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Hay una manifestación en Kennedy y Estados Unidos, solicitan más presupuesto educativo

Redacción: ABC Diario

Este mediodía los docentes y parte de la comunidad educativa de la escuela 488 decidieron llevar adelante una panfleteadas en Estados Unidos y Kennedy.

Los pedidos son  más presupuesto educativo, pago de haberes en término ,  que se abone completo el salario y no en cuotas. Además solicitan que ISsys SEROS quede en manos de los trabajadores. También hacen hincapié en una Ley tributaria donde paguen mas impuestos las grandes empresas .

Desde Atech Sur acompañaron la medida para visibilizar los requerimientos ante los vecinos de la zona.

Fuente: https://www.abcdiario.com.ar/locales/2019/8/5/hay-una-manifestacion-en-kennedy-estados-unidos-solicitan-mas-presupuesto-educativo-5874.html

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Xenofobia en Estados Unidos, combinación de causas

Por: Marcelo Colussi

“Maté en respuesta a la invasión hispana. Matar tantos mexicanos como fuera posible” (Patrick Crusius, asesino de El Paso, Texas)
Estados Unidos, autoproclamado campeón de la libertad y de la democracia, lo que menos tiene es, justamente, libertad y democracia. El espinoso tema de los migrantes indocumentados lo deja ver con palmaria evidencia.
No es ninguna novedad que Latinoamérica representa su “patio trasero”, su supuestamente natural resguardo geoestratégico, proveedor de materias primas a precios regalados y obligado cliente para sus productos. Pero además de todo ello: fuente inagotable de mano de obra barata. Muchos de los trabajos realizados en Estados Unidos son efecto de los millones de latinoamericanos que residen en su territorio, en muy buena medida, en calidad irregular en términos migratorios.
La economía del imperio conoce a la perfección ese carácter “ilegal” (en términos administrativos) de buena parte de la masa trabajadora, y se aprovecha. Siempre ha habido persecución de los inmigrantes irregulares, con lo que se consuma un descarado chantaje: esos trabajadores, huyendo de sus países de origen por la precarias condiciones socio-económicas en que sobreviven, son aprovechados por el capital norteamericano para, chantaje mediante, pagarle sueldos muy bajos en relación a la media estadounidense. Pero pese a que esos ingresos son bajos en términos comparativos, para los latinoamericanos llegados a aquel país, tales salarios representan una “salvación”. Aun viviendo en condiciones indignas, se permiten ahorrar y enviar remesas a sus familiares en América Latina y el Caribe, con lo que se atenúa un poco la grave situación en los países expulsores.
Todo el mundo sabe esto: autoridades estadounidenses y latinoamericanas. Pero estas últimas prefieren ignorar las condiciones paupérrimas y de sobreexplotación de esa masa de gente, y más aún, el calvario que deben atravesar para llegar a suelo norteamericano, por cuanto esos dólares enviados a su territorio ayudan a soportar mejor la pobreza local. De hecho, en muchos países de la región, las remesas representan entre un 15 a 20% del PIB, llegando en algunos casos hasta un tercio de su economía global. Sin dudas, ningún gobierno de la zona desea perder esa suerte de subsidio; de ahí su silencio cómplice con la desdicha de sus conciudadanos.
Por otro lado, los capitales estadounidenses sacan provecho de esa enorme masa de inmigrantes indocumentados. En una nota del The New York Times firmada por Eduardo Porter, se afirma sin vergüenza que “mientras más trabajadores crucen la frontera, inevitablemente se reducirá el costo del trabajo. Su mano de obra barata aumenta la producción económica y reduce los costos.” (…) “Ocho de los quince empleos que tendrán el crecimiento más rápido entre 2014 y 2024 -asistentes para cuidar a enfermos en el hogar, preparadores de comida, conserjes en edificios comerciales y otros trabajos similares- no requieren de ninguna preparación”, por lo que el aprovechamiento (explotación despiadada) de inmigrantes hispanos está asegurado.
¿Por qué ahora, desde la llegada a la Casa Blanca del presidente Donald Trump, se da esta lucha frontal contra los inmigrantes irregulares?
Hay en todo ello un inmoral y despreciable doble rasero: se dice una cosa, y se hace exactamente lo contrario. Ello se evidencia en varios aspectos. Por ejemplo: son denigrados y detenidos/deportados inmigrantes mexicanos y centroamericanos, pero se pone el grito en el cielo -golpes de pecho incluidos- con la población que sale de la “narco-dictadura sangrienta” de Venezuela. Habría inmigrantes “buenos” y “malos” entonces.
Como mínimo, se podrían apuntar tres causas para comprender este endurecimiento de la actual política migratoria del presidente Trump y de su equipo ultra conservador y de derecha radical.
1. Tiene un carácter electoral. Dada la gradual pérdida de pujanza de la economía estadounidense (luego de la Segunda Guerra Mundial aportaba el 52% del producto mundial, ahora no llega al 20%; la pobreza crece entre sus ciudadanos), el mensaje proselitista de Trump buscó encender pasiones en la clase trabajadora de su país, buscando una explicación sencilla, mecánica, efectista. La apelación a un chivo expiatorio como los “migrantes que roban puestos de trabajo” es un buen expediente. Ante una situación de crisis que no cesa, la masa ciudadana estadounidense puede “dejarse” convencer con facilidad con esa pseudo-explicación. De hecho, evidentemente, pudo votar a favor de ese discurso xenófobo, y no sería improbable que pueda volver a hacerlo en las próximas elecciones. De todos modos, la causa de la pérdida de dinamismo de esa economía no son los extranjeros indocumentados: es la crisis general del capitalismo y la recomposición a nivel global del sistema, con nuevos polos que empiezan a destronar a Estados Unidos.
2. Racismo y xenofobia extremos. El llamado a levantar muros inexpugnables se fundamenta en un racismo visceral que atraviesa buena parte de la cultura media estadounidense (ver video inicial), de la cual Donald Trump es un claro exponente. En algunos de sus ya famosos mensajes por redes sociales, en el 2018 dijo que los migrantes latinoamericanos son “muy malos”, y no son personas, sino animales; y los lugares de donde provienen son “países de mierda”. De ahí la necesidad de defenderse a muerte de esa “invasión”. Como lo dicen Lajtman y Romano, en esa lucha contra los presuntos “invasores” “Algunas medidas concretas son la instalación de brigadas de seguridad privada, drones, sistemas de geolocalización, cámaras de vigilancia en los trenes y puntos estratégicos; construcción de bardas y equipos de alarma y movimiento alrededor de las vías.” Por lo pronto el gobierno federal tolera grupos civiles armados (no autorizados legalmente) que se constituyen en “cazadores” de inmigrantes que cruzan la frontera, matándolos a sangre fría. Todo ello es el telón de fondo que permitió/incitó a un asesino como el citado en el epígrafe a aniquilar “invasores hispanos”. Aunque luego de esa matanza Washington se vio obligado a “condenar el racismo, la intolerancia y la supremacía blanca (…) pues “el odio no tiene lugar en Estados Unidos”, el verdadero mensaje lanzado por el presidente, y aceptado por buena parte de la población, es de chovinismo extremo. De ahí estos grupos supremacistas blancos de “cacería de mojados”. Así nació el nazismo en los años 30 del pasado siglo en Alemania. Lo que se está viviendo en el Estados Unidos actual, azuzado por un presidente blanco supremacista que ve con buenos ojos al Ku Klux Klan, no es muy distinto.
3. El chantaje económico que persiste. Es absolutamente mentira que los latinoamericanos y caribeños que llegan en condiciones paupérrimas al “sueño americano” disputan puestos de trabajo con ciudadanos estadounidenses. Eso es una ignominiosa falacia. El endurecimiento de las condiciones migratorias, además de los motivos antes señalados, sigue siendo un buen mecanismo para el capital, a modo de mantener en su nivel más bajo posible los salarios. Se podría decir: “ejército de reserva industrial” a nivel global. Una buena masa de desocupados/desesperados proveniente de países empobrecidos sirve para ser chantajeada ya en suelo norteamericano, azuzándola con el fantasma de la “Migra” y las posibles deportaciones. Es decir: se le fuerza a trabajar en las peores y más insanas condiciones, so pretexto de ser deportada. ¿Dónde quedan las tan cacareadas libertad y democracia entonces?
Definitivamente el acuciante problema de las migraciones irregulares cada vez más masivas, que se dan tanto hacia Estados Unidos (provenientes de América Latina) como en Europa (proveniente de África y de Medio Oriente), es una muestra evidente del agotamiento del sistema capitalista.
La solución no puede ser nunca levantar muros o impulsar políticas y sentimientos xenofóbicos; la única solución es atacar de raíz las causas por las que 1,000 personas diarias llegan huyendo de la pobreza a estas supuestas islas de salvación. Y está visto que el capitalismo no quiere ni puede ofrecer esas soluciones.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259116
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Estados Unidos: What do you want to know about education in Alabama?

