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Argentina y Brasil: libre pensamiento, pecado capital

Por: Vanessa Dourado/Rebelión

“No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar.”

Bertolt Brecht

El término “desideologización” es uno de los más utilizados en los últimos años en Brasil y en la Argentina en los ámbitos políticos y mediáticos. La idea de que hay una posición neutra o desideologizada transmitida en discursos que propagan más democracia y libertad permite evaluar, a través de los hechos concretos, la imprecisión del planteamiento.

Luego de su ascenso a la presidencia del país, Mauricio Macri habló de una “desideologización del comercio exterior”. En una visita a España en el año 2017, el presidente afirmó “el cambio empieza desde la búsqueda de la libertad de derechos, de expresión, de sentirse capaz de elegir, y hay que entender que hay una reforma desde lo económico para fortalecer esta libertad”. Meses después de esta visita, la Amnistía Internacional –en su informe 2017/2018– denunció que había una criminalización contra grupos indígenas y a la protesta social y un retroceso en las políticas migratorias y de los derechos de las mujeres en la Argentina.

Asimismo, los últimos informes del Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC), indican que la pobreza alcanzó un 33,6% y un 10% de la población está desocupada. Especialistas de varios institutos prevén un futuro aún más difícil y un aumento en la pobreza y de la desigualdad estructural en el país.

A pesar de la nítida situación del país frente a las reformas desde lo económico aplicadas por el gobierno, la respuesta hacia la sociedad es violenta y autoritaria. Hechos que se pueden notar en el fuerte aparato represor armado para la cumbre del G-20, seguida de amenazas y persecuciones a los movimientos sociales. La libertad de expresión y de pensamiento también se ve amenazada.

El último 20 de diciembre, se tornó público la desvinculación del Dr. Julio C. Gambina de la Facultad de Ciencias Económicas, Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de San Luís (FCJES-UNSL) por supuestas diferencias políticas e ideológicas. Gambina es presidente alterno de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA) y un intelectual reconocido internacionalmente. Sin embargo, la decisión del decano de la FCJES parece seguir la misma línea de los últimos hechos de persecución a docentes en Brasil.

Entre los años 1964 y 1985 –período de la dictadura cívico-militar-eclesiástica brasilera­­– la Universidad de São Paulo (USP) fue marcada por graves violaciones a los DD.HH. Entre otras prácticas, estaba la persecución política e ideológica a docentes, funcionarios y estudiantes, relatada en el informe de la Comisión Nacional de la Verdad de la USP que tiene por objetivo también difundir estos hechos históricos de forma que no se repitan. No obstante, desde del año 2017, utilizando el argumento de que hay una amenaza de “adoctrinamiento ideológico” y en línea con la llamada “Escuela Sin Partido” –movimiento creado en 2014 contra un supuesto abuso de la libertad de enseñar– el poder judicial brasileiro viene persiguiendo a docentes de varias universidades. En mayo de 2017, el docente André Luiz Monteiro Mayer, de la carrera de Servicio Social de la Universidad de Federal de Ouro Preto (UFOP) recibió un orden judicial que le prohibía promover estudios sobre el autor Carlos Marx. Durante la campaña electoral de este año, 13 universidades públicas fueron prohibidas, vía judicial, de utilizar símbolos anti-fascistas y dar clases con contenido anti-fascista.

Bolsonaro, quien empezará su mandato el 1° de enero, es un defensor del proyecto Escuela Sin Partido y promete no tolerar ningún tipo de “ideología izquierdista o de género” en el sistema educativo. Su futuro Ministro de Educación, el colombiano Ricardo Vélez Rodríguez, más allá de estar aliñado con Bolsonaro, también cree que el futuro de educación está en la iniciativa privada.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250569

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Chile: Academia Libre abre postulación a sus cursos gratuitos para 2019

Redacción: La Tercera

La casa de estudios, que impulsa en Chile el libre acceso a la enseñanza superior, extenderá el proceso hasta el día 9 de febrero.

Al cumplir 11 años de existencia, Academia Libre dio la partida al proceso de postulación a su comunidad de estudios para el período lectivo 2019.
La entidad, que defiende el carácter gratuito de la enseñanza, el acceso a programas de calidad y el aprendizaje en un contexto participativo en las áreas de docencia, investigación y extensión, impartirá, en régimen anual, los cursos de Filosofía y de Introducción a la Psicología, además de una serie de seminarios, entre los que se cuentan el de Estudios sobre la Mujer y el de Estética de la Creación Artística.
Para postular, los interesados deben enviar a academialibrecorreo@gmail.com un ensayo o artículo de autoría propia, de tema libre y en un máximo de dos páginas mecanografiadas.
El plazo para dicho envío expira impostergablemente el 9 de febrero, fecha a partir de la cual el jurado evaluará los trabajos recibidos. Quienes resulten preseleccionados deberán presentarse el sábado 23 de febrero a una entrevista que versa tanto sobre el ensayo presentado como sobre las normas de Academia Libre, para efectos de la selección final.
Las clases comenzarán el sábado 16 de marzo: a las 10.00 horas para los seminarios; a las 14.00 para el curso de Filosofía; a las 15.35 para el trabajo colectivo; a las 16.45 para el curso de Introducción a la Psicología.
Los programas de estudios tendrán lugar en las dependencias de la patrimonial Casa del Escritor, ubicada en Almirante Simpson 7, Providencia (Metro Baquedano).
Por otra parte, la ya tradicional comunidad de estudios ha programado para este año diversas actividades, entre las que destacan la publicación de un libro sobre historia de la educación, el desarrollo de investigación colectiva, la exhibición de cine, la realización de clases en la cárcel y el despliegue de un programa radial de alcance nacional sobre educación, actualidad científica y arte.
Fuente: https://www.latercera.com/nacional/noticia/academia-libre-abre-postulacion-cursos-gratuitos-2019/459710/
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Guía para hombres: acciones para conseguir una sociedad en la que las mujeres vivan sin miedo

