Los sindicatos de la enseñanza de Burkina Faso exigen a las autoridades públicas que garanticen unas medidas de seguridad apropiadas para estudiantes y profesores antes de reabrir las escuelas el 11 de mayo. Los sindicatos admiten que la enseñanza a distancia no se está impartiendo de manera uniforme por todo el país y que no puede remplazar a la educación en las aulas.
En Burkina Faso, todas las escuelas y universidades (públicas y privadas) cerraron el 14 de marzo como respuesta al brote de la COVID-19 que comenzó el 9 de marzo.
Iniciativas de enseñanza y aprendizaje a distancia
La continuidad de la educación en los cursos que estaban preparando exámenes fue garantizada mediante medidas temporales de enseñanza y aprendizaje, en asignaturas como francés, matemáticas y filosofía, a través de dos canales de televisión privados. Sin embargo, los estudiantes de familias pobres y de zonas rurales no tuvieron acceso a este servicio.
Más adelante surgió una iniciativa gubernamental del Ministerio de Educación que proseguía con la enseñanza desde seis canales de televisión y se creó también una radio escolar con lecciones preparadas por los profesores. Sin embargo, los sindicatos de la educación han criticado enérgicamente que se les haya excluido del proceso.
Mientras tanto, los preparativos para retomar las clases siguen su curso; la fecha prevista para la reapertura es el 11 de mayo para las clases que preparan exámenes y el 24 de mayo para el resto de los cursos. El Ministerio de Educación también ha adoptado medidas para adquirir dos millones de mascarillas que serán gratuitas para los alumnos (dos para cada uno).
Cuestiones que resolver antes de la reapertura
Aunque los sindicatos, los padres y madres y el Gobierno están de acuerdo en que el aprendizaje a distancia nunca sustituirá a la enseñanza en las aulas, los sindicatos de la enseñanza, así como los padres y madres, tienen inquietudes para las que desean respuestas. Por ejemplo, han exigido al Gobierno que incorpore medidas de protección adecuadas antes de abrir las instalaciones. Algunas de las denuncias se refieren a la falta de acceso al agua corriente o al mantenimiento de la distancia de seguridad en las aulas. Las clases, por ejemplo, suelen estar abarrotadas, con cuatro o cinco alumnos por banco en primaria. Según madres, padres y sindicatos, estos problemas deben resolverse antes de que docentes y alumnos vuelvan a la escuela.
Suspensión de salarios y huelgas
Aunque se pretendía reabrir las escuelas el 28 de abril, finalmente se optó por aplazar la fecha a raíz de los desacuerdos entre el Gobierno y los sindicatos. El Gobierno había suspendido los salarios de 726 funcionarios, muchos de ellos profesores (miles de funcionarios también han sufrido recortes en sus salarios). Algunos de los profesores cuyos salarios fueron suspendidos estaban de baja por maternidad o por enfermedad.
Esta controversia tuvo lugar tras una huelga de funcionarios en febrero y a principios de marzo como consecuencia de la decisión gubernamental de aplicar un nuevo impuesto sobre sus prestaciones (como el subsidio de la vivienda). Cuatro de los cinco afiliados nacionales de la Internacional de la Educación (F-SYNTER, SNEA-B, SNESS y SYNATEB) participaron en la huelga. Finalmente, el ministro de Educación anunció que se pagarían los salarios suspendidos.
Por otra parte, se han revisado las trayectorias laborales de 78 000 docentes, según el convenio alcanzado en 2019, y se prevén subidas de salarios y otros beneficios por valor de 40 000 millones de USD.
Sin embargo, en el sector privado los docentes y el personal de apoyo educativo no han percibido sus sueldos como consecuencia del cierre y el Gobierno no ha tomado medidas para que puedan cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.
Zonas de conflicto
Los sindicatos de la educación también han señalado que la población del norte y el este de Burkina Faso ha sido víctima de ataques frecuentes y mortales de grupos terroristas, lo que ha provocado el cierre de escuelas en esas zonas. Ahora hay más de 700 000 personas desplazadas y se han construido escuelas alternativas con el apoyo económico de ONG y donantes en los lugares donde se refugia esta población.
Se puede consultar la guía de la IE para la reapertura de escuelas e instituciones educativas aquí.
Los docentes de Gabón ven con buenos ojos la iniciativa del Ministerio de Educación de poner en marcha la plataforma de educación a distancia XGEST durante el periodo de la COVID-19. Sin embargo, este colectivo expresa su preocupación por que no todos los alumnos puedan acceder a ella e insiste en reprogramar el curso escolar tan pronto como se recupere la normalidad.
Los docentes de Gabón ven con buenos ojos la iniciativa del Ministerio de Educación de poner en marcha la plataforma de educación a distancia XGEST durante el periodo de la COVID-19. Sin embargo, este colectivo expresa su preocupación por que no todos los alumnos puedan acceder a ella e insiste en reprogramar el curso escolar tan pronto como se recupere la normalidad.