It’s back-to-school time in Alabama.

School started this week. And while I can’t help with math homework, I do know a little about what’s happening in the education universe. Test scores? Budgets? Discipline? What’s on your mind?

I’m all ears. Submit your questions in the box below, and I’ll do my best to find answers and report back later this week.

Parents are certainly interested in school start dates. On Monday, we reported on a poll showing 85% of Alabamians want longer summers. What do you think? Were you ready to go back to school?

The annual PDK poll about the public’s attitude toward public schools also came out this week—it included teachers for the first time since 2000—and showed some concerns about teacher morale. Just half of teachers said their community values them a great deal or good amount, and nearly half of teachers have considered quitting their jobs—for a range of reasons, including pay but also underfunding of schools in general.

The poll also showed that teachers and parents are worried about school discipline not being strict enough. What do you think? Is discipline handled well in your child’s classroom?

And how about college? How’s that going? Is the cost a concern?

Fuente de la Información: https://www.al.com/news/2019/08/what-do-you-want-to-know-about-education-in-alabama.html

 

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Estados Unidos: There is a way out of the schools LGBT protest mess – but ministers need to get behind it

The introduction of mandatory relationships and sex education (RSE) in English schools was always going to be controversial. When the government consulted with the public, 40% of the responses were from people of faith. Overall, 58% of respondents disagreed with the content of relationships education in primary school and there was considerable opposition to teaching about LGBT relationships. Socially conservative Christian, Jewish and Muslim parents made their opinions known. But were they heard?

The Department for Education’s guiding principles remained unchanged and schools were left to determine how to implement the teaching. The government seemed to think things would somehow sort themselves out and headteachers could navigate their own path. The DfE was unwilling to discuss how the guidance would play out in complex multi-faith, multi-ethnic schools and communities. This was a dereliction of duty by ministers.

Six months on, we have a damaging, polarising imbroglio. Ugly protests in Birmingham against teaching about LGBT relationships at primary schools have spread to Nottingham, and teachers in other cities will be worried.

This was disingenuous at best, as officials had already exerted “extreme pressure” in “frantic” phone calls to Hazel Pulley, the chief executive of Birmingham’s Parkfield school’s academy trust, to suspend its “No Outsiders” programme.

The protests are wrong and have been almost universally condemned for the use of homophobic slogans and harassment outside schools. Yet some of the language used to describe the situation has also not been helpful. Those who ask questions about the teaching of LGBT awareness in primary schools are not all “homophobic”, or behaving as “bigots” or “extremists” – just some of the labels being thrown around. And neither is this solely a “Muslim issue”. The protests reflect wider concerns from some Christians and Jews too.

Digging deeper, we find communities who feel they have been backed into a corner and judged as not compatible with 21st century British values. Some mainstream Muslim school leaders in Birmingham feel marginalised.

Polarisation is not a sustainable position. Heads have to work closely with their communities but they also need strong backing from the government, given the strength of feeling that has been expressed.

