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México: Lanza el FCE nueva revista académica: ‘Reformas y Políticas Educativas’

México/13 de junio de 2017/Fuente: http://aristeguinoticias.com

La dirige Miguel Limón Rojas, presidente de la Fundación para las Letras Mexicanas y ex secretario de Educación.

El Fondo de Cultura Económica anunció hoy el lanzamiento de una nueva revista académica, Reformas y Políticas Educativas, bajo la dirección del ex secretario de Educación Pública y actual presidente de la Fundación para las Letras Mexicanas, Miguel Limón Rojas.

El director del Fondo, José Carreño Carlón, dio a conocer lo anterior en la sede de la casa editorial durante la ceremonia de instalación del Comité Editorial de la revista, integrado por especialistas de las instituciones de educación superior de México y de las principales universidades del mundo.

Entre los especialistas mexicanos, asistieron como miembros del nuevo Comité Editorial: Manuel Gil Antón, de El Colegio de México; Blanca Heredia y David Arellano, del CIDE; Alba Martínez Olivé, ex subsecretaria de Educación Pública de México y hoy consultora independiente; Carlos Ornelas, de la UAM; Juan Fidel Zorrilla, de la UNAM Gloria del Castillo, de FLACSO; Sylvia Ortega, del Colegio de Bachilleres; Edgar Ramírez, del CIDE, y Pedro Flores Crespo, de la Universidad Iberoamericana.

Y entre los expertos internacionales, figuran como participantes en el Comité, Richard Murnane y Fernando Reimers, de la Universidad de Harvard; Jürgen Schriewer, de la Universidad Humboldt de Berlín; Paul Kim y Martin Carnoy, de la Universidad de Stanford; Mark Bray, de la Universidad de Hong Kong, Cristian Bellei, de la Universidad de Chile; Ernesto Treviño, de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Harry Patrinos, del Banco Mundial.

“Con esta publicación aspiramos a incrementar los espacios de difusión para la investigación rigurosa y relevante de las políticas educativas, y a promover un diálogo informado entre la comunidad académica nacional e internacional, los tomadores de decisiones —y de allí la importancia de que nos acompañe en este acto el subsecretario de Educación— y los actores interesados de las comunidades escolares”, expuso Carreño Carlón.

En su oportunidad, Miguel Limón Rojas —quien fuera Secretario de Educación Pública entre 1995 y 2000—habló de que esta revista es el inicio de una nueva tradición dentro de la trayectoria que ha representado el FCE para nuestro país en el quehacer editorial al dar un lugar especial y merecido a la educación.

“Pensamos que en esta época cada vez será más difícil que la escuela funcione a puerta cerrada, por eso deseamos que la investigación pueda acceder a lo que sucede en el salón de clases, de manera respetuosa y propositiva, para que el maestro se sienta acompañado en la labor que realiza por personas valiosas, conocedoras, que comparten con él la preocupación de encontrar mejores prácticas”.

Por su parte, el especialista Sergio Cárdenas habló de que esta revista llenará un vacío en el ámbito de las publicaciones con temas sobre políticas educativas, y adelantó algunos de los criterios editoriales con que se conducirá, así como parte de su estructura editorial.

En ese sentido, mencionó que los artículos que se incluirán en la publicación serán resultado de investigaciones científicas, pero también trabajos empíricos, artículos teóricos y reseñas críticas de libros, todos con amplios estándares de calidad, originalidad y pertinencia aplicables a revistas científicas interdisciplinarias.

La revista, explicó, tendrá secciones como un editorial escrito por el director o el coordinador del número en cuestión; una sección titulada “Pensamiento educativo” en la que se incluirán aportaciones teóricas o conceptuales relevantes para el debate entre investigadores y tomadores de decisiones; la sección “Prácticas y casos”, con artículos que aporten reflexiones acerca de experiencias o casos relevantes para los tomadores de decisiones de la región; otra más que se titulará “Evidencias”, en la que habrá artículos académicos con implicaciones relevantes para la definición de políticas educativas; y una sección con reseñas de libros sobre educación.

Fuente de la Noticia:

Lanza el FCE nueva revista académica: ‘Reformas y Políticas Educativas’

 

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Violencia escolar: un conflicto en crecimiento

Por Carlos Ornelas

Para resolver un problema —reza una proposición de política— primero hay que conocerlo. Y reconocer que existe, pudiera agregarse. Informes de la Secretaría de Educación Pública, del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, incluso del Poder Legislativo, documentan que la violencia escolar va en aumento. La prensa y los medios se encargan de divulgar los hechos extremos; algunos con amarillismo y hasta morbo.