La enseñanza a distancia comenzó el martes 14 de abril tras la suspensión de las clases en todo el país por parte de las autoridades públicas. Esta decisión, determinada con el objetivo de proteger a alumnos y docentes de una propagación rápida, generalizada e inevitable del coronavirus en el ámbito escolar, se tomó tras una serie de reuniones entre los ministros con competencias en educación y los interlocutores sociales (los sindicatos de enseñanza y las federaciones de asociaciones de madres y padres de alumnos).
La finalidad de esta nueva etapa es mantener activos a los alumnos, así como preservar el contacto con sus familias. En un primer momento, esta fase piloto comprenderá a los alumnos de clases que preparan exámenes, es decir, los de 5.º año de primaria (CM2), los de 3.º de secundaria y los del último curso de bachillerato. En un principio, el Syndicat de l’Éducation Nationale (SENA) ha expresado su conformidad, a pesar de las deficiencias y límites identificados.
“El objetivo es mantener ocupados a los alumnos durante la pandemia de la COVID-19 y el periodo de confinamiento, por lo que no tenemos inconveniente en probar este método de trabajo; sin embargo, somos conscientes de que no llegaremos a todo el público objetivo”, declaró Fridolin Mve Messa, secretario general del SENA.
Mve Messa insistió en que merece la pena probar esta iniciativa de enseñanza en casa impulsada por el ministerio, pero que esto no equivaldrá a un curso escolar; simplemente servirá, señaló, para que los alumnos mantengan la actividad pedagógica. Según el secretario general del SENA, “Los alumnos que no puedan disfrutar de esta enseñanza en sus hogares no deberían sufrir las consecuencias cuando se retomen las clases en los centros escolares”.
El SENA ha expresado sus reservas debido a que no todos los hogares cuentan con radio o televisión, ni todos los alumnos disponen de herramientas informáticas ni todas las localidades cuentan con conexión a Internet.
En cuanto a los canales y medios de comunicación que se deberían utilizar para la enseñanza a distancia, Mve Messa citó los siguientes en su carta del 16 de abril dirigida a los docentes y a los miembros del SENA:
La televisión y la radio;
Internet, a través de la plataforma del Ministerio de Educación (XGEST);
a telefonía móvil, a través de grupos de WhatsApp por centro educativo y por clase;
el correo para el material tangible;
el desplazamiento de personas (docentes o padres/madres de alumnos).
El secretario general añadió que el SENA “calcula que la reprogramación del calendario escolar será la única alternativa cuando se salga de esta crisis sanitaria y pide al ministro que reflexione sobre este asunto con las distintas partes implicadas y que tenga en cuenta sus observaciones sobre la educación a distancia”.
Para redoblar la seguridad y la prudencia cuando se retome el curso de manera efectiva una vez superada la COVID-19, el SENA insta además al Gobierno a tomar todas las medidas de prevención necesarias para proteger a alumnos y docentes mediante la instalación de fuentes y la puesta a disposición gel hidroalcohólico.
Para concluir, el sindicato invita a sus miembros a respetar el confinamiento y las medidas preventivas.
Vídeo de la intervención de Mve Messa en Radio Gabón (minuto 20):
La higiene de las manos es el arma segura que tenemos contra el coronavirus. En los países de altos ingresos, como escribimos acerca de esta mañana , están surgiendo múltiples informes de docentes preocupados de que las escuelas van a volver a abrir sin una gestión de higiene suficiente. Sin embargo, en los países del África subsahariana, los niños pueden estar fuera de la escuela por un tiempo si la gestión de la higiene es el criterio para que las escuelas vuelvan a abrir: solo el 53% de las escuelas tienen servicios básicos de saneamiento y agua.
Las nuevas directrices elaboradas por la UNESCO, el UNICEF, el Banco Mundial y el Programa Mundial de Alimentos en un marco para la apertura de escuelas dicen que es indispensable «Asegurar condiciones que reduzcan la transmisión de enfermedades, salvaguarden los servicios y suministros esenciales y promuevan un comportamiento saludable. Esto incluye acceso a jabón y agua limpia para lavarse las manos de forma segura, procedimientos sobre cuándo el personal o los estudiantes se sienten mal, protocolos sobre distanciamiento social y buenas prácticas de higiene «. ¿Qué tan factible es esto?
Ya se están realizando muchos esfuerzos en la región para cumplir con estos y otros consejos similares sobre el manejo eficaz de la higiene emitidos por la OMS, incluidos los planes informados para desinfectar todas las escuelas en todo el país en Nigeria antes de que vuelvan a abrir, por ejemplo. Según los informes, también se distribuirán máscaras y kits de higiene a todas las escuelas en Senegal antes de abrir nuevamente en junio.
Mientras tanto, en Sudáfrica, la ministra de Educación Básica, Angie Motshekga, anunció que la reapertura de las escuelas a partir del 1 de junio dependía de que pudieran implementar las medidas de seguridad y salud de Covid-19. NATU , el sindicato de maestros, sin embargo, tiene muy poca confianza en que manejarán esta tarea. Actualmente, solo el 78% de las escuelas del país tienen instalaciones básicas de agua.