Por: Toño Fragua

No des por hecho que no das miedo. Tú también puedes ser percibido como una amenaza. Analiza el contexto y ponte en el lugar de las mujeres
Un grupo de expertos y hombres con voluntad feminista proponen y analizan qué hacer y qué no hacer. Son 12 medidas
Si en tu camino te toca andar detrás de una mujer que va sola en una calle o área aislada, cámbiate de acera e intenta adelantarla entrando en su campo visual. Si no es posible, adelántala rápido o detente y deja que se aleje

 

No mates, no violes, no agredas, no acoses, no amenaces, no insultes a nadie hoy. Y no insistas. Esta debería ser la única guía que tendrían que seguir al pie de la letra los hombres para acabar con la violencia machista. Ojalá no fuese necesario nada más; pero desgraciadamente no es así. Guías hay muchas, pero dirigidas a mujeres. Son enumeraciones de consejos sobre cómo minimizar los riesgos ante una posible agresión machista: caminar en grupo, por zonas iluminadas, pactar una palabra de seguridad con una amiga ante una situación de peligro, tener en el marcado rápido del móvil el número de la policía… Así, es fácil pensar que la responsabilidad de que no las violen y las maten es de ellas si no cumplen las recomendaciones de la guía; pero, ¿y los hombres?, ¿podemos hacer algo los hombres para minimizar la sensación de inseguridad, además de no matar, violar, agredir, acosar, amenazar, insultar e insistir?

Un grupo de expertos y ciudadanos con voluntad feminista proponen y analizan qué hacer y qué no hacer. Son 12 medidas.

1) Lo primero que hay tener en cuenta es una obviedad: no todas las mujeres son iguales y no a todas les incomoda lo mismo. Habla con amigas y con mujeres de tu familia sobre sus experiencias de acoso, miedo e intimidación. Es el primer paso para ponerte en su lugar, es decir, para empatizar.

2) Asume que, en determinados contextos, la mera presencia de un hombre ya puede ser percibida como una amenaza. ¿En qué contextos? En muchos. En una calle solitaria, en mitad del campo, en un ascensor, en una consulta médica, en una visita a domicilio. En general, en cualquier situación que suponga quedarse a solas con una mujer, aunque sea en un espacio público.

“Es muy duro el proceso de reconocer que ‘te pueden ver como a una amenaza’. Que perteneces a una mayoría opresora. Tú (yo), que nunca has hecho nada a nadie. Tú, que piensas que al estar solo en la calle con una mujer te partirías la cara por defenderla y en realidad aumentas su inseguridad con tu presencia… Una vez que comprendes eso y ‘pasas el duelo’ por ser hombre (en el contexto de que vivimos en una sociedad en la que regularmente hombres vejan -y matan- a mujeres por el hecho de ser mujeres) se vuelve más sencillo. Pero no es fácil”, señala el periodista y activista Stéphane M. Grueso.

Desde la asociación Masculinidades Beta (MMβ), Patricia Del Rosal, Iñaki Alastrué y Miguel Lázaro indican que los hombres suelen adoptar una “actitud defensiva” cuando se les hace ver que pueden ser percibidos como una amenaza. “Tenemos que dejar de quejarnos y empezar a reflexionar si estamos contribuyendo a que cambien las cosas”, afirman.

Afortunadamente, cada vez son más los hombres que se interrogan sobre estas cuestiones, sobre cómo “minimizar la sensación de amenaza”, en palabras de David Kaplún, secretario de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE). Ese debate está también cada vez más presente entre grupos de amigos y en redes sociales.

3) En cualquier situación de soledad junto a una mujer desconocida evita comunicar tu intención de ‘tranquilizar’. No te dirijas a la mujer con expresiones del tipo ‘no voy a hacerte nada’, o ‘tranquila’. Es obvio que estas palabras tendrán el efecto contrario. Simplemente, no te dirijas a ella. Ni con gestos, ni silbando ‘tranquilizadoramente’. “El hecho de que un hombre te ignore te hace sentir segura”, señala Patricia del Rosal, de MMβ.

«Anoche, salí del portal en el momento que subía por la calle una chica joven. Íbamos en la misma dirección y caminaba detrás de ella. Hasta que me di cuenta de que estaba acelerando el paso. Giré en la siguiente esquina. Nunca había sido consciente de que yo pudiera dar miedo.» (Twitt de 

4) Si en tu camino te toca andar detrás de una mujer que va sola en una calle o área aislada, cámbiate de acera e intenta adelantarla entrando en su campo visual. Si no es posible, adelántala rápido o detente y deja que se aleje. O bien elige una ruta alternativa. A estas alturas ya habrás entendido que se trata de que no camines detrás de una mujer, ni cerca de ella (aunque vayas por delante). Da igual si es de día o de noche. Evidentemente de noche la sensación de amenaza se acrecienta; pero de día también existe.

“Si estoy en un parking de noche y coincido con una mujer, también me hago visible enseguida. E incluso alguna vez he sacado el móvil y he fingido una conversación para que me oyera la voz y se quedara tranquila. Eso solo lo hice una vez porque la chica con la que coincidí parecía un poco nerviosa con mi presencia”, apunta Manuel C., publicista.

5) Si vas en grupo con otros hombres caminando detrás de una mujer que va sola en una calle o área aislada, deteneos y esperad hasta que se aleje y la perdáis de vista. Además, evita los gritos y los cánticos de cualquier tipo. “No sólo intimida nuestra presencia, también intimida nuestra voz, por lo tanto, sé consciente del volumen en el que hablas cuando usas el espacio público”, indican desde la AHIGE

6) Acompañar o no acompañar. “Si conoces a la chica, no des por sentado que se sentirá más segura si va contigo, en caso de que hagáis un recorrido similar, pregúntale si quiere que la acompañes”, señala David Kaplún. Es importante no insistir, respetar su voluntad. “La caballerosidad no es lo mismo que tener educación”, apunta Patricia del Rosal.