En la academia también crece el interés por estudiar la violencia escolar. Cada institución, académicos —y sus estudiantes— escogen estrategias de análisis diversas y se enfocan en un asunto en particular. Todos construyen conocimiento, pero es parcial, de casos o sólo de uno o pocos aspectos de la violencia.

En enero de este año, el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, que rastrea la labor de los Estados miembros de la UNESCO para conseguir Las Metas del Milenio, publicó un informe, “Decidamos cómo medir la violencia en las escuelas”. Es un llamado a gobiernos e instituciones nacionales para documentar, cuantificar y catalogar los actos de violencia escolar. El propósito: diseñar estrategias locales y globales para combatir ese desarreglo social.

Este informe no se centra en un solo aspecto de la violencia escolar. El inventario es amplio: intimidación, castigo corporal, abuso verbal y emocional, hostigamiento sexual y agresión. Además, actividad de pandillas y presencia de armas en los recintos escolares.

También llama la atención en el hecho de que las formas más comunes y generalizadas suelen pasar desapercibidas, aunque son las que causan mayor daño a la experiencia educativa de niños y adolescentes. En una sola oración, sintetiza el drama de por qué no se adquiere mayor conocimiento ni se divulga más información: “a menudo involucrar tabúes”. Como agresión a docentes, que casi no se menciona en estudios nacionales.

El informe de la UNESCO sintetiza datos de pesquisas nacionales e internacionales que presentan un panorama calamitoso. Por ejemplo, cita una encuesta nacional representativa sobre la violencia contra los docentes en Alemania: alrededor de 23% de los encuestados había sido objeto de abuso, difamación, intimidación, amenazas o acoso, al menos una vez en los últimos cinco años. Según la encuesta, durante este periodo, seis por ciento de los profesores había sido agredido por estudiantes.

Si eso pasa en Alemania, donde el Estado monopoliza la violencia legítima, ¿qué podemos esperar en México?

Si bien es cierto que las teorías de la reproducción de las relaciones sociales por medio de la escuela ya no tienen el atractivo que tuvieron hasta los 80, la escuela no es una institución aislada de la sociedad. Buena parte de la violencia que se observa entre niños y adolescentes nace en la familia, el entorno de las comunidades y los medios de comunicación.

En amplias zonas de la geografía de México impera la brutalidad; no sólo la violencia criminal: pleitos entre y al interior de las comunidades, riñas entre vecinos, linchamientos de ladrones pobres diablos —a los grandes y de cuello blanco nunca los atrapan— reyertas por cualquier accidente de tránsito. Aunque recelo, sé que hay policías buenos y competentes. Pero otros participan en actos que se supone deben prevenir y sancionar.

La violencia es un embarazo del Estado mexicano. Es un asunto en el que las instituciones y los mandos han fallado. La impunidad y la corrupción abonan a la violencia que se reproduce en las escuelas, aunque —vaya ironía— es allí donde puede encontrarse la solución de plazo largo. Digo, si en lapsos breves el Estado hace su tarea, genera conocimiento, reconoce el problema y ataca de frente la violencia en el ámbito social.

Fuente del Artículo:

Violencia escolar: un conflicto en crecimiento

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Trump Versus Comey: The Politics of Lawlessness, Lying and Fake News

by Henry A. Giroux
Contributing editor

Donald Trump’s firing of James Comey as the director of the FBI has caused a firestorm around the country, but for the wrong reasons. Rather than see Trump’s actions as another example of the unraveling of a lawless and crooked government, the mainstream press largely focused on the question of whether Trump or Comey are lying. Even worse, the debate in some quarters has degenerated into the personal issue and question of whose side one is on regarding the testimony.  Testifying before a Senate Intelligence Committee, Comey claimed that in meetings with the president, Trump had not only asked him if he wanted to keep his job, but also demanded what amounted to a loyalty pledge from him. Comey saw these interventions as an attempt to develop a patronage relationship with him and viewed them as part of a larger attempt to derail an FBI investigation into National Security Adviser Michael Flynn’s links to Russia. What Comey implies but does not state directly is that Trump wanted to turn the FBI into the loyal arm and accomplished agent of corrupt political power.

