Millones de personas corren riesgo de contraer el cólera debido a la falta de agua potable, jabón e instalaciones sanitarias, y a la escasez de vacuna contra el cólera
El Grupo Internacional de Coordinación (GCI) para el Suministro de Vacunas pide que se aceleren urgentemente las medidas que salvan vidas
GINEBRA/NUEVA YORK, 20 de marzo de 2024 – Se necesitan medidas inmediatas para frenar un aumento sin precedentes de varios años de casos de cólera en todo el mundo, según el Grupo Internacional de Coordinación (GCI) para el Suministro de Vacunas. Las acciones incluyen invertir en acceso a agua potable, saneamiento e higiene, realizar pruebas y detectar brotes rápidamente, mejorar la calidad y el acceso a la atención médica y acelerar la producción adicional de dosis asequibles de vacuna oral contra el cólera (OCV) para prevenir mejor los casos.
El ICG gestiona las reservas mundiales de vacunas contra el cólera. El grupo incluye la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, Médicos Sin Fronteras, UNICEF y la OMS. Gavi, la Alianza para las Vacunas, financia la reserva de vacunas y la entrega de OCV. Los miembros del ICG hacen un llamado a los gobiernos, donantes, fabricantes de vacunas, socios y comunidades a unirse en un esfuerzo urgente para detener y revertir el aumento del cólera.
El cólera ha ido aumentando a nivel mundial desde 2021, con 473 000 casos notificados a la OMS en 2022, más del doble de los notificados en 2021. Los datos preliminares para 2023 revelan nuevos aumentos, con más de 700 000 casos notificados. Varios de los brotes tienen altas tasas de letalidad, superando el umbral del 1% utilizado como indicador para el tratamiento temprano y adecuado de los pacientes de cólera. Estas tendencias son trágicas dado que el cólera es una enfermedad prevenible y tratable y que los casos habían ido disminuyendo en años anteriores.
El cólera es una infección intestinal aguda que se propaga a través de alimentos y agua contaminados con heces que contienen la bacteria Vibrio cholerae . El aumento del cólera se debe a las persistentes brechas en el acceso al agua potable y al saneamiento. Aunque se están haciendo esfuerzos para cerrar estas brechas en algunos lugares, en muchos otros están aumentando, impulsadas por factores relacionados con el clima, la inseguridad económica, los conflictos y el desplazamiento de población. El agua y el saneamiento gestionados de forma segura son requisitos previos para detener la transmisión del cólera.
Actualmente, los países más afectados son la República Democrática del Congo, Etiopía, Haití, Somalia, Sudán, Siria, Zambia y Zimbabwe.
Ahora más que nunca, los países deben adoptar una respuesta multisectorial para luchar contra el cólera. Los miembros del ICG hacen un llamado a los países actualmente y potencialmente afectados a tomar medidas urgentes para garantizar que sus poblaciones tengan acceso a agua potable, servicios de higiene y saneamiento, y a la información crítica para prevenir la propagación del cólera. El establecimiento de estos servicios requiere voluntad política e inversión a nivel nacional. Esto incluye crear capacidad para la detección y respuesta tempranas, una mejor detección de enfermedades, un acceso rápido al tratamiento y la atención, y trabajar en estrecha colaboración con las comunidades, incluso en la comunicación de riesgos y la participación comunitaria.
La grave brecha en el número de dosis de vacunas disponibles, en comparación con el nivel de necesidad actual, ejerce una presión sin precedentes sobre las reservas mundiales de vacunas. Entre 2021 y 2023, se solicitaron más dosis para responder al brote que durante toda la década anterior.
En octubre de 2022, la actual escasez de vacunas obligó al ICG a recomendar una sola dosis de vacuna, en comparación con un régimen anterior de dos dosis de larga data. El año pasado se produjeron aproximadamente 36 millones de dosis, mientras que 14 países afectados registraron una necesidad de 72 millones de dosis para una estrategia reactiva de una sola dosis. Estas solicitudes subestiman la verdadera necesidad. Las campañas de vacunación preventiva han tenido que retrasarse para preservar dosis para los esfuerzos de control de brotes de emergencia, creando un círculo vicioso. El cambio de estrategia permitió que las vacunas disponibles protegieran a más personas y respondieran a más brotes de cólera en medio de la actual escasez de suministro, pero un retorno a un régimen de dos dosis y la reanudación de la vacunación preventiva proporcionarían una protección más prolongada.
