Noam Chomsky en esta entrevista nos comenta desde su perspectiva como ciudadano de EEUU lo que sucede en el país anglosajón con los procesos electorales y donde se cimientan los problemas estructurales que hoy vive la sociedad americana que desde Bush y Clinton se viene basando una económica sustentada en lo financiero en vez de lo productivo. La entrevista representa una ventana interesante para contemplar el porqué del surgimiento de las escuelas Charters y los modelos emergentes de formación virtual, el porqué del giro económico desregularizado imperante en el país y el porqué de tantas desigualdades sociales. Cuando extrapolamos esto al ámbito educativo notamos como se impone cada vez más la mercantilización de la educación y el llamado por este imperio ante un apagón pedagógico, desde las aulas hasta las condiciones y dignificación del profesional de la docencia.
Estados Unidos
La Universidad Trump, acusaciones de fraude que ponen en apuros al magnate
MundoHispanico/10 de junio de 2016
La publicación de cientos de documentos sobre las técnicas agresivas y sin escrúpulos usadas en la Universidad Trump pone en apuros al virtual nominado republicano Donald Trump, que podría tener que testificar por fraude el 28 de noviembre, poco después de las elecciones presidenciales.
El juez Gonzalo Curiel ordenó el viernes la publicación, antes del 2 de junio, de más de mil páginas de escritos judiciales sobre la Universidad Trump debido al interés público que puede tener el caso, abierto en 2010 en la corte del distrito Sur de California, con sede en San Diego.
El polémico proyecto educativo podría cruzarse en el camino hacia la Casa Blanca del magnate, que ha construido su campaña presidencial sobre su reputación como exitoso hombre de negocios.
“Donald Trump en sí mismo es un fraude”, consideró hoy en un acto en Nueva Jersey la demócrata Hillary Clinton, posible contrincante de Trump para la Presidencia y al que acusó de tratar de “estafar” a Estados Unidos de la misma forma que engañó supuestamente a los alumnos de su proyecto educativo.
Los centenares de documentos publicados hasta ahora, en respuesta a una petición del diario The Washington Post, retratan a la Universidad Trump como un negocio sin escrúpulos que presionaba a sus estudiantes para que adquirieran cursos sobre negocios inmobiliarios y finanzas con matrículas de casi 35.000 dólares.
“En la Universidad Trump enseñamos el éxito, de eso se trata todo, del éxito y eso puede ocurrirte a ti”, asegura el magnate en uno de los anuncios del centro, que abrió en 2005 y en 2010 tuvo que cambiar su nombre a “Trump Entrepreneur Initiative” dado que no contaba con una licencia para ser universidad.
Hasta 80.000 personas acudieron a los cursos gratis de iniciación de la Universidad Trump en los que los profesores presionaban a los estudiantes a inscribirse por 9.995 dólares en el curso “bronce”, por 19.495 dólares en el curso “plata” y por 34.995 dólares en el curso “oro”, según los escritos judiciales.
“La Universidad Trump prometía a sus alumnos que les ayudaría a hacer dinero, pero en realidad la Universidad Trump solo estaba interesada en vender a cada persona el curso más caro que podía”, afirma Ronald Schnackenberg, que trabajó para el centro entre octubre de 2006 y mayo de 2007.
En una declaración jurada, Schnackenberg asegura que la Universidad de Trump era “fraudulenta” y “se aprovechó de las personas mayores y sin educación para despojarlos de su dinero”.
Las acusaciones contra la Universidad Trump salieron a relucir el pasado mes de febrero cuando el senador Marco Rubio acusó a Trump de comenzar una “universidad falsa” durante un debate del proceso de primarias republicanas en Houston (Texas).
Entre los escritos publicados recientemente destacan testimonios como el de Schnackenberg y una serie de “manuales de estrategias” que servían de guía a los profesores para hacer publicidad.
Uno de esos “manuales de estrategias” recomienda clasificar a los estudiantes por su liquidez financiera, pero insta al personal a no dejar de vender cursos a los alumnos con menos ingresos.
“El dinero nunca debe ser una razón para no inscribirse en la Universidad Trump”, dice uno de los manuales, en el que se da instrucciones al personal para vender las clases, incluso a individuos escépticos y reacios, apelando directamente a sus necesidades psicológicas.
De esta forma, el centro da instrucciones sobre cómo guiar al comprador a través de una “montaña rusa de emociones” para que adquiera los cursos.
El magnate, que llegó a ser propietario del 93 % de la compañía, se ha defendido de las acusaciones, ha asegurado varias veces que muchos de sus alumnos están satisfechos y ha acusado al juez Gonzalo Curiel de estar en su contra por “ser de origen mexicano”.
En realidad, Curiel nació en el estado de Indiana (medio oeste de EEUU), según el registro de jueces federales del Gobierno.
Además del caso de Curiel en California, el magnate se enfrenta a otra investigación iniciada en 2013 por el fiscal general del estado de Nueva York, Eric Schneiderman, que afirma que la Universidad Trump defraudó 40 millones de dólares a más de 5.000 personas.
El juicio en California está fijado para el 28 de noviembre y el juez Curiel ha reclamado la presencia del magnate, mientras que en Nueva York una corte de apelaciones a finales de abril determinó que el proceso contra Trump debe seguir adelante, aunque todavía no se ha fijado fecha para el juicio.
Los registros de las cortes federales muestran que, desde principios de la década de 1980, Trump ha sido demandado al menos 150 veces y la mayoría acabaron con final feliz para el magnate.
Esta vez las demandas de fraude, publicidad engañosa y falsas promesas podrían agriarle la fiesta al candidato, no solo por las consecuencias judiciales sino por las repercusiones políticas que podría tener un juicio tan cerca de las elecciones presidenciales.
La Educación como una cuestión de clase. Entrevista a Peter McLaren.
Entrevista a Peter McLaren
Hablando en términos generales, ¿cómo la teoría marxista ha influenciado en su trabajo?
Como marxista, veo los escritos de Marx y de otros especialistas marxistas contemporáneos, para ayudarme a analizar la actual crisis del capitalismo. Y en ese contexto trato de comprender la historia de la educación, particularmente en los Estados Unidos y en mi Canadá natal, pero también intento entender las tendencias educativas a nivel mundial, como parte de la formación de la clase capitalista transnacional y del estado capitalista transnacional. Desde 1987 he tenido la oportunidad de hablar en aproximadamente 30 países (muchos de los cuales continuo visitando, y algunos de los cuales visito regularmente como Méjico y Venezuela) a académicos, profesores y activistas sociales, y en muchos de esos casos he tenido también la posibilidad de formar alianzas activas.
Uno de mis proyectos ha sido ampliar el alcance de la pedagogía crítica hacia la formación de un movimiento social, movimiento que yo llamo pedagogía crítica revolucionaria (siguiendo lo propuesto por la marxista británica Paula Allman) de modo de subrayar su propósito central de trabajar para un universo social por fuera del modo de producción capitalista. Trabajo en el área de lucha anti-capitalista y en el terreno de la epistemología, educando en contra del colonialismo del poder y tratando de crear un enfoque pluriversal en torno a los saberes indigenistas, a través de una crítica de la producción del conocimiento eurocéntrico y a través del trabajo con grupos subalternos quienes han sido víctimas del imperialismo estadounidense. Entonces, comienzo con una crítica a la globalización neoliberal, financiamiento, el funcionamiento autónomo de la economía monetaria, los estándares de vida de la clase trabajadora han sido sacrificados en pos del enriquecimiento del capital financiero, la tasa descendente de ganancias (una gran cantidad de mis estudiantes de la UCLA tomaron clases con Robert Brenner), la sobre-acumulación de capital y el concepto de acumulación por desposeimiento, tal como lo desarrolla David Harvey. Pero también trabajo con el análisis de la clase capitalista transnacional y el desarrollo de un bloque histórico, capitalista y global compuesto de empresas transnacionales e instituciones financieras, las elites que administran las agencias de planificación económica supranacionales, las fuerzas más importantes en los partidos políticos dominantes, los conglomerados de medios de comunicación, y las elites tecnocráticas, tal como lo desarrolla William I. Robinson en la UC (1), sede Santa Bárbara. Lo que me interesa de ésto es ver cómo las prácticas de clase de una nueva clase gobernante global se están comenzando a condensarse en un estado transnacional emergente en el que los miembros de la clase capitalista transnacional tienen una existencia objetiva por encima de cualquier políticas o territorios locales.
Epistemológico, estoy muy interesado en la pedagogía de la decolonización, y aquí estoy comenzando a trabajar con un marco desarrollado por la escuela de de-colonización entre cuyos exponentes se encuentran Enrique Dussel, Ramon Grosfoguel, Walter Mignolo, Catherine Walsh, Nelson Maldonado-Torres, y otros. Aquí amplío la idea de lo que ocurrió cuando las Américas fueron transformadas por el capital. Trato de pensar en el capital como en algo que está más allá del sentido limitado de una lógica económica; como una red integrada de procesos culturales, políticos y económicos, que se encuentran interrelacionados entre sí. Debemos dar cuenta del complejo entrecruzamiento de jerarquías de género, raza, sexo y clase dentro de los procesos globales geopolíticos, geo-culturales y geo-económicos del sistema mundo moderno/colonial.
Debemos tener en cuenta la jerarquía racial, de género, y sexual global que surgió de la expansión colonial europea y continúa siendo reproducida por el sistema capitalista mundial, moderno/colonial. Estamos tratando de acercar esta perspectiva a la izquierda marxista en Venezuela, y este verano comenzaremos a entrenar cuadros en las zonas rurales dentro de esta perspectiva decolonialista como parte de un proyecto que organizamos con el Ministerio de Educación. Estas multiples jerarquías o “heterarquías” no son epifenómenos del capitalismo, pero son constitutivas del mismo, cuando miramos las formaciones históricas que el capitalismo ha desarrollado, especialmente desde el comienzo de la conquista de las Américas hasta el presente funcionamiento del colonialismo del poder, o la persistencia del pensamiento dentro de perspectivas eurocéntricas, ausente en las administraciones coloniales reales.
Ahora, al hacer esta tarea, es importante advertir el costo de la abolición del capitalismo. Y aquí intento ser fiel a los propios escritos de Marx, a su crítica de los presupuestos y premisas de la economía política clásica, y esto me hace ser muy crítico de cierta constitución de organizaciones revolucionarias tanto del pasado como del presente. Como expresan Peter Hudis, Kevin Anderson y otros especialistas y activistas marxistas de las ciencias humanas, y puedo también sustentarlo en mis propias lecturas de Marx, Marx no estaba de acuerdo con el control de la sociedad por parte de un sólo partido estatal, no apoyaba regímenes autoritarios ni tampoco el control estatal de la economía. Por supuesto que él criticaba la propiedad privada, pero también se oponía a la noción de que la vida económica debía ser controlada por el estado como plan centralizado, economía estatal que supuestamente contrarrestara la anarquía del mercado desregulado. Estas dos posiciones eran totalmente rechazadas por Marx como expresiones de relaciones sociales alienadas. Marx identificó el problema central del capitalismo como la producción de valor.
¿Qué es la producción de valor? Bueno, ciertamente es diferente a la producción de riqueza. Como lo señala Peter Hudis, el valor es la riqueza computada en términos monetarios. Es la reducción de la mano de obra viviente concreta–o el hacer dirigido a la satisfacción de las necesidades humanas– a la mano de obra alienada abstracta que opera para aumetra el valor como un fin en sí mismo, como en el impulso por aumentar el valor mediante la creación del valor de cambio (es decir el intercambio de bienes como medio universal de interacción social en la plusvalía). Las relaciones sociales capitalistas toman una cierta forma de valor en las que las relaciones humanas adoptan la misma relación que entre objetos. Esa es la forma que debe abolirse y eso sólo se logrará mediante la abolición de la producción de valor.
La mano de obra, para Marx, tiene una naturaleza dual –la mano de obra útil o concreta (el hacer con un propósito o la actividad de vida consciente) y la mano de obra alienada o abstracta (lo que Marx sostenía era el valor y la plusvalía). Estas modalidades de mano de obra están en una relación viva, dinámica y antagonista debido al hecho de que el capitalismo exige que el trabajador venda su capacidad de trabajo al capitalista a cambio de un salario. John Holloway identifica aquí dos formas de lucha –la lucha de hacer con un propósito (mano de obra concreta) en contra de la mano de obra abstracta (la lucha de hacer en contra de la mano de obra, o la lucha de los trabajadores en contra de su propia existencia como clase trabajadora), y la lucha de la mano de obra en contra del capital (como ocurre en la lucha del movimiento obrero en contra de la explotación capitalista, es decir, mano de obra asalariada y capital). Necesitamos ver estas dos luchas como algo que está relacionado. Por ejemplo, yo soy crítico de los movimientos trabajadores y de los gremios docentes por muchas razones. Pero principalmente porque ellos definen la lucha como la de mano de obra en contra del capital, cuando en realidad, ellos verdaderamente sustentan la mano de obra abstracta o producción de valor. Ellos consideran que la producción de valor puede realizarse con menor explotación o que la mano de obra abstracta puede reconfigurarse en formas menos alienantes. Si bien esto puede ser cierto en el corto plazo, con la redistribución del capital a la mano de obra, esto exacerbará, en realidad, la crisis del capitalismo a largo plazo.
