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2021 y ¿las bases de un gobierno progresista en Colombia?

Por: Yani Vallejo Duque* Y Alfonso Insuasty Rodríguez**

Las celebraciones de fin de año se mezclan con la realización de balances y propósitos para el año que viene, se habla de lo bueno, lo malo y lo que está por llegar; esto se realiza en todos los ámbitos de la vida, tanto personal como a nivel económico y político.

Esta columna tratará de mirar la foto actual de Colombia y su gobierno, generando insumos de reflexión sobre lo que creemos está por venir para el 2021 y sobre todo, lo que nos espera para el 2022.

Un Gobierno sin rumbo

Después del 7 de agosto del año 2002 el país se encuentra en manos de un Caudillo que representa una clase política altamente corrupta, emparentada con la mafia y el paramilitarismo, un sujeto que ha utilizado lo peor de la manipulación y las estrategias más cuestionables para mantenerse en el poder hasta el día de hoy.

Dicho personaje y grupo político han puesto un Presidente a la medida quien, cual títere, actúa bajo directrices concretas. Dicho mandatario tuvo en su momento, como único mérito, haber jurado lealtad o mejor, seguir a ciegas las órdenes de su caudillo y mentor.

Este año que va cerrando, dicho caudillo, apelando a consabidas argucias jurídicas, nuevamente intentó evadir la justicia, logrando por ahora, poner fin a la detención domiciliaria que pesaba en su contra, sin embargo, el proceso sigue abierto en su contra y derivado, ha perdido su curul como Senador.

Desde una de sus grandes haciendas, en la que se encuentra en medio de esta pandemia, como arriando animales da órdenes, cita a dirigentes políticos con quienes mueve los hilos del poder y ahora desde ese lugar proyecta acuerdos con esos clanes políticos mediados por escándalos, proyectando la nueva sucesión de poder, esas alianzas, cálculos para no perder el poder en las elecciones presidenciales del 2022.

Pero, la estantería se les cae a pedazos y es tan evidente que ya ni sus frases cargadas de odio, desinformación y manipulación logran ocultar la crisis profunda a la que él y su grupo político, han llevado el país.

La ultraderecha colombiana sólo vive de la propaganda, se dicen dueños de la seguridad y en lo corrido del año 2020 se han presentado ochenta y ocho (88) masacres (Indepaz, 2020), añadido a ello, la proliferación de grupos al margen de la ley que cada vez ganan más terreno gracias a la corrupción y con la complicidad de los organismos de seguridad, se predican buenos administradores pero, su supuesta “buena gestión” se basa en endeudar al país sin límite alguno, al punto que según la calificadora de riesgo Moody’s, la deuda para el 2021 asciendo peligrosamente al 70% del PIB del país. (Dinero, 2020).

Este gobierno, además, presenta negativos índices de productividad económica, malas relaciones con países vecinos y un servilismo, que raya con la vergüenza nacional, hacia gobernantes de otros países en los cuales se ven reflejados casos Trump en EE.UU. o Bolsonaro en Brasil.

Como ya es normal, en los gobiernos de derecha, la corrupción se naturalizada y todos los días aparece en los medios masivos un nuevo escándalo que es sepultado por otro de mayores magnitudes, ofreciendo para su solución “exhaustivas investigaciones” que al pasar de tiempo solo terminan en detrimento del erario sin mayores repercusiones políticas.

Ante toda pregunta por estos males, la respuesta mediática de los medios masivo al servicio de este tipo de gobiernos, siempre es la misma: el Presidente actual, sigue siendo un Aprendiz al que habrá que darle tiempo, además, se empeña en reiterar que toda culpa de los males del país o son del gobierno anterior o consecuencia de la Paz firmada entre el Estado y las Farc, importante acuerdo el cual, abiertamente y sin sonrojo no dejan de atacar. Ya la gestión de este “Aprendiz de Presidente” supera la mitad de su mandato y sigue gobernando con el espejo retrovisor.

La extrema derecha colombiana ya perdió cualquier nivel de vergüenza y ha acaparado todos y cada uno de los espacios de poder del país. Hoy controla el ejecutivo, compró la legislativo, en los órganos de poder logró ubicar fichas de su mismo gobierno, van por la captura del poder judicial con magistrados serviles y, con su registrador de bolsillo trata de cerrar el círculo realizando reformas al régimen electoral para favorecer a sus amigos politiqueros en las regiones, con miras a controlar al máximo, las elecciones 2022.

En términos del politólogo J. L. Talmon, nos encontramos en Colombia bajo una clara democracia totalitaria.

La Respuesta a la crisis

La crisis ética y económica que vive el país, como ya lo hemos dicho, no se le puede endilgar al Covid-19. Esta, ya era muy profunda antes de la pandemia y lo único que hizo el coronavirus fue develarla y por supuesto, profundizarla a límites inimaginables.

La respuesta a esta crisis mundial no ha sido otra que la misma fórmula neoliberal de siempre, hacer que los más pobres paguen la crisis sin tocar a ningún grupo económico poderoso.

Las ayudas a los pequeños y medianos empresarios fueron minúsculas a comparación de la entregada a grandes conglomerados económicos. (Cuestión Publica. 2020). Lo que se entregó finalmente como ayudas a los más pobres son tan irrisorias que rayan con meras limosnas.

Y ahora, la gran idea del ministro de hacienda del gobierno de turno, es la de avanzar con la paulatina y certera erradicación de los derechos laborales y pensionales alcanzados en luchas que costaron muchas décadas y que de un plumazo serán debilitadas considerablemente.

Avanza en éste orden, la radicación de proyectos de ley para darle vida a una nueva reforma Tributaria (El Tiempo. diciembre de 2020)., una reforma laboral y por supuesto una reforma pensional (El Tiempo. diciembre de 2020) que le meten la mano al bolsillo a millones de colombianos que comenzarán a pasar mayores necesidades, mientras los reportes del sector financiero seguirán mostrando imparables y abismales ganancias en medio de esta profunda crisis.

Preocupa la reforma a la Ley 100, la profundización del deterioro del ya precario sistema de salud, el cual, de paso sea decir, no estaba preparado para una crisis de esta magnitud en tanto sus Administradores lo habían ya debilitado, garantizando si el lucro, disminuyendo al máximo el bienestar.

Bajo el amparo de la Pandemia, el Gobierno de Turno, ha visto la mejor oportunidad para gobernar por Decreto entregando, además, licencias rápidas que de una vez por todas obsequien a empresas trasnacionales la explotación de nuestros recursos naturales a cambio de coimas y pequeñas migajas, poniendo en riesgo incluso, el suministro de agua de poblados, comunidades y ciudades capitales.

Las Condiciones están dadas.

Este panorama catastrófico se siente en cada hogar colombiano, basta con cruzar dos palabras en la calle con alguna persona para percibir la angustia de su situación actual en todos los ámbitos de su vida.

