrítico de los jóvenes y niños.
Publicado primeramente en: http://www.educabolivia.bo/index.php/docente/practica-docente/4632-el-teatro-escolar

 

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ODS/Objetivo 14: Vida marina

Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible

Los océanos del mundo, su temperatura, composición química, corrientes y vida son el motor de los sistemas globales que hacen que la Tierra sea un lugar habitable para los seres humanos. La forma en que gestionamos este recurso vital es fundamental para la humanidad y para contrarrestar los efectos del cambio climático.

Los medios de sustento de más de 3.000 millones de personas dependen de la biodiversidad marina y costera. Sin embargo, el 30% de las poblaciones de peces del mundo está sobreexplotado hasta llegar a un nivel tal que hoy se encuentra muy por debajo del necesario para producir un rendimiento sostenible.

Los océanos también absorben alrededor del 30% del dióxido de carbón generado por las actividades humanas  y se ha registrado un 26% de aumento en la acidificación de los mares desde el inicio de la revolución industrial. La contaminación marina, que proviene en su mayor parte de fuentes terrestres, está llegando a niveles alarmantes: por cada kilómetro cuadrado de océano se encuentra un promedio de 13.000 trozos de desechos plásticos.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible generan un marco para ordenar y proteger de manera sostenible los ecosistemas marinos y costeros de la contaminación terrestre, así como para abordar los impactos de la acidificación de los océanos. Mejorar la conservación y el uso sostenible de los recursos oceánicos a través del derecho internacional también ayudará a mitigar algunos de los retos que enfrentan los océanos.

Proteger los océanos es uno de los 17 Objetivos Globales de la nueva Agenda para el Desarrollo Sostenible. Un enfoque integral es crucial para avanzar en los diversos objetivos.

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ODS/ Objetivo 12: Consumo responsable y producción

Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles

Para conseguir un crecimiento económico y desarrollo sostenible, es urgente reducir la huella ecológica mediante un cambio en los métodos de producción y consumo de bienes y recursos. La agricultura es el principal consumidor de agua en el mundo y el riego hoy representa casi el 70% de toda el agua dulce disponible para el consumo humano.

La gestión eficiente de los recursos naturales compartidos y la forma en que se eliminan los desechos tóxicos y los contaminantes son vitales para lograr este objetivo. También es importante instar a las industrias, los negocios y los consumidores a reciclar y reducir los desechos, como asimismo apoyar a los países en desarrollo a avanzar hacia patrones sostenibles de consumo para 2030.

El consumo de una gran proporción de la población mundial sigue siendo insuficiente para satisfacer incluso sus necesidades básicas. En este contexto, es importante reducir a la mitad el desperdicio per cápita de alimentos en el mundo a nivel de comercio minorista y consumidores para crear cadenas de producción y suministro más eficientes. Esto puede aportar a la seguridad alimentaria y llevarnos hacia una economía que utilice los recursos de manera más eficiente.

Consumo responsable y producción es uno de los 17 Objetivos Globales de la nueva Agenda para el Desarrollo Sostenible. Un enfoque integral es crucial para avanzar en los diversos objetivos.

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El Niño y los niños en nuestras escuelas

 

 

 

“El Niño está llegando”, “el Niño va a ser muy fuerte” son titulares en muchosperiódicos de la región. Se habla mucho de cómo los gobiernos están invirtiendo para mitigar posibles desastres en el corto plazo ocasionados por este fenómeno climático. Sin embargo, no se habla de cómo ese “Niño” impacta el desarrollo de nuestros niños; los que son de carne y hueso. Particularmente, de cómo este fenómeno y el del clima, en general, pueden afectar los resultados educativos.

Usualmente, al hablar en educación de “clima” nos referimos a que la escuela tiene que tener un clima educativo adecuado, con relaciones correctas entre padres, docentes y estudiantes. Hablamos de que en el aula se debe buscar un clima armónico entre los alumnos y con el docente. Pero, es muy raro escuchar el término clima refiriéndonos a la temperatura, la humedad, la sensación térmica, la calidad del aire, etc. ¿Acaso el clima no importa? Pues, sí importa. Y bastante: ¿Qué pasará en los salones de clase con las temperaturas récord que se esperan en 2015 en el marco de El Niño ? ¿Qué pasaría en los salones de clase si la temperatura aumentará 6 ºC como predicen los peores escenarios de cambio climático en América Latina y el Caribe (ALC)?