7) El ascensor. Desde MMβ recomiendan distinguir si es un ascensor de trabajo, si el de la propia casa, si es un edificio concurrido… En general, si una mujer y tú estáis esperando un ascensor y vais a subir solos, opta con naturalidad por la escalera (como si lo hicieses habitualmente) o deja que suba ella sola primero. Si varias personas vais en un ascensor y ves que se bajan todas menos una mujer, no la escrutes cuando os quedéis solos. Mira el móvil. Métete en tus asuntos. Si una mujer y tú vais a subir unas escaleras, sube tú primero.

“La mirada es importante. Los hombres tenemos el privilegio de escudriñar, de escrutar, de mirar de arriba abajo. Esto es intimidatorio y hay mujeres que pueden sufrirlo decenas de veces al día”, señala Miguel Lázaro.

«Voy a contar algo. Una noche regresaba tarde a casa. Era en Madrid, a esas horas de pocos taxis y mucha borrachera. Iba solo y de repente noté unos pasos detrás de mí. El pulso se me aceleró. Es la reacción innata ante la señal de alarma, el posible peligro.
(Twitt de 
 
8) En un vagón de tren o metro vacíos, en un andén o en una estación vacíos, sitúate lo más lejos posible de ella. Si os toca bajaros en el mismo sitio, quédate en el andén durante unos minutos, hasta que ella se haya ido. Stéphane M. Grueso apunta: “Si voy solo con una mujer en un vagón de metro o algo así me muestro tranquilo y reservado”.

9) El ocio, salir de fiesta, ligar: Desde MMβ proponen reinterpretar el ocio masculino. Las dinámicas masculinas suelen girar en torno al hecho de ‘salir a ligar’. Esa no es necesariamente la dinámica femenina. “Muchas chicas salen simplemente para pasarlo bien, con sus amigas, amigos o con quien sea”, señalan desde esta asociación. Los hombres tenemos que plantearnos ante todo “no molestar”.

10) El cortejo, el rechazo: No piropees a las mujeres, especialmente a desconocidas, ni comentes su indumentaria. Aunque consideres que es un comentario elogioso. No existe el ‘derecho a elogiar’. Sí existe el derecho a la seguridad, y a la sensación de seguridad. Además de la mirada cosificadora que ya hemos comentado, otra actitud masculina que genera miedo es el no saber aceptar un ‘no’ por respuesta.

“Los hombres tienen que aprender a aceptar el rechazo y cuestionarse por qué a veces incluso erotizan el rechazo e incluso el miedo de una mujer”, señala Patricia Del Rosal. “En general, a nosotras se nos baja el deseo cuando un hombre pasa de nosotras, a ellos les ocurre al revés”, añade. “Lo aconsejable es erotizar el consentimiento (es decir, el deseo), y no erotizar ni la intimidación, ni el rechazo, ni la conquista”. Esta experta hace hincapié en la necesidad de que los hombres no insistamos cuando recibimos una negativa. “Parece que insistir no es violento, porque son solo palabras, pero sí lo es. Hay un lema feminista famoso: ‘insistir es acosar y acosar es agredir”.

Pregúntate por qué nunca escrutas o intentas ligar con una chica que va acompañada de un hombre. Pregúntate cómo te comportas en presencia de otro hombre y por qué. En la misma línea, pregúntate por qué no haces ciertos comentarios cuando hay una mujer delante.

11) Si ves que un hombre está molestando a una mujer, desde MMβ recomiendan intervenir. Una opción es distraer al acosador. Preguntarle algo para despistarlo y darle a la mujer la oportunidad de irse. Los hombres debemos posicionarnos frente a otros hombres. “Hay que romper el pacto tácito entre machos sobre cómo comportarse con la mujeres”, apunta Iñaki Alastrué.

12) Grupos de Whatsapp. Este posicionamiento tiene que hacerse también en los grupos de Whatsapp donde hay comentarios machistas, cosificadores, denigrantes e incluso amenazantes hacia las mujeres. “Los hombres feministas debemos incomodar a nuestros pares”, apunta Miguel Lázaro. “A veces en esos grupos se produce el ‘efecto espectador’: hombres que no están de acuerdo con lo que leen pero no dicen nada”. Es importante llamar la atención, porque eso puede animar a otros hombres de ese grupo a expresarse. Llegado el caso incluso es bueno abandonar el grupo. “Cuando no te posicionas eres cómplice. Hay que pedir responsabilidad a otros hombres sobre su propio comportamiento”, señalan desde MMβ.

En resumen y con independencia del contexto: piensa si en la situación en la que estás puedes ser percibido como una amenaza y, en caso afirmativo, haz que esa situación no se prolongue. Y otra cosa: suscita este debate entre tus amigos y en tu entorno laboral.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=250532

 

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Universidad de Cartagena se pronuncia sobre desalojo a estudiantes

Redacción: El Colombiano

Luego de que los estudiantes de la Universidad de Cartagena denunciaran esta mañana que fueron desalojados de manera arbitraria de las instalaciones del Campus San Pablo y Claustro de San Agustín por integrantes de la fuerza pública, la institución emitió un comunicado en el que afirma que le solicitó a la Policía Nacional realizar el desbloqueo del ingreso en salvaguarda de la integridad y uso apropiado de los bienes de infraestructura del plantel educativo.

Según la Universidad, el ingreso a los campus se realizó en la madrugada de este domingo, sin que mediara fuerza alguna, y luego de que la institución educativa por vía del Consejo Académico, Consejo Superior y diversas comisiones integradas por Vicerrectores y funcionarios de la Personería y Defensoría del Pueblo insistiera durante estos dos últimos meses en que se desbloqueara el ingreso al Campus San Pablo principalmente, y en su momento al Claustro San Agustín.

La Universidad de Cartagena cesó actividades administrativas el pasado 21 de diciembre y retomará hasta el 17 de enero de 2019, así quedó acordado en un consejo académico entre el Gobierno Nacional y la Mesa de Diálogo para la construcción de Acuerdos para la Educación Superior Pública entre los representantes del movimiento estudiantil y profesoral (Fenares, Unees, Acrees, Aspu y otros).