Se pronostica que la capacidad de producción mundial en 2024 será de 37 a 50 millones de dosis, pero probablemente seguirá siendo inadecuada para satisfacer las necesidades de millones de personas directamente afectadas por el cólera. Actualmente, sólo un fabricante, EuBiologics, produce la vacuna; Si bien la empresa hace todo lo posible para maximizar la producción, se necesitan más dosis. Actualmente, no se espera que nuevos fabricantes se incorporen al mercado antes de 2025; deben acelerarse. La misma urgencia e innovación que vimos con la COVID-19 deben aplicarse al cólera.
Los fabricantes adicionales que planean ingresar al mercado deben acelerar sus esfuerzos y ofrecer dosis a precios asequibles.
Hacemos un llamado a los fabricantes de vacunas, gobiernos, donantes y socios para que prioricen un aumento urgente de la producción de vacunas e inviertan en todos los esfuerzos necesarios para prevenir y controlar el cólera.
Fuente de la Información: https://www.unicef.org/press-releases/millions-risk-cholera-due-lack-clean-water-soap-and-toilets-and-shortage-cholera
Entre las clasificaciones indeseables que lidera la República Democrática del Congo (RDC) está la de los desplazados internos, refugiados en su propio país que han tenido que salir literalmente corriendo y que, en muchos casos, no tienen a donde volver o no saben si podrán hacerlo. Como en todo hay categorías, podría parecer que dentro de los refugiados, los desplazados internos al menos no han tenido que salir de su país… Pero en la RDC esto se convierte muchas veces en una pena mayor, porque el propio gobierno y las autoridades que deberían protegerlos y atenderlos, los ignoran y viven olvidados.
Para ir más allá de las imágenes y noticias que nos llegan de este drama, hemos hablado con quienes viven y actúan a diario en los campos de desplazados que ha creado el último gran conflicto armado –sumado a otros existentes en la RDC–: la ofensiva que, apoyada por Ruanda, mantiene el grupo armado del M-23 en la provincia de Kivu Norte y que ha puesto en fuga a cientos de miles de mujeres, niños, niñas, ancianos y hombres.
Jean Luc Maroy, activista de Goma Actif que trabaja a diario en los campos cercanos a la ciudad de Goma, la organización JAMAA Grands Lacs, que trabaja con sus voluntarios en el territorio de Nyiragongo, y el corresponsal en África, Alfonso Masoliver, que a finales de año visitó varios campos cercanos a las ciudades de Sake y Goma, sustentan este reportaje que no quisiera quedar en mera anécdota.
Huir para salvar la vida y vivir cada día arriesgándola
Las personas de las que hablamos han huido para salvar su vida, para no perderla a manos de los rebeldes del M-23, en el fuego cruzado de los combates que libran –como es costumbre en el Congo– varios ejércitos regulares y muchos otros grupos armados, o represaliados por unos u otros. Ser refugiado implica tener refugio, un lugar seguro donde resistir una vida tan dura… pero en la RDC no es así.
«En los campos de desplazados no hay ningún puesto de policía o del ejército para garantizar la seguridad de los desplazados. Son las personas desplazadas las que entre ellas crean sus propios sistemas de seguridad», nos dice Jean Luc Maroy. Palabras que coinciden con la realidad diaria que nos cuentan desde JAMAA Grands Lacs.
Afortunadamente, de momento ninguno de estos campos ha sufrido un ataque directo, a diferencia de los campos de la provincia de Ituri, que ocupan refugiados de la etnia hema, y que en los dos últimos años han sufrido ataques de rebeldes de la etnia lendu que han masacrado a decenas de personas –sin que el Ejército o los cascos azules haya hecho nada–, pero todo ello hace que estos nuevos desplazados enfrenten cada día sin saber si será el último.
Pero hay otras violencias que sufren a diario en los campamentos muchas de las personas desplazadas, sin que nadie las proteja. No podemos dejar de repetir que en cualquier crisis humanitaria o conflicto bélico, las mujeres se llevan la peor parte. En los campos de desplazados internos también es así.
Jean Luc Maroy nos cuenta que en el último informe que realizó, el número de mujeres violadas superaba el millar. «Les da vergüenza buscar tratamiento o decirlo delante de un médico», añade.
Las mujeres que viven en los campos de personas desplazadas pueden sufrir violencia sexual dentro de ellos pero, sobre todo, cuando la necesidad las empuja a buscar leña o alimento para su familias en los alrededores de los campos, donde son presa fácil para los depredadores humanos.
