Page 1039 of 3041
1 1.037 1.038 1.039 1.040 1.041 3.041

Argentina: «Buena parte de las huelgas tiene un origen más político que económico»

América del Sur/ Argentina/ 13.11.2018/ Fuente: www.elintransigente.com.

El ministro de Economía bonaerense, Hernán Lacunza, habló sobre las cuentas de la provincia y sentenció: ‘El gobierno anterior entregó a los gremios la administración de la educación’.

En medio de la polémica que se despertó por los dichos de María Eugenia Vidal sobre los sueldos de los maestrosHernán Lacunza aseveró: «Un docente a cargo del aula a nivel primario cobra en promedio $33 mil«, al tiempo que apuntó contra los sindicatos y argumentó: «El gobierno anterior entregó a los gremios la administración de la educación«. Incluso, según argumentó el ministro de Economía bonaerense «buena parte de las huelgas tiene un origen más político que económico«.

Durante una entrevista que le realizó el periodista Marcelo Zlotogwiazda, el funcionario bonaerense habló sobre las cuentas en la provincia y resaltó: «El presupuesto de hace 15 años no era menor, sino que era mayor producto de la desidia de los gobernadores anteriores que fueron perdiendo recursos, el famoso fondo del Conurbano y eran mayores que los de ahora».

«Buena parte de las huelgas tiene un origen más político que económico», resaltó Lacunza al hablar sobre las medidas de fuerza de los maestros y afirmó: «El gobierno anterior entregó a los gremios la administración de la educación». «Este año tuvimos huelgas en oposición al FMI, en solidaridad con los docentes de Chubut y Corrientes, contra el ajuste y después se visten los argumentos de reclamos salariales, pero muchas veces es por la pérdida de privilegios».

En tanto, al hablar sobre la polémica que se despertó luego de que Vidal hablara sobre los haberes de los maestros, Lacunza se sumó a los dichos y argumentó: «Un docente a cargo del aula de la provincia de Buenos Aires a nivel primario obra en promedio $33 mil pesos». «Lo del bono aún no lo discutimos para la provincia de Buenos Aires, pero el presupuesto y las paritarias son instituciones distintas».

Asimismo, se refirió a su gestión a cargo de la cartera de Economía y explicó: «Es el pedido de deuda más bajo de nuestra administración. La tomaremos al mercado local o extranjero. No se incrementa la deuda neta, porque los vencimientos son lo mismo que vamos a pedir. Se va a renovar solamente», y agregó: «Absorbemos el subsidio al transporte automotor, y la tarifa social de energía eléctrica. El déficit será de 25.000 millones, pero mantenemos el superávit corriente».

«Bajan ingresos brutos por segundo año consecutivo, que es el impuesto más regresivo y que cada vez que vamos al supermercado lo pagamos», explicó Lacunza, quien adelantó que «el objetivo es que en el mediano plazo para la industria y agro desparezca», al tiempo que, para finalizar, apuntó contra las gestiones peronistas y sentenció: «Como consecuencia del populismo tributario de Daniel Scioli y Felipe Sola era más cómodo aumentar ingresos brutos, por más que es perverso».

Fuente de la noticia: https://www.elintransigente.com/politica/2018/11/13/el-limite-debe-ser-macri-por-eso-no-hago-exclusiones-523160.html

Comparte este contenido:

Leonardo Boff: La ética del cuidado (Vídeo)

Por: Redprodepaz Por una Colombia en Paz.

¿Cómo lograr una paz sostenible en Colombia? Para el filósofo, teólogo y autor brasileño Leonardo Boff, la ética del cuidado – empezando con uno mismo – juega un papel clave en este proceso. El 14 de noviembre 2017 la Redprodepaz lo invitó a Bogotá a un conversatorio sobre el tema – el vídeo de lo cual estamos compartiendo aquí con ustedes.

Fuente de la reseña: https://www.youtube.com/watch?v=JiU0tJXjTds

Comparte este contenido:

Efecto dominó en Amazonia

Por: Margarita Pacheco.

La deforestación abierta y sin control en la Amazonia colombiana, las perspectivas de “progreso” anunciadas por el próximo gobierno brasilero para la región, y la tímida posición de políticas de Estado para la defensa de los derechos de la Amazonia, prende las alarmas frente al probable efecto dominó que se vislumbra a corto plazo, al otro lado Río Amazonas que marca la frontera.

Informa la Gran Alianza contra la Deforestación, que la palma de aceite, tan ilegal como la coca, está haciendo estragos en las selvas del Guaviare. Existen denuncias contra el gobernador pero sigue tan campante.  La Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible FCDS, en alianza con Semana Sostenible y Bomba Estéreo y el apoyo de Noruega, alerta por redes sociales, en tiempo real, la dramático pérdida de biodiversidad y la pasividad del Estado ante estos delitos. Los delincuentes siguen sueltos, olímpicos, haciendo estragos a lado y lado de la frontera.

En la amazonia colombiana se vive una nueva colonización a la brava, que combinada con la anunciada en el Brasil, se convierte en catástrofe planetaria,  pelando el bosque para meter vacas, palma de aceite, coca, oro, petróleo y minerales, entre otros. Hacendados protegidos por el manto de corrupción que invade la selva,  también están exentos de impuestos y de IVA, y avanzan sin compasión, poniendo en alerta roja el cumplimiento de las metas del Acuerdo de Paris, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, del Convenio de Diversidad Biológica, y la misión del Tratado de Cooperación Amazónica.

Esta región estratégica para enfrentar la crisis climática del Antropoceno, exige de de cada país de la cuenca, acciones mejor armonizadas para optimizar los apoyos millonarios de la cooperación internacional que están en curso de ejecución en Putumayo, Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Vichada y poblados limítrofes en cuatro fronteras. Sin embargo, ojo con el efecto dominó  de Brasil hacia Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela, amenazados por posibles flujos migratorios ante la aterradora política de expansión agroindustrial en los departamentos amazónicos del Brasil.

Para evitar sorpresas y prevenir más desastres socio-ambientales, Colombia debería revisar su agenda internacional amazónica. El canal institucional que ya es cuarentón y tiene su Secretaria Permanente en Brasilia, es el Tratado de Cooperación Amazónica (TCA). Es hora de ponerle pilas y exigirle mayor presencia frente a los problemas en curso y los que se avecinan. La misión del TCA en el papel es loable, pero debe ser evaluado en territorio bajo las condiciones políticas actuales, para una acción concertada entre los ocho países miembros: Brasil, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Guyana, Surinam y Bolivia.

