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Reseña: Simón Bolívar: Su natalicio 24 de Julio de 1783

Venezuela/24 de Julio de 2017/Biografía

Si se forzase a los historiadores a designar el más decisivo protagonista de los convulsos procesos que, en las primeras décadas del siglo XIX, condujeron a la emancipación de la América Latina, no hay duda de que resultaría elegido el militar y estadista venezolano Simón Bolívar (1783-1830), justamente honrado con el título de «Libertador de América».

Tras no pocos reveses, Simón Bolívar lideró las campañas militares que dieron la independencia a Venezuela, Colombia y Ecuador. Y al igual que otro insigne caudillo de la independencia, José de San Martín, Bolívar comprendió la ineludible necesidad estratégica de ocupar el Perú, verdadero centro neurálgico del Imperio español. Las victorias de Bolívar en la batallas de Junín y de Ayacucho (1824) significaron la caída del antiguo Virreinato, la independencia de Perú y de Bolivia y el punto final a tres siglos de dominación española en Sudamérica.

Tal fue la trascendencia de su figura que ha podido afirmarse que, en el ámbito sudamericano, la historia de la emancipación es la biografía de Bolívar y parte de la de San Martín. Y no menos admirable resulta su total entrega al ideal emancipador, causa a la que había jurado consagrarse con sólo 22 años en un evocador escenario: el Monte Sacro de Roma. Políticamente, su sueño fue unir las colonias españolas liberadas en una confederación al estilo estadounidense; tal proyecto se materializó en la «Gran Colombia» (1819-1830), que presidió el mismo Bolívar y llegó a englobar Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.

Pese al realismo y rigor de su pensamiento político (siempre juzgó que era preciso adaptar las doctrinas europeas a la realidad americana), el éxito no le acompañó en la monumental empresa de configurar las nuevas repúblicas; sometida a la presión de los caudillismos y las reivindicaciones territoriales, la desmembración de la Gran Colombia también hubiera sido inevitable sin el prematuro fallecimiento de Bolívar.

Biografía

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Venezuela era entonces una Capitanía General del Reino de España entre cuya población se respiraba el descontento por las diferencias de derechos existentes entre la oligarquía española dueña del poder, la clase mantuana o criolla, terratenientes en su mayoría, y los estratos bajos de mulatos y esclavos.

Los criollos, a pesar de los privilegios que tenían, habían desarrollado un sentimiento particular del «ser americano» que los invitaba a la rebeldía: «Estábamos (explicaría Bolívar más tarde) abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contravención directa de nuestras instituciones».

Ésta era, por lo demás, la clase a la cual pertenecían sus padres, Juan Vicente Bolívar y Ponte y María de la Concepción Palacios y Blanco. El niño Simón era el menor de cuatro hermanos y muy pronto se convertiría, junto a ellos, en heredero de una gran fortuna. Bolívar quedó huérfano a los nueve años de edad, pasando al cuidado de su abuelo materno y posteriormente de su tío Carlos Palacios; ellos velarían por su educación, aunque también la negra Hipólita, su esclava y nodriza, continuaría cuidando del muchacho.


La lección de Andrés Bello a Bolívar, de Tito Salas

Entre los valles de Aragua y la ciudad de Caracas discurrió la infancia y parte de la adolescencia del joven Simón. Combinaba sus estudios en la escuela de primeras letras de la ciudad con visitas a la hacienda de la familia. Más tarde, a los quince años de edad, los territorios aragüeños cobrarían un mayor relieve en su vida cuando, por la mediación que realizó su tío Esteban (ministro del Tribunal de la Contaduría Mayor del Reino ante el rey Carlos IV), fue nombrado subteniente de Milicias de Infantería de Blancos de los Valles de Aragua.

Mientras esto sucedía, tuvo la suerte de formarse con los mejores maestros y pensadores de la ciudad; figuraban entre ellos Andrés Bello, Guillermo Pelgrón y Simón Rodríguez. Fue este último, sin embargo, quien logró calmar por instantes el ímpetu nervioso y rebelde del niño, alojándolo como interno en su casa por orden de la Real Audiencia, lo cual sería la génesis de una gran amistad. Pero ni el apego al mentor ni el ingreso en la milicia fueron suficientes para aquietar al muchacho, y sus tíos decidieron enviarlo a España a continuar su formación.

La estancia en Europa

Corría el año 1799 cuando Bolívar desembarcó en tierras peninsulares. En Madrid, a pesar de seguir sus estudios, el ambiente de la ciudad le seducía: frecuentaba los salones de lectura, baile y tertulia, y observaba maravillado la corte del reino desde los jardines de Aranjuez, lugar éste que evocaría en sueños delirantes en su lecho de muerte. Vestía de soldado en esos tiempos en los cuales España comenzaba a hablar de Napoleón, y así visitaba al marqués de Ustáriz, hombre culto con quien compartía largas tardes de conversación.

En una de ellas conoció a María Teresa Rodríguez del Toro, con quien se casaría el 26 de mayo de 1802 en la capilla de San José, en el palacio del duque de Frías. Mientras Bernardo Rodríguez, padre de la muchacha, decidía dar largas al compromiso, Bolívar los siguió hasta Bilbao y aprovechó para viajar a Francia: Bayona, Burdeos y París. Inmediatamente después de la boda, los recién casados se trasladaron a Caracas y, a pesar de los resquemores que canalizaban los criollos a través de sus conspiraciones, Bolívar permaneció junto a su esposa, llevando una vida tranquila. Esta serenidad conyugal, sin embargo, no duraría mucho: María Teresa murió pocos días después de haberse contagiado de fiebre amarilla, en enero de 1803. Bolívar, desilusionado, decidió alejarse y marchó nuevamente a Europa.

Mientras el caraqueño Francisco de Miranda, desde Estados Unidos y las Antillas, reunía pacientemente apoyos para una expedición militar que diese la independencia al país, los acontecimientos en Venezuela comenzaban a tomar aires de revuelta. Ajeno a todo aquello, Bolívar se reunió con su suegro en Madrid, para trasladarse a París en 1804. A la sombra de Napoleón Bonaparte (quien no tardaría en proclamarse emperador de Francia) se había formado una clase aristócrata, hallada entre la burguesía, que se reunía en los grandes salones a los cuales asistía Bolívar en compañía de Fernando Toro y Fanny du Villars.


El juramento del Monte Sacro

Allí el joven Bolívar, especie de dandy americano, se contagiaría poco a poco de las ideas liberales y la literatura que habían inspirado la Revolución Francesa. Era un gran lector y un interlocutor bastante interesado en la política de la actualidad. En esos tiempos conoció al eminente naturalista alemán Alexander von Humboldt, expedicionario y gran conocedor del territorio americano, quien le habló de la madurez de las colonias para la independencia. «Lo que no veo (diría Humboldt) es el hombre que pueda realizarla».

