Page 170 of 183
1 168 169 170 171 172 183

Cuestionamiento, dificultad para alcanzar ciertos puestos y falta de corresponsabilidad, problemas para las mujeres en la universidad

Por: Diario de la Educación

Las mujeres son mayoría en la universidad pero están infrarrepresentadas en cargos de responsabilidad. Seis rectoras discuten en una mesa redonda cuáles son las causas.

Las mujeres son mayoría en la univeridad pública española. Son más alumnas y más profesoras, tienen cierta paridad en puestos de responsabilidad intermedios pero, cuando uno se asoma a los rectorados descubre lo pocas que son.

Hace unos días, la Fundación CyD y Mujeres&CIA reunieron a seis de las rectoras españolas en una mesa redonda para hablar del liderazgo de las mujeres en la universidad. Seis mujeres de dilatada carrera profesional, tanto como investigadoras como docentes, que un día decidieron dar el salto a la lucha por el rectorado.

Primer enemigo, la cátedra

La dificultad principal para que las mujeres hagan carrera en la universidad es la falta de corresponsabilidad de muchos hombres con respecto a los cuidados y la crianza. Las dobles y triples jornadas pesan mucho en los claustros universitarios.

Para poder plantearse una ser rectora de la universidad, lo primero es conseguir una cátedra. Y para ir ganando los puntos suficientes, hay que investigar. Y para investigar hay que dejar de lado la vida personal y familiar, al menos, en parte. Requiere de mucho tiempo de dedicación.

Eva Aleón es rectora de la Universidad Jaume I de Castellón. «No quiero hablar de conciliación, sino de corresponsabilidad», aseguró durante su intervención en la mesa redonda. Si hay tan pocas rectoras en España «no es porque no sepamos, sino porque el camino es largo y costoso». Más para ellas que para ellos.

«Es una carrera que se nutre de los espacios personales», aseguraba Mª Antonia Peña, rectora de la Universidad de Huelva. «Son los hombres los que han de empezar a criar a los hijos».

Mª Vicenta Mestre, rectora de la Universidad de Valencia lo ve de forma similar, pero «cuando la mujer está sola, o cría o cuida a otras personas, lo tiene más difícil. Primero hay que ser catedrática; la brecha está ahí».

«Para ser rectora, explicaba María José Figueras, rectora de Universidad Rovira i Virgili, hay que ser catedrática y en mi universidad hay un 27% de ellas. Es más probable que llegue al rectorado un hombre. A lo que se suman los años de carencia durante la crisis en los que no ha habido promoción a cátedras».

Tenemos que creer que podemos

«Para ser rectora hay que presentarse y no lo hacemos». Pilar Aranda es la rectora de la Universidad de Granada. Para ella, una de las dificultades de esto para por la falta de visibilidad de las mujeres en la universidad, a lo que se suma también las dudas y las desconfianzas o inseguridades personales, que no son pocas.

Lo resumía Figueras, rectora de la Rovira i Virgili al contar que cuando unos antiguos colaboradores le plantearon que debía presentarse al rectorado, tardó dos meses en tomar la decisión. Primero confianza y, después, no dejarse cnvencer por sentimietos de culpa relacionados con el más que probable abandono (o semi abandono) de la vida personal que a partir de ese momento hay que asumir.

«Yo no he tenido sentimiento de culpa, comentaba Vicenta Mestre. Ha hecho carrera de investigación y docencia, pero también de gestión. He sido decana, vicerrectora de estudios, de profesorado… no tenemos esa culpa porque he contado con mi marido. Existe esa marca social. Necesitamos hombres feministas, cómplices».

Aunque no solo eso. Para Rosa Aguilar, rectora de la Universidad La Laguna, «el problema son los estereotipos. El universitario es un entorno de hombres y para hombres. Te cuestionan prácticamente todo».

A esto habría que sumar, según explicaron varias de ellas, que en muchos momentos el trabajo de las investigadoras queda invisibilizado, o que los contratos relacionados con la transferencia de conocimiento quedan copados también por los hombres. Comentó la rectora de la Universidad de Valencia, que «solo el 6% de los contratos de transferencia» son con equipos liderados por mujeres.

En definitiva, la universidad no es ajena a las dinámicas habituales en otros entornos sociales. Las mujeres quedan relegadas a ciertas áreas del conocimiento que, además, tienden a ser menospreciadas, minusvaloradas. Además, tienen que asumir dobles y triples jornadas laborales, o renunciar a parte de su vida personal y esforzarse el doble para llegar al mismo lugar.
Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/22/cuestionamiento-dificultad-para-alcanzar-ciertos-puestos-y-falta-de-corresponsabilidad-problemas-para-las-mujeres-en-la-universidad/
Comparte este contenido:

Michael Fullan: «La colaboración mejora todos los resultados, de los docentes y el alumnado»

Por: Diario de la Educación

La colaboración entre docentes, con las familias, entre centros educativos y entre las propias regiones es la mejor manera de mejorar el sistema educativo. Este, según el canadiense, debe proveer a sus integrantes, la condiciones necesarias para poder realizar este cambio.

Michael Fullan es un hombre de 79 años lleno de energía. Ha estado en España un par de días en los que ha impartido sendas conferencias sobre la reforma educativa en la que trabajó, a partir de 2003, en Ontario (Canadá). Una reforma que mejoró sustancialmente los resultados en comprensión lectora y matemáticas y en la tasa de graduación en secundaria.

Una cosa está clara, tras escuchar a este investigador dedicado hoy a la puesta en práctica de sus métodos en ocho países diferentes. La colaboración entre docentes es un factor decisivo en la mejora de los resultados, tanto de estos (así como su satisfacción profesional) como del alumnado y de todo el sistema. Una colaboración basada en la comunicación entre las diferentes partes; también en la comunicación, pues ambas consiguen dar coherencia a las actuaciones que se llevan a cabo.

Para incidir en el sistema educativo, según Fullan, hay una serie de impulsores, de palancas, que resultan inadecuados y que suelen ser habituales en muchos países. Entre ellos se encuentran los exámenes, o ligar los salarios docentes a los resultados del alumnado, o el trabajo individual de cada profesor.

En cuanto al salario docente, Fullan explicó que «hay que pagar bien, pero hay que ir más allá, al desarrollo de sus capacidades, puesto que el salario no es una motivación suficiente».

Frente a esto, Fullan defiende la necesidad de que el profesorado trabaje de manera conjunta, colaborando unos con otros para que así el conjunto aprenda. Según explicó, es importante la formación inicial docente, pero lo es más la continua, trabajar con grupos pequeños de profesores que colaboran entre sí para mejorar su acción.

El objetivo es que el profesorado trabaje junto, en red, dentro de los centros y que estos, a su vez, puedan trabajar con otros colegios e institutos para crear redes de centros.

Fullan explicó los ocho pasos que realizaron en Canadá de 2003 a 2013 para conseguir que el país saliera de su estancamiento en comprensión lectora, matemática y en la tasa de graduación. Lo primero fue elegir un número pequeño de objetivos ambiciosos; poner el foco en el liderazgo y el desarrollo de las capacidades docentes; se estableció una Oficina de Lecto-escritura y Matemáticas; se movilizó la evidencia entre los docentes de maneras no punitivas; realizaron acciones estratégicas para involucrar a todos los niveles del sistema educativo; fueron aprendiendo del propio sistema (de sus protagonistas) según se implementaban las políticas; en buena medida, durante el proceso fue surgiendo un liderazgo intermedio (entre docentes y direcciones escolares), y, finalmente, hubo inversión de recursos. Tras este tiempo, la mejora de los resultados fue evidente, por ejemplo, en la tasa de graduación,que pasó de un 68% del alumnado a un 88%.

La clave, o parte de ella, se encuentra en la autonomía docente. Pero no una autonomía entendida como trabajo aislado del docente, sino una «autonomía conectada» que tiene en cuenta al grupo de profesores, que habla entre sí, que se comunica y tiene coherencia en sus acciones. «La colaboración mejora todos los resultados», asegura Fullan. «La autonomía no es aislamiento; si estás aislado como docente, te deterioras. Los neurocientíficos lo saben: las personas solas no viven tanto como el resto. Los mismo ocurre con los docentes. Los que trabajan solos se marchitan».

Fullan insistió en que es necesario establecer alianzas entre docentes y familias; pero que también las escuelas deben colaborar entre sí y, por encima, la colaboración debe extenderse a las diferentes regiones del país (los 72 distritos de Canadá o las 17 comunidades autónomas en España). «Y finalmente todo el sistema; un sistema que debe proveer las condiciones necesarias para que la colaboración tenga lugar».