En ese sentido, la institución, que en múltiples formas se ha manifestado en contra de la vías de hecho de bloqueo de campus, no estima procedente que se mantenga ni bloqueo a ingreso ni pernoctación en las sedes, independiente que sean los mismos estudiantes quienes deban decidir mediante Asamblea General si regresan a las aulas o no luego de la reprogramación del calendario académico realizado por el Consejo Académico, que fija la fecha de ingreso el próximo 21 de enero de 2019.

De acuerdo con el comunicado, las directivas académicas de la universidad, a través de diferentes resoluciones, conminaron a estos estudiantes (15 en San Pablo y aproximadamente 8 en San Agustín) a que desalojaran los espacios debido a la responsabilidad que se tiene de los mismos. El Consejo Académico integró una comisión de vicerrectores y decanos y con el acompañamiento permanente de la Personería, la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría con el fin de solucionar la situación, pero no obtuvieron respuesta por parte de los mismos.

Esta misma negativa se manifestó durante un corto cese de actividades en noviembre, pese a ello el 18 de diciembre en vísperas de las vacaciones colectivas de la institución, se creó una nueva comisión integrada por vicerrectores y decanos para que con su orientación pedagógica se acercaran a los estudiantes para lograr una desocupación pacifica, todo esto con el acompañamiento de la Defensoría del Pueblo, Procuraduría y Personería.

El 19 de diciembre, la comisión presentó un informe de la visita al campus San Pablo donde comunicaba que no les permitieron el ingreso al tiempo que los estudiantes proponían una nueva fecha para reunirse. El 20 de diciembre, el rector Edgar Parra asistió personalmente a la Defensoría del Pueblo y producto de una reunión sostenida con el defensor Dr. Roberto Vélez Cabrales, los delegados de la Defensoría realizaron una visita al campus San Pablo para dialogar con los estudiantes; ese mismo día directivas de la Universidad solicitaron restablecer el diálogo para lograr la desocupación pacifica y no permitieron la entrada.

Fuente: http://www.elcolombiano.com/colombia/educacion/universidad-de-cartagena-se-pronuncia-sobre-desalojo-a-estudiantes-BJ9931175

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La expansión del movimiento mapuche

Por: Raúl Zibecchi

Saliendo de Temuco,  corazón del territorio mapuche, las extensas plantaciones de pinos envuelven aldeas y pueblos, como olas que se ciernen sobre las gentes de la tierra, alambradas naturales de un descomunal campo de concentración. Las carreteras y caminos atestadas de carabineros en sus camionetas verdes, complementan el cerco de las plantaciones con un asedio implacable, tatuado en fuego y metralla sobre cuerpos morenos.

Las vendedoras en torno al mercado de Temuco están siendo desplazadas por una orden municipal, que los armados ejecutan con puntual soberbia. Ellas siguen acudiendo, cobijadas en una amplia clientela que persiste en comprarles pese a las amenazas de multas. Colgaron cantidad de globos negros cuando supieron del asesinato por la espalda de Camilo Catrillanca, el 14 de noviembre, en la comunidad de Temucuicui.

Quien quiera conocer más detalles del crimen, de las mentiras del poder y de la crisis política que acorrala al gobierno, puede acudir a la página mapuexpress.org, donde no le faltará información.

Lo que sigue es el resultado de intercambios y escuchas con miembros de diversas organizaciones, urbanas y rurales, de comuneros y académicos, presos políticos y familiares, estudiantes y feministas, recogidas en Santiago y Temuco durante los primeros días de diciembre.

El primer punto es constatar la expansión territorial del movimiento mapuche. En la Araucanía o Wallpampu no dejan de recuperar tierras, cuestión que fortalece a las comunidades que estaban cercadas y sometidas en reducciones. Siguen con el agua al cuello, pero empiezan a respirar, por eso las arremetidas del poder que no ha logrado frenarlas en la última década, digamos entre los asesinatos de Matías Catrileo (2008) y Camilo Catrillanca (2018).

En algunas áreas, como el triángulo entre Ercilla (al norte de Temuco), la costa de Tirúa y Loncoche (al sur), las recuperaciones de tierras van conformando una mancha de poder comunitario mapuche. Un ejemplo: en las mil 200 hectáreas del ex fundo Alaska, recuperado en 2002, viven hoy dos comunidades (Temucuicui Tradicional y la Autónoma), en tierras que fueron de la Forestal Mininco del grupo Matte, que posee 700 mil hectáreas usurpadas a las comunidades.

El segundo, es constatar la multiplicación de organizaciones de todo tipo, en todo lugar, tanto en Wallmapu como en las grandes ciudades. La Coordinadora de Organizaciones de Estudiantes Mapuche (COEM), en Santiago, formada hace cuatro años, reúne agrupaciones de casi todas las universidades y han creado una escuela de mujeres indígenas que defienden un feminismo mapuche. Ellas se definen como antipatriarcales pero no feministas porque, como señala Angélica Valderrama, de Mapuexpress, no queremos pensar nuestra realidad con los parámetros del feminismo blanco.

La Comunidad de Historia Mapuche forma parte de este notable crecimiento y diversificación del movimiento, lo que Simona Mayo define como la multi sectoralidad de la organización mapuche. Varios colectivos que podrían definirse como defensores de los derechos humanos, integran esta diversidad y, en algún caso, se consideran mapuche porque han asumido esa identidad aún teniendo piel blanca.

El tercero, el más sorprendente para quien escribe, es la creación de espacios mixtos (integrados por mapuche y huincas o blancos), como algo natural y normalizado, sin que existan jerarquías en el seno de los colectivos. Tanto la COEM como el colectivo de información Mapuexpress, son espacios de mapuches y blancos, así como varios grupos feministas, ambientalistas y estudiantiles.

Se están construyendo sujetos heterogéneos, como destacó el historiador Claudio Alvarado Lincopi en un conversatorio, algo que no está pudiendo hacer la izquierda porque en su endogamia sólo le valen sus propias tradiciones. Estos espacios mixtos así como el feminismo mapuche, casi no existían una década atrás, o bien eran muy incipientes, pero están floreciendo y multiplicándose de forma exponencial.

