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Derecho Humano a la Educación | Horizontes y sentidos en la pospandemia

Derecho Humano a la Educación | Horizontes y sentidos en la pospandemia 

Por Nelsy Lizarazo Castro

Por Nelsy Lizarazo Castro *

La Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), es una red plural de organizaciones de la sociedad civil, con presencia en 19 países de América Latina y el Caribe, que impulsa acciones de movilización social e incidencia política para defender el derecho humano a una educación transformadora, pública, laica y gratuita para todos y todas, a lo largo de la vida y como responsabilidad del Estado.

En el contexto de pandemia y en el marco de su XI Asamblea Regional, la CLADE está promoviendo debates y reflexiones que contribuyan al fortalecimiento de sus acciones y a la profundización de una agenda que amplíe los límites que las narrativas del miedo, la resignación, la crisis o el mito tecnológico, entre otras,  pretenden imponernos. Las líneas que siguen son apenas algunas pinceladas de una agenda que estamos construyendo como tiene que ser: en colectivo.

Tres puntos de partida

Aunque son muchos los acuerdos que implícita o explícitamente sostienen hoy los múltiples diálogos, debates y propuestas en torno al derecho humano a la educación, hay tres que quiero destacar como punto de partida:

  • La pandemia ha arrojado luz sobre las desigualdades e inequidades existentes y las ha dejado a la vista de todos. Las escandalosas brechas que la pobreza generada por un modelo depredador y violento en múltiples sentidos, invisibilidades y argumentadas al punto de su naturalización, se han evidenciado en su crueldad y cualquiera que quiera salir, aunque sea un poco, de los márgenes del sentido común, las puede ver: millones de personas que, en nuestro continente, no han tenido la posibilidad de continuar su trayecto educativo, familias que no han logrado acompañar los aprendizajes escolares de sus hijos e hijas porque ya antes no tuvieron oportunidades educativas, los más pequeños sin alternativas de protección no solo de su derecho humano a la educación sino de protección integral de todos sus derechos, docentes pagando de su propio salario dispositivos y conectividad para cumplir con su trabajo con herramientas desconocidas. La lista es larga y, desde cada lugar y experiencia, puede completarse. Sin embargo, todo lo que se incluya en ella, ya existía antes de la pandemia.
  • La pandemia, pero sobre todo las condiciones de precariedad pre existentes, no solamente en términos económicos sino también políticos, han tenido un impacto profundo sobre las brechas en el ejercicio del derecho humano a la educación: los niveles de acceso logrados especialmente en las últimas dos décadas han retrocedido de manera preocupante, los índices de violencias contra mujeres, niños y niñas han aumentados, el trabajo docente se ha precarizado, la inversión en educación ha disminuido, la capacidad de respuesta adecuada de los sistemas públicos de educación se ha debilitado, la carga de trabajo de las mujeres se ha triplicado. Todo lo anterior, sin mencionar todos los demás derechos humanos vinculados con el derecho a la educación, también vulnerados.
  • La educación es importante, la escuela es necesaria, los docentes son indispensables. Afirmaciones que parecerían obvias, comienzan a reafirmarse en el discurso cotidiano, a situarse como necesidades y urgencias, a reclamarse como el derecho que configuran. Y esto no es menor: abre la posibilidad de volver a poner en disputa ya no la importancia, ni la necesidad sino el sentido de la educación que quiere y se requiere.

Horizontes que se amplían

Así como no son nuevas las desigualdades existentes en el ejercicio del derecho humano a la educación, tampoco lo son los horizontes que nos han desafiado y nos han hecho caminar desde hace décadas. Sin embargo, la situación que estamos viviendo podría traer contigo la “tentación” de reducir nuestras aspiraciones, conformarnos con menos, imponernos límites. Es necesario, creo, no sucumbir ante ella y, por el contrario, ratificar y ampliar los horizontes de lucha y propuesta que son muchos. Destaco aquí apenas los siguientes:

  • La defensa de lo público como el lugar del ejercicio pleno de todos los derechos y, en particular, del derecho humano a la educación; del Estado como garante de derechos, de todos los derechos. La exigencia de financiamiento doméstico suficiente para la educación y, por tanto, de justicia fiscal y no endeudamiento, para invertir (no gastar), lo que se necesite invertir en cada uno de nuestros países para asegurar oportunidades para todos y todas. La bandera de la educación pública, gratuita, laica a lo largo de toda la vida, debe levantarse aún más alto.
  • La intersectorialidad de las luchas y de las políticas, como estrategia indispensable para que todas las agendas de transformación sean posibles. Es tan necesario exigir políticas estatales que articulen economía con salud, educación, soberanía alimentaria, trabajo digno, agua, conectividad soberana, para todos los territorios y poblaciones, como intersectorializar las luchas de los movimientos sociales. También desde abajo es urgente intersectorializar agendas: nuestros derechos son interdependientes, las situaciones de inequidad y desigualdad se intersectan en los mismos cuerpos, es urgente que intersectemos también nuestras luchas. Aquí el derecho humano a la educación, como habilitante y sinérgico, puede jugar un rol catalizador fundamental.
  • La participación como camino. Una vez más, se hace evidente que la voz y la propuesta activa desde la diversidad de los territorios trae consigo saberes, experiencias y conocimiento concreto indispensables para la construcción de alternativas pertinentes y sostenibles en los diferentes contextos. Por supuesto, una participación informada y comprometida que, a su vez, nos devuelve al rol de la educación: solo una educación crítica hace posible ciudadanías activas y propositivas.

