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¿Vuelta a clases?

Por: Roberto Patiño

Hace un par de semanas el régimen ordenó la vuelta a clases presenciales en todo el país.

El anuncio fue presentado por la red de medios públicos como una evolución natural de los logros de la revolución frente a la pandemia, el resultado positivo de la inversión pública en la recuperación de los liceos y enmarcado dentro de un aumento salarial a los docentes que fue acordado, señalaron, con el apoyo de todos los gremios y sindicatos. Toda una emotiva declaración de principios que no puede ocultar la gravedad del sistema educativo venezolano.

Lo que no dijeron durante el evento es que, según información de los propios profesores, agrupados en torno a la Federación Venezolana de Maestros (FVM), de 27.000 liceos que hay en el país, el Estado venezolano sólo ha invertido recursos en 5.000, mientras que los más elementales servicios públicos en la mayoría de los colegios, como el agua, tan necesaria en medio de una pandemia que no ha sido erradicada, sigue agravándose, como queda demostrado con el hecho de que en cada diez centros educativos, ocho no tienen agua corriente. La educación en Venezuela, han advertido los profesionales que están sobre el terreno, es de colapso.

A esta realidad que no aparece reflejada por las pantallas de VTV hay que sumarle el hecho de que la tabla salarial de los docentes fue “aprobada” por el Ejecutivo de espalda a los profesionales de la educación, pasando por encima de años de luchas y reivindicaciones laborales. Este acto de fuerza sobre el gremio educativo impuso unas tablas salariales donde un Docente Tipo III, devenga un salario mensual de 82 dólares, mientras la Canasta Alimentaria está en 455 dólares al mes. Los maestros venezolanos tienen suficientes razones para pensar en abandonar los liceos, es un gremio al que no se le puede exigir más de lo que han dado por el país en los últimos años.

El grave estado del sistema educativo coincide con la publicación del informe de Cecodap y la Agencia PANA, donde señalan, entre otras cosas, que la pobreza, el hambre, la violencia doméstica y la deserción escolar, son factores de riesgo para que niños y adolescentes sean reclutados por megabandas delictivas que operan en el país. Un riesgo que nuestra sociedad no puede tolerar.

En nuestro trabajo en las comunidades, junto a nuestros líderes, apoyando la verdadera organización comunitaria, sabemos que la escuela, junto a la cancha deportiva, es el corazón de la comunidad, una coordenada geográfica y existencial donde ocurre el encuentro de los vecinos, donde nacen y se llevan adelante los proyectos que surgen al calor de los nuevos liderazgos.

El liceo es el centro de la vida social de muchas comunidades y las organizaciones que trabajan en torno al liceo, apoyando a los niños, padres y docentes, tienen un alcance limitado que no puede ni aspira a sustituir las obligaciones que tiene el Estado, por más importante que sea su misión.

El Estado debe cumplir con su deber de garantizar las condiciones de trabajo en los centros educativos, dando un sueldo de calidad a los docentes y desarrollando, junto a los profesores, padres y comunidad educativa, un pensum de estudios acorde a los tiempos que vivimos, una exigencia para la cual el régimen que gobierna Venezuela no está preparado.

Nosotros seguiremos en la calle, apoyando el trabajo de las comunidades educativas, los maestros y padres, colaborando en los esfuerzos que emprenden muchos líderes para evitar que nuestros colegios sean desmantelados de manera definitiva y, sobre todo, luchando para lograr el cambio pacífico y democrático que necesita Venezuela para colocar a la educación pública, en el centro del debate y de las obligaciones de nuestro país.

Este es nuestro compromiso.

www.rpatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/vuelta-a-clases/

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Deber de memoria en la educación superior

Por: Miguel Ángel Casillas

Dada la subordinación de las políticas educativas a las medidas de salud durante la pandemia y derivada de la falta de liderazgo institucional, durante dos años en las universidades se diluyó el espíritu corporativo y solidario y todos nos refugiamos en casa de modo individual. La experiencia escolar de estudiantes y profesores sufrió un fuerte shock que desestabilizó todos los viejos referentes y nos colocó ante una educación a distancia, sin proyecto de innovación, más bien como un refugio a donde se trasladaron las actividades de enseñanza para mantener, en el contexto de la desmovilización nacional, el cumplimiento de nuestra misión.

En muchas universidades e instituciones de educación superior se está convocando al regreso a las actividades presenciales. Muchas autoridades expresan enfáticamente que el regreso significa eso: regreso al pasado; a las mismas condiciones que teníamos antes de la pandemia, en las que, si los cursos habían diseñados de modo presencial, virtual o mixto, así deben impartirse; sin considerar la experiencia reciente de los dos últimos años en que todos tuvimos que recurrir a la educación a la distancia. Muchas autoridades y profesores son prisioneros del pasado, son incapaces de imaginar una nueva universidad.