El cuarto, es la expansión de la lengua mapuche, el mapudugun, en lugares insospechables, como barrios populares y de clase media urbana. En la Villa Olímpica, en la comuna de Ñuñoa, barrio de clase media de Santiago, la hija de mi anfitriona estudia mapudungun en su escuela, por propia elección. Lo mismo sucede en otras tres escuelas del distrito. Hay consenso en la extraordinaria expansión de la lengua mapuche, mucho más allá de las fronteras de Wallmapu.

El quinto, es la masiva reacción de la población chilena ante el asesinato de Catrillanca. Hubo movilizaciones en por lo menos 30 ciudades de todo el país, incluyendo las del lejano norte. En Santiago se registraron en los días siguientes alrededor de 100 cortes de calle, con barricadas y hogueras, durante horas, con cientos de vecinos. Los que no salían a la calle, golpearon cacerolas en barrios enteros, sobre todo en la periferia. En algunas zonas las movilizaciones se prolongaron durante 15 días.

Esto revela que el pueblo mapuche se ha convertido en referencia para la enorme porción de chilenos y chilenas que albergan sentimientos antisistémicos, en un país donde la mitad de la población nunca vota. La tenaz resistencia del pueblo mapuche y la mediocridad de las izquierdas, lo colocaron en ese lugar, pese a las campañas en su contra.

Por último, destacar la importancia estratégica del Manifiesto de Temucuicui emitido el primero de diciembre ante una multitud concentrada en la comunidad donde fue asesinado Camilo. Defiende la desmilitarización de Wallmapu, el derecho al territorio ancestral con un llamado a las comunidades a fortalecer el ejercicio de recuperación y control territorial, y a formar una comisión de esclarecimiento histórico que recupere la verdad de cómo fue ocupado su territorio por el Estado de Chile (goo.gl/8dN3gg).

En el ejercicio de su libre determinación, todas las corrientes mapuche finalizan con un llamado a la desobediencia como forma de hacer realidad la descolonización.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=250615

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Argentina: Nelsón Castro cruzó con dureza a la ministra de Educación de la Ciudad por el cierre de escuelas nocturnas para adultos

Redacción: Clarín

El periodista mantuvo un tenso debate con Soledad Acuña y calificó de “disparate” y “vergüenza” la decisión del Gobierno porteño.

El periodista Nelson Castro y la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña, mantuvieron un fuerte cruce por la decisión del Gobierno porteño de descontinuar el plan de estudios en 14 escuelas nocturnas para jóvenes y adultos que, según la administración de Horacio Rodríguez Larreta, está desactualizado.

«Es un trabajo que venimos haciendo hace varios años para armar una mejor oferta educativa para personas que tienen que terminar la escuela primaria o secundaria. Trabajamos para flexibilizar los planes de estudio para que sean modulares y no graduales”, explicó la funcionaria porteña por Radio Continental.

Y añadió: “Estas escuelas que no están iniciando el año que viene tienen una orientación comercial, con planes de estudio viejos, muy baja matrícula y una tasa de egreso escasa”.

Rápidamente, el periodista la cuestionó. “Es un disparate lo que están haciendo. ¿Por qué no se puede hacer con escuelas abiertas? Conceptualmente, están cerrando escuelas. De la explicación que quiera, pero están cerrando escuelas”, lanzó.

“No tienen estudiantes”, buscó justificar Acuña, pero Castro una vez más salió al cruce: “No importa, que no tenga ahora no quiere decir que no tengan mañana”.

Otro momento tenso fue cuando el periodista le consultó a la ministra si era docente. Y ante la negativa, le retrucó: “Se nota. Solamente alguien que no es docente puede decir lo que usted dice”.

Protestas frente al Comercial N°3 Hipólito Vieytes, en Caballito.

Protestas frente al Comercial N°3 Hipólito Vieytes, en Caballito.

Acuña intentó explicar que el “interés es dar una oferta más realista, que otorgue la opción de terminar a los jóvenes o adultos que no han podido terminar la escuela en otro momento y ahora lo necesitan por un tema laboral”.

Lejos de bajar la tensión, Castro cerró: “Lo que le quiero decir que cualquiera fuera la modalidad, ahora va a haber más alumnos en esos cursos. ¿Por qué no poner la modalidad nueva en los establecimientos que ya funcionan? Esto es una vergüenza”.

Argumentando que su plan de estudios era del año 1974, el Gobierno porteño dispuso la discontinuidad del plan de estudio de los comerciales nocturnos de 4 años. A los actuales alumnos les garantizan la continuidad hasta recibirse, pero ya no se abrirán nuevos cursos 2019.

Los jóvenes –mayores de 16 años- que quieran estudiar comercial deberán optar por alguna de las 121 otras opciones educativas que les ofrece el sistema educativo, 90 de las cuales funcionan a la noche. En las escuelas para adultos porteñas hoy estudian 39.508 estudiantes.

Fuente: https://www.clarin.com/ciudades/nelson-castro-cruzo-dureza-ministra-educacion-ciudad-cierre-escuelas-nocturnas-adultos_0_emFTuC3QF.html

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Entrevista a David Casassas «El trabajo asalariado, en condiciones de desposesión, es incompatible con la libertad republicana»

Por: Dani Domínguez

Apuntes de clase

 

«La renta básica está fuera del lenguaje de los políticos que se están presentando a elecciones porque hacen cálculos cortoplacistas bastante malos», critica el autor.

“Hay una guerra de clase y los ricos la vamos ganando”, decía Warren Buffet. David Casassas, profesor de la Universidad de Barcelona, explica cómo la clase obrera debe levantar la mirada del suelo y reapropiarse de su vida después de la desposesión a la que ha estado sometida históricamente. En su nuevo libro Libertad incondicional. La renta básica en la revolución democrática   (Paidós, 2018) sitúa a la renta básica como condición obligatoria a la hora de poder mirar al frente, de poseer capacidad de negociación… es decir, de tener alguna posibilidad en esa guerra de clase en la que Buffet se sentía ganador. Para Casassas, renta básica significa libertad pero también democracia y por ello responde a las críticas que vienen tanto de derecha como de izquierda.