Narrativas en disputa

La historia no solo no se detiene, se acelera. En esa aceleración, las narrativas dominantes se adaptan rápida y funcionalmente al sostenimiento de lo establecido, fortaleciendo lo que Giroux llama sus “máquinas de desimaginación” y con ellas, los límites que nos impiden pensar más allá de lo establecido.  Pero, también en esa aceleración, emergen nuevas subjetividades, miradas, comprensiones y las narrativas de la creación, la transformación, la humanización de nuestras vidas y de un más que merecido mundo mejor, ganan terreno. Son narrativas en disputa y la del derecho humano a la educación, es una de ellas.

Para terminar estas “pinceladas”, quiero proponer tres verbos como sostén de nuestras narrativas pedagógico políticas:

  • Desnaturalizar: desacomodar el sentido común y la creencia en “lo dado”, que niega la intencionalidad humana y la capacidad transformadora de la historia que tenemos como individuos y como pueblos. Nada es natural en nuestras sociedades ni en nuestras realidades: todo es transformable.
  • Develar: la raíz de las desigualdades, las inequidades, las violencias. Los intereses detrás de las políticas. Los poderes detrás de las decisiones. Pero también la riqueza de nuestros pueblos, las capacidades creadoras e imaginativas, el ingenio propositivo, la permanencia de nuestras aspiraciones.
  • Esperanzar: desde el lugar de la pedagogía crítica, esa que sabe que para transformar el mundo es necesario comprenderlo y que, cada ser humano, es capaz de las dos cosas.

* Coordinadora General de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE)

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2020/11/derecho-humano-a-la-educacion-horizontes-y-sentidos-en-la-pospandemia-por-nelsy-lizarazo-castro/

 

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Las experiencias agroecológicas de América Latina

Las experiencias agroecológicas de América Latina

 

De acuerdo con un estudio realizado por los investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Victoria Reyes Neushauser, Enrique Goites y Toberto Cittadini y presentado en noviembre de 2019, existen cinco zonas geográficas de América Latina donde la revolución agroecológica se encuentra más arraigada y que podrían ser categorizadas como “polos de innovación tecnológica, cognitiva y social”: Brasil; Cuba; Centroamérica; el Area Andina (Perú, Bolivia y Ecuador) y Méxíco.

Es el país que muestra un mayor crecimiento de la región. Se basa en la llegada de agroecólogos extranjeros, la transformación de la agricultra familiar hacia la agroecología, la incorporación de programas sobre el tema en las universidades públicas. Organizaciones federales como el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico] financiaron proyectos de Investigación en el área del desarrollo agrícola sostenible.

En 2004 se creó la Associação Brasileira de Agroecologia(ABA), que reunió campesinos, investigadores y técnicos de las ONG, con la finalidad de discutir los avances y estrategias agroecológicas.

En la misma década se dio la coincidencia ideológica entre la agroecología y las principales organizaciones rurales y políticas de Brasil, tales como la Confederación Nacional dos Trabalhadores na Agricultura (CONTAG), la Federação dos Trabalhadores na Agricultura Familiar (FETRAF), y el Movimento dos Trabalhadores Sem Terra Ruraes (MST) que busca ponerle fin a la enorme injusticia agraria: el 1,6% de los propietario posee el 47% de la tierra mientras que sólo 3% de la población rural posee el 66% de las tierras cultivables.

El MST adoptó y promueve la agroecología entre sus 1,5 millones de miembros. Ha implementado procesos educativos como la creación de 12 escuelas autónomas de agroecología, y la Escuela Latinoamericana de Agroecología, en Paraná. Incluso la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria (EMBRAPA) -que representa el aparato público de investigación agrícola-, cuenta con programas de agroecología promovidos por los científicos vinculados a la ABA, ANA y a los movimientos sociales, utilizando a la agroecología como marco de investigación.

Cuba

La transformación del sistema alimentario se debió a la crisis generada por la disolución de la Unión Soviética. Desde entonces y a partir de la imposibilidad de realizar importaciones, el país ha buscado la soberanía alimentaria.

“La agricultura sostenible, la agricultura orgánica, los huertos urbanos, los sistemas agrícolas de baja escala, la tracción animal y el control biológico de plagas, se convirtieron en los pilares de la nueva agricultura cubana”, explica un estudio XXX.

Hoy en dia casi 100.000 familias cubanas −casi la mitad de la población de pequeños agricultores independientes en Cuba− son miembros de la ANAP (Asociación Nacional de Pequeños Agricultores), que promueve las prácticas agroecológicas con el argumento de estas basadas en la diversificación, producen muchos más alimentos por hectárea que cualquier otra explotación comercial. Estas familias producen más del 65% de los alimentos del país, en sólo el 25% del territorio cultivable y participan del movimiento Campesino a Campesino, de transmisión de saberes e intercambio de experiencias.

Se estima que las prácticas agroecológicas se aplican entre el 46% al 72% de las unidades campesinas y producen el 60% de las hortalizas, maíz, frijoles, frutas y carne de cerdo que se consumen.