Su antiguo preceptor, Simón Rodríguez, se hallaba por entonces en Viena; Bolívar, al enterarse, corrió en su búsqueda. Posteriormente el maestro se trasladó a París, y en compañía de Fernando Toro emprendieron un viaje cuyo destino final era Roma. Cruzaron los Alpes caminando hasta Milán, donde se detuvieron el 26 de mayo de 1805 para presenciar la coronación como rey de Italia de Napoleón, a quien Bolívar admiraría siempre. Después visitaron Venecia, Ferrara, Bolonia, Florencia, Perusa y Roma. En esta última ciudad tuvo lugar el llamado Juramento del Monte Sacro: en presencia de Simón Rodríguez y Fernando Toro, Simón Bolívar juró solemnemente dedicar su vida y todas sus energías a la liberación de las colonias americanas.

La gestación de un ideal

Evidentemente, tal propósito y convicciones no habían nacido en Bolívar de forma espontánea o repentina; el fervor del momento y sus conversaciones con importantes intelectuales (empezando por su maestro Simón Rodríguez) le habían hecho comprender la injusticia que entrañaba el sometimiento de América al yugo de España. Tras tener noticia de las fallidas expediciones libertadoras de Francisco de Miranda en Ocumare y la Vela de Coro, Bolívar decidió emprender el viaje de vuelta.

Tras una corta estancia en Estados Unidos, Bolívar regresó a mediados de 1807 a Caracas, donde hubo de retomar sus antiguas ocupaciones de hacendado. José Antonio Briceño, un vecino de tierras y fincas, le esperaba con un cerco en sus tierras; tal asunto debía resolverse cuanto antes. Pese al fracaso, las incursiones de Miranda habían tenido la virtud de adherir algunos caraqueños al proyecto emancipador; sin embargo, la gran mayoría de los criollos se conformaba con rebelarse pasivamente violando las normas que se dictaban desde España.


Simón Bolívar

En 1808 Bolívar se había ya incorporado a las actividades conspirativas. Ese mismo año tuvieron lugar gravísimos sucesos en la metrópoli: Napoleón invadió la península, mantuvo retenidos en Bayona a Carlos IV y a su hijo Fernando VII y dio la corona a su hermano José I Bonaparte. Tal usurpación desencadenó la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), convulsa etapa en la que los continuos combates contra el invasor y el rechazo popular al impuesto rey francés ocasionaron un vacío de poder en España, cubierto apenas con el establecimiento en Sevilla de la Junta Suprema de España e Indias (27 de mayo de 1808).

La situación era propicia para que Martín Tovar y Ponte, entonces alcalde de Caracas, presentara a la Capitanía General un proyecto para crear una junta de gobierno adscrita a la Junta Suprema de Sevilla, expresando así las demandas criollas de participación política. En un comienzo, las autoridades coloniales se mostraron reacias al proyecto, pero posteriormente, ante el vacío de poder que se había producido, decidieron pactar con los conspiradores. Enterado de la situación, Bolívar abrió las puertas de una casa de verano familiar (la Cuadra de Bolívar) para acoger las reuniones. Se negó categóricamente a participar en cualquier alianza; para él, debía clamarse por la emancipación absoluta.

En las vísperas del jueves santo de 1810, arribaron a la ciudad los comisionados del nuevo Consejo de Regencia de Cádiz, órgano de gobierno que actuaba en la península en sustitución de Fernando VII, tras haber relevado a la Junta Suprema. Fueron recibidos por Vicente Emparan, máxima autoridad colonial en tanto que gobernador y capitán general de Venezuela, pero al día siguiente los criollos lo sitiaron y lo obligaron a dirigirse al cabildo. La mitología venezolana recoge de esta fecha (19 de abril de 1810) el instante en el cual Vicente Emparan se asomó al balcón del cabildo de Caracas para interrogar al pueblo enardecido acerca de su predisposición a continuar aceptando su autoridad, con el clérigo José Cortés de Madariaga detrás de él haciendo señas con el dedo al pueblo para que negasen. Tras un rotundo «¡No!» por parte de la población, Vicente Emparan cedió: «Pues yo tampoco quiero mando».

Comenzaba así la famosa revuelta caraqueña que, sin proponérselo, daba inicio al proceso de independencia de Venezuela. Se constituyó la Junta Suprema de Venezuela, órgano gubernativo teóricamente fiel al rey Fernando VII que, entre otras disposiciones, nombró a Simón Bolívar coronel de infantería y le asignó la tarea de viajar a Londres, en compañía de Andrés Bello y Luis López Méndez, en busca de apoyos para el nuevo gobierno.

En Londres fueron recibidos por el ministro de Asuntos Exteriores, Lord Wellesley, quien después de varias entrevistas terminó por mantenerse neutral frente a la situación. Bolívar, a pesar de ver frustrado el intento, encontró en esta coyuntura una reorientación y clarificación de sus ideas sobre la emancipación de la América Latina. El momento clave fue su entrevista en Londres con Francisco de Miranda, ideólogo y visionario de la independencia de América, quien ya había ideado, entre otras cosas, un proyecto para la construcción de una gran nación llamada «Colombia», que había de reunir en su seno a todas la antiguas colonias, desde México hasta Chile y Argentina. Bolívar se empapó de las ideas del gran precursor y las reformuló a lo largo de una campaña que duraría veinte años.

Bolívar regresó a Caracas convencido de la misión que había decidido atribuirse. Miranda no tardaría en seguirlo; su figura era algo mítica entre los criollos, tanto por el largo tiempo que había pasado en el exterior como por su participación en la independencia de Norteamérica y en la Revolución Francesa. Casi nadie lo conocía, pero Bolívar, convencido de la utilidad de Miranda para la empresa que se iniciaba, lo introdujo en la Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía, creada en agosto de 1810.

La independencia de Venezuela

Partidarios a ultranza de proclamar una independencia absoluta para Venezuela, Bolívar y Miranda instaron a los miembros de la Sociedad Patriótica a pronunciarse en ese sentido ante el Congreso Constituyente de Venezuela, reunido el 2 de marzo de 1811. Fue a propósito de ello que Bolívar dictó su primer discurso memorable: «Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana. Vacilar es perdernos». El 5 de julio de 1811, el Congreso Constituyente declaró la independencia y se aprobó la Constitución Federal para los estados de Venezuela.