Meanwhile, since 2014, Birmingham’s education system has been recovering from the Trojan Horse episode, when pupils were exposed to intolerant and non-inclusive teaching. The recovery has been based on the Unicef Rights Respecting Schools award, adopted by more than 250 schools. This has worked enormously well because it has enabled nursery-aged children through to sixth formers to understand their place in family, community, school and the world.

Learning about the 42 children’s rights is a sound basis upon which children can grow towards making informed choices about their own lives. The convention on the rights of the child and its articles are silent on sexuality (although clear about sexual exploitation), but rich on freedom of thought and association and the right to education that embraces all faiths and none. LGBT awareness can be incorporated by building in dialogue around mutual respect and care for children from all kinds of families.

This approach enables pupils to understand all aspects of their identity and is now widely respected in Birmingham. It also has a strong national footprint.

It is vital for primary school children to learn about equality and diversity, including LGBT relationships, in an age-appropriate way. Unicef gives us the foundation for a way forward that includes all children, all families and all faiths. When work on this comes to fruition in a relationships curriculum bound by the convention on the rights of the child, the government should fully, explicitly and enthusiastically support it.

Colin Diamond is professor of educational leadership at the University of Birmingham

Fuente de la Información; https://www.theguardian.com/education/2019/aug/06/way-out-of-schools-protest-mess-birmingham-trojan-horse

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Amy Goodman y Denis Moynihan: El momento de abolir las cárceles de niños migrantes es ahora

Redacción: Rebelión

¿Qué vemos al mirar a un niño a los ojos? Hasta el lunes, cerca de 350 niños y niñas migrantes permanecían alojados en condiciones inseguras y antihigiénicas en un centro de detención temporal de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos en Clint, Texas. Las pocas personas ajenas al organismo que pudieron ver a estos niños migrantes quedaron absolutamente devastadas. Frente a la indignación nacional, el organismo mudó a los jóvenes a otros lugares, aunque al día siguiente regresó a cien de ellos a las mismas instalaciones. Quien parece conforme con esta práctica de encarcelar a los niños y niñas es el director interino de Inmigración y Control de Aduanas, Mark Morgan, a quien el presidente Donald Trump acaba de convertir en el carcelero en jefe de estos jóvenes al nombrarlo también director interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. En enero de este año, Morgan le dijo al presentador de Fox News Tucker Carlson: “Me acerqué a estos individuos a los que se llama ‘menores’, de 17 años de edad o menos, y los he mirado. Los miré a los ojos y me dije: ‘Estos son los que pronto serán miembros de la pandilla MS-13’”.

Son pocas las personas que logran tener acceso a estos niños y jóvenes, por lo que resulta difícil obtener información precisa sobre su bienestar. Warren Binford, profesora de derecho de la Universidad de Willamette, formó parte del equipo jurídico que expuso las condiciones en Clint. Binford describió lo observado en una entrevista para Democracy Now!:

“Cuando llegamos allí el lunes por la mañana, inmediatamente nos dieron una lista que mostraba que había más de 350 niños y niñas en estas instalaciones. Y entonces, al evaluar la lista, nos descorazonó la cantidad de niños muy pequeños que había allí. Había más de cien niños pequeños retenidos allí. Inmediatamente les pedimos a los guardias que comenzaran a traer a los niños más pequeños y también a los niños que habían estado allí por más tiempo. Vimos que había alrededor de media docena de madres adolescentes con sus bebés, por lo que les pedimos a los guardias que también las trajeran”.

El equipo logró entrevistar a 60 de los niños. La abogada continuó: “Estaban enfermos. Estaban tosiendo. Les goteaba la nariz. Estaban muy sucios. Inmediatamente comenzaron a describir el nivel de hambre que estaban sufriendo”. El horror se profundizaba en cada entrevista que hacían. “Descubrimos que prácticamente nadie estaba cuidando a estos niños directamente, que estaban encerrados en estas celdas las 24 horas del día. En muchas de esas celdas solo hay baños abiertos. No hay jabón, no hay forma de lavarse las manos. Están siendo alimentados dentro de las celdas con las comidas procesadas instantáneas que les describí antes. Y muchos de ellos se ven obligados a dormir directamente sobre el piso debido a la escasez de camas y colchonetas y espacio para dormir”. Los guardias les entregaron los niños pequeños a los niños mayores y les dijeron que los cuidaran.

Binford prosiguió su relato: “Después del segundo día de entrevistar a estos niños tuvimos una reunión urgente —de alto nivel— en mi habitación del hotel. Nos preguntamos qué íbamos a hacer con esto, porque alguien iba a morir. Entonces, llamamos a los abogados que estaban a cargo de este caso, les describimos lo que habíamos visto y les preguntamos qué querían que hiciéramos al respecto. Y, por primera vez en más de 20 años de hacer este tipo de visitas, nos dijeron que contactáramos a los medios para poder sacar a los niños de estas instalaciones lo más rápido posible”.

Clara Long, investigadora de la organización Human Rights Watch, también formaba parte del equipo. La investigadora relató para Democracy Now! el caso de una niña de 7 u 8 años de edad: “Le dije: ‘¿Con quién cruzaste la frontera?’ Y ella respondió: ‘Con mi tía’. Inmediatamente se puso a llorar tan fuerte que no podía emitir palabra. Mientras intento calmarla, frotándole la espalda, veo que tenía un brazalete que tenía escrito con marcador permanente las palabras ‘padre estadounidense’ y un número de teléfono”.

Clara Long continuó: “Está la sensación de que no se permite usar teléfonos en las instalaciones, pero en ese momento tanto yo como otros miembros del equipo simplemente decidimos, ‘Al demonio. Vamos a comenzar a hacer llamadas telefónicas’. Tomé el teléfono, marqué el número y me comuniqué con su padre. Él no tenía idea de dónde estaba retenida su hija”. Long afirma que hay muchos niños retenidos por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza que tienen padres y otros familiares que están en Estados Unidos legalmente.