En la actual sede en Brasilia, el TCA parece estar lejos de moverse con libertad y enfoques diferentes al del país anfitrión. Desde su creación en 1973, ahora se enfrenta a la disyuntiva de cuál será la ruta de apoyo a la colonización agroindustrial de la selva, bajo el peligroso enfoque de “progreso”, con cientos de Pueblos Indígenas que no quieren vivir de regalías ni de migas envenenadas que va dejando la minería en la selva.

Qué posición tomarán los países que conforman el TCA ante la dinámica actual y la amenaza promovida por Brasil en la cuenca amazónica?

El presidente Bolsonaro cuestionó el Acuerdo de París alegando que ponía en peligro la soberanía nacional, desestimó el trabajo de organizaciones ambientales y afirmó que no habría “ni un milímetro más de tierras para los indígenas». ¿Será esa la ruta dominante en la agenda del TCA, o se irá en contravía con los principios de paz territorial y desarrollo rural sostenible que apoyan el Fondo Europeo para la Paz en asocio con autoridades locales, regionales y  comunidades locales?

La Unión Europea, países miembros, Noruega y recientemente Hungría, aportan a Colombia más de 95 millones de euros (unos 250 mil millones de pesos). Este Fondo tiene entre sus objetivos apoyar el desarrollo rural integral de las zonas más afectadas por el conflicto y la reincorporación social y económica de excombatientes. El director de Corpoamazonia Alexander Mejía, coordinador de uno de los proyectos en el Putumayo, lamenta hoy que el bosque no  haya hecho parte del Desarrollo Rural Integral del Acuerdo del Estado con las FARC.

Si mismo Estado apoyó la “colonización dirigida” dando alicientes para “tumbar monte y hacer mejoras”, hoy muchos de los hijos de colonos escapados de la violencia andina, se asocian para proteger bosques y  hacer pedagogía con otros campesinos. El Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI ha sido líder en convocar a muchos de ellos para la restauración de suelos y adelantar modelos agro-silvo-pastoriles para la sostenibilidad de la Amazonia. Esas buenas prácticas en curso deberían ser de gran utilidad para otros países del TCA, con procesos de deforestación similares al de la Amazonia en Colombia.

Si Brasil pone en marcha propuestas de campaña como reducir el tiempo para la concesión de licencias ambientales, (que Colombia llamó escandalosamente licencias exprés), acabar con las multas a grandes multinacionales que comprometen la salud y conservación de territorios ancestrales, y si se limitan las fronteras de expansión de Pueblos Indígenas y comunidades en aislamiento voluntario, es posible que se genere un nuevo flujo migratorio transfronterizo, provocando desplazamiento de poblaciones. La experiencia de acaparamiento de tierras de los Nukak Maku en  el Guaviare, desplazando familias nómadas de su hábitat es una tragedia que no debe repetirse. Este es un riesgo alto para la región, como una mecha encendida que terminaría en polvorín en los pueblos de las fronteras de Colombia en la cuenca amazónica.

Es entonces el momento de debatir, en el marco del TCA, propuestas de política de cooperación transamazónica, no tanto en diálogo cerrado entre diplomáticos encorbatados sino abriendo el debate y asociando a líderes que viven en la región y conocen la complejidad de intereses que se mueven en la Amazonia. Urgen vientos de cambio en la gobernanza de la cuenca, renovando la misión y representatividad en las comisiones negociadoras en Brasilia. Se necesita un vuelco en la diplomacia amazónica.

Sería oportuno que Colombia se propusiera ser sede de un nuevo Secretariado Permanente de la OTCA y pedir la rotación de la sede a una ciudad amazónica de Colombia. Leticia, Florencia o Mocoa podrían ser sedes para abordar la nueva realidad. Sería un reto para negociadores de la Cancillería, conocedores de la problemática, para llevar esa propuesta al Consejo de Ministros de países amazónicos, antes de que sea tarde y las políticas neo-colonizadoras cojan vuelo y afecten a los demás territorios.

 

¿Qué líderes amazónicos participan en la Comisión Permanente de Colombia ante el TCA y cuál será la agenda, ante las perspectivas de “progreso” de la ultraderecha brasilera?

En plena discusión política de la Ley de Financiación, es oportuna la propuesta del Profesor Germán Poveda (1) de impulsar la penalización económica de la deforestación e imponer un impuesto a la ganadería extensiva y a los cultivos de palma de aceite y otros monocultivos extensivos que la propician. Poner impuestos permanentes a la quema de combustibles fósiles ya es una recomendación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Así, el IVA debería aplicarse también a la coca, la leche, carne y tierras notariadas en baldíos de la Nación.

Si se pudiera negociar un nuevo capítulo de vida del Tratado de Cooperación Amazónica, Colombia tendría la oportunidad de proponerse como sede para defender sus propios compromisos en las agendas internacionales. El Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI y su sede principal en Leticia  podrían aportar valiosos insumos para una estrategia de cooperación, más robusta.

En la Amazonia colombiana hay personal altamente calificado para asumir retos y apoyar la cooperación bilateral y la eventual nueva sede de la OTCA en Colombia. La joven Gobernadora del Putumayo Sorrel Arroca, el Alcalde de Orito, Manuel Eduardo Ociró Carabalí, hijo de la migración del Pacífico al Putumayo, mujeres indígenas líderes como Luz Marina Agreda Chindoy del Pueblo Camentsa, expresan con entusiasmo la defensa de la paz y el potencial que tienen los productos del bosque en los mercados nacionales e internacionales. Ellos y ellas, organizaciones de Autoridades Indígenas, científicos, conocimiento ancestral sobre la biodiversidad, fundaciones y ONGs establecidas en la Amazonia, deberían reclamar una mejor representación de sus intereses en la Comisión Nacional Permanente ante la OTCA y dar mayor visibilidad a conocimientos acumulados.

Las universidades con sedes en ciudades amazónicas, Corpoamazonia y el SINCHI, Fundación Tropenbos Colombia, Fundación Gaia, Puerto Rastrojo,  Omacha, Natura, Akayu y otras tantas ONGs locales, nacionales e internacionales comprometidas, mantienen diálogos abiertos con una multiplicidad de actores sociales en poblados selváticos, en ríos y valles en la alta montaña andino-amazónica, en un todo conectado. Muchos de los proyectos de cooperación internacional y de ONGs están hoy dispersos en el vasto territorio, requieren mejorar la comunicación entre ellos, la  comunicación e interlocución entre las comunidades y la institucionalidad. Este reto es parte de la agenda estratégica del desarrollo rural integral en la selva.