Parte del electorado de la derecha eran esos empresarios pequeños y medianos que sentían que las políticas neoliberales los ayudarían a acumular capital y llegar a ser como los grandes grupos económicos. Pero la realidad es que las políticas de estos gobiernos se han centrado en el discurso del “desarrollo” y el “progreso”, fortaleciendo el libre mercado, los Tratados de Libre Comercio (TLC) bajo condiciones humillantes para la resquebrajada economía colombiana, tanto que hoy, a consecuencia de estos tratados, la industria nacional se ha debilitado o desaparece, incluso se ha puesto en jaque la producción agropecuaria, dejando a muchos en la quiebra total.

La propuesta de una alternativa progresista empieza a calar en la mayoría de la sociedad, como se expresó con más de ocho millones de personas que dijeron No más a los sucesivos gobiernos autoritarios del caudillo.

Las condiciones vemos, están dadas, pero el 2021 será clave para posicionar las propuestas que diferenciarán una forma de gobierno a la otra.

La Unidad de nuevo es obligatoria, retomar la frase de Camilo Torres: “Insistir en lo que nos une, y prescindir de lo que nos separa”.

Las organizaciones sociales rurales y étnicas poseen formas organizativas tejidas durante largos tiempos de lucha y defensa de la vida y el territorio, éstas luchas continuarán y siguen avanzando en formas de articulación, pero, vemos que, esto no ocurre con la misma fuerza y potencia en los grandes conglomerados de personas se encuentran en las principales ciudades y de ahí, que sea clave retomar la idea de un gran movimiento urbano nacional que permita el intercambio de ideas y que pueda concretar su aporte a una gran agenda nacional a modo de Agenda Pública, con capacidad de transformar contextos y realidades, una que sea ejecutable.

Se tendrá sí, que superar la desinformación de los medios de comunicación masiva, las encuestas amañadas y los ataques de la derecha que siempre crean un sofisma con palabras sin contenido como “castrochavismo”.

Si no se aprovecha el 2021 para superar las diferencias y generar una verdadera propuesta de gobierno para las elecciones de mayo 2022, pasarán décadas para volver a tener estas condiciones y pesará en la historia que tuvimos la oportunidad de cambiar el rumbo del país y no estuvimos a la altura de ese reto.

Referencias.

Cuestión Publica. (30 abril de 2020). Los Pequeños empresarios víctimas de los bancos en la Pandemia. Obtenido de Cuestión Pública: https://cuestionpublica.com/pequenos-empresarios-victimas-de-los-bancos-en-pandemia/

Dinero (23 de septiembre de 2020). Moody’s ve deuda de Colombia por encima del 70% del PIB 2021. Obtenido de Dinero.com: https://www.dinero.com/economia/articulo/de-cuanto-sera-la-deuda-de-colombia-en-2021/301133

El Tiempo. (07 diciembre de 2020). Reforma tributaria se presentará en el primer trimestre de 2021. Obtenido de El Tiempo.com: https://www.eltiempo.com/economia/sectores/reforma-tributaria-gobierno-confirma-que-presentara-el-proyecto-en-el-primer-trimestre-de-2021-553407

El Tiempo. (10 diciembre de 2020). Embargar Ahorro pensional y otras 9 ideas al Respecto, en el Congreso. Obtenido de El Tiempo.com: https://www.eltiempo.com/economia/sectores/reforma-pensional-que-traen-10-proyectos-que-cursan-en-el-congreso-553804

Indepaz. (21 de diciembre de 2020). Informe de Masacres en Colombia durante el 2020. Obtenido de Indepaz: http://www.indepaz.org.co/informe-de-masacres-en-colombia-durante-el-2020/

Insuasty Rodriguez, A. (2020). Un mundo desigual. El Ágora USB, 20(1), 12-16. https://doi.org/10.21500/16578031.4641

Insuasty Rodríguez, A. (2020). Una debacle social en camino. Revista Kavilando, 11(2), 261-265. Recuperado a partir de https://www.kavilando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/344

Nota.


*Abogado, especialista en derecho penal, defensor público e investigador Grupo Kavilando.

**Docente Investigador Universidad de San Buenaventura Medellín, Integrante Red Interuniversitaria por la Paz, actual Consejero de Paz Conpaz Medellín sector Universidades, e Integrante grupo Autónomo Kavilando. Contacto: Alfonso.insuasty@gmail.com

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/2021-y-las-bases-de-un-gobierno-progresista-en-colombia/

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Clemencia Herrera: soñar con la universidad indígena para la Amazonía

  • María Clemencia Herrera Nemerayema es la fundadora de la Escuela de Formación Política para los indígenas amazónicos, espacio en el que se preparan para proteger el territorio. Su sueño es montar la universidad intercultural en el corazón de la selva.
  • Este año, la líder indígena ganó el Premio Bartolomé de las Casas por su trabajo en la defensa de los territorios, a partir de la recuperación de las culturas locales y del uso sostenible de los recursos amazónicos.
  • Lleva más de 30 años trabajando en empoderar a las mujeres amazónicas a través de la educación. María Clemencia es la fundadora de la corporación Mujer, Tejer y Saberes, donde las indígenas desplazadas, radicadas en Bogotá, Colombia, ponen sus conocimientos en práctica para generar ingresos.

María Clemencia Herrera Nemerayema no le dieron diploma cuando terminó la primaria en el internado Santa Teresita del Niño Jesús del municipio de La Chorrera, Amazonas, al sur de Colombia. En su graduación un cura le regaló una biblia y un cristo crucificado. “Esto para que algún día se convierta”, le dijo a esa niña de apenas 15 años que se negó a olvidar su lengua materna Uitoto minika y que en cada clase hacía hasta lo imposible para recordarle a sus compañeros cómo era su cultura, qué eran las chagras —los espacios de cultivo—, cómo eran las comunidades de su territorio y cuál era el papel de las mujeres indígenas amazónicas. Cuando Herrera recuerda esa frase, le causa risa y, tal vez, un poco de curiosidad. No entiende por qué los curas y monjas que llegaron a imponer la religión y la educación occidental en ese territorio indomable, insistían tanto en satanizar la cultura indígena.

Ella no fue rebelde, solo se opuso al olvido de lo propio.

— ¿Ahí empezó su liderazgo? —le pregunto.

— Yo no sabía que eso era un inicio de liderazgo —responde—. Simplemente que para mí no existía otra cosa que los pueblos indígenas que me rodeaban.

Perfil María Clemencia Herera
Una imagen de 1989 de Clemencia (a la derecha) en el colegio de Viotá, en Cundinamarca. Foto: Cortesía María Clemencia Herrera.

Y sí, así empezó todo. En esa pequeña escuela incrustada en el corazón de la selva, María Clemencia Herrera mostró su talante, se negó al maltrato y demostró la fuerza que tienen las mujeres amazónicas.