Comey also stated that he did not want to be alone with the president, going so far as to ask Jeff Sessions, the Attorney General to make sure in the future that such meetings would not take place because he did not trust Trump.  Comey also accused Trump of lying about the FBI being in disarray, slandering him, and misrepresenting the reasons for his firing.  And most importantly, Trump had possibly engaged in an obstruction of justice. In fact, Comey was so distrustful of Trump that he took notes of his exchanges with him and leaked the content of some of the memos to a friend at Columbia University who passed on the contents to a reporter at The New York Times. Comey stated outright he leaked the information because he thought Trump would lie about their conversations and that he wanted to prompt the appointment of a special counsel.

Suffering from what appears to be malignant narcissism and a pathological contempt for the truth, Trump has tweeted that Comey’s testimony had vindicated him and that Comey was a liar and a leaker. Of course, Trump made no mention of the fact that Comey leaked non-classified information because he did not trust anyone at the Department of Justice, especially since it was  led by Trump’s crony, Jeff Sessions. Since it goes without question that Trump is a serial liar, there is a certain irony in Trump accusing Comey, a lifelong Republican and highly respected director of the FBI, of lying. As Mehdi Hasan, appearing on Democracy Now, observes:

            From a political point of view, we know that one of the biggest flaws in Donald Trump’s presidency, his candidacy, his ability to be president, is that he’s a serial fabricator. Now you have the former top law enforcement officer of this country going in front of the Senate, under oath, saying he—that, you know, “Those are lies, plain and simple,” he said, referring to Trump’s description of his firing. He said, “I was worried he would lie.” He says, “I was worried about the nature of the man.” …And there was a quite funny tweet that went viral last night, which said, you know, “Trump is saying he’s a liar. Comey is saying Trump’s a liar. Well, who do you believe? Do you believe an FBI director who served under two—who served under three presidents from two parties? Or do you believe the guy who said Obama was born in Kenya? And, you know, that’s what faces us today.” [1]

Let’s be clear. Trump is a salesman and a bully. He constantly assumes the macho swagger of a loud TV used car salesman in an annoying commercial while at the same time, as Rebecca Solnit observes, he bullies facts and truths as well as friends and acquaintances. He is obsessed with power and prides himself on the language of command, loyalty, and humiliation. His biggest fear is that the United States still retains the memory of a real democracy.

Trump cannot be trusted because he not only infects political discourse with a discourse of hate, bigotry, and lies, but also because he has allowed an ideology to take over the White House built on the use of a species of fake news in which the truth is distorted for ideological, political, or commercial reasons. Under the Trump administration, lying and fake news have become an industry and tool of power. All administrations and governments lie, but under Trump lying has become normalized, a calling card for corruption and lawlessness, one that provides the foundation for authoritarianism.

A democracy cannot exist without informed citizens and public spheres and educational apparatuses that uphold standards of truth, honesty, evidence, facts, and justice. Under Trump, fake news has become a weaponized policy for legitimating ignorance and civic illiteracy. Not only has Trump lied repeatedly, he has attacked the critical media, claimed journalists are enemies of the American people, and argued that the media is the opposition party. There is more at stake here than the threat of censorship or the normalization of lying, there is also an attack on traditional sources of information and the public spheres that produce them. Trump’s government has become a powerful disimagination machine in which the distinction between fact and fiction, reality and fantasy are erased. Trump has democratized the flow of disinformation and in doing so has aligned himself with a culture of immediacy, sensationalism, and theater where thoughtful reading, informed judgments, and a respect for the facts disappear. Trump’s propagation of fake news as a way to discredit facts, if not thinking itself, operates in the service of violence because it infantilizes and depoliticizes the wider public creating what Viktor Frankl has called in a different context, “the mask of nihilism.”[2]  Trump capitalizes on a digital culture of immediacy and short attention spans in which complexity collapses in a barrage of tweets and the need for a narrative that offers a sense of consistency, a respite from fear, and a vision of the future in which people no longer experience a sense of invisibility.

Trump’s attack on Comey goes beyond a personal insult and act of egregious lying if not an obstruction of justice, it is also a register of his attempt to discredit criticism and the shared public reality among institutions that is central to a democracy. In an age in which the dissolution of public goods and the public sphere have been underway since the late 1970s, Trump attempts to both depoliticize and bind the American people through a kind of dystopian legitimacy in which words no longer matter and anything can be said functions largely to undermine the capacity for truth telling and political speech itself.  Under the Trump regime, consistent narratives rooted in forms of civic illiteracy and a deep distrust of the truth and the ethical imagination have become the glue of authoritarian power. All of which is reinforced by a disdain for measured arguments, an embrace of the spectacle, and an alignment with a banal theater of celebrity culture. In this context, rumors are more important than truth telling and in this theater of the absurd society loses its auto-immune system as a safeguard against lies, corruption, and authoritarianism. In a culture of short attention spans, Trump provides the lies and theater that offer up a tsunami of misrepresentations and values in which thinking is done by others, power is exercised by a ruling elite, and people are urged to dispense narrating their  own experiences and give up their ability to govern rather than be governed. Trump offers his followers a world in which nothing is connected, diversion functions as theater, destabilized perceptions reinforce a politics that turns into a pathology and community becomes dystopian, unconnected to any viable democratic reality.