El calvario de los migrantes y solicitantes de asilo quedó al descubierto cuando el periódico mexicano La Jornada publicó la foto de un padre y su hija, salvadoreños, ahogados en el Río Grande; todavía se podía ver el bracito de ella alrededor del cuello de su padre. Oscar Alberto Martínez Ramírez, de 25 años de edad, y su hija Valeria, de 23 meses, fueron arrastrados por las aguas correntosas entre Matamoros, México y Brownsville, Texas, tras haber sido rechazados en la frontera en su búsqueda de asilo legal.

Al responder una pregunta sobre la foto, Trump fue predecible y culpó a los demócratas por su catástrofe fronteriza. El sistema de detención de inmigrantes creció drásticamente durante el gobierno de Obama, pero Trump lo expandió aún más y con un nivel de crueldad inaudito. Al menos seis niños han muerto mientras se encontraban detenidos por el Departamento de Seguridad Nacional de Trump. Antes de 2018, había pasado más de una década desde que un niño había muerto bajo custodia de las autoridades de inmigración de Estados Unidos.

Esta semana se realizaron los dos primeros debates de candidatos presidenciales demócratas. A menos de una hora de la ciudad que acogió los debates, Miami, en Homestead, Florida, más de 2.000 menores sin acompañantes están encarcelados en un centro de detención con fines de lucro administrado por la empresa Caliburn. El ex jefe de gabinete de Trump, el general John Kelly, forma parte de la junta directiva. Debatir sobre el destino de los niños migrantes encarcelados es importante, pero la crisis de vida o muerte a la que han sido sometidos exige una acción inmediata. Hay que abolir todas las cárceles de niños migrantes ahora.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=257724

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Estados Unidos: Feminismo para el 99%: estrategias en debate

A comienzos de 2018, intelectuales de Nueva York llamaron a construir un “feminismo para el 99 %”. Bajo esa idea, inspirada en el movimiento Occupy Wall Street de 2011, tomó cuerpo el manifiesto firmado por Nancy Fraser, Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya que apareció el pasado 8 de marzo. A propósito de su publicación, algunas reflexiones sobre la nueva ola feminista y la perspectiva anticapitalista que proponen sus autoras [1].

El lugar de origen del Manifiesto de un Feminismo para el 99 % [en adelante, el Manifiesto] [2]no es casual: Estados Unidos, en 2017, fue uno de los epicentros del resurgimiento del feminismo, con la Women’s March [Marcha de las Mujeres] que convocó a millones de personas para repudiar al presidente Donald Trump en el primer día de su mandato [3]. Tampoco lo es que salga a la luz cuando se multiplican los debates sobre perspectivas y estrategias en el feminismo porque, como también señalan sus autoras, el movimiento se encuentra en una “encrucijada”.

Su aparición se enmarca en el incipiente cuestionamiento a la hegemonía del feminismo liberal que, durante décadas, monopolizó el discurso de la igualdad de género, sin cuestionar la explotación del trabajo asalariado ni las múltiples opresiones que atraviesan la existencia de la mayoría de las mujeres.

En las páginas del Manifiesto se encuentran las marcas de esta época signada por la revitalización del feminismo y del movimiento de mujeres cuyas protestas globales funcionan, a su vez, como canal de expresión del creciente descontento social que se vive en las sociedades capitalistas.

Desde nuestro punto de vista, la raíz de ese malestar –particularmente entre las mujeres– se hunde en la contradicción que existe entre los relativos grados de igualdad ante la ley alcanzados por ciertos sectores y las aspiraciones que a su vez eso genera en amplias masas y, por otro lado, la persistente desigualdad ante la vida que se profundiza y combina con una multitud condenada a nuevas “ilegalidades”. Algo que es especialmente irritante, en las grandes metrópolis, para la generación que creció con la ampliación de derechos y las políticas tendientes a conseguir, supuestamente, la igualdad de género y el respeto a la diversidad.

Se trata de una contradicción que se fue incubando durante las décadas neoliberales, pero que la nueva crisis económica que eclosionó en 2008 –que no llegó a ser tan aguda como el crack del ‘29, pero se mantiene desde hace más de una década– puso en evidencia al desarrollar elementos de crisis social, como también de creciente ilegitimidad de los propios regímenes políticos. Esta situación motorizó la nueva oleada feminista, expresando un malestar que va más allá de lo que revelan los reclamos coyunturales.

Antineoliberales somos (casi) todos, ¿pero quiénes son anticapitalistas?

Esta crisis orgánica puso en cuestión la hegemonía del relato neoliberal, dejando al desnudo que una minoría vive en la más obscena riqueza, a expensas de empujar a la miseria a cada vez más millones de seres humanos. En 2011, el 15M español con su consigna “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros” y luego el movimiento Occupy Wall Street que planteó “Somos el 99 %, ustedes son el 1 %”, fueron las primeras manifestaciones políticas de una generación que se enfrentaba al hecho de que viviría peor que la de sus progenitores.

Desde 2015 irrumpieron las movilizaciones masivas de mujeres, en las que una minoría –cada vez más activa– empieza a reconocer que la desigualdad de género no puede interpretarse escindida de la desigualdad global generada por el capitalismo. Esta idea va cobrando cierta fuerza, aunque sin una definición unívoca. Las más de las veces, esos feminismos que se autodenominan “anticapitalistas”, apenas apuntan contra las peores consecuencias de las políticas neoliberales, pero no se proponen acabar con el sistema. Lo que sí queda cada vez más al desnudo es la impotencia de aquel feminismo liberal para dar respuesta a los problemas y los reclamos de las mayorías y, mucho más aún, su complicidad en la legitimación de que las mujeres ocupen espacios de poder en las democracias capitalistas y sean gerenciadoras de la explotación [4].