Urge el reconocimiento de una Amazonia con derechos, capacitar y educar con propuestas que permitan otros enfoques del desarrollo endógeno de la Amazonia y mitiguen impactos destructivos.  La región Amazónica se encuentra intervenida por instituciones privadas y gubernamentales del ámbito regional nacional e internacional con diferentes programas, proyectos de cooperación, procesos organizativos, desplazamientos y actividades ilegales. El Estado podría tener mayor presencia para evitar atentados contra la integridad y conectividad del ecosistema, proteger la cosmovisión de sus pobladores ancestrales, su armonía física, espiritual y ambiental.

La gente reclama la necesidad de dar cumplimiento a las normas especiales como contar con el consentimiento libre, previo e informado, realizando el debido proceso de concertación y consulta involucrando a los diferentes pueblos indígenas, convocando a las autoridades tradicionales de las comunidades, cabildos y / u organizaciones indígenas, de manera que las acciones proyectadas contribuyan realmente al fortalecimiento político, social, económico, cultural de las etnias. Es un derecho inalienable.

En la región existe una diversidad de organizaciones con orientaciones interculturales, en ocasiones se agrupan y representan a comunidades indígenas ante las diversas instituciones públicas y privadas. Según el portal de Corpoamazonia, en Amazonas existen 14 organizaciones, en el Putumayo 16 y 4 en el Caquetá. Los pueblos indígenas del Sur de la Amazonía Colombiana se caracterizan por tener sus propios sistemas tradicionales de autoridad, enseñanza y aprendizaje, de salud – medicina tradicional, manejo ambiental, entre otros. Estas particularidades están reconocidas por las leyes colombianas y los acuerdos internacionales y están siendo respetadas y valoradas por los programas de cooperación que se ejecutan con recursos del Fondo Fiduciario para la Paz de la Unión Europea en Colombia y países miembros.

Este fondo y la cooperación húngara dieron nacimiento esta semana a un nuevo proyecto de cooperación llamado “Implementación de alternativas sostenibles y Eco-amigables en Putumayo”. Este y otros proyectos en curso en diferentes municipios en la región apoyan el desarrollo social y económico entre comunidades locales, víctimas y excombatientes. En el Putumayo, los municipios de Puerto Guzmán, Puerto Leguízamo, Orito, San Miguel, Puerto Asís y Mocoa se verán beneficiados por estos proyectos, bajo la coordinación de Corpoamazonia.

Ojala el Tratado de Cooperación Amazónica, en una sede renovada fuera de Brasil, apoye la coherencia de acciones en curso entre países que comparten culturas, ríos y selvas con fronteras invisibles, ante el peligro de una situación política que puede tener rápido efecto dominó.

  1. El Tratado de Cooperación Amazónica (TCA) se creó el 3 de julio de 1978 con ocho países amazónicos, buscando promover la investigación científica y tecnológica y el intercambio de información; la utilización racional de los recursos naturales; la libertad de navegación de los ríos amazónicos; la protección de la navegación y del comercio; la preservación del patrimonio cultural; los cuidados de la salud; la creación y operación de centros de investigación; el establecimiento de una adecuada infraestructura de transportes y comunicaciones; el incremento del turismo y el comercio fronterizo.
  2. Poveda, Germán. Para cumplir con Acuerdo de Paris, Colombia debe penalizar la deforestación. UN Periódico digital. Universidad Nacional de Colombia. 7 nov de 2018

Fuente del artículo: https://www.semana.com/opinion/articulo/efecto-domino-en-amazonia-columna-de-margarita-pacheco/590054

 

Comparte este contenido:

Bolsonaro: amenaza ultra en Brasil

Por: Tom C. Avendaño.

Nostálgico de la dictadura, racista, machista, homófobo. El líder de la derecha brasileña apela al voto de la desesperación en un país en crisis

El candidato a la presidencia de Brasil Jair Bolsonaro ha pasado las tres últimas semanas de su campaña sin pisar la calle, recuperándose en el hospital de la puñalada que un perturbado le propició en el abdomen durante un acto electoral el pasado 6 de septiembre. Ha publicado algún vídeo en sus redes sociales desde aquel penoso ataque y hasta concedió una entrevista corta a una radio. Pero por lo demás ha estado desaparecido.

En la calle, sin embargo, no se ha dejado de hablar de él. Al contrario, según se acerca la votación de la primera vuelta el 7 de octubre, en Brasil se habla de Bolsonaro más que nunca. Cada rato alguien recuerda que este ultraderechista, que parecía el peor candidato imaginable para presidir Brasil, se ha convertido en líder de las encuestas. Como apenas hay imágenes nuevas, los medios muestran la silueta que sus seguidores llevan en banderas y pegatinas, una que es todo cejas angulosas y peinado de raya a un lado. Sin declaraciones recientes, sus muchos enemigos refrescan una y otra vez la grotesca hemeroteca de este candidato: 27 años de barbaridades en el Congreso, tan repetidas y uniformemente ofensivas que cuesta saber cuál es de hace dos décadas y cuál es reciente. “Yo a usted no la violaría porque no se lo merece” (dicho a una diputada en televisión en 2003); “La dictadura debería haber matado a 30.000 personas más, comenzando por el Congreso y el presidente Fernando Henrique Cardoso” (1999); “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual, prefiero que muera en un accidente de coche” (2001), o “Un policía que no mata no es policía” (2017).

Y así, entre que es ubicuo, atemporal y capaz de infundir pavor entre buena parte de la población, casi se diría que, más que un hombre, Jair Bolsonaro es un fantasma.

No siempre fue así. Jair Messias Bolsonaro (São Paulo, 1955) solía ser considerado un payaso. Hijo de un dentista rural, durante el final de la dictadura militar, en 1985, intentó refugiarse en el Ejército, pero fue expulsado a la reserva por conflictivo. De ahí pasó a la política, donde se le tomaba por un paria. Autoritario, antidemocrático, machista, racista, homófobo, defensor de la tortura; un bufón, en fin, para los cuatro nostálgicos de la dictadura. En el próspero Brasil de Lula (2003-2011) había pocos perjudicados por el establishment democrático y, como todo iba a mejor cada año, con suerte dentro de poco no quedaría ninguno. Bolsonaro y sus cejas picudas y su peinado con raya al lado estaban condenados a ser poco más que una anécdota histórica.

Aferrado a la estética militar, no le gusta que se llame golpe de Estado a la asonada militar de 1964

Pero en lugar de seguir adelante, Brasil se vino abajo. La economía colapsó. Empezaron a desvelarse casos de corrupción: miles de millones de reales robados de los fondos públicos por políticos. El país se llenó de protestas de izquierda y de derecha. Y en vez de responder, la vieja élite usó las instituciones para salvar el pescuezo. El Congreso, el Senado, el Supremo Tribunal Federal, el Electoral…, todas acabaron enfangadas con procesos que buscaban retrasar, si no las investigaciones de corrupción, al menos sus consecuencias. Todos moviéndose a velocidades distintas según el interés. “Nunca nos recuperamos de la desestabilización que ha producido ese mal uso de las instituciones: nos metió en los tiempos difíciles”, lamenta Oscar Vilhena, profesor de Derecho Constitucional de la Fundación Getúlio Vargas.