Ahora, con 52 años, es la mente que fundó la Escuela de Formación Política de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía (OPIAC), iniciativa apoyada por la Cooperación Noruega que cada año capacita a decenas de jóvenes que se forman para proteger su territorio; un modelo pedagógico propio que refuerza sus raíces, les recuerda su misión de cuidar la madre tierra y les da las herramientas para enfrentarse ante el mundo. Un espacio donde se da la misma oportunidad a hombres y a mujeres, y que graduó a 245 jóvenes con potencial de liderazgo entre 2016 y 2019.

Clemencia Herrera, del pueblo Uitoto (Muina Murui), ha sido la voz de los indígenas ante el mundo y ha ganado numerosos reconocimientos nacionales e internacionales por su trabajo. El más reciente ocurrió el pasado 23 de julio, cuando la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores de España y la Casa América le otorgaron el Premio Bartolomé de las Casas por su labor en la defensa de los territorios, a partir de la recuperación de las culturas locales y del uso sostenible de los recursos amazónicos.

Por más halagada que se sienta, Herrera no deja que nada la desvíe de su gran sueño: crear una universidad indígena intercultural para la Amazonía. “¿Cómo lo lograré?”, se pregunta. Aún no sabe, lo único que tiene claro es que lo hará realidad, como todo lo que se ha propuesto.

Perfil María Clemencia Herrera
En el congreso de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía (OPIAC). Foto: Cortesía María Clemencia Herrera.

Un territorio olvidado

Por más firme y segura que suene su voz, Clemencia deja entrever cierta tristeza. Hace unos meses falleció su padre Eulogio Herrera en el municipio de La Chorrera, al sur de Colombia, su territorio de origen, a la espera de los medicamentos y los aparatos médicos que podían ayudarle a combatir el COVID-19. “Mi padre murió esperando la medicina (que llegaría) en el único vuelo que aterriza en esos territorios”, acepta con un dejo de resignación.

Clemencia Herrera no se despidió de su sabedor y guía, ese hombre uitoto que fue pieza clave en la reconstrucción de La Chorrera, después de la Fiebre del Caucho; conflicto de los países amazónicos que se dio desde 1850 hasta casi mediados de 1900, en el que casi 100 000 indígenas de las etnias uitoto, bora, andoque y ocaina, fueron convertidos en esclavos y obligados a trabajar en la extracción cauchera.

“Mis bisabuelos y abuelos fueron víctimas de este conflicto”, narra Herrera, orgullosa de que su padre, líder innato, ayudara a reconstruir ese pueblo que quedó con menos de una decena de casas y en el que ahora viven más de 3800 amazónicos. “Soy la cuarta generación de los hijos de la resistencia”, afirma con satisfacción, honrada del padre que tuvo.

La líder indígena guarda silencio, está preocupada por su territorio. En el Amazonas, de acuerdo con el Ministerio de Salud, hasta el 2 de noviembre han muerto 117 personas a causa del COVID-19 y ya son más de 2900 casos confirmados con el virus. En La Chorrera —que está a hora y media en avión de Leticia, capital de ese departamento, y a un mes por río— son 14 casos confirmados y dos muertes, una es la del padre de Herrera. Para ella no es una cifra más: es el retrato del abandono en el que los tiene el Estado. Es un virus que apareció para visibilizar la pobreza del territorio por el que trabaja desde que era una niña.

Perfil María Clemencia Herrera
Imagen de 1998, cuando María Clemencia formaba parte de la directiva de la ONIC. Foto: Cortesía María Clemencia Herrera.

Antes de cumplir los 20 años, Clemencia Herrera ya asesoraba a la Confederación del Alto Amazonas de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC); acompañó el equipo indígena que estuvo en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991; sirvió de puente de diálogo entre las comunidades y los grupos armados ilegales que llegaban a imponer su ley; y también trabajó en el ordenamiento del resguardo Predio Putumayo, territorio de casi 6 millones de hectáreas que les fue arrebatado a los pueblos amazónicos durante la época de la Fiebre del caucho y que se les devolvió en abril de 1988, cuando el entonces presidente Virgilio Barco les dijo a los indígenas: “Por fin, la tierra que es de ustedes, es de ustedes”.

Ese territorio amazónico, que tanto ha sufrido, es por el que se esfuerza Herrera. Quiere empoderar a los indígenas, así que les ha hablado de la gobernabilidad del territorio y del valor de sus orígenes.

Clemencia Herrera
Después de impulsar la escuela de formación política, Clemencia tiene como objetivo fundar la universidad intercultural. Foto: Cortesía OPIAC.

“Somos una nación indígena. En clase les enseñamos a los jóvenes que hay más de 40 artículos de la Constitución Política que tienen que ver con sus derechos y los de sus comunidades, más los que les compete como ciudadanos. Tienen una Constitución multicultural de la que se deben apropiar”, explica Mauricio Garzón, biólogo, abogado y docente de la cátedra de Pluralismo Jurídico de la Escuela de Formación Política, espacio que empezó sus clases en 2016 y en el que les brindan las herramientas para que nadie les pase por encima.

La Escuela, respaldada por la Universidad del Rosario de Bogotá, tiene cuatro líneas de formación: territorio y biodiversidad; autonomía y participación política; derecho propio y pluralismo jurídico; y comunicación audiovisual. Sea cual sea el área que escojan los futuros líderes, saben que tendrán que aplicar sus conocimientos en el territorio y proponer un proyecto de impacto. Ese es el interés de Clemencia Herrera, que se vean como sujetos políticos que formarán parte del cambio.

Perfil María Clemencia Herrera
Día de la primera reunión de la Cooperación Noruega con la OPIAC, para la creación de la Escuela de Formación Política. Foto: Cortesía María Clemencia Herrera.

“La mujer indígena más empoderada”

En la Escuela de Formación hay un módulo enfocado a explicar el papel de la mujer indígena en los pueblos amazónicos. Allí, tanto hombres como mujeres escuchan la clase mientras tejen. No hay excepción. La lideresa uitoto insiste en rescatar el rol de las mujeres y en darles el mismo lugar que tienen los hombres. Toda una hazaña que la ha llevado a lidiar con el machismo y la oposición de muchos.

“Las mujeres tienen un rol muy importante para preservar la cultura y mi interés es que todos aprendan a valorar el trabajo que las indígenas hacemos, que haya un sentido de pertenencia y un respeto”, expresa Herrera, mientras recuerda que desde sus 15 años se propuso la meta de empoderar a las mujeres.

Es la fundadora de la corporación Mujer, Tejer y Saberes (Mutesa), espacio creado en 2004 en el que las mujeres amazónicas desplazadas, radicadas en Bogotá, ponen sus conocimientos ancestrales en práctica para generar ingresos, reforzar los valores de los pueblos originarios y evitar ser discriminadas. “Clemencia es una abanderada del tema productivo, así que las puso a trabajar en sus propias iniciativas”, cuenta Claudia Duarte, trabajadora social, amiga y compañera de trabajo de la líder indígena.