En ocasiones hablamos de renta básica dando por hecho que el total de la población comprende de qué se habla, pero no siempre es así. ¿Qué es exactamente la renta básica?

La renta básica es una prestación monetaria pagada por las instituciones públicas a todo ciudadano o ciudadana por el mero hecho de serlo y con arreglo a tres grandes principios. El primero es el principio de individualidad, es decir, lo perciben las personas y no los hogares, algo muy importante en clave de género, por ejemplo. También estaría el principio de universalidad, por el cual lo recibiría el conjunto de la población. Finalmente, tenemos el principio de incondicionalidad, lo que significa que la renta básica se percibe con independencia de cualquier circunstancia que acompañe nuestra existencia, como por ejemplo, otras fuentes de ingresos, realización o no de trabajo remunerado… Además, habría una cuarta cuestión y es que, para que la renta básica tenga potencial emancipatorio, debe estar situada por lo menos en el nivel del umbral de la pobreza. Ha de garantizar una existencia en condiciones de dignidad.

Su nuevo libro se titula Libertad incondicional. La renta básica en la revolución democrática . ¿Qué ideal de libertad es el que se propone en el libro? ¿No tenemos libertad en la actualidad?

En el universo liberal, que atraviesa el mundo en el que estamos, sobrevuela siempre la idea de que somos libres porque mantenemos entre nosotros relaciones meramente psicológicas. Si yo prefiero manzanas y tú prefieres peras y yo tengo peras y tú tienes manzanas, podemos intercambiarlas con total libertad. Es así de sencillo. Aquí, pues, no hay relaciones de poder. Del mismo modo, yo tengo aversión al riesgo y tu propensión al riesgo, por eso tú te haces empresario y yo me hago trabajador, porque no me va el frenesí de llevar una empresa y a ti sí. Esto es ideal, porque tus preferencias y las más se complementan y firmamos un contrato libre y voluntario. Esta es la visión liberal del mundo, que es un absoluto sarcasmo porque el mundo está plagado de relaciones de poder.

Ante esto debemos recurrir a la tradición republicana, que lleva de la mano una descripción del mundo mejor que nos dice que el mundo es conflictivo porque en él los recursos son escasos, lo que es fuente de relaciones de poder. Ello nos permite hacernos con una definición de libertad mucho más robusta, más seria y más acorde con lo que hay. Esta definición nos dice que somos libres cuando no tenemos que pedir permiso para vivir de forma cotidiana, es decir, que somos libres cuando vivimos ajenos a la discrecionalidad de otros. Por eso es importante que haya recursos de partida para todos y para todas, para así poder vivir en la empresa sin tener que agachar la mirada cuando estás delante de un jefe, y, si es preciso, para salir de esa empresa. La libertad, pues, implica independencia personal material y simbólicamente fundamentada, lo cual no significa que nos tengamos que convertir en átomos aislados. Sin estas condiciones, no se puede hablar de libertad. Los liberales pueden contar cuentos, pero cualquier análisis mínimamente serio de la libertad nos lleva a afirmar que ser libre es algo distinto a firmar contratos supuestamente voluntarios con total despreocupación con respecto a las condiciones sociales bajo las que los firmamos.

Pero siempre se nos dice que tenemos la libertad de rechazar un trabajo en el caso de que las condiciones no nos parezcan idóneas…

Es una afirmación falsa. Lo sabemos todos. En el capitalismo, repito: en el capitalismo, el trabajo asalariado toma forma como resultado de amplísimos procesos de desposesión de las grandes mayorías sociales que empiezan hace por lo menos cinco siglos y que hoy siguen en funcionamiento y que obligan a muchos y muchas a precipitarnos a los mercados de trabajo a cazar lo que se nos eche… cuando se nos echa.

Todo esto nos lleva a unas asimetrías de poder gigantes. Aristóteles hablaba del trabajo asalariado como una esclavitud a tiempo parcial, en el sentido de que cuando firmamos un contrato de este tipo, precisamente por hacerlo en condiciones de desposesión no podemos aguantar la mirada a la persona que nos contrata para así poder decir y co-determinar cómo queremos realizar ese trabajo. Del mismo modo, tampoco podemos decir, sencillamente, que nos negamos a realizar ese trabajo que nos parece indigno. En este sentido, advertido también por Marx, el trabajo asalariado bajo el capitalismo se convierte en algo muy similar a la esclavitud, con lo que debemos plantearnos si queremos limitarnos a regular esa “esclavitud a tiempo parcial” o si queremos optar por otras alternativas de trabajo y de vida.

Hubo una época en la que la renta básica estuvo en el centro del debate político, pero ahora parece que es un término que se ha alejado del lenguaje político. ¿Por qué?

La renta básica está lejos del lenguaje de los políticos que se están presentando hoy a elecciones porque hacen cálculos cortoplacistas bastante malos (déjame que polemice un poco). Pero la renta básica está en la arena social y política de la mano de otros muchos actores, incluidas ciertas bases de los partidos de esos políticos. Es cierto que tras la irrupción de Podemos oímos estas dos palabras en los medios de comunicación con especial intensidad, pero el avance social de la renta básica venía de mucho más atrás, de antes del 15-M. Hace años que mucha gente trabajadora se dio cuenta de que ni los escombros de la precariedad neoliberal ni la rigidez propia del fordismo pueden conducirnos a una vida deseable, y que tenemos que apropiarnos incondicionalmente de recursos para, a partir de ahí, reapropiarnos de nuestras vidas, de vidas dignas de ser vividas.