Por eso, apoyándose en esto, el Manifiesto expresa que “Hoy podemos pensar en un feminismo anticapitalista, en parte, porque la credibilidad de las élites políticas colapsa en todo el mundo” [5]. Y proponen desafiar por izquierda a aquel feminismo encarnado en Hillary Clinton: “En el vacío producido por el declive del liberalismo, tenemos la oportunidad de construir otro feminismo…” [6] [el destacado es nuestro, más adelante volveremos sobre esta palabra]. Se plantean “señalar el camino que hay que andar para llegar a una sociedad justa” y “por qué nuestro movimiento debe convertirse en un feminismo para el 99 %” [7].

Acuerdos, disidencias y aquello que no se nombra

El Manifiesto avanza, en sus diferentes capítulos ordenados como tesis, en definiciones que compartimos sobre la crisis capitalista; sobre las raíces de la violencia de género y contra las soluciones punitivistas; sobre la normalización y regulación de la sexualidad bajo el capitalismo y la necesidad de liberarla. También compartimos su denuncia de la violencia racista y colonial que se encuentran en el origen del capitalismo y la perspectiva de destrucción del planeta a la que éste conduce, contra lo cual el Manifiesto propone un feminismo antiimperialista, ecosocialista e internacionalista.

Su repercusión a nivel internacional es significativa para quienes venimos construyendo una corriente feminista anticapitalista, socialista y revolucionaria desde hace décadas, contra la posición hegemónica del feminismo tecnócrata liberal que resignificó las luchas emancipatorias como un camino progresivo hacia la igualdad jurídica, es decir, solamente como la búsqueda de ampliación de derechos en las democracias capitalistas que facilitan el desarrollo meritocrático (individual) de algunas. Y para quienes también, en una posición minoritaria, supimos confrontar con la respuesta impotente del posfeminismo que priorizó la deconstrucción, es decir, la revisión de los propios privilegios, como si la opresión estructural y sistémica de determinados colectivos pudiera combatirse, fundamentalmente, con un ejercicio (individual) de autoconciencia.
Es esperanzador que, poniendo en el centro del debate que la opresión de las mujeres es estructural en el sistema capitalista y que, por lo tanto, la salida solo puede ser una transformación radical y colectiva, el Manifiesto haya tenido gran recepción a escala global.

Pero sus autoras, ¿cómo proponen poner en marcha esta transformación? Para cambiar esta situación de raíz, el Manifiesto dice que “el feminismo para el 99 % tiene como objetivo unir movimientos existentes y futuros en una insurrección global de amplia base” [8].

Eso es todo, no dice mucho más al respecto; lo que nos hace pensar que, en sus autoras, existe una confianza ilimitada en el poder de los movimientos sociales. Como si no fuera necesario preparar el enfrentamiento con el Estado (capitalista) –que es un gran ausente en el Manifiesto– que no solo tiene el monopolio de la fuerza, sino que además posee múltiples mecanismos de cooptación y asimilación de aquellos movimientos contestatarios.

No es algo menor: mientras algunos solo conciben los cambios sociales como resultado de la administración de los recursos del Estado o de la labor parlamentaria, es decir, como reformas; otros, idealizando lo social, desdeñan la lucha política. Pero lamentablemente, siempre que los movimientos sociales radicales y transformadores desdeñaron la lucha en la arena política, acabaron dejando que los sectores reaccionarios y reformistas fueran quienes monopolizaran su ejercicio.

¿Cuáles son las tareas preparatorias del feminismo para el 99 % para cumplir su objetivo? Las autoras anticipan una respuesta en la Tesis 11: “Debemos aliarnos, sobre todo, con las corrientes anticapitalistas de izquierda de todos los movimientos que también defienden el 99%. Este camino nos enfrenta directamente a las dos opciones políticas principales que el capital ofrece ahora. Rechazamos no solo el populismo reaccionario, sino también el neoliberalismo progresista [9] [el destacado es nuestro].

A diferencia de las autoras, no consideramos que en política existan vacíos, como señalan en las primeras páginas. La realidad indica que, a la crisis de hegemonía neoliberal no se le presenta únicamente la alternativa del populismo reaccionario, sino también otras opciones políticas que también son sostén de las democracias capitalistas y que, curiosamente, no son mencionadas en el Manifiesto. Nos referimos a los populismos de izquierda o neorreformismos como el de Syriza en Grecia que, una vez en el poder, aplicó los planes de ajuste de la troika de la Unión Europea contra el pueblo griego, o el de Podemos, en el Estado Español, que pasó de ser la esperanza de “los indignados” a convertirse en un sostén del régimen de la Transición, suplicando al socialismperialista PSOE conformar un gobierno de coalición.

No son ejemplos aislados: frente al populismo de derecha trumpista y el rearme del neoliberalismo “progresista”, se ensaya una tercera opción que, con sus diferencias, se presenta como malmenorismo o populismo de izquierda, en casi todas las latitudes.

Las autoras del Manifiesto se preguntan en la Tesis 4: “¿Conseguirán quienes se apropian del beneficio convertir las contradicciones sociales del capitalismo en nuevas oportunidades para acumular riqueza privada? ¿Asumirán líneas importantes de la rebelión feminista, incluso cuando reorganicen la jerarquía de género? ¿O será el alzamiento masivo contra el capital finalmente, el ‘acto por el cual la raza humana que viaja en el tren [fuera de control] tira del freno de emergencia’? (W. Benjamin)” [10].

Las respuestas no pueden anticiparse, porque nada de eso se dará por el simple desarrollo de los acontecimientos, sino por la lucha de fuerzas vivas. Se trata de la lucha de los movimientos, de la lucha de clases; pero también de la lucha política que daremos hoy desenmascarando a aquellos que se presentan como alternativa malmenorista y representan el rostro más afable de las democracias capitalistas ante la deslegitimación de sus variantes tradicionales. Por eso, alertar que se preparan “asumiendo líneas importantes de la rebelión feminista”, para evitar que sea verdaderamente una rebelión y, mucho menos, un “alzamiento masivo contra el capital”, es una tarea del momento.