La corporación tiene un restaurante de comidas típicas, un centro de artesanías y hasta un estudio de ropa en el que construyen diseños propios que rescatan la cultura amazónica. “Construí un espacio donde las mujeres artesanas aprenden a hacer su economía propia y a generar ingresos —explica Clemencia—. Es muy importante porque ellas tienen necesidades y no cuentan con recursos”.

Perfil María Clemencia Herrera
María Clemencia con Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz. Foto: Cortesía María Clemencia Herrera.

Todas las iniciativas están acompañadas de la formación y la educación, la herramienta más grande para generar un cambio o, por lo menos, en eso insiste Clemencia Herrera. Esa idea se reforzó desde que trabajó con las mujeres amazónicas, en el marco del Auto 092 de 2008, medida de la Corte Constitucional para la protección de los derechos de las mujeres desplazadas. Recorrió sus pueblos y confirmó que una gran mayoría de las mujeres indígenas sentían que sus derechos colectivos e individuales estaban siendo vulnerados.

Fue entonces cuando se obstinó en luchar por garantizarles el acceso a la participación política y a la educación. Allí tomó forma en su mente lo que es hoy la Escuela de Formación Política, espacio que, si bien inicialmente estaba pensado solo para mujeres, en busca de la equidad decidieron que fuera para ambos géneros. Todas las iniciativas de Clemencia Herrera han creado espacios de reflexión con los hombres y, aunque no han faltado enfrentamientos, siempre tiene la fortuna de estar acompañada de abuelos y abuelas que reconocen —cuenta Claudia Duarte— que muchas mujeres son violentadas y maltratadas.

“La mujer indígena apenas está empezando un proceso de liderazgo, pues siempre se le da la participación al hombre. Es difícil, pero la profe Clemencia nos ha enseñado que sí se puede. Es la mujer indígena más empoderada que conozco”, dice Célida Valencia, nativa del pueblo Cubeo de Vaupés que culminó su carrera como administradora de empresas y el año pasado se formó en la Escuela de Formación Política. Para esta joven, de 25 años, el reto más difícil al que se enfrentan las indígenas es estudiar sin olvidar sus raíces. “Toca encontrar un equilibrio”, reitera.

Celebración de los 25 años de la casa de conocimiento de La Chorrera, Amazonas. (2019). Foto: Cortesía María Clemencia Herrera.

Célida Valencia no sabía cómo hacerlo, pero Herrera le demostró que sí se podía. La convenció de capacitarse sin abandonar su rol para preservar la cultura y la vida, y sin dejar atrás el trabajo en las chagras, ese espacio diverso en el que las comunidades cultivan y tienen un intercambio espiritual en el que agradecen a la tierra. “El conocimiento de las mujeres indígenas se transmite a través de la chagra. De ahí brota todo lo que nos alimenta —dice Clemencia Herrera—. Es el centro de vida, es la imagen de una mujer o de un pueblo indígena amazónico”.

Entre las chagras y la selva, la lideresa uitoto pasó su infancia y adolescencia. Aún recuerda cómo sembrar las semillas y se jacta de ser una buena recolectora de frutas. Sabe que las prácticas son tumbar, quemar, sembrar y cosechar; pero recalca que sus comunidades siempre han hecho esto con respeto y que toda tierra es reforestada con árboles frutales del territorio para asegurar los alimentos de las futuras generaciones y de las especies de animales con las que conviven en ese pulmón del mundo.

“Los amazónicos nunca nos vamos y dejamos abandonado un espacio de tierra”, recalca con vehemencia, tirando pullas a los que están acorralando la selva. Solo entre enero y el 15 de abril de este año, la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) registró 75 031 hectáreas desforestadas en la Amazonía. Esa cifra, en tres meses, alcanzó el 76 % del total que se deforestó en esa región durante todo 2019, cuando se perdieron 98 256 hectáreas de bosque, según el último informe del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).

Deforestación parque Tinigua. Así se ve la Amazonía colombiana luego de que se le prende fuego a lo deforestado. Foto: Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).
Así se ve la Amazonía colombiana luego de que se le prende fuego a lo deforestado. Foto: Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).

En defensa de la vida

María Clemencia Herrera ha logrado rodearse de un séquito que la apoya en su lucha, como Marcelo Muñoz, profesor indígena, del pueblo Tatuyo de Vaupés, que enseña un módulo sobre los territorios de origen en la escuela de formación. “En clase hablamos de lo que nos impusieron, de cómo concibe las cosas el mundo occidental y cómo lo concebimos nosotros”, dice tajante, reiterando que el principal problema de los occidentales —refiriéndose a los no indígenas— es concebir el territorio como un espacio físico del que se pueden lucrar, y no como un ser vivo “que nos alimenta y nos nutre”.

Muñoz, docente desde hace 15 años, actualmente acompaña la formulación de un modelo educativo intercultural y rural para Guaviare, departamento de la Amazonía en el que la selva se reduce a una velocidad estrepitosa. “Allá tumban bosque para poner dos vacas y decir que son ganaderos. Ese concepto hay que cambiarlo. La Amazonía está amenazada porque no conciben el territorio como un ser vivo, creen que es un ser inerte”, insiste.

Y tiene razón, según el Ideam, Guaviare es el tercer departamento del país que concentra mayor deforestación, después de Caquetá y Meta. Por eso, se necesitan líderes que promuevan un cambio para su región, que no se perviertan y que estén dispuestos a encarar lo que les pongan al frente, “como Clemencia, que lucha por preservar el pensamiento ancestral —agrega Marcelo Muñoz—. Una maestra que busca la equidad y la preservación de la vida misma”.

La líder uitoto sabe todo lo que ha conseguido, pero aún se ruboriza al escuchar tantos elogios. Reconoce, con humildad, su influencia en muchos jóvenes egresados de la Escuela de Formación que hoy se visualizan como agentes de cambio. “Yo trabajo para que ellos dialoguen con los ancianos y que no se pierdan nuestras formas de vida ni nuestras tradiciones, para que aprendan a apropiarse de la cultura y se sientan orgullosos de sus raíces”, relata Clemencia.

Perfil María Clemencia Herrera
Con los estudiantes de la Escuela de Formación Política en 2017. Foto: OPIAC.

Uno de sus pupilos es Héctor Yucuna, que logró convocar a los egresados de 2018 y 2019 para pedir a la OPIAC la creación, por primera vez en 25 años, de una coordinación de jóvenes que quieren salvar la Amazonía. Lo consiguió, y es él quien la lidera. “Haremos pronto una asamblea para hablar de lo que piensan los jóvenes en materia de salud, educación, extractivismo, participación política y cambio climático. De ahí saldrá un cronograma y un plan de trabajo”, dice convencido, recalcando que no pueden permitir que se continúen extrayendo minerales y petróleo de sus territorios. Cree que esa es su misión: “esto nos lo enseñó la líder Clemencia, un ejemplo de resistencia y de liderazgo”.