Lo que ocurre en la política partidista es que hay estrategas no demasiado avispados -y, aunque no lo parezca, lo digo con respeto, porque soy consciente de la dificultad que su tarea entraña- que tienen la mirada puesta en el corto plazo, lo que los lleva a suponer que a la gente todavía les va a chirriar esta filosofía del “algo a cambio de nada”. Por eso lo esconden en sus programas electorales, aunque sepan que la renta básica es el horizonte. Yo creo que es un gran error y a Andalucía me remito. No podemos estar instalados en la mera resistencia frente al chorreo de la desposesión capitalista, tenemos que pasar a la política de la esperanza, a una política que apunte a la posibilidad de vidas más ordenadas con arreglo a criterios humanos y humanizadores. Y cuando esto se deja por el camino debido a cálculos electorales creo que errados, nos encontramos con que aparece un partido como Vox que dice que quiere reconquistar yo que sé qué, y resulta que la gente va y les vota. Y el caso es que nosotros también aspiramos a reconquistar algo, y mucho más ilusionante: se trata de volvernos a hacer con las vidas robadas, con las vidas dañadas por el paso del rodillo neoliberal y capitalista en general. Pero, por lo visto, no nos atrevemos a decirlo ahora, cuando en el 15-M sí que lo dijimos: de hecho, estaba en el corazón de nuestros sueños. De ahí que la renta básica resonara tanto.

Se acusa a la renta básica de un efecto desincentivador del empleo. Sin embargo, asegura en su libro que “junto a los afectos, los trabajos, en plural, son aquello que pueden dotar a una vida de verdadero sentido”. ¿Qué es exactamente el trabajo? Muchas personas aseguran que si no es remunerado, no es trabajo.

rabajo es cualquier actividad, individual o colectiva, que aporte valor a nuestras vidas, a nuestras sociedades, y que ayude a satisfacer necesidades humanas. Esto incluye multitud de tareas remuneradas y muchas otras que no se remuneran -estoy pensando, muy especialmente, en el trabajo de cuidados, pero también en muchos otros tipos de trabajo voluntario que aportan mucho a la sociedad y a nosotros de forma individual. De entrada, pues, tenemos que abrir la mirada para entender que tipos de trabajo hay muchos. El trabajo va mucho más allá de las actividades remuneradas. Y por cierto, dentro del conjunto del trabajo remunerado, el trabajo asalariado constituye sólo un subconjunto: el trabajo que realizamos en el seno de cooperativas también es trabajo. En definitiva, hemos de seguir insistiendo en que “trabajo” es algo que incluye el trabajo asalariado, pero que puede trascenderlo, y de qué manera.

Luego tenemos el problema de los incentivos, que tú señalas. Y ahí se abre un diálogo tanto con la derecha como con la izquierda. La derecha dice que la renta básica serviría para alimentar a los vagos, que la gente no va a querer trabajar. Y a esa gente hay que decirle que ¡por supuesto que la gente no va a querer hacer los “trabajos de mierda” de los que habla David Graeber!Necesitamos poder rechazar empleos que nos alienan no para tumbarnos a la bartola, sino para poder abrirnos a otros muchos tipos de trabajo que realmente vayan con nosotros. A los liberales debemos recordarles que el capitalismo es un sistema tremendamente ineficiente porque, obligándonos a agarrarnos al primer empleo que se nos ofrece -así funciona la vida de la gente desposeída-, sepulta todos nuestros talentos, nuestras capacidades, nuestro deseo de emprender caminos sentidos como propios.

La izquierda, por su parte, suele decir todo esto de que el trabajo dignifica y nos ayuda a desplegar nuestras identidades. Y yo todo eso lo compro, pero lo compro si nos referimos al trabajo que realmente dignifica, no a cualquier tipo de trabajo. Compañeros de izquierdas, diría yo: ¡por supuesto que este es nuestro proyecto, por supuesto que la autorrealización en el trabajo es el objetivo, pero siempre pudiendo dejar de lado aquellas tareas que para nada dignifican. Decir desde la izquierda que cualquier empleo es mejor que nada, llegar a suponer que el empleo de Deliveroo dignifica porque “hacemos algo” es pegarnos un tiro en el pie. Y no nos quedemos con los casos más bestias. Pensemos también en la universidad, donde la precariedad es constante para tantísima gente. ¿Por qué no vamos a abrir las puertas a dispositivos incondicionales como la renta básica, que nos permiten renegociar las condiciones de estos trabajos que no nos terminan de satisfacer y, si hace falta, que nos permiten también abandonarlos? Yo creo que no hay nada más emancipatorio y más propio de la tradición de la izquierda ilustrada y socialista que este tipo de luchas.

En la presentación del libro bromeabais con los trabajos forzados. Comentabais que la renta básica obligaría a que ciertos trabajos como, por ejemplo, la recogida de basuras se tuviesen que repartir entre los miembros de una comunidad, o a que se pagasen salarios mucho más altos a quien los realizasen. ¿Cómo crees que serían acogidas estas propuestas entre la ciudadanía?

Hablemos de los trabajos desagradables. Cierto es que primero deberíamos determinar cuáles son -no creo que haya un consenso al respecto-, pero asumamos que hay algo que podamos considerar trabajos objetivamente desagradables. La solución propia del capitalismo es bien sencilla. En el capitalismo se desposee a las grandes mayorías sociales, de modo que éstas no tienen más remedio que hacerse cargo de esos trabajos desagradables. Problema resuelto. Es una solución bárbara pero efectiva. Con una renta básica, la cosa cambia mucho. De entrada, mucha gente puede negarse a realizar tales tareas, a no ser que se trate de pocas horas y estén muy bien pagadas. Tendríamos, pues, un efecto alcista de esos salarios, lo cual me parece de lo más deseable. Como bien dices, en la presentación pensábamos un caso extremo: aquel en el que todo el mundo se negara a realizar la tarea en cuestión -una tarea que, además, resultara indispensable para la vida en sociedad- y tampoco hubiera manera de automatizarla. Aquí volveríamos a tener un serio problema, ¡pero bendito problema! Lo prefiero mil veces más a la “solución” capitalista de hoy: como estás desposeído, te jodes y te comes el trabajo desagradable. En este caso que planteábamos, ante la evidencia de que nadie se mostrara dispuesto a realizar voluntariamente el trabajo en cuestión, nos veríamos obligados a abrir grandes procesos democráticos de deliberación societaria sobre el cómo, el dónde y el cuándo del acto consistente en responsabilizarnos todos y todas, sin excepciones, por mucho que vivamos en el barrio de Salamanca o en el de Pedralbes, con respecto a dichas tareas. Yo, sinceramente, no tengo ningún problema con que eso sea así, aunque creo firmemente que difícilmente llegaremos a ese punto: la automatización y la subida de los salarios de esas tareas resolverían la mayor parte del problema.