«Los casos de violencia sexual contra las mujeres en los alrededores de los campos están aumentando rápidamente. Muchas de ellas, ante la falta de posibilidades de supervivencia, van a buscar leña a los alrededores del parque de Virunga, allí son violadas, y para muchas de ellas no hay apoyo ni médico, ni psicológico, ni jurídico, y mucho menos socioeconómico», nos dicen desde JAMAA Grands Lacs. Pero, una vez más, son muchas las que nunca contarán nada: otras simplemente prefieren permanecer en silencio mientras mueren por dentro antes que perder sus hogares, dado que algunos maridos no soportan vivir con sus esposas violadas.
Si a todo ello se unen los daños físicos tras las agresiones, más aún en un contexto de escasa asistencia médica, la vida de muchas mujeres desplazadas se convierte en lo más parecido a un infierno: «Nos encontramos ante casos de mujeres con fístulas vaginales, con parálisis ya en fase avanzada tras las violaciones sufridas y que no saben qué hacer en esta miserable vida en el campamento».
Dejamos para otro artículo alguno de los relatos que las propias víctimas han hecho.
¿Cómo se vive en un campo de desplazados?
Cuando se huye del hogar no sólo se pierde éste, la vivienda, sino el medio de vida, la manera de sustentar a la familia, los lazos familiares o con la comunidad. En el mejor de los casos se dispone de un techo y algo de alimento pero se enfrenta a diario una vida, literalmente encerrados aunque sea en un espacio abierto, sin nada que hacer en todo el día.
«Los días son aburridos para la mayoría de ellos», dicen en JAMAA, y tendríamos que ponernos, en la medida de los posible, en la situación de mujeres, niños, niñas que empiezan cada día sin tener nada que hacer, con un sinfín de horas por delante para esperar la noche en un ocio embrutecedor, abocados a una alimentación deficiente pero sin posibilidad de ganarse el sustento. Según el campamento en el que se encuentren, los niños y niñas no pueden asistir a la escuela y van perdiendo curso tras curso. En los que sí, no todos pueden acceder si no tienen los medios para pagar las tasas.
Jean Luc Maroy y sus compañeros, como otras organizaciones de voluntarios, han sabido tratar este problema casi tan importante como la alimentación o la atención médica y han buscado mil maneras de entretener o divertir a adultos y, sobre todo, a niños y niñas, con juegos, bailes, pequeñas diversiones que los sacan de la rutina aplastante y de una triste realidad que consume su existencia. Les han llevado alegría, algo que no parece tener sitio en la desolación de estos campamentos.
Con motivo de los actos que organizaron por Navidad, Jean Luc escribía en su cuenta de X: «Con demasiada frecuencia subestimamos el poder de un toque, una sonrisa, una palabra amable, un oído atento, un cumplido honesto o el más mínimo acto de atención, todos los cuales tienen el potencial de cambiar una vida».
Hay diferentes maneras de alojar a los desplazados y de organizar los campos. Según el periodista Alfonso Masoliver, los que ha visto en la RDC es el peor modelo de todos y hace muy complicado el control necesario para mejorar su vida. Según el campo, las necesidades y los medios, los desplazados viven en tiendas hechas con base de caña y techos de hojas de palmeras, base de caña y lonas o, en el mejor de los casos, las conocidas tiendas blancas, nos cuenta. El suelo volcánico, aunque preferible a otros, no evita que la temporada de lluvias, como veíamos en recientes vídeos, haga que los desplazados convivan encerrados en sus tiendas con la humedad y el frío.
En cuanto a la atención médica, como dice Jean Luc Maroy, existe, pero no siempre es la adecuada, Según JAMAA, los pocos hospitales disponibles se ven saturados y las derivaciones a otros dependen del dinero del que se disponga, por lo que muchas personas optan por la automedicación con plantas.
Si bien en los campos donde actúa JAMAA se ha podido vacunar contra el cólera, éste, junto a la malaria y la gripe, se reparten por los distintos campos e, incluso, como se sorprendía Alfonso Masoliver tras su visita, se pueden encontrar las tres enfermedades a la vez en alguno de ellos. La desnutrición, si bien se ensaña con los más pequeños, afecta también a la población adulta y el hacinamiento y la falta de medidas higiénicas hace que los desplazados convivan de manera habitual con la diarrea y otros problemas estomacales.
Desplazados… pero también olvidados y abandonados
«Un campo de desplazados, un campo de refugiados es el lugar donde la escoba de la guerra empuja a los inocentes», cuenta el periodista Alfonso Masoliver mientras recuerda cómo en su visita a los campos la gente lo buscaba para relatarle sus realidades pidiéndole que las contara, pensando que así su situación podría cambiar. Sientes rabia contra el gobierno, porque es el padre y ellos son los hijos y los ha abandonado.