Aunque el Manifiesto omita un posicionamiento explícito sobre este sector político, ya en declaraciones públicas, dos de sus autoras señalaron que –con mayor o menor desagrado– votarán a Bernie Sanders quien, con un discurso redistributivo y hablando de “socialismo”, participa de las elecciones norteamericanas como candidato del sanguinario Partido Demócrata. Como si se pudiera cambiar el carácter del imperialismo norteamericano “desde adentro”, cuando en realidad, lo que sucede es lo contrario: ya está comprobado que el sistema termina integrando a las y los líderes más carismáticos, asimilando a los movimientos que encuentran en ellos a sus representantes.

Además, como bien saben las autoras del Manifiesto, ese 99 % que los populismos de izquierda pretenden arrebatarle a la derecha en el terreno electoral, no es un “pueblo” homogéneo, sino una construcción abstracta que incluye a poseedores de capitales medianos y a los expropiados históricamente por los grandes, medianos y pequeños capitalistas; a empleados de élite cuyos ingresos son tan cuantiosos que les permiten acumular propiedades y tener altísimos niveles de consumo, mientras explotan el trabajo mal pago de niñeras, choferes y cocineras sin papeles.

Los intereses de las mujeres trabajadoras y los intereses de los burgueses pequeños o las burguesías nacionales –socias menores y a veces, afectadas, por las grandes concentraciones del capital financiero, pero que viven de la explotación del trabajo de otras y otros– no pueden consensuarse en una misma perspectiva política contra el “1 %”.

Porque, a diferencia de las matemáticas, en la política hay sumas que restan. Y esto se observa no solo en la campaña de Sanders sino también en Argentina donde, bajo el auspicio del Vaticano, se unió a gran parte de los opositores progresistas, de centro y derecha en un “Frente de Todos” contra el gobierno de Macri. En ambos casos, como en tantos otros países, se intenta subordinar el movimiento feminista a partidos políticos pequeñoburgueses o burgueses (¡incluso imperialistas o con gran injerencia eclesiástica!), que bregarán por sostener el sistema capitalista, en contra y a pesar de las mujeres [11].

Por el contrario, consideramos que, en lo inmediato, la tarea de un feminismo anticapitalista debería ser diferenciar claramente quiénes son nuestros aliados y quiénes nuestros enemigos.

Huelga feminista: ¿un puente entre la política de la identidad y la política de clase?

La metáfora del 99 % se fundamenta en la atomización y fragmentación de las clases explotadas y los sectores oprimidos, durante las décadas de la ofensiva neoliberal. Sin embargo, aunque esto es un hecho, también es lícito mencionar que la restauración capitalista no solo cambió la fisonomía de la clase asalariada, sino que extendió inusitadamente el trabajo asalariado a nivel mundial.

Por primera vez en la historia del capitalismo, las mujeres constituyen, aproximadamente, el 47 % de esa numerosa clase, sin que hayan dejado de ser las principales responsables del trabajo gratuito de reproducción que se realiza en los hogares individuales. Sin embargo, lo verdaderamente novedoso y desafiante es que, actualmente, 1.300 millones de mujeres (el 54 % de las que se encuentran en edad económicamente activa) participan en el mercado laboral [12], cambiando drásticamente la apariencia de ese “proletariado masculino blanco” que solo pervive en la nostalgia de las traidoras burocracias sindicales.

Nos parece que estos cambios en la composición de la clase socialmente (pero no absolutamente) mayoritaria, se expresan en la adopción, por parte del movimiento feminista, del término “huelga”, un método de lucha tradicional del movimiento obrero. Porque, aun cuando la mayoría de las organizaciones feministas no se lo proponga [13], la consigna de la huelga es una herramienta para que el feminismo –como movimiento policaclasista aún mayoritariamente urbano, donde los sectores ilustrados de la pequeñoburguesía ejercen su hegemonía política e ideológica– entable un diálogo novedoso con sectores cada vez más amplios de trabajadoras asalariadas.

También es un arma para que estas puedan desafiar a las direcciones sindicales burocratizadas, exigiendo compromisos concretos con demandas de una parte cada vez más mayoritaria de sus bases, que deben movilizarse por fuera de los sindicatos para hacer oír estos reclamos y, muchas veces, ni siquiera tienen derecho a participar de estas organizaciones.

Consideramos que la “reinvención” de la huelga que señala el Manifiesto no pasa por bautizar con ese nombre a todas las acciones feministas, cualesquiera sean, ni tampoco por reivindicar el retraimiento de tareas en “esa visión amplia de lo que se entiende por cuestión laboral”, donde las autoras mezclan confusamente la huelga del trabajo doméstico, con la “del sexo y de las sonrisas” [14]. Como señala Lorna Finlayson sobre las limitaciones de este tipo de huelgas, “el abandono del trabajo remunerado golpea al capitalista con la pérdida permanente de ganancias. El abandono del trabajo reproductivo no remunerado es menos directo. Si el trabajo adquiere la forma de cuidado de otras personas vulnerables, como niños o ancianos, el abandono puede no ser una opción aceptable. En el caso en que el trabajo no es una cuestión de vida o muerte, como lavar la ropa o pasar la aspiradora, la mujer lo hará más tarde o lo hará otra persona. O nadie lo hará y la casa estará un poco más desordenada. En el mejor de los casos, un marido o un novio podrán sentir vergüenza por hacer algo que normalmente hace la mujer. El capitalista no sufre, ni siquiera se da cuenta” [15].

Por el contrario, esta nueva reivindicación del método de la huelga deberíamos ponerlo al servicio de fortalecer a las trabajadoras asalariadas en su enfrentamiento a la patronal, al Estado y a la burocracia sindical cuando, como describe el Manifiesto, “lejos de centrarse solo en los salarios y las horas, también apuntan al acoso y a la agresión sexual, a las barreras a la justicia reproductiva y a las restricciones al derecho a huelga” [16].