Estoy en contra de la producción de valor y considero que la única forma de crear una nueva sociedad es mediante la abolición de la producción de valor. No podemos jugar con las relaciones de distribución y circulación colocándolas bajo el control del estado y creer que podemos crear una sociedad socialista. Necesitamos abolir la relación de producción misma, porque sino crearemos un despotismo aún mayor que el que existe bajo el sistema de libre mercado capitalista. No podemos abolir la producción de valor alternando los mecanismos por los que se extrae el valor excedente del trabajador. La verdadera libertad no se puede alcanzar en una sociedad gobernada por el valor de cambio y la producción de valor. Aún las formas de producción cooperativas, no estatistas, no conducirán a la libertad si éstas permanecen atadas al valor de cambio, al dinero y a la producción de valor. En ese contexto, los trabajadores se convierten en sus propios explotadores. Como señala Peter Hudis, esas cooperativas eliminaron la necesidad de lo capitalista pero no se han eliminado a sí mismas de la relación capitalista per se, mensaje que traté de transmitir de manera convincente a los trabajadores fabriles en Argentina, que pertenecían al movimiento de fabricas ocupadas, y que me invitaron a hablar en una fábrica recuperada en Buenos Aires porque estaban instalando escuelas en esas “fabricas recuperadas”.
Como marxista, ¿cómo explicaría el estado actual de la educación pública y como caracterizaría los últimos intentos de reforma escolar?
La educación es en la actualidad un sub-sector de la economía. La educación pública va en rápido camino hacia la privatización, es parte de la tendencia generalizada de la globalización neoliberal, siendo los dos ejes centrales la privatización y la desregulación, la que, dicho sea de paso, se ha impuesto a los estados nación, especialmente luego de la abrumadora derrota de los controladores de tráfico aéreo durante la administración Reagan y la derrota por parte de Thatcher de los mineros que fueron a la huelga en el Reino Unido en la década de 1980. Esto ha conducido a la actual crisis del capitalismo mundial, y sin embargo, sus políticas y prácticas son precisamente aquellas que suscriben, hoy, en gran medida los Republicanos (y en una versión más moderada los Demócratas). Todo esto es parte del esquema general de globalización neo-liberal dentro del que el Banco Mundial (controlado por los EE.UU.) y el Fondo Monetario Internacional han forzado a los gobiernos nacionales a desarrollar políticas económicas que enfaticen el crecimiento económico y los derechos de propiedad por sobre el bienestar social y los derechos personales. La educación dirigida por el mercado (la “voucherización de la educación”) condujo a la corporativización de la educación con fines de lucro y al movimiento de escuelas charter. La educación es una de las más grandes industrias del mercado y se encuentra en la actualidad controlada por administradores de fondos de riesgo, banqueros y especuladores que cuentan con el apoyo de la Fundación Walton (Walmart dona 50 millones al año al movimiento de escuelas “charter”(2)). La fundación Bill y Melinda Gates quiere cerrar miles de escuelas en estado de destrucción ubicadas en zonas urbanas marginales y reemplazarlas por escuelas charter. Y en algunos casos las empresas con fines de lucro crearon fundaciones sin fines de lucro para obtener subsidios y luego postularse para administrar escuelas charter. Los administradores de fondos de riesgo y los directores ejecutivos se convierten en defensores acérrimos de las reformas del mercado, generadas en el deseo de crear una fuerza de trabajadores de la educación más económica, la que está limitada por medidas contables más intolerantes, basadas en el resultado de exámenes básicos, y que cuente con menor poder gremial para luchar. Los mandatos de la educación federal ya no se interesan por su apoyo a la igualdad de acceso y de resultados para centrarse en cambio en la reducción del presupuesto para fondos escolares, la promoción de políticas para encontrar culpables, el pago por méritos o las políticas para reducción o despido del personal escolar, o el apoyo a evaluaciones estandarizadas basadas en un núcleo común de conocimientos –que tienen muy poco que ver con la producción de conocimiento significativo y crítico– y la resolución de problemas, y con otorgar créditos a los “ganadores” escolares en lugar de a aquellos estudiantes con mayor necesidad de asistencia financiera, y al control empresarial del currículum. Como ha señalado Stan Karp, el estudio más completo del desempeño de las escuelas charter, realizado por la Universidad de Stanford encontró que sólo el 17% de las mismas tenía mejores resultados que otras escuelas públicas con las que se podían comparar, y más del doble obtuvo peores resultados. Las escuelas públicas tradicionales aceptan a todos los niños, inclusive cifras mayores de estudiantes con grandes necesidades, mientras que las escuelas charter son muy selectivas respecto de quiénes admiten.
Las escuelas charter –avaladas con entusiasmo por Arnie Duncan– se han convertido en la nueva opción con sentido común para los pobres y para la clase media venida a menos que quieren escapar de la decadencia representada por las escuelas urbanas marginales con poco presupuesto, fracaso en los niveles de logro y en los exámenes estandarizados, y para aquellos que no pueden acceder a las escuelas privadas auténticas (al menos para los que pueden completar los requisitos de admisión y tienen dinero para pagarlas ya que los estipendios para las charter no pagarán todo). Para aquellos que tratan desesperadamente de escapar del desastre de las escuelas públicas, especialmente en los centros urbanos en decadencia, el mundo de las escuelas charter ha sido presentado por Duncan y su gente como la única opción posible. Pero la misma gente que impulsa estas escuelas son los mismos que han pasado años transitando por la enseñanza pública. Si uno examina la enseñanza pública como parte de la lógica de la globalización neo-liberal, se puede notar que el ataque a la educación pública es sólo una parte de la última frontera, en una movida por parte de la América corporativa y la clase capitalista transnacional para privatizar todos los recursos públicos, al menos tantos como lo público permita.
El movimiento privatista en la educación quiere acabar con el poder de los gremios docentes y destruir los salarios decentes de los trabajadores, ya sean éstos maestros u otros empleados públicos. Esto hay que verlo en el contexto de la lógica más amplia del capitalismo neo-liberal. No son sólo los Republicanos, sino los Demócratas también, quienes apoyan la candidatura de aquellos a favor de las escuelas charter, aún cuando saben muy bien que su apoyo selectivo evita el hecho de que haya dos veces más escuelas charter que fracasen que escuelas charter exitosas y que una gran cantidad de sus directores han sido acusados de malversación de fondos.
El Estado nos dice que hay escasez de profesionales en los EE.UU. en el área de tecnología,matemática, ingeniería y ciencias. Pero en realidad no hay escasez de profesionales en esas áreas en los EE.UU. De acuerdo a los datos del Foro Económico Mundial, EE.UU. se ubica primero en el mundo en competitividad global y alrededor de sexto entre134 países, en todas las categorías relacionadas a esas profesiones, y en cuanto a disponibilidad de conocimiento y experiencia. Por lo tanto si ese es el caso, ¿por qué la Carrera a la Cima de Obama justifica su programa alegando que EE.UU. necesita ponerse a la altura del resto del mundo? Nosotros ya estamos a la altura del resto del mundo. Sabemos que los estudiantes en aquellas escuelas que cuentan con un buen presupuesto se ubican tan bien o mejor que algunos estudiantes de otros países en los exámenes internacionales. Pero todo esto disfraza el hecho de que EE.UU. tiene el más alto porcentaje de niños en estado de pobreza en países industrializados, y nosotros sabemos que los niños de familias pobres que asisten a escuelas de bajo presupuesto se ubican por debajo del promedio internacional. Por lo tanto resulta claro que el problema es la pobreza. Y éste es un problema que no está siendo atendido debido a que ignoramos el hecho de que vivimos en una sociedad basada en la división de clases. ¡Utilizamos el término “en desventaja económica” o “estatus socioeconómico bajo” cuando deberíamos decir “clase trabajadora”! Cuando utilizamos el término estatus socioeconómico bajo, estamos naturalizando y legitimizando la desigualdad y al mismo tiempo tratando de racionalizarla. En nuestros estudios de la sociología de la educación no recurrimos a Marx para que nos provea de un marco explicativo de la pobreza, sino que nos referimos a Max Weber que describe a la clase, más en términos de hábitos de consumo y estilos de vida que en términos de condiciones objetivas de explotación. Cuando Weber escribió acerca de la lógica irracional del capital, las paradojas de la racionalidad capitalista y las ilusiones de progreso, no mostró mucha preocupación por los trabajadores y hasta defendió aspectos del capitalismo como parte de la ética del trabajo protestante. Por lo tanto, ¿nos sorprende que cuando se proponen “vouchers (3)” o escuelas charter los maestros puedan fácilmente encontrar una manera de racionalizarlos también, cuando la única lengua que ellos conocen acerca del concepto de clase a partir de sus estudios de educación, proviene de Weber?
Cuando el comisionado del estado de Nueva York en el Ministerio de Educación, David Steiner, le dijo al educador crítico, Henry Giroux en el congreso de Nexus en Ámsterdam en 2007 que “la justicia social promueve el odio. Odio al orden establecido”, se puso de manifiesto que el motivo de ataque de muchos líderes de la educación del sistema es el pensamiento crítico mismo. Estos pensadores entre los que se incluye Arnie Duncan, apoyan lo que Giroux llama metodologías prácticas e instrumentales de aula que, especialmente en el caso de los afro-americanos, funciona como parte de un circuito de poder que produce la conexión escuela-“prisión”. Los valores políticos reaccionarios se disimulan bajo el disfraz de razonamiento técnico y permanecen inmunes a la crítica de que la educación ha sucumbido al lenguaje de la empresa, a la ética de negocios del interés propio, al concepto de conocimiento como un bien pre-empaquetado, a la ilimitada búsqueda de la acumulación de capital, a la noción de que el progreso se mide por el crecimiento cuantitativo del consumo.
En algún momento, alrededor de finales de la década de 1980 el producto de las filiales de las empresas transnacionales fuera de sus países de origen sobrepasó el volumen de exportaciones de manufacturas a nivel mundial –y se produjo un cambio muy dramático en la habilidad de trasladar el capital fuera del control gubernamental. Esto también refleja el cambio en la naturaleza de la relación de poder entre el estado nación y las empresas transnacionales. El rol de las escuelas públicas ha cambiado también en concordancia con lo anterior. Las escuelas ya no se preocupan por cultivar ciudadanos democráticos para el estado nación (creando los códigos de ciudadanía y transmitiendo el carácter profundo del estado nacional a través de legitimizar la superioridad de la cultura burguesa de elite) sino que ayudan al estado nación a servir a las corporaciones trasnacionales. Las escuelas mismas se están convirtiendo en empresas corporativas. Estamos entrenando a nuestros estudiantes para que se conviertan en ciudadanos consumidores y no en ciudadanos democráticos. El futuro de la educación está ahora en manos de la ley corporativa representado por los fondos de riesgo, el capital financiero y las apuestas en el mercado de divisas, los que claramente determinan el destino de la enseñanza pública.
Con toda la discusión acerca de la reforma educativa, parece que la conversación ha sido algo limitada en su alcance. ¿Qué le gustaría ver que se agregue a ésta conversación y cuál sería el efecto que esto tendría?
Me gustaría ver un énfasis renovado en la lucha contra la pobreza como un medio para crear más igualdad, para crear mayor igualdad de oportunidad educativa. La lógica de los críticos de la educación conservadores ha sido por años, que las escuelas públicas gastaban de más, que tenían estudiantes urbanos pobres y fracasados, y que los gremios docentes no permitirían que se despidiera a los malos maestros, y que hasta que se despidiera el último 10% de los maestros con peor desempeño (algunas juntas escolares están solicitando que se agreguen medidas de valor agregado a los exámenes en un 30% de las evaluaciones a los maestros y en algunos en un 50%) nuestra nación no saldrá de su economía deprimida y no estará en condiciones de competir económicamente con otras naciones. Pero no es la falta de educación lo que genera pobreza y desigualdad económica sino la falta de empleo. Es la naturaleza misma del sistema capitalista. Una reforma educativa exitosa puede cerrar la brecha de niveles de logro incrementando la cantidad de estudiantes de clase trabajadora y de minorías que se desempeñan bien en la escuela, pero una buena educación no puede rescatar a la mayoría de los niños de la pobreza ya que hay demasiados empleos que pagan salarios mínimos.