Como decía al principio, la ventaja que se puede suponer a un desplazado interno frente a quien tiene que huir a otro país desaparece en la RDC cuando los diferentes gobiernos no se ocupan de ellos y a la desesperación de su situación tienen que unir el sentimiento de que están desamparados y que, a efectos reales, no existen.
«Los desplazados no reciben regularmente ayuda del gobierno central. El gobierno no les está ayudando adecuadamente. El gobierno provincial no se acuerda de los desplazados ya que se concentra en los frentes (de batalla)», opina Jean Luc Maroy.
Recuerdo cuando al principio de formarse estos campamentos –improvisados sobre la marcha– se recibía la noticia de que la atención médica de las personas que iban llegando –en la mayoría de los casos, tras largos días de marcha, independientemente de la edad o las condiciones físicas– corría a cargo de estudiantes de medicina de la Universidad de Goma que acudían voluntariamente para ayudar.
Organizaciones civiles, voluntarios y la ayuda internacional salvan a todas estas personas de un desastre absoluto, pese a tener que convivir con la desnutrición, el frío o las enfermedades. La ayuda internacional a través de organizaciones como ACNUR o Cáritas, está limitada por presupuestos que tienen muchos lugares a los que atender y que nunca disponen de todo lo necesario ni siempre en el momento adecuado. Las organizaciones congoleñas también realizan su trabajo muy limitadas:
«Al no contar con financiación tradicional del gobierno u otras organizaciones internacionales para apoyar nuestras acciones de atención a las personas desplazadas, dependemos de contribuciones de personas en el país y en la diáspora. Son estas contribuciones las que nos permiten estar operativos sobre el terreno tanto como sea posible», explican desde JAMAA Grands Lacs.
Sobre el terreno están los voluntarios que viven en las ciudades cercanas y emplean mucho de su tiempo en ayudar con comida, ropa, kits de higiene, apoyo psicosocial… En JAMAA están trabajando en formar a mujeres y niñas víctimas de violación para que puedan mantenerse por sus propios medios.
Y, aunque como dice Jean Luc Maroy, la solidaridad entre los desplazados existe –si bien también surgen conflictos–, es urgente una intervención internacional en una situación que se perpetua y que sólo cambia para empeorar con la llegada de nuevas personas refugiadas.
¿Una vida sin esperanza?
Las personas que sobreviven en los campamentos de los que estamos hablando tuvieron que salir huyendo un buen día, de pronto, como pudieron y llevándose lo que pudieron, sin mirar lo que dejaban atrás. Llegaron hasta donde llegaron y allí se quedaron, sin saber si sería para una semana, un mes, un año, sin saber si podrían volver a su hogar, si tendrían que continuar camino a otro campamento, salir corriendo de nuevo…
De esta manera, ¿qué esperanza albergan viviendo en los campamentos de Goma, Sake, Nyiragongo…? ¿Que amanezca un nuevo día y los encuentre vivos? ¿Volver a lo que no saben si existe y retomar una vida que quedó truncada para siempre?
«La vida en los campos de desplazados es muy difícil, tienen la esperanza de regresar a sus hogares, nos dice Jean Luc. Conozco a varias personas que intentaron regresar a sus pueblos, lamentablemente algunos perdieron la vida y otros volvieron con la esperanza de regresar a casa al final de la guerra. Algunos buscan casa en la ciudad porque han perdido la esperanza de regresar a su tierra al haber perdido a sus padres, hijos y familias». Coincide en buena parte con lo que nos cuentan en JAMAA Grands Lacs:
«Muchos todavía esperan regresar a sus entornos originales, a pesar de la incertidumbre que aún acecha tras la persistencia de la crisis de seguridad en sus territorios de origen, en particular en los territorios de Rutshuru y Masisi. Para algunos pesa más la desesperación que los invade ante la destrucción de sus hogares, otros esperan que sea mejor quedarse en la zona donde se encuentran actualmente, ya que no está lejos de la ciudad, lo que les da un poco más de garantía de supervivencia y seguridad que regresar a casa. Algunas personas con pocos recursos han empezado a alquilar casas a menor coste en la ciudad».
El conflicto armado que provocó esta última gran crisis de desplazados internos está lejos de acabar y no sería raro que demudara en otros paralelos, más aún teniendo en cuenta que todo ello ocurre en una zona, el Este congoleño, sacudida desde hace años por infinidad de conflictos bélicos que mantienen sólo en esa región a millones de personas huidas de sus hogares. La clase política congoleña está más preocupada por las recientes elecciones o subirse sus desorbitados sueldos. El mundo, con contadas excepciones, no mira hacia un problema enquistado y complejo ni los medios de comunicación enfocan una crisis descomunal que nunca ha resultado «mediática».