Centroamérica

En esta región se vivieron experiencias pioneras relevantes del denominado Movimiento Campesino a Campesino. El primer proceso de tuvo lugar en el norte de Centroamérica, hacia finales de 1980, en Guatemala, cuando agricultores indígenas Kaqchikel visitaron a campesinos mexicanos de la ciudad de Vicente Guerrero, Tlaxcala, donde se había creado una escuela de la conservación del suelo y del agua, para transmitirles sus experiencias.

En Nicargua, durante el período sandinista, las tecnologías de Campesino a Campesino se incorporaron a la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos de Nicaragua (UNAG), la principal institución de gobierno que administra a las grandes y medianas empresas agrícolas. Los principios agroecológicos y los métodos de consumo lentamente fueron introducidos a través de los promotores que estaban en contacto con las familias campesinas.

Se estima que cerca de 10.000 familias en Nicaragua, Honduras y Guatemala están dentro del movimiento Campesino a Campesino, y practican la conservación de suelos, el intercambio de expeiencias y los cultivos sin agrotóxicos.

Subregión Andina

En Perú, Ecuador y Bolivia, la presencia de un campesinado con profundas raíces culturales, un legado agrícola prehispánico y una fuerte resistencia y actividad política en las áreas rurales, han constituido un escenario muy propicio para el esarrollo de la agroecología.

En los espacios rurales de estas naciones la recreación de la agricultura andina se combina con la agroecología;y la antigua cosmovisión incaica emerge como una iluminadora alternativa frente a la propuesta de la civilización industrial.

Los campesinos de los Andes recuperaron técnicas de los incas para enfrentar las limitaciones que les imponen sus tierras (relieve escarpado, suelos pobres, temperatuas extremas) y retoman la rotación de cultivos y la siembra en terrazas.

Entre 2006 y 2019, Evo Morales ubicó a la agroecología como uno de los cuatro pilares de su mandato en Bolivia.

Mexico

Hace un siglo, la revolución mexicana impulsó la re-campesinización del campo y el rescate de las prácticas agrícolas ancestrales. Más acá en el tiempo, en las últimas dos décadas, se ejecutaron innumerables proyectos de reforestación ecológica para preservar los bosques y selvas del país.

Las experiencias agroecológicas no se reducen sólo a la agricultura, sino que implican sistemas socio-ecológicos de gestión de recursos naturales, incluidos los bosques, la restauración de tierras degradadas y la conservación de la agrobiodiversidad. Numerosas comunidades han omenzado a recuperar el control sobre sus propiedades forestales y están dedicadas a la producción ecológica de una amplia variedad de productos.

Por otra parte, con la baja de los precios internacionales, los productores de café que en su mayoría son familias indígenas han recurrido a la producción de café orgánico para paliar la crisis y sostener su valor en los mercados internacionales.

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2020/11/las-experiencias-agroecologicas-de-america-latina/

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Pandemia “congela” la educación de millones de niños en Latinoamérica

América del Sur/15-11-2020/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

Informe difundido por Unicef indica que la pandemia ha privado al 97% de los estudiantes de la región de continuar con su educación habitual. Señala que la reapertura de las escuelas debe ser una prioridad para los gobiernos.

El cierre de las escuelas en América Latina y el Caribe por la pandemia de covid-19 amenaza la formación de millones de niños, especialmente los más pobres, por lo cual es prioritario reabrir los colegios, señala un informe difundido este lunes por Unicef.

El estudio indica que la pandemia “ha privado al 97 por ciento de los estudiantes de la región de continuar con su educación habitual” debido al cierre de las escuela para evitar la propagación del virus.

Esta pérdida de clases “tiene graves implicaciones” para el futuro de los niños y cada día que pasa con las escuelas cerradas “se va dando forma a una catástrofe generacional, que tendrá profundas consecuencias para la sociedad en su conjunto”, advierte el informe.

La semana pasada, un informe de la Unesco destacó en ese sentido que América Latina, la región más desigual del mundo, podría enfrentar un “desastre generacional” debido al impacto del coronavirus en la educación.

“El covid-19 ha puesto en pausa, ha congelado los progresos en la educación de la mayoría de los niños y las niñas en América Latina y el Caribe”, dijo a la AFP Laurent Duvillier, jefe regional de comunicación de Unicef.

Según esta agencia de Naciones Unidas, solo Uruguay, Costa Rica, Surinam y Haití tienen las escuelas completamente abiertas, mientras que en Colombia, Brasil, Argentina, Chile y Cuba la apertura es parcial. 

El cierre prolongado de las escuelas, que en algunos países supera los siete meses, impide el regreso a las aulas de 137 millones de niños de la región, aunque más de un tercio acceden a educación a distancia.

“El cierre de las escuelas no afecta a todos por igual. Aquellos que viven en entornos más pobres tienen mayores dificultades para aprender desde casa, donde no necesariamente hay una conexión a internet, una computadora o un escritorio”, alegó Duvillier.

“A causa de la pandemia, estos niños corren cada día mas riesgo de quedarse fuera del colegio y atrapados en un círculo vicioso de pobreza en el futuro”, añadió.