Además de un trabajo conjunto y colaborativo entre el profesorado, parte del esfuerzo pedagógico del proyecto puesto en marcha en Ontario en su momento y, ahora, en otros ocho países por parte del grupo de Michael Fullan, pasa porque buena parte del trabajo que realiza el alumnado en su proceso de aprendizaje, sea con metodologías más activas, investigativas, con más trabajo por proyectos, en definitiva. Proyectos, además, que tienen un impacto directo en la comunidad escolar. Muy similar, en cierta forma, a lo que se desarrolla en los proyectos de aprendizaje-servicio.

Es lo que Fullan y su grupo ha llamado deep learning, aprendizaje profundo. «Que sea atractivo, que utilice la tecnología y que esté centrado en la resolución de un problema», explica.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/27/michael-fullan-la-colaboracion-mejora-todos-los-resultados-de-los-docentes-y-el-alumnado/

Comparte este contenido:

El estatus del docente: un análisis global

Por: Paulette Delgado

¿Cuál es la posición de los docentes ante la sociedad? El Índice Del Estado Mundial Del Profesorado 2018 busca resolver estas preguntas.

¿Cómo es el respeto a los maestros en relación a otras profesiones? ¿Cuál es la posición social de los docentes? ¿Los profesores quieren que sus hijos se dediquen a la docencia? ¿Cuántas horas crees que trabajan los docentes a la semana? ¿Y cuánto se les debe pagar? Por segunda ocasión, la Fundación Varkey se dio a la tarea de resolver estas preguntas en su Índice Del Estado Mundial Del Profesorado 2018 (GTSI por sus siglas en inglés). La primera edición fue en 2013 donde se estudió a 21 países como China, Estados Unidos, Egipto, Brasil, España y otros. El nuevo GTSI agregó 14 países: Hungría, Ghana, Uganda, Argentina, Perú, Colombia, Chile, Panamá, India, Rusia, Malasia, Indonesia y Canadá.

De acuerdo con el índice, los diez países donde se respeta más al profesor son (de mayor a menor respeto):

  1. China

  2. Malasia

  3. Taiwán

  4. Rusia

  5. Indonesia

  6. Corea del Sur

  7. Turquía

  8. India

  9. Nueva Zelanda

  10. Singapur

Y los diez países donde menos se respeta la profesión docente (de menor respeto hacia mayor):

  1. Brasil

  2. Israel

  3. Italia

  4. Ghana

  5. Argentina

  6. República Checa

  7. Hungría

  8. Uganda

  9. España

  10. Colombia

Debido a que el respeto hacia la profesión docente  tiene muchas dimensiones, el estudio decidió enfocarse en cuatro puntos:

  1. Analizar la aspiración de ser educador

  2. Descubrir el estatus de los maestros de primaria y secundaria, así como los directores, en comparación a otras profesiones

  3. Comprender el contexto del estado social del profesor según su país

  4. Conocer el nivel de respeto que les tienen los alumnos

Una de las preguntas que incluía el índice era qué tanto respeto tiene un educador en comparación a otras profesiones, como por ejemplo, médicos, enfermeros, bibliotecarios, policías, abogados, contadores, entre otros. De acuerdo con el GTSI, estas profesiones se incluyeron en el conjunto de respuestas a elegir ya que requieren el mismo nivel de estudios (o equivalente) y porque son profesiones que podrían diferir si se desempeñan en un sector privado o público.

En promedio, de todas las otras ocupaciones, la sociedad calificó a los profesores de primaria en sexto lugar, siendo el 14 la profesión más alta. Los profesores de secundaria se encuentran  en séptimo lugar y los directores en octavo. En el 94 % de los países, los directores son más respetados que los educadores y en un 91 % los educadores de secundaria son más respetados que los de primaria.

La clasificación de los maestros

Es difícil determinar el verdadero valor de los docentes por país de manera cualitativa, especialmente al compararlos contra otras profesiones. Para resolver este problema, el índice decidió preguntar cómo las personas perciben el trabajo del educador al relacionarlo con un trabajador social, enfermero, bibliotecario, alguien con un puesto en el gobierno local o con un médico. La siguiente tabla ejemplifica algunos resultados:

 

Gráfica por el Observatorio

Gráfica por el Observatorio

El propósito detrás de esta comparación es conocer cómo ve la sociedad de cada país al maestro y cómo se ven ellos mismos. Por ejemplo, China y Malasia son de los países donde se respeta más al docente, lo que se refleja al considerarlos en el mismo nivel que un doctor. Esos dos países y Rusia fueron los únicos que contestaron “médico”. El 51 % de los países analizados, el público considera al educador como un “trabajador social” pero solo un 34 % de los docentes se ve a sí mismo de esa manera. Al contrario, un 43 % de los profesores se comparan con un enfermero y solo el 11 % de la opinión pública está de acuerdo.

Esta relación también ayuda a clasificar la manera en que se cree que se debería de pagar a los educadores. En otra sección del estudio, el público ve al médico con mucho respeto y se espera que tengan muy buen salario. En el caso de los trabajadores sociales, se ve como la profesión con menos respeto y menos ganancias, por lo que se entiende por qué, en países como Argentina, el maestro percibe que gana poco.

El respeto que le tiene la sociedad vs. el que se tienen los docentes

Cuando es el turno de los profesores de calificar el respeto hacia su profesión en comparación a la opinión de la sociedad, se pueden apreciar grandes diferencias. En 14 países, los docentes clasifican a los directores de las escuelas más alto que el público en general, especialmente en Corea, Singapur y Alemania. El caso de China es interesante porque es uno de los países donde más se respeta la profesión del maestro, pero no es recíproco el respeto del profesor hacia su superior. Por otra parte, países como Perú sucede lo contrario.

En comparación a los directores escolares, los profesores le tienen menos respeto a aquellos en secundaria que el público en general, especialmente en países como Argentina, Brasil o Portugal donde ya eran poco valorados. Al igual que en el caso de los directores, los maestros tienen menos respeto por los de primaria que el público en general. El peor caso es el de Panamá, donde la manera de ver a sus compañeros es muchísimo peor, seguido por el Reino Unido y Hungría.

Futuros docentes

El índice Del Estado Mundial Del Profesorado también se enfocó en descubrir si la enseñanza es una profesión a la que le gustaría que sus hijos se dedicaran. Se les pidió a los participantes describir si definitivamente no los alentaría, probablemente no los alentarán, tal vez los alentarán, probablemente los alentarán o definitivamente los alentarán.

Como era de esperarse, los países con un mayor nivel de respeto por los educadores, como China y Malasia, más de la mitad respondieron que sí alentarán a sus hijos a seguir la profesión docente. En el caso de Brasil e Israel, el 20 % o menos desea que sus hijos se desempeñen en esa profesión. Un caso particular es el de Rusia, donde se tiene mucho respeto al profesor pero fue el país donde la mayoría de los encuestados dijeron que menos quisieran que sus hijos sean maestros, incluso menos que en Brasil.

Otro caso interesante es el de España, uno de los diez países donde menos se respeta al educador, pero a esta pregunta en particular el 80 % respondieron que definitivamente alentarán a sus hijos a ser profesores, lo que demuestra que en varios países existe una disociación entre el respeto, el salario y si un padre alentaría a su hija a ingresar a la profesión.

El respeto de los alumnos hacia los maestros

No se puede hablar del respeto al maestro sin hablar de los alumnos. En este tema, el estudio decidió preguntar si el público cree que los alumnos respetan a sus docentes. El caso más curioso es el de Uganda, ya que es uno de los diez países donde menos se respeta al educador. Incluso, en el apartado sobre la opinión de los profesores sobre su profesión, salieron en el penúltimo lugar de los 35 países estudiados en cuanto a resultados de profesores de primaria. Sin embargo, al evaluar el respeto de los alumnos hacia los mismos educadores, quedó en el segundo lugar. En general, alrededor de la mitad de los encuestados dijo estar de acuerdo o muy de acuerdo que los maestros son respetados por sus alumnos.

Sueldo y horario laboral

Nota . Recuperado del Índice Del Estado Mundial Del Profesorado, de Dolton, P., Marcenaro, O., De Vries, R., & She, P.-W. N.,, (2018). Copyright por The Varkey Foundation, 2018. Recuperado de https://www.varkeyfoundation.org/media/4867/gts-index-13-11-2018.pdf

Nota. Recuperado del Índice Del Estado Mundial Del Profesorado, de Dolton, P., Marcenaro, O., De Vries, R., & She, P.-W. N.,, (2018). Copyright por The Varkey Foundation, 2018. Recuperado de https://www.varkeyfoundation.org/media/4867/gts-index-13-11-2018.pdf

La remuneración económica de una profesión a menudo se toma como una medida indirecta de la posición o el estatus social. El GTSI abordó este tema desde tres perspectivas: lo que el público cree que ganan los educadores (salario real estimado), si creían que era un salario  justo (salario justo percibido) y el salario real por país (salario real).