La suposición de que vamos a regresar al pasado es absurda, ahistórica y no resiliente. Esconde un olvido deliberado para eludir las responsabilidades. Desde cualquier razonamiento lógico e histórico, el retorno al pasado es imposible; en el mismo sentido supone la incapacidad de un balance crítico que nos permita sacar un saldo y aprender. El olvido no representa ninguna superación de la crisis, esto solo se logra aprendiendo la lección.

Necesitamos enfrentar el trauma, comprender lo sucedido, reconocer las experiencias de estudiantes y profesores, y sobre esa base, una vez que hayamos realizado un balance crítico de lo sucedido en la pandemia, cambiar y tratar de evitar que un evento así nos tome desprevenidos. Las autoridades educativas de todos los niveles, desde el federal hasta el institucional, deberán rendir cuentas por sus acciones y sobre todo por sus inacciones, por su falta de visión y por haber subordinado el proyecto educativo a las medidas restrictivas determinadas por la Secretaría de Salud.

El olvido deliberado sobre el pasado reciente es muy poco empático con las víctimas mortales y con los enfermos por la pandemia, muchos de los cuales padecen secuelas y no han terminado su recuperación. Tenemos un deber de memoria en relación con quienes murieron por la COVID, son profesores, trabajadores o estudiantes que nos faltan, que han dejado un vacío entre las comunidades. Todas las víctimas mortales merecen ser recordadas, sus trayectorias académicas forman parte del entramado de experiencias con que todos nos hemos construido en tanto universitarios.

En relación con los universitarios que se contagiaron, no hay ni un balance de los daños ni tenemos idea precisa del alcance de las afectaciones que padecen. ¿Cuántos miles de universitarios padecieron la enfermedad?, ¿Cuáles son sus condiciones de salud?, ¿Cuáles son los efectos y secuelas provocados por la COVID que siguen padeciendo? Tenemos evidencia dada la encuesta realizada por la UANL y la Subsecretaría de educación superior de que millones de jóvenes sufrieron, además de la COVID, de depresión, stress y ansiedad. Los datos muestran que las mujeres fueron las más afectadas.

En ese contexto, el retorno debe ser primero una oportunidad para el reencuentro, para hacer el balance de lo ocurrido, para honrar a quienes fallecieron, para reconocer a quienes todavía no reestablecen su salud. A partir de ello, debemos desarrollar estrategias diferenciadas y ser solidarios con quienes continúan bajo los efectos de la enfermedad.

Sin un balance crítico respecto del pasado reciente es imposible reconocer las afectaciones recibidas durante la pandemia, y sin esta reflexión seremos incapaces de aprender de la experiencia vivida. Un nuevo horizonte progresista para la educación superior sólo es posible si cumplimos con nuestro deber de memoria.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/deber-de-memoria-en-la-educacion-superior/

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Experiencias populares en América Latina: una nueva cosmovisión

Experiencias populares en América Latina: una nueva cosmovisión

Fuentes: Rebelión

«Zumba la Turba» es una radio comunitaria, alternativa y popular que emite en el 99.5 de la FM desde la ciudad argentina de Córdoba, de más de un millón de habitantes. Se trata, según definen los integrantes del colectivo, de un proyecto «político-comunicacional» autogestionado. Los orígenes de «Zumba la Turba» se retrotraen a 2010, «al […]

«Zumba la Turba» es una radio comunitaria, alternativa y popular que emite en el 99.5 de la FM desde la ciudad argentina de Córdoba, de más de un millón de habitantes. Se trata, según definen los integrantes del colectivo, de un proyecto «político-comunicacional» autogestionado. Los orígenes de «Zumba la Turba» se retrotraen a 2010, «al calor de los talleres de armado de transmisores de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA)». En la página Web recuerdan el empuje inicial por parte del colectivo Indymedia Córdoba. Actualmente cuentan con programas como «Enredando las mañanas», «La Chispa», «La Nota Azul», «Ladran Sancho» o «Córdoba originaria».

