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Entrevista a Ana Cristina Navarro: “Necesitamos reactivar las cátedras de Paz, que están completamente muertas”

Por: Semana.

 Este miércoles comenzó a operar oficialmente la Comisión de la Verdad, el órgano que contribuirá a esclarecer lo ocurrido en el conflicto armado. Semana Educación habló con Ana Cristina Navarro, su directora de Pedagogía, sobre la importancia del sistema educativo a la hora de entender lo que pasó en el país durante el conflicto armado y cómo evitar que se repita.

Después de más de 50 años de guerra declarada con las Farc, hace dos años Colombia inició un proceso de posconflicto. Como parte de los acuerdos, se creó la Comisión de la Verdad, un órgano temporal que oficialmente inició operaciones el 28 de noviembre. Con su puesta en marcha el país intentará alcanzar un objetivo ambicioso, nada fácil, pero necesario: entender lo que pasó, perdonar y reconciliarse.

Quienes hace dos años lograron firmar el acuerdo de paz con la exguerrilla entendieron y promovieron el esclarecimiento de la verdad como un paso clave para transformar la sociedad colombiana, una que ha sufrido los avatares de la violencia y el azote a la integridad de muchos que, aunque no tuvieron nada que ver con la guerra, terminaron en medio de las trincheras.

El desafío del nuevo ente estará en construir en 3 años un documento que aporte a entender lo ocurrido en tiempos de intensa guerra. Pero, para elloel componente pedagógico debe ser sólido para sanar y recomponer la mirada de la realidad durante esos años, una que por tanto tiempo se vio quebrada y por lo mismo fracturó a la sociedad.

Para leer: ¿Servirá la Comisión de la Verdad para reconciliarnos?

Ana Cristina Navarro es la directora de Pedagogía de la Comisión de la Verdad. Ella habló con Semana Educación sobre el papel de la educación en esta nueva etapa.

Semana Educación (S.E.):  Colombia atraviesa por un momento muy poderoso en su historia; una oportunidad tal vez única de construir una sociedad más sana. ¿Cómo enseñar a las generaciones que se están formando a vivir de una manera más empática?

Ana Cristina Navarro (A.C.N.): A partir de ejemplos o experiencias. Deben imaginarlo desde la cotidianidad, no a partir de ejemplos externos sino de lo que rodea al niño. La pedagogía que no tiene en cuenta el entorno no funciona.

El sistema educativo debe apuntar a formar personas con mayor capacidad de relacionarse, porque está claro que tendrá más éxito en esta sociedad no el que más conocimientos recoja, sino quien mejores relaciones genere. El típico estudiante que pasa con notas normales, pero es un líder arrasador, puede ser el mejor. Está muy bien aquel que se concentra en adquirir conocimientos, sin embargo hay que aprender a pensar críticamente y a relacionarse. En el fondo, eso es inteligencia emocional, y es fundamental para que la empatía se pueda esparcir por todas partes; no difundir, sino contagiar.

S.E.: Cada vez se habla más de competencias socioemocionales, ¿cuál cree fundamental enseñar en este momento de posacuerdo?

A. C. N.: Es hora de que todo el sistema educativo en este país deje de tenerle miedo a formar ciudadanos críticos. En este momento es fundamental que le enseñen a los chicos a razonar, a cuestionarse, a preguntarse. Lo importante de la pedagogía es educar personas que se cuestionen y se pregunten los porqués.

En ese sentido, la Comisión tiene muy claro que necesitamos como aliado al sistema educativo en todos sus niveles –a maestros, alumnos, padres y quienes deciden en la educación– para poner a reflexionar a toda la institución sobre qué nos pasó y por qué.

S. E.: ¿Qué está haciendo la Comisión puntualmente para que el sistema educativo sea parte activa de la construcción de paz?

A. C. N.: Hay varios proyectos con el sector. En este momento estamos en la fase de alistamiento, pero tenemos múltiples iniciativas dirigidas a niños, niñas y adolescentes; no solo a quienes han sido víctimas o a los hijos de excombatientes, sino en general a todos los que cursan primaria, media y superior.

Educapaz es una de las organizaciones que liderará algunos de esos proyectos. Nosotros coordinamos, pero no los ejecutamos directamente. Independientemente de la iniciativa, necesitamos reactivar las cátedras de Paz, que están completamente muertas, o generar otro mecanismo desde la ley para que sea obligatorio hablar de lo que nos pasó.

No solo se trata de decir “qué horror lo que nos pasó”, sino de pensar “cómo hacemos para que no se vuelva a repetir”.

S. E.: A propósito de las cátedras de Paz, ¿cómo ven ustedes la forma en que se están enfocando?

A. C. N.: La Cátedra de Paz está desvirtuada o dormida. El tema es que la Historia debe ir de la mano de esa cátedra. Por ejemplo, en un taller que hicimos con periodistas en Villavicencio, ellos preguntaban: ¿cómo hacemos para revisar la memoria si en el Meta nadie ha recogido la historia de lo que pasó? Además, aseguraban no tener en qué apoyarse para poder decir “evitemos que esto se repita”.

Si aquí no hablamos del conflicto, eso genera falta de arraigo, falta de raíces, falta de identidad. Creo que llegó la hora de quitarse la venda y afrontarlo como toca. Cada cultura es distinta y necesitamos empezar a hablar de este problema como algo anormal, que definitivamente tenemos que superar.

S. E.: Usted ha dicho que si con las cátedras no se logra que se hable del conflicto armado desde el aula, es necesario un mecanismo para hacerlo a partir de la ley, ¿a qué se refería?