El informe detalla que mientras las tres cuartas partes de los estudiantes de los colegios privados pueden acceder a la educación a distancia, solo la mitad de los que asisten a las escuelas públicas pueden hacerlo.

Además, un 21% de los niños, niñas y adolescentes de los hogares más pobres no reciben educación alguna, en comparación con 14% de los que pertenecen a los hogares más ricos.

Los menores con discapacidades cognitivas y físicas, los refugiados y migrantes, así como las niñas enfrentan “un riesgo mayor de exclusión” en su proceso de aprendizaje, según Unicef.

En Latinoamérica se han producido 12 millones de contagios y 412.000 defunciones por el nuevo coronavirus. Brasil, México, Perú y Argentina presentan el mayor número de muertos por covid-19.

El estudio advierte que un 16% de las escuelas de la región carece de servicios de agua, un 12% no tiene instalaciones para lavarse las manos y poco más de una cuarta parte tiene infraestructura para el lavado de manos pero sin jabón.

Sin embargo, Unicef considera que los colegios deben reabrirse con los protocolos de bioseguridad necesarios para que los niños sigan su ciclo educativo.

“La reapertura de las escuelas debe ser una prioridad para los gobiernos tan pronto como sea seguro”, señaló el documento.

Sin embargo, Bernt Aasen, director regional interino de Unicef, para América Latina y el Caribe, aclaró que antes de la reapertura “es urgente preparar las escuelas” para que cumplan con todas las medidas biosanitarias.

Los expertos temen también que la crisis fulmine los avances de los últimos años en acceso a la educación y obligue a los niños más pobres a buscar trabajo.

“En América Latina y el Caribe, el COVID-19 ha empujado a millones de familias a la pobreza. Sin ayuda, muchos padres no tendrán más remedio que sacrificar la educación de sus hijos. Es posible que millones de los estudiantes más vulnerables no regresen a la escuela”, alertó Aasen.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/pandemia-congela-la-educacion-de-millones-de-ninos-en-latinoamerica-segun-unicef/
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Cuando el colegio es un recuerdo: la dramática realidad del 97% de niños en América Latina y el Caribe

La covid-19 deja a 137 millones de alumnos de la región sin escuela durante más de 170 días, según el informe Educación en Pausa, de Unicef. Con una enorme brecha digital, riesgos de mayor abandono escolar y meses perdidos para los pequeños con discapacidad, la incertidumbre es una constante.

Hoy Joel Young debería estar en la escuela. Tiene 11 años y vive junto a sus seis hermanos y su padre en Little Bay, una pequeña comunidad de pescadores en la costa oeste de Jamaica. A mediados de marzo ―como en gran parte del globo― decretaron el confinamiento en la isla, lo que para este niño se tradujo en el fin del colegio. Desde entonces, no ha vuelto. Llevar la educación a la casa es una tarea casi imposible cuando el esqueleto educativo ya está fuertemente golpeado, internet solo llega al 55% de los hogares y un 34% de las familias ni siquiera tiene un dispositivo desde el que conectarse. Esta es la realidad de Jamaica. Y de Joel.

Con distintos nombres e historias, esta carrera de obstáculos para recibir formación durante la pandemia ha sido la constante de más de 137 millones de estudiantes en América Latina y el Caribe. Así lo detalla el último informe de Unicef Educación en pausa, que alerta de unas pérdidas económicas de 1,2 mil millones de dólares (mil millones de euros) y unas nefastas consecuencias sociales para esta generación de niños que lleva más de 170 días sin clases presenciales. Para ellos, los lunes ya no se parecen en nada a los de antes.

 

Mientras muchas escuelas en África, Asia y Europa están reabriendo gradualmente, en 18 de los 36 países y territorios de la región estudiada en el informe, las puertas de las aulas permanecen completamente cerradas. Y, hasta finales de octubre, solo 13 países ―en su mayoría islas del Caribe con poblaciones estudiantiles muy pequeñas― habían vuelto a la presencialidad absoluta. El 97% de los estudiantes no ha vuelto a las aulas. Kenon King, de 35 años, no quiso esperar el turno de Jamaica, cuyas aulas aún no han reabierto. Es el director de la Escuela Primaria de Little Bay, donde estudia Joel Young, y otros 185 alumnos, cada uno con realidades muy diferentes. Es por ello que el colegio apostó por un sistema mixto para llegar a todos, desde clases virtuales hasta entregas de tareas a domicilio. Para el mensajero de los deberes, “el coronavirus no podía robarles el derecho a la educación”.

Por un lado, Unicef, en alianza con el Ministerio de Educación de Jamaica y el esfuerzo de un equipo de profesores entregados, puso en marcha un proceso de transformación digital en el que capacitaron a 1.200 docentes en técnicas de enseñanza a distancia y lograron impartir las lecciones a través de Google Classroom y llamadas de WhatsApp. Y, por otro, King recoge y entrega las tareas a los 80 alumnos que no tienen internet o un dispositivo desde el que seguir la clase. Una vez por semana, King inicia la ruta subido a su moto con los deberes en una mochila. Con mascarilla, distancia de seguridad y mucha ternura va de puerta en puerta asegurándose de que “sus chicos” siguen estudiando: “No nos podíamos olvidar de ninguno”, cuenta sonriente a través de una videollamada.