Roger Berkowitz in a brilliant analysis of Trump and his followers that draws upon the work of Hannah Arendt argues that his supporters don’t care about his lies or immunity to facts. What they prefer is a consistent narrative of a reality in which they are a part. Berkowitz is worth citing at length. He writes:

The reason fact-checking is ineffective today — at least in convincing those who are members of movements — is that the mobilized members of a movement are confounded by a world resistant to their wishes and prefer the promise of a consistent alternate world to reality. When Donald Trump says he’s going to build a wall to protect our borders, he is not making a factual statement that an actual wall will actually protect our borders; he is signaling a politically incorrect willingness to put America first. When he says that there was massive voter fraud or boasts about the size of his inauguration crowd, he is not speaking about actual facts, but is insisting that his election was legitimate. ‘What convinces masses are not facts, and not even invented facts, but only the consistency of the system of which they are presumably part.’ Leaders of these mass totalitarian movements do not need to believe in the truth of their lies and ideological clichés. The point of their fabrications is not to establish facts, but to create a coherent fictional reality. What a movement demands of its leaders is the articulation of a consistent narrative combined with the ability to abolish the capacity for distinguishing between   truth and falsehood, between reality and fiction.[3]

As important as the Trump-Comey affair is, it runs the risk of both turning politics into theater and reinforcing what Todd Gitlin refers to as Trump’s support for an “apocalyptic nationalism, the point of which is to belong, not to believe. You belong by affirming. To win, you don’t need reasons anymore, only power.”[4] Trump values loyalty over integrity and he lies in part to test the loyalty of those who both follow him and align themselves with his power. The Trump-Comey affair must be understood within a broader attack on the fundamentals of education, critical modes of agency, and democracy itself.  This is especially important at a time when the United States is no longer a functioning democracy and is in the presence of what Zygmunt Bauman and Leonidas Donskis refer to as “the emergence of modern barbarity.”[5]  Trump’s discourse of lies, misrepresentations, and fakery give new meaning to what it means to acknowledge that education is at the center of politics because it is crucial in the struggle over consciousness, values, identity, and agency. Ignorance in the service of education targets the darkness and reinforces and thrives on civic illiteracy. Trump’s fake news machine is about more than lying, it is about using all of the tools and resources for education to create a dystopia in which authoritarianism exercises the raw power of ignorance and control.

Artists, educators, young people, and others need to make the virtue of truth-telling visible again. We need to connect democracy with a notion of truth-telling and consciousness that is on the side of economic and political justice, and democracy itself. If we are going to fight for and with the powerless, we have to understand their needs, speak to and with them in a language mutually understandable, and create narratives in which they can both identify themselves and the conditions through which power and oppression bear down on their lives. This is not an easy task, but nothing less than justice, democracy, and the planet itself are at risk.

 


 

[1] Amy Goodman, “Is the President a “Serial Fabricator”? Fired FBI Director Comey Says Trump Repeatedly Lies,” Democracy Now (June 9, 2017). Online: https://www.democracynow.org/2017/6/9/is_the_president_a_serial_fabricator

[2] Tom McWilliam, “Death of the Word?,” Arena Magazine, Issue No. 134, (April/May 2015), 41.

[3] Roger Berkowitz, “Why Arendt Matters: Revisiting “the Origins of Totalitarianism”,” Los Angeles Review of Books, [March 18, 2017].Online: https://lareviewofbooks.org/article/arendt-matters-revisiting-origins-totalitarianism/

[4] Todd Gitlin, “The Management of Unleashed Insanity,” CommonDreams (March 17, 2017). Online: http://www.commondreams.org/views/2017/03/17/management-unleashed-insanity

[5] Zygmunt Bauman and Leonidas Donskis, Liquid Evil (London: Polity, 2016), p. 79.

Source:

Henry Giroux: Trump vs. Comey

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EEUU: Trump’s education cuts aren’t ‘devastating,’ they’re smart

EEUU/13 june 2017/By:Williamson M. Evers and Vicki E. Alger/Source:http://www.latimes.com

It’s the end of the world as we know it – at least that’s what some people would have us believe about President Trump’s education budget.