Su preocupación está bien justificada. Un informe titulado Petróleo en la Amazonía: ¿Pueblos indígenas en peligro?, de la Asociación Ambiente y Sociedad, registra que en la cuenca ubicada entre Caquetá y Putumayo existen actualmente 51 contratos para estudio técnico del área, exploración y explotación de hidrocarburos, títulos que están a cargo de 16 empresas nacionales e internacionales. Esto sin contar las áreas disponibles para ser adjudicadas. En esta cuenca ubicada en la región Amazónica, dice el documento, se produce el 2.9 % del crudo total del país. Su potencial es enorme y la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) calcula que la reserva ronda los 3000 millones de barriles de petróleo.

La deforestación de bosque nativo y la falta de permisos ambientales en la construcción de la tubería habría causado daños ambientales y culturales a la comunidad Siona de San José de Wisuyá en la ribera del río Putumayo, entre Ecuador y Colombia. Foto: Amazon Frontlines.
En la ribera del río Putumayo, entre Ecuador y Colombia, se busca realizar explotación de hidrocarburos. Foto: Amazon Frontlines.

“Conozco las consecuencias de estos proyectos. He visto pueblos indígenas desplazados y sin territorio por la extracción de hidrocarburos. Seguiremos peleando con el Gobierno por las consultas previas”, agrega Yucuna. Está decidido a luchar, tal como aprendió en la Escuela de Formación Política; reconoce que no es fácil, sobre todo por los grupos armados que transitan en sus territorios y que llegan a imponer su ley. “Muchos que se han opuesto a ese negocio han sido asesinados”, lamenta. Tal vez ese sea el mayor temor. La misma María Clemencia lo reconoce y sabe que en un país como Colombia es toda una proeza ser líder ambiental o social.

Un reciente informe de Global Witness, registró el año pasado 212 defensores del ambiente asesinados en el mundo. El primer lugar, con el mayor número de homicidios lo obtuvo Colombia (64), seguido de Filipinas (43), Brasil (24), México (18) y Honduras (14). En el caso de Colombia, esa cifra significa más del doble del número de asesinatos registrados por esa organización en 2018.

Clemencia Herrera-perfil
“El conocimiento de las mujeres indígenas —resalta Clemencia— se transmite a través de la chagra”. Foto: Cortesía María Clemencia Herrera.

Una universidad incrustada en la selva

Lo que más impactó a Clemencia Herrera en su paso por el internado en el que terminó la primaria, fue ver docentes que no hablaban su lengua y que obligaban a los indígenas a vivir una vida que no les pertenecía. Se rehusó a renunciar a su cultura. Esa convicción la ha mantenido, incluso después de que las religiosas la enviaran a realizar su bachillerato en el municipio de Viotá, Cundinamarca. Ni el cambio de clima, ni el cemento que reemplazó los árboles de esa selva espesa y húmeda, la hicieron olvidar del territorio en el que creció con sus cuatro hermanos. Todo lo que aprendió en el colegio lo puso en práctica con sus comunidades y se ilusionó con crear algún día una escuela que se saliera del modelo tradicional. Y lo logró.

En la Escuela de Formación Política que fundó estuvo hasta diciembre pasado, cuando en el VII congreso de la OPIAC, que se realiza cada cuatro años, decidieron cambiar a todas las directivas. “Es el golpe más duro que ha recibido, pero estoy segura que la impulsará más”, dice Claudia Duarte. Tiene razón, a Clemencia Herrea nada la frena. Hoy, con su corporación Mutesa, esta lideresa experta en Derecho de los Pueblos Indígenas de la Universidad Carlos III, de Madrid (España), acompaña a 250 mujeres amazónicas que quieren estudiar; las impulsa para validar el bachillerato y proyectarse en continuar con su formación profesional.

Ciclo de formación de 2018. Foto: Cortesía María Clemencia Herrera.

Sabe que por ahora no seguirá en la Escuela de Formación Política, así que concentrará sus energías en seguir estudiando Derecho Propio Intercultural con la Universidad Indígena del Cauca y en sumar esfuerzos para lograr montar la universidad en el corazón de la selva, un proyecto que ya está listo en el papel. Está convencida de que la educación intercultural será la mayor arma para cuidar la Amazonía y sus pueblos.

“Clemencia tiene una capacidad de incidencia muy fuerte, es una habilidad que no tienen todos los amazónicos, y con la que seguirá logrando sus metas”, dice Claudia Duarte. La lideresa uitoto no lo niega, sabe que solo necesita un par de segundos para empezar a hablar y captar la atención de todas las personas que estén a su alrededor. Con la palabra y la “berraquera” espera seguir abriendo puertas.

— La Universidad Indígena es un hijo más. Es mi vida, es mi sueño —recalca María Clemencia Herrera.

—¿Cuándo lo logrará? —pregunto.

No sabe con precisión, lo único que tiene claro es que se hará realidad. Nadie lo duda, por algo es que “persistente” y “luchadora” son las dos palabras que más se repiten en las personas que la intentan definir.

* Imagen principal: la ilustración fue elaborada por la artista visual Marlene Solorio, pueden conocer aquí su trabajo.

Fuente: https://es.mongabay.com/2020/12/clemencia-herrera-universidad-indigena-amazonia/

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La peligrosa vocación de educar en Colombia: al menos 30 maestros asesinados desde 2018

Colombia sigue siendo el país más peligroso del mundo para quienes luchan por defender sus derechos. En 2020 han sido asesinados 261 activistas sociales. Desde 2018 al menos 30 maestros sindicalistas han sido asesinados. Organizaciones internacionales alertan sobre la incapacidad del Gobierno colombiano para contener la crisis.

El fin de semana del 21 de noviembre dos maestros sindicados fueron asesinados en Colombia: Douglas Cortés Mosquera y Byron Revelo Insuasty. Desde 2018, al menos 30 maestros sindicalizados han sido asesinados, y muchos más amenazados y obligados a desplazarse de su territorio.

Justice For Colombia (JFC), organización birtánico-irlandesa que aboga por los derechos humanos, pide al presidente del país, Iván Duque, que garantice la seguridad de todos los sindicalistas.

Las muertes y amenazas son «particularmente alarmantes dada la incapacidad del Gobierno para contener la espiral de crisis de derechos humanos que envuelve a Colombia, en la que los defensores de los derechos humanos, los líderes comunitarios y los exguerrilleros de las FARC-EP se enfrentan a terribles niveles de violencia», advierten en un comunicado.

Asesinatos de docentes en Colombia

Los asesinatos de Cortés Mosquera y Revelo Insuasty sucedieron días después de que docentes de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) realizaran huelgas nacionales por mejoras en la financiación y las condiciones del sistema educativo público, así como la protección de los derechos humanos.