Similar a la forma en que la llegada de Covid ha arrojado luz sobre el trabajo que aún queda por hacer en educación en lo que respecta al acceso a la tecnología, no debería subestimarse el tamaño de la tarea para hacer que todos los entornos de aprendizaje se ajusten a los estándares de Covid . La Política de Salud Escolar de Uganda ha sido un borrador durante los últimos 18 años , por ejemplo. Hay seis países en África subsahariana donde menos de una de cada cinco escuelas tienen instalaciones para lavarse las manos.
Las escuelas a menudo están mucho más superpobladas en entornos de bajos ingresos, lo que dificulta la replicación de las reglas sobre clases pequeñas cuando las escuelas vuelven a abrir. Muchas escuelas tienen casi 40 niños en una clase, por ejemplo, en África subsahariana. Si van a mantener el distanciamiento social, y solo tienen 15 niños por clase, eso resultaría en que cada niño solo vaya a la escuela dos días a la semana como máximo.
Lo que complica aún más la tarea es el hecho de que, en algunos países, como en Uganda , algunas escuelas se han utilizado como centros de cuarentena, algo que no ayuda a consolidar la idea de que serán sanitarias cuando se reúnan.
Y no debemos olvidar que esta es una región con uno de los números más altos de personas desplazadas debido a conflictos y disturbios en el mundo, muchas de las cuales ahora viven en campamentos, donde las reglas sobre saneamiento y distanciamiento social son doblemente desafiadas, incluso en Escuelas de campamento.
En todo el mundo, los niños a menudo no tienen la misma mayor conciencia de los peligros que los adultos, lo que significa que regresar a la escuela abre la puerta a un mayor riesgo de transmisión que durante el encierro. Incluso fuera de las reglas oficiales de la escuela y las instalaciones proporcionadas, algunos factores de higiene están fuera del control de cualquiera: los niños rara vez pueden lavar sus uniformes, pueden compartir refrescos y utensilios de comida, como tazas o tazones.
Si bien debemos tener en cuenta el grado en que se agravan las desventajas durante esta crisis de cierre de escuelas, proporcionar un ambiente de aprendizaje seguro es igualmente crítico para su capacidad de aprender cuando las clases comienzan de nuevo. No es una coincidencia que un objetivo completo en SDG 4 esté dedicado a este problema . Esta es una oportunidad tan buena como cualquier otra para recordarles a los encargados de la formulación de políticas sobre este hecho, y resaltar los entornos escolares a menudo lamentables en los que los niños tienen que aprender. Es fundamental garantizar que las escuelas sean seguras y de buena calidad cuando vuelvan a abrir, especialmente cuando circunstancias actuales, su salud y su educación dependen de ello.
La verdad es que necesitábamos buenas noticias en este 2020 y esta vez, las alegrías llegan desde el noreste de África. En un momento histórico, el nuevo gobierno de Sudán prohibió completamente la arcaica práctica de la mutilación genital femenina. Todas las personas que practiquen esta violenta y abusiva tradición enfrentarán hasta tres años de cárcel.
¿Qué tan importante es esta noticia? Imagínate que la ONU estima que 9 de cada 10 mujeres de Sudán han sido víctimas de mutilación genital femenina.
“Esta nueva ley ayudará a proteger a las niñas de esta práctica barbárica y les permitirá vivir con dignidad”, mencionaba Salma Ismail, vocera del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en una entrevista para el New York Times. “Ayudará a las madres que no querían mutilar a sus hijas pero sentían que no tenían opción. Ahora por fin habrá consecuencias”.
Prohibir esta práctica es un avance histórico. Sobre todo en Sudán.
En este país que ha estado en turbulencia política desde la caída en 2016 de Omar al Bashid —el dictador que los gobernó por más de 30 años—, la práctica de la mutilación genital femenina es mucho más violenta y extrema que en otros lugares de África, donde también se realizan procedimientos similares.
Foto: RFI
En Sudán —recordemos que nueve de cada 10 mujeres son víctimas—, la mutilación implica el corte de los labios vaginales y la extirpación del clítoris.
La ley que criminaliza esta práctica ya esta vigente y quienes la practiquen se enfrentan a tres años de cárcel. Sin embargo, los especialistas internacionales advierten que todavía falta mucho para detener esta tradición que tanto dolor le ha causado a millones de niñas en la historia.
¿Qué es la mutilación genital femenina?
Es un procedimiento en el que los órganos sexuales de la mujer son deliberadamente cortados o eliminados. “Cualquier lesión de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos”, explica la Organización Mundial de la Salud.
Con frecuencia implica la extirpación de los labios vaginales.
Foto: UNICEF
Durante la mutilación genital femenina regularmente es necesario el uso de la fuerza por parte de familiares, médicos —si se les puede llamar así— y autoridades religiosas pues, claramente, el procedimiento va contra la voluntad de millones de niñas.
“Te conviertes en un cubo de hielo. No sientes, no amas y no tienes deseo”, reflexionaba en la BBC, Omnia Ibrahim, una cineasta de Egipto que fue víctima de mutilación genital y se ha convertido en activista para terminar con esta práctica.