Las clases gobernantes quieren culpar a la pobreza por el fracaso de nuestro sistema educativo porque es la comunidad la que asume el costo de pagar a las escuelas, mientras que les costaría más a los capitalistas pagar salarios decentes a los trabajadores. Estoy de acuerdo con John Marsh quien, en su libro a punto de salir, llamado Class Divided sostiene que la educación debería ser tratada como un fenómeno político –no de mercado. Necesitamos programas sociales e intervenciones no educativas en el mercado, ya sea a través de tasas impositivas re-distributivas, proyectos de obras públicas masivos, una ley de salario vital o el renacimiento de los gremios. Más trabajadores con títulos universitarios no producirán el aumento de los salarios mínimos ni tampoco reducirán la desigualdad. Necesitamos disminuir la cantidad total de gente que vive en estado de pobreza. No podemos usar los programas educativos para reducir la desigualdad ya que esto no funciona en una economía capitalista y entonces cuando la educación no funciona, el desempleo es abrumador y los puestos de trabajo escasos, ahí es cuando se puede culpar al sistema educativo público.
Parte de la razón por la cual los EE.UU. es uno de los países con mayor desigualdad en el mundo radica en el hecho de que nosotros hemos limitados nuestros derechos económicos. Nuestro principal vehículo de éxito económico se vincula a nuestro derecho a una educación decente. No podemos usar simplemente a la educación como nuestro principal derecho económico. Como sostiene Marsh, necesitamos más derechos económicos y es importante que estos no estén relacionados con la educación. Cada derecho que tenemos debe tener un estatus independiente, tal como el derecho a un empleo útil y remunerativo, el derecho a alimentos y vestimenta adecuados, el derecho a una educación decente, etc. Se ve a la educación como un requisito para todos los otros derechos, y se supone que una vez que a uno se le otorga el derecho a una buena educación todos los demás derechos se resolverán por sí mismos. Pero no se puede hacer que estos derechos dependan entre sí o de un derivado de algún otro. Deben permanecer separados. El único derecho económico que podemos ejercer en los EE.UU. es el derecho a una buena educación y este derecho se ha transformado en el derecho a una buena educación corporativa.
Aún en el año 2000 cuando la tasa de desempleo en los EE.UU. cayó a los 3,9 y la tasa de pobreza cayó a 11,3 teníamos 30 millones de personas viviendo en condiciones de pobreza en este país –y ésta es aproximadamente la población de Canadá–. Pero como informa Marsh los EE.UU. no generan mucha más gente pobre que otros países. Los países europeos alcanzan niveles de pobreza más bajos porque ellos ofrecen más programas sociales dirigidos a los pobres y a los desempleados. Si no existieran estos programas gubernamentales, Suecia tendría 26,7 de su población viviendo en estado de pobreza, pero con sus programas sociales el índice de pobreza es de 5,3 %. Seguramente, la educación ayuda a algunas personas a ingresar en el mercado laboral, e indirectamente puede crear unos pocos empleos más, pero lo que se necesita son empleos, salarios más altos y mejores programas de redistribución. Marsh cita a Douglass Willms, un profesor canadiense, que descubrió que entre los niños cuyos padres tienen niveles idénticos de educación, aquellos niños que vivían en países con desigualdades tenían peores rendimientos en las pruebas de alfabetización para adultos. Los niños de padres con títulos universitarios se desempeñan por lo general de la misma manera, ya sea que estos vivan en Finlandia, uno de los países con mayor nivel de igualdad, o los EE.UU., uno de los países con mayor desigualdad. Pero los niños en los EE.UU. cuyos padres sólo alcanzaron a completar su escuela secundaria tendrán peores resultados en las pruebas de alfabetización que niños en las mismas condiciones en Finlandia. Esto es así porque la desigualdad económica afecta la calidad de la vida familiar en áreas de salud, seguridad, niveles de consumo de drogas, etc. Entonces sí, necesitamos reformas educativas pero necesitamos reducir la desigualdad y la pobreza en la misma proporción, si lo que queremos es incrementar la calidad de la oportunidad educativa.
Ahora, por supuesto no nos detenemos aquí –hacemos lo que podemos para reducir la pobreza y la desigualdad, pero necesitamos luchar a nivel internacional para crear un universo social fuera de la forma de valor del trabajo– es decir, fuera de la producción de valor en su totalidad. Al menos, ese debería ser nuestro objetivo a largo plazo.
¿Qué rol, si le cabe alguno, le asignaría usted a la izquierda en el futuro de la reforma educativa?
Bueno, creo que la izquierda no puede aislar la actual crisis de la educación de la crisis global del capitalismo y la lucha más amplia en la lucha contra el capitalismo y la necesidad estructural de una transición equiparable hacia una economía de crecimiento cero. Es necesario que nos tomemos el trabajo de definir de qué manera sería posible otro socialismo o comunismo y cómo podría hacerse la transición hacia éstas posibles alternativas. ¿Cómo se verá un universo social por fuera de la forma de valor del capital, por fuera de la producción de valor? ¿Y cómo llegamos hasta ahí? David Harvey llama a esto organizarse para la transición anticapitalista. Sabemos que el capitalismo puede sobrevivir a esta crisis presente y que el costo para las mayorías populares será catastrófico, en tanto que seremos testigos de un aumento de represión política, militarización y violencia de estado.
¿Cómo puede la izquierda crear una nueva política revolucionaria que nos conduzca a organizar la vida social de modo tal que el hecho de aumentar el valor –mediante la adquisición de dinero –ya no sea considerado el bien más codiciado? En realidad, esto no se sostiene por sí solo. Harvey plantea que necesitamos una teoría corevolucionaria derivada del análisis realizado por Marx de cómo el capitalismo surgió del feudalismo. Él señala que el cambio social surge mediante el desdoblamiento dialéctico de las relaciones, desdoblamiento en el que se dan esencialmente 7 momentos –considerados como ensamblajes o conjuntos de actividades y prácticas– que tienen lugar dentro del cuerpo político del capitalismo y estos incluyen: las formas tecnológicas y organizativas de producción, intercambio y consumo; las relaciones con la naturaleza; las relaciones sociales entre personas; las concepciones mentales acerca del mundo, el conocimiento integral y los acuerdos y creencias culturales, los procesos laborales y la producción de bienes específicos, geografías, servicios; los acuerdos institucionales, legales y gubernamentales; y las conductas de la vida diaria que subyacen a la reproducción social. Harvey sostiene que cada uno de estos momentos, aún cuando esté marcado por tensiones y contradicciones es co-dependiente y co-evoluciona en relación con el otro.
La izquierda tiene una tendencia a mirar estos momentos aisladamente y focalizarse en sólo uno de ellos; considerándolo como el camino mágico hacia la transformación social. Pero cuando el capitalismo se renueva a sí mismo, lo hace coevolucionando todos esos momentos (hay que reconocer que hay muchos más que siete). Así es como el capitalismo surgió del feudalismo. De la misma manera, entonces, es que deberá producirse la transición del capitalismo al socialismo o comunismo. Nuestras intervenciones políticas estratégicas deben moverse dentro y a través de estos diferentes momentos. Así, los educadores necesitamos ver más allá de la crítica epistemológica en el aula. Es por esto que he intentado tratar a la pedagogía crítica revolucionaria como un movimiento social. La mayoría de las reformas educativas nunca cuestionan al capital como una relación social. Cuando esto ocurra, es posible que se pueda progresar algo realizando esfuerzos reformistas dentro del marco capitalista, pero probablemente eso tendrá corta vida. Esto no significa que no debamos intentarlo –debemos hacerlo. Sí, no deberíamos abandonar al socialismo re-distributivo pero siempre teniendo en mente la lucha mayor para desarrollar una vía hacia un universo social sin producción de valor.
Reforma y revolución no son mutuamente excluyentes. La dialéctica trata acerca de la mediación no de la yuxtaposición, así, la lucha no se da entre reforma y revolución sino trabajando para reformar el sistema dentro de la óptica política mayor de la lucha anti-capitalista. Pero tampoco podemos ver al capitalismo como algo aislado de otras jerarquías dependientes que, históricamente son co-constitutivas del capitalismo. Otra forma de mirar esto es desde lo que yo denomino la perspectiva decolonizadora marxista, utilizando algunas ideas de los teóricos sociales latinoamericanos, incluyendo el trabajo de Aníbal Quijano, Enrique Dussel, Gloria Anzaldúa, Walter Mignolo y Ramon Grosfoguel. Cuando nosotros, los que estamos en la izquierda, intentamos desafiar al capitalismo, necesitamos imaginarnos qué significaba el capitalismo para una mujer indígena de las Américas, en el siglo XV, cuando el capitalismo llegó. Debemos, en otras palabras, cambiar nuestra geo-política del conocimiento. Lo que llegó no fue sólo un sistema económico de capital y trabajo para la producción de bienes que serían vendidos para obtener una ganancia en el mercado mundial. Lo que llegó, fue un conjunto de jerarquías globales entrecruzadas a las que Grosfoguel denomina matriz de poder europeo/capitalista/militar/cristiana/patriarcal/blanca/heterosexual/masculina.
En otras palabras, llegó una formación de clase global pero otras jerarquías también, entre las que se incluía la división internacional del trabajo entre países centrales y periféricos, un sistema interestatal de organización político-militar controlada por hombres europeos e institucionalizada en las administraciones coloniales, una jerarquía global racial/étnica que privilegiaba a los europeos por sobre aquellos que no lo eran, una jerarquía global de género que privilegiaba lo masculino por sobre lo femenino y el patriarcado europeo por sobre otras formas de relaciones de género, una jerarquía sexual que privilegiaba a los heterosexuales por sobre los homosexuales, una jerarquía espiritual que privilegiaba a los cristianos por sobre los no cristianos/las espiritualidades no occidentales, una jerarquía epistémica que privilegiaba el conocimiento y la cosmología occidental por encima de las cosmologías no occidentales y que institucionalizó esta jerarquía en el sistema universitario global, y una jerarquía lingüística entre lenguas europeas y no europeas que privilegiaba las tecnologías europeas de comunicación como teoría y reducía las formas de comunicación no europeas al estatus de folclore o cultura, pero nunca conocimiento/teoría. Por lo tanto al adoptar una perspectiva anticapitalista, los docentes necesitamos prestar atención a cada momento como una parte de esta matriz de poder entrecruzado global. Estos momentos están internamente o co-constituyen “heterarquías”. Así, la izquierda puede participar de la reforma educativa, pero yo sostengo que necesita prestar atención a todos esos momentos –pero en términos de transición hacia un futuro anticapitalista y con vistas a crear un enfoque decolonial de producción del conocimiento. Y la izquierda necesita darse cuenta de que los problemas globales no pueden tener soluciones nacionales. Si vamos a participar de la reforma escolar, esto tiene que estar vinculado a las luchas anticapitalistas, a las luchas decolonizadoras, al pensamiento crítico de frontera que puede ayudarnos a repensar nuestro socialismo pensando con, y no acerca de, los conocimientos indígenas y epistemologías de los grupos subalternos. Necesitamos una alternativa posible a las formas existentes de organización social que reproducen la forma de valor del trabajo. Y esto requerirá educadores que puedan trabajar con economistas, filósofos, planificadores rurales y urbanos, geógrafos críticos, antropólogos, sociólogos, especialistas en tecnología, expertos en comunicación, teóricos sociales y activistas de la comunidad que quieran trabajar juntos con este objetivo en mente.
Al estudiar ciencias de la educación a muchos de nosotros se nos enseñan métodos y pedagogía crítica pero parece que eso no se traslada a la práctica cuando ingresamos a las aulas. ¿Cuál es su consejo para esos maestros que están trabajando con las restricciones impuestas por el programa de Obama Carrera a la Cima, que quieren implementar una pedagogía crítica sus las aulas?
Lo que está haciendo esencialmente el programa de Obama Carrera a la Cima, es incrementar la privatización y corporatización de la educación de tal manera que tiene como resultado la re-socialización de las percepciones de las mayorías populares dentro de los mitos legitimadores dominantes del capitalismo en EE.UU. La NEA y la AFT (4) asombrosamente aceptan el capitalismo neo-liberal y no están interesadas en una transformación estructural a largo plazo ni en el reordenamiento del poder de la burguesía y la elite empresarial privada. El sistema escolar no tiene obligación de preparar a los estudiantes para algo más que empleos de los niveles más bajos. Nuestra estructura impositiva regresiva jamás se ve desafiada. La democracia representativa estadounidense no es cuestionada, y ni siquiera comparada o contrastada con la democracia participativa, que enfatiza los aspectos sociales, políticos, económicos y culturales del accionar humano, basándose en los derechos humanos, o con la democracia directa que se centra en el control popular de los medios de producción y organización mediante consejos de trabajadores. El foco está puesto en enseñar para el examen, que se ocupa del conocimiento tecnocrático de resolución de problemas o conocimiento tecnocrático por sí mismo, pero no produce conocimiento significativo, conocimiento basado en los contextos que requieren análisis crítico y en una filosofía de la praxis, y en la ética de la justicia social.