Además, ambos fueron muertos casi un mes después de que Diógenes Orjuela, presidente de la mayor confederación sindical del país (la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia), y varios miembros del Comité Ejecutivo de la Fecode fueran amenazados a muerte.El cuerpo del docente Byron Revelo Insuasty fue encontrado en una morgue en Tumaco, departamento de Nariño (al suroeste de Bogotá), el domingo 22 de noviembre. Según información de JFC, nueve días antes, había sido secuestrado mientras se dirigía a las elecciones sindicales. Byron era miembro del Sindicato de Magisterio de Nariño y del partido político Colombia Humana.

Ese mismo día, el sindicalista docente Douglas Cortés Mosquera, que pertenecía al Sindicato de Maestros de Risaralda, fue asesinado en La Virginia, al oeste de Bogotá. Según JFC, también era conocido localmente como artista.

​En 2020 han sido asesinados 261 activistas sociales, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz de Colombia. El país sudamericano sigue siendo el más peligroso del mundo para los sindicalistas y líderes sociales.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/america-latina/202012011093692493-la-peligrosa-vocacion-de-educar-en-colombia-al-menos-30-maestros-asesinados-desde-2018/

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Colombia: Los niños, valentía ante la pandemia

América del Sur/Colombia/11-12-2020/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

El 2020 fue un año difícil para todos, pero algunos de los que resistieron con más valentía los cambios que trajo la pandemia fueron ellos. Invitamos a Isabella Casas Sánchez, una niña bogotana de siete años, a que nos contara su experiencia.

La primera vez que escuché del coronavirus fue en el colegio. Mi profesora nos dijo que era un virus que causaba una gripa muy fuerte, que daba mucha tos, que no te dejaba respirar. Incluso nos explicó que si nos contagiábamos teníamos que ir al médico. Desde ese momento, que fue a comienzo de año y el último día que fui al colegio, nos insistió en que debíamos cuidarnos, usar siempre tapabocas y lavarnos las manos más seguido. Un consejo que nos sigue repitiendo aún, de manera virtual, en la media hora que tenemos todos los días de dirección de curso.

Aún recuerdo lo caótico que fue el día en el que me dijeron que no iba a ir por dos semanas al colegio porque el coronavirus, ese virus que ya nos había explicado mi directora de grupo, estaba en muchas personas y a otras las había matado. Estábamos en la sala de mis abuelitos y empezaron a salir letreros rojos en las noticias, esos de última hora, en los que anunciaban que las universidades y colegios habían empezado a cancelar sus clases.

En el listado que comenzaron a leer los periodistas nunca decían el nombre de mi colegio, hasta que en el chat de Whatsapp los directivos escribieron que se iban a tomar dos días para preparar todo virtual y realizar adecuaciones. Como yo no entendía muy bien, no presté mucha atención. Creía que iba a tener dos días de vacaciones y estaba emocionada. Por dos días ya no iba a madrugar.

Pero, dos días se convirtieron en cinco. Me acuerdo que anunciaron algo como de una cuarentena de tres días, que iba a ser un ejercicio en todo el país. Con mis papás, hermanito, tíos y primos nos fuimos a quedar a casa de mis abuelitos, hicimos una pijamada porque creíamos que solo iba a ser tres días en casa. Esa noche mi papá se me acercó y me explicó que no podía salir de la casa, que no iba a entrenar en un largo tiempo, que no iríamos al parque, ni al centro comercial. Y repitió una y otra vez que teníamos que seguir lavándonos las manos y usar tapabocas en la calle, cuando pudiéramos salir.

Para que yo entendiera la importancia de usar el tapabocas, él jugó con un ejemplo muy lindo, una anécdota que sucedió en mi casa. Mi hermano, Juan Diego, nació de ocho meses y estuvo una semana en cuidados especiales de la clínica. Cuando lo llevaron a casa todos debíamos usar tapabocas siempre y lavarnos las manos. Esa noche me repitió esa historia y me dijo: “Isa, haz de cuenta que nos toca tener los mismos cuidados, esa precaución que tuvimos esos meses, pero ahora lo debemos cumplir todas las personas del mundo”.

Desde ese momento nuestra vida se volvió virtual, hasta las clases. Debo confesar que al principio fueron un desastre. Mi papá era el que me ayudaba pero como en junio regresó a su trabajo, mi mamá tuvo que aprender de tecnología en tiempo récord. Menos mal que estábamos con mi primo Andrés, porque era el que me salvaba cada vez que teníamos un problema con el computador. Si era algo imposible, como la plataforma de mi colegio, ahí me ayudaba mi tío Mario que es ingeniero de sistemas y él sí que se las sabe todas.

En mi colegio tuvimos que experimentar con varias aplicaciones para las videollamadas. Inicialmente, muchos niños debían entrar a clase solos, no sabían apagar el micrófono o no entendían las actividades que dejaban en clase y la a la profe se le hacía difícil manejar el grupo. Luego encontramos una en la que podíamos levantar la mano, como cuando estábamos en el salón de clases, y además, se podían silenciar los micrófonos cuándo alguien olvidaba hacerlo. También podíamos dejar ahí nuestros trabajos, como en un buzón.

Pero mis compañeros y yo tuvimos suerte. Muchos niños en Colombia, sobre todo en las zonas más alejadas, ni siquiera tienen acceso a un computador, mucho menos iban a tener clases virtuales. – Fernando Vita, coordinador de la Mesa Nacional de Educación Privada, asegura que alrededor del 80 % de las instituciones pequeñas se encuentran en serias dificultades para seguir enseñando en medio de la pandemia-.

En una zona de esas alejadas, La Mojana, por la costa caribe, por cuenta de mi prima pude conocer que solo hay una escuela como para 100 niños en Pasifueres, un pueblo que está muy, muy lejos de mi casa. Allá no hay ni agua ni internet. Los niños, me contó mi prima, estudian con unas fotocopias que les llevan los profesores todos los lunes para repasar sus conocimientos. – La falta de capacitación en las TIC y la baja cobertura en internet en zonas rurales son los principales problemas identificados por los 101 profesores de Enseña por Colombia-.

Como las profesoras de Pasifueres, las mías también fueron muy recursivas. Ellas encontraron páginas en las que podíamos hacer actividades y juegos en línea, como rompecabezas, sopas de letras o concursos para atraer la atención de todos en el salón – somos como 25 -. Además, en los “descansos”, si no entendíamos algún tema nos sugerían conectarnos a un refuerzo. Y, entre el caos, risas y varias reuniones virtuales, conseguimos acabar segundo. Espero que tercero no sea tan difícil.