La gráfica del lado derecho ejemplifica esas respuestas por país. Aquí se puede ver que los salarios más altos son Suiza y Alemania y los más pobres aquellos en América Latina y África. En casos como Brasil, Argentina y Colombia, es interesante notar cómo el público asume que el salario justo es mucho más alto de lo que es realmente.

Al comparar el salario real estimado y el justo percibido, se muestra que el salario estimado es mucho menor en casi todos los países. Esto significa que la sociedad piensa que los docentes deberían ganar más de lo que realmente perciben, especialmente en países de África y Sudamérica donde el público cree que el salario justo es entre 40 % y 60 % más alto de lo que reciben actualmente. En el caso de Estados Unidos y Reino Unido, las personas piensan que el pago justo implicaría un aumento del salario de los maestros del  16 % en los Estados Unidos y 23 % en el Reino Unido.

Analizando el salario real y el percibido como salario real, en 28 de los 35 países, se cree que el primero es más bajo de lo que considera el público como justo, especialmente en el caso de Rusia, China, Uganda y Ghana donde hay diferencias de un 40 % y 60 %. Curiosamente, en el caso de Suiza, Alemania y Singapur ocurre lo contrario y se cree que el salario justo es mucho menor que el actual.

Pago relacionado con el rendimiento (PRR) y el horario laboral

Aunque se ha establecido que entre más alto el salario, mejor resultado tienen los alumnos, la paga de los educadores es uno de los temas más discutidos entre académicos y políticos.. Una de las publicaciones que menciona el índice es “Getting Beneath the Veil of Effective Schools: Evidence from New York City”, de Fryer et al.,  el cual describe cómo el desempeño de los alumnos mejora significativamente cuando hay un proceso de “aversión a la pérdida”. Ese proceso se basa en pagar a los docentes un bono al comienzo del año que deben devolver si al final del año el desempeño de sus estudiantes no fue bueno.

Por otro lado, el índice preguntó al público si consideraban que era una buena idea que los profesores reciban un bono dependiendo de su desempeño o el pago relacionado con el rendimiento (PRR). Al menos el 49 % contestaron que estaban totalmente de acuerdo o estaban de acuerdo con que se les debe de pagar de acuerdo al desempeño. El país que estaba más de acuerdo fue Egipto, con un 78 % a favor. Curiosamente, los países con los mejores puntajes en la prueba PISA son los que estaban menos de acuerdo con un sistema de PRR, como Finlandia, lo que puede estar relacionado con su sistema educativo.

El estudio también trató de encontrar la relación entre el deseo de tener un PRR y el respeto a los docentes, pero no encontró nada concluyente al respecto. Esto indica que el respeto no influye sobre el deseo de la gente de establecer una forma de pago basada en el desempeño del docente.

Varkey también analizó la percepción del público sobre las horas laborales de un profesor y compararlas con el horario real, incluyendo el tiempo fuera del aula para realizar actividades como calificar y planificar las clases. En la mayoría de los países, la gente subestima las horas de trabajo real de los docentes, especialmente aquellos de los países de América del Sur, Egipto y Panamá donde la subestimación está entre 39 % y 16 %.

La percepción de los docentes

Aunque en la mayoría de los países los encuestados sienten que los maestros son cariñosos, trabajadores, influyentes, inspiradoras, inteligentes y de confianza, existen grandes diferencias entre país y país. En lugares como China y Ghana, donde los docentes son vistos como profesionales de alto estatus, un 86 % de los entrevistados calificaron de manera positiva a los profesores mientras que en Perú y Grecia, sólo un 45 % los describirían así.

En el caso de la percepción de la sociedad sobre la competencia de los docentes y su relación con el respeto a la profesión, el índice GTSI descubrió que sí hay una relación. En países como China y Ghana, la sociedad ve a los docentes como altamente competentes y a la vez, se les ve con mucho respeto. Lo contrario ocurre en países como Perú, Grecia e Israel. Por otro lado, casos como el de Holanda, Nueva Zelanda, Brasil,República Checa y Reino Unido, son excepciones ya que aunque los docentes se ven como altamente capaces, su estatus ante la sociedad es bajo.

En cuanto a la percepción de los propios educadores y el respeto así mismos, en general es mayor que la del público pero varía mucho de acuerdo al país. En Perú, India, Uganda, Indonesia, Suiza y Panamá, donde la brecha entre las opiniones de ambos es grande, los docentes se ven así mismo de manera más positiva que el público. En el caso de Portugal, Estados Unidos, Hungría, España y Francia ocurre lo contrario, los profesores ven su propio nivel peor que el del público general.

La calidad del sistema educativo

El índice también investigó la percepción del sistema educativo de cada país sin involucrar a los educadores. El índice, donde 10 es la calificación más alta y 1 la más baja, el promedio de todos los países fue de 5.9. Los únicos países por debajo de 5 fueron Egipto, Brasil, Perú, Turquía, Hungría, Grecia y Panamá.

Al comparar esta clasificación  con el puntaje PISA de cada país, como era de esperarse, Finlandia, Suiza y Singapur, obtuvieron los mejores  puntajes al ser percibidos como buenos sistemas educativos por el público. En el caso de Egipto, Brasil, Perú y Turquía, que tienen un puntaje bajo, la percepción de la gente sobre su sistema educativo es mala.

La relación entre la paga del maestro, el estatus y la puntuación PISA

Al igual que Fryer, Dolton y Marcenaro, publicaron un artículo donde se estudia la probabilidad de  que la calidad del docente sea mayor si se le paga en relación a los resultados académicos de los estudiantes. El informe demuestra que existe un vínculo claro entre el respeto y el salario percibido: entre más alto sea el estatus, más va a ganar el profesionista. Y como se mencionó al inicio del artículo, en muchos países, la percepción sobre la remuneración que reciben los educadores es calificada de modesta en comparación a otros oficios. Pero la realidad es que cada país decide cuánto pagarle a los educadores y este salario no se ve afectado por el estatus que la profesión tenga ante el público.

Esto se debe a que cada país maneja la remuneración mediante la riqueza del país, el poder de negociación del gobierno frente a lo profesores, la percepción sobre la importancia de la profesión docente, y entre muchos otros factores. Esto significa que, aunque haya una mayor remuneración puede que mejore el respeto, pero no al revés, si aumenta el estatus de los profesores ante la sociedad, esto no significa que el gobierno les vaya a otorgar mejores salarios.

Aunado a esto, el índice demostró un posible vínculo entre el respeto al maestro y el rendimiento del alumno y cómo se ve afectado cuando se controla el salario de los educadores. Un aumento en el estatus del profesor y una mejor remuneración puede afectar positivamente en el rendimiento del aula.

Conclusiones

En conclusión, el índice demuestra que los directores de instituciones educativas suelen ser percibidos con un mejor estatus que los docentes. También se comprueba que el respeto y el salario de un maestro no siempre están relacionados. Varkey señala que, en general, los maestros no son remunerados de manera justa ni de acuerdo a lo que el público cree que se les debería de pagar, además de que la sociedad subestima la duración real de la jornada laboral de los profesores. Además, los factores culturales juegan un papel importante en el la percepción de la profesión docente. Países como China, Rusia y Malasia, ven al educador al mismo nivel que un médico, mientras que en Argentina y Perú, su nivel es similar al de un trabajador social.

El Índice Del Estado Mundial Del Profesorado 2018 también demostró que existe una fuerte relación entre el salario de los maestros y los  resultados en la prueba PISA. Aunado a eso, existe una relación, aunque más débil, entre el índice GTSI y los resultados de las pruebas PISA, más cuando se considera el efecto que tienen  la remuneración del maestro y su estatus con los resultados académicos de los alumnos. El índice concluye recalcando la importancia para los gobiernos del mundo el considerar el estatus de los docentes ya que puede contribuir directamente a mejorar el rendimiento de los alumnos. Si la carrera docente es respetada, habrá más personas interesadas en dedicarse a esta profesión, mejorando el rendimiento académico de los alumnos. Esto representa un reto muy grande para los diez países que calificaron con menor respeto a la profesión docente.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/estatus-docencia-analisis-global

Imagen: Hans Braxmeier en Pixabay

Comparte este contenido:

Opinión: El reto de la historiografía en la era digital

Por: Sofía García-Bullé

Construir una perspectiva histórica en un mundo en el que predomina el registro digital es un gran desafío.

La primera experiencia que algunos tuvimos en las clases de historiografía, el proceso por el cual se realiza la recopilación y divulgación de la historia, fue leer y analizar relatos de primera mano de personas que tuvieron una participación importante en el proceso de forjar el mundo que tenemos ahora.