“Me enseñaron que un cuerpo significa sexualidad y que la sexualidad es un pecado. Para mi mente, mi cuerpo se había convertido en una maldición”.
La mutiliación genital femenina se practica constantemente en —al menos— 27 países de África: además de Sudán o Egipto, es común escuchar de ella en Etiopía, Kenia, Burkina Faso, Nigeria, Dibouti y Senegal. Esta violenta tradición está completamente ligada a los valores religiosos y culturales, llegando a ser considerada como un pilar del matrimonio apoyado por hombres y mujeres.
Un grupo de estudiantes, profesores, activistas y profesionales de Senegal han compuesto y lanzado esta original campaña de sensibilización como arma frente a la covid-19
«¿Y si en vez de jugar un partido de fútbol aprovechas esta crisis para mejorar tu control del balón? ¿Y si en lugar de dar la mano a tu vecino, te la llevas al corazón y le dejas ver lo importante que es para ti su salud?». Estas son frases de la campaña Koronaawiris (coronavirus en idioma wolof, hablado en Senegal y Gambia), diseñada por el Grupo de Acción y el Estudio Crítico (GAEC), un colectivo formado por alumnos, profesores, investigadores, vecinos, pensadores, artistas, activistas y profesionales senegaleses, entre ellos, el antropólogo Abdourahmane Seck, como arma frente a la covid-19.
“Cuando a principios de marzo el Gobierno de Senegal comenzó a explicar los hábitos necesarios para luchar contra el coronavirus en el país, nos pusimos manos a la obra para adaptar los mensajes a nuestra realidad. La premisa fue evitar las prohibiciones: queríamos dar alternativas viables y seguras que la población pudiera adoptar sin frustrarse”. El que lo explica es Bruno Faye, estudiante de Ciencias Sociales de la Universidad Gaston Berger (UGB) de Saint Louis quien, junto a un grupo de otras nueve personas, se ha lanzado a montar una estrategia de comunicación contra la covid-19.
El equipo de GAEC se puso manos a la obra y analizó las recomendaciones de instituciones de referencia como la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Se quiso ir más allá de las consignas universales: el ajuste de mensajes globales a las situaciones particulares son clave para que las campañas de salud pública hagan mella y la adaptación de los consejos y recomendaciones al contexto senegalés era vital para nosotros”, explica la traductora Alba Rodríguez-García, profesora de la UGB y otra de las impulsoras de esta iniciativa.
Tras las consignas estatales de suspensión de toda actividad pedagógica universitaria, el grupo se dispersó y, desde sus diferentes lugares de residencia, estudiaron los comportamientos de sus vecinos para ver “cómo podría hacer la ciudadanía para apropiarse de la nueva situación”, comenta Bruno Faye desde su Diourbel natal. Las claves fueron: reflejar a la juventud (la edad media nacional es 19 años), así como la cotidianidad, los hábitos culturales y los mecanismos de cohesión social.
Los materiales se hicieron en la lengua vernácula mayoritaria en Senegal, el wolof, extendida oralmente pero cuya codificación escrita plantea problemas para sus hablantes, al no estudiarse en la escuela. A juicio del colectivo, esta era una buena ocasión para “exponer a la gente a su escritura, a su descifrado, a un juego de lectura y de descubrimiento, que por otra parte afianzara la confianza en su lengua para transmitir tantos o más mensajes que cualquier otro idioma colonial, y con capacidades de sobra para ello”, apunta Rodríguez-García. Además, un equipo de traductores trabaja ya para poder difundir la campaña en lenguas bambara, en seereer, en jóola, en fon…
Boxear contra la pandemia
Recurrir al componente artístico para sensibilizar o apropiarse de las recomendaciones existentes para hacerlas atractivas y comprensibles a la población son algunas de las iniciativas que se han ido multiplicando en las últimas semanas en torno a la pandemia. El street art, las acciones musicales, las propuestas de diseñadores, y tantas otras expresiones artísticas senegalesas han atravesado el país en estas semanas y han servido para completar los esfuerzos múltiples que se están llevando a cabo a nivel institucional en la lucha contra el virus.
Para el GAEC este elemento fue clave en su reflexión sobre la apropiación de los mensajes y para ello contaron con el ilustrador Lusmore Dauda, que vive en Senegal, y con la artista gráfica canaria Elisa Armas. “El proceso creativo se basó en simplificar mucho las imágenes para que fuesen altamente comprensibles, basadas en hechos como toser o estornudar, y no conceptos. Pretender aplicar el confinamiento a la población senegalesa es complicado”, explica Dauda. «El 80% de la gente vive al día y necesita la calle para buscar sustento, solo aquellas familias bien situadas económicamente podrían respetar esa medida», completa.
La única licencia que se dio el ilustrador, quien trabaja también bajo el nombre de Daud, fue transformar unos guantes de boxeo en protecciones sanitarias, haciendo el símil de luchar contra el virus, sabiendo que en Saint Louis la referencia visual al boxeo está muy asimilada, al ser de allí el primer campeón de boxeo africano, Battling Siki.