En este aislamiento no solo me tocó adaptarme a las clases virtuales, también tuve que dejar de lado mis clases de patinaje y de natación. En los primeros días de encierro me ponía brava con facilidad e incluso llegué a tirar la puerta de la impotencia que me daba no poder hacer otras actividades. – El primer gran informe sobre el impacto de la cuarentena en los menores de edad en el país, entregado por el Instituto Colombiano de Neurociencias, aseguró que el 88% de los pequeños tiene signos de haber sido afectado por el confinamiento-.

Varios expertos concluyeron que es normal que con el tiempo las niñas y niños empiecen a experimentar estrés, retraimiento, enojo o agitación por la situación de la pandemia a la que se enfrentan. Solicitarán más tiempo y atención para poder expresar sanamente esas emociones- . Por eso, mi abuelita que es psicóloga, me recomendó acercarme de nuevo a mis amigos del colegio. Con mi mejor amiga, Estefanía, hacemos videollamada todos los viernes. Jugamos, vemos videos, hablamos como lo hacíamos antes.

Ahora ya estoy acostumbrada a toda esta nueva realidad que trajo el coronavirus. Tanto así, que a veces salgo al parque y cuando regreso olvido quitarme el tapabocas. El otro día me senté a comer y no me había dado cuenta que todavía lo traía puesto. Y aunque ya estoy acostumbrada, extraño mucho mi colegio y a mis amigos. Anoche mis papás me preguntaron si quería regresar a clase presencial y entre los tres decidimos que sí, que ya es el momento y que estamos preparados para hacerlo.

Estoy muy feliz de volver a ver a mis amiguitos, sobre todo de reencontrarme con Estefy, y de regresar con mis profesoras. Mis papás ya me advirtieron – y me repiten todo el tiempo – que al ver a mis amigos no podré abrazarlos y que siempre debo usar el tapabocas. También me dicen que recuerde el distanciamiento social y que ya no me puedo sentar muy cerca a ellos, ni siquiera en la hora del almuerzo que era cuando más hablábamos. Y aunque al comienzo será alternancia y todos los de mi curso – mis 25 compañeros – no iremos al tiempo, espero que el próximo año podamos hacer todo lo que no pudimos hacer este año con mis amigos.

* Texto editado por Natalia Pedraza.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/los-ninos-personajes-del-ano-2020/

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Una generación en pausa: los universitarios que detuvieron sus estudios por la pandemia

Las cifras oficiales muestran que la deserción fue menor a la esperada por cuenta del coronavirus, pero las historias, detrás de las estadísticas, muestran otra realidad.

Mathyius Joel García es un estudiante de 20 años que cursaba cuarto semestre del técnico de producción y televisión en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid de Medellín, y por los cambios de la virtualidad que llegaron con el coronavirus, decidió abandonar. “Cuando llegó la pandemia hubo muchas falencias mientras los profesores se adaptaban al sistema digital. La educación, diría, empeoró. Sentí que estaba perdiendo el tiempo”.

La decepción de García con el sistema es anterior a la pandemia, y aunque tenía la idea de retomar en el segundo semestre de 2020, se retiró definitivamente. “La práctica es lo más importante y desde la casa todo es teórico, porque no está el docente que te acompaña y te explica cuando estás haciendo algo mal”.


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La generación en suspenso

Mathyius GarcíaMathyius Joel García es un estudiante de 20 años que cursaba cuarto semestre del técnico de producción y televisión en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid de Medellín, y por los cambios de la virtualidad que llegaron con el coronavirus, decidió abandonar. – Foto: Mathyius García

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¿Qué opinan los estudiantes de la educación en pandemia?

“Uno pone todo de sí, pero después las metas se derrumban de un momento a otro. Es complicado”, dice Miriam con la voz entrecortada porque dejó en espera su sueño de ser panadera, repostera y pastelera. Tuvo que encontrar otra fuente de ingresos para pagar las cuentas y la comida de su hija de dos años, con quien vive sola en el municipio de Girardota, a tan solo media hora de Medellín. “La mayoría de mis compañeros se salieron porque nos aumentaron el costo de la matrícula, y a varios no nos daba el presupuesto”.

Como Miriam hay más estudiantes y así lo reflejan los datos del Ministerio de Educación, según el cual, las IES privadas vieron una disminución en sus matrículas en el segundo semestre de este año. El 13% de las que respondieron la encuesta, vieron una reducción por encima del 30%, mientras que el 30% restante contestaron que fue inferior al 10%.

Miriam GrandaMiriam Granda – Foto: Miriam Granda

Francisco Javier Vargas, de 22 años, estudiante de administración de empresas de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, es parte de las estadísticas. Aplazó el séptimo semestre de su carrera por falta de motivación y por el altísimo precio de la matrícula. “Yo hago parte de muchos grupos culturales de la universidad, trato de sacarle el mayor provecho, al enterarme del poco porcentaje que redujeron la matrícula de todas las carreras hablé con mi familia y tomamos la decisión de retirarme”.

Francisco Javier VargasFrancisco Javier Vargas, de 22 años, estudiante de administración de empresas, aplazó el séptimo semestre de su carrera por falta de motivación y por el altísimo precio de la matrícula. – Foto: Francisco Javier Vargas

Después de un semestre trabajando desde su casa y fuera de los estudios, espera reintegrarse a la universidad en el primer semestre de 2021, con la esperanza de que podrá asistir, por lo menos una vez a la semana, a las instalaciones. “Día tras día, conectarse al mismo computador durante horas, es desgastante. Hace falta cambiar de salón, de ambiente, tener a alguien que te explique cuando no entiendes. Te desmotiva mucho esta situación. Siento que yo ya estudiaba más por cumplir que por aprender”, dice Vargas, refiriéndose al primer semestre de este año, cuando todas las universidades tuvieron que idear alternativas de enseñanza.


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Pero en algunas partes del país, no se trata solamente de las difíciles condiciones de la virtualidad y su frío relacionamiento con los estudiantes, se trata de que no hay plata con qué pagar. Carlos Jhair Murillo, de 26 años, estudia ingeniería de sistemas en la Fundación Universitaria Claretiana (FUCLA) en Quibdó, Chocó. No es la primera vez que tiene que aplazar un semestre porque el dinero no alcanza para llegar a fin de mes. “Tenía la esperanza de continuar, pero nuevamente volvió lo mismo, la parte económica. La pandemia tuvo mucha influencia”.

Carlos Jhair MurilloCarlos Jhair Murillo, de 26 años, estudia ingeniería de sistemas en la Fundación Universitaria Claretiana (FUCLA) en Quibdó, Chocó. No es la primera vez que tiene que aplazar un semestre porque el dinero no alcanza para llegar a fin de mes. – Foto: Carlos Jhair Murillo

Carlos vive con su pareja, con quien se casó en 2019, y aún le quedan siete semestres por cursar. Su meta es regresar el próximo año, aunque todavía no tiene claro cómo financiará la matrícula. Intentó solicitar un crédito del Icetex, pero “es muy complicado, entonces no ha pasado nada con eso”. Su voz cambia inmediatamente ante la idea de volver a clases, se ilusiona. “Me siento contento porque es algo que quiero y estoy muy motivado. Quisiera que el tiempo pasara rápido, estudiar de una vez”.