Si bien el clima organizacional es muy importante, el clima entendido como condiciones atmosféricas también lo es. La literatura de desarrollo económico ha encontrado que países en zonas tropicales tienden a tener un menor nivel de desarrollo económico. Adicionalmente, el clima impacta los procesos de desarrollo institucional y por ende el clima organizacional. La literatura del impacto del clima en el proceso productivo es más específica. Por lo menos desde hace 60 años tenemos documentación que temperaturas sobre los 27 ºC tienden a producir daño fisiológico que afecta la eficiencia y el trabajo (como lo apunta Herrington en su estudio publicado en 1952), algo que intuitivamente sabemos desde hace muchos siglos.  La solución más directa para lidiar con el clima caluroso ha sido la instalación de aire acondicionado. Existe abundante literatura sobre el rol de la introducción del aire acondicionado para permitir el desarrollo en ciertas áreas del mundo, en particular, en el sur de los Estados Unidos de América como lo publicó Jeff Biddle en 2012. La reacción en el mundo del trabajo ha sido clara: convirtamos el ambiente laboral en enormes refrigeradoras.

¿Existe un canal que vincule el clima con la educación y el desarrollo? El proceso de desarrollo económico es complejo y no existe duda de la importancia de la educación en el mismo. Con relación al clima, existen estudios que determinan cómo este afecta el proceso educativo. Un par de trabajos de mediados del siglo pasado nos daban ya claras señales de alerta. Por ejemplo, Nolan, en su estudio de 1960, nos indicaba que temperaturas más elevadas tenían una relación negativa con el proceso de aprendizaje y McDonald publicó ese mismo año que en salones de clase con aire acondicionado se registraban menores molestias y condiciones más confortables.

En los últimos años, he tenido la oportunidad de visitar un gran número de escuelas, muchas de ellas en zonas con altas temperaturas y alta humedad.  Aparte de mi deshidratación, un patrón común emergía en esas visitas y es que niños, niñas y profesores luchan contra el calor por mantenerse atentos a la clase, pero lamentablemente, en muchos casos, el calor les gana la batalla, haciendo que pierdan la oportunidad de aprender.

Gran parte de América Latina y el Caribe se encuentra en zonas con temperaturas con promedio anual superior a 27 ºC. En muchas de estas zonas se han tomado medidas para mitigar el efecto de la temperatura en el proceso educativo. Por ejemplo, establecer jornadas escolares que empiezan al amanecer y terminan antes del mediodía, o pautar vacaciones en los meses de verano. Sin embargo, es necesario tomar medidas adicionales. Los cambios de horario en la jornada escolar son insuficientes para zonas donde la temperatura no registra mayores variaciones entre el día y la noche y, en muchas zonas, no hay mayores diferencias entre verano e invierno.

La implicancia de política, como lo apunta Mosle en su estudio publicado en 2013, es clara: “Es absurdo hablar sobre inculcar las habilidades del siglo XXI en clases que asemejan talleres sudorosos del siglo XIX”. En Estados Unidos, gran parte de las escuelas tienen sistemas de aire acondicionado, aun cuando, en la mayoría de los casos, son pocos los meses en que se registran temperaturas superiores a los 27 ºC. Claramente, el aire acondicionado en todas las escuelas no es una solución viable para nuestra región en el mediano plazo, dado que son costosos, generarían una gran demanda de electricidad y, con la tecnología actual, impactaría el cambio climático. Aun así, necesitamos escuelas que estén diseñadas con consideraciones específicas con relación al clima: búsqueda de sombras naturales, techos altos, aprovechamiento de la ventilación natural, etc. Una solución popular son los ventiladores, pero en muchos casos, las escuelas no disponen de electricidad, por lo que estos tienen poco impacto efectivo para mejorar las condiciones.

Es necesario observar constantemente las soluciones que están generándose en otros sectores y traerlas a las escuelas, ya que el panorama puede agravarse. Si se llegase a los peores escenarios, las condiciones climáticas para impartir educación se agravarían en muchos lugares de la región, añadiendo así otras consecuencias aparte de las más directas y ya discutidas del cambio climático.

La aproximación del fenómeno del niño y el aumento en las temperaturas esperadas puede hacer que el ciclo educativo del 2016 sea particularmente difícil para nuestros estudiantes. En el corto plazo, es necesario que se tomen medidas, ajustando  horarios de clase y la jornada escolar. En el largo plazo, tenemos que garantizar progresivamente que las escuelas registren condiciones adecuadas para el aprendizaje, incluyendo la temperatura.

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