La primera República se perdió como consecuencia de las diferencias de criterios entre los criollos, de los resentimientos entre castas y clases sociales, y de las incursiones de Domingo Monteverde (capitán de fragata del ejército realista) en Coro, Siquisique, Carora, Trujillo, Barquisimeto, Valencia y, finalmente, Caracas. Estaba claro que una guerra civil iba a desatarse de inmediato, pues la empresa en cuestión era todo menos monolítica. Bolívar tomaría conciencia del carácter clasista de la guerra y reflexionaría sobre ello a lo largo de todas sus proclamas políticas.


Simón Bolívar

En esta oportunidad, sin embargo, le tocó defender la República desde Puerto Cabello. A pesar de su excelente labor política y militar en defensa del castillo, todo fue inútil; las fuerzas del otro bando eran superiores, y a ello se le sumaba la ruina causada por los terremotos ocurridos en marzo de 1812. El 25 de julio se produjo la capitulación del generalísimo Francisco de Miranda; si bien era necesaria en su opinión, Miranda no había consultado a sus compañeros, y la rendición llenó de ira a Bolívar, quien, al enterarse de los planes de Miranda de abandonar el territorio, participó en su arresto en el puerto de La Guaira: «Yo no lo arresté para servir al rey, sino para castigar a un traidor».

La estrategia de Bolívar fue entonces huir hacia Curazao, desde donde partió a Cartagena, en la costa caribeña de Colombia. El 27 de noviembre de 1811, Cartagena y otras ciudades del Reino de Nueva Granada (actual Colombia) habían proclamado su independencia y constituido las Provincias Unidas de Nueva Granada. La intención de Bolívar, arropada en el manto de un discurso deslumbrante, era encontrar apoyo en las fuerzas neogranadinas para emprender la reconquista de la República en la vecina Venezuela. «Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio de sus ruinas físicas, y políticas»: con estas palabras se iniciaba el Manifiesto de Cartagena, carta de presentación de Bolívar ante el Soberano Congreso de las Provincias Unidas de Nueva Granada, en la cual trazaba un diagnóstico de la derrota al tiempo que ofrecía sus servicios al ejército de esa región. Los granadinos lo acogieron otorgándole el rango de capitán de la guarnición de Barrancas.

Bolívar libró unas cuantas batallas, incluso desobedeciendo órdenes, y bajo el mismo procedimiento inició su arremetida hacia Venezuela. En mayo de 1813 emprendió la «Campaña Admirable», gesta que consistió en la reconquista de los territorios del occidente del país (mientras, de forma simultánea, Santiago Mariño tomaba los de oriente) hasta entrar triunfalmente en Caracas en agosto del mismo año. A su paso por Mérida le llamaron «el Libertador», y con ese título fue ratificado por la municipalidad de Caracas, que lo nombró, además, capitán general de los ejércitos de Venezuela. Pero la Segunda República iba a ser, en esencia, tan efímera como la primera.


Bolívar en la Batalla de Araure (5 de diciembre de 1813)

Estaba claro que la naturaleza de la guerra era cambiante, lo cual no tardaría en demostrarse nuevamente. La astucia con la cual Bolívar intentó polarizar los bandos a través del Decreto de guerra a muerte de 1813 («Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes. […] Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables»), no fue suficiente para mitigar las diferencias existentes entre los ejércitos de mulatos y negros frente a la gesta emancipadora. La furia de los ejércitos realistas, al mando del español José Tomás Boves, forzó a los patriotas a abandonar Caracas en julio de 1814. La República caía nuevamente.

Había que repensar la situación. Después de un corto pero victorioso tránsito por la Nueva Granada (dirigió las tropas que ocuparon Santafé de Bogotá, sellando así la adhesión de Cundinamarca a las Provincias Unidas de Nueva Granada), Bolívar marchó hacia Jamaica en mayo de 1815. En Kingston se dedicó a divulgar, a través de una copiosa correspondencia con personalidades de todo el mundo, el propósito de la guerra que se estaba librando en el territorio de la América meridional. Hasta entonces, el mundo sólo conocía la versión de los realistas.

De estos documentos divulgativos, el más famoso es la Carta de Jamaica. En ella reproduce el panorama de todas las luchas que se llevaban a cabo simultáneamente en América, especula acerca del futuro del territorio y adelanta la idea de la unión colombiana. Y es que la escritura fue un capítulo importante en la vida de Bolívar. Puede decirse que el poder que ejercía su pluma le garantizó gran parte de sus triunfos. Revolucionó el estilo de la prosa haciendo de su letra el reflejo vivo de sus pasiones, pensamientos y acciones. Sus amanuenses y secretarios convenían en que los dictados del Libertador «tenían ganada la imprenta sin un soplo de corrección». Al mismo tiempo, desde el despacho de Jamaica, Bolívar preparaba la nueva estrategia para Venezuela.

La «Gran Colombia»

La reconquista de Venezuela tardaría seis años en conseguirse. Las expediciones se iniciaron en la isla Margarita y continuaron su escalada por el oriente en dirección hacia Guayana. La batalla de San Félix (1817) dio a los independentistas la región de Guayana y la navegación por el Orinoco. En 1819, Bolívar emprendió la Campaña de los Andes, y, tras derrotar a los realistas en la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819), obtuvo el control de las Provincias Unidas de Nueva Granada (la actual Colombia), que habían caído en manos de los españoles en 1816. Finalmente, la victoria en la batalla de Carabobo (24 de junio de 1821) selló definitivamente la independencia de Venezuela y Colombia.

Fueron los tiempos del temible general realista Pablo Morillo, al que el absolutista monarca español Fernando VII, repuesto en el trono una vez finalizada la Guerra de la Independencia Española, había encomendado la misión de aplastar toda insurgencia. Vencerlo fue tarea difícil, y Bolívar tuvo que emplear nuevas estrategias de adhesión: proclamó la libertad de los esclavos y ofreció tierras a cambio de lealtad militar. Obtuvo así la colaboración de los ejércitos llaneros al mando de José Antonio Páez, vitales para el desarrollo de la contienda, como también lo fue la ayuda de un importante contingente de soldados y generales europeos, británicos fundamentalmente, quienes anhelaban unirse al Libertador.


Bolívar y Francisco de Paula Santander, vicepresidente de la «Gran Colombia»

Simultáneamente, Bolívar se encargó de la reconstrucción política de la región. En febrero de 1819 convocó el Congreso de Angostura, ante el que pronunció un célebre discurso en el cual instaba a los representantes a promulgar una constitución centralista que había de ser el fundamento jurídico de la soñada República de la Gran Colombia. Presidida por el mismo Bolívar, la «Gran Colombia» quedó constituida ese mismo año, y agrupaba por el momento los territorios de las actuales Venezuela y Colombia.