Los que lo han perdido todo están condenados a vivir olvidados y abandonados en la miseria por mucho tiempo aunque eso no desanima a quienes se esfuerzan por su cuenta y riesgo en ayudarles. Esperemos que esta modesta contribución sirva para algo a quien la lea y conozca lo que ocurre.
Este artículo fue publicado originalmente en Congo actual, un medio de difusión de la actualidad de la República Democrática del Congo en español. Puedes seguirlo en su perfil de X: @CongoActual.
People for Peace: Apoyando a las víctimas de abuso sexual en la República Democrática del Congo
Existe una “necesidad urgente” de apoyar a las víctimas de explotación y abuso sexual en la República Democrática del Congo (RDC), según una organización local que trabaja en el tema con la misión de mantenimiento de la paz de la ONU en el país, MONUSCO .
El este de la RDC ha experimentado conflictos e inestabilidad durante muchos años y muchas personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, lo que las hace más vulnerables a la explotación.
“Mi organización, SYAM, ha estado trabajando en el tema de la explotación y el abuso sexual por parte del personal de la ONU desde 2007. Por esa época, muchas personas en la República Democrática del Congo fueron desplazadas internamente debido al conflicto y se refugiaron cerca de los campamentos de la MONUSCO en Kivu del Norte y las provincias del este. .
Se quedaron sin trabajo, sin ningún medio para sustentar sus vidas. Como resultado, muchas mujeres y niñas intercambiaron favores sexuales con las fuerzas de paz de la ONU a cambio de dinero y alimentos. La vulnerabilidad económica y los desequilibrios de poder pueden exponer a las personas al riesgo de conducta sexual inapropiada.
De 2007 a 2016, SYAM realizó encuestas y escuchó muchos testimonios sobre explotación sexual. Compartimos el resultado de las encuestas y proyectos propuestos para apoyar y empoderar a mujeres y niñas en asociación con MONUSCO.
Nos dimos cuenta de la urgente necesidad de apoyar a las víctimas, especialmente a aquellas que tenían hijos nacidos de abuso sexual por parte de las fuerzas de paz.
Foto ONU/Sylvain Liechti
Una patrulla de mantenimiento de la paz de la ONU se cruza con personas en la carretera en la región de Beni, en el este de la República Democrática del Congo.
Por eso creamos centros de formación profesional para mujeres y niñas donde las formamos en pastelería, sastrería, panificación, peluquería y agricultura.
Estoy orgulloso del impacto que estamos teniendo. En primer lugar, según nuestra observación sobre el terreno, los casos de explotación y abuso sexuales han disminuido. Asimismo, un gran número de beneficiarios han sido capacitados a través de nuestros proyectos. Estoy encantado de que un total de 375 beneficiarios entre 2020 y 2021 hayan adquirido habilidades vitales para mantener sus vidas.
También estamos presenciando cambios en la cultura y las actitudes. SYAM trabaja con redes comunitarias locales para crear conciencia dentro de las comunidades en el este de la RDC sobre la explotación y el abuso sexual y cómo denunciar estos errores. Ahora, la denuncia de tales casos se ha convertido en una práctica común. Cada vez que ven actividades sospechosas, las comunidades hablan para plantear sus preocupaciones a la MONUSCO”.
* Los proyectos de fondos fiduciarios son financiados por 24 Estados miembros de la ONU y se implementan en colaboración con actores del desarrollo, incluidos los organismos de las Naciones Unidas y la sociedad civil.
Más de un millón de cascos azules han servido bajo la bandera de la ONU, pero no están solos en la búsqueda de la paz. El mantenimiento de la paz está impulsado por alianzas sólidas y diversas, un tema que se destaca en el Día Internacional del Personal de Paz de este año .
Fuente de la Información: https://news.un.org/en/story/2022/05/1119072
La crisis armada y alimentaria del país africano provoca que casi 5,5 millones de personas se desplacen en ocasiones varias veces.
La Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios (OCHA) instó este martes a la comunidad internacional a incrementar el financiamiento para asistir humanitariamente a los 2,4 millones de infantes desnutridos y las 27 millones de personas que sufren de inseguridad alimentaria en la República Democrática del Congo.
En este sentido, el organismo alertó que la nación africana atraviesa una de las crisis más complejas a nivel internacional, registrando las mayores cifras de población con dificultades para acceder a una alimentación sostenible.