La tarea actual de un feminismo anticapitalista debiera ser combatir en los sindicatos, especialmente en aquellos sectores de la producción y los servicios altamente feminizados, para conseguir unir lo que la burocracia divide. Pero en el Manifiesto, que habla de clase trabajadora, de huelga, de anticapitalismo y lucha de clases, la burocracia sindical no está siquiera mencionada y, peligrosamente, se adjudica a los sindicatos en general la política corporativa, economicista y corrosiva de sus direcciones.

Recuperar las organizaciones de la clase asalariada de manos de esta burocracia, para que sean verdaderos organismos democráticos del conjunto de la clase que no fortalezcan sino que combatan las divisiones entre nativos y migrantes, hombres y mujeres, permanentes y contratados, con derecho a sindicalización o no, es también una tarea preparatoria. Esas instituciones de larga historia del movimiento obrero, desde esta perspectiva, permitirían hacer mucho más efectiva la huelga y recomponer un puente entre la clase asalariada y el movimiento feminista que, efectivamente, lleva roto casi un siglo. Pero por más que el Manifiesto se propone brindar algunas herramientas en este sentido, parte de una matriz de la cual, por el contrario, se va hilvanando la negación de una estrategia que lo haga posible.

Por una estrategia de clase, anticapitalista, revolucionaria y socialista

Aunque se despliegue más ampliamente en el epílogo, desde las primeras tesis puede advertirse que las autoras conciben este Manifiesto en el marco conceptual de la teoría de la reproducción social. Ellas señalan que la afirmación de que el capitalismo funciona por la extracción de plusvalía es incompleta; que existe “una verdad que el capitalismo se conjura para ocultar: el trabajo remunerado para la obtención de beneficios no podría existir sin el trabajo (usualmente) no remunerado de la creación de vida. Por ello, la institución capitalista del trabajo asalariado esconde algo más que la plusvalía. Esconde también sus marcas de nacimiento: el trabajo de la reproducción social que es la condición de su posibilidad” [17].

Para las autoras, la crisis capitalista actual es, fundamentalmente, una crisis de la reproducción social, incluyendo en este concepto no solo el trabajo doméstico no remunerado ya mencionado, sino también las ramas de servicios que garantizan la reproducción social con la explotación del trabajo asalariado, mayoritariamente, de mujeres (salud, educación, etc.). Un tercer aspecto de esta crisis de la reproducción social es el que concierne a la relación que crea el imperialismo entre mujeres con mejores salarios o profesiones liberales que viven en las metrópolis y que se ven “liberadas” del trabajo doméstico, mediante la contratación (precarizada) de mujeres migrantes, racializadas, etc. Mujeres que, a su vez, delegarán en otras –cuyo lugar es aún más vulnerable en esta cadena– el trabajo de reproducción de sus propios hogares: niñas o ancianas que cuidarán de hermanos o nietos, limpiarán y cocinarán, sin remuneración alguna.

Contra toda versión reduccionista burdamente economicista (sindicalista) del marxismo, esta enunciación no nos resulta desdeñable. Junto con las autoras del Manifiesto, también consideramos que la clase obrera no está constituida solo por aquellos que trabajan “en fábricas o en minas”. Que también son parte de la clase trabajadora quienes se desempeñan “en el campo y en casas particulares; en oficinas, hoteles y restaurantes; en hospitales, guarderías y escuelas; en el sector público y en la sociedad civil; el precariado, los desempleados y aquellos y aquellas que no reciben remuneración a cambio de su trabajo” [18].

Pero si en la descripción sociológica de la clase trabajadora no hallamos grandes diferencias, en las definiciones políticas que de allí se derivan encontramos las controversias principales.

En primer lugar porque, su matriz teórica las lleva a sostener que, todos estos sectores que integran la clase trabajadora tienen “igual importancia” [19] a la hora de enfrentar –con posibilidad de afectar profundamente– el sistema capitalista. Y de allí derivan que “la lucha de clases incluye las luchas por la reproducción social” [20], poniendo como ejemplos las luchas por la educación gratuita, la vivienda o el transporte público, entre otras. Más aún, sostienen que esas luchas “constituyen ahora la vanguardia de proyectos capaces de cambiar la sociedad de arriba a abajo” [21].

Por el contrario, consideramos que la clase trabajadora participa en estos movimientos diluida en una “masa ciudadana”, por la negativa de sus direcciones sindicales para que esa fuerza conduzca los justos reclamos de amplios sectores en una lucha anticapitalista. Y para esto, las burocracias sindicales actúan también en consonancia con las direcciones políticas de otras clases y sectores que también participan de los movimientos sociales, intentando canalizar sus demandas a través de los partidos políticos del régimen, para evitar cualquier radicalización.

Las autoras del Manifiesto, por el contrario, sostienen en la Tesis 11, sobre el trabajo asalariado industrial que “insistir en su primacía no es fomentar, sino más bien debilitar, la solidaridad de clase” [22].

Sin embargo, herir de muerte al capitalismo requiere del poder de fuego que tienen aquellos sectores que manejan los principales resortes de la producción y también de los servicios que posibilitan la realización de las ganancias capitalistas. Y, por supuesto, requiere también que estos sectores (donde ahora la participación de las mujeres es muchísimo más alta que hace apenas unas décadas atrás) establezcan una alianza con todos los demás sectores de clases oprimidos en el capitalismo.

Por eso, consideramos que es una tarea del feminismo que se reivindica anticapitalista combatir contra las direcciones corporativas del movimiento obrero que mantienen una separación arbitraria y funcional al capitalismo, entre las demandas económicas de las y los asalariados y las demandas democráticas que afectan a más amplias masas. Pero, asimismo, es necesario batallar contra las direcciones (también corporativas) de los movimientos sociales que, negando ese poder de fuego de los sectores concentrados de la clase trabajadora contra el capital, intentan subordinar estas luchas democráticas a una perspectiva limitadamente reformista, cada vez más utópica en el marco de la crisis. 
Dicho en otras palabras, el feminismo anticapitalista es un feminismo de y desde la clase trabajadora, es decir, del sujeto social al que el capitalismo estructura en una posición estratégica para su funcionamiento (y desde allí establece sus alianzas) o se terminará disolviendo en un movimiento impotente para trascender el horizonte de las reformas. Claro está que, para hacerse efectivo ese potencial objetivamente revolucionario de los sectores más concentrados de la clase asalariada, debe transformarse en disposición efectiva y consciente a liderar incluso a sectores de otras clases oprimidas también por el capital.