Para los que asistieron a clases de historia antes de la era digital, textos impresos como “Cartas de Relación” de Hernán Cortés, o los escritos varios de Walter Raleigh, fueron fuentes básicas para aproximarse a entender la influencia europea sobre el continente americano durante la era del colonialismo. Estudiar esa época es fácil en términos de selección de fuentes, el porcentaje de la población que sabía leer y escribir era mínimo, el trabajo de escribas y la imprenta eran caros; se trataba de un recurso accesible solo a las clases pudientes o personas que pudieran procurar mecenas. Es por eso que las obras escritas en esa época, y que nos acompañan hasta hoy, son pocas en comparación, por ejemplo, con los inicios del siglo XX, en el que la proporción de la gente con la habilidad de escribir era mucho mayor, la imprenta se había vuelto un recurso más generalizado y ya existía la prensa como un poder comunicativo de gran influencia.

Saltamos unos 100 años en el futuro y la situación es muy diferente, la producción y lectura de contenidos está completamente democratizado, el acceso a la educación básica es un derecho, y cualquiera que tenga una conexión a Internet y la habilidad de leer y escribir puede plasmar sus contenidos en espacios públicos como redes sociales, sitios web, blogs, videos, podcasts y más. De tener tal vez unas 100 a 200 obras de registro histórico en épocas coloniales, a unas miles a cientos de miles entre el periodo post-revolución industrial e inicios del siglo XX. Hoy tenemos tantas personas registrando instancias del transcurrir histórico al mismo tiempo que se podrían llenar galaxias con ese contenido.

¿Cómo sortear entre tanta información? ¿Cómo jerarquizar, decidir lo que es importante como registro y lo que no? ¿Cómo preservar esta información, ponerla en contexto y divulgarla? ¿Cómo cambia el significado y relevancia del registro histórico ahora que que hay millones de personas escribiendo la historia diario, en 140 caracteres o menos, por ejemplo?

Enseñarla bajo este nuevo contexto también es un reto. Antes de la era digital había métodos y recursos muy ligados a las fuentes originales de la historia para comunicarla en un salón de clases, hoy los maestros pueden utilizar desde análisis de canciones modernas que se volvieron virales, hasta el impacto de la semiótica de los memes. Gracias a esta flexibilidad de fuentes, el registro, divulgación y enseñanza de la historia ha dejado de ser un proceso unilateral para convertirse en un diálogo interactivo, para entender este proceso necesitamos hablar de dos de las herramienta más importantes de la historiografía: El registro y el análisis.

La distancia entre el registro y el análisis

En cuanto a oportunidades de registrar la historia estamos mejor que nunca gracias a todas las plataformas de publicación digital que tenemos en la actualidad pero, ¿qué hay de la distancia entre el registro, la lectura y el análisis que constituyen la forma de la perspectiva histórica?

Si hablamos, por ejemplo, de “Historia General de las cosas de la Nueva España” de Bernardino de Sahagún o “De Londres a Ladysmith via Pretoria” de Winston Churchill; estos son trabajos que tras su registro han recibido lecturas y análisis de expertos en historiografía, sociología, antropología, e incluso hasta crítica literaria. El tiempo en el que un evento histórico o experiencia personal era registrado, divulgado y analizado, representaba un periodo mucho mayor e instrumental en la formación de una perspectiva histórica. La noción de que la historia como tal no se hace en el momento sino tras el juicio posterior de las generaciones venideras ha sido una piedra angular en nuestro entendimiento de la historia como concepto y disciplina de estudio.

Hoy en día, esa distancia ya no existe, figuras tan importantes como congresistas o presidentes ya no esperan años para hacer un compendio de sus decisiones políticas y hablar de la relevancia histórica de las mismas, o cómo afectan o benefician a la sociedad a la que sirven. En cambio, nos cuentan todos los días si participaron en un rally a favor de los derecho reproductivos, si van a autorizar un “tarifazo” o si se comieron un taco bowl a la hora de la comida. Esta información se encuentra en espacios públicos digitales donde la gente puede opinar al momento si están de acuerdo o no con una agenda política pro-derechos reproductivos, si un aumento sorpresivo en el costo de transporte público les parece bien, si está bueno el taco bowl o si el hecho de comerlo sirve para minimizar el peso de decisiones políticas racistas. Pero, ¿es esto historia? ¿O es un compendio de experiencias personales y percepciones en tiempo real? ¿Cuál es la diferencia entre una y otra? ¿Es un criterio válido para discernir entre lo que es relevante como hecho histórico o lo que no?

La relación entre experiencia personal y suceso histórico

La Historia es la disciplina que hace uso de diversas fuentes y métodos académicos para recopilar y divulgar un conjunto de eventos colectivos que han tenido influencia en la formación del mundo que vivimos ahora. La historiografía es el proceso por el cual se realiza esta recopilación y divulgación. Pero la situación se complica cuando la historia y la historiografía coexisten en la misma dimensión espacio-temporal.

Si regresamos otra vez a tiempos coloniales, es fácil hablar sobre la significancia histórica de la experiencia personal de Hernán Cortés al pisar por primera vez suelo del Imperio Azteca, ningún otro enviado de potencias europeas lo había hecho antes. Esta fue la primera instancia del trágico contacto entre las dos civilizaciones y formaba parte de la intención colonizadora de un reino entero. Cada palabra que él escribiera sobre este acontecimiento invariablemente iba a ser parte de un documento histórico importante. La experiencia personal de Cortés es parte integral del momento histórico de la invasión y conquista de Tenochtitlán.

Más de 500 años después, un hombre comparte su opinión sobre la generación Millennial y la generación Z, a través de un video en TikTok. El contenido de la misma no es nada sobresaliente. Su perspectiva es tan similar a la compartida por muchos de sus congéneres, que el New York Times ni siquiera se molesta en averiguar su nombre cuando publican una nota al respecto del fenómeno que provocó. “Los Millennials y la generación Z tienen el síndrome de Peter Pan, no quieren crecer nunca”, dice el hombre, quien sostiene que la visión y los esfuerzos de la generaciones posteriores a él no comprenden los pasos para un cambio de sistema sustentable. Esta perspectiva individual, pero este tipo de discursos personales también pueden ser parte de un evento histórico, si se viralizan.

Hoy la historia ya no se trata solo de ser el primero en hacer algo o en descubrirlo, o de ser una figura pública importante con poder de decisión sobre cómo transcurre el presente. Se trata también de formar parte de ese momento aleatorio que se convierte en contenido viral y lo conecta con cuestiones sociales, políticas y económicas que definen nuestro presente. También se trata de generar un término breve, conciso y atrayente como el OK Boomer, frase popularizada por la reacción de las generaciones más jóvenes ante el video. La respuesta intergeneracional masiva que se dio en las redes, representa la experiencia personal y perspectiva de millones de miembros de la generación Z y Millennial, pero también representa un momento histórico en el que un comentario individual moviliza una reacción global y visibiliza cuestiones de alto interés colectivo, como los peligros de la negación del cambio climático, la crisis financiera a nivel mundial, o el enorme desbalance económico y de justicia social entre las distintas clases socioeconómicas, además de otras problemáticas.

La frase y su significancia se han colado en espacios que marcan un interés histórico a través de la toma de decisiones políticas, tales como el parlamento de Nueva Zelanda, en el que la legisladora Chloe Swarbrick, de 25 años, usó el término “OK Boomer” para responder a otro miembro del parlamento de mayor edad, quien intentó interrumpir su discurso sobre la urgencia de enfrentar la realidad ambiental en la que vivimos. Esta democratización de las narrativas que hilan la historia tiene un efecto sobre las nuevas generaciones que han combinado un alto uso de recursos digitales con una creciente conciencia social. Lo que ha resultado en una construcción de la historia a través de muchas voces, no solo a través de una.

La labor del historiador en un presente histórico democratizado

En este punto del transcurrir histórico es imposible hablar de Historia sin los espacios digitales, que ya no solo sirven para registrar sucesos sino que también prestan plataforma e impulso a los mismos. Habíamos mencionado anteriormente que ya no existe una distancia en cuestión de tiempos entre el registro, lectura y análisis de sucesos de importancia histórica. Este nuevo panorama obliga a moderadores sociales de contenidos e historiadores, a desarrollar un sentido crítico como nunca antes había sido necesario para seleccionar, discernir y saltar tanto contexto como significancia a toda la información que hila nuestro presente histórico.

“La Internet nos está empujando, en buenas y malas maneras, a darnos cuenta de que la versión oficial de los eventos no siempre debería ser avalada y aceptada sin cuestionamientos,” dijo Jenna Wortham, colaboradora del New York Times en 2016. La periodista cultural presentó un punto importante acerca de cómo se construye y revisa la perspectiva histórica con las herramientas que tenemos actualmente. Los historiadores ahora pueden actualizar el registro mucho más rápido tomando en cuenta fuentes más diversas que ofrezcan una visión más completa de los momentos históricos.