Lo que se enseña en las escuelas de hoy es el conocimiento tecnocrático o la resolución de problemas técnicos –el pensamiento de mediosfines. Lo que está faltando es el conocimiento significativo, es decir, la habilidad para realizar elecciones morales y éticas, y para interpretar y criticar. Lo que está faltando es compromiso intelectual. Las escuelas entrenan a los estudiantes para convertirse en consumidores. En un mundo que enfrenta un colapso del ecosistema, lo que claramente necesitamos es abordar la enseñanza a través de la óptica de una pedagogía eco-socialista basada en la noción de sustentabilidad, y como socialistas, necesitamos reconocer que el desarrollismo socialista muchas veces ha involucrado a movimientos indígenas. Está claro que lo que necesitamos es traer a nuestras prácticas docentes una pedagogía que mire más allá de las formas occidentales/euro/estadounidense céntricas de conocer el mundo que se basan en la capacidad capitalista de desechar y una falta de consideración por el planeta, de modo de considerar formas alternativas y opuestas de pensamiento acerca de/ y en contra del imperialismo del capital neo-liberal de libre mercado.
Me refiero a buscar solidaridad con grupos no dominantes –en particular los grupos silenciados, grupos marginalizados, grupos indígenas– para reunir los imaginarios colectivos de todos los pueblos que buscan libertad dentro de la necesidad y dignidad para ellos mismos y sus comunidades, negando las epistemologías del imperio y las prácticas destructivas y genocidas de los regímenes imperiales y occidentales y sus relatos fraudulentos de inocencia histórica. Necesitamos diferentes perspectivas de justicia, derechos y cambio social y podemos adoptar perspectivas indígenas pero de maneras que no exploten a los pueblos indígenas en el proceso. En otras palabras, estoy hablando de desafiar nuestras concepciones acerca de la modernidad, y nuestras epistemologías basadas en el pensamiento europeo, para poder afirmar, los derechos epistémicos de los racialmente devaluados. Esto significa desafiar la matriz colonial de poder sustentada por teorías filogenéticas y ontogenéticas occidentales. La pedagogía crítica nos ofrece una distancia crítica que nos permite examinar nuestra propia formación epistemológica y ontológica, pero no la suficiente como para no poder matar a la bestia multicéfala que representa el capital y a sus compañeros de afilados dientes –el racismo, el sexismo, el imperialismo, el colonialismo.
Pero ¿cómo luchamos contra la opresión en el aula cuando maestros y alumnos son ambos evaluados en exámenes estandarizados que están haciendo mucho dinero para la compañías que están produciendo y desarrollando esos exámenes? Los exámenes estandarizados son una forma de control social que evita que los estudiantes exploren sus propias experiencias mediante enfoques epistemológicos basados en la reflexión crítica. La educación debería estar sustentada en un diálogo intercultural decolonizador, no capitalista. El motor para este cambio es el compromiso con los oprimidos, los marginalizados y los grupos subalternos. Este compromiso no viene junto con una conciencia crítica. En otras palabras, la conciencia crítica no es ni la raíz ni la condición previa de compromiso con la lucha revolucionaria sino el producto de dicho compromiso.
Un individuo no necesita ser críticamente auto-reflexivo para poder luchar. Es en el acto mismo de lucha que los individuos se transforman en seres críticamente auto-reflexivos y conscientes. Las identidades políticas con basamento crítico no son motivadoras de la acción revolucionaria sino que más bien se desarrollan como consecuencia lógica de dicha acción. Es por eso que, frecuentemente, les pido a mis estudiantes que se unan a un grupo comunitario, o movimiento social, y en su acto de lucha junto con esos grupos ellos desarrollarán una conciencia crítica que puede ser aumentada mediante la lectura y examen de textos. Pero ¿cómo pueden los maestros usar este enfoque en el ámbito de las escuelas públicas? Los maestros necesitarán educar a sus comunidades respecto de la crisis de la educación, para hacer que los padres estén de su lado. Los maestros necesitarán a los padres como aliados en contra de las administraciones represivas. Necesitarán educar a sus comunidades acerca de los peligros de las escuelas charter, y cómo sus promotores derivan dinero hacia esas escuelas para probar que son mejores que las escuelas públicas; también cómo las escuelas charter socavan el poder de los gremios docentes y la calidad de la educación y cómo las escuelas públicas con escasos fondos a menudo tienen como resultado una educación de baja calidad y cómo esto es utilizado luego como otra excusa para reducir el financiamiento de las escuelas públicas.
Sarah Knopp, una docente de Los Ángeles, habla de la práctica de desmantelar que tiene que ver con el proceso de destruir los gremios mediante la subcontratación para crear muchos lugares de trabajo pequeños –en lugar de otros grandes y con alto nivel de agremiación– de modo que cuando los trabajadores en esos pequeños negocios firman contratos de inferiores condiciones, se usan esos contratos para presionar a los trabajadores en plantas mayores a fin de que acepten concesiones similares. Debemos mostrarle a la comunidad que las escuelas charter son el paso inicial hacia la privatización y que el financiamiento corporativo reduce los fondos estatales y que, por otra parte, las escuelas con fondos públicos constituyen un derecho básico. Los docentes necesitan crear organizaciones dedicadas a luchar en contra de la evaluación estandarizada. Esto no lo pueden hacer solos, trabajando desde sus respectivas escuelas. Necesitan formar comunidades de lucha. Y necesitan educar a sus comunidades acerca del socialismo como alternativa para la sociedad y para las escuelas capitalistas.
La entidad de los docentes surge como algo en contra de las limitaciones de la desigualdad estructural. ¿Cuáles son los límites respecto de lo que un docente puede hacer? ¿Qué puede hacer un docente para ir más allá de esos límites?
Acá me voy a referir a mi trabajo en Venezuela en apoyo a la revolución bolivariana. Estoy trabajando en la actualidad con el Ministerio de Educación para el entrenamiento de cuadros de marxistas con una visión decolonizadora. La idea es que necesitamos una revolución en nuestras estructuras de conocimiento y en nuestros roles políticos, como educadores. Por ejemplo, podríamos aprender muchísimo del término buen vivir (sumac kawsay) un término que viene de los pueblos indígenas de la región andina, y de los Aymará en particular, que refiere a la armonía y el equilibrio entre hombres y mujeres, entre diferentes comunidades y entre los seres humanos y el medio ambiente natural. También necesitamos nuevos saberes tecnológicos y científicos para desarrollar alternativas al capitalismo neo-liberal, y para resistir la represión académica que estamos experimentando en nuestras escuelas y universidades cuando llevamos el lenguaje de Marx para ayudarnos a solucionar la actual crisis del capitalismo.
Mientras que la transformación educativa es una lucha necesaria aunque no suficiente para crear un nuevo universo social por fuera de la forma de valor del trabajo, necesitamos también una nueva geo-política del conocimiento, guiada por un imperativo anti-capitalista a fin de poder desempeñar nuestro rol como docentes y trabajadores culturales. El desafío para nosotros es encontrar la manera de recrear el estado de abajo hacia arriba a la par que trabajamos el objetivo de largo plazo de la transformación socialista. Los debates que encontramos son por lo general entre quienes creen que hay que tomar el poder del estado, tales como los chavistas y los autonomistas antiestado y anarquistas, y a menudo se cita a los zapatistas en estos debates como alternativa a seguir. Nuevamente, no creo que esto se trate de una opción “esto o aquello”. Me gusta el “andar preguntando” (caminamos y preguntamos) de los zapatistas en comparación con el “andar predicando” (caminamos y decimos) del enfoque estándar de repetición y recitado, propio de la pedagogía convencional. Pero también creo que hay que luchar para reconstruir el estado de abajo hacia arriba como un paso hacia una construcción colectiva.
Ciertamente necesitamos control del estado sobre la distribución del excedente para disminuir las desigualdades, pero el viejo modelo Keynesiano ya no basta en este tiempo de capitalismo neo-liberal y necesitamos nuevas formas de estatismo de izquierda, creado de abajo hacia arriba, utilizando la democracia participativa y la democracia directa como modelos potenciales. Estoy de acuerdo con John Holloway en cuanto que la revolución no se trata de destruir el capitalismo sino en rechazar crearlo. Hay maneras en las que ahora, podemos dejar de producir capitalismo, tales como la creación de jardines públicos, la lucha en contra del control corporativo de las escuelas, el protestar en contra del G8, etc. Diciendo “Ya Basta” a los recortes a la educación. Luchando en contra de los charteres con fines de lucro –¡“Que se vayan todos”! Pero también creo que necesitamos una filosofía coherente de una praxis ligada a una revolución epistemológicaque pueda incorporar y negociar tanto los conocimientos indígenas como el occidental y que desafíe los “paradogmas” de la racionalidad colonial occidental (lo que Aníbal Quijano llama “la colonialidad del poder” o “patrón de poder colonial”) y que abran espacios estratégicos que nos permitan conectarnos con nuevas conceptualizaciones de vivir en la Pachamama.
Mi postura es que necesitamos una praxis subjetivaconectada con una filosofía de liberación capaz de iluminar el contenido de la sociedad post-capitalista y de proyectar un camino hacia una sociedad totalmente nueva, presentando argumentos convincentes que planteen que es posible resolver la contradicción entre alienación y libertad. La clave, acá, está en que nuestras formas de organizar la sociedad deben ser coherentes con nuestra filosofía de la liberación. Necesitamos, por supuesto, priorizar el desarrollo humano y buscar nuevos marcos epistemológicos, rechazando participar del epistemicidio, o el silenciamiento y destrucción de las formas indígenas de entender y negociar el mundo. No todos nosotros podemos usar el lenguaje político del socialismo. Hablando en una escuela secundaria en las afueras de Medellín, Colombia, hace unos años, supe que los militares habían atacado unos años atrás, la comunidad con helicópteros, un tanque, artillería y tropas, y las fuerzas paramilitares, […] y si bien los docentes me habían pedido que hablara en su escuela, rechazaban mi lenguaje de lucha socialista porque los ponía a ellos y a sus alumnos en riesgo de vida. Ellos crearon su propio lenguaje de pedagogía crítica. Necesitamos un enfoque pluriversal para la pedagogía crítica –no hay un enfoque universal. Los docentes desarrollarán esos enfoques en sus comunidades de acuerdo a la especificidad contextual de sus luchas, su compromiso con los oprimidos y su compromiso de crear un futuro post-capitalista.
Muchos padres, particularmente padres de clase trabajadora, parecen haber adquirido la retórica de “elección y competencia”, “rigor académico” y “logro” y la idea de que la escuela debería ser más académica antes. ¿Qué ideas le ofrecería a los padres al momento de pensar acerca de la calidad de la educación de sus hijos que pudieran contrarrestar aquellas ideas que se ofrecen dentro del debate corriente?
Si, los padres de clase trabajadora, por lo general, quieren para sus hijos el tipo de educación que tienen los niños de Beverly Hills. No se los puede culpar por eso. Ellos creen que la educación es el único vehículo disponible para ellos y que todo es, en verdad, una cuestión del tipo de maestros que pueden contratar en la escuela pública de su barrio. Han adquirido la noción de meritocracia y la propaganda capitalista de que las escuelas charter son la mejor opción para sus hijos. A menudo ellos no se dan cuenta que las escuelas charter con fines de lucro tienen menores requisitos respecto del control público y requerimientos de transparencia que las escuelas públicas. Los defensores de las escuelas charter son aquellos que están detrás de las políticas para encontrar culpables de la administración Obama, detrás del debilitamiento de la negociación de los derechos de los docentes, detrás de darle subsidios a los “ganadores” en lugar de dárselos a aquellos estudiantes con mayor cantidad de necesidades y especialmente a aquellos que necesitan ayuda financiera. Conozco algunas escuelas charter barriales muy exitosas, pero este movimiento de escuelas charter es, en general destructivo, respecto de lo que queda de la educación pública.
Las escuelas públicas aceptan a todos los niños, incluso cupos mucho más grandes de estudiantes con alto grado de necesidad. El movimiento hacia la privatización de la educación puede rastrearse hasta los confines del Banco Mundial y los esfuerzos transnacionales para debilitar a los gremios docentes y crear estándares internacionales para colocar a todos los estudiantes del mundo codo a codo con las necesidades del capitalismo transnacional y de las directivas de la clase capitalista transnacional. Pero al mismo tiempo, necesitamos enfrentar la espantosa realidad de que, como las ciudades se están convirtiendo en lugares más segregados, las escuelas están volviendo a segregar y diferenciar racialmente a los estudiantes, denegando el acceso igualitario a los recursos educativos, a los ambientes escolares saludables y a la educación superior, a estudiantes de color. Los padres pueden convertirse en aliados en la lucha en contra de los embates actuales a la educación, que tienen sus raíces en las políticas desreguladoras del libre mercado, la religiosidad neo-liberal de las interrelaciones corporativas y el asalto administrativo y corporativo al estado de bienestar que tuvieron lugar durante las décadas de 1980 y 1990 y que trajeron como colación la reducción del gasto público y la provisión de subsidios estatales y de apoyo al capital. Fui parte de la nueva izquierda en la década de 1960, y parte del problema es que, en ese momento nos dejamos estar en lo que hace a las cuestiones laborales, ya que nos enfocamos con mayor interés en las cuestiones de derechos civiles. Necesitamos retomar, nuevamente ese camino y recorrerlo, manteniendo siempre nuestra defensa de los derechos civiles, muchos de los cuales están en proceso de ser reducidos a un nivel asombroso. Hay que invitar a los padres a nuestras reuniones, a nuestras luchas comunitarias, a nuestras alianzas más grandes en las que la política unilateral da paso a comprender cómo las luchas principales de nuestros días son luchas que están “interconectadas” y tienen un alcance transnacional.