Los contenidos de la página Web permiten acercarse a la orientación del proyecto. «Luego de las detenciones ilegales, la presión popular logró la libertad», tituló el colectivo, en referencia a la liberación de 30 de los 31 detenidos durante la marcha del uno de septiembre en el centro de Buenos Aires, en la que se pedía la aparición con vida del joven Santiago Maldonado. El programa «Enredando las mañanas» conversó con la comunicadora popular de Alba TV, Ambar García, quien explicó «una de las acciones más claras del imperialismo norteamericano» contra Venezuela: la orden ejecutiva de nuevas sanciones firmada por el presidente Trump el 25 de agosto. Además la edición número 111 de «La Nota azul» se inició con una canción del saxofonista Ornette Coleman, y con las siguientes palabras: «Sin luchar contra la represión, el jazz se volvería una música anquilosada, aburrida y estatal».

Otro ejemplo de medio independiente en la ciudad de Córdoba es el periódico digital «La Tinta»; con un año de recorrido, este medio acompaña a la cabecera con un elocuente subtítulo: «periodismo hasta mancharse». Los lectores pueden informarse en «La Tinta» del «Lava Jato Cordobés» (un símil con la macrooperación contra el lavado de dinero desplegada en Brasil, a partir de marzo de 2014) y de cómo «crece el escándalo por las coimas en la gestión de Cambiemos», la coalición derechista que lidera el presidente Macri. «La Tinta» reproduce también un artículo de Florencia Sciutti («El diario La Nación pide ajuste y extraña a los militares»), que rebate otro del empresario Ricardo Esteves en el periódico conservador («Sin equilibrios no habrá desarrollo»). Otro de los textos publicados («Las comunidades originarias en peligro») se hace eco de las reivindicaciones de las organizaciones sociales para que el Congreso argentino vote la prórroga de la Ley de Emergencia Territorial Indígena; de lo contrario, aseguran, más de 1.500 comunidades podrían perder sus tierras.

El periodista y escritor uruguayo Raúl Zibechi (Montevideo, 1952) menciona a «Zumba La Turba» y «La Tinta» como dos referentes de la comunicación autónoma. La radio emite desde el mismo lugar en el que trabaja el Frente de Organizaciones de Base (FOB); En cuanto a «La Tinta», Zibechi aclara que es «cercana» al Encuentro de Organizaciones (EO), «uno de los colectivos con más trabajo territorial en Córdoba». Son dos de las experiencias que resalta, dentro de los encuentros que ha mantenido en los últimos meses con organizaciones sociales de la ciudad llamada «La Docta». Compartió las conclusiones en un artículo publicado en el periódico mexicano «La Jornada» el uno de septiembre.

A los 20 años de que se iniciaran las luchas del movimiento piquetero (1997-2002), también recordó la importancia de iniciativas como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), que agrupa entre otros a cartoneros, campesinos, feriantes, artesanos y trabajadores de empresas recuperadas. O los procesos de toma de tierras y recuperación del territorio; por ejemplo en Parque Las Rosas, donde una treintena de familias han levantado sus viviendas tras resistir a la policía. «Hay cooperativas de carreros que recogen residuos, las hay de limpieza y de otros servicios», subraya el colaborador de Brecha y La Jornada.

El artículo se centra en Córdoba, pero el investigador inició la larga travesía militante por América Latina -singularmente por los territorios andinos- en 1986. En sus libros también se hace eco de los procesos organizativos de los «abajos», y de las resistencias de los movimientos urbanos, campesinos y comunidades indígenas. Así lo hizo en «Descolonizar la rebeldía», publicado en 2014 por iniciativas sociales Zambra y Coordinación de Luchas contra la Precariedad Baladre. En el libro de 286 páginas aborda la revolución «descolonizadora» del zapatismo, de la Corriente Villera Independiente en la villa 31 (Retiro) de Buenos Aires; y de las movilizaciones masivas de junio de 2013 en 353 ciudades de Brasil.

También explica las resistencias de 2008 en el Plan 3.000, una gran barriada pobre en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), el «corazón del racismo»; el movimiento de ocupación y autogestión de liceos en chile (2011), el Encuentro Continental por el Agua y la Pachamama, celebrado en 2011 en la ciudad de Cuenca (Ecuador); las experiencias de autonomía urbana en la Comunidad Habitacional Acapatzingo, en México, «una de las más formidables de América Latina», afirma el autor del libro de Zambra y Baladre; la oposición a la especulación inmobiliaria y las ferias agrícolas de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (CONAMURI) de Paraguay; las resistencias de la población de Cajamarca, en el norte de Perú, a la explotación minera (de oro y plata) por parte de una multinacional estadounidense; o la red de comunidades Cecosesola (Central de Servicios Sociales del Estado de Lara), dedicada a la producción agrícola, servicios de salud, transporte, ahorro y préstamo en el Centro-Occidente de Venezuela.