A. C. N.: Todavía no ha habido un acercamiento con el Ministerio de Educación, aunque en el mandato de la Comisión de la Verdad dice que debemos hacer una intervención en el sistema educativo para que se estudie el conflicto. En este sentido, a partir de uno de los proyectos que tenemos con Educapaz, en el cual pensamos trabajar mediante expediciones pedagógicas, surgió la idea de presentar un proyecto de ley que obligue a las instituciones educativas a enseñar lo que pasó en el país en el conflicto armado. Pero aún tenemos que discutir si esta es la mejor opción o la de reactivar las cátedras de Paz con un contenido concreto, porque se debe respetar la autonomía. En Colombia no existe un currículo único y no todos los maestros y colegios ven necesario revisar el tema del conflicto. Sería mucho más efectivo –pero más difícil– que se genere una conciencia de que hay que hablar de esto sin que sea obligatorio. Estamos en eso y se debe ir paso a paso.

S. E.: En ese sentido, ¿cómo formar y sensibilizar también a los profesores?

A. C. N.: Dentro del proyecto que lidera Educapaz está formar profesores multiplicadores. También queremos apostarle a una estrategia que tomamos de la experiencia del País Vasco, la de las víctimas formadoras. Es demasiado potente cuando una víctima se sienta delante de 50 maestros, les cuenta lo que ha vivido y les dice cómo se las ideó para convivir con el enemigo que vivía en la casa de enfrente. Esto tiene que ser una red que nos permita mover los sentimientos y generar empatía con los indiferentes. Los actos de reconocimiento que va a hacer la Comisión serán conmovedores.

Es necesario trabajar tanto con colegios públicos como con privados. En estos últimos es donde están las personas más indiferentes frente a lo que pasó (lo cual no quiere decir que no haya víctimas en los estratos más altos; el secuestro fue un tema que los golpeó fuertemente).

S. E.: ¿Cómo lograr que niños y jóvenes no se queden en el horror y el dolor de lo que pasó y, al contrario, pasen la página y trabajen para que no se repita?

A. C. N.: Tenemos una idea muy poderosa: la verdad. Los maestros deben partir de por qué tiene ventajas decir la verdad y qué problemas trae hablar con mentiras u ocultar parte de la misma, que en general es lo que pasa. A partir de ahí se generan conversaciones muy chéveres.

Necesitamos sensibilizar y movilizar hacia la verdad. Eso sí, hay que hacerlo poco a poco; nadie ha dicho que va a ser una acción de choque o que vamos a generar más daño. Ya le pasaron muchas cosas a múltiples familias en este país. No venimos a meter el dedo en la llaga, sino a ayudar a los chicos a entender por qué pasó lo que pasó y cómo hacer para que no nos vuelva a suceder.

S. E.: ¿Cómo se integra la educación superior en esta apuesta?

A. C. N.: Tenemos convenios con 28 universidades en todo el país para llevar a cabo un proyecto de voluntariado de jóvenes por la verdad con chicos de educación superior, décimo y once. Pensamos realizar este proyecto junto con Colombia Transforma, que es experta en este tipo de plataformas. Queremos que los jóvenes sean, más que multiplicadores, ‘reeditores’; es decir, que adapten su conocimiento a las circunstancias y al momento histórico en el que se encuentran. Es muy importante que cualquier propuesta o acción que hagamos nazca desde los territorios, teniendo en cuenta las diferencias étnicas, culturales y de género. Son ellos quienes, con el apoyo de la Comisión, construyen su pedagogía.

S. E.: Usted habló de involucrar a los padres de familia, ¿cómo lo harán?

A. C. N.: Es indispensable que los papás entiendan por qué se debe hablar de esto en la escuela. No solo se trata de decir “qué horror lo que nos pasó”, sino de pensar “cómo hacemos para que no se vuelva a repetir”. Esto tiene que ver con la educación, la cual pone la fuerza del individuo en la capacidad emocional de relacionarse pacíficamente, de solucionar sus conflictos mediante la negociación y la no violencia.

La Comisión quiere hacer una reflexión muy profunda sobre qué es lo que hay en esta sociedad para que tendamos a resolver todo con violencia. Es importante analizar esto para atacar las causas reales. Es claro que debemos impulsar el respeto por la diferencia, la inclusión, la tolerancia y la solidaridad. Tenemos que dejar sembrada una semilla de consciencia, y los papás son fundamentales en este proceso.

Fuente de la entrevista: https://www.semana.com/educacion/articulo/las-catedras-de-paz-estan-muertas–directora-de-pedagogia-de-la-comision-de-la-verdad/592746

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Discurso de aceptación de título Honoris Causa de la Universidad Pedagógica Nacional como Doctor en Educación, concebido a Marco Raúl Mejías Jiménez

Pronunciado en el salón Multipropósito de la Universidad Pedagógica Nacional

14 de noviembre de 2018

Bogotá, DC

Buenas noches a todas y todos, un agradecimiento por estar acá acompañándome en un honor que no es a mí, sino en mí a una causa que he construido colectivamente con todas y todos ustedes los presentes y muchos ausentes; a la Universidad Pedagógica Nacional y a sus diferentes instancias directivas que han discutido y aprobado esta decisión de un honor a esta causa que represento hoy, acá y ahora; al profesor Alexander Ruiz, quien de forma terca, amiga y generosa quebró mis argumentos expuestos en otras circunstancias para hacer posible este reconocimiento, al cual me resistí no por humildad sino por la manera cómo mi vida ha estado atravesada por esa disputa entre la teoría y la práctica, el saber de la academia y el de los movimientos y sus gentes, lo cual fue siempre un conflicto que aun en los momentos más difíciles saldé recordando a Goethe: “gris, gris, es el árbol de las ideas, verde, verde, es el árbol de la vida”.