El rigor académico es por supuesto una cuestión importante, pero el rigor puede conducir a rigor mortis. La cuestión central es el pensamiento crítico con intención revolucionaria. Hay que presentarles a los estudiantes varios lenguajes mediante los que ellos pueden ayudar a elaborar una idea crítica acerca de sus propias experiencias. Esos lenguajes son restrictivos y pasivos. Se encuentran también en las universidades. El enseñar economía clásica y teoría de la selección racional, dejando nuestra crítica marxista de la economía política, no nos va a sacar de la actual crisis del capitalismo. Las ideas tienen efecto y las pedagogías también lo tienen. Una pedagogía verdaderamente transformadora toma las experiencias de los estudiantes seriamente, y las desafía sin quitar la voz o entidad del estudiante, y se lleva adelante con el propósito general de transformar el mundo con el fin de hacerlo menos opresivo, menos explotador. Los enfoques académicos al conocimiento se basan por lo general en un enfoque pasivo respecto del aprendizaje. Lo que necesitamos es una teoría de producción del conocimiento activa y pedagogías que puedan producir el conocimiento/acción necesarios para crear futuros alternativos para nosotros y para el mundo en el que vivimos y trabajamos.
Notas
* Traducido por Maria Graciela Eliggi. Servicio de Traducción de la Facultad de Ciencias Humanas-UNLPam-2013.
1 N.del T.: UC: Universidad de California.
2 N.del T.: escuelas charter: financiadas con fondos públicos y mediante donaciones de personas públicas o privadas.
3 N. del T.: vales o cupones para obtener un descuento o un servicio.
4 N. del T.: NEA: Asociación Nacional de Educación; AFT: Federación
Estadounidense de Docentes
Tomado de:
- Revista Praxis Educativa Vol XVII Nº 2, pp. 79-90. Julio – Diciembre 2013. Universidad Nacional de La Pampa, Argentina.
- http://ojs.fchst.unlpam.edu.ar/ojs/index.php/praxis/article/view/781
- http://iberoamericasocial.com/la-educacion-como-una-cuestion-de-clase-entrevista-peter-mclaren/
- https://www.google.com/search?q=Peter+McLaren&espv=2&biw=1366&bih=623&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwi6ifiIgpzNAhVEHx4KHaYuAjIQ_AUIBigB#imgrc=h4DGByJPWkI4iM%3A
El Departamento de Transporte de los EE.UU., Ad Council y Project Yellow Light
VidayEstilo.Terra/10 de junio de 2016
El Departamento de Transporte de los EE.UU., Ad Council y Project Yellow Light anuncian los nombres de los ganadores de la 5ª edición anual del Concurso de Becas Estudiantiles para Difundir los Riesgos de Manejar Distraidos
Clear Channel Outdoor Americas se suma a los socios tradicionales Mazda Motorsports, NOYS y U Haul para lanzar el primer concurso de diseno de anuncios exteriores Project Yellow Light
El día de hoy la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA) del Departamento de Transporte de los EE.UU., Ad Council y Project Yellow Light anunciaron a los ganadores del quinto concurso anual de becas de Project Yellow Light. El concurso invita a los estudiantes a crear y producir un breve video para concientizar a sus compañeros sobre los riesgos de usar dispositivos móviles mientras manejan un vehículo. Por primera vez, Clear Channel Outdoor Americas se suma a los socios tradicionales Mazda Motorsports, National Organizations for Youth Safety (NOYS) y U-Haul en el lanzamiento del primer concurso de diseño para medios exteriores de Project Yellow Light. Los ganadores del concurso de video y el concurso de diseño para exteriores se publicarán esta tarde en un anuncio digital de Times Square en Nueva York donado por Clear Channel Outdoor.
Los hermanos Sam y Wrenn Senser de Louisville, Nebraska, se llevarán los dos grandes premios de $5,000 del concurso de video, pues Sam es el vencedor en la categoría universitaria y Wrenn en la categoría de secundaria. Los ganadores del concurso de diseño para medios exteriores son la universitaria Bethany Wheeler de Snellville, Georgia y la estudiante de secundaria Emily McDonald de Anaheim, California; ambas recibirán becas de $2,000. Aquí puede ver los videos ganadores.
Según datos de la NHTSA, 3,179 personas murieron y se calcula que otras 431,000 sufrieron lesiones en accidentes de auto causados por personas que manejaban distraídas en 2014. Algunos de los responsables de los peores casos son adolescentes: 10% de quienes manejaban en accidentes mortales tenía entre 15 y 19 años, y fueron reportados como distraídos al momento del choque. Project Yellow Light fue fundada en 2007 por Julie Garner de The Martin Agency, en memoria de su hijo adolescente Hunter Garner, quien murió en un accidente de auto. El concurso anual busca alentar a los jóvenes adultos a mantenerse seguros en las calles y carreteras, y a fomentar la concientización y participación activa en el tema.
«Sin duda, estamos en deuda con todos los estudiantes que participaron en los concursos de video y diseño de este año, cada uno de ellos ayuda a combatir el hábito de textear al manejar», dijo Julie Garner. «Es un honor para Project Yellow Light contar con el apoyo de todos estos estudiantes que dan voz a la causa y con sus maravillosos socios, entre ellos el más reciente, Clear Channel Outdoor, que generosamente promueve los diseños ganadores».
«Manejar distraídos es un hábito peligroso y mortal en las carreteras del país, y el Departamento de Transporte ha adoptado como prioridad la labor de invitar a la población a concentrarse en la acción de manejar cuando está al volante», dijo Mark Rosekind, administrador de la NHTSA. «Textear y manejar pone en riesgo las vidas de los adolescentes y de quienes los rodean. El trabajo de los ganadores del concurso ayudará a más personas a concentrarse en manejar como la única forma de preservar su seguridad en las calles».
A fin de ampliar el alcance e impacto de la campaña creada por y para compañeros, desde 2011 Project Yellow Light se ha asociado con Ad Council a fin de transformar los videos ganadores en anuncios de servicio a la comunidad (PSA) para su distribución en la red nacional conformada por más de 1,600 medios. Los ganadores del concurso de diseño de este año verán sus trabajos en anuncios exteriores de todo el país por cortesía de Clear Channel Outdoor Americas.
«Nada impacta más a los adolescentes que el mensaje de un amigo o compañero, ahí radica la fuerza de Project Yellow Light», dijo Lisa Sherman, presidenta y CEO de Ad Council. «Cada año me asombran las ideas creativas de los estudiantes de todo el país y espero que esta nueva ronda de creatividad aliente a aún más adolescentes a pensar antes de manejar distraídos».
Los concursos de video y diseño para exteriores de 2016 recibieron más de 883 trabajos de 49 estados. Se eligieron ganadores para dos categorías de edad: estudiantes de los dos últimos años de escuela secundaria y estudiantes universitarios. Se otorgaron segundos y terceros lugares en el concurso de video y categoría de secundaria a Clancey Buhler de West Jordan, Utah y Gavin Ng de Alpharetta, Georgia, y categoría universitaria a Jacob Mitchell de Monroe, Ohio, y Alex Kline de Phoenix, Arizona. Los segundos y terceros lugares reciben $2,000 y $1,000 respectivamente. Todas las becas del concurso de video y diseño para exteriores fueron proporcionadas por Mazda Motorsports y U-Haul, quien también da a los primeros lugares hasta $2,500 para gastos de mudanza.
Desde su lanzamiento en 2007, Project Yellow Light se ha ganado el apoyo generalizado de la industria y diversos expertos y celebridades donan su tiempo como miembros del jurado. El jurado de este año incluyó a: Meg DeAngelis, creadora de YouTube y actriz; Aloe Blacc, artista y compositor; Kweku Mandela, reconocido cineasta y activista; Wendy Clark, CEO de DDB Worldwide para Norteamérica; Jeff Gooby, copresidente de Goodby Silverstein & Partners; PJ Pereira, director creativo de Pereira & O’Dell, y representantes de los socios de Project Yellow Light: Mazda Motorsports, NOYS, U-Haul, Ad Council y The Martin Agency. Paul Livornese, vicepresidente y director creativo de Clear Channel Outdoor Americas, y Dave Arnold, director creativo ejecutivo de Pereira & O’Dell, también donaron su pericia profesional al concurso de diseño para exteriores 2016.
«Mazda Motorsports se enorgullece de ver a tantos de sus jóvenes corredores implicados en Project Yellow Light», añadió John M. Doonan, director de Mazda Motorsports. «Los adolescentes, que también son corredores profesionales, están en una posición privilegiada para transmitir la seriedad del tema con compañerismo. Además, Project Yellow Light va muy bien con Mazda como empresa gracias a nuestro programa Mazda Drive for Good. Ya quiero ver el trabajo de los ganadores en la televisión y en anuncios en exteriores de todo el país».
«En National Organizations for Youth Safety (NOYS) conocemos la fuerza de los jóvenes para llegar a otros jóvenes», dijo Anita Boles, CEO. «Nos dedicamos a empoderar adolescentes con la educación, las herramientas y los recursos que necesitan para trabajar en sus comunidades (en casa y en línea) y transmitir a sus amigos mensajes que salvan y mejoran vidas. Project Yellow Light es una forma divertida y creativa en que los jóvenes participan activamente y hacen la diferencia, y nos llena de orgullo ser socios de este esfuerzo».
«Felicitamos a los ganadores y reconocemos a todos los estudiantes que invirtieron tiempo y talento en la labor de difundir este mensaje que salva vidas en el marco del concurso de Project Yellow Light», dijo el vicepresidente ejecutivo de U-Haul, Stuart Shoen. «Sus videos y diseños para exteriores tienen la capacidad de llegar a otros estudiantes y motivarlos. Así, más jóvenes comprenderán que ningún mensaje de texto ni llamada amerita dejar de atender el volante. Los clientes de U-Haul y sus familias tendrán viajes más seguros gracias a su extraordinaria labor».
Con la campaña Stop the Texts. Stop the Wrecks. (Evita textear. Evita las tragedias.), Ad Council y la NHTSA han estado colaborando para combatir el hábito adolescente de manejar distraídos desde 2012. A la fecha, la campaña ha recibido más de $211 millones en donativos de medios y ha recibido más de 2 millones de visitas en su sitio web stoptextsstopwrecks.org.
Project Yellow Light
Project Yellow Light es un concurso de cine y anuncios exteriores para chicos de los dos últimos grados de escuela secundaria y estudiantes universitarios, diseñados para convencer a sus compañeros a desarrollar hábitos de seguridad al manejar. El proyecto fue creado por Julie, Lowell y Alex Garner en memoria de su hijo/hermano Hunter, quien murió trágicamente en un accidente de auto en 2007. Cada año, el ganador del concurso recibe la beca Hunter Garner Scholarship. Project Yellow Light/Hunter Garner Scholarship es una organización no lucrativa que empezó en la escuela de Hunter, Riverbend High, en Fredericksburg, Virginia, con el deseo de inspirar y motivar a la juventud de todo el país. El programa está diseñado para dar a los jóvenes adultos voz y posibilidad de actuar para revertir el número de accidentes de auto, la principal causa de muerte de adolescentes y jóvenes adultos en los Estados Unidos. Si desea más información visite projectyellowlight.com.
NHTSA
Durante más de cuarenta años, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA) ha sido la agencia federal clave en la tarea de mejorar la seguridad de los caminos de nuestro país. Como parte del Departamento de Transporte de los EE.UU., la NHTSA trabaja para reducir el número de muertes y lesiones relacionadas con el tráfico mediante el fomento del uso de los cinturones de seguridad y los asientos de seguridad para niños; la ayuda brindada a los estados y las comunidades locales para atender la amenaza que representan los conductores ebrios; la concientización de los usuarios de las carreteras respecto de los riesgos relacionados con conducir distraídos; la regulación de normas de seguridad y la investigación de defectos de seguridad en los vehículos motorizados; el establecimiento y la vigilancia del cumplimiento de las normas de economía de combustibles; la realización de investigaciones sobre el comportamiento de los conductores y la seguridad en las vías de tráfico, y la información proporcionada a los consumidores sobre temas que van de la seguridad de los niños pasajeros hasta la práctica de conducir con las capacidades mermadas. Si desea más información visite www.nhtsa.gov.