La violencia se disparó. En 2017 Brasil batió por tercer año consecutivo su propio récord de homicidios: 63.880. Más que algunos países en guerra. Y mientras la nación entera parecía arder, aquel payaso del Congreso empezó a parecer más listo. Él, que siempre había criticado al statu quo; él, que nunca dejó de recordar que en la dictadura se vivía mejor; él, que desconfiaba de la izquierda de Lula. Él era el nuevo hombre con las respuestas. En 2014 fue el diputado más votado del Estado de Río. Ya no era tan payaso.

“Bolsonaro representa una cosa profunda que él ni imagina”, reflexionaba en un mitin en agosto Ciro Gomes, un candidato de centroizquierda de los 12 que van por detrás de él en las encuestas. “Representa la negación de la política y de la democracia, el deseo de prender fuego para ver si vuelve a nacer algo”.

Si solo fuese cuestión de rechazar al establishment actual, a Bolsonaro le habría salido más de un imitador. Pero al igual que Donald Trump no llegó a la Casa Blanca solo por exprimir el descontento con las élites estadounidenses, sino también tonteando con el racismo oculto de muchos votantes, Bolsonaro tiene también algo más.

Aferrado a la estética militar, no le gusta que se llame golpe de Estado a la asonada militar de 1964 en el que las Fuerzas Armadas echaron al presidente electo y se instalaron en el poder. “Teníamos democracia, lo único que no teníamos eran elecciones”, argumentó a la revista Piauí en 2016. Aquella dictadura duró 20 años. Hubo torturas y asesinatos de disidentes, muertos, desaparecidos y vivos llenos de cicatrices. “El error fue torturar y no haber matado más”, opinó Bolsonaro en televisión.

Encontró una mina. “A diferencia de la dictadura argentina, que se toma como modelo de dictadura latinoamericana, la brasileña tuvo una propaganda y una censura muy eficaces”, alerta Carlos Fico, historiador especializado. “La censura ocultaba la violencia. Y la propaganda vendía una idea de milagro, la imagen de un país donde todo el mundo era feliz”.

La transición, en 1985, no se atrevió a cuestionarla. “En 1979 se había firmado una ley de amnistía que exculpaba a los agentes del Estado de cualquier delito contra los derechos humanos. Esa ley fue la cláusula principal de la transición. Y ahora una parcela de la población tiene un recuerdo que no es traumático de la dictadura; de que no fue para tanto, de que fue una dictablanda”, añade Fico.

Bolsonaro —que goza de la inmunidad que la Constitución da a los parlamentarios para opinar de casi todo— siempre había hablado de los militares con cariño. Empezó a jugar con la idea de que ellos podrían contribuir a crear un lugar sin la corrupción, la violencia ni la pobreza del presente. Prometió legalizar las armas y dar más control de la seguridad nacional al Ejército. Eligió a otro exmilitar radical como candidato a vicepresidente. No fue una decisión al azar: en estas elecciones hay 117 militares buscando puestos en política. Ese fue el gran descubrimiento de Bolsonaro. Que, como dijo el periodista Demetrio Magnoli, “la idea de que la sociedad civil es una enfermedad degenerativa recurrente y que la salud nacional depende de intervenciones quirúrgicas militares está grabada en mármol en la historia de Brasil”.

Bolsonaro nunca fue un diputado muy productivo, pero sí tuvo un momento de gloria en 2011. El Ministerio de Educación quería distribuir en 6.000 escuelas un kit antihomofobia con cuadernos, libros y vídeos sobre relaciones homoafectivas. Consiguió que se retirasen los vídeos y que la iniciativa se considerase un fracaso. Pero la verdadera victoria fue otra. Logró la simpatía de uno de los grupos más poderosos del primer país latinoamericano: los evangélicos.

“Todos los partidos brasileños están en manos de las grandes Iglesias evangélicas”, alerta Bernardo Carvalho, escritor que retrató la vida evangélica brasileña en su libro Reprodução. “Algunas Iglesias están abiertamente en contra de Bolsonaro porque es imposible de conciliar con la ética cristiana. Pero hay otras que ya habían atacado los derechos individuales, los prejuicios de género, la violencia o las armas, que Bolsonaro quiere legalizar”.

En 2016, y pensando ya en su carrera presidencial, el exmilitar, católico de toda la vida, se llevó a sus hijos al río Jordán, en Israel, y allí un pastor le bautizó. Fue otra de sus grandes transformaciones: de ultranacionalista nostálgico a fanático liberal (lo que le ganó el favor de los mercados) a evangélico. Hoy, esa es la fe de un 26% de los votantes que le apoyan. No siguen con tanta devoción a nadie más.

Hace tiempo que Bolsonaro no crece en las encuestas y sus rivales sí. Sigue siendo el favorito para la primera vuelta, con un 28% de intención de voto, y nada impide pensar que así llegará a las elecciones. La segunda vuelta, el 28 de octubre, ya es otra cosa. El rechazo que produce se ha disparado al 46%. El antibolsonarismo es el mayor fenómeno político del momento y esa mayoría se está organizando. Especialmente las mujeres, que le llaman, para evitar nombrarloO Coiso (masculino de “la cosa”). Hay campañas contra él, marchas multitudinarias. Él sigue sin poder salir del hospital. del

Todo es posible en este país y más en esta campaña. Pero pocos descartan que llegue más lejos el viaje de este hijo de dentista por el reverso oscuro de Brasil. A los fantasmas no se les puede atrapar, pero sí se les puede perder el miedo.

Fuente del artículo: https://elpais.com/internacional/2018/09/28/actualidad/1538153452_095290.html

Comparte este contenido:

Escritor indígena é reconhecido em prêmio de literatura infantojuvenil

Por: Educação.

Autor de mais de 50 livros, Daniel Munduruku escreve para crianças e jovens como forma de orientá-los sobre a cultura de seu povo e dos demais

O Brasil ainda possui grandes barreiras em relação à valorização e reconhecimento de suas raízes indígenas. A História contada é voltada para o olhar europeu e no dia a dia não faltam estereótipos sobre os povos indígenas.

É costume um professor, antropólogo e jornalista, por exemplo, falarem sobre determinada etnia, e raramente, o indígena tem a oportunidade de espalhar a visão dele, a visão de seu povo sobre eles mesmos.

O indígena Daniel Munduruku – o segundo nome é a designação de seu povo étnico – nasceu em Belém, Pará, e vem se destacando por trazer esse outro olhar por meio de livros e em palestras em universidades no Brasil e mundo.