Rezo todos los días para que esto pase rápido y Joel pueda seguir estudiando ya desde la escuela. Rezo y rezo para que tenga un futuro

A su lado, Wayne Young, el padre de uno de los beneficiarios del programa le escucha con admiración: “No sé cómo agradecérselo. Nunca dejó de educar a mi hijo”. Young no esconde lo difícil que han sido estos últimos meses para su familia, de ocho miembros. Es pescador y hace unas semanas que su barca se rompió y ya no puede buscar su sustento habitual. “Rezo todos los días para que esto pase rápido y Joel pueda seguir estudiando ya desde la escuela. Rezo y rezo para que tenga un futuro”, cuenta con la preocupación anclada en los ojos. “Cada vez que King toca la puerta, a mi hijo se le cambia la cara”, añade. Alrededor de 42 millones de estudiantes han recibido formación remota en sus casas, apoyados por Unicef, a través de la radio, televisión e Internet, en función de las características y accesos de cada país.

Joel Young estudia con el material que le entrega su profesor semanalmente, ya que no tiene internet para acceder al aula virtual. En el vídeo, su historia.UNICEF

“Dejar de ir al colegio es mucho más que no recibir formación académica”, asegura Ruth Custode, especialista de educación en emergencias de la oficina regional de la organización. “Es dejar atrás la socialización, el contacto físico con los profesores y sus compañeros, es, para muchos, no tener un espacio seguro o perder la comida más nutritiva del día… La escuela es mucho más que aprender a leer y escribir”.

Los Ramírez lo saben. Crispin Evenilda, 11 años, e Iker Rufu, de siete, son los únicos hijos de Óscar Ovidio Ramírez que iban al colegio. Hasta hace siete meses, Ramírez tenía asegurada la alimentación de ambos en la Escuela de Tishmutique Olopa, al sur de Guatemala. Desde que la pandemia estalló, este agricultor tuvo que renunciar a la venta ambulante y la bolsa de alimentación que comenzó a recibir por Crispin e Iker se convirtió en el sustento de los diez miembros de la familia. El menor tiene 14 meses. Como ellos, 80 millones de estudiantes de América Latina y el Caribe están perdiendo la comida más saludable del día, según el informe.

Para muchas familias, que la escuela tenga comedor es un aliciente para mandar a sus hijos. Tememos que muchos se desvinculen después de la pandemia

Ramírez lamenta no poder darle a sus hijos una vida más fácil. “Este año se juntó todo. La cosecha fue muy mala a causa del cambio climático y encima no pude vender ni en la calle ni en los negocios. Todo cerró y ahorita estoy muy falto de recursos económicos”, explica incómodo este padre de 42 años a través de una videollamada que realiza con el móvil de su vecino. Los últimos tres meses ha recibido varias entregas de comida con la que espera “ir escapando”. Custode insiste: “La alimentación es otra de las patas principales de la educación: si no estás bien alimentado, no estás sano y no puedes estudiar en tu máximo rendimiento. Además, para muchas familias, que la escuela tenga comedor es un aliciente para mandar a sus hijos. Tememos que muchos se desvinculen después de la pandemia”.

Tres millones de escolares no volverán a las aulas tras la pandemia

La Unesco estima que cerca de 3,1 millones de niños y adolescentes en América Latina y el Caribe no regresará nunca a la escuela tras la pandemia del coronavirus. Los indicadores apuntan, además, que esta región sufrirá uno de los mayores descensos en la matrícula escolar, 1,83%, entre el resto de zonas del globo, ya que el porcentaje de menores que no recibe ningún tipo de formación (ni remota ni presencial) se ha disparado del 4% al 18% en los últimos meses. Según los hallazgos de Unicef, esta cifra escala hasta el 21% en los hogares más pobres de la región.

La familia Alemán-Téllez siguen la terapia virtual de su hija a través de un móvil. En el vídeo, la historia de la pequeña Rouss.UNICEF

El cierre de las escuelas afecta a todos los estudiantes, pero no todos se ven afectados por igual. Los pequeños con discapacidad han sido doblemente impactados por este parón. María Delia Espinoza, especialista en Supervivencia y Desarrollo Infantil de Unicef en Nicaragua, advierte en el estudio de las terribles consecuencias: “Un niño que no continúa con su terapia regular puede retroceder hasta seis meses por cada mes perdido”. Rouss Alemán-Téllez, de dos años, nació con mielomeningocele, una forma de espina bífida que podría impedirle caminar. A principios de año, la pequeña comenzó a moverse e, incluso a caminar, gracias al trabajo de los terapeutas y el empeño de sus padres. El paréntesis por el coronavirus habría sido nefasto. Pero su centro educativo, Los Pipitos, organización socia de Unicef, adaptó los formatos para que pudieran continuar virtualmente 164 terapias de los 787 niños y adolescentes que atienden normalmente. La meta, inciden todos, es llegar a todos.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2020-11-09/cuando-el-colegio-es-un-recuerdo-la-dramatica-realidad-del-97-de-ninos-en-america-latina-y-el-caribe.html

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Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo: Llaman a construir sistemas educativos más inclusivos en AL y el Caribe

Con llamado a los países de la región para construir sistemas educativos más inclusivos y horizontales, se presentó el  Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) 2020. “América Latina y el Caribe. Inclusión y Educación: Todos y todas sin excepción”, elaborado por la oficina regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe (SUMMA) y la oficina central del Informe GEM.