En «Descolonizar la rebeldía» y en otros textos de Zibechi publicados por Zambra y Baladre -«Latiendo resistencia. Mundos nuevos y guerras de despojo» (2016) y «Territorios y resistencia: cartografía política de las nuevas periferias latinoamericanas»-, el autor cuestiona los gobiernos progresistas de América Latina (se refiere, por ejemplo, a la formación de un «nuevo bloque de poder» en Uruguay; o a la construcción de un «nuevo modelo de dominación» en Ecuador»). En ocasiones la carga crítica se advierte ya en el título del libro; «Brasil potencia: entre la integración regional y el nuevo imperialismo» (2012). Otra idea central es la necesidad de descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas de rebeldía; y, para ello, aprender de las experiencias propias: las revoluciones que lideraron Tupac Amaru, Tupac Katari y Bartolina Sisa, en el caso de los pueblos quechua y los aymara; el ejemplo del cacique Manuel Quintín Lame para los indígenas nasa del cauca colombiano; la presencia del toki Lautaro en el pueblo mapuche y de Emiliano Zapata en las luchas del movimiento zapatista.

Pero no sólo es cuestión de prácticas, referentes, experiencias y reconstrucción de imaginarios. La «alternativa» del Buen Vivir implica, según el periodista e investigador, romper de modo drástico con la cultura occidental y las ideas de modernidad, progreso y desarrollo. En la entrevista, de Michael Hardt y Álvaro Reyes, con la que se inicia el libro «Descolonizar la rebeldía», Zibechi aporta una perspectiva profunda de esta idea. «Caminamos sobre las huellas de nuestros antepasados», afirma un líder indígena de Ecuador. Esto significa que, al contrario de lo que ocurre en la modernidad occidental (las acciones se orientan al futuro), en las cosmovisiones indias el pasado es el inspirador de las acciones. «El pasado no está muerto, como dice Marcos en ‘Votán Zapata’, un texto central del zapatismo», recuerda el investigador uruguayo. Esta idea del pasado «cuestiona de raíz la teoría revolucionaria ilustrada, marxista y también anarquista, que miran hacia adelante».

Echar la vista atrás no implica construir un mundo nuevo (tras una ruptura, según la idea occidental de revolución), sino en cierto modo ordenar el mundo, alinearlo con un orden cósmico (superior); y recomponer equilibrios que se habían alterado. Así, el Pachakutik no plantea la creación de algo nuevo, sino del «retorno»: la vuelta de aquello que se había relegado a los márgenes y, por lo tanto, oculto. El Pachakutik implica asimismo una concepción del tiempo no lineal, sino cíclica (hay algo que termina, mientras brota lo nuevo). En la entrevista se aclara que estas ideas pueden también hallarse en el Carlos Marx de «La guerra civil en Francia», cuando al referirse a la Comuna de París apunta que la revolución ya se encuentra, en germen, en el seno de la sociedad burguesa.

Una tercera idea resaltada por Zibechi es que la sociedad supone un conjunto de individuos y relaciones complejas, que no se pueden planificar ni predecir como haría una divinidad omnipotente; esto supone cuestionar la idea de que el futuro sea previamente moldeable; y también la relación «colonial» sujeto-objeto. Además, según Marcos, «los medios son los fines». «Pero todo esto no tiene nada que ver con la idea tradicional de revolución», añade el periodista uruguayo. Sí, con algunos planteamientos de Nietzsche (la importancia del azar o el «eterno retorno»). Zibechi subraya que movimientos como el zapatista han asumido las ideas occidentales del feminismo, la autonomía o la teoría crítica. «Pero nosotros, ¿estamos dispuestos a incorporar algo de la cosmovisión india?», remata el autor de «Descolonizar la rebeldía».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/experiencias-populares-en-america-latina-una-nueva-cosmovision/

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Formación del pensamiento crítico en los estudiantes

Por: Dinorah García Romero 

Hay que revolucionar las formas de educar para propiciar un pensamiento crítico formado con solidez desde los primeros años, desde los primeros grados.

La sociedad dominicana tiene décadas con una gran preocupación, el déficit de calidad de los aprendizajes de los estudiantes y los problemas de deserción en el ámbito preuniversitario y en la educación superior. De igual manera, le preocupa que los estudiantes de Educación Primaria y Educación Secundaria continúen llegando a los estudios universitarios sin saber leer ni escribir; y con dificultades para razonar lo que hacen. No estamos hablando de estudiantes incapaces. Estos estudiantes están insertos en un sistema educativo que se degrada progresivamente. Además, forman parte de una sociedad que, estructuralmente, es asimétrica. Y los factores de exclusión y de inequidad tienen más fuerza en la determinación del presente y del futuro de los estudiantes.