Las omisiones y datos incompletos en los registros históricos son una ocurrencia común. Antes de la era digital podrían pasar años antes de que estos fueran detectados y corregidos, hoy pueden ser días, algunas veces hasta horas. Este proceso puede darse gracias a una aproximación a la disciplina de la Historia que toma en cuenta tanto hechos históricos como el crisol de experiencias humanas dentro de ese momento histórico, son ambas cosas las que construyen una perspectiva histórica completa.

La labor del historiador en la era digital es entender la diferencia conceptual y simbiosis entre estos dos elementos, de forma que pueda navegarlos y realizar un registro coherente y certero que parta de los testimonios que conforman un momento histórico, pero que pueda unificarlos en un solo contenido, a través del cual podamos entender las realidades cronológicas que ya son parte del pasado y prestan contexto a nuestro presente.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/historiografia-era-digital

Imagen: Gerd Altmann en Pixabay

Comparte este contenido:

Mujeres marchan para evitar otra guerra civil en El Líbano

Asia/Líbano/01-12-2019/Autor(a): Armando Reyes Calderín/Fuente: www.prensa-latina.cu

Por: Armando Reyes Calderín

Centenares de mujeres, sobre todo madres, marcharon en una zona de recientes enfrentamientos para evitar que surgiera otro conflicto armado interno en El Líbano.
La manifestación se concentró en un lugar que una vez dividió el este cristiano del oeste musulmán para rechazar los tambores de la guerra que se escucharon hace unas horas entre seguidores de una y otra confesión religiosa.

‘Sentimos que, como madres, teníamos que venir a decirles a nuestros hijos que vivimos una guerra y no queremos que se repita’, expresó Isabella, de 50 años de edad, en declaraciones citadas hoy por la versión digital del periódico The Daily Star.

Del mismo modo, Suzan Abdel-Ridah, profesora de la Universidad Libanesa, aseguró que salieron a la calle para que nadie los obligue a llevarlas al pasado.

‘Esta calle era toda una barricada’, recordó, mientras señalaba carriles que estuvieron obstruidos por los grupos que chocaron en días recientes.

La manifestación femenina portaba flores blancas en expresión de paz y tolerancia.

Una mujer musulmana con velo llevaba una cruz pintada en su frente, ‘mi apariencia de hoy habla por sí misma, no somos ni lo uno ni lo otro, somos libaneses’, dijo.

Las muestras de unidad contrastaban con episodios anteriores cuando desde ambas zonas se lanzaban piedras y otros objetos, lo cual pudo ir a más a no ser por la intervención del Ejército.

Se sabe que en la localidad de Chiyah predominan los musulmanes chiitas, mientras que en la aledaña de Ain al-Rummaneh hay mayoría del partido cristiano Fuerzas Libanesas.

Wissam, propietario de un supermercado de 34 años de edad, aseguró que la rivalidad de los dos bandos continúa presente desde la guerra civil de 1975-1990.

Empero, apuntó, ‘no queremos permanecer atrapados en esa mentalidad de guerra, muerte y sangre, queremos vivir, y es nuestro derecho vivir’.

Musulmanes y cristianos estaremos juntos hasta la muerte, nadie puede interponerse entre nosotros, según Mohammad Ghaddar, de 22 años de edad, y residente en Chiyah.

Del otro lado, en Ain al-Rummaneh, Simon Jawwous, actor (24) refrendó lo dicho por Ghaddar, ‘nuestra generación está viviendo la convivencia? todavía hay sensibilidades heridas, pero tal vez con la marcha de madres de hoy comiencen a desaparecer’, subrayó.

Jawwous confesó que junto a otros centenares combatió con bastones y piedras en la anterior jornada, pero ahora con más calma analiza que el problema no era entre cristianos y chiitas, más bien entre partidos.

Un intento, afirmó, de descarrilar el levantamiento popular sin precedentes que cubrió y cubre al país desde el 17 de octubre último.

‘Somos una generación que repudia la guerra. No quiero ser como mi papá que, a los 16 años de edad, estaba luchando contra personas que no conocía’, acotó.

Rima Majed, profesora de sociología en la Universidad Americana de Beirut, denunció que los políticos acudieron a la retórica de la convivencia sectaria para eludir la profunda división de clases existente.

‘Es importante para nosotros que en esta coyuntura crítica de nuestra historia no caer en la trampa de la división sectaria’, apostilló.

Lo clave es seguir luchando contra la división de clase y luego será contra el sistema sectario, concluyó.
Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=324241&SEO=mujeres-marchan-para-evitar-otra-guerra-civil-en-el-libano
Imagen: jorono en Pixabay
Comparte este contenido:

Educar para cambiar el mundo. Qué son, para qué sirven y para qué deben servir las ‘softskills’

Por: Juanjo Vergara*

Reflexionar, compartir, soñar, idear, analizar, llevar a la práctica, buscar caminos creativos deben ser los verbos que protagonicen la educación si es que queremos que nuestros alumnos habiten un mundo que hoy está profundamente herido.

Todo hacer es conocer y todo conocer es hacer.
Humberto Maturana

Hace años llevo hablando de softskills en cuantos foros intervengo. De ello son testigo decenas de docentes con los que he desarrollado talleres sobre el Enfoque de Proyectos o reflexionado en conferencias de todo tipo sobre qué acentos debemos poner en la innovación en los centros. Es una gran noticia que empiecen a ponerse en la superficie del discurso educativo y que orienten la práctica de decenas de docentes insatisfechos con la enseñanza. Docentes que deben diseñar sus clases sabiendo que estas no se adaptan a las necesidades de los alumnos que deben educar.

Qué son las softskills

Cuando imaginamos qué necesitarán nuestros alumnos en el momento crucial de su primera entrevista laboral, es habitual que pensemos en decenas de conocimientos técnicos y científicos que les hemos trasmitido. Ellos, sin embargo, tienen claro que no será eso lo que les proporcionará su ansiado puesto de trabajo.

Imagina un ingeniero informático que es convocado a una entrevista de trabajo. Seguro que piensas que la noche anterior a la cita repasa conceptos de vanguardia sobre programación, últimas tendencias en arquitectura computacional, etc. Sin embargo lo que se encuentra al llegar a la cita laboral es radicalmente distinto.

Es especialmente didáctico el texto de John W. Moravec al respecto¹:

Con el término knowmad32, Moravec (2008b) hace referencia a aquellos trabajadores nómadas del conocimiento y la innovación. Un knowmad es alguien innovador, imaginativo, creativo, capaz de trabajar con prácticamente cualquier persona, en cualquier lugar y en cualquier momento. Un knowmad es valorado por su conocimiento personal, lo que le proporciona una ventaja competitiva con respecto a otros trabajadores. La sociedad industrial está dando lugar a trabajos intensivos en el conocimiento y la innovación. A diferencia de la sociedad 1.0, cuya industrialización requería trabajadores ubicados en un lugar determinado para poder desempeñar un trabajo o unas funciones muy concretas, los empleos asociados a los trabajadores del conocimiento y la información se han vuelto mucho menos específicos en términos de ubicación y de las tareas a desempeñar. Además, las tecnologías hacen posible que los trabajadores de este nuevo paradigma puedan efectuar su trabajo ya sea en una ubicación específica, de manera virtual o combinando ambas opciones. Los knowmads tienen la capacidad de volver a configurar y contextualizar su espacio de trabajo en cualquier momento; esta creciente movilidad está generando nuevas oportunidades. Pongamos como ejemplo una cafetería, ya que se trata de un espacio de trabajo escogido por muchos knowmads. ¿Qué ocurre cuando alguien que se dedica a la banca de inversiones se sienta junto a un arquitecto y entabla una conversación? ¿Qué ideas, productos y servicios pueden surgir a raíz de esta charla? Esta remezcla de espacios y de relaciones sociales está afectando también a la educación. Los estudiantes de la sociedad 3.0 tendrían que poder aprender, trabajar, jugar y compartir en prácticamente en cualquier contexto. Sin embargo, son pocos los indicios existentes que nos permitan afirmar que la educación está evolucionado hacia el paradigma 3.0.

Cuando este ingeniero informático acude a su entrevista de trabajo sabe que no destacará del resto de aspirantes gracias -y de forma exclusiva- a los conocimientos técnicos que posea sobre informática. Serán otras las habilidades determinantes para su selección positiva. Sin embargo el modelo educativo que mayoritariamente domina en el mundo sigue haciendo pensar a los docentes que son los conocimiento técnicos aquellos que asegurarán el éxito de sus alumnos.

Un aprendizaje que busca ser significativo para quienes participen en la experiencia educativa. En él se fomenta por encima de todo la aplicación práctica del conocimiento a nuevas formas de resolución de los problemas, más que la repetición mecánica de datos previamente aprendidos².