«La financiación humanitaria en la República Democrática del Congo ha sido insuficiente durante los últimos años, este 2022 se necesitarán 1.880 millones de dólares para socorrer a 8,8 millones de personas en situación de extrema vulnerabilidad», precisó el representante especial adjunto del secretario general de la ONU para el Congo, Bruno Lemarquis.
De acuerdo con el ente, la situación es agravada por los conflictos armados y la seguridad inestable en las comunidades de las provincias del país, lo cual genera el incremento del número de desplazados especialmente en las regiones de Ituri y Kivu del Norte.
En este sentido el funcionario de la ONU, Bruno Lemarquis, señaló que la mayor causa de la crisis es el aumento de bandas armadas, en su mayoría localizadas al este; así como la explotación ilegal de los recursos naturales de la región, lo cual provoca el desplazamiento del 23 por ciento de la población total.
Durante el año 2021, la República Democrática del Congo obtuvo el 39 por ciento de los 1980 millones de dólares necesarios, lo cual representa el menor monto financiero otorgado en los últimos cuatro años.
El galardón la distingue por su trabajo al frente de la Unidad sanitaria y de medio ambiente en la República Democrática del Congo. Su contribución ha sido crucial durante la actual pandemia de COVID-19, los pasados brotes de ébola y las crisis naturales y humanitarias, como la erupción volcánica de la ciudad de Goma el pasado mes de mayo.
Una casco azul nepalesa que presta servicio en la República Democrática del Congo ha recibido el Premio a la mujer policía del año de la ONU.
Malla, profesional médico de formación, ayudó a crear esta unidad, que se encarga de aplicar las políticas y los procedimientos relativos a la salud y el bienestar del personal, así como las iniciativas medioambientales de la Policía de las Naciones Unidas.
Seguridad durante las crisis
Su contribución ha sido crucial durante la actual pandemia de COVID-19, los pasados brotes de ébola y las crisis naturales y humanitarias, como la erupción volcánica de la ciudad de Goma el pasado mes de mayo. Durante esa emergencia, su unidad fue la que alertó a la población local y al personal de la ONU sobre las medidas de precaución.
“Me siento honrada de recibir este premio, y espero que anime a más mujeres jóvenes de mi país y de todo el mundo a seguir la carrera de policía, que todavía se considera con demasiada frecuencia un «trabajo de hombres», dijo.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, le entrega el premio hoy martes en una ceremonia virtual.
Sangya Malla
La superintendente Sangya Malla de Nepal, Premio a la mujer policía del año de la ONU, actualmente presta servicios en la Misión de Estabilización de la ONU en la República Democrática del Congo.
Representar lo mejor de la ONU
Guterres ha elogiado a la «casco azul» por su labor en la mejora de la seguridad y el bienestar del personal de mantenimiento de la paz de la ONU, que ha permitido mitigar los riesgos ante el COVID-19 y otras amenazas a las que se enfrentan el personal de paz.
«Y ella representa algo mucho más grande: las numerosas contribuciones de las mujeres policías en la promoción de la paz y la seguridad en todo el mundo», añadió el titular de la ONU. «Con su trabajo, la superintendente Malla encarna lo mejor de las Naciones Unidas».
Malla ha contribuido también a elaborar las directrices para prevenir y mitigar la propagación del COVID-19.
Este año ha organizado más de 300 sesiones de concienciación sobre la prevención del coronavirus y la protección del medio ambiente para la población local, las autoridades congoleñas y el personal de la ONU.
Como punto focal de la policía sobre el COVID-19 en la Misión de la ONU también ha trabajado en la difusión informativa sobre las vacunas y en la promoción de los esfuerzos de vacunación.
Thousands flee Goma city in DR Congo after volcano erupts
This general view taken on May 22, 2021 in Goma in the East of the Democratic Republic of Congo shows flame spewing from the Nyiragongo volcano. Picture: Moses Sawasawa/AFP
Albert Kambale and Justin Katimwa
Goma, DR Congo – Thousands have fled a volcanic eruption in the Democratic Republic of Congo, but the flaming lava from Mount Nyiragongo appeared to have come to a halt on the outskirts of Goma city early Sunday.
According to an AFP correspondent at the scene, the molten rock, which the eruption had sent close to Goma airport on the shores of Lake Kivu, still appeared unstable, but had come to a standstill in the suburbs of the eastern city.
And around a dozen earth tremors were felt in the early hours.
«People are beginning to return to their homes. The situation seems to have calmed down for the moment,» one resident said.