Además de la campaña visual, el colectivo ha puesto en marcha una segunda herramienta a disposición de las poblaciones: el blog covid-19 que pretende establecer un diálogo entre las comunidades africanas y las instituciones académicas, así como con la diáspora en todo el mundo. “Se trata de una acción pedagógica tridimensional que nos permite informar, concienciar y reflexionar críticamente sobre la época del coronavirus”, asegura Abdourahmane Seck. En él se pueden encontrar tres tipos de contenidos: información, incluyendo los documentos del ministerio senegalés, pero también los de la actualidad de otros países africanos o debates internacionales; tutoriales, en donde se encuentran explicaciones sobre diferentes cuestiones prácticas, con atención especial a colectivos vulnerables (sensibilización en lengua de signos, vídeos educativos para niños y niñas, consejos para las embarazadas y lactantes, etcétera) y un espacio de opiniones y análisis.
“Este apartado es nuestro valor añadido respecto a otras iniciativas puestas en marcha y a la cantidad de información que corre por las redes sociales”, explica Bruno Faye. “Se trata de un aporte militante, donde visibilizamos contribuciones provenientes de países y posiciones diversas, desde humanistas senegaleses como Boubacar Boris Diop, hasta filósofos surcoreanos, pasando por intelectuales sudafricanos, políticos… Queremos animar un debate crítico y capitalizar puntos de vista importantes en donde los saberes producidos en África tengan un lugar importante”.
En estos tiempos de prohibición de la reunión, ese espacio comunitario que permitía al colectivo recoger e integrar saberes ciudadanos, la bitácora invita abiertamente a contribuciones externas, en un intento de llevar al espacio virtual su entendimiento de coproducción del saber común. “De todas formas, esperamos seguir con esta iniciativa cuando se levanten las restricciones y entonces sí nos acercaremos a la gente para seguir aprendiendo de lo que nos deja esta pandemia”, asegura Faye.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/04/planeta_futuro/1588583253_415044.html
Más de 200 iniciativas para luchar contra la pandemia en todo el mundo, incluida España, están usando Ushahidi, una plataforma africana de recogida colaborativa de datos
¿Qué tienen en común el #EsteVirusLoParamosUnidos que ha lanzado el Gobierno español; el #ArgentinaUnida que repiten las instituciones del Estado argentino; el #UnidosLoHacemos que transmiten las autoridades panameñas; el #Defeat_Covid19_Together (Derrota_Covid19_Juntos) que utilizaron en algunos momentos las autoridades de Corea del Sur; o la campaña #KomeshaCorona (Acabemos con el corona), acuñada por el Gobierno keniano? La idea de unidad. Seguramente los mensajes que más se ha repetido durante las últimas semanas hayan sido los que ponen el acento en la pertenencia a una comunidad y la necesidad de dar una respuesta conjunta, es decir, que esa comunidad actúe de manera solidaria. Precisamente, hace 12 años en Kenia, un grupo de activistas digitales concibieron una plataforma para articular y gestionar la respuesta coordinada de una comunidad. La llamaron Ushahidi. Y hoy, frente a la expansión del Covid-19, hay más de 200 desarrollos de Ushahidi en todo el mundo intentando favorecer las reacciones comunitarias a la epidemia.
Mientras en Brasil, en Kenia, en Nepal y en Nigeria, la plataforma sirve para hacer el seguimiento de la evolución de casos; en Nueva Zelanda se visibilizaban los servicios abiertos durante el confinamiento; y, en Suiza, se hacía un repertorio de la necesidad de cubrir empleos urgentes relacionados con la crisis. Sin embargo, la función más extendida ha sido mapear y dar apoyo a las redes comunitarias de apoyo mutuo. Desde la ciudad alemana de Münster, hasta la keniana de Mombasa, pasando por la localidad estadounidense de Denton, Ushahidi ha intentado acercar las ofertas de ayuda de la ciudadanía a las necesidades más básicas. De la misma manera, la plataforma ha dado cobertura a iniciativas más amplias como el repertorio de recursos sociales que La Asociación Nacional de Asistencia Pública (Anpas) realiza en Italia o, incluso, el amplio despliegue que Frenar la curva ha realizado en España o el que una homóloga ha puesto en marcha en Perú.
El refuerzo de la comunidad, la autogestión y la localización geográfica son algunos de los pilares de Ushahidi, ya que nació como una respuesta cívica a la violencia que se desencadenó en Kenia después de las elecciones presidenciales de 2007. En aquel momento, se trataba de dar a la comunidad una herramienta para que pudiese generar una respuesta a esa violencia. “Éramos gente del mundo de la tecnología, blogueros… No éramos poderosos, pero teníamos los instrumentos para trabajar juntos y colaborar online para crear algo más grande. Crear un gran grupo es lo que te hace más fuerte”, comentaba Juliana Rotich, una de las fundadoras de Ushahidi, en una entrevista en EL PAÍS sobre el espíritu de la iniciativa. “Se trataba de crear una plataforma que después otras personas pudiesen usar para hacer frente a los problemas que se produjesen en sus países. Queríamos crear unas bases sobre las que después otra gente pudiese construir lo que necesitase y el primer prototipo se podía hackear en cuatro días”, continuaba Rotich en esa misma entrevista.