El sur se encontraba en la mira de la Gran Colombia, es decir, de Bolívar. La liberación y adhesión de las provincias de Quito y Guayaquil (el actual Ecuador) resultaba fundamental para consolidar y mantener la hegemonía en el continente de la recién creada República. Ello fue logrado, desde el punto de vista militar, en la batalla de Pichincha (1822), y desde el punto de vista político, por las negociaciones adelantadas por Antonio José de Sucre y Simón Bolívar, gracias a las cuales la región aceptó integrarse en la Gran Colombia una vez liberada.

El proceso de emancipación de Latinoamérica terminaría en Perú dos años después. El valor estratégico que tenía la conquista y liberación de este territorio por parte del ejército libertador era vital: en tanto que verdadero centro neurálgico del poderío español, la caída del Virreinato del Perú significaría la salida definitiva de los españoles del territorio americano. Tal victoria supondría, además, el triunfo de la ideología bolivariana republicana sobre la propuesta de construir monarquías en los territorios del sur, defendida por la oligarquía peruana y secundada, aparentemente, por otro gran caudillo de la independencia americana: José de San Martín.

En una inolvidable gesta que incluyó la travesía de los Andes desde Argentina, San Martín había liberado Chile en 1817; desde allí, al frente de un nutrido ejército que trasladó por mar, desembarcó en Perú, ocupó Lima en 1821 y proclamó la independencia. Pero apenas un año después, la disensiones internas y el hostigamiento de los realistas, que controlaban de hecho la mayor parte del territorio, habían debilitado sensiblemente su posición. Ambos libertadores se reunieron en Guayaquil en julio de 1822 con el fin de tratar éste y otros asuntos relativos a la guerra. Nunca se supo de qué hablaron Simón Bolívar y José de San Martín, pero el curso de los acontecimientos brinda la evidencia de un profundo desacuerdo; poco después, San Martín renunció a su cargo de Protector del Perú y regresó a Chile.


Tras constituir la «Gran Colombia», Bolívar derrotó a los españoles en Perú, poniendo fin a tres siglos de colonialismo

La definitiva liberación del Perú quedó así en manos de Bolívar. Apenas dos años después, tras hacerse cargo en persona de los preparativos, las batallas de Junín y de Ayacucho (agosto y diciembre de 1824) acabaron con la resistencia realista: la caída del Virreinato del Perú ponía fin a tres siglos de dominación española. En el Alto Perú, liberado en los primeros meses de 1825, se constituyó la actual República de Bolivia, presidida por su lugarteniente Antonio José de Sucre. Culminadas así todas las operaciones militares, Bolívar regresó a rendir cuentas al Congreso colombiano.

Bajo su impulso medio continente había alcanzado la independencia, pero, pese a haber reflexionado largamente sobre la forma de gobierno que convenía a los territorios americanos, ni la fortuna ni la clarividencia le acompañarían en su acción política. Bolívar abogó en todo momento por la edificación de un Estado centralista que lograra cohesionar aquello que, en virtud de una heterogeneidad racial, cultural y geográfica de la que era muy consciente, no resistía la perfección de una federación; pronto se puso de manifiesto, sin embargo, que el proyecto de mantener unidas en confederación a las nuevas naciones era una quimera.

Si bien logró todavía aplacar la sublevación de la Cosiata (1826), Bolívar intentó luego evitar la desmembración de la Gran Colombia invistiéndose de poderes dictatoriales (1828), lo que sólo sirvió como pretexto para que, el 25 de septiembre del mismo año, se perpetrase un atentado fallido contra su persona que minó profundamente su moral. Todo era inútil: el general victorioso en las luchas por la libertad de las naciones se veía vencido en aquella nueva etapa de lucha para la verdadera construcción de las mismas. El 27 de abril de 1830, Bolívar presentó su renuncia ante el que sería el último Congreso de la Gran Colombia. Las pugnas caudillistas y nacionalistas desbarataron toda posible conciliación y condujeron a la separación de Venezuela y Ecuador.

Durante los meses que precedieron a su muerte, el Libertador había de evocar constantemente su amarga derrota política. Recordaba a su último amor, Manuela Sáenz, que al salvarle la vida en el atentado del 25 de septiembre de 1828 se había ganado el título de «Libertadora del Libertador»; también evocaba otros amores y otros atentados. Lloraba la muerte de Sucre, el fiel lugarteniente asesinado el 4 de junio de 1830 en Berruecos; recordaba y deliraba, y así murió, solo y defenestrado de los territorios que había liberado, por causa de una hemoptisis, en la Quinta San Pedro Alejandrino, el 17 de diciembre de 1830. En 1842 el gobierno de Venezuela decidió trasladar los restos de Bolívar, según su último deseo. Desde entonces, su legado ha devenido mito y veneración como fundador de la patria.

Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/monografia/bolivar/

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Venezuela: Más de 66 mil protegidos por el sistema de las tarjeta Hogares de la Patria en Lara

Venezuela/Julio de 2017/Autora: Mariana Basalo/Fuente: MPPE

El presidente del movimiento Somos Venezuela, Elías Jaua, estuvo junto a un equipo de ministros y jefes de misiones, en Barquisimeto, estado Lara, en un despliegue por los corredores Los Horcones y Robert Serra, para atender a las familias y realizar la entrega de 9 mil 802 tarjetas de Hogares de la Patria, llegando a la cifra de 66 mil protegidos por el mecanismo de este beneficio en dicha entidad.

El Ministro expresó que a través de este movimiento se promueve el desarrollo, la protección y el fortalecimiento de las familias venezolanas, “hemos estado distribuyendo unas 9 mil 802 tarjetas Hogares de la Patria, es decir conformando unas 9 mil 802 hogares de la patria en Barquisimeto, lo que quiere decir que el estado Lara llega a la cifra de 66 mil protegidos por el mecanismo de esta tarjeta”.

El moviendo Somos Venezuela cuenta con las fuerzas políticas y sociales de la revolución, las cuales tiene como responsabilidad solventar las necesidades de los venezolanos y fortificar los beneficios otorgados por el gobierno bolivariano.

“Junto con Luís Reyes Reyes, (presidente de corpolara) Ministros y Ministras, la candidata a la constituyente, Carmen Meléndez y fuerzas del Poder Popular; hemos estado visitando hoy un conjunto de hogares en el sector Bolívar de la parroquia Juan de Villegas específicamente en el sector Asoprado visitando, conversando, atendiendo necesidades y dando soluciones”. Manifestó el Ministro.

La tarjeta Hogares de la Patria y el movimiento Somos Venezuela conceden los beneficios necesarios para que el pueblo pueda progresar, además de ofrecer un sistema que da respuestas inmediatas a las necesidades de los ciudadanos sin importar su localización, ya que le permite al Presidente estar conectado con cada habitante de la nación.