Hoy, luego de largas reflexiones y de preguntarme qué debo decir, y de reconocer que no fui consciente del valor de este acto y la generosidad de quienes lo propician, sino cuando, a propósito de la publicación como noticia en la página de la universidad me encontré frente a la avalancha de felicitaciones por los más variados medios y desde los más diversos lugares, lo cual me hizo tomar consciencia de su importancia. Y allí, la pregunta que intento responder hoy: ¿de qué manera uno de los nueve hijos de Tiberio y Gilma, dedicados al comercio y al cuidado de sus tierras y la crianza de sus hijos, nacido en la montaña de un bello pueblito del suroeste antioqueño llamado Palermo, está hoy acá recibiendo honores por una causa impensable en su lejana infancia.

Solo hay una explicación, la cual había formulado el viejo pensador clásico alemán en una de sus tesis ya famosas: “el educador necesita ser educado”. Y luego de grandes cavilaciones, mi conclusión es que soy la hechura de mis formadores, y que, si estoy hoy acá frente a ustedes, puedo repetir una frase que le adjudican a Newton: “si he visto más lejos, es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”. Y para mí, ellos son mis maestros y maestras personales y colectivos a quienes convoco esta noche.

Allí está la maestra Rosa Amelia Porras, quien me enseñó a leer y escribir con sentido, haciéndome hurgar en las páginas del periódico que recibía mi padre todos los días. Mi profesor de ciencias naturales, Gustavo Urón, quien me mostró la unidad de lo humano y la naturaleza como fundamento del mundo. Bernardo Álvarez, el “pecoso”, quien desde la filosofía nos exigió siempre un sentido de praxis que me llevó a realizar la alfabetización obligatoria en nuestro lejano bachillerato en los tugurios de La Iguaná en Medellín, con un método que circulaba en unas hojas mimeografiadas del IICA-CIIRA del profesor Paulo Freire.

En mi paso por la Compañía de Jesús, el testimonio de vida al servicio de los pobres del padre Célico Caicedo y de Jaime Alfredo Neira me enseñaron desde posiciones ideológicas diferentes la necesidad de la integralidad humana en cualquier compromiso que se asuma en la vida, a la vez que me introdujeron en el movimiento campesino de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos – ANUC, con los cuales recorrí en mi juventud este país, conviviendo y aprendiendo que de la pobreza no se sale por la generosidad de los poderosos, sino por la organización y lucha de los desposeídos.

Crecí en un claustro honra de la inteligencia comprometida colombiana, que fue puesto al servicio de los grupos populares a los que acompañé en sus múltiples escuelas de formación desde el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), en donde encontré tres maestros que me permitieron en tiempos difíciles mantener el rumbo de unas opciones cristiano-liberadoras y pulieron mi ser en coherencia con esas búsquedas: Guillermo Hoyos, en la exigencia constante de construir una argumentación rigurosa, porque en su decir, “lo popular no puede ser populismo, Raúl, volvete serio”. Carlos Eduardo Vasco, quien desde su testimonio de vida y su exigencia lógico-matemática, me ayudó a pulir muchas de mis propuestas y las escuchó con un corazón generoso de maestro exigente; y Alejandro Angulo, quien, con su mayor don, la sabiduría, me escuchó y corrigió ayudándome a descubrir en mi subjetividad e individuación caminos otros posibles.

En los trabajos con grupos cristianos, no puedo dejar pasar la asesoría a diferentes pastorales sociales del país, en especial al amigo hoy desaparecido, sacerdote Eduardo Díaz de Barrancabermeja, quien me permitió estar en el epicentro del movimiento social del país, el cual con su apertura permitía un diálogo claro con todas las concepciones. Allí ancló el trabajo con las mujeres que me enseñaría muy temprano cómo nuestro proyecto transformador era y es profundamente patriarcal, y en el surgimiento de esos procesos las discusiones en cabeza de Guillermina y Yolanda, que terminarían con la creación de la Organización Femenina Popular – OFP, como un grito de autonomía de las mujeres frente al tutelaje de los que representábamos esa mirada más clerical y patriarcal de los asesores de los movimientos en esas dinámicas.

En el ejercicio del trabajo, conformamos las escuelas campesinas del sur del Atlántico, que tendría en la profesora Gala Guerrero su maestra insigne, quien con sus compañeras y compañeros de trabajo me enseñaron también muy temprano que era necesario transformar la escuela y su pedagogía, y el maestro y la maestra como actores centrales de ella. En esos años aprendí que en la educación popular la pedagogía era profundamente política. Esta experiencia, desarrollada en siete municipios fue constituyendo una propuesta basada en la investigación temática freireana y en la investigación acción participante (IAP), lo cual propició mi encuentro con el gran maestro Orlando Fals Borda, quien me abrió el camino de los saberes populares como un lugar epistemológico diferente, así como nuestra condición humana sentipensante, y la actitud de mantener la rebeldía como bandera frente a todos los poderes que dominan, no importa su signo, de izquierda o de derecha.

Estas escuelas, ligadas al movimiento campesino, se convirtieron en referente de trabajo pedagógico para una escuela formal basada en la investigación. Desde allí se apoyaron las experiencias de las escuelas interculturales y bilingües del Consejo Regional Indígena del Cauca – CRIC, y experiencias de maestros y maestras ligadas a procesos de educación popular que dieron cauce a grupos pedagógicos ligados a los contextos y a los orígenes sociales y culturales de sus territorios. Estas dinámicas confluyen en la constitución del movimiento pedagógico colombiano como una de sus vertientes conceptuales y prácticas al interior de la Federación Colombiana de Educadores – FECODE, en donde aprendería de la diversidad de apuestas transformadoras, y al reconocerla, convertirla en riqueza. Allí fui colega y compañero de muchos de los grandes maestros de la pedagogía de este país. También, uno de sus lugares de referencia como pedagogía práctica y desarrollo de esas luchas fue la experiencia de la escuela San José de Aipe, que se nutrió a su vez de los desarrollos de la escuela Filodehambre en Neiva.