Hoy, todos aquellos principios a los que quería dar respuesta Ushahidi se han puesto más de manifiesto que nunca y la actual directora ejecutiva de la compañía, Angela Oduor Lungati, señala que tiene más de 200 mapas, es decir, 200 iniciativas relacionadas con la covid-19 alojadas en sus servidores, sin contar con las aplicaciones de la plataforma que otros actores han podido desarrollar y publicar en Internet desde otros. “Ushahidi ha sido utilizada sistemática en situaciones de crisis en todo el mundo durante los últimos 12 años. Así que, ante una epidemia global, es normal que muchas personas hayan recurrido a herramientas tecnológicas como la nuestra para ver cómo organizar mejor su voluntad de ayudar y como brindar apoyo a las comunidades vulnerables”, señala Lungati. “Esta pandemia ha dejado a muchas personas sin posibilidad de acceder a recursos críticos y además ha puesto de manifiesto enormes brechas en la capacidad de respuesta en todo el mundo. Ushahidi está ayudando a evidenciar lo que más se necesita en este momento y está ofreciendo información sobre dónde desplegar estos recursos, ya sea estableciendo centros de prueba o ayudando a las personas a comprar alimentos”, explica.
Efectivamente, desde su nacimiento Ushahidi se ha puesto al servicio de organizaciones sociales para dar respuesta a situaciones tan dispares como la vigilancia electoral, el seguimiento de medicamentos falsificados o la lucha contra la corrupción, entre otras. Pero una de las funcionalidades más explotada ha sido la respuesta a catástrofes y desastres provocados por fenómenos naturales. El uso de la plataforma como parte de la respuesta humanitaria durante el terremoto de Haití de 2010 fue una de las pruebas de fuego de Ushahidi. Seguramente, por ese origen y esos antecedentes, la empresa keniana modificó las condiciones de uso desde los primeros momentos de la actual crisis y permitió que la herramienta fuese todavía más accesible haciéndola gratuita para las iniciativas de respuesta a la epidemia.
Angela Oduor Lungati considera que esta crisis ha evidenciado “la importancia de permitir que la ciudadanía sea parte activa de la resolución de los problemas en sus comunidades”. La tecnóloga keniana explica: “La gran mayoría de las peticiones de uso de Ushahidi que nos llegan están lideradas por propia comunidad, las personas se auto organizan para proporcionar ayuda mutua y crear conciencia sobre sus experiencias”. A esa evidencia añade que “los Gobiernos también están recurriendo a soluciones que permiten a los ciudadanos auto informarse sobre sus síntomas”. La afirmación de Lungati con esta experiencia es categórica: “Todo esto demuestra que, para atravesar esta crisis, se necesitará responsabilidad y colaboración colectivas”.
Ejemplo del uso de los mapas de Ushahidi en Europa.
Desde su nacimiento, Ushahidi (que en suajili significa “testigo” o “testimonio”) ha pretendido ser mucho más que una herramienta tecnológica. “Con Ushahidi demostramos que la tecnología podía ayudar a dar una respuesta, que se puede utilizar para muchas cosas, pero una de ellas es el beneficio social”, explicaba hace unos añosErik Hersman, otro de los padres de la plataforma. Sus fundadores la entendían más bien como una energía para dinamizar las comunidades y, sobre todo, la construcción de lógicas de trabajo colaborativo dentro de los colectivos. “La combinación de la tecnología móvil y el crowdsourcing (la realización colaborativa y voluntaria de una tarea) permiten construir un sistema, una dinámica de una sociedad colaborativa en la que fluye la información. Si se crea esta dinámica cuando se produce una crisis tienes un canal abierto con los ciudadanos para la comunicación, pero también la movilización, la sensibilización, la educación o la respuesta”, explicaba Juliana Rotich para transmitir la motivación inicial del proyecto. En la situación actual, esos principios parecen haberse extendido y contagiado más que nunca y es ahí donde las necesidades colectivas encajan perfectamente con el espíritu de la plataforma keniana.
“Cada vez más”, comenta Lungati, “durante la última década, la gente se están haciendo cargo de resolver los problemas de sus comunidades y lo están haciendo de manera colaborativa. A partir de aquella respuesta al terremoto de Haití, y también durante otros sucesos posteriores, se ha ido cultivando la importancia de la colaboración dentro de las comunidades”. La responsable de Ushahidi aplica sus experiencias previas y la trayectoria de la plataforma a la situación actual: “Creo que esta pandemia ha reforzado aún más esa conciencia de colaboración y creo que va a cambiar radical y definitivamente nuestra forma de ver tanto el papel de las comunidades en la respuesta a las crisis en el futuro y como la necesidad de apoyar a las personas para que se organicen mejor”.
De la misma manera, la responsable de la organización keniana destaca su interés por superar las brechas que se abren en el entorno digital: “En Ushahidi, tenemos mucho interés en asegurarnos de que las personas tengan el mismo acceso a las herramientas tecnológicas, la información y las habilidades para resolver problemas de manera eficiente en sus comunidades. Y, avanzando un paso más, estamos comprometidos a ayudar a las personas a utilizar la tecnología para provocar cambios en sus comunidades”.