“Reúne a todas las fuerzas políticas y sociales de la revolución en una gran jornada de visitas, atención social y conexión amorosa con nuestro pueblo, hoy en Barquisimeto estado Lara, en primer lugar estuvimos atendiendo una masiva graduación de más de 6 mil muchachos, muchachas, hombres y mujeres integrantes de las misiones Robinson Sucre y Rivas”.

Del mismo modo Jaua comunicó que se ha logrado la protección de 500 mil hogares a través del mecanismo de las tarjetas Hogares de la Patria, además de manifestar que en los últimos 15 días se han entregado 64 mil pensiones y se han realizado 64 mil operaciones.

El ministro Jaua expresó que 62 mil 550 personas se suman en esta entidad este viernes al Carnet de la Patria a través de una jornada especial realizada en el estado y toda Venezuela, la cual continuará hasta el sábado y domingo, teniendo como objetivo fortalecer y mejorar las condiciones sociales de los venezolanos.

Fuente: http://www.me.gob.ve/index.php/noticias/84-noticias-2027/julio/3138-mas-de-66-mil-protegidos-por-el-sistema-de-las-tarjeta-hogares-de-la-patria-en-lara

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La Asamblea Nacional Constituyente en clave de Educación Universitaria, ciencia y tecnologías para la consolidación del poder popular

Por: Luis Bonilla-Molina

A continuación publico un articulo colectivo, en cuya elaboración participé y con el cual estoy en un 100% de acuerdo.


Desde todos los lugares y en cada uno de los territorios de la patria de Bolívar y Chávez, millones de jóvenes estudiantes, profesores, trabajadores, personal que coadyuva al hecho educativo, tecnólogos, científicos y académicos, expresamos de viva voz, nuestro compromiso con la transformación radical de la sociedad y la educación venezolana. Al unísono dijimos ¡¡¡Presentes¡¡¡ cuando el Presidente Maduro decidió convocar al proceso constituyente para seguir haciendo revolución permanente en nuestro país.

Desde 1999 la revolución Bolivariana tiene rostro de pueblo trabajador, juventud, mujeres, indígenas, sexo diversos, adulto mayor, empresarios nacionalistas, afrodescendientes, tecnólogos populares, innovadores, científicos y, por ello, en una segunda oportunidad se nos convoca a pensar, debatir y elaborar la redacción de una Carta Magna que exprese la nueva realidad nacional y construya el marco jurídico que fundamente el pacto social del presente. Todos los universitarios vamos decididos a participar en la elección de nuestros constituyentes, la elaboración colectiva de su agenda ciudadana y la redacción del texto que regirá el destino colectivo de todos y todas.

Esta es una oportunidad, sólo posible gracias al legado del Comandante Chávez, al heroico compromiso transformador de la alianza cívico-militar que hoy dirige nuestro presidente constitucional Nicolás Maduro Moros y al ímpetu rebelde de nuestro pueblo. En consecuencia iniciamos una discusión abierta, respetuosa, tolerante y comprometida con el destino nacional para que en el texto constitucional que emane de la Asamblea Nacional Constituyente queden reflejadas los avances conceptuales y la experiencia de toda la academia en la perspectiva de construir una patria libre, soberana, independiente y productiva.

Una primera sistematización de aspiraciones que recogen el anhelo de hacer una revolución universitaria

En una primera recolección de ideas, propuestas, expectativas y aspiraciones de la sociedad en su conjunto y de los actores del sector, hemos construido una agenda temática que posibilite la apertura del debate. No es una agenda cerrada, por el contrario, estamos conscientes que son muchos los temas y propuestas que surgirán en el debate que redimensionaran lo que aquí se les presenta hoy.
Entendemos este esfuerzo, no como iniciativas para colocar visiones individuales, sino como una dinámica para construir consensos republicanos respecto a la universidad, la ciencia y la tecnología que necesitamos para seguir avanzando en la revolución Bolivariana. Estas ideas, en permanente construcción, nos permiten hoy delinear algunas líneas gruesas para el sector de la educación universitaria, la ciencia y la tecnología asociadas al poder popular, de cara a los próximos años. Estas son:

Generales:

  1. Ratifiquemos la autonomía universitaria responsable, como filosofía de una universidad que sirve de cobijo a un proyecto colectivo de independencia nacional, soberanía económica y productiva, así como de autodeterminación desde la democracia participativa que emana del poder popular.
  2. Demos rango constitucional a la aspiración ciudadana de un Consejo Nacional de Educación como máxima expresión colegiada de la política para el sector universitario, ciencia y tecnología. Consejo que sería presidido por los Ministros del sector y que tendría en igualdad de condiciones a las máximas autoridades de nuestras casa de estudio universitarios, a los lideres de los centros de investigación existentes en el país, a representantes de los poderes existentes, incluidos del poder popular y, voceros del mundo productivo. Este Consejo no sólo delinearía las políticas públicas del área sino que ejercería la contraloría social de una de sus herramientas fundamentales: los planes decenales de educación universitaria, ciencia y tecnología.
  3. Plasmemos el 9% del PIB y el 25% del presupuesto público nacional como mínimo para la educación en Venezuela, dentro de cuyo cálculo se incluyan las misiones educativas.
  4. Una de las aspiraciones ciudadanas más sentidas es la obligación del sector universitario, ciencia y tecnología de impulsar una ambiciosa política pública detransparencia de gestión, pasa por la divulgación en la plataforma digital y en tiempo real de todo acto administrativo y las decisiones que se tomen en cada institución del sector. Ni una caja negra mas en el sector. Ello pasa por el profundización de la democracia participativa y la contraloría social en el sector, mediante la trasmisión en vivo en la Web de las sesiones de cada uno de los consejos universitarios, órganos de co-gobierno institucional y de las propias reuniones de las organizaciones académicas y gremiales.
  5. En un momento en el cual es urgente relanzar el mundo productivo en una apuesta por un socialismo actualizado del siglo XXI, es urgente que se contemple con rango constitucional que todo proyecto productivo debe ser rentable y sus ganancias deben ser repartidas al menos en un 50% entre los actores que participen directamente en su ejecución. La mentalidad socialista se construye en la gestión compartida y el control colectivo del destino de las ganancias. No podemos seguir permitiendo el desarrollo de proyectos que solo arrojen saldos rojos y no enseñen con el ejemplo la importancia del trabajo productivo.
  6. A casi cien años de la reforma de Córdoba necesitamos pensar una nueva universidad para el siglo XXI. Ello pasa por abrir un debate en el marco de la constituyente respecto a temas como 1) Universidad con origen en la docencia expresadas en carreras ó Universidades que se funden a partir del trabajo de centros de investigación? 2) Necesidad de un modelo de planificación de las carreras, basado en las necesidades del país y posibilidades de desarrollo profesional y laboral de los egresados, que contemple no solo la apertura sino también el momento de cierre de cada de ellas; (3) Avanzar a un modelo de financiamiento, que como lo señala el Banco Mundial en su mas reciente informe, pueda contemplar impuestos para aquellos que más tienen recursos para garantizar su sostenimiento ; (4) la revisión del concepto de universidades nacionales propio de los siglos precedentes; hoy la democratización de la información y el conocimiento con expresiones territoriales concretas pareciera apuntalar la idea de un modelo de universidades pequeñas, universidades de la ciudad como paradigma del siglo XXI. Las universidades nacionales y extra territoriales se corresponden a un modelo de instituciones para el siglo XIX y XX. Las universidades del siglo XXI se deben y justifican en relación con sus comunidades directas.
  7. Uno de los grandes desafíos del debate educativo mundial está asociado a la calidad educativa. Nuestro proceso Bolivariano tiene un concepto de la calidad educativa vinculado al desarrollo integral de la personalidad, la construcción de ciudadanía y la pertinencia social de la formación profesional; en oposición al modelo de calidad basado en competencias desarrollado por los organismos económicos globales.Para desarrollar un monitoreo permanente de nuestro modelo de calidad educativa, se plantea la urgencia de contemplar, con rango constitucional, la creación del Instituto Nacional de la Calidad Educativa.Tenemos que evaluar el impacto y los resultados de lo que hacemos en el sector.