El acompañamiento a la construcción del movimiento pedagógico desde esta concepción, nos llevó a conformar con variados sectores en donde participaban algunos profesores de esta Universidad (UPN), procesos de apoyo a la Constituyente de 1991 que derivaron luego en la Constituyente educativa, donde participamos activamente en la discusión de una ley de educación para estos tiempos y en nuestros contextos, lo cual concluyó en la Ley 115 de 1994. De igual manera, los desarrollos metodológicos logrados acompañaron en una primera fase el desarrollo de la construcción de un proyecto pedagógico propio en el movimiento de educación popular integral Fe y Alegría a nivel nacional e internacional, que me dotó de la amiga e interlocutora peruana Amanda Bravo, con quien trabajaríamos las capacidades, como una respuesta a las competencias limitadas del capital en educación, y me permitiría compartir con ese gran maestro, Manuel Uribe, sj, quien me enseñó con su vida y reflexión que un proyecto educativo sin ética no tenía sentido.

Estos desarrollos permitieron que fuera convocado a un equipo liderado por María Elena Manjarrés en el Programa Ondas de Colciencias, a darle forma a la propuesta de la Investigación como Estrategia Pedagógica en un programa de ciencia para niños, niñas y jóvenes. Esta iniciativa se desarrolló durante ocho años y fue trabajada para ser endogenizada a su currículo con el gobierno boliviano. Al marcharnos del Programa, en medio de una ofensiva burocrática y clientelista por instaurar el STEM americano como propuesta para el Programa, contábamos con equipos en los 32 departamentos del país, más de 6,000 proyectos de investigación, un millón de niños, niñas y jóvenes y 22,000 maestras y maestros participando en él.

En la elaboración de la propuesta de Ondas conocí a un maestro que me señaló caminos de lecturas y debates para producir el encuentro y complementariedad entre las ciencias naturales, las ciencias sociales y las sabidurías ancestrales, mi querido Jairo Giraldo, con cariño el “doctor Buinaima”, con quien además trabajamos la metáfora del Programa y de los materiales para sacarlos del positivismo para niños y aproximarlo en la integralidad de las tres físicas.

Salido del CINEP con otro grupo de compañeros y compañeras por la orientación que tomaba la institución por los aires menos progresistas de las nuevas direcciones nacionales de la institución jesuítica en esos aciagos días y por las personas colocadas a dirigir el Centro, fui recogido por el Proyecto Planeta Paz, que buscaba y sigue buscando una paz desde los territorios y con los sectores sociales populares con una premisa de la necesidad del aprendizaje, manejo, regulación, tramitación de los conflictos como fundamento de la construcción de lo humano, en el sentido que decía el maestro Estanislao Zuleta: “Una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir, no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz.”

La vida ha sido muy generosa conmigo, allí, en medio del trabajo con 386 organizaciones sociales populares, mi aprendizaje ha sido inmenso. Solo como ejemplo, uno de los sectores, el de LGBTI me rompió esquemas y me exigió profundos desaprendizajes que no acabo de concluir sobre lo humano, la sexualidad, el género, los feminismos, y esas múltiples formas de poder arraigadas en cuerpos y diversidades que exigen profundas transformaciones subjetivas más allá de la épica para construir movimientos que, en su momento, por ejemplo en Manizales, nos llevaron a realizar las reuniones en una discoteca luego de la 1 de la mañana, huyendo de las amenazas de los paramilitares. De eso da fe la infatigable maestra de la Movilización Social por la Educación y de todas las luchas sociales allí, Stella Cárdenas, con quien hemos aprendido este último año de la sabiduría ancestral en la sistematización de la educación propia de los resguardos de Rio Sucio, Caldas.

De igual manera, mi duelo también fue compensado con el bálsamo de la Expedición Pedagógica Nacional, que rompiendo los parámetros de una educación única y homogénea construida por los organismos multilaterales y sus agentes en los ministerios de educación y algunas universidades. La Expedición propone la metodología del viaje y nos enseñó que, más allá de la diversidad humana biológica, cultural, existía en este país una diversidad educativa y pedagógica que era visible en esas múltiples maneras de hacer escuela y de ser maestro y maestra, más allá de la homogeneización propuesta por el capitalismo cognitivo a través de sus estándares, competencias, derechos básicos de aprendizaje y otras yerbas que posan de técnicas y objetivas en educación, para eso que los brasileros de Bolsonaro llaman en estos días: “fuera la política de la escuela”.

También ese ejercicio de Planeta Paz y de la Expedición Pedagógica Nacional, con esos miles de mujeres y hombres que no menciono personalmente porque no me alcanzaría el tiempo para ello, me ha permitido decantar en ese ejercicio de darle la voz a los actores sociales populares, de avanzar en la constitución de ellos como sujetos, y desde el reconocimiento de sus prácticas como lugares epistémicos, que requiere de otras formas investigativas para dar cuenta de ellas. Allí ha emergido la sistematización como un camino privilegiado para hacer visibles los saberes y conocimientos negados desde otras epistemes, lo cual da piso a un diálogo-confrontación de saberes y negociación cultural como desarrollos propios de la pedagogía de la educación popular que no es, sino que se está haciendo.