Prêmio Fundação Bunge desse ano, na área de letras, com o tema literatura infantojuvenil foi para Daniel. Essa premiação existe desde 1955 e tem como objetivo reconhecer cidadãos que atuem em ações de desenvolvimento da cultura e ciências no país. Entre os já selecionados estão Jorge Amado e Hilda Hilst.

O indígena é autor de mais de 50 livros voltados à cultura e luta indígena. Formado em Filosofia, licenciatura em História e Psicologia, Daniel é doutor em Educação pela Universidade de São Paulo (USP) e pós-doutor em Educação pela Universidade Federal de São Carlos (UFSCar). Entre os prêmios já recebidos estão o Jabuti e o Tolerância, esse último reconhecido pela Unesco.

“Luto para que a cultura indígena não seja considerada simplesmente parte do folclore nacional, mas que esteja viva no currículo escolar”, defende. Cerca de 12 milhões de seus livros circulam em escolas públicas e privadas do país e fazem parte de material didático para a educação básica.

Aplicar as leis 10.639, de 2003 e 11.645, de 2008, que exigem que as escolas incluam no currículo “História e Cultura Afro-Brasileira e Indígena” ainda é desafio nas escolas.

“Embora haja muito avanço a partir da sanção da lei, os professores ainda não têm muita informação e quase sempre repetem o que aprenderam quando eram estudantes, pois são vítimas de um sistema que sempre excluiu os povos indígenas. Nosso objetivo é que a cultura indígena saia do aspecto comemorativo e tenha um viés mais pedagógico e a literatura indígena é uma ferramenta importante neste processo de construção da identidade brasileira”, afirma o premiado.

Sobre o prêmio

Os candidatos não se inscrevem, são indicados pelas principais universidades e entidades científicas e culturais brasileiras. A seleção final é feita por especialistas da área.

Vida e Obra é a categoria da área de Letras: Literatura Infantojuvenil a qual Munduruku venceu. A ganhadora na categoria Juventude, foi Nina Krivochein, de 14 anos, autora de quatro livros.

Na categoria Vida e Obra na área de Ciências Agrárias: serviços ambientais para o agronegócio, o físico Silvio Crestana foi o selecionado. O engenheiro agrônomo Pedro Henrique Brancalion, professor na Escola Superior de Agricultura Luiz de Queiroz da USP, foi o escolhido na categoria Ciências Agrárias Juventude.

Os selecionados pelo Vida e Obra vão receber, cada um, medalha de ouro e R$ 150 mil. Na categoria “Juventude”, o prêmio é R$60 mil e medalha de prata.

A cerimônia de entrega será em 13 de novembro, em São Paulo.

Fonte do comentário: http://www.revistaeducacao.com.br/escritorindigena/

 

Comparte este contenido:

Seminario discutió retos y caminos para la realización de una Educación Emancipadora y Transformadora

 

El evento, que reunió a comunidades educativas y activistas por el derecho humano a la educación de distintos países de América Latina y el Caribe, dio inicio a la X Asamblea Regional de la CLADE

 

 

 

 

 

 

 

 

En el marco de la inauguración de la X Asamblea Regional de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), se realizó ayer (22 de octubre) en Bogotá, Colombia, el seminario público “Por una educación emancipadora y garante de derechos”. El encuentro, que contó con la presencia de activistas y miembros de la CLADE en distintos países de América Latina y el Caribe, se propuso reflexionar sobre la necesidad de transformar la educación de América Latina y el Caribe desde una perspectiva emancipadora, que permita contribuir a la construcción de sociedades más igualitarias, inclusivas y promotoras de justicia socioeconómica y ambiental.

En las bienvenidas al evento, María Elena Urbano, coordinadora de la Coalición Colombiana por el Derecho a la Educación, anfitriona de esta X Asamblea de la CLADE, señaló que una educación emancipadora debe reconocer a la multiplicidad de contextos de las y los estudiantes y promover su pensamiento crítico, permitiéndoles dudar, cuestionar, interpelar y desarrollar todas sus potencialidades.

Camilla Croso: ““En el contexto de nuestra Asamblea, impulsamos la movilización ‘Educar para la Libertad’, la cual invita a dialogar y realizar círculos de diálogo para discutir qué es y cómo garantizar una educación emancipadora y popular”.

A su vez, la coordinadora general de la CLADE, Camilla Croso, comentó que esta Asamblea mantiene la misma temática de la anterior porque sigue siendo un reto para nuestra región garantizar una educación comprometida con la libertad y el cumplimiento de derechos. Señaló también que la CLADE aposta en la realización de esta educación en distintos espacios más allá de la escuela, como bibliotecas, plazas, calles, espacios públicos, desde la participación y las luchas sociales, etc. “En el contexto de nuestra Asamblea, impulsamos la movilización ‘Educar para la Libertad’, la cual invita a dialogar y realizar círculos de diálogo para discutir qué es y cómo garantizar una educación emancipadora y popular. En los tiempos que vivimos, de riesgo para las democracias y nuestra libertad de expresión, queremos invitar a que se lleve este debate y reflexión a la base”, añadió.

Pedagogías transformadoras y decolonizadoras – Con este tema, tuvo inicio la primera mesa del evento, con la presencia de Daniel Domingo López, Vice-ministro de Educación Bilingüe Intercultural de Guatemala, y Alfonso Tamayo, doctor en Filosofía y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia (UPN).

Daniel Domingo López: “Planteamos un sistema educativo que responda a la pluralidad, la diversidad de culturas y lenguas, y a la interculturalidad”

López comentó algunos avances normativos que se han logrado para la realización de una educación intercultural bilingue en Guatemala, pero enfatizó que todavía falta concretarlos en la práctica. “Planteamos un sistema educativo que responda a la pluralidad, la diversidad de culturas y lenguas, y a la interculturalidad”, destacó.

Indicó, asimismo, algunos elementos importantes hacia la decolonización de nuestros sistemas educativos, entre ellos: recuperar el protagonismo de los pueblos como entes políticos y la educación en su finalidad política y de construcción de Estados plurales con convivencia intercultural; institucionalizar la participación de los pueblos en los sistemas educativos; y apoyar desde el Estado a los pueblos indígenas en la sistematización y realización de sus propias alternativas educativas.

En su intervención, Alfonso Tamayo subrayó que, para garantizar una educación emancipadora y decolonizadora, es necesario recuperar la educación como un asunto público por excelencia, como algo que constituye a los países y permite solucionar colectivamente los problemas nacionales fundamentales.