Ad Council
Ad Council es una organización privada y no lucrativa con una rica trayectoria como convocante de talentos voluntarios provenientes del mundo de la publicidad y los medios a fin de hacer llegar mensajes cruciales a la población estadounidense. Tras producir literalmente miles de campañas de servicio a la comunidad sobre los temas de mayor urgencia social en el día a día, Ad Council ha sido y sigue siendo el móvil de un impresionante cambio positivo mediante la sensibilización, la motivación para actuar y la posibilidad de salvar vidas. Si desea más información sobre Ad Council y sus campañas, visite Adcouncil.org, denos un like en Facebook, síganos en Twitter o vea nuestros anuncios PSA en YouTube.
Acerca de Clear Channel Outdoor Holdings, Inc.
Clear Channel Outdoor Holdings, Inc., (NYSE: CCO) es una de las empresas de publicidad exterior más grande del mundo con más de 625,000 exhibidores en más de 35 países de los cinco continentes, incluidos 43 de los 50 mercados más grandes de los Estados Unidos. Clear Channel Outdoor Holdings ofrece muchos tipos de exhibidores en su plataforma internacional para satisfacer las necesidades publicitarias de sus clientes. Esto incluye una plataforma digital creciente que actualmente ofrece más de 1,050 letreros digitales en 28 mercados en Norteamérica. El segmento internacional de Clear Channel Outdoor Holdings opera en 22 países de Asia, Australia y Europa amplia variedad de formatos. En www.clearchanneloutdoor.com y www.clearchannelinternational.com encontrará más información.
Mazda Motorsports
Mazda Motorsports se precia de contar con el sistema escalonado más completo de desarrollo de autos de carreras que ningún fabricante de vehículos del mundo. El programa Mazda Road to 24 ofrece una serie de becas para promover a los corredores en el ranking de las carreras de autos que empieza con la serie Global MX-5 Cup y culmina con el equipo Mazda Prototype. El Mazda Road to Indy es un programa similar que incluye categorías potenciadas con Mazda de USF2000, Pro Mazda e Indy Lights. En carreras no profesionales de autos corren más autos Mazda en cualquier fin de semana en Norteamérica que de cualquier otro fabricante. Mazda es, además, patrocinador del título de la famosa Mazda Raceway Laguna Seca en Monterey, California. Siga todas las novedades en MazdaMotorsports.com, @MazdaRacing en Twitter y MazdaMotorsports en Instagram y Facebook.
National Organizations for Youth Safety
NOYS fue originalmente fundada con el nombre Traffic Safety Collaboration y durante sus primeros 10 años contó con el financiamiento de entidades gubernamentales, como el Departamento del Transporte. En 2005, NOYS transitó al régimen 501(c)(3) y quedó registrada como National Organizations for Youth Safety; desde entonces ha crecido hasta incluir a más de 80 organizaciones miembro dentro del país. NOYS sigue enfatizado la seguridad del tráfico gracias al apoyo del gobierno, las empresas y las industrias, y se expandió para incluir otros temas de seguridad, como la prevención de lesiones, la prevención del abuso de substancias y la prevención de la violencia.
U-Haul
Desde 1945, U-Haul ha sido la opción no. 1 para quienes desean encargarse de su propia mudanza gracias a su red de más de 20,000 locales en los 50 estados y en 10 provincias canadienses. El respaldo de sus clientes ha permitido a la flota de U-Haul crecer hasta superar la cifra de 135,000 camiones, 107,000 tráileres y 38,000 grúas. U-Haul ofrece más de 491,000 bodegas y más de 44 millones de pies cuadrados de espacio para almacenar objetos en instalaciones que posee y/o gestiona en Norteamérica. U-Haul es el mayor instalador de enganches permanentes para remolques en la industria automotriz de refacciones y es el principal minorista de propano en los Estados Unidos. www.uhaul.com
Tomado de:
En México: firman convenio que fomente calidad en la educación superior
El objetivo es que los jóvenes egresados tengan mejores capacidades para colocarse en el ámbito nacional de manera exitosa
Por: Cadena Rasa | 09 de Junio de 2016 | 10:24 horas
Ciudad de México (Rasainforma.com/Mar Pérez).- La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) suscribió una firma del Convenio de Colaboración con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior de la República Mexicana (ANUIES) y la Fundación de Educación Superior Empresa (FESE), con el propósito de fortalecer la formación profesional.
Jaime Valls Esponda, secretario general ejecutivo de la ANUIES, afirmó que las instituciones afiliadas a la asociación han impulsado diversas estrategias para acercarse a la sociedad e incidir simultáneamente en la formación profesional pertinente y de calidad.
Destacó que la Asociación busca que la responsabilidad social de la educación incida en una formación profesional ética y competitiva internacionalmente.
Por su parte, Gustavo de Hoyos Walter, presidente patronal de Coparmex dijo que la participación empresarial con las instituciones de educación superior tiene el objetivo de vincular académica con el sector productivo.
En su oportunidad, el subsecretario superior de la Secretaria de Educación Pública (SEP), Salvador Jara, hizo un reconocimiento a las universidades que se beneficiarán con la alianza de la ANUIES.
La firma de estos convenios representa un instrumento para promover y organizar actividades académicas tales como cursos de actualización, seminarios, conferencias, simposios, exposiciones, mesas de discusión y otros temas de interés mutuo.
El acuerdo se convierte en un marco de actuación moderno y eficaz, que da la certidumbre y garantía para promover y apoyar la realización de proyectos y programas de investigación entre las universidades y el sector productivo.
Fuente: http://rasainforma.com/noticias/educacion/firman-convenio-que-fomente-calidad-en-la-educacion-superior/160822/
La Declaración política de las Naciones Unidas de 2016 pone en buen camino al mundo para acelerar el objetivo de poner fin a la epidemia del sida para el año 2030
Estado Unidos, Ginebra/ 09 junio 2016/Fuente: ONUSIDA
ONUSIDA la da bienvenida a las nuevas metas, objetivos y compromisos adoptados en la Declaración política del 2016 celebrada durante la Asamblea General de las Naciones Unidas para poner fin al sida. Los países han acordado una agenda urgente sin precedentes para acelerar los esfuerzos que nos permitan poner fin a la epidemia del sida para el año 2030. Esta Declaración política proporciona un mandato mundial para acelerar la respuesta al sida durante los próximos cinco años.
Los líderes mundiales han reconocido que ningún país ha conseguido poner fin al sida y que ninguno puede permitirse rezagarse en la respuesta al sida. Además de la implementación de la Agenda de 2030 para el desarrollo sostenible por parte de los estados miembros, se admitió que poner fin a la epidemia del sida para el 2030 solo sería posible si se alcanzan los objetivos acelerados para el 2020.
En la Declaración política para poner fin al sida: acelerar la respuesta al sida para una rápida acción contra la epidemia del sida y su erradicación en el año 2030, se adoptaron una serie de objetivos y compromisos que guiarán al mundo en la gestión de la crítica relación entre la salud, el desarrollo, la injusticia, la desigualdad, la pobreza y el conflicto.
Una visión común
La Declaración política de 2010 hace un llamamiento a nivel mundial para la consecución de las siguientes metas como forma de respaldar la Agenda de 2030 para el desarrollo sostenible:
- Reducir las nuevas infecciones de VIH a un número inferior a 500.000 en todo el mundo para el año 2020.
- Reducir las muertes relacionadas con el sida a un número inferior a 500.000 en todo el mundo para el año 2020.
- Eliminar el estigma y la discriminación relacionada con el sida para el año 2020.
La Declaración política afirma que estas metas solo pueden alcanzarse a través de un liderazgo sólido y de la participación de las tanto de las personas que viven con el VIH como de las comunidades y de la sociedad civil.
Doblar el número de personas en tratamiento
A finales del año 2015, el número de personas en tratamiento para el VIH alcanzó los 17 millones, lo cual superó la meta establecida para ese mismo año de 15 millones. Los líderes se comprometieron a asegurar que el 90% de las personas que viven con VIH (niños, adolescentes y adultos) conozcan su estado serológico, a que el 90% de las personas que sí lo conocen reciban tratamiento y a que el 90% de las personas que ya lo reciben supriman la carga viral.
Los países han expresado también su compromiso para tratar urgentemente las bajas tasas de cobertura entre los niños que viven con VIH.
- Implementar el objetivo de tratamiento 90–90–90 para asegurar que los 30 millones de personas que viven con VIH tengan acceso a tratamiento para el año 2020.
- Asegurar que el 1,6 millón de niños que viven con VIH tengan acceso a tratamiento para el año 2018.
Acelerar el alcance de la prevención
Los objetivos de prevención del VIH animan a los países a promover el acceso a servicios de VIH completos y adecuados tanto para las mujeres adultas como para las adolescentes, las niñas, así como también a las poblaciones clave: trabajadoras sexuales, hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, usuarios de drogas inyectables, personas transgénero y convictos. Se procurará por todos los medios intensificar el alcance de los servicios de prevención en aquellos lugares con mayor tasa de trasmisión de VIH, lugares en los que la población cuenta con un mayor riesgo de contagio.
La Declaración política reconoce la importancia de la localización y la población, ya que la epidemia no es igual en todos los países y en todas las regiones, motivo por el que anima a que las regiones actúen y establezcan objetivos regionales para prevenir y tratar a niños, jóvenes y adultos. Estos objetivos incluyen:
- Proporcionar servicios de prevención completos, entre los que se incluye la reducción de daño, a chicas adolescentes y las poblaciones clave para el año 2020.
- Proporcionar a los 3 millones de personas que tienen mayor riesgo tratamiento de profilaxis pre-exposición para el año 2020.
- Proporcionar circuncisión voluntaria a los 25 millones de hombres jóvenes que viven en áreas con alto porcentaje de VIH, así como proporcionar a los países de rentas bajas y medias 20.000 millones de condones para el año 2020.
La Declaración política, a pesar de todo, no logra darles la visibilidad necesaria a las poblaciones clave más afectadas de las distintas regiones.
Detener las nuevas infecciones entre niños
El compromiso a eliminar las nuevas infecciones entre niños, y a asegurar la salud y el bien estar de sus madres es una promesa renovada en la nueva Declaración política. Se subraya la importancia de asegurar que las madres tienen acceso inmediato a terapia antirretrovírica de por vida.
- Eliminar las nuevas infecciones de VIH entre niños mediante la reducción de dichas infecciones en un 9% en cada región para el año 2020.
Nuevo enfoque para las mujeres, adolescentes, muchachas y la igualdad de género
Dos mil nuevas infecciones tienen lugar todos los días entre los jóvenes, lo cual supone un tercio de todas ellas, pero solo el 28% de las mujeres jóvenes tienen información precisa acerca del VIH. Los líderes se han comprometido a apoyar y empoderar a los jóvenes para que desempeñen un papel crítico en cuanto al liderazgo de la respuesta al sida mediante la promoción de sus derechos a la sanidad y a una educación sexual completa que incluya la educación reproductiva y la prevención del virus. La Declaración política también reconoce la importancia del acceso universal a la salud reproductiva, así como a sus derechos.
Los líderes han hecho especial hincapié en tratar los inmensos obstáculos relacionados con la epidemia del sida y las mujeres, especialmente las jóvenes y adolescentes del África subsahariana.
La Declaración política se compromete a alcanzar la igualdad de género, a invertir en el liderazgo de las mujeres y a poner fin a toda forma de violencia y discriminación contra las mujeres y jóvenes como manera de incrementar su capacidad para protegerse del VIH. Para ello, es indispensable la participación tanto de hombres adultos como de jóvenes.
- Reducir por debajo de 100.000 el número anual de chicas adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años que se contagian al año en todo el mundo para el año 2020.
- Eliminar las desigualdades, violencia y abuso de género.
- Poner fin a todo tipo de violencia y discriminación contra mujeres y niñas, como la violencia doméstica o el abuso sexual, entre los que se incluye un marco de actuación humanitario efectivo durante y después del conflicto.
- Promover y apoyar el liderazgo de los jóvenes, y fomentar una educación sexual completa sobre la salud reproductiva que proteja sus derechos humanos.
La Declaración política, no obstante, ha dejado (en cierta manera) de incluir objetivos explícitos para dicha educación sexual completa, a pesar de que la principal forma de trasmisión del virus es sexual. En el África subsahariana, más del 98% de las nuevas infecciones son por trasmisión sexual. La Declaración política excluye los derechos sexuales, incluye el derecho a la información, a la autonomía, al consentimiento y a la no discriminación, lo cual es un pilar esencial para una efectiva respuesta al sida.
El derecho a la salud, un derecho para todos en todos lados
La Declaración reconoce que el progreso en cuanto a la protección y promoción de los derechos humanos de las personas que viven con VIH o que tienen riesgo de contagio ha estado lejos de ser adecuado, y que la violación de los derechos humanos todavía es un gran obstáculo en la respuesta al sida. Los estados miembros se han comprometido a revisar y reformar la legislación que pueda generar barreras o reforzar el estigma y la discriminación, así como a promover el acceso a servicios sanitarnos libres de discriminación, especialmente para las poblaciones con mayor riesgo de contagio (trabajadores sexuales, hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, usuarios de drogas inyectables, personas transgénero y convictos).