Pero, ¿qué esperan entonces de mis alumnos?

El día que Julián -tu antiguo alumno ahora flamante técnico informático- acuda a una entrevista de trabajo, será importante que demuestre tener los conocimientos técnicos adecuados a su titulación académica. Sin embargo, la empresa que lo contratará sabe que estos cambiarán radicalmente en pocos años. La idea de un conocimiento inalterable a lo largo de las décadas es cosa del pasado y quienes evaluarán a tu antiguo alumno saben que es así.

Por encima de estas habilidades técnicas saben que es necesario incorporar a una persona con algunas cualidades especiales:
  • Inteligencia emocional. Cuando una empresa decida contratar a Julián buscará en él que sepa integrarse emocionalmente al proyecto. La metáfora de la empresa como familia es, sin duda, uno de los elementos más demandados en los procesos de selección. Quieren que Julián se incorpore a su nuevo puesto de trabajo sintiendo como suyo el proyecto que desarrolla.
  • Inteligencia social. Es especialmente bien valorada la capacidad de relación y trabajo en equipo. Para ello no solo hace falta una cierta dosis de habilidades sociales. Es necesario también capacidad de liderazgo, resolución de conflictos, capacidad de establecer y/o integrarse en una red de relaciones formales y no formales, capacidad de movilidad, de cambio.
  • Creatividad. Las empresas que contraten a Julián valorarán especialmente a una persona que es capaz de aportar un valor añadido a su proyecto laboral. Alguien que sabe hacer propuestas, que idea caminos alternativos a los habituales y es capaz de emocionarse con ellos y contagiarlo.
  • Inteligencia ejecutiva. O lo que es lo mismo; ser capaz de llevar a la realidad sus propuestas. Analizarlas y ver su viabilidad.

El ejemplo que describo es útil para las habilidades que necesitan desplegar nuestros jóvenes al enfrentarse al mundo laboral. Lo más interesante del asunto es que son las mismas que necesitamos para construir activos ciudadanos de un mundo complejo en el que la participación social o el habitar las relaciones personales, afectivas o comunitarias exigen nuevas estrategias que invitan a la reflexión y el empoderamiento.

Habitar el mundo actualmente tiene poco que ver con ejercer modelos reproductivos de comportamiento. Las relaciones sociales y afectivas en la actualidad han cambiado radicalmente y exigen gran capacidad de respuesta ante las nuevas demandas de un entorno en constante cambio. Igual sucede con la participación ciudadana, el mundo del trabajo, las relaciones sociales o familiares.

Así pues, cuando hablamos de habilidades que desarrollar en nuestros alumnos, no solo estamos pensando en aquellas que les permitirán el acceso a un puesto de trabajo exitoso en el futuro. También lo hacemos pensando en aquellas que les empoderan en su vida personal, relacional y ciudadana. En definitiva se trata de dibujar aquellas habilidades que permitirán a nuestros alumnos una vida activa y de éxito en todas las esferas de su habitar el mundo, frente a aquellas que les relegan a un lugar alienado -pero imaginariamente confortable- de una sociedad que ya no existe.

Hardskills o softskills ¿una dicotomía o un potente equipo educativo?

Una de las cosas que más me seduce de las softskills es la discusión que provoca sobre la importancia de educar en las llamadas “habilidades duras” (hardskills), o bien, las “habilidades blandas” (o softskills ). Las primeras parecen hacer referencia a las relativas a conocimientos técnicos y las segundas a aquellas que buscan desarrollar habilidades de gestión del conocimiento, redes, habilidades sociales y otras que más adelante detallaré agrupándolas en categorías educativas.

En decenas de cursos y conferencias he tenido ocasión de escuchar a docentes escépticos con el cambio en educación acusando a los renovadores de relegar al ninguneo más absoluto habilidades que consideran importantes. “¡Es necesario educar la memoria!” “¡No solo es importante desarrollar competencias, es necesario que los alumnos aprendan ‘cosas’ relacionadas con las materias que impartimos!”. Tienen razón.

La memoria es importante. También la capacidad de resolver un problema. Es necesario entrenar determinados procedimientos que se alojarán en nuestro cerebro para toda la vida: ¡Efectivamente, debemos saber de memoria la tabla de multiplicar!. Sin embargo no es lo único que nuestros alumnos deben aprender.

Cuando Bloom formuló su famosa taxonomía se popularizó la idea de que existían determinados procesos de pensamiento de orden inferior que no podían competir con los llamados de orden superior. Esto es un gran error: todos son necesarios para el aprendizaje.

Efectivamente la memoria es necesaria para el aprendizaje. No es esta la discusión. Lo relevante es entender que no podemos diseñar la enseñanza atendiendo el noventa por ciento del tiempo a estos procesos de pensamiento -de orden inferior- sabiendo que las exigencias de la sociedad que habitamos necesita de nuestros aprendices el desarrollo de procesos como la creatividad, la resolución de problemas o el pensamiento crítico -o lo que es lo mismo la capacidad racional de evaluar-. Los procesos de pensamiento de orden superior no pueden quedar relegados al diez por ciento del tiempo escolar en términos de diseño didáctico. Máxime cuando son los procesos de pensamiento que parecen más adecuados para construir las habilidades que nuestros alumnos necesitarán en su habitar el mundo que les ha tocado vivir.

Un poco de historia educativa

Hace poco más de un siglo -bastante poco en términos históricos- la educación tenía dos características:

  • Cumplía la función de transmisión cultural y mantenimiento del status quo de una sociedad estable en cuanto a sus personas, valores y cosas.
  • Se refería a una etapa determinada de la vida: la infancia y adolescencia -en la mayor parte de las ocasiones- o como mucho a la primera juventud en el caso de aquellos privilegiados -normalmente hombres- que podían optar a estudios superiores.

La historia de la innovación educativa normalmente tiene un punto de inflexión al que todos se aferran: la llamada escuela nueva. Un grupo excepcionalmente heterogéneo de pensadores de la educación. Su aportación es innegable. Estamos en los años finales del siglo XIX -o principios del XX- y es necesario dirigir la mirada hacia la identidad del aprendiz. Hoy -más de un siglo después- el mundo ha cambiado mucho y las necesidades educativas que dibujaron siguen intactas en algunos casos y otras son profundamente distintas.

Desde mi punto de vista, hay referentes más interesantes que invitan a entender el cambio educativo necesario en nuestras aulas hoy en día. Freire -humanista- decía que la educación no cambiará el mundo. Lo harán las personas y apostaba por una educación centrada en la toma de conciencia crítica. Otros han apostado por la capacidad de la educación para el cambio social y la han situado como motor de transformación de las sociedades hacia la justicia social. Algo que en la sociedad del calentamiento global parece urgente en cada 15 de agosto en cualquier país del Mediterráneo.

Con un poco de perspectiva histórica, es necesario recordar que no hace tanto tiempo la educación era cosa que terminaba en torno a los 15-20 años de edad. Más allá de esto solo existía la educación “de la segunda oportunidad” protagonizada por la educación de adultos o la de élite, los estudios superiores que solo algunos eran capaces de costear.

Fue Coombs a finales de la década de los sesenta del siglo pasado quien dijo algo que era necesario oír: el aprendizaje es una experiencia que se desarrolla a lo largo de toda la vida (Coombs: La crisis de la educación, 1968). A partir de Coombs empezamos a hablar de la Educación Permanente como el Sistema de los sistemas educativos -en esa visión sistémica de la sociedad tan de la época-. Fue una gran noticia para la educación saber que esta no era una tarea acotada a un periodo y una esfera de la vida. La educación comienza a ser algo permanente y que recorre toda la vida de cada persona: ¡La educación formal, no formal e informal se dibujan en el universo del aprendizaje y están presente a lo largo de toda la vida de las personas!

La otra gran noticia llega con el famoso informe Delors (1996: La educación encierra un tesoro) en el que los pilares de la educación dejan de ser la transmisión de conocimientos y se enriquecen con los cuatro grupos de competencias que hoy nadie se atreve a negar: conocer, ser, vivir juntos y hacer. El informe Delors ha pasado a la historia como uno de los grandes textos que han buscado revolucionar el concepto de educación adaptándola a las necesidades de una sociedad que ya a finales del siglo pasado se sabía cambiante.

Efectivamente aprender es algo de toda la vida -educación permanente-, todas las esferas de nuestro habitar el mundo -educación formal, no formal e informal- y responde a las necesidades que nos impone una sociedad cambiante. Pero también es un acto político: la educación es un arma. Parafraseando aquel entrañable libro de Lacoste (1976) –La geografía: un arma para la guerra– podemos decir que La Educación es -posiblemente- el último acto comprometido con un planeta herido.