El legado del educador brasileño Paulo Freire, afirmando que “no hay aprendizaje ni esperanza sin autonomía. No hay docencia sin decencia. El conocimiento es una construcción social desde nuestros propios saberes, es un diálogo de saberes. La realidad es una construcción social y los hombres y mujeres pueden transformarla”. Agregó que reconocer a los diversos saberes es algo vital para construir un proyecto educativo alternativo al modelo hegemónico de escuela neoliberal, enfocado en competencias, estándares y resultados en pruebas internacionales.

 

Fuente de la reseña: http://www.educarparalalibertad.org/noticia/seminario-discutio-retos-y-caminos-para-la-realizacion-de-una-educacion-emancipadora-y-transformadora/

Comparte este contenido:

Entrevista a Val Flores: “Una puede leer sobre género y poscolonialidad pero es fundamental intervenir en la práctica”

Por: Estefania Veronica Santoro y Andrea Beltramo.

 

Val Flores es escritora, profesora y activista lesbiana feminista. A través de sus textos y su carrera docente supo visibilizar y cuestionar determinadas narrativas que reproducen la heteronorma en el ámbito educativo. Cree necesaria la emergencia de textos político-disruptivos, que desafíen los límites de los discursivos vigentes y permitan florecer otras formas de escritura y de nombrar la sexualidad, la cultura y la sociedad en su conjunto. Derrocando a Roca charló con ella para conocer qué prácticas hay que desnaturalizar en las aulas y cuáles son las “normas” que nos enseñaron y continuamos reproduciendo. Además nos adentramos en su nuevo libro “El sótano de San Telmo” y sus investigaciones sobre el activismo lésbico en Argentina.

 


_¿Actualmente estás dando clases?

_No, estoy dando talleres en centros culturales o en mi casa, no estoy en el ambiente de la escuela. Hoy en día, mi trabajo está relacionado con la educación desde el sindicato docente -UTE (Unión de los Trabajadores de la Educación), en la parte de formación con tutorías de escritura.

_¿De qué se trata?

_Desde el Instituto Cacho Carranza, instituto de formación e investigación, se convoca anualmente a un congreso pedagógico para estimular la escritura de las y los docentes, y se hace todo un proceso de acompañamiento de esa escritura, por eso se le llama tutoría. No es una corrección del texto ni una evaluación, sino que es como un diálogo, hacia una construcción más horizontal del conocimiento. La ponencia está pensada como un debate público que quieren dar los docentes:  estimular el posicionamiento político-pedagógico y recuperar ese saber que se construye en la escuela, y que muchas veces queda ninguneado o impugnado o privatizado en el ámbito del aula. Estamos cerrando este congreso que se llama “Poéticas de la pedagogía del sur. Educación, emancipación, igualdad”.

_En tu etapa de docente de escuela primaria implementaste talleres de sexualidad. ¿Cuál era la dinámica de aquellas clases y cómo las preparabas para “correrte” de los textos escolares que imponen determinada sexualidad y que acompañan la heteronorma?

_Trabajé 15 años en escuelas primarias de la ciudad de Neuquén. La intervención dentro de mi propia práctica sobre sexualidad, géneros y deseos fue variando a lo largo de los años y tiene que ver con los cruces con el activismo y una formación bastante autodidacta desde el feminismo, la disidencia sexual, la teoría queer. Hubo todo un proceso. Desde un principio fue el de incorporar la temática dentro de algún área, en general el área de naturales. Le fui dando un espacio y tiempo propios al taller de sexualidad como tal, con actividades corporales, de debate, desplazando el guión escolar de la clase hacia otros formatos mucho más participativos y lúdicos. Tiene que ver con las biografías políticas y pedagógicas activistas y feministas. Esa confluencia de saberes permitió que el recorrido de ese tipo de intervención vaya cambiando: desde una postura más encuadrada en un feminismo, tal vez, más clásico a propuestas un poco más radicales y menos ortodoxas.

_En tu escrito “Alegorías del temblor” hablas de la necesidad de deshacerse del conservadurismo social y político que imponen los textos escolares y que inevitablemente coartan la formación de un adolescente. Como docente, ¿qué se podría hacer para elegir otro camino que no sea el impuesto? ¿Cómo lograste hacerlo desde tu experiencia?

_Usaba materiales que por ahí no tenían que ver con la escuela y los buscaba, o también los producía. Todo el tiempo tenía una mirada atenta sobre esa capilaridad de las prácticas que organiza el espacio escolar. Desde el material que les das a los chicos a cómo se dispone el espacio, las voces, las relaciones entre chicos y chicas, estar de algún modo interviniendo esas micro-situaciones donde se va produciendo el género. Por ejemplo, en el almuerzo, los varones repetían la comida porque eran los más rápidos en comer y las nenas no llegaban a repetir. Otra situación similar se daba en los recreos: tenía un alumno amanerado, los varones constantemente lo acosaban, le sacaban la pelota. Entonces, acudía a la maestra que estaba a cargo del sector para que preste atención a ese tipo de situaciones. Otro caso es el de los profesores de educación física, respecto a las ejercitaciones que establecían para chicos y chicas: saltar a la soga, los chicos lo hacian 20 veces y las chicas, 40.

_Por otro lado, te nombraste lesbiana en la escuela; desde el lugar de la docencia, ¿qué reacciones notaste?

_No pensé el proceso de visibilidad como un fin en sí mismo sino como una herramienta que permite politizar o (des)heterosexualizar la tarea docente, como siempre, en el marco de una propuesta de repensar la producción del conocimiento escolar. No fue solo “salir del closet” y como maestra decir “soy lesbiana”, sino que esa autoafirmación estuviera ligada a una problematización del conocimiento dentro de la escuela y por lo tanto, en la articulación de una propuesta que sea descolonizadora, antirracista, que tenga una perspectiva de clase porque sino quedamos entrampados en una cuestión meramente identitaria que no interpela la norma que rige el conocimiento escolar.

A nivel personal, creo que tuvo la posibilidad del empoderamiento, de plantarme y entrar más entera al aula y a su vez, dentro de las reacciones de los chicos y las chicas ante el proceso de visibilidad conjugada con una propuesta crítica, me tomaron como la maestra que siempre tenía algo para decir. Era una conjunción de cosas que a veces estallaba en los sentidos más instalados respecto de lo que debe ser la maestra, la práctica, la escuela en sí y generaba una incomodidad, un interrogante y también reacciones violentas. De parte de los chicos y las chicas, en general, las chicas tienen una recepción bastante amigable, genera un diálogo, inquietudes y curiosidad. En los varones, los que tienen una masculinidad más hegemónica, hay una resistencia que se muestra en repreguntar: “Seño, ¿usted tiene novio?”; lo repreguntan como una forma de negar.

_Con las madres y los padres, ¿qué reacciones hubo?