De igual manera, como respuesta a los tiempos que corren desde la memoria del conflicto y experiencias de paz desde la escuela, nos muestra el ejercicio sistematizador desarrollado como una gran lección de que no existirá paz si no se construye desde los territorios y con la gente. Allí, y en múltiples expresiones, emergen con fuerza propia las geopedagogías, las cuales nos han llevado a cuestionarnos, ampliar y complementar los troncos pedagógicos de los que habíamos bebido en nuestros desarrollos conceptuales y prácticos, para dar respuesta también a los nuevos contextos, a los nuevos campos epistémicos y conceptuales, a las emergencias de la diversidad, a ese sur profundo que exige entrar en sus tradiciones y en sus sabidurías para hacerse complementario de los otros conocimientos.

Por toda esta gente que me ha hecho, y en su nombre, que me han ayudado a construirme cada día como educador popular en este continente, bien sea en el proyecto común o en la negación de él, lo cual siempre me obligó a refinar la argumentación, acepto estos honores a una causa colectiva, y a nombre de ellos en mí, me reconozco educador en unos tiempos donde muchos de los paradigmas que le dieron forma a ella están en crisis, generado por un cambio copernicano de un mundo que ha vivido dos revoluciones industriales en los últimos cincuenta años, y nos coloca sobre una cuarta revolución industrial que a la vez que hace centrales el trabajo inmaterial, la ciencia artificial, la información y la tecnología con sus algoritmos y el big data como fundamento de un capitalismo cognitivo que, al volver la ciencia fuerza productiva, convierte a la apropiación del común del conocimiento en estos tiempos el elemento central de su nuevo proyecto de control, así como en el pasado se apropió del común de la naturaleza y el de la cultura volviéndolos mercancía.

Ese control, ayer como hoy, vuelve a construir desigualdad y opresión, que no se puede esconder bajo los mantos del discurso del progreso. No en vano, la OIT nos muestra cómo en ese tránsito entre tercera y cuarta revolución productiva, 200 millones de personas han perdido su puesto de trabajo, y el informe de Oxfam a la cumbre de Davos hace visible la concentración acelerada de la riqueza. En el 2012 los 62 más ricos del mundo poseían lo de los 3,500 millones más pobres. En el 2016, ya solo 8 poseían lo de 3,700 millones; y a ellos se les había aumentado sus ingresos en un 44%, y a los más pobres se les había disminuido en un 37%.

Por ello recibo este honor a nuestra causa, de parte de una universidad pública, de la cual ahora con este reconocimiento soy oficialmente su egresado, en unos tiempos donde los jóvenes en la calle nos siguen dando las lecciones de dignidad que no nos dieron los rectores de las universidades negociando el inmediato presente para sus intereses políticos e individuales pero olvidando, como lo reconocemos hoy los educadores populares, que si no hay una educación pública para todas y todos científica, de calidad, contextualizada y descolonizadora, el futuro de la sociedad de la humanidad está en peligro, ya que terminaremos en manos de quienes quieren convertir la educación en un servicio-mercancía, para los intereses de quienes buscan solo lucro y dinero en ella, colocándonos en una carrera para las competencias que necesita el mercado para garantizar productividad y competitividad de su homo oeconomicus, despojándonos de esas dimensiones trascendentes que hacen posible la esperanza y la solidaridad con el dolor ajeno, fundadas en unas capacidades de un ser humano integral y pleno.

Por ello, no es posible en la actual coyuntura caer en el administrativismo de sobrevivencia rectoral, y es necesario unirnos, todas y todos, a los jóvenes para hacer de la educación un asunto de la sociedad y discutir el proyecto educativo nacional que agrupe a los más variados actores y que coloque las nuevas bases no solo para reformar la Ley 30, sino para todas las educaciones, desde nuestros contextos, haciendo posible que no solo formemos ciudadanas y ciudadanos del mundo, sino también hijos e hijas de la aldea, éticamente responsables con el destino del planeta y de los dolores y sufrimientos de esta humanidad negada por un mercado que ha asumido la vida, la subjetividad, la individuación de miles de millones de personas a través del consumo y de la obsolescencia programada convirtiendo al dinero en su nuevo dios.

Cómo no convocar esta noche al “mono” Carlos Gutiérrez, nuestro monje terco y polémico de la prensa y editorial alternativa de este país, quien abrió con amplitud las puertas de Desde Abajo a este escritor descalzo, quien muchas veces los afanes de la acción y de la lucha no le permiten el tiempo para pulir el verso. Al “mono”, quien sigue siendo compinche en esta tarea que tenemos para largos años de refundar la democracia y revolucionar la revolución.

Me he hecho y me sigo haciendo educación popular gracias a todas y todos los que me ayudaron a aprenderla. Un agradecimiento especial a mi madre, acá presente, a mi padre y a mi hermano Álvaro que desde una estrella me miran. A mis hermanos, a mis sobrinos, que, en los momentos más duros, cuando creí desfallecer, estuvieron allí, a pesar de la diferencia de caminos para apoyar y animarme humana y materialmente, y con ello permitirme ser fiel al ideal. Como decía el letrero en la cabecera de la cama de las tías Judith y Raquel, que tantas veces refrendó mi camino: “Renunciar al ideal, arruga el alma”.

También a mis amigos y amigas de rumba y compinches de solidaridades, amores, desamores, luchas fracasadas que volvíamos victoria en cada fiesta. A ellas y ellos, porque siempre han alentado la esperanza en medio de un ron donde Marielita y sus tangos. Donde Gustavo, nuestro Olafo del Goce Pagano, que se marchó antes de este día refunfuñando por esta nueva “cooptación” que yo aceptaba. Al Fernando, en su Buscando América, el Hugo, en Café cinema; esos lugares donde paseamos ser latinoamericanos el ser latinoamericanos para la fiesta y el disfrute, a veces hasta la locura y el éxtasis, acompañados por las palabras pícaras de nuestro poeta mayor, Roca, con quien compartimos la común penitencia de ser hinchas del Deportivo Independiente Medellín – DIM.