Al mismo tiempo, la plataforma intenta aumentar su comunidad, que se alimenta de la inteligencia colectiva. Y este momento de especial intensidad Ushahidi la moviliza la refuerza. Mientras ofrece la herramienta de manera gratuita para las organizaciones que trabajan contra la epidemia, pide ayuda a los desarrolladores que puedan ayudar a mejorar técnicamente la plataforma, pero también que quienes han empleado la herramienta expliquen su experiencia para difundirla y así se pueden leer las sensaciones de las organizaciones que están empleando esta herramienta tecnológica keniana en todos los rincones del mundo para hacer frente a una amenaza global.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/30/planeta_futuro/1588247147_455797.html
En Benín se utiliza la informática como excusa para empoderar a las jóvenes y darles herramientas para luchar contra la discriminación y los abusos
“Son muchos los mitos y tradiciones que mantienen la desigualdad de género y el dominio del hombre sobre la mujer aquí en Benín, y muy especialmente en una zona rural como esta de Nikki”, comenta Abdel Kader Madougou, representante de la ONG OAN International en el país. «Entre estos mitos están algunos muy integrados en el día a día de nuestra población, tanto entre mujeres como entre hombres, y son utilizados por estos para subyugar a las primeras. Repiten que el varón es responsable del hogar y tiene todo el poder de decisión sobre su familia y sobre su esposa; que debe administrar la economía, incluidos los ingresos generados por la mujer… Ella, incluso cuando es víctima de violencia de género, tiene que saber que ese es su destino y no puede abandonar el hogar. También creen que la que rechaza la poligamia de su marido es una mala mujer».
“Son ideas preconcebidas, sustentadas en la tradición y apoyadas por la presión social en pleno siglo XXI, que mantienen a las mujeres sumisas y no favorecen su desarrollo o empoderamiento”, añade Karamatou Issa, de 17 años, una de las beneficiadas del proyecto de apoyo a la emancipación de las mujeres de la comuna de Nikki, en el norte del país, desarrollado e implementado por la organización española en unión con la beninesa JEDES Besen Sia y con financiación de la Fundación Salvador Soler.
La mayoría de las mujeres beninesas declaran ser o haber sido víctimas de violencia de género. No hay datos oficiales actualizados, pero en 2011 el Ministerio de Familia, Asuntos Sociales, Solidaridad Nacional, Discapacidad y Ancianos llevó a cabo una encuesta nacional que concluyó que el 69% de las mujeres había sido víctima de violencia de género al menos una vez en su vida. Más de la mitad de las encuestadas (51,5%) experimentó sufrimiento físico o psicológico al menos una vez en su vida. El 72% estuvo expuesta a violencia verbal, el 32,8% a amenazas de divorcio, insultos (22,6%), violencia sexual (28,5%), violación de niñas de dos a 14 años (1,4%), abducción (8,5%) y mutilación genital femenina (15%). Los resultados de este estudio promovieron la adopción por la Asamblea nacional de la Ley de prevención y represión de la violencia contra las mujeres de 2012.
Las participantes sostienen su certificado al final del curso.CHEMA CABALLERO
La falta de voluntad política para hacer efectiva esa norma y el peso que la tradición tiene, sobre todo, en las zonas rurales, hacen muy difícil terminar con esta lacra. En 2015, con la adhesión de Benín a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), surgieron algunas ONG con el propósito de hacer realidad el ODS 5: Lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas. Sin embargo, muchas de estas organizaciones incluyen en la categoría de violencia de género tanto la que sufren las mujeres como los hombres, y no definen claramente sus objetivos.
El proyecto de emancipación que llevan a cabo las dos organizaciones que trabajan en Nikki parte de los cursos de informática para dotar a las mujeres de autonomía. “Queremos que entiendan la importancia que tiene hoy día la informática para cualquier trabajo o conocer el uso de Internet para hacer búsquedas y aprovechase de sus posibilidades. Y que puedan acceder a ese gran mundo sin ayuda de nadie”, explica el formador Abdou-Hadi Karim. Este aprendizaje es un valor añadido y un gancho para atraer a las beneficiarias y conducirlas hacia el corazón de esta iniciativa integral de empoderamiento: dotar a las jóvenes de las herramientas necesarias para luchar y denunciar la violencia de género. “Es importante que las mujeres estén informadas sobre cuales son sus derechos y que tengan la posibilidad de denunciar cualquier agresión. Que sepan qué pueden hacer si un hombre les molesta, si son víctimas de una violación o de un matrimonio infantil y cómo se pueden evitar este tipo de crímenes”, afirma Zoulkarnaïne Yinde, de JEDES Besen Sia.
El primer paso es ayudar a las participantes a reconocer e interpretar las distintas formas que adopta la violencia de género, para luego clarificar las dudas que puedan tener. Igualmente, se habla de cómo la división de roles entre el hombre y la mujer en la sociedad tradicional es una forma más de sumisión de la mujer, entre otras cuestiones.