- Revisar y reformar aquellas leyes que refuercen el estigma y la discriminación, restrinjan el acceso a los servicios y a la movilidad, la comprobación obligatoria del estado serológico y las leyes penales relacionadas con la confidencialidad del VIH, su exposición y trasmisión para el año 2020.
- Eliminar las barreras (incluido el estigma y la discriminación) en los entornos sanitarios para el año 2020.
- Reforzar los sistemas de protección social nacional para niños con el fin de asegurar que, para el año 2020, el 75% de las personas que viven con el VIH, tienen riesgo de contagio o se ven afectadas por él pueden beneficiarse de protección social a este respecto.
Sacar al sida del aislamiento
La Declaración política afirma que la respuesta al sida incentivará el progreso a lo largo de toda la Agenda de 2030 por el desarrollo sostenible. Hace un llamamiento universal para la cobertura sanitaria y el acceso a la protección social. Al adoptar objetivos que van más allá del VIH, los estados miembros enfatizan en la importancia continua de integrar un enfoque amplio que contemple diversas cuestiones sanitarias como la tuberculosis, la hepatitis B y C, el cáncer de útero, el papiloma humano, las enfermedades no transmitibles y aquellas enfermedades que estén volviendo a brotar.
- Reducir el número de muertes relacionadas con el sida y la tuberculosis en un 75% para el año 2020.
- Proporcionar tratamiento al 90% de las personas que padecen tuberculosis (entre las que se incluye el 90% de las poblaciones que tienen mayor riesgo de contagio) y alcanzar una tasa de éxito de tratamiento de al menos un 90% para el año 2020.
- Reducir en un 30% los nuevos casos de hepatitis crónica viral B y C para el año 2020.
- Proporcionar tratamiento para los 5 millones de personas que tienen hepatitis B y a los 3 millones de personas que tienen hepatitis C crónica para el año 2020.
Financiar el fin del sida
Para asegurar que se alcanzan todos estos objetivos, los líderes han adoptado compromisos ambiciosos y concretos para una financiación y asignación efectiva de la implementación de la respuesta al sida acelerada. Los estados miembros también pidieron 13.000 millones de dólares estadounidenses para la reconstitución del Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y el paludismo. Los estados miembros también arengaron a un mayor compromiso estratégico por parte del sector privado para que apoye a los países mediante inversiones y prestación de servicios con el fin de reforzar la cadena de proveedores, las iniciativas de trabajo, la mercadotecnia social de productos sanitarios y el cambio de actitud.
- Incrementar las inversiones anticipadas para aminorar las diferencias de recursos mediante la inversión anual mínima de 26.000 millones de dólares estadounidenses para la respuesta al sida para 2020.
- Invertir al menos un cuarto del gasto capital de ONUSIDA en la prevención del VIH y dedicar como mínimo el 6% de los recursos totales en actores sociales (entre los que se incluyen abogacía, movilización política y de comunidades, control comunitario, programas de alcance y comunicación pública) para el año 2020, así como asegurar que al menos el 30% de toda la prestación de servicios está gestionada por las comunidades para el año 2020.
- Abordar las regulaciones, políticas y prácticas que impidan el acceso al diagnóstico, tratamiento y tecnologías sanitarias asequibles y de calidad (de entre las que se incluyen el uso íntegro de las flexibilidades del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), y también reforzar la capacidad local y regional de desarrollo, manufacturación y entrega de productos sanitarios asequibles.
Responsabilidad y sostenibilidad
Los miembros estado han adoptado una serie de compromisos con el objetivo de mejorar el control y la responsabilidad para, de esta manera, conseguir una participación más activa de las personas que viven con el VIH, están afectadas por él o tienen riesgo de contagio. Dichos compromisos apelan a la Secretaría general de las Naciones Unidas —junto con el apoyo de ONUSIDA— a que continúen proporcionando revisiones anuales a la Asamblea general. Así pues, se ha decidido que se reunirán en la Reunión de alto nivel para poner fin al sida para comprobar el progreso de la respuesta al sida con respecto a sus dimensiones sociales, económicas y políticas. La Declaración política también apela a los estados miembros para asegurar que las Naciones Unidas y ONUSIDA reúnen los requisitos para cumplir con la Agenda de 2030 por el desarrollo sostenible.
Además, se ha animado también a las partes interesadas de ONUSIDA a que aumenten la presión para solventar los obstáculos más arraigados y a que aseguren que la Declaración política puede cumplir con su papel como instrumento para la dignidad y la justicia social.
Fuente noticia:
http://www.unaids.org/es/resources/presscentre/pressreleaseandstatementarchive/2016/june/20160608_PS_HLM_PoliticalDeclaration
Fuente imagen:
http://tn.com.ar/salud/actitud/en-argentina-el-30-de-las-personas-con-vih-desconocen-el-diagnostico_679166
Anti-Politics and the Plague of Disorientation: Welcome to the Age of Trump
«Ignorance, allied with power, is the most ferocious enemy justice can have.»
— James Baldwin
The Greek chorus has finally been heard in that both the left and right are now calling Donald Trump a fascist or neo-fascist. Pundits and journals across the ideological spectrum now compare Trump to Hitler and Mussolini or state he is an unbridled tyrant. For example, the liberal magazine Slate finds common ground with the conservative journal National Review in denouncing Trump as a tyrant, while liberals such as former US Secretary of Labor Robert Reich and the actor George Clooney join hands with conservatives such as Andrew Sullivan and Robert Kagan in arguing that Trump represents a loud echo if not a strong register of a fascist past, updated to correlate with the age of reality TV and a fatuous celebrity culture. While such condemnations contain a shred of truth, they only scratch the surface of the conditions that have produced the existing political landscape. Such arguments too often ignore the latent authoritarian and anti-democratic forces that have a long legacy in US politics and society.
Unfortunately, recognizing that the United States is about to tip over the edge into the abyss of authoritarianism is not enough. There is a need to understand the context — historical, cultural, political and economic — that has created this moment in US society in which fascism becomes an endpoint. Trump is only symptomatic of the problem, and condemning him exclusively does nothing to contain it. Moreover, such arguments often ignore the fact that Hillary Clinton is the underside of the new neoliberal oligarchy, which indulges some progressive issues but is indebted ideologically and politically to a criminogenic culture of finance, racism and war. Put differently, she represents a less obscene, less in-your-face form of authoritarianism — hardly a viable alternative to Trump.
Capitalism, racism, consumerism and patriarchy feed off each other and are mobilized largely through a notion of common sense.
Maybe this is all understandable in a corporate-controlled neoliberal society that uses new communication technologies that erase history by producing a notion of time wedded to a culture of immediacy, speed, simultaneity and endless flows of fragmented knowledge. As Manuel Castells writes in Communication Power, this is a form of «digital-time» in which everything that happens only takes place in the present, a time that «has no past and no future.» Time is accelerated in this new information-saturated culture, and it also flattens out «experience, competence, and knowledge,» and the capacity for informed judgment. Time has thus been transformed to provide the ideological support that neoliberal values and a fast-food, temp-worker economy require to survive.
A Culture of Forgetting and Lies
Language has also been transformed to produce and legitimate a culture of forgetting that relishes in a flight from responsibility. Capitalism, racism, consumerism and patriarchy feed off each other and are mobilized largely through a notion of common sense, which while being contested as a site of ideological struggle shows little sign of losing its power as a pedagogical force. As a result, we are living through an ongoing crisis of democracy in which both the agents and institutions necessary for such social order are being dismantled at an accelerating rate in the face of a massive assault by predatory capitalism, even while there is growing resistance to the impending authoritarianism. It gets worse.
We live in a moment of political change in which democratic public spheres are disappearing before our eyes.
We live in a moment of political change in which democratic public spheres are disappearing before our eyes, language is turned into a weapon and ideology is transformed into an act of hate, fear, racism and destruction — all of which is informed by a dark history of political intolerance and ethnic cleansing. The war on democracy has produced both widespread misery and suffering and finds its ideological counterpart in a culture of cruelty that has become normalized.
The bankers, hedge fund managers, financial elite and CEOs who rule the United States’ commanding institutions have become the modern version of Mr. Kurtz in Joseph Conrad’s Heart of Darkness. As Hannah Arendt describes them in The Origins of Totalitarianism, citing Conrad: «‘these men were hollow to the core, reckless without hardihood, greedy without audacity and cruel without courage …’ the only talent that could possibly burgeon in their hollow souls was the gift of fascination which makes a splendid leader of an extreme party.»
In the age of Trump, anticipation no longer imagines a better world but seems mired in a dystopian dread, mimicking the restlessness, chaos and uncertainty that precedes a historical moment no longer able to deal with its horrors and on the verge of a terrible catastrophe. We now live in a time in which mainstream politics sheds its ideals and falls prey to choices that resemble a stacked deck of cards and mimic the values of an authoritarian society. All the while politics is being hollowed out as lawlessness and misdirected rage, while a loss of faith in electoral politics has given rise to a right-wing populism that is more than willing to dispense with democracy itself.
Demands to support Hillary Clinton as a lesser evil compared to Trump refuse to acknowledge that such mandates keep existing relations of power intact. Such actions represent more than a hollowing out of politics — they represent a refusal of the affirmative nature of political struggle. They also represent the surrender of any hope of moving beyond the enveloping fog of authoritarianism and a broken political system. Put bluntly, such choices sabotage any real hope for developing a new politics and a radical democracy. These limited choices also undermine the need to develop a broader vision of struggle, a comprehensive politics and the need to engage multiple publics in the quest to rethink the political terrain outside of a neoliberal notion of the future. At issue here is the moral blight that permeates the United States: a politics of the lowest expectations, one saturated in lies, deceptions and acts of bad faith.
Historical memory is saturated with the lies of mainstream politicians. The list is too lengthy to develop but extends from the Gulf of Tonkin falsehoods that led to the Vietnam War to the lies that produced the wars in Iraq, Afghanistan and Pakistan, which have left 1.3 million dead. As documented by Elizabeth Hinton in From the War on Poverty to the War on Crime: The Making of Mass Incarceration in America, the politics of lying by politicians and their intellectual collaborators fueled a regressive neoliberal war on poverty and crime that morphed into a racist war on the poor and helped produce the carceral state under Nixon, Reagan, Bush and Clinton.
We now are approaching a moment in US history in which truth is either viewed as a liability or ignored.
In addition, during the Obama administration, the politics of hope quickly became a politics without hope, functioning to legitimate and accelerate a flight from social responsibility that provided a blank check for Obama’s refusal to prosecute government officials who engaged in egregious acts of torture, to conduct immoral drone attacks, to expand the nuclear arsenal and to display a cold indifference to the criminal environment of Wall Street. All of this adds up to a notion of politics partly driven by a culture of ignorance and lying that has surpassed previous historical eras, marking an entry into what Toronto Star reporter Olivia Ward calls a «post-truth universe.» In this instance, the politics of performance denigrates language and shamelessly indulges a culture in which the truth is sacrificed to shouting, dirty tricks and spin doctors.
We now are approaching a moment in US history in which truth is either viewed as a liability or ignored; at the same time, lies become more plausible, because as Hannah Arendt argued in Crises of the Republic, «the liar has the great advantage of knowing beforehand what the audience wishes or expects to hear.» Lying is now the currency of mainstream politicians and finds its counterpart in the Wild West of talk radio, cable television and the mainstream media. Under such conditions, referentiality and truth disappear along with contexts, causes, evidence and informed judgment. A manufactured ignorance and the terrifying power and infusion of money in politics and society have corrupted democratic principles and civic life. A combination of arrogance, power and deceit among the financial elite is exemplified by Donald Trump, who has repeatedly lied about his business transactions, his former misdeeds with the media, the number of Latinos who support him and the claim he personally hired instructors for Trump University.
Desperation among many segments of the American public has become personal, furthering a generalized anger ripe for right-wing populism or worse. One consequence is that xenophobia and economic insecurity couple with ignorance and a collective rage to breed the conditions for symbolic and real violence, as we have seen at many Trump rallies. When language is emptied of any substance and politics loses its ability to hold power accountable, the stage is set for a social order that allows poor Black and Brown youth to continue to be objects of domestic terrorism, and provides a cover for corporate and political criminals to ravage the earth and loot the public treasury. In the age of Trump, truth becomes the enemy of governance and politics tips over into a deadly malignancy.
One thing about the political impasse facing the American public is that it finds itself in a historical moment in which language is losing its potential for imagining the unimaginable, confronting words, images and power relations that are in the service of violence, hatred and racism — this is the moment in which meaning slips into slogans, thought is emptied of substance and ideas descend into platitudes and sound bites. This is an instant in which the only choices are between political narratives that represent the hard and soft versions of authoritarianism — narratives that embrace neo-fascism on the one side and a warmongering neoliberal worldview on the other.