Cómo no recordar en este momento a mi amigo y maestro del alma Mario Calderón, con quien posamos de herejes en los momentos más duros del paramilitarismo, que en una noche aciaga se lo llevó. Con él fundamos con otros rebeldes la “diócesis de Oriente”, en honor a la canción de la música salsa Oriente, obispado que dirigió Mario con una prestancia inigualable, y cuyo lema es y será: el sol jamás saldrá por el norte. Su liderazgo logró reunir una buena cofradía de interlocutores bohemios que cada día amanecíamos recordando que la transformación era un asunto cotidiano.

Desde luego, una palabra para las mujeres que he amado, me han amado, y me siguen amando. Que han soportado mis locuras, mis propuestas de relación y de vida no tan fáciles. Gracias. Sin ese cariño y afecto no habría sido fácil estar hoy acá, pero en especial, a la que se atrevió a querer un hijo en medio de mi nomadismo eterno, y en especial a ese hijo que me ha enseñado tantas cosas desde el vientre materno y me sigue dando lecciones todos los días, y a quienes lo han educado haciendo de él un ser humano de la tradición de los librepensadores y de la solidaridad. A su padrino Carlos, quien de cuando en cuando me reconviene de mi manera de practicar el oficio de padre.

No puedo terminar sin agradecer a don Simón Rodríguez, que me enseñó que era necesaria una educación que nos hiciera americanos y no europeos, y que hoy algunos en esta Universidad quieren que en este salón multipropósito se llene de sentido llamándolo Aula Simón Rodríguez, para que sus ideas siempre estén llenando de contenido y esperanza las actividades que acá se realicen. Quiero cerrar con sus palabras para invocar el futuro que seguiremos construyendo. Dice el maestro de Bolívar: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original, originales han de ser sus instituciones y sus gobiernos, y originales los medios de fundar unos y otros. O inventamos o erramos (…) Yo dejé la Europa –donde había vivido 20 años seguidos—por venir a encontrarme con Bolívar; no para que me protegiese, sino para que hiciese valer mis ideas en favor de la causa. Estas ideas eran: (y serán para siempre) emprender una educación popular, para dar ser a las repúblicas imaginarias que ruedan en los libros y en los congresos.”

Marco Raúl Mejía Jiménez

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Colombia: Estudiantes preparan nuevas movilizaciones para diciembre

América del Sur/ Colombia/ 03.12.2018/ Fuente: www.eltiempo.com.

Los universitarios contemplan la posibilidad de salir a las calles el 6 y 13 de ese mes.

En el marco de la mesa de negociación, los estudiantes están planeando nuevas movilizaciones para diciembre, una vez más para solicitar mayores recursos para la educación pública superior.

Así lo dieron a conocer Jennifer Pedraza y Alejandro Palacio, líderes estudiantiles.

«Estamos considerando por ahora dos fechas. El 6 de diciembre, que son jornadas que se han propuesto en varias universidades. Y también estamos hablando de una marcha el 13 de diciembre, fecha que también está siendo convocada por sindicatos como la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) y la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT)», indicó Pedraza.

Agregó que: «Esperamos que estas sean las marchas de celebración, después de que el Gobierno Nacional nos haya dado los recursos que las universidades públicas se merecen«.

Palacio, por su parte, explicó porqué en cada una de las marchas se contemplan trayectos diferentes. «La intensión ha sido llevar el sentir de la educación a diferentes zonas de la ciudad (Bogotá). Que toda la ciudad se entere de qué es lo que está pasando con la educación y cuál es la crisis de las universidades públicas», indicó el joven.

Fuente de la noticia: https://www.eltiempo.com/vida/educacion/para-diciembre-se-contemplan-nuevas-movilizaciones-estudiantiles-300012

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¿Cómo resolver el problema de las universidades públicas?

Por: Julián De Zubiría Samper.

El país vivió un día histórico el pasado 10 de octubre. Multitudinarias movilizaciones lideradas por el movimiento estudiantil salieron en defensa de la educación pública y exigiendo que los recursos de la guerra se desplacen a la educación. El pedagogo Julián De Zubiría analiza los posibles escenarios para superar la crisis.

El diez de octubre de 2018 será recordado como un punto de inflexión en la lucha por el derecho a la educación en Colombia. Las agencias internacionales estiman que más de medio millón de personas salieron a la calle en diferentes ciudades a defender las universidades públicas, hoy amenazadas por el abandono, la estigmatización y la desidia de los últimos gobiernos. No cabían los estudiantes en la Plaza “Che” de la Universidad Nacional y, como muy pocas veces, tampoco la Plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá, alcanzó a albergar a los miles y miles de manifestantes. En hechos sin precedentes, las marchas estuvieron encabezadas por los rectores de las universidades oficiales, fueron acompañadas por miles de estudiantes de las universidades privadas y, durante el día, grandes grupos de jóvenes limpiaron las consignas que habían pintado previamente pequeños grupitos de estudiantes encapuchados. Sin duda, será un día histórico para la educación colombiana y si bien la gran mayoría de marchantes eran estudiantes, también lo hicieron profesores y ciudadanos que saben que la universidad pública tiene la llave maestra para disminuir la inequidad, fortalecer la movilidad social en el país y generar riqueza social.

Como muchos otros, agradezco a la vida el haber podido estudiar en la Universidad Nacional de Colombia. Recibí clase de los mejores docentes de la época, lo que me ayudó a desarrollar la pasión por la lectura, el pensamiento crítico, el compromiso social y una perspectiva más diversa y compleja del mundo. Pero son pocos los que tienen ese derecho, porque debido a la asfixia presupuestal en la que la han mantenido, de 75.000 aspirantes para el año 2019, sólo 5.000 fueron admitidos, aunque 14.000 habían aprobado el examen. Algo muy similar sucede en las otras 31 universidades públicas en las diversas regiones del país.