Juventud estudiantil

  1. Para Chávez y Maduro los jóvenes han sido y son, el centro de la atención y la preocupación social. Venezuela ha vivido enormes alegrías de su generación de oro en deporte, producto del esfuerzo en democratizar el acceso al deporte y focalizar la formación deontológica en los más talentosos. Esta experiencia debe tener diversas expresiones y adquirir rango constitucional. Por ello se recoge la aspiración: (a) que cada joven profesional egresado universitario, tenga derecho a una asignación mensual equivalente a un salario mínimo, una vez obtenido su titulo, mientras es asignado a un puesto de trabajo en el sector público o privado; (b) la creación del plan nacional de investigadores e innovadores juveniles que posibilite que miles de venezolanos y venezolanas, con inclinación por la investigación, sean aprendices de científicos consagrados recibiendo como apoyo becas trabajo mientras dure su periodo de formación acompañada;
  2. Venezuela ha dado un salto cualitativo en su soberanía comunicacional. Los dos satélites en circulación y los otros programados abren posibilidades de democratizar la información para el desarrollo productivo, industrial y educativo. Por ello, se propone que quede plasmado con rango constitucional, que toda innovación tecnológica, comunicacional y productiva, tenga una expresión de su desarrollo en las universidades y centros de investigación

Docentes y trabajadores del sector

  1. Una sociedad que se revoluciona para lograr la suprema felicidad tiene en la educación y la investigación su eje vertebrador central. Por ello, la labor de los docentes en general y de los universitarios en particular resulta sustantiva en una estrategia de pedagogía política colectiva. Por ello, se propone que tenga rango constitucional la aspiración ciudadana que sus educadores tengan el reconocimiento en sus condiciones de trabajo propias de la digna labor que realizan. En este sentido, se recoge la aspiración de contemplar, con rango constitucional, que (1) un 5% del PIB, dentro del que corresponde al sector de educación, sea destinado a garantizar salarios dignos y condiciones de trabajo conforme a la labor que realizan los docentes e investigadores del sector; (2) la asignación de una alícuota del 10% de todos los impuestos al lujo, gastos suntuarios y ganancia, para garantizar un mejora permanente de las condiciones salariales de los trabajadores del sector educación, ciencia y tecnología.

Estas son solo algunas ideas en proceso de construcción para alcanzar un Venezuela en paz y con justicia social para todos y todas.

*Fuente:https://luisbonillamolina.wordpress.com/2017/07/19/la-asamblea-nacional-constituyente-en-clave-de-educacion-universitaria-ciencia-y-tecnologias-para-la-consolidacion-del-poder-popular/

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Venezuela: V Foro InterConectados – AsoVAC: La movilización de conocimientos entre universidad y sociedad

America del Sur/Venezuela/Interconectados

La Fundación Interconectados convoca a la comunidad académica interesada en la responsabilidad social universitaria y los mecanismos para movilizar conocimientos eficientemente a participar en V Foro InterConectados – AsoVAC: La movilización de conocimientos entre universidad y sociedad a realizarse para el mes de Noviembre de este año.

En esta ocasión aspiramos a que las ponencias aborden experiencias relacionadas con el uso de las TIC en los servicios comunitarios, las pasantías universitarias, el voluntariado y en general aquellos mecanismos de los que dispone la universidad para lograr la movilización de conocimientos entre universidad y sociedad en el proceso de formación de sus estudiantes.

Si usted adelanta investigaciones orientadas a la formación de los profesores o estudiantes para el servicio comunitario, el voluntariado o las pasantías, o ha realizado intervenciones que se pueden constituir en casos de estudio sobre la interacción entre profesores-estudiantes y las comunidades, o interacciones eficientes entre Alcaldías, consejos comunales, comunidades y el equipo profesor-estudiante, o conoce alguna persona que cree pudiese participar por estar trabajando en este campo, por favor no dude considerar presentar una ponencia. Para mayor información solo tiene que contactarnos por este correo fundacioninterconectados@gmail.com

Fuente: Boletín de Interconectados enviado a la redacción OVE

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Estabilidad para avanzar

Por: Aurora Lacueva

De manera dramática se impone más y más cada día la necesidad de alcanzar la estabilidad política para poder avanzar en nuestro desarrollo como sociedad. El área educativa, donde me desenvuelvo, no escapa a ello. Desde luego, se está trabajando: hace poco terminó el año escolar y se graduaron 363 mil bachilleres. También 28 mil adultos lograron culminar su educación media con la Misión Ribas y 66 mil su primaria con la Robinson, sin olvidar a 6 mil nuevos alfabetizados. Y una excelente noticia es que recibieron su título más de mil cuatrocientos profesoras y profesores, que van a ayudar a cubrir la necesidad de docentes de diversas especialidades en nuestros liceos. Pero resultados como estos son solo una limitada porción de todo lo que se pudiera lograr en un ambiente político ya no digamos óptimo sino, al menos, simplemente “normal”. Hay muchos asuntos pendientes, que exigen tiempo y dedicación intensa de las autoridades: en la formación docente, en la construcción y reparación de planteles, en una dotación que rompa esquemas, en nuevas visiones de la evaluación, en un currículo de avanzada que resulte a la vez aplicable, en el apoyo a la investigación e innovación educativas…