_Algunas madres me venían a consultar si yo había dicho “eso” en la escuela. “Eso”, nunca nombraban la palabra lesbiana ni lesbianismo. También hubo algunos padres varones que nunca venían a las reuniones, no los conocía, y aparecían de forma intimidatoria, enojados porque había comentado ante los chicos mi identidad sexual.

Cuando me corté el pelo, incrementó la violencia de los padres que pretendían que me adecuara a los parámetros de lo que debe ser una maestra. Pero hay que pensarlo en el contexto, porque cuando yo empiezo a trabajar sobre cuestiones de sexualidad y géneros en la escuela, en Neuquén ya había una ley provincial de educación sexual desde 1997, previa a la ley nacional que crea el programa de educación sexual integral. Es decir, que ya había un marco jurídico que habilitaba el tratamiento de este tema. Lo que no había era una decisión política de que esto se implementara en las escuelas. Por ejemplo, las escuelas privadas y católicas tienen programas de educación sexual, pero están orientados a fines reproductivos, a reforzar la heterosexualidad y los mandatos de la maternidad.

_Ante estas reacciones de la “comunidad educativa”, ¿tuviste que crear una pedagogía propia, o pudiste entablar relaciones con otras docentes como para tener una línea distinta que cuestione el discurso de la heteronorma?

_Eso variaba según la escuela. En una pude hacer articulación con mi compañera con la que daba clases en otras áreas. Y en la última escuela en la que estuve, en la zona oeste de la ciudad de Neuquén donde es una zona más empobrecida, titularizamos en un año varias maestras nuevas. La directora también era nueva y eso creó todo un proyecto pedagógico bastante singular y muy potente, de mucho trabajo grupal, mucho debate pedagógico y político. La escuela tuvo distintas líneas que tenían que ver con el trabajo en educación sexual, tal vez no todas las maestras implementando los talleres, pero sí mínimas reflexiones que tenían que ver con la cuestión de género, los chistes sexistas, heterosexistas, el trabajo sobre los actos escolares encarándolos siempre en vinculación con la comunidad. Para un acto del “Día de la Independencia”, hicimos preguntas sobre el presente y se llamaba “La toma”; la toma de la palabra por parte de las mujeres. la toma de la vida con las Madres de Plaza de Mayo, la toma de la tierra por parte de la comunidad, la toma de la fábrica por los obreros de Zanón.

_¿Qué otras prácticas desnaturalizaste para que entren en tensión para su cuestionamiento entre lxs estudiantes?

_La propuesta de sexualidad tenía otros modos de escucha que hacía que fuera más permeable a repensar algunas prácticas, incluso en un momento pensamos cambiar las filas de chicos y chicas y eso generó discusiones porque era como que se derrumbaban los cimientos de una institución. Cuando yo lo planteé a la entrada generó muchísima resistencia por parte de las madres que planteaban cosas como: “Ah bueno, después van a ir al baño todos juntos”. Era un pánico moral y sexual porque justo lo planteaba una maestra lesbiana. Donde encontramos más resistencia en desbaratar la formación fue en los varones, para ellos pasarse a ese lugar simbólico que está instalado para las nenas implicaba un cambio de género que los feminizaba. En este sentido, algunas maestras no ponían mucho énfasis en tratar de modificar esa práctica pero sí ponían mucha energía en el tema de la gripe A, por ejemplo, en llevarlos al baño, lavarles las manos, volver… Como que esa práctica sí merecía tiempo y compromiso para hacerlo, ahora esto de cambiar las filas se intentó dos o tres veces y como no resultó se dejó.

_En estas prácticas descolonizadoras, en el desplazamiento del poder y la construcción de autoridad, que en principio genera obediencia inmediata, se genera tensión con las teorías que se leen. ¿Notaste esa tensión en vos como lectora o como estudiante?

_Tengo una relación con la teoría que no es la que se instituye en general en la academia. Entonces, para mí, producir teóricamente es poner la práctica en el centro de escena y construir desde ahí en términos de praxis política. Por un lado, es una disputa con ciertos modos de producción académicos y por otro lado, también dentro del activismo donde hay cierta impugnación de la producción teórica, porque la producción teórica está vista como una tarea que se hace por fuera de los contextos y desvinculada de las prácticas. En este sentido, creo que las maestras sí históricamente tienen un lugar de subordinación intelectual, así que para mí, pensar la práctica y producir teóricamente es una forma de disputar ese lugar de subordinación, de apostar a la autonomía intelectual y esto es intervenir también el dispositivo de feminización de las maestras. El sistema educativo es super jerárquico y produce esa feminización, donde las maestras de primaria o de inicial son el último orejón del tarro. Son aquellas que deberían bajar la teoría a su práctica. Esas concepciones no me resuenan. Sí me alimento de producciones académicas, obviamente, para mí es un tráfico constante sin dejar de estar atenta a que la academia impone determinados modos de construcción de conocimiento donde el cuerpo del investigador está soslayado o autoinvisibilizado para construir el criterio de objetividad. Pero no sé si me pondría a pensar tanto en que los que producen académicamente no tienen que ver con la práctica sino que hay algo más para problematizar que es el modo de producción de conocimiento. Es una práctica constante donde tenemos que descolonizar nuestros propios cuerpos en contextos particulares porque son disposiciones que hemos construido en relación  a otros cuerpos. Es una práctica de vida constante.

_Volviendo a las aulas, considerando que la autoridad es la maestra y los demás son personas “sin luz” (alumnos), subordinadas a recibir información constante como una paralización de lo corporal y una construcción de obediencia…

_Una puede sentarse a leer cuestiones de género, poscolonialidad, pero es fundamental intervenir los modos de la práctica y los modos de hacer del cuerpo. En nuestras propias historias escolares, si uno se pone a pensar, ¿cuáles son las cuestiones que hicieron huella, de las cuales tenemos memoria? Siempre hay algo relacionado a la corporalidad que está presente. Nuestras propias historias nos están diciendo cómo construimos memoria, cómo construimos esos aprendizajes que muchas veces son mucho más significativos de eso que está pasando, de lo que está enseñando la maestra en ese momento. Esas miles de formas de habitar los cuerpos si no tienen una presencia dentro del aula a través de materiales gráficos, a través de audios donde se pueda también escuchar otros tonos de voz, hay algo de la cuestión perceptiva en la que tiene que intervenir la escuela. Siempre nos encontramos una lámina con un nene o una nena con una carita sonriente, con formas muy suaves porque están vinculadas a como debería ser la infancia y no hay otras experiencias visuales, sonoras, corporales, entonces no hay manera de transformar esos modos de hacer del cuerpo o darle vida o entidad a otras formas para ser niños y niñas.