La humanidad no conoce una mejor manera para salir de la pobreza que la educación. Miles de vidas han sido transformadas por completo gracias a la muy alta calidad que ofrecen la mayoría de las universidades públicas colombianas. Más de la mitad de ellas cuentan con acreditación. Hoy, más de 650.000 jóvenes estudian en sus aulas. El 81% pertenece a los estratos 1, 2 y 3, en un bello ejemplo de integración y diversidad social. Sin educación pública, los estratos más bajos estarían condenados a vivir en las mismas condiciones de pobreza en la que vivieron sus padres. No hay duda: las universidades oficiales han sido el más importante mecanismo de movilidad social en la historia del país.

Rápidamente, el gobierno salió a ofrecer a los manifestantes una adición de 500 mil millones para las 32 universidades públicas para el 2019. Ignacio Mantilla, ex rector de la Universidad Nacional, calificó la medida como un “conejazo”, ya que dichos recursos no serán necesariamente para las universidades públicas y tan solo 55 mil de ellos serán manejados por ellas. El SUE consideró que los recursos ofrecidos tan solo equivalen al 2,8% de la deuda acumulada con las universidades; los representantes de los profes concluyeron que la decisión era una “mentira” y los estudiantes decidieron iniciar un paro indefinido al considerar que la propuesta del gobierno desconocía la magnitud y la raíz del problema. Estos últimos tampoco aceptaron la invitación a dialogar que les cursó el MEN y la condicionaron a la presencia de rectores y profesores. De la marcha salió enormemente fortalecida la alianza tripartita en defensa de la universidad oficial. Posición que también es respaldada por un muy amplio sector de la nación que ve con buenos ojos que se fortalezcan las universidades públicas.

Lo que está en juego en Colombia es cuál es la prioridad que vamos a asumir como nación. Hay un sector que considera que la prioridad debe seguir siendo la guerra. Ellos ya han alcanzado una adición presupuestal de 3,5 billones en el 2019 en defensa y armamento, de manera que supuestamente podamos enfrentar el conflicto armado que ellos mismos están impulsando contra Venezuela. En Colombia, un sector se ha beneficiado política y económicamente de la guerra y quiere seguir nutriéndose, pero ahora en una guerra contra el hermano pueblo venezolano, hoy sumido en una dramática crisis política, social, humana y económica. No quieren reconocer que la guerra es la expresión más primitiva del ser humano y la expresión más clara de que somos incapaces de dialogar y de resolver pacíficamente los problemas que genera la convivencia. Pero no se detienen porque saben que no son sus hijos los que morirán en ella.

Por otro lado, estamos los que creemos que la única opción que tenemos como nación es la de fortalecer la inversión en ciencia y en educación. Los miles y miles de personas que se expresaron en las calles, han dado una respuesta contundente: Se agotó la paciencia para ver que los recursos de la guerra se desplacen hacia la educación. La solicitud es clara y directa: por lo menos 1 billón de dichos recursos deberá destinarse para 2019 a las universidades oficiales. En términos coloquiales, compartimos la tesis de Tola y Maruja cuando dicen que esperan que los recursos de la guerra “se destinen a la educación pública, pero para bombardear la ignorancia”.

Sin embargo, el problema es más complejo. Estamos ante una crisis estructural que se fue gestando en las finanzas de las universidades públicas desde 1992 y no la vamos a resolver con giros adicionales. Así sean mayores. La pregunta esencial es cómo vamos a afrontar el derecho a la educación de las nuevas generaciones. Para ello, es indispensable un cambio orgánico a la ley que define las transferencias del Estado hacia las universidades oficiales. Sin modificar la Ley 30 de 1992, no es posible salir de la crisis financiera estructural de las universidades oficiales.

La nación tiene que recurrir a nuevas fuentes de financiamiento de la educación provenientes de regalías, nuevos tributos y gravámenes, recursos que antes se destinaban a la guerra y de diversas y creativas estrategias de financiamiento. En la práctica, hay que hacer una inversión masiva para cualificar la dotación de las universidades oficiales y ponerlas tecnológicamente a la altura de la calidad que ofrecen; algo muy similar a lo que hizo Ecuador en la década anterior y a lo que unos años atrás hicimos nosotros para enfrentar la guerra interna. En Colombia se buscaron nuevos recursos para avanzar en la lucha contra las guerrillas y, para lograrlo, se crearon impuestos excepcionales. En educación tendremos que hacer algo similar. Pero para ello es indispensable un acuerdo que exprese un amplio respaldo político: Un Acuerdo Nacional por la Educación. Éste debe involucrar a las más diversas fuerzas sociales, políticas y económicas de la nación.

Como hemos señalado y recomendado académicos y científicos en otro momento, la nación necesita un Consejo Nacional en educación y otro en ciencia para garantizar la política pública de Estado de la cual hemos carecido. Esa es una condición sine qua non para que las soluciones no sean espejismos con claros intereses políticos, sino que se recurra a medidas estructurales, de largo plazo, pensando en los intereses de las nuevas generaciones y no de las próximas elecciones.

Las universidades públicas no pueden seguir mendigando o regateando sus recursos, ni deben tener que recurrir a mecanismos coyunturales para evitar que sus edificios se caigan. Como nación tendremos que asumir una financiación suficiente, acompañada de reformas administrativas y pedagógicas en su interior. No tiene ningún sentido que una universidad como la Nacional tenga más administrativos que docentes (3.000 frente a 2.993, respectivamente). Se requiere mirar con mucho más cuidado el decreto 1279 y los impactos que ha causado en la calidad de la educación, para determinar qué ajustes hay que hacer en el sistema de pago de los docentes.