It’s “a devastating blow to the country’s public education system,” according to National School Boards Assn. CEO Thomas Gentzel. More like a “wrecking ball,” says Lily Eskelsen García, president of the National Education Assn. teachers’ union. No, it’s a veritable “assault on the American Dream,” insists John B. King Jr., former Obama administration secretary of education.

Such hyperbole is reminiscent of the early 1980s, when President Reagan’s opponents battled his administration’s education cuts, and it’s about as inaccurate today as it was back then.

Trump wants to reduce the U.S. Department of Education’s discretionary budget by $9.2 billion, from $68.3 billion to $59.1 billion. Close to two-thirds of that reduction (63%) comes from eliminating programs that are duplicative or just don’t work.

The administration is proposing a 10% cut in TRIO programs and a cut of almost a third in GEAR UP programs. GEAR UP and TRIO (which despite the name consists of nine programs) are supposed to help at-risk students who hope to go to college, but who might not make it.

At the behest of the Education Department, the Mathematica Policy Research Group studied a TRIO program and found weaknesses, which it first reported in 2004. The final report found “no detectable effects” on college-related outcomes, including enrollment and completion of bachelor’s or associate’s degrees. In a striking acknowledgement that these programs don’t hold up under scrutiny, lobbyists for the programs got Congress to ban the Education Department from setting up control-group evaluations of TRIO and GEAR UP.

Another sign of dysfunction is that — despite a demonstrable lack of success — grants to run TRIO and GEAR UP programs almost always get renewed. For example, in California, 82% of those who had grants in 2006 to manage this “no detectable effects” TRIO program still had those grants a decade later.

The K-12 programs proposed for elimination in the Trump budget are similarly ineffective.

Dynarski worked at the U.S. Department of Education during the Clinton administration and directed the 21st Century Community Learning Centers’ national evaluation while he was a researcher at Mathematica Policy Research. The three evaluations published between 2003 and 2005 concluded that the achievement of participating students was virtually the same, but their behavior was worse, compared with their peers who weren’t in the program.

Another program deservedly put on the chopping block is the School Improvement Grant (SIG) program. Enacted in 2001 as part of President George W. Bush’s No Child Left Behind Act, this program gave poorly performing schools fistfuls of cash to turn themselves around and raise student achievement. Turned out the SIG program was more buck than bang — lots more.

Total SIG program funding under the Bush administration was less than $126 million. Regular annual appropriations skyrocketed during Obama’s presidency, starting at $526 million. They remained near or north of a half billion dollars throughout his administration, totaling more than $7 billion to date — including a one-time infusion of $3 billion in American Recovery and Reinvestment Act funding.

The Obama administration publicly revealed the SIG program’s colossal failure on Jan. 18, 2017, just hours before President Obama’s appointees departed. According to the final evaluation by the American Institutes for Research and Mathematica Policy Research for the Education Department, SIG had “no significant impacts” on math achievement, reading achievement, high school graduation, or college enrollment across school and student subgroups.

Commenting on the evaluation, Andrew R. Smarick, a former U.S. deputy assistant secretary of education, called SIG “the greatest failure in the history of the U.S. Department of Education.” Seven billion dollars in taxpayer money was spent, and the results were the same, as Smarick put it, “as if this program had never existed.”

Cutting costly, ineffective government programs isn’t the end of the world. It’s part of “[our] moral duty… to make our government leaner and more accountable,” as Trump stated during a budget meeting in February. His budgetary effort to cut waste includes the Education Department for good reason.

Williamson M. Evers is a research fellow at Stanford University’s Hoover Institution and a former U.S. assistant secretary of education for planning, evaluation and policy development. Vicki E. Alger is a research fellow at the Independent Institute. Evers was the leader of and Alger a member of the Trump transition’s agency review for the U.S. Department of Education.

Source:

http://www.latimes.com/opinion/op-ed/la-oe-evers-alger-trump-education-cuts-good-20170612-story.html

 

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México: Nuño olvidó la educación rural, dicen académicos, y 10.3 millones de menores habitan en el campo

México/12 junio 2017/Fuente: sinembargo

La “verdadera revolución educativa” que traerá el Nuevo Modelo Educativo, como lo definió el Secretario de Educación Pública Aurelio Nuño Mayer, parece no incluir a la educación rural.

Académicos y expertos criticaron que este nuevo modelo sigue sin contemplar de manera correcta la diversidad del país y opta por incluir a todos los grupos en uno solo, generando un “currículum único”.