Conseguirlo, también es una tarea preparatoria. Porque a diferencia de cuando emergió la ola feminista de los años ‘70, que fue parte de los procesos de radicalización social y política a lo largo y ancho del planeta, en este momento aún predomina una perspectiva reformista. Sin embargo, no somos pesimistas, porque nuevos fenómenos de la lucha de clases y fenómenos políticos de carácter internacional (como esta nueva ola feminista) pueden ser el preanuncio de una nueva etapa.

Si el feminismo anticapitalista aspira a no ser un mero espectador de los acontecimientos, sino a intervenir decisivamente en la realidad para transformarla, hoy tiene la tarea de librar esta batalla política e ideológica para que gran parte del movimiento adopte esta perspectiva revolucionaria, preparándose para los futuros acontecimientos.

Un marxismo estratégico –opuesto teórica y políticamente a las corrientes economicistas que lo han convertido en una brutal caricatura totalitaria– tiene el desafío no sólo de elaborar elocuentes análisis sobre el capitalismo patriarcal, como los publicados en el Manifiesto, sino también de aventurar hipótesis estratégicas y construir una organización, para que oprimidas y explotadas, junto a otros oprimidos y explotados, puedan pasar –cuando las circunstancias lo permitan–, de la esforzada y paciente resistencia a conquistar la victoria.

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NOTAS AL PIE
[1Agradecemos las lecturas críticas de compañeras de nuestra corriente internacional, cuyos comentarios fueron fundamentales para la elaboración de este artículo.
[2C. Arruzza, T. Bhattacharya y N. Fraser, Manifiesto de un feminismo para el 99 %, Barcelona, Herder, 2019.
[3La creciente visibilización de la violencia machista –femicidios, abusos sexuales, impunidad para los acusados y culpabilización de las víctimas– fue el motor de la mayoría de las protestas multitudinarias protagonizadas por mujeres en otros países como Argentina (Ni Una Menos, 2015), Italia (Non una di meno, 2016) o el Estado español (Yo sí te creo, 2018); pero también de campañas en redes sociales en Estados Unidos (#MeToo, 2017) o en Francia (#BalanceTonPorc, 2017). Al mismo tiempo, otras movilizaciones surgieron del intento de evitar la restricción del derecho al aborto (Polonia, 2016), para denunciar la brecha salarial (Islandia, 2018) o exigiendo el aborto legal (Argentina, 2018), motivando multitudinarias acciones organizadas de mujeres.
[4Para una lectura sobre el feminismo en las décadas del neoliberalismo ver D’Atri, A. y Liff, L., “La emancipación de las mujeres en tiempos de crisis mundial”, Parte I y II, en revista Ideas de Izquierda N.º 1 y 2, agosto y setiembre de 2013.
[5Arruzza, Bhattacharya y Fraser, ob. cit., p. 18.
[6Ibíd., p. 19.
[7Ídem.
[8Ibíd., p. 78.
[9Ibíd., p. 75.
[10Ibíd., pp.37-38.
[11Mencionamos el ejemplo de Argentina, porque es uno de los lugares donde más desarrollo tuvieron las movilizaciones de mujeres en los últimos años (Ni una menos, Marea verde) y por ello es citado por las autoras del Manifiesto como un ejemplo inspirador.
[12Tasa de participación en la fuerza laboral, mujeres (porcentaje de la población femenina entre 15-64 años), estimación modelado OIT. Tasa de la fuerza de trabajo total, modelado datos Banco Mundial, disponibles en https://data.worldbank.org/.
[13Salvo en el Estado Español, donde en la huelga feminista del pasado 8 de marzo, lograron el acatamiento de una gran parte de los sindicatos.
[14Arruzza, Bhattacharya y Fraser, ob. cit., p. 25.
[15Finlayson, L., “Travelling in the Wrong Direction”, en London Review of Books, Vol. 41 N.º 13, 4 de julio de 2019.
[16Arruzza, Bhattacharya y Fraser, ob. cit., p. 25.
[17Ibíd., p. 92.
[18Ibíd., pp. 42-43.
[19Ibíd., p. 42.
[20Ibíd., p. 43.
[21Ibíd., p. 44.
[22Ibíd., p. 77.
Fuente de la Información: https://laizquierdadiario.com/Feminismo-para-el-99-estrategias-en-debate-134929
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Niñas en medio de las crisis, una alerta desde ONU

Naciones Unidas, 29 jul (Prensa Latina) Para alertar sobre la situación desesperada de las niñas atrapadas en medio de una crisis, abre hoy en el lobby del cuartel general de ONU la exposición fotográfica Algún día lo haré.

 

Según anunciaron sus organizadores, la secretaria general adjunta de Naciones Unidas, Amina Mohammed, presidirá la inauguración de la muestra, que es organizada por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU y apoyada por las misiones permanentes de Francia y Marruecos.

Además de exhibirse en el vestíbulo de visitantes de la ONU -del 29 de julio al 9 de septiembre-, los retratos también se mostrarán en la cerca exterior del edificio en Nueva York.

La apertura de la exposición dará inicio a la campaña por el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria 2019, que honrará a las mujeres.

Según cifras de la ONU, las niñas son una de las poblaciones más vulnerables en medio de conflictos armados y situaciones de crisis, y por ello demandan más protección.

Además, ellas sufren de manera desproporcionada cuando se trata de la salud sexual y reproductiva, y de acceder a otros servicios básicos como la medicina y la educación.

Fuente de la Información: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=294081&SEO=ninas-en-medio-de-las-crisis-una-alerta-desde-onu
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