Deconstruir la red
En esta formación es muy importante deconstruir toda la red que la tradición y la cultura popular han tejido en torno a las mujeres. Así, se les invita a reflexionar sobre las imágenes positivas y negativas creadas y presentadas por canciones populares, proverbios, refranes, cuentos e historias. Pero sin olvidar tampoco que esos estereotipos se mantienen en canciones actuales, películas o anuncios.
“Este tipo de formación es fundamental. Por ejemplo, en esta zona, muchas familias no ven la ventaja de escolarizar a sus hijas. También tenemos casos de profesores que violan a las chicas que les piden ayuda en sus estudios. Pero si ellas tienen la capacidad de luchar por sus derechos o rechazar esas proposiciones y denunciarlas, esto sería muy importante y empezarían a cambiar muchas cosas aquí”, explica Yinde.
El programa de emancipación de la mujer, se dirige a dos grupos de beneficiarias: aquellas que acuden al instituto de educación secundaria y las que aprenden un oficio como costura, cocina o artes similares o tienen un pequeño negocio. Tanto a unas como a otras se las instruye para que diseminen la formación recibida entre sus compañeras y sirvan también de puntos focales en donde otras chicas puedan buscar información, consejo y apoyo.
Para mejorar la independencia económica de las mujeres que realizan oficios o tienen negocios y crear una red de solidaridad entre ellas, el programa les ha facilitado la obtención de microcréditos. Para ello se ha negociado con una entidad financiera un tipo de interés más bajo que el habitual. Luego, se acompaña a las beneficiarias en el proceso de devolución de los créditos. Igualmente se les ofrece formación, tres veces al mes, sobre gestión económica y marketing, además de los temas de igualdad de género. A este grupo se le hace especial hincapié en las ventajas que el uso de Internet puede tener para conseguir ventas mayores o atraer nuevos clientes.
Obra de teatro durante la ceremonia de graduación.CHEMA CABALLERO
“No tengo mucha esperanza de que la vida de estas mujeres cambie”, confiesa Débora Nadeni, una de las animadoras del programa. “Pero un proyecto como este tiene mucho sentido. Es difícil que estas mujeres cambien el tipo de relación que tienen con sus maridos y su rol en las tareas del hogar, pero sí pueden cambiar la educación que den a sus hijas e hijos, y tenemos que trabajar para que sus hijas tengan una vida diferente”.
Karamatou Issa afirma que la formación informática recibida le ayudará mucho en sus estudios futuros. Tienen planeado acudir a la Universidad de Parakou el próximo curso para comenzar filología hispánica. Ya habla un poco de español y le gusta practicarlo cuando tienen ocasión. Pero, sobre todo, está contenta porque ahora se siente fuerte, conoce mucho mejor sus derechos y sabe defenderse. «Ya no veo normal que por ser chica un hombre pueda acosarme en la calle o un profesor pueda pedirme favores sexuales. Ahora sé qué tengo que hacer en un caso como ese: denunciar».
Chakira Ali, de 15 años, afirma que con lo que ha aprendido podrá, como mínimo, trabajar como secretaria y así ser independiente, aunque su sueño es poder llega a la universidad y estudiar Medicina. A ella le ha entusiasmado conocer el manejo de las redes sociales. Algo que ha enseñado a otras amigas. Juntas han creado un chat en el que comparten dudas de sus estudios. Ahora intenta que los profesores también participen en él. «Así las chicas no tienen que buscarles después de clase para resolver dudas, una forma de evitar que puedan abusar de nosotras», comenta.
Karamatou, Chakira y sus compañeras se graduaron a finales de febrero en una ceremonia en la antes de recibir sus diplomas representaron un par de obras de teatro escritas por ellas mismas en las que exponían algunas de sus reflexiones tras recibir la formación. En la primera recogían el caso de una mujer que tiene su propio negocio y que se enfrenta a las críticas de otras mujeres por estudiar informática y ella les relata las ventajas de adaptarse a los nuevos tiempo y expandir sus negocios. “¿Y qué dirán nuestros maridos?”, pregunta una de las oponentes. “¿Por qué tienen que negarse ellos a nuestro progreso?”, responde ella. En la otra, una mujer contaba que ha sido despedida de su trabajo por rehusar acostarse con su jefe y el consejo que le dan sus amigas es denunciar.
Lentamente, la situación de la mujer cambia en Nikki, así lo constata Madougou que señala que las respuestas que han obtenido a lo largo de la formación «son muy sorprendentes». Y agrega: «Poco a poco, a medida que tomaban conciencia de sus derechos y de su situación, las chicas han comenzado a cuestionar las tradiciones que las oprimen como mujeres y que siempre se evocan para mantenerlas en un segundo plano en la sociedad».
Tras la graduación, comienza la formación un nuevo grupo de jóvenes en el que participan las antiguas alumnas como apoyo de las monitoras. Esta es una forma de que se integren más en el proyecto y poder llegar, así, a muchas más mujeres.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/28/planeta_futuro/1588063661_439609.html
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