_Citando uno de tus textos, ¿de qué manera es posible desmontar la lengua del mandato de la que vos hablás y qué caminos podemos transitar para criar la lengua del desacato?

_Es un diálogo que mantuve con dos activistas chilenos. Fue una apuesta de Jorge Díaz – que pertenece a la Coordinadora Universitaria de la Disidencia Sexual (CUDS)- y Enrique Murga. Esa coordinadora en la Universidad de Santiago de Chile es un grupo con el cual dialogo dado que tienen una apuesta por la producción de otras ficciones feministas, entender el lenguaje como un campo político donde se puede intervenir. A partir de un diálogo virtual que mantuvimos se organizó el fanzine. La idea es pensar el lenguaje como aquel contrato fundamental que organiza al mundo y la necesidad de intervenirlo para desarmar esas categorías que resultan opresivas y son normativas que requieren ponerse a pensar en la lengua del desacato, en la posibilidad de construir una lengua que intervenga constantemente esas normativas.

_¿Qué importancia tiene para vos hablar de disidencia sexual en lugar de diversidad sexual?

_Para mí, disidencia sexual es una práctica política epistemológica y afectiva que tiene que ver con estar analizando permanentemente como funcionan las políticas sexuales en articulación con las políticas económicas, culturales, sociales y estar atenta a todos los procesos de normalización de la identidad sexual, genérica, racial, de clase o como se articulan entre ellas en función de las diversas coyunturas históricas. Y disidencia sexual no nombra una población específica, no es sinónimo de población LGTB, sino que la verdad es una operación política y de problematización permanente. La diversidad sexual es un término que viene de las políticas neoliberales y en el ámbito educativo se instaló como inclusión, tolerancia, integración; que lo que hace es organizar, pacificar y homogenizar el conflicto político que plantea las diferencias. Es decir, que vino a desnombrar las identidades, con suerte se dice sexual.

_Desde la docencia, ¿cómo lo tratas? ¿Cómo ves que lo hacen tus colegas?

_Las maestras pueden decir “Yo trabajo la diversidad sexual”, pero diversidad sexual es otra forma de nombrar lo que no es heteronormativo entonces lo que se termina haciendo es no poner en el centro de la escena la norma que organiza la sexualidad: la heteronormatividad . Se corre siempre la mirada hacia la existencia de lesbianas, gays, trans con narrativas bastante estereotipadas, homogéneas, desproblematizadas, o se presenta de manera armónica como lo hace siempre la escuela respecto del saber y termina teniendo cierto efecto político que  acalla ciertos debates. No repensar las relaciones de poder que construyen esas categorías, eso tiene que ver con las políticas estatales que imponen ciertos términos para hablar de ciertas poblaciones.

Una como maestra se encuentra atravesada por estas políticas públicas en la educación, donde por un lado tenés la ley de educación sexual, que plantea un marco jurídico, que habilita a trabajar ciertas temáticas, el tema es que como una no es funcionaria en términos de obediencia hacia el Estado sino que también puede intervenir esas narrativas y plantearlas en términos de disputa política con ciertos saberes que justamente lo que hacen es neutralizar la potencia política que tienen ciertas identidades de desbaratar la organización o ciertos régimen de poder. Muchas veces aparecen en las charlas esto de trabajar la diversidad sexual y con una pregunta muy sencilla que es, ¿vos dónde te pones respecto de la diversidad la sexual? La gente no lo ha pensado, damos cuenta que la diversidad sexual opera como un término para nombrar a otro que no es heterosexual. Las categorías de diversidad cultural han sido problematizadas hasta por la propia antropología, por los propios pueblos originarios que vienen a (des)nombrar, a pacificar ciertos conflictos por qué ahora adoptar el término de diversidad sexual.

_Por último, tu nuevo libro “El sótano de San Telmo”, ¿qué nos podés contar?

_Es parte de “Potencia tortillera”. “Potencia” es el archivo digitalizado del activismo lésbico en Argentina que desde el 2011 veníamos sosteniendo con Fabiana Tron, Gabriela Adelstein, María Luisa Peralta, Canela Gavrila y yo. En este último tiempo, dentro del archivo me interesó instalar algunas líneas de investigación. Cuando volví a Buenos Aires en el 2014, me había quedado con esta inquietud que durante la presentación pública del archivo en el 2011 que hicimos en Brandon, donde Adriana Carrasco había traído el dato de un sótano donde se juntaban lesbianas a hacer actividades, ya que en la parte del archivo que tenía menos documentación era la parte del período de la Dictadura. Me contacté con Adriana que reconstruyó la experiencia del sótano que fue motorizado por quien fue su compañera Marta Ferro, una periodista trotskista. Este sótano funcionaba como un centro de actividades culturales y políticas en la dictadura y terminaba siendo un lugar de sociabilidad lésbica. No era un lugar de activismo lésbico porque todavía el término lesbiana no constituía una identidad que agrupara políticamente sino que terminaba siendo un lugar donde la mayoría de los que concurrían eran lesbianas. Marta Ferro, por ejemplo, se decía a sí misma “karmática”. Había distintas maneras de nombrar que no son las de ahora. De algún modo en el sótano se articulaba la lucha de clases, la emancipación de las mujeres, la liberación de las mujeres como se denominaba en aquel momento y la posibilidad de vivir el deseo de otra manera. Lo que hace el libro, que en realidad es un artículo que se publica en Potencia tortillera a fines del 2014, es articular la experiencia de la izquierda, el activismo lésbico y resistencia política. El año pasado la Editorial Madreselva me propone publicarlo y adquiere la forma de libro, pero el artículo ya estaba en “Potencia tortillera”. Las memorias históricas del movimiento lésbico también son distintas porque las configuraciones han sido diferentes. En Córdoba se dan articulaciones que en Buenos Aires no: entre trabajadoras sexuales y el movimiento de la disidencia sexual. Córdoba esta a favor del reconocimiento del trabajo sexual y no necesariamente reglamentarista y acá es hegemónicamente abolicionista. Entonces, también eso marca distintas alianzas y posibilidades de diálogos o de no-diálogos. Lo interesante justamente del archivo es esta propuesta de convocar a estas compañeras de los distintos lugares del país para hacerse cargo del archivo y conformar un nuevo grupo de coordinación, y que estén presentes todas esas configuraciones que se dan en los distintos lugares también es una práctica descolonizadora.

Fuente de la entrevista: http://derrocandoaroca.com/2016/05/03/valeria-flores-una-puede-leer-cuestiones-de-genero-poscolonialidad-pero-es-fundamental-intervenir-en-la-practica/

Comparte este contenido:
Page 1039 of 3041
1 1.037 1.038 1.039 1.040 1.041 3.041