Como miembros de la sociedad dominicana, tenemos que contribuir a la transformación de las situaciones que establecen rupturas con la equidad y con la inclusión. A la realidad que estamos presentando, hemos de integrar la necesidad de que los estudiantes tengan un pensamiento crítico bien formado y con las estrategias necesarias para ponerlo en ejecución. Los procesos que se priorizan para la formación desde esta perspectiva ponen énfasis en la información a tiempo real, completa y pertinente. Asimismo, le otorgan relevancia a la participación en procesos y en proyectos con otros, para que tengan la oportunidad de debatir las propias ideas y de conocer lo que piensan las personas con las que interactúan.

La formación del pensamiento crítico le permite al estudiante aprender de sus pares, fortalecer su capacidad de trabajo en equipo y construir conocimientos desde contextos plurales. De igual modo, los estudiantes potencian la capacidad de análisis e interpretación de los hechos y de asumir propuestas comprometidas con los más vulnerables. Pensar críticamente va más allá de una descripción de hechos y factores causales; implica una acción razonada y decisiones informadas. Esta forma de pensar libera, en gran parte, la mentalidad de los estudiantes y de los docentes de condicionamientos personales y culturales, al tiempo que eleva su capacidad de resiliencia.  Si los estudiantes son formados en esta dirección, las instituciones que los forman, los docentes, el personal administrativo y técnico se ven urgidos a cambios significativos en su formar de educar. Además, de tener que mostrar un desempeño consistente, tienen que abrirse a nuevas iniciativas e interpelaciones. En este sentido, también han de abrirse a propuestas que pueden introducir cambios en el aula, en el centro educativo y en las relaciones entre docentes y estudiantes. Los estudiantes que ponen en acción su pensamiento crítico, les aportan una visión y prácticas culturales diferentes al aula y al centro educativo.

Los estudiantes dominicanos requieren una formación  del pensamiento crítico  sistemática. Este tipo de formación es necesaria para su desarrollo integral y para que los docentes, los gestores y las organizaciones sindicales reconozcan y respeten los derechos de los estudiantes. Esta formación es una urgencia para que los mismos estudiantes aprendan a tomar posición ante hechos que, además de afectar sus intereses, impactan el desarrollo de la sociedad, la calidad de los centros educativos y el desarrollo de las comunidades en las que están insertos los centros.

Los estudiantes tienen que pasar de simples víctimas y espectadores de actos y decisiones que violentan sus derechos a sujetos que dejan oír su voz, que presentan propuestas y toman posturas razonables y de elevada corresponsabilidad. Ha llegado el momento de que los estudiantes despierten y trabajen para el fortalecimiento de la calidad de sus aprendizajes. Para ello tienen que activar su forma de pensar; tienen que movilizar y fundamentar su pensamiento. De igual modo, hay que revolucionar las formas de educar para propiciar un pensamiento crítico formado con solidez desde los primeros años, desde los primeros grados. Hemos de pasar del estudiante con un pensamiento sumiso y dormido a un estudiante que razona, participa y aporta en dirección transformadora.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/formacion-del-pensamiento-critico-en-los-estudiantes-9049514.html

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Que algo cambie para que todo siga igual en la economía

Por: Roberto Patiño

Para muchos venezolanos el año 2022 ha sido un conteo regresivo hasta el anuncio del nuevo salario mínimo, una noticia esperada con verdadera urgencia para buena parte de las familias en el país.

Aunque el monto anunciado por el régimen implicó un incremento del 1.705% con relación al salario anterior, confrontado con el tipo de cambio (el más poderoso indicador de la economía en la actualidad) el sueldo mínimo se ubicó en unos 28 dólares mensuales, muy por debajo de los 354 en los que se cotiza la canasta alimentaria de una familia, según el Observatorio Venezolano de Finanzas. Por todo ello, el 16 de marzo, en la Gaceta Oficial se hizo la publicación formalmente de que la mayoría de los ciudadanos seguirán hundidos en la pobreza.

Además, se trata de un aumento engañoso, porque incluye diferentes bonos que el gobierno venía otorgando, de manera que el incremento real de ingresos es prácticamente nulo.

Venezuela sigue siendo un país donde el grueso de la población está abocada a la supervivencia o se ven en la necesidad de migrar, tal y como queda demostrado con los 6.000.000 de compatriotas que han cruzado la frontera; una cifra divulgada por la ACNUR que no agrada el régimen, que se apuró de calificar de “estúpidos” a quienes la repiten, amargando las imposturas propagandísticas con la que nos pretende hacer creer que el país está encaminado por la senda de la prosperidad económica.

La libre circulación de divisas, el fin del desabastecimiento, la dolarización de los precios, la eclosión de bodegones y locales nocturnos no son señales de una mejoría del país, son apenas la consecuencia de unas mínimas medidas económicas que el régimen se vio forzado a aceptar frente a una realidad, el mercado, que no puede ser regido por los planificadores del poder.

El régimen ha actuado por inercia y ha abandonado su responsabilidad en la gestión y recuperación de las fallas estructurales de una economía lastrada por el quiebre revolucionario de la industria petrolera, mucho antes de que las sanciones estadounidenses entraran en vigor. Este abandono es evidente con la ausencia o baja calidad de los servicios públicos más elementales que, en casos como la educación y los servicios, reproducen los ciclos de desigualdad y pobreza para las grandes mayorías.

El Estado en manos de la revolución se ha desentendido de sus obligaciones, ha insultado la inteligencia de los ciudadanos al decir que la economía marcha bien, ha denostado a los millones de migrantes y apenas ha atendido a un pequeño sector de la población, con políticas sociales anémicas, mal coordinadas, con vocación proselitista y cruzadas de prácticas corruptas. En este contexto, el anuncio del incremento salarial es otro renglón en la lista de inacciones económicas que pretende hacernos creer que algo ha cambiado en el país, para que todo siga exactamente igual.

Es por eso que hoy más que nunca, nosotros seguimos trabajando en las comunidades, apoyando el tejido social que permita atender a las principales víctimas de una crisis originada desde el poder, fortaleciendo el emprendimiento y la solidaridad como motores de la vida social, luchando por el regreso de la democracia en nuestro país, único y verdadero motor de cambio que puede garantizar la verdadera recuperación económica en Venezuela.

Este es nuestro compromiso.

www.rpatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/que-algo-cambie-para-que-todo-siga-igual-en-la-economia/

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La simiente de Tiripetío

Por: Luis Hernández Navarro

El maestro Marcos José García se acaba de jubilar tras 45 años de servicio. Durante el último tramo de su vida profesional fue director de la secundaria Moisés Sáenz. Es hijo de una familia campesina mixteca de seis hermanos, de Santa Cruz Itundujia, Sierra Sur de Oaxaca, comunidad marginada, a la que aún, ahora es muy difícil llegar. Estudió en la normal rural de Tiripetío. Poder asistir a esa escuela y vivir en su internado fue la única posibilidad de cambiar su vida sustancialmente.

Su padre habló mixteco. La lengua estaba viva aún en el pueblo hasta hace unos años. Pero ni Marcos ni sus hermanos la aprendieron. En la escuela no se enseñaba y su familia estaba convencida de que era mejor que hablara castilla para salir adelante.

Marcos cursó la primaria en la escuela Progreso, en su comunidad, mientras pastoreaba a los animales. Le encantaba la lectura. Desde su pueblo, se necesitaba caminar dos días para ir a recoger los libros. Cuando llegaban era una fiesta. Terminó en 1969, con 13 años de edad y el reconocimiento de niño aplicado. Fue premiado con un viaje a la Ciudad de México para conocer al presidente, un tal Gustavo Díaz Ordaz. Pero el mandatario estaba muy ocupado y no pudo recibirlos. Los saludó Agustín Yáñez, secretario de Educación.

Su profesor, Delfino Robles, era egresado de la normal rural de Reyes Mantecón. A los alumnos de la Progreso les leía en voz alta, los motivaba a indagar a su alrededor y, cuando no sabía algo, consultaba un diccionario que tenía siempre a su lado. Fue él quien motivó a Marcos a seguir su preparación en la normal. Vete a presentar el examen a Reyes. Tienes que estudiar. No te quedes aquí porque el campo es muy rudo. Tienes la capacidad para darle más, le aconsejó.

Cuando Marcos llegó a la Normal Rural Moisés Sáenz a empezar la secundaria, no había clases. Como venganza de lo que consideraba eran nidos de guerrilleros, Díaz Ordaz cerró, con el pretexto de una reforma educativa, 14 de las 29 normales rurales en el país, algunas con el Ejército y la policía. Reyes Mantecón fue una de ellas. Los estudiantes no se dejaron. Suspendieron cursos y salieron a sus pueblos a buscar solidaridad. La resistencia duró meses, pero la decisión estaba tomada. De manera que –cuenta Marcos– pudimos ingresar hasta principios de noviembre, mediante un examen que nos aplicaron en el tecnológico. Nos inscribieron muy avanzado el ciclo escolar. A quienes ya cursaban la carrera y no fueron expulsados, los trasladaron a Mactumactzá.

Su ingreso fue traumático. Las novatadas le resultaron humillantes. No fue bien recibido. No estaba acostumbrado a la comida que se servía. Aunque los maestros y los contenidos educativos eran muy tradicionales, varias materias le gustaron. Daban mucha importancia al agro.

Las carencias de su infancia y la presencia de un cacicazgo opresivo y un clero conservador le habían hecho nacer la conciencia. Pero Eva Meléndez, maestra de civismo, le dio un empujón. “Nos mostró un periódico con la noticia de la visita de Fidel Castro a Salvador Allende en Chile –narra Marcos– y nos dijo: ‘fíjense cómo siguieron a Fidel. Aquí se ve la gente gritando: ¡Fidel, Allende, el pueblo los defiende!, ¡Fidel, que tiene Fidel, que los imperialistas no pueden con él!’”

En esos años, había un control autoritario en las normales rurales. Las autoridades querían desterrar cualquier muestra de insumisión estudiantil. Pero esa profesora, como no queriendo, les explicó lo que sucedía en América Latina.

Terminando la secundaria en Reyes Mantecón, surgió la disyuntiva: ir a México con unos parientes a trabajar o seguir sus estudios en la Normal Rural Vasco de Quiroga, de Tiripetío, Michoacán.

En 1971, los estudiantes de Tiri se fueron a la huelga, tras de dos años de control y represión. Las autoridades no permitían reuniones ni sociedad de alumnos. La chispa que incendió la pradera fue la decisión de los jóvenes de conmemorar, el aniversario luctuoso del general Lázaro Cárdenas. Los muchachos lograron doblegar a la SEP tras 20 días de huelga. Allí actuaba un núcleo del Movimiento de Acción Revolucionaria.

A Marcos le gustó Tiri. Tuvo maestros muy buenos, que promovían la lectura de literatura mexicana. Llegaron también docentes de la Universidad Nicolaita a enseñar a Kant, Hegel y Marx. Aunque disminuida, la FECSM se empeñaba en influir en la formación de los alumnos.

Teníamos –rememora Marcos– dirigentes muy avanzados, muy leídos, como Elpidio Domínguez Castro, que antes de ser asesinado fue un dirigente campesino muy reconocido. Ellos nos hablaban de que había que apoyar a comunidades de la Meseta Purépecha que estaban luchando por sus tierras. Nos proponíamos ir y estar con ellos.

El maestro y sus compañeros (1972 a 1976) fueron profundamente influidos por la experiencia de la Unidad Popular de Chile. Nos marcó a muchos. Lo sentíamos como propio. La generación que salió de 1969-1973 llevó de padrino al embajador Hugo Vigorena. Los graduados se vistieron con camisa roja y pantalón negro. En junio de 1973, su representante José Roca dio una conferencia en el patio del edificio central de la escuela. Estuvo muy nutrida la participación. El 11 de septiembre Augusto Pinochet dio el golpe de Estado. La rabia se apoderó de los jóvenes.

Al terminar, regresó a Oaxaca a dar clases en comunidades remotas y cursó la carrera de historia en la Normal Superior de México. Durante 45 años de servicio, Marcos José García fue, sin exagerar, un maestro y un sindicalista democrático ejemplar. Promovió activamente la educación alternativa y fue un incorruptible representante gremial del magisterio oaxaqueño, que promovió un sindicalismo autogestivo, vinculado a las comunidades. Es un digno egresado de Tiripetío, la primera normal rural fundada en mayo de 1922 en Tacámbaro. A 100 años del nacimiento del normalismo rural, es necesario no olvidar que profesores como él, son la simiente de un proyecto pedagógico excepcional desde el México profundo.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2022/04/05/opinion/015a1pol

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Claves para cultivar la mentalidad de crecimiento en los menores

Por: Educación 3.0

Este concepto formulado por la psicóloga Carol Dweck sostiene que las personas que trabajan este tipo de mentalidad están abiertas a nuevos retos y aprenden de manera resiliente de los errores. Cristina Basilio, asesora de crianza y especialista en educación emocional, nos habla sobre ello.

Si preguntas a personas de tu entorno cuáles son sus talentos o qué se les da bien, es probable que muchas te digan que no son buenas en nada. Quizá piensen que no han tenido la suerte de Gabriel García Márquez o de los miembros del grupo ‘The Beatles’, que nacieron con un talento especial que les ha permitido llegar a lo más alto.

Pues bien, quizá te sorprenderá saber que el estudio Decca Records rechazó fichar a ‘The Beatles’ por considerar que no tenían futuro en el mundo del espectáculo y que la editorial Losada se negó a publicar la primera novela del premio Nobel Gabriel García Márquez.

Como ellos, son muchos los casos de personas con talento que fueron rechazadas por expertos en la materia. Pero, ¿qué hizo que a pesar de ello persistieran? La respuesta es su mentalidad de crecimiento. Tenían un interés y sabían que con tiempo y esfuerzo sus habilidades podrían mejorar. ¿Qué hubiera pasado si, por el contrario, hubieran creído que el rechazo de los expertos significaba que no habían nacido con ese talento especial para hacer aquello que tanto deseaban? Pues que muy probablemente su mentalidad fija nos hubiera impedido disfrutar de sus obras.

Mentalidad fija y de crecimiento: dos formas de afrontar la realidad

Se podría decir que existen dos tipos de mentalidades: fija y de crecimiento. Si bien todo el mundo tiene elementos de las dos, hay personas que funcionan más habitualmente en una que en otra, y esto define la forma en la que se comportan ante los retos y los fracasos. Estos tipos de mentalidad fueron definidos por la psicóloga Carol Dweck.

Las personas con mentalidad fija tienden a pensar que las cualidades personales como la inteligencia y el talento son innatas y no pueden cambiarse. En cambio, las personas con mentalidad de crecimiento piensan que, si bien nacemos con unas capacidades determinadas, todo el mundo tiene la capacidad de aprender y de desarrollar dichas capacidades por medio de la dedicación y la práctica.

Mentalidad de crecimiento

Pero, ¿qué consecuencias tiene creer que tus habilidades son fijas o creer que se pueden desarrollar? Las personas con mentalidad fija toman lo que les ocurre, ya sean éxitos o fracasos, como una medida directa de su competencia y de su valía. Para ellos todo es blanco o negro: si tienen éxito, se consideran buenos y, si fracasan, se consideran malos. Por eso, estas personas suelen sentir la necesidad de estar validándose a sí mismos continuamente. Como consecuencia, suelen abandonar las tareas y no perseverar, lo que reduce sus probabilidades de éxito en el futuro.

Por el contrario, creer que las cualidades pueden desarrollarse puede estimular la motivación y la pasión por aprender. Esto hace que las personas con mentalidad de crecimiento estén abiertas a enfrentarse a nuevos retos y que crezcan ante las dificultades. Y es que la gente con mentalidad de crecimiento sabe que el aprendizaje lleva su proceso, que de los fracasos se sacan grandes lecciones y que el potencial necesita tiempo para florecer.

Consejos para cultivar la mentalidad de crecimiento en los menores

La sociedad en la que vivimos tiende a fomentar la mentalidad fija. Los padres, sin quererlo y con la mejor intención, emiten juicios y comentarios que en realidad envían un mensaje contrario al que pretenden y que limitan las ganas de aprender.

Del mismo modo, la cultura escolar tiende a etiquetar a los niños y a clasificarlos en función de sus notas, lo que favorece la idea de que las capacidades son fijas.

En realidad, si miras a un bebé te darás cuenta de que todos nacen con ganas de aprender, pero una educación en base a una mentalidad fija puede acabar con ellas.

Por eso, la misión de la comunidad educativa debe ser desarrollar el potencial de los niños. A continuación, destaco seis consejos para cultivar la mentalidad de crecimiento en los niños:

  • Explicar en qué consisten los dos tipos de mentalidades y cómo se enfrentan a las diferentes situaciones.
  • Mostrar que ni los fracasos ni los éxitos de una persona definen su valía o sus capacidades. Es evidente que el fracaso puede ser una experiencia dolorosa hasta para las personas con mentalidad de crecimiento, pero la diferencia es que estos saben que sus fracasos no les definen.
  • Enseñar a aprender de los errores. Cuando cometan un error o hayan tenido una experiencia desagradable, puedes probar a hacerles reflexionar sobre lo que aprendieron y sobre cómo pueden utilizar dicha experiencia como base para crecer.
  • Trata de elogiar por el esfuerzo y no por la habilidad, la rapidez o la perfección. Se ha demostrado que cuando elogias a alguien por su inteligencia o su talento tienden a rechazar realizar tareas más retadoras por si éstas fueran a poner en duda su capacidad. Esto no ocurre cuando el elogio es por el esfuerzo.
  • Evitar las etiquetas tanto positivas como negativas. Cuando te ponen una etiqueta positiva, tienes miedo de perderla, y cuando te ponen una mala, tienes miedo de merecerla.
  • No culpar a otros o a la mala suerte de los fracasos. En su lugar, realiza comentarios constructivos, trata de averiguar lo que no comprenden y dales las herramientas que necesitan para aprender y mejorar.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/mentalidad-de-crecimiento/

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