«But people are still scared. The authorities still haven’t made any official announcement so far this morning,» he added.
Thousands had fled during the night and many families slept on pavements surrounded by their belongings under a night sky turned red by fire and fumes.
«There is a smell of sulphur. In the distance you can see giant flames coming out of the mountain,» one resident, Carine Mbala, told AFP.
Officials said the lava had reached Goma city airport although residents said it had stopped at the edge of the facility.
Goma appeared relatively calm as dawn broke, but people said they are still wary.
«People are wondering whether the volcano has stopped, or whether it will continue, whether the lava will reappear,» one resident said.
A few cars were on seen on the streets, but no police or military presence was visible.
«We’re not convinced that the eruption is over in just a day. We’re waiting,» said one man.
On Saturday, Communications Minister Patrick Muyaya had said that the government had activated an evacuation plan and was «discussing the urgent measures to take at present.»
Congolese President Felix Tshisekedi had said he would «interrupt his stay in Europe to return home this Sunday to supervise the coordination of aid».
By early Sunday, between 5,000 and 7,000 people had arrived in neighbouring Rwanda, according to the country’s national broadcaster.
The Rwanda Broadcast Agency tweeted photos of those arriving in Rubavu district, but said early Sunday that the evacuees had already begun heading home.
«At the moment, the Congolese who had evacuated into Rwanda because of the Nyiragongo volcanic eruption are returning to their homeland. It appears that the eruption has stopped,» it tweeted.
The first departures from Goma city came even before the official confirmation that Mount Nyiragongo had erupted at around 7:00 pm Saturday, spewing red fumes into the night sky.
Power was already cut in large parts of the city when hundreds of residents began leaving their homes.
Some headed out of the southern end of the city towards the nearby border post with Rwanda, while others headed west towards Sake, in the neighbouring Congolese region of Masisi.
Resident Richard Bahati said he was incredibly worried about the eruption: «I lived through this volcano problem in 2002.
«The volcano had devastated all our homes and all our possessions. That’s why I’m scared again this time.»
Electricity was cut off in a large part of the city, with thousands of people — encumbered with mattresses, food and parcels — heading towards the Rwandan border.
«There are a lot of people on the road, a lot of cars, it’s an escape,» one man with his family in his car told AFP.
«It is moving at a snail’s pace, on three or four lanes,» he said, adding: «There are children, women, old people who are on foot and the rain is coming. It’s complicated.»
Goma is home to a large contingent of peacekeepers and staff of MONUSCO, the UN mission in the country, as well as the base of many NGOs and international organisations.
Several planes, belonging to Monusco and private companies, took off in the evening, according to an airport source, with a local adding they had also seen the unusual nighttime activity.
In a May 10 report, the Goma Vulcanology Observatory warned that seismic activity around the volcano had increased and warranted careful monitoring.
The last time Nyiragongo erupted was January 17, 2002, killing more than a hundred people and covering almost all of the eastern part of Goma with lava, including half of the airport’s landing strip.
During that eruption, the victims were mostly sick or elderly abandoned to their fate in the northern districts of the city with some looting also taking place.
Fuente de la Información: https://www.iol.co.za/news/africa/thousands-flee-goma-city-in-dr-congo-after-volcano-erupts-692bcb76-6da0-4186-8f8b-38451ba45e35
Las acusaciones de “explotación y abuso sexual” son contra hombres que se identificaron como trabajadores de la Organización Mundial de la Salud y que habrían sido enviados a la República Democrática del Congo para combatir la epidemia del ébola. Los señalamientos también apuntan a empleados de otras organizaciones humanitarias como Médicos sin Fronteras y Unicef, según una investigación de The New Humanitarian y la Fundación Thomson Reuters.
Nuevas denuncias de presuntos abusos sexuales por parte de trabajadores de organizaciones internacionales. Esta vez, las acusaciones provienen de al menos 51 mujeres de la ciudad de Beni, en el noreste de República Democrática del Congo.
Las víctimas le contaron a la agencia de noticias independiente The New Humanitarian y la Fundación Thomson Reuters que la mayoría de los presuntos responsables son hombres que se identificaron como empleados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que fueron enviados al país africano para luchar contra la epidemia del ébola. Ellas afirman además que fueron obligadas a tener relaciones sexuales a cambio de un trabajo o que les cancelaron sus contratos cuando se negaron.
Varias de las denunciantes eran cocineras, limpiadoras y empleadas de extensión comunitaria con contratos a corto plazo, en los que ganaban entre 50 y 100 dólares al mes. Este monto es más del doble del salario promedio del país.