Por el contrario, María Alejandra Chalapud Romo, joven pastusa de 25 años y madre de un niño de tres años y medio, no tiene claro cuándo regresará a las clases en el Instituto Comfamiliar de Nariño, donde hacía un técnico de peluquería. No puede estudiar virtualmente porque no tiene computador y, desempleada, se mudó a una zona rural para disminuir sus gastos, no tiene internet. “Al ser un curso práctico, además, me parecía que no tenía sentido estudiarlo por en el modelo virtual. No veía cómo iba a aprender”.


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Dos universidades colombianas en el top 10 de Latinoamérica

Hoy, Chalapud Romo está en Pasto, viviendo con su mamá y su hermana. Le urge volver a clase, pues reconoce la estabilidad que el título podría darle. “Esos son los momentos en que pienso ‘¿por qué no he hecho nada con mi vida?’. Lo digo porque si hubiera estudiado, tendría un trabajo, ya sea virtual, presencial, medio tiempo, pero nada”.

La historia se repite por todo el país, jóvenes que por cuenta de la pandemia no pudieron o no quisieron continuar estudiando. El éxodo de los estudiantes preocupa, ¿qué pasará con esta generación en pausa?

Fuente e imagen: https://www.semana.com/

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Colombia: Zozobra en Bahía Solano por desplazamiento masivo tras asesinato de líder indígena

Zozobra en Bahía Solano por desplazamiento masivo tras asesinato de líder indígena

Momentos de zozobra se viven en varias comunidades de Bahía Solano, Chocó. El jueves pasado informó la Defensoría del Pueblo que cerca de las 8:00 a. m. incursionó al parecer el grupo armado ilegal Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC, a la comunidad indígena de Bacurú Purrú, resguardo Río Valle y Boroboro del municipio chocoano.

Allí fue asesinado el líder indígena Miguel Tapí Rito, de 70 años, a quienes varios hombres armados habrían sacado a la fuerza de la comunidad donde residía. Era el gobernador de las comunidades de El Brazo y Bacurú Purrú.

Como consecuencia de ese asesinato y de las presiones de este y otros grupos al margen de la ley, cerca de 280 familias (entre 600 y 700 personas) se desplazaron en la noche de este viernes y mañana de este sábado al corregimiento de El Valle, según la lista más reciente consolidada por el alcalde de Bahía Solano, Úlmer Mosquera.

“Todo se da no solo por el homicidio de este líder indígena, sino por la presencia e intimidaciones del grupo armado ilegal AGC, acompañada de presiones para el reclutamiento de menores; además se les comen los sembrados, una situación compleja”, comenta Luis Murillo, defensor del Pueblo en Chocó.

Este nuevo desplazamiento masivo había sido advertido por la Defensoría del Pueblo meses atrás, a través de la alerta temprana 016 de abril de 2020, en la que se advertía los riesgos sobre ese territorio.

“Hacíamos énfasis en la disputa urbana entre Los Chacales, una banda delincuencial común asociada al narcotráfico y al Eln, y las Agc. Además, en zona rural el enfrentamiento es entre el Eln y las Agc”, dice el funcionario y añade que históricamente siempre ha habido presencia en esa zona de grupos al margen de la ley asociados al narcotráfico, por la ruta del Pacífico.

Sin embargo, en el último año la disputa se ha agudizado. En total han sido asesinadas 17 personas en Bahía Solano en el transcurso del año, un récord histórico según el alcalde Úlmer Mosquera.

El alcalde le solicitó al gobierno departamental y nacional más apoyo policial y recursos para garantizar la alimentación de la población desplazada, que se encuentran ubicada en la Normal Santa Teresita del corregimiento El Valle.

“La administración municipal le está suministrando alimentación desde viernes hasta domingo, pero después del lunes no hay posibilidad de alimentarlos, no tenemos recursos para atender una emergencia de esa magnitud. También carecen de colchonetas, están durmiendo prácticamente en el suelo”, señala a este diario el alcalde.

Las familias desplazadas están en el corregimiento que se encuentra a 30 minutos del casco urbano de Bahía Solano, donde la Defensoría del Pueblo, la personería del municipio y la Alcaldía, atienden a la comunidad.

Las autoridades locales se reunirán este sábado a las 2:00 p. m., en una videoconferencia, con la Mesa de Víctimas del departamento Chocó, para buscar la ayuda y analizar cómo enfrentar la situación.

Según el último reporte presentado por Indepaz, Marcha Patriótica y la Cumbre Agraria Campesina Étnica y Popular, entre el 1 de enero y el 17 de noviembre de este año han sido asesinados 226 líderes sociales y defensores de derechos humanos en 112 municipios del país.

Fuente de la Información: https://www.vanguardia.com/colombia/zozobra-en-bahia-solano-por-desplazamiento-masivo-tras-asesinato-de-lider-indigena-CH3180150

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Colombia: Alarmante cifra de mujeres en riesgo de feminicidio en Bogotá

América del Sur/Colombia/06-12-2020/Autor(a) y Fuente: www.publimetro.co

La Secretaría Distrital de la Mujer dio a conocer que, en lo corrido de este 2020, han sido valoradas por el Instituto Nacional de Medicina Legal 1.223 mujeres en Bogotá «en riesgo de feminicidio». Solo entre el 1 y el 15 de noviembre de 2020, la entidad valoró 31 mujeres.

Hay que señalar que ellas ya cuentan con seguimiento y acompañamiento jurídico y psicosocial por parte de los diferentes equipos de la Secretaría Distrital de la Mujer.

Otras cifras dan cuenta que, entre enero y noviembre de 2020, en Bogotá han sido asesinadas 87 mujeres (el mismo número de mujeres asesinadas en este periodo de tiempo durante 2019). 14 de estos casos fueron tipificados como feminicidios.

MUJERES EN RIESGO DE FEMINICIDIO EN BOGOTÁ 

Estos datos fueron revelados este viernes, en el marco de la conmemoración del 4 de diciembre -Día distrital contra el feminicidio-, cuando precisamente se cumplen cuatro años del lamentable feminicidio de Yuliana Samboní.

“Esta fecha es una oportunidad para honrar la memoria y la vida de las víctimas de feminicidio. También es la ocasión de condenar este delito y rechazar esta máxima expresión de violencia ejercida contra las mujeres. Por eso la invitación es a dar el primer paso, porque el feminicidio es prevenible si Estado y sociedad actuamos en conjunto”, afirmó Diana Rodríguez Franco, Secretaria Distrital de la Mujer.

Fuente  e Imagen: https://www.publimetro.co/co/noticias/2020/12/04/mujeres-en-riesgo-de-feminicidio-en-bogota.html

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