El World Economic Forum ha anunciado que en los próximos años se perderán 75 millones de empleos debido a la utilización de máquinas y robots. ¿Va a servir esto para pagar esta posible renta básica? ¿De qué forma?

Pagar una renta básica es algo extremadamente sencillo: solo se necesita voluntad política, porque dinero hay, y muchísimo. Dicho esto, la robotización no es necesaria para poder pagar la renta básica. Con las figuras impositivas que hoy tenemos, la renta básica está sufragada. Lo que hay que preguntarse es qué combinación de figuras impositivas se deberían poner en marcha -modelos de financiación puede haber muchos-. Y es cierto que hay gente como [Yanis] Varoufakis que ha propuesto que en un mundo altamente robotizado habría que plantear la necesidad de introducir impuestos a los robots y que una buena parte de los recursos recaudados por esta vía deberían servir para sostener una renta básica o “dividendo social”, como le llama él.

Pero quiero remarcar que esta situación de altos niveles de robotización no es necesaria para que se pueda pagar una renta básica. Financiar la renta básica es algo que ya se puede hacer hoy mismo. Otro tema, bien distinto al de los modelos de financiación, es que la destrucción del empleo como resultado de la robotización sea una de las razones por las que habría que poner en marcha la renta básica. Pero insisto en lo de antes: para mí esta no es la razón fundamental para defender la renta básica. El problema realmente de fondo no es que nos estemos quedando sin empleo. El verdadero problema es que el trabajo asalariado, aunque lo haya para todos, en condiciones de desposesión, es incompatible con la libertad republicana.

Ya hicimos un adelanto editorial de su libro en Apuntes de Clase donde explicaba la diferencia entre vivir “de” gorra y vivir “con” la gorra, que era una forma de solidaridad obrera. Las cajas de resistencia eran también otra forma de ayuda entre iguales. ¿Siguen existiendo esos lazos de solidaridad entre la clase obrera o han sido completamente cortados?

El neoliberalismo nació de forma intencional para cortar esos lazos de los que tú bien hablas y, en buena medida, lo ha conseguido. Ahora bien, no fue un trabajo logrado al 100%, y a fenómenos como el 15-M me remito. Las formas de resistencia que han ido surgiendo han sido muchísimas y por eso soy optimista. Es verdad que el golpe ha sido duro, que han acabado con muchos de los elementos de solidaridad que teníamos, pero podemos hacernos con nuevos instrumentos. Sin ir más lejos, creo que la renta básica puede ser uno de los faros que nos hagan ver que nuestras vidas no están en venta y que necesitamos tiempo para nosotros y nosotras, para nuestros proyectos individuales y colectivos.

Sin embargo, una de las críticas a la renta básica viene también por parte de ciertos sectores sindicales que aseguran que provocaría un mayor individualismo y minaría las luchas grupales.

Sí, porque hoy en día, en los mercados laborales actuales, no hay ningún tipo de individualización y la gente en Deliveroo o en un call center están perfectamente unidos, vertebrados y organizados en términos de clase. Nótese la ironía, por supuesto. La izquierda sindical, a la que siento muy próxima, debe darse cuenta de que es prácticamente imposible una individualización mayor de la que tenemos hoy. En resumidas cuentas: necesitamos la lucha colectiva, sin duda -y ahí los sindicatos son cruciales-, pero qué mejor forma de llevarla a cabo que a sabiendas de todos cuantos participamos en ella estamos equipados con un colchón en el que poder caernos vivos, lo que nos ha de permitir aguantar esas luchas, esos pulsos, con mayor eficacia, con mayor contudencia. Los defensores de izquierdas de la renta básica para nada queremos acabar con la solidaridad de clase, todo lo contrario:vemos en la renta básica una palanca de activación de procesos muy prometedores de toma de conciencia de clase. ¿No se trata de armarnos de herramientas para poder deshacernos todos y todas del trabajo que aliena?

“La renta básica es una pieza angular, pero con la renta básica no basta”. ¿Qué más hace falta?

Respondo yo porque me lo preguntas a mí, pero todo esto está en el sentir de los movimientos sociales. En el 15-M se hablaba de dejar a un lado los rescates bancarios y pensar en verdaderos “planes de rescate ciudadano” que pasaban por la articulación de paquetes de medidas en los que hubiera renta incondicional, pero también todos los recursos ligados históricamente al estado del bienestar, unos recursos que debían ser reinterpretados no como dádivas, sino como verdaderos derechos de garantía también incondicional: derecho a la vivienda, a la sanidad, a la educación pública y de calidad, a los cuidados, al transporte, al agua, a la energía… Finalmente, hemos hablado de renta, es decir, de dinero, y también de prestaciones en especie, pero hay que añadir un elemento crucial más: el control de las grandes acumulaciones de poder económico privado. Por mucha renta básica y servicios públicos que tengamos, no podemos adueñarnos de nuestras vidas si la sociedad es un coto privado de caza controlado por cuatro oligarcas.

¿La renta básica consolidaría una democracia real?

Es una pieza fundamental para pensar una democracia efectiva, sí. Del mismo modo que no es posible la libertad sin recursos, tampoco es posible la democracia sin la garantía incondicional de recursos materiales y simbólicos. Necesitamos el poder de negociación que estos recursos dan, que es la clave de todo lo que hemos venido hablando, y necesitamos también el descaro de creer que nuestras vidas son realmente nuestras. Porque lo deberían ser. Democracia no es solo votar cada cuatro años; democracia significa podernos autodeterminar como sujetos políticos, como trabajadores y trabajadoras, como consumidores, como gente que piensa y practica su ocio, como gente que lleva a cabo una vida sexual y reproductiva… Democracia significa todo esto y mucho más, y nada de esto es posible si no contamos con colchones de recursos incondicionalmente garantizados a toda la población.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=250497

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