En la presentación virtual, Carlos Vargas, jefe de la Unidad de Desarrollo Docente de la oficina regional de Unesco, alertó que la “creciente estandarización de la educación, de la lengua de instrucción, del currículo, de la formación docente y de la evaluación, suponen una tensión importante de cara a la diversidad, pues ésta desafía las formas educativas tradicionales”.

Por ello, destacó que se requiere de una transformación de la escuela, “institución diseñada originalmente para homogeneizar, pero que debe evolucionar a una que abrace la diversidad y la construya no como un lastre para los sistemas educativos, sino como un elemento que enriquece a la educación y a las sociedades en su conjunto”.

Manos Antoninis, director del Informe GEM, destacó que los principales hallazgos de la investigación revela que los sistemas educativos de la región aún mantienen múltiples barreras a la inclusión y a la igualdad de oportunidades educativas, cuando los sistemas formativos “no deberían discriminar a nadie, sino ajustarse a sus alumnos y no pretender que ellos se ajusten al sistema”.

Destacó que América Latina y el Caribe aún son la región más desigual del mundo, donde el estigma, los estereotipos y la discriminación afecta a millones de personas en las aulas que ven disminuidas sus oportunidades de adquirir aprendizajes.

En cuanto a la pandemia de Covid-19, alertó que puede profundizar las brechas de desigualdad, y subrayó que las nuevas tecnologías y la educación a distancia “ya han demostrado que no son la panacea, pero que se debe fortalecer que la tecnología sea un instrumento útil para la formación de los niños y adolescentes”.

Javier González, director de SUMMA,  reconoció que si bien la región ha priorizado el gasto educativo en las últimas dos décadas, pues aumentó de 3.9 a 5.6 por ciento del Producto Interno Bruto de 2005 a 2017, destacó que aún falta mucho por avanzar, en particular en el gasto por alumno y el eficiencia en el gasto del sector.

Alertó que uno de los desafíos son los bajos salarios de los docentes en la región, quienes se ven obligados a tener más de un turno laboral, lo que afecta la calidad de su función docente. A ello se suma la necesidad de promover nuevos saberes y conocimientos en los currículos nacionales, pues enfatizó que como sociedades “debemos definir qué es lo más importante que se debe aprender, pero desde una visión inclusiva”.

Vargas enfatizó que el informe revela las contradicciones de los sistemas y de la escuela que “se encuentran con formas de organización y gobernanza educativa que lejos de acomodar o dar respuesta diferencias a las diversas formas de ser, de pensar y sentir de sus sujetos, tienden a homogenizar los procesos de aprendizaje”, lo que representa un desafío para la construcción de una educación realmente inclusiva.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2020/11/05/llaman-a-construir-sistemas-educativos-mas-inclusivos-en-al-y-el-caribe-4440.html

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América Latina y el Caribe: Cada cuatro días se asesina a un periodista, ¿por qué?

Cada cuatro días se asesina a un periodista, ¿por qué?

América Latina y el Caribe lideran al mundo en asesinatos a periodistas. La región concentra 31 por ciento de los asesinatos

Hubo un tiempo, quizá hace muchos años, cuando la profesión de periodista abarrotaba las facultades de comunicación de las universidades. Pero en países como México, cada día hay mayor deserción. El oficio casi no se aprende más. ¿La razón? Que tanto el crimen como la ineptitud de los gobiernos para proteger a los periodistas están acabando con esta profesión.

A la cabeza

América Latina y el Caribe son las regiones más mortales del mundo para llevar a cabo el trabajo periodístico en los últimos cinco años. Así lo destaca un informe elaborado por la UNESCO. La región concentra 31 por ciento de los asesinatos a profesionales del periodismo, ligeramente por arriba del 30 por ciento de la región Asia-Pacífico.

Ciertamente, el número de asesinatos de periodistas en América Latina y el Caribe ha descendido 14 por ciento en 2018-2019 con respecto a 2016-2017. Aún así, la región sigue liderando este triste renglón de violencia.

El reino de la impunidad

Una de las más graves situaciones –igual que lo que ocurre en México, “campeón” mundial de asesinatos en 2019 con doce—nueve de cada diez ataques a periodistas quedan impunes en todo el planeta (lo que aprovechan los criminales para segar sus vidas). Durante el periodo 2018-2019 se produjeron 156 asesinatos en todo el mundo, y de ellos no más de 14 merecieron el castigo de sus actos.

Al cierre del informe, a finales de septiembre de 2020, se contabilizaron 39 asesinatos de periodistas en los primeros nueve meses del año. 16 en la región de América Latina y el Caribe, once en la región de Asia y el Pacífico, siete en la región de los Estados Árabes y cinco en África, entre ellos tres mujeres.

La profesión más peligrosa

“Aunque en el último decenio se ha matado a un periodista cada cuatro días en algún lugar del mundo, la impunidad de estos delitos sigue prevaleciendo. Hasta este año, los estados miembros de las Naciones Unidas informaron que 13 por ciento de esos casos en todo el mundo se habían resuelto con un proceso judicial concluido. Esto representa una ligera mejora, en comparación con el doce por ciento en 2019 y el once por ciento en 2018”, destaca el estudio.