This is the age of a savage capitalism, one that the director Ken Loach insists produces a «conscious cruelty.» The evidence is everywhere, not only in the vulgar blustering of Donald Trump and Fox News, but also in the language of the corporate-controlled media apparatuses that demonize and prey on the vulnerable and proclaim the primacy of self-interest over the common good, reinforce a pathological individualism, enrich themselves in ratings rooted in a never-ending spectacle of violence and legitimate a notion of freedom that collapses into the scourge of privatization and atomization.
A New Language of Liberation
The left and other progressives need a new language to enable us to rethink politics, develop a militant sense of hope, embrace an empowering sense of solidarity and engage a willingness to think outside of established political orthodoxies that serve the global financial elite. We need a new vocabulary that refuses to be commodified, and declines to look away — a language that as the brilliant writer Maaza Mengiste argues «will take us from shock and stunned silence toward a coherent, visceral speech, one as strong as the force that is charging at us.»
In the age of Trump, truth becomes the enemy of governance and politics tips over into a deadly malignancy.
Progressives need a vocabulary that moves people, allows them to feel compassion for the other and gives them the courage to talk back. We need a vocabulary that enables us to confront a sense of responsibility in the face of the unspeakable, and do so with a sense of dignity, self-reflection and the courage to act in the service of a radical democracy. We need a vocabulary that allows us to recognize ourselves as agents, not victims, in the discourse of radical democratic politics. Of course, there is more at stake here than a struggle over meaning; there is also the struggle over power, over the need to create a formative culture that will produce new modes of critical agency and contribute to a broad social movement that will translate meaning into a fierce struggle for economic, political and social justice.
What happens to language when it is reduced to a vehicle for violence? What does it take for a society to strip language of its emancipatory power and reduce it, as Mengiste states, to «a rhetoric of desperation and devastation molded into the incomprehensible, then vomited out in images and words that we cannot ignore though we have tried»? What does it mean to define language as a tool — rather than a weapon of domination — in the service of economic and political justice? What institutions do we need to sustain and create to make sure that in the face of the unspeakable we can resist and hold power accountable? Language is part of public memory, informed, in part, by «traces» that allow oppressed people to narrate themselves as part of a broad collective struggle, as we see happening with the Black Lives Matter movement, among other emerging social movements. That is, suppressed histories of violence become visible in such stories and form part of a genealogy that puts current acts of violence in perspective. For instance, capital punishment is framed within the historical context of slavery, lynchings and the emerging violence of a police state.
Domination in the Age of Trump
The hate-filled, xenophobic and racist dialectic among language, images and the stories produced in the age of Trump constitutes one of the most pernicious forms of domination because it takes as its object subjectivity itself: This dialectic empties subjectivity of any sense of critical agency, turning people into spectators, customers and consumers. Identities have become commodities, and agency an object of struggle by the advertising and the corporate elite. After 50 years of a neoliberal culture of taking, unbridled individualism, militaristic violence and a self-righteous indifference to the common good, the demands of citizenship have not merely weakened, but they have been practically obliterated. In their book Babel, Zygmunt Bauman and Ezio Mauro speak to the denigration of politics and citizen rights in an age of generalized rage and emerging right-wing populism. They write:
The «culture of taking,» divorced from all rights-duties of giving and of contributing positively, is not merely a reduction of citizenship relations to a bare minimum: it is actually perfectly instrumental to a populist and charismatic simplification of politics and leadership, or rather a post-modern interpretation of a right-wing tradition, in which the leader is the demiurge who can work out public issues by himself, freeing citizens from the burden of their general civic duties, and leaving them to the solitary sovereignty of their privacy, spurring them to participate not in national political events but in single outbursts of collective emotional reaction, triggered by the oversimplification of love and hate on which populism feeds.
The fusion of culture, power and politics has produced a society marked by a flight from political and social responsibility. In an age in which five or six corporations dominate the media landscape and produce the stories that shape our lives, the democratic fabric of trust evaporates, public virtues give way to a predatory form of casino capitalism and thought is limited to a culture of the immediate. Politics is now performance, a kind of anti-politics wedded to the spectacle.
As Mark Danner points out in The New York Review of Books, much of Trump’s success and image stems from his highly successful role on The Apprentice as «the business magus, the grand vizier of capitalism, the wise man of the boardroom, a living confection whose every step and word bespoke gravitas and experience and power and authority and … money. Endless amounts of money.» Not only did The Apprentice at its height in 2004 have an audience of 20.7 million, catapulting Trump into reality TV stardom, but Trump’s fame played a large role in attracting 24 million people to tune in and watch him in his initial debate with a host of largely unheard of Republican politicians.
Corporate media love Donald Trump. He is the perfect embodiment of the spectacle that drives up their ratings. Danner observes that Trump is «a ratings extravaganza» capable of delivering «audiences as no other candidate ever has or could.» A point that is well taken given «that the networks have lavished upon him $2 billion worth of airtime.» According to Danner, Trump’s willingness to embrace ignorance over critical reasoning offers him an opportunity not to «let ‘political correctness’ prevent him [from] making sexist and bigoted remarks, … [while reveling in and reinforcing] his fans’ euphoric enjoyment of their hero’s reveling in the pleasures of free speech,» and his addiction to lying as an established part of the anti-politics of performance and showmanship.
Beyond a «Lesser of Two Evils» Political Framework
The American left and progressives have no future if they cannot imagine a new language that moves beyond the dead-end politics of the two-party system and explores how to build a broad-based social movement to challenge it. One fruitful beginning would be to confront the fact that our society is burdened not only by the violence of neoliberalism but also by the myth that capitalism and democracy are the same thing. Capitalism cannot rectify wage stagnation among large segments of the population, the growing destruction of the ecosystem, the defunding of public and higher education, the decline in life expectancy among the poor and middle classes, police violence against Black youth, the rise of the punishing state, the role of money in corrupting politics, and the widening gap in income and wealth between the very rich and everyone else.
If some elements of the left and progressives are to shift the terms of the debate that shape US politics, they will also have to challenge much of what passes for neoliberal common sense. That means challenging the anti-government rhetoric and the notion that citizens are simply consumers, that freedom is largely defined through self-interest and that the market should govern all of social life. It means challenging the celebration of the possessive individual and atomized self, and debunking the claim that inequality is intrinsic to society, among others. And this is just a beginning.
Politics is now performance, a kind of anti-politics wedded to the spectacle.
When the discourse of politics amounts to a choice between Donald Trump and Hillary Clinton, we enter a world in which the language of fundamental, radical, democratic, social and economic change disappears. What liberals and others trapped in a lesser-of-two-evils politics forget is that elections no longer capture the popular imagination, because they are rigged and driven by the wealth of the financial elite. Elections bear no relationship to real change and offer instead the mirage or swindle of real choice. Moreover, changing governments results in very little real change when it comes to the concentration of power and the decimation of the commons and public good. At the same time, politicians in the age of reality TV embody Neil Postman’s statement inAmusing Ourselves to Death that «cosmetics has replaced ideology» and has helped to usher in the age of authoritarianism. Power hides in the dictates of common sense and wields destruction and misery through the «innocent criminals» who produce austerity policies and delight in a global social order dominated by precarity, fear, anxiety and isolation.
What happens when politics turns into a form of entertainment that washes out all that matters? What happens to mainstream society when the dominant and more visible avenues of communication encourage and legitimate a mode of infantilism that becomes the modus operandi of newscasters, and trivia becomes the only acceptable mode of narration? What happens when compassion is treated as a pathology and the culture of cruelty becomes a source of humor and an object of veneration? What happens to a democracy when it loses all semblance of public memory and the welfare state and social contract are abandoned in order to fill the coffers of bankers, hedge fund managers and the corporate elite? What are the consequences of turning higher education into an «assets to debt swapping regime» that will burden students with paying back loans in many cases until they are in their 40s and 50s? What happens when disposable populations are brushed clean from our collective conscience, and are the object of unchecked humiliation and disdain by the financial elite? As Zygmunt Bauman points out in Babel: «How much capitalism can a democracy endure?»
What language and public spheres do we need to make hope realistic and a new politics possible? What will it take for progressives to move beyond a deep sense of political disorientation? What does politics mean in the face of an impending authoritarianism when the conversation among many liberals and some conservatives is dominated by a call to avoid electing an upfront demagogue by voting instead for Hillary Clinton, a warmonger and neoliberal hawk who denounces political authoritarianism while supporting a regime of financial tyranny? What does resistance mean when it is reduced to a call to participate in rigged elections that reproduce a descent into an updated form of oligarchy, and condemns millions to misery and no future, all the while emptying out politics of any substance?
Instead of tying the fortunes of democracy to rigged elections we need nonviolent, massive forms of civil disobedience. We need to read Howard Zinn, among others, once again to remind ourselves where change comes from, making clear that it does not come from the top but from organized social formations and collective struggles. It emerges out of an outrage that is organized, collective, fierce, embattled and willing to fight for a society that is never just enough. The established financial elites who control both parties have been exposed and the biggest problem Americans face is that the crisis of ideas needs to be matched by an informed politics that refuses the old orthodoxies, thinks outside of the box, and learns to act individually and collectively in ways that address the unthinkable, the improbable, the impossible — a new future.
As politics is reduced to a carnival of unbridled narcissism, deception, spectacle and overloaded sensation, an anti-politics emerges that unburdens people of any responsibility to challenge the fundamental precepts of a society drenched in corruption, inequality, racism and violence. This anti-politics also removes many individuals from the most relevant social, moral and political bonds. This is especially tragic at a historical moment marked by an endless chain of horrors and a kind of rootlessness that undermines all foundations and creates an uncertainty of unprecedented scale. Fear, insecurity and precarity now govern our lives, rendering even more widespread feelings of loneliness, powerlessness and existential dread.
Instead of tying the fortunes of democracy to rigged elections we need nonviolent, massive forms of civil disobedience.
Under such circumstances, established politics offers nothing but scorn, if not an immense disregard for the destruction of all viable bonds of solidarity, and the misery that accompanies such devastation. Zygmunt Bauman and Ezio Mauro are right in arguing, in their book Babel, that we live at a time in which feeling no responsibility means rejecting any sense of critical agency and refusing to recognize the bonds we have with others. Time is running out, and more progressives and people on the left need to wake up to the discourse of refusal, and join those who are advocating for radical social and structural transformation. This is not merely an empty abstraction, because it means thinking politics anew with young people, diverse social movements, unions, educators, environmentalists and others concerned about the fate of humanity.
It is crucial to acknowledge that we live in a historical conjuncture in which the present obliterates the past and can only think about the future in dystopian terms. It is time to unpack the ideological and structural mechanisms that keep the war machine of capitalism functioning. It is also time to recognize that there are no shortcuts to addressing the anti-democratic forces now wrecking havoc on US society. The ideologies, grammar and structures of domination can only be addressed as part of a long-term collective struggle.
The good news is that the contradictions and brutality of casino capitalism are no longer invisible, a new language about inequality is being popularized, poor Black and Brown youth are battling against state violence, and people are waking up to the danger of ecological devastation and the increased potential for a nuclear apocalypse. What is needed is a new democratic vision, a radical imaginary, short-term and long-term strategies, and a broad-based social movement to act on such a vision.
Such a vision is already being articulated in a variety of ways: Michael Lerner’s call for a new Marshall Plan; Stanley Aronowitz’s call for reviving a radical labor movement; my call for making education central to politics and the development of a broad-based social movement; Angela Davis’ call for abolishing capital punishment and the mass incarceration system; Nancy Fraser and Wendy Brown’s important work on dismantling neoliberalism; the ongoing work of Alicia Garza, Patrisse Cullors and Opal Tometi of the Black Lives Matter movement to develop a comprehensive politics that connects police violence with other forms of state violence; Gene Sharp’s strategies for civil disobedience against authoritarian states; and the progressive agendas for a radical democracy developed by Salvatore Babones are just a few of the theoretical and practical resources available to galvanize a new understanding of politics and collective resistance.
In light of the terror looming on the political horizon, let’s hope that radical thought and action will live up to their potential and not be reduced to a regressive and pale debate over electoral politics. Hope means living without illusions and being fully aware of the practical difficulties and risks involved in meaningful struggles for real change, while at the same time being radically optimistic.
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HENRY A. GIROUX
Henry A. Giroux currently is the McMaster University Professor for Scholarship in the Public Interest and The Paulo Freire Distinguished Scholar in Critical Pedagogy. He also is a Distinguished Visiting Professor at Ryerson University. His most recent books include The Violence of Organized Forgetting (City Lights, 2014), Dangerous Thinking in the Age of the New Authoritarianism (Routledge, 2015) and coauthored with Brad Evans, Disposable Futures: The Seduction of Violence in the Age of Spectacle (City Lights, 2015). Giroux is also a member of Truthout’s Board of Directors. His website is www.henryagiroux.com.
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