Según el Inegi, el 26.4 por ciento (10.3 millones) de los niños y adolescentes de menos de 17 años del país viven en zonas rurales.  Sin embargo, los expertos señalan que en el proyecto impulsado por el Gobierno federal los habitantes del campo serán capacitados para vivir y desarrollarse en una sociedad globalizada.

 “Hay cada vez más educación para las zonas rurales, pero cada vez menos educación rural”, sostiene Benjamín Berlanga Gallardo, profesor de la Universidad Campesina Indígena en Red de Puebla.

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Frente a la implementación en México del Nuevo Modelo Educativo desarrollado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y que forma parte de la Reforma Educativa, investigadores criticaron que a pesar de lo vanguardista que se presentó el plan, guarda una similitud con el que llegó a sustituir: la exclusión de la educación rural.

Benjamín Berlanga Gallardo, profesor de la Universidad Campesina Indígena en Red de Puebla, aseguró que actualmente debe retomarse la educación rural, entendiéndola como la vía para recuperar lo campesino y la idea de serlo. Sin embargo, este concepto se enfrenta a la instauración del Nuevo Sistema Educativo.

Para el académico, la educación rural se trata de un proyecto de resistencia, aunado o ligado a las luchas campesinas y de los indígenas.

Criticó que el Nuevo Modelo federal no toma en cuenta a la educación rural, porque desde la década de los años 80 se cree que las vidas de los campesinos son vidas que no merecen la pena ser lloradas o que socialmente no merecen la pena vivirse; que a esa propuesta le hace falta definir desde qué valores, desde qué idea de ser sujeto, desde qué idea de ser ser humano se desarrollará.

“Desaparecen en la conceptualización de la política pública los campesinos y las campesinas; y lo que hay es una inmensa operación de igualación de la educación para todas y todos los mexicanos”, dijo.

Y lanzó una paradoja: “hay cada vez más educación para las zonas rurales, pero cada vez menos educación rural”. Esto porque hay cada vez más cobertura educativa en las zonas rurales, tanto en educación básica como en bachillerato, pero hay una renuncia explícita a la educación rural, de un “ser sujeto” desde lo campesino y desde lo rural.

Pidió dejar de pensar la educación rural como un problema de cobertura, de infraestructura y de rezago y verla como una educación que tenga que ver con lo campesino y aseguró que una oferta de educación para este sector no la habría hasta que no se construya otro tipo de país, en el que la vida de los habitantes del campo cuente.

De acuerdo con los último datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay 39.2 millones de niños, niñas y adolescentes, de estos el 26.4 por ciento (10.3 millones) viven en zonas rurales.

Mientras que de casi 4 millones de niñas, niños y adolescentes indígenas (3-17 años), poco más de 1.8 millones hablan alguna lengua indígena, de los cuales más de 1.4 millones habitan en localidades rurales, aproximadamente 312 mil habitan en localidades semiurbanas, y más de 100 mil, en localidades urbanas; todos ellos con derecho a recibir educación en su lengua.

Una niña de la comunidad de Maruata, aprovecha la tarde para estudiar. Ella estudia en una de zonas marginadas de la Sierra Costa de Michoacan. Foto: Cuartoscuro

Lesvia Rosas Carrasco, investigadora independiente y miembro de la Red de Investigación en Educación Rural, aseguró que los altos niveles de desigualdad que hay en el país se reflejan en el sistema educativo, cuando es la educación la que debe contribuir a revertir la desigualdad.

Criticó también que el Nuevo Modelo Educativo trata de manera genérica a la población rural, indígena, afrodescendiente y migrante y los engloba en una categoría de grupos marginados y vulnerables.

El problema, dijo la investigadora, es que ese método “acumula déficits marcados que propician el abandono escolar, que tienen menos oportunidades de desarrollar al máximo su potencial”.

El Nuevo Modelo, sostuvo, se desarrollaría bajo una idea de globalización y por lo tanto, quienes estudien ahí están capacitados para vivir y desarrollarse sólo en ese tipo de sociedad.

“Posiblemente, debido a ese enfoque, es que en el documento no se hace una distinción entre el medio rural y el medio urbano, no hay una definición de población rural o de lo rural, de las condiciones de vida y las características de los niños y jóvenes que habitan esas zonas, de lo que para ellos significa la escuela a la que actualmente asisten, del papel que le corresponde desempeñar a la educación en esas zonas o para esa población, y tampoco se defienda escuela rural”.