Sin embargo, la muerte sigue rondando las redacciones. Y donde se mata a un periodista, se asesina, también, uno de los pilares de la democracia, la libre expresión. En México, por citar el caso más brutal, segundo lugar en asesinato en 2018 (detrás de Afganistán) y primero en 2019, nueve de cada diez casos quedan sin resolverse nunca.

Matar al que aparece en pantalla

Ciertamente, de acuerdo con el informe de la UNESCO, ya no son los trabajadores de la prensa impresa los que más sufren en su carne los embates del crimen: los periodistas de la televisión representan –en 2018 y 2019–treinta por ciento de los periodistas asesinados (47 de ellos perecieron en ese período).

A ellos les siguen los trabajadores de la radio (intensamente perseguidos en países de América Central, sobre todo aquellos que trabajan en radios comunitarias) con 24 por ciento de las muertes. Por último, los trabajadores de la prensa escrita, con 21 por ciento de los ataques mortales en el mundo.

Con uno que cae, caemos todos

En el mensaje enviado a todos los periodistas durante el Día Internacional para poner fin a la Impunidad de los Crímenes contra la Prensa, el secretario general de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, destacó que la pandemia de coronavirus ha puesto de relieve nuevos peligros para los informadores. También  se ha topado con otras limitaciones, como amenazas de enjuiciamiento, detenciones, encarcelamientos, denegaciones de acceso periodístico y negativas de investigar y enjuiciar los delitos cometidos contra ese colectivo.

“Cuando se ataca a un periodista, toda la sociedad paga el precio. Si no protegemos a los periodistas, nuestra capacidad para mantenernos informados y adoptar decisiones fundamentadas se ve gravemente obstaculizada.  Cuando los periodistas no pueden hacer su trabajo en condiciones de seguridad, perdemos una importante defensa contra la pandemia de información errónea y desinformación que se ha extendido por Internet”, alertó Guterres.

La verdad como camino de la paz

Por su parte, la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, llamó a todo el mundo a unirse a la campaña #EndImpunity, campaña que busca poner de relieve algunos de los riesgos que los periodistas afrontan en su búsqueda por descubrir la verdad.

“Solo investigando y enjuiciando los delitos contra los profesionales de los medios de comunicación se puede garantizar el acceso a la información y la libertad de expresión. Solo diciendo la verdad al poder lograremos que progresen la paz, la justicia y el desarrollo sostenible de la sociedad”, concluyó Azoulay.

Fuente de la Información: https://es.aleteia.org/2020/11/08/cada-cuatro-dias-se-asesina-a-un-periodista-por-que/

 

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La vía ecosocialista o cómo construir una alternativa para evitar la catástrofe climática

La vía ecosocialista o cómo construir una alternativa para evitar la catástrofe climática

La editorial Sylone – viento sur publica “Como si hubiera un mañana”, un compendio de ensayos para una transición ecosocialista. Desde el feminismo, el sindicalismo o la perspectiva agroalimentaria, el libro plantea la necesidad de desmaterializar la idea de progreso para dibujar un futuro diferente y alejado de la distopía climática.

La crisis climática ha puesto sobre la mesa la inconsistencia de un sistema económico que parece haberle declarado la guerra a la vida. La premisa del crecimiento material sobre la que se asienta el neoliberalismo parece estar más en tela de juicio que nunca y las propias élites empiezan a asumir que el barco hace aguas. El futuro, plagado de incertidumbres, sólo se subroga a las certezas de la ciencia: el clima se está transformando a marchas forzadas por la inacción del ser humano y sus consecuencias cambiarán por completo la forma en la que se han articulado las civilizaciones. En ese punto nace el deseo de transformar las sociedades hacia un horizonte alternativo y vinculado a las premisas de sostenibilidad. Esa es la idea central del libro “Cómo si hubiera un mañana”, un conjunto de ensayos sobre la transición ecosocialista en el que participan voces como Yayo Herrero, Jorge Riechmann, Esther Vivas, Manuel Gari y Marta Pascual, entre otros.

“No se trata de preservar a toda costa el modelo de crecimiento que lleva aparejado necesariamente pérdida de biodiversidad, sino replantearse de verdad que producir para quién producir y cómo hacerlo”, explica a Público Manuel Gari, coordinador de la publicación. “Por más que se intente paliar, por más que se intenten controlar las emisiones con la compraventa de derechos de contaminación, el crecimiento económico va contra los límites biofísicos de la Tierra”, agrega, en referencia a la visión neoliberal del Green New Deal que se impulsa desde la Unión Europea, que representa, a su juicio, una falsa salida de la crisis sistémica que vive la humanidad, con la que no se cuestionan los elementos más dañinos para el medio ambiente y las clases desfavorecidas.

En ese sentido, este compendio de ensayos ecosociales dibuja un futuro más justo y sostenible donde la descarbonización de la economía no sea un escollo sino una oportunidad. El modelo de crecimiento actual, articulado en torno al consumo, hace que bienes superfluos se conviertan en bienes necesarios. Esta es la idea que, según Garí, se debe revertir, poniendo por delante las necesidades de las mayorías y los límites biológicos del planeta. “Hay que cambiar la óptica de justicia social y redistribución de la riqueza, pero también eliminar las formas de producción contaminantes”.