La grave crisis financiera debe verse como una oportunidad para resolver de manera general los diversos problemas de las universidades públicas. Será la oportunidad para sanear estructuralmente sus finanzas, para reestructurar su administración y para repensar sus lineamientos pedagógicos. Al respecto de esto último, hay que señalar que son diversas las estrategias que se están estudiando en algunas universidades oficiales para repensar sus sistemas de evaluación, currículos y los modelos pedagógicos que las orientan.

Hay que intentar convertir la adversidad en una oportunidad para impulsar el desarrollo. Es claro que, si fortalecemos las universidades públicas con recursos, buena administración e innovación pedagógica, estaremos consolidando el tejido social, formaremos mejores ciudadanos, e impulsaremos el crecimiento económico, la creatividad, la ciencia, la investigación nacional, la equidad y la democracia. De esa manera, ayudaremos a resolver los problemas del país, a disminuir la iniquidad y a favorecer la movilidad social.

Como puede verse, lo que está en juego no es solamente el estudio de los jóvenes, sino el tipo de sociedad que estamos construyendo y el desarrollo nacional que alcanzaremos. Es por eso que miles y miles de personas salieron a la calle el 10 de octubre de 2018. Es condición de la democracia escuchar la voz del pueblo. Ojalá el gobierno le cumpla a la democracia en Colombia.

Fuente del artículo: https://www.semana.com/educacion/articulo/julian-de-zubiria-analiza-como-resolver-la-crisis-de-las-universidades-publicas/587042

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Libro: El cine como posibilidad de pensamiento desde la pedagogía: una mirada a la formación de maestros (PDF)

Colombia / 2 de diciembre de 2018 / Autores: Víctor Manuel Rodríguez Murcia, Angélica del Pilar Osorio, Diana Milena Peñuela Contreras y Claudia Marcela Rodríguez / Fuente: UPN

Primera edición, 2014
Editor: Universidad Pedagógica Nacional, Alba Lucía Bernal Cerquera.
El presente libro da cuenta de nuestros deseos imaginados, manifiestos en las imágenes hechas pedagogía, formación y maestro; es una apuesta política y académica, con relación al pensamiento y al cine. La investigación parte del deseo que busca mostrar y describir imágenes hechas experiencia que el lector encontrará asociadas a figuras metafóricas empleadas desde el
lenguaje técnico cinematográfico y que articulan los distintos capítulos del libro.
Así, a partir de seis apartados que buscan profanar lo ya naturalizado, lo hecho sagrado e incuestionable en nuestra sociedad, se busca cuestionar la imagen profana, lo imaginado que desea ser imagen a partir de la potencia en sujeto y en colectivo de la experiencia de ser maestro.
Link para la descarga:
http://editorial.pedagogica.edu.co/docs/files/El%20cine%20como%20posibilidad%20de%20pensamiento%20desde%20la%20pedagogi_a.pdf
Fuente de la Reseña:
http://editorial.pedagogica.edu.co/verpub.php?pubid=464
ove/mahv
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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 2 de diciembre de 2018: hora tras hora (24×24)

Domingo 2 de diciembre de 2018 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 2 de diciembre de 2018. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

00:00:00 – Los profesores ‘comodín’ de España: ¿un fraude educativo?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295477

01:00:00 – Libro: El cine como posibilidad de pensamiento desde la pedagogía: una mirada a la formación de maestros (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295464

02:00:00 – “Yo, si puedo” fortalece educación nicaragüense gracias a la solidaridad del Comandante Fidel

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295601

03:00:00 – Paulo Freire y la Teología de la Liberación: La consciencia cristiana de la pedagogía crítica (Artículo de Peter Mclaren)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295610

04:00:00 – Honduras: “Mala administración” impide alcanzar buenos resultados en sector educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295607

05:00:00 – “Hay que hacer una jornada de comprensión lectora”: Yvelisse Prats de Pérez

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295486

06:00:00 – México: Aprueban diputados iniciativa presentada hace un año; el ajedrez como asignatura

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295613

07:00:00 – Conoce la tarea que diseñó esta profesora para conocer mejor a sus estudiantes (Artículo de Camila Londoño)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295644

08:00:00 – Presentan proyecto «Biblioteca Virtual» para maestros y estudiantes de Puerto Rico

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295619

09:00:00 – Documento: La Pedagogía del Oprimido, fundamento freireano de la Educación Popular (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295616

10:00:00 – Estonia hace de la autonomía docente y la equidad las claves de su éxito

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295623

11:00:00 – ¿Educamos para la ignorancia?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295648

12:00:00 – Corea del Sur: donde la educación sobrepasa los límites

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295631

13:00:00 – Entrevista | “La vigencia de las normales rurales y la persecución que sufren” con Luis Hernández Navarro

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295489

14:00:00 – César Bona: «No hay calidad en la educación si no se respeta la diversidad» (Audio)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295634

15:00:00 – Los inmigrantes y los refugiados corren un alto riesgo de segregación en diferentes escuelas y circuitos escolares más lentos en los países europeos

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295651

16:00:00 – Canción: Lucho por la educación | Matador (Video)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295637

17:00:00 – Libro: Calidad educativa. Historia de una política para la desigualdad (PDF)

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18:00:00 – “Si “los de arriba” quisieran la educación cambiaría” | Entrevista Laura Caldas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295641

19:00:00 – Las Autonomías Institucionales y la Educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295483

20:00:00 – Repensar la pedagogía

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295660

21:00:00 – Libro: Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar? (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295657

22:00:00 – Por unas aulas en paz en EE.UU.

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23:00:00 – Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar? Políticas públicas para la juventud (Video)

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En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

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