Necesitamos construir una convivencia pacífica, regulada por la Constitución y sus principios de democracia y justicia social, que nos permita destinar muchos más recursos y energía a los grandes problemas de fondo. Es por ello propicia la invitación que lanzó el presidente Maduro el domingo a la oposición, para un nuevo ciclo de diálogo. La casa por cárcel otorgada a Leopoldo López abona en esa misma línea. Lamentablemente la convocatoria presidencial a una Asamblea Constituyente juega en sentido contrario: hacia el enfrentamiento y una mayor inestabilidad. Gobierno-Psuv y oposición-MUD debieran reconocerse mutuamente, cosa que aún no hacen. Debieran aceptar que ambos bandos tienen seguidores y que existe además una mayoría de venezolanos que no se identifica ni con uno ni con otro. La democracia implica coexistencia de diversas corrientes, y su acceso al poder mediante elecciones periódicas por voto universal, directo y secreto. Implica alternancia y respeto a la institucionalidad. El diálogo es crucial en este momento y merece el apoyo de todas y todos.

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/aurora-lacueva-estabilidad-avanzar/

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Horario y salario crítico en la universidad venezolana

Por: Luis B. Saavedra M.

Profesores, estudiantes, empleados y obreros de las universidades venezolanas, es decir, buen número de los miembros de la comunidad académica y sus colaboradores, en estos últimos días o meses asumen, tal vez como un mal menor, lo que se ha dado en llamar «Horario Crítico». Que ni remotamente es igual a una huelga de brazos caídos luchando por la «Escala móvil de salarios», vieja aspiración del movimiento obrero y de los trabajadores en general en el mundo contemporáneo. No, el horario crítico no es sino una especie de «paro móvil».

Así, cada semana los días de paro y clases se alternan, lo cual no deja de ser un «bochinche», merced a la actitud anti-gubernamental a ultranza de los demócratas adeco-copeyanos aglutinados en Fapuv, procurando apoyar desde ese ámbito la llamada «Salida», lo mismo que huestes violentas de PJ y VP por brazo del lumpen urbano industrial ejecutan en calles de cada vez menos urbanizaciones de Venezuela y bendecidos por obispos y curas de la santa Iglesia. Pero es al Gobierno Bolivariano al que acusan de no honrar sus compromisos para con la universidad venezolana y asesinar manifestantes pacíficos, ya que algunos policías y sargentos, de tan brutos ciertamente han cometido esos crímenes; aunque ya están detenidos, ciertamente un comportamiento muy diferente a la Cuarta República, lo que no niega la gravedad de la cuestión.

Se cuenta con un presidente obrero y ciertamente constantemente hace aumentos del salario mínimo pero del campo o campus universitario más bien habla poco y los ministros del ramo menos, conformándose con las ya viejas políticas que al respecto diseñó y ejecutó el comandante Chávez, que no es poca cosa; pero repite uno de sus errores más gruesos, a saber, la poca satisfacción laboral del universitario, principalmente el personal académico; lo que ha dado lugar a la migración de buena parte de profesores investigadores, además de que la ampliación de la oferta en la educación superior en Venezuela, de por sí muy loable, no se ha traducido en mayor calidad en la investigación y en los procesos de enseñanza y aprendizaje, además que lamentablemente y según los testimonios en las nuevas universidades se van repitiendo los viejos vicios en la administración de los recursos asignados al transporte, comedor, sueldos y otros rubros; donde por cierto en esas nuevas universidades no hay centros de investigación, que se sepa.

Por otra parte, es bueno señalar que buena parte de los integrantes de la comunidad universitaria descreen del actual gobierno y argumenta que Maduro lo que hace es comprar más bombas lacrimógenas a fines de contener o reprimir una escalada de protestas que no parece amainar. Al contrario, ambas formas de accionar (protesta-contención) cada vez se tornan más violentas. Aunque el presidente ha dicho que la guarimba ya fracasó, deseo que muchos opositores deseen secretamente también porque ya sus «Libertadores» los tienen fastidiados, por decir lo menos.

Volviendo al tema central de esta nota, todos quienes prestan servicios en las muy queridas y maltrechas universidades autónomas o experimentales tradicionales (11 adscritas a AVERU y donde históricamente ha recaído el mayor peso de los trabajos de investigación, docencia y extensión, algunas de las cuales aparecen en ranking de las mejores universidades del mundo o América Latina, al menos; cuestión que a muchos aunque salidos de su seno, creen no sea cierto y participan de la percepción de que estas corporaciones educativas están siendo abandonadas a la buena de Dios, o implosionadas).

Quienes trabajan en esas universidades de larga data en Venezuela, padecen ese estrés del horario crítico, o el paro indefinido eufemístico como forma de presión que no se siente porque el gobierno lo aprietan por todos los lados, afectando gravemente a todos, pero especialmente a la población estudiantil; que parce poco les preocupa eso, sobre todo a quienes andan metidos en eso de las protestas («¿Quiénes somos? ¡Estudiantes! ¿Qué queremos? ¡Libertad!») y hasta algunos son dizque «rescatistas», que no es sino otra forma de penetración de las ONGs financiadas por el Departamento de Estado norteamericano al suelo patrio, según.

Y peor aún, en la universidad venezolana padece de un salario crítico. O depauperado por este contexto socio económico de hiperinflación de Venezuela. Consecuencia de muchos factores, como la crisis capitalista mundial con una estrepitosa caída de los precios del petróleo (que es idea principal expuesta en un documento del movimiento «El Topo Obrero» (2017), publicado en esta misma página recientemente; en ese sentido también sostuvo idea similar, hace ya más de veinte años, el historiador Reinaldo Rojas (1992), a saber que «Una discusión sobre las perspectivas de la evolución futura de Venezuela hacia el siglo XXI, se hace en los actuales momentos de crisis global, construcción indispensable para la acción política revolucionaria del presente. Se trata de interrogar a la historia preguntándonos: ¿dónde estamos y hacia dónde vamos?» (. 13).

De donde se tiene que de esta narrativa no se debe olvidar que esta crisis, aun reconociendo los aspectos citados anteriormente, es consecuencia de la contumaz agresión económica que país alguno ha padecido en la historia moderna. Además de la tragedia de no contar con una «burguesía nacionalista» que arriesgue e invierta en el país de manera más decidida, como parece que sí tienen otras naciones; sin negar que «la inversión extranjera» no se realiza tampoco en Venezuela dado «el riesgo país» que elaboran ciertas organizaciones de estilo, por ejemplo.