La periodista Esther Vivas aborda en el libro la necesidad de cambiar las dinámicas capitalistas que desde la segunda mitad del siglo XX llegaron a los huertos del mundo. Las transformaciones agrarias han sido, a lo largo de la historia contemporánea, los grandes ejes vertebradores de proyectos revolucionarios. Quizá, porque no hay nada más emancipador que la soberanía alimentaria. “La lógica del sistema capitalista viene a convertir necesidades y derechos en objeto de negocio. Ante esta realidad es fundamental tomar conciencia de que la alimentación está sometida a los intereses socioeconómicos que hacen que no se cultive para generar alimentos sino para ganar dinero”, denuncia la experta.

Frente a los monocultivos industrializados y la intensificación del campo, Vivas dibuja una alternativa agroecológica, donde las comunidades se articulen en torno al ideal de consumo de proximidad de carácter extensivo. “Lo que estamos viendo es que una alimentación ecológica y de kilómetro cero está calando en amplios sectores de la población. El reto actual pasa por disputar esa idea al capitalismo, que considera que con una etiqueta bio o km 0 puede mercantilizar una idea justa. Lo que se plantea es alcanzar un modelo agroalimentario basado en la producción ecológica, local y campesina. Si esto se consigue, va a ser difícil que la industria coopte las alternativas y las vacíe de contenido como suele hacer con todo, produciendo alimentos de proximidad, pero con transgénicos, o ecológicos, pero cultivados en la otra punta del mundo y con una gran huella de carbono”.

La transición ecológica planteada en el libro no se queda en el campo, sino que llega a todos los sectores de la sociedad, con el objetivo final de desmaterializar, en la medida de lo posible, la idea de progreso. Para ello, las clases trabajadoras y los sindicatos se prestan como ejes vertebradores del cambio. “Sin la clase trabajadora y sin la entidad consciente de sus organizaciones más representativas, el cambio de modelo productivo y energético se ve muy dificultado”, advierte Gari. “Esa clase trabajadora, que es heterogénea en todos sus aspectos, articula una mayoría social en los procesos productivos que puede permitir inclinar la balanza en un sentido u otro.

Los cambios que se persiguen o se plantean en esta publicación, abordados desde la transversalidad existente en las clases trabajadoras, van encaminados, no solo a poner fin a un modelo industrial y energético contaminante, sino a conseguir nuevos derechos laborales que contribuyan a esa descarbonización. La reducción de la jornada laboral, un debate cada vez más ineludible, podría permitir que se redistribuya el empleo y que la sociedad pueda tener más tiempo libre, no para consumir, sino para descansar, para formarse y para poder participar democráticamente en las transformaciones ecosociales que se tejen.

Desde el punto social, Gari recalca que esta nueva configuración ideológica que ya está cogiendo fuerza en las clases trabajadoras viene de la mano de sectores concretos como el campesinado mundial, que “ha reaparecido en la escena” con la legitimidad de estar experimentando cómo la tierra es cada vez menos fértil y menos accesible. Pero también de la mano de la juventud mundial. “El fenómeno de Greta Thunberg es importante no sólo por lo que pueda decir, sino porque ha puesto sobre la mesa un reclamo que estaba dormido. Si la hija de un obrero metalúrgico tiene conciencia ecológica, es posible que la lleve a casa y su padre la acabe teniendo. La incorporación de los jóvenes a esta lucha es imprescindible“.

Junto a ello, los ecofeminismos se prestan como uno de los factores más determinantes para trazar en el horizonte un futuro esperanzador. Así lo entiende Marta Pascual, otra de las autoras del ensayo en cuestión, que plantea la necesidad de que los cambios pasen por“todas las personas no hegemónicas” que no han sido representadas en el poder a lo largo de la historia. “El futuro que se abre requiere de mucha de la sabiduría que se ha construido a través de la práctica del cuidado, que tradicionalmente ha estado en manos de las mujeres”, arguye.

En cierta medida la perspectiva feminista agrega al proyecto de transición la conciencia de que el ser humano es ecodependiente, es decir, un ser que requiere de los cuidados de otros miembros de su especie y que depende de la naturaleza para poder sobrevivir. “En la cultura actual esta interdependencia ha desaparecido”, recalca Pascual. “Hemos visto durante la crisis de la covid que somos muy vulnerables y que necesitamos de los cuidados para salir adelante“.

De algún modo, la interrelación de los ecofeminismos con el empoderamiento agroecológico y la perspectiva de clase sirve de punto de partida para imaginar futuros alternativos y utópicos donde la vida se ponga en el centro. Se trata de progresar hacia una sociedad dónde los individuos no sean opresores ni agresivos con su entorno natural. Tal y como zanja el filosofo Jorge Riechmann, el reto es tan mayúsculo, que la transformación económica y cultural requiere también de una suerte de “conversión” individual, con la que los propios ciudadanos adquieran una conciencia global del problema y dejen atrás esas formas de consumo que atentan contra el planeta.

Fuente de la Información: https://vientosur.info/59093-2/

 

 

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