La educación es un acto profundamente político. Situarnos junto a una comunidad de aprendizaje nos obliga a pensar qué queremos hacer con lo que enseñamos y cómo esto va a servir para construir un mundo más habitable, más justo y en el que nuestros aprendices sean más felices en términos individuales y globales.

Estamos en un escenario comprometido. La educación, o sirve para perpetuar una sociedad desigual y avocada al colapso medioambiental, o sirve para empoderar a los aprendices en su habitar un mundo herido. En definitiva, la educación puede ser una herramienta práctica para el cambio de tendencia en una sociedad que hoy sabemos amenazada con el colapso.

En términos de práctica educativa todo esto nos lleva a una reflexión interesante: nuestro trabajo es un acto de compromiso con el mundo que soñamos… ¿Qué mundo sueñas como docente?

Habilidades y competencias

DESECO define las competencias como una habilidad que puede demostrarse en la práctica.

Una competencia es la capacidad para responder a las exigencias individuales o sociales o para realizar una actividad o una tarea. (OCDE, proyecto DeSeCo, 202, p. 8).

Se han escrito ríos de tinta sobre la necesidad de cambiar el paradigma de la educación hacia una formación competencial. No voy a navegar en ellos en este momento. Pero sí quiero señalar tres aspectos que me gustan especialmente de esta manera de entender la educación y que están obligando -desde hace poco más de un siglo- a redefinir aspectos del currículo antes intocables: el espacio, el tiempo, el papel del docente, la comunidad, etc.

1) Utilidad.
El desarrollo de una competencia viene asociado a una necesidad concreta del aprendiz. La competencia se desarrolla en la medida que sirve para algo. Aprendemos porque queremos³ y con una finalidad determinada. El aprendizaje debe surgir de una necesidad vital del individuo. Si no es así, el aprendizaje se diluye tan rápido como se construye. Además, carece de sentido.

Cualquier aprendizaje que no permite hacer algo con él es un lastre en la mochila del saber del individuo.

2) Resultado exitoso.
Una habilidad permite el ejercicio de una actividad, pero ser competente en su desarrollo requiere que este se pueda evaluar como especialmente exitoso.

Nadie dirá de un director de un colegio que es un competente director si no se puede acreditar su éxito en la labor que realiza. Lo mismo ocurre con el resto de los ámbitos de la vida personal, comunitario o profesional.

Las competencias permiten -con éxito- el desarrollo práctico de necesidades vitales.

3) Exige la acción.
En la medida que se evalúa referida a su capacidad de responder con éxito a una exigencia personal, social o profesional; exige que el aprendiz se comprometa con su entorno. Es necesario actuar sobre la realidad para ponerla en juego. Esto obliga a desarrollar el pensamiento crítico.

Ser competente en el desarrollo de una tarea exige comprometerse vitalmente dando una respuesta personal a una exigencia individual o social. Exige una acción comprometida.

Desde hace algunas décadas existe bastante consenso sobre cuáles son las competencias que deben protagonizar el aprendizaje del ciudadano del siglo XXI:

Fuente: http://www.eafit.edu.co/proyecto50/novedades/PublishingImages/Paginas/Habilidades+necesarias+para+ser+competente-/GraficoCompetencias-032.png [consultado el 10/09/19]

Parecen un referente interesante para pensar la educación actual. El reto es cómo incluirlas de forma normalizada en nuestras clases teniendo en cuenta que las necesidades que los docentes observamos en la enseñanzan debe convivir con un modelo educativo que cambia bastante más despacio de lo que nos gustaría y que las exigencias a que los docentes se ven sometidos día a día encorsetan sus deseos de innovación: pruebas externas, rankings educativos, presión de las familias, modelos burocratizados en la gestión de los centros, administraciones educativas basadas en el control, etc.

Me gusta especialmente hablar de competencias cuando sueño la educación como el arma para mi guerra. O mejor, como la que puede dibujar un escenario distinto al que habitamos.

En otro momento (Vergara, 2015) defendía que educar en las competencias no solo exige desarrollar determinadas habilidades. Es necesario poder ejercerlas. Nadie podrá decir de un carpintero que es competente hasta que no le permitan ejercer su oficio y demostrar lo destacado de su arte. Nadie podrá decir que un director de marketing es competente hasta que no le permitan ejercer este cargo. Ser competente -como señalaba acertadamente DeSeCo- solo puede demostrase en la práctica.

Educar las competencias no es solo tarea del docente. Es algo que implica al centro y cómo piensa su labor en el contexto que habita. Una tarea a la que se dedica como organización.

Educar en competencias es dibujar un centro que interviene en su entorno, define su modelo relacional, su espacio de participación, los roles de quienes lo habitan y el sueño que les orienta a la acción.

¿Cómo trabajar con ellas en educación?

La importancia de cambiar el paradigma hacia un aprendizaje competencial es innegable. Sin embargo, su implantación en los distintos niveles de enseñanza no se ha visto acompañado de su relevancia para formar a nuestros alumnos en activos ciudadanos de un mundo que necesita de su capacidad de responder con éxito a unas demandas apremiantes: cambio climático, pobreza, desigualdad, aislamiento social, etc.

El trabajo que mayoritariamente se ha realizado para incluir el tratamiento de las competencias en educación ha sido el de dotar a los alumnos de capacidades para responder a situaciones prácticas y cambiantes. Pero tristemente no se ha entendido -en la mayoría de los casos- que para que esto suceda es necesario que la propia organización educativa sea capaz de cambiar en su conjunto convirtiéndose en un entorno educador. Un entorno en el que el desarrollo de las competencias de sus alumnos forma parte de su propia estructura organizativa, el modelo relacional, toma de decisiones, relaciones con la comunidad donde se inserta, etc.

De alguna manera se ha enviado un discurso profundamente contradictorio a alumnos, docentes y familias:

  1. Es necesario desarrollar competencias en los alumnos ya que deberán responder de forma práctica, creativa y ajustada a situaciones desconocidas y en un mundo cambiante.
  2. El aprendizaje de estas competencias se va a realizar en unas organizaciones rígidas, profundamente estables, en el que los procedimientos de cambio son insoportablemente lentos y burocratizados.

La respuesta a esta contradicción ha tenido reflejo en cómo se han tratado en los currícula la evaluación. También sus consecuencias a la hora de convertirse en un elemento de segregación y no de inclusión de alumnos, centros, entornos geográficos e incluso países.

Frente a una visión estrecha de las competencias que miran de forma exclusiva a los alumnos y los docentes, es necesario entender que pensar una educación para el desarrollo de competencias es un cambio importante de mentalidad que implica directamente al centro en su conjunto, su modelo organizativo, relacional y el papel que este juega en el entorno que habita.

Un centro que se compromete con el desarrollo de competencias es un centro que toma partido. Un centro que piensa sobre el papel que -él y sus alumnos- pueden jugar en el mundo que sueñan. Que les empodera para actuar y convertirse en ciudadanos activos. Para responder de forma competente a las preguntas que se realiza en torno a lo que le rodea. Hacerlo exige desarrollar determinadas habilidades.

Son estas habilidades las que podemos trabajar dentro del aula. Las que se convertirán en las piezas del puzle que el alumno decide montar como respuesta a su toma de postura crítica en relación con las demandas que recibe del entorno.

Así pues, los docentes tenemos dos tareas a las que podemos abandonarnos si apostamos por el aprendizaje competencial:

  1. Trabajar con los alumnos el desarrollo de habilidades apropiadas para dar respuesta a su mirada crítica del entorno que le rodea. Dentro de ellas, parece que las más adecuadas al contexto que habitarán los alumnos en su vida son las llamadas habilidades blandas -o softskills– ya que le dotan de herramientas de gestión en un mundo complejo y líquido.
  2. Demandar -y trabajar a favor de- un centro que sitúa a su comunidad como un agente de cambio. Una comunidad que reflexiona sobre las demandas de su entorno. Que toma partido por su papel como protagonista en su comunidad y el futuro social. Y también que adapta sus estructuras organizativas, modelos relacionales, sentido de su historia y su proyecto de futuro para convertirse en un entorno que permite ejercer las competencias que decide desarrollar en sus alumnos.

¿Cómo integrar las softskills en tus clases?

Cuando programas una clase lo primero que haces es revisar el currículo relativo a tu materia o ámbito educativo. La referencia a la legislación es obligada ya que sabes que será determinante para tu evaluación positiva como docente.

Una vez decidido el contenido de tus enseñanzas -aquello que quieres trabajar- quizá sea buena idea realizarnos algunas preguntas:

  1. Lo que quiero enseñar a mis alumnos ¿dónde lo pueden ver en su realidad concreta, en su contexto cercano?
  2. Aprender esto, ¿Cómo les ayuda a mejorar la comprensión de su realidad cercana?
  3. ¿Qué podrán hacer con ello? ¿Para qué les sirve en términos concretos?
  4. ¿Cómo voy a provocar que utilicen este nuevo conocimiento para intervenir sobre su entorno cercano?
  5. ¿Qué instrumentos diseño para que mis alumnos puedan comprobar que este nuevo aprendizaje ha sido útil y valioso para su habitar el mundo?