Las denunciantes aseguraron que fueron abordadas en oficinas y hospitales, a algunas los hombres las encerraron en habitaciones y las amenazaron con despedirlas de sus empleos si no accedían a sus peticiones. Al menos dos de ellas afirmaron que resultaron embarazadas.
La investigación, realizada durante casi un año, encontró mujeres que describieron al menos 30 casos de explotación por parte de hombres que dijeron ser de la OMS. Dicha organización envió a más de 1.500 personas a la operación sanitaria dirigida por el Gobierno para controlar el brote.
«Tantas mujeres se vieron afectadas por esto», dijo una de las denunciantes, quien narró que para conseguir un trabajo tuvo relaciones sexuales con un posible trabajador de la OMS.
Muchas de ellas aseveraron que no habían denunciado la situación por temor a represalias o perder sus trabajos. La mayoría además dijo que no lo hizo porque se sintieron avergonzadas.
«Estaba aterrorizada. Me sentí repugnante. Ni siquiera le he dicho a mi madre sobre esto», indicó una de las entrevistadas. Otra mujer afirmó que la práctica de los hombres exigiendo sexo se había vuelto tan común que era la única forma de encontrar un trabajo.
En conversaciones con cientos de miembros de la comunidad en varias ciudades, la explotación sexual fue un «hallazgo constante», dijo Nidhi Kapur, un consultor del grupo de ayuda CARE International, encargado de investigar cuestiones de género durante la crisis del ébola.
«Ya sea que habláramos con niñas adolescentes o mujeres adultas, en la comunidad o en el Gobierno, todas dijeron lo mismo», añadió Kapur.
La cantidad y similitud de relatos señalaron que la reprochable práctica se habría extendido, pues el siguiente número más alto de reclamos fue contra individuos que dijeron pertenecer al Ministerio de Salud del Congo y quienes fueron señalados por ocho mujeres.
Otras cinco ciudadanas afirmaron que fueron explotadas por hombres que se presentaron como empleados de la ONG World Vision y tres señalaron a posibles funcionarios del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef. Dos mujeres más acusaron a hombres que aseguraron pertenecer a la organización benéfica médica ALIMA.
También hubo denuncias individuales contra hombres que dijeron ser empleados de Oxfam, de la agencia de migración de la ONU (OIM) y de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Muchas de las declaraciones fueron respaldadas por conductores de las organizaciones internacionales y trabajadores de onegés locales, que relataron múltiples incidentes de abuso, principalmente cometidos entre 2018 y 2020. También se han denunciado casos similares en Haití y la República Centroafricana y ya ha habido investigaciones que salpican a Oxfam y al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
La respuesta de las organizaciones señaladas
Tras la denuncia pública, la OMS emitió un comunicado en el que señaló que su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, empezó una revisión exhaustiva de las acusaciones. «La traición de personas en las comunidades a las que servimos es reprobable. No toleramos tal comportamiento en nadie de nuestro personal, contratistas o socios (…) Cualquier persona identificada como involucrada deberá rendir cuentas y se enfrentará a graves consecuencias, incluido el despido inmediato», indicó.
La OMS agregó que estaba revisando una «pequeña cantidad» de informes de abuso o explotación sexual en el Congo, pero se negó a decir si pudieron haber ocurrido durante el brote de ébola en el este del país, que terminó en junio después con más de 2.200 muertes.
La investigación periodística dio lugar a una indagación interna en World Vision, que afirmó que los informes eran «impactantes», ya que todo el personal estaba capacitado para prevenir el abuso sexual y que se estaba trabajando arduamente para abordar las «arraigadas desigualdades culturales y de poder». De igual manera, la ONG ALIMA señaló que emprendería una investigación después de ser contactada con el resultado de la investigación.
Por su parte, Unicef recibió tres informes que involucran a dos organizaciones asociadas que responden al ébola, según explicó el portavoz Jean-Jacques Simon. Aunque se negó a nombrar las organizaciones benéficas, dijo que los casos parecían ser diferentes de los descubiertos por los reporteros.
«A pesar de nuestros mejores esfuerzos, los casos de explotación y abuso sexual en la República Democrática del Congo siguen siendo muy poco denunciados», dijo Simon, quien agregó que la agencia había introducido 22 formas de presentar denuncias en el Congo, incluida una línea directa confidencial y buzones de denuncia.
Previamente, a mediados de septiembre, los portavoces de la OIM, MSF, Unicef y el Ministerio de Salud del Congo dijeron que no tenían conocimiento de las acusaciones que se les presentaron y varios sostuvieron que necesitarían más información.
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