Pero, en fin, continuando con esta crónica de la universidad venezolana actual conviene decir que en cambio que se observa otra cuestión digna de mencionar, pues tal horario crítico es inobservado en las instituciones de educación superior experimentales de nuevo tipo, surgidas al rescoldo de la «Revolución Bolivariana» (42 0 43 en total, según); donde no es que todo sea allí «tejar y cantar» o «Aquí no ha pasado nada» (Ángela Sago, dixti); sino que en esos nuevos dispositivos universitarios tienen otra actitud. Aunque el salario sea igual al de las anteriores universidades autónomas y experimentales tradicionales, que según el Dr. Cécil Pérez, vecino de los espacios de opinión en esta web, explosionaron por mor de la politiquería.

Cabe preguntar sin embargo: ¿A qué obedecen semejantes diferencias? ¿Cuestión de ideología? ¿La satisfacción por el trabajo allí es mayor que en las anteriores e históricas entidades de trabajo académico? ¿Confianza en la Federación de Trabajadores Universitarios de Venezuela, FTUV? ¿Coacción?

Como fuere, los nuevos ministros del presidente Maduro en educación universitaria y del proceso social del trabajo, en los últimos días no se le ha oído decir «Esta boca es mía» sobre el IIICC, imaginamos que andan con lo de la constituyente popular, ¿pero cuándo firmarán la nueva contratación colectiva de los trabajadores universitarios? ¿O será mejor que le den largas para que después paguen un buen retroactivo? ¿Es eso serio? ¿Son serios esos señores?

Por cierto, y a propósito de la constituyente popular, ¿cómo están pensando la universidad semejantes figuras? ¿Qué ha pasado con la universidad productiva de que había hablado el ministro del mppeutc, Lic. Hugber Roa? ¿Se han desarrollado grandes unidades de producción en nuestras casas de estudio o apenas unos tristes patios productivos o ni siquiera eso? Asimismo: ¿Confunden el rol de las universidades con simples organizaciones políticas sobre las que aspiran ejercer control férreo?

En estos tiempos de crisis el rol de las universidades como fuentes de experiencias valiosas para las personas que conviven en el campus y en sus ámbitos de la docencia, investigación y extensión, así como para quienes apoyan en las labores administrativas y obreras, se torna cada vez más necesaria eso que Emilio Arévalo (1998) da en llamar: «… vivencia de valores»; que remiten a una base moral de la convivencia social. Por eso se tiene de resultas que, más allá de las diferencias supuestas de uno tipo y otro de los modelos universitarios, que aquí hemos llamado por comodidad autónomas, experimentales históricas y de nuevo tipo, la responsabilidad del Estado-Nación es ineludible, según disposición constitucional; luego, no es que las universidades han «implosionado», ¿no será más bien que el Estado y su gobierno legítimo no ha podido cumplir cabalmente sus funciones de Estado Docente? O, en otras palabras, ¿cómo ha sido la asignación de recursos financieros para el cabal funcionamiento de la universidad venezolana? ¿Cómo ha sido la supervisión o la aplicación de la contraloría social?

Ah, pero perdón, volviendo al asunto central de esta nota, tornamos a preguntar: ¿Qué ha pasado con la III convención colectiva de los trabajadores universitarios, Sr. Presidente? ¿Su firma se hará antes o después de la Constituyente? ¿Qué irá a pasar con las normas de homologación? ¿Cuestión periclitada? ¿El nuevo salario, cuando se alcance a firmar el susodicho contrato, será «dolarizado»? Que según es lo que piden desde nuestra flamante FAPUV, tan mal vista por algunos pero es la asociación que tiene, por la vía de su talento humano y capital intelectual, una mejor visión de la cuestión salarial; aunque sus válidas exigencias por una democracia efectiva para Venezuela desde la perspectiva liberal, sería cuestión de discutir, ya que parece optar por una restauración de la IV República y el Pacto de Punto Fijo; perspectiva que uno creía haberse superado en la actual V República, pero luego han surgido serias dudas porque muchos supuestos revolucionarios se han dejado tentar por la corrupción y también propulsores de acuerdos entre corruptos y no se han creado los consensos necesarios con fines de superar los urgentes problemas que nos agobian.

Pero eso es otro asunto, lo cierto que gremios universitarios o sus sindicatos y gobierno bolivariano requieren crear consensos en torno a esta institución y su talento humano, más allá de las visiones partidista; porque no se sabe si es que a veces creen que la universidad venezolana sea un anexo de la MUD y otros compañeros creen que lo sean del PSUV, de tal suerte que ambos extremos políticos en ese aspecto «se parecen igualito». Como fuere, lo que interesa resaltar aquí es que quien tiene la última palabra en este aspecto salarial es el presidente Maduro y él decidirá hasta arroparnos hasta donde alcance la cobija, aunque por eso ya muchos no quieren bien, pero eso tampoco sucederá si el movimiento de los trabajadores no activa más allá de los paros y genere una política universitaria común, ¿utopía o realidad?

Nota bene:

El asunto central viene a ser cómo el gobierno venezolano logra estabilizar las cifras macroeconómicas, así llamadas, principalmente lo atinente al cambio de la divisa y la estanflación, lo que hace que cualquier aumento de salario se vuelva «sal y agua», la balanza de pagos y la reforma fiscal. ¿Qué medidas tomar entonces? Deben estar inscritas en la línea del socialismo democrático, aunque el Banco Mundial en abril de 2017 ha informado que dispone ya de un conjunto de recomendaciones, de talante liberal, por su puesto y se supone es lo que aspiran desde la MUD y Fapuv, pero Guillermo Ortega (2017) en el suelto periodístico titulado «Temas para debatir» realiza una aproximación interesante a este último asunto, sin ser un especialista ya que «… la crisis que padecemos tiene antecedente más profundos que controversia política» (p. 23).

Referencias.

Arévalo, E. (1998). «4. UN COROLARIO-ÉTICA Y PERTTINENCIA UNIVERSITARIA», en: Ética y Pertinencia Universitaria. 20 ensayos y un corolario. Upel. Caracas.

Banco Mundial (2017, abril, 27). «Venezuela Panorama general-Banco Mundial. Documento Disponible en www.bancomundial.org/../overview.

El Topo Obrero (2017). «ANC mediatización y elecciones regionales sin seguro: escenario de la pugna de dos alas de la burguesía». Documento disponible en www.aporrea.org, sábado, 10/ 06/2017 06:18 PM

Rojas, R. (1992). «Venezuela hacia el 2000», en: La crisis: 1973, 1983, 1991. Seis ensayos de interpretación histórica. UCLA-FUNDACION BURIA. Barquisimeto Pp. 13-17.

Pérez, C., 2017: «La implosión de las universidades y la expansión de otras», en www.aporrea.org, 22/06/2017.

Ortega, G. (2017, junio, 25). «Temas a debatir». Últimas Noticias. Caracas. P. 23.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a248222.html

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