La rutina -así descrita- se aleja bastante de entender el aprendizaje como el acto alineado de memorizar y reproducir contenidos ajenos a las necesidades del aprendiz. Esto no quiere decir que el alumno no deba memorizar, entrenar o rendir cuentas de lo aprendido. Lo que significa es que estos procesos deben estar al servicio de contextualizar el aprendizaje y ponerlos en relación con su contexto: análisis crítico y acción.

Imagina que, como docente, deseas trabajar el concepto de energía. Sabes los contenidos que debes tratar ya que has consultado el currículo y tienes como referencia algún libro de texto que te facilita explicar este concepto y asegurarte de que los alumnos lo memorizan y comprenden ya que cuentas con una gran batería de ejercicios y pruebas de evaluación que te permitirán comprobarlo. Al terminar puedes asegurar que tus alumnos han comprendido el concepto de energía y han memorizado aquellos conceptos clave que se exigen en el curso. ¿Cuánto tiempo crees que tardarán en olvidar aquello a lo que tanto trabajo has dedicado?

Imagina que decides hacer otra cosa; les planteas un reto: que busquen mejorar el gasto energético en su casa ideando una propuesta que hacer a su familia. Pueden ayudarse en grupos e, incluso, pedir colaboración a quien consideren oportuno. Para ello deberán comprender el concepto de energía y les ofreces materiales apropiados para ello, les conectas con algunas páginas en internet que hablan de la energía en relación a su edad y también al centro del problema que deben resolver. Como complemento ideas algunas actividades para trabajar en grupos sobre aspectos concretos del tema y también generas algunas dinámicas grupales para facilitarles que se ayuden mutuamente -sin duda, los recursos del trabajo cooperativo son ahora muy interesantes-. Al llegar a casa tus alumnos deberán comentar el reto con sus familias y pedirles ayuda. Deberán revisar las facturas energéticas y explorar los consumos de su hogar. Una vez hecho todo esto deberán formular su solución al reto y deberán ser capaces de exponerla en clase y defenderla correctamente.

Sin duda, el reto al que nos enfrentamos es conseguir que los contenidos que queremos trabajar sirvan como herramientas para desarrollar habilidades para la vida de nuestros alumnos.

Categorías en las softskills y objetivos educativos

Cuando leemos sobre softskills comprendemos que son importantes para formar a los ciudadanos críticos y comprometidos que queremos para nuestros alumnos. Las habilidades relacionales, desarrollo de pensamiento crítico, creatividad, etc. son fundamentales para el mundo que les toca vivir. Sin embargo, es difícil integrarlas en nuestras clases. El día a día está dominado por una carrera de obstáculos en la que urge cubrir el temario correspondiente, las evaluaciones y las demandas externas (dirección, inspección, legislación, etc.)

Una propuesta realista para empezar a incorporarlas en tu trabajo en el aula puede ser describir algunas categorías de habilidades y, dentro de cada una de ellas, formular objetivos educativos concretos que puedan acompañar tus proyectos educativos día a día. En Narrar el aprendizaje lo explicaba así4:

Aprender no es acumular; es una aventura: El aprendizaje como proceso.

Ser capaz de aprender a lo largo de toda la vida implica tener las habilidades necesarias para emprender cualquier aprendizaje de forma autónoma. Saber dónde y cómo puede encontrar la información, quién puede ayudarle. Estructurar su tarea y hacerla efectiva.

Esta visión del aprendizaje no es compatible con un modelo basado en la transmisión de conocimientos en el que las únicas habilidades que se piden al aprendiz son la memorización y la réplica de los modelos de pensamiento de quién transmite el conocimiento.

Entender el aprendizaje como un proceso supone dotar de las habilidades necesarias para que el alumno entienda el aprendizaje como un proyecto personal en el que él es el protagonista. Participa activamente en cada fase planteado desarrollando las tareas propias y, en ellas, identifica los contenidos curriculares relacionados.

Aprendemos mejor juntos que en solitario: Habilidades cooperativas.

Estas tienen que ver con desarrollar habilidades de aprendizaje cooperativo adaptando las herramientas y capacidades de trabajo en grupo a la tarea planteada. La habilidad de cooperar como recurso valioso en el logro de una meta conjunta y, en definitiva, aquellas que facilitan los procesos de aprendizaje grupal: resolución de conflictos, empatía, habilidades comunicativas, escucha, etc.

Podemos hacerlo y sabemos cómo: Capacidades ejecutivas.

Las habilidades ejecutivas tienen que ver con la capacidad de llevar a la práctica una idea o proyecto.

Se refiere al desarrollo de habilidades de liderazgo colaborativo y aquellas que se orientan a facilitar la gestión y toma de decisiones conjunta orientado al logro. La capacidad de ofrecer soluciones de gestión grupal, reparto de trabajo, visión estratégica, etc. que se demuestran como un valor en la eficacia del trabajo de conjunto.

También la capacidad de analizar la viabilidad de un proyecto e identificar las debilidades y fortalezas que tiene de cara a su puesta en práctica: ¿cuánto tiempo necesitamos? ¿quién puede ayudarnos? ¿cómo podemos organizarnos para ser más eficaces?, etc.

Veo, pienso y decido: Pensamiento crítico.

El pensamiento crítico supone desarrollar la capacidad de análisis y juicio crítico. Ser capaz de anticipar la reflexión al juicio y que esta, progresivamente, se hace más sistemática identificando puntos fuertes y débiles de cada opción. Así mismo, la capacidad de ofrecer su reflexión al resto de compañeros estando abierto a incorporar sus análisis, opiniones y juicios.

El camino más corto no siempre es el mejor: Pensamiento creativo.

Se trata de desarrollar habilidades de flexibilización de pensamiento. No conformarse con una única solución a un problema planteado y buscar activamente alternativas que la mejore (pensamiento lateral). También la capacidad de aplicar modelos similares a situaciones muy distintas de forma que se ofrezcan soluciones creativas a problemas planteados (pensamiento transferente).

Habilidades… ¿para qué?

Educar es un acto político. El que lo niega ignora que haciéndolo está ejerciendo una posición determinada en el escenario comunitario: la alienación y la transmisión acrítica de determinados valores sociales -sean estos cuales sean-.

Nadie en su sano juicio niega el sueño de una sociedad justa, equitativa, en la que la pobreza o el hambre no existen. Nadie defendería una imagen de un planeta contaminado en el que la vida es imposible. Tampoco que el lugar de nacimiento es un factor de justicia para justificar la guerra, la muerte, la discriminación o el analfabetismo.

Sin embargo no podemos ser optimistas. El planeta está herido. Decenas de pensadores alertan del colapso en el que habitamos. Un colapso en todos los ámbitos de nuestra vida: personal, medioambiental, social y participativo.

La educación es el único arma para esta guerra. La función de la educación debe -más que nunca- convertirse en el agente que empodere a nuestros alumnos y les sitúe en la capacidad de revertir el colapso. Para esto no es suficiente con algunas correcciones estructurales; es necesario un cambio radical en las mentalidades.

Difícilmente nuestros alumnos van a reflexionar activamente sobre su realidad si no les dotamos de las armas que lo permiten. Educar en habilidades es urgente. Reflexionar, compartir, soñar, idear, analizar, llevar a la práctica, buscar caminos creativos deben ser los verbos que protagonicen la educación si es que queremos que nuestros alumnos habiten un mundo que hoy está profundamente herido.


1 Cobo, C. y Moravec, J. (2011): Aprendizaje invisible. Hacia una nueva ecología de la educación. Col-ecció Trasmedia XXI. Universidad de. Barcelona. P 56.
2 supra. p. 61
3 Vergara (2018): Aprendo porque quiero. El aprendizaje basado en proyectos paso a paso. BIE-SM.
4 Vergara, J. (2018): Narrar el aprendizaje. La fuerza del relato en el aprendizaje basado en proyectos. Madrid, (BIE-SM)

*es experto en innovación educativa y metodologías activas. Docente en ejercicio, es autor -entre otros- de los libros “Narrar el aprendizaje. La fuerza del relato en el aprendizaje basado en proyectos” (2018) y “Aprendo porque quiero. El aprendizaje basado en proyectos paso a paso” (2015). [juanjovergara.com@juanjovergara

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/24/educar-para-cambiara-el-mundo-que-son-para-que-sirvenn-y-para-que-deben-servir-las-softskills/

Comparte este contenido:
Page 170 of 183
1 168 169 170 171 172 183