Este modelo, dijo, al igual que el que fue elaborado hace 100 años sigue sin poder reflejar la diversidad que caracteriza al país. Aunque en el documento se reconoce la diversidad de escuelas (y de manera reiterada) no hay un capítulo en el que se analice la situación de cada una de ellas.

“Si se piensa en la población rural como deficitaria; y en las escuelas rurales, multigrado, indígenas, de jornaleros agrícolas, para migrantes, telesecundarias y telebachillerato también como deficitarias ante otra modalidad educativa, difícilmente por muchos apoyos que se les hagan llegar lograrán desarrollar todo su potencial, que es uno de los propósitos del Nuevo Modelo Educativo”, señaló.

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En su apartado “Inclusión y Equidad”, el Nuevo Modelo señala que en términos generales, los estudiantes en situación de desventaja económica y social enfrentan grandes obstáculos en sus trayectorias educativas y no desarrollan los aprendizajes más relevantes para su vida actual y futura, siendo las poblaciones indígenas, migrantes, rurales, afrodescendientes y con discapacidad son las más afectadas por estos rezagos.

El documento luego abunda en el tema de la cobertura, que en efecto, ha aumentado, aunque el reto ahora está en la educación media superior, superior y preescolar, particularmente en los niveles de ingreso más bajos y los grupos tradicionalmente excluidos.

El documento agrega que “las desigualdades se manifiestan en el propio aprovechamiento de las niñas, niños y jóvenes, así como en la discriminación que viven cotidianamente al interior del sistema educativo. De manera crónica, las personas que provienen de los estratos de menores ingresos, los estudiantes de turnos vespertinos, los hablantes de lenguas indígenas, los habitantes urbanos que residen en zonas marginadas, quienes forman parte de comunidades indígenas, los residentes de las localidades rurales y las poblaciones de regiones menos desarrolladas, obtienen resultados más bajos, acumulan déficits marcados que propician el abandono escolar y con ello tienen menos posibilidades de desarrollar al máximo su potencial”.

Se propone una educación de calidad para todos, pero en el apartado que corresponde a la atención de población indígena y a hijos de jornales agrícolas migrantes se aborda sobre la educación intercultural y bilingüe y la creación de Consejos Escolares de Participación Social.

El objetivo del plan es garantizar el acceso a una educación de calidad a todos los niños y jóvenes; que se aborte el modelo de memorizar y se abra paso al inglés, a aprender a aprender, que es una propuesta que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) implementó en su bachillerato desde 1971.

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Fuente: http://www.sinembargo.mx/11-06-2017/3231714

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La educación bilingüe en EE. UU. está en pañales

Estados Unidos/12 junio 2017/Fuente: El Telegrafo

“¿Brasil, con ‘z’ o ‘s’?”, pregunta una niña. “En español con ‘s’, en inglés con ‘z’”, responde un compañero: es un día cualquiera en un curso bilingüe de una escuela en Los Ángeles.
En el salón del programa bilingüe de la escuela secundaria Franklin, una pancarta con la leyenda ‘Bienvenido / Welcome’ corona el pizarrón. En la clase de historia la maestra Blanca Claudio pide a sus alumnos de 11 y 12 años que sitúen Mesoamérica en un mapa.
La mitad de la población de Los Ángeles es hispana y los latinos son la primera minoría de Estados Unidos, el 16% de los habitantes.
Aunque el español es el segundo idioma más hablado del país y es omnipresente en la urbe californiana, ni siquiera las escuelas de la ciudad tienen un gran programa escolar bilingüe. La mayoría se limita a servir de puente para que alumnos extranjeros aprendan inglés y puedan insertarse en el sistema educativo anglosajón.
La idea es que se multipliquen programas como el de la secundaria Franklin con la entrada en vigor, el 1 de julio, de una resolución que abre las puertas para expandir la educación bilingüe en el estado de California, donde coexisten gigantescas comunidades latinas y asiáticas.
La ‘Proposición 58’, aprobada por el 73% de los californianos en referendo en noviembre pasado, permite a los distritos escolares ampliar sus programas bilingües a pedido de los padres.
“Se benefician todos, los padres de familia de los niños monolingües podrán aprovechar las ventajas de un programa bilingüe. Es un enfoque con el que todos los estudiantes pueden terminar siendo bilingües”, explicó Hilda Maldonado, directora del departamento de educación multilingual del distrito educativo de Los Ángeles.
Lingüísticamente provinciano
No hay escuelas públicas bilingües en Los Ángeles y por ahora no hay intención de abrir ninguna.
Los programas que hay abarcan por ahora a pocos estudiantes. El sexto año de primaria, por ejemplo, forma parte de un plan que beneficia a 40 de los 1.400 estudiantes de Franklin, el 91% de origen hispano.
Aunque buena parte de estos alumnos no habla español: se fue perdiendo con el paso de las generaciones de su familia donde el bilingüismo ha sido motivo de debates.
“Estados Unidos ha sido tradicionalmente parroquiano en lo que respecta al aprendizaje de idiomas. Son lingüísticamente provincianos”, consideró Claude Goldenberg, profesor de la facultad de educación de la Universidad de Stanford.
Por mucho tiempo se defendió a capa y espada una educación únicamente en inglés, con lo que muchos padres latinos prefirieron sacrificar su idioma para que los niños se adaptaran mejor que ellos a su nuevo país.
Maldonado aseguró que incluso muchos latinos no ven las ventajas de esta nueva propuesta, aunque destacó que “hay muchos padres de segunda, tercera y cuarta generación que valoran traer su idioma y herencia de vuelta”.
Para Goldenberg, en general, “la gente ha mostrado más interés en el bilingüismo” y calcula que los programas han crecido a 2.000, de 300, en el país. “Los anglosajones ven también las ventajas de que sus hijos se eduquen en dos idiomas”.
En Los Ángeles hay programas bilingües en coreano, mandarín, árabe, armenio y español. Por ejemplo, una escuela tiene un programa de inmersión en francés.
Los programas proponen que los estudiantes aprendan ambos idiomas como maternos.
“Es difícil ‘get used to it’ [acostumbrarse], pero es muy divertido aprender un lenguaje y culturas diferentes”, manifestó Lulu Mykytyn, de 11 años, que hace 12 meses cursa el programa bilingüe. (I) Etiquetas:

Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/4/la-educacion-bilinguee-en-ee-uu-esta-en-panales

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México: Dan a conocer nuevo modelo educativo de nivel medio superior

México/12 junio 2017/Fuente: elsudcaliforniano

Con el propósito de socializar el Nuevo Modelo Educativo de la Educación Media Superior se implementó un taller para el análisis del documento rector.

En los trabajos realizados en el CBTA 294, el director del plantel, el maestro Francisco Javier Murillo Peralta, destacó que el principal objetivo es que los docentes conozcan los ejes que conforman el Nuevo Modelo Educativo de la Educación Obligatoria y su implementación en la Educación Media Superior; comprender los principales elementos del nuevo currículo; compartir la ruta de trabajo y las acciones que se llevarán a Cabo para su implementación y conocer la oferta de formación continua de los docentes en este proceso.

Se destacó que hay expresiones que se deben seguir fortaleciendo porque han emanado de una consulta nacional, como “el compromiso de formar en libertad y excelencia a los mexicanos del futuro, que los padres de familia tengan más participación en las escuelas, revalorizar la función docente, materiales en distintas lenguas a fin de lograr un acceso más equitativo, que el alumno sea más reflexivo y que los docentes se sumen con mucha voluntad”, entre otras acciones.

Se recalcó que no hay que perder de vista los cinco ejes de la Educación Media Superior, “como el planteamiento curricular que pretende colocar a las escuelas de Educación Media Superior al centro del Sistema Educativo”, formación y desarrollo profesional docente, impulso a la inclusión y equidad y la articulación de la nueva gobernanza.

Con respecto a la concreción del Nuevo Modelo Educativo, se subrayó que se debe atender a una selección de contenidos para el desarrollo de los aprendizajes, fortaleciendo las competencias, el perfil del egresado y la incorporación formal de las habilidades socioemocionales, entre otros.

Se reafirmó que hay que transitar de un sistema educativo vertical a uno más horizontal, “impulsando el desarrollo de ambientes adecuados y pertinentes para el aprendizaje y la vinculación con sectores sociales y productivos para favorecer el logro de los aprendizajes”, el óptimo uso de los del tiempo escolar, mejora de la infraestructura y equipamiento de los planteles y la incorporación gradual de las tecnologías de la informática y la comunicación.

Se enfatizó también que hay que contar con docentes capacitados y con incentivos para el desempeño, las promociones y una formación continua. Los trabajos concluyeron con una entusiasta participación de los docentes y dinámicas en donde se abordó la identidad de la Educación Media Superior y el trabajo colaborativo.

Fuente: https://www.elsudcaliforniano.com.mx/municipios/dan-a-conocer-nuevo-modelo-educativo-